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Ni derechas ni izquierdas

28 siempre con el nombre de quién será el siguiente papa. Este ejercicio, que las direcciones de los medios exigen a sus corresponsales o enviados especiales para satisfacer la natural curiosidad de los lectores y las audiencias, convierte ese lapso en un espectáculo más propio de un astrólogo o un adivino que de un periodista. Los informadores que trabajan en medios más amarillistas resucitan entonces las profecías de Nostradamus y san Malaquías, groseramente adaptadas a lo que convenga. Los que lo hacemos para medios más serios intentamos aportar análisis de acuerdo con nuestros contactos, criterio y conocimientos.

En medio de este universo lleno de maniobras de distracción, y sobre todo de blackout informativo, durante el periodo de la sede vacante, hay que añadir también que, en los días de la elección del nuevo pontífice, cerca de la Capilla Sixtina los móviles se quedan sin señal por el efecto de los inhibidores, y que la gendarmería vaticana emplea los cinco sentidos en conseguir que no se produzca ninguna filtración.

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Excepto en ese momento crucial, en el que todos nos convertimos en astrólogos, muchos periodistas de todo el mundo especializados en el Vaticano nos esforzamos día a día, con mayor o menor fortuna, en ser serios y responsables, en conocer detalles, opiniones y anécdotas poco o muy relevantes. El papel inspirador del Espíritu Santo, que según lo que marca la tradición católica debe iluminar a los cardenales reunidos en la Capilla Sixtina, no siempre se muestra activo. Recuerdo, sobre todo, lo cantada que estaba la elección del cardenal Ratzinger, que tomaría el relevo de Juan Pablo II, y también la sorprendente designación del argentino Bergoglio.

Ni derechas ni izquierdas

Cuando uno empieza a trabajar como periodista en el Vaticano está influido por los tópicos, los prejuicios, las ideas preconcebidas, y debe hacer un reset de todo ello. Es vital profundizar en conceptos que van mucho más allá de la creencia extendida y poco real de que la Iglesia responde a criterios similares a los que prevalecen fuera de la institución.

Muchos creen que la Iglesia está dividida con claridad entre conservadores y reformistas, y que, como en el campo político, aquí hay

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