Revelación 20:5
Los otros muertos -¿Qué pasa con quienes nunca tuvieron la posibilidad de conocer a Jesús?-
Roberto Celaya Figueroa
…para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas y nosotros por medio de él (I Corintios 8:6)
Dedicatoria
A la Iglesia de Dios (7° Día)
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ÍNDICE Introducción ................................................................................................... 1 Aclaración ...................................................................................................... 3 "De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43) .................................................................................................. 5 Opciones ......................................................................................................... 9 Punto doctrinal .............................................................................................. 11 Las dos resurrecciones .................................................................................. 16 La primera resurrección ...................................................................... 18 La segunda resurrección...................................................................... 20 Retomando opciones ..................................................................................... 22 Primera opción ..................................................................................... 22 Segunda opción .................................................................................... 28 La verdadera oportunidad ........................................................................... 38 El Día de la Expiación ................................................................................... 68 El otro hijo ..................................................................................................... 82 Conclusión ...................................................................................................... 97
Introducción
Todos en algún momento dado nos hemos hecho la pregunta sobre el destino de aquellas personas que no tuvieron la oportunidad de conocer la salvación a través de Jesús y no solo a quienes de manera literal nunca oyeron hablar de Él sino incluso de aquellos que creyendo conocerlo han estado oyendo y siguiendo una doctrina falsificada sobre Cristo en alguna de las miles de sectas que se dicen cristianas pero que forman parte del esfuerzo del Enemigo por engañar al mundo entero.
Si pensamos un poco sobre la historia de la humanidad podemos identificar en ella estos dos grandes grupos: aquellos que nunca oyeron hablar de Jesús y aquellos que aunque sí han oído hablar de Él esto ha sido a través de un mensaje tergiversado en el seno de alguna de las sectas que se dicen cristianas sin ser la verdadera iglesia fundada por Jesús y vivificada por el Santo Espíritu de Dios.
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En el primer caso tenemos los literalmente miles de millones de personas que han vivido en diferentes épocas de la historia de la humanidad y que nunca pudieron tener la posibilidad de oír de Jesús: Sumerios, Babilonios, Asirios, Fenicios, Persas, Olmecas, Toltecas, Aztecas, Mayas, Incas, Japoneses, Mongoles, Vikingos, y un sinfín de pueblos, estados, reinos y naciones que jamás oyeron hablar de Jesús.
En el segundo caso tenemos las diferentes sectas cristianas, entre grandes y pequeñas denominaciones, que suman más de 33,000 en la actualidad, fuera, diferentes y aparte de la verdadera iglesia de Dios y que creen en un Cristo y creen en un Evangelio, pero es un Cristo falsificado Cristo y un Evangelio tergiversado.
La pregunta entonces muy concreta: ¿Qué pasa con quienes nunca tuvieron la posibilidad de conocer a Jesús?
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Aclaración
Antes de iniciar el presente estudio hay que considerar que los artículos de fe no son construidos como un credo cerrado, ya que la iglesia de Dios permanece lista en todo tiempo a considerar más luz proveniente de la Biblia.
2 Timoteo 2:15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
1 Juan 1:7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
De la misma forma, la doctrina debe ser en todo caso de acuerdo a las Santas Escrituras, ya que la biblia enseña claramente los puntos de doctrina a creer, como la esencia de la fe – que es la fe de nuestro Señor Jesús.
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Revelación 14:12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
Revelación 19:10 Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.
En ese entendido es que se presenta el presente estudio para abordar un tema controvertido y controversial a la luz de las escrituras con la finalidad de poder agregar luz sobre él y en su caso poder apaciguar a las ovejas del redil con la expresa voluntad de en todo momento sujetarse a lo que la iglesia de Dios establezca al respecto.
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"De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43)
Lucas 23:39-43 39
Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo:
Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 40
Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios,
estando en la misma condenación? 41
Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que
merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. 42
Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
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Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en
el paraíso.
¿Implica el último versículo que el malhechor estuvo con Cristo ese mismo día en el cielo?
Un entendimiento básico de las Escrituras señala que pecado es violación a la Ley (1 Juan 3:4), de igual forma se comprende que Cristo no pecó (1 Pedro 5
2:22-23), pero esto entra en conflicto cuando se aborda la cuestión del dicho de Jesús en la cruz al malhechor cuando le indica “hoy estarás conmigo en el paraíso”, ¿por qué?, por la imposibilidad de que eso pudiera hacerse realidad, al menos tal cual comúnmente se entiende.
La salvación viene por gracia al creyente bautizado (Tito 2:11). Esto es don de Dios. Somos salvos por la gracia del Señor Jesucristo (Hechos 15:11). Somos justificados por su gracia (Romanos 3:24). Esta gracia reina a través de la justicia para vida eterna por Jesucristo Señor nuestro (Romanos 5:21). Por su gracia somos salvos (Efesios 2:5) por la fe. No es algo ganado, sino es un regalo de Dios (Efesios 2:8).
Cuando los creyentes aceptan al Señor Jesucristo como su salvador personal, debe ocurrir el siguiente proceso: (1) Es necesario el arrepentimiento por los pecados cometidos. Todos hemos pecado, y cada individuo debe arrepentirse. El pecado es la transgresión de los mandamientos de Dios (1 Juan 3:4; Job 11:14-15; Mateo 9:13; Lucas 13:3; 24:47; Hechos 2:38; 8:21-22; Romanos 6:23); (2) Esta conversión es esencial para la salvación y para recibir la vida eterna (Lucas 22:32; Hechos 3:19; Salmos 19:7); (3) Entonces el creyente
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debe ser bautizado. El bautismo es por inmersión, para la remisión de pecados, típico del entierro y la resurrección de Jesucristo. Es realizado en el nombre del Señor Jesucristo. Después de la inmersión, se le deben imponer las manos al candidato por el ministro (o ministros) para la recepción del Espíritu Santo (Romanos 6:3-6; Mateo 3:16; 28:19; Hechos 8:14-20; 9:17-18; 19:1-6; 1 Pedro 3:21; Gálatas 3:27-28; Hechos 2:36-39); (4) La santificación (apartarse para un propósito santo) se convertirá en una parte de la vida de los creyentes (Juan 17:17; Hechos 26:18; I Corintios 1:2; 6:11; II Timoteo 2:21; Hebreos 13:12; I Pedro 3:15; Judas 1); La santificación es una obra de Dios, como se muestra en Génesis 2:3. “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos: por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos….” (Hebreos 2:11) Vea también Hebreos 10:10; (5) La justificación de los pecados a través del Señor Jesucristo ocurrirá entonces (Juan 1:29; Romanos 3:14-26; 4:24-25; 5:1; 7:24-25). La justificación es el acto judicial del Señor para declarar a un pecador libre de culpa o libre de la condenación del pecado. La fe que da lugar a la obra de la justificadora justicia de Jesucristo es viva y completa. Una persona justificada no viene a juicio.
Después que hemos sido justificados, venimos a ser santificados por la verdad de la palabra de Dios (Juan 17:19; I Corintios 1:2, 30; 6:11; Efesios 5:26; 7
Hebreos 2:11; 10:10.). Cuando una persona es bautizada (sepultada con Cristo) debe procurar no pecar más (Romanos 6:1-6). El pecado es la transgresión de la Ley de Dios (1 Juan 3:4-5) En Jesús no hubo pecado. Él vivió una vida sin pecado, pero la muerte que él padeció es la que salva al creyente y lo rescata de sus pecados y de la Segunda Muerte (Revelación 5:9; Juan 3:14-16; Hechos 17:3; Revelación 14:13; 20:6).
El pensamiento común que otorga la salvación al malhechor en la cruz viola todas las anteriores disposiciones contenidas en la Escritura para ser parte de los redimidos. No hay ni siquiera una que se cumpla: no hubo arrepentimiento sino sólo una solicitud de estar con Cristo en su Reino, no hubo bautismo, no hubo imposición de manos, muchos menos una vida posterior entregada a la santificación, en fin, no hay ni uno sólo de los requisitos anteriores que el malhechor en la cruz haya cumplido para ser parte de los redimidos. Más sin embargo, si Cristo no le mintió al malhechor en la cruz, ¿cómo puede entenderse esto?
De nueva cuenta: ¿Qué pasa con quienes nunca tuvieron la posibilidad de conocer a Jesús?
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Opciones
La pregunta ¿Qué pasa con quienes nunca tuvieron la posibilidad de conocer a Jesús? ha cautivado la mente de filósofos, teólogos y creyentes de todos los tiempos los cuales han llegado a tres posibles opciones. Una, en extremo severa, dice que solo quienes aceptaron a Jesús se salvan, los que no, no se salvan. Otra, en extremo condescendiente, señala que incluso los que no conocieron a Jesús podrán salvarse cuando sus vidas y sus obras sean evaluadas. La tercera permite una opción en la cual incluso los que no tuvieron la posibilidad de conocer a Jesús tienen en un momento dado esa posibilidad.
Si bien hay quienes sostienen que al respecto la Palabra de Dios no dice nada, ¿realmente podríamos considerar que ante una cuestión tan trascendental que involucra a la gran mayoría del género humano nuestro Padre nos dejaría sin mayor luz sobre este tema tan importante? Si incluso en el relato de la cesión de la primogenitura de Esaú a Jacob se nos da el detalle de que la comida que había preparado Jacob era un plato de lentejas, ¿de algo de mayor alcance y trascendencia como el destino de los miles y miles de millones que han vivido
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sin conocer a Jesús no se nos diría absolutamente nada por parte de la Palabra Sagrada, tal vez no como un tema clara y detalladamente expuesto pero sí tal vez como un tema comentado un poco aquí, un poco allá (Isaías 28:10)?.
Estas tres opciones se irán comentando mientras se desarrolla el tema pero de inicio se señala que se presentarán los inconvenientes bíblicos y doctrinales de las dos primeras opciones mientras que se presentará como posible, y lo más importante: no contradictoria ni bíblica ni doctrinalmente hablando, a la tercera opción.
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Punto doctrinal
Antes de avanzar en el desarrollo del tema hay que dejar claro que: “Hay dos resurrecciones generales. Una es para los justos y la otra para los malos. Los justos serán levantados para vida eterna mientras que los malos serán levantados para el juicio final y aniquilación”.
1 Tesalonicenses 4 13
Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que
duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14
Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios
con Jesús a los que durmieron en él. 15
Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que
vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.
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Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos
arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18
Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.
Revelación 20:5-6 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.
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Juan 5:28-29 No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; más los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.
Mateo 25:46 E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
Hechos 17:31; 24:15 por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. … teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos.
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Malaquías 4:1-3 PORQUE he aquí, viene el día ardiente como un horno; y todos los soberbios, y todos los que hacen maldad, serán estopa; y aquel día que vendrá, los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, el cual no les dejará ni raíz ni rama. Más a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salud: y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Y hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día que yo hago, ha dicho Jehová de los ejércitos.
Así podemos ver que la Biblia menciona dos resurrecciones, la de los que resucitan al regreso de Cristo y reinan con Él mil años, y los otros muertos que no tornaron a vivir hasta que los mis años del reinado de Cristo sean cumplidos. La finalidad de las dos resurrecciones es mostrar la justicia de Dios, para justos e injustos. Por tanto es necesario que haya resurrección de muertos.
