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Editorial

Las pruebas de la vida, es decir, los retos que uno enfrenta, en ocasiones pueden ser solucionados y en ocasiones no, en ambos casos uno puede decidir salir enriquecido de ello con el aprendizaje que lo vivido nos deje.

La vida está hecha de retos, grandes o pequeños, pero retos al fin. Y en esa variedad de retos hay algunos que enfrentamos con éxito mientras que otros no. Independientemente de ello dichos retos, sea que los conquistemos o no, puede hacernos mejores personas si nos decidimos a aprender de ellos.

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Primero veamos el caso de los retos con solución. Para encontrar esta solución uno debe por un lado hacer acopio de toda la experiencia que tenga y al mismo tiempo abrir la mente para enfrentar con flexibilidad el problema. La solución del mismo nos dará una nueva forma de ver la vida, primero porque nos permitirá validar lo que hemos vivido y las experiencias que de ello hemos sacado y segundo porque la nueva forma flexible de abordar el problema habrá sido puesta a prueba.

En el segundo caso, es decir cuando no hay solución, no quedamos por ello impedidos de prender. De igual forma que en el caso anterior podemos ver las experiencias en que fundamentamos nuestro actuar para ver si eran pertinentes así como la nueva forma de abordar ese problema para ver en qué estuvo el error.

En ambos casos podemos decidir aprender de la experiencia. Y mira que digo que podemos decidir ya que no necesariamente todo lo vivido se trasforma en experiencia pues debemos permitirnos que lo experimentado constantemente nos esté re-educando.

¡Éxito!

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