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Editorial

Cuando hablamos de liderazgo, emprendedurismo y motivación, no hay que olvidar que nos estamos refiriendo a dos aspectos relacionados: uno, sí, tiene que ver con los logros externos, pero el otro, también, con los internos.

En ocasiones me da la impresión de que el “alcanza tus metas” o “sigue tus sueños” o “no te des por vencido” son tomados en un sentido de lo que podemos tener, dejando de lado lo que podemos ser. Si no crees esto pregúntale a cinco personas qué consideran ellas tener éxito en la vida. Por experiencia personal puedo decirte que al menos cuatro señalaran cosas materiales: carrera, auto, cuentas bancarias, trabajo, ascensos, etc.

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No digo que lo anterior está mal, para nada. Todos los logros externos, por llamarlos de cierta forma, son una forma de evidenciar la conquista de nuestras metas, pero hay más: Tus ideales, tus valores, tus principios. O como yo lo presento: aquello que no puedes dejar y que nadie te puede quitar pero sin lo cual no eres lo que eres. Tú persona misma. Tus sueños, metas e ideales no deben olvidar este último aspecto pues es finalmente el que soporta todos aquellos mencionados al principio.

Por eso la imagen contenida en el título de este artículo. Las raíces del árbol representan esa practicidad material sobre la cual te mueves, después de todo vives en un mundo material. Son lo que vas logrando, lo que visible y ostensiblemente vas consiguiendo, y que demuestran el esfuerzo que has impreso en tu andar.

Las ramas hacia el cielo ejemplifican lo mejor de ti y de los demás que deseas alcanzar. Esos valores, esos principios que quieres vivir y por los que quieres luchar. Esa mejor manera de hacer las cosas que te permitan sentirte bien contigo mismo, en conciencia, al haber trabajado por un mundo mejor.

¡Éxito!

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