Historia Militar de la Virtudes del Ejército Chile autor: Rodolfo Ortega Prado

Page 1




RODOLFO A. ORTEGA PRADO

HISTORIA MILITAR DE LAS VIRTUDES DEL EJÉRCITO CHILENO MONOGRAFÍA HISTÓRICA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE Y DE OTROS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS

BIBLIOTECA DEL OFICIAL


Esta obra corresponde a una de las investigaciones licitadas por la Academia de Historia Militar el 2007, institución a la que se agradece la gentileza de poner a disposiciòn del Ejército chileno el presente ensayo.

Ejército de Chile Departamento Comunicacional Registro de Propiedad Intelectual Nº 173.471 I.S.B.N. Nº 978-956-7527-55-7 Impreso en los Talleres del Instituto Geográfico Militar Santiago de Chile, 2008 Las ideas aquí expresadas no reflejan necesariamente ni comprometen la opinión del Ejército de Chile y son de exclusiva responsabilidad del autor.


Dedicado a: Diego E. Ortega Medel Adriana O. Prado Squella



Cualquiera que en el tumulto del combate, sienta que la resolución y la reflexión lo abandonan, debe mirar a sus oficiales. Si estos hubiesen caído, tendrá siempre bastantes suboficiales y valientes compañeros que lo sostengan con su ejemplo (Reglamento de Ejercicios para la Infantería Chilena de 1907).

“La vida de los héroes ha enriquecido la historia y la historia ha embellecido las acciones de los héroes” (Jean de la Bruyére).



ÍNDICE

Pág.

Prólogo .........................................................................................

11

Introducción . ...............................................................................

19

Capítulo I Referente teórico de los valores y virtudes militares ............. — Percepción de las virtudes militares . .................................

39 47

CAPÍTULO II Conceptos y planteamientos de tratadistas internacionales...

57

CAPÍTULO III Valores militares definidos por los ejércitos latinoamericanos... — México .................................................................................... — Guatemala.............................................................................. — Brasil. ..................................................................................... — Perú......................................................................................... — Argentina................................................................................ — Uruguay.................................................................................. — Paraguay................................................................................. — Colombia. ............................................................................... — Ecuador.................................................................................. — El Salvador............................................................................. — Diferencias o similitudes......................................................

97 99 103 105 107 110 118 122 124 127 130 134

CAPÍTULO IV Historiografía de las virtudes militares del Ejército de Chile....

139

CAPÍTULO V Acciones heroicas. Virtudes militares de las fuerzas que participaron................................................................................

199


10

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

— Narración histórica . ............................................................. 202 • Período de la Independencia . ............................................. Período de la Independencia 202 • Sorpresa de El Roble (17 de octubre de 1813) . ................ Sorpresa de El 202 Roble (17 de oc • Sitio de Rancagua (1 y 2 de octubre de 1814). .Sitio ................ de Rancagua 204 (1 y 2 de octu • Batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817) . ............... Batalla de Chacabuco 207 (12 de f • Batalla de Maipú (5 de abril de 1818) . Batalla .............................. de Maipú (5 de 211 abril de 1818) — Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana ............... 215 • Batalla de Yungay (20 de enero de 1839) . Batalla ........................ de Yungay 215 (20 de enero de 1 — Guerra del Pacífico ............................................................... 220 • Asalto y Toma de Pisagua (2 de noviembre de 1879) . Asalto ..... 220 y Toma de Pisagu • Batalla de Tarapacá (27 de noviembre de 1879) . Batalla . ........... de 223 Tarapacá (27 de n • Batalla de Tacna o del Campo de la Alianza . Batalla de Tacna o del Campo d . (26 de mayo de 1880) . ....................................................... 230 • Asalto y Toma del Morro de Arica (7 de junio de 1880). ..... Asalto 234 y Toma del Morro • Combate de Sangra o Sangrar (26 y 27 de junio de 1881). .Combate . 240 de Sangra o Sa • Combate de La Concepción (9 y 10 de julio de 1882) . .... Combate 244de La Concepc • Batalla de Huamachuco (10 de julio de 1883) . ................ Batalla de Huamachuco 252 (10 d CONCLUSIONES........................................................................

257

BIBLIOGRAFÍA...........................................................................

273


11

PRÓLOGO En los últimos años el Ejército de Chile es objeto del mayor cambio que registra su historia. No solo se está transformado su orgánica y doctrina, sino que también se están reforzando los preceptos valóricos de los hombres y mujeres que lo conforman. Esta evolución que se concreta en los albores del siglo XXI, tiene su explicación en la necesidad de que las instituciones militares continúen sintiéndose parte de la sociedad, y que esta confíe en la entereza de sus Fuerzas Armadas. La sociedad ha convenido en las fuerzas militares que necesita, y estas se deben a ella. Los ejércitos de todo el mundo llegaron a un punto de inflexión al término del milenio, la agenda valórica dejó lugar a los nuevos problemas que afectan a la humanidad, y que influyen en lo que espera la sociedad de sí misma. Se inició un camino que ha postergado la vetusta interpretación de la seguridad nacional centralizada en la defensa de un Estado o nación, dando paso a la seguridad humana, que se centra en el usuario final de la seguridad, el ser humano. Por tanto, ya no basta con proteger al Estado para proteger a las personas, es necesario también incorporar resguardos que protejan al ser humano. En este contexto, Chile requiere de un Ejército que se desenvuelva en una nueva concepción de la seguridad, que se caracteriza por su multidimensionalidad y que incluye a las amenazas que han sido tradicionales, pero también a las nuevas amenazas, preocupaciones y otros desafíos a la seguridad. Incorpora prioridades que contribuyen a la consolidación de la paz, al desarrollo integral y a la justicia social, y se basa en valores democráticos, la promoción y defensa de los derechos de los ciudadanos, la solidaridad, la cooperación y soberanía nacional. La paz es un valor y un


12

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

principio en sí mismo, y esta se basa en la democracia y en la justicia. Por lo anterior, el apego a la Constitución de todas las instituciones del Estado y el respeto del estado de derecho por todas las entidades y sectores de la sociedad son valores fundamentales y contribuyen a la estabilidad y la paz. El Ejército de Chile ha sido consecuente con esta demanda de la sociedad. No se ha detenido a observar hacia atrás, sino que avizora el futuro de Chile más allá de la momentaneidad. Su transformación se cimienta en ello: participa con sus fuerzas en mandatos internacionales, que en el pasado no estaban en el entorno de la profesión militar y que ahora son esenciales para ayudar con la paz internacional; colabora al desarrollo nacional en aquellas áreas afines a la especialización de sus funciones; motiva a la sociedad a sentir que el Ejército es de todos los chilenos; demanda a sus integrantes y al cuerpo sólido que representan, la disposición de ofrendar la vida si las circunstancias lo exigen; y se extiende hasta los sectores más inhóspitos del territorio para garantizar la soberanía nacional. Para servir a los fines anteriores, el Ejército consideró que en su transformación, los valores y virtudes militares no podían estar ausentes. Por ello, en 2006 explicitó las bases conceptuales que constituyen el sustento moral del quehacer del Ejército en Chile, y publicó la Ordenanza General, que fue refrendada por el Presidente de la República, para precisar los principios esenciales en los que se funda la Institución y las dimensiones del proceder profesional de sus integrantes. La reformulación de los valores y virtudes del Ejército no constituyen un hito inédito, desde la misma organización del Primer Ejército Nacional ha sido


PRÓLOGO

13

un tema recurrente, y sus cambios han sido como consecuencia de que la sociedad se ha ido en forma paulatina manifestando moralmente diferente. Por ende, el Ejército, que se debe a ella, también ha sido parte de esa evolución, en el entendido de que los valores no son intrínsecos, tampoco corresponden a verdades universales ni permanentes. Por el contrario, los valores están sujetos a variaciones conforme a las exigencias y a los cambios sociales, y por consiguiente, tienen un valor relativo, y su captación es esencialmente por intuición. No es la sociedad la que explícitamente le dice al Ejército los valores que deben poseer sus integrantes, es el Ejército que, interpretando a la sociedad, define los valores que deben tener sus componentes. La misión esencial del Ejército es contribuir a la seguridad y defensa de la Patria. Para su cometido es una institución disciplinada y jerarquizada, pues la facultad del uso racional de la fuerza lo distingue de otra fuerza, y porque la distribución de las responsabilidades es inherente al mando. Es en el mando en quien recae, en última instancia, la responsabilidad de las decisiones adoptadas, y este deberá exigir de los subalternos la obediencia a sus decisiones. Las enseñanzas de Francisco Villamartín son propicias para señalar que: La primera máquina de guerra que debe estar bajo la mano del jefe, como lo está su espada, es la imaginación del soldado; es decir, que no se deben tomar los hombres tales como son, sino formarles tales como debe ser. Educando, modificando, conduciendo su valor, excitando su entusiasmo, fomentando el espíritu de cuerpo, desarrollando la buena disciplina, creando hábitos y costumbre de guerra, corrigiendo y celando las faltas ligeras para precaver los delitos, se consigue tener sobre las tropas una inmensa fuerza moral y se influye de tal modo, en


14

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

momentos dados, sobre el corazón del hombre, que se hace un héroe del último de los soldados.1 Se deberá aceptar que, en la historia de Chile hay periodos o acciones –afortunadamente los menos– en los cuales la integridad de los mandos –y en otros de la tropa–, ha admitido cuestionamientos, o al menos han sido motivo de controversias. Pero tampoco se puede dejar de reconocer que, en la mayor parte de la historia chilena el Ejército ha cumplido con su deber, y ha entregado tantas vidas como ha sido necesario para las glorias de la Patria. El Ejército no ha estado ausente en los principales sucesos nacionales, por el contrario, ha sido protagonista de la mayoría de ellos como institucional fundamental, cuyo valor medular como cuerpo armado, ha sido su carácter disciplinado, jerarquizado, profesional, obediente y no deliberante. La historia militar de Chile es fructífera en acciones donde las virtudes de los comandantes o de las tropas han dejado un legado moral para las generaciones posteriores. Los sucesos que se incluyen en este texto, son solo una parte de ella. Muchos otros sustentan el ser nacional y todos los chilenos deben sentirse orgullosos de la historia militar de Chile, ya que desde los primeros gritos independentistas, los héroes se sucedieron, y jalonaron, primero los anhelos nacionales de libertad, y luego, los derechos que impusieron la razón y las armas. Cuatro son las virtudes recurrentes en la historia militar chilena: valor, disciplina, honor y espíritu de cuerpo, que en la Ordenanza General del Ejérci1

Villamartín y Ruiz, Francisco, Nociones de Arte Militar, Madrid: Ediciones Ejército, 1943, p. 49.


PRÓLOGO

15

to de Chile 2006 están representadas de la siguiente forma: el valor, como la fuerza moral y física que es necesaria para acometer grandes desafíos, enfrentando de manera consciente el peligro y la adversidad; la disciplina, como el dominio de sí mismo que mueve al cumplimiento del deber, supeditando la propia voluntad al bien colectivo; el honor como la virtud que reúne los valores que mueven a una persona a ser sincera, digna, y honesta; y el espíritu de cuerpo, que deben sentir los militares respecto del Ejército como un todo, o en relación con la unidad a la cual pertenecen. El valor es el máxime del ánimo que hace amar las emociones producidas por el peligro y arrostrarlo con firmeza. El valor sin ira y estoico, de los grandes hombres, es el valor que conviene; quizá la ira es el disfraz del miedo; talvez, la tenacidad es desesperación; pero la impasible serenidad, del que piensa y resuelve allí donde las demás inteligencias se hallan fuera de su centro, valen más que el valor ciego. El valor no es innato. El valor se corrompe o se transporta desde los primeros estímulos educativos, por ello, el mismo hombre no es valiente en todos los momentos de su vida, todo dependerá de las circunstancias. Por ello, los oficiales tienen la responsabilidad de formar hombres valientes por la vía del ejemplo y la instrucción, ya que el valor colectivo de las unidades es una simple derivación del valor individual, donde el conjunto asume para sí la recopilación de fuerzas que permitirá el cumplimiento del deber: en un oficial es acción distinguida el ser el primero que suba a una brecha o escala, y que forme la primera gente encima del muro o trinchera del enemigo (...) todo oficial que fuere atacado en su puesto, no lo desemparará sin haber hecho toda la defensa posible para conservarla y


16

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

dejar buen puesto el honor de las armas (artículos 462 y 464 de la Ordenanza General de 1923). La disciplina es el valor que circunscribe a las otras virtudes, es el complemento de todas ellas y la manifestación, visible y constante en todos los actos. En la disciplina interviene un elemento coactivo y un factor voluntario. En la situación óptima está implicado un mayor convencimiento, mientras mayor sea la actitud disciplinaria por convicción, menor será la necesidad de imposición. En directa relación con la disciplina habita la obediencia, la subordinación y el respeto por los intereses colectivos por sobre las necesidades individuales. En la guerra moderna es prominente la voluntariedad en la obediencia y disciplina, ya que la coacción será imposible si la disciplina no está arraigada como un dogma inmutable. El honor es la virtud que lleva al más estricto cumplimiento de los deberes militares con respecto del prójimo, a la unidad y con uno mismo. En el honor están implicadas todas las otras virtudes militares, y el que está dotado de esta virtud, jamás dará un paso por un camino apartado de la ética militar. Su propio honor se lo impedirá. Del soldado con honor puede esperarse todo lo bueno, será disciplinado, obediente y valiente. No se intimidará ni amedrentará, será capaz de superar cualquier circunstancia adversa, incluso con el riesgo u ofrenda de su vida. Según el destacado jurista militar español Salvador Calderón: El concepto del honor es etéreo, cambiante en el tiempo y, por lo mismo, sometido a criterios de valoración distintos, no sólo en el ámbito temporal, sino también en los diferentes círculos de cultura sociales. De ahí que el honor haya sido concebido, desde el punto de vista cultural y temporal, como virtud personal, prevalencia social, respe-


PRÓLOGO

17

to por uno mismo, religión, ornamentación, sentido del deber amor propio y uso social.2 En el siglo XIX el honor era mancillado por una injuria u ofensa a la dignidad de una persona por medio de una palabra u obra. Teóricamente para que estuviera afectado el honor, la ofensa o injuria tenía que ser de tal gravedad, que así lo ameritara, pero siempre su valoración fue subjetiva, pues en la práctica era definida por el ofendido. En la historia militar de Chile existen objetivas demostraciones del resguardo del honor del Ejército y de la patria. Su principal personificación está representada en los combates de El Roble, Rancagua, Sangra y La Concepción donde ante fuerzas considerablemente superiores se elige por no acceder a la rendición y se opta por la inmortalidad o por la gloria. El espíritu de cuerpo implica una profunda lealtad, orgullo y entusiasmo de los militares por ser parte de un Ejército coherente e íntegro, o las ansias de pertenecer, representar y ser partícipe de la mejor unidad del Ejército. El espíritu de cuerpo implica espíritu militar y compañerismo, y no es la suma moral de los soldados de la unidad, sino que el resultado de los éxitos de ella. Independiente que la suma de las virtudes individuales sea la virtud del Ejército, en el Ejército de Chile hay virtudes que identifican a la institución como un todo. Es una organización monolítica; ha sido cuño e impulsor de la soberanía chilena; ha sido parte activa en la organización de la República; sus acciones son las glorias que celebra Chile; ha colaborado al desa2

Calderón Madrigal, Salvador, “Cuestiones sobre el honor”, Madrid: Secretaría General Técnica del Centro de Publicaciones del Ministerio de Defensa, 2002, p. 267.


18

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

rrollo nacional, y próximo a cumplir dos siglos, su presencia en todo el territorio nacional y en el extranjero representa a todo el pueblo chileno. En este momento de transformación positiva del Ejército de Chile, este libro espera ser bienvenido en la Biblioteca del Oficial. Su lectura permitirá observar de forma diferente las virtudes que deben profesar los integrantes de la institución y recapacitar sobre su importancia en la profesión y vocación militar. Después de leer este texto, será propio invitar a la reflexión: ¿Cómo los procesos de transformación en desarrollo, en especial los que se refieren a docencia e instrucción, participan en la inculcación de las virtudes militares de los integrantes del Ejército?


19

INTRODUCCIÓN Los ejércitos se organizan para servir al Estado y garantizar a este su integridad y soberanía. Los Estados necesitan de sus ejércitos para su seguridad y preservar sus intereses. En los ejércitos se desarrolla la carrera militar, que obedece a una vocación de servicio a la patria, encuadrada en ciertas normas de comportamiento, conocimientos especializados, habilidades y virtudes morales que, en última instancia, le permitirán al soldado “rendir la vida si fuese necesario”.3 Entre el Estado y el Ejército existe un acuerdo tácito, que se relaciona con la entrega de la potestad del uso de la fuerza con fines claramente delimitados en beneficio de la nación y de la patria. En este compromiso, el Estado requiere que los integrantes de los ejércitos sean disciplinados y valientes; que los que posean la fuerza sean guerreros y obedientes, y ante una situación que afecte su integridad, sean eficaces y eficientes. Los ejércitos profesionales asumen que ambas virtudes –la disciplina y la valentía– representan los principales valores que supeditan la existencia de los ejércitos, y se esfuerzan por inculcarlos en cada uno de sus integrantes. Los primeros ejércitos de la historia fueron organizados para satisfacer los intereses de señores que buscaban ampliar sus dominios o defender sus posesiones. Eran reunidos circunstancialmente para combatir y obtener triunfos definidos y financiados por los que directamente de ellos se favorecían, y por ende también los promovían, las tropas eran pagadas con el pillaje y libertades que después de la victoria sucedían. Paulatinamente, fue necesario mantener tro3

Libro de la Defensa Nacional de Chile, Santiago: Ministerio de Defensa Nacional, 1997, p. 134.


20

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

pas en presencia permanente, para no quedar al arbitrio de sucesos imprevistos y a la prevaricación de las propias fuerzas. En forma gradual se fue dando la subordinación de estas fuerzas y regulando las relaciones de comportamiento y disciplina. Así, las virtudes militares de los ejércitos han sido históricamente de conveniencia para los países que los organizan, como para la propia institución que resulta. Si la organización no es integrada por mujeres y hombres disciplinados, valerosos y moralmente virtuosos, es muy difícil que estos mantengan su integridad en una situación donde converjan el riesgo, el esfuerzo y la posibilidad de perder la vida. Es fácil pertenecer a un ejército de un país que ha estado en paz, pero el temple militar se aprecia en los ejércitos que han estado sometidos a situaciones de apremio o directamente enfrentados en combate. Comúnmente la sociedad juzga a los ejércitos que le pertenecen por las hazañas bélicas que han protagonizado, y fundamentalmente por las victorias que les han entregado. Las derrotas pronto se olvidan o se distorsionan, a lo más se transforman en leyendas para rememorar a los caídos. En el Ejército de Chile la profesión militar se encuentra regulada por numerosas normas que exigen a los que a ella se dedican, un conjunto de virtudes morales, que responden, en parte, a una tradición histórica, pero que tienen una aplicación y exigibilidad directa en el Código de Justicia Militar y en el Reglamento de Disciplina.4 En cada país y en cada ejército, los valores son definidos e interpretados en forma diferente. Hay 4

El primer artículo del Reglamento de Disciplina de las Fuerzas Armadas, indica que el ejercicio de la profesión militar, deriva de la necesidad que tiene el país de salvaguardar su vida institucional de toda amenaza interior o exterior y que esta reside, principalmente, en los sentimientos del honor y del deber de todos los que la profesan.


INTRODUCCIÓN

21

ejércitos que enaltecen las virtudes del patriotismo y la vocación, en otros la austeridad y el compañerismo, y en muchos se privilegia la valentía y la disciplina. Pero en casi todos hay elementos distintivos comunes, como la fidelidad a la bandera, a Dios, y la voluntad de entregar la vida si las circunstancias lo requieren. Los valores que identifiquen a cada ejército no son patrimonio exclusivo del militar, ni el hecho de vestir un uniforme implica poseerlos, pero estos constituyen un paradigma o ideal para el militar, que virtuoso o no, se siente integrado a una corporación, que antepone los valores morales a los beneficios personales. Una de las primeras preguntas que surge de esta reflexión es ¿por qué las virtudes militares son diferentes de un ejército a otro? si se supone que todos los ejércitos se deben a los mismos fines. Una respuesta aceptable, ante algo indiscutible, se encuentra en la historia de cada país, donde prominentemente la historia militar es la fuente transmisora de acciones e inmolaciones, que a la postre, se traducen en legados virtuosos que son rescatados como ejemplos de vida por las continuas generaciones que se incorporan a la profesión militar. En la historia universal los ejemplos de ejércitos virtuosos son una constante que engalana a quienes han elegido esta profesión. Entre los años 490 y 478 a.C., Grecia y Persia se enfrentaron en dos guerras, en las cuales se libraron las batallas de Maratón y las Termópilas. En esta última, las fuerzas coaligadas de las ciudades griegas fueron derrotadas por las tropas del rey persa Jerjes I, hijo de Darío I el Rey de Reyes, el que pudo continuar y destruir Atenas. Esta memorable batalla convertida en leyenda es uno de los tantos ejemplos históricos, que deja de manifiesto la heroicidad y virtudes de algunos ejércitos, que continuamente son ensalzados para la grandilocuencia patriota o para


22

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

transmitir legados virtuosos. La batalla del desfiladero o del paso de las Termópilas es uno de los mayores ejemplos de valentía y disciplina demostrada en el campo de batalla. Un reducido grupo de hombres sucumbe ante un adversario considerablemente superior, en su afán del cumplimiento de la misión asignada. El sacrificio de los guerreros griegos, al igual que el Combate Naval de Iquique donde se inmoló Prat y Aldea, constituye el hito inicial conducente a la victoria, que no solo representa un acto de heroísmo, sino que produce un significativo impacto en la conciencia de todo un pueblo. En las Termópilas, 300 guerreros de lid espartanos, 700 tespianos y 400 tebanos al mando del rey de Esparta, Leonidas, rechazaron durante dos días una fuerza persa que algunos historiadores indican como 200 veces superior a la griega. Solo la traición de un campesino, que condujo al ejército Persa a la retaguardia de los griegos produjo un vuelco en la situación. Leonidas al ver que iba a ser atacado desde dos frentes y por ende que la posición en el desfiladero no le proporcionaría ningún apoyo, por el contrario, le limitaba el espacio de maniobra, abandonó su posición y distribuyó sus fuerzas entre un acantilado y un valle plano. En la noche anterior, los griegos entonaron cánticos que habían aprendido para prepararse para la muerte en combate y para infundirse valor unos a otros. Al salir el sol, en una acción insólita, los griegos salen al encuentro del enemigo, sabedores que solo les quedaba morir en un ataque frontal. El valor y el ejemplo de Leonidas, la valentía y disciplina de los espartanos y de los tespasianos, son recordados hasta el día de hoy como una de las batallas épicas de la humanidad, donde un puñado de hombres detuvo al mayor ejército del mundo antiguo.


INTRODUCCIÓN

23

Todos los años los nuevos soldados que se incorporan al ejército israelita, hacen un juramento de lealtad a su país en Masada. En ese lugar se simboliza la valentía y la lealtad al extremo de la irracionalidad, pero habría que entenderla en el contexto histórico de aquel entonces y de la religiosidad como variable determinante en la conducta de los ejércitos y de los pueblos. Masada era una fortaleza en la cumbre de una montaña en el desierto, al sureste de Jerusalén, fue el escenario de la última resistencia del pueblo judío contra el dominio del imperio romano (66-73 d.C.) llevada a cabo por los zelotes, que era una facción religioso-política judía, conocida por su resistencia fanática al dominio romano en Judea durante el siglo I. Los zelotes se apoderaron de Masada en el 66 d.C., y cuando Jerusalén fue tomada por los romanos en el 70, los últimos rebeldes que quedaban (unas mil personas, entre las que se contaban incluso mujeres y niños) se retiraron a Masada al mando de Eleazar ben Jair, los zelotes resistieron en este lugar más de dos años el asedio de la X Legión Romana al mando de Lucio Flavio Silva. Cuando la situación era insostenible y los romanos se aprontaban para el asalto final, los ocupantes de Masada deciden suicidarse antes de rendirse. Otro glorioso suceso histórico que delata el talante de las fuerzas que lo protagonizaron, es el asalto del fuerte de El Álamo.5 En 1835, tras un largo periodo de pugna con el poder central mexicano, Texas declaró la independencia y, apoyándose en los mexicanos que seguían al federalista Lorenzo de Zavala y en colonos an5

Combate librado en 1836 en la misión franciscana de San Antonio de Valero, ubicada en la actual ciudad estadounidense de San Antonio (Texas), con ocasión de la guerra de la independencia texana contra México.


24

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

gloamericanos y de otros países, estableció un gobierno provisional. El general y presidente mexicano Antonio López de Santa Ana objetó esta decisión y dispuso el envío de un ejército para someter a los rebeldes. El 23 de febrero de 1836, el propio López y 4.000 hombres, llegaron a las afueras de la ciudad de San Antonio, que había sido tomada por los insurgentes texanos. El coronel William Barrett Travis y 155 hombres se parapetaron en El Álamo. López desplegó sus tropas alrededor del fuerte y, cuando llegó su artillería, inició el asalto. Los texanos, resistieron hasta el 6 de marzo, día en que los asaltantes lograron romper los muros de la antigua misión. El coronel William Barrett Travis y prácticamente todos sus hombres perecieron en el lugar después de una valiente resistencia, que obligó a la numerosa fuerza atacante gastar muchos recursos, tiempo y vidas para la conquista de la posición. Este episodio de ofrenda, hasta el día de hoy representa el espíritu de cuerpo, el convencimiento de la causa por la cual luchaban, la valentía y el arrojo de los refugiados en El Álamo. La narración de batallas y acciones de la historia militar universal podría no terminar nunca. En América del Sur los ejemplos similares también abundan. Las guerras de la conquista española, las rebeliones indígenas y las guerras independentistas están colmadas de acciones heroicas, que en nada se diferencian de las hazañas en otras regiones del mundo. Junto con la narración de las acciones militares han surgido los héroes. Estos se transforman en referentes para interpretar los sentimientos nacionales y servir de modelos de conductas para que la sociedad distinga al ejército que la identifica. Numerosos combates, batallas y acciones heroicas galanas son parte de la historia militar. El esfuerzo de vencedores y vencidos no ha sido olvidado. Los sucesores de la misma profesión de aquellos


INTRODUCCIÓN

25

que algún día ofrendaron la vida, son los encargados de invocarlos. Las próximas generaciones harán lo mismo y así sucesivamente la transmisión de valores y virtudes se sigue concretando. No hay ejemplos de ejércitos cobardes, solo de comandantes precavidos. No hay rendidos deshonrados, solo guerreros vencidos. En la historia del Ejército de Chile las acciones heroicas y ejemplos virtuosos también predominan. El arrojo, valentía y tenacidad de los araucanos y españoles en la época de la Conquista se manifestó entre otros en los combates de Andalién, Penco, Tucapel, Marigüeñu, Lagunillas, Millarapue, Purén, Cayucupil y Quiapo. O’Higgins demostró su valentía y temple guerrero atacando frontalmente a los realistas en el combate de El Roble el 17 de octubre de 1813, donde su arenga Vivir con Honor o Morir con Gloria ha embelesado la historia de la Independencia. Pese a haber sido herido en una pierna motivó a sus hombres y con su propio ejemplo impulsó el ataque que ocasionó significativas bajas a los realistas. Nuevamente hace visible sus condiciones de comandante y su valía militar en Rancagua el 1 y 2 de octubre de 1814, cuando prácticamente estaba todo perdido y luego de rechazar un sexto asalto realista, ordenó a los dragones y a los que pudieran hacerlo, formar una columna que atravesó combatiendo una de las trincheras de la plaza; rechazó a las partidas enemigas que pretendían impedir su paso y logró retirarse a Santiago.6

6

Ibáñez Vergara, Jorge. O’Higgins El Libertador, Santiago: Instituto O’Higginiano de Chile, 2001, p. 71, indica que la decisión y el arrojo de O’Higgins fue determinante en el triunfo de la acción militar y que: entre los numerosos combates y batallas en que don Bernardo peleó con una valentía que se hizo legendaria, El Roble es sin duda un hecho memorable de su vida militar.


26

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

En la guerra contra la Confederación Perú Boliviana y específicamente en la batalla de Yungay (1839), para enfrentar a las fuerzas en el cerro Pan de Azúcar y las casas de Punyán, Bulnes envió cuatro compañías de cazadores de infantería a las órdenes del comandante del Carampangue, coronel Jerónimo Valenzuela. Para lograr la conquista de la posición los soldados debieron ascender el cerro arrastrándose y soportando los peñascos y las descargas de la fusilería de los bolivianos. Los oficiales a la vanguardia de sus unidades llegaron a la cima del cerro donde se produjo una lucha que se recuerda con estas letras: […] las compañías, obedeciendo la voz de sus respectivos oficiales llegaron por fin a la cumbre del cerro, cuyos bordes destilaban la preciosa sangre de tantos ilustres chilenos. Trabóse allí la lucha con mayor ardor y mayor resolución; cruzáronse las columnas a la bayoneta; peleóse con un encarnizamiento de que la historia presenta raros ejemplos. Las compañías chilenas diezmadas todas, reducidas algunas a poco más de la mitad de su número, muertos en otras casi todos sus oficiales, mandados algunas –como la del Carampangue por su sargento 2º– por haber perecido todos sus superiores jerárquicos, se enredaron en lucha desesperada con los soldados de Quiroz.7 En esta acción, además de la valentía y disciplina que demostró la tropa, sobresalió el espíritu de cuerpo de la unidad para enfrentar el desafío y el cumplimiento del deber. La Guerra del Pacífico (1879-1883) es el conflicto donde las virtudes de los comandantes y de las tropas alcanzan su máximo esplendor. Las fuerzas chilenas, como también las peruanas y bolivianas interpretan el temperamento del militar latinoamericano, los mis7

Estado Mayor General, Historia Militar de Chile, Tomo II, Santiago: Estado Mayor General del Ejército, 1985, p. 44.


INTRODUCCIÓN

27

mos que habían convergido para independizarse, ahora luchaban entre sí, por afrentas que, para las partes, ni la diplomacia ni la política pudieron solucionar. El Combate Naval de Iquique es el punto de partida de los actos heroicos de las tropas y de los comandantes. Prat enardeció a los chilenos y Grau realzó a las fuerzas peruanas. La acción decidida por Prat no solo es el principal ejemplo de heroísmo de las páginas de la historia de Chile, sino que también es un capítulo épico de la historia militar universal. En el Ejército chileno el primer acto sublime se produce en la batalla de Tarapacá y lo personifica el comandante Eleuterio Ramírez, quien debió atacar frontalmente a la posición peruana para intentar hacerla retroceder. Ramírez junto al comandante Vivar y las fuerzas bajo el mando de ambos, demostraron tenacidad, valentía y una especial disposición de arrojo para enfrentar los fuegos superiores del batallón Arequipa. Posteriormente, y después de la victoria chilena en la batalla de Tacna donde las divisiones Amengual, Barceló y Amunátegui perdieron más de 1.600 hombres, la historia destaca las acciones en Arica. En esta plaza, el coronel Francisco Bolognesi estaba resuelto a defenderse tenazmente y para ello había organizado una posición defensiva inexpugnable, tanto por las condiciones del Morro de Arica como por la preparación de la resistencia. Las fuerzas chilenas en un mínimo de tiempo y privilegiando el combate cuerpo a cuerpo, lograron minar la entereza de Bolognesi y su hombres, gracias al ímpetu con que mantuvieron el ataque, a la conducta guerrera de los soldados y al ejemplo de los comandantes de las distintas agrupaciones. Después de las victorias en morro Solar y Miraflores, la máxima demostración de virtudes militares y


28

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

principalmente de la disciplina y valentía se inmortalizó en el combate de Sangra y en el combate de La Concepción. El sargento mayor D. Virgilio Méndez envió a Las Cuevas al capitán del Buin 1º de Línea José Luis Araneda, 3 subtenientes y 78 soldados con la misión de vigilar los caminos por los cuales regresaba a Lima la división Letelier y proveerla de municiones. El 26 de junio de 1881 fueron atacados el capitán Araneda y sus soldados por fuerzas estimadas en un batallón de infantería, 200 milicianos y centenares de indios al mando del coronel peruano Manuel de la Encarnación Vento. El combate duró todo el día y parte de la noche, finalmente los peruanos pese a ser considerablemente superiores se retiraron ante la férrea resistencia de Araneda y sus hombres, los que sufrieron considerables bajas pero no cedieron la posición. Prácticamente un año después, el 9 y 10 de julio de 1882, tiene ocasión el combate de La Concepción donde 77 hombres combatieron durante diecinueve horas contra fuerzas muy superiores e integradas por soldados de línea e indios serranos. Los 77 chilenos murieron oponiendo entereza más que poder de fuego ante la desproporcionalidad de las fuerzas que se enfrentaban. Destaca en esta acción el teniente Ignacio Carrera Pinto, nieto de José Miguel Carrera Verdugo y sobrino del Presidente de Chile Aníbal Pinto. Los sucesos heroicos de la Guerra del Pacífico no terminan ahí, en el combate de Tarma Tambo, en la batalla de Huamachuco, en Huasacache, en Arequipa y en el combate de Pachía son otras ocasiones donde las tropas chilenas demuestran su valer y a la postre su fama. Todos los ejércitos se vanaglorian de las virtudes militares de sus integrantes, y el Ejército de Chile no es


INTRODUCCIÓN

29

una excepción. La virtuosidad de la tropa no es fruto de la retórica o cesión generacional, obedece a una transmisión histórica de valores, que se han ido legando de hazañas heroicas o de las acciones virtuosas de sus integrantes que, en algún momento privilegiaron el cumplimiento del deber por sobre sus vidas o intereses personales. No solo con la victoria se ha alcanzado la gloria, también lo ha sido con la derrota y la muerte serena. Desde las guerras de Arauco las virtudes del Ejército de Chile se han ido enraizando de cuatro formas: las creencias religiosas de las tropas; la enseñanza de la historia militar; el ejemplo personal de instructores y comandantes; y por las normas y reglamentación en general que rigen el comportamiento institucional y que comprenden e interpretan todas las formas anteriores. La influencia de la religión en la acción formativa de los valores militares también tiene raíces históricas. El general de brigada Gonzalo Santelices Cuevas, que profusamente se ha referido y reflexionado sobre el sentido de la profesión militar, ha escrito en una de sus publicaciones que, toda la historia de la humanidad refleja la existencia de la guerra y por ende la necesidad de los ejércitos. En directa relación con las implicancias religiosas indica que: ya en libro del Éxodo, Moisés refiriéndose a la aflicción de los israelitas manifiesta “ahora, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra”.8 En el Deuteronomio9 8 9

Santelices Cuevas, Gonzalo. “Reflexiones sobre el Ejército y la Profesión Militar”, en VV.AA. Memorial del Ejército de Chile Nº 459, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército, 1998, p. 27. Es la palabra que Moisés dirigió al pueblo de Israel, al otro lado del Jordán, en los umbrales de la tierra prometida. Corresponde al testamento espiritual de Moisés.


30

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

se señala en las leyes sobre la guerra que: […] escucha Israel hoy vais a pelear contra vuestros enemigos; no os acobardéis; no tengáis miedo, no tembléis ni os asustéis de ellos, porque el Señor vuestro Dios, os acompaña y combatirá por vosotros contra vuestros enemigos para salvaros.10 […] los oficiales añadirán al pueblo: el que tenga miedo y se acobarde, que se vuelva a su casa, para que no contagie la cobardía a sus hermanos.11 En el ejército romano la religión se dividía entre la practicada dentro de los campamentos, como el culto a los dioses de Roma, especialmente a Júpiter y a la Tríada Capitolina, el culto imperial y el dirigido a los emblemas militares; y, por otra parte, los cultos escogidos por cada soldado. Para los soldados romanos adquiere gran importancia el aspecto religioso y el espíritu de cuerpo que los une y los mantiene fieles al emperador, a Roma y a sus antepasados. En el culto, además de los dioses adorados por los ciudadanos, había preferencia por los dioses considerados guerreros. En esta categoría estaba reverenciado Marte,12 Hércules,13 Minerva14 y los Dióscuros.15 Cuando luchaban contra otro pueblo no era solo el duelo entre pueblos para ver qué hombres eran más fuertes, sino que era también un duelo entre dioses, así, según quien ganara, significaba además que sus dioses eran más fuertes y superiores a 10 Deuteronomio, 20, (3-4). 11 Deuteronomio, 20, (9). 12 Marte es el dios de las batallas, habría conducido a Roma a la formación de su imperio. 13 Hércules gaditano en la península Ibérica. Era un dios con numerosas atribuciones de guerrero que lo hacen admirable por los soldados, como el afán de superación y sus valores físicos y morales. 14 Divinidad protectora y maestra de todas las artes. 15 En sus imágenes aparecen armados de lanza, tocados con el pileus, o gorro lacedemonio, la clámide sobre la espalda o completamente desnudos. Muchos generales romanos pretenden haber visto en sus batallas a Castor y Pólux luchando junto a ellos,


INTRODUCCIÓN

31

los del vencido. De esta forma sometían a su culto a los demás pueblos o para adoptar los dioses y asociarlos a sus creencias. Además de los dioses señalados y en directa relación con los soldados, se veneraba a Virtus,16 Honos, y Victoria.17 El Ejército chileno no ha estado ajeno a la influencia de la historia universal, de la religión y de su particular historia militar, las normas y reglamentación que tutelan la disciplina institucional y que incluyen los valores y virtudes que es necesario preservar, transmitir y observar están dados por lo diferentes reglamentos del Ejército. La doctrina institucional vigente señala: para que el militar pueda cumplir con su misión debe contar con las virtudes que precisamente contiene el objeto de la profesión […] la carrera militar obedece a una vocación de servicio a la Patria, encuadrada en ciertas normas de comportamiento, conocimientos especializados, habilidades y virtudes morales que, en última instancia, pueden llevar al soldado a rendir la vida si fuese necesario.18 Los textos más valiosos en este sentido han sido las ordenanzas generales, los reglamentos de disciplina y las publicaciones que se difunden en el ambiente castrense, para precisamente reposicionar continuamente las virtudes militares. Para inculcar los valores en la tropa no basta con un discurso patriótico que trate sobre la valentía, el honor, la lealtad u otra virtud militar, ya que si son 16 17 18

Virtus era la personificación romana de la virtud, en especial de la referente y necesaria para la milicia. Estaba relacionada con el valor y la virilidad. Dioses abstractos. Se les construían templos después de las batallas exitosas. División de Doctrina, El Ejército y la Fuerza Terrestre 2005, Santiago: Comando de Institutos y Doctrina, 2005, p. 27.


32

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

solo grandilocuencias o pura retórica, el efecto en la tropa es neutro. En los tiempos actuales la juventud no se posesiona ni cautiva solo con palabras, sino con los ejemplos. En la lectura de la historia militar encontramos muchos paradigmas de las virtudes de la tropa y de sus comandantes, especialmente en lo que al valor, honor, y disciplina se refieren. Más difícil es encontrar ejemplos sobre el espíritu de servicio, respeto, subordinación al derecho y a la integridad, virtud donde convergen la probidad, la honradez y honestidad. El último documento publicado oficialmente por el Ejército y que trata sobre este tema es el Reglamento Administrativo “Ordenanza General del Ejército de Chile” R.A.(P) 110-A del año 2006, que explicita las definiciones y principios morales que distinguen el quehacer colectivo e individual del Ejército. En este se indica que los valores militares constituyen orientaciones que deben regir la conducta de los militares tanto en la paz como en la guerra y que el espíritu militar es el motor y expresión de la vocación militar, que demanda a quienes integran el Ejército un compromiso personal para hacer suyas las siguientes virtudes: disciplina, lealtad, honor, valor, espíritu de cuerpo, abnegación, cumplimiento del deber militar, integridad, respeto, espíritu de servicio, y subordinación al derecho. Con anterioridad a esta ordenanza las virtudes militares estaban tipificadas en el Reglamento de Instrucción de Teórica General R.I.sc. (P) 864 de 1987, que mencionaba a las siguientes: lealtad, honor, valor, espíritu de cuerpo, abnegación, compañerismo, fidelidad, patriotismo y espíritu militar. Al observar estos dos textos cabe preguntarse ¿Qué ha pasado? ¿Por qué en diecinueve años han variado las virtudes o valores? ¿Evolucionan las virtudes


INTRODUCCIÓN

33

de los militares? ¿Cuáles son los valores propios de la profesión militar? Son preguntas difíciles de responder. Solo cabe tener en consideración los sucesos trascendentes en el Ejército, en la sociedad y en el mundo en general, que han remecido los cimientos de los pensamientos más conservadores, como lo ha sido el efecto de la globalización, el fundamentalismo, el humanismo, el consumismo, los derechos humanos y la relativización moral, que ha afectado a la sociedad en el último tiempo. No existen investigaciones disponibles o publicadas que señalen que las virtudes militares son heredables de una generación a otra, ni cómo es la forma de transmisión de las mismas, pero los hechos permiten señalar que, en un orden de prioridad, éstas se promueven de la siguiente forma: por el ejemplo personal superior-subalterno-superior; por la educación e instrucción; por el ejemplo histórico; por la retórica; y por la acción de las normas que regulan las funciones, responsabilidades y atribuciones. Cada uno de estos medios de transmisión está afectado por variables que inciden positiva o negativamente en ellos. Todos los medios de transmisión están interrelacionados y dependen unos de otros. Para educar necesitamos saber ¿qué virtudes inculcar?, ¿qué acción o personaje de la historia patria personificar?, o ¿qué ejemplos debemos transferir? Obtener una respuesta a estas interrogantes es el máxime al que aspira este trabajo y es la esencia del problema que se trata de representar. No es posible aseverar o responder las siguientes suposiciones: los antepasados militares legaron ejemplos históricos virtuosos; el Ejército actual es depositario de las virtudes militares de sus antepasados, y el Ejército de Chile se distingue por las virtudes militares de sus integrantes.


34

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Esta investigación promovida por la Academia de Historia Militar del Ejército de Chile, es la primera aproximación que intentará dar una respuesta a las suposiciones anteriormente planteadas. Para tal efecto, el objetivo general de este trabajo será describir los sucesos o normas histórico-militares que han sido un medio de transmisión y que sirven de ejemplo para transferir las virtudes a los integrantes del Ejército. Para lo cual, se analizarán los textos o documentos históricos que incluyen temas relacionados con valores y virtudes militares; se procederá a determinar y describir los sucesos y personajes donde esté implicada la cesión positiva de valores; y a especificar las virtudes militares que están mejor representadas en la historia militar del Ejército. Este trabajo se centraliza en dos de las cuatro formas de traspaso de las virtudes entre las generaciones de militares. La transmisión por la vía del ejemplo que enseñan las acciones de la historia militar, y la que concierne a las diversas publicaciones que han normado las virtudes que deben caracterizar al militar chileno. Para estos efectos, las partes principales de este ensayo se refieren a estas materias, pero están precedidas por un desarrollo teórico-referencial, que permite definir cuáles son las virtudes militares en el Ejército y qué implicancias tiene cada una de ellas en la formación de la tropa. Mediante un trabajo exploratorio y descriptivo centralizado en los valores morales militares, se ha procedido en forma secuencial a definir lo siguiente: las virtudes que el personal militar identifica como tales; reunir lo que dicen al respecto destacados autores de temas militares de renombre internacional; construir una historiografía de los autores nacionales


INTRODUCCIÓN

35

e inclusión de textos normativos caducos o vigentes; incluir una reseña de las definiciones de otros ejércitos latinoamericanos; y representar los hechos y acciones de la historia militar de Chile donde están simbolizadas las virtudes que le otorgan la identidad en este aspecto. Para lo anterior, inicialmente se hace mención a referentes teóricos, paradigmas y mitos que permiten señalar que el profesional militar ingresa a la institución con los valores que le impregnó el medio social y con las virtudes que lo distinguen como persona. Una vez que el individuo se ha incorporado al Ejército, y esencialmente a partir de su estada en las escuelas matrices, y hasta el ocaso de su vida, el proceso formativo militar al que se somete, la acción del mando, el ejemplo de sus superiores y subalternos, además del orgullo y satisfacción de integrar una institución cuyo horizonte es el afán de servicio, permite que en cada individuo se impregnen virtudes específicas, que no lo colocan por sobre los valores y virtudes de cualquier civil, pero que lo distinguen como militar. La suma de la virtud de sus integrantes, identificará a los ejércitos virtuosos. Posteriormente, se explicita el estado de la cuestión a través de planteamientos de destacados tratadistas internacionales, como José Almirante que indica que desde el soldado al general, cada uno debe contribuir, asiduo y silencioso, a que se eleve sobre la móvil arena de los tiempos la pirámide de la gloria, inseparable compañera, expresión manifiesta del honor militar. El honor militar no se aplaca con estériles deseos, ni con estériles sacrificios; impone hasta más allá de lo imposible: al que se acobarda le empuja hacia delante, al moribundo todavía le obliga a combatir. Al que


36

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

así no comprenda el honor militar ¡con qué palabras se lo pudiéramos definir!19 Otro autor clásico es Evaristo San Miguel, que destaca por señalar que el apego a los placeres y comodidades de la vida, no es compatible en efecto con la carrera de las armas, ni la molicie en que aquellos sumergen necesariamente al hombre, se puede acomodar a fatigas que le son indispensables.20 Uno de los autores contemporáneos citados es J. Glenn Gray, quien indica que el miedo a la muerte del cobarde proviene en gran parte de su incapacidad de amar nada más apasionadamente que su propio cuerpo. Es egotista, pues no posee suficiente confianza en sí mismo para ser egoísta. Su incapacidad para participar en las vidas de otros es lo que le impide desarrollar las suficientes estrategias internas como para vencer su miedo a la muerte.21 A continuación, se hace un recorrido por la literatura de algunos ejércitos latinoamericanos, de tal forma de conocer los valores que estos han definido como tales. Por ejemplo, el ejército argentino indica que la única diferencia entre un hombre valiente y uno cobarde es que el valiente es capaz de controlar su miedo y el cobarde no. Con singularidad, el ejército ecuatoriano dice que la dignidad es el credo de todo idealismo; cuando ella falta no existe honor, es síntesis de todas las virtudes militares y cualidades morales que elevan al hombre a formar una aristocracia natural. La digni19 20 21

Almirante, José. Diccionario Militar, Madrid: Secretaría Técnica del Ministerio de Defensa, 2002. San Miguel, Evaristo. Elementos del Arte de la Guerra, Madrid: Secretaría Técnica del Ministerio de Defensa de España, 1990. Glenn J., Gray. Guerreros. Reflexiones del hombre en la batalla, Barcelona: Inédita Editores, 2004.


