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Rodrigo González nació en 1986 en Aranda de Duero (Burgos, España). En 2004 se trasladó a Salamanca para iniciar sus estudios de Biología en la Universidad de Salamanca. Más tarde, en 2010, se traslada a Madrid para iniciar su verdadera vocación, el diseño. Comenzó así sus estudios de Interiorismo en el Istituto Europeo di Design. Su etapa científica influye en el proceso de diseño de sus proyectos, ya sean de interiorismo o de producto, aplicando un sistema de trabajo práctico y metodológico. Fascinado con los países nórdicos, intenta plasmar en sus piezas y espacios la cultura escandinava sin olvidarse de sus propias raíces mediterráneas. Blanco y madera son los baluartes de los espacios que compone, teniendo como referentes al estudio Aires Mateus, de Portugal y al arquitecto japonés Sou Fujimoto. Desde noviembre de 2012 está trabajando como colaborador en Santamarina Studio, ubicado en el centro de Madrid y dirigido por Andrea Santamarina. En él está dando sus primeros pasos en el campo del diseño industrial.
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El Fuerte es una librería infantil emplazada en el entorno de Madrid Río y fundamentada en cinco bases: Sostenibilidad, Cultura, Integración, Juego y Naturaleza. Partiendo de dos premisas básicas como son la composición del parque en el que está situado y los castillos de princesas, se propone un edificio completamente desmontable en el que los niños encontrarán un refugio en el que vivir aventuras de todo tipo.
Huyendo de los preceptos coloristas que definen a cualquier construcción infantil se ha compuesto un espacio en el que son los propios niños los que asumen esa resposabilidad. Las paredes blancas y los suelos de madera contrastan con siluetas negras en la pared. Estas, realizadas en pizarra, serán las responsables de cargar con el color que los usuarios deseen darles, convirtiéndose así en un elemento lúdico y decorativo. Además estas siluetas marcarán la temática de cada una de las secciones en las que está dividida la librería: Princesas, Piratas, Heroes... Los picos que pueden verse desde el exterior se refuerzan en el interior de manera que obtenemos un relieve recorrido por una luminaria serpenteante que se afirma como elemento escultórico del lugar.
En el exterior se pueden observar además unas gradas adyacentes a las paredes que servirán como espacio de lectura y eventos en días propicios. Se desarrollarán talleres de teatro y cuentacuentos o simplemente como espacio de lectura al aire libre. Toda esta construcción está pensada con una temporalidad, si se decidiese quitar la instalación solo habría que desmontarla y se vería ningún tipo de residuo dentro del parque. Además todos los materiales con los que está levantado El Fuerte son reciclables y con certificaciones de sostenibilidad. El Fuerte se convierte en el bastión de la cultura para los niños y mayores que visiten este parque y quieran hacer un descanso de los vertiginosos toboganes.
La cuidada gastronomía casera, junto al encanto del campo sueco nos invitan a apartarnos de la civilización para conectar con nosotros mismos. El restaurante ofrece un servicio a personas que quieran comulgar con sus pensamientos, que necesiten la evasión de la compañía habitual y se sumerjan en sus mundo sin prestar atención al momento que dejaron atrás. Este concepto se plantea en una zona, los países nórdicos, en la que comer solo se transforma en la manera de vivir, en un día a día opacado por el trabajo y los deberes. El concepto del pabellón nace de la necesidad de completar ese viaje al interior del consumidor. Una experiencia completa que hará que el usuario sienta la necesidad de apartarse de todo y todos y quedarse con sus pensamientos. Este recorrido interior se plantea como un recorrido al propio interior del entorno, sintiendo el alojamiento como una madriguera personal en la que nada ni nadie podrá penetrar. Tras la degustación recorremos un sendero que nos va atrapando. Con el cobijo de los abetos evoluciona nuestro trayecto hacia el descanso. Un refugio hecho de la materia de la arquitectura natural. El caracter modular del pabellón abaratará costes de producción y de mano de obra gracias a un montaje
sencillo. La apariencia natural, gracias al acabado en madera del exterior del pabellón nos transporta a las típicas cabañas invernales. Su entrada nos va cobijando hasta llegar a la puerta, donde entramos en la estancia. En el interior encontramos materiales nobles, macizos. El contraste entre madera, metal y cristal asegura un espacio armonioso cromáticamente y cálido en contraste con las gélidas temperaturas exteriores. Un espacio tan amplio como acogedor para poder disfrutar de la evasión del campo.
En el local situado en la calle desengaño, 11, se desarrolla un espacio gastronómico dedicado al vino. Hrodic Design propuso un viaje a través de las características de este caldo, desde su parte molecular hasta su carácter cromático. El viaje se desarrolla alrededor de los elementos representativos del vino, como son: la madera, el vidrio y el acero. Incluyendo además la cerámica como componente del elemento escultórico presente en el espacio. Este recorre el restaurante y nos sumerge en la bodega, donde encotramos el ambiente perfecto de maduración de los tintos. Durante este recorrido encontramos el homenaje al germen del caldo, la cepa. Incluida en un contenedor de vidrio, juega un papel artístico y primordial dentro de la barra que separa a camareros y clientes. Un toque de naturaleza y reclamo para la zona central del local. El hexágono se convierte en parte indispensable e indiscutible de este espacio, cambiando de color y generando, como los taninos, toda la escultura que se afirma como el propio vino convertido en sólido. Esta estructura hace las veces de luminaria, generando una iluminación indirecta que envuelve todo de un aura cálida. Desde la entrada, dedicada al vino blanco, hasta
la bajada a la bodega, con los colores del vino tinto, esta alegoría nos marca un camino y tres espacios. Tanto el espacio como la gastronomía presentan una relación con las características del vino, siendo el maridaje, la forma de concebirlo todo.
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Rejuvenecer y dar frescura a la imagen de estas perscaderías ubicadas en Aranda de Duero fueron las bases para este proyecto. Dejando de lado un carácter un tanto anticuado y mal compuesto se propuso este rediseño del logo de la empresa, dotándolo de limpieza y aire. Esta reinterpretación se completa con un nuevo plan estratégico, en el que se subdivide la marca Freshmar en cuatro clases de productos. Ya sea la línea económica, la de venta al mayor, la línea artesanal o el servicio que llevan ofreciendo mas de 25 años, cada una tendrá un distintivo propio. Esta nueva imagen traerá consigo una total remodelación de los espacios disponibles del negocio,, aplicando el nuevo concepto de frescura y diseño visible para cualquier cliente o usuario.
Versiones del logo
Propuesta para nueva bolsa
www.hrodicdesign.com