¿Esto implica que solo los justos, quienes aceptaron a Jesus y vivieron conforme a la voluntad del Padre, se salvan al inicio del milenio y los injustos
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son levantados al final para destrucción dejando a los que nunca tuvieron oportunidad de conocer a Jesús y optar por cumplir la voluntad del Padre sin esperanza alguna? La frase: “Y el que no fue hallado escrito en el libro de la vida”, deja abierta la posibilidad de que algunos su pudieran estar escritos en este libro, para recibir la oportunidad de aceptar al Señor Jesucristo como su Salvador personal en esos días después del juicio ante el “trono blanco”. De cualquier manera la muerte segunda seguiría teniendo potestad en ellos si no se arrepintieran.
El punto que se desarrollará en el presente estudio permite una opción, someramente comentada al inicio, que sin contravenir las Santas Escrituras ni contradecir la doctrina de la iglesia de Dios da una salida.
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Las dos resurrecciones
Analicemos primero aquellas escrituras que hablan precisamente de las dos resurrecciones viendo lo que dicen pero también lo que no dicen.
Daniel 12:2
" Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra
serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”. Veamos como aquí no habla de dos resurrecciones sino de dos destinos para quienes son resucitados, es decir: unos resucitan para vida otros para muerte.
Juan 5:28, 29 " No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; más los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”. De nueva cuenta: aquí no habla de dos resurrecciones sino de dos destinos para quienes son resucitados
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¿Eso quiere decir que en ninguna parte de las Escrituras se mencionan dos resurrecciones? No, Revelación sí habla muy claramente de dos resurrecciones:
Revelación 20:5 "Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección."
Revelación 20:6 “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinaran con él mil años.”
Claramente y sin lugar a dudas Revelación nos habla de que al inicio del milenio, al regreso de Jesús, sus santos son resucitados para reinar con Él esos mil años y que no es sino hasta después de esos mil años que “los otros muertos” no son resucitados. Ahora bien ¿esos otros muertos son sólo los injustos, solamente los que van a condenación o pudiera tratarse de más gente con diferentes destinos? Veamos que la expresión “los otros” está en función de los resucitados en la primera resurrección, esos “otros” es el resto de los 17
que no fueron resucitados en la primera resurrección, es decir, toda la humanidad diferente de los resucitados al principio del Milenio. Sostener que “los otros” solo se refiere a los malos es decir algo que no dice este versículo.
Pero veamos a detalle estas dos resurrecciones comenzando con la primera.
La primera resurrección
Lucas 14:14
Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con
qué recompensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.
Juan 6:39-40 “Y esta es la voluntad del que me envió, del Padre: Que todo lo que me diere, no pierda de ello, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel
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que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero”.
Juan 6:44 “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero”.
¿Quiénes específicamente son estos santos que son resucitados en la primera resurrección al inicio del milenio?
Revelación 20:4 “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años”.
Está más que claro la identidad y características de los santos que serán resucitados al inicio del milenio y que reinarán esos mis años con Jesús, ¿pero qué hay de la segunda resurrección que menciona Revelación? 19
La segunda resurrección
Revelación 20:12- 15 “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”
Más delante, conforme se desarrolle el presente tema, volveremos sobre esta cita relativa a la segunda resurrección, pero de inicio podemos observar un punto más que interesante: en esta segunda resurrección tenemos que hay un fin de muerte para quienes son lanzados al lago de fuego pero solo para “el que no se halló inscrito en el libro de la vida”. Recordemos que en esta segunda resurrección participan “los otros” (Revelación 20:5), es decir, el
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resto completo y total de la humanidad diferente de los santos que participaron de la primera resurrección (Revelación 20:6)
¿Puede esta aclaración implicar que hay otros que no son lanzados al lago de fuego? Y si esto es así, ¿por qué condiciones no serían lanzados al lago de fuego y cuál sería su destino?
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Retomando opciones
En este punto vamos retomando las dos opciones mencionadas al principio que como respuesta se ha dado a la pregunta ¿qué pasa con aquellos que no conocieron a Jesús?
Primera opción. Como se señaló la opción en extremo severa dice que solo quienes aceptaron a Jesús se salvan, los que no, no se salvan. Esta se sustenta precisamente en las citas que hemos visto de Revelación que mencionan las dos resurrecciones ya que dicen que como a primera resurrección es para los santos y la segunda para condenación no hay opción para quienes no conocieron a Jesús. Además la Escritura constantemente nos indica que los impíos serán destruidos (Salmos 37:38; Proverbios 14:11; Salmos 94:23; Salmos 28:5; Salmos 73:19; Salmos 92:7; 2 Pedro 3:6; Proverbios 10:29; Oseas 7:13; Daniel 8:25; Filipenses 1:28; 1 Timoteo 6:9; Romanos 9:22; Filipenses 3:19; 2 Tesalonicenses 1:9; 2 Timoteo 2:14; 2 Pedro 2:3; 2 Pedro 2:12; 2 Pedro 3:7; Judas 1:10). La destrucción de los impíos no está en duda, la pregunta sería ¿cómo, cuándo y por qué será destruidos?
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Detengámonos un momento y pensemos si realmente lo anterior es coherente con el Padre amoroso que tenemos (1 Juan 4:8), con la imagen de ese Padre que quiere que todos los hombres sean salvos y que vengan al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4), y que quiere que nadie muera (2 Pedro 3:9). Es decir, los miles y miles de millones de personas que nunca tuvieron la oportunidad de conocer a Jesús, ¿será simplemente olvidados o destruidos? Si nosotros que somos malos veríamos esto extremadamente injusto, ¿podemos pensar que nuestro Padre, que es Santo y Perfecto, lo verá justo? (Mateo 7:11). Toda Escritura muestra un Padre amoroso que con vehemencia busca al hombre procurando su salvación y dándole siempre la oportunidad de escoger libremente sea la vida o sea la muerte (Deuteronomio 30:19), ejemplos y ejemplos tenemos de cómo es que Dios proclama su Verdad antes de acarrear el castigo por la desobediencia (historia de Noé ante las gentes de su tiempo antes del diluvio, historia de Jonás ante Nínive para su arrepentimiento, historia de Moises ante el Faraón para que dejara ir a Israel, historia de los profetas enviados por Dios a Israel y de Judá antes del cautiverio), ¿cómo compensar eso con la idea de nuestro Dios condenando al olvido o la muerte a quienes vivieron engañados, esclavizados, sin oportunidad de conocer y optar por la verdad?
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Tanto Hechos 10:34 como Romanos 2:11 nos indican que Dios no hace acepción de personas, pero la opción de la salvación sólo para quienes pudieron oír de Jesús, el verdadero Jesús, crea una contradicción con este punto.
Aparte tenemos la verdad de quien seduce y engaña al mundo entero es el Diablo (Revelación 12:9), pero esta opción castiga a aquellos que fueron engañados por el Enemigo y siguieron otra fe, otra doctrina, ajena a la de Dios. También está el caso de aquellos que como los Escribas y Fariseos cierran el reino de los cielos a los hombres no entrando ellos ni dejando entrar (Mateo 23:13) pero esta opción castiga a aquellos que aunque deseándolo no pudieron acceder a la Verdad pues otros no se los permitieron.
Además tenemos la declaración de quien llama, de quien trae a la Verdad, es el Padre (Juan 6:44, 65; Hechos 2:39), e incluso de que Él mismo la oculta “como está escrito: Dios les dio [a los israelitas) espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy” (Romanos 11:8), pero esta opción resulta en que si aunque el Padre no ha llamado o le ha ocultado la Verdad a alguien ese alguien es condenado pues nunca pudo
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conocer a Jesús, peor aún: respecto de la voluntad de Dios se nos dice que Él “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4).
Por último, si el caso fuera de salvarse sólo por conocer la Verdad revelada por el Padre y su Hijo, esto debería ser una prioridad, pero al contario vemos a Jesús señalando claramente que cuando Él hablaba en parábolas era para ocultar la verdad y evitar que la multitudes entendieran, se convirtieran y fueran salvas (Marcos 4:11-12; Lucas 8:10; Mateo 13:13-15)
Pero además esta opción va en contra la verdad escritural de que Dios es inmutable, no cambia sus mandamientos o su voluntad para el hombre, y es perfecto en todos sus caminos (Proverbios 19:21; Eclesiastés 3:14; Malaquías 3:6; I Crónicas 17:27; I Reyes 8:23; 60-61; Santiago 1:17; Romanos 1:19-20)
Para cerrar este punto veamos dos referencias que echan por tierra la opción severa de que alguien puede salvarse sólo si ha conocido y aceptado a Jesús como su salvador con todo lo que ello, referencias que convierte en un
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absurdo esta opción de la sola salvación para los que conocen y lo aceptan sin mayor esperanza para quienes no tuvieron esa opción.
La primera referencia es de una sentencia que hace Jesús: “La reina del mediodía se levantará el día del juicio contra los hombres de esta nación, y los condenará; por cuanto ella vino del cabo del mundo a escuchar la sabiduría de Salomón; y veis aquí uno, superior a Salomón. Los habitantes de Nínive comparecerán también el día del juicio contra esta nación, y la condenarán; por cuanto ellos hicieron penitencia a la predicación de Jonás; y veis aquí uno que es superior a Jonás” (Lucas 11:31-32). Aquí tenemos a los Ninivitas y a la Reina de Saba, quienes vivieron más o menos 900 y 700 años antes de Jesús, respectivamente, que no oyeron el Evangelio ni mucho menos se bautizaron ni recibieron el Espíritu Santo, levantándose en el juicio no para ser condenados sino para ellos condenar a las generaciones perversas y rebeldes. La pregunta es ¿cómo pueden salvarse los Ninivitas y la Reina de Saba, es decir, no ser condenados sino ellos condenar, si nunca se volvieron en lo que podríamos decir cristianos?
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La segunda referencia es la historia del malhechor quien es crucificado junto con Jesús (Lucas 23:39-43), vista someramente al inicio de la presente obra. Primeramente hay que tener en mente que la crucifixión no era un castigo más sino el más degradante, doloroso y terrible de los castigos, tan así que los ciudadanos romanos no eran sujetos a éste incluso aunque la pena decretada fuera de muerte. Luego entonces el malhechor crucificado con Jesús merecía este castigo (para quien no crea esto favor leer Lucas 23:41 donde el malhechor a quien Jesús luego le daría la promesa del reino señala “Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos”). Así tenemos alguien por cuyos delitos merecía la muerte en la cruz. Este malhechor reconoce que Jesús no ha hecho algo que le merezca la muerte y luego le dice se acuerde de él cuando Jesús esté en su reino. Punto. No lo reconoce como el Mesías, no lo acepta como su Salvador, no es bautizado, no recibe el Santo Espíritu, no vive una vida de obediencia a Dios. Sólo reconoce la inocencia de Jesús y le pide se acuerde de él en su reino. “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso”. Así tenemos aquí el caso de alguien que sólo reconoce que Jesús es inocente y le pide se acuerde de él cuando esté en su reino, pero que para nada cumple con los requisitos señalados para ser considerado alguien salvo (arrepentimiento, bautismo, recepción del Santo Espíritu, vida dedicada a 27
Dios) pero que Jesús mismo le dice que estará en el reino. Esta historia echa por tierra la opción de que solo pueden salvarse quienes han conocido y aceptado a Jesús con todo lo que eso implica, y nos deja de nuevo, la interrogante de ¿cómo pudo salvarse el malhechor, es decir, contar con la promesa de estar en el reino de Jesús, si nunca se volvió en lo que podríamos decir un cristiano?
Mucho puede decirse al respecto pero esta idea de olvido o condenación de quienes no tuvieron la oportunidad de conocer a Jesús contraría toda la Escritura y no hay manera de conciliarla con la idea de un Padre justo y más que justo: misericordioso y todo amor. ¿Entonces?
