Rumbo a la cumbre 3

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 Utilizando el poder inspiracional del Bagahad Gita para crear excelencia profesional 


Rumbo a la Cumbre 3

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Rumbo a la Cumbre 3

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Primera edición

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Registro en el Instituto Nacional de Derechos de Autor 03-2014-112811230600-01


INDICE

PALABRAS INICIALES ....................................................................................... 1

TERMINANDO EL VIAJE .................................................................................... 2

CERRANDO CICLOS .......................................................................................... 7

ABRIENDO CICLOS ............................................................................................ 21

TRASCENDIENDO CICLOS................................................................................ 35

EN LA CUMBRE .................................................................................................. 49

ACERCA DEL AUTOR ........................................................................................ 54

ALGUNAS OTRAS PUBLICACIONES GRATUITAS DEL AUTOR .................... 56


PALABRAS INICIALES Dicen que no hay nada mejor para poner las cosas en perspectiva que el tiempo. A dos años del primer Rumbo a la Cumbre y uno de la segunda parte muchas cosas han pasado, muchas cosas han cambiado, pero el destino sigue siendo el mismo: esa cumbre de nuestra existencia que simboliza la búsqueda de la excelencia personal reflejada en nuestra vida profesional. Y es que no podemos, como en ocasiones sucede, hablar de excelencia profesional cuando las bases de ello, la persona misma, está descuidada. Es como querer construir sobre la arena o fincar una casa sin cimientos.

El primer Rumbo a la Cumbre, que tomaba como referente las bienaventuranzas enunciadas por Jesús, planteaba un reto considerable pues implicaba sacar del contexto religioso que generalmente se aplica a esa historia bíblica y darle una visión de aplicación práctica en la vida personal y profesional de cada quien. La segunda parte de Rumbo a la Cumbre no se quedó atrás pues buscaba en la reflexión del camino óctuple del Buda los elementos para esa excelencia profesional sustentada en la impecabilidad de nuestra persona.

Todo camino tiene un final, aunque éste no necesariamente sea el fin de todo, en este sentido este Rumbo a la Cumbre es la última entrega de esta saga que debo reconocer y agradecer fue acogida por los lectores de una forma que todavía me abruma ya que mi intención era de compartir una serie de reflexiones sin pensar jamás en que las mismas fuera a tener la extremadamente favorable respuesta que recibió.

En esta tercera y última parte de Rumbo a la Cumbre, las bases que permiten ir hilando una reflexión de vida y de profesión están dadas por el Bagahad Gita, texto sagrado hinduista escrito alrededor del siglo III a. C. Su contenido es la conversación entre Krisná -a quien los hinduistas consideran una encarnación de Visnú (mientras que los krisnaístas lo consideran el origen de Visnú)- y su primo y 1


amigo Áryuna en el campo de batalla en los instantes previos al inicio de la guerra de Kurukshetra. Respondiendo a la confusión y el dilema moral de Áryuna, Krisná explica a éste sus deberes como guerrero y príncipe, haciéndolo con ejemplos y analogías de doctrinas yóguicas y vedánticas. Esto ha hecho que el Bhágavadguitá sea considerado un resumen breve de las doctrinas hinduistas. Durante su discurso, Krisná revela su identidad como el ‘mismísimo Dios’ (suaiam Bhagaván), bendiciendo a Áryuna con una impresionante visión de su divina forma universal.

Como ven, el reto se mantiene ya que los referentes religiosos son tomados para una reflexión de vida que tenga su impacto final en nuestra vida profesional.

Y es que en eso se resume todo: la manera en que construyamos a la persona tendrá un impacto en el profesionista, y ese impacto en el profesionista vendrá a impactar a su vez en la sociedad, así que si queremos mejorar uno o lo otro tenemos que empezar por la persona y, curiosamente, terminar con esa misma persona, ya que uno viene siendo el origen y destino de todo proceso.

Con esto en mente tomemos del mundo lo mejor que nos ofrece y a la vez ofrezcamos lo mejor que tenemos, y cuando no encontremos lo uno ni lo otro trabajemos por transmutar lo que hay en algo de mejor valía, esa es la idea central de los Rumbo a la Cumbre.

Concluyamos con el relato, concluyamos este tramo de vida, concluyamos nuestro camino Rumbo a la Cumbre.

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TERMINANDO EL VIAJE

Necesitaba salir un momento. Sentía que la oficina me abrumaba. Hace ya un tiempo que esa sensación no me deja. El día comienza bien. Me levanto, me alisto, desayuno, platico un rato con mi esposa y llego a mi oficina. Pero conforme pasan las horas ese sentimiento de desasosiego comienza a crecer hasta convertirse en una sensación incómoda.

Realmente no tengo idea de cuándo comenzó esto. Comencé a achacárselo al hecho de que hace ya seis años de que me tomé un tiempo para mí mismo. Recuerdo fuimos a la playa. Y antes de esa ocasión, algunos años atrás, me había tomado un tiempo subiendo una montaña. Pero ya han pasado varios años desde esas ocasiones. Seis años. Pareciera fue ayer que caminaba por esa playa, que subía esa montaña. Cierro los ojos y puedo sentir la fresca sensación de la vegetación o bien la calidez de los rayos del sol, depende del lugar que recuerde.

Seis años. Yo creía se debía a eso, pero la otra vez me tomé unos días. No salí de la ciudad peor sí me di a la tarea de descansar, pero la sensación no se me quitó. Me incomoda, me ahoga. Es una turbación desconocida. No le hallo razón, pero sí me afecta en mi vida.

Mi vida, ¡qué de cambios se han sucedido desde esa última vez en que hace seis años fuimos a la playa! Me jubilé, puse mi propio negocio, mi hijo mayor se cambió de ciudad. ¡Ah, que de sensaciones tan fuertes! Treinta años de trabajar para una empresa y llega el momento de irse. Uno lo ve tan lejano y cuando menos lo piensa todos los amigos le desean lo mejor a uno y sale a una nueva etapa de vida.

Y mi negocio. Siempre quise poner un negocio. No me imaginaba sentado en casa una vez jubilado sin hacer nada, viendo pasar los días. Lo hablé con mi esposa la cual me apoyó y juntos nos embarcamos en esta nueva aventura. Un comenzar 2


más ligero, pensaba yo, después de todo la jubilación resolvía mis necesidades económicas, los hijos ya habían volado del nido y solo nos quedaba continuar a mi esposa y a mí nuestra vida juntos. ¿Más ligero?, para nada. Este andar se me ha vuelto más pesado.

Más pesado. Y la partida de mi hijo mayor. Me alegra que haya encontrado una excelente oportunidad laboral, pero el irse a vivir fuera sí me entristeció. Siempre pensamos como padres que estamos dispuestos a dejar volar a nuestros hijos con alas propias, pero cuando llega ese momento uno se da cuenta de que en realidad no está preparado. Y mi nieta. Eso me pudo mucho. Recuerdo como me decía que todos los días me hablaría por teléfono cuando estuviera en la nueva ciudad. Y así fue al principio. Ya luego el tiempo fue tomando el lugar que antes tenían esas llamadas, que antes tenía su presencia. Si los veo, pero una o dos veces al año.

Tal vez sean todas esas emociones las que me han estado abrumando. Tenía que salir de la oficina. Tenía que caminar. ¿Hacia dónde? Es lo de menos. Solo quiero andar. La ventaja de crecer, se hacerse mayor, al menos en mi caso, es que uno va soltando. Esa aprensión de que las cosas se hagan para lograr siempre algo que en mi juventud tenía va cediendo el lugar a un sentimiento de confianza, sí de compromiso con la vida y con el hacer bien y el ser bien, pero de confianza en que las cosas, la vida misma, será lo que tenga que ser y será, por cierto, lo mejor que pueda ser. Quiero caminar, solo caminar, sin un destino fijo, recorrer unas tres, cuatro, cinco cuadras, darme este tiempo y este espacio simplemente para ver, para escuchar, para sentir.

Me da risa mi propia idea: ¿ver, escuchar y sentir en la ciudad? No es una montaña o una playa, ¿qué tanto puedo ver, escuchar y sentir en la ciudad?, ¿ruido, autos, gentes? Me río ante la sola idea. Pero, ¿qué es ese aroma? Que agradable: pan y café. Pero, ¿de dónde viene?

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Esta cafetería no la había visto ¡y mira que está a solo tres cuadras de mi oficina! No es una franquicia, se ve más bien negocio familiar. Que pintoresco lugar. Las mesas, mitad dentro mitad en la banqueta, hechas de madera. Las sillas del mismo material aunque el asiento y el respaldo forrados para hacer más confortable la estancia. Cada mesa cuenta con una pequeña maceta con flores en el centro. Flores de verdad. En un mundo donde lo artificial cobra cada vez más espacios es un gusto encontrar flores de verdad adornando una mesa. ¿O será que mis gustos arcaicos valoran más lo natural?

Pero bueno. Yo iba a caminar. Creo continuaré. Aunque, ¿por qué no tomar un tiempo? Yo mismo me argumento ya que si la flexibilidad me ha permitido una vida más confiada no veo por qué en este momento no puedan cambiar mis planes. Finalmente eso reflejaría que soy dueño de mi vida ya que puedo darme el lujo de disponer de mi tiempo a como quiera. Sí, me tomaré un momento para disfrutar de este lugar, para tomarme una taza de café y para disfrutar de ese pan que me ha llamado con su aroma.

Esta mesa se ve vacía. Aquí me sentaré. Que cartas tan ornamentales. Se ve que han sido hechas a manos. Veamos: café, pan… con eso tengo. Mientras me atienden me tomaré ese tiempo para ver qué pasa conmigo, hacia donde va mi vida, qué tengo y qué me falta, que… pero… ¿qué es esto?, ¿un libro? Veamos: Bagahad Gita. ¿Y esta pintura que lo adorna en su portada? Un tipo azul que parece un dios o un rey hablando con otro. ¿Azul? Qué raro. ¡Sí, por favor, un café y pan, por favor!... bueno al menos ya ordené… ¡oiga, ¿este libro es de aquí?... bueno, ni el mesero ni yo sabemos de quien es este libro… más bien librillo… veamos… 124 páginas… no son tantas… Lo más probable es que alguien que previamente se sentó aquí lo haya dejado. El que esté remarcado en algunas líneas con marcador amarillo me confirma esto.

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Veamos… ¿de qué puede tratar este libro? A ver: “El Bhagavad-Gita, «Canto del Señor», cuyo título completo es Srimadbhagavadgita-upanishad, («Enseñanzas impartidas en el Canto Supremo del Señor») se encuentra en el libro VI Bhismaparvan, sección 6 del Mahabharata. Se trata de un Upanishad («Enseñanza a los Pies del Maestro»). Es decir, es una revelación espiritual de una enseñanza secreta impartida por Krishna”. Krishna, Krishna, Krishna… como que me suena ese nombre… ¿qué no son esos tipos raros en túnica que a veces me he encontrado en algunos aeropuertos cantando?... pero… ¿cómo va ese canto?... no me acuerdo… ¿qué más dice aquí? A ver: “Los dieciocho breves capítulos del Gita versan sobre el diálogo que mantuvieron Krishna y Arjuna ante el desfallecimiento de este último, breves instantes antes de la batalla final, que decidiría la victoria de uno de los dos bandos. Arjuna, el más diestro de los hijos de Pandu, siente flaquear su ánimo cuando ve a la mayoría de sus familiares y amigos entre las filas enemigas. El cuerpo central de este bello poema filosófico-espiritual es la respuesta de Krishna ante el desaliento del valiente Arjuna, que se niega a luchar a muerte contra sus seres queridos. Krishna le habla a Arjuna acerca del Universo, de quién es él y su condición en medio del Cosmos, además de la Misión que debe desarrollar el hombre en la tierra y de cómo han de comprenderse los misterios de la vida y de la muerte”.

¡Ah, sí. Oiga: gracias por el café y el pan!

Ya tengo para comer, para beber y para leer. Que excelente. Y pensar que solo hace unos momentos andaba sin rumbo, caminando nomás por ahí, y ahora ya tengo algo que hacer, y lo que es mejor: hacerlo solo por el placer de hacerlo. Krishna, Krishna, Krishna… me sigue sonando ese nombre… creo era una deidad hindú, pero la verdad nunca he abordado las creencias hindúes como para saber de qué se tratan.

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¡Vaya, si que está rico este pan… y el café ni se diga! Me encanta la taza de barro cocido en que me la han servido, y la mesa… la mesa en un lugar que no podría estar mejor: puedo ver hacia la calle, la banqueta, en un lugar donde no pega el sol de lleno pero tampoco las sombras como para hacer incomodo estar aquí. Disfrutaré este momento y leeré un poco este libro, después de todo si llegó a mis manos ha de ser por algo. Como aquellas veces en la montaña y en la playa… mensajes que llegan en el momento preciso… pero que uno debe entender… a veces siento como si esos mensajes fueran el pretexto para buscar en el interior de uno las respuestas a las dudas que uno trae sin saber que también carga ya con las respuestas. Pero bueno… 124 páginas… no voy a estar todo el día aquí leyendo este libro… además ni bien sé de las creencias hindúes como para entenderlo… Le daré una ojeada y tal vez la mirada de otra persona pueda ayudarme… la persona que dejó remarcada ciertas líneas en ese libro… leeré lo que remarcó… igual si no me gusta lo dejo a un lado y sigo disfrutando de este delicioso café y este pan, ¿me pregunto si será pan casero? Así me parece.

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CERRANDO CICLOS

Este aroma de café me trae tantos recuerdos… tantos. Mi oficina. Treinta años de verla, de sentirla, de sufrirla, de gozarla. Cada día llegar y tener mi café esperando sobre mi escritorio. Mis amigos, mis compañeros. Se me vienen a la mente con un golpe emocional demasiado fuerte.

Recuerdo cuando empecé en ese trabajo. Yo joven, con apenas estudios técnicos pero con todas las ganas de comerme el mundo. Llegué y me presenté creyendo que todo dependía que dijera quería una oportunidad. Siempre he pensado qué hubiera sido de mi vida si me hubieran dado esa oportunidad en alguna de las otras seis empresas que visité antes que en la que me vinieron dando esa oportunidad. Para empezar quien sabe con quién me hubiera casado.

Todavía recuerdo el primer día cuando me presentaron a los 12 que componían la oficina. Fulatino, Zutanito, Perenganito… mucho gusto… mucho gusto… a la orden… Y ¡bam!... el flechazo… no recuerdo ni que dije cuando me la presentaron… ahí estaba ella… luego me dijo que ni bien me vio pensó “este no 7


durará ni una semana”… y miren que me quedé 30 años, la hice mi esposa y forjé una familia. Pretextos para verla me faltaban… “¿no sabes si ya llegó un paquete que estoy esperando?”… ¡qué paquete ni que nada!... como si alguien me fuera a mandar un paquete… pero ese “no, aún no me llega nada, pero en cuanto llegue algo te aviso, ¿te urge?” era más que suficiente para cambiarme el día. “¿Te urge?”, cuantas veces oí de nuevo eso ya casados. Era su manera de decirme “calma, ve bien las cosas, si no ocupas correr ahorita ¿para qué te desesperas”. Yo intempestivo, ella calmada. Extremos. Complementarios. Difícil al inicio, enriquecedor con el tiempo.

Ese café, este café. 30 años pesan mucho. Recuerdo mi último día. Todo transcurrió en cámara lenta. Los abrazos, los parabienes, una que otra lágrima aquí, una palabra entrecortada allá. “Así es la vida –decía- todo ciclo termina por cumplirse”. Muy hombrecito yo, muy filósofo. Ah, pero fui el último ese día. No quería irme sin agradecer. Recorrí los escritorios sobre los que tantas veces junto con otros compañeros llenábamos los pedidos, rechazábamos embarques, hacíamos citas de negocios, e incluso hasta comíamos.

La planta aquella, el garrafón de agua este, este apagador, aquella puerta que siempre rechinaba, el gabinete que nunca cerrábamos, la luz que siempre quedaba prendida. Ese último día todo lo ví tan grande, tan vivo, tan doloroso. No quería irme. Así se lo hice saber a esa oficina, a ese montón de muebles. “¡El día que me jubile va a ser el mejor día de mi vida”, ¿dónde estaba ahora esa frase que tantas veces dije durante tantos años”.

No había nadie. Mejor así. Llorar no siempre es fácil, menos cuando son treinta años de sentimientos contenidos. “¡Maldita sea!, ¿por qué me dueles oficina esclavista?” El silencio de la oficina sin nadie era la única respuesta. Un silencio que si lo oía me decía tanto. ¿Cuánto estuve así? No sé, una hora, dos. Al final 8


salí sintiendo que mucho de mí se quedaba ahí y que no podía recogerlo, llevármelo conmigo pues ya no era mío. Lo había ofrendado gustoso en esas reuniones de oficina sea de trabajo o convivencia y ya no me pertenecía. ¿Cómo puede un lugar llegar a significar tanto para uno? Treinta años no es poca cosa.

Maldición, ahora no. Ya fueron suficientes lágrimas. Lo bueno es que aquí hay servilletas. ¡Ah, sí!, y este libro. Veamos hoja por hoja hasta encontrar lo que su anterior dueño remarcó, ¿qué sería eso tan importante para él? “La vida y la muerte no son diferentes. Siempre hemos existido: tanto yo, como tú, como esos reyes. Y existiremos por siempre y para siempre. Al igual que el alma experimenta la infancia, la juventud y la vejez, sin verse afectada por las mutaciones de este cuerpo; así también tomará otro cuerpo después de la muerte. En un sabio no cabe duda acerca de esto. ¡Oh, Arjuna! El mundo de los sentidos nos produce sensaciones de frío y de calor, de placer y de dolor. Todas estas sensaciones vienen y se van; son transitorias. ¡Elévate sobre ellas, alma vigorosa! El hombre que no es afectado por los sentidos; ni por el placer ni por el dolor, éste es merecedor de vida eterna. Lo irreal nunca ha existido; lo real nunca ha dejado de existir. Con certeza, esta verdad sólo la han podido entender los auténticos buscadores de la verdad. El Espíritu es indestructible e imperecedero; todo lo penetra. Nadie puede destruir ese Ser Inmutable”

Sé que en India la idea de la transmigración de las almas es algo básico, de ahí se deriva la idea de la reencarnación. Pero al leer eso no puedo menos que pensar de nuevo en esos 30 años en mi empleo. “Siempre hemos existido: tanto yo, como tú, como esos reyes. Y existiremos por siempre y para siempre”. Ya no estoy en mi oficina de 30 años más sin embargo parte de ella se ha quedado conmigo y parte de mí se ha quedado con ella.

Cuando pienso en esto no puedo menos que sentir la vorágine del pensamiento que me genera. Mi esposa siempre ha dicho que pienso mucho las cosas, yo en 9


broma le respondo que más bien creo que son las cosas las que me piensan a mí mucho. Pero cuando analizo cosas como esta no puedo menos que pensar en que en vez de decir que somos seres finitos más bien me parece que somos seres eternos, si no, ¿cómo nos explicamos que conforme avanzamos nuestros pasos quedan para siempre marcados en la eternidad?

No puedo cambiar esos 30 años que pasé en la oficina, vaya, ni siquiera puedo cambiar el hecho de la mordida que le acabo de dar a este pan. Ya quedaron ambos hechos para siempre en la historia personal de uno y en la historia del mundo y del universo. La eternidad nos rodea, más que el tiempo. “El mundo de los sentidos nos produce sensaciones de frío y de calor, de placer y de dolor”, ahí es donde está mi dolor, mi nostalgia, mi extrañar, en el mundo de los sentidos. Me duele aquello que he perdido, extraño aquello que he conocido, siento nostalgia de lo bueno que fue y ya no es, pero ese mundo no lo es todo porque también puedo recordar momentos agradables y convertir esos sentimientos en momentos de alegría, de motivación, de paz. Me muevo en esos dos mundos, uno temporal que disfruto y sufro, y uno eterno donde lo que hago y lo que hacen conmigo queda para siempre.

Nada se va, nada se queda, todo simplemente es. Luego entonces puedo decidir qué traigo a la realidad, a mi realidad: lo que ya no es y me duele o lo que ya no es pero me gusta. Como aquella fiesta sorpresa que me prepararon en la oficina, creo fue la de mis primeros diez años en ella, coincidía en el mes con mi cumpleaños y todos se pusieron de acuerdo para hacerme esa fiesta. Un momento muy agradable, muy bonito, de mucho compañerismo, ¿por qué debo recordar lo que me pone triste cuando hay tanto que agradecer? Si, es cierto, eso ya no es, pero también cuando la fiesta sorpresa terminó ésta dejó de ser y aún así la sensación agradable persistió. “El hombre que no es afectado por los sentidos; ni por el placer ni por el dolor, éste es merecedor de vida eterna”, vaya frase, me imagino alguien inmutable ante 10


la vida, casi muerto, ¿habrá quien pueda llegar a este estado? Yo por lo menos no creo que pueda, por ejemplo, disfruto de este café, sorbo a sorbo, ¿en este estado que se menciona aquí ya no lo disfrutaría? Aunque claramente dice “afectado”, a lo mejor se refiere que uno sigue percibiendo el mundo pero capta la trascendentalidad de él. Como ahorita dije: vivimos en el tiempo, pero estamos rodeados de eternidad.

Me gusta la idea de la persona que ríe y llora, pero sabe que él no es esa risa ni ese llanto y que incluso está por encima de eso. Sí, claro, disfruta o sufre pero no se ve afectado, afectado en el sentido de que la emoción arrolle su proyecto de vida y lo haga dar traspiés. “El Espíritu es indestructible e imperecedero; todo lo penetra. Nadie puede destruir ese Ser Inmutable”. Me gusta esa frase de Ser Inmutable, si yo soy o formo parte de ese Ser Inmutable, ¿por qué afectar mi vida con un sufrir o gozar que me trastoque cuando yo soy todo y todo es en mí?

A veces he pensado en esto, ahora lo veo aquí expresado en esto del Ser Inmutable. Si me muevo sea buscando lo que me gusta o rechazando lo que me disgusta, no soy dueño de mi destino sino que son los factores externos los que me dominan. Trascender esos factores me lleva a un pleno dominio de mi vida.

Como esos 30 años en la oficina. Son míos y yo soy de ellos, pero al mismo tiempo los trasciendo: agradezco lo vivido, dejo ir y avanzo. Decido sobre mi vida, sobre mis recuerdos, sobre mis emociones y estiro la mano por lo que viene.

Qué fácil se oye, pero ¡30 años! Aún así creo es cuestión de tener la mirada fija en el horizonte y darle tiempo al tiempo. ¡Darle tiempo al tiempo cuando heme aquí hablando de la eternidad! Veo para atrás y mi estado de ánimo es muy distinto de cuando me jubilé. Al principio estaba eufórico, luego se me vino la pesadez de los recuerdos, la nostalgia de la rutina, el extrañar la camaradería del trabajo. Ahora 11


veo como eso se va superando. No tanto por lo que yo haga sino por lo que deje que la vida misma haga conmigo, ¡ah, pero eso sí!, con la idea muy clara en el horizonte. Algo así como sentarse a ver germinar una planta que se convertirá en árbol: simplemente dejo que sucede, pero si adopto otra actitud y me desespero puedo dar al traste con el proceso. Aquí hay más remarcado: “El Espíritu nunca nace y nunca muere: es eterno. Nunca ha nacido, está más allá del tiempo; del que ha pasado y el que ha de venir. No muere cuando el cuerpo muere. Cuando un hombre reconoce el Espíritu como no nacido, imperecedero, inmutable e indestructible, ¿cómo podría este hombre matar o ser muerto? Al igual que un hombre se quita un vestido viejo y se pone otro nuevo, el Espíritu abandona su cuerpo mortal para tomar otro nuevo. Ningún arma puede herir al Espíritu, ni el fuego puede quemarlo, ni el agua pueden mojarlo, ni el viento puede arrastrarlo. Más allá del poder del fuego, de la espada, del agua y del viento, el Espíritu es eterno, inmutable, omnipresente, inamovible, y siempre uno”. Me gusta eso de que “Al igual que un hombre se quita un vestido viejo y se pone otro nuevo, el Espíritu abandona su cuerpo mortal para tomar otro nuevo”, así me siento ahorita, como alguien que está dejando un vestido viejo, mis 30 años de trabajo en mi empleo, pero que se reviste de un traje nuevo con los nuevos proyectos que tengo. Si la pienso más detenidamente, en realidad eso es algo de todos los días. Por ejemplo cuando trabajaba todos los días iniciábamos proyectos, cerrábamos otros, pero siempre con el dinamismo de lo que empieza y termina sin dejar nunca de ser nosotros mismos. Claro que hay eventos más significativos, como en este caso mi jubilación, pero que vistos de esta forma solo forman parte de una larga cadena de eventos, un eslabón más en las vivencias que el destino me tiene contemplado vivir, un paso más de cientos, miles, millones que daré en toda mi vida y con esta perspectiva dar esos pasos de la forma más ligera posible, sin tantas nostalgias y añoranzas que me detienen pero sí, tal vez, sentimientos de alegría y agradecimiento por lo vivido ya que eso me motiva. 12


“Ningún arma puede herir al Espíritu, ni el fuego puede quemarlo, ni el agua pueden mojarlo, ni el viento puede arrastrarlo”, yo agregaría: ni una jubilación terminarlo, ja ja ja, si mi esposa me oyera me dijera que ya estoy con mis cosas, pero ¿acaso no es el humor el lubricante en el engranaje de nuestra existencia?

Esa jubilación no me definió. Al igual que todos los proyectos que he iniciado y terminado no me definido: yo los he hecho a ellos, no ellos a mí. Aunque dejé mi oficina en realidad no la he perdido. Todo lo que viví sigue aquí, conmigo, de ahí la noción de la eternidad. Solo es cuestión de que yo, como dueño de todo eso precisamente opte por sacar, por usar aquello que me sirva. Como cuando hacía algún proyecto, como cuando iniciaba algún trabajo: ponía mi pasión en ello, lo mejor de mi parte y las mejores cosas con que disponía en ese momento. Una vez terminado yo seguía y sigo con ese ánimo.

La vida es un sinfín de ciclos, pero, haciendo eco de lo aquí leído, nada se crea ni se destruye, todo es y en todo somos.

¡Ah, qué rica brisa de la mañana, que aroma de café, que delicia de pan!

Me encanta que los pajarito se me queden viendo. Ahí sobre la banqueta, a cierta distancia, picando aquí y picando allá, como buscando ver que encuentran, pero también como sabiendo que lo que tengo aquí en mi mano es alimento, un rico, sabroso y nutritivo alimento en la forma de pan. Ahí les va un pedacito. Como que sabían que les iba a arrojar un poco de pan pues bien que se quedaron quietos esperando les tirara la miga para ir tras ella. Cada uno toma un poco, pelean por un pedazo, y se alejan volando.

¿Qué sería de aquella barra de granola que hace años dejé en aquel viaje por la montaña? A veces me pongo a pensar lo abismal de las cosas que forman parte de nuestra existencia pero que ignoramos completamente. Por ejemplo, estos 13


pajaritos que acabo de alimentar. ¿De dónde son, dónde viven, tendrán familia, los volveré a ver? De aquella barra de granola que dejé en aquel viaje por la montaña, ¿quién se la habrá comido, le habrá gustado, que habrá sido de él? Cientos, miles, millones de cosas, de vivencias, de situaciones tienen que ver con uno pero simplemente nos encontramos como en una encrucijada, interrelacionamos y luego cada quien, cada cosa, cada vivencia, sigue su camino tejiendo el estambre de la existencia como una compleja tela de araña infinita. Aquí hay más: “Aunque el alma estuviese destinada irremisiblemente al ciclo de nacimientos y muertes una y otra vez, no deberías, aún así, sentirte turbado por la tristeza. Ciertamente, todo lo que tiene un principio ha de tener un fin. La muerte es el final seguro para quien ha nacido. Pero es igualmente seguro que quien ha muerto ha de renacer. Así pues, no deberías afligirte por lo inevitable. Invisibles son todos los seres antes de su nacimiento, e invisibles volverán a ser después de su muerte. Sólo en el transcurso entre estos dos estados invisibles, resulta posible que los podamos ver. Siendo esto verdad, ¿por qué afligirse? Alguien puede creer en el Espíritu, como la visión de una maravilla, y nos lo describe como tal. Mientras que otros tan sólo han oído que es maravilloso; pero aún habiéndolo oído, ninguno de los dos lo conoce en verdad. El Espíritu inmortal mora en todos los seres y la muerte no puede afectarlo. Reponte, pues, de tu tristeza”.

