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Editorial
Una de las principales restricciones o limitantes que como seres humanos experimentamos es sin duda el tiempo. El tiempo es algo de lo que constantemente buscamos sacar el mayor provecho, generalmente para ello buscamos priorizar nuestras acciones pero en esa priorización no debemos dejar de lado lo que realmente vale.
Haz una lista con cinco cosas que te gustaría hacer este fin de semana. ¿Listo? Muy bien. Ahora imagínate que por X o Y solo dispones de cuatro horas para hacerlas y dado que ya no te alcanza el tiempo para las cinco cosas tienes que tachar de tu lista algunas, ¿cuáles tacharías y por qué?
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Casi todos los días nos vemos enfrentados en mayor o menor medida a decisiones como esta donde tenemos que priorizar nuestras acciones en función de lo urgente o lo importante. ¿Por qué digo esto? Aparte de la experiencia personal, que supongo tú compartirás, también está la experiencia profesional que he visto en mis talleres de desarrollo personal cuando hago el ejercicio anterior, pero ¿y lo trascendente?
Pocos son los que al tomar decisiones para priorizar acciones, sí, usan el criterio de lo urgente y de lo importante, pero además de lo trascendente. Cuando uso este término de lo trascedente me refiero a aquello que sirve para llevarte a la totalidad de tu ser, a transformarte en el ser de excelencia que estás llamado a ser, a llenarte completa y totalmente y permitirte alcanzar tu destino y a lo que estás llamado.
Dado que el tiempo es finito y nuestros deseos prácticamente infinitos, debemos tener la sabiduría capaz de decidir en función de nuestro proyecto de vida lo que deseamos, así que no olvides que para priorizar tus acciones no solo consideres lo urgente o lo importante sino también lo trascendente.
¡Éxito!