Segunda opción
La otra opción, como se mencionó y que es en extremo condescendiente, señala que incluso los que no conocieron a Jesús podrán salvarse cuando sus vidas y sus obras sean evaluadas.
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Esta opción se basa en las múltiples y variadas escrituras que clara y coincidentemente señalan que los hombres serán juzgados según sus obras (Revelación 20:13,2:23; Jeremías 17:10; Mateo 12:36-37,16:27; 2 Corintios 5:10; Proverbios 24:12; Romanos 2:5-6; Marcos 9:49)
Pero aceptar esto es prácticamente y contra toda Escritura hacer irrelevante e innecesario el sacrificio de Jesús, además que va en contra de las múltiples escrituras que señalan la realidad de los hombres ante Dios:
Marcos 10:18 “Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios”.
Romanos 3:10 “Como está escrito: "no hay uno justo, ni aún uno”
Romanos 3:23 “…por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”.
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Romanos 5:12 “…la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron.”
Pero también se nos dice cómo venimos a reconciliarnos con nuestro Padre:
Romanos 6:23 “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”
Romanos 3:24 “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”
1 Juan 4:9 “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él”
1 Corintios 15:22 “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”
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1 Juan 1:7 “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”
1 Juan 5:13 “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”
Además la necesidad de conocer, aceptar y vivir la Palabra de Dios queda expuesto en la parábola del sembrador cuando al explicarla (Lucas 8:11-15) Jesús dice a sus discípulos: “Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia”.
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Tenemos además las palabras de Jesús a Nicodemo cuando hablan del nacer de nuevo, donde Jesús de manera clara, haciendo doble énfasis, señala que “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. (Juan 3:5)
Por último para quienes, a pesar de lo anteriormente señalado por la Escritura, creen que hay alguna otra forma de salvarse sin Cristo, haciendo por lo tanto irrelevante Su sacrificio redentor, veamos lo que nos dice Hechos 4:12 “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”
Además que pensar así, en el sentido de que hay otra forma de salvarse sin Jesús, va en contra de varios puntos nodulares de la fe:
Primero, el hombre fue creado perfecto originalmente, pero cayó por la desobediencia, trayendo imperfección, muerte, y la ira de Dios sobre la humanidad (Génesis 1:26-28; Romanos 5:12, 17; I Corintios 15:21-22; Génesis 3:17, 19) 32
Segundo, la salvación viene por gracia al creyente bautizado (Tito 2:11). Esto es don de Dios. Somos salvos por la gracia del Señor Jesucristo (Hechos 15:11). Somos justificados por su gracia (Romanos 3:24). Esta gracia reina a través de la justicia para vida eterna por Jesucristo Señor nuestro (Romanos 5:21). Por su gracia somos salvos (Efesios 2:5) por la fe. No es algo ganado, sino es un regalo de Dios (Efesios 2:8). Cuando aceptamos este regalo gratis, debemos caminar en el camino de Jesús. Amar a Dios y a su Hijo, Jesús, guardar sus mandamientos y hacer las cosas que son agradables a la vista de Dios. Jesús nos dio el ejemplo de hacer como él ha hecho. Así como el guardó los mandamientos de su padre, nosotros también. El hizo aún extensa la manera de cómo guardarlos a través del amor a Dios y hacia nuestro prójimo. La permanencia o morada del Espíritu Santo en el Creyente es necesaria.
Tercero, cuando los creyentes aceptan al Señor Jesucristo como su salvador personal, debe ocurrir el siguiente proceso:
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i) Es necesario el arrepentimiento por los pecados cometidos. Todos hemos pecado, y cada individuo debe arrepentirse. El pecado es la transgresión de los mandamientos de Dios (1 Juan 3:4; Job 11:14-15; Mateo 9:13; Lucas 13:3; 24:47; Hechos 2:38; 8:21-22; Romanos 6:23)
ii) Esta conversión es esencial para la salvación y para recibir la vida eterna (Lucas 22:32; Hechos 3:19; Salmos 19:7)
iii) Entonces el creyente debe ser bautizado.
iv) La santificación (apartarse para un propósito santo) se convertirá en una parte de la vida de los creyentes (Juan 17:17; Hechos 26:18; I Corintios 1:2; 6:11; II Timoteo 2:21; Hebreos 13:12; I Pedro 3:15; Judas 1). La santificación es una obra de Dios, como se muestra en Génesis 2:3. “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos: por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos….” (Hebreos 2:11) Ver también Hebreos 10:10. 34
v) La justificación de los pecados a través del Señor Jesucristo ocurrirá entonces (Juan 1:29; Romanos 3:14-26; 4:24-25; 5:1; 7:24-25)
Y cuarto, el bautismo es por inmersión, para la remisión de pecados, típico del entierro y la resurrección de Jesucristo. Es realizado en el nombre del Señor Jesucristo. Después de la inmersión, se le deben imponer las manos al candidato por el ministro (o ministros) para la recepción del Espíritu Santo (Romanos 6:3-6; Mateo 3:16; 28:19; Hechos 8:14-20; 9:17-18; 19:1-6; 1 Pedro 3:21; Gálatas 3:27-28; Hechos 2:36-39)
De igual forma que en el análisis de la opción anterior, para cerrar este análisis veamos una historia contempladas en los Evangelios y donde interviene Jesús y que convierte en un absurdo esta opción de la salvación abierta para todos según su vida y sus obras sin conocer y aceptar a Jesús. 35
La primer historia, de todos conocida, es del joven rico (Marcos 10:17-30). En esta historia el joven rico le pregunta a Jesús sobre lo que tiene que hacer para heredar la vida eterna. Véase que Jesús no le dice que sea bueno según su conciencia y que haga el bien a como él lo crea sino que lo remite a cumplir los mandamientos. Es decir, sí hay un parámetro de referencia, parámetro dado por Dios, para uno, nuestra vida y nuestras acciones, ser evaluado y probado o reprobado.
Esta historia es la relativa a aquellos que en su momento reclamarán a Jesús el haber hecho muchas buenas obras por el reino (Mateo 7:22-23) “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de iniquidad”. El versículo anterior, Mateo 7:21, no deja duda qué se refiere Jesús “No todo el que me dice: ``Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” y para mayor claridad “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).
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Así que vemos que aunque alguien hubiere hecho muchas buenas obras, de hecho excelentes obras como en el caso de los milagros, aun así podría ser rechazado por ser hacedores de iniquidad (si atendemos la versión en griego antiguo de la Biblia, notaremos que iniquidad ha sido traducida desde el término ἀνομία (anomía), que significa ‘sin-ley’, de lo cual se extrae que la iniquidad implica el irrespeto y la no sujeción a la autoridad de Dios o de la Ley), pero más que claro el señalamiento que para entrar al reino se requiere hacer la voluntad del Padre. Luego entonces es Dios quien establece, señala, revela, lo que debe o no hacerse para ser salvo, luego entonces no hay lugar para salvarse con la sola conciencia y solo por las obras que uno haya hecho sin aceptar a Jesus en nuestra vida.
Como puede verse la opción de salvación por obras sin conocer y aceptar a Jesús con todo lo que ello implica es contraria a la Escritura, deja en nada el sacrificio de Jesús, hace irrelevante la recepción del Santo Espíritu, hace innecesaria la vida cristiana y contradice puntos doctrinales de nuestra fe, pero entonces ¿a qué se refiere eso de que existirá un juicio basado en las obras de las personas? Veamos ahora sí, la tercer opción y cuadremos todo lo que hasta ahorita ha quedado pendiente.
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La verdadera oportunidad
Como se comentó sucintamente al principio, existe una tercera opción que ni va contra las escrituras, ni va contra la fe, y permite encajar todo en un todo ordenado. Esa tercera opción permite que incluso los que no tuvieron la posibilidad de conocer a Jesús tienen en un momento dado esa posibilidad.
Dado que ya vimos el significado de la primera resurrección y que clara, explícita y tajantemente sólo participan en ella los justos (Lucas 14:14), los que creen en Jesús (Juan 6:39-40), los llamados por el Padre (Juan 6:44), los perseguidos por el testimonio de Jesús y por la palabra de Dios (Revelación 20:4), quienes reinan con Cristo en el milenio, nos queda ver si hay espacio para que quienes no tuvieron la oportunidad de conocer a Jesús sean resucitado al final del milenio, junto con los que van a condenación (Revelación 20:12- 15).
Esta segunda resurrección, como en su momento se señaló, se señala que “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”
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(Revelación 20:15), también se dejó abierta la pregunta de si esto puede implicar que hay más quienes son resucitado y que no van a condenación. Veamos el orden de la resurrección.
1 Corintios 15:23-24 “Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia”.
Aquí claramente se indica que el primero en resucitar es Cristo, quien es las primicias de los resucitados, el primero; luego se señala a los que participan en la primera resurrección, pero no se menciona la segunda ¿o sí? La traducción para “el fin” viene del griego τέλος, Telos, que significa Significa FIN o FINALIDAD. Es decir, la meta hacia la que se dirige un proceso o hacia el que tiende algo que evoluciona. Lo que ese final puede ser, la palabra por sí misma nunca nos lo dice con exactitud. La Biblia contiene muchas expresiones donde Telos se emplea tanto como FIN como FINALIDAD, siempre depende del contexto, y nosotros debemos procurar ese final en el sujeto que haya sido expuesto y tratado. Dado que 1 Corintios 15:23-24 se
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refiere al orden de la resurrección puede entenderse Telos como “el fin de los que faltan pro resucitar, o más corto: el resto”, ese resto es para alcanzar la conclusión del proceso de resurrección y se referiría a todos los que faltan por resucitar al final del milenio, unos para vida otros para muerte (Revelación 20:15).
Aunque tanto Revelación 20:15 como 1 Corintios 15:23-24 infieren un período posterior al milenio donde quienes no conocieron a Jesús pueden conocerlo y decidir si se acepta o no, hay que ser honestos y señalar que esto no está clara, explícita y tajantemente señalado (como el caso de la primer resurrección), pero ¿no hay más escrituras que apoyen esta idea?
Una pregunta antes de continuar: ¿qué pasará con quienes mueran el Milenio? Como sabemos no todos los seres humanos morirá en las plagas de Dios señaladas sobre todo en Revelación, sino que algunos quedarían vivos al iniciar el milenio: “Y sucederá que todo sobreviviente de todas las naciones que fueron contra Jerusalén subirán de año en año para adorar al Rey, SEÑOR de los ejércitos, y para celebrar la fiesta de los Tabernáculos” (Zacarías 14:16). Jesús mismo señala esto al decir en Mateo 24:22 que “si aquellos días
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no fueran acortados, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortado”. Estos que queden vivos “edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas” (Isaías 65:21), es decir, seguirán teniendo una vida natural, tan natural que seguirán teniendo hijos: “…ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos” (Isaías 65:23), y su vida se extenderá hacia los cien años: “no habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito” (Isaías 65:20), con todo y todo seguirán siendo mortales, no así los santos resucitados al inicio del milenio, con la venida de Jesús, quienes ya serán inmortales: “Bienaventurado y santo es el que tiene parte en la primera resurrección; la muerte segunda no tiene poder sobre éstos sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con El por mil años” (Revelación 20:6).