INTRODUCCIÓN

37

dad estimula al soldado para que alcance un camino de perfección merced de sus propios méritos; prefiere perder un derecho que obtener un favor condicionado; ser digno significa no pedir lo que no se merece ni aceptar nunca lo inmerecido; el alimento que engorda al servil, en su papel de adulador, envenena al hombre digno; los soldados con dignidad desdeñan cualquier favor, prefieren vivir crucificados sobre su sano orgullo a prosperar de rodillas o arrastrándose. Después de conocer los valores de diez ejércitos latinoamericanos, se ha procedido a construir una historiografía de las virtudes militares del Ejército de Chile. Para ello, primero se representa lo que indicaba el Reglamento de Ejercicios para la Infantería de 1907: el oficial arrastra a sus hombres y los mantiene en disciplina conduciéndolos a la victoria con esfuerzo y sacrificio, por lo que desde tiempo de paz debe educarlos para ello. El soldado educado en las ideas de la abnegación y la audacia, debe ser capaz de sobreponerse a las fuertes impresiones de la lucha, y saber que no hay nada más peligroso que volver la espalda al enemigo. Cualquiera que, en el tumulto del combate, sienta que la resolución y la reflexión lo abandonan, debe mirar a sus oficiales. Si estos hubiesen caído, tendrá siempre bastantes suboficiales y valientes compañeros que lo sostengan con su ejemplo.22 De igual forma, entre los textos que se mencionan se incluye la Historia del Ejército de Chile editada por el Estado Mayor General en 1985, que en una de sus partes manifiesta, que en los ejércitos modernos no basta solamente enseñar a los soldados el manejo 22

Ejército de Chile, Recopilación de Leyes, DI., DEL, Reglamentos y Decretos del Ejército, Santiago: Instituto Geográfico Militar, p.1.235.


38

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

de las armas, sino que también es indispensable darles una sólida instrucción moral, ya que una perfecta educación moral en tiempo de paz es la mejor salvaguardia de la cohesión de las tropas bajo el fuego. Finalmente, el trabajo incluye una selección y descripción de los combates que son parte de la historia militar chilena y que aportan al legado histórico de los valores y virtudes militares del Ejército de Chile, que junto a los otros capítulos, ha permitido construir las conclusiones finales y agregar el particular punto de vista del autor.


39

CAPÍTULO I Referente teórico de los valores y virtudes militares Los paradigmas son sucesos que damos por ciertos, pero que no necesariamente lo son. Son estructuras de pensamiento que definen y enmarcan las ideas, dan sentido y dirección, interpretación y contexto. Están presentes en nuestras vidas, y la sociedad se expresa basada en ellos. Existe una fuerte tendencia a defender los paradigmas y no razonamos sobre su validez, y paulatinamente los convertimos en algo absolutamente cierto, aferrándonos a ellos. Esporádicamente los historiadores deben detenerse a reflexionar sobre los paradigmas, porque si no son verdades, la abstracción de ellos nos permitirá ver otros caminos o posibilidades. El cuestionamiento de ellos no es fácil, son modelos de conveniencia y seguridad, sus variaciones implican cambios en la cultura y en los arquetipos arraigados en el conservadurismo militar. Será más fácil para un militar aseverar que: todos los militares poseen virtudes militares, que afirmar: no todos los militares son valientes. Son suposiciones, no basta con enunciarlas, sino que es conveniente corroborarlas o descartarlas. Si no se pueden confirmar, no significa que sean suposiciones falsas. La generalización que se hace con la acepción “todos” permite inferir que la suposición es aparente pero no esencialmente falsa. Atribuir virtudes a la tropa o a los comandantes después de una victoria es fácil y creíble, pero inmediatamente después de una derrota es insostenible, aunque después de un tiempo producto del patriotismo y la conveniencia, la derrota se transforme en una acción de armas gloriosa, pasando en breve, algunas de ellas a trans-


40

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

formarse en mito. A simple vista pareciera que cuando los mitos están arraigados en la cultura popular y particularmente en la historia militar, no es conveniente exteriorizar sus verdades, por el rechazo de quienes, con fundamento o no, se los han apropiado como tal. Visto así, el mito predominará, lo que es bueno para transmitir ejemplos heroicos, pero constituirá información que el investigador de la historia militar deberá administrar con prudencia. Para aminorar esta situación, es positivo construir un marco teórico diferenciador que ayude en la comprensión y en el razonamiento objetivo del suceso.23 La mayoría de los mitos nacen ante la inexistencia de fuentes primarias y de la exaltación de los historiadores. Por ejemplo, el Combate de La Concepción, que ha sido inmortalizado como el episodio donde se expresan claramente las virtudes militares de la disciplina, valor, lealtad, patriotismo y cumplimiento del deber, se precisa de diferentes formas en relación con las fuerzas enfrentadas: el Álbum Histórico de las Fuerzas Armadas (1928) dice que: las fuerzas peruanas eran 600 hombres de tres 23

Los mitos se van construyendo alrededor de las supuestas arengas y de la manipulación de la proporción de las fuerzas de los bandos que se enfrentan. De esta forma, algunos historiadores intentan justificar las resoluciones adoptadas por los comandantes o los resultados de los combates cuando son adversos. Por ejemplo: respecto del Sitio de Rancagua y de la arenga de O’Higgins, Barros Arana (1884) indica que este dijo: ¡Los dragones a caballo! ¡Monte a caballo todo el que pueda, y nos abriremos paso por medio del enemigo! En el Álbum Histórico de las Fuerzas Armadas (1928) se señala que el prócer manifestó: ¡Soldados! Mientras nosotros existamos, la patria no está perdida; hay que pelear hasta morir como leones, el que hable de rendirse, será pasado por las armas. Por el contrario, Indalicio Téllez (1946) indica: O’Higgins recorrió las trincheras arengando a su gente y pidiéndoles el esfuerzo supremo de morir en su puesto para salvar a la Patria. O’Higgins llamando a los 280 dragones montados de que disponía, hizo montar a la grupa a todos los que pudo y, poniéndose a la cabeza de todos, cargó sobre el enemigo a la voz de “no damos ni pedimos cuartel”.


CAPÍTULO I. REFERENTE TEÓRICO DE LOS VALORES Y VIRTUDES MILITARES

41

cuerpos de línea y 4.200 guerrilleros. Total 4.800 peruanos uno contra 62. Prácticamente al final del combate los chilenos y últimos sobrevivientes fueron rodeados por entre 5.000 y 10.000 peruanos. De la misma acción, Indalicio Téllez señala: tenía a sus órdenes Gastó dos cuerpos de infantería, los “libres de Trujillo” y el “Pucará” de 300 a 400 hombres cada uno. Y, una masa indígena, mandada por el comandante de guerrillas don Ambrosio Salazar. Su número es difícil de precisar. Respecto de la bandera chilena utilizada en el combate, el Álbum Histórico indica: la bandera chilena sucumbió también gloriosamente. Como no podía hundirse con el cuartel, cual la nueva Esmeralda en las aguas de Iquique, el fuego del incendio la abrazó, acto que glorificaron las descargas de los combatientes; y las cenizas de nuestro tricolor cubrieron como única mortaja los cuerpos de los héroes que murieron defendiendo la pureza inmaculada de su prestigio jamás empañado. Con el tiempo, hay versiones históricas posteriores, que señalan que la bandera fue encontrada, ya que las tropas se esmeraron en que esta saliera intacta del combate como máxime expresión del patriotismo chileno. La cantidad de fuerzas, la bandera y los corazones de los héroes, sean un mito o no, son una expresión legítima de las virtudes militares de las tropas que se inmolaron. La comprobación de los hechos de este tipo debe ser enfrentado por los historiadores militares en beneficio de la objetividad de los sucesos. Si se intenta transmitir valores, la rigurosidad del investigador es la primera virtud que debe estar presente.24 24

Estanislao del Canto en sus memorias indica: [...] no quise presenciar el cuadro aterrador que presentaba el campo de acción; pero los comandantes don Marcial Pinto Agüero y don José Miguel Alcérreca, me notificaron detalladamente de todo. En otra parte manifiesta: [...] se comprende la precipitación con que el enemigo debe haber emprendido la fuga, porque no tuvo tiempo para apoderarse de la bandera que flameaba aún en la puerta del cuartel.


42

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

La filosofía moral es el conocimiento que busca establecer racionalmente los principios que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido de obrar humano. Los valores morales son aquellos que implican el respeto hacia los demás, como también la preservación de un conjunto de patrones que la sociedad establece para las personas en las relaciones sociales. Los valores morales surgen primordialmente en el individuo por influjo y en el seno de la familia, y son valores como la libertad, honestidad, humildad, amor, paz, respeto, responsabilidad, tolerancia social, unidad, ayuda, amistad, caridad, justicia, fidelidad y lealtad. Se entiende por valor moral todo aquello que lleve al hombre a defender y crecer en su dignidad de persona. El valor moral conduce al bien moral. Todas las personas poseen valores morales. Estos valores cuando identifican el comportamiento de una persona pasan a ser una cualidad positiva, por lo tanto una virtud. Reflexionando positivamente sobre los hombres se podría aseverar que toda la especie humana posee valores y que la mayoría es reconocible por algunos de ellos. No todos los valores son interpretados de igual forma o tienen el mismo significado para todas las personas, dependerá de las sociedades, de la religión y de la cultura en general.25 Las definiciones sobre las virtudes propias del ser humano ha sido un tema preferente de filósofos y teólogos. Algunos señalan que las santas escrituras cristianas identifican como tales al amor, humildad, caridad, paciencia, perseverancia, orden y serenidad. Platón planteaba que el hombre posee para relacionarse el intelecto, la voluntad y la emoción, y que para cada una de éstas existe 25

Los valores son consensuados socialmente y son un componente de la cultura social.


CAPÍTULO I. REFERENTE TEÓRICO DE LOS VALORES Y VIRTUDES MILITARES

43

una virtud que le permite alcanzar sus fines: la sabiduría para reconocer las acciones correctas y saber cuándo y cómo realizarlas; el valor para acometer estas acciones y defender los ideales propios; y el autocontrol para relacionarse adecuadamente con los demás, y sobre todo ante situaciones adversas que afectan lo que debemos hacer para lograr nuestros propios fines. Y a estas tres añade a la justicia, para respetar las ideas de los demás sin abandonar las propias, de tal forma de compartir los productos de nuestras acciones y ayudar a los otros a realizar las suyas. Sócrates por su parte, dice que la virtud nos permitirá tomar las mejores acciones y con ella podremos distinguir entre el vicio, el mal y el bien. El valor moral perfecciona al hombre en cuanto a ser hombre, en su voluntad, en su libertad, en su razón. Libremente cada persona decide alcanzar determinados valores y esto solo lo logra con esfuerzo y persistencia. Para que se transmitan los valores es necesario relacionarse con las personas que para cada uno sean más significativas en la vida, primero en el núcleo familiar, luego en el laboral y finalmente en el social, en este último, la religión tiene un rol preponderante, que influye en los valores morales para guiar la conducta de la vida de cada individuo y de cada grupo social. Las virtudes en directa relación con los valores morales, implican una disposición o capacidad para hacer lo que es moralmente bueno. Las virtudes son cualidades de la voluntad que suponen favores para uno mismo o para los demás. Los valores morales son de orden práctico, miran las acciones del hombre en cuanto proceden de su voluntad y no de la obra que llevan a cabo. Son el conjun-


44

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

to de pautas que la sociedad establece para las personas en las relaciones sociales. La vida individual está formada por una serie de acciones o conductas. Para la convivencia, desde el punto de vista moral, deben predominar en la conducta del hombre las tendencias más convenientes al desarrollo de la vida individual y social. La conducta está constituida por acciones, y son estas las que llegan a señalar la tendencia de la moralidad. La sociedad exige a los profesionales encargados de la defensa nacional no solo que estén capacitados de manera óptima en conocimientos, técnicas y habilidades, sino también formados en actitudes, aptitudes y valores que los hagan útiles, productivos y formativos dentro de su entorno. Diversos filósofos se han referido a ello. Platón en La República, Libro Tercero, al referirse a los integrantes del ejército, indica que la educación de los soldados debe comenzar: por su educación desde la niñez, apartada de toda poesía imitativa llena de disfraces, detallando, por el contrario, los conocimientos que pueden contribuir a desarrollar la fortaleza, la templanza, la santidad, la grandeza del alma y otras virtudes.26 Respecto de la forma de vida que deben llevar a los que Platón denomina “los guerreros o custodios del Estado”, indica que no han de tener nada propio, ni casa ni despensa, y los demás ciudadanos estarán encargados de suministrarles lo que necesiten para ser hombres sobrios, como también que: deberán ser honestos a toda prueba, haciendo vida común sin permitírseles manejar oro y plata ni emplear esos metales sobre sus vestidos y demás objetos que usen, a fin de que la ambición y el anhelo de propiedades no los convierta en enemigos y ti-

26

Platón. La República y otros diálogos, resumido y analizado por Jorge Velasco, Cali: Editorial Atenas, s/a., p.14.


CAPÍTULO I. REFERENTE TEÓRICO DE LOS VALORES Y VIRTUDES MILITARES

45

ranos de sus compatriotas y, antes por el contrario, sean valiosos auxiliares del Estado.27 Los humanos por ser actores sociales, adquieren los valores de la sociedad en la que viven. Cada individuo demuestra de manera diferente sus valores a través de hechos concretos, desde valores sociales como la igualdad, la justicia, el respeto, la socialización o la convivencia, hasta los valores que tienen que ver con la autoestima o la responsabilidad. Cada persona asume a su modo cada valor y lo interioriza y aplica de acuerdo con su formación y construcción personal. Por ello, la inculcación de valores en la profesión militar es difícil de abordar, pues se enfrenta a individuos con una formación anterior desigual según las realidades de origen. La transmisión de los valores por la vía del ejemplo ha sido por siempre la forma de educación por excelencia. En los ejércitos no es una excepción. Esto no quiere decir que la obligación sea el instrumento, sino que el objetivo es el cambio con voluntad propia ejercida por los valores en conciencia. Considerando que los valores son aquellas cualidades de las acciones elegidas de manera libre y consciente, que sirven al individuo para orientar sus comportamientos y acciones en la satisfacción de determinadas necesidades, podemos inferir que la virtud propiamente humana, es solo aquella en la que interviene la razón, y que las virtudes morales son hábitos adquiridos voluntariamente y que se han aprendidos por ejemplo de otros. Por lo tanto, las virtudes militares son aquellos valores de la profesión militar que son inculcados en el militar y que este razonadamente acepta como tal y sobre los cuales domina los impulsos irracionales. 27

Ibídem, p.15.


46

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Todos los integrantes de un ejército poseen valores morales al igual que el resto de la sociedad, la mayor parte de ellos son la expresión de la formación recibida en los primeros años de vida en familia o en la sociedad.28 Todos profesan la libertad, la honestidad, la responsabilidad, la caridad, y otros valores, la diferencia estará en la interpretación que hagamos de cada uno de ellos y la persistencia en su apego.29 Resumiendo, podemos indicar que todas las personas a partir de que tienen uso de razón, van paulatinamente integrándose a un paradigma de valores morales que les impregna el medio social en el que habitan. Inicialmente, esta transmisión tendrá como origen los padres y familiares más próximos, luego los amigos, y el ambiente educacional y la religión que se profese. En estos valores se desenvuelve toda la sociedad, son variados, no hay preeminencia de uno sobre otros, y permiten que la mayor parte de la sociedad se desarrolle con justicia, solidaridad y prudencia. Cuando las personas enraízan en su forma de vida algunos 28

29

Para forjar el carácter de los guerreros de los primeros ejércitos permanentes que la historia reconoce, el griego y el romano, los hijos varones eran separados a temprana edad para su aprendizaje. A los siete años los jóvenes comenzaban a ser instruidos en los asuntos de la guerra, y sometidos a duras pruebas físicas para acostumbrarlos al rigor del combate e imbuirlos de la confianza en sus propias capacidades físicas. Hasta 1842 estaban permitidos en Chile los cadetes de los cuerpos de tropas. Para ser admitidos como cadetes la Ordenanza General del Ejército señalaba: el pretendiente debe ser hijo de padres honrados, debe saber leer y escribir correctamente, haber estudiado gramática castellana con aprovechamiento, y tener buena disposición personal para las funciones del servicio militar. De ningún modo se recibirán aquellos que en su constitución física manifiesten no poder soportar las fatigas de la guerra (...) la edad no deberá bajar de los diez y seis años (...) pero los hijos de jefes podrán ser admitidos a los doce años.


CAPÍTULO I. REFERENTE TEÓRICO DE LOS VALORES Y VIRTUDES MILITARES

47

de estos valores, estamos en presencia de las virtudes que singularizan al ser humano, y la suma de ellas identifica a una sociedad. El profesional militar ingresa a la institución con los valores que le impregnó el medio social y con las virtudes que lo distinguen como persona. Una vez que el individuo se ha incorporado al ejército, y esencialmente a partir de su estada en las escuelas matrices, y hasta el ocaso de su vida, el proceso formativo militar al que se somete, la acción del mando, el ejemplo de sus superiores y subalternos, además del orgullo y satisfacción de integrar una institución cuyo horizonte es el afán de servicio, permite que en cada individuo se impregnen virtudes específicas, que no lo colocan por sobre los valores y virtudes de cualquier civil, pero que lo distinguen como militar. La suma de las virtudes de los integrantes de un ejército es la que identifica a un ejército como un todo. Cuando los ejércitos se identifican con determinadas virtudes, y las promueven y las inculcan en la tropa, se origina un proceso de formalización de ellas en la reglamentación militar, para que constituyan una obligación común para todos y se traspasen entre generaciones. Percepción de las virtudes militares Es muy propio de los militares referirse en sus publicaciones y elocuencia en las diferentes efemérides patrias, a los valores y a las virtudes de quienes integran la profesión militar. Esto no solamente es propio del Ejército chileno, sino que es común a todos los ejércitos del orbe. En la personificación de las características de los ejércitos, se da como un hecho que en estos se deben inculcar virtudes a las tropas, como único soporte de las exigencias que la profesión tiene, y que


48

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

la sociedad les exige. No podría sustentarse la existencia de una institución armada, si sus integrantes no están imbuidos de la responsabilidad y potestad que la sociedad les ha entregado en la administración de la legítima fuerza. Cuando los ejércitos son manipulados políticamente y cuando las relaciones entre sus componentes se desnaturalizan y pierden la esencia del rol social que les compete, son la antesala de la derrota o descomposición de su integridad como fuerza armada legítimamente constituida. Estas aseveraciones son universales y en mayor o menor medida se concuerda en ellas. De aceptarse lo anterior como cierto, por derivación se podría inferir que, para que se cumplan estas premisas básicas, los valores morales de todos los ejércitos del mundo deberían ser iguales. En la práctica no es así, cada ejército e incluso cada institución armada, define sus propios valores morales y las virtudes que deben poseer sus integrantes. Los motivos pueden ser diversos, estos van desde los ejemplos de transmisión histórica que dan pábulo a ellos, a los legados doctrinarios, y hasta el intimismo de quienes en algún momento los expresaron literariamente. El Ejército de Chile no es una excepción. En un lapso de 19 años las virtudes militares han sido definidas en forma diferente. Como ya se mencionó y a modo de ejemplo: en el Reglamento de Instrucción R.Is.sc. (P) 864 de 1987 y en el Plan de Lección EO-3 de 1988 sobre ética militar, se define que las virtudes militares del Ejército son nueve: la lealtad, honor, valor, espíritu de cuerpo, abnegación, compañerismo, fidelidad, patriotismo y espíritu militar. Luego, en el año 2006, se promulga el Reglamento R.A. (P) 110-A “Ordenanza General del Ejército”, que no considera como virtudes


CAPÍTULO I. REFERENTE TEÓRICO DE LOS VALORES Y VIRTUDES MILITARES

49

militares propiamente tal el compañerismo, fidelidad, patriotismo y el espíritu militar, solo concuerda con el Plan de Lección y Reglamento de 1988 y 1987 respectivamente, en las virtudes de la lealtad, honor, valor, espíritu de cuerpo y abnegación. Y, agrega y conceptualiza nuevas virtudes, como: la disciplina, el cumplimiento del deber militar, la integridad, respeto, espíritu de servicio y la subordinación al derecho. En los discursos conmemorativos de gestas heroicas o aquellos dirigidos por un militar a exaltar las virtudes de otro militar, la revelación de los valores del homenajeado o de los protagonistas del suceso no han estado ausentes. A modo de ejemplo, y confirmando el reposicionamiento permanente que el Ejército hace del tema, podemos señalar los siguientes: Extracto del discurso en homenaje al general de Ejército Ricardo Izurieta Caffarena: Prudencia, fortaleza, carácter y fidelidad a los valores militares se reconocen en este soldado, que hoy se incorpora a la galería de prestigiosos comandantes en jefe que el Ejército exhibe con orgullo. En él queremos simbolizar el liderazgo, la tenacidad, la inteligencia y la clara perspectiva de futuro que caracterizó su gestión de mando. Estos atributos lo hacen genuino exponente de las cualidades exhibidas por nuestros grandes conductores militares, quienes en diferentes épocas y bajo distintas circunstancias debieron sortear la dura prueba de enfrentar cambios y acontecimientos trascendentales para Chile y su Ejército.30

30

Discurso del Comandante en Jefe del Ejército, con motivo de la cena de honor en homenaje al general de Ejército Ricardo Izurieta Caffarena. Quillota, 11 de marzo de 2002.


50

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Síntesis del discurso del Comandante en Jefe del Ejército con motivo del juramento a la bandera en la ciudad de Arica en julio de 2005: los jóvenes guerreros griegos prestaban un juramento en el cual ofrecían combatir por sus dioses y por sus hogares. En el compromiso que adoptaban se encuentran presentes valores de tremenda trascendencia. Lo estaban en la antigüedad, lo están hoy día. ¿Cuáles son, a mi juicio, los más vigentes y que, por tanto, constituyen la esencia a la cual se comprometen, en el Chile del presente, 152 oficiales, 992 clases, 1.216 alumnos de las escuelas matrices y 16.320 SLC. a lo largo de todo el territorio nacional? Ellos se sintetizan en las virtudes militares, que se nos inculcan desde que nos iniciamos en la carrera militar, entre las cuales podemos mencionar al valor, como virtud militar por excelencia, que considera incluso la entrega de la vida para emprender las más grandes empresas, sin temor a los obstáculos o dificultades que se presenten. Se agrega la virtud de la abnegación, entendida como aquel sentimiento que comienza cuando el deber ya se ha cumplido y todavía queda algo por hacer, cuya ejecución depende de nuestra voluntad. Es una de las virtudes esenciales del soldado; también de todo ciudadano. Bastaría preguntarnos, al término de cada día de trabajo o de estudio, si cada uno de nosotros, en la esfera de nuestra particular acción, hemos hecho todo por nosotros, por los demás, por nuestras responsabilidades y obligaciones para ser constructores de un Chile mejor. Asimismo, el patriotismo, entendido en este caso como la decisión que lleva a anteponer el interés nacional por encima de las voluntades personales o individualistas. Chile siempre debería estar primero para cada uno de nosotros, civil o militar; solo así no perderemos el bien máximo a cautelar. Finalmente, el honor militar, considerado como aquel sentimiento que tenemos


CAPÍTULO I. REFERENTE TEÓRICO DE LOS VALORES Y VIRTUDES MILITARES

51

dentro del corazón, que nos permite estar constantemente dispuestos a defender el prestigio de nuestro nombre, de nuestra familia, del Ejército, de la bandera y de la patria. Un hombre o una mujer de honor será siempre de palabra; la traición no será nunca parte de su conducta. En suma, valor, abnegación, honor –un patrimonio del alma– y patriotismo son coordenadas fundamentales; verdaderos puntos cardinales para los militares, de ayer y de hoy. No son, como otras veces lo he indicado, virtudes exclusivas nuestras. Han provenido siempre de la sociedad chilena, que es la fuente desde donde emanan aquellas características sociales y culturales que en las escuelas y unidades buscamos perfeccionar y fortalecer para que sean practicadas permanentemente por quienes se incorporan a las filas del Ejército. Son esos mismos valores los que adornan a nuestros soldados de hoy, que en su trabajo diario entregan una enorme cuota de sacrificio. Son los mismos valores de aquellos que –aun viviendo tiempos de tranquilidad– han caído en las filas de la institución y han engrosado la extensa lista de una forma distinta de heroísmo, en la paz, cuyo recuerdo nos acompañará por siempre, porque son parte de una patria, nuestra patria chilena, que conoce de entrega, abnegación y acciones heroicas […] Afortunadamente hoy día, que vivimos en paz, no se nos exige a los chilenos dar tanto de sí. No obstante, debemos estar preparados siempre para los más grandes sacrificios por el bien de Chile. Una forma de aprestarse es la diaria práctica de las virtudes cívicas y militares que he mencionado: el valor, la abnegación, el honor y el patriotismo.31 31

Alocución del Comandante en Jefe del Ejército con motivo de la ceremonia de juramento a la bandera. Arica, 9 de julio de 2005. En este discurso explícitamente se menciona al “patriotismo” como una de las virtudes militares por excelencia, tal como estaba indicado en el reglamento de 1988 y plan de lección de 1977 señalados anteriormente.


52

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Extracto del discurso del Comandante en Jefe del Ejército, general Óscar Izurieta Ferrer, con motivo del juramento a la bandera en la ciudad de Antofagasta en el 2006: las acciones guerreras de la institución mantienen a través de los años un denominador común: valor, arrojo y desprecio a la muerte, cuando está de por medio el cumplimiento del deber. En unas destaca la astucia, en otras el impulso incontenible; hazañas todas que dan brillo a la tradición militar de Chile. Pero, el combate que hoy conmemoramos es el símbolo máximo del martirio y del heroísmo nacional. Su grandeza rebasa los límites de la nacionalidad y se convierte en legado de toda la historia militar universal: La bandera, que flameó inspiradora en La Concepción, pudo afortunadamente ser encontrada por nuestras fuerzas cuando llegaron al lugar del holocausto. Este paño tricolor –que hoy se custodia en la Escuela Militar– vio a sus defensores caer y ser víctimas de la frenética furia que se desató con los cuerpos ya inmolados. Ante el espectáculo dantesco que se presentaba al mando chileno, se dispuso a un cirujano militar extraer los corazones de los 4 oficiales para enviarlos a Chile.32 Para centrar esta investigación en las percepciones que existen en el Ejército de Chile en relación con el tema valórico, se ha estimado pertinente no guiarse por las publicaciones aludidas para determinar cuáles son las principales virtudes militares que han caracterizado al Ejército chileno, sino que guiarse por lo que opinan sus integrantes respecto de cuáles virtudes deben ser las que identifiquen a 32

Discurso del Comandante en Jefe del Ejército, general Óscar Izurieta Ferrer, con motivo del juramento a la bandera. Antofagasta, 9 de julio de 2006.


CAPÍTULO I. REFERENTE TEÓRICO DE LOS VALORES Y VIRTUDES MILITARES

53

los integrantes de la institución. Para lo anterior, se ha efectuado una consulta a un número determinado de oficiales y suboficiales que aporten información sobre la materia. Se elaboró un cuestionario con alternativas de respuestas de selección única y múltiple, el que fue entregado a 100 integrantes del Ejército entre oficiales y suboficiales. La característica principal del grupo encuestado, es que todos poseen una amplia experiencia profesional en la institución, avalada por la permanencia en ella por un tiempo que oscila entre los 22 y los 30 años de servicios. Por el número de encuestados y la cantidad de los integrantes del Ejército, el factor de expansión es amplio, pero se ha estimado suficiente como muestra representativa. Se agrega a ello, que todos los encuestados están influidos por la última definición de las virtudes militares del Ejército, que se hizo pública en el año 2006 mediante la Ordenanza General. Este factor que podría ser el principal elemento de distorsión, se manipuló positivamente. Para ello, se les presentó a los encuestados la lista de virtudes militares que figuran en la Ordenanza General, pero sin que estos supieran que eran las que figuraban en el texto aludido. El resumen de los resultados expresados en cantidad y que indican la prioridad que asignaron los encuestados fue el siguiente: a.

Se les solicitó a los encuestados definir las prioridades de las virtudes militares que deben inculcarse en el Ejército de Chile:


54

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

La disciplina y el valor sobresalen como las virtudes que prioritariamente deben inculcarse en el Ejército, seguidas por el espíritu de cuerpo, la lealtad y el honor. Veinte encuestados que fueron seleccionados y entrevistados oralmente no pudieron definir o explicar lo que entendían por el “honor militar”; fácilmente se refirieron a las otras virtudes; expeditamente y agregando ejemplos, lo hicieron del valor y de la disciplina. Es probable que la virtud del respeto haya obtenido una menor calificación porque los encuestados tienden a encasillar el concepto dentro de la disciplina. b.

Se les solicitó a los encuestados indicar cuáles virtudes militares son en mayor medida explicitadas en la historia militar de Chile:


CAPÍTULO I. REFERENTE TEÓRICO DE LOS VALORES Y VIRTUDES MILITARES

55

Las respuestas privilegiaron el valor y la disciplina, lo que permite inferir que los ejemplos históricos y el conocimiento de las acciones destacadas de la historia militar son un adecuado medio de transmisión de las virtudes militares. c.

Ante la consulta de cuál es la principal forma de materializar la transmisión de las virtudes militares a los integrantes del Ejército:

Esta pregunta no está relacionada con las anteriores y solo admite formarse una idea de las percepciones de los encuestados respecto de la forma que estiman es la más adecuada para inculcar las virtudes militares. Su resultado ha


56

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

permitido apreciar la importancia que le da el encuestado al ejemplo personal; a la historia militar; a la reglamentación institucional; y al proceso de educación Institucional. La retórica obtiene una menor calificación, porque pudo haber sido entendida peyorativamente la acepción o porque efectivamente los meros discursos tienen un menor efecto. Los encuestados señalaron que el valor, honor, disciplina, lealtad y espíritu de cuerpo preferentemente son individualizadas como las virtudes militares que deben ser inculcadas prioritariamente en el Ejército. A continuación, siguen el cumplimiento del deber y la abnegación. Probablemente la subordinación al derecho y la integridad son las menos referenciadas, porque –al parecer– son incluidas como parte del cumplimiento del deber.


57

CAPÍTULO II Conceptos y planteamientos de tratadistas internacionales Numerosos expertos se han referido a la ciencia y al arte de la guerra o de la profesión militar, la mayoría ha transmitido su propia experiencia de guerra o ha sido testigo de sucesos histórico-militares de relevancia para el país al cual pertenecen o han servido para personajes de la conducción militar.33 Una selección de ellos permite iniciar esta construcción referencial y teórica de algunos expertos internacionales en el área de las ciencias militares, que específicamente se refieran a los valores y virtudes de los ejércitos. Por tal motivo, es propio comenzar con uno de los textos más consultados por los académicos y militares latinoamericanos, como la obra de José Almirante,34 que conceptualiza las acepciones de la disciplina, el honor, la lealtad y el valor. Sobre la disciplina dice que esta varía y oscila con las épocas históricas, con las tradiciones, con las evoluciones sociales, y políticas de los pueblos, y que la justicia castiga los delitos y la disciplina reprime faltas: […] La disciplina es la completa instrucción de todo 33

34

Una copiosa relación de los tratadistas militares de mayor trascendencia universal se encuentra en la publicación de Pinto Cebrián, Fernando, ¿Qué es la historia militar?, Madrid, Colecciones Adalid, 1992. José Almirante Torroella nació en Valladolid el 16 de julio de 1823, a los doce años ingresó en el Real Colegio General Militar de Segovia, y en 1839 a la Academia de Ingenieros donde ascendió a teniente en 1842 cuando tenía diecinueve años. En el Cuerpo de Ingenieros ascendió a Mariscal de Campo en 1882. En 1884 fue nombrado Presidente de la Junta Especial de Ingenieros, que formaba parte de la Junta Superior Consultiva de Guerra. Escritor e historiador militar que destaca por sus análisis y planteamientos bélicos con inclusión de su trascendencia política y sociológica. Falleció el 23 de agosto de 1894.


58

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

lo que debe practicar la tropa, y el puntual y riguroso cumplimiento de todas las obligaciones militares; o de otro modo: el conjunto de todos los deberes y obligaciones militares y el exacto desempeño de todos ellos.35 Si no existe subordinación no puede haber disciplina, si no hay disciplina no es posible la existencia de un ejército, por lo cual el principal precepto de la disciplina es obedecer. Un ejército falto de disciplina es desastroso para el país al cual sirve y será así también evaluado por sus probables enemigos. En una fuerza militar con esas características será propio que los mandos no podrán controlar el pillaje y el vandalismo, como también es poco factible que los comandantes sean obedecidos en la conducción de las tropas para alcanzar la victoria: por esta razón es preferible un ejército ignorante, pero obediente, a otro muy instruido, pero indisciplinado. Porque la mayor o menor fuerza de un ejército consiste en su mayor o menor disciplina. Y es tan exacto esto, que si un ejército está bien disciplinado, no hay que temer que sea bisoño, porque al primer cañonazo estará aguerrido. Podrá, sin embargo, ser sorprendido, pero no derrotado.36 En relación con el honor y la dificultad de arraigar este valor en los soldados y de comprender este concepto, señala que el militar debe tener honra y honor a la vez y cuidar de mantenerlos intachables. La honra trae al militar al servicio desde el hogar y no se la da, como en otros tiempos, el mero acto de ceñir la espada: pero en cuanto la ciñe, el hombre, hasta entonces honrado, contrae el nuevo compromiso de mantener el honor militar.37 El militar, como hombre en sociedad, mantendrá intacta su honra personal por los medios comunes a todos los ciudadanos; pero en las filas, la 35 36 37

Almirante, op.cit., p.344. Ibídem, p.345 Ibídem, p.662.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 59

ordenanza, las leyes eternas e inmutables de la disciplina, le marcan nuevos y a veces terribles deberes que no puede eludir, sino a expensas del honor: […] la ignorancia misma de sus deberes pueden llevarle al pie de un patíbulo, donde la severa justicia militar hará pedazos su espada y su honor y sin embargo podrá volver a la vida civil con su honra intacta, como particular […] desde el soldado al general, cada uno debe contribuir, asiduo y silencioso, a que se eleve sobre la móvil arena de los tiempos la pirámide de la gloria, inseparable compañera, expresión manifiesta del honor militar […] el honor militar no se aplaca con estériles deseos, ni con estériles sacrificios; impone hasta más allá de lo imposible: al que se acobarda le empuja hacia delante, al moribundo todavía le obliga a combatir. Al que así no comprenda el honor militar ¡con qué palabras se lo pudiéramos definir! 38 De la lealtad brevemente señala que esta es el buen porte de una persona con otra, en cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien. José Almirante diferencia el valor del coraje. Indica que el valor es una disposición natural a despreciar el peligro. En el valor está implícita la prudencia, en el coraje entra la cólera. El valor se alimenta de nobles virtudes, como el heroísmo, el honor y la emulación: el coraje, que tiene más de sangre o de materia, busca motivos menos elevados, más materiales, más propios del vulgo. La justicia nos inspira valor. Una injusticia nos da coraje. El valor es una virtud de conciencia que tienen muy pocos. El coraje es un sentimiento natural que todos tienen, puesto que todos tienen sangre en las venas. El valor es humano. El coraje es animal. El valor 38

Ibídem


60

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

es una disposición natural a despreciar el peligro. La valentía es la práctica del valor.39 Carl von Clausewitz40 indica que los principales poderes morales de un ejército son la capacidad del jefe, las virtudes militares del ejército y su sentimiento nacional. Ninguno de estos factores tiene supremacía sobre el otro. La valentía es parte de la virtud militar y puede surgir en el combatiente por medio del hábito y el adiestramiento. Los cristales de la virtud militar se forman más fácilmente en el espíritu corporativo: la virtud militar en un ejército aparece como un poder moral definido que podemos separar y cuya influencia, en consecuencia, podemos considerar como instrumento cuya fuerza puede ser calculada […] la virtud militar de un ejército es una de las fuerzas morales más importantes en la guerra, y donde falta esta virtud vemos que o bien es reemplazada por una de las otras, como son el genio superior del general o el entusiasmo del pueblo, o bien encontramos resultados que no son proporcionados al esfuerzo realizado.41 La severidad inflexible y la disciplina estricta pueden prolongar la vida de la virtud militar, pero no pueden crearla. El orden, la habilidad, la buena voluntad y también cierto grado de orgullo y moral elevada, son cualidades de un ejército adiestrado en época de paz que deben ser valoradas, pero que, sin embargo, no pueden ser las únicas: el conjunto mantiene al conjunto y, al igual que el vidrio 39 40

41

Ibídem, p. 1056. Carl von Clausewitz: General prusiano, teórico de la guerra, filósofo e historiador. Nació en Burg en 1780. De 1816 a 1830 dirigió la Escuela Militar de Berlín ocupando más tarde el puesto de Jefe del Estado Mayor en un ejército de observación en la frontera polaca. Murió de cólera en 1831 en Breslau a la edad de 51 años. Su obra capital De la Guerra fue publicada por su viuda. von Clausewitz, Carl. De la Guerra, Bogotá: Editorial Labor S.A., 1994, pp.187-188.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 61

que es enfriado muy rápidamente, una sola rajadura rompe toda la masa. 42 Enrique Ruiz Fornells en la Educación moral del soldado,43 establece que para inculcar valores en los soldados y asegurar la disciplina, hay que educarlos haciendo atractiva la vida militar y conquistando paulatinamente la voluntad del soldado, sin medios coercitivos, y solo mediante razonamiento de la palabra y la escritura, además de recordar las crónicas gloriosas de la historia militar, que permitirán hacer tangible el concepto de patria y llegar a lo más íntimo del corazón del soldado. La educación moral no es cosa de un día o de un momento, es de todos los días y de todas las ocasiones, se transmite explicando al soldado, en las horas de lectura, todo el alcance de sus deberes, del juramento que hizo, de la patria, y el derecho que esta tiene de exigirle sus servicios. Al reflexionar sobre los deberes morales y las virtudes militares del soldado, distingue como tales al: deber, patriotismo, disciplina, abnegación, valor y el honor. Ruiz Fornells expone que el deber es obligación impuesta al hombre por la naturaleza, por la conciencia, por los reglamentos, por las leyes, por la moral y por las conveniencias. Los deberes del soldado pueden ser profesionales y morales. Dentro de los primeros están todas las obligaciones que se le imponen para adiestrarse en el manejo de las armas y prepararse para la guerra. Dentro de los morales están los que imponen la razón, la conciencia y el corazón que, a diferencia de 42 43

Ibídem, p.189. Ruiz Fornells, Enrique. La educación moral del soldado, Toledo: Texto para las Academias de Infantería y Caballería, según Real Orden de 10 de mayo de 1895, sexta edición, 1909.


62

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

los profesionales, no pueden reglamentarse. El patriotismo se inspira en un sentimiento desinteresado, sublime, que hace desear la gloria y la integridad del país al que pertenece, y al que el ejército debe rendir culto. Las tropas necesitan de ese sentimiento para valorizar la función que cumplen. La disciplina imprime acción y unidad al esfuerzo de todos, protege el honor y la vida de los valientes y de los buenos soldados. El soldado de recto criterio es predispuesto al orden y la obediencia, y por lo tanto a la disciplina, ya que comprende la imperiosa necesidad de ella y acepta de buen grado sus exigencias: el que falta a los mandatos del superior y no reconoce la autoridad de sus jefes, es tan culpable como el que vuelve la cara al enemigo; el uno es cobarde ante el deber, el otro ante el peligro.44 La abnegación es la disposición moral que llama a subordinar los propios intereses en beneficio de otros que estimamos superiores a nosotros. Tiene una directa relación con la abnegación por la patria: la sublime virtud de la abnegación implica sufrimiento, sacrificio y desinterés, cuyas tres cualidades han de ser la divisa del soldado.45 El valor es la facultad por la cual se cumple con el deber. Despreciar el peligro, afrontar la muerte, soportar con resignación las fatigas, dificultades y miserias, sobreponerse a todo con firmeza y fuerza de ánimo. El soldado no ha de mostrar su valor solo en el momento de la lucha, sino también en la vida de guarnición. El valor es una virtud de todos los días y de siempre. El honor es un sentimiento de satisfacción por las buenas acciones, estimación y consideración de los demás. El honor obliga al militar y es una poderosa fuerza para las grandes acciones, es el alma de la vida militar, el culto fanático por la estimación propia y por la de su regimiento. 44 45

Ibídem, p.137. Ibídem, p.175.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 63

El francés Charles Ardant du Picq46 al referirse al estado emocional de la tropa en su obra Estudios sobre el combate,47 dice que el combate es el objetivo final de los ejércitos, y el hombre es el instrumento principal del combate. En un ejército no puede disponerse nada de manera inteligente –constitución, organización, disciplina y táctica, materias que se deben conocer como a los dedos de una mano– sin el conocimiento estricto de su principal elemento: el hombre y su estado de ánimo. En directa relación ejemplariza con el ejército romano: los romanos, prácticos y buenos conocedores del corazón humano, consiguieron imbuir en sus legiones, además, un gran sentido del deber y las entrenaron con trabajos continuos, sabiendo que, a igualdad de moral, los más resistentes a la fatiga obtenían siempre la victoria […] es importante que los soldados estén motivados por el deseo de independencia, el orgullo nacional, el honor, el espíritu de cuerpo o el deseo de gloria, etc., y que los integrantes de cada grupo se conozcan bien, sean solidarios y se sientan vigilados. En cuanto a los jefes es esencial que tengan plena confianza en su derecho a mandar y la costumbre y el orgullo de hacerlo.48 Otorgando significativa importancia a la disciplina en las tropas indica que el hombre tiene pavor a la muerte. Solamente entre la élite existen 46

47 48

Charles Ardant du Picq: coronel francés procedente de la escuela de Saint-Cyr, participó en las numerosas guerras en que intervino el II Imperio: las de Crimea, Lombardía, Líbano, México, Conchinchina, África y Franco-Prusiana. Desarrolló una intensa actividad literariomilitar y de investigación de las técnicas de combate. Su obra principal Estudios sobre el combate que comprende el periodo entre 1866 y 1870 se publicó diez años después de su muerte. Falleció a los 49 años en el hospital de Metz, después de haber sido herido por una granada de artillería. Ardant du Picq, Charles. Estudios sobre el combate. Título original Etudes sur le combat, Madrid: Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa de España, 1988. Ibídem, pp. 20-22.


64

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

individuos que sienten una gran necesidad, que únicamente ellos pueden comprender y realizar, de avanzar hacia delante: pero la mayoría de la masa siempre retrocede ante lo desconocido. La disciplina tiene como misión vencer este pavor, imponiendo un mayor miedo al castigo o a la vergüenza. No obstante siempre llega un momento en que el miedo natural supera al generado por la disciplina y, entonces, el combatiente huye. ¡Detente, detente! Espera algunos minutos. Un instante más y obtendrás la victoria. ¡Aún no estás herido, pero si vuelves la espalda morirás! No escucha no quiere entender. Su espanto rebosa por todos los poros de su cuerpo.49 Refiriéndose a los griegos asevera que la disciplina que regía entre estos se basaba en los castigos y en los estímulos; la de los romanos también, pero, además, en el temor a la muerte. No dudaban en escarmentar con el apaleamiento hasta la muerte y recurrían al diezmado de las filas. La disciplina también influye en la unidad de la Unidad y en el espíritu de cuerpo, ya que si el combate fuese una obra de un solo hombre, los hombres vehementes y valerosos tendrán muchas oportunidades de obtener el éxito, pero en una tropa cualquiera que sea, situada frente al enemigo, cada uno comprende que la tarea no es obra de un solo individuo, sino que debe ser colectiva y sincrónica. Y cada soldado o comandante siente, instintivamente, la falta de unión cuando se encuentra rodeado de compañeros, reunidos por el azar bajo el mando de jefes desconocidos en la proximidad del combate, y se pregunta si podrá contar con ellos: sentimiento de desconfianza que aumentará, a la menor duda y ante el menor peligro, y sofocará en un instante el afán combativo.50

49 50

Ibídem, p. 83. Ibídem, p. 85.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 65

Evaristo San Miguel en Elementos del arte de la guerra,51 al destacar la trascendencia de las virtudes militares en los ejércitos nacionales, señala que desde el momento que el Estado alista una porción de ciudadanos, y les da armas para que le defiendan de sus enemigos, se pone en cierto modo bajo su tutela, y se abandona a la probidad y virtud de quien se ve con poder de esclavizarle. Un ejército permanente es uno de los mayores inconvenientes, de los mayores gastos, de los escollos más peligrosos para la libertad de los estados. Por virtuoso que sea este ejército, por liberal y patriótica que sea su educación, por celosos del título de ciudadanos que sean sus jefes, por fuertes que sean sus vínculos que le unan con la libertad y demás derechos nacionales, mientras haya genios inquietos y ambiciosos en sus filas, mientras estos ciudadanos armados crean en ocasiones tener algún motivo de disgusto por parte del Poder Legislativo, no estará la libertad enteramente segura de sus intrigas o resentimientos. En antaño las naciones movilizaban los ejércitos para enfrentar un conflicto y luego los disolvían para no verse enfrentados al problema de supeditar la nación a los que ejercían el poder de las armas. A medida que los ejércitos fueron siendo permanentes, los gobiernos los fueron utilizando contra las amenazas a la nación, pero gradualmente contra el propio pueblo: los reyes conocieron la comodidad de poder disponer en todo tiempo de estos apoyos de su poder sin límites; y como tenían la fuerza a su favor, 51

San Miguel, Evaristo. Elementos del arte de la guerra, Madrid: Secretaría Técnica del Ministerio de Defensa de España, 1990. Evaristo San Miguel y Valledor, nació en Gijón el 26 de octubre de 1785. El 17 de abril de 1805 ingresó como cadete en el Primer Batallón de Voluntarios de Aragón, y el 10 de julio de 1807 pasa al Regimiento de Infantería de Voluntarios del Estado. Militar, historiador y político de ideas liberales, publicó diversas obras entre 1836 y 1855. Falleció en 1862 cuando ejercía la presidencia de la Real Academia de la Historia.


66

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

se creyeron más exentos de la obligación de ser padres del Estado.52 La guerra es una de las mayores calamidades de la especie humana: su profesión necesita ser por consiguiente dura. Las virtudes militares no ofrecen en efecto una senda muy florida, y si se consiguen en ella satisfacciones y laureles, no se compran sino con grandes sacrificios. Evaristo San Miguel acentúa la importancia de tres virtudes morales en los ejércitos: el valor, la disciplina y la frugalidad. El valor en el soldado lo define como un requisito tan indispensable, que apenas se debería mencionar en el número de las cualidades que le atavían. Decir en efecto que un militar es valiente, es enunciar una virtud que ya se le presume. Militar y cobardía son dos ideas que se excluyen mutuamente. Arrostrar peligros que amenazan la conservación, porque lo ordena así el Estado, es la primera virtud que distingue al militar, virtud costosa si se la examina con alguna detención, y que basta sola para hacer digno de toda consideración al ciudadano que la ejerce. El que no conoce los peligros que le cercan no se puede llamar valiente con exactitud, pues el valor supone un esfuerzo del espíritu sobre el deber, el que por un exceso de virtud arriesga en servicio de la patria su existencia más veces que las que la patria le prescribe, merece más que el nombre de valiente. Carecer del valor que la ley pide, es faltar a su deber, es un delito: mostrar más valor que el requerido, es siempre un mérito; más puede ser imprudente este valor, y perjudicar, en vez de ser útil al objeto a que se ha consagrado. El verdadero valor, el valor militar, el valor útil es el que va acompañado de la serenidad que deja ver con sangre fría los objetos, y del tino que indica sobre cuál debe 52

Ibídem, p. 62.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 67

emplearse con acierto. El valor ardiente es propio del que obedece; el valor frío, del que manda. Respecto de la disciplina, San Miguel indica que de todas las virtudes que exige la ley de un militar, la más dura: arrostrar la muerte en los combates, sufrir todo género de privaciones y toda suerte de fatigas, puede ser llevadero en muchas y casi todas las ocasiones; mas estar pendiente de la voluntad de un hombre, tener que obedecerle sin pedir cuenta ni razón de la orden que prescribe, y exponerse a sufrir medidas de rigor si no se cumple, es sin duda el más terrible de los sacrificios.53 Cuando el jefe inspira confianza al inferior, cuando este convencido del talento y virtudes del superior a quien está subordinado, se abandona a su orden seguro del acierto, ejerce un deber no solo dulce sino cómodo, pues le proporciona descansar en el celo y vigilancia de otro. Mas obedecer tan solo por obligación, obedecer a quien no se mira con aprecio, cumplir órdenes que se tienen tal vez por imprudentes, y saber que se corre peligro por el capricho, la ignorancia, y quizás la mala intención del superior que manda, es verdaderamente un deber intolerable. De la necesidad de la disciplina en los ejércitos, de la necesidad de la obediencia y subordinación que debe todo militar al jefe que le manda, resulta la de dejar a estos jefes el menor campo de arbitrariedad que sea posible, y de marchar bien las funciones de los unos, para que se conozcan bien las funciones de los otros. Todo debe estar determinado y fijo sin dar a lugar a caprichosas interpretaciones. Para referirse a la frugalidad –la tercera de las virtudes que enaltece Evaristo San Miguel– primero 53

Ibídem, p.101.


68

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

afirma que el amor de las riquezas deshonra demasiado al hombre, y el militar que combate por su interés, no vuelve gustoso a la batalla después de haberlas conseguido. Batirse para arrodillarse en seguida a los pies de su señor pidiendo una triste remuneración por un miembro que se ha perdido en el combate, es propio solo de míseros esclavos: pasión por pasión, el amor de la patria, el fuego de la libertad y el deseo de los honores que todo un pueblo tributa al defensor de sus hogares, es la más noble, la más humana, la más duradera, la más fácil de inspirar a todo legislador que mande pueblos libres.54 La frugalidad corresponde al espíritu de moderación, de desprendimiento y de desinterés, que reduciendo la esfera de las necesidades del hombre, eleva en cierto modo su alma y le hace contentarse con pequeños goces. El demasiado apego a los placeres y comodidades de la vida, no es compatible en efecto con la carrera de las armas, ni la molicie en que aquellos sumergen necesariamente al hombre, se puede acomodar a fatigas que le son indispensables. Un ejército de muchas necesidades, es un ejército que se ve forzosamente en muchos embarazos, y a igualdad de circunstancias es vencido necesariamente por otro ejército duro acostumbrado a privaciones. Mientras los romanos fueron sobrios, y se contentaron con depositar en el tesoro público el oro de las naciones que vencían, triunfaron fácilmente del lujo y la molicie de sus enemigos: cuando sus jefes asombraron al mundo con su corrupción y profusiones, el espíritu militar fue decayendo poco a poco, se pensó más en gozar que en buscar a los enemigos en los campos: la molicie cundió en las filas de aquellos hombres tan terribles; la antigua disciplina pareció muy dura, y los bárbaros del norte se vieron fácilmente vencedores de los mismos 54

Ibídem, p.101.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 69

que los habían tenido tanto tiempo confinados en sus selvas. Otro de los grandes tratadistas del siglo XIX, cuyos escritos todavía son motivo de estudio en diversas academias de formación militar en Europa, es el Barón Henri Antoine de Jomini,55 que en una de sus principales obras Compendio del arte de la guerra,56 centra su atención para referirse al valor como una de las principales virtudes que debe distinguir a las tropas de los ejércitos. Demuestra que el valor tiene que ser premiado y honrado, los grados respetados, la disciplina engendrada en los sentimientos y en las convicciones más que en las formas. Los cuerpos de oficiales y los mandos en general deben estar persuadidos de que la resignación, la valentía y el sentido del deber son virtudes sin las cuales no hay ejército respetable ni gloria posible. Todos deben saber que la serenidad en los reveses es más honrosa que el entusiasmo en los éxitos: basta valor para apoderarse de una posición, pero hace falta heroísmo para hacer una retirada penosa delante de un enemigo victorioso y emprendedor, sin dejarse desconcertar y con la cabeza alta. Una retirada bien hecha merece la misma recompensa por parte del príncipe que una victoria airosa 55 Nació el 5 de marzo de 1779 en Payerne. Integró el Ministerio de Guerra suizo a los 20 años de edad. Volvió a París y trabajó en la fábrica de pertrechos Delpont donde comenzó a escribir el Tratado de las grandes operaciones que fue el inicio de una prodigiosa carrera militar en la cual destacaron sus dotes de estratego e historiador. Gran conocedor del ejército prusiano, asesoró a Napoleón. Es nombrado general en jefe en 1826, con motivo de la coronación del emperador Nicolás, acompañó al soberano en la campaña de Turquía en 1828. Rusia le debe la creación de su academia militar. Falleció en París el 22 de marzo de 1869 (90 años). 56 Antoine de Jomini, Henri. Compendio del arte de la guerra, Madrid: Secretaría Técnica del Ministerio de Defensa, 1991.


70

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

[…] fomentar el entusiasmo mediante ideas en armonía con el espíritu que domina las masas; recompensar el valor y castigar la debilidad; vitupera la cobardía: estos son los medios para formar un buen espíritu militar.57 El capitán inglés J.F.C. Fuller de la infantería ligera de los condados de Oxford y Buckingham en su libro Educación del soldado para la guerra,58 indica que para inculcar las cualidades morales en el soldado debemos intentar por medio de las repeticiones hacer de estas cualidades movimientos reflejos. La educación moral del soldado tiene por objeto el desarrollo del espíritu del hombre como soldado y no el de una determinada virtud en forma aislada. Si queremos que un soldado se porte con arrojo tendremos que sugestionarle. Para ello procuraremos estimular su sentimiento del honor y ensalzar el sentimiento de la gloria. Para ejemplarizar cita al general Chevert, en el sitio de Praga, en 1757, este quería apoderarse de una puerta defendida por el enemigo. Su primera idea fue deshacerse del centinela, para lo cual llamó a un granadero y le explicó el camino que debía seguir:59 –Al final del parapeto encontrarás un centinela. –Sí, señor. –Disparará sobre ti, pero no hará blanco. –No, señor. –Tú le apuntarás bien y harás blanco, y entonces acudiremos en tu ayuda. –Sí, señor. 57 58 59

Ibídem, p. 92. Fuller, J.F.C., Educación del soldado para la guerra, Madrid: Calpe, 1925. General Daudignac, “Les réalités du combat”, Le Spectateur Militaire, vol., LXX, p. 329, citado por Fuller, op. cit., p. 41.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 71

Todo ocurrió como el general Chevert lo había previsto, tanto por la suerte como por que las palabras del general le habían dado una gran confianza al soldado, en sí mismo y en su fusil. Reseñando la secuencia que debe seguir la inculcación de los valores, J.F.C. Fuller señala que el primer deber del oficial es enseñar a sus hombres a honrar a su rey, a su patria y a su regimiento; después a honrarse a sí mismos por su propia estimación; luego a defender ese honor con sus vidas, lo que trae consigo la lealtad, el patriotismo y el espíritu de cuerpo. A continuación, el oficial tratará de conquistar la estimación de sus hombres por medio del ejemplo; entonces les enseñará la obediencia y creará entre ellos aquel sentido de la justicia que hace sufrir el castigo con resignación y recibir el premio con modestia. Después les demostrará cómo los pequeños detalles de su vida, tales como la puntualidad, la cortesía, el aseo y la corrección en el vestir contribuyen a formar el espíritu de cuerpo, y cómo este espíritu de cuerpo no solo depende de las tradiciones del pasado, sino que forma el mismo de las tradiciones del futuro. Posteriormente los iniciará en el significado del deber, el deber de vivir y el deber de morir; les demostrará la necesidad de ser valientes, decididos, tenaces, intrépidos y audaces, así como la manera en que la destreza, la resistencia y la fe en sí mismos, en sus compañeros y en sus jefes contribuyen a la creación de ese espíritu marcial que desafía a la muerte y no conoce la derrota. Una vez hecho todo lo anterior, deberá instruirlos en asuntos propios del combate; deberá enseñarles que la destreza es la base de la confianza, y la confianza, del valor, así como la movilidad es el alma de la guerra.


72

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

J.F.C. Fuller específica que las virtudes militares fundamentales son: el honor, patriotismo, compañerismo, deber, jovialidad, espíritu guerrero, emulación, fe, confianza, disciplina, iniciativa y disciplina del cuartel. La definición que hace de cada una de ellas es la siguiente:60 El honor es de todas las cualidades morales, una de las que más distinguen al hombre del bruto. El honor y la vida deben ser inseparables; sin el primero la segunda no es sino una desgracia. El patriotismo implica enseñar a tener orgullo de la raza. El espíritu de cuerpo implica hacer comprender a los soldados que no significa solo confianza en la tradición, sino el mantenimiento de ella, y aun su creación por medio de su destreza, habilidad y eficiencia. El compañerismo es la base del espíritu de cuerpo. Los hombres no pueden traicionar a sus compañeros porque el honor lo prohíbe. La solidaridad significa confianza mutua y está basada en la eficiencia. El deber es la unión del hombre con su regimiento y debe hacerse de buen grado. La jovialidad es la alegría que debe reinar en el cumplimiento del deber.61 El espíritu guerrero es el deseo de alcanzar el éxito, una firme voluntad de vencer y llegar hasta el fin, salvando todo género de dificultades. La emulación son las recompensas positivas que constituyen un estímulo para los soldados, elevan su moral y son por consiguiente un factor importante en la batalla. La fe es el sentimiento hacia sí mismo, en sus capitanes, en su compañía, en su ejército y en su propia causa. La confianza se refiere a la confianza en sí mismos, destruir la confianza es más fácil que 60 61

Fuller, op. cit., pp. 75-101. Ejemplariza de la siguiente forma: un soldado recorre veinte millas a través de fango y lodo, vivaquea en un terreno de labor inundado por la lluvia, y si entonces le dicen que sus mantas y sus raciones tardarán aún cuatro horas en llegar, lejos de indignarse se pondrá a cantar alegremente.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 73

crearla, el soldado y la unidad como un todo deben tener confianza en sus capacidades. La disciplina es el resultado de una buena educación militar, cuyo fin es solamente inculcarla en el cuerpo y alma del soldado. La iniciativa consiste en la libertad en la elección de los medios que hayan de emplearse para la consecución del objetivo marcado y a veces hasta en la elección de este mismo objetivo. La disciplina del cuartel es una virtud que en primer lugar la relaciona directamente con la lealtad, e indica que el ejemplo es uno de los mejores medios de fomentar la lealtad, ya que el hombre es imitador por naturaleza, y siendo leal el oficial, lo serán también sus hombres. La lealtad es la madre de la obediencia y esta no puede ser el resultado del miedo, sino de la comprensión, y esta está basada en la instrucción. Un completo estudio sobre el honor –virtud militar que es definida e interpretada y en algunos casos en ininteligibles formas por sus autores– es la realizada por Salvador Calderón Madrigal en Cuestiones sobre el honor,62 el que señala que el concepto del honor es etéreo, cambiante en el tiempo y, por lo mismo, sometido a juicios de valoración distintos, no solo en el ámbito temporal, sino también en los diferentes círculos de cultura sociales. De ahí que el honor haya sido concebido, desde el punto de vista cultural y temporal, como virtud personal, respeto por uno mismo, religión, sentido del deber, amor propio y uso social. El camino más seguro es entender el honor como un sentimiento-valor de reconocimiento o relevancia social: el denominado honor militar, exaltado y vanagloriado por 62

Calderón Madrigal, Salvador. Cuestiones sobre el honor, Madrid: Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa de España, 2002.


74

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

la literatura y la poesía, pero tratado con escaso rigor y ninguna sistemática en cuanto a lo que es y lo que significa y mucho menos, en relación con sus repercusiones en los textos histórico-jurídicos, viene a adquirir una valoración de grupo o corporativa como base de su compresión frente a una primera concepción individual del sentimiento-valor honor en general.63 Al oficial se le infunde el sentido del deber hasta tal punto que el cumplimiento estricto de aquel, más allá del mero celo profesional, se concibe por los textos jurídicos como el conjunto de valores castrenses que resumen la vivencia de un sentimiento de autoestima profesional que es, en parte, el honor militar. Un célebre tratadista en materias militares, Jerónimo Jiménez de Urrea,64 autor del Diálogo de la verdadera honra militar,65 indica que la virtud no es potencia del alma ni afecto alguno, sino el hábito de obrar bien con elección, en medio de los extremos de los efectos y pasiones. Que para ejercitar la virtud es necesario comprender que esta es un hábito por el cual nos disponemos a bien obrar por estos afectos. Y este hábito que es la virtud, se debe ejercitar de manera que, no solamente haga bueno al sujeto en el que está, que es 63 64

65

Ibídem, p. 269. Jerónimo de Urrea nació en 1510 en Zaragoza. En 1536 participó en la invasión de Provenza. En 1544, es herido en el asalto de SaintDizier, en Francia. Poco después, participa en las campañas que Carlos V realiza contra los príncipes luteranos y que acaban, provisionalmente, con la victoria de Müllberg en 1547. Historiador, militar, poeta. Virrey de las provincias de Pulla, cargo que ocupó hasta su muerte y en el que escribió y publicó el Diálogo de la verdadera honra militar, que trata cómo se ha de conformar la honra con la conciencia, y que apareció en letras de molde en Venecia, en 1556. Jiménez de Urrea, Jerónimo. Diálogo de la verdadera honra militar, Madrid: Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa de España, 1992.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 75

el hombre mismo, sino también las obras que de ella salen. La virtud hace al ojo claro y a las figuras y cosas que ve perfectas; y la virtud del hombre, juntamente con él hace perfectas sus obras. Con respecto de la disciplina y del valor, Jerónimo Urrea dice que no es posible buscar la gloria personal, ni la honra individual, en detrimento de las obligaciones fundamentales. Así, el soldado se debe a la disciplina de su ejército y a las órdenes de su capitán, no a sus intereses personales. Señala que los soldados valerosos y honrados son: los fuertes de ánimo, constantes y sufridos en los trabajos y peligros del mundo, que tienen como fin cosas altas, heroicas y liberales, son los que han de llamarse soldados valerosos y honrados; y los otros, que solo por codicia de una miserable paga, se ofrecen con ánimo y presteza a los peligros y a la muerte, pueden llamarse buenos soldados cuando sirvan bien, pero no han de entrar en la cuenta de los honrados y valerosos, pues por la demasiada codicia de tan poca cosa, se ofrecen mil veces a la muerte, y cuanto más ánimo y fortaleza muestran peleando, tanto más los condenaría yo por codiciosos y miserables, porque ningún hombre se ha de ofrecer a la muerte espontáneamente sino por cosas honestas, como el alma, la honra, el rey y la patria.66 De 1591 es el discurso del mariscal de campo Sancho de Londoño, Discurso sobre la forma de reducir la disciplina militar a mejor y antiguo estado,67 que dirige a don Fernando Álvarez de Toledo, Duque de Alba, 66 67

Ibídem, p. 164. Londoño, de Sancho. Discurso sobre la forma de reducir la disciplina militar a mejor y antiguo estado, Madrid: Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa de España, 1993.


76

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Lugarteniente y Capitán General de su Majestad y su Gobernador en los estados de Flandes. Se publica a fines del siglo XVI y comprende muchos de los preceptos que son considerados en las posteriores ordenanzas generales de los ejércitos españoles y que estuvieron vigentes en Chile hasta los inicios del siglo XX. Haciendo hincapié sobre la rigurosidad de la disciplina indica que todas las cosas que pueden impedir la victoria en una jornada de guerra, y las que importaren más que la vida de un hombre de los que pueden delinquir en ellas, deben prohibirse con bandos que contengan penas capitales y con ejecutarlas irremisiblemente: porque como dicen por un clavo de un caballo, se puede perder un ejército, y el rey y el reino así de no ejecutar con rigor las penas de los bandos, crece la inobediencia, y del desorden de solo un soldado se puede seguir todo lo dicho.68 En relación con la transmisión de los valores del superior a la tropa y el respeto a Dios, señala que si el superior es blasfemo, y por cada cosita jura cien veces el nombre de Dios en vano, el inferior lo hará así, y no podrá reprenderle ni decirle, que es la cosa de que más Dios se ofende. Si está días y noches en los juegos públicos con los dados en la mano, no podrá decir a sus soldados que de tales juegos nacen las blasfemias, los juramentos falsos y odios, las riñas, las sediciones, las calumnias, las injurias, las muertes, las rapiñas, y todos los vicios y maldades que uno se pueda imaginar, ni podrá decirles que el juego engendra vileza en el ánimo, haciéndole codicioso y avaro con el deseo de ganar la hacienda de su compañero y amigo, como lo han de ser todos los de una compañía y de un ejército, ni podrá alegar aquella ley hecha en Roma en tiempo de Cicerón, contra los que jugasen a juegos ociosos, en los cuales no juega la virtud y la fortaleza del ánimo, 68

Ibídem, p. 46.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 77

ni la fuerza y destreza del cuerpo, sino la fortuna y el engaño: ni otra ley de los Egipcios, por lo cual ninguno de los tales jugadores podía acusar a otro ni atestiguar contra él por manifiesto que fuese pecado, y con justa razón, porque es de creer, que el jugador acostumbrado a blasfemias y perjurios, y a menospreciar a Dios, y a los santos, y a engañar a otros, no dejará por conciencia de hacer cualquier cosa ilícita y fea. Si el superior tuviere en casa la amiga, mal podrá amonestar que el inferior la deje de tener públicamente, porque además de la ofensa y desestima de Dios, ellas son causa de mil revueltas, y traen a los que las tienen distraídos del servicio de su rey, que los paga, ocupados en el de las que consumen las pagas, y lo que pueden ganar de los enemigos, y robar de los amigos. Si el superior no contentándose con su paga, viviere en discreción, o mejor decir sin ella, con manifiesto agravio de los provinciales y paisanos, lo mismo hará el inferior: en suma si el superior no hiciere obras de cristiano, que ama y teme a Dios, y no difama al prójimo, no es de maravillas que los inferiores le permiten, y sería andar por las ramas hacer ordenanzas y estatutos para entrenar y tener a raya los que han de obedecer, si no introducen primero todo lo necesario en los que han de mandar. Pero por supuesto que ya esté introducido, promulgando y observando los estatutos siguientes se reduciría la disciplina militar a buen estado.69 Dos clásicos de la literatura militar española son Estampa de capitanes (primera edición en 1927) y El espíritu militar español (primera edición en 1950) de Jorge Vigon,70 que para estos efectos nos interesan tres 69 70

Ibídem, pp. 54-55. Vigon, Jorge. Estampa de capitanes. El espíritu militar español, Madrid. Ediciones Ejército, 1979.


78

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

reflexiones que incluye el autor sobre qué es mandar, cómo define la virtud del valor y la relación que establece entre las virtudes y la religión. Dice que mandar es preparar el alma de la tropa, y dar luego, las órdenes en forma tal que se obtenga una ejecución tan pronta, tan inteligente y tan completa como sea posible. En paz o en guerra, cuantos actos tengan relación directa o indirecta con la unidad, son actos de mando; los que, respecto de los subordinados, se traducen en órdenes, consejos, felicitaciones, representaciones o castigos; y en relación con los superiores en peticiones, partes o informes; dirigiéndose todos a un fin común: que no es otro que aumentar el valor militar de tu tropa para obtener de ella el mayor rendimiento en el combate.71 Sobre el valor indica que excepcionalmente este es posible apreciarlo fuera del campo de batalla, el espíritu de decisión, la sangre fría, el saber, la firmeza y el tacto, bajo la forma que necesita la guerra. Y es absolutamente imprescindible, porque según sea la medida del valor de quien mande, una misma colectividad militar, puede oscilar del miedo al heroísmo: bien será hacer constar la diferencia que existe entre el valor y la temeridad; el primero solo consiste en conservar la apariencia de una fuerza física y moral prevenida siempre, y mantenida hasta en las situaciones más difíciles por medio de una serenidad continua, que dé la sensación de que el alma y la inteligencia están a la altura de todos los peligros y a cubierto de todas las empresas.72 Respecto de la influencia de la religión en la formación del soldado, Vigon indica que la fe religiosa enseña al soldado que la vida es un breve paso hacia la eternidad; la doctrina le instruye acerca de aquellos valores por los que se puede y se debe morir, por ser ellos mismos de 71 72

Ibídem, p. 15. Ibídem, p. 29.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 79

categoría superior a la vida; el ejercicio, singularmente el ejercicio militar, le da fe, confianza en sí mismo, y en los recursos que tiene a su alcance; un sentido de misión le llama a la ejemplaridad. Y así en la fe, en el saber, en la seguridad de sí mismo, y en este ofrecerse como ejemplo de perfección está el punto de la virtud del valor, al que se debe aspirar, pero que no siempre podrá exigirse; porque el grado heroico del valor no se da a todos los hombres ni en cualquier ocasión.73 Cada uno tiene la obligación de poner su propia vida en riesgo para realizar la misión que se le confía; puede, cuando la ocasión lo pida, buscar para sí mismo la oportunidad de exponer más, de ofrecerse más generosamente; pero no podrá disponer de la generosidad de los demás, aunque sean sus subordinados. El general de brigada Emilio Bolon Varela es autor de Fundamentos de ética militar,74 en el que señala que todo sentimiento de amor significa elevación, desinterés y solidaridad: pero el amor a la patria implica además nobleza y gloria que se nutre en el pasado, se apoya en el presente y se proyecta al porvenir. El amor a la patria exige darse a ella; ponerla como destino célebre del trabajo creador, de la cultura creciente, de la caridad activa y, sobre todo, de la conducta honrada: ella es el ínclito sujeto y objeto de nuestra devoción y nuestra vocación.75 En directa relación con el amor a la patria surge la vocación por las armas y específicamente por la carrera militar, como consecuencia de un espontáneo y auténtico amor a la milicia que se experimenta normalmente en la juventud cuando los cono73 74 75

Ibídem, p. 298. Bolon Varela, Emilio. Fundamentos de ética militar, Buenos Aires: Círculo Militar Argentino, 1980. Ibídem, p. 34.


80

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

cimientos históricos adquiridos en el ciclo medio nos permiten conocer los hechos militares que nos dieron libertad, independencia y soberanía. El espíritu militar consiste en alentar y ejercitar las virtudes militares en el ámbito personal o colectivo. El general Bolon indica que la personalidad de un jefe está integrada por virtudes físicas, volitivas, intelectuales y espirituales. Las virtudes físicas suponen una buena salud mental y orgánica, un virtual equilibrio psicosomático, como presupuesto básico de una total armonía para pensar, sentir y obrar. El oficial debe ser sometido durante su carrera, en tiempos de paz y de guerra, a toda clase de esfuerzos físicos, morales e intelectuales. En su juventud prevalecerá su actividad física, y en la medida que transcurre el tiempo crecerá su actividad mental y decrecerán sus esfuerzos meramente corporales. Las virtudes volitivas son una cualidad motora integrada por la energía perseverante, la firmeza constante y la entereza que exalta el animismo tenaz, consecuente y constructivo. La capacidad intelectiva está dada por la inteligencia que concibe, discrimina y resuelve, la sabiduría que atesora lo que es preciso conocer, el talento que es la aptitud para hacer, el sentido común que armoniza y discrimina los valores relativos o absolutos y el criterio que juzga y discierne. Las virtudes espirituales son la sensibilidad para percibir las impresiones físicas y las emociones que sacuden la voluntad. La bondad que humaniza. La tolerancia que es indulgente y confianza en sí mismo. La rectitud que respeta los principios de la sana razón. La pasión que eleva el ánimo. El entusiasmo que exalta y sostiene. El carácter que es energía moral. La abnegación que es renunciar a sí mismo en beneficio del bien que se ansía. El estoicismo que es el dominio de la sensibilidad inestable. La austeridad que es el rigor con que contenemos nuestra


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 81

humana debilidad. El heroísmo que impulsa a la acción extraordinaria. El valor que es audacia o fría determinación para realizar lo que es forzoso para el bien superior que se persigue.76 El general de brigada del Ejército de Tierra de España, Francisco Laguna Sanquirico, publicó en 1998 un artículo denominado El espíritu militar en el siglo XXI,77 donde indica que existen ciertos valores que han llegado a caracterizar a todo profesional de las armas y que se conjugan en un destacado “espíritu militar” compartido a nivel mundial, y que los cambios habidos en los ámbitos políticos y tecnológicos a través de la historia no han modificado estos valores, que efectivamente se han reforzado con el pasar del tiempo. En antaño el militar destacaba por su valentía, en el próximo siglo deberá destacar por la madurez de su carácter, ya que deberá enfrentar la contradicción de la violencia y de la paz. La razón de ser de los ejércitos modernos es la defensa militar y el profesional debe encontrar en este marco no solo la respuesta a la exigencia personal de qué es lo que tiene que aportar a la comunidad y en consecuencia qué ha de recibir como compensación, material y de otro tipo, por su dedicación y trabajo, sino también los estímulos precisos para afrontar los riesgos y sacrificios de la vida castrense: las características y virtudes de este militar del 2000 se habrán de desarrollar sobre tres vectores. El relativo al ejercicio de las tareas profesionales, el de la ética de su comportamiento cotidiano, y el de su apreciación del poder político.78 76 77

78

Ibídem, pp.70-72. Laguna Sanquirico, Francisco. “El espíritu militar en el siglo XXI”, en VV.AA., Military Review, noviembre-diciembre 1998, Fort Leavenworth, Kansas: Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército de EE.UU., 1998. Ibídem, p. 65.


82

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

El coronel argentino Julio Costa Paz y Roca consciente de la importancia del conocimiento de las virtudes militares, plasmó su pensamiento en Mando y obediencia,79 que además del mérito de su contenido, se destaca por la claridad en sus reflexiones sobre las virtudes presentes en el soldado en todas las circunstancias del servicio. El coronel Julio Costa hace un profuso recorrido por los distintos valores y preceptos éticos que deben caracterizar a los soldados y a sus mandos. En primer orden se refiere a la disciplina en general y particularmente al respeto y sujeción a la ley que debe ser acatada íntegramente por las Fuerzas Armadas, luego describe las implicancias que tiene en el soldado la arrogancia, vanidad, tenacidad, prudencia, cortesía, humildad, paciencia, sagacidad, discreción, desconfianza, recelo, honradez, dignidad, honor, lealtad, traición, valor, y equidad entre otros. Específicamente nos referiremos a la disciplina, valor, honor y lealtad. La disciplina militar la llama el “alma de los ejércitos” y la define como la obediencia a la ley, a los reglamentos, a las órdenes del mando, pero sobre todo es un sentimiento, un estado de conciencia que obliga a cumplir espontáneamente todos los deberes que la profesión impone, sin otro estímulo que el del propio honor. La disciplina militar coordina todos los esfuerzos para alcanzar un bien común y en ella está implícita la facultad del mando y la obligación de obedecer, pero ni el mando debe ser arbitrario, ni la obediencia ciega o incondicional y esta debe causarse en el bien del servicio y en el cumplimiento de las leyes y reglamentos: el mando y la obediencia son atributos de igual dignidad y términos correlativos en la cooperación que la disci79

Costa, Paz y Roca, Julio. Mando y obediencia, Buenos Aires: Círculo Militar Argentino, 1999.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 83

plina exige para el cumplimiento del deber común.80 El valor es la virtud esencial y en él se escudan el honor y se avalan todas las demás virtudes. El valor guerrero tiene un objetivo bien definido: vencer para triunfar y no ser trofeo del enemigo. A una multitud de cobardes vence un puñado de valientes. El valor o el miedo están influenciados por los siguientes factores: abatimiento, altanería, arrogancia, ardimiento, arrebato, arrojo, atolondramiento, aturdimiento, atrevimiento, audacia, osadía, bizarría, bravura, ferocidad, firmeza, miedo y sangre fría.81 El honor se diferencia de la honra, esta implica calidad y condiciones internas invariables, constituye una propiedad peculiar e inalienable de la persona. Por el contrario, el honor es la cualidad que impulsa al hombre a conducirse con arreglo a las más elevadas normas morales y que también lo constituye la fama, respeto o buena reputación que se adquiere con la práctica de la virtud y de acciones heroicas: se quita la honra a un hombre atribuyéndole una acción villana; se ofende su honor proponiéndosela; la indignación con que la rechaza, es hija del pundonor.82 La lealtad y el honor son indisolubles y como partes de la lealtad se encuentran la buena fe, la sinceridad, la ingenuidad, la franqueza y la veracidad. Morris Janowitz hizo un retrato político y social del profesional militar en El soldado profesional,83 en este trabajo indica que la organización militar ha sufrido una transformación lenta y constante. Hoy el carácter técnico de la guerra exige soldados altamente especializados y dotados de profundas motivaciones. 80 81 82 83

Ibídem, p. 31. Ibídem, pp. 135-152. Ibídem, p. 112. Janowitz, Morris. El soldado profesional, Buenos Aires: Editorial Bibliográfica Argentina, 1967.


84

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

El estilo de vida de la comunidad militar y el sentido del honor militar contribuyen a perpetuar el carácter distintivo de la profesión. El reconocimiento de los atributos propios de la profesión militar suministra una base realista para mantener una supremacía políticocivil sin destruir la necesaria autonomía profesional. Janowitz asevera que la actividad militar es más que una profesión: es un estilo completo de vida. El oficial es miembro de una comunidad cuyas exigencias a la vida cotidiana del individuo van muchos más allá de las obligaciones oficiales. La reglamentación detallada del estilo de vida militar tiende a acentuar la cohesión del grupo y la lealtad profesional, y a mantener el espíritu marcial. En buena medida el adoctrinamiento militar ha sido eficaz en virtud del medio comunitario relativamente cerrado en que los militares han vivido. A su vez, el estilo de vida de la comunidad militar contribuye a la autoconciencia y a la confianza en sí misma de la élite militar.84 Respecto del honor, Janowitz estipula que este es al mismo tiempo un medio y un fin. El código de honor especifica cómo tiene que conducirse el oficial, pero ser “honorable” es un objetivo que ha de alcanzarse por derecho propio. Cuando el honor militar es eficaz, su poder de coerción es considerable, ya que apunta frecuentemente hacia una misma y suprema dirección: el soldado profesional siempre lucha […] el honor militar responde a una variedad de motivos personales y sociales. Para algunos, es la racionalización de la inercia; a otros les permite actuar hasta cierto punto más allá de sus propias cualidades personales.85 La doctrina militar es la razón de su conducta profesional, como tal, 84 85

Ibídem, p.179. Ibídem, p. 218.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 85

es una síntesis de conocimientos científicos y técnicos por una parte, y de costumbres y de proposiciones políticas por otra. Samuel Huntington en El soldado y el Estado86 indica que la mentalidad profesional del militar consiste en: los valores, actitudes y perspectivas que son naturales al desempeño de la función militar profesional y que son deducibles de la naturaleza de dicha función. […] es definida de forma abstracta como un tipo de ideal weberiano en términos del cual las creencias de los hombres concretos y los grupos pueden analizarse. […] cualquier cuerpo de oficiales dado adherirá a la ética solo en la medida en que sea profesional, es decir, en la medida en que esté configurada por imperativos funcionales más que sociales.87 Nadie es más sensato que el soldado profesional de que el hombre normal no es un héroe. La profesión militar instituye a los hombres como para superar sus miedos naturales y sus desfallecimientos. La lealtad y la obediencia son las virtudes militares más altas. La regla de obediencia es simplemente la expresión de aquella entre las virtudes militares sobre la cual dependen todas las demás. Samuel Huntington exalta a la obediencia como la virtud más alta de los militares, e indica que la ética militar es: pesimista, colectivista, inclinada hacia la historia, orientada hacia el poder, nacionalista, militarista, pacifista e instrumentalista en su visión de la profesión militar. Es, en resumen, realista y conservadora.88

86 87 88

Huntington, Samuel P. El soldado y el Estado, Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano, 1995. Ibídem, p. 73. Ibídem, p. 88.


86

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Narciso Michavila Núñez realizó una investigación sobre el soldado profesional en España,89 en la que incluyó una encuesta a la población civil respecto de los valores que la ciudadanía estima que deben poseer los militares. Los resultados fueron los siguientes: honradez 40%; preparación técnica 35%; valentía 29%; disciplina 29%; responsabilidad 27%, obediencia 25%; solidaridad 21%, lealtad 20%; espíritu de sacrificio 16%; tolerancia 13%; capacidad de mando 11%; iniciativa 4%, y NS/NC el 12%. También incluyó una muestra de la escala de valores que debe poseer el militar desde el punto de vista de los partidarios de un ejército mixto (con servicio militar obligatorio y soldados profesionales), los resultados fueron los siguientes: honradez, valentía, obediencia, disciplina, preparación técnica, responsabilidad, lealtad, espíritu de sacrificio, solidaridad, capacidad de mando, tolerancia e iniciativa. La mayoría de la sociedad española desea unas Fuerzas Armadas profesionales en las que primen los valores de preparación técnica, honradez, disciplina, y responsabilidad: la completa profesionalización de las Fuerzas Armadas con la exclusión de soldados obligados en sus filas es contemplada actualmente por la mayoría de los tratadistas como la consumación de un modelo perfecto y definitivo de la defensa nacional. Las naciones occidentales, según las tesis mayoritarias, acabarán por adoptar sistemas de reclutamiento totalmente voluntarios de forma que las guerras que en el futuro mantengan los estados occidentales serán mantenidas por ejércitos completamente profesionales.90

89 90

Michavila Núñez, Narciso. El soldado profesional en España, Madrid: Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa de España, 2002. Ibídem, p. 85.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 87

La Biblioteca de Psicología Desclée de Brouwer publicó el texto de Stanley Milgram, Obediencia a la autoridad. Un punto de vista experimental,91 que desde un punto científico aborda el tema de la disciplina y obediencia militar, con el mérito que el trabajo experimental que realiza se basa en la experiencia de soldados norteamericanos en fecha reciente. En este libro se concluye que todo acto realizado por orden de otro, tiene, desde un punto de vista psicológico, unas características sumamente diferentes de las que pueda tener la acción espontánea, como también que en la medida en que se intimida a una persona con amenaza de fuerza o castigo, queda la obediencia forzada por el miedo. Para no pocas personas la obediencia puede ser una tendencia de comportamiento profundamente arraigada, más aún, un impulso poderoso que pasa por encima de la educación ética, de la simpatía y de la conducta moral. La obediencia a la autoridad, por un largo tiempo exaltada como una virtud, reviste un nuevo aspecto cuando se pone al servicio de una causa injusta; lejos de aparecer como una virtud queda transformada en un pecado nefando: las personas más vulgares, por el mero hecho de realizar las tareas que les son encomendadas, y sin hostilidad particular alguna de su parte, pueden convertirse en agentes de un proceso terriblemente destructivo. Más aún, cuando los efectos destructivos de su obra aparezcan patentes, y se les pida que lleven a cabo acciones incompatibles con las normas fundamentales de la moralidad, son relativamente pocas las personas que cuentan con recursos suficientes para oponerse a la autoridad. En ese momento entran en acción toda serie de inhibiciones contra la desobediencia a la autoridad, y hacen que la 91

Milgram, Stanley. Obediencia a la autoridad, España: Editorial Desclée de Brouwer, S.A., 1980.


88

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

persona permanezca en su puesto. El sujeto confía las tareas más amplias de imponer objetivos concretos y de delimitar la moralidad, a la autoridad a cuyo servicio se encuentra. La aseveración de “no hice más que cumplir con mi deber”: se trata, más bien, de un modo fundamental de pensar para muchas personas, una vez que han sido atraídas a una posición subordinada dentro de una estructura de autoridad. La desaparición de todo sentido de responsabilidad es la consecuencia de más largo alcance de la sumisión a la autoridad.92 Aun cuando una persona que actúa bajo una autoridad realice acciones que parecen en contradicción con las normas generales de la conciencia sería falso afirmar que pierda su sentido moral. Muy al contrario, adquiere más bien un punto de concentración totalmente diferente. No responde con un sentimiento moral a las acciones que lleva a cabo. Su preocupación moral se desplaza ahora, más bien a la consideración de lo bueno que es vivir conforme a las expectativas que la autoridad se ha forjado respecto de uno mismo: en tiempos de guerra no se pregunta un soldado si es bueno o malo bombardear una aldehuela: siente más orgullo o vergüenza, según la medida de cómo ha llevado a cabo la misión que le ha sido asignada.93 Cada generación aprende algo acerca del problema de la obediencia a través de su propia experiencia histórica: ¿Cómo puede suceder que una persona honrada pueda hallarse a sí misma en el transcurso de unos meses matando a otras personas, sin limitación alguna impuesta por su conciencia? […] queda esa persona trasladada de una posición fuera del sistema de autoridad militar a un punto dentro del mismo. El tan conocido aviso de alista92 93

Ibídem, p. 20. Ibídem, p. 21.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 89

miento se encarga de procurar el mecanismo formal. Se echa mano de un juramento de fidelidad para fortalecer aún más el compromiso del recluta con su nuevo papel. El área de entrenamiento militar queda especialmente separada de la comunidad más amplia, de suerte que pueda asegurarse la ausencia de autoridades que puedan entrar en colisión con la autoridad militar. Se distribuyen premios y castigos en la medida en que uno obedece. Se pasa un período de varias semanas en un entrenamiento básico. Aun cuando su propósito aparente sea el de poner en manos del recluta la necesaria preparación militar, su finalidad fundamental es la de quebrar todo residuo de individualismo y personalidad. Las horas que se pasan en el campo de ejercicio no tienen como fin esencial el enseñar al soldado a que desfile de manera perfecta. Su fin es la disciplina, y dar una forma visible a la inmersión del individuo en un modo de organización.94 Antes de que las tropas sean enviadas al campo de batalla, la autoridad militar explica el significado de la acción del soldado de una forma que la enlaza a los ideales más apreciados y a los propósitos más amplios de la sociedad: se dice a los reclutas que aquellos a los que se enfrentará en la batalla, son enemigos de su nación, y que a menos que sean destruidos, correrá peligro la existencia misma de la patria […] dentro de la zona de guerra comienzan a dominar nuevas realidades; el soldado se enfrenta ahora a un adversario entrenado e indoctrinado con idénticos medios. Toda desorganización en las líneas propias del soldado constituye un peligro para su unidad, toda vez que entonces será una unidad menos eficaz en la lucha y en peligro de ser derrotada. De esta manera, el mantenimiento de disciplina se convierte en un elemento de supervivencia, y el soldado apenas se le deja otra opción que la de obedecer.95 94 95

Ibídem, p. 168. Ibídem, p. 169.


90

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

No deja de ser sarcástico que los valores de lealtad, disciplina, y autoentrega, que tan altamente apreciamos en el individuo, sean precisamente las propiedades que crean instrumentos de guerra de tipo organizativo y sumamente destructores y que someten a los hombres a malévolos sistemas de autoridad: la deserción de un único individuo tiene mínimas consecuencias, mientras pueda ser mantenida en silencio. Bastará reemplazarlo por la persona que le sigue en orden. El único peligro para el funcionamiento militar reside en la posibilidad de que un desertor aislado pueda estimular a otros. De ahí que sea preciso separarlo de los demás o castigarlo severamente para desalentar a quienes quisieran imitarlo.96 Una de las últimas publicaciones internacionales que aborda el tema de las virtudes y que reúne una serie de historias que educan sobre ellas, es el libro de William J. Bennett, El libro de las virtudes,97 que no aborda el tema desde una perspectiva militar, pero no puede dejar de mencionarse por constituir un adecuado referente común sobre grandezas propias de las personas virtuosas. En una de sus partes señala que los valientes no son las personas que nunca tienen miedo. Los que no sienten miedo son los precipitados o inconscientes, y por ende pueden causar más daños que beneficios en una situación de emergencia. Los cobardes carecen de confianza y sufren un temor en exceso, pero pueden ser fácilmente estimulados con el ejemplo. Y respecto de la lealtad: nuestras lealtades constituyen un importante indicio de la clase de persona

96 97

Ibídem, p. 170. Bennett, J. El libro de las virtudes, Buenos Aires: Vergara S.A., 2004.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 91

que hemos escogido ser […] la confianza que nace de una lealtad genuina impregna nuestra vida entera.98 En el mismo contexto, pero en un estilo reflexivo, Christopher Phillips publicó Seis preguntas de Sócrates,99 que se relacionan con la virtud, la moderación, la justicia, el bien, la valentía y la piedad. Dice que la virtud es un cuestionamiento que uno se hace a las convicciones con la intención de descubrir un propósito que está por sobre la vida de uno mismo, perseguirlo para poder alcanzar una mayor excelencia y, durante el proceso, inspirar a nuestros semejantes para que también lo hagan. Es elegir un modo de vida sobresaliente, que preferirías colocar de medio tu vida a sacrificar tu manera de vivir que has elegido. Para referirse a la valentía, ejemplariza con una aseveración de John F. Kennedy escrita cuando era senador de los Estados Unidos en (Profiles in courage) Perfiles de valentía,100 que dice que cuando uno actúa con valentía, simplemente hace lo que debe, a pesar de las consecuencias sociales, de los obstáculos y de los peligros y las presiones, y que esa es la base de la moral humana.101 Kennedy creía que tarde o temprano la oportunidad de ser valiente se nos presenta a todos, y que en cualquier ámbito de la vida, uno puede encontrarse con el desafío del valor, sea cual fuere el sacrificio que suponga. Cita también a Paul Tillich (1886-1965) que dice que el valor es el acto ético por el cual el hombre afirma su propio ser a pesar de aquellos elementos de su existencia que entran en conflicto con su autoafir98 99

Ibídem, p. 519. Phillips, Christopher. Seis preguntas de Sócrates, Buenos Aires: Editorial Taurus, 2004, p. 15. 100 Citado por Phillips, Christopher en Seis preguntas de Sócrates, Buenos Aires: Editorial Taurus, 2004, p. 258. 101 Ibídem


92

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

mación esencial. Según Tillich, el valor para continuar viviendo, enfrentándose a esos elementos de nuestra naturaleza que nos inducen a pensar que sería más fácil o mejor poner fin a esa cosa llamada nuestra vida, es un reflejo de nuestros valores éticos.102 Para responderse ¿qué es un héroe? enuncia a Sydney Hook, que dice que los héroes no suelen ser grandes figuras de la historia, sino más bien personas bastante desconocidas y sin embargo admiradas por los riesgos que han asumido más allá del sentido del deber, por su gran sacrificio, por su fortaleza ante la adversidad, su rechazo a transigir con la corrupción o su independencia de criterio.103 J. Glenn Gray104 es el autor del libro Guerreros. Reflexiones del hombre en la batalla105 que incluye diferentes evocaciones sobre la guerra, la relación del soldado con la muerte, el dolor de la culpa, el amor como aliado y enemigo en la guerra y el futuro de la guerra entre otras materias. El autor señala que un éxtasis colectivo puede llevar a los hombres a olvidar la muerte y buscar la inmortalidad en el objetivo común: […] cuando se cierne un peligro mortal, muchos soldados entran en un trance confuso en el que se pierde toda la agudeza de la conciencia. En este estado, pueden perderse en la pasión de un éxtasis común y olvidar la muerte a través de la pérdida de su individualidad, o pueden funcionar como células de un organismo militar;

102 Ibídem, p. 285. 103 Ibídem, p. 259. 104 Doctor en Filosofía, oficial del Ejército norteamericano, se desempeñó durante la Segunda Guerra Mundial en una Unidad de Contrainteligencia en el norte de África, Italia, Francia y Alemania. 105 Gray, Glenn J. Guerreros. Reflexiones del hombre en la batalla, Barcelona: Inédita Editores, 2004.


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 93

haciendo lo que se espera de ellos por reflejo.106 Hay dos elementos que provocan ese estado hipnótico en un combate: el entrenamiento y el cansancio. La rutina de la vida militar, la repetición, los ejercicios y la uniformidad de las reacciones, hacen que se pierda la intensidad de toda conciencia individual. Hasta los civiles reclutados, que encuentran lo militar tan extraño y ajeno a ellos, consiguen aferrarse rápidamente a las simples reglas, transformarse en la pieza apropiada de la enorme máquina y evitar todo pensamiento que les impediría llevar a cabo la misión que se les ha confiado. Aprende a acatar órdenes de más arriba y transferirlas a aquellos que están bajo su mando. Pensar se vuelve no solamente cada vez más penoso, sino más y más innecesario. El segundo obstáculo a la constatación de la proximidad de la muerte es la fatiga física que normalmente precede a un combate. Esta fatiga puede ir más allá de los límites que conocemos: ella sola llega a atontar los sentidos de los soldados hasta el punto de que actúen como sonámbulos. Si se mantiene durante cierto tiempo, un agotamiento tal puede inducir a los hombres a considerar la muerte como un descanso y un cambio respecto de lo que han estado haciendo.107 Respecto de la valentía, J. Glenn indica que hay una connotación especial en el calificativo de cobarde durante una guerra, pues la guerra obviamente glorifica la valentía por encima de todas las virtudes, como también que es necesario distinguir la persona que es ocasionalmente cobarde cuando se enfrenta a la muerte, del cobarde por naturaleza. Casi todos tenemos dentro un cobarde que nos aguarda. La literatura de guerra está repleta de ejemplos de tropas huyendo 106 Ibídem, p. 126. 107 Ibídem, p. 127.


94

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

con pánico y de los más valientes soldados huyendo aterrorizados. La cobardía cuando toma al individuo por sorpresa, este se vuelve víctima de la voluntad común, que le invade y se lo lleva por delante, por ello los oficiales nunca saben cómo responderán sus unidades al afecto sorpresa o la lucha cuerpo a cuerpo. El cobarde por naturaleza, sin embargo, no sorprende a nadie; simplemente no puede soportar un combate en el que su persona está en grave peligro. En la paz el miedo extremo a la muerte puede permanecer oculto, hasta para el mismo cobarde, y después de una guerra el cobarde es bastante capaz de esconderlo u olvidarlo durante el resto de su vida. La cobardía, como el valor, es una condición compleja, y no quiere decir que un miedo excesivo a la muerte va a condicionar siempre todas las otras relaciones que el cobarde mantendrá en su vida. De hecho, el cobarde puede ser un buen ciudadano, un padre y marido considerado, y un soldado ejemplar. Es posible que sea un compañero más agradable en tiempo de paz que el hombre que se cree indestructible: el miedo a la muerte del cobarde proviene en gran parte de su incapacidad de amar nada más apasionadamente que su propio cuerpo. Es egotista, pues no posee suficiente confianza en sí mismo para ser egoísta. Su incapacidad para participar en las vidas de otros es lo que le impide desarrollar las suficientes estrategias internas como para vencer su miedo a la muerte un hombre valiente puede temer a la muerte como a un oponente que posee todas las cualidades opuestas a las suyas. Su disciplina cuando se enfrenta a su enemigo está gobernada por el reconocimiento de que la muerte es implacable y al final vencerá en apariencia. Pero para el cobarde la muerte está dentro de él. Está relacionado con este enemigo tan horripilante y cuanto más lucha por escapar, mayor es su cautividad. Cuando finalmente el cuerpo del cobarde cede a la muerte, no


CAPÍTULO II. CONCEPTOS Y PLANTEAMIENTOS DE TRATADISTAS INTERNACIONALES 95

hay nada instructivo o solemne en el espectáculo. Pocas escenas son tan profundamente desagradables.108 Uno de los historiadores militares más importantes de la actualidad, John Keegan,109 autor de Historia de la guerra,110 indica acerca del espíritu militar que: los soldados se creerán miembros de una suerte de gremio, en cuyas reglas, leyes y costumbres se concede lugar preeminente al espíritu de la guerra. Esa suerte de gremio era, naturalmente, el regimiento, cuyo espíritu y valores se aprestó a definir Clausewitz como: un ejército que mantiene su cohesión bajo el fuego más mortífero; que no se estremece por miedos imaginarios y resiste a los bien fundados con todas sus fuerzas; que, orgulloso de sus victorias, no pierde la fuerza para obedecer las órdenes ni el respeto y confianza en sus oficiales aun en la derrota; cuyo poder físico es igual que el de los músculos de un atleta, que están endurecidos por ejercitarse en la privación y en el esfuerzo… que es consciente de todos esos deberes y cualidades en virtud de la simple y poderosa idea del honor de sus armas, ese ejército está imbuido de auténtico espíritu militar.111 Otra aseveración que hace sobre las relaciones de mando y la actitud de los soldados a los que califica como guerreros, es que un general puede ser o no objeto de admiración, dado que esta deriva de algo más que los simples distintivos de superioridad. La admiración se halla en la fama que exhiba como hombre 108 Ibídem, p. 138. 109 Decano de Historia Militar en la Real Academia Militar de Sandhurst (Gran Bretaña), galardonado con la medalla de la Orden del Imperio Británico por su actuación en la guerra del golfo. Está calificado como uno de los más destacados especialistas en historia militar del Reino Unido. 110 Keegan, John. Historia de la guerra, Barcelona: Editorial Planeta, 1995. 111 Ibídem, p. 41.


96

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

entre los demás, y esa notoriedad se ha ido acumulando a lo largo de muchos años a la vista de la tribu que constituye su regimiento. Y esa tribu la componen no solo los oficiales de igual rango, sino los sargentos y la tropa. Un oficial puede ser listo, competente, trabajador; pero si sus soldados abrigan dudas respecto de él, ninguna de esas cualidades cuenta. No forma parte de la tribu. La comunidad requiere más que nunca de guerreros hábiles y disciplinados dispuestos a ponerse al servicio de la autoridad.


97

CAPÍTULO III Valores militares definidos por los ejércitos latinoamericanos La mayoría de las definiciones conceptuales de los valores y virtudes militares de los ejércitos latinoamericanos se originan de las reales cédulas y posteriores ordenanzas españolas, que rigieron la disciplina y actividades de los ejércitos de la Colonia hasta consolidados los procesos independentistas. Estas normas continuaron vigentes la mayor parte del siglo XIX, y en algunos casos su preceptos y formalidades todavía están en uso y volcados en los reglamentos de cada uno de los países del área.112 Actualmente los valores y virtudes de las Fuerzas Armadas españolas están comprendidos en las Reales ordenanzas para las Fuerzas Armadas,113 que constituyen la regla moral de las instituciones militares y el marco que define las obligaciones y derechos de sus miembros. Tienen por objetivo preferente exigir y fomentar el exacto cumplimiento del deber inspirado en el amor a la patria y en el honor, disciplina y valor. La disciplina está considerada como factor de cohesión, que obliga a todos por igual, y que deberá ser practicada y exigida como norma de actuación, y que tiene su expresión colectiva en el acatamiento a la Constitución. Para vivir la profesión militar se estipula que se requiere de una acendrada vocación, que se desarrollará con los hábitos de disciplina y abnegación hasta alcanzar el alto grado de 112 Incluso en Brasil las normas militares eran similares a las del resto de los ejércitos del continente, ya que las ordenanzas de Portugal y España se relacionaban por la influencia francesa. 113 Ministerio de Defensa, Reales ordenanzas para las Fuerzas Armadas. Madrid: Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa de España, 2002.


98

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

entrega a la carrera de las armas que la propia vocación demanda. En directa relación con la profesión militar, las Reales Ordenanzas indican que el soldado tendrá presente que el valor, la obediencia y puntualidad en el servicio son objetos a los que nunca ha de faltar, aunque exijan sacrificios y aun la misma vida en defensa de la patria. Agrega que el sentimiento del honor, inspirado en una recta conciencia, llevará al militar al más exacto cumplimiento del deber. Este deberá ser abnegado y austero para afrontar la dureza de la vida militar, tener mucho amor al servicio, honrada ambición y constante deseo de ser empleado en las ocasiones de mayor riesgo y fatiga. Los preceptos de las ordenanzas para referirse a las funciones del militar en el ejercicio del mando, indican que su acción más eficaz se logra por el prestigio, la exaltación de las fuerzas morales y la manifiesta preocupación por los subordinados. El que manda debe ser modelo del que obedece, ha de ser ejemplo de virtudes militares. En el combate: el valor, la acometividad, la serenidad y el espíritu de lucha son cualidades que ha de poseer el buen combatiente. Sobre ellas las virtudes militares forjarán el heroísmo de los que arriesgan su vida por la patria.114 El comandante debe inspirar valor y serenidad para afrontar los riesgos y su esfuerzo debe dirigirse a conservar la moral de victoria, la disciplina y el orden, debiendo usar el máximo de rigor con cualquiera que intente cejar en la acción, abandonar su puesto o desobedecer las órdenes. Se valoran como acciones distinguidas las que con grave quebranto para el enemigo constituyen un ejemplo de valor, moral o pericia militar. La inferioridad de medios y el hecho de ser el primero 114 Ibídem, p. 65.


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 99

en acudir al lugar de mayor riesgo calificarán el mérito de la acción, como también que: a nadie ha de cegar la victoria; en ella se extremará la disciplina.115 A medida que los países comenzaron a independizarse de España e iniciaron el proceso de organización de sus propios ejércitos, fueron generando paulatinamente sus propias normas de comportamiento y promulgando sus reglamentos institucionales.116 En la mayoría de los países el legado doctrinario español se hizo sentir durante todo el siglo XIX, y gradualmente disminuyó en el siglo XX. Pese a lo anterior, todavía muchos de sus mandatos –por el carácter universal– aún se mantienen. Al inicio del presente siglo las virtudes son promovidas por los ejércitos latinoamericanos como componentes moral y distintivo de cada uno de ellos. A continuación, se hará mención a las materias esenciales de los valores y virtudes militares que algunos ejércitos latinoamericanos promueven, y que son pertinentes al presente trabajo: México En el ejército mexicano destacan dos publicaciones que incluyen temas de orden moral: la Ordenanza General del Ejército vigente desde 1912117 y el Regla115 Ibídem, p. 70. 116 Los países sudamericanos se independizaron entre 1810 y 1828: Brasil de Portugal en 1822; Argentina de España 1810-1816; Uruguay de Brasil en 1828; Paraguay de España en 1811; Chile de España 1810; Bolivia de España en 1825; Ecuador de España en 1822; Venezuela de España en 1811; Perú de España en 1821; Colombia de España en 1810; Guyana del Reino Unido en 1966, y Surinam de Holanda en 1975. 117 En su forma y contenidos es similar a la Ordenanza General que estuvo vigente en Chile hasta los inicios del siglo XX. Ambas provienen de la Ordenanza General del Ejército español.


100

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

mento General de Deberes Militares del 26 de marzo de 1937.118 Este último, en su inicio define que el deber y la disciplina son el conjunto de las obligaciones que a un militar impone su situación dentro del ejército. La subordinación, la obediencia, el valor, la audacia, la lealtad, el desinterés y la abnegación son diversos aspectos que habitualmente debe hacer propios. El cumplimiento del deber es áspero y difícil, y no pocas veces exige penosos sacrificios; pero es el único camino posible para el militar que tiene conciencia de su dignidad y de la importancia de la misión que la patria le ha conferido. Cumplirlo con tibieza es un desafío al espíritu de la profesión. El militar debe encontrar en su propio honor, el estímulo necesario para cumplirlo con exceso. La disciplina es la norma a la que los militares deben sujetar su conducta; tiene como bases la obediencia, y un alto concepto de honor, de la justicia y de la moral, y por objeto, el fiel y exacto cumplimiento de los deberes que prescriben las leyes y reglamentos militares.119 Posteriormente, en los Artículos 1 y 2 puntualiza aspectos disciplinarios que son comunes para la mayor parte de los ejércitos latinoamericanos. Indica que el interés del servicio exige que la disciplina sea firme, pero al mismo tiempo razonada. Todo rigor innecesario, todo castigo no determinado por las leyes o reglamentos que sea susceptible de producir un sentimiento contrario al del cumplimiento del deber; toda palabra, todo acto, todo ademán ofensivo, así como las exigencias que sobrepasen las necesidades o conveniencias del servicio y en general todo lo que constituya una extralimitación por parte del superior 118 Reglamento publicado en el D.O.F., el 26 de marzo de 1937. 119 Reglamento General de Deberes Militares de 26 de marzo de 1937, p.1. Disponible en www.sedena.gob.mx/pdf/reglamentos/rglmto_ deb_mil.pdf. Ingreso el 1 de diciembre 2007.


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 101

hacia sus subalternos, están estrictamente prohibidos y severamente castigados. El principio vital de la disciplina es el deber de obediencia. Todo militar debe tener presente que tan noble es mandar como obedecer y que mandará mejor quien sepa obedecer. Del soldado manifiesta que este debe tener confianza en su disciplina y por ella seguridad de la victoria, persuadido de que la logrará si guarda su formación, si está atento y obedece al mando, haciendo sus fuegos con buena dirección y cargado intrépidamente el arma blanca, cuando su jefe se lo ordene. En el Artículo 43 señala que los miembros del ejército tienen el deber de rehusar todo compromiso que implique deshonor, falta de disciplina o menoscabo de la reputación de la institución y no empeñarán jamás su palabra de honor, cuando no tengan la seguridad absoluta de poder cumplirla. La palabra de honor debe ser inmaculada para todo militar que sepa respetarse y respetar a la institución a que pertenece. En directa relación con el honor y el valor, en el Artículo 104 establece que para que una acción pueda considerarse como distinguida deben darse las siguientes condiciones: batir al enemigo con un tercio menos de la fuerza de este, derrotando u obligando a retirarse, siempre que ambas fuerzas se encuentren en condiciones semejantes de armamento y disciplina; rehacer prontamente una fuerza desordenada por las pérdidas sufridas y dispersar con ella un enemigo igual o superior en número; atravesar con una corta fuerza el campamento enemigo, poniendo en desorden todas o una parte de sus fuerzas; conducir a su destino, atravesando las líneas enemigas, el parte del que dependa la salvación de una plaza sitiada siempre que el que mande considere de peligro la empresa; salvar con una o más cargas de caballería, a tropas de infan-


102

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

tería o artillería comprometidas o prisioneras, siempre que esto se lleve a cabo con fuerzas iguales o inferiores a las del enemigo; destruir un puente con riesgo de perder la vida, siempre que con esta operación se consiga salvar al ejército o a parte considerable de él en una retirada violenta, o impedir la fuga del enemigo; tomar o recobrar en el acto, con fuerzas iguales o inferiores a las del enemigo, una batería defendida; tomar al enemigo una bandera durante el combate; rescatar una bandera tomada por el enemigo o un oficial hecho prisionero, teniendo que combatir con fuerzas superiores; en el ataque o defensa de una posición, batería u obra fortificada, permanecer en su puesto hasta el fin de la acción, después de haber sido herido, y haciéndose notar por su valor; ser el primero que suba a una brecha o por una escala a los parapetos definidos por el enemigo y el que forme sobre ellos la primera tropa; tomar por asalto una plaza o punto atrincherado, con fuerzas iguales o inferiores a las del enemigo; romper el sitio después de haber hecho imposible la defensa de la plaza, salvando toda o una parte de la fuerza; evitar la explosión de una mina con notorio peligro personal, entrar en un almacén o depósito de municiones donde haya estallado incendio y cortarlo; contener, con gran riesgo personal, la sublevación de un cuartel, guardia, destacamento u otro punto ocupado por tropas, mostrando grandes cualidades de energía y decisión; ejecutar en el desempeño del deber militar, un acto de reconocido arrojo que pueda equipararse a los anteriores y, por último, cualquier otro que, sin estar especificado, que sea de igual o mayor mérito a juicio del gobierno. El ejército mexicano ha determinado que ocho virtudes son las que deben identificar a sus integrantes: el honor, valor, lealtad, patriotismo, honradez, abnega-


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 103

ción, espíritu de cuerpo, y disciplina. La expresión de compromiso y fidelidad de los soldados mexicanos está representada en Reglamento de Ceremonial Militar de 1938120 y específicamente en el ceremonial de la bandera. Cuando el presidente entrega la bandera a los cuerpos de tropa indica: vengo en nombre de la patria a encomendar a su valor, patriotismo y estricta disciplina esta bandera, que simboliza su independencia, sus instituciones, la integridad de su territorio y su honor militar. ¿Protestan honrarla y defenderla con lealtad y constancia? Los jefes, oficiales y tropa contestarán: Sí, protesto. El presidente o su representante proseguirá: al concederles el amparo de su sombra y el honor de ponerla en sus manos, garantizo a la patria, con fundamento en las virtudes que les reconozco, que como buenos y leales soldados sabrán cumplir su protesta. Para tomar la protesta a los oficiales y tropa, se formará todo el cuerpo armado: ¿Protestáis seguir con fidelidad esta Bandera, emblema de nuestra patria, y defenderla hasta perder la vida? Para la toma de posesión de un cargo: ¿Protestáis desempeñar leal y patrióticamente el cargo de..., así como guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las Leyes que de ella emanen? Guatemala En el ejército guatemalteco han influido tres libros que tratan sobre los valores y virtudes de sus integrantes: “Azul y grana”, “Moral y educación militares” y “Ética militar”. Azul y grana es un retrato de la vida militar guatemalteca en el contexto de mediados

120 Reglamento de Ceremonial Militar publicado en el D.O.F. el 10 de noviembre de 1938.


104

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

del siglo pasado, de gran valor por las vivencias que se transmiten.121 El teniente coronel de ingenieros Adolfo García Aguilar es autor de Moral y educación militares,122 en este texto se refiere a treinta y cuatro cualidades que debe poseer el militar, y explica las siguientes: honor militar, lealtad, valor, heroísmo, abnegación, disciplina, conciencia del deber, subordinación, obediencia, voluntad en el servicio, amor a la carrera o vocación militar, conformidad, constancia, compañerismo, espíritu de cuerpo, espíritu militar, espíritu de arma, carácter militar, don o carácter de mando, humanidad, benevolencia, tolerancia, generosidad, nobleza, reserva, orden, temperancia y sobriedad, corrección, ambición, hábitos del trabajo y el ahorro, gratitud, modestia, respeto a la persona física de los demás, derecho de defensa. El coronel Jorge Hernández Méndez publicó Ética militar,123 en este texto no se especifica claramente cuáles son las virtudes militares que debe poseer el militar guatemalteco, pero es una profusa fuente de información sobre los deberes del militar, que podrían ser consideradas como las virtudes del mismo. Para tal efecto, indica que los deberes son: subordinación y obediencia, sumisión, respeto, valor, valor moral, valor físico, valor individual, valor colectivo, heroísmo, abnegación, conformidad, compañerismo, integridad, honor militar. Respecto del heroísmo, indica: es el va121 Donis Kestler, Agustín. Azul y grana, Managua: Editorial Novedades y Pinsa S.A., 1973. 122 García Aguilar, Adolfo. Moral y educación militares, Guatemala: Editorial del Ejército, 1988. 123 Hernández Méndez, Jorge. Ética militar, Guatemala: Editorial del Ejército, 1990.


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 105

lor que traspasa los límites corrientes y que solo se ve ocasionalmente. Es el valor ennoblecido por la abnegación y el sacrificio, es valor sobresaliente acompañado de la temeridad y del talento; sale del corazón, mueve los resortes del alma, conmueve la fantasía, se conduce por el talento, se domina por la voluntad y con todas las pasiones nobles del hombre honrado y generoso, se lanza al sacrificio, teniendo por término la gloria y la inmortalidad.124 Brasil El ejército de Brasil instituye sus aspectos éticos en el vademécum del Ceremonial Militar del Ejército denominado “Valores, deberes y ética militar (VM 10)” aprobado por la Portaría Nº156 de 23 abril 2002, en el que específicamente se indica que los valores militares en el Brasil son el patriotismo, civismo, fe en la misión del ejército, amor a la profesión, espíritu de cuerpo, y el perfeccionamiento técnico-profesional. Identifica a los deberes militares como la dedicación y fidelidad a la patria, respeto a los símbolos nacionales, probidad y lealtad, disciplina y respeto a la jerarquía, riguroso cumplimiento a los deberes y órdenes, y tratar a los subordinados con dignidad.125 La jerarquía y la disciplina son la base institucional de las Fuerzas Armadas. La disciplina será la rigurosa observancia y acatamiento de las leyes, reglamentos, normas y disposiciones que fundamentan la organización militar y coordinan su funcionamiento armónico mediante el perfecto cumplimiento del deber de todos y de cada uno de los componentes del organismo. 124 Ibídem, p. 45. 125 http://www.sgex.eb.mil.br/vade_mecum/valores_etica_militares/ vade_mecum.htm


106

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

En el vademécum anteriormente aludido, se indican que los preceptos de la ética militar son los siguientes: culto a la verdad, lealtad, la probidad y la responsabilidad como fundamentos de la dignidad personal; ejercer, con autoridad y eficiencia, las funciones que le designaren por su cargo; respetar la dignidad de la persona, cumplir y hacer que se cumplan las leyes, los reglamentos, las instrucciones y las órdenes de las autoridades de las que será subordinado; ser justo e imparcial en el juicio de los actos y el aprecio del mérito del subordinado; ser celoso con su preparación, moral, intelectual y física y, también, por la de sus subordinados, teniendo en cuenta el cumplimiento de la misión común; dedicarse íntegramente al cumplimiento del deber; practicar la camaradería y desarrollar, permanentemente, el espíritu de cooperación; ser discreto en sus actitudes, maneras y en su expresión escrita y dicha, abstenerse para tratar, fuera del alcance apropiado, asuntos sigilosos de cualquier naturaleza; cumplir con sus deberes de ciudadano; proceder de manera intachable en todas las situaciones; observar las normas de la buena educación; garantizar asistencia moral y material a sus dependientes legales; conducirse, cuando esté fuera del servicio o cuando ya en la inactividad, de la manera que no sean perjudicados los principios de la disciplina, del respeto y del decoro militar; no hacer uso del grado jerárquico para obtener facilidades personales de cualquier naturaleza o de dirigir negocios particulares o de terceros; abstenerse del uso de las designaciones jerárquicas en las actividades que vengan a comprometer el buen nombre de las Fuerzas Armadas, y ser celoso en la observancia de las reglas de la ética militar. Los soldados que se incorporan al ejército brasileño se comprometen en una ceremonia pública, y


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 107

ante la bandera juran diciendo: incorporándome al ejército brasileño prometo cumplir rigurosamente las órdenes de las autoridades a que esté subordinado, respetar a los superiores jerárquicos, tratar con afición a los hermanos de armas y con bondad a los subordinados, y dedicarme enteramente al servicio de la patria, cuya honra, integridad e instituciones defenderé con el sacrificio de la propia vida.126 Los oficiales cuando ascienden al primer puesto, están obligados a prestar el compromiso de oficial, delante de la tropa de la unidad militar donde presten servicios. Con la espada extendida el oficial señala: delante de la bandera de Brasil y por mi honra, prometo cumplir los deberes como oficial del ejército brasileño y dedicarme enteramente al servicio de la patria. Perú Los valores que identifican al ejército peruano están establecidos en el Manual del Código de Ética Profesional de las Fuerzas Armadas del Perú, aprobado por Resolución Ministerial Nº 936-2055 de 25 de octubre de 2005. Este texto señala que los valores de las Fuerzas Armadas peruanas son: honestidad, integridad y lealtad, veracidad y transparencia, laboriosidad y dedicación al trabajo, disciplina y responsabilidad. En el mismo texto normativo se indica que las virtudes de los soldados peruanos son: la aptitud o competencia militar, entrega, obediencia, prudencia, valor, patriotismo y nacionalismo. Sobresale en el manual peruano el enunciado del código de ética de las Fuerzas Armadas del Perú, que dice que este se conceptualiza a modo de la ex126 Vademécum del Ceremonial Militar del Ejército, Art. 171.


108

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

presión de los principios y valores que deben orientar el accionar de todos y cada uno de sus integrantes, así como del quehacer de las instituciones armadas en el Perú, como también, que busca cultivar los valores éticos de todos sus miembros, procurando cumplir la exigencia militar de lograr unidad de doctrina o pensamiento, unidad de lenguaje y unidad de acción; resaltando la calidad humana de estos en el ámbito de las relaciones interpersonales. El Código de Ética de las Fuerzas Armadas garantiza la unidad conceptual y terminológica del tema ético-profesional en el personal de las instituciones armadas que dice: Soy un peruano, ciudadano de un Estado democrático, con vocación militar. Soy un guerrero, vistiendo el uniforme de las Fuerzas Armadas del Perú. He escogido dedicar mi vida para defender la independencia, la soberanía y la integridad territorial de la República. Tengo derechos y deberes, por lo tanto mi accionar lo haré en estricta observancia de la Constitución Política del Perú, con pleno respeto de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario. He sido formado y educado militarmente para servir a mi patria con honestidad, veracidad, disciplina y lealtad. Por mi honor, prometo cumplir los deberes y obligaciones de mi profesión militar con laboriosidad, integridad y responsabilidad. Me instruiré, entrenaré y prepararé profesionalmente, con dedicación y voluntad para alcanzar el dominio y lograr eficiencia y capacidad en el empleo de mis armas. Cuidaré de ellas. Demostraré coraje y seré valiente en el combate, llegando hasta el sacrificio de mi vida si es necesario.


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 109

Es mi compromiso y responsabilidad contribuir al desarrollo de mi institución militar, por lo que actuaré con integridad, rectitud y honradez en la administración y empleo de las personas, los recursos y bienes que se me confíen. Solamente emplearé la fuerza militar para defender a mi nación, la libertad, la vida de mis conciudadanos y la paz. No emplearé las armas contra o fuera del orden constitucional. Respetaré a mis superiores y seré educador y líder. Mi principal método de liderazgo será la conducción por el ejemplo. En el trato con mis subordinados actuaré con rectitud y justicia. No impartiré ni obedeceré órdenes que contravengan las leyes y reglamentos, ni permitiré actos contrarios a la disciplina, el orden y la integridad de mi institución. Honraré la memoria de los héroes nacionales Bolognesi, Grau y Quiñones y demás héroes que sacrificaron su vida por mi patria, así como de todos mis compañeros de armas caídos en el cumplimiento del deber, puesto que ellos, con su ejemplo y virtudes militares, nos trazaron el camino de gloria que todo soldado, marino y aviador peruano debe seguir.127 En la sección II “Conceptos Complementarios” estipula que el personal militar actúa de acuerdo con valores y deberes. En los valores identifica al respeto, honor, sencillez, caballerosidad, seriedad, sobriedad, sinceridad, autenticidad, tacto, tino, tolerancia, cordialidad, cortesía, puntualidad, presentación per127 Manual del Código de Ética Profesional de las Fuerzas Armadas del Perú, p. 7.


110

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

sonal, humildad, justicia, fortaleza, perseverancia, solidaridad, bondad, amistad, voluntad de servicio, disposición al sacrificio, valentía, cumplimiento de normas, respeto hacia los demás, confianza en el sistema, producto y servicio de excelencia, excelencia personal, excelencia del trabajo en equipo, excelencia del potencial humano, excelencia en el uso de recursos materiales, excelencia en operaciones internas, excelencia en operaciones externas. En los deberes señala a la neutralidad, discreción, ejercicio adecuado del cargo, declaración jurada de ingresos, bienes y rentas de los funcionarios, uso adecuado del tiempo de trabajo, uso de información y la obligación de denunciar. Argentina El ejército argentino publicó el Reglamento “El Ejército Argentino” RB-00-01 Ed. 1997, en el cual se establece que los valores esenciales que sustentan la moral de la institución son la fe en Dios, el amor a la patria, y la pasión por la libertad. En el mismo texto identifica como virtudes complementarias al honor, valor, rectitud en el proceder, abnegación, desinterés, y la humildad. En el orden estrictamente castrense señala que las virtudes que identifican al soldado argentino son el espíritu militar, iniciativa, obediencia, disciplina, lealtad, honradez, austeridad, responsabilidad, ejemplo personal, eficiencia profesional, vocación militar, y la entrega total racional y voluntaria. La doctrina del Ejército establece que la internalización de los valores, virtudes y cualidades será un factor fundamental para el cumplimiento eficaz, por parte de los hombres de armas, de la misión de la fuerza.


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 111

Respecto del ejercicio del mando, el reglamento aludido indica que el ejército argentino es una organización que, por imperio de su misión, exige a sus integrantes los mayores sacrificios, y si fuese necesario, el sacrificio de la propia vida. Por lo anterior, enuncia que: el mando es un arte que se materializa en la acción que ejerce un jefe para obtener la voluntaria obediencia, confianza, respeto y activa cooperación de quienes le dependen, con el propósito de obtener un fin determinado. Su ejercicio no supone coerción, sino una combinación de ejemplo, persuasión, capacidad y disposición personal […] que depende de virtudes que pueden ser desarrolladas y de técnicas que pueden ser aprendidas.128 La disciplina la define como una disposición espiritual, que se manifiesta por la subordinación de grado a grado, el respeto, la obediencia confiada e instantánea a las órdenes del superior, a la voluntad sincera y tenaz de alcanzar el fin que esas órdenes se proponen. En una situación de guerra indica: que la disciplina es garantía de éxito y su ausencia es causa segura de fracaso. Esta se obtiene sobre la base del ascendiente moral de los jefes, logrando por la confianza que inspira su carácter, sus conocimientos profesionales, su integridad y su capacidad para el ejercicio del mando.129 En una estrecha relación, especifica que la subordinación es la esencia de la disciplina y que saber obedecer es la primera obligación del militar y su cualidad más preciada. Otro de los textos editados por el ejército argentino, que se refiere a los valores y virtudes es el Manual del ejercicio del mando,130 que en un apartado que se 128 Reglamento El Ejército Argentino RB-00-01 Ed. 1997, p. 21. 129 Ibídem. 130 MFP-51-13, Manual del ejercicio del mando, Buenos Aires: Instituto Geográfico Militar, 1990.


112

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

refiere a la acción de mando en situaciones de combate dice que no existe experiencia reciente ni estudios científicos de carácter sociopsicológicos que permitan extraer conclusiones actualizadas del comportamiento promedio del soldado argentino en combate. Si bien los antecedentes históricos tienen un valor ponderable en la valorización de estas aptitudes, por el tiempo transcurrido el valor de las capacidades experimentadas pueden haber sido alteradas por las circunstancias actuales. No obstante, la limitación que significa no poseer en este campo una experiencia actualizada, se considera conveniente y necesario incluir conceptos generales de aplicación universal sobre el mando en combate extraídos de las enseñanzas de otros ejércitos que han combatido en la actualidad, para brindar una guía u orientación en el ejército del mando en combate.131 Conforme a lo anterior, señala que en la forma en que el soldado, sea cual fuere su jerarquía, reacciona al desafío que le impone el combate moderno, determinará en gran medida la eficacia con que se podrá aplicar el poder de combate material que disponga la fuerza y, en consecuencia, el resultado de tal enfrentamiento. En principio, el combate se librará inicialmente en el espíritu de cada combatiente. Allí se encontrará siempre el germen latente del triunfo o de la derrota. Esto dependerá de la obtención de un combatiente con las 131 Aguiar, Félix Roberto. Experiencias de un conflicto, Santiago: Academia de Guerra del Ejército, s/a, pp. 321-323. En concordancia con los valores esenciales que estipula el Reglamento Argentino RB-00-01, Félix Aguiar señala: después de décadas de frustraciones y retroceso, el hombre argentino de nuestros días, ha perdido o tiene adormecidas muchas de las virtudes que demostró en las guerras de la independencia, en la organización nacional o en la construcción de la Argentina de principios de siglo. Creemos, sin embargo, firmemente, que al asumir, como combatiente, la defensa de la soberanía nacional en la guerra de las Malvinas, los combatientes revivieron aquellas virtudes y estuvieron, en gran parte a la altura de nuestras mejores tradiciones.


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 113

aptitudes morales y la eficiencia necesaria que exige el combate moderno. Los problemas complejos de la guerra moderna podrán ser resueltos por soldados endurecidos y físicamente aptos, capaces de mantener un gran esfuerzo moral. Hombres de voluntad inquebrantable, firme e inconmovible. El combatiente desmoralizado o huirá despavorido o caerá prisionero. Por el contrario, los soldados que conservan sus cualidades volitivas y agresivas triunfarán en el combate y lucharán bajo cualquier condición. Por lo tanto, ni las armas, ni el equipo militar, ni la habilidad de combate podrán asegurar la victoria si los hombres no poseen un alto grado de fortaleza moral, un heroísmo, un desprendimiento y una devoción infinita hacia la causa por la cual luchan. El nivel moral individual será muy elevado en la medida que cada hombre haya sido convenientemente motivado, conscientemente disciplinado, se siente absolutamente identificado con la organización que integra y el adiestramiento recibido le hubiera despertado una gran confianza en sí mismo. La capacidad de resistencia se manifestará por la capacidad en soportar y superar la tensión emocional provocada por la presión de los factores negativos especialmente los derivados del fuego enemigo, el cansancio excesivo, la falta regular del apoyo logístico, el aislamiento, las inclemencias del tiempo y del ambiente geográfico, el agotamiento de las facultades personales, el derroche prodigioso de energías y el aturdimiento mental que a veces podrá rayar hasta en el histerismo o degenerar en locura. El nivel moral de una organización en combate dependerá en gran medida del grado de motivación, disciplina y espíritu


114

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

de cuerpo que ostente. Ello se pondrá a prueba por el porcentaje de bajas que aceptará en la derrota antes de ceder y dejar de pelear. El combate afectará la voluntad de obediencia, la iniciativa, el ingenio y la confianza del combatiente. Ello podrá influir sobre la cohesión de la organización y la identificación de sus miembros para con ella. La falta de motivación y un espíritu de cuerpo deficiente también afectarán a la disciplina. Por el contrario, una firme disciplina será un medio importante para mantener la motivación a un nivel óptimo y revitalizar el espíritu de cuerpo. En determinadas circunstancias, la disciplina será el medio directo para mantener las otras dos manifestaciones positivas y relevantes de la moral. Los sacrificios que imponen la lucha y las condiciones en las cuales esta se desarrolla producirán normalmente una tendencia natural a relajar las normas disciplinarias bajo las cuales han sido educados e instruidos el combatiente y la organización. Una condición importante para que la organización alcance un alto nivel moral es el espíritu de cuerpo. La presencia de tal sentimiento en cada soldado posibilitará una auténtica voluntad colectiva que sostendrá a cada uno a través de largos meses de fatiga e incomodidades y le permitirá desempeñar un papel decisivo en los momentos críticos del combate. El espíritu de cuerpo es uno de los principales factores del éxito en la guerra. Una unidad con un sólido espíritu de cuerpo podrá cumplir misiones aparentemente insuperables porque siempre dará mejores muestras de intrepidez, resistencia, disciplina y abnegación. El combate influirá sobre la lealtad, el orgullo, el entusiasmo y la identificación que siente el combatiente hacia la organización que integra. Ello podrá afectar la cohesión y el espíritu


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 115

de lucha del conjunto, el cual, en casos extremos, dejará de construir un equipo integrado para transformarse en solo un conjunto. Un espíritu de cuerpo sabiamente organizado comenzará con la adhesión del hombre al menor agrupamiento orgánico porque el móvil espiritual en los momentos más críticos es la integración al grupo primario, con el cual estará en contacto inmediato y participará de sus penurias y éxitos. Hay ciertos estímulos que reavivan las motivaciones inconscientes del espíritu de cuerpo. En las pausas del combate, el canto o la música de una banda despertarán las memorias, multiplicará la asociación de ideas, abrirá y unirá los corazones de los hombres mejor que cualquier exhortación. El alma de un regimiento con mucha frecuencia podrá expresarse en el canto o en la música de su banda que expresará la fuerza dominadora sobre las almas de los soldados a fin de que comprendan ciertas verdades que sus mentes no pueden captar. Aparte de sus manifestaciones positivas más relevantes, la moral del individuo y de la organización en combate podrá ser influida en grado variable por ciertos estados de ánimo y situaciones que tienen repercusión directa sobre las actitudes y aptitudes de los mismos. Al variar positiva o negativamente la moral del hombre y del conjunto por la acción de tales factores, necesariamente repercutirán favorable o desfavorablemente en la respectiva capacidad de combate. Por la importancia de sus efectos y la frecuencia con que se presentan en combate, menciona: la fe en la causa por la cual se lucha, la confianza, la fatiga, el miedo, el pánico, el rumor, la neurosis, el éxito y el fracaso. Respecto del miedo señala que es una emoción de intensidad variable producida por un estímulo perceptivo o imaginativo que provoca la representación viva y persistente de una amenaza real o posible, física o moral. El miedo es un


116

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

factor real entre los fenómenos de la guerra. Actúa de una manera que estorba y deteriora el pensamiento, la potencia de acción y la iniciativa. Un miedo extremado borrará todo trazo de racionalidad y eliminará todas las reglas de la disciplina, el honor y el decoro. Las formas más comunes del miedo son el susto, el temor y el pánico. El susto es producido por un acontecimiento súbito e imprevisto. En el temor el peligro se conoce. Sus evidencias causarán gran tensión emocional y el individuo puede llegar a dominarlo. El pánico es el miedo superlativo ante un peligro o amenaza que no se puede evitar o controlar. El individuo estará aterrorizado. Normalmente se manifestará en forma masiva. En el desafío miedo-valor, la valentía consiste en dominar el instinto sobreexcitado de la propia conservación. La única diferencia entre un hombre valiente y uno cobarde es que el valiente es capaz de controlar su miedo y el cobarde no. Todos podrán sentir miedo desde el momento que el instinto de conservación es propio de cada ser humano. En cambio el valor no es un concepto absoluto porque no es algo que se tiene permanentemente. Sin embargo, una educación apropiada del honor y el decoro en la frecuente superación de los riesgos dará por resultado un hombre valiente. De ahí que solo el apego a los grandes ideales de la vida podrá vencer la natural repugnancia hacia el peligro. El jefe estará obligado a ser valiente, por eso su educación será siempre fundamental. El deberá unir a la valentía física el valor moral, es decir, conocer y defender lo que es correcto ante la desaprobación generalizada. El valor y el miedo son contagiosos.132

132 MFP-51-13, Manual del ejercicio del mando, Buenos Aires: Instituto Geográfico Militar, 1990.


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 117

El mayor Francisco José Cajal133 realizó como trabajo final de licenciatura la investigación Un código de ética militar para el ejército argentino,134 para determinar si era necesario la elaboración de un documento o manual que contenga los valores, virtudes y lineamientos éticos fundamentales a seguir por los integrantes del ejército argentino. En un excelente trabajo, el mayor Cajal incluye en su investigación a los ejércitos de Brasil, Chile, Perú, Venezuela, España, Israel y EE.UU., concluyendo que en estos países los valores de los ejércitos convergen en: disciplina, honor y honestidad, idoneidad y profesionalismo, lealtad, integridad, valor, espíritu de cuerpo, responsabilidad y camaradería. El análisis efectuado por el oficial indica en una de sus partes que: no existe ningún reglamento que reúna la totalidad de la doctrina ética del ejército argentino; los valores no están claramente explicitados; y el ejército no ha capitalizado las experiencias del pasado.135 Respecto de la Ordenanza General del Ejército de Chile 2006 indica: la denominación histórica de “ordenanza” le imprime al documento un espíritu de regreso a las fuentes de gloria y dignidad de la institución. Las similitudes históricas de los ejércitos hermanos de Argentina y Chile, su turbulento pasado involucrado en la vida política de ambos países, hacen que este documento, que en lo medular de su contenido persigue la reconciliación definitiva del Ejército de Chile con su sociedad, sea un 133 Oficial seleccionado por el ejército argentino para desempeñarse como alumno y profesor invitado en la Academia de Guerra del ejército chileno 2008-2009. 134 Cajal, Francisco José. Un código de ética militar para el ejército argentino, investigación para acceder al título de Licenciado en Estrategia y Organización y cumplir las exigencias del Ciclo de Formación del Oficial de Estado Mayor. Buenos Aires: Escuela Superior de Guerra, 2006. 135 Ibídem, p. 124.


118

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

modelo a considerar para la elaboración de un código de ética del ejército argentino.136 Finalmente, respecto del ejército argentino, cabe indicar que el juramento de los soldados es de fidelidad a la bandera y fidelidad y respeto a la Constitución nacional. Según el Reglamento de Ceremonial del Ejército Argentino RFP–70–03, el personal militar tiene dos instancias en las cuales debe prestar juramento de fidelidad. La primera es al inicio de la carrera militar en la cual los cadetes, aspirantes y soldados expresan públicamente su compromiso de fidelidad a la enseña patria, cuyo texto es el siguiente: ¿Juráis a la patria seguir constantemente su bandera y defenderla hasta perder la vida? Los reclutas contestarán en voz alta ¡Sí juro! La segunda instancia es cuando un oficial asume como comandante de una unidad, en la cual deberá jurar fidelidad y respeto a la Constitución nacional, cuyo texto es el siguiente: ¿Juráis a la patria, sobre estos Santos Evangelios, observar y hacer observar, la Constitución nacional, si fuere necesario hasta perder la vida? A la respuesta Sí juro, expresada de viva voz, el superior que está tomando el juramento al jefe de unidad, agregará a continuación: Si así no lo hiciereis, que Dios y la patria os lo demanden.137 Uruguay El ejército uruguayo ha determinado que las cualidades básicas de la profesión militar son la abnegación, desinterés, honor, ecuanimidad, disciplina, 136 Ibídem, p. 87. 137 Reglamento de Ceremonial del Ejército Argentino RFP-70-03.


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 119

subordinación, iniciativa, carácter, responsabilidad, espíritu militar, espíritu de cuerpo, respeto al derecho de la guerra y un gran espíritu patriótico.138 En dos reglamentos las Fuerzas Armadas y el ejército uruguayo se refieren a los preceptos virtuosos de las tropas. El Reglamento de los Tribunales de Honor de las Fuerzas Armadas y el Reglamento General RGS Nº 21. En el reglamento de los tribunales de honor, se determina que el honor es una cualidad moral que lleva al más severo cumplimiento de los deberes respecto del prójimo y de uno mismo, y asevera que: es la virtud militar por excelencia, es una religión, la religión del deber, que señala en forma imperativa el comportamiento que corresponde frente a cada circunstancia.139 Dentro del significado de la acepción “honor”, se indica que las cualidades propias del honor militar son: la valentía, abnegación, disciplina, discreción, el celo de la profesión y los ideales democráticos. La valentía la define como el impulso dirigido, reflexivo, que lleva al hombre de armas a afrontar, sin trabas subjetivas, las más difíciles situaciones y le permite resolverlas, aprovechando íntegramente, sus conocimientos. La abnegación la precisa como la cualidad de sacrificio complementaria de la valentía, renuncia de sí mismo en homenaje al éxito del fin propuesto que, en tiempo de paz, se prefigura en las acciones diarias y, en tiempo de guerra es un elemento que siempre se encuentra al analizar el contenido de una hazaña. La disciplina la especifica como el cumplimiento estric138 Información disponible en http://www.ejercito.mil.uy/institucion/ profesion.htm. 139 Reglamento de los Tribunales de Honor de las Fuerzas Armadas de Uruguay, Capítulo I, Art.1, p. 46.


120

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

to de las obligaciones militares, para las que la terminología de las Fuerzas Armadas ha enaltecido el alcance del vocablo servicio, y con respecto de la cual cada oficial es el punto de unión, entre la confianza de sus jefes y la de sus subalternos. La discreción la establece como la ponderación de juicio y de obra, indispensable para la disciplina, autocontrol que se logra con una vigilancia permanente de la voluntad, y que permite obtener ese señorío de las actitudes que caracteriza a las personalidades definidas y crea alrededor del oficial, hombre de mando y de obediencia, una zona aisladora que lo dignifica y lo preserva de avances interesados. El celo de la profesión lo relaciona con la conciencia del oficio, el deseo de poseer la mayor ciencia y experiencia posibles, constituyen complemento de la intuición vocacional, cualidad directa con la diversidad de medios utilizados y sin la cual las cualidades enumeradas anteriormente, carecerían de valor práctico. Por último, define que los ideales democráticos son los que el oficial debe sustentar y aplicar claramente como concepción filosófica, que constituye la doctrina básica sustentada por las Fuerzas Armadas, que es además un legado de la historia y que se materializa en el Estado organizado en forma republicana, democrática y soberana.140 El Reglamento General R.G.S. Nº21 para el Ejército Nacional del Uruguay indica en el Capítulo I, Artículo 3, que la institución es una escuela de moral estoica, en que la abnegación, el desinterés, el honor y la ecuanimidad constituyen las cualidades básicas de su razón de ser. Luego, a partir del Artículo 4 y hasta el Artículo 26 incluye preceptos relativos a la disciplina, la subordinación, iniciativa, el carácter, la responsabilidad, espíritu militar y el espíritu de cuerpo. Destacan 140 Ibídem, p. 47.


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 121

las normas que caracterizan a la disciplina, la subordinación y el espíritu de cuerpo. Sobre este último, dice que es un sentimiento afectivo que arraiga a cada soldado al hogar militar en donde actúa y que lo lleva a cumplir con sus obligaciones en forma entusiasta, cuidadosa y ejemplar, contribuyendo con su esfuerzo individual al acrecentamiento del acervo profesional y moral de la unidad. Mediante el espíritu de cuerpo se logra la solidaridad y cooperación de todos los individuos, mancomunados en un solo ideal, aumentando su cohesión, su valor y rendimiento colectivo. Respecto de la disciplina, dice que es una relación entre el derecho de mandar y el deber de obedecer, o sea la base del orden constructivo, que da al ejército la cohesión imprescindible para el cumplimiento orgánico de su misión. Es un sentimiento determinante de la personalidad del militar que impone a la voluntad de todos, la voluntad superior del que manda que: será firme y enérgica sin dejar de ser por ello paternal y digna. Será edificada con la persuasión y el ejemplo personal. El correctivo es el medio coercitivo con que se encuadra lo que el criterio señala como punible […] su influencia disciplinaria será tanto más categórica cuanto mayor sea su ascendiente moral sobre el subalterno, en razón de la confianza que inspiran su carácter, su competencia y honestidad.141 El Reglamento RGS Nº 21 es categórico al señalar que la subordinación es el alma de la disciplina y su sustentación efectiva, y que aprender a obedecer es la primera obligación del militar. La orden del superior debe cumplirse sin vacilaciones, poniéndose a su servicio toda la inteligencia y voluntad para su buen cumplimiento. Debe ser concebida y practicada digna141 Reglamento General R.G.S. Nº 21 para el Ejército Nacional del Uruguay, Artículos 4 al 5, p. 9.


122

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

mente, como una obligación aceptada con lealtad, sin temor ni menoscabo de su dignidad. El texto del juramento de los soldados del ejército uruguayo dice: ¿Juráis honrar vuestra patria, con la práctica constante de una vida digna, consagrada al ejercicio del bien para vosotros y vuestros semejantes; defender con sacrificio de nuestra vida si fuere preciso, la Constitución y las leyes de la República, el honor y la integridad de la nación y sus instituciones democráticas todo lo cual simboliza esta bandera, los soldados responden: ¡Sí, lo juro! Paraguay El ejército paraguayo ha definido que las virtudes que profesan son el conjunto de cualidades morales y espirituales que debe poseer todo miembro de las Fuerzas Armadas. La “virtud” es una cualidad y se diferencia del “deber”, por ser este último una obligación. Las virtudes que identifica a los integrantes del ejército son: el honor, el valor, la lealtad, la camaradería, abnegación, fidelidad, patriotismo, espíritu de cuerpo, espíritu militar y el heroísmo.142 Cada una de estas virtudes militares las define de la siguiente manera: el honor como el sentimiento derivado del respeto y estima por nuestra propia dignidad. Esto nos obliga a proceder correctamente y nos hace estar dispuestos a defender el prestigio de nuestro nombre, de nuestra familia, de las Fuerzas Ar142 El ejército paraguayo ha desarrollado el tema de los valores y virtudes en dos documentos: la Guía de Instrucción Básica, del teniente primero Pedro Hugo Cañete, el cual es un compendio de instrucción militar para todas las armas. Y, el Manual del Soldado que en la práctica transcribe los valores y virtudes desarrollados en la guía de instrucción básica.


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 123

madas, de la bandera y de la patria. Un soldado sin honor es un cobarde que no tiene valor para afrontar su responsabilidad con la patria. El valor es una de las virtudes militares por excelencia que desprecia hasta la vida para emprender las más grandes hazañas, sin temor a los obstáculos o dificultades que se presentan. La valentía es la práctica consciente del valor; por consiguiente el valor es una virtud que puede adquirirse y acrecentarse sobreponiéndose a las debilidades físicas. Nada o muy poco puede esperarse de un ejército que tiene los mejores armamentos y equipos de guerra, si los hombres que los usan carecen de esta virtud tan propia de un soldado. La lealtad es una virtud que obliga a proceder con franqueza, sinceridad y honradez. Para el soldado la lealtad constituye un deber antes que una cualidad, pues tiene la obligación de ser leal para con sus superiores y camaradas, de lo contrario, será marginado y condenado a la deshonra. La camaradería es el sentimiento que une a los que trabajan por una misma causa y que obliga al soldado a ayudar y servir desinteresadamente a sus compañeros, aun en las situaciones más difíciles. Este sentimiento desarrolla el espíritu de unión entre los soldados. La abnegación es la virtud de aquel que da de sí más de lo se le exige, sin pensar en el sacrificio que ello impone. Es una virtud propia del soldado que llega a su máxima expresión en la guerra: sacrificar la vida en aras de la patria. La fidelidad está íntimamente ligada a la lealtad. Para el soldado significa amor inquebrantable a la patria solemnizado por el juramento a la bandera y a la obligación de defender la integridad de la patria. El patriotismo es el sentimiento de amor que se siente por la patria y el deseo de servirla a fin de engrandecerla a través del trabajo y defenderla aun a costa de cualquier sacrificio, cuando su integridad está amenazada. El espíritu de cuerpo es el amor que debe


124

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

sentir el soldado por la unidad a que pertenece. Se demuestra tratando en todos los actos de servicios de engrandecer el prestigio de esta, mediante su trabajo y preocupación. El soldado debe poner todo el empeño posible para conseguir el mejor resultado y de esta forma contribuir a aumentar positivamente el prestigio de su unidad. El espíritu militar es el sentimiento consecuente de la función militar, manifestado por la acción voluntaria y espontánea del soldado. Es el ánimo que demuestra el soldado para encarar los trabajos que se le encomienda. El soldado que tiene espíritu militar no decae ante la adversidad y encara los trabajos con optimismo y dedicación sin magnificar los sacrificios que impone la vida militar. El heroísmo es el esfuerzo que realiza un soldado y que lo lleva a protagonizar un hecho extraordinario. Para el juramento a la bandera de los soldados paraguayos el superior enuncia: ¿Juráis por Dios y esta bandera servir fielmente a la patria en las Fuerzas Armadas o en cualquier lugar, hasta perder la vida si necesario fuere; cumplir los deberes y obligaciones militares y órdenes de los superiores con puntualidad y prontitud, y poner todo empeño en ser un soldado y ciudadano valiente, leal, honrado y amante de la patria? Los soldados responden: Sí, juramos hasta vencer o morir. Colombia Las Fuerzas Armadas colombianas han estado en guerra contra las guerrillas en las últimas décadas. Al ejército colombiano en particular, le ha correspondido el peso del esfuerzo terrestre, y la cantidad de soldados que han perdido la vida así lo demuestra. Es el único ejército de América del Sur que ha debido sostener un esfuerzo por tanto tiempo, y por ende, es el único donde la mayor


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 125

parte de sus integrantes ha estado en el frente de combate. Sus integrantes han dado debida prueba de sus virtudes, y sin duda sus oficiales, suboficiales y soldados merecen el mayor respeto de los otros ejércitos latinoamericanos, y no tan solo respeto, sino también admiración por la calidad de los combatientes que cobija. Sabedor de los valores y virtudes de su ejército, el mayor general Freddy Padilla de León ha publicado el texto Liderazgo militar,143 cuya tercera edición lleva un prólogo del Presidente de la República de Colombia Álvaro Uribe Vélez. El general Padilla indica: espero que la virtud y el valor siempre acompañen al hombre de armas, que el honor y la paciencia caractericen su espíritu, que la comprensión y la justicia modelen su carácter, que la tolerancia y la solidaridad sean sus acompañantes cotidianos.144 Para referirse a los principios rectores del ejército colombiano, define a la patria como el más elevado concepto ligado a la nacionalidad y a vínculos históricos, jurídicos y afectivos; el honor militar como la obligación que tiene el hombre de armas para obrar siempre en forma recta e irreprochable; la lealtad es dar cumplimiento a las leyes del honor y la fidelidad y observar respeto hacia el otro; y el carácter como la cualidad distintiva del hombre, implica constancia, voluntad, perseverancia, fortaleza moral, valor para decir la verdad sin importar las consecuencias y franqueza de ánimo. Basándose en la historia del ejército colombiano, el mayor general Padilla indica que las virtudes militares son atributos o cualidades del hombre de armas. Pueden 143 Padilla de León, Freddy. Liderazgo militar. Una perspectiva militar, Bogotá: Comando General de las Fuerzas Militares, 2004. 144 Ibídem, p. 31.


126

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

ser innatas, desarrollarse con la experiencia en filas o adquirirse mediante la práctica o la observación de quienes las poseen, especialmente de los oficiales reconocidos por sus subalternos por su don de mando. Identifica las siguientes virtudes militares como las que deben caracterizar al soldado colombiano: gloria, valor, disciplina, secreto, paciencia, celo, vigilancia, fuerza, justicia, honestidad, respeto, solidaridad y actitud de servicio. En las palabras del mayor general Padilla, el código de honor del ejército de Colombia resume la trayectoria de la institución: versa sobre valores éticos, morales y cívicos, con pleno respeto a la dignidad humana, pilar de los derechos fundamentales guiados por principios de orden, justicia y libertad. Acata órdenes con disciplina, inteligencia y responsabilidad. El Código de Honor del soldado colombiano establece lo siguiente: 145 • Como soldado de la patria: me comprometo solemnemente a profesar lealtad y fidelidad a Colombia y a mi ejército, en defensa de la República, la libertad y la democracia. • El honor será mi primera virtud militar y mi fuente de inspiración. Observaré disciplina en todo lugar y circunstancia. • Por vocación, soy y seré un soldado leal con espíritu de servicio. ¡Mi Ejército nunca se avergonzará de mí! • Seré justo en mis decisiones y prudente en el uso de la fuerza. 145 Disponible en: http://www.ejercito.mil.co/indexphp?idcategoria=30 Ingreso el 1 de diciembre de 2007.


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 127

• Cultivaré la honradez y la sobriedad, y seré vigilante, frugal y trabajador constante en mis deberes y asuntos. • Jamás divulgaré información que me haya sido confiada, y guardaré silencio y reserva sobre los asuntos del servicio. • Combatiré con valor, coraje y ánimo sereno, y sin esperar más recompensa que la de saber que cumplo la voluntad de Dios, lograr la grandeza de mi patria y la gloria de mi ejército. • No abandonaré a mis superiores, compañeros o subalternos en acción de guerra ni en cualquier otra ocasión. • Seré magnánimo en la victoria y orgulloso en la derrota honrosa. • Seré moderado, generoso y compasivo con el enemigo rendido o capturado. De caer prisionero o ser secuestrado, continuaré resistiendo por todos los medios disponibles y haré todo lo posible por escapar y recuperar mi libertad. Ecuador En el ejército ecuatoriano el coronel Alejandro Romo Escobar publicó el libro Moral militar,146 en el cual indica que las veintidós virtudes militares que distinguen a los soldados ecuatorianos son aquellas cualidades positivas, acciones y hábitos, en general, 146 Romo Escobar, Alejandro. Moral militar, Quito: Academia de Guerra de la Fuerza Terrestre del Ecuador (AGFT)


128

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

que identifican a la conciencia del soldado con la práctica de lo bueno, de lo sano y de lo noble, desechando, lógicamente, lo insano, lo morboso, y lo corrompido. El conocimiento y práctica de las virtudes modelan el espíritu del soldado convirtiéndolo en un hombre valiente, noble, generoso, leal, disciplinado, respetuoso de las leyes y reglamentos que rigen el cuartel y también, dentro de la sociedad en que vive. El coronel Romo señala que las virtudes militares son las siguientes: patriotismo, espíritu militar, espíritu de cuerpo, valor, espíritu de sacrificio, disciplina, responsabilidad, honor militar, lealtad, abnegación, austeridad, dignidad, ejemplo, justicia, iniciativa, carácter, voluntad, camaradería, integridad, confianza en sí mismo, firmeza y el heroísmo. Respecto del patriotismo, Romo dice que este es el amor leal, desinteresado, puro, que el soldado y cualquier buen ecuatoriano siente por su patria. El espíritu militar es la sincera manifestación y sano orgullo de sentirse soldado, se guarda en el corazón y en la conciencia, como sucede con la vocación militar y, al mismo tiempo, se trata de exteriorizar estos nobles sentimientos mediante el mando, la obediencia y las formas militares. El espíritu de cuerpo es una virtud de conjunto, colectiva, donde todos los componentes de una unidad trabajan en forma bien intencionada, para que sea la mejor dentro de las actividades profesionales, deportivas y sociales. La unidad debe ser la mejor pero en forma justa, limpia y honorable, marginando el egoísmo y las bajas pasiones; ser los mejores pero respetando a los demás y tratando de conseguirlo con el propio esfuerzo, con justicia y buena fe. El valor es la virtud que debe caracterizar a todo soldado; se encuentra asociada a la palabra soldado, con el valor, el arrojo y la audacia.


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 129

Parece que el soldado llevara en forma innata estas cualidades. Las acciones de valor que registra la historia militar constituyen el alimento del cual se nutre el alma del soldado. Se puede definir también al valor, como la virtud militar por medio de la cual el soldado desprecia la muerte, realizando grandes hazañas en el campo de batalla y marginando el temor al riesgo y al peligro. La disciplina es el punto psicológico que sostiene a la carrera militar. La disciplina norma el funcionamiento racional del ejército a través del cumplimiento del deber. Las expresiones más claras de la disciplina son la obediencia, el respeto al superior y el ejercicio del mando; así la disciplina se constituye en el alma y corazón de la milicia. La subordinación que impone la disciplina no constituye ninguna forma de vasallaje o servidumbre, simplemente es la situación del soldado dentro de la estructura orgánica de la institución militar. El honor militar es la virtud que se apoya en casi todas las demás virtudes militares y cualidades morales; por el respeto que se merece el honor, un soldado no puede jamás delinquir, no podrá cometer faltas disciplinarias; peor ser el autor de un delito. La austeridad puede definirse como el autocontrol de los excesos, de los instintos y la eliminación de los vicios, mediante la acción de la voluntad, de la disciplina y de la entereza moral del soldado. La dignidad es el credo de todo idealismo; cuando ella falta no existe honor, es síntesis de todas las virtudes militares y cualidades morales que elevan al hombre a formar una aristocracia natural. La dignidad estimula al soldado para que alcance un camino de perfección merced de sus propios méritos; prefiere perder un derecho que obtener un favor condicionado; ser digno significa no pedir lo que no se merece ni aceptar nunca lo inmerecido; el alimento que engorda al servil, en su papel de adulador, envenena al hombre digno; los soldados con dignidad desdeñan cualquier favor, prefie-


130

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

ren vivir crucificados sobre su sano orgullo a prosperar de rodillas o arrastrándose. Al finalizar el servicio militar se realiza una ceremonia de “licenciamiento” en la cual los soldados se gradúan con el grado de Soldado de Reserva. El punto central de este evento es el juramento colectivo, y luego un juramento individual, donde cada soldado pasa al frente con su arma, se arrodilla, toma una esquina de la bandera y pronuncia “Sí, juro” para luego dar un beso al emblema nacional, y retirarse a su puesto en forma marcial. En el ejército de Ecuador los oficiales y voluntarios (personal del cuadro permanente) juran a la bandera al momento de graduarse en sus respectivas escuelas de formación, sin que se realice posteriormente ceremonias de esta naturaleza en sus unidades. El texto del juramento que se realiza es el siguiente: Subtenientes de la promoción... juráis por vuestro honor y prometéis a la patria defender la bandera, la constitución y las leyes de la república; comandar con el ejemplo a vuestros soldados y no abandonar a quien os esté mandando en acción de guerra o predisposición para ella! Los subtenientes contestaran: sí, juramos, (toque de silencio) si, así lo hacéis, que la patria os premie; caso contrario, ella os lo demande. El Salvador En el ejército salvadoreño está vigente la Ordenanza General del 19 de julio de 1934, que determina y regula el funcionamiento de este en la vida nacional. Este texto normativo señala en el artículo 4º que la Fuerza Armada es esencialmente obediente, y ningún instituto o cuerpo armado puede deliberar un asunto del servicio militar, ni en los que se opongan a la obe-


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 131

diencia y respeto absolutos a las instituciones establecidas y a las leyes. Además, indica que la subordinación es el respeto y obediencia que debe el inferior al superior, ya que la disciplina es la fiel observancia de los reglamentos y las leyes militares: la subordinación y la disciplina se complementan, y juntas constituyen virtudes militares esencialísimas que determinan la calidad individual o colectiva en el ejército.147 Complementariamente, el Estado Mayor Conjunto ha definido como valores militares el honor, valor, lealtad, honestidad, disciplina, espíritu de cuerpo y espíritu militar. Respecto de las virtudes militares, el ejército estipula que la disposición de los hombres de las armas a obrar correctamente se centraliza en las siguientes virtudes: patriotismo, responsabilidad, cortesía, porte militar, puntualidad, prudencia y abnegación. En relación con el patriotismo señala que este no debe ser menoscabado ni siquiera en una situación de enfermedad, decadencia o envilecimiento de la patria. El patriotismo es más que la ciudadanía; y no solo por incremento cuantitativo, sino por un cambio cualitativo. La responsabilidad es responder a las necesidades básicas, aspiraciones, tareas, ideal que se ha trazado, misión que se tiene en la vida. El amor a la responsabilidad, se ve afectado por la autodisciplina y el sentimiento de evitar compromisos a largo plazo, lo que provoca un gran impacto en la confianza que se deposita en los oficiales, suboficiales y soldados cuando se les asigna una misión. El hombre de armas debe tener honestidad y responsa147 La última reforma de la Ordenanza General se aprobó por el D. L. Nº 557, del 2 de junio de 1993, y se publicó en el D. O. Nº 130, Tomo 320, del 12 de julio de 1993.


132

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

bilidad en el manejo de los fines y elementos del Estado. Significa asumir las consecuencias de los actos intencionados, resultado de las decisiones que tome o acepte. Es la virtud que da una dimensión más profunda a la acción del mando, ya que obliga a que las decisiones sean meditadas, a escuchar las opiniones de los subordinados si se han solicitado, y en definitiva a que dicha acción tenga las necesarias garantías y fiabilidad que proporcionan no solo la preparación y la competencia, sino también la sensatez y la consideración de las posibles consecuencias que pueden derivarse de una actitud poco moderada. La cortesía se refiere al comportamiento caballeroso que en todo momento y lugar debe poner de manifiesto un buen soldado, como parte de su disciplina militar, por lo que se espera de él, que siempre se conduzca en todas las situaciones de la vida con decoro y dignidad, para poner de esta manera siempre en alto a la fuerza armada de El Salvador, institución a la cual pertenece y representa, no solo cuando viste el uniforme, sino en su quehacer como ciudadano, como padre, esposo e hijo. El porte militar se refiere a que el soldado debe saber cómo usar el uniforme y llevarlo con orgullo en todo momento; debe satisfacer las normas de peso y altura. Por la forma en que se comporta y a través de su apariencia y cortesía militar manifiesta lo que representa. La puntualidad es una premisa para el desarrollo del devenir diario y no menos importante en situaciones de crisis, desastres o en la guerra misma. La sincronización de una maniobra merece que cada uno de sus órganos o unidades de maniobra estén a la hora y lugar indicados en la planificación para cumplir eficientemente con las misiones encomendadas, que en una forma práctica contribuirá a mantener la sorpresa ante el enemigo y evitar la pérdida de vidas innecesarias. La puntualidad es la disciplina de


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 133

estar a tiempo para cumplir las obligaciones que en el ámbito diario se pueden mencionar por ejemplo: la hora de ingreso al trabajo, a una formación, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina y no menos importante un trabajo pendiente por entregar. La prudencia es la virtud que transforma el conocer en querer, y el querer en hacer. El tener conocimiento de lo que debemos hacer y la voluntad de hacerlo, son los dos tiempos del proceso de la prudencia. La abnegación significa ante todo un llamado, que exige una respuesta; es decir, alguien que llama y alguien que responde, se trata de un llamado a la propia realización personal y social.148 El decálogo del soldado salvadoreño es el corolario que reflejan las virtudes y valores militares: 1. El soldado salvadoreño jamás se rinde, lucha hasta la muerte. 2. El soldado salvadoreño posee heroica voluntad de vencer, sin importarle la inferioridad numérica, la fatiga, el hambre y los medios adversarios. 3. El soldado salvadoreño es de indomable corazón guerrero, su ley es morir atacando, su consigna militar es vencer o morir. 4. El soldado salvadoreño siempre ofrenda su vida por la patria, por el honor de su Bandera y por las glorias de su Fuerza Armada. 5. El soldado salvadoreño solo tiene como bandera la bicolor de El Salvador y como superiores los de su Fuerza Armada. 6. El soldado salvadoreño solo vive con honor o muere con gloria. 7. El soldado salvadoreño encierra en su corazón valentía, audacia, disciplina y lealtad hacia sus jefes y compañeros. 8. El solda148 Información extractada de la publicación sobre valores y virtudes militares elaborada en 2005 por el EMCFA de El Salvador, y proporcionada por el Agregado Militar de Chile en dicho país. Oficio ADMNA. ES.GT.HND.NIC.Nº 2610/135 de 07 abril de 2008.


134

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

do salvadoreño cumple las órdenes de sus superiores con prontitud, esmero, inteligencia e iniciativa. 9. El soldado salvadoreño cuida su arma más que a sí mismo y lleva siempre su uniforme con honra, decoro y dignidad porque es el representante de su patria y de la Fuerza Armada. 10. El soldado salvadoreño es respetado por sus conciudadanos por sus ejemplares virtudes militares, cívicas y sociales y porque en todo momento es profundamente respetuoso, de la dignidad humana.149 Diferencias o similitudes En el cuadro a continuación, se observa que existe una variada y numerosa definición de los valores o virtudes que identifican a cada uno de los ejércitos latinoamericanos. Cada país ha definido valores que los representan y son una expresión de la historia militar de cada uno de los ejércitos aludidos. No existe una definición única de los valores y de las virtudes de los ejércitos, pese a ser instituciones con raíces similares y con una estrecha interrelación fundacional.150 Cada institución ha precisado sus propias virtudes, y algunas son comunes entre todos los ejércitos y entre estos y las definidas por el Ejército de Chile. La disciplina, la lealtad, el honor, el valor, el espíritu de cuerpo, la abnegación y el cumplimiento del deber militar son las virtudes que de igual forma representan a los ejércitos aludidos. El patriotismo es una virtud que manifiestamente es señalada en los textos normativos de los otros países, pero el Ejército de Chile la 149 http://www.codem.gob.sv/publicaciones/revistadocente/xxiv/ art05.htm 150 A modo de ejemplo se puede ver la Influencia del Ejército chileno en América Latina 1900-1950 de Arancibia Clavel, Roberto, Santiago: Centro de Estudios e Investigaciones Militares, 2002.


CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 135

URUGUAY

x

x

x

x

2

Lealtad

x

x

x

x

x

3

Honor

x

x

4

Valor

x

x

5

Espíritu de cuerpo/militar

x

x

6

Abnegación

x

x

7

Cumplimiento del deber militar

x

8

Integridad

9

Respeto

Espíritu de servicio/solidaridad Subordinación al 11 derecho Patriotismo/ 12 nacionalismo Honradez/ 13 honestidad

x x

EL SALVADOR

ARGENTINA

x

GUATEMALA

PERÚ

x

ECUADOR

BRASIL

Disciplina

COLOMBIA

MÉXICO

1

Nº VIRTUDES

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x

PARAGUAY

CHILE

ha considerado implícita dentro de las otras virtudes tipificadas en la Ordenanza General del año 2006. En otros casos, algunas virtudes están señaladas como exclusivas de determinados ejércitos, como lo es en el caso chileno, la “subordinación al derecho”.

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x

x x x

10

14 Civismo 15

Fe en la misión del ejército

x

x

x x x

x

x

x x

x x

x x

x

x x

x

x x


136

Amor a la profesión/vocación Perfeccionamiento 17 profesional Probidad/ 18 austeridad 16

x

x

21 Laboriosidad

x

22 Prudencia

x x

24 Entrega

x

x

25 Aptitud militar

x

Rectitud en el proceder

x

x

29 Humildad

x

30 Responsabilidad

x

31 Ejemplo personal

x

Eficiencia profesional Ecuanimidad/ 33 justicia 34 Carácter

EL SALVADOR

GUATEMALA

ECUADOR

x

x

x

x

x

28 Desinterés

32

x

x

x

27

COLOMBIA

x

20 Transparencia

26 Iniciativa

PARAGUAY

x

x

Obediencia/ subordinación

URUGUAY

x

19 Veracidad

23

ARGENTINA

PERÚ

BRASIL

CHILE

Nº VIRTUDES

MÉXICO

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

x

x

x x

x x

x x

x

x

x


x

x

x

x

x x

x

x x

39 Fidelidad

x

40 Heroísmo

x

41 Gloria

x

42 Secreto

x

43 Paciencia

x

44 Vigilancia

x

45 Fuerza

x

46 Dignidad

x

47 Voluntad

x

Confianza en sí 48 mismo

x

49 Firmeza

x

50 Conformidad

EL SALVADOR

COLOMBIA

PARAGUAY

URUGUAY

ARGENTINA

PERÚ

GUATEMALA

Celo de la profesión Ideales democrá37 ticos Camaradería/ 38 compañerismo 36

ECUADOR

35 Discreción

BRASIL

CHILE

Nº VIRTUDES

MÉXICO

CAPÍTULO III. VALORES MILITARES DEFINIDOS POR LOS EJÉRCITOS LATINOAMERICANOS 137

x

51 Cortesía

x

52 Porte militar

x

53 Puntualidad

x



139

CAPÍTULO IV Historiografía de las virtudes militares del Ejército de Chile Las publicaciones del Ejército de Chile –entre las que se destacan las obras que han sido seleccionadas para la Biblioteca del Oficial, la Historia del Ejército y los Memoriales del Ejército– han sido un continuo referente para los diversos investigadores de la historia militar y han permitido que los integrantes de la institución puedan expresar sus inquietudes literarias en diversas áreas de las ciencias. Innumerables militares han aportado a conformar un legado de publicaciones del tipo castrense, donde es fácil advertir las tendencias e inquietudes profesionales según la época histórica que les correspondió vivir a los autores. Las enseñanzas de guerras y batallas narradas y analizadas por especialistas o por escritores con formación académica militar permite que estas publicaciones sean únicas, y representen la evolución del Ejército y el pensamiento de generaciones. En diversos artículos y libros se ha abordado el tema de los valores militares en la institución; algunos autores centralizan sus análisis en el comportamiento virtuoso de las tropas, y otros en las decisiones y acción de mando de los comandantes a cargo. El aporte ha sido significativo, y cada uno de los escritores ha permitido estructurar una base doctrinaria de sustento para el estudio de los diferentes conceptos involucrados, como también justificar la correlación entre ellos. Un repaso cronológico de algunos de los libros y artículos que han sido ampliamente difundidos al interior del Ejército –que incluyen en forma parcial o íntegramente el tema de los valores y virtudes militares– permite demostrar el tratamiento literario del tema y el continuo reposicionamiento de que ha sido objeto.


140

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Un hito inicial son las Ordenanzas Generales del Ejército, que contiene ilustradas explicaciones sobre la responsabilidad de los mandos y que constituye una fuente primaria para la búsqueda del conocimiento de las normas y costumbres militares que Chile heredó de España. Las Ordenanzas Generales del Ejército han regulado la disciplina y comprendido las normas de las funciones de los integrantes del Ejército de Chile durante todo el siglo XIX y las primeras décadas del XX. Hasta el día de hoy muchos de sus cánones constituyen el pilar de los reglamentos vigentes y entronizan las funciones y responsabilidades inherentes a los diferentes grados. En sus articulados convergen las normas disciplinarias, las legales y los preceptos referentes de los valores y las virtudes. Su origen proviene de las cédulas reales que tendieron a la organización, incremento, reducción o regulación de los sueldos y subsistencia de las fuerzas españolas en Chile.151 Se destaca entre ellas, la Ordenanza de 1728 que, en mayor forma reglamentó el régimen de los ejércitos que dependían de la corona española. Sin embargo la modificación más importante de esta normativa fue dictada por Carlos III en 1768, con el titulo de “Ordenanza de Su Majestad, para el régimen y disciplina y servicio de sus Ejércitos”. Cuando Chile inicia el 18 de septiembre de 1810 el proceso de su independencia, el ejército realista se regía 151 Las reformas o variaciones que abarcaban cada una de las cédulas que para tal efecto se emitían, se originaban según la mayor o menor disponibilidad de recursos y, más que nada, en la percepción que existía en el virreinato sobre los resultados parciales que se sucedían en la guerra de Arauco. Es así como en 1778 a sugerencia de Ambrosio O’Higgins, don Agustín de Jáuregui y Aldeco –nombrado gobernador de Chile en 1772– introdujo una reforma a la organización que, entre otros aspectos, consideraba un cambio en la dotación, distribución de las compañías y regulación de los sueldos.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 141

en su organización, disciplina, administración y legislación, por la Ordenanza General del Ejército de España de 1793. Después de la Batalla de Chacabuco (1817), el nuevo ejército nacional implicó la creación de unidades y distribución de las fuerzas en el territorio nacional; este hace propia la ordenanza española, y se agrega a las normas existentes algunas disposiciones relativas a los uniformes, armamento e instrucción. A continuación, el 30 de enero de 1819 se promulga el Reglamento Provisional que comprendía cuatro secciones: la primera, se refiere a los clases que deben haber entre los oficiales del Ejército; la segunda, sobre distintivos e insignias con que han de distinguirse entre sí las clases y los empleos; la tercera, a honores y tratamiento; y, la última sección, a los sueldos y gratificaciones. Posteriormente, el 25 de abril de 1839, en virtud del decreto ley firmado por el Presidente de la República don Joaquín Prieto, se promulgó la Ordenanza General del Ejército de Chile, que con las correspondientes actualizaciones rigió hasta 1923. Decreto cuyo texto decía: penetrado de la imperiosa necesidad que el Ejército tiene de poseer un código privativo y peculiar que guarde consonancia con las instituciones que rigen la República, he dispuesto se proceda a la reforma de la Ordenanza, sin faltar a la letra en las materias que están de acuerdo con aquéllas, habiéndose solamente suprimido o modificado los títulos y artículos innecesarios, o que pugnan con el espíritu de la forma de gobierno adoptada. Las modificaciones y ampliaciones que el antiguo código ha sufrido desde su publicación, habían hecho difícil y oscuro su estudio, respecto a estar diseminadas en los varios tomos que componían el cuerpo de la legislación militar, razón bastante poderosa para que el oficial no adquiriese con facilidad los conocimientos necesarios de su profesión. Este gravísimo inconveniente ha sido ya removido con la compilación hecha, en la que ahora se publica, de todas las disposiciones insertas en


142

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

los cinco volúmenes de que consta la obra de Colon. Por tanto, con las facultades que me conceden el artículo 161 de la Constitución y la ley de 31 de enero de 1837 ordeno y mando: que la presente Ordenanza se observe a la letra fiel y puntualmente como ley del Estado, quedando derogadas todas las disposiciones anteriores: y para que llegue a conocimiento de todos, circúlese al General en Jefe del Ejército e Inspector General, autoridades civiles, militares y eclesiásticas, e imprímase, insertándose este decreto en la portada de la misma Ordenanza, a fin de que tenga el debido y exacto cumplimiento en la parte que a cada uno tocare. Dado en Santiago de Chile, a 25 de abril de 1839.- 30 de la Independencia.152 Casi cien años después, el 30 de julio de 1923, mediante el decreto supremo Nº 1.157, se autorizó al coronel de Ejército don Alberto Lara Espinosa,153 Director General de Tiro Nacional, Ejercicios y Deportes, para reimprimir la Ordenanza General del Ejército, con las modificaciones pertinentes y, con la anotación de la jurisprudencia sentada en la parte penal y en el código sobre organización y atribuciones de los tribunales.154

152 Estado Mayor General del Ejército, Santiago: Historia del Ejército de Chile, Tomo III, 1985, p. 248. 153 Nació el 13 de febrero de 1870. Cumplió comisión de servicio en Italia en el año 1907 donde es nombrado Caballero de la Orden de la Corona de Italia. En 1910 es nombrado secretario de la comisión encargada de redactar un proyecto de “Código Penal y de procedimientos para el Ejército”. Oficial de Estado Mayor en 1919. Comandante de la I Brigada de Infantería. Fiscal Militar en 1923. Comandante General de Armas de Talca en 1924. Asciende a General de Brigada en 1925. Se le concede el retiro de la Institución en el año 1925, falleciendo el 5 de noviembre de 1932. 154 El decreto está firmado por el Presidente de la República don Arturo Alessandri Palma y por el ministro Luis Altamirano Talavera.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 143

En la reimpresión de 1923,155 el coronel Alberto Lara Espinosa señala en su introducción que la nueva edición obedece no solo al agotamiento de las publicaciones anteriores sino a que la última de ellas estaba fechada en 1901. Desde entonces, diversas leyes habían derogado o modificado disposiciones de la Ordenanza creando la necesidad de una reimpresión. La actualización de la Ordenanza General realizada por Lara, constituye la base de los aspectos generales para todas las armas y lo particular en la instrucción de cada una de ellas; para que a partir de 1928 comiencen las publicaciones de los reglamentos orgánicos, código de justicia militar y otros, que permitieron regular con mayor simplicidad y efectividad las actividades que en todo orden regían en el Ejército, muchas de ellas todavía vigentes o son el principal origen de la actual reglamentación institucional. La Ordenanza de 1923 comprendió ochenta y cinco títulos que admiten tres separaciones. La primera, se refiere a los aspectos de fuerza, obligaciones, responsabilidades, formalidades y atribuciones de los integrantes de la institución; la segunda, al servicio de campaña; y la última, a partir del título setenta en adelante, se refiere en forma específica a materias judiciales, donde incluye el fuero militar, delitos, funciones, testamentos, sueldos, retiros y honores, finalizando con una serie de anexos complementarios de la misma. El cumplimiento de las normas de la Ordenanza General del Ejército era preocupación permanente de todas las autoridades relacionadas con la institución, materia sobre la que en forma insistente se procuraba 155 Lara Espinosa, Alberto Ordenanza General del Ejército, Santiago: Imprenta del Ministerio de Guerra, 1923.


144

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

por su estricto acatamiento. Una demostración es el oficio del Ministerio de Guerra de 10 de diciembre de 1857 difundido a todos los cuerpos del Ejército que decía: Habiendo llegado a noticia de este ministerio que en el servicio interior de varios cuerpos del Ejército se ha introducido, desde tiempo atrás, el uso de prácticas viciadas que, como tales, pugnan con el espíritu de la Ordenanza General y relajan notablemente la disciplina, cimentando abusos perniciosos que destruyen los buenos efectos que debe producir la estricta observancia de nuestro Código Militar, me dirijo a US. para que transcribiendo a todos los jefes de cuerpos la presente nota, se dé puntual cumplimiento a las observaciones que en ella se señalan, y en general, a todos los principios establecidos por los diversos títulos de la Ordenanza en lo relativo al servicio de la tropa. El Jefe de cuerpo que dictare órdenes o reglamentos para el mejor servicio interior del suyo, debe conformar todas sus prescripciones al espíritu de la Ordenanza, señalando las obligaciones de cada cual con arreglo a lo que aquella determina para cada empleo, sin restringir en nada la libertad de acción que aquella les concede para que puedan responder del puntual cumplimiento de la parte de servicio encomendada a su vigilancia. Ningún Jefe podrá coartar la acción de sus subalternos siempre que obren en la esfera de sus atribuciones, ni abrogarse ninguna de sus facultades bajo pretexto alguno, pues de este modo se haría ineficaz y en cierta manera injusto, el sistema proporcional de responsabilidad que establece la Ordenanza para los distintos empleos. Los castigos que los Jefes u Oficiales de un cuerpo impongan a los individuos de su tropa por faltas a la disciplina, serán en un todo conformes a la Ordenanza, y nunca el Jefe de cuerpo podrá suspenderlos ni conmutarlos por otro arbitrariamente, porque disminuyendo el prestigio de los superiores a los ojos


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 145

del soldado, se destruyen los principios de subordinación y obediencia que éste debe observar en todos sus actos. Además de las anteriores prevenciones, los jefes deben esmerarse al tratar con sus subalternos, en dar exacto cumplimiento a todo lo prevenido en el tít. 32 de la Ordenanza General, evitando castigos o amonestaciones delante de la tropa, y en general cuanto pueda ajar la dignidad de los oficiales, bien sea en el trato privado, o bien en los actos del servicio.156 Con respecto al soldado, la Ordenanza establece que desde el primer día de acuartelamiento este deberá ser instruido en el valor y la obediencia, y tendrá prohibido hacer cualquier comentario de desagrado con el servicio o de expresión de fatiga con el mismo. Cuando esté de centinela se le conmina a defender su puesto con fuego y bayoneta hasta perder la vida, y ser instruido en el manejo y mantenimiento de su arma para obtener el máximo servicio de ella. El soldado debía confiarse en su propia disciplina para permitirle la victoria: persuadido de que la logrará firmemente guardando su formación, estando atento y obediente al mando, haciendo sus fuegos con prontitud y buena dirección, y embistiendo intrépidamente con el arma blanca al enemigo cuando su comandante se lo ordene.157 Al sargento se le prohibía esconder cualquier desorden o alguna conversación que afectara la subordinación, si no lo hacía, era castigado como si el mismo hubiera intervenido. En el sargento recaía la responsabilidad de rezar el rosario con la compañía después de la formación de retreta, guardando el respeto correspondiente a la ocasión. 156 Ordenanza General del Ejército, Santiago: Imprenta del Ministerio de Guerra, 1872, p. 208. 157 Lara Espinosa, Alberto. Ordenanza General del Ejército, Santiago: Imprenta del Ministerio de Guerra, 1923, artículo 49, p. 22.


146

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

En las órdenes generales para los oficiales se encuentran los principales acápites de la disciplina y de las virtudes militares. El primero de ellos se refiere a que todo militar debe manifestarse siempre conforme con el sueldo que percibe. La Ordenanza lo facultaba, con el debido conducto regular, llegar a manifestar su agravio y disconformidad hasta el nivel gobierno, siempre que lo hiciera respetando ciertas normas o modales. Pero estaba estrictamente prohibido permitir ni tolerar que los grados inferiores hicieran murmuraciones que alteraran el orden de los ascensos o quejas por el bajo sueldo, disconformidad con el rancho o el vestuario, o murmurar sobre las exigencias físicas e incomodidad en los cuarteles.158 Los oficiales debían tener presente que el único medio para hacerse acreedores al concepto y estimación de sus jefes, era cumplir exactamente con las obligaciones, acreditar amor al servicio, honrada ambición y constante deseo de ser empleados en las ocasiones de mayor riesgo y fatiga, para dar a conocer su valor, talento y constancia. En otra de sus partes agrega: ningún oficial se podrá disculpar con la omisión o descuido de sus inferiores en los asuntos que pueda y deba vigilar por sí; y en este concepto, todo jefe hará cargo de las faltas que notare al inmediato subalterno que debe celar o ejecutar el cumplimiento de sus órdenes; y si éste resulta culpado, tomará con él por sí mismo, la providencia correspondiente; en inteligencia de que por el disimulo recaerá sobre él la responsabilidad.159

158 Alberto Lara comenta que: estas normas son un verdadero tratado de moral y un código de honor militar, y que son tan sabios, atinados y justos que, en todo tiempo y lugar, tendrán aplicación y jamás perderán su oportunidad. 159 Lara Espinosa, Alberto. Ordenanza General del Ejército, Santiago: Imprenta del Ministerio de Guerra, 1923, artículo 451, p. 109.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 147

Cualquier oficial al mando de tropa tenía prohibido quejarse ante su superior de que su tropa estaba cansada o fatigada. Si lo tenía que hacer presente a sus superiores, debía hacerlo por escrito, a solas y muy bien fundamentado. En caso contrario, era castigado por cometer una falta grave de insubordinación y de flojedad en el servicio. Además, señala: el oficial cuyo propio honor y espíritu no le estimulan a obrar siempre bien; vale muy poco para el servicio: el llegar tarde a su obligación, el excusarse con males imaginarios o supuestos a las fatigas que le corresponden, el contentarse regularmente con hacer lo preciso de su deber sin que su propia voluntad adelante cosa alguna, y el hablar pocas veces de la profesión militar, son pruebas de gran desidia e inaptitud para la carrera de las armas.160 Se consideraba como prueba de inutilidad para el mando, justificarse con la incapacidad para mantener el orden en la tropa, disculparse de los excesos que esta pudiera cometer, o de su cobardía en acciones de guerra; porque el que mandaba era responsable de la obediencia en todo, como también incitar a la tropa al valor y a los riesgos. Respecto de esto último, la Ordenanza General señala: en un oficial es acción distinguida el batir al enemigo con un tercio menos de gente en ataque o retirada: el detener con utilidad del servicio a fuerzas considerablemente superiores con sus maniobras, posiciones o pericia militar, mediando al menos pequeñas acciones de guerra; el defender el puesto que se le confíe hasta perder entre muertos y heridos la mitad de su gente; el ser el primero que suba la brecha o escala, y que forme la primera gente encima del muro o trinchera del enemigo; el tomar una bandera en medio de tropa formada; y si además de las expresadas acciones hiciere alguna otra no prevenida, que por su conducta y 160 Ibídem, artículo 456, p. 110.


148

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

valor le haga digno de ascenso o premio, la graduará, según las circunstancias, el general y la hará presente al gobierno.161 A los oficiales se les encomiaba a mantener la posición donde fueran atacados y hacer todo lo posible para conservarla y con esto dejar bien puesto “el honor de las armas”, y puntualmente específica: el oficial que tuviere orden absoluta de conservar su puesto a toda costa, lo hará.162 Era responsabilidad del oficial sancionar a cualquier integrante de la unidad que se refiriera positivamente del enemigo, ya sea que elogiara su disciplina, liderazgo e inteligencia de sus jefes, o la calidad del armamento, municiones, caballos o provisiones. Con el propósito de mantener la disciplina como máxima razón de ser de la Ordenanza, la trasgresión de algunas normas era motivo de Consejo de Guerra de oficiales generales. La entrega al enemigo de una posición o guarnición, la desobediencia, la falta de subordinación, la sedición, conspiración o motín contra el jefe o autoridades constituidas, malversación y otras faltas graves eran motivo suficiente para la formación de este Consejo. Las causas donde se dictaminara la muerte, privación del empleo o degradación del oficial, después de la aprobación de la corte marcial, se colocaban en ejecución inmediatamente. Si era una condena a muerte, se hacía poner al oficial de rodillas y se le leía la sentencia; luego se le facultaba para que eligiera un confesor para prepararse a morir cristianamente. El tercer día se procedía a la ejecución, frente a las tropas que al jefe de la guarnición le pareciera conveniente.

161 Ibídem, artículo 462, p. 112. 162 Ibídem, artículo 465, p. 112.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 149

Si en forma previa a la muerte del oficial se disponía su degradación, frente a las tropas y después de un redoble largo de tambor se le quitaba la espada al reo al mismo tiempo que se le decía: esta espada que ceñisteis para satisfacer (conservando vuestro honor) al que os hizo la nación, concediendo que contra sus enemigos la esgrimieses en defensa de sus leyes, servirá rota por la fealdad de vuestro delito para ejemplo de todos; (y la mandará arrojar para que se rompa) despójesele de ese uniforme que sirvió de equivocarle exteriormente con los que dignamente le visten para contribuir a la mayor gloria de la nación; y pues la ley no permite que el delito tan grave de este hombre quede sin castigo, llévenle a que sufra la pena merecida.163 Hecho lo anterior, el reo era conducido al tablado y se le dejaba un momento a solas con el confesor para reconciliarse, luego se ejecutaba allí mismo la sentencia. Los crímenes militares en los cuales los valores que se le exigían a la tropa estaban en juego eran fuertemente castigados. Algunos de ellos eran los siguientes: con pena de muerte se castigaba al centinela que abandonara su puesto; al soldado que en una acción de guerra se separara de su compañía sin permiso del oficial al mando; y al que por cobardía fuera el primero en volver la espalda sobre acción de guerra, haya empezado el combate o a la vista del enemigo, marchando en su búsqueda o esperándolo en la defensa, podría en el acto mismo ser muerto para su castigo y ejemplo de los demás; ante crimen bestial o sodomítico; los espías; incendiarios; inobediencia; el insulto o hurto de imágenes religiosas. Con penas de años de presidio o castigos corporales se castigaba el amancebamiento; casados dos veces viviendo con la primera mujer; co163 Ibídem, artículo 1163, p. 265.


150

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

nato de deserción; embriaguez; murmuraciones, falta de aseo; y las riñas, entre otros. Algunas de las penas eran privativas de los que ejercían el mando. Al oficial de cualquier grado al mando de una plaza, fuerte o guarnición, estaba obligado a defenderlo cuanto lo permitieran sus fuerzas, en relación numérica de las fuerzas que lo atacasen. Si la defensa del puesto era muy breve e indecorosa, podía ser sentenciado hasta con la muerte. Cualquier pérdida de una posición o plaza era sentenciada según las circunstancias. Prácticamente no existía justificación para rendirse ni para entregar la posición. Al oficial que se le asignaba una misión de carácter reservada y por cualquiera motivo revelara parte o el total de ella, era suspendido del empleo y enviado a presidio por cuatro años, y según los alcances de su infidencia, podía ser condenado hasta con la muerte. Las sucesivas ordenanzas y posteriores códigos y reglamentos que reemplazaron la Ordenanza General, son la base de la organización y de las relaciones de mando en el Ejército. El resguardo de la disciplina ha sido el factor esencial del cumplimiento efectivo de sus normas. Sin disciplina las acciones heroicas de los comandantes y de la tropa difícilmente se materializan. Los militares, además de las responsabilidades legales que tienen en su calidad de ciudadanos, tienen una responsabilidad penal militar por los delitos militares en que puedan incurrir, y una responsabilidad disciplinaria por las faltas que puedan cometer. Además, si tienen la calidad de oficiales, tienen una responsabilidad moral funcionaria por los actos deshonrosos que puedan cometer. Renato Astrosa indica que: el acto deshonroso puede afectar a la dignidad u honor del propio oficial que incurrió en el acto, o de la unidad, cuerpo o repartición en


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 151

que sirva […] puede ocurrir que el acto deshonroso presente caracteres de delito o de falta disciplinaria; en tal caso tiene preferencia la responsabilidad penal sobre las demás responsabilidades, y la responsabilidad disciplinaria sobre la moral funcionaria.164 En la actualidad muchos de los criterios de las Ordenanzas están reflejados en el Código de Justicia Militar,165 en el Reglamento de Disciplina para las Fuerzas Armadas,166 o en la Ordenanza General del Ejército.167 En el Código de Justicia Militar se hace mención a los delitos contra los deberes y el honor militar entre los artículos 287 y 333. Señala que será castigado con la pena de presidio militar perpetuo a muerte el militar que rehúse obedecer la orden de marchar contra el enemigo; que dé voces para acobardar a la tropa; que huya durante el combate; por desobediencia o revuelta para obligar a rendirse o para impedir un combate. El culpable podrá ser muerto en el acto por cualquiera de los presentes, sea superior o inferior (Art. 287). Habiendo antecedido esta cronología con la Ordenanza General del Ejército de 1923, es propio hacer mención a una selección de publicaciones que se refieren y analizan los valores y virtudes militares. La primera es el artículo de Jorge Duruy “El oficial educador”,168 donde el autor desarrolla una serie de 164 Astrosa Herrera, Renato. Código de Justicia Militar Comentado, Santiago: Editorial Jurídica de Chile, 1985, p. 327. 165 Aprobado por el Decreto Ley Nº 806 del 23 de diciembre de 1925. Comenzó a regir el 1 de marzo de 1926, y derogó a la Ordenanza General del Ejército del 25 de abril de 1839. 166 Aprobado por el Decreto Nº 1.445 de 14 de diciembre de 1951. 167 Reglamento Administrativo del Ejército de Chile R.A.(P) 110-A, 2006. 168 Duruy, Jorge. “El oficial educador”, en VV.AA. Memorial del Ejército de Chile, Santiago: Estado Mayor General, Departamento Central, 15 de enero de 1907, p. 80.


152

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

ideas sobre la forma cómo el oficial debe influir moralmente sobre el soldado, con preponderancia sobre la influencia intelectual que también le compete. Esta última –a juicio del autor– es menos relevante porque la moralidad, la rectitud, el honor y el deber, el amor a la patria y el carácter son más importantes para el país que la preparación intelectual que eventualmente pudiera recibir. Para comunicar estos valores morales recomienda efectuar reuniones, charlas y conversaciones sin que denoten mayor preparación, pero realizadas con mucha cordialidad. Insiste el autor que las charlas deben ser sencillas y no incluir complejas reflexiones sobre la moral. Centralizar la enseñanza en los aspectos del diario vivir, y sobre estos explicar las bajezas o actos nobles. El oficial debe hacer comprender a sus soldados cuáles son sus intenciones y cuál es el grado de compromiso que él ha asumido con el Ejército, de esta forma el soldado comprenderá cuando la rigidez de la disciplina que imponga el oficial, lo afecten por sus propias acciones. Al poco tiempo después y mediante el Decreto Supremo Nº 1.787 de 5 de octubre de 1907, se publicó el Reglamento de Ejercicios para la Infantería,169 que al referirse a la instrucción del soldado, señala que la firme voluntad de conseguir el objetivo y la lealtad en el fiel cumplimiento de su deber, aun cuando nadie lo vigile ni lo observe, son los fundamentos en que descansa la superioridad del soldado en el combate. Expresa que la infantería debe tener como idea ir adelante contra el enemigo cueste lo que cueste, pero que esto exige de tropas con un gran valor moral, y que hace necesario en tiempo de paz desarrollarlo y fortificarlo, con el 169 Ejército de Chile, Recopilación de Leyes, DI., DEL, Reglamentos y Decretos del Ejército, Santiago: Instituto Geográfico Militar, p. 1.193.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 153

objetivo de establecer una relación de confianza entre el que manda y la tropa que lo sigue. El oficial arrastra a sus hombres y los mantiene en disciplina conduciéndolos a la victoria con esfuerzo y sacrificio, por lo que desde tiempo de paz debe educarlos para ello. El soldado educado en las ideas de la abnegación y la audacia debe ser capaz de sobreponerse a las fuertes impresiones de la lucha, y saber que no hay nada más peligroso que volver la espalda al enemigo: cualquiera que, en el tumulto del combate, sienta que la resolución y la reflexión lo abandonan, debe mirar a su oficiales. Si estos hubiesen caído, tendrá siempre bastantes suboficiales y valientes compañeros que lo sostengan con su ejemplo.170 El Reglamento de Servicio en Campaña para el Ejército de 1920,171 en sus inicios establece expresamente que junto a la instrucción militar y física del soldado se deben robustecer las facultades morales e intelectuales del mismo, ya que constituyen la base de su valer para la guerra. La destreza del soldado se aprovecha cuando puede ser dirigida según la voluntad del que manda, para eso la tropa debe estar disciplinada y educada con ejemplo. Una cohesión que no esté fundada en un largo trabajo de paz, falla en los momentos críticos y bajo la impresión de sucesos inesperados: la actitud personal del oficial tiene influencia preponderante en la tropa, porque el subordinado acepta de buen grado el ascendiente que en él ejercen la sangre fría y la resolución de los que mandan. No basta mandar ni tampoco mandar bien, la manera como se manda tiene 170 Ibídem, p. 1.235. 171 Ejército de Chile, Recopilación de Leyes, DI., DEL, Reglamentos y Decretos del Ejército, Santiago: Decreto Nº 2.501 de 2 de octubre de 1920.


154

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

gran influencia sobre el subordinado.172 Relacionando la instrucción, educación y disciplina, el reglamento especifica que el superior se debe ganar la confianza de la tropa para influir mejor en su carácter y en su modo de pensar, y que el criterio y el sentimiento del deber serán los móviles que harán que el soldado cumpla sus obligaciones. Las fatigas y las privaciones tienen un gran valor en los ejercicios de tiempo de paz, como forma de educar al soldado aumentando su fuerza de voluntad y confianza en sí mismo. El teniente coronel Jorge Carmona Yáñez publicó en versión española la obra de Luis Huot y Pablo Voivenel, El Valor,173 (Viña del Mar, 1935), en la que se indica que el hombre necesita valor para luchar y defender sus ideales, sus ideas y sus conquistas, en los campos del derecho y de la libertad; para hacer frente a prejuicios o para conservar tradiciones, para romper con rutinas o sostener los sistemas; para olvidarse de sí mismo por amor al prójimo y para sacrificar bienes materiales a bienes espirituales que considera de orden superior. Se necesita valor también para afrontar la desgracia con serenidad y la dicha sin orgullo, la derrota sin ruindad y el triunfo sin soberbia. Sin embargo es la guerra, esa plaga dolorosa de la humanidad, la que permite con mayor riqueza y en un campo más profundo y más ancho estudiar objetivamente el valor. Siendo la prueba máxima a que puede ser sometido el hombre, es también la medida óptima con que puede ser medido su espíritu. El valor es la entereza física y moral frente a la muerte. El heroísmo es al valor lo 172 Ibídem, p. 1.280. 173 Huot, Luis y Voivenel, Pablo. El Valor, versión española del teniente coronel Jorge Carmona Yáñez (Viña del Mar, 1935). Disponible en la biblioteca de la Academia de Historia Militar.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 155

que el genio es al talento. El hombre puramente individual no existe. El hombre es un animal social. Para que la sociedad viva es necesario que el individuo se sacrifique a ella cuando su existencia está en peligro. El valor es la manifestación adquirida del instinto de conservación social.174 El Manual de Instrucciones Teóricas y Especiales de 1944,175 en su Capítulo IV establece los deberes morales del soldado chileno, y define que su principal enemigo es el miedo, que solo puede ser vencido por las siguientes fuerzas morales: patriotismo, honor y dignidad, disciplina, personalidad y carácter, valor, compañerismo, lealtad, veracidad, honradez profesional, espíritu de sacrificio, puntualidad, dignidad, discreción y cooperación. El honor y dignidad se consideran como el mayor don que posee el soldado, y en la guerra son una fuerza moral irresistible que conduce al soldado a la victoria o a la muerte en defensa de su estandarte o de su patria: el honor fue el que inspiró a O’Higgins en El Roble, cuando al verse casi derrotado, lanzara aquel grito de guerra famoso: ¡O vivir con honor o morir con gloria! ¡El que sea valiente, que me siga!176 El manual dice que la disciplina es una buena y consciente educación perfeccionada en su grado máximo y ejercida por los hombres libres; no es servilismo, sino el respeto al saber, a la experiencia y a los años. Por necesidades de la profesión en el Ejército la disciplina es rígida y está hecha igual para todos, los que están obligados a un respeto estricto de las reglas de subordinación, de uniformidad y de servicios, ya que por 174 Ibídem, p. 21. 175 Ejército de Chile, Manual de Instrucciones Teóricas y Especiales, División de Caballería, 1944, pp. 61-68. 176 Ibídem, p. 62.


156

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

encima de todo está el fiel cumplimiento de las prescripciones reglamentarias. Sobre el valor, brevemente indica que es una cualidad que mueve al individuo a acometer resueltamente los desafíos sin temor a sus inconvenientes, sacrificios, peligros o a la muerte misma. En directa relación con el valor, instituye que el espíritu de sacrificio es la cualidad que obliga al soldado a no escatimar esfuerzo alguno cuando se trate de cumplir una misión determinada. Es la resolución inquebrantable de cumplir sus obligaciones con resignación, sobreponiéndose a las mayores fatigas: conduce al sacrificio del reposo y de las satisfacciones, al renunciamiento de los goces personales en pro del bienestar y fines generales.177 El factor más distintivo de este Manual de Instrucciones Teóricas y Especiales de mediados del siglo pasado, es que sus contenidos dan como un hecho que todos los soldados por la sola condición de militares poseen las virtudes señaladas, y poco o casi nada se refiere a la necesidad y responsabilidad de los oficiales e instructores de inculcar las virtudes, ni los medios o forma de hacerlo. El general Aniceto Muñoz F. dedica un artículo a los cadetes de la Escuela Militar que titula “La noble carrera de las armas”178 lo primero que advierte el autor es que el título de noble con el que identifica el artículo lo hace porque es una carrera que exige sacrificios enormes e incluso rendir la vida si fuese necesario. Criticando a quienes opinan sobre la conveniencia de acortar la permanencia de los cadetes en la Escuela Militar y comparando la carrera de las armas 177 Ibídem, p. 65. 178 Muñoz F., Aniceto. “La noble carrera de las armas”, en VV.AA. Memorial del Ejército de Chile Nº 266, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército, 1955.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 157

con otras profesiones, se pregunta si alguien acortaría otra carrera como se piensa hacer con la estadía de los cadetes en la Escuela. El alma militar en su sentido profundo y divino es cuestión de años, de constante aprender y practicar las virtudes militares, de insertar en la mente de los alumnos las creencias militares. La disciplina, el espíritu militar, el cumplimiento del deber, la abnegación, y el sacrificio de la vida por amor a la patria constituyen un conjunto de dogmas que el alumno debe incorporar a su acerbo sentimental y a los que se mantendrá ligado indisolublemente durante toda la vida; lo fundamental en la carrera es el conocimiento de los hombres. El o los hombres constituyen el elemento fundamental en la guerra y de sus buenas o malas cualidades depende la victoria o la derrota. La técnica ha establecido una vida de fuego para cada clase de armas, pasada su vida útil no sirve para nada. Lo mismo el hombre. Hasta los 45 años, el ser humano puede resistir cualquier esfuerzo, por duro que sea; pero si el hombre se desgasta prematuramente; si sus condiciones físicas, morales y espirituales han sido honradas por vicios o sentimientos extraños a su papel como patriota, las fuerzas de resistencia del factor humano desaparecen, cuando, precisamente, más se necesita de ellas. El oficial debe mantener intacto los valores. Los cinco sentidos deben estar puestos en la configuración del alma militar; las pruebas y exigencias de la guerra estiran hasta tal punto la resistencia del hombre, que si no se posee un alma poderosa y a prueba de la muerte, el espectro de ella basta para paralizar a aquellos, al parecer, más valientes.179

179 Ibídem, p. 44.


158

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Enrique Yávar Martín en “El Valor: Una Fuerza Moral”,180 directamente aborda la virtud del valor como de esencial importancia en la vida militar, afirmando que engendra el ánimo y el aliento que desprecia el miedo y el temor en las empresas y resoluciones más difíciles, y que para mostrar el más alto significado del valor, se ha dicho siempre que es la más preciosa cualidad del alma humana: el coraje del soldado, es decir, su presencia de corazón, se manifiesta de manera evidente en el campo de batalla. Existe un valor que se manifiesta en esfuerzos silenciosos y es el que soporta todo y sufrir todo por amor a la verdad y al cumplimiento del deber. Sobre este valor silencioso el autor manifiesta que es el que caracteriza la grandeza del hombre, porque es el que le dirige a buscar la verdad, para encontrar la manera de ser justo y honrado, el modo de resistir las tentaciones y el medio para cumplir de mejor forma su deber. La virtud del valor la considera como sublime y que quien la atesore, conservará muchas otras virtudes. Termina haciendo una analogía entre Sócrates y la defensa de sus valores y creencias respecto a la inmortalidad del alma. Joaquín Anel U., en “La aptitud para el mando”,181 propone una serie de cualidades que deben reunir los oficiales y suboficiales según sus grados y responsabilidades inherentes. Es un interesante artículo escrito por un médico diplomado en psicología, que define factores de discreción y tacto, competencia profesional, estabilidad emocional y de vitalidad y energía. Dentro 180 Yávar Martín, Enrique. “El Valor: Una Fuerza Moral”, en VV.AA. Memorial del Ejército Nº 273, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1956, p. 109. 181 Anel U., Joaquín. “La aptitud para el mando”, en VV.AA. Memorial del Ejército Nº 313, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1963, p. 19.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 159

del factor de discreción y tacto considera a la lealtad y la integridad moral, y en el factor vitalidad y energía a los valores morales y físicos, además de la agresividad y la vocación. En el Memorial del Ejército Nº 346 de 1968 dos interesantes artículos se refieren al miedo y al valor. El primero es el de Sergio Rojas Brugues que tradujo un artículo soviético del coronel M. Galkine “La aptitud del jefe para pensar”,182 donde reseña la competencia de los que ejercen el mando en situaciones de combate, y cómo el miedo influye en las decisiones que se adopten si los que mandan no son moralmente valerosos para conducir a las tropas y soportar las vicisitudes de la guerra. El sentimiento de miedo es natural: si el sentimiento de miedo se transforma en Estado de Miedo o peor aún, en pánico, entonces se observa una brusca inhibición de todas las actividades psíquicas, incluso la facultad de pensar. El hombre pierde la cabeza, ya no es capaz de dirigir sus acciones y las de sus subordinados.183 Es una atrayente forma de interpretar los efectos del miedo y de la falta de valor en acciones de combate. El valor en estas circunstancias no es innato, se adquiere en la práctica cuando el hombre cae en una situación crítica. Por ello, los ejercicios tácticos en campaña tienen gran importancia, porque ellos crean condiciones próximas a las del combate. El segundo artículo es el de Luis Santos Fernández “El valor”,184 que analiza desde diferentes ángulos lo que significa 182 Rojas Brugues, Sergio. “La aptitud del jefe para pensar”, en VV.AA. Memorial del Ejército Nº 346, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1968, p. 40. 183 Ibídem, p. 41. 184 Santos Fernández, Luis. “El valor”, en VV.AA. Memorial del Ejército Nº 346, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1968, p. 93.


160

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

el valor en el soldado. Como una cualidad del alma; como proceso de un estado psicológico; como fuerza moral; como reacción anatomofisiológica, o bien desde un punto de vista individual o de gravitación colectiva. El centro de su análisis es la importancia de sobreponerse al miedo para poder cumplir con el deber, como también la necesidad que tienen los militares de recibir preparación para enfrentar valientemente el miedo natural de la guerra: el soldado debe ser preparado desde la paz para el combate, no solamente en su aptitud física y habilidad para el manejo de las armas, sino, y muy especialmente, en su fondo moral, con la emoción consiguiente a la comunión espiritual más solemne de su vida.185 El valor necesita de educación, cuya responsabilidad recae en los oficiales, los que deben inculcarlo con su propio ejemplo, con disciplina, emulación, tradición y espíritu de cuerpo. El coronel argentino Luis Gazzoli escribió un texto sobre la forma de mandar, que fue publicado íntegro en el Memorial del Ejército de Chile Nº 359 de 1971,186 que para los efectos de este resumen de publicaciones tiene importancia, dado que dentro de los aspectos distintivos del mando se refiere en forma especial a las virtudes cardinales para ejercerlo y al valor del ejemplo personal en la educación de la tropa. Señala que el ejemplo personal está dado por la capacidad de transformar las circunstancias particulares que rodean a quien manda, en flujo de acciones sobre sí mismo. Además, para que la comunicación con los subalternos sea lo más efectiva posible, el supe185 Ibídem, p. 95. 186 Gazzoli, Luis. Reflexiones sobre el mando, trascripción completa en el Memorial del Ejército Nº 359, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1971.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 161

rior debe reflejar sobre ellos todas las actitudes que resultan de sus propias circunstancias, lo que no es más que mostrar que el mando, lejos de constituir un privilegio para quien lo ejerce, es motivo de sacrificio. El ejemplo personal acerca al superior al subalterno, compensando la diferencia espiritual que existe entre ambos como consecuencia de los estados de superioridad e inferioridad, pues el ejemplo personal muestra que el individuo que ostenta el mando se siente subordinado a la autoridad que está en él mismo. Luego denomina y analiza las virtudes cardinales del mando, entre las cuales distingue el carácter, la serenidad, y la educación: las virtudes cardinales son indicios de convicciones, pues el carácter significa convicción para realizar, la serenidad es convicción para reflexionar y la educación lo es para la convivencia armónica. Podemos decir también, que el carácter hace confortable el mando a quien lo ejerce; la educación hace confortable la obediencia a su destinatario; y la serenidad conforma al deber, puesto que en ella es posible el desarrollo de la capacidad reflexiva que exige su cumplimiento.187 Como parte de estas definiciones cardinales, analiza la soberbia, la modestia, la sencillez, franqueza y el espíritu de cuerpo, para finalizar haciendo una analogía de la influencia de Dios y del diablo en la acción de mando. Dios manda por derivación porque confía en el hombre y porque su autoridad es reconocida. El diablo no lo puede hacer, porque su autoridad no es reconocida y necesita hacerse presente en el hombre para inducirlo, ya que no puede mandarlo ni hacer que se comporte conforme a su mandato. El Memorial del Ejército de Chile Nº 367 contiene dos artículos sobre los valores militares. El del capellán 187 Ibídem, p. 175.


162

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Carlos Leyton R., “Vocación y espíritu militar”188 y el del general Beaufre “La vocación militar y la tradición”.189 El capellán Leyton indica que el espíritu militar no es una virtud, sino que es una forma de ser, y que como tal debe estar incluido en el concepto de vocación militar, es decir, el llamado personal a cada hombre a ser y a hacer. Este llamado puede ser objetivo o subjetivo. El objetivo está relacionando con las exigencias que la patria y el ejército imponen. El subjetivo es el que tiene que ver con las personas que aceptan las condiciones que se les imponen a aquellos que posean las aptitudes, obtengan la destreza para tal efecto, y tengan atracción por la vida militar y todo lo que con ella se relaciona. Este breve artículo tiene la particularidad de aclarar los conceptos de vocación y espíritu militar, sobre todo al referirse que el primero de ellos no es una virtud. Respecto de la vocación, el general Beaufre manifiesta que esta se expresa por el interés en las cosas militares, la abnegación por el bien público, pero especialmente por la aceptación de ir hasta el sacrificio por el cumplimiento del deber: sólo el entusiasmo que proporciona la convicción puede justificar los esfuerzos que requiere y los riesgos a los que puede ser llamado.190 No es la disciplina la fuerza principal de los ejércitos, sino el ideal por el cual se lucha.191

188 Leyton R., Carlos. “Vocación y Espíritu Militar” en VV.AA., Memorial del Ejército de Chile Nº 367, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1972, p. 79. 189 Beaufre. “La vocación militar y la tradición”, en VV.AA., Memorial del Ejército de Chile Nº 367, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1972, p. 14. 190 Ibídem, p. 15. 191 Este artículo –sucinto y parcial análisis de Beaufre– está transcrito de una publicación española, que a la vez lo transcribió del diario Le Fígaro, por lo que es probable que la publicación de 1972 esté incompleta.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 163

En el año 1977 se publicó en el Ejército de Chile una traducción de la obra El Arte de Mandar escrita por Andre Gavet,192 donde se enseña y orienta en la ética profesional para ejercer el mando en las tropas. En varias partes de su contenido se hace referencia a las virtudes militares de los que deberán obedecer a los que mandan, como también las virtudes que deben poseer los que ejerzan el mando. El funcionamiento del ejército es determinado por el sentimiento del deber, y el deber ideal en el ejercito está representado por la disciplina, que no es otra cosa que el deber ideal llevado a la práctica, introducido bajo la forma jerárquica, desarrollado en reglas positivas para uso de las masas y con sus sanciones correspondientes. La organización militar tiene por principio la subordinación jerárquica. La subordinación emana de la autoridad del superior jerárquico o de la sumisión del subalterno jerárquico. Esta toma un carácter de autoridad en las relaciones con los subalternos, y de sumisión cuando se trata de relaciones con los superiores. Cuando el ejército está compenetrado por entero de la función militar, se dice que tiene espíritu militar y gracias a este las tropas asumen la conciencia del deber. Por su parte el espíritu de cuerpo es el espíritu militar pero ejercido con una intensidad más grande dentro del dominio militar de un regimiento o de una división. En relación al honor, Gavet señala que es la expresión directa de la personalidad moral sólida, y que el honor profesional deriva del honor personal: es el honor personal aplicado a las atribuciones de la función. El honor militar individual o corporativo es la afirmación soberana del valor moral militar del soldado o del regimiento. La fidelidad a la nación y a la bandera, el valor y la disciplina son los 192 Gavet, Andre. “El Arte de Mandar”, en Memorial del Ejército de Chile Nº 392, 1977.


164

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

principales elementos del honor militar […] los oficiales que son los maestros del deber común, son también los depositarios naturales del honor corporativo. Tales son las verdaderas fuentes de vida y de fuerza, las energías del ejército, las virtudes militares.193 En la Historia del Ejército de Chile editada por el Estado Mayor General en 1985,194 se indica que el ejército es una institución que ancestralmente se somete a un severo código ético profesional, que se basa en preceptos constitucionales, doctrina y reglamentación que conforman una moral militar. Se afirma que este código ha sido la clave de su prestigio internacional y del cariño y respetabilidad que ha logrado en la conciencia ciudadana: se ha dicho que el amor a la patria es el alma de los Estados; quisiéramos agregar que la moral militar es el alma de un ejército y que, como tal, constituye el sostén interior que mantiene su armazón orgánica a la cual infunde su eficiencia, respetabilidad y verdadera fuerza.195 En este texto de historia se ofrece a cada soldado un ejemplo de dignidad, de honor y reciedumbre que intenta hacerlo mirar hacia el pasado para que se sienta orgulloso de pertenecer a la institución. Con respecto de la educación e inculcación de valores, señala que en los ejércitos modernos no basta solamente enseñar a los soldados el manejo de las armas, sino que también es indispensable darles una sólida instrucción moral, ya que una perfecta educación moral en tiempo de paz es la mejor salvaguardia de la 193 Ibídem, pp. 104-105. 194 Estado Mayor General del Ejército, Historia del Ejército de Chile, Tomo X, Santiago: Estado Mayor General del Ejército, 1985. 195 Ibídem, p. 19.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 165

cohesión de las tropas bajo el fuego: sólo ella es capaz de inculcar en el corazón del hombre aquellos exaltados sentimientos que le permitan luchar ventajosamente contra el instinto de conservación y escapar a las garras del miedo.196 La fuerza moral del soldado es el más formidable estímulo a la acción colectiva de una unidad y es capaz de producir los éxitos más inesperados y sorpresivos. Esta fuerza, difundida en las tropas, las anima, las exalta y las hace capaces de los mayores sacrificios, que son los que engendran y hacen posible la victoria.197 Analizando las fuerzas vitales del ejército, el texto aludido especifica que la vocación militar es la inclinación decidida que un ciudadano muestra por la carrera de las armas. Es un amor a la profesión y a todo lo que ella implica, lleva a soportar con estoicismo los mayores sacrificios e inspira los más nobles sentimientos hacia la patria, hacia la institución, hacia el regimiento y sus camaradas. Así, la vocación militar es capaz de estimular el espíritu de cuerpo, la cohesión militar, el compañerismo y la lealtad.198 En relación al espíritu de cuerpo, dice que este impone a sus integrantes una personalidad definida, la que, en el combate, se traduce en coordinación y conjunción de esfuerzos. Individuos unidos por afinidades se encuentran moralmente amalgamados al máximo y su alma colectiva posee un gran poder. Este poder se desarrolla manteniendo en las tropas un culto casi místico a la historia de su ejército y a las tradiciones de su unidad, sean estas guerreras o de generosa contribución al bienestar de la comunidad local. Contribuye grandemente al espíritu de cuerpo el prestigio de su comandante y el de sus oficiales y sub196 Ibídem, p. 175. 197 Ibídem. 198 Ibídem, p. 179.


166

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

oficiales, que constituyen el esqueleto de este grupo humano solidario y unido por un ideal: este enlace espiritual, expresado en compañerismo, amor por su unidad e impulsos por entregar a ella lo mejor de sí mismos, aun con esfuerzo y sacrificio de su propio bienestar, es lo que reconocemos como espíritu de cuerpo, que en resumen no es otra cosa que el amor a su regimiento, a sus camaradas, a sus tradiciones y a sus glorias.199 Para referirse a la lealtad y al honor, primero señala que la lealtad es una virtud para crear, afianzar y conservar la unión entre los hombres de armas y, por lo tanto, tiene el merecimiento de ser el nexo más firme que pueda existir entre los miembros del ejército. Define que es una virtud de fidelidad y nobleza, que hace incapaz al soldado de cometer cualquiera traición o engaño.200 Sobre el honor, expone que es la cualidad moral que permite cumplir con el deber y que se expresa como el sentimiento de dignidad moral, que distingue al hombre de selección, y que lleva al más severo cumplimiento del deber respecto del prójimo y de nosotros mismos. En las definiciones que incluye del valor y la disciplina, establece que el valor: necesita apoyarse en una causa justa, nacer de un ideal digno de todos los sacrificios y hasta de la inmolación: […] podrán temblar las manos, flaquear las piernas y perlarse la frente, pero en el instante de la decisión, un autentico valor postergará hasta el humano instinto de conservación y le alentará en el minuto supremo de sacrificarse por el deber. […] a través de los tiempos y de todas las campañas que registra la historia militar, emerge como verdad ineludible 199 Ibídem, p. 180. 200 Ibídem, p. 181.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 167

que el valor moral del combatiente es ese fomento indiscutible del espíritu y acción, basado en el calor apasionado del patriotismo, en la cohesión física y anímica que emana de la disciplina, la emulación, la tradición, el espíritu de cuerpo, el ejemplo del jefe y la acción del mando.201 En directa relación con el valor se concibe a la disciplina como el estado de orden, subordinación y obediencia que debe existir en la institución, constituye junto con la moral, el pilar fundamental en que descansa la existencia misma del ejército. En el año 1991 la Academia de Guerra del Ejército realizó el seminario “Reflexiones sobre la formación axiológica del profesional de las armas”,202 en el que para efectos de este trabajo destacan los planteamientos del historiador Sergio Gómez Ehrmann y del teniente general Jorge Lucar Figueroa. Don Sergio Gómez basó su exposición en la concreción de los valores y virtudes militares del Ejército en la Historia de Chile. Para ello hace un recorrido por la historia nacional y el rol que les cupo a los militares en ella, y específicamente el compromiso con la libertad en el período de la Independencia; con el derecho en su actuar; el compromiso con la igualdad; con los intereses permanentes; con la solidaridad latinoamericana; el compromiso social; y con el compromiso con la paz. El teniente general Lucar centró su exposición en el desarrollo de una suposición que denominó “Hipótesis de reflexión sobre los valores y su forma práctica en el Ejército de Chile” en la que estableciendo una estrecha relación entre la vocación y lo valores, reflexiona indicando que estos practicados como 201 Ibídem, p. 184. 202 Academia de Guerra, Reflexiones sobre la formación axiológica del profesional de las armas, Santiago: Cartilla de la Academia de Guerra del Ejército de Chile, 1991.


168

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

virtudes militares: constituirán la fuerza para superar y vencer las dificultades que surjan y, en definitiva, obtener el control de crisis o situaciones especiales que se vivan.203 Los valores son los mismos que posee la sociedad chilena y son los que han motivado el surgimiento de los grandes héroes en la historia patria. Enuncia y relaciona con la historia y comportamiento del ejército los valores de la disciplina, lealtad, valor, honor, espíritu de cuerpo, compañerismo. Finalmente es enfático en señalar que todo podrá cambiar, otros hombres, otras relaciones, otros mandos, otras técnicas y estrategias, menos el desarrollo y fortalecimiento de los valores y virtudes del soldado chileno. En el Memorial del Ejército Nº 451 de 1996, se publicó un texto del general del Ejército de Tierra de España Alonso Baquer,204 el que enuncia ocho virtudes de la profesión de las armas: la fidelidad y la lealtad del caballero, la valentía y la abnegación del héroe, la subordinación y la disciplina del soldado, y la honorabilidad y el compañerismo del militar. Asevera que cuatro de ellas son eminentemente militares: la lealtad, valentía, disciplina y la honorabilidad: pueden y deben ser entendidas como casos concretos de la sinceridad caballeresca, de la autenticidad heroica, de la solidaridad obediente y de la responsabilidad militante que requiere y demanda una vida militar.205 El mayor general Richard Quaas Bornschauer, ex Jefe del Estado Mayor General del Ejército (19941996), al reflexionar sobre el carácter de la guerra es203 Ibídem, p. 31. 204 Baquer, Alonso. “Las virtudes de la profesión de las armas”, en VV.AA., Memorial del Ejército de Chile Nº 451, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1996, p. 191. 205 Ibídem, p. 205.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 169

cribe: ya que el miedo o el temor está siempre presente en la guerra, el coraje es la cualidad más importante que debe poseer un soldado. Al respecto hay dos tipos de coraje; el físico, frente al peligro y el coraje moral que es el que se enfrenta ante una responsabilidad. La disciplina, el orgullo, la camaradería, el espíritu de cuerpo y la motivación son un conjunto de elementos que ayudan al individuo a mantener su coraje.206 Como es común en todas las publicaciones que tratan sobre las virtudes militares, el valor es reiterativamente la virtud que más se relaciona con el deber ser militar y la que es mejor asumida por la tropa y por quienes tienen responsabilidad de mando. El general de brigada Hernán Saldes Irarrázaval realizó un trabajo de investigación que denominó El valor,207 en el que incluye una serie de preceptos para revelar la expresión emocional y racional donde esté implicada la virtud del valor. En términos breves indica que es el ánimo, osadía, atrevimiento, bravura, firmeza, coraje, desprecio al peligro, y decisión ante el riesgo evidente. Uno de los aspectos que más destaca en su indagatoria, es la reunión de información relativa al personal que las instituciones de las Fuerzas Armadas chilenas han distinguido con la condecoración al valor en las últimas décadas. Indica que el valor se manifiesta con una conducta, con un comportamiento que resulta en un acto de valentía, producto de una decisión instintiva o deliberada, individual o inducida por otro u otros. Normalmente se plasma en un ambiente colmado de presiones imprevisibles humanas y ambientales que 206 Quaas Bornscheuer, Richard. Reflexiones sobre el carácter de la guerra, Santiago: Estado Mayor General del Ejército, 1996, p. 16. 207 Saldes Irarrázaval, Hernán. Al Valor, Santiago: Academia de Historia Militar (Monografía) s/año.


170

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

gatilla una acción o reacción personal. Una acción o reacción valerosa puede ser producto del temor, en que ante la perspectiva posible o cierta de daño personal o ajeno, un arrebato de supervivencia propia o de preservación de la existencia del prójimo, impulsan a un acto de audacia. Este proceso puede ser iniciado con un hecho sorpresivo, inesperado, alterante y brusco, incluso en ciertos casos puede también ser esperado. En directa relación con el valor se refiere al honor a la lealtad y al cumplimiento del deber. El honor como la actitud, la conducta y el sentimiento de orgullo y lealtad personal, hacia el cumplimiento de compromisos para con la patria y la bandera, la historia y la tradición, la causa y la unidad a que pertenece, como una amalgama indisoluble e inconfundible. El honor es el sentimiento que impulsa al individuo a cumplir continuamente con su deber. Es un impulso que gatilla los actos de valor, propios o de la unidad. El honor representa la reputación y el prestigio de cada cual. Es el orgullo y sentimiento personal de saberse una persona honrada, veraz, leal y confiable, que cumple la palabra empeñada y el compromiso adquirido. La lealtad es la manifestación sincera, voluntaria e infalible hacia la causa militar, como un todo. La lealtad se expresa hacia causas nobles. El cumplimiento del deber constituye un mandato, una obligación de conciencia, que implica comportamiento, cumplimiento y ejecución de actos y actividades de trascendencia con los que el individuo se ha comprometido, por la fuerza de un imperativo moral. Su máxima expresión está estipulada en el Reglamento de Disciplina de las Fuerzas Armadas: el militar que tuviere orden absoluta de conservar su puesto a toda costa, lo hará.208 208 Ibídem, p. 38.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 171

El Memorial del Ejército Nº 452, comprende dos artículos relacionados, “Algunas consideraciones acerca de la sobriedad y la austeridad”209 y “Los valores de la sociedad chilena: una aproximación”,210 el primero indica que para poner en práctica la austeridad y sobriedad es necesario reflexionar sobre la vocación como una inclinación natural y una predisposición de espíritu, ya que la crisis de estos valores puede afectar particularmente a una profesión como la militar, que en el presente puede llegar a incidir en una disminución de las vocaciones orientadas al servicio del país, y en el futuro puede atentar contra la identidad misma del militar. El segundo artículo sobre los valores de la sociedad, es una reflexión que hace el autor para intentar responder: si están cambiando los valores en la sociedad, cuáles son sus efectos, y cómo enfrentar los cambios. Para ello el escritor desarrolla una aproximación al concepto de valores, para luego esbozar los valores de la sociedad chilena y finalizar indicando los efectos de los cambios de la sociedad contemporánea en los valores de la sociedad chilena. Bajo el título “Reposición de las Virtudes Militares en la reglamentación y publicaciones militares”,211 se expone una serie de artículos y publicaciones que 209 Letelier Anguita, Sergio; Faúndez Elgueta, Patricia; Ilabaca Verbeeck, Christian. “Algunas consideraciones acerca de la sobriedad y la austeridad”, en VV.AA. Memorial del Ejército de Chile Nº 452, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército, 1997, p. 96. 210 Gutiérrez Campos, Julio. “Los valores de la sociedad: una aproximación”, en VV.AA. Memorial del Ejército de Chile Nº 452, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército, 1997, p. 159. 211 Ortega Prado, Rodolfo. “Reposición de las Virtudes Militares en la reglamentación y publicaciones militares”, en VV.AA., Memorial del Ejército de Chile Nº 458, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1998, p. 20.


172

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

le permiten inferir al autor, que el tema de las virtudes militares ha estado presente en la historiografía militar y que es continuamente reposicionado en las publicaciones y discursos de los mandos o escritores militares. El motivo de este reposicionamiento se aduce a la necesidad de fortalecer la fuerza moral de los ejércitos y particularmente de sus mandos, ya que la potencialidad de sus integrantes se basa en las virtudes que sea posible inculcar en la tropa. Para ello, se insiste en la educación de las virtudes y en el alineamiento de la instrucción con la conveniencia de inspirar en la tropa las virtudes que deben distinguirla, y que son necesarias para la integridad del ejército y el éxito en el combate. En el Memorial del Ejército de Chile Nº 459, el general de brigada Gonzalo Santelices Cuevas publicó el artículo “Reflexiones sobre los Ejércitos y la Profesión Militar”,212 donde indica que la profesión militar es noble, en atención a que su esencia en sí misma es buena, y para lo cual se necesitan hombres dispuestos a efectuar una vida en beneficio de la defensa de la patria. Para demostrar lo aseverado, el autor hace un recorrido por toda la historia de la humanidad que inicia con citas del Libro segundo de Moisés, El Éxodo, 1.10, el Libro IV de Moisés, Números, 1.3 donde se encuentra la primera indicación histórica sobre la conformación de un ejército, cuando Jehová dispone a Moisés la realización de un censo y la organización del pueblo para salir de Egipto. Para cada una de las tribus fueron contados y separados los mayores de vein212 Santelices Cuevas, Gonzalo. “Reflexiones sobre los Ejército y la Profesión Militar”, en VV.AA. Memorial del Ejército de Chile Nº 459, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército, 1998, p. 26.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 173

te años que estaban en condiciones de ir a la guerra, conformándose de esta forma un ejército por cada una de las doce tribus de Israel. Luego hace un esbozo de los ejércitos en la civilización griega, micénica, cartaginesa y romana. Posteriormente, se refiere al ejército indio, al de Europa occidental, China, España y otros. En directa alusión al hombre, el ejército y la vocación, indica que: hay un momento en la vida que todo hombre toma posición en su propia vida y para los militares, esto es cuando elegimos en forma libre optar por la profesión de las armas, no hay nadie obligado a ser militar. Pero también es cierto reconocer que hoy en día es más difícil ser militar.213 La vocación la conceptualiza como un sentimiento que permite percibir una llamada que se corresponde con una inclinación hacia algo para lo que se tiene disposición o aptitud. Es un sentimiento que detecta la inclinación hacia la vida militar, en la que se desea participar plenamente y para la que se tienen las necesarias aptitudes. La vocación militar, como todas las vocaciones puras, implica un afán de servicio, una renuncia y, en definitiva, la aceptación de un sacrificio.214 Sobre la profesión militar es explícito en indicar que esta no significa solo tener conocimientos técnicos completos y actualizados sobre las materias de la guerra, sino que es necesario el conocimiento del hombre, el fomento del espíritu y el ejercicio de unas virtudes imprescindibles e inexcusables y que en conjunto forman la envoltura y el núcleo de la auténtica vida militar.215 Es una profesión donde el espíritu de cuerpo constituye el conjunto de ideas, actitudes, intereses, aspiraciones, ideales y tradiciones de una colectividad profesional. Se manifiesta de modo activo 213 Ibídem, p. 39. 214 Ibídem. 215 Ibídem, p. 40.


174

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

en la fidelidad defensiva de sus miembros frente a los extraños. El recuerdo de las victorias alcanzadas por un Cuerpo, o el comportamiento de algunos de sus héroes ha bastado muchas veces para animar la tropa y arriesgarla en una difícil empresa; que el espíritu de cuerpo hace desear la ambición de gloria y de distinguirse para conquistar nuevos lauros al regimiento. El que comete un acto indigno deshonra a su cuerpo y a sus compañeros, que, celosos por el esplendor de aquél, procuran alejar de su lado al elemento que en tan poca estima tiene el honor del regimiento.216 Asevera […] debemos cultivar nuestras virtudes militares, la lealtad, el patriotismo, la abnegación, el espíritu de cuerpo, el honor, todas ellas que nos hacen ser mejores hombres y mejores soldados.217 En el Memorial del Ejército Nº 461, el general de brigada Aldo Cardinali Meza publicó “Administración por objetivos, valores y actitudes, conceptos que no pueden estar ausentes en una modernización institucional”.218 Este interesante artículo que relaciona la gestión organizacional con los valores y virtudes que debe guiar a sus integrantes, determina que la disciplina es esencial en la articulación del ejército y que esta no es otra cosa que el deber ideal llevado a la práctica, acompañado de la disposición de la tropa para obedecer y ponerse al servicio del mando, de lo que nace la jerarquía y la subordinación. La disciplina exige un verdadero programa de moral militar que debe cumplir tanto el que ejerce el mando, como el subordinado. La discipli216 Ibídem, p. 45. 217 Ibídem, p. 51. 218 Cardinali Meza, Aldo. “Administración por objetivos, valores y actitudes, conceptos que no pueden estar ausentes en una modernización institucional”, Memorial del Ejército de Chile Nº 461, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército, 1999, p.141.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 175

na genera un verdadero ascetismo militar, comprendiendo todas aquellas virtudes y renunciamientos que hacen posible, a través de la carrera militar, ir alcanzado, sostenida y permanentemente, mejores niveles de perfección profesional.219 Después de referirse con preferencia a la disciplina, el autor se extiende sobre las virtudes de: amor a la patria, la vocación militar, valentía, honor, dignidad, honradez, abnegación, sobriedad, lealtad y el compañerismo. Concluye su artículo manifestando: la importancia de los valores en el Ejército y su permanencia en el tiempo, a pesar de los cambios, radica en las consecuencias directas en las conductas del personal que integra la institución. Los valores ejercen una gran influencia en las actitudes de una persona. Conociendo estas relaciones y reforzando los valores se puede obtener sólo conductas positivas, lo que aumentará la motivación y logros de una unidad o de la institución.220 En el Memorial del Ejército Nº 463, el coronel Juan Biskupovic Moya publicó “Algunas reflexiones acerca de la tradición militar, el honor y la disciplina”,221 que se destaca por abordar interrelacionadamente los conceptos del honor y de la disciplina, que no siempre son lo suficientemente profundizados. Respecto del honor militar, indica que este es una cualidad moral que lleva al más severo cumplimiento de los deberes, que es el pudor viril, la conciencia exaltada, el respeto a sí mismo y la belleza de la vida, llevando el honor hasta la elevación más pura y hasta la pasión más ardiente. Luego 219 Ibídem, p. 146. 220 Ibídem, p. 151. 221 Biskupovic Moya, Juan. “Algunas reflexiones acerca de la tradición militar, el honor y la disciplina”, VV.AA. Memorial del Ejército de Chile Nº 463, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 2000, p. 111.


176

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

para especificar sobre el honor militar, cita el diccionario militar: severa conciencia y estricto cumplimiento del deber que la profesión de las armas impone. Conducta irreprochable y celo extremo, dentro de la moral rígida y el exaltado patriotismo que el servicio nacional exige.222 Concluye respecto de esta virtud, aseverando que el honor militar es una virtud de profundo contenido valórico, que solo puede sostenerse en el mediano y largo plazo si aparece fundado en las creencias, en las tradiciones, en las normas que rigen al militar, y por sobre todo en la aceptación de todas ellas. Para referirse a la disciplina militar cita en primer lugar a Max Weber: la disciplina militar es la fuente de la disciplina en general y ha sido el modelo ideal tanto para las antiguas plantaciones romanas como para las empresas industriales modernas.223 La disciplina exige sacrificios, valores, actitudes, contradicciones, premios, castigos, humildad y orgullo. A través del tiempo y en la medida que los cuerpos armados empiezan a hacer de su actividad una profesión, el sentido de disciplina ha evolucionado, desde la obligatoriedad y amenaza para obtener obediencia, hasta la subordinación voluntaria y aceptación como propia de la profesión militar. Serán elementos formadores de una disciplina militar todos aquellos valores morales como las virtudes militares, el cumplimiento del deber, el estudio, el celo y el rigor, la honradez profesional, el culto por la verdad, la observancia de las tradiciones militares, la obediencia y muchos otros que practicados darán como producto un soldado disciplinado. El coronel Biskupovic finaliza su artículo afirmando que la tradición militar, la disciplina y el honor son elementos inherentes a la profesión de las armas y constituyen condición esencial para sus 222 Diccionario Militar, Aeronáutico, Naval y Terrestre, 1956, p. 151. 223 Weber, Max. Economía y Sociedad, 1969, p. 888.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 177

integrantes. Estas sumadas al resto de las virtudes militares, identifican a las Fuerzas Armadas del resto de la sociedad. El general de brigada Gonzalo Santelices Cuevas publicó el artículo “Algunas reflexiones sobre la profesión militar y su relación con la sociedad moderna”,224 en el que repasa aspectos sobre la profesión del militar y su relación con la sociedad y, específicamente, con lo que es la profesión militar; cuál es el papel que cumple la función militar en la sociedad; y cuáles son los problemas que se le presentan a la profesión militar en la sociedad moderna. Indica que lo que algunos llaman la socialización militar es la transmisión dentro de las Fuerzas Armadas de los valores, normas y doctrina de la vida castrense, pero en el entendido que las instituciones se nutren de los valores y principios de la sociedad. Para definir la profesión militar, dice que esta es la dedicación y consagración a una serie de valores, comenzando por Dios, como que es ante Él que se presta juramento, y que lleva al hombre de armas a perfeccionarse a sí mismo en el campo de las virtudes y para adquirir los conocimientos que la profesión militar exige. El hombre que elige la carrera de las armas debe poseer una estatura moral y ética a toda prueba, ya que la historia cuenta con pruebas irrecusables de que las naciones han sido destruidas cuando han olvidado el fomento de las instituciones militares. Cita a Alexis de Tocqueville: cuando los pueblos se ven abandonados por el espíritu militar, la profesión de las armas deja 224 Santelices Cuevas, Gonzalo. “Algunas reflexiones sobre la profesión militar y su relación con la sociedad moderna”, en VV.AA. Algunas reflexiones sobre la profesión militar: Sus valores y virtudes asociados, implicancias actuales y desafíos para enfrentar el próximo tiempo, Santiago: Academia de Guerra del Ejército de Chile, Cuaderno de Difusión Nº 5, Año 3, 2000, p. 5.


178

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

inmediatamente de ser tenida por honrosa y los militares descienden por debajo de los funcionarios públicos; se les estima muy poco y dejan de ser comprendidos […] de ahí procede un círculo de causa y efecto del que resulta difícil escapar: lo mejor de la nación vuelve la espalda a la profesión militar porque esta profesión no recibe honores, y la profesión no recibe honores porque lo mejor de la nación ha dejado de seguirla.225 Finaliza su artículo con una crítica a la sociedad moderna por el desincentivo a los jóvenes para seguir la carrera de las armas, por la no valoración social de lo militar, y por la influencia de las ideologías que tratan de culpar por sucesos pasados a la profesión militar. El coronel René Fernández Espinoza en “Los valores de la sociedad y su relación con los valores asociados a la profesión militar proyectados al siglo XXI”,226 analiza los valores de la sociedad actual y la influencia que estos pueden tener en el futuro sobre los valores asociados a la profesión militar. Después de enunciar los efectos de los cambios de la sociedad contemporánea en los valores de la sociedad chilena, define un decálogo de los diez valores fundamentales que sustentan la vida militar de los integrantes del Ejército de Chile: patriotismo acendrado, obediencia, no deliberación racional, disciplina consciente, sentido irrestricto del deber, lealtad integral, amor a la responsabilidad, compañerismo, espíritu de cuerpo y honradez profe225 Tocqueville, Alexis. La Democracia en América, Madrid: Editorial Alianza, 2002. 226 Fernández Espinoza, René. “Los valores de la sociedad y su relación con los valores asociados a la profesión militar proyectados al siglo XXI” en VV.AA. Algunas reflexiones sobre la profesión militar: Sus valores y virtudes asociados, implicancias actuales y desafíos para enfrentar el próximo tiempo, Santiago: Academia de Guerra del Ejército de Chile, Cuaderno de Difusión Nº 5, Año 3, 2000, p. 34.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 179

sional. Pese a que el autor indica que los valores definidos no son únicos ni excluyentes, llama la atención que no incluyó uno de los valores que la mayoría de los autores sí considera, el del “valor” propiamente tal. Concluye el artículo con la identificación de los valores –que a su juicio– pueden verse amenazados en el futuro: patriotismo acendrado, la obediencia, el sentido irrestricto del deber, la lealtad y el amor a la responsabilidad. El coronel Arturo Contreras Polgati publicó “Las virtudes militares: una constante en medio del cambio”,227 en el que analiza las virtudes militares en un marco interdependiente, ya que indica que las virtudes están entrelazadas para conformar un comportamiento ético distintivo del profesional militar. En esa perspectiva define: las virtudes militares son potencias anímicas consustanciales al ser militar porque están orientadas hacia la consecución de unos efectos o resultados que son propios de los fines de la organización militar, aunque no necesariamente son exclusivas de los militares, como el valor por ejemplo. Hay personas valientes que no son militares, pero es inconcebible que un militar no lo sea.228 El autor selecciona cuatro virtudes que analiza por tener en común el cuidado ético de una relación de poder en torno a la que giran otras virtudes del deber ser militar: la fidelidad, la lealtad, la subordinación y la disciplina. La fidelidad debe ser cimentada por quienes ejercen el mando en sus relaciones de mando y obediencia, lo que no es fácil de culti227 Contreras Polgati, Arturo. “Las virtudes militares: una constante en medio del cambio”, en VV.AA. Algunas reflexiones sobre la profesión militar: Sus valores y virtudes asociados, implicancias actuales y desafíos para enfrentar el próximo tiempo, Santiago: Academia de Guerra del Ejército de Chile, Cuaderno de Difusión Nº 5, Año 3, 2000, p. 47. 228 Ibídem, p. 51.


180

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

var porque implica una identidad de sentimientos, un acuerdo moral y una armonía intelectual. La lealtad crea un vínculo y un compromiso recíproco, establece una correspondencia mutua: donde reina la lealtad no existe la soledad, ni del mando ni de los subordinados.229 La subordinación es la relación de mando y de obediencia en cualquier ambiente jerárquico. Implica una relación que está al servicio de un objetivo común que tiene un origen y fines morales. La disciplina tiene por finalidad última el sostenimiento de la solidaridad en el combate. Representa el vínculo de la acción de conjunto; se asocia en la relación mando-obediencia a la capacidad de hacer propia de la acción. En el Memorial del Ejército de Chile Nº 471, el general de brigada Gonzalo Santelices Cuevas publicó el artículo “La ética una reflexión del militar en el siglo XXI”,230 en el que establece entre otras materias, que los soldados virtuosos solo se dan dentro de los ejércitos profesionales, organizados, disciplinados y debidamente orientados en función del bien común de la sociedad a la cual sirven, ya que la guerra es un acto de extrema coacción, que implica un orden social organizado, disciplina, jerarquía y obediencia; y para ello necesita lealtad, devoción y fe por parte de cada uno de los soldados que participan en ella. Por lo anterior, al referirse a los valores y a la forma como los soldados profesionales los hacen suyos, es la diferencia entre quienes pertenecen a ejércitos organizados y permanentes y quienes no. Al militar deben exigírseles ciertas virtudes propias de su profesión, si un ciudadano 229 Ibídem, p. 57. 230 Santelices Cuevas, Gonzalo. “La ética una reflexión del militar en el Siglo XXI”, en VV.AA. Memorial del Ejército de Chile Nº 471, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército, 2003, p. 24.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 181

no las tiene no importa, pero un ciudadano militar no puede serlo sin ellas. El hombre no solo debe tener buenas intenciones y hacer acciones buenas, sino que debe realizar el bien en todo su ser. El militar tiene un poder otorgado por la Constitución para mandar a otros militares, y es responsable de lo que ellos hagan, por lo cual la sociedad presupone que el que ejerce el mando posee las virtudes militares que lo distinguen como tal. En directa relación con lo anterior, Gonzalo Santelices distingue cuatro virtudes morales cruciales y tres clases de deberes; entre las virtudes morales identifica a la prudencia, justicia, fortaleza y la templanza. Y los deberes de la dignidad, justicia y la benevolencia.231 En el Memorial del Ejército de Chile Nº 477, el general de brigada Eduardo Aldunate Herman publicó “Liderazgo Militar: Carta a un Comandante”,232 es el mismo autor del libro Empuñando la Espada.233 Ambos textos en un similar estilo y contenido, se refieren a las condiciones que deben reunir aquellos oficiales que son designados para ejercer el mando de las unidades, como también sugiere aquellos aspectos propios de la gestión de mando, que la facilitan o la confunden, en el entendido que tras la acción que se realice, está el personal que recibe los efectos positivos o negativos del ejercicio del líder que los comanda. El ejemplo personal está presente en todo momento como referente de la conducta y de la transmisión de los valores que 231 El contenido de este artículo se difundió en una Clase Magistral dictada por el general Santelices en abril del 2003, con motivo del inicio del año electivo de la Escuela de Suboficiales del Ejército de Chile. 232 Aldunate Herman, Eduardo. “Liderazgo Militar: Carta a un Comandante”, en VV.AA. Memorial del Ejército de Chile Nº 477, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército, 2006, p. 4. 233 Aldunate Herman, Eduardo. Empuñando la Espada, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, s/a.


182

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

interactúan en la relación comandante-tropa. Entre otras materias indica que el mando como todo en la vida es transitorio, que a los halagos poco caso hay que hacerles, y que los subalternos son los que juzgarán las características del líder, al que seguirán solo por sus acciones y no por la retórica o por los títulos. En diversas partes de los textos aludidos, el general Aldunate se refiere a las virtudes que deben caracterizar al militar o al que ejerce el mando propiamente tal, y entre las que más explicita está el honor, la disciplina, honradez, sinceridad, lealtad, cumplimiento del deber y la vocación. Si bien el artículo y el libro están directamente relacionados con el liderazgo, sus contenidos son claramente inherentes a las virtudes, y ambos constituyen un significativo aporte a la formación de los oficiales de Chile, prueba de ello es que Empuñando la Espada ha pasado a ser un texto seleccionado en la Biblioteca del Oficial chileno.234 En marzo de 2001 el teniente general Ricardo Izurieta Caffarena dictó la clase magistral “Chile siempre primero, y a su Ejército, Honor y Gloria”,235 en la que afirma que el signo distintivo de un ejército y piedra angular en su organización y funcionamiento es la disciplina. Relacionándola con el Ejército de Chile indica que es: un actuar ordenado sistémico y jerarquizado, es propio de la naturaleza de nuestra institución y constituye la connotación objetiva de los conceptos de obediencia, subordinación, respeto, orden, educación, 234 El general de brigada Eduardo Aldunate Herman, es oficial del arma de infantería del Ejército de Chile, de Estado Mayor, paracaidista, comando, buzo y magíster en ciencias militares y en historia. 235 Izurieta Caffarena, Ricardo. Chile siempre primero, y a su Ejército, honor y gloria, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 2001. Clase Magistral dictada con motivo del tercer aniversario de su asunción como Comandante en Jefe del Ejército.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 183

sacrificio, y humildad, entre otros.236 Indica que esta permite que con rapidez, homogeneidad y eficiencia se cumplan las funciones que a cada cual le corresponde, y asumida en forma voluntaria y consciente presupone de cada soldado la necesaria renuncia de algunos derechos o planteamientos individuales para entregarse en cuerpo y alma a los valores y procedimientos que sustenta la institución. Implica el cumplimiento de las órdenes, el respeto a los superiores y subordinados, la observancia de las tradiciones militares, el culto a la verdad y obediencia. La disciplina se sustenta claramente en la confianza, tanto de subalternos como de superiores, que cada uno actuará en la forma debida: en nuestra historia, de la que tanto nos enorgullecemos, ninguna página gloriosa escrita por valerosos soldados habría sido posible si no se hubiese ejercitado este valor militar que es la disciplina.237 El general de brigada Gonzalo Santelices Cuevas,238 es autor del libro La profesión militar algo más que prepararse para la guerra,239 que comprende una serie de afirmaciones y reflexiones sobre las bases conceptuales de la profesión militar, y que van desde algunas ideas generales del autor, hasta aspectos más puntuales sobre la vida militar, como la vocación, el espíritu de cuerpo, los valores, los principios, los derechos humanos, la objeción de conciencia y el liderazgo. 236 Ibídem, p.10. 237 Ibídem, p. 11. 238 El general de brigada Gonzalo Santelices Cuevas es el autor con más publicaciones sobre temas axiológicos relacionados con la profesión militar en el Ejército de Chile. Es Magíster en Filosofía Política y profesor de Bases Conceptuales de la Profesión Militar. Su principal publicación es La profesión militar algo más que prepararse para la guerra. 239 Santelices Cuevas, Gonzalo. La profesión militar algo más que prepararse para la guerra, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, s/a.


184

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

En directa relación con las virtudes militares, el texto contiene materias como una proposición de los valores para la vida militar; los valores en la sociedad moderna y cómo éstos influyen en el ejército; cómo educar los valores y las virtudes militares en el siglo XXI; vida ética y una reflexión militar; la vocación; el espíritu de cuerpo; el cumplimiento del deber; la objeción de conciencia; ejemplos a seguir para la vida militar; y lecciones de Jesús a considerar en la acción de mando. El general Santelices propone una escala de valores, pero advierte que estos varían y se transforman a lo largo de la historia, y que en definitiva los valores modernos son los que comparte la sociedad actual. De igual forma indica que en las distintas actividades que se desarrollan en el ejercicio de la profesión militar, unos valores tendrán más importancia que otros, dependiendo del grado de responsabilidad que se tenga e incluso de la actividad que se desarrolla. Define que en la vida militar es necesario desarrollar los siguientes valores: sociabilidad, sobriedad, valentía, orden, servicio, voluntad, obediencia, serenidad, liderazgo, superación, experiencia, autoestima, sencillez, compromiso, laboriosidad, responsabilidad, alegría, libertad, autenticidad, comprensión, gratitud, confianza, sinceridad, bondad, generosidad, lealtad, la paz, felicidad, honestidad, perseverancia, el perdón, y la solidaridad. Al analizar los valores en la sociedad moderna y su influencia en el ejército, Gonzalo Santelices indica que en la vida militar existen diversos valores que debe identificar a los integrantes de la profesión militar, y que entre ellos se destacan los siguientes: el honor que permite estar permanentemente dispuesto a defender el prestigio del hombre, de la familia, del ejército, de los símbolos patrios y de la patria misma. El valor que predispone la entrega de la vida sin temor a los obs-


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 185

táculos. La lealtad como el buen comportamiento de un individuo con otro, de acuerdo a lo que exijan las leyes del honor y la hombría. El compañerismo como el servicio desinteresado, aun en las situaciones más difíciles. La abnegación que comienza cuando el deber se ha cumplido, pero aún quedan cosas por desarrollar. El espíritu de cuerpo que debe ser el amor que posee todo soldado por la unidad a la que pertenece: todos estos valores se encarnan en las virtudes militares, que no son otras que las cualidades que debe reunir todo integrante del ejército, para poder cumplir con su labor de entrega a la patria y servicios a los demás.240 En el Capítulo IX el general Santelices hace una proposición respecto de la forma de educar los valores y las virtudes militares en el siglo XXI, en razón de que en el actuar ético o moral de la vida militar se exige una serie de comportamientos que a su juicio en la sociedad actual son de difícil aceptación, dado que se están perdiendo en la educación del hombre, entre ellos menciona a la disciplina, honor, respeto, abnegación, austeridad, justicia, vocación. Para educar al soldado en este contexto, propone una pedagogía basada en el pensamiento del padre José Kentenich, fundador del movimiento de Schoenstatt.241 Para instruir a su personal, el Ejército de Chile utilizó en las últimas tres décadas del siglo pasado el Plan de Lección EO-3 Ética Profesional Militar, que señala que la ética profesional no se contenta con exigir los deberes de la estricta justicia, sino que alienta un generoso estímulo de superación moral y requiere en el profesional ciertas virtudes morales. Unas que 240 Ibídem, p. 181. 241 Ibídem, p. 191.


186

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

son generales a toda profesión y otras representativas de cada una. Las virtudes profesionales generales las identifica como: el respeto a la profesión, el claro concepto de la dignidad profesional, el respeto y lealtad a los superiores, compañeros y subalternos, el amor al cumplimiento del deber, los hábitos de disciplina, orden, puntualidad, honradez y conciencia profesional, la exactitud y precisión en la ejecución de los trabajos profesionales, y el espíritu de superación profesional. Las virtudes distintivas del militar las particulariza como: amor patrio; espíritu militar; amor hacia el cumplimiento del deber, llevado hasta la inmolación de la vida; espíritu de disciplina y subordinación; espíritu de cuerpo, la lealtad y la cooperación; espíritu de camaradería, dentro de una acomodación; espíritu de iniciativa y de superación; prudencia, discreción, control y dominio de sí mismo; valor y fortaleza moral; espíritu de abnegación y conciencia profesional; responsabilidad y conciencia profesional. El Plan de Lección EO-3 indica que las virtudes son una capacidad, aptitud, habilidad, facilidad y disposición para llevar a cabo determinadas acciones adecuadas al hombre. Indica que la virtud no es innata; solo hay disposiciones para ella y se adquiere únicamente con el ejercicio serio y duradero. La virtud es una disposición permanente; sin embargo, por la inactividad y el obrar en contrario se amortigua o se pierde por completo. Virtud no significa carencia de pasiones, pues estas no le son contrarias si la prudencia, la fortaleza y la fuerza de voluntad las mantiene dentro de los límites pertinentes. La virtud es esencialmente personal, esto significa que ellas establecen diferencias entre los hombres, por cuanto no es innata, tampoco es heredada ni es producto de las circunstancias sociales, como tampoco de la educación. La virtud no


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 187

es otra cosa que el fruto del “esfuerzo, de la buena voluntad y del ejercicio perseverante”. Las virtudes principales son: la prudencia, la fortaleza, la templanza y la justicia. Son llamadas “Cardinales”, por ser estas los ejes sobre los cuales se ordenan todas las demás virtudes. Específicamente de las virtudes militares indica que para un mejor entendimiento de este concepto, debe aclararse que no es posible establecer una clara diferencia entre la virtud moral, éticamente hablando y la virtud militar en sí misma, pues la virtud es la misma que persiguen los militares; sin embargo, es importante señalar algunos aspectos relacionados con la virtud y que atañen directamente en la preparación y formación del soldado: las virtudes militares no forman una clase separada, son virtudes integrantes de todas las empresas de la vida, más, sin embargo, son virtudes por haber sido valores ganados con la sangre y el acero, mientras todos los ciudadanos esperan poseer estas virtudes en todas las empresas de la vida, en la profesión militar estas vienen a ser indispensables; el adiestramiento, las organizaciones de grupos y toda la actividad diaria del profesional armado están ideados en un esfuerzo deliberado para fomentarlas, no solo porque son deseables moralmente, sino porque contribuyen a la efectividad militar; la fibra moral de un grupo militar tiende a ser más elevada que en un grupo profesional donde la existencia de estas cualidades es deseable, pero no esencialmente funcional y donde su existencia haría la vida de todo grupo más acorde, pero no necesariamente más eficiente. El Plan de Lección E-03 del Ejército de Chile se utilizaba para instruir a los oficiales, suboficiales y soldados del ejército, y en él se definían las virtudes


188

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

militares de la siguiente forma: el honor como un sentimiento que se lleva dentro del corazón, que permite estar constantemente dispuesto a defender el prestigio propio, de la familia, del ejército, de la bandera y de la patria; el honor está por encima de todo; de la vida, de los bienes materiales y de cuanto existe en la vida; el honor es algo tan grande y tan sublime, que por él se sacrifica la vida, la hacienda, las cosas y afectos más hondos del corazón. El valor es considerado como una de las virtudes militares por excelencia, que desprecia hasta la vida para emprender las más grandes empresas, sin temor a los obstáculos o dificultades que se le presentan, la valentía es la práctica del valor; por consiguiente, el valor es una virtud que puede cultivarse; el soldado, de por sí, debe ser valiente y ser sometido a pruebas o actos que le permitan acrecentar esta virtud; un comandante en todo momento debe poseer una fuerza tal de carácter capaz de hacer de su decisión una realidad tangible, que a toda costa, contra todos los inconvenientes y dificultades que se le presente, continúe impertérrito en tratar de lograr el objetivo que se propuso alcanzar; debe entrenarse día a día en la paz para adquirir dicho valor y fortaleza y estar preparado psíquica y físicamente para cuando llegue la acción bélica; el valor es el producto de la confianza y del ejemplo. La lealtad es la virtud moral que debe iluminar todos los actos del soldado para con su institución, superiores y compañeros; esta tiene por condición el ser recíproca; es el buen comportamiento de una persona con otra, de acuerdo con lo que exigen las leyes del honor y de la hombría; el soldado debe lealtad, respeto y obediencia a sus superiores; esta virtud es tal vez la más importante para el ejercicio del mando, ya que un comandante no podrá ejercerlo en buena forma si no cuenta con la lealtad de sus subalternos; un comandante debe poner todo lo que está de su parte


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 189

para lograr de sus subalternos una lealtad a toda prueba y en igual medida esta virtud tendrá reciprocidad de parte del comandante hacia sus subordinados. El compañerismo es el sentimiento que debe tener todo soldado para servir a todos desinteresadamente, aun en las situaciones más difíciles, el soldado debe vivir en total armonía con sus demás compañeros; este sentimiento desarrolla el espíritu de unión entre unos y otros; es sumamente necesario el acercamiento entre el comandante y sus hombres, hecho que le permitirá conocer más a fondo las posibilidades y limitaciones de sus subalternos; de este acercamiento nace la mutua confianza y un sentimiento de compañerismo que es la esencia del espíritu de cuerpo. La abnegación es el sentimiento que debe tener todo soldado y ciudadano y que comienza cuando el deber se ha cumplido y todavía queda algo por hacer, cuya ejecución depende de nuestra voluntad; la abnegación es una de las virtudes esenciales del soldado; llega a su grado máximo en la guerra, al sacrificar la vida en aras de la patria; la capacidad para sobrellevar las dificultades que se presenten es de gran valor en el mando. El espíritu de sacrificio, la energía y la fe para llevar adelante la empresa comenzada son los factores que llevarán al comandante a superar las dificultades y reveses en procura del buen éxito. El ejercicio del mando siempre debe inspirarse en la abnegación y voluntad inquebrantable del comandante para obtener el triunfo. La fidelidad es el amor inquebrantable a la patria, solemnizado por el juramento a la bandera y la obligación de defender la integridad material de la nación y cumplir con las leyes de la República. El patriotismo se manifiesta superándose individualmente en la educación, en el esfuerzo por ser cada día un elemento más útil a la sociedad; en enriquecer la economía mediante el trabajo honrado y eficiente; en levantar el nivel moral, cultural y material del propio hogar; en colocar el inte-


190

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

rés nacional por encima de los intereses mezquinos de círculos e individualidades. El espíritu militar no es otra cosa que el sentimiento consecuente de la función militar, manifestado por la acción voluntaria y espontánea del soldado. Desarrolla la iniciativa y mueve a colaborar por entero dentro de la obra común. Y, finalmente, el espíritu de cuerpo es el amor que debe sentir todo soldado por la unidad a que pertenece; se demuestra tratando en todos los actos del servicio de engrandecer el prestigio de esta mediante su trabajo y preocupación. En el Reglamento de Disciplina de las Fuerzas Armadas que está vigente desde 1951,242 se estipulan los actos que deben caracterizar el actuar del militar. Primeramente, señala que el ejercicio de la profesión militar deriva de la necesidad que tiene el país de salvaguardar su vida institucional de toda amenaza interior o exterior y reside, principalmente, en los sentimientos del honor y del deber de todos los que la profesan. Todo militar debe acreditar su amor al servicio, honrada ambición y constante deseo de ser empleado en las ocasiones de mayor riesgo y fatiga, dar a conocer su valor, talento, preparación y constancia. El ejercicio del mando, en cualquier actividad militar, debe llevar en sí el firme propósito de cumplir la misión o tarea recibida. El superior tiene el deber de servir de ejemplo y de guía de sus subalternos. Los militares que ejerzan el mando deben inspirar a sus subalternos respeto y obediencia, derivados de su propia preparación, conducta y ejemplo: el oficial que sabe hacerse querer de su tropa la arrastra tras de sí en toda circunstancia, se hace obedecer en los momentos más difíciles y obtie-

242 Reglamento de Disciplina para las Fuerzas Armadas. Decreto Nº 1.445 de 14 de diciembre de 1951.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 191

ne de ella todos los sacrificios, aun los más heroicos.243 El militar que tuviere orden absoluta de conservar su puesto a toda costa, lo hará. La dignidad es condición indispensable en todos los integrantes del ejército; ella regula los actos y modera las pasiones. El Comandante en Jefe del Ejército, general de ejército Juan Emilio Cheyre Espinosa, dispuso que el Departamento de Historia Militar del Ejército, en conjunto con el Comando de Institutos Militares y la Academia de Historia Militar de la institución publicaran el Manual de Tradiciones y Ritos,244 en este se establece que el honor militar es aquella cualidad moral que determina y obliga al soldado de cualquier jerarquía a conducirse y guiarse con arreglo a normas éticas de buen comportamiento personal, de realizar sus actos funcionarios, de mando y de ejecución a la luz de normas morales que el servicio de la patria impone y exige. Con ello la imagen proyectada es de “buena reputación” o de “honorabilidad”. Es imposible concebir a la profesión militar sin el honor, en este están involucrados una serie de conceptos y virtudes asociadas a esta virtud, lo que significa que es el resultado de la observancia de varios valores individuales y colectivos. Así, el honor personal trasciende a la propia familia y al ejército, involucrando de una u otra manera, a toda la institución, a sus mandos, a sus áreas formativas y al ejercicio de la profesión militar. A su vez, colectivamente, el honor militar exige al soldado que luche, que venza, que mantenga la tradición ancestral de su unidad o de la institución, lo que conlleva la aplicación del valor, 243 Reglamento de Disciplina para las Fuerzas Armadas de Chile, art.18. 244 Ejército de Chile, Manual de Tradiciones y Ritos, Santiago: Departamento de Historia Militar, 2002.


192

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

disciplina, etc. Queda establecido que el honor militar es un valor que se sustenta en aspectos morales superiores y que trasciende a los soldados individualmente considerados. Así, el honor en la acepción anterior se relaciona con la forma y la dignidad, cuya pérdida es muy difícil de recuperar, pues la colectividad asocial, se ha formado un juicio previo de imagen, sobre determinadas actuaciones que se hacen públicas. El valor del soldado constituye una fuerza moral para afrontar el choque de las ideas y defender sus conquistas en los ámbitos del derecho, la política, la economía, en la vida social y en el quehacer militar: podrán temblar las manos, flaquear las piernas y transpirar la frente, pero en el instante de la decisión, un auténtico valor postergará hasta el humano instinto de conservación y le alentará en el minuto supremo de sacrificarse por el deber.245 El valor aflorará en forma irresistible en el instante supremo, con la fuerza y la naturalidad de la más firme de las convicciones. A través de los tiempos y de todas las campañas que registra la historia militar, emerge como verdad ineludible que el valor del combatiente es ese fomento indiscutible del espíritu y acción, basado en el calor apasionado del patriotismo, en la cohesión física y anímica que emana de la disciplina, la emulación, la tradición, el espíritu de cuerpo, el ejemplo del jefe y la acción del mando, y que sigue siendo el factor decisivo en la guerra, pese a los progresos de la técnica moderna. El valor se desarrolla por la educación creciente de la inteligencia y de la voluntad. La base del valor es el dominio de sí mismo, que solo existe en los individuos físicos, psíquica y espiritualmente bien constituidos y entrenados. 245 Ibídem, p. 21.


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 193

El espíritu de cuerpo es la expresión de afinidad, de integración cohesionada en el conjunto de la vida militar, de camaradería afectuosa entre los miembros de la institución y de cooperación desinteresada en procura de lograr una tarea común. Es la necesaria adhesión afectiva que requiere sentir el soldado al ser parte integrante del ejército. Es el estado de ánimo que hace sentir como propios los éxitos de la institución y que lo impulsa a sacrificarse en su beneficio. Cuando todos los miembros están compenetrados por entero del sentido de la función que cumplen, cooperando todos y cada uno de sus miembros a la consecución de sus objetivos, se dice que sus integrantes tienen espíritu de cuerpo. El espíritu de cuerpo emana de la confianza en el arrojo de los compañeros y en la pericia de los jefes, de la satisfacción de formar en las filas de un cuerpo de historia glorioso; del placer de compartir peligros, fatigas y honores con hombres unidos por los lazos del afecto y el compañerismo; del mutuo y eficaz apoyo que entre sí deben prestarse todos, y hace esforzarse por aparecer con dignidad ante los extraños. El espíritu de cuerpo desarrolla en los soldados la franqueza, la afable jovialidad, la lealtad, la tolerancia, la benevolencia; destruye la intransigencia y crea la armonía y la concordia; fomenta el celo por la dignidad común; pretende el realce de la unidad, y es un noble estímulo que tiene por satisfacción y recompensa única y más preciada el vestir el uniforme y pertenecer al ejército. El soldado se considera más fuerte al combatir entre sus mismos camaradas, entre aquellos con quien aprendió la instrucción y estuvo de guardia, que a todos conoce y en todos sabe existe honor y valor. Confiando en sus compañeros, poseído del sentimiento de la solidaridad, peleará con más bravura, sabiendo que sus esfuerzos han de ser seguidos de aquellos, y que jamás ha de verse desamparado; y es bien seguro, además, que por


194

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

no perder la estimación y concepto de sus camaradas, se excederá en valor y el honor será su guía. La abnegación del soldado es la cualidad moral que lo impulsa a cumplir el deber más allá de posibles limitaciones, con voluntario desprendimiento personal, sacrificándose con olvido de sí mismo para servir a un fin o causa superior. Ello deriva de la propia conciencia que lo motiva a realizar fiel y adecuadamente, una tarea asignada, pese a las dificultades que se presentan en su cumplimiento. La abnegación, como manifestación del carácter, se traduce en una gran fuerza de voluntad para sobreponerse a las circunstancias adversas y llegar finalmente a lograr el éxito. La disciplina militar es concebida como el estado de orden, subordinación y obediencia que permite el funcionamiento eficiente de la institución. Impone la subordinación del soldado y el estricto cumplimiento de observancia de las leyes, reglamentos y órdenes que rigen la vida militar. Se expresa por los conceptos de obediencia debida, comportamiento individual y colectivo consciente y acorde con los principios de justicia, lealtad y buen criterio, a fin de que dicho proceder permita la realización del fin perseguido o misión asignada en forma adecuada, ya sea individual del soldado o del conjunto como institución. La disciplina exige sacrificios, valores y actitudes. La disciplina militar ha existido siempre, pero su aplicación a través de la historia ha venido evolucionando de acuerdo a las complejidades propias no solo del combate sino también de la evolución de las personas y sociedades. Al respecto, en el primitivo uso militar, significaba el adiestramiento en el manejo de las armas, el rígido acatamiento de la autoridad, el castigo como elemento central. Lo anterior debido a que los


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 195

ejércitos estaban constituidos por voluntarios, esclavos y otros sin mayor preparación para estos fines. A través del tiempo y en la medida que los cuerpos armados empiezan hacer de su actividad una profesión, el sentido de disciplina va evolucionando, configurándose una subordinación voluntaria hacia ella, de parte de sus integrantes.246 El texto matriz y vigente al año 2008, que integra la base doctrinaria de los valores de los integrantes del Ejército de Chile es la Ordenanza General del año 2006, que fue promulgada por el Presidente de la República Ricardo Lagos Escobar, conforme se lo propuso el Comandante en Jefe del Ejército el 7 de febrero 2006.247 En esta se determina que los valores militares constituyen orientaciones que deben regir la conducta de los militares tanto en la paz como en la guerra. Para el profesional militar actuar conforme a los valores fundamentales constituye una obligación permanente, cuyo cumplimiento lo debe transformar en una persona virtuosa. El espíritu militar, motor y expresión de la vocación militar, demanda a quienes integran el ejército un compromiso personal para hacer suyas, conscientemente, las siguientes virtudes: la disciplina como el dominio de sí mismo que mueve a la persona al cumplimiento del deber, supeditando su propia voluntad al bien colectivo. La disciplina es esencial para un ejército dado que es un bien insustituible que lo fortalece y lo preserva. La disciplina no es un acto de sumisión, sino que es un acto de reflexión profunda, mediante el que los subalternos entregan a la persona que tiene facultades de mando parte de su 246 Ejército de Chile, Manual de Tradiciones y Ritos, Santiago: Departamento de Historia Militar, 2002. 247 Decreto MDN.SSG. Depto. II/1 Nº6030/86 de 22 febrero de 2006.


196

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

libertad de acción, sentimientos y deseos, para que el mando realice la tarea o misión encomendada y debidamente normada; la lealtad es la fidelidad al orden normativo legítimo, a las autoridades republicanas, al ejército, a la organización a la que se pertenece, a los superiores, camaradas, subordinados y subalternos; el honor es la virtud sintetizadora de todos los valores cívicos y militares que mueven a una persona a actuar siempre con la verdad, dignidad, sinceridad, rectitud, honestidad y en coherencia con los principios que dan sustento a sus actos. En definitiva, el honor se sintetiza en ser una persona digna de confianza; el valor es la fuerza moral y física que lleva a acometer resueltamente grandes desafíos, enfrentando de manera consciente el peligro y la adversidad; el espíritu de cuerpo es el afecto común. Aquel que, sin caer en corporativismos, deben sentir todos los soldados por la unidad a la que pertenecen y sus integrantes, que lleva a trabajar armoniosamente y en comunidad de propósitos y fines. La abnegación es la disposición a subordinar los propios intereses al cumplimiento del deber; el cumplimiento del deber militar es la acción voluntaria y predisposición positiva para cumplir las obligaciones inherentes al servicio, poniendo en primer lugar el amor a la patria. Puede llevar hasta el sacrificio de la propia vida de ser necesario; la integridad es la probidad, honradez, honestidad y rectitud que llevan a actuar permanentemente con honor, conforme a la verdad e inspirados en valores éticos; el respeto es llevar la propia actuación valorando los derechos, condición y circunstancias de los demás sin discriminación ni marginación de ninguna especie; el espíritu de servicio es la disposición a ofrecer voluntaria y activamente su trabajo en beneficio de la unidad y la cohesión social; la subordinación al derecho es la sujeción de quienes tienes la potestad legal del uso de


CAPÍTULO IV. HISTORIOGRAFÍA DE LAS VIRTUDES MILITARES DEL EJÉRCITO DE CHILE 197

las armas, al orden normativo que la sociedad legítimamente se ha dado y que tiene su máxima expresión en la Constitución Política de la República.248

248 El Art. 68 de la Ordenanza señala: este conjunto de virtudes pueden ser discernidas y desarrolladas por todo ciudadano, pero al militar le son demandables por la sociedad, sus autoridades y la jerarquía militar, pues si carece de ellas no está en condiciones de cumplir con su deber.



199

CAPÍTULO V Acciones heroicas. Virtudes militares de las fuerzas que participaron En todos los países y ejércitos del mundo se han instituido epopeyas inmortales de combates, acciones y héroes que identifican a cada nación o a los protagonistas más relevantes de un suceso histórico, independientemente –en muchos casos– del resultado del mismo. Es más, numerosos personajes ilustres antes del acontecimiento eran desconocidos, y luego son perpetuados en la historia por las acciones que realizaron o por las decisiones que adoptaron. En otros casos, algunos de ellos inicialmente son descalificados, para luego con el transcurrir de los años y ante un análisis desligado de las pasiones políticas, son ensalzados en la literatura histórica como actores relevantes de los acontecimientos nacionales. De esta realidad se podría inferir que los países generan una fuerza endógena para sustentar la identidad nacional y comunicar, de generación en generación, los valores que la contemporaneidad social evalúa positivamente, y en algunos casos, postergando en las narraciones los antivalores que circunstancialmente determinados eventos y personajes por sí mismo representan. La historia general de Chile está férreamente entrelazada con su historia militar. Solo 200 años de su independencia podría ser la explicación, ya que no hay período patrio que no esté jalonado o influido por un hecho de armas. Estos son generosos en hazañas, y afortunadamente también en protagonistas. Chile es uno de los países latinoamericanos que sobresale respecto de las acciones militares emprendidas y las victorias obtenidas, como también de haberse enfren-


200

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

tado a ejércitos que fueron dignos rivales dirigidos por célebres comandantes. Para investigar si las virtudes militares definidas por el Ejército de Chile tienen una correspondencia histórica y conocer cómo estas se explicitan en la historia militar, se presentó la dificultad metodológica para seleccionar los sucesos que ameritan ser analizados con esos fines y cuáles a juicio de los historiadores pueden ser catalogados como tales. Para lo anterior, no ha quedado otra opción que la que permite la extracción de información de la principal publicación de temas militares, el Memorial del Ejército de Chile, que periódicamente se ha publicado desde 1906, para constatar en esta publicación la cantidad de artículos publicados sobre episodios militares donde se destaquen los valores de la tropa chilena o de los mandos involucrados.249 El resultado de lo anterior, ha permitido conocer la cantidad de publicaciones y reposicionamiento en la literatura militar de las acciones más distinguidas, y cuáles representan de mejor forma las virtudes militares. No se ha incluido para estos fines ninguna acción naval, por estimar que estas han sido profusamente difundidas por la Armada de Chile; además, porque el objetivo de este trabajo se relaciona con las acciones de participación directa del Ejército y por el carácter institucional de la publicación en la que se obtuvo la muestra. Pese 249 El Memorial del Ejército de Chile es la publicación latinoamericana de temas militares de mayor especialización y antigüedad, y donde preferentemente se han difundido temas de carácter histórico militar. La medición efectuada tomando como referencia esta publicación, tiene el merito de que esta ha privilegiado a los escritores militares con formación académica militar. Las consultas se efectuaron en los memoriales del Ejército que están a disposición del público en la web del Ejército de Chile.


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

201

a ello, cabe indicar que en el Memorial del Ejército, la acción y personajes que con mayor frecuencia en la historia de la publicación son relatados, corresponden a la gesta del Combate Naval de Iquique y los héroes que lo glorificaron. Los resultados obtenidos permiten señalar que los sucesos más representativos son: de la Independencia, la sorpresa de El Roble, el sitio de Rancagua, Batalla de Chacabuco y batalla de Maipú; de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, la Batalla de Yungay; de la Guerra del Pacífico, el desembarco de Pisagua, el asalto y toma del Morro de Arica, la Batalla de Tarapacá, la Batalla de Tacna, el Combate de Sangrar, el Combate de La Concepción, y la Batalla de Huamachuco. Gráfico con la frecuencia de las publicaciones según los memoriales del Ejército 1906-2007


202

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Narración histórica Período de la Independencia: Sorpresa de El Roble (17 de octubre de 1813) Después del fracaso del sitio de Chillán –a principios de agosto de 1813–, el Comandante en Jefe del Ejército patriota, brigadier José Miguel Carrera Verdugo, ordenó la retirada hacia el sur. Una división al mando de Juan José Carrera y Juan Mackenna avanzó desde Quirihue hasta la zona de Membrillar. Carrera y el coronel Bernardo O’Higgins Riquelme por su parte, llegaron en la tarde del 16 de octubre al vado de El Roble, en el río Itata, al mando de alrededor de 800 soldados de las tres armas. Pasaron al reposo en la ribera sur, adoptando las medidas de seguridad necesarias para evitar una eventual sorpresa de parte de los guerrilleros realistas que incursionaban en la zona. No obstante, en la madrugada del 17 de octubre, las fuerzas patriotas fueron sorprendidas por una columna enemiga comandada por el guerrillero Juan Antonio Olate, que simulando un ataque frente al vado, atravesó inesperadamente el río tres kilómetros aguas arriba. A pesar de la confusión, el coronel O’Higgins –que estaba herido en una pierna– demostrando sus dotes de guerrero, presencia de ánimo y valor, se negó a abandonar la línea de fuego, reunió a sus fuerzas y luego de organizar adecuadamente la resistencia, arengando a su tropa al grito de ¡O vivir con honor o morir con gloria! ¡El que sea valiente, sígame!, atacó frontalmente a bayoneta calada al enemigo. Los soldados estimulados por el ejemplo, presencia de ánimo y valor de su comandante, lo siguieron gritando ¡Viva la Patria!, transformando la sorpresa e inminente derrota en brillante victoria para las armas patriotas. En el parte oficial dirigido al gobierno, el ge-


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

203

neral en jefe informó del valeroso actuar de O’Higgins en combate expresando: no puedo dejar en silencio el justo elogio que tan dignamente se merece el citado O’Higgins, a quien debe contar V.E. como el primer soldado capaz en sí solo de reconcentrar y unir heroicamente el mérito de las glorias y triunfos del Estado chileno. Se destacaron también en este combate el capitán de Húsares Joaquín Prieto Vial y el teniente de Dragones Ramón Freire Serrano, quienes con su decidida acción obligaron finalmente al enemigo a retirarse. La mayoría de los historiadores concuerdan con la narración de esta acción y coinciden con las arengas que hasta el día de hoy rememoran y simbolizan el liderazgo ejercido por Bernardo O’Higgins. A partir de El Roble, y en forma gradual, la tropa va identificando a O’Higgins como un ejemplo del valor y representante de las ideas libertarias que lo inician en el camino de la inmortalidad y lo legitiman como el comandante de las fuerzas chilenas. Irrumpir por sobre las fuerzas adversarias y tener la certeza moral de que la tropa lo seguiría en su acción de arrojo, pasan a ser distintivos de sus posteriores conductas como líder de las fuerzas patriotas. O’Higgins no titubeó ante la amenaza y fuerzas que enfrentaba, tampoco ante la incertidumbre de la oscuridad y el zafarrancho ocasionado, ni siquiera por las heridas y apremio de fuego que el enemigo ocasionaba, solo temió por el sostenimiento de la causa por la cual luchaba. A la postre se podrán discutir extemporáneamente muchas de las decisiones y actitudes de O’Higgins, pero nadie podrá poner en duda que este insigne patriota es el mayor ejemplo de la virtud del valor militar, que la historia militar ha venido traspasando para las generaciones posteriores. La historia militar chilena ha sido fiel custodio de los sucesos donde las virtudes de los comandantes o de la tropa


204

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

sobresalen en la organización, consolidación o defensa de la patria, innumerables hazañas ejemplarizan estas conductas hasta el día de hoy, pero ninguna como la de El Roble donde solo se ganaba el honor o la gloria. Sitio de Rancagua (1 y 2 de octubre de 1814) A mediados de agosto de 1814, tropas realistas al mando del general Mariano Osorio, –experimentadas en la guerra contra Napoleón– bien armadas y pertrechadas desembarcaron en Talcahuano. Luego de llegar a Chillán, se prepararon para iniciar una rápida campaña hacia el norte. Su avance fue retardado por el mal estado de los caminos y la necesidad de no fatigar a la tropa, logrando recién a fines de septiembre concentrar la totalidad del ejército en las proximidades del río Cachapoal. El dividido y mal entrenado ejército patriota por su parte necesitaba ganar tiempo, manteniendo alejado al enemigo de la línea del Cachapoal, o en última instancia conteniéndolo en la angostura de Paine. Desde el primer momento surgieron dificultades entre los generales patriotas para acordar el plan de operaciones. El general en jefe Carrera insistía en la conveniencia de detener a las tropas realistas en la Angostura de Paine; en cambio O’Higgins estimaba más favorable defenderse en la plaza de Rancagua. El ejército patriota marchó hacia la línea del Cachapoal, situándose la primera división frente a Rancagua, la segunda en el vado de Los Robles y la tercera, que marchaba desde Santiago al mando de Carrera, solo llegó el 29 de septiembre a Mostazal, con la intención de vigilar el vado de Punta de Cortés. Sin embargo, creyendo que los realistas se replegaban hacia el sur, no ordenó oportunamente su avance para proteger el vado, permitiendo que el grueso del ejército de Osorio cruzara el río sin resistencia en la madrugada del 1 de


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

205

octubre. Para evitar verse rodeado por el enemigo y a la vez no abandonar a su suerte a la 2ª división comandada por el brigadier Juan José Carrera, que ya se había encerrado en la villa de Rancagua, resolvió marchar hacia dicha localidad. Así se atrincheraron en la plaza unos 1.750 patriotas al mando de O’Higgins, luego que Juan José Carrera, reconociendo el mayor ascendiente y competencia de O’Higgins pusiera las tropas bajo sus órdenes. Las fuerzas de Osorio sumaban algo más de 4.800 hombres, con el apoyo de fuego de 18 cañones. El combate se inició el 1 de octubre con el avance del batallón Talaveras por la calle de San Francisco en dirección a la trinchera sur, acción que coincidió con el ataque a las tres posiciones que defendían los demás accesos a la plaza. Luego de una hora de cruentos combates se produjo la primera retirada realista, cargando a sus heridos y a sus muertos. En la tarde se efectuó un nuevo asalto simultáneo por los cuatro costados, el que fue resistido y rechazado valerosamente por las fuerzas patriotas mediante cargas a la bayoneta. Durante la noche, O’Higgins envió un mensaje a José Miguel Carrera solicitándole municiones y el refuerzo de la tercera división, que fue respondido con un esperanzador: municiones no pueden ir sino en la punta de las bayonetas. Mañana al amanecer hará sacrificios esta división. Chile para salvarse necesita un momento de resolución. Al día siguiente se empezaron a sentir los efectos del corte de la acequia que proveía de agua a la ciudad, que provocó el cese del suministro para la bebida y para enfriar los cañones. Al amanecer, desde el campanario de la iglesia de la Merced, O’Higgins intentaba verificar la llegada de los refuerzos, en tanto que los realistas reanudaban su ataque a la plaza, aproximándose a través de forados hechos en las paredes de las casas aledañas. Transcurridas más de 24 horas de tenaz resistencia, los


206

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

patriotas empezaron gradualmente a ceder, momento en que un vigía observó el avance de la 3ª división, anuncio que infundió un nuevo ímpetu a los defensores, que intentaron en cada trinchera un desesperado contraataque. La suerte de los sitiados parecía haber cambiado, hasta que alrededor del mediodía fue evidente que la fuerza de auxilio no poseía ni el poder combativo ni la disciplina necesaria para enfrentar a las tropas realistas y se retiraba desorganizadamente: O’Higgins recorre las trincheras estimulando el valor de los soldados; y por todas partes encuentra entre los oficiales corazones resueltos y levantados que no se dejaban abatir por la perspectiva de un sacrificio que parecía inevitable.250 Después de rechazar un sexto asalto, el combate concluyó con una desesperada acción patriota para liberarse del asedio realista. O’Higgins, demostrando nuevamente sus excepcionales virtudes guerreras hizo montar a los dragones y a la tropa de infantería que pudo conseguir cabalgadura, organizó una columna de unos 500 hombres, y en una desesperada arremetida logró romper el cerco, abriéndose paso a sablazos por entre las tropas realistas. En Rancagua, nuevamente la serenidad, arrojo y valentía de O’Higgins confirman su sitial como el comandante militar dispuesto a entregar la vida por un ideal, más aún cuando de la patria se trataba. Fácilmente podría haber eludido enfrentarse a los realistas o rendirse ante fuerzas considerablemente superiores, el honor y la valentía se lo impedían, y la tropa se lo exigía. No se trataba de entregar las armas y salvar la vida, era la esperanza de alcanzar la independencia nacional la que se imponía en las voluntades del líder y de sus subordi250 Barros Arana, Diego. Historia General de Chile, Tomo IX, Santiago: Editorial Universitaria, 2002, p. 425.


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

207

nados. Traspasando la barrera de las capacidades físicas de hombres y ganado el rompimiento del frente de las fuerzas atacantes pasa a constituir el objetivo inmediato, a continuación sería salvar con vida. En un esfuerzo reservado para los grandes héroes y para la tropa de elite, las fuerzas al mando de O’Higgins cruzan la barrera entre la gloria y la muerte transformando una derrota en una epopeya de las virtudes militares: O’Higgins siempre entusiasmó a su tropa con el ejemplo, y fue el alma de esa heroica jornada, todos probaron de cuanto es capaz el soldado chileno cuando se bate por la patria y es guiado por un jefe que no conoce el miedo.251 En la tropa ya se rumoreaba, que bajo el mando de O’Higgins la vida no estaba asegurada, pero que la inmortalidad estaba conquistada. Batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817) Entre el 19 y el 22 de enero de 1817 el grueso del Ejército de los Andes inicia desde el campamento El Plumerillo, la travesía de la cordillera en dirección al paso de Los Patos, constituido por la 1ª división al mando del brigadier Miguel Estanislao Soler como vanguardia y por la 2ª división comandada por el brigadier Bernardo O’Higgins. Esta empresa estratégica que constituye el preámbulo de la Batalla de Chacabuco, fue realizada con extraordinaria coordinación en tiempo y espacio, a pesar de las múltiples dificultades que implicaba para una fuerza militar el cruce de tan soberbio obstáculo geográfico, unidas a la incertidumbre sobre el mantenimiento del secreto de la operación y eventuales reacciones de las fuerzas realistas desplegadas en Chile. De esta manera, el 8 251 Álbum Histórico de las Fuerzas Armadas de Chile, Santiago: Empresa Editora Atenas, 1928. pp. 257-258.


208

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

de febrero llegaban a San Felipe, para concentrarse al día siguiente en el campamento de Curimón. El Comandante en Jefe general José de San Martín había resuelto esperar en esa localidad hasta el día 14 a su artillería de campaña que se encontraba retrasada. Sin embargo, informado por el baqueano Justo Estay que tropas realistas al mando del coronel Rafael Maroto salían de Santiago en dirección a las casas de Chacabuco, modificó su decisión al apreciar que podría enfrentar favorablemente al enemigo, de fuerza no superior a 1.400 hombres y solo 2 piezas de artillería. Dispuso entonces iniciar la marcha a las divisiones Soler y O’Higgins –en ese orden– a las 2 de la mañana del 12 de febrero, en dirección a Manantiales. Desde allí, la 1ª división se desplazó hacia el oeste por el camino que asciende la quebrada de Los Almendros en dirección a Montenegro, con muchas dificultades debido a lo escabroso de la ruta y la mayor longitud de esta. La 2ª división empleó un camino llamado posteriormente cuesta vieja, con la intención de confluir en las casas de Chacabuco. En este avance, O’Higgins tomó contacto con tropas avanzadas realistas, que para evitar ser sobrepasadas se retiraron hacia el cerro Los Halcones. Informado de este movimiento por su ayudante, capitán José María de la Cruz, O’Higgins que se encontraba reunido con San Martín, le propuso atacar con su división. Según testimonio de este oficial, el comandante en jefe respondió: bien, mi general, pero de ninguna manera comprometa la acción, pues la derecha (división Soler) viene lejos. La división O’Higgins continuó descendiendo en dirección sur, hasta constatar con sorpresa, por ausencia de reconocimiento previo, que el grueso del ejército realista había avanzado desde las casas de Chacabuco para ocupar posiciones entre el extremo sureste del cerro del Chingue y el cerro Guanaco. Imposibilitado de elu-


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

209

dir al enemigo e impedido también de retirarse para no sufrir una inminente derrota, se aprestó a desplegar sus fuerzas en los faldeos del cerro Los Halcones y envió un emisario al general en jefe informando su situación, pidiendo apurar la marcha de la 1ª división y solicitando refuerzos. Luego, aproximadamente a las 11.45 de la mañana, desplazó sus tropas a la ladera oeste del cerro, que había sido ocupado previamente por el coronel Zapiola al mando de los granaderos a caballo, tomando posiciones a menos de 300 metros de la línea realista e iniciando un efectivo fuego de fusilería que provocó fuertes bajas al batallón Talaveras. Sin embargo, el efecto de la artillería realista se hacía sentir en las tropas patriotas que carecían de este apoyo, no observándose aún la llegada de la división Soler u otros refuerzos, lo que colocó a O’Higgins ante una situación insostenible. Entonces, a proposición del comandante Cramer, experimentado oficial de los ejércitos napoleónicos, O’Higgins ordenó atacar a la bayoneta contra el ala derecha enemiga, cargando simultáneamente los granaderos contra el centro del dispositivo enemigo. Estos últimos, nuevamente por no realizarse un reconocimiento de la dirección de aproximación, debieron detenerse al encontrarse con el cauce del arroyo Las Margaritas, lo que provocó también desorganización en los cuerpos de infantería, que debieron replegarse sin sufrir grandes bajas. O’Higgins resolvió efectuar un nuevo asalto. Sobre las acciones que se sucedieron a partir de ese momento existen al menos dos versiones. Una que señala que coincidió con la carga de tres escuadrones de granaderos enviados al combate por el general San Martín, en contra de la caballería realista ubicada sobre el camino real, detrás de las posiciones ocupadas por Maroto. La otra versión indica que cuando retrocedía en desorden el batallón Chiloé, el coronel Zapiola y sus


210

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

granaderos arrollaron a las compañías de cazadores del citado batallón y del Talaveras, provocándose una brecha en la línea enemiga, que fue aprovechada por la infantería para apoyar a la caballería, rebasando esta el ala derecha realista y cargando nuevamente contra las tropas enemigas de ambas armas, las que siendo las 13.30 horas iniciaron la retirada hacia las casas de Chacabuco. La llegada de tropas avanzadas de la división Soler y la persecución de la caballería hasta la villa de Colina sellaron media hora más tarde el triunfo del Ejército de los Andes, con un saldo de 500 bajas realistas y 600 prisioneros, en comparación con algo más de 100 bajas patriotas, entre muertos y heridos. Algunos historiadores han criticado profusamente al general O’Higgins por las decisiones que adoptó en el campo de batalla, aduciendo que habrían estado inspiradas por un temerario y mezquino afán de lucimiento personal que comprometió gravemente el resultado final de la batalla. Sin embargo, un análisis desapasionado de los hechos, nos lleva a concluir que la orden para el ataque de su división contó con la anuencia del Comandante en Jefe. Tampoco se puede argumentar que desobedeció la orientación de San Martín de: no comprometerse en acción, pues es responsabilidad de todo comandante apreciar adecuadamente la situación y resolver en consecuencia, lo que justifica su ataque a las fuerzas que se le enfrentaban, al no tener otra alternativa viable, decisión que a la postre determinó el triunfo patriota. Por otra parte, si se analizan las bajas de combate del Ejército de los Andes se observa que fueron muy reducidas, desvirtuando la temeridad del riesgo asumido. Mayores fueron las críticas al brigadier Soler, incluso de sus compatriotas, que no encuentran justificación


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

211

a su pasividad o a lo menos falta de decisión en la conducción del desplazamiento de las fuerzas a su mando, que retrasaron peligrosamente su presencia y participación en la batalla. Las críticas a la impetuosidad de O’Higgins encuentran justificación en la valentía que lo distinguía y que inevitablemente lo estimulaba a mantener la iniciativa. A un valiente como O’Higgins, indicarle que no se comprometiera en acción era ilusorio, su compromiso permanente con la libertad de Chile y su carácter se lo impedían, resolvió en consecuencia a sus condiciones de comandante y a lo que aconsejaba la situación. Los resultados le dieron la razón, y quedó de manifiesto la importancia de las virtudes militares en la conducción del combate. La Batalla de Chacabuco no solo es memorable por sus resultados finales, sino también por la odisea y riesgos que significó el cruce de los Andes. Batalla de Maipú (5 de abril de 1818) El lapso entre la Batalla de Chacabuco y la de Maipú estuvo jalonado por varios hechos relevantes: la creación de un Ejército nacional, tarea a la que O’Higgins se abocó con ahínco desde su nueva investidura como Director Supremo; la conquista de Concepción y el sitio de Talcahuano en julio de 1917, bastión realista que defendió tenazmente el coronel José Ordóñez; la llegada de una fuerza invasora realista al mando del general Mariano Osorio en enero de 1818; la retirada patriota hacia la línea del Maule; el avance realista hacia el norte y la sorpresa de Cancha Rayada (19/20 marzo), que provocó la desorganización del ejército patriota y la incertidumbre y el pánico entre los habitantes de la capital. O’Higgins herido en este


212

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

combate en su brazo derecho, es requerido y se traslada a Santiago, a fin de restablecer la confianza pública e impedir el desorden y la anarquía. A continuación, se produce el encuentro de los contendientes en los llanos de Maipo o Maipú. El Ejército patriota en presencia en la Batalla de Maipú estaba organizado en tres divisiones, con un total aproximado de 6.000 soldados de las tres armas. A media mañana del 5 de abril, estas fuerzas se encontraban en la zona de los Cerrillos, desplegadas al sur de una pequeña loma de unos 6 metros de altura que corre de este a oeste, ocupando la división Las Heras el ala derecha (O), la división Alvarado la izquierda (E) y la división Quintana retrasada, conformando la reserva. La caballería se ubicó en los extremos de ambas alas en tanto que la artillería de campaña tomó posiciones al centro y la volante en ambas alas. El ejército realista, al mando del general Mariano Osorio, con una fuerza total de alrededor de 5.000 hombres, ocupó posiciones defensivas en una meseta triangular al norte de las casas de Lo Espejo, separado del ejército patriota por una hondonada de unos 400 metros, en su extremo este, que se ampliaba hasta cerca de 1.000 en su borde oeste. En el ala izquierda (O) se ubicó una división al mando del coronel Primo de Rivera, al centro la división Morla y a la derecha (E) la división Ordóñez. Ante la inactividad del enemigo, a la 11.30 de la mañana San Martín ordenó abrir el fuego a la artillería, que provocó la reacción de los realistas, cañoneo que luego de media hora demostró su falta de efectividad. Dispuso entonces atacar a sus tropas de primera línea; la división Las Heras, apoyada por la artillería de Blanco Encalada enfrentó a las fuerzas de Primo de Ri-


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

213

vera, tratando de aislarlo del resto del dispositivo, ante lo cual este empleó a sus Dragones de la Frontera, que a su vez fueron rechazados por los granaderos a caballo patriotas. Estos últimos, luego de retroceder ante el nutrido fuego de la infantería enemiga, se recuperaron y lograron el objetivo de separar el ala noroeste del resto de las fuerzas realistas. Casi coincidiendo con la carga de los granaderos, la división Alvarado, apoyada por la artillería de Borgoño, avanzó en dirección a las fuerzas de coronel Ordóñez, sin verlas sino hasta el momento en que coronaron las alturas que estas ocupaban, siendo batidos por fuego a corta distancia. Esta acción desencadenó un contraataque realista que obligó a la división Alvarado a replegarse hacia sus posiciones iniciales, con bajas considerables por ambos bandos. Las divisiones Morla y Ordóñez aprovecharon este momento de debilidad y se lanzaron sobre las fuerzas del ala izquierda patriota, con grandes exclamaciones de triunfo. Sin embargo, el nutrido y certero fuego de la artillería de Borgoño los contuvo en dos oportunidades, para luego hacerlos retroceder, a pesar del ímpetu que el coronel Ordóñez trató de imprimirle al ataque. Al tanto de la situación crítica por la que pasaba la división Alvarado, Las Heras ordenó a sus fuerzas atacar el flanco norte de la División Morla, siendo contenidas y obligadas a retroceder. Las últimas maniobras emprendidas por los contendientes determinaron que en ese momento el resultado de la batalla fuera absolutamente incierto. Entonces, a espaldas de la línea patriota se escucharon los toques de carga que ordenaban entrar en combate a la división de reserva, en dirección al extremo sureste de la posición enemiga. Reanimados por la presencia de estos refuerzos, las fuerzas de la división Alvarado rehicieron filas y reanudaron el ataque. Los cazadores de la Escolta Directorial al mando de Freire cargaron sobre la caballería enemiga del


214

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

flanco este, cayendo en esa acción al frente de su escuadrón el valeroso comandante Santiago Bueras, con el pecho atravesado por un proyectil. La configuración del terreno también provocó sobresaltos a la división Quintana pues al llevar sus tropas a las alturas casi chocó frontalmente con las divisiones Morla y Ordóñez, ocultas por un repliegue de la loma. Aun cuando estas fuerzas realistas se encontraban ocupando un reducido espacio, sin artillería ni caballería, rodeadas por el frente y flancos por las fuerzas patriotas, continuaron combatiendo denodadamente, sin manifestar intenciones de rendirse. La lucha fue tan intensa que en su parte del combate, al relatar este momento de la acción San Martín expresó: con dificultad se ha visto un ataque más bravo, más rápido y más sostenido, y jamás se vio una resistencia más vigorosa, más firme y más tenaz. A continuación, se adelantó la artillería patriota para luego concentrar sus fuegos sobre la posición realista, sin lograr desorganizarla. Cargaron nuevamente los cazadores sobre el flanco derecho, mientras la infantería embistió a la bayoneta al grito de ¡Viva la libertad! Al producirse el desplazamiento de la división Morla hacia la derecha para atacar a la división Alvarado, las fuerzas de Primo de Rivera recibieron la orden de recuperar el contacto con las fuerzas del centro, objetivo que no lograron al impedírselo las repetidas cargas de la caballería e infantería de Las Heras. Entonces, manteniendo cierta organización, las divisiones del centro y ala derecha realistas iniciaron su retirada hacia las casas de Lo Espejo, movimiento que fue seguido luego por los remanentes de la división Primo de Rivera. El Comandante en Jefe realista en cambio, cuando más se requería su presencia, emprendió la fuga hacia Valparaíso con una escolta de caballería.


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

215

Cuando los realistas alcanzaban las casas de Lo Espejo, llegó al campo de batalla el general Bernardo O’Higgins, a la cabeza de unos 1.000 milicianos, produciéndose al encontrarse ambos próceres el famoso abrazo y diálogo: ¡Gloria al salvador de Chile! le saluda O’Higgins, a lo que San Martín contesta: general, Chile no olvidará jamás el nombre del ilustre inválido que el día de hoy se presentó herido en el campo de batalla. El combate continuó encarnizadamente en el callejón de las casas de Lo Espejo, con cuantiosas bajas del batallón patriota cazadores de Coquimbo. San Martín nuevamente dispuso la intervención de la artillería de Blanco Encalada y Borgoño, lo que permitió realizar una nueva e impetuosa carga de la infantería, hasta que los jefes patriotas lograron detener la masacre, ante la rendición y captura de los dispersos. De las fuerzas realistas que participaron en la batalla, 1.500 resultaron muertos, cerca de 2.300 fueron hechos prisioneros y solo 700 consiguieron retirarse organizadamente. El ejército patriota sufrió alrededor de 800 muertos y más de 1.000 heridos. La Batalla de Maipú consolidó definitivamente la independencia de Chile y creó las condiciones iniciales que posibilitaron emprender más tarde la Expedición Libertadora del Perú. Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana Batalla de Yungay (20 de enero de 1839) El objetivo de la Expedición Restauradora fue eliminar el peligro que representaba para la seguridad exterior de Chile el surgimiento de la Confederación PerúBoliviana, cuyo mentor era el general boliviano Andrés


216

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

de Santa Cruz. Para lograrlo se organizó y despachó al Perú, a mediados de diciembre de 1837, una primera expedición al mando del almirante Manuel Blanco Encalada, que se mantuvo hasta noviembre en la zona de Arequipa y que fracasó rotundamente tanto en lo militar como en lo político debido a la inactividad e ingenuidad de su Comandante en Jefe, que lo llevó a firmar el Tratado de Paucarpata, el que luego fue unánimemente rechazado por el gobierno del presidente Prieto, por el Parlamento y por la ciudadanía toda, lo que determinó la continuación de las hostilidades. Fue necesario el envío de una segunda expedición, al mando del general Manuel Bulnes, que desembarcó en Ancón a principios de agosto de 1838. El Combate de Portada de Guías (21 de agosto), posibilitó la conquista de Lima, que precipitó la elección del mariscal Agustín Gamarra como presidente provisional del Perú, que prestaría una valiosa cooperación al Ejército Restaurador. El 18 de septiembre se produjo el Combate de Matucana, con un heroico triunfo para nuestras armas, que si bien no tuvo resultados decisivos en la campaña, contribuyó a fortalecer la moral del Ejército chileno, y a mesurar la soberbia de los confederados. Sin embargo, la hostilidad de la población y las deplorables condiciones sanitarias en que se encontraba el Ejército Restaurador, determinaron la decisión del general Manuel Bulnes de evacuar Lima (8 de noviembre) y continuar la campaña en los departamentos de Huaylas y La Libertad en el norte peruano. La concentración de las fuerzas se produjo en el callejón del río Huaylas, con la intención de atraer hacia el norte al ejército de la confederación, donde además podrían aprovecharse los abundantes recursos de la zona y gozar de mejores condiciones climáticas que facilitarían la recuperación de los enfermos y


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

217

convalecientes. Al día siguiente del exitoso Combate de Buin (6 de enero de 1839), se reanudó la retirada de las tropas chilenas, llegando al campamento de San Miguel, frente a la localidad de Caraz, donde ocuparon posiciones defensivas que Santa Cruz no se decidió a atacar. Por el contrario, las fuerzas confederadas cerraron el callejón por el sur, frente a Yungay, donde ocuparon fuertes posiciones defensivas protegidas por el río Ancach, que corre de este a oeste, al norte de dicha localidad. El 20 de enero el Ejército Confederado con una fuerza que alcanzaba los 6.100 hombres, se encontraba en sus posiciones defensivas de Ancach. Una agrupación adelantada al mando del general Anselmo Quiroz, protegía el flanco noreste delante del río, ocupando las lomas de Punyán y el Pan de Azúcar, cerro este último muy escarpado y casi aislado que se alza en la estribación suroeste del cerro Punyán. La línea defensiva principal corría paralela al río y aprovechaba dicho obstáculo, que en su ribera sur tiene una barranca que se elevaba unos 15 metros sobre el nivel del cauce y una muralla construida con piedra y barro. El ala derecha (E) la ocupaba una división boliviana comandada por el general Ramón Herrera. El ala izquierda (O) la constituía una división dirigida por el general Tristán Morán, compuesta por fuerzas algo menores que la anterior, cuyo extremo alcanzaba el río Santa, invadeable en esa época del año. La caballería fue ubicada detrás de las posiciones de infantería, en una planicie entre el río Ancach y el pueblo de Yungay. La batalla la inició en la madrugada el batallón Aconcagua, que recibió la misión de despejar las alturas y laderas del cerro Punyán, lo que logró luego de un breve tiroteo, replegándose las tropas que


218

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

las ocupaban hacia el Pan de Azúcar. Seguidamente, Bulnes dispuso al batallón Carampangue atacar las posiciones del Pan de Azúcar, para lo cual debieron afrontar una difícil ascensión, casi siempre a gatas y recibiendo fuego de fusilería y rodados de piedra (galgas) que les lanzaban desde las alturas. Una vez alcanzada la plazoleta de la cumbre se produjo una encarnizada lucha a la bayoneta, que diezmó a los atacantes a casi la mitad de sus fuerzas, pero que finalmente, cerca de las diez de la mañana terminó por aniquilar a la totalidad de los tenaces defensores, logrando el sargento José Segundo Alegría del batallón Valparaíso, izar la enseña tricolor en la cumbre del cerro. Integrando las filas del batallón Carampangue combatió heroicamente la cantinera Candelaria Pérez, batiéndose con igual bravura que el resto de sus compañeros de unidad. El Comandante en Jefe confederado dispuso entonces a uno de sus batallones del ala derecha cruzar el Ancach para atacar por la espalda a la tropas chilenas, movimiento que al ser advertido por el general Bulnes lo llevó a ordenar al batallón Colchagua que se le enfrentara, lo que hizo inicialmente con una sorpresiva descarga al abrigo de unos matorrales. Aunque reducidos sus efectivos en un tercio, el batallón boliviano cargó con tanto brío sobre las tropas chilenas, que fue necesario el refuerzo del batallón Portales para conseguir rechazarlos y hacer que repasaran el río hasta la orilla opuesta, esta vez mezclados con sus perseguidores. Estas fuerzas chilenas se vieron pronto rodeadas por el enemigo por lo que debieron replegarse y cruzar el río nuevamente tras sufrir grandes pérdidas. Consolidada la conquista del cerro Pan de Azúcar, Bulnes atacó frontalmente la posición enemiga con los batallones ya empleados, a los que se unieron


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

219

el Aconcagua, el Valdivia, el Cazadores del Perú y parte del Huaylas, para lo cual debieron lanzarse al profundo cauce del Ancach y luego ascender la barranca de la orilla sur, recibiendo el nutrido fuego que el enemigo hacía desde sus protecciones de piedra y barro. Solo el certero fuego destructivo de la artillería al mando del coronel Marcos Maturana, que ocupaba posiciones en las alturas del Punyán, evitó una inminente derrota chilena. Siendo las dos de la tarde, después de soportar más de cuatro horas de ininterrumpida y violenta lucha, el batallón Portales dio señales de ceder, lo que al mismo tiempo provocó el repliegue de las también agotadas tropas en toda la línea, precipitándose al cauce del río en completa confusión, momento que fue aprovechado por las fuerzas peruano-bolivianas para abandonar sus trincheras y contraatacar a la bayoneta, acción que fue acompañada con el avance de la caballería para cortar la retirada. Sin embargo, la difícil situación fue conjurada con la oportuna intervención de los batallones Valparaíso, Santiago y restos del Huaylas, que integraban la reserva del Ejército Restaurador, los que al mando del propio Comandante en Jefe cruzaron el río en auxilio de la infantería chilena. Luego, Bulnes repasó el Ancach, esta vez para conducir al Regimiento Cazadores a caballo que rebasando por el oeste el ala izquierda confederada, cargó sobre la caballería adversaria que atacaba a la desgastada infantería chilena. Luego, con el refuerzo de los Lanceros y Carabineros de la Frontera, cargaron sobre el enemigo que empleó infructuosamente su reserva, logrando finalmente romper las desmoralizadas filas enemigas y ponerlas en desordenada fuga. Cooperó también al logro del triunfo definitivo la oportuna carga de los granaderos a caballo que habían quedado de reserva en las casas de la hacienda de Punyán. La persecución se materializó eficazmente hasta unas tres leguas al sur


220

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

de Yungay, alcanzándose el aniquilamiento del adversario. Como resultado de esta feroz batalla el Ejército de la Confederación tuvo 1.400 muertos y 1.600 prisioneros, en su mayoría heridos. El Ejército Restaurador tuvo 807 muertos y 735 heridos. Con la victoria de la Batalla de Yungay se logró el objetivo de disolver a la confederación peruano-boliviana, pero fundamentalmente, más que en ninguna otra contienda, se evidenció el extraordinario espíritu guerrero del chileno, que sobrellevando su inferioridad numérica, la valiente resistencia de los defensores, las dificultades que le impusieron los obstáculos naturales, la poca experiencia de combate y escasez de medios materiales, alcanzó de igual manera un brillante triunfo militar. En esta gloriosa gesta surgió también la heroica y abnegada figura de la mujer soldado, encarnada en la legendaria cantinera Candelaria Pérez. El chileno, representado por toda la amplia gama de sus ciudadanos, concurrió a los cuarteles respondiendo al llamado a las armas, en defensa de la patria amenazada, siendo en definitiva su pueblo el verdadero vencedor. Con justa razón entonces se instituyó la fecha de la Batalla de Yungay como el día del “Roto Chileno”. Guerra del Pacífico Asalto y Toma de Pisagua (2 de noviembre de 1879) Una vez que el poder naval enemigo quedó neutralizado con la captura del Huáscar en Angamos (8 de octubre de 1879) y se obtuvo el dominio del mar, el gobierno chileno resolvió finalmente la invasión de la provincia peruana de Tarapacá, a través de un desembarco en la bahía de Pisagua, ubicado en un punto intermedio


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

221

del litoral, entre Arica e Iquique. Esta maniobra pretendía impedir la reunión del ejército peruano del sur concentrado en Iquique con el ejército del norte ubicado en la zona de Tacna y Arica. Con este propósito el 28 de octubre zarpó de Antofagasta un convoy integrado por 15 transportes, escoltados por 4 buques de guerra, conduciendo a cinco divisiones de desembarco y otras tropas sin asignación definida, con un total aproximado de 9.600 hombres. El desembarco y asalto a las playas se haría, en tres escalones, uno en Junín con 2.175 hombres y los dos restantes en Pisagua con 2.525 soldados. Las tropas aliadas que defendían Pisagua estaban integradas por cerca de 500 soldados peruanos y los batallones bolivianos Victoria e Independencia con algo más de 900 hombres. Luego de tomar sus posiciones de combate, a las 7 de la mañana los buques de guerra rompieron sus fuegos sobre los fuertes ubicados en los extremos de la bahía: el blindado Cochrane y la corbeta O’Higgins sobre el fuerte sur y la cañonera Magallanes y la goleta Covadonga sobre el fuerte norte. Muy pronto la artillería de ambos fuertes fue silenciada por la precisión del cañoneo naval, momento esperado para iniciar el acercamiento a la playa. Sin embargo, hubo un retraso en la ocupación de las lanchas y botes disponibles, por lo que la primera oleada de desembarco llevó a la playa solo a la 1ª y 3ª compañías del Atacama y a la 1ª compañía del Zapadores, con un total de 450 soldados. En su aproximación estas fuerzas recibieron el nutrido fuego de fusilería de los defensores, parapetados tras las rocas, sacos de salitre y carbón de piedra, para luego desembarcar y atacar a la bayoneta, logrando conquistar una pequeña cabeza de playa, que mantuvieron con gran esfuerzo y con el valioso apoyo de la artillería naval, en espera de la llegada de refuerzos. El segundo


222

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

escalón con 900 hombres, conformado por las demás compañías del Atacama y Zapadores, una compañía del Regimiento Buin y tropa del 2º de Línea, desembarcaron alrededor de 45 minutos después, para vencer la resistencia de los aliados que se mantenían en los edificios de la estación del ferrocarril y depósitos de salitre, completar la ocupación de Pisagua, e iniciando también la ardua subida en dirección a la pampa de Hospicio, meseta que fue ocupada por el ímpetu que imprimió a la penetración la llegada de nuevas oleadas de desembarco. Así, a las tres de la tarde, tras la precipitada retirada de las fuerzas aliadas hacia el interior, consolidando el triunfo ondeó la bandera chilena clavada en lo alto de un poste de Alto Hospicio por el teniente Rafael Torreblanca de dotación del Regimiento Atacama. El desembarco en Junín se materializó casi sin resistencia, ya que las fuerzas de caballería que protegían el puerto huyeron al escuchar los cañonazos de los buques de guerra. No obstante, hubo un retraso en la conquista de este objetivo, que se logró cerca de las 5 de la tarde, debido a las malas condiciones en que se desarrolló el desembarco. El total de bajas aliadas se estimó en 200 entre muertos y heridos, en tanto que las chilenas fueron de 58 muertos y 173 heridos. El Asalto y Toma de Pisagua tuvo relevancia mundial, pues se le reconoce como el primer desembarco anfibio en el que también se empleó exitosamente el apoyo de fuego naval en coordinación con la maniobra, inicialmente para aniquilar las baterías de los fuertes enemigos y luego para destruir los atrincheramientos adversarios y proteger y apoyar el avance de las tropas hacia el interior. En esta batalla se destacó el valeroso desempeño de las tropas chilenas que integraron el primer escalón de desembarco, que por circunstancias extraordinarias contó con una fuerza inferior en


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

223

un 50% a las originalmente previstas. Esta inferioridad numérica inicial provocó una situación de debilidad en la playa, que logró superarse gracias al empleo del combate cuerpo a cuerpo en el que se destacaron los aguerridos e intrépidos soldados del Atacama y del Zapadores. El desafío que significó la travesía marítima, el desembarco y el ascenso a pampa Hospicio son obstáculos que solo pueden ser superados con tropas disciplinadas y con comandantes con fuerte ascendiente de mando. Batalla de Tarapacá (27 de noviembre de 1879) La Batalla de Tarapacá se produjo como consecuencia directa del desarrollo e inesperado resultado de la Batalla de Dolores (19 de noviembre), en la que por desconocimiento de la situación el mando chileno pensó que se trataba de un reconocimiento y no de una acción decisiva, la que se esperaba para el día siguiente. Esta errada apreciación impidió que se explotara adecuadamente la sorpresiva victoria obtenida, realizando una más efectiva persecución para aniquilar a las derrotadas y dispersas tropas aliadas peruanobolivianas. De esta manera, el enemigo logra retirarse hacia la quebrada y aldea de Tarapacá ubicada al sureste del pozo de Dolores, con una tropa estimada en no menos de 6.000 hombres, incluidos los dispersos y fuerzas provenientes de Iquique, bajo el mando del general peruano Juan Buendía. Por parte del Ejército chileno, cabe señalar como acciones relevantes posteriores a Dolores, el reconocimiento realizado hacia el sur, en dirección a Pozo Almonte y La Noria, por el Regimiento Cazadores a caballo al mando del coronel Emilio Sotomayor, lo que permitió que el 24 de noviembre se conociera la mag-


224

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

nitud de las fuerzas aliadas reunidas en Tarapacá, información que por inexplicables circunstancias y omisiones no llegó a conocimiento del Comandante en Jefe general Erasmo Escala. Ese mismo día, a proposición del teniente coronel José Francisco Vergara, sale bajo su mando un escuadrón del Regimiento Granaderos a caballo con algunos refuerzos, en misión de exploración hacia la quebrada de Tarapacá. Posteriormente, al saber por intermedio de un arriero que las fuerzas enemigas alcanzaban a unos 1.500 hombres, en todo caso superiores a las previstas, solicitó expresamente al comandante en jefe 500 hombres del Regimiento 2º de Línea, petición que provocó inquietud en las filas chilenas. El general Escala ordenó entonces el envío de una división compuesta por 1.900 hombres al mando del coronel Luis Arteaga Ramírez, e integrada por el regimiento antes indicado, el batallón Chacabuco y el regimiento de Artillería de Marina, que no habían combatido en Dolores, más 4 piezas de artillería y un pelotón de cazadores a caballo. Lamentablemente, el alistamiento de esta fuerza se hizo en forma apresurada, sin prever el apoyo logístico que se requería dada la importancia de la misión y la situación de incertidumbre en relación al enemigo. Solo se les abasteció escasamente de víveres y municiones en cantidad de 150 tiros por soldado, llevando solo el agua de sus cantimploras, imprevisión que traería funestas consecuencias. El encuentro de las fuerzas de Vergara y de Arteaga que sumaban alrededor de 2.300 hombres se produjo en la noche del 26 al 27 de noviembre, tras una extenuante jornada de marcha, luego de la cual ambas carecían de alimentación y agua. Se organizaron 3 columnas. La primera al mando del teniente coronel Ricardo Santa Cruz, con una compañía del 2º de Línea, zapadores, granaderos a caballo y artillería, cuya misión sería ocupar el caserío de Quillahuasa, a


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

225

orillas del río Tarapacá para cortar la eventual retirada del enemigo. La segunda, comandada por el teniente coronel Eleuterio Ramírez, conformada por la mayor parte del Regimiento 2º de Línea, unidad a su mando, más fuerzas de caballería y artillería de marina, con la misión de alcanzar el poblado de Huarasiña y presionar a los aliados al noreste hacia Tarapacá y Quillahuasa. La tercera columna bajo el mando del coronel Arteaga e integrada por el batallón Chacabuco más artillería, debería avanzar hacia el pueblo de Tarapacá por las alturas del costado norte de la quebrada, con la intención de atacar el supuesto flanco norte de las posiciones enemigas. Sin embargo, el desarrollo de la batalla se dio en forma completamente distinta a lo planificado, entre otros factores, por no contarse con la información pertinente sobre el enemigo. La columna Santa Cruz que dada la mayor distancia por recorrer partió a las tres y media de la mañana del 27, se extravió por 2 o 3 horas producto de la densa camanchaca y al disiparse esta, en su progresión hacia Quillahuasa sus fuerzas de caballería fueron avistadas por arrieros enemigos, lo que apresuró el inicio de las acciones. Alertado el mando aliado de la presencia de las fuerzas chilenas, ordenó abandonar inmediatamente el fondo de la quebrada y ocupar las alturas al norte y sur de Tarapacá. Cerca de las 10 de la mañana, las fuerzas del norte comandadas por el coronel Avelino Cáceres, superiores en una proporción de tres a uno, comenzaron a ascender por la cuesta Visagra para colocarse a espaldas de la columna Santa Cruz, lo que lo obligó a entrar en combate en muy malas condiciones, cambiando de posición hacia la quebrada y desplegando extraordinaria bravura. Cuando la derrota parecía inminente, los chacabucanos y artilleros de marina de la columna Arteaga, aunque igual-


226

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

mente exhaustos por el esfuerzo, la sed y el hambre, entraron en combate con renovados bríos en auxilio de sus camaradas en peligro. Al mediodía las fuerzas chilenas habían sufrido fuertes bajas, a lo que se sumó la escasez de municiones, circunstancias que hacían inevitable la retirada. Providencialmente, los granaderos a caballo que habían alcanzado Quillahuasa, luego de oír el fragor del combate marcharon dando un rodeo para presentarse en esos momentos en el campo de batalla y efectuar una inesperada y vigorosa carga sobre el enemigo, que unida a la de los infantes provocó el desconcierto de las fuerzas aliadas y su repliegue, que se apreció como una retirada definitiva de los aliados. Esta creencia originó en los agotados soldados chilenos una precipitada carrera hacia el fondo de la quebrada, para saciar la sed que los agobiaba, acción espontánea y temeraria que permitió a las tropas peruano bolivianas reorganizarse y recibir refuerzos. La columna Ramírez, cumpliendo el plan previsto, inició el descenso a la quebrada frente a Huarasiña, continuando su avance hacia Tarapacá. Pero su presencia era ya conocida por el enemigo, que ubicó a la división Bolognesi en las alturas del este, en tanto que en el pueblo la esperaban parapetadas las tropas al mando del general Buendía. Al llegar a un pequeño cerro a la entrada de este, recibieron sorpresivamente descargas de fusilería efectuadas desde las alturas, sin tener posiciones donde protegerse. Recuperándose de este inesperado ataque, los soldados del 2º de Línea hicieron frente al enemigo, llegando incluso cerca de la plaza, donde igualmente recibieron certero fuego desde las edificaciones. Consciente de su desesperada situación el comandante Ramírez ordenó a dos compañías mandadas por el capitán Necochea y el teniente Garretón que atacaran a las fuerzas de Bolognesi, en tanto


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

227

que él y el comandante Bartolomé Vivar con otras tres compañías hacían frente al adversario del pueblo. Se luchó encarnizadamente, pero las fatigadas fuerzas chilenas se hacían cada vez más escasas para rechazar al enemigo, que dada su superioridad reemplazaba prontamente sus bajas. Mientras en las alturas se producía la carga de los granaderos a caballo, el comandante Ramírez ordenaba a sus aguerridas y diezmadas fuerzas replegarse hacia Huarasiña, dejando inevitablemente a sus heridos a merced de los aliados, que no tardaban en darles muertes. Se les unen allí, alrededor de las 13.00 horas, otras dos compañías del regimiento, que al mando del mayor Echanez descendieron en su apoyo desde su ubicación en las alturas. Se produjo luego una tácita tregua en el combate, en la que las tropas peruanas y bolivianas se retiran hacia el pueblo de Tarapacá, mientras que a las fuerzas chilenas, en la creencia de un vuelco favorable en la lucha, se les permitió tomar el necesario descanso para reponerse tras soportar más de 3 horas de heroico enfrentamiento, luego de 30 de horas de extenuante y penosa marcha, sin disponer de alimentos ni bebida. Para lo anterior, las tropas que aún permanecían en la altura debieron bajar en busca del curso de agua que corre al fondo de la quebrada. Estos desplazamientos originaron la inconveniente reunión de unos 1.000 soldados en el bajo en busca de agua, quedando solo algo más de 200 en posiciones en las alturas. Desgraciadamente el desenlace definitivo de la batalla comenzó a gestarse después de las 16.00 horas, cuando las fuerzas aliadas reaprovisionadas y debidamente reforzadas, iniciaron en dirección suroeste la ejecución de una maniobra similar a la concebida por el coronel Arteaga, pero con una abrumadora superioridad de fuerzas, que permitía presagiar


228

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

la conquista de su objetivo, que no era otro que la destrucción de las fuerzas chilenas. Inesperadamente una división apareció en la cuesta de Huarasiña, dificultando la retirada, mientras las otras atacaban por el cauce del río y por las alturas que lo flanqueaban al este y al oeste, estrechando poco a poco a sangre y fuego el mortal cerco en el que se encontraban las tropas chilenas, las que a pesar de desplegar grandes esfuerzos y sufrir nuevas y numerosas bajas, se veían igualmente copadas. Se producen incontables actos de increíble heroísmo, tanto por los soldados que se encontraban ilesos, como por los que van cayendo heridos y continúan luchando en el lugar en que irremediablemente encontrarán la muerte. En este contexto, cabe mencionar por su relevancia la acción protagonizada por el subteniente Telésforo Barahona, abanderado del regimiento 2º de Línea, quien cae acribillado sin soltar el estandarte, siendo protegido por sus escoltas, los que uno a uno van también cayendo en un supremo esfuerzo por defender el invicto tricolor, el que finalmente cae en manos del enemigo. El propio comandante Eleuterio Ramírez, herido por segunda vez, es llevado por sus hombres a una choza, donde es cobardemente asesinado por un oficial peruano y luego quemado junto a sus acompañantes. Igualmente se contarán entre los muertos el segundo comandante del regimiento teniente coronel Bartolomé Vivar, fallecido después del combate por efecto de sus graves heridas, 6 capitanes de la misma unidad y muchos otros valientes oficiales, suboficiales y soldados cuyos nombres recuerda y venera nuestra historia militar. Constatando el coronel Arteaga que sin municiones es imposible continuar resistiendo, ordenó la retirada, y aquellas fuerzas que dificultosamente con-


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

229

siguen desprenderse toman el camino de la pampa hacia Isluga y Negreiros o Espejo. Por fortuna, luego las sigue el resto, que se libra del aniquilamiento por una inexplicable suspensión del ataque de las fuerzas aliadas, aproximadamente a las 18.00 horas, cuando tenían todo a su favor para obtener una victoria contundente. La división Arteaga sufrió alrededor de 700 bajas, contando cerca de 200 heridos y más de 500 muertos, en tanto las del ejército aliado se estimaron en más de 800 muertos. Los restos de este se retiraron por los contrafuertes cordilleranos en dirección a Arica, destino al que llegaron después de una penosa marcha que duró 22 días. En síntesis, la Batalla de Tarapacá fue una sucesión de enfrentamientos parciales que se dieron tanto en el fondo de la quebrada como en las alturas que la dominan. Aproximadamente el cincuenta por ciento de las bajas chilenas corresponden a oficiales, suboficiales y soldados pertenecientes al regimiento 2º de Línea, unidad que por habérsele ordenado avanzar y atacar por la misma quebrada debió soportar el máximo rigor del combate, perdiendo su estandarte en la contienda. Entre los muertos se incluye su comandante el teniente coronel Eleuterio Ramírez, cuya inmolación junto al resto de los valientes que cayeron empuñando las armas constituye un ejemplo de heroísmo, amor a la patria y cumplimiento del deber y honor militar, virtudes sublimes del soldado chileno que en esta batalla alcanzaron su máxima expresión. Se combatió cerca de 9 horas, prácticamente a descubierto, en un terreno desconocido, contra fuerzas tres veces superiores, sin contar con munición de reposición, venciendo al mismo tiempo el cansancio, la falta de sueño, el ham-


230

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

bre y la angustiante sed. Prácticamente sin esperanzas de éxito, se combate sin claudicar. Cabe agregar que el estandarte del glorioso 2º de Línea fue encontrado posteriormente en una iglesia de Tacna y devuelto a su unidad, en solemne ceremonia realizada en el campamento de Lurín, en enero de 1881, en vísperas de la Batalla de Chorrillos. Batalla de Tacna o del Campo de la Alianza (26 de mayo de 1880) Con posterioridad a la renuncia del general Erasmo Escala como Comandante en Jefe del ejército del norte, el gobierno chileno nombró provisoriamente en este importante cargo al general Manuel Baquedano González, gestor de la brillante victoria alcanzada en el combate de Los Ángeles (22 de marzo de 1880), designación que fue confirmada a fines del mismo mes. Este nombramiento fue muy bien recibido en el ejército pues se reconocían en él su energía y sentido de la jerarquía y disciplina en el ejercicio del mando, lo que unido a su indiscutido liderazgo y carácter ejecutivo inspiraba la confianza de sus subalternos. Como Jefe de Estado Mayor General del Ejército se nominó al coronel José Velásquez Bórquez, reflexivo y previsor jefe, digno complemento del comandante en jefe. El nuevo teatro de operaciones lo constituían las provincias peruanas de Tacna y Arica, encontrándose el grueso del Ejército chileno en la costa, en la zona de la desembocadura del río Ilo, salvo una división que se había trasladado a Moquegua. Era necesario entonces desplazar todo el ejército hacia el sur para aproximarse a Tacna, donde las fuerzas aliadas esperaban dar la batalla decisiva en la meseta de Intiorco, zona denominada Campo de la Alianza, ubicada a 7 km al


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

231

noroeste de dicha ciudad. El 30 de abril se produce una reunión de parte de los medios en Locumba, lográndose después concentrar el día 11 a la totalidad de las fuerzas, que ascendían a 14.000 hombres, en los campamentos de Buena Vista y Las Yaras, en las riberas norte y sur del río Sama, respectivamente. Un día antes del aniversario del Combate Naval de Iquique fallece inesperadamente don Rafael Sotomayor Baeza, Ministro de Guerra en Campaña, hecho que provocó hondo pesar entre las tropas chilenas, conocedoras de su extraordinario desempeño como organizador e incansables esfuerzos desplegados para proveer al ejército de los recursos necesarios para llevar adelante con éxito la empresa bélica emprendida. El Ejército chileno, completó los reconocimientos tanto del terreno por el cual debería moverse, como de las posiciones enemigas, tras lo cual inició la marcha hacia las posiciones aliadas en la mañana del 25 de mayo, realizando una jornada de sólo 18 km, pero con las dificultades propias del avance de hombres, artillería y carros por terreno arenoso, acampando al anochecer en Quebrada Honda. A las 2 de la tarde de ese día, los arrieros que conducían un arreo de 60 mulas con odres para proveer de agua a las tropas, por no conocer bien el terreno sobrepasaron dicho lugar hacia el sur, cayendo dos de ellos prisioneros de una patrulla de caballería. Al ser interrogados en el campo aliado, informaron que las fuerzas chilenas eran de 22.000 hombres, lo que planteó al general Campero la dificultad de vencer a un atacante que lo superaba ampliamente en número. Para contrarrestar esta desproporción de fuerzas, se planeó ejecutar un ataque nocturno sorpresivo al vivac de quebrada Honda, cuya ejecución resultó un fracaso pues como era usual en los desplazamientos nocturnos en el desierto, el ejérci-


232

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

to aliado que era dirigido por quienes se suponía eran expertos baqueanos, extravió la ruta y después de marchar cerca de dos horas en completa desorientación, debió desistir de su intento, para volver a ocupar sus posiciones en el Campo de la Alianza, después de las 6 de la mañana. Esta fallida maniobra provocó un prematuro desgaste físico de gran parte de las fuerzas peruano-bolivianas. El ejército aliado del sur que defendía Tacna, tenía una fuerza estimada en 13.650 soldados, de los cuales 8.500 eran peruanos y 5.150 bolivianos, al mando del general Narciso Campero. Ocuparon posiciones con frente al noroeste, en dos líneas, siendo la agrupación del ala derecha (E), mandada por el almirante Lizardo Montero, levemente más fuerte que las demás (4.750 hombres). La del centro al mando del coronel Miguel Castro Pinto, contaba con 4.500 hombres y la del ala izquierda (O), comandada por el coronel Eliodoro Camacho, tenía 4.250. Al amanecer del 26 de mayo el Ejército chileno se desplegó con frente al sureste, con la I división (coronel Santiago Amengual) y II división (coronel Francisco Barceló) en primera línea, formando respectivamente, el ala derecha e izquierda del dispositivo de ataque. En segunda línea y en el ala derecha se ubicó la III división (coronel José D. Amunátegui), en tanto que en el ala izquierda quedó la IV división (coronel Orozimbo Barbosa). La reserva al mando del coronel Mauricio Muñoz, quedó más atrás, escalonada a la derecha. Parte de la caballería fue asignada a la II división y el resto quedó a disposición del Comandante el Jefe. A las 10.00 horas entraron en combate las divisiones chilenas de primera línea atacando el ala izquierda


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

233

y el centro aliado y logrando progresar y acercarse a las posiciones enemigas, a pesar de la superioridad aliada en esa parte del frente. Estas divisiones soportan heroicamente el peso del combate, sufriendo fuertes bajas. Sin embargo, al mediodía, al empezar a agotárseles las 130 balas repartidas por hombre, enfrentaron un momento difícil que los obligó a replegarse combatiendo, para hacer frente a un contraataque aliado, mientras la artillería adelantaba sus piezas para hacer más efectivo el apoyo de fuego. La situación pudo superarse a través de una carga realizada por los granaderos a caballo, que permitió reaprovisionar de munición a la infantería y que coincidió en tiempo con el ataque de las divisiones III y IV ubicadas en segunda línea, tras las cuales se aprestaba intacta la reserva, integrada por unidades tan aguerridas como el Regimiento Buin y 3º y 4º de Línea. A las dos y media de la tarde, luego de casi cuatro horas de intenso combate, se logra rechazar el contraataque, advirtiéndose que las fuerzas aliadas del ala izquierda y del centro empiezan a ceder terreno lentamente. El ala derecha resiste todavía y se hace necesario cargar a la bayoneta para desalojar sus posiciones, lo que se consigue cerca de las 16.00 horas. Media hora más tarde se produce la retirada en dispersión de lo que queda del ejército aliado del sur, por los contrafuertes cordilleranos hacia Calientes, y después las tropas peruanas en dirección general Moquegua-Arequipa y las bolivianos hacia el altiplano vía Tarata-Puno, produciéndose de hecho la disolución de la alianza organizada contra Chile. La victoria chilena se obtuvo tras sufrir sensibles bajas, en una cantidad algo superior a los 2.000 hombres, entre muertos y heridos, siendo las divisiones I, II y III las más diezmadas. Entre los muertos se contó el teniente coronel Ricardo Santa Cruz Vargas, heroico


234

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

comandante del aguerrido batallón Zapadores. El ejército aliado tuvo a su vez alrededor de 1.000 muertos y una cantidad similar de heridos, siendo capturados unos 2.500 prisioneros, incluidos más de 120 oficiales de diversas jerarquías. En esta batalla se obtuvo nuevamente el laurel de la victoria, postrer premio a la sangre derramada por los valientes soldados chilenos, a quienes solo animó el impulso de amor a la patria. Uniendo voluntades, fuertemente cohesionados tras sus jefes, con un renovado sentido de obediencia y disciplina, el Ejército chileno soportó con tenaz energía el duro ambiente del desierto y con ímpetu incontenible, derrochando heroísmo, se enfrentó invencible al enemigo coaligado. Asalto y Toma del Morro de Arica (7 de junio de 1880) Luego de la victoria de Tacna, el mando chileno se orientó sin demora a preparar la conquista de la plaza fuerte de Arica para destruir a las fuerzas que la guarnecían, lo que le permitiría al Ejército establecer las comunicaciones terrestres hacia el sur con el territorio de Tarapacá y eliminar una eventual amenaza a su espalda ante una previsible campaña a Lima. Además, la ocupación de Arica permitía contar con un puerto importante como base de operaciones para abastecer al Ejército en campaña, liberando al mismo tiempo a la Escuadra de su misión de bloqueo marítimo. Para disponer de mayor información para planificar el ataque, el 1 de junio el general Baquedano dispuso un reconocimiento hacia Arica que fue efectuado por tropas de caballería al mando del comandante Rafael Vargas. Estos llegaron de noche al río Lluta y fueron atacados por sorpresa, lo que los hizo replegarse y


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

235

pernoctar en la pampa. Reanudan al amanecer del día 2 el cumplimiento de su misión y al acercarse nuevamente son sorprendidos por una violenta explosión que hizo volar el camino que corría a través del cauce del río. Repuestos del incidente, logran capturar a dos individuos que pretendían escapar del lugar, quienes resultaron ser el ingeniero peruano Teodoro Elmore y su ayudante, que portaban planos y conocían la ubicación exacta de las minas explosivas instaladas en la ciudad, que se activaban eléctricamente desde la construcción que albergaba el hospital o ambulancia de Arica, instalación que bajo el emblema de la Cruz Roja y según las costumbres de la guerra, se considera internacionalmente inhabilitada para su empleo bélico. Entre el 2 y el 3 de junio llegaron por ferrocarril al río Lluta las unidades que integraban la reserva en la Batalla de Tacna y que se emplearían en combate, es decir, el Regimiento Buin 1º de Línea y el 3º y 4º de Línea. A ellos se agregan el Regimiento Lautaro, el batallón Bulnes, 2 escuadrones de cazadores a caballo, 2 escuadrones de carabineros de Yungay y 4 baterías de artillería, con un total de 5.380 hombres, al mando del coronel Pedro Lagos. Las tropas peruanas estaban al mando del coronel Francisco Bolognesi y su fuerza aproximada era de 1.850 soldados, distribuidos en los diferentes reductos o fuertes con emplazamiento de cañones y líneas de trincheras que protegían la ciudad y fuertes aledaños. En la zona costera estaban emplazados de sur a norte, los fuertes Dos de Mayo, 500 metros inmediatamente al norte de la ciudad; distante unos 150 metros del anterior, el Santa Rosa, al sur del río Azapa y otros 150 metros más al norte el San José. Este conjunto de baterías se denominaba fuerte del norte y podía batir


236

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

con sus fuegos en dirección a tierra y hacia el mar. En la parte baja de la pendiente este del Morro, en una altura del terreno llamada Chuño, que domina el valle de Azapa, estaba emplazado el fuerte Ciudadela, punto fuerte donde terminaba la línea de trincheras que protegía Arica desde el norte, en tanto que en la parte alta de la misma pendiente, dominando la playa de La Lisera desde una prominencia llamada Aniani, se emplazaba el fuerte del Este, cerrando ambos reductos la pendiente arenosa por la que se accedía al alto del morro. Entre estos reductos se habían instalado minas explosivas y cavado trincheras. En la altura del morro se emplazaban dos baterías, una baja, al este del cerro Gordo y otra alta. Ambas baterías podían hacer fuego hacia la planicie delante de los fuertes Ciudadela y Este y también en dirección al mar. El 5 de junio el mando chileno envió al sargento mayor José de la Cruz Salvo como parlamentario para intimar la rendición al coronel Bolognesi, en un intento por evitar muertes innecesarias, gestión que se repite al día siguiente por compromiso personal asumido por el propio ingeniero Elmore, que reitera la decisión del jefe de la plaza de combatir quemando el último cartucho. El 6 de junio se realiza un reconocimiento en fuerza con un batallón del Regimiento Lautaro desde el norte, en el frente del fuerte San José, mientras una compañía del Buin hace lo propio desde las alturas del este contra los fuertes Santa Rosa y Dos de Mayo, acción que permite conocer más detalles del dispositivo defensivo enemigo y a la vez induce a error al mando peruano, que asume que el centro de gravedad del ataque vendrá desde el norte y lo hace distraer fuerzas del morro trasladándolas al plano costero.


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

237

Terminados los reconocimientos, el coronel Lagos resuelve el plan de ataque: en dirección general suroeste atacará un regimiento con la misión de conquistar el fuerte Ciudadela, y otro cuyo objetivo será el fuerte del Este. En segunda línea se ubicará un regimiento, en apoyo a las unidades de primera línea. A su vez, el Regimiento Lautaro atacará en dirección general suroeste sobre los fuertes San José, Santa Rosa y Dos de Mayo y demás trincheras que protegen la posición peruana por el norte. La artillería apoyará el ataque desde las alturas al este de la posición enemiga, con el Batallón Bulnes como protección inmediata. La caballería cerrará los valles de Lluta y Azapa, para impedir la eventual retirada del adversario. A partir de las 19.00 horas se ordenó el desplazamiento de los regimientos en dirección a sus respectivos objetivos: al 4º de Línea se le asignó como objetivo el fuerte del Este y los comandantes del Buin y 3º de Línea sortearon cual atacaría el fuerte Ciudadela, asignándose ese honor a este último Regimiento. Para asegurar la sorpresa, se dictaron estrictas disposