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Editorial
El flujo de la vida, como si se tratara de un río, va avanzando empujando nuestra existencia más allá de lo que pudiéramos señalar como nuestros límites, pero si bien eso es parte de la dinámica natural de vivir hay otra parte que depende de cada uno de nosotros y es el de con voluntad y carácter colaborar con ello.
Ponte por un momento a pensar en algún desempeño humano que te haya asombrado, por ejemplo algún equilibrista caminando varios metros sobre la tierra en una cuerda, un artista tocando en su instrumento una obra maestra, algún deportista rompiendo e imponiendo una nueva marca, etcétera. ¿Crees que todos ellos nacieron sabiendo hacer eso? Claro que no.
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No quiero con esto decir que todos seamos buenos para todo, pero que esos “no puedo” que levantamos en nuestro desarrollo tampoco deberían de tomarse tan seriamente como si fueran verdades. Después de todo en la mayoría de los casos tras ese “no puedo” no está una incapacidad objetiva sino un miedo subjetivo. Haz el intento con algo que te creas “no poder” detrás de lo cual se oculte más bien un “no quiero pues me da miedo…”, descúbrelo y trae esa justificación sustentada en el miedo a la luz y verás cómo literalmente saldrá corriendo permitiéndote que entonces sí, sin el miedo inventado, tomes una decisión libre sobre lo que desees lograr.
Lo que somos, o más bien, lo que podemos ser, no está limitado más que por lo que nosotros mismos decretemos, en ese sentido trata de que los límites estén día con día siendo empujados más y más hacia adelante en tu andar, después de todo nunca sabrás de lo que eres capaz hasta que lo intentes.
¡Éxito!
Roberto Celaya Figueroa, Sc. D. Fundador y Editor en Jefe