Luego entonces las personas que queden con vida, algunas pueden bien conocer y aceptar a Jesús en el Milenio o bien pueden rechazarlo, pero ¿qué va a pasar con ellas al morir? Si la segunda resurrección sólo es para condenación, ¿qué pasa con los que mueran en el Milenio y hayan conocido y aceptado a Jesus? Para resolver esto algunos han esbozado la idea de 41
resurrecciones individuales en el Milenio pero esta idea presenta varios inconvenientes, el primero es que la Biblia nunca menciona nada de resurrecciones individuales en el Milenio, es más ni siquiera lo infiere (como en el caso de que sí infiere la posibilidad de que después del Milenio todos sean resucitados, uno para vida otros para muerte); segundo, los libros del juicio se abren hasta el final del Milenio (Revelación 20:12), no hay aperturas personales para cada muerte durante el Milenio; tercero, Revelación 20:5 claramente señala que “los otros muertos no tornaron a vivir hasta que sean cumplidos mil años. Esta es la primera resurrección” (es decir, hay una resurrección de santos al inicio del Milenio y solo otra después de los mil años, no más); y cuarto, esta opción no resuelve para nada todas las dudas y contradicciones que se han venido señalando para quienes no tuvieron la posibilidad de conocer a Jesús.
Ahora veamos otras escrituras que hacen necesaria esa oportunidad para todos de conocer y aceptar o rechazar a Jesús.
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Revelación 1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.
Para que todos los linajes de la tierra hagan lamentación por Jesús (Sumerios, Babilonios, Asirios, Fenicios, Persas, Olmecas, Toltecas, Aztecas, Mayas, Incas, Japoneses, Mongoles, Vikingos, y un sinfín de pueblos, estados, reinos y naciones que jamás oyeron la predicación de la Buena Nueva), se requiere que todos vuelvan a la vida y escuchen el Evangelio con la opción de aceptar o rechazar a Jesús, de otra forma sólo serían unos cuantos linajes (de hecho muy pocos linajes según Mateo 24:22)
Respecto de esto mismo ¿qué nos dice Jesús en Mateo 7:14 y Mateo 22:14?
Mateo 7:14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
Mateo 22:14 Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.
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¿Más sin embargo que nos dice Revelación 7:9?
Revelación 7:9 Después de estas cosas miré, y he aquí una gran multitud, la cual ninguno podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas y con palmas en sus manos
Vemos como si bien son pocos los escogidos, pocos los que hallan el camino a la vida, la multitud de Revelación 7:9 no se puede contar y es, igual que Revelación 1:7 , de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas (de nuevo: Sumerios, Babilonios, Asirios, Fenicios, Persas, Olmecas, Toltecas, Aztecas, Mayas, Incas, Japoneses, Mongoles, Vikingos, y un sinfín de pueblos, estados, reinos y naciones que jamás oyeron la predicación de la Buena Nueva).
Isaías es enfático en que habrá un momento en que todos conocerán la verdad que hasta ahorita ha estado velada y vedada:
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Isaías 25:7 Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones.
Y los santos resucitados mostrarán la vedada a todos quienes no la oyeron:
Isaías 66:18-19: Porque yo conozco sus obras y sus pensamientos; tiempo vendrá para juntar a todas las naciones y lenguas; y vendrán, y verán mi gloria. Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos (santos resucitados) a las naciones, a Tarsis, a Fut y Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones.
La única manera que todos los linajes (Revelación 1:7) y todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas (Revelación 7:9), quienes nunca oyeron la verdad de Dios, estén presentes al final de este siglo es que estén precisamente todos y todas y que todos y todas tengan la oportunidad de conocer la verdad (Isaías 25:7). No hay otra forma.
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Ahora bien, quienes “no oyeron la verdad de Dios” no puede referirse solo a quienes nunca escucharon de Dios, su Hijo y la salvación revelada en Su palabra sino incluso aquellos que, engañados por el enemigo, oyeron de otro Dios, otro Hijo y otra salvación, falsa y no verdadera (Gálatas 1:6-9; 2 Corintios 11:4; Mateo 24:24). La única oportunidad es conocer la verdad de Dios, su Hijo y la salvación revelada en Su palabra, no otra, y optar con libertad aceptarla o no.
Tenemos además la extensa pero importantísima visión profética de Ezequiel conocida como la visión de los huesos secos:
Ezequiel 37 1
La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová,
y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. 2
Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran
muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera. 3
Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor
Jehová, tú lo sabes.
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4
Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos,
oíd palabra de Jehová. 5
Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar
espíritu en vosotros, y viviréis. 6
Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y
os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová. 7
Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo
profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. 8
Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel
cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu. 9
Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al
espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. 10
Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y
vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.
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11
Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de
Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. 12
Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo
abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. 13
Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os
saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. 14
Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre
vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová. 15
Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
16
Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él: Para Judá, y para
los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros. 17
Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno
solo en tu mano. 18
Y cuando te pregunten los hijos de tu pueblo, diciendo: ¿No nos
enseñarás qué te propones con eso?, 48
19
diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo el palo de José
que está en la mano de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano. 20
Y los palos sobre que escribas estarán en tu mano delante de sus ojos,
21
y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos
de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra; 22
y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey
será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos. 23
Ni se contaminarán ya más con sus ídolos, con sus abominaciones y
con todas sus rebeliones; y los salvaré de todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré; y me serán por pueblo, y yo a ellos por Dios. 24
Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo
pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra.
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25
Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron
vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre. 26
Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los
estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre. 27
Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y
ellos me serán por pueblo. 28
Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi
santuario en medio de ellos para siempre.
Vemos aquí como es que esta visión profética trata sobre una resurrección (versículo 9), y claramente el versículo 11 señala que es la casa de Israel, toda la casa de Israel, no sólo algunos. Ver versículos 16 y 17 que hablan de las casas separadas cuando rebeldes fueron a cautiverio y que apenas serían reunidas, no solo de los descendientes actuales reunidos ya en el actual Israel, de nuevo: habla de toda la casa de Israel, buenos y malos, pasados y actuales. Además hay que considerar la secuencia de eventos: primero toda la casa de Israel es resucitada y luego es reunificada de nuevo, no al revés, así que esto
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solo puede referirse a los que ya murieron sin haber sido reunificados (como en la actualidad una minoría de la casa de Israel lo está). Luego entonces, para quienes señalan solo dos resurrecciones, una para santos al inicio del Milenio y otra para pecadores al final de Milenio para su condenación, la pregunta sería ¿a qué resurrección se refiere esta visión?
No puede ser la primera pues en la primera los santos son resucitados en cuerpos gloriosos (1 Corintios 15:52-53) y aquí vemos una resurrección carnal (huesos y carne, versículos 5 y 6), tampoco pueden ser los 144,000 de las 12 tribus de Israel (Revelación 7:4-8) pues estos siguen al Cordero (Revelación 14:4) y no como estos que son llevados a morar en la tierra de Israel, además menciona que es la casa de Israel no solo una parte de esta. Además como ya se comentó anteriormente, en el Milenio no puede haber resurrecciones pues Revelación 20:5 claramente señala que “los otros muertos no tornaron a vivir hasta que sean cumplidos mil años. Esta es la primera resurrección” (es decir, hay una resurrección de santos al inicio del Milenio y solo otra después de los mil años, no más).
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Sobre el punto de que esta visión profética de Ezequiel se refiere a toda la casa de Israel (no sólo 144,000 ni sólo los que vivan al final de los tiempos), vemos claramente cómo es que a partir del versículo 15 se refiere a toda la casa de Israel (es decir, Israel y Judá de nuevo juntos, versículo 19) y para más claridad señala que serán recogidos de todos los pueblos donde fueron esparcidos (versículo 21) y habitarán de nuevo la tierra que Dios les había dado con David como su rey (versículo 22, 24 y 25).
De nuevo la pregunta ¿a qué resurrección se refiere esta visión?
Si ya vimos que no puede ser la primera, ¿será entonces la segunda, la de los que van a condenación como señalan los de la opción severa de que sin Cristo no hay salvación? Tampoco esto es posible pues claramente el versículo 24 señala “Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra”, es decir, tendrán una vida carnal para andar conforme a los designios de Dios. Esto último es impensable para quienes de la segunda resurrección fueran a muerte, a destrucción.
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Tampoco ésta resurrección puede ser en el milenio, como dicen algunos, aparte que la Biblia no lo menciona, al morir y resucitar al juicio, la segunda resurrección la vuelven tercera, igual la segunda muerte.
De nueva cuenta la única opción es que exista una posibilidad para todos de conocer a Jesús real, completa y plenamente y optar en libertad por aceptarlo rechazarlo.
Mucho pudiera estarse discutiendo de este tema, pero ¿no habrá una cita que permita no sólo invalidar las opciones severa y condescendiente y permitir como opción ésta última de la oportunidad para quienes no conocieron a Jesús? Sí que la hay y no una sino tres citas y en palabras de Jesús mismo.
Veámoslas
Mateo 10:11-15 Más en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis. Y al entrar en la casa, saludadla. Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; más si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros. Y si 53
alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad.
Mateo 11:21-24 (Lucas 10:13-16) ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Si se hubieran hecho en Tiro y en Sidón los milagros que se hicieron en medio de ustedes, ya hace tiempo que se habrían arrepentido con muchos lamentos. Pero les digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para ustedes. !Ay de ti, Corazín! !Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti.
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Lucas 20:45-47 Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones; éstos recibirán mayor condenación.
Ni Sodoma, ni Gomorra, ni Tiro, ni Sidón, ni los escribas pueden por definición participar en la primera resurrección ya que en ella sólo participan en ella los justos (Lucas 14:14), los que creen en Jesús (Juan 6:39-40), los llamados por el Padre (Juan 6:44), los perseguidos por el testimonio de Jesús y por la palabra de Dios (Revelación 20:4), de hecho de Sodoma Judas escribe “como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno” (Judas 7), luego entonces sólo pueden participar en la segunda, pero siguiendo la línea de argumentación de la opción severa que señala que sólo se salvan quienes creen en Jesús y que al final del Milenio los que son resucitados son sólo los que van a condenación tenemos aquí un grave problema, ¿por qué? por qué claramente Jesús señala que el castigo (corrección) en el día del juicio 55
para estas ciudades serán más tolerables que para quienes rechazaron las Buenas Nuevas y a Él como el Mesías, el Salvador, y que los escribas, por su actitud, recibirán mayor condenación, pero si en la segunda resurrección todos van a muerte no puede haber una diferencia en castigos, como Jesús claramente lo dice, ya que la muerte es muerte, destrucción, aniquilación, y por lo tanto es igual tanto para unos como para otros, no es un castigo diferenciado.
Los partidarios de la opción condescendiente, la que dice que puede haber salvación según la vida y obras de cada quien aunque no hayan conocido a Jesús podrán decir que estos párrafos les dan la razón a ellos, pero nada más alejado de la realidad, ya que los mismos párrafos condenan esa opción. ¿Cómo? De nueva cuenta veámoslas.
Mateo 10:11-15 Más en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis. Y al entrar en la casa, saludadla. Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; más si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros. Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa
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o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad.
Mateo 11:21-24 (Lucas 10:13-16) !Ay de ti, Corazín! !Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti.
Lucas 20:45-47 (Marcos 12:40) Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; que devoran las casas de
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las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones; éstos recibirán mayor condenación.
Si prestamos atención ahora en lo subrayado vemos que hay requisitos para la salvación y que son, tal como dice coherentemente toda la escritura, el aceptar el Evangelio, arrepentirse, convertirse, vivir conforme la voluntad de Dios, lo cual implica conocer y aceptar a Jesús. Es decir, no hay opción para que sólo por la conciencia de cada quien se salve uno, se requiere conocer y aceptar a Jesús.