Todo tiene un principio y un final, pero ¿cuál es ese principio y cuál ese final? Pudiéramos decir que mi interacción con los pajaritos inició cuando llegaron y los vi y terminó cuando se fueron y dejé de verlos, pero eso es solo ver parte del hilo de la vida y creer que es toda la madeja. Ellos siguen su vida, tal vez estén ahorita comiéndose el pan, o compartiéndolo con sus críos, o volando en otras partes, no sé, pero sigue su existencia. De la misma forma antes de que llegaran y yo los viera ellos existían. Todo existe, no solo cuando interactúa con nosotros. Los 30 años de mi trabajo, son parte de ese hilo de la vida, no es todo, me duele cuando pienso que es todo, pero si me alejo un poco más, si creo, con base en lo que esto analizando que eso forma parte de algo más grande, me siento dichoso y pleno 14


por el enorme privilegio que se me otorgó para vivir esos 30 años, para ser consciente de ellos, para actuar como testigo de honor de su existencia y de su interacción conmigo, pero hay más, mucho más, tal vez algo tan grande que no puedo verlo, pero puedo intuirlo, y ese tan grande me permite ser parte de él, aunque sean 30 años y aunque sea un trabajo de oficina. Visto así esos 30 años se transforman en parte de algo eterno y ese trabajo de oficina en una labor trascendental. Que hermosa visión: yo, testigo durante 30 años de la eternidad que pasaba ante mis ojos. Aquí hay más, parece ser lo último de este capítulo: “Así pues, escucha la sabiduría del Yoga: camino de la libertad de ataduras y de lo eterno. Ésta es la sabiduría Sankhya: la visión de lo eterno. En este camino, ningún esfuerzo es baldío, ni existe posibilidad de desgracia. Hasta el más mínimo progreso supone liberación de tus miedos. El único pensamiento que debe ocupar la mente de quien anda este camino es determinación”. Determinación. Me gusta más la palabra carácter. Ha de significar lo mismo por la manera en que aquí está expresado. Actuar con determinación, ser uno dueño de su propio destino. Pero para ello uno debe salir un poco del corralito mental, de la visión enclaustrada, y ver todo con esos ojos de eternidad que se esconde detrás de cada acción, de cada emoción, de cada pensamiento.

Testigo de la eternidad. Me gusta.

De alguna manera éste pensamiento refleja mi filosofía de trabajo pues siempre he tratado de hacer las cosas no lo mejor posible sino lo más excelentemente posible. En el transcurso de mis 30 años en la empresa veía como es que nos daban cursos de servicio al cliente, calidad total y esas cosas sin que dichos cursos hicieran algún cambio notable y permanente en mis compañeros, la respuesta que pude concluir es que todos esos cursos llegaban como olas a romper en las rocas que eran la manera en que cada quien tenía deber la vida. Así, mientras no hubiera una filosofía de vida que sirviera de soporte a las ideas 15


que nos daban era como tratar de plantar semillas no digo en tierra agreste sino incluso en concreto o pavimento.

Cada paso, cada acción que uno da en este mundo, en este momento, queda para siempre en la eternidad. Un mal trato a un cliente, un mal trabajo por desidia, un problema de negocios sin resolver, una oportunidad de desarrollo sin aprovechar, queda para siempre en la historia personal de uno, del mundo y del universo. Incluso, al menos así lo veo yo, aunque uno busque resarcir eso lo hecho, hecho está, y no hay manera de cambiar eso.

Claro que me doy cuenta que el mundo actual ha entrado en una dinámica donde a todos los actores participantes se les exige cada día más: más calidad, más servicio, más rapidez, eso es lo que el mundo exige, pero ¿qué hay con lo que nos exigimos nosotros mismos? Cuando la gente recibe más de lo que espera se genera una reacción de reconocimiento y de lealtad. La satisfacción con creces de las necesidades y expectativas de quienes procuran bienes y servicios permite la réplica del éxito a través de la misma promoción de quienes, satisfechos por lo recibido, harán con sus allegados.

También veo que curiosa y paradójicamente hay un fenómeno donde las personas buscan dar el mínimo en su esfuerzo. El pensamiento cortoplacista indica que el mínimo esfuerzo con la máxima ganancia dará el mayor rendimiento, pero convencido estoy que ese pensamiento no contempla la relación en el largo plazo tanto a nivel grupal como individual ni el desarrollo de los proyectos individuales y profesionales que se tengan. Si de manera personal, el servicio, desempeño e interrelación personal, social y empresarial que uno tenga será la mejor carta de presentación que se tenga, con mayor razón cuando el liderazgo y el emprendedurismo son las guías de nuestras acciones.

No se puede ser líder regateando, no se puede ser emprendedor buscando el mínimo esfuerzo, entendamos que ambas acepciones por su misma definición 16


implican un extra en nuestras acciones, un plus adicional que permitirá a quienes lo den el llegar a la cima. Este plus, este extra, necesaria y forzosamente requieren esfuerzo, constancia y dedicación, y permitirá en el tiempo no solo conseguir las metas que nos propongamos sino hacernos de una forma de ser y vivir a prueba de obstáculos, dándonos algo que no tiene precio y que es carácter.

Viéndome a mí y viendo a los demás observo como el ser humano está hecho de deseos prácticamente ilimitados. Todos quisiéramos tener más, ser más, incluso vivir más. Cuando enlistamos todas aquellas cosas que quisiéramos lograr lo lógico es que algunas nos parezcan sino irrealizables casi imposibles, pero si valen la pena, ¿por qué no intentarlo?

¿Cuántas veces he escuchado la frase: "no creí que fuera posible"? Frente a hechos o logros de otras personas lo más natural es que se nos vengan dos ideas a nuestra mente: lo fácil y realizable que parece el hecho una vez realizado y el por qué no fuimos nosotros quienes lo hicimos.

A veces pareciera que ante los retos solo estaríamos dispuestos a correr aquellos riesgos siempre y cuando tuviéramos la certeza de conquistar. Si así fuera ¡dejarían de ser riesgos! Un riesgo implica la posibilidad de ganar o perder, si solo intentáramos aquellos por lo que tuviéramos certeza de lograr la vida sería harta aburrida, pero no solo eso, en realidad nunca creceríamos como personas.

El intentarlo nos permite ver hasta dónde podemos llegar, pero lo que es mejor, desarrollar con la práctica capacidades que nos van haciendo mejores, y no mejores con relación a los demás, sino mejores con relación a nosotros mismos. Este ser mejor abarca crecer en miras, en sueños, en confianza, desarrollar carácter, valor, compromiso, superar nuestros miedos, obstáculos y límites, y finalmente llegar a ser los seres de excelencia que estamos llamados a ser.

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Recuerdo una vez que al inicio de mi recorrer profesional por esos treinta años vi eso de la trascendencia de mis acciones una manera muy clara y muy sencilla. Teníamos que llevar una carga a un cliente, pero por cuestiones de organización interna no pudimos llegar a la hora que habíamos convenido con lo que el cliente, con razón justificada, nos rechazó el embarque. Todavía recuerdo sus palabras: “lo ocupaba para las 12”. Nosotros no pudimos llegar a las 12 y ya la venta no se pudo hacer. Es así como me di cuenta y lo adopté como impulso motivador el que todo lo que uno hace debe ser lo más excelentemente posible, aspirando a una perfección no porque uno la pueda alcanzar o no, sino porque es lo mínimo que uno merece y que merecen los demás.

Ese impulso motivador que todos buscamos para alentar nuestro andar por la vida debe ir en dos sentidos para estar equilibrado: hacia afuera al logro de metas y objetivos y hacia adentro para transformarnos constantemente en mejores y más trascendentes personas.

Entiendo que en ocasiones el término y sentido de lo que entendemos por motivación está profundamente relacionado con lo externo, con el logro de las metas y objetivos tangibles que nos hemos trazado: un proyecto, una formación, una familia, un trabajo, un negocio, un sueño. Pero de la misma forma todos esos logros deben ser el reflejo de las mejoras internas e intangibles que como personas estamos experimentando, algo así como lograr cada vez más siendo cada vez mejores. Todos conocemos el término de “el camino fácil”, y no solo el término sino incluso la idea que resulta bastante tentadora de lograr lo que queremos de la vida de una manera fácil y rápida, aunque en ocasiones eso significa renunciar a lo mejor de nosotros mismos como personas. Curiosamente ese “camino fácil” también es el camino más corto, no solo hacia la meta sino también de nuestro desarrollo persona. Lograr algo de una manera fácil 18


(con todas las acepciones que ese término implica) no nos permite recorrer la vida a través del esfuerzo y la dedicación y por lo tanto no crecer en carácter como personas.

Es como la historia del que de repente se saca la lotería y termina despilfarrando la fortuna pues ésta no fue fruto del esfuerzo y la dedicación. En el caso del “camino fácil” lo que se despilfarra no es otra cosa que nuestra propia vida, finita y limitada en la cual estamos llamados a dar frutos y frutos en abundancia.

Recuerdo un breve relato de una pareja de esposos que están juntos viendo el atardecer y el esposo le comenta a la esposa que algún día serán ricos, entonces la esposa le responde que ya son ricos, inmensamente ricos, pues se tienen el uno al otro, que en todo caso tal vez algún día tengan dinero.

El mundo actual vaciado hacia el logro personal y la conquista a través del esfuerzo puede llevarnos a descuidar eso que nos hace verdaderamente ricos y que, curiosamente es invaluable, y que es nuestra propia persona. Nuestros valores, nuestros ideales, nuestro carácter; todo eso son cuestiones que la vida pondrá a prueba, como el fuego al acero, para templarnos, para hacernos más fuertes y, sobre todo, para hacernos mejores.

Claro que es bueno el tener, es bueno el lograr, es bueno el ganar, pero todo ello debe ser el reflejo de nuestro crecimiento como personas por lo que debe ir de la mano con la mejora interna de nuestro propio ser y mostrarnos y hablarnos de aquello que no podemos ver ni escuchar de otra forma.

Así como el fuego libera de las impurezas al oro, así las pruebas de la vida nos liberan del oro que hemos acumulado y que brilla bastante, pero que no somos nosotros pues nuestra esencia no es lo que llegamos a tener sino lo que llegamos a ser, o como una vez escuché, el único resplandor que queda al final es el del brillo que hayamos logrado sacar a nuestra alma. 19


Esos treinta años están en mi vida, muchos momentos en ellos me enorgullecen, otros no tanto, pero lo que sí puedo decir es que siempre traté de hacer las cosas impecablemente. Hasta ahorita no había comprendido la trascendencia de eso pero estas palabras, esta lectura, me permite ver que el aquí y ahora es una ilusión que nos permite funcionar pero que en realidad estamos parados en la eternidad y que todo lo que hagamos, bueno o malo, perfecto o imperfecto, quedará por siempre y para siempre y de eso no habrá nadie que sea responsable más que yo.

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ABRIENDO CICLOS

Si, por favor. Ya me lo terminé. Está muy rico, ¿podría traerme también otro pan dulce? Gracias

Que agradable estos tiempos que puedo darme, y más aún ese disfrute que he ido adquiriendo conforme mi vida ha ido avanzando. Me acuerdo cuando joven, todo era velocidad, rapidez, un correr por aquí y por allá. Apenas y si me fijaba, por ejemplo, en este trinar de aves que escucho en los árboles de enfrente. ¿Cuánta gente los estará realmente escuchando, apreciando? Por lo menos yo no veo que nadie más esté prestando atención a esta melodía de la naturaleza.

Allá está aquella persona hablando por su celular, estos de la mesa de a lado están platicando, aquel otro con sus audífonos dudo mucho pueda oír siquiera su respiración. Qué maravilla. Como si ese concierto fuera para mí. Mi momento. Que belleza.

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¡Gracias, muy rico el pan por cierto! Mi segunda taza, mi segundo pan… ¡mi segundo trabajo!

La verdad yo siempre creí que cuando me jubilara me iba a retirar a vivir mi vida en paz, pero ¡caray!, uno no piensa llegar a la jubilación con tanta energía, con tantos sueños. Todavía me acuerdo que faltaban un par de años para que me jubilara y mi esposa y yo hablamos de ello. “Veme consiguiendo una hamaca y unas pantuflas”, bromeaba yo. Ya cuando faltaban algunos meses nos pusimos a hablar en serio de esa idea de emprender juntos un negocio. “¡¿Para qué quieres seguir trabajando, papa?!”, me habían preguntado mis hijos. Y la verdad no sabía que responderles. ¿Acaso era como el burrito de noria que acostumbrado a dar vueltas y vueltas quería seguir sintiendo el yugo sobre mi espalda? Cómo pensé en eso, pero la verdad es que uno conforme avanza por la vida se va dando cuenta que algún día este caminar llegará a su fin y la verdad no quería estarme lamentando en mis últimos momentos de no haber intentado aquello que quería hacer, ¡y vaya que ese negocio era algo que mi esposa y yo trajimos durante años en mente? A veces nos poníamos a hablar como si ya tuviéramos el negocio diciendo qué haríamos, qué pondríamos, ¡incluso como responderíamos a los problemas que enfrentáramos! Esto también me fascina de mi existencia como persona: ¡como si no tuviera suficiente con la vida presente que vive, uno todavía se pone a pensar en otras vidas que aunque no sean nos permiten interactuar con nosotros mismos y con los demás en una realidad alterna!

Pero al fin llegó el día de saltar de una liana para agarrarme de otra. Que pesado al principio. Igual yo siempre he estado habituado al trabajo, pero unas cosas son las responsabilidades como empleado y otra ya como dueño. Qué hermoso se veía nuestro negocio hace unos meses cuando lo inauguramos. Ya habíamos estado haciendo labor con posibles clientes así que cuando abrimos todo fue cuestión de darle continuidad a la relación y permitir el negocio avanzara, pero a veces me remuerde la conciencia pues también con la perspectiva de que mi vida 22


terminará ¿por qué no dejo todo esto y me pongo a disfrutarla? La respuesta me asalta casi inmediatamente: ¡pues por qué estás haciendo precisamente lo que te gusta, aunque esto sea trabajar!

Uno piensa que ya con la edad ciertas cosas no le pasarán, por ejemplo, esos nervios que sentí antes de la inauguración y esa ansiedad las semanas siguientes. Si bien la vida nunca nos deja estar tranquilos, hacía rato que ese tipo de preocupaciones no llegaba al límite de hacerme perder el sueño o mortificarme. Poco a poco las cosas fueron tomando su cauce y el nerviosismo y la ansiedad inicial dieron pasos al trabajo y a una especie de satisfacción.

Si bien en mi trabajo siempre traté de demostrar esa excelencia que he compartido de visión sobre la vida, ahora de jefe he podido aplicar digamos al 100% todo lo aprendido. Cosas incluso que ni yo sabía que tenía, como es habilidad para los números y las cuentas que me permitió las primeras semanas pagar los sueldos y los gastos del negocio en tanto éste comenzaba a dar algo.

Me gusta pensar que la vida está hecha de los sueños que tengamos. Este negocio es eso, un sueño que como puente, una vez concluido el anterior, me permite seguir avanzando en mi existencia, a la vez que hago lo que quiero, lo que me gusta.

Pero, ¿dónde me quedé en esto que leía? A ver, aquí hay varias hojas donde, quien dejó este libro aquí, no remarcó nada. Veamos. Veamos. ¡Ah, aquí comienza de nuevo a remarcar! A ver. “Cuando un hombre se libera de todos los deseos que anidaban en su corazón, y por la gracia de Dios encuentra la dicha divina, entonces su alma descansa definitivamente en paz. El que no es perturbado por las penas ni anhela las alegrías, ya desapegado de los placeres y estando más allá de la pasión: éste es un sabio de mente equilibrada. Quien no se regocija en la fortuna y los bienes, ni se apena en el infortunio o la enfermedad;

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aquél que donde quiera que esté está libre de ataduras, sin duda posee suprema sabiduría”.

Paz. No puedo decir que estoy en paz. A menos que mi visión de paz sea muy exigente. Siempre tengo alguna preocupación. En este nuevo trabajo los sueldos, la luz, el agua, la gasolina de los autos, el internet, ¡tantas cosas que pensar! Y claro, sin olvidar la preocupación más grande e importante: los clientes. Cuando escucho “estar en paz” me viene a la mente un estado soporífero donde uno está casi sin hacer nada. Tal vez y sí soy demasiado exigente. Aquí por lo que leo es una paz dinámica, una paz que nace del entendimiento propio de lo que es uno, de lo que son los demás y del significado de la vida y la existencia misma. ¡Ah, que reflexivo me vi!, pero ¿acaso uno puede llegar a saber cuál es el sentido de todo? Nunca me ha gustado reflexionar mucho, se me hace que quien piensa mucho vive poco y a mí me ha mantenido la vida muy ocupado como para pasármela pensando. Trabajar, mi esposa, mis hijos, mi vida, todo ha sido un continuo devenir de situaciones que trato de enfrentar con el mejor de los ánimos, aunque a veces la vida misma me aplaste, y sin embargo, pensando un poco las cosa, creo que estoy en paz.

No esa paz casi sepulcral que me imaginaba, sino una paz que emana de mi conocimiento, de la satisfacción de lo logrado, algo así como el capitán que aún en la peor de las tormentas se siente seguro pues sabe que la travesía incluye esos vaivenes. Me gusta esa idea: ¿Cómo disfrutar de una travesía por el ancho mar sin sortear tormentas? Imposible, casi casi equivaldría a nunca salir del puerto. “Cuando un hombre se libera de todos los deseos que anidaban en su corazón, y por la gracia de Dios encuentra la dicha divina, entonces su alma descansa definitivamente en paz”… los deseos de su corazón… los deseos de su corazón…, siempre me he imaginado a esos santos e iluminados sin eso que nosotros conocemos como “deseos de su corazón”, gente desprendida de las pasiones, pero ¿cómo seguirían vivos sin nada que los aferrara a la vida misma?, 24


no sé si se pueda llegar a ese nivel de desprendimiento, realmente no desear nada, se me hace casi imposible. Pero reflexionando en mi vida siento ahora la calma de la tormenta que ha pasado y me permite disfrutar del aroma de la tierra mojada y de la naturaleza límpida que con la lluvia ha quedado. Esa tormenta no es más que mis pasiones de joven, la misma fuerza que me empujaba adelante veo que como huracán ha amainado. Ya no siento es aprensión, soy capaz de escuchar, de pensar, de dejar que no sean mis emociones ni mis pensamientos los que a trompicones me hagan ir se aquí allá, sino permitir que las cosas adquieran su propia naturaleza y se encaucen de una manera sencilla para descubrir lo mejor que uno puede hacer.

Recuerdo la primera pelea que tuve con mi esposa. Yo siempre dejaba mi ropa acomodada en cierta forma. Me levanté atrasado para ir a mi empleo y a la señora se le había ocurrido cambiar el acomodo de mis cosas. ¡Ah, como discutimos en esa ocasión… y luego como nos arrepentimos! Lloramos y nos disculpamos, y bueno, la vida siguió. Pero ahora lo veo y casi casi veo a otra persona, otro yo diferente donde los exabruptos eran cosa de todos los días y donde las emociones estaban a flor de piel.

¿Quién tiene la razón? Uno podría pelear y pelear y pelear si tuviera la certeza de tener esa razón, pero ¿quién tiene la razón? Me costó mucho tiempo entender que en el mundo de los negocios es de suma importancia tener la razón, pero no en la familia, ahí es mejor estar en paz. En el mundo de los negocios la inteligencia predomina, en la familia son los sentimientos los que están por encima de todo. ¿De qué vale tener la razón –y defenderla a costo de todo- en la familia si con ello se perderá esa tranquilidad? Bueno pues así lo veo hoy. Esa paz que tengo no es por esa carencia absoluta de deseos, sino porque se han ido esos deseos que más que liberarme me constreñían como si ellos mandaran sobre mi vida. Y me siento en paz.

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Pero incluso esa paz que ahora siento no ha sido un obstáculo para que avance decididamente en las nuevas metas que me he propuesto, al contrario, esa tranquilidad me ha dado lucidez mental que me permite pensar bien las cosas y actuar como dicen con pies de plomo. “Quien no se regocija en la fortuna y los bienes, ni se apena en el infortunio o la enfermedad; aquél que donde quiera que esté está libre de ataduras, sin duda posee suprema sabiduría”, bueno, bueno, no creo ser sabio ni nada de eso pero me he dado cuenta que la vida es por sí misma y que debo aprovechar mi momento aquí más que sacrificarlo por una carrera loca en pos de lo que no soy yo ni puedo llevarme cuando me marche.

Curiosamente esta forma de pensar que para alguien pudiera sonarle como desapegada de los logros y las conquistas o el llegar a obtener no me ha hecho menos capaz, menos competitivo, o menos profesional, al contrario, me ha liberado para lograr esto último en función de mi persona, es decir, los logros y las conquistas están para mí, no yo para los logros y las conquistas.

De la misma forma, aunque pareciera ir en sentido contrario, esto me ha permitido un mayor nivel de excelencia y profesionalismo pues ya no busco solo el beneficio inmediato que pudiera obtener de algún cliente sino entablar una relación de largo plazo con él, lo cual solo puede darse con el servicio, la calidad y la calidez, relación que por ser de largo plazo redituará mayormente en beneficio de ambos que si tan solo buscar la ganancia aquí y ahora.

Recuerdo que esto lo aprendí en mi empleo, en los primeros meses, cuando una vez el que era el dueño se me acercó mientras un cliente hacía una reclamación, mi jefe preguntó que si qué pasaba a lo que yo le hice ver que el cliente estaba reclamando como garantía del producto que acababa de adquirir algo que no era cubierto por la empresa, sé que no era mucho el importe involucrado, pero la garantía era la garantía y lo que quería el cliente no era cubierto por ella. 26


Recuerdo que mi jefe le dijo al cliente que no se preocupara, que la empresa correría con responderle en cuanto lo que solicitaba. Cuando el cliente se retiró recuerdo que mi jefe me dijo, y ahora lo entiendo, que si bien yo tenía la razón en cuanto a la relación con los clientes debía también tener la visión: lo que el cliente solicitaba si bien no era procedente conforme a la garantía no implicaba realmente un quebranto financiero para la empresa, y sí, si nos negábamos nos ahorraríamos eso pero perderíamos un cliente, y señaló esa frase que se me ha quedado grabada, que la entiendo ahora, que la vivo en lo que hago y que, curiosamente tiene que ver con esto que estoy leyendo: “el cliente es más importante que unos pesos”. Lógica: el cliente puede traer muchos pesos más en el futuro, pero unos cuantos pesos hoy pueden hacer perder a un buen cliente.

Recuerdo cuando le platiqué esto a un amigo el amigo se burló de mi jefe diciendo que por eso no tenía más dinero, ¿más dinero?, si mi jefe estaba forrado en dinero o al menos vivía mucho mejor que todos nosotros, en cuanto a mi amigo, pues la verdad es que ahora con el tiempo no veo que esa filosofía le haya dado más dinero, al contrario, el sentido de ganancia inmediata le ha hecho perder buenos clientes y uno que otro proveedor. Tal vez esa sabiduría a la que se hace aquí referencia, sabiduría como el saber algo, pero saberlo bien, completo, total. Una ganancia inmediata en el aquí y ahora no es una visión amplia de los sucesos. A veces creo que por visiones así se ha echado a perder muchas cosas en nuestro mundo, por ejemplo lo del medio ambiente. Las ganancias inmediatas que pudieran obtenerse de expoliar al medio ambiente vuelven con el tiempo para cobrarnos factura y en ocasiones, sino es que siempre, con intereses. Es así como esa sustentabilidad de la que ahora se habla busca precisamente equilibrar esas ganancias del aquí con los beneficios futuros del mañana. Igual con la relación con los clientes. Me gusta pensar en eso en términos iguales de sustentabilidad: calidez, calidad y servicio.

Entiendo que una cualidad del ser humano es su constante inconformidad ante la vida, esto nos ha empujado tanto como de manera individual como grupal, a los 27


cambios y evoluciones que han mejorado nuestra vida y nuestro entorno, aún así siempre tenemos esa inconformidad presente en nuestra vida que nos recuerda que solo estaremos tranquilos cuando la excelencia y perfección sea alcanzada. ¿Cuántas veces nos ha sucedido que ante alguna tarea que se nos ha encomendado simple y sencillamente no nos ha gustado y hemos empezado de nuevo de cero la misma? Un escrito, un dibujo, una pintura, un discurso, todo lo que hacemos es susceptible de, como coloquialmente se dice, "no llenarnos el ojo" y simplemente deshacerlo para volver a hacerlo. Lo anterior, que supongo todos en algún momento hemos experimentado, es un reflejo del sentido de excelencia y perfección que tenemos ante la vida, las relaciones y todo aquello que realizamos.

Esto tiene un mucho de positivo pues nos empuja a mejorarnos constantemente, a superarnos a nosotros mismos y a tratar de alcanzar esa excelencia a la que todos aspiramos, pero de la misma forma agrega una presión considerable pues de la misma manera nos condiciona para exigir a los demás ese grado de perfección que pocas veces es alcanzado.

Recuerdo una historia de un águila que cayó de su nido y desde pequeña fue criada por las gallinas, cuenta la historia que una vez que creció el águila se comportaba como gallina, escarbaba el suelo en busca de semillas y apenas y si daba unos tímidos revoloteos. En una ocasión ve un águila en lo alto y se asombra de lo bella, hermosa e imponente que es, a lo que las gallinas le dicen que se trata de un águila, el rey de las aves, pero que ni sueñe porque ellas son gallinas y no pueden aspirar más que a vivir al ras del suelo.

En nuestro interior todos sentimos que no somos solo esto que vemos y tenemos, sentimos, como el águila de la historia, que a pesar de andar al ras el cielo nos llama, hay algo que retumba constantemente en lo que hacemos, incluso en los problemas que enfrentamos, que nos dice lo grandioso que somos y que estamos llamados a ser. 28


Pero de la misma forma que la historia, constantemente vemos, sentimos y oímos ese llamado a seguir al ras del suelo, a no pensar en volar (al menos no volar mucho) y en conformarnos cuando de inicio no estamos llamados a eso sino al contrario, es con todo eso que tengamos en contra como al final nos daremos cuenta que nuestro lugar no está al ras del suelo, sino en lo alto del cielo.

Este llamado a la excelencia no es imperativo de lo que hacemos, sino de lo que somos, somos seres de trascendencia, podemos ver hacia el pasado y construir hacia el futuro, podemos hundirnos completamente en la oscuridad para luego salir volando hacia la luz, podemos experimentar en nuestro interior lo mismo el cielo que el infierno, en una palabra podemos sentir constantemente la necesidad de la plenitud, de la totalidad, de la trascendentalidad.

Con esta manera de pensar he desarrollado una acción para cuando me llega la frustración: cuando ese momento llega, es decir, cuando me siento inconforme, cuando siento un revés en mi vida, me detengo un momento y me doy cuenta que ese sentimiento que siento es un grito ahogado de mi interior que me dice que no pertenezco a ahí, que estoy llamado a ser más y mejor, que no debo ni puedo conformarme con menos que la excelencia, pero de la misma forma, que aún sintiendo ese abatimiento de mi deben salir las fuerzas necesarias para levantarme y remontar mi camino.

