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Mapacho

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Cómic

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De día, Mapacho conduce un mototaxi por las calles de Pucallpa. De noche, complace a Marcia, estilista transexual que hará todo por mantenerlo a su lado. En paralelo, Mapacho deja fluir su pasión tropical y se aferra a Karina, una madre soltera en apuros económicos. Amor y deseo. Piel y emoción, confluyen en este triángulo amoroso que marcará sus vidas para siempre.

CINE REGIONAL

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Esta historia se desarrolla en Pucallpa, capital de la región amazónica de Ucayali. La ciudad cuenta con más de doscientos mil habitantes, de los cuales cerca del 75% provienen de los Andes y de la costa. Un 25% de la población está constituida por pobladores locales y pueblos indígenas originarios como los shipibo, conibo, ashaninka, cacataibo, yine e isconahua. Un porcentaje menor pero muy significativo corresponde a la comunidad

LGTBI que vive y contribuye con pujanza y esfuerzo al desarrollo de la región.

Si bien es cierto, en las ciudades y pueblos amazónicos del Perú como Pucallpa, tener un “gay” en la familia es todavía un hecho vergonzoso, la aceptación social es mucho mayor que en otras ciudades del país, incluso más que en

Lima, la capital del Perú. Atrás quedó la vorágine de intolerancia y muerte que los trans y gays vivieron en los años ochentas, durante la guerra interna perpetrada por Sendero

Luminoso y el MRTA, quienes las mataban por ser como son. Sin embargo, los crímenes de odio más terribles se han producido en éstas ciudades amazónicas, perpetrados por las propias parejas de los homosexuales y trans, sin que exista una explicación profunda de sus motivaciones.

Esta realidad ha sido el motor para llevar adelante esta historia, tocar sucesos dolorosos no para alentar el morbo sino para exponerla como culminación de las desavenencias originadas en sus relaciones “amorosas” ambiguas, pero también en la discriminación y el odio de una sociedad hipócrita y prejuiciosa. La película intenta dar con algunas de esas motivaciones posibles, pero además busca generar en la sociedad una actitud más inclusiva para esta población.

Mapacho es la primera película de la región Ucayali, lo cual constituye un gran hito en la producción local, porque fue resultado de un gran esfuerzo colectivo de personas e instituciones, a lo largo del tiempo, a través de talleres, seminarios, charlas, toda una labor incansable por propagar la cinematografía en Pucallpa y en toda la Amazonía. Esto se ha visto concretado en la creación de la Escuela de Cine Amazónico - ECA, fundada por el mismo equipo que está detrás de Mapacho. La ECA es una importante iniciativa de formación de recursos humanos y técnicos para la realización cinematográfica, lo que contribuye decisivamente a la descentralización de la industria audiovisual y fortalece el cine regional que se encuentra en pleno crecimiento en nuestro país.

Gran parte de los personajes de Mapacho han sido interpretados por ucayalinos, entre actores profesionales y no profesionales. Inclusive varios de ellos son miembros de la comunidad LGTBI, que apoyan el proyecto y creen en la película como vehículo para hacer visible sus propias historias y generar corrientes de opinión positivas y solidarias que favorezcan la consolidación de sus derechos civiles, lo cual les permita a ellas y demás hermanas vivir en una sociedad que las acepte y respete.

Mapacho no es una historia de denuncia social solamente, sino la exposición de una realidad cruda y agobiante que viven miles de personas trans en el Perú a causa del amor no correspondido, el odio y la discriminación.

Mapacho pretende visibilizar “desde dentro” la vida y motivaciones de las mujeres trans, a través de un relato donde el amor se hace esquivo, se posterga o se torna en un obstáculo para alcanzar la meta soñada: la felicidad; una historia de amor, donde precisamente el amor no parece tener cabida, pero que está en cada acto de los personajes, en cada latido, en su respiración.

En suma, Mapacho es una película urgente y necesaria para visibilizar a un sector de la población a los que aún se les niega sus derechos y justicia; así como para demostrar que una producción amazónica también puede erigirse como una de primer nivel y con la calidad técnica necesaria como para asimilarla a un muestrario representativo del cine peruano contemporáneo.

FICHA TÉCNICA Perú. Drama, DCP 5.1, color, 89 min, 2019 Guion y Dirección: Carlos Marín Tello Asesor de edición: Hans Matos Cámac Idea original: Katty Quío Valdivia & Carlos Marín Tello Editores: Jorge Torres Ugarte & Carlos Marín Tello Productora General: Tania Medina Caro Colorización y DCP: Guarango Cine y Video Productora Ejecutiva y de Campo: Katty Quio Valdivia Director de sonido: Omar Pareja Valencia Director de Fotografía: Alberto Venero Guzmán Diseño y mezcla de sonido: Francisco Adrianzén Director de arte: Aaron Rojas Vásquez Merino Música original: Rafo Ráez Actuaron: Fernando Cobeñas, Valeria Ochoa, Daniela Salas, Yajaira Valles, Gully Quiróz Con la participación especial de: Liliana Alegría, Cristhian Esquivel Y el debut del niño: Max Saavedra Vela

La película ayacuchana Bullying maldito, escrita y dirigida por Mélinton Eusebio, es una muestra notable de esa corriente que se conoce como “Cine Regional”.

Bullying Maldito

CINE REGIONAL

EMILIO BUSTAMANTE

María es una adolescente, de un medio rural, a quien le llega tarde su primera menstruación. Presa de la ignorancia, experimenta las transformaciones de su cuerpo como algo monstruoso. Su timidez, fortaleza física y preferencia por los juegos

“masculinos” la apartan de las chicas y la hacen víctima de burlas y maltratos de los chicos. Sin embargo, María se impone en el colegio destacando en fútbol y golpeando públicamente a Aquiles, el líder de la pandilla de escolares que la atormenta. Pero Aquiles tratará de vengarse, y la retará a una nueva pelea, a solas.

El filme tiene un excelente inicio. María experimenta su primera menstruación mientras se baña en el río: una mancha roja parte del medio de sus piernas abiertas y empieza a extenderse por el agua ante su desesperación. Aterrada, sale del río, pero unos estudiantes le han robado su ropa, se burlan de ella y huyen. María cruza un puente desnuda, corriendo y llorando, mientras una cámara la sigue en travelling, plano general y ángulo picado. Atraviesa un camino con tunas (la cámara la acompaña en plano entero y travelling lateral), se tropieza, cae y grita; el plano de detalle que sigue, de una espina clavada en uno de sus pies, enfatiza el dolor. Mientras María camina cojeando en una zona boscosa, un movimiento de grúa nos revela que en las copas de los árboles se esconden los muchachos que la acosan, como alimañas listas para caer sobre su presa.

Las secuencias mencionadas contienen evidentes referencias fílmicas que acreditan la cinefilia de su director: la primera menstruación traumática remite a Carrie (1976) de Brian De Palma, y el agua ensangrentada a I Spit On Your Grave (1978) de Meir Zarchi; la huida de la chica desnuda parece aludir al remake de I Spit On Your Grave (2010) de Steven R. Monroe, la grúa empleada es casi una convención en películas bélicas para mostrar a los soldados enemigos que aguardan el paso de las patrullas. Sin embargo, Mélinton Eusebio lleva esas referencias a nuevos escenarios y dimensiones; son solo un punto de partida para lograr imágenes memorables cargadas de nuevos significados. Así, la adolescente que tiene una menstruación tardía es vista no en un medio urbano angloamericano como Carrie, sino en uno rural y andino, y la imagen vaporosa y en ralentí de las duchas escolares es reemplazada por la más impactante de unas aguas naturales cristalinas que empiezan a teñirse de rojo. De igual modo, la huida de la muchacha desnuda por el puente de I Spit On Your Grave (2010), se dramatiza aún más (pese a que en este caso María no ha sido violada como el personaje de aquel otro filme) por el ángulo, el plano y la cámara aérea que abisma y acosa a la protagonista.

Es verdad que Eusebio no logra mantener el nivel de las primeras secuencias. Incluso, hay una falta de causalidad evidente cuando incrusta una secuencia de Aquiles y otros colegiales jugando a la botella borracha en lugar de continuar con la acción del personaje orientada hacia su venganza anunciada en la escena anterior. No obstante, el filme comprende otras imágenes poderosas, como aquella en la que María, después de haber descubierto el crecimiento de vellos sobre su labio y barbilla, se araña el rostro para extirparlos hasta llagarse, o, sobre todo, el plano de la joven sentada en el suelo fuera de su casa, llorando desconsolada, mientras se embadurna el cuerpo (y en especial sus genitales) con estiércol de vaca.

La larga escena de la pelea final entre María y Aquiles está muy bien filmada, y el empleo recurrente de cantos andinos con agudas voces femeninas, aumentan la sensación de sufrimiento y crispación de la protagonista. La ambientación de la historia en el campo es verosímil, a lo que contribuyen las buenas actuaciones, entre las que destaca la de Nancy Quispe Yupanqui (María), dueña de una singular energía expresiva.

Es interesante cómo, sin que se trate estrictamente de un filme de género fantástico, el director le da al relato características de una película de horror. Debido a su falta de educación sexual, María percibe las transformaciones de su cuerpo como una metamorfosis monstruosa, y su apartamiento de los roles tradicionales de género la convierten en un sujeto extraño y marginal en una comunidad conservadora de rígidas normas. Se establece, inclusive, una semejanza entre María y el monstruo de Frankenstein, pues -como el personaje creado por Mary Shelley- María tiene fina sensibilidad y su único amigo toca música para ella. Otro ser al que se asemeja es Carrie, como ya he mencionado; María, al igual que Carrie, es una joven tímida que sufre maltrato, aislamiento y discriminación en la escuela, además de tener una relación sumamente conflictiva con su madre.

Hace varias décadas, Robin Wood llamó la atención en un famoso artículo (The American Nightmare), sobre cómo algunas películas norteamericanas de horror representaban los temores ocultos de una sociedad conservadora que reprimía la libido de las mujeres. Se pude argumentar que Bullying maldito cumple una función similar. En el filme se observa el rechazo y el temor comunales hacia una criatura inocente pero “peligrosa” para la hegemonía masculina.

Inicialmente, el director Mélinton Eusebio quería contar en esta película la historia de María Marimacha, pero si bien Bullying maldito no recoge el argumento de aquella leyenda urbana, como sí lo hace otra película ayacuchana; Marimacha, la encarnación (2013) de David Acosta, Jorge Gaitán y Julio Oré; toma lo esencial de aquel relato: la transgresión (sancionada) a la norma heteropatriarcal.[1] Mientras María camina cojeando en una zona boscosa, un movimiento de grúa nos revela que en las copas de los árboles se esconden los muchachos que la acosan, como alimañas listas para caer sobre su presa.

[1] Según la leyenda original, María Marimacha recibe el encargo de su mamá de comprar carne para la cena. La niña, que tiene un comportamiento masculino, gasta el dinero en la calle en un juego de apuesta con sus amigos. Al verse sin dinero, va al cementerio, le extrae el corazón a un cadáver y lo lleva a su casa. La madre cree que es la carne que mandó comprar, cocina el corazón y lo comen. En la noche el muerto se levanta de su tumba y va donde se halla María para reclamarle que le devuelva su corazón.

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