Pero no solo estas tres citas entierran la posibilidad de condenación severa o salvación condescendiente para quienes no tuvieron la posibilidad de conocer a Jesús sin que coherentemente apoya la posibilidad de que habrá una resurrección de todos los linajes, pueblos y lenguas (Revelación 1:7; 7:9), dicha resurrección será después del Milenio (Revelación 20:5-6), y solamente quienes no se hallen inscritos en el libro de la vida (sólo quienes no se hallen inscritos) serán echados al lago de fuego (Revelación 20:15)
Pero hay más. 58
Revelación 20:11-15 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.
La palabra para juzgados es el griego ἐκρίθησαν, ekrithēsan, que deriva de κρίνω, krinó, y que puede significar juzgados, juzgar, decidir, y que en la Biblia se usa para referirse a (entre paréntesis las veces que se usa para referirse a esa palabra): juzgado (13), juzgados (10), juzgar (10), juzgas (9), juzga (8), juzgará (7), juzgo (6), juzgad (5), juzgáis (5), juzgue (4), juzguéis (4), determinado (3), juicio (3), condenado (2), juzgando (2), acordado (1), condena (1), condenados (1), condenando (1), condene (1), determinados (1), determiné (1), determinó (1), diferencia (1), juzgada (1), juzgadle (1), juzgare 59
(1), juzgaré (1), juzgaría (1), juzgarme (1), juzgase (1), juzguemos (1), pensando (1), pleitea (1), pleito (1), propuesto (1), propuse (1), vengado (1). Es decir, puede referirse a un proceso que tiene cierta duración y que se usa para dirimir una cuestión. Es decir, el juicio de Revelación 20:11-15 puede referirse a ese período para que todos los que nunca tuvieron la oportunidad de conocer la Verdad puedan conocerla, ser corregidos (castigados) y puedan optar o rechazar la salvación y demostrar con hechos (su vida y sus obras) su decisión que será para vida o muerte.
Respecto al castigo como corrección, vemos esto muy caramente en Lucas 12:47-28: “Porque el siervo que entendió la voluntad de su señor, y no se apercibió, ni hizo conforme a su voluntad, será azotado mucho. Pero el que no la sabía, e hizo cosas que merecían castigo, será azotado poco. A todo el que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él; y al que mucho le han confiado, más le exigirán”. Así tenemos un período de corrección, período que no puede ser al inicio del milenio, luego entonces puede ser después y para todos los seres humanos. También Proverbios 3:12 nos dice que “Porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere”. Así que hay castigo que es para corrección, lo mismo que castigo que es para destrucción.
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De no ser así, ¿cómo podría entenderse lo dicho en Mateo 5:19? Veamos: “De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos”. Es algo ilógico pensar que alguien que quebranta los mandamientos, y no solo solo quebranta sino que enseña a los demás a quebrantarlos, pueda estar en el reino venidero. Pero si se piensa en esa resurrección general, donde todos podrán comprender la Verdad y decidir libremente entre aceptarla o rechazarla, es más que evidente que en ese momento se caerá en cuenta de los errores, desviaciones y rebeldías siendo señalados quienes así hicieron como pequeños, es decir, que no dieron la medida para el reino (Efesios 4:13), pero en un señalamiento que les permita corrección. Es así como en esa resurrección se deja claro quien estuvo en la verdad y quien en el error y que tanto se desviaron para entonces proceder a corrección y subsecuentemente a las promesas del Padre.
Para concluir la exposición de esta opción vemos que no hay nada en las Escrituras que impida después del Milenio la opción para todos los que no conocieron a Jesus el conocerle, el aceptarle con todo lo que esto implica e ir a
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vida eterna o el rechazarle e ir a condenación. Pero ¿qué hay doctrinalmente hablando?
Retomando lo señalado al inicio respecto de que hay dos resurrecciones generales. Una es para los justos y la otra para los malos. Los justos serán levantados para vida eterna mientras que los malos serán levantados para el juicio final y aniquilación (I Tesalonicenses 4:13-18; Revelación 20:5-6; Juan 5:28-29; Mateo 25:46; Hechos 17:31; 24:15; Malaquías 4:1-3)
También lo ya señalado respecto a que la Biblia menciona aquí dos resurrecciones, la de los que viven y reinan con Cristo mil años, y “los otros muertos” que no tornaron a vivir hasta que los mis años del reinado de Cristo sean cumplidos. La finalidad de las dos resurrecciones es mostrar la justicia de Dios, para justos e injustos. Por tanto es necesario que haya resurrección de muertos.
Vemos que no hay nada que impida que al final del Milenio exista esa posibilidad para todos los que no conocieron a Jesús lo conozcan y acepten o rechacen. Para clarificar esto imaginemos un día de llamado para elegir 62
quienes harán servicio militar en un país. Como son muchos hacen grupos de 100 personas para cada hora del día desde las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde y en cada hora se sortea entre los cien presentes quienes harán el servicio y quienes serán dispensados de él. Al final del día bien puede decirse que hubo sólo dos tipos de llamados: aquellos llamados a hacer el servicio y aquellos llamados a no hacerlo por estar dispensados de él. Algo así podemos considerar cuando se menciona a las dos resurrecciones generales: habrán sólo dos tipos de resurrecciones, las de aquellos que sean llamados para vida eterna y las de aquellos que sean llamados para condenación.
Por último, antes de concluir, un comentario sobre el “juzgar mediante las obras”. Tanto los que estamos en este momento como los que sean resucitados después del milenio para recibir su única oportunidad seremos juzgados conforme a nuestras obras pero con referencia a la Verdad revelada por Dios en la Biblia y todo lo que ello implica, la diferencia es que en este momento también interviene la fe mientras que después del milenio no será así. Recordemos que “la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1), de igual forma se reconoce a los creyentes por creer en Jesús “a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:8) pero esto ya 63
no será aplicable después del milenio pues la gloria de Dios y el reinado de Jesucristo será completa y totalmente visibles, así que ahí no aplicará propiamente dicho el término de fe pero si el de decidir o no si se acepta la Verdad de Dios y se vive conforme ella o se rechaza.
Considerando el tema bajo esta luz es como puede entenderse el aparentemente contradictorio pasaje de Mateo 5:17-20:
17
No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he
venido para abrogar, sino para cumplir. 18
Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una
jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. 19
De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos
muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. 20
Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los
escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
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¿Cómo podría ser que alguien que haya quebrantado alguno o algunos de los mandamientos de Dios, y no solo que los haya quebrantado sino que incluso haya enseñado a hacerlo así a los demás, pueda estar en el Reino de los Cielos? La explicación a esto radica en lo comentado en la tercera opción, la de la verdadera oportunidad, ya que a partir del Milenio comienza al Reino de Dios en la tierra el cual se va extendiendo hasta abarcarlo todo (Daniel 2:35, 44), tanto en el Milenio como después, quienes volaron los mandamientos e incluso así enseñaron a hacer a los demás, serán llamados muy pequeños, es decir que no alcanzaron “medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13) y por ende requieren castigo (entendido como corrección) para lograr esto y entonces formar parte de la familia de Dios. Obvio que quienes rechacen esta única oportunidad serán los que al no encontrarse sus nombres en el libro de la vida serán lanzados al lago de fuego (Revelación 20:15).
Esto lo menciona Pablo en su carta a los de tesalónica cuando dice “y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 65
Tesalonicenses 1:7-9). La palabra retribución, que en otras versiones se traduce como castigo, venganza o pago, es la palabra griega ἐκδίκησιν (ekdikēsin) venganza ejercida en reparación a la persona agraviada, vengar o hacer justicia al agraviado, castigo o pena como venganza ejercida sobre la persona castigada, derecho de enjuiciamiento, procesamiento, así que esta retribución, castigo, venganza o pago, puede entenderse como una retribución, castigo, venganza o pago correctivo que se recibe por las acciones realizadas.
Como argumento adicional de esto último tenemos lo dicho por el mismo Jesús cuando señalo que “a cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero” (Mateo 12:32). Aquí las referencias al presente siglo y al venidero se refieren a este tiempo donde los hombres se autogobiernan y al venidero Reino de Dios, pero lo interesante es que en el venidero, en el Reino de Dios, hay espacio para el perdón, para la reconciliación, para la reivindicación a través de la corrección.
Con todo y todo, y para terminar de armar todo el cuadro, se tienen las fiestas que Dios decretó para Su pueblo en el Antiguo Testamento y que evidencia Su
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plan para toda la humanidad, siendo que una de ella, el Día de la Expiación, va acorde con todo lo hasta ahorita comentado hasta aquí.
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El Día de la Expiación1
Desde el momento mismo en que Dios creó a nuestros primeros padres, Él inicio con la humanidad una relación cargada de significado, tanto en amplitud como en profundidad, con un alcance que excede la temporalidad y llega hasta la eternidad; más que el de un Creador con su creación, el de un Padre con sus hijos.
En esta relación pueden identificarse momentos de llamamiento, instrucción, corrección, perdón, cuyo culmen son Jesús mismo por cuya encarnación fuimos hermanados con Él, por cuyo sacrificio fuimos reconciliados con el Padre y por cuya resurrección fuimos hechos coherederos del Reino de Dios venidero.
En su trato con la humanidad, Dios ha utilizado muchos canales de comunicación y diversas formas de acercarse a nosotros. Como dice Hebreos 1:1-2 “Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por 1
Este apartado se ha extraído de la obra “Las Fiestas Solemnes de Jehová -El Plan de Dios con respecto a Su familia-“, la cual se sugiere su lectura. Descargar gratis sin compromiso ni seguimiento en www.rocefi.com.mx, Menú Libros, Sección Ebooks Gratis, Apartado Cristianismo.
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el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo”. Este hablado muchas veces y en muchas maneras incluye la forma en que Dios ha hecho patente a la humanidad el plan que desde la eternidad concibió para ella, siendo una de estas formas las fiestas que Él mismo le estableció a Su pueblo, Israel: Pascua, Panes sin levadura, Primicias, Pentecostés, Trompetas, Expiación, y Tabernáculos.
Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio contienen las indicaciones sobre las fechas, los requisitos, los cuidados previos y la manera de desarrollar estas siete fiestas que Dios le estableció a Su pueblo y que hablaban de antemano sobre el plan de Dios sobre la humanidad. Las cuatro primeras - Pascua, Panes sin levadura, Primicias, y Pentecostés- eran fiestas que se celebraban en primavera y que ya han sido cumplidas con la primer venida de Jesús; las tres restantes -Trompetas, Expiación, y Tabernáculos- eran fiestas de Otoño y su cumplimiento, como veremos al abordarlas, está pendiente a verificarse con la segunda venida de Jesús.
Las primeras fiestas que se verán son aquellas con las que iniciaba el año bíblico y que se refieren a Pascua, Panes sin levadura, Primicias, y
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Pentecostés. Las primeras tres fiestas Pascua, Panes sin levadura y Primicias se celebraban en el primer mes del año bíblico conocido como Nisán o Abib que correspondería a nuestro Marzo-Abril, con lo que se generaba un vínculo cronológico en cuanto a su observancia, y se conocen como fiestas de primavera por darse en esa estación. Para celebrar la siguiente fiesta, Pentecostés, se contaban cincuenta días a partir de la última fiesta del grupo anterior, es decir de Primicias, con lo que si bien Pentecostés caía dos meses después de Nisán o Abib, es decir caía en el mes de Siván, aun así estaba relacionada con las tres primeras fiestas pues su celebración dependía del conteo que se hiciera de la de las Primicias.