Los momento de oscuridad en nuestra vida nos hacen sentir de manera palpable el hecho de que estamos llamados a la luz, de la misma forma la inconformidad que experimentamos es un reflejo de nuestra vocación hacia la excelencia y la trascendentalidad. ¿Qué más está aquí remarcado?, veamos, “el apego surge del deleite en los placeres de los sentidos; del apego surge el deseo y del deseo, la lujuria y el ansia de posesión; y esto conduce a la pasión y a la ira. La pasión turba a la mente y 29


merma la memoria, haciéndonos olvidar nuestro deber. Esto acarrea la insensatez, y la insensatez lleva al hombre a la destrucción. Pero el alma que a pesar de estar en el mundo de los sentidos, mantiene sus sentidos bajo control está libre de apego y descansa serena”. Supongo se refiere a esa ambición desmedida que uno puede experimentar en la vida. Una vez leí, no sé dónde, que alguien había dicho que la tierra tenía recursos para sostener la vida de millones, pero no para satisfacer la ambición de unos cuantos. Creo es verdad. El siempre querer tener más no tiene fin, como decimos, no tiene llenadera. En los negocios he visto eso, como aquella vez que se quería cambiar el empaque de cierto producto por otro, no era mejor el empaque ni nada de eso, ¡ah!, pero el diseño permitía ponerle un poquito menos aunque se vendiera al mismo precio. Al final el sentido ético de la empresa se impuso y sí se cambio el empaque pero también se ajustó el precio. Ahora veo en ocasiones que no es así, cada vez cosas con menos contenido o de menor calidad pero precios más y más altos, por eso no hay clientes leales, ¡porque no hay empresas leales!

Pero no puedo generalizar. Este café, este pan, este lugar y el servicio atento me hacen ver que no todos son así, pero en nosotros está el premiar y reconocer a quienes nos ofrezcan esto que por lo visto ahora se puede considerar un plus cuando más bien debería ser lo mínimo a esperar en una relación, sí comercial, pero también de respeto. “La pasión turba a la mente y merma la memoria, haciéndonos olvidar nuestro deber. Esto acarrea la insensatez, y la insensatez lleva al hombre a la destrucción”. La calidad en el servicio, en los productos, es lo contario a esta ambición, pero igual implica un deseo por hacer las cosas de manera excelente, quien no puede ver esto es preso de sus propios instintos, o pasiones o pasiones como aquí dice. Y esta destrucción igual puede ser en la vida personal o profesional, en esta última en los negocios y las relaciones que con nuestros proveedores, nuestros clientes, nuestros jefes y nuestros empleados entablemos.

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Pasión, supongo se refiere al sentimiento avasallador connatural de la ambición por que también existe esa pasión donde uno pone el corazón, como decimos, en todo lo que hace lo que permite darle un sentido a lo que hacemos y a lo que somos. Pero viendo así las cosas entonces debemos tratar de hacer lo mejor que podamos lo que hacemos pues eso mismo será lo que somos y nos llevará por senderos donde al final nos sentiremos satisfechos o no de lo logrado, yo al menos deseo sentirme satisfecho. Satisfecho como ahorita, sentado aquí, sintiendo este aire tan agradable que marca el momento en que el día comienza a cambiar de la frescura de la mañana a esos bochornos de mediodía, ¿mediodía?, aún faltan unas horas pero igual que bien me la he pasado. Me doy cuenta como estos espacios conmigo mismo me permiten pensar en lo que he hecho, en lo que puedo hacer, pararme por así decirlo a la mitad de una cuerda floja que estoy surcando para ver donde he estado y hacia dónde puedo ir pero siempre teniendo la conciencia de donde estoy para no caer. “Pero el alma que a pesar de estar en el mundo de los sentidos, mantiene sus sentidos bajo control está libre de apego y descansa serena”, me gusta pensar en esa serenidad como algo a mi alcance, por ejemplo, este momento. Gente que camina de aquí para allá con sus manos cargadas de cosas y sus mentes llenas de ideas, autos que recorren las calles en un interminable tiovivo con personas sin noción unas de otras, maquinaria que se oye a lo lejos tal vez de una construcción o bien de servicios públicos, pero detrás de esos sonidos y esas imágenes hay otro mundo, un mundo que ahí ha estado, un mundo que ahí está, un mundo que descansa sereno en sí mismo invitándonos a nosotros a esa serenidad. Ese grillo que canta, por ejemplo. No lo veo. No sé donde estará. Sí sé de donde viene su sonido. Parece que de esas plantas. Aún así no lo veo, pero sé ahí está. Pero ya estaba antes ahí, antes de que yo me diera cuenta, antes de las gentes, los autos y la maquinaria. Un grillo que solo se tiene a él y su corta existencia. Y yo, ¿seré más que un grillo? Mi vida llena de problemas, de angustias, de pesares, ¿acaso debo cargar tanto? También tengo alegrías, esperanza, momentos de paz, ¿acaso no puedo elegir? No digo elegir lo que me pase sino más bien elegir cómo 31


reaccionar ante lo que me pase. El grillo canta y yo ¿no puedo cantar?, ¿Cómo iba aquella canción de mi juventud? La letra no la recuerdo, pero la tonada era “mmmmmm mmmmm mmmmm, mmmm mmmm mmmmmm, mmmm mmmmmm, mmmmmm…”, algo así. Este momento de este mi canto, mi momento, duró unos segundos, ni el mundo cambio ni mi vida: la gente, los autos, la maquinaria todo sigue aquí, igual mis pendientes, mis proyectos, mis dudas, mis anhelos, pero por un momento hice todo a un lado y solo existía mi canto. El grillo vuelve a cantar. “Mmmmmm mmmmm mmmmm, mmmm mmmm mmmmmm, mmmm mmmmmm, mmmmmm…” Él y yo cantamos. Él con su crepitante sonido, yo con un tímido tarareo de una canción que no recuerdo su letra pero que aún retumba en mi corazón. No busqué superar su canto, al contrario, me gustaba oírlo como parte del mío. Respeto y tolerancia. Y si puedo respetar y tolerar a un grillo, ¿no podré respetar y tolerar más a una persona? Mi familia, mis amigos, ¡mis clientes! Así es, mis clientes. Clientes que son personas al fin de cuentas y que de una u otra forma confían en los servicios que se les dan, en los productos que se les ofrecen. La calidad, la calidez y el servicio forman parte de ese respeto que les doy, pero que también me doy a mí mismo pues sé que estoy llamado a la excelencia y por lo tanto no me conformo con menos. Aquí sigue lo remarcado, “Un hombre sin disciplina, jamás obtendrá sabiduría, ni tampoco contemplación. Sin contemplación no puede haber paz, y sin paz, ¿cómo puede haber gozo? Pues cuando la mente vaga tras los placeres de los sentidos, la pasión perturba su sabiduría, igual que el viento empuja un cascarón sobre las aguas. El hombre que aparta sus sentidos de los placeres externos obtiene serena sabiduría. Cuando es noche para los demás seres, el hombre disciplinado despierta a la Luz. Y lo que es día para los demás seres, para el sabio que puede ver, es noche. Al igual que todas las aguas fluyen hacia el océano, y no por eso el océano se desborda, el sabio, aunque le surjan deseos, permanece en unidad inquebrantable con su paz interior. El hombre que abandona el orgullo de la posesión, libre del sentimiento del “yo” y de “lo mío”, alcanza la paz suprema”.

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Siempre he pensado, y así se los he transmitido a mis hijos, que todo en esta vida requiere de dos cosas: constancia y disciplina. Bueno, no siempre, esto se me tuvo que inculcar por mis padres. Recuerdo cuando una vez le dije a mi madre que no deseaba ir más a la escuela. No me gustaba además que había chicos que se la pasaban molestándome, ¿por qué aguantar todo eso? “Muy bien” –me dijo mi madre- “solo que de ahora en adelante debes pagarme por comer en esta casa, porque te tenga tu ropa limpia, por tener un lugar donde dormir” Cuando le pregunte que si por qué tenía que hacer todo eso me aclaró que antes mi obligación era estudiar, prepararme, ese era el pago que yo les hacía por todo lo que ellos me daban, pero si ya no quería pagarles con ese esfuerzo entonces había que cambiar la moneda. Ni que decir que mi deseo por desertar de la escuela se esfumó y comprendí que uno debe seguir adelante en sus metas sin dejarse detener por los embates que de la misma vida pueda recibir.

Primaria, secundaria, preparatoria. Yo creía tener muy arraigado eso de la constancia y la disciplina, pero vino la carrera… y la oportunidad de trabajar. Cuando estaba estudiando la carrera me surgió la oportunidad de trabajar medio tiempo, lo cual hice con gusto, aunque me costaba un esfuerzo adicional pues tenía que trabajar y estudiar, pero al fin podía disponer de mi dinero. Cuando se me ofreció la posibilidad muy tentadora de trabajo de tiempo completo fue mi padre quien me arrojó luz. “Es tu decisión, hijo, solo considera esto. Estudiar ahorita es como ahorrar. Tal vez te prives de algunas cosas, como esta oportunidad de trabajar tiempo completo, pero a la larga poseerás un capital para adquirir cosas mayores y más valiosas. Pero igual, si no deseas esperar puedes ahorita mismo gastarte ese capital, dejar la escuela y comenzar a trabajar, solo que igual que el ejemplo, dinero que se va ya no vuelve, piensa bien en que lo gastas”. Tres días me llevó tomar la decisión pero al final opté por continuar mi carrera. La verdad no puedo decir que si hubiera dejado la carrera me hubiera ido mal, eso no lo sé. Amigos que dejaron los estudios les ha ido bien, lo único que puedo decir es que mi constancia y mi disciplina se fortalecieron y hasta la fecha

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tengo herramientas profesionales que me han servido para construir mi proyecto de vida. “Cuando es noche para los demás seres, el hombre disciplinado despierta a la Luz”, que cierta esa frase, el menos como la entiendo, es decir, que la disciplina, más bien la constancia y la disciplina, pueden transmutar los eventos que uno enfrenta en la vida. Muchas veces me ha tocado ver compañeros que se abaten ante lo que les pasa, igual yo me llego a sentir mal, triste o deprimido, pero no dejo que las circunstancias sean las que decidan lo que debo hacer. En todo caso el paso que hay de dar lo doy aunque no tenga gana, esta constancia y disciplina cuando se llega a arraigar en uno con base en el ejercicio continuo de la misma llega a formar lo que llamo carácter. No quiere decir que si las cosas van mal, si las circunstancias son adversas, uno haga como si todo estuviera bien, para nada, tampoco se trata de fingir o que no es, por el contrario, o al menos así lo veo yo y así lo he vivido yo, se trata de que a pesar de lo que nos toque vivir uno sigue avanzando. Una vez leí por allá que en ocasiones uno debe seguir caminando incluso cuando se halla hecho de noche y es algo con lo que estoy de acuerdo. Tal vez ambas frases se refieren a lo mismo: esa capacidad inherente en cada uno de nosotros de hacerse dueño de su propio destino.

Claro que no he llegado a esta paz que aquí se menciona, ojalá algún día lo haga, a veces me desespero, me turbo, me angustio, como en los primeros días de mi negocio en que no sabía siquiera si tendría para pagar la luz, el agua, los proveedores, los sueldos y un sinfín de cuentas que parecían acumularse mientras los ingresos llegaban a cuentagotas, pero sí he llegado a esa paz basada en un confianza, no de que las cosas van a salir bien a como yo quiero o pienso, sino que van a salir bien a como necesito vivirlas y es así, de mi vida, de donde saco las lecciones que me permiten crecer como persona, como profesionista.

Mientras puedo darme el lujo de sentarme, como aquí, tomarme un café, como este, y simplemente ser, como ahora. 34


TRASCENDIENDO CICLOS

Con razón sentía ese calorcito en mi espalda, no me he dado cuenta y el sol ha comenzado a pegarme de lleno, pero ahí veo otra mesa desocupada, más en la sombra de aquellos árboles, aún no quiero irme, estoy muy a gusto, este es mi momento.

¡Oiga!, voy a cambiarme de mesa, me llevaré estos panes, que por cierto están muy sabrosos, pero tráigame, por favor un poco más de café.

Ya con esta serían tres tazas y tres panes, pero, ¡que rico está!

Viendo este último pan que me queda no puedo menos que pensar en mi nieta, ya lejos de aquí, ¡y cómo le gustaba el pan dulce! Recuerdo el día que mi hijo me dijo se cambiaría de ciudad. Un mejor trabajo, una mejor oportunidad. ¿Qué padre 35


puede no sentirse feliz por algo así? “¿No te alegras, papá?”, estas palabras me sacaron del shock que el anuncio me había producido. “Claro que sí, mi hijo, me da gusto, has trabajado mucho y sé que puedes dar más”. Los pasitos de mi nieta que se oían en la cocina y su voz preguntando cosas, tratando de devorar el mundo con su curiosidad, eran la razón de los sentimientos encontrados que en ese momento experimentaba.

El marasmo de pensamientos se agolpaban en mi mente, igual que ahorita lo hacen: la noticia de que iba a ser abuelo, cuando pude sostener a mi nieta por primera vez en mis brazos, su primer llanto, su primera enfermedad, sus primeros pasos. ¡Maldición, no ahora, no más lágrimas! Lo bueno es que aquí hay servilletas. Como me he vuelto llorón ahora de viejo. En momentos como este siento ese sentimiento en mi interior y lo abrazo pues es algo tan maravilloso, tan abrumador, tan doloroso y a la vez tan amoroso.

Ya han pasado algunos meses y aún no me acostumbro. Los primeros días llamadas diarias, luego cada tres días, ahora cada semana. Internet, videos, celulares, todo esto ha hecho un poco más llevadera la carga emocional de tener a mi nieta lejos, pareciera estamos cada día a su lado viviendo lo que ella vive y sintiéndonos parte de una vida que aunque lejos no deja de ser nuestra. Aún así me hace falta ese pedacito de carne acurrucado en mis piernas preguntándome como conocí a su abuela, como las aves vuelan y los peces respiran en el agua o por qué rezamos cada noche.

Que torpe me he sentido ante las preguntas de una niña de años. Yo un adulto que cree saber del mundo, que cree entender de la vida, tratando de responder a donde se fue su bisabuela, mi mamá, cuando nos despedimos por última vez de ella. Mi nieta me ha hecho ver a través de sus ojos de inocencia que el inocente soy yo, pues creyendo saber no sé y creyendo entender no entiendo. Construyo, como todos, respuestas para hacer este mundo más llevadero, pero sé tanto de la vida como una hormiga pudiera saber del funcionamiento del universo. Y aún así 36


me siento tan orgulloso, tan enormemente orgulloso de que yo, siendo esa hormiga existencial, pueda tomar en mis brazos a mi nietecita y darle una explicación que si bien no le responde toda su duda a cabalidad le da algo más importante: seguridad, estabilidad, confianza y esperanza.

¡Ah!, gracias. El café está muy rico. Ya va a ser ésta la última taza. Y gracias por el pan, ya puede llevarse esto. No, no voy a querer más, ya con esta serán tres piezas y mi esposa me va a matar si me lleno y le dejo toda la comida servida. Gracias. Sigo con la lectura de lo remarcado. “Al igual que todas las aguas fluyen hacia el océano, y no por eso el océano se desborda, el sabio, aunque le surjan deseos, permanece en unidad inquebrantable con su paz interior. El hombre que abandona el orgullo de la posesión, libre del sentimiento del “yo” y de “lo mío”, alcanza la paz suprema. Este es, oh Arjuna, el hombre que descansa en Brahman. Al reconocerle desaparece toda ilusión. Aunque esto ocurriese en el último momento de la vida de un hombre sobre esta tierra, éste puede alcanzar el Nirvana Supremo: este hombre encontrará paz en la unión con Dios”.

Comparado con mi vida siento llegar a un momento de mi existencia donde este remanso, si no alcanzado, es alcanzable. Ya no siento esas vicisitudes propias de mi juventud, donde la pasión e impaciencia se conjuntaban junto con los deseos y la ambición, sino que veo, siento y valoro la paz misma que me da ser y vivir. Me fascinan los proyectos que empiezo, como el de este negocio, pero ahora lo hago por gusto, con un sentido de compromiso conmigo mismo y con los demás, y con una visión no solo prospectiva sino trascendente. Aquí sigue. “Antes te he hablado, oh príncipe sin mácula, de dos caminos que conducen a la perfección, el de la sabiduría de los Sankhyas, Jñana Yoga, y el camino de la acción de los yoguis, el Karma Yoga. El desapego en la acción no es alcanzable mediante la pasiva inactividad. Ni la suprema perfección es alcanzable 37


por la mera renuncia. Pues el hombre no puede estar inactivo ni por un momento. Todo es impulsado a la acción irremediablemente por las tres fuerzas de la naturaleza: los tres Gunas. Aquél que se abstiene de la acción, mas no aparta su mente de los placeres de los sentidos, vive en la ilusión y es un falso seguidor del Camino. Pero aquél que, manteniendo todos sus sentidos bajo control y libre de apego, se entrega al camino del Karma Yoga, de la acción sin apego, éste es un gran hombre en verdad”.

Ese apego es el que sentí, el que siento con mi nieta. Como me dolió cuando se fue. Todo en la casa me la recordaba. En esos momentos, como en otros, como ahora, he llegado a pensar que la vida nos da y que la vida nos quita en un vaivén sinfín de olas existenciales para erosionar el ego de nuestra existencia y quitarnos poco a poco ese apego que aquí se menciona.

Cuando triste me sentía por no tener a mi niña recordaba como yo también en su momento alcé mi vuelo cuando era joven y volé con alas propias, claro que yo no me fui de ciudad estando tan pequeño como mi nietecita, pero los ojos de mis padres se anegaron de lágrimas cuando les dije que me iba a la universidad a otra ciudad. Yo ya estaba grande y creía que mis padres estaban más bien distantes de mí. Mi papá siempre fue un hombre duro, mi madre si bien más emocional ya me veía como un hombrecito, con sus propios espacios y sus propias ideas, ideas que muchas veces chocaron con las que ellos tenían. Pero esa vez que les dije que me iba a estudiar fuera vi una mirada que no había visto en mi vida, como si el mar se asomara por sus ojos y las manos se detuvieran para impedir mi partida, pero en vez de lamentos y reproches recuerdo ese abrazo de mi padre y la bendición de mi madre deseándome lo mejor. No quise volver la vista cuando tomé el autobús, sabía que si lo hacía se darían cuenta de las lágrimas que también rodaban por mis mejillas, ¿ellos estarían igual? ¡Ah, pero que tonto es uno! Claro que me hubiera gustado que me vieran lloran y abrazarlos y besar sus lagrimas con devoción de un hijo que agradece todo lo que sus padres han hecho y todo lo que le han dado, pero no fue así, y esa imagen de mí partiendo sin 38


voltear me golpeó la vez que vi a mi madre en su lecho final. Ahí sí lloré, por lo que no pudo ser, por lo que no sería y al final agradecí, agradecí ese espacio de la existencia que me permitió compartir con ella, agradecí sus cantos cuando niño, sus caricias cuando enfermo, sus castigos cuando erraba. No pregunté ¿por qué?, más bien dije gracias. Y en ese momento me dí cuenta, no que la olvidaba, sino que trascendía lo que yo era y me hacía uno con la imagen de lo que mi madre significó en mi vida. Me levanté ligero, sabiendo que a donde fuera la llevaría siempre conmigo. Descubrí que ese gracias me liberaba de un dolor que me abrumaba, que me constreñía, y que al mismo tiempo no me permitía vivir a plenitud lo que mi madre había sido y lo que seguiría siendo para mí.

Ahora con mi nieta me siento en este momento de agradecer y de trascender. Como dice aquí, uno no puede estar sin acción. La vida misma es dinámica, es cambiante, si nunca cambiara no pudiéramos apreciarla. En esta ocasión esta partida de mi nieta me da la oportunidad de entender, de experimentar esos cambios, de agradecer su presencia en mi vida y de confiar en que las cosas son como debería ser. “Acción sin apego”, en otras ocasiones leído y escuchado esta frase, y siempre se me ha hecho algo contradictorio, pero cada día la entiendo más. Mi niña se ha ido pero sigue aquí, si yo me negar a ese hecho, es decir, si ese apego que aquí se menciona me hiciera rebelarme contra las circunstancias, en realidad yo no fuera un ser libre ni dejara ser un ser libre a los demás y sin esa libertad no podría amar a plenitud y a cabalidad. Así que cuando el golpe de la noticia de que mi hijo y su familia se mudaban pasó, vino la calma de entender, de comprender y de agradecer.

Ese mismo espíritu es el que se ha ido impregnando en mi vida profesional, curiosamente, dándome mayores satisfacciones. Digo curiosamente pues uno esperaría que la ambición competitiva llevara a cada quien a ser más y tener más, pero en mi caso he visto que no es así, y no solo en mi caso, sino también en el de mis compañeros. Aunque siempre he tenido la idea vaga, no es sino hasta ahora ya en mi madurez, que me he dado cuenta a cabalidad que aquello que 39


deseas se vuelve por así decirlo tu dueño y señor. En mi vida profesional he visto ir y venir amigos y compañeros que no buscaban ser más y mejores sino tener más y más y al final veía en ellos ese desencanto, de la misma forma he visto y me he visto buscando siempre y en todo momento ser lo mejor de lo que puedo ser, sintiéndome satisfecho solo con eso, pero además viéndome sobre recompensado con las ganancias adicionales que ello trae.

Ahora entiendo, o creo entender, que esa búsqueda externa de obtención y posesión, si no lleva un soporte interno de sensación y satisfacción, conduce a un callejón sin salida que tarde que temprano traerá un estado de ánimo ominoso a nuestras vidas. Si uno hace y hace bien, con excelencia e impecabilidad, lo que tiene que hacer porque le gusta, porque cree en ello, porque se siente satisfecho, y si además de eso se le paga o uno gana dinero, es como una copa existencial cuyo gozo la desbordara. Por el contrario si uno hace lo que tiene que hacer solo porque algo externo conseguirá, ese espacio interior no llenado traerá en algún momento dado enojo o frustración.

De aquí se deriva esa actividad que creo entender en esto que estoy leyendo donde hay un desapego en el sentido de la ambición externa pero que sí se sustenta en un deseo de encontrase con uno mismo y desarrollar todo su potencial, una vida, por decirlo de otra forma, vivida en libertad. Al menos eso es lo que entiendo por eso de “acción sin apego”, o como dice acá, remarcado de manera aparte en esta página: “El sabio no debe confundir la mente de los ignorantes que actúan apegados al resultado de sus acciones; más bien, debe ejecutar sus acciones con desapego y devoción y así estimularlos a que hagan lo mismo”.

Respecto de esa libertad, cuando hablamos de vivir nuestras vidas todos quisiéramos tener el referente de una libertad casi total para ello, pero al ser parte de un sistema social son muchos los factores que inciden en nuestras decisiones, en la medida que la última decisión sea de nosotros más dueños de nuestra vida 40


seremos. En todas las épocas han existido aquellos que se autocatalogan como "rebeldes", gente que no está de acuerdo con el estatus quo de la sociedad y quiere vivir, según ellos, sin ataduras, libres, pero si uno analiza esos grupos lo único que hacen es salir de un sistema social para entrar en otros, en otros que también tiene sus reglas, sus normas, acciones que reconoce y acciones que sanciona.

De lo anterior lo rescatable es esa sensación que el ser humano trae como parte de su propia naturaleza de querer ser dueño de su propio destino, es así como muchos buscan romper tantos lazos como le sean posibles con el mundo para lograr eso, lo cual es prácticamente es imposible. Vivimos en un sistema social, nos relacionamos con personas, y es en esa relación que existe por decirlo así un intercambio entre lo que damos y lo que recibimos. Este dar y recibir no se circunscribe a las relaciones sociales sino también a las laborales y a las personales, y no hay nada de malo en ello, así es como funciona la sociedad y las personas, el problema radica cuando los factores externos tienen tal peso en nuestras decisiones que prácticamente son ellos los que comandan nuestra vida.

En cuestión laboral, apagar nuestros deseos de realización personal en tal o cual actividad por otra que nos dé más dinero solo implica que hacemos dueño de nuestra vida a aquel que pueda pagarnos por ella; de la misma forma en la cuestión social, el acallar nuestra forma de ser para agradar y ser aceptado implica una traición a nuestro ser interno a cambio de una aceptación comunitaria; por último, en la cuestión personal, ceder a las exigencias de la relación entre amigos, pareja, etc. solo implica que es otro quien decide por nosotros.

Ahora bien, todo esto no quiere decir que no deban de considerarse todos esos factores externos, entiendo que vivimos en una sociedad, necesitamos de los demás tanto como ellos necesitan de nosotros, el problema es ceder cómoda y convenencieramente las decisiones de nuestra vida a los factores externos que inciden en ella. Siempre existirán esos factores externos, hay que valorarlos y 41


analizarlos, para finalmente ser uno quien tome la decisión final sobre las acciones que hagamos. Que quede claro que todos los factores externos, absolutamente todos, van de paso por nuestra vida, ninguno se quedará toda nuestra existencia, al final nuestra lo único nuestro es nuestra vida, es por ello que las decisiones finales deben también serlo. La madurez de carácter implica que, al igual en un barco de velas con el viento que encuentra, uno es capaz de utilizar lo que la vida le pone para llegar a donde uno desea.

El ejemplo por excelencia que vi en mi vida de esa acción sin apego aunque cargada de mucho amor fue las de mis padres. A mi viejo sí se lo dije, meses después de la partida de mamá, estaba en su casa y de repente me brotó el abrazarlo, el decirle lo mucho que lo quería y lo mucho que le agradecía. Mi padre, ese hombre duro, fuerte, seco a veces, se derrumbó en mis brazos anegado en lágrimas diciéndome lo mucho que siempre espero un momento como ese. ¡Maldición!, ¿por qué esperar siempre el momento ideal cuando cada momento de la vida lo es? En esa ocasión el viejo y yo nos quedamos hasta la madrugada hablando de la vida, de lo que uno cree que es, de lo que realmente es, de los gozos y sinsabores que uno lleva y trae, de todo lo que uno termina cargando y de esa balanza que al final de la vida pesa tanto entre lo que se hizo, lo que se quiso hacer y lo que debió hacerse.

Como me hubiera gustado tener ese mismo momento con mi madre. Cuando mi padre me habló para darme la noticia de su partida ya no había mucho que hacer. Recuerdo me quedé sentando en la cama horas. No podía creerlo, más bien no quería. Cuando me despedía de ella las lágrimas limpiaron lo que pude y no hice y lo que quise y no pude, aún así si pudiera cambiar algo sería eso, decirle a mi madre lo que le dije a mi padre: lo orgulloso que estaba de ellos, lo mucho que les agradecía, y lo enormemente que los amaba.

¿Y esta brisa?, ¿y esta frescura?, ¿y estos sentimientos? Siento este viento que de repente me acaricia y se me viene a mi mente la caricia de mi madre, como si 42


en este momento me dijera con esto que todo está bien, igual que cuando me asustaba la noche, “todo está bien, aquí estoy”, y con eso me tranquilizaba. Soy un tonto tal vez, este aire puede tener una explicación lógica, física, pero esa explicación no es cálida, la mía sí lo es. Siempre que me pasan estas coincidencias, estar pensando en algo y tener un momento como este, yo le ataño cuestiones que van más allá de la razón, y que se embriagan en la emoción. Gracias mamá, y sí: todo está bien.

Ahora entiendo que el caminar por la vida exige un esfuerzo considerable; los retos, las caídas, los problemas que uno enfrenta requieren en ocasiones no solo de toda nuestra energía sino incluso un cambio en nuestra persona, si a esto le sumamos las manos de otros que se extienden buscando ayuda para conseguir sus metas nos daremos cuenta que ser líder es un esfuerzo que nos trasciende.

Toda persona, desde el momento mismo de tomar conciencia de ello, emprende a voluntad un camino lleno de sueños, deseos, y metas. Este camino está lleno de obstáculos que tienen la finalidad, no de desanimar a quien lo transita, sino de habilitarlo para cada vez mayores empresas.

Esta habilitación a veces tarda un poco más de tiempo y en ocasiones puede frustrarse si quien se enfrenta a los problemas se deja abatir por ellos. Independientemente la vida seguirá su curso y nos dará una y otra vez la oportunidad de demostrarle y demostrarnos de lo que somos capaces.

Y es en este demostrar y demostrarnos de lo que somos capaces donde se obra el milagro. El milagro de llegar a ser más de lo que creíamos, esperábamos o siquiera intuíamos. El milagro de terminar el camino completamente diferentes a como lo empezamos pero siendo los mismos. El milagro de convertir alquímicamente los más grandes momentos de oscuridad en una luz radiante. Pero tal vez el milagro más grande sea el de darnos cuenta que, aún muchas

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veces en nuestra miseria, somos capaces de ayudar, apoyar, soportar y enriquecer la vida de los demás.

Pienso que esta manera de ver las cosas puede parecer demasiado optimista, al menos así me lo dijo una vez un compañero de trabajo cuando pregunte en un taller de motivación que nos dieron que si quienes de los que estaban ahí presentes creían que podían ser luz y faro para los demás, no sé si por falsa humildad o de plano por no creerlo, ¡nadie levantó la mano! Viendo eso mi pregunta siguiente fue que si quien creía que un empleado bancario, aunque ganara el mínimo, podría otorgarles un prestamos por miles de pesos, todos levantaron la mano. Luego entonces, les dije, si alguien sin un solo peso puede dar tanto dinero, ellos con tanto a su favor –salud, trabajo, familia, amigos, ¡sueños!- como no iban a poder dar mucho más.

¿Qué el símil no es lo mismo? Claro que sí: el empleado bancario dispone de dinero que no es suyo pero que puede administrar, nosotros disponemos de dones que no son nuestros, en el sentido de haberlos diseñado o creados, pero que sí podemos administrar, y en esa administración tender lazos hacia los demás que nos permitan una dinámica de apoyo mutuo y superación.

Al cerrar ese taller le dije a mi amigo "¿Te parece milagroso esa transformación que cada uno experimenta en su andar? ¡Ahora imagínate que cada uno de nosotros sea parte de la causa de la transformación de otros! Que los ayudes, orientes, y apoyes. Lo mejor de todo: que no necesites hacer algo extraordinario sino vivir tu vida con congruencia, carácter y rectitud".

La verdadera maravilla de la vida es que siempre detrás de lo ordinario se esconde algo extraordinario y de lo rutinario algo asombroso, y que cada quien puede llegar a ser más de lo que creía ser e incluso ayudar a otros a brillar. Firmemente creo que llegar a las metas que uno se proponga lo vuelven a uno

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exitoso, pero además ayudar que otros lleguen a las suyas hace a uno trascendente Aquí hay varias hojas sin tener nada remarcado, ¡ah, aquí hay más! “Quien ve a Dios en todo lo que hace, en verdad llega a Dios. A Dios dirige su adoración, y a Él ofrece su ofrenda: que es Dios mismo, ofrecido en el fuego de Dios. Hay yoguis que ofrecen sus sacrificios a los dioses, pero no hay más alto sacrificio en este mundo, que aquél que ofrece su propia alma para ser consumida en el fuego de Dios. Para experimentar el fuego de la armonía interior, algunos recogen sus sentidos exteriores, valiéndose de la oscuridad. Mientras que otros se valen de la oscuridad para entregarse al fuego de los sentidos externos. Otros incluso entregan su aliento de vida, al igual que sus poderes y capacidades, en el fuego de la unión interna, iluminada por una visión deslumbrante. Otros, fieles a votos austeros, ofrecen sus posesiones y riquezas o mortificaciones o prácticas de yogas, o estudios de las sagradas escrituras, o sus propias capacidades y conocimientos. Algunos ofrecen el aliento de exhalación dentro del aliento de inhalación, y a su vez, el aliento de inhalación dentro del aliento de exhalación, buscando la armonía, y el flujo de su aliento es calmo y transcurre en paz”.

No se pero cuando pienso en lo mucho que mis padres hicieron por mí no puedo menos que pensar en lo que yo hice por mis hijos, que razón tiene esa frase que señala que las deudas que tenemos con nuestros padres las pagamos con nuestros hijos, de la misma forma mis hijos pagaran lo que me deben, aunque yo sienta que no me deben nada, con sus propios hijos. Es un ciclo de amor, desprendimiento, caridad, solidaridad donde vamos pasando la estafeta de la vida misma unos a otros agradeciendo lo que recibimos y a la vez dándole a los que siguen todo lo que podamos.

Cuando leo cosas como estas últimas que leí no puedo menos que imaginarme la vida en relación, padres-hijos, esposa-esposo, hermano-hermana, como si fuera ese templo sagrado de la vida misma, ese cáliz donde se fraguan todas nuestras 45


grandezas al igual que todas nuestras iniquidades, esa oración donde van todos nuestros éxitos y todos nuestros fracasos. Es así como cuando veía a mis padres veía esos dioses de mi existencia: sabios, magnánimos, eternos. Luego yo mismo me convertí en uno para mis hijos, y ahora mis hijos se han convertido en unos para mis nietos. Pero una cosa es lo que los demás ven en uno y otra lo que uno es. ¿Dioses?, para nada. Uno está lleno de defectos, demasiados, diría yo. El verdadero milagro es precisamente eso: que aún con todos esos defectos ante los demás seamos dioses y tengamos la oportunidad de acunar una nueva vida en nuestros brazos y enseñarle aún con nuestras miserias a ver las estrellas. Estrellas. “¿Cuántas estrellas hay, abuelo?”, recuerdo esa pregunta como si me la estuviera haciendo ahorita. “Mmmmmm, déjame ver: una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, ¿qué sigue de seis?” Y ahí nos quedábamos viendo las estrellas. Esa trascendencia es la que en este momento de mi vida veo, siento, cuando alzo la vista y veo esas mismas estrellas que mi nieta ve y que en su momento compartimos. “Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, ¿qué sigue de seis?” Llegará el momento en que esa pregunta se pierda en el tiempo, como un soplo que lleva polvillo de aquí a allá. Nuevas preguntas surgirán en la mente de mi niña. Ya no le preguntará al abuelo, que puede saber el viejo, pero ahí estaré, gozándome y alegrándome de esa libertad incierta que dando tumbos y bajo su propio andar buscará. Gozándome, alegrándome y esperando, esperando, esperando, pues seguro estoy que ese barco que en su momento zarpará hacia nuevos puertos, hacia sus propios puertos, regresará cargado de cosas, de vivencias, de alegrías y dolores, de amores y desencuentros y me dirá “abuelo, mira lo que traigo”. ¿Y qué traerá? Tal vez lo mismo que sus padres, que yo, que mis padres y que cientos de miles de millones antes que nosotros encontraron en esta vida. Lo mismo pero enteramente diferente pues estará matizado con su vida, bañado con sus lágrimas, aderezado con su sudor, reclamado en otras palabras como suyo al haberlo pagado con lo más valioso que alguien puede tener: el tiempo finito que se nos ha otorgado para nuestro andar por esta tierra.

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El don más valioso que sin duda alguna podemos tener es el de la vida, ya que ello nos capacita para todo lo demás: aprender, crecer, amar, trascender; solo que contrariamente con lo que suponemos, la vida, lo que realmente puede llamarse vida, es algo que debemos ganarnos. La definición físico-químico-biológica de vida la refiere a la capacidad de administrar los recursos internos de un ser físico de forma adaptada a los cambios producidos en su medio, sin que exista una correspondencia directa de causa y efecto entre el ser que administra los recursos y el cambio introducido en el medio por ese ser, sino una asíntota de aproximación al ideal establecido por dicho ser, ideal que nunca llega a su consecución completa por la dinámica del medio. Pero esa definición no nos remite a lo que somos, al cúmulo no solo de interacciones físico-químico-biológicas sino también de sueños, de sentimientos, de ideas. La definición anterior curiosamente no nos define como seres humanos, cuando mucho nos presenta un referente mínimo y básico sobre el cual se construyen los tangibles e intangibles de nuestra historia.

Y es precisamente en este referente cuando la vida adquiere un significado trascedente ya que podemos ver cómo es que la vida es algo que vamos conquistando día a día. Estar vivo es una cosa, vivir la vida es otra. Para lo primero basta con realizar las funciones básicas de nuestro cuerpo, para lo segundo se requiere la interacción de nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestra voluntad. En ese contexto podemos ver que nuestra vida no es lo que somos, sino en lo que nos vamos convirtiendo. Los éxitos y fracasos, las alegrías y tristezas, lo infinito y lo limitado, todo nos va moldeando, nos va construyendo, nos va transformando, y en ese proceso la participación activa de nosotros va dando la guía de lo que somos y más aún de lo que seremos. Si uno ve esto y entiende que ante los retos, obstáculos y limitaciones se requiere de toda nuestra fuerza, valor y entereza, se comprenderá entonces el porqué la vida nos reclama nuestra participación activa ya que una actitud pasiva lo único que hará es que todo lo anterior sea quien decida sobre nuestra vida llevándonos a una paradoja donde estaremos vivos, pero no viviremos nuestra vida.

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Volteando a nuestro alrededor podemos ver constantemente ejemplos de gentes que se sobrepusieron a adversidades físicas, sociales, económicas, culturales; ellos se hicieron dueños de su propia vida, ellos decidieron finalmente qué vida querían vivir, ellos nos dicen con su actitud que sí se puede y que la decisión final es nuestra. A estas alturas de mi vida he entendido que cuando uno sienta que la vida pesa demasiado, que el desánimo abruma, o que el camino parece nunca llegar a buen término, solo es cuestión de hacer una breve pausa, voltear a nuestro alrededor, y ver casos que estando en un momento dado en condiciones más adversas, han sabido sobreponerse y salir adelante llegando a ser personas no solo de éxito sino de excelencia.

Así es como veo eso de la trascendencia, como un darse cuenta que nada termina como en el caso de mi trabajo, que nada empieza como en el caso de mi negocio, sino que todo trasciende como en el caso de mi nieta. En ella veo esos esfuerzos que mis padres tuvieron conmigo, esos esfuerzos que yo tuve con mis hijos, y esos esfuerzos que mis hijos tienen con mis nietos. Sabiéndome limitado me doy cuenta que no lo soy, en mis hijos, en mi nieta, hay mucho de lo que soy. También en lo que hago. Lo que hago es lo que dejo en este mundo: mi trabajo, mi esfuerzo, mis logros. Si eso lo hago con excelencia, independientemente del resultado el mismo será por naturaleza excelente. Lo que soy lo demuestro con lo que hago y lo que hago es lo que le habla al mundo de lo que soy.

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EN LA CUMBRE

Gracias, estoy bien, ya me tomé tres tazas más el pan que me comí estoy satisfecho, váyame trayendo la cuenta por favor.

Siempre he creído que cualquier cosa que nos propongamos, cualquiera, implica un esfuerzo y en ocasiones incluso una lucha, pero una vez obtenido eso que deseábamos, algo en nuestro interior nos dice que siempre fue nuestro, por eso lo deseábamos, pero había que ganárnoslo

Una paradoja es una proposición en apariencia verdadera que conlleva a una contradicción lógica o a una situación que infringe el sentido común, ejemplo de esto son las expresiones tales como “es de mala suerte ser supersticioso” (rechaza la superstición porque es de mala suerte, lo cual ya es una superstición) o “esta oración es falsa” (¿si es falsa no es verdadera, pero si es falsa si es 49


verdadera?). En este orden de ideas también puedo decir que si bien el mundo pertenece a cada uno de nosotros pero al mismo tiempo debemos luchar por él.

Quienes ya llevamos algo de camino en esta vida, sabemos que la vida misma es una paradoja en sí. Constantemente nos estamos contradiciendo a nosotros mismos, logrando cosas que parecían imposibles y no consiguiendo otras que parecían más que alcanzables. Es así como la cuestión paradójica de la vida nos acompaña constantemente, por lo que la frase no extraña, aunque implica un análisis más profundo.

Pienso en mi infancia. Creo que en algún momento de la misma mis padres me condicionaron algo a lo que tenía derecho: “no sales hasta que no termines tu tarea” o “no hay postre si no terminas todas tus verduras”. La salida a jugar era mía, ahí estaba para mí, lo mismo el postre, incluso puede que el plato con el postre ya estuviera servido. Pero no era hasta que cumplía una obligación que tenía cuando se me proporcionaba o permitía lo condicionado.

Algo así creo pasa con la vida. Todo en ella es nuestro, está ahí para nosotros, pero al igual que los ejemplos anteriores de la infancia, tenemos que – paradójicamente- hacernos merecedores de lo que procuramos, solo así podremos decir que es nuestro.

La situación paradójica me dice que necesito luchar por lo que ya es mío para que un milagro se forje en mi interior: el milagro de crecer en carácter, visión y conocimiento. Entonces lo que obtengo, además de su particularidad externa, me dinamiza el cambio interno hacia algo mejor, con lo que las raíces del mismo se hunden profundamente en mi ser. Así no solo obtenemos lo que deseo, sino que lo hago mío.

Más allá de la cuestión paradójica, esta presentación de ideas me lleva a lo siguiente: ¿por qué he de renunciar a algo cuando de inicio me pertenece? 50


Regreso al ejemplo de la infancia. ¿Por qué permitiría que ese postre se desperdiciara cuando de inicio es mío y solo debo comerme las verduras que se me han servido? o ¿por qué debo privarte de salir a jugar cuando es mi derecho y para ello solo debo cumplir mis deberes?

Esa misma pregunta me la hago cuando ante la búsqueda de un objetivo, una meta o un sueño tropiezo de tal manera que pienso en desistir de logar lo deseado, ¿por qué habría de renunciar a eso que quiero cuando de inicio es mío y solo debo luchar por él?

Convencido estoy ahora que no es lo que aún no obtengo lo que puede dibujarme como personas, sino lo que con mi potencial puedo alcanzar, lo cual de inicio es ilimitado. ¡Ah, pero que a gusto he estado esta mañana! Realmente necesitaba este momento, esta brisa, este sol, este espacio. Me parece bastante extraño, bastante asombroso, bastante trascendental este momento. De repente siento un cambio en mi persona. Me siento tranquilo, me siento en paz, me siento bien. De repente siento, entiendo, de repente soy. Me doy cuenta de la trascendentalidad de todo lo que hago, y de cómo en cada momento no necesito más que darme cuenta de ello.

Mi trabajo, mi negocio, mi familia, mi vida misma no es más que un pretexto para ser, para saber, para trascender. Aquí, en medio de la ciudad me he dado cuenta de ello, me he dado cuenta de mí mismo, yo soy la cumbre, ¡yo soy la cumbre! No necesito ir a una montaña o a una playa, la cumbre siempre he sido yo, lo único que necesito es darme cuenta. Aquí, en medio de la ciudad, ante una taza de café, comiendo un pan, escuchando los pájaros, sintiendo el sol, respirando este aire, oyendo las gentes, las motos, los autos, me doy cuenta que estoy en la cumbre. La cumbre soy yo, es mi vida misma.

No entiendo mucho de cosas espirituales, pero tal vez la misma vida material que vivo sea un reflejo de esa vida espiritual que no entiendo. Hace años aquella 51


lectura de las bienaventuranzas de La Biblia, después el camino óctuple del Buda, ahora este Bagahad Gita, realmente todo ello no ha sido más que un pretexto para darme cuenta, para ir a mi encuentro y en ese encuentro acariciar lo infinito, lo inmanente, lo trascendental. Es como si me hubiera visto en un espejo, cada lectura no me ha enseñado nada por sí misma sino que me ha permitido sacar a la superficie lo que traía dentro, mis ideas, mis sentimientos, mis sensaciones.

Aquí, sentado en esta silla, apoyado en esta mesa, viendo este día que se me ha regalado, agradeciendo este momento que se me ha otorgado, me veo en esa montaña hace años, en esa playa también tiempo atrás y ahora aquí y me que en cada momento ese grito ahogado de la eternidad retumbaba muy fuerte en mi interior llamándome, no a una vida de reclusión, aislamiento y contemplación, sino a una vida de excelencia, de impecabilidad personal y profesional a través de la cual eso intangible se hiciera tangible y esa eternidad entrara en ésta mi temporalidad.

Aquí, en este libro, veo hay más cosas subrayadas, una hoja, dos, tres más, pero hasta aquí lo voy a dejar, deseo que lo que venga de la vida me sorprenda, no quiero saber todo el guión, sé es una tontería, pero es como decir "no me cuentes, deja yo mismo me dé cuenta", ¿por qué? porque siento que solo cuando yo mismo me doy cuenta, cuando a través de mi vida pago por ese saber no solo llego a ese saber sino más importante a ese ser, y ese ser soy yo, pero no un yo alrededor del cual todo gira, sino un yo que forma parte de algo mucho mayor, extremadamente mayor, infinitamente mayor que espera a que algo como esto en este momento, aquí y ahora se dé.

Mi trabajo, mi negocio, mi familia. La montaña, la playa, la ciudad. Las Bienaventuranzas, el Camino Óctuple, el Bagahad Gita. El momento y la eternidad, lo limitado y lo infinito, lo insignificante y lo trascedente, lo que soy y lo que puedo ser. Años de vivir, de pensar, de sentir se me agolpan, siento mi corazón latiendo fuerte en mi pecho, ¿o serían las tres tazas de café que me 52


tome? Este momento donde mi vida, mi madre, mi nieta, mis amigos, mi esposa, mis hijos, años y años de estar y de ser de un momento surgen con un sentido sinsentido que no se razona pero se sabe y que no se ve pero se siente.

Esa excelencia personal, esa excelencia profesional, ese intento por ser más y mejor cada día, veo tiene su referente en esa llamada a ser la mejor versión de lo que puedo ser, solo que esa versión depende enteramente de mí.

He aceptado ese reto toda mi vida, la mayor parte inconscientemente, algo me llamaba a ello, pero ahora, con los años en mi espalda, puedo entender eso que no entendía, agradecer por ello y seguir avanzando.

Gracias, amigo, aquí tienes lo de la cuenta, y esto como propina. Todo estuvo muy sabroso.

Me retiro, será mejor regrese a mi vida, Dejo aquí este libro con esa reverencia no por lo que él es sino por lo que de mí dice. Alguien más lo tomará y seguirá rodando por este mundo. Rodando al igual que yo. Caminando cada día sabiéndome una cumbre inexplorada, una cumbre rodeada de cumbres, una cumbre en otra cumbre mayor, infinita, trascendente, completa y total.

De nueva cuenta, como hace años, retomaré mi vida con nuevos ojos, con nuevos bríos, con nuevas metas.

De nueva cuenta, como hace años, cuando regrese a mi rutina, aunque ya no esté en este café, en aquella playa, en aquella montaña, seguiré caminando rumbo a la cumbre.

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ACERCA DEL AUTOR

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D. • Licenciado en Contaduría Pública y Maestro en Administración con acentuación en Finanzas por el Instituto Tecnológico de Sonora; Doctor en Ciencias (Sc.D.) en el Área de Relaciones Internacionales Transpacíficas por la Universidad de Colima • Socio Director de Consultoría Independiente (Formación • I & D • Consultoría en las áreas de Consultoría Empresarial • Liderazgo Emprendedor • Gestión Universitaria), se ha desempeñado además como Auditor Interno en la entonces Secretaría de la Contraloría General de la Federación y como Director y Secretario de Desarrollo Económico del Municipio de Cajeme • Académico Certificado por la Asociación Nacional de Facultades y Escuelas de Contaduría y Administración, A.C.

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• Premio Nacional de Contaduría Pública a la investigación obtenido consecutivamente en sus ediciones 2002-2003 y 2004-2005 por el Instituto Mexicano de Contadores Públicos • Miembro de la Asociación de Profesores de Contaduría y Administración de México, A.C. • Consultor de Negocios Acreditación por el Sistema Nacional de Consultores de la Secretaría de Economía y Consultor de Negocios Certificado por la Norma Conocer • Diplomado en Desarrollo del Potencial Humano por el Instituto Tecnológico de Sonora • Nivel Superior: Maestro Distinguido, Responsable de Programa Académico, Líder de Cuerpo Académico, Director Académico, Miembro de Consejo Directivo, y profesor, tutor y asesor nacional e internacional en licenciatura, maestría y doctorado • Escritor con más de 20 libros en su haber en las áreas de liderazgo emprendedor, consultoría empresarial y gestión universitaria, así como más 400 artículos publicados en las áreas de consultoría empresarial (más de 50), liderazgo emprendedor (más de 160) y gestión universitaria (más de 180), autor de más de 400 videos publicados en las áreas de consultoría empresarial (más de 72), liderazgo emprendedor (más de 175) y gestión universitaria (más de 160 ) y educación superior (más de 32); Tallerista y Conferencista a nivel nacional e internacional con una oferta de más de 40 temas en consultoría empresarial, más de 306 en liderazgo emprendedor y más de 90 en gestión universitaria.

www.rocefi.com.mx

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ALGUNAS OTRAS PUBLICACIONES GRATUITAS DEL AUTOR (GRATIS en www.rocefi.com.mx, menú “Libros”, sección “e-book gratis”)

Rumbo a la Cumbre trata de un viaje, un viajero y una meta. El viaje es por la montaña, ¿cuál montaña?,

la

montaña

de

nuestra

vida

profesional; es un viaje de reflexión pero al mismo tiempo de eminente practicidad, un viaje que todos hemos emprendido y del cual podemos hacernos dueños y responsables en cualquier momento de nuestro andar. El viajero somos nosotros: hombre o mujer, joven, adulto o anciano, rico o pobre; el viajero representa nuestras dudas y certezas, nuestros miedos y valentías, nuestras decepciones y esperanzas, en pocas palabras todo lo que hemos sido, somos y podemos ser. ¿Y la meta?, la meta es la cumbre, cumbre que representa la conquista, el éxito y el logro; una cumbre de plenitud, una cumbre de satisfacción, una cumbre de aquí y ahora pero que resonará por siempre en los ecos de la eternidad.

Rumbo a la Cumbre 2

es la continuación de

Rumbo a la Cumbre, que retoma la intención de compartir desempeño

una

visión

profesional

de

excelencia sustentada

en en

el la

impecabilidad personal, esto a través de un esquema fácil para acceder, ligero para leer y personal para aplicar en la figura de un escrito en primera persona a manera de relato.

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Como personas tenemos un potencial increíble, un potencial que se desarrolla de manera única y particular en la vida de cada uno de nosotros. Ciertamente no tenemos una guía de cómo vivirla, pero si

vemos un plan detrás de toda nuestra

existencia, un plan trascendente que comienza con nuestros pasos en la tierra pero tiene su destino en el fulgor de las estrellas. De eso trata Liderazgo Emprendedor, de ese andar que todos experimentamos en nuestra existencia. Con un enfoque de liderazgo, emprendedurismo y motivación,

este

libro

contiene

reflexiones,

vivencias, ejercicios, análisis que nos permiten ese alto en el camino para valorar lo que hemos conseguido y para motivar la esperanza de lo que podemos conseguir. Cada artículo va acompañado de un video que replica lo escrito pero de una manera más gráfica e interactiva.

Una educación superior será realmente superior cuando

quienes

participan

en

el

proceso

(académicos, administrativos y funcionarios) así como sus alumnos y egresados, muestren y demuestren con carácter, congruencia y decisión tanto personal, como profesional y social su trabajo constante por la transparencia, el consenso, la inclusión, el compromiso, la rendición de cuentas y la cordialidad. Para esto se requiere, creer firmemente que se puede construir entre todos una sociedad mejor, tener el deseo de llevar ese sueño a cabo, y luchar todos los días por hacerlo realidad. Dado que lo anterior requiere de encauzar esa fuerza interna que nos puede motivar en nuestra lucha cotidiana para construir esa sociedad, y que ese encauzar implica presentar no solo críticas sino también propuestas, Educación REALMENTE Superior lo hace con un sentido pragmático tanto en su análisis como en sus planteamientos.

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Educación REALMENTE Superior 2 parte de la premisa de que una universidad no puede ser definida por la magnitud de los bienes que posee, el tamaño de los recursos que administra o las características de los programas que oferta sino que necesariamente deberá hacer referencia al carácter de la gente que la compone, al compromiso con los valores que profesa y a la congruencia constante de las acciones que emprenda. Lo anterior ya que el valor de los diferentes

modelos

institucionales

de

las

universidades sustentados en el trabajo, el servicio y la calidad tiene su referente en los valores de honestidad, solidaridad y justicia. Ya que solo un trabajo honesto es productivo, solo un servicio solidario es fructífero, y solo una calidad que exceda lo esperado es justa.

“Soy un convencido de que todos estamos llamamos a desempeñar un liderazgo completo, transformador y transformante, o como yo le llamo un liderazgo trascendental. Cuando hablo del liderazgo como algo completo me refiero al desarrollo pleno y total de nuestras habilidades, nuestras potencialidades, nuestras capacidades; cuando a ese liderazgo lo denomino transformador me refiero a él como algo que nos permite cambiar, desarrollarnos, avanzar; y cuando comento que ese liderazgo es algo transformante me refiero al impacto que en nuestra comunidad, nuestra sociedad y en última instancia en el mundo puede tener para hacernos avanzar hacia mejores, superiores y cada vez más excelentes estados de desarrollo.

¿Tu

Construcción

Helado dinámica

se de

Derritió?

-

liderazgo

trascendental-: Los cuatro pilares del liderazgo trascendental

va en ese sentido, en el de

construir de una forma dinámica ese liderazgo que yo llamo trascendental”.

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Huellitas de amor es esa realidad, creada o entendida, que gira alrededor de una pequeña vida como puede ser la de una perrita: Miny a través de pequeñas historias.

Estas historias tienen ese significado que la percepción nos permite crear o entender, las mismas se han puesto en esta obra a manera de reflexiones en voz de Miny y reflejan mucho de lo que nos permite Miny ver a través de sus ojos.

Son historias sencillas, como lo es la vida de una perrita, pero detrás de esa misma sencillez se esconde la grandeza que hace que un animalito como éste pueda prendarse de tu corazón para siempre.

Asia y América frente a nuevos desafíos: Integración, energía verde y medio ambiente  Competitividad, Regionalismo e Integración de México con Asia Pacífico  Noroeste Asiático: Diplomacia y Comercio con América, son tres obras que reúnen los análisis y conclusiones de expertos en el tema referente a los procesos de integración asia-pacífico de una manera práctica, concreta y muy actual.

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Con la finalidad de facilitar el análisis de la situación de la empresa y la obtención de información que permita el diseño de planes de acción estratégicos, operativos y tácticos, se ha desarrollado la presente obra, Autocalifícate Empresarialmente, que a través de siete capítulos - Administración, Recursos Humanos, Mercadotecnia, Producción, Operación Comercial, Finanzas, y Calidad- pone al alcance del empresario una autoevaluación que permite un diagnóstico en esas áreas con propuestas prácticas de mejora.

Rumbo a la Cumbre 3, tercera y última parte de Rumbo a la Cumbre, las bases que permiten ir hilando una reflexión de vida y de profesión están dadas por el Bagahad Gita, texto sagrado hinduista escrito alrededor del siglo III a. C. Su contenido es la conversación entre Krisná

-a quien los hinduistas

consideran una encarnación de Visnú (mientras que los krisnaístas lo consideran el origen de Visnú)- y su primo y amigo Áryuna en el campo de batalla en los instantes previos al inicio de la guerra de Kurukshetra. Respondiendo a la confusión y el dilema moral de Áryuna, Krisná explica a éste sus deberes como guerrero y príncipe, haciéndolo con ejemplos y analogías de doctrinass yóguicas y vedánticas. Esto ha hecho que el Bhágavad-guitá sea considerado un resumen breve de las doctrinas hinduistas. Durante su discurso, Krisná revela su identidad Bhagaván),

como

el

‘mismísimo

bendiciendo

a

Dios’

Áryuna

(suaiam con

una

impresionante visión de su divina forma universal.

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Disponible ya GRATIS aplicación android Frases Personales para tu Smartphone o Tablet; cada día una frase propia con bellas imágenes, descarga directa en Google Store buscando como "Frases Roberto Celaya"

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Rumbo a la Cumbre 3

Primera edici贸n

Es una obra editada y publicada por Emprende7Joven

Diciembre de 2014

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