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Editorial
Metas, sueños, objetivos, todos ellos son retos, retos que nos empujan a conquistarlos, a lograrlos, a realizarlos, pero en ese trajín de actividad por alcanzar lo que queremos no hay que olvidar que todo eso está en función de uno mismo y no al revés.
En la actualidad ha tomado cada vez más fuerza aquellas corrientes que que apelan a lograr lo que queremos sobran y casi casi podría decir que uno puede encontrar algo nuevo en ese sentido cada día, pero una cosa que generalmente no se toca es si esas metas, sueños y objetivos están en función de nosotros o nosotros en función de ellos.
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Extraña reflexión, ¿verdad?, extraña porque casi no hay esos espacios para reflexionar en que lo que buscamos al final somos ser y no tanto tener, ser y no tanto hacer, ser y simplemente ser. En ese sentido la reflexión inicial debería estar en función de si lo que queremos va en ese camino, ¿por qué?, por que como ya lo he señalado en otras ocasiones y cómo podemos ver en muchos ejemplos de vida, hay quienes por hacer y tener se pierden, pierden su esencia, y llegan, eso sí, tal vez a hacer y tener mucho, pero con un vacío existencial que como loza cargan en su vida.
¿Y cómo se va dando cuenta uno de que lo que quiere está en función de nosotros mismos y no al revés? Es un poco difícil, aunque no imposible. Difícil porque de inicio no sabemos si eso que queremos es por ambición, orgullo, deseo y no tanto como respuesta a la persona total y completa que estamos llamados a convertirnos. Difícil, sí, pero no imposible porque conforme vayamos caminando hacia ese sueño, hacia esa meta, a ese objetivo, nuestro propio ser nos irá respondiendo la cuestión inicial, ¿cómo?, si ese andar, si lo que hagamos, si lo que logremos, nos hace sentir plenos, satisfechos interior y exteriormente hablado, trascendentes, podemos entonces decir que las cosas están para nosotros y no al revés, caso contrario hay que hacer un alto y pensar, sentir y recapacitar.
¡Éxito!