Pascua. Esta fiesta era celebrada por el Pueblo de Israel, conforme a la ordenanza, el 14 de Nisán (entre marzo y abril). De manera trascendental la Pascua es una sombra del sacrificio redentor que en su momento haría por toda la humanidad. Pascua (פסחא, Pesaj), significa Pasar en referencia a cuando el ángel de la muerte pasó por alto las casas de los hebreos que habían marcado sus muertas con la sangre del cordero evitando la muerte de sus primogénitos cuando cayó la décima plaga sobre Egipto, esto es sombra del sacrificio de Cristo cuando derramando Su sangre nos libró de la esclavitud del pecado y nos salvó de la muerte. 70
Panes sin levadura. La fiesta de Panes sin levadura, que se observaba como fiesta del 15 al 21 de Nisán, deriva su nombre de la obligación de comer en el lapso de la fiesta panes sin levadura. El no comer nada leudado y el retirar de nuestras casas la levadura es un símbolo de la vida perfecta (Mateo 5:48) y santa (1 Pedro 1:16) a la que el cristiano está siendo llamado. Mientras que todas las demás fiestas de primavera se celebran en un día dado, Panes sin levadura es la única que abarca un período de tiempo, siete días, donde el primero y el ultimo son de reposo. Ese periodo de tiempo se refiere a la vida de cada persona como individuo, la vida de la iglesia como congregación, y la vida de la humanidad como colectividad, ambos, como ya se comentó, viviendo una vida de perfección (Mateo 5:48) y santidad (1 Pedro 1:16).
Primicias. En esta fiesta que se celebraba el día siguiente del sábado semanal de la semana en que cayera la Pascua, es decir, el domingo, el sacerdote mecía las primeras gavillas como ofrenda a Jehová (Levítico 23:11), como sombra de la resurrección de Jesús podemos ver esto siguiendo el relato de Juan (Juan 20:1, 11-18) en el cual como podemos ver, el domingo Jesús se la aparece a María Magdalena y le dice, cuando ella quiere tocarlo, que no lo toque pues aún no había subido a Dios, pero que iba a subir, cumpliendo así la sombra del mecimiento de la gavilla como ofrenda a Jehová en la figura de Su ascensión. 71
Pentecostés. A Pentecostés también se le conoce como la fiesta de las semanas (Ex. 34:22) pues se contaban siete semanas desde el día siguiente en que se había ofrecido la gavilla de la ofrenda mecida -primicias- (Levítico 23:15; Deuteronomio 16:9) lo que daba cincuenta días (Levítico 23:16), cayendo así en el mes de Siván (Mayo-Junio). Esta fiesta, la última de primavera, era la fiesta de la cosecha plena (Éxodo 23:16; 34:22) después de las primicias obtenidas cincuenta días antes. En esta fiesta no se hacía ningún trabajo de siervos (Levítico 23:21). El cumplimiento de esta fiesta tiene su referente con la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y Discípulos, precisamente cincuenta días después de la fiesta de las Primicias, como dice Hechos 2:1-42.
Después de haber considerado las primeras cuatro fiestas de las siete decretadas por Dios, Pascua, Panes sin levadura, Primicias, y Pentecostés, conocidas como las fiestas de primavera, es momento ahora de considerar las últimas tres fiestas de las siete decretadas por Dios, Trompetas, Expiación, y Tabernáculos.
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Estas tres últimas fiestas, al igual que de las de primavera, estaban íntimamente relacionadas, siendo que las tres tenían su verificativo en el séptimo mes del calendario bíblico, Tishri. Trompetas se celebraba el 1er día de ese mes, Expiación se celebraba el día 10 de ese mes, y Tabernáculos se celebraba el día 15 de ese mes, con lo que, al igual que con las fiestas de primavera, se generaba un vínculo cronológico en cuanto a su observancia.
Trompetas. La siguiente fiesta en el orden de las establecidas por Dios era la de las Trompetas. Trompetas viene del hebreo Teru'ah, תרועה, que significa un trompetazo que despierta y como señala Levítico 23:24; 29:1 esta fiesta se celebraba en “el mes séptimo, al primero del mes”, el séptimo mes era Tishri (Septiembre-Octubre), es decir, es la primer fiesta de las tres consideradas de otoño: Trompetas, Expiación, y Tabernáculos. Trompetas tiene su cumplimiento a la segunda venida de Jesús y la resurrección/transformación de los suyos, de los fieles, de aquellos que hayan calificado para ser resucitados/transformados a la venida de Jesús.
Expiación. Esta es la fiesta que nos interesa. Expiación viene del hebreo Teru'ah, רופור, que significa cubrir, expiar, condonar, cancelar, perdonar,
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reconciliar, es una palabra que que denota expiación o la acción de cubrir algo. Como señala Levítico Levítico 16:29 esta fiesta se celebraba en “en el mes séptimo, a los diez días del mes”, el séptimo mes era Tishri (SeptiembreOctubre), es decir, es la segunda y penúltima fiesta de las tres consideradas de otoño: Trompetas, Expiación, y Tabernáculos.
Como ha quedado más que evidente, las Fiestas Solemnes de Jehová presentan y representan el Plan de Dios sobre la humanidad en su desarrollo cronológico: Primero la Pascua, que representa el sacrificio redentor de Jesús, luego Panes sin Levadura, que representa la vida que a partir de la redención obtenida por Jesús cada cristiano debe vivir, luego Primicias que es Jesus mismo resucitado como el primero de muchos hermanos, luego Pentecostés que es el resto de cristianos llamados, escogidos y fieles en este siglo, y Trompetas, que es la segunda venida de Jesús por sus llamados, escogidos y fieles mismos que son resucitados/transformados. Hasta aquí vamos y queda claro el desarrollo cronológico de las fiestas de Dios como parte de Su plan para la humanidad. Con esto en mente ¿para quienes es la Fiesta de la Expiación? Entender esto es muy importante.
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En la Fiesta de las Trompetas, previo a la de la Expiación, vimos que se refiere a la segunda venida de Jesús por sus llamados, escogidos y fieles mismos que son resucitados/transformados. De estos llamados, escogidos y fieles la Escritura se refiere a ellos de la siguiente forma: “Bienaventurado y santo es el que tiene parte en la primera resurrección; la muerte segunda no tiene poder sobre éstos sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él por mil años” (Revelación 20:6). Es decir, son los santos y santas resucitados/transformados al regreso de Jesús que serán reyes y sacerdotes con Él durante el milenio. Lo importante a resaltar para entender la Fiesta de la Expiación es que, como se señala, “la muerte segunda no tiene poder sobre éstos”. Entonces, ¿para quienes es la Fiesta de la Expiación?
Vamos analizando primero la Fiesta en sí.
La Fiesta de la Expiación, que es de reposo (Levítico 16:29, 31; Levítico 23:28, 30, 32) es la única de las fiestas decretadas por Dios con una connotación de tristeza, de pesar, de hecho mientras que en las demás fiestas hay gozo, comida y bebida, en esta hay aflicción (Levítico 16:29, 31; Levítico 23:27; Números 29:7).
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Esta tristeza, este llanto, este lamento, está de igual forma señalada en la Escritura para la humanidad para un tiempo futuro. “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito” (Zacarías 12:10); “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra se lamentarán sobre él. Así sea. Amén” (Revelación 1:7); “Allí os acordaréis de vuestros caminos y de todas vuestras obras con las que os habéis contaminado, y os aborreceréis a vosotros mismos por todas las iniquidades que habéis cometido” (Ezequiel 20:43); “Entonces cambiaré vuestras fiestas en llanto y todos vuestros cantos en lamento; pondré cilicio sobre todo lomo y calvicie sobre toda cabeza; haré que sea como duelo por hijo único, y su fin, como día de amargura” (Amós 8:10); “Ahora bien —afirma el Señor —, vuélvanse a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos” (Joel 2:12)
¿Por qué es todo esa tristeza, este pesar, esta aflicción? “Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová” (Levítico 16:30), “porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios” (Levítico 23:28). Pero, ¿para 76
quién? Los santos y santas resucitados/transformados que al regreso de Jesús son con Él reyes y sacerdotes durante mil años gozan de la bienaventuranza de que “la muerte segunda no tiene poder sobre éstos”, entonces, ¿para quién es esta expiación?
Si Revelación 20:6 llama a la resurrección/transformación de los santos y santas llamados, escogidos y fieles, a regreso de Jesús, al inicio del milenio, “la primera resurrección”, entonces debe haber una segunda resurrección, ¿quiénes resucitan en esa segunda resurrección? Revelación 20:5 nos dice que “los demás muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años”. ¿Cuáles “demás muertos”? Pues los que no tomaron parte en la primera resurrección, es decir, tanto aquellos que nunca oyeron hablar de Jesús como aquellos que aunque sí han oído hablar de Él esto ha sido a través de un mensaje tergiversado en el seno de alguna de las sectas que se dicen cristianas sin ser la verdadera iglesia fundada por Jesús y vivificada por el Santo Espíritu de Dios, en otras palabras, todos los que no calificaron para ser considerados llamados, escogidos y fieles y participar de la primer resurrección, al regreso de Jesús, y ser al inicio del milenio reyes y sacerdotes con Él.
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¿Y para qué son resucitados todos estos que no calificaron para participar de la primera resurrección? Si nos atenemos a la Escritura en cuanto al sentido de esta fiesta sería para que participen de la “expiación [que se hará] por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová” (Levítico 16:30), “porque es día de expiación, para [ser] reconcilia[dos] delante de Jehová vuestro Dios” (Levítico 23:28). ¿Pero que no los que son resucitados al final del milenio son echados al Lago de Fuego, “Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Revelación 21:8)? No, sólo los que no se hallen inscritos en al Libro de la Vida, “Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras…. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Revelación 20:13, 15).
Después de todo lo que se ha mencionado sobre esta fiesta, queda más claro el significado de la misma, sobre todo si consideramos, como se hizo al inicio de este apartado referido a dicha fiesta, que el nombre de la misma no es condenación, castigo, destrucción, separación, culpa, sino Expiación, que como vimos significa cubrir, expiar, condonar, cancelar, perdonar, reconciliar. 78
“He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte, y en tres días podrás subir al templo del Señor” (2 Reyes 20:5)
“Y en aquel día dirás: Te doy gracias, oh Jehová, porque aunque estabas airado conmigo, se ha apartado tu ira y me has consolado” (Isaías 12:1)
Este cubrimiento, expiación, condonación, cancelación, perdón o reconciliación, nos dan la pauta para la siguiente y última fiesta, la de los Tabernáculos, cuando en Jeremías 31:34 dice: “Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado”.
Para concluir la exposición de esta opción vemos que no hay nada en las Escrituras que impida después del Milenio la opción para todos los que no conocieron a Jesus el conocerle, el aceptarle con todo lo que esto implica e ir a vida eterna o el rechazarle e ir a condenación. De hecho la Fiesta de la Expiación indica eso claramente cuando señala que “en este día se hará 79
expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová” (Levítico 16:30), “porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios” (Levítico 23:28).
Con esto en mente puede entenderse la profecía de Joel 3:20-21, “pero Judá será habitada para siempre, y Jerusalén por generación y generación. Y limpiaré la sangre de los que no había limpiado; y Jehová morará en Sion”, dicho capítulo se refiere a la liberación final de Judá, tanto en el sentido del pueblo histórico de Israel como aquellos que, vencedores con Dios, son llamados Israel. La frase “y limpiaré la sangre de los que no había limpiado” no puede referirse al inicio del Milenio ya que, como bien se sabe, los ahí resucitados/transformados serán aquellos que hayan calificado para ser con Cristo reyes y sacerdotes, además el señalamiento “limpiaré la sangre de los que no había limpiado” implicaría que ya hubo otros que sí fueron limpiados, luego entonces debe apuntar a otro momento, ¿pero cuál?, después de todo lo dicho aquí la única opción es después del milenio ya que no es sino hasta entonces que todos los muertos son resucitados. De nuevo la frase “limpiaré la sangre de los que no había limpiado” se refiere a esa opción, no una segunda opción sino esa única opción que tendrán aquellos que nunca conocieron la verdad de comprenderla y aceptar o rechazar la salvación que se les ofrece, 80
siendo, si es el primer caso, que serán limpiados y hechos partícipes del reino de Dios.
Tabernáculos. La última fiesta en el orden de las establecidas por Dios era la de los Tabernáculos. Tabernáculos (sukkōt, סורות, es una palabra plural que deriva de sukkah, סורה, y que significa cabaña, tienda tabernáculo; esta última tiene su referente con la palabra mishkán, כשִמ ְׁ ָּן, morada, vivienda, tabernáculo). Como señala Levítico Levítico 23:34 (Levítico 23:39, 41; Números 29:12) esta fiesta se celebraba “a los quince días de este mes séptimo”, el séptimo mes era Tishri (Septiembre-Octubre), y es la última fiesta de las tres consideradas de otoño. La fiesta de los Tabernáculos tiene un primer referente de la sombra representativa a cumplimentarse en un futuro cuando Jesús y el Padre habiten entre nosotros, pero esto lleva dos momentos diferentes de los misma pero íntimamente relacionados: los siete días de la fiesta de los Tabernáculos referidos a partir del momento cuando Jesús regresa a regir las naciones (lo cual empieza desde el milenio) y el octavo día de la fiesta de los Tabernáculos referido al momento posterior cuando el Padre habita entre nosotros.
81
El otro hijo La parábola referida como la del hijo pródigo es un de las más conocidas de la Escritura, con todo y todo, si bien el hijo que vuelve a casa y el padre que lo recibe son objeto de extensos comentarios, la figura del otro hijo, el hermano que se queda en casa, siempre ha sido relegada no siendo merecedora de más que algunos breves comentarios, pero a la luz de lo que se ha visto sobre el tema desarrollado en la presente obra, puede verse que su figura es más que relevante en cuanto a lo que se ha estado comentado, y más que relevante profética, siendo así ¿a quién representa el hermano que se queda en casa, el otro hijo?
Lucas 15 11
También dijo: Un hombre tenía dos hijos;
12
y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes
que me corresponde; y les repartió los bienes. 13
No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a
una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
82
14
Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella
provincia, y comenzó a faltarle. 15
Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le
envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16
Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos,
pero nadie le daba. 17
Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre
tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18
Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el
cielo y contra ti. 19
Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus
jornaleros. 20
Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su
padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21
Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no
soy digno de ser llamado tu hijo. 22
Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y
poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 83
23
Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
24
porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es
hallado. Y comenzaron a regocijarse. 25
Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de
la casa, oyó la música y las danzas; 26
y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
27
Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el
becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28
Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le
rogaba que entrase. 29
Más él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no
habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30
Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con
rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31
Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas
son tuyas. 32
Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano
era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. 84
La parábola del hijo pródigo es una de las más conocidas de la Escritura y no solo de las más conocidas sino incluso está entre aquellas de las que se ha escrito bastante y se han presentado muchas predicaciones. La razón de ello es que la misericordia y el amor del padre en la historia, símbolo de la misericordia y el amor de Dios Padre, es algo que motiva, que ánima, que llena de esperanza y gozo.
Si bien en dicha parábola la figura del llamado hijo pródigo y del padre no están a discusión, la figura del hijo obediente, del que se queda en casa, siempre ha sido enigmática, ¿a quién representa? Y más aún ¿qué tiene que ver esta parábola con el tema tratado en la presente obra? Ambas preguntas buscarán ser contestadas en el presente apartado.
El hijo pródigo representa a todo aquel desobediente que rebelándose contra el Padre va por sus caminos perdiéndose hasta que la experiencia lo lleva a valorar lo que con el Padre se tenía moviendo a su regreso, el padre representa a Dios quien nos ama en todo momento y cuya misericordia lo mueve no sólo a aceptar de regreso al hijo sino a alegrarse de su regreso renovándole, restaurándole, pero ¿a quién representa el hijo obediente, aquel
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que quedó en casa?, ¿qué relación guarda esta parábola con el tema desarrollado a lo largo de la presente obra?
No se analizará toda la parábola pues, como se comentó, es más que conocida y los símbolos que presenta, al menos en lo que se refiere al hijo pródigo y al padre, son entendibles, como se ha comentado anteriormente, más sin embargo se hará énfasis en ciertos versículos que permitirán entender a quien representa el hijo obediente, aquel que se queda en casa, y qué relación tiene esta parábola con el tema desarrollado en la presente obra.
De igual forma hay que aclarar que, como toda la Escritura, no hay un solo, único, exclusivo y excluyente significado, la Palabra de Dios contiene muchas enseñanzas, lo cual de igual forma aplica para la parábola en cuestión, más sin embargo, como en el caso presente, hay entendimiento en la presente parábola, adicional al que es por todos conocidos, que permiten agregar comprensión al tema desarrollado en la presente obra.
Vamos viendo.
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Lo primero que se ve y se conoce en la parábola es la situación descrita en los versículos 12 y 13 donde el hijo le pide al padre sus bienes para irse a una provincia lejana donde los desperdicia, ¿qué son estos bienes?
Si bien, como ya se comentó anteriormente, la pregunta anterior puede responderse de muchas maneras, una de esas maneras permite entenderla en el contexto de lo analizado en la presente obra, para ello habrá que preguntarse ¿qué bien o bienes poseen, en común y de igual forma, todas aquellas personas que a lo largo de la historia de la humanidad, representados por este hijo, ha sido desobedientes al Padre rechazándole?, ¿podrán ser bienes materiales tales como riqueza o salud?, ¿podrán ser bienes inmateriales tales como fama, renombre o poder?, ¿podrán ser bienes intangibles tales como inteligencia o sabiduría? Pensemos un poco en esto ya que cualquier cosa que pudiera decirse, como las mencionadas anteriormente, no son encontradas en todos aquellas personas que pudieran ser consideradas como representadas por el hijo pródigo, ¿por qué?, por que algunos han tenido riquezas o salud mientras que otros no, por que algunos han tenido fama, renombre o poder mientras que otros no, por que algunos han tenido inteligencia o sabiduría mientras que otros no, y así cualquier cosa que pudiese considerarse como esos bienes que solicitados por el hijo son dados por el padre, 87
desperdiciándolos el primero, podrán ser hallados en algunas personas mientras que en otras no, así que ¿qué podrán ser esos bienes en el entendido de que deben ser comunes a todos los hombres que a lo largo de la historia pueden ser identificados como el hijo pródigo?
Para ir cerrando este cuestionamiento, ¿qué bien da Dios a todos los hombres?, ¿qué bien es común para todos, ricos o pobres, saludables o enfermos, famosos, con renombre o poder o no, inteligentes y sabios o ignorantes y necios? La única respuesta que encaja en todas las situaciones y que incluso es requisito para que todas las situaciones mencionadas puedan darse es la vida.
Sin la vida no puede haber riqueza ni pobreza, salud o enfermedad, fama, renombre y poder o todo lo contrario, inteligencia y sabiduría o ignorancia y necesidad, así que esos bienes que aquí son entregados por el padre al hijo para que éste los desperdicie es en primera instancia la vida misma.
Una vez entendido esto puede verse que, como dice el versículo 14, el hijo al que se le entregaron los bienes que le correspondía, los malgastó, pero no solo 88
los malgastó sino que, como dice dicho versículo, los malgastó todo, siendo que siguiendo el razonamiento anterior puede identificarse esto como una vida completa y totalmente desperdiciada, siendo así que alguien que desperdicia su vida y la malgasta sin haber venido a salvación muere en esa circunstancia, ¿qué destino puede esperarle a alguien así?
De lo comentado en la presente obra se sostiene esa posibilidad para que todos aquellos que no llegaron en el presente sigo al conocimiento del Hijo de Dios aceptando la salvación conseguida por Su sacrificio redentor tendrán su oportunidad, no una segunda sino realmente la primera y la única, una vez resucitados al final del milenio, con todo y todo ¿qué tiene que ver este entendimiento con la parábola en cuestión?
Los versículos 14 al 17 muestran al hijo cayendo en cuenta de lo anteriormente comentado, es decir, de la salvación a la que nunca tuvo acceso, dándose cuenta de la verdad y procediendo a arrepentimiento. Del versículo 18 al 24 muestra la reacción del padre quien venido a misericordia, por el amor que tenía hacia su hijo, le acepta de vuelta y le renueva, le restaura.
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Esto es importante considerarlo a la luz de lo que se ha venido comentado en el presente apartado así como en lo que se ha señalado a lo largo de la presente obra con relación a que alguien que desperdicia su vida actual sin venir a salvación puede tener esa única posibilidad solamente después del milenio, ya que al inicio serán levantados y glorificados aquellos que habiendo respondido al llamado son encontrados fieles. En este mismo orden de ideas es interesante que en los versículos anteriormente mencionados se presenta primeramente la imagen del hijo levantándose (v. 18), símbolo de esa resurrección después del milenio, y que tras arrepentirse y aceptar la salvación ofrecida es renovado, restaurado en cuerpo de gloria como lo fueron los santos al inicio del milenio (v. 22).
Sobre este punto hay que ver otra situación interesante: tanto en el versículo 24 como en el 32, en la explicación que el padre da al hijo obediente, se menciona que la fiesta y el regocijo que muestra el padre es por que el llamado hijo pródigo estaba muerto y ha revivido. Si bien esta frase se han comentado en el sentido espiritual que la misma tiene, lo cual no se pone a discusión pues, como ya se dijo, la Escritura entrega en un mismo relato, en una misma cita mucha información y no solo una única, exclusiva y excluyente, para el tema tratado a lo largo de la presente obra su 90
entendimiento también puede ser material referido a esa resurrección física a darse al final del milenio para los otros muertos.
Más sin embargo, lo interesante de la cita anterior es que la misma, como puede verse, es repetida dos veces, esto como una manera de apuntar, no a la primer resurrección reservada al inicio del milenio para los santos, sino a la segunda resurrección a darse para los otros muertos al final de milenio.
Pero aún más interesante es la referencia a una fiesta que hace al padre por lo anterior, ¿a qué fiesta puede referirse?, una vez visto en el apartado anterior lo relativo a las fiestas de Dios, sobre todo a la del Día de la Expiación, no puede quedar duda que la referencia aquí es muy clara al respecto y, como ya se vio cuando se analizó el Día de la Expiación, esa fiesta no es de condenación, de destrucción o de muerte, sino de perdón, de reconciliación para quien así lo desease.
Así podemos ver que una de las preguntas iniciales, ¿qué tiene que ver la presente parábola con al tema tratado a lo largo de esta obra? queda respondido ya que la referencia a la vida desperdiciada, la posterior 91
resurrección de los otros muertos, la salvación ofrecida y aceptada por quienes así lo quieran y el regocijo aunado a la fiesta relativa de las establecidas por Dios es más que evidente, pero ¿a quién representa el hijo obediente, aquel que se quedó en casa?
Primeramente veamos a quienes no representa. ¿Podrá representar, como algunos argumentan, al pueblo histórico de Israel? Algunos señalan que el hijo que se queda en casa es el pueblo histórico de Israel más sin embargo un análisis somero de esta aseveración hace ver su improcedencia, baste señalar la manera en que Cristo se refería a los líderes religiosos de su tiempo (Mateo 23), al señalamiento de Jesús de que el reino les sería quitado y dados a otros que produjeran frutos (Mateo 21:43), y de que los judíos son como esas ramas del olivo que han sido desgajadas para en él injertar las ramas silvestres que representan a los gentiles (Romanos 11) teniendo los primeros el entendimiento velado incluso hasta la fecha (2 Corintios 3:14). Compárese eso con lo dicho por el hijo obediente (v. 29) y refrendado por el padre (v. 31) de que el hijo obediente siempre ha estado con el padre obedeciéndole. No hay manera de conciliar esto.
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Tampoco pueden ser los paganos que no han sido llamados a salvación e incluso tampoco los que llamados cristianos que estando en algunas de las miles de denominaciones de la babilonia religiosa del mundo dicen “Señor, Señor” pero no obedecen (Mateo 7:21-23).
Entonces, ¿a quién representa el hijo obediente, aquel que se queda en casa? Si no puede ser el Israel histórico, si no pueden ser los paganos, si no pueden ser aquellos que llamados cristianos no forman parte de los elegidos, ¿a quién puede representar el hijo obediente, aquel que se queda en casa?
Siguiendo ese proceso de exclusión solo queda un grupo de personas: aquellos que son reconocidos como llamados, elegidos y fieles (Revelación 17:14). Pero ¿por qué se presenta a estos llamados, elegidos y fieles con esta actitud?
Si bien no puede generalizarse, cuando se ha expuesto el tema desarrollado en la presente obra a aquellos que en el presente siglo pueden ser considerados al menos como entre los llamados y elegidos, la actitud de algunos ha sido de rechazo, después de todo -y humanamente ablando tienen razón- ¿qué caso
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tiene en este siglo obedecer a Dios, padecer incluso por ello, cuando al final todos tendrán la oportunidad de salvarse?
Con esto no es difícil vislumbrar un escenario donde, tal como se ha comentado a lo largo de la presente obra, al final del milenio, todos aquellos que no llegaron al conocimiento de Cristo, tengan la primer oportunidad, no la segunda sino la primera, de ser salvos, pero de igual forma es posible vislumbrar en ese escenario al menos a una parte de los llamados, elegidos y fieles con los mismos señalamientos, los mismos reclamos, del hijo obediente, del que se quedó en casa, hacia el Padre.
La parábola no entrega mayor información, ¿aceptó el hijo obediente la explicación del Padre y se unió a la fiesta por el hijo que había regresado? Considerando toda la Escritura es factible pensar que así será, considérese el hecho de que sobre estos santos resucitados al inicio del milenio la segunda muerte ya no tiene potestad, si no entendieran al Padre ¿estarán eternamente alejados de Él?, inconcebible, ninguna escritura relativa al Reino de Dios permite establecer esta posibilidad, de hecho, ante esta perspectiva, la prueba final para los llamados, elegidos y fieles no será sino hasta ese momento,
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cuando el amor y misericordia, que claro que tienen, refleje no su carácter sino el carácter perfecto y santo del Padre.
Pero aun así queda una pregunta por responder ¿qué caso tiene en este siglo obedecer a Dios, padecer incluso por ello, cuando al final todos tendrán la oportunidad de salvarse? Esta pregunta tiene tres respuestas complementarias.
La primera respuesta es que aquellos llamados y elegidos que sean considerados fieles resucitarán al inicio del milenio siendo reyes y sacerdotes con Cristo en este período.
La segunda respuesta es que aquellos que al final del milenio sean resucitados y se les dé la posibilidad de aceptar la salvación tendrán que demostrar bajo las mismas circunstancias que los resucitados al inicio del milenio, la obediencia al Padre, es por ello que, como señala Revelación 20:7 –y los cristianos que leen la Escritura siempre se han preguntado ¿por qué? –, Satanás es soltado justo cuando estos otros muertos son resucitados, al final del milenio, para ser probados ellos de igual manera y bajo las mismas
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circunstancias, que como lo fueron quienes se consideraron dignos de resucitar al inicio del milenio.
Y la tercer respuesta es que para aquellos que califiquen para ser reyes y sacerdotes con Cristo en el Milenio la segunda muerte no tiene potestad, no así los que tengan apenas su única oportunidad de salvación después del Milenio, entre los cuales, quienes la rechacen, habrán de padecer la segunda muerte.
¿Parecieran pocas estas tres razones para luchar con denuedo por ser parte de los santos y santas que sean levantados en la primera resurrección?
Así que la parábola del hijo pródigo, adicionalmente a las reflexiones espirituales que al respecto puedan darse y que son válidas por sí mismas, contiene este mensaje adicional, esta enseñanza que permite agregar comprensión al tema tratado a lo largo de la presente obra.
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Conclusión
Si bien este ha sido un estudio extenso pues el punto lo amerita, la Palabra de Dios es clara, simple, sencilla, ocultas a los sabios e inteligentes pero reveladas a los que son como niños (Mateo 11:25). De veinte o treinta citas que hablen de un tema una sola cita puede mostrar la verdad pero las demás citas nos pueden ayudar a entenderlo, a robustecerlo a dirimir las supuestas contradicciones que sobre el tema puede haber.
Por ejemplo, sobre la situación de los muertos, la cita de Eclesiastés 9:5 nos aclara que “…pero los muertos no saben nada, ni tienen ya ninguna recompensa…”, pero todas las demás citas sobre el tema nos permiten entender a cabalidad, en toda su anchura, profundidad y altura el tema.
Igual con este tema, si pudiéramos quedarnos con una sola cita que muestra la verdad subyacente tras el punto tratado serían las dadas al inicio de Revelación 20:4-6
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Revelación 20:4-6 " Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinaran con él mil años.”
Esta cita nos resume lo que hasta ahorita hemos visto de esta tercera opción, que no contradice ni las Escrituras ni la doctrina sino que contrario permite resolver todas las dudas y contradicciones que pudiéramos tener al esbozar las otras dos opciones (la severa y la condescendiente). A saber:
1. Hay una resurrección de santos al inicio del Milenio, cuando Cristo viene por su pueblo, santos que serán con Él en el Milenio reyes y sacerdotes.
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2. Estos santos solamente son los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos. 3. Después del Milenio los otros (¿qué otros?, pues el resto diferente de los resucitados en la primera resurrección, es decir, todos los demás) todos los demás resucitan y se abren los libros (βιβλία, Biblia) para que todos ya sin el velo que cubría su entendimiento puedan entender la verdad, ser corregidos (castigados), optar por vivir o no de acuerdo a ella (lo cual implica conocer y aceptar a Jesús con todo lo que ello implica) y entonces, sólo entonces, ser juzgados de acuerdo a sus obras. 4. Y el que no se [hallare] inscrito en el libro de la vida (solamente el que no se hallaré) [será] lanzado al lago de fuego.
Esta opción es la única que armoniza todas las escrituras que tienen que ver con el tema y que permite:
1. Que Sumerios, Babilonios, Asirios, Fenicios, Persas, Olmecas, Toltecas, Aztecas, Mayas, Incas, Japoneses, Mongoles, Vikingos, y un sinfín de pueblos, estados, reinos y naciones que jamás oyeron de Jesús,
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tengan la oportunidad de conocer y aceptar con todo lo que ello implica a Jesús (Revelación 1:7, 7:9; Isaías 25:7). 2. Que todos aquellos que han militado en las diferentes sectas cristianas, entre grandes y pequeñas denominaciones, que suman más de 33,000 en la actualidad, fuera, diferentes y aparte de la verdadera iglesia de Dios y que creen en un Cristo y creen en un Evangelio, pero es un Cristo falsificado Cristo y un Evangelio tergiversado, tengan la oportunidad de conocer y aceptar con todo lo que ello implica a Jesús (Revelación 1:7, 7:9; Isaías 25:7). 3. Que existan sólo dos resurrecciones, una de aquellos que son resucitados para alcanzar la Vida Eterna y otros que son resucitados para llegar a condenación perpetua (Daniel 12:2). 4. Que se mantenga la coherencia con la revelación del Padre amoroso que todos tenemos (1 Juan 4:8), y que quiere que todos los hombres sean salvos y que vengan al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4), que quiere que nadie muera (2 Pedro 3:9), que es Santo y Perfecto (Mateo 7:11), que no hace acepción de personas (Hechos 10:34; Romanos 2:11), y que permite a todos con conocimiento y libertad escoger sea la vida o sea la muerte (Deuteronomio 30:19).
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5. Que permite que el malhechor crucificado con Jesús (Lucas 23:39-43) recibe la promesa dada por Jesús de estar con Él en su reino al tener en su momento la oportunidad de conocerle y aceptarle. 6. Que los hombres serán juzgados según sus obras (Revelación 20:13,2:23; Jeremías 17:10; Mateo 12:36-37,16:27; 2 Corintios 5:10; Proverbios 24:12; Romanos 2:5-6; Marcos 9:49), obvio con relación a la Verdad revelada y al conocimiento pleno y aceptación o rechazo de Jesús cómo único salvador (Mateo 7:21; Juan 17:3; Hechos 4:12). 7. Que la casa de Israel (toda la casa de Israel, bueno y malos) sea resucitada en carne y hueso, no cuerpo de gloria aún, y reunificada vengan a morar sobre la tierra que Dios les dio con David como su rey (Ezequiel 37:1-28) y tengan una vida carnal conforme a Dios (Ezequiel 37:24). 8. Que en el Reino existan, siquiera por un momento, personas que hubiesen quebrantado los mandamientos y enseñado a hacer así, las cuales serán consideradas como muy pequeñas (Mateo 5:19), es decir, no llegaron a la estatua perfecta de Cristo (Efesios 4:13), y por ende, serán corregidas.
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9. Que Sodoma y Gomorra (Mateo 10:11-15) y Tiro y Sidón (Mateo 11:21-22) y los escribas (Lucas 20:45-47) puedan recibir un castigo (corrección), un juicio, diferenciada de quienes rechacen la verdad. 10.Y que el simbolismo entregado por las fiestas de Dios, sobre todo el Día de la Expiación (Levítico 16), tenga su pleno cumplimiento.
No podemos elucubrar más allá de lo que la Sagrada Palabra de Dios nos revela y, en el caso de la segunda resurrección es muy escueta, apenas algunos párrafos en Revelación, pero que reunidos con todo lo demás que hemos comenzado hacen posible la existencia siquiera como probabilidad de un momento en el futuro donde todas las naciones, pueblos y lenguas de todos los tiempos que no hayan conocido a Jesús tendrán la oportunidad, no una segunda oportunidad sino la única en su vida, de conocerlo y en libertad optar por aceptarlo rechazarlo.
Para finalizar, como se señaló al inicio del presente estudio, la finalidad del mismo es tratar de abordar un tema controvertido y controversial a la luz de las escrituras con la finalidad de poder agregar luz sobre él y en su caso poder
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apaciguar a las ovejas del redil en algo que es de suma trascendencia, siempre en sujeción a las directrices de nuestra iglesia
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Paz a vos
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Los otros muertos -¿Qué pasa con quienes nunca tuvieron la posibilidad de conocer a Jesús?-
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Todas las citas bíblicas de esta publicación han sido tomadas de la ReinaValera 1960. Utilizado con permiso.
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