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El juez instructor del 23-F
y Terrorismo. y Proceso 23-F. y OTAN.
Estos son tres de los aspectos claves que debe abordar el Ministerio, y Manglano se lo entrega a Oliart en una nota fechada el 8 de julio de 1981. El director del CESID sostiene dos convicciones: hay que trabajar pensando en el largo plazo, y el ejemplo está en los países occidentales. Mirada larga.
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El juez instructor del 23-F
El juicio del 23-F es el primer reto a corto plazo al que se enfrenta Manglano en el CESID. Se trata de un problema que los engloba todos: según cómo se desarrolle, los acusados pueden tratar de apuntar al rey, aunque sea mintiendo; existe un peligro real de que el Ejército se desestabilice, hay demasiado ruido e, incluso, hay riesgo de que se produzcan nuevas asonadas militares, o quizás acciones terroristas.
Manglano entiende que es crucial conseguir información de primera mano, y esa solo está en poder de una persona: el general De Diego, juez instructor del proceso abierto tras el golpe de Estado. Por eso, el 6 de agosto de 1981 concierta una cita con él. Es un almuerzo, los dos solos. El jefe del CESID le pide información y lo hace apelando al servicio de inteligencia que dirige, por las Fuerzas Armadas y por el rey. —Sirvo al rey. Es lo único que me importa. Le daré el resumen en uno o dos días. También las notas individuales —concede De Diego, como recoge Manglano.
El general De Diego afirma que el caso «más complicado» es el del general Armada. «He tardado en asimilar su ambición», confiesa.
Manglano también le ofrece información. Le da cuatro claves para entender la ambición de Armada: primero, se considera a sí mismo una suerte de «Carrero de la nueva situación», como si fuera una especie de valido por debajo del rey. Además, continúa el jefe de los espías, hay que tener en cuenta su «capital político», pues ha estado diecisiete años destinado en la Zarzuela, así como su imagen fuera de España. Y en cuarto lugar, Manglano le revela a De Diego la conversación que el rey mantuvo con Armada en Baqueira. «Yo puedo arreglarlo», le dijo el general en vísperas de la Nochebuena de 1980. 45