va York se congregan fuera de los bares para fumar y ligar. Em borracharse y fornicar ante los ojos de la muerte es el otro gran tema de la noche, después de todo. Mientras tanto, pienso en to das las bebidas espiritosas que no beberé y en todos los espíritus a los que pediré que me manden mensajes escalofriantes esta no che, y recojo el plato de verduras asadas con salsa tamari que voy a llevar a la cena de sobaquillo, y que comeré en silencio después de la sesión. La idea es cenar con cualquier ancestro difunto que haya decidido reunirse con nosotras. Para ser sinceros, todo esto se ha convertido en un viernes por la noche bastante habitual para mí. Algunas de las conversaciones que mantengo últimamente con mis amigas no tienen desperdicio. Mujeres como Madeline, que antes trabajaba en la revista Nylon pero lo dejó para ir a un centro de videntes en Los Ángeles y que está convencida de que es una sirena reencarnada; Raquel, una exestilista de moda que diseñó un programa de desintoxicación espiritual para abrir el tercer ojo y limpiar los chacras junto con el colon; o Marika, una financiera convertida en chamanista moderna que siempre lleva ropa de Isa bel Marant y que me presentó a mi animal espiritual el verano pasado. Y no, no conocí a estas mujeres en un retiro de plantas medici nales milagrosas en Perú. Aunque probablemente se trate de una actividad vacacional que quieran realizar, además de nadar con los delfines, ir a Burning Man y hacer la meditación de diez días en silencio de Vipassana. Tampoco vamos por ahí, ni yo ni mis amigas, vestidas con caftanes lilas (a no ser que sean de Mara Hoffman), ni nos dejamos crecer el vello del sobaco ni bebemos solo té de kom bucha de nuestro huerto. Al contrario, las mujeres a las que yo me refiero como «mi aquelarre» son ciudadanas modernas y actuales de Nueva York, Los Ángeles y Londres, ciudades que abrazan con rapidez los albores de lo que me gusta llamar «la Now Age». Como la New Age, pero con un toque totalmente moderno representado con el now (ahora). A muchas las conocí después de publicar mi página web, The Numinous, una revista electrónica en la que la chica material conoce el mundo místico. 12