f ernando san ag u stín
14
Unos meses después, el nuevo servicio paralelo europeo estaba listo. Tras una serie de trabajos exitosos bajo la nueva bandera, llegó el que resultaría ser mi último servicio. El ataque y secuestro de barcos pesqueros y mercantes en la zona del mar Rojo y en el Índico suponía un incremento en los costes de los fletes y la pérdida de vidas humanas. Los países de la UE estaban decididos a trabajar conjuntamente. Sus servicios de inteligencia localizaron a quien decía ser el portavoz o negociador de los diferentes grupos piratas. Para evitar más ataques a las naves occidentales, acordaron pagar una importante cantidad mensual, equivalente al coste del mantenimiento de una fragata, unos aviones de reconocimiento y un helicóptero como elementos de protección en esa zona. A pesar del pago puntual del importe, los asaltos y las peticiones de rescate continuaron. Entonces concertaron una entrevista para revisar los términos del acuerdo, dada su ine ficacia, frente a uno de los islotes del mar Rojo bien conocidos por los aficionados al submarinismo. El Comité de Seguridad del Parlamento Europeo encargó esa operación al servicio paralelo. Tras recoger toda la información proporcionada por los servicios de inteligencia, decidieron una acción en tres fases: a) conocer, negociar, comprar o eliminar al intermediario; b) localizar, asaltar y eliminar el despacho financiero que, desde el gran Londres, recibía, repartía y gestionaba las cantidades de los rescates, y c) disponer de un grupo de acción en las inmediaciones del lugar de encuentro con el fin de reaccionar si la entrevista no salía como estaba prevista. Ultimados los detalles de la operación, el Comité le comunicó al intermediario que enviaría como negociadores a un obispo y a un sacerdote bien conocidos por su mediación en conflictos de colectividades violentas o marginadas. Demetrio y yo volvimos a vestir los trajes con alzacuellos. Los dos sabíamos algo de latín; Demetrio conocía bien el árabe y varios dialectos de la zona tras muchos años destinado en los equipos de inteligencia en las embajadas de Oriente Próximo. El resto de los participantes ensayaron bien la acción y, ante todo, el enmascaramiento y las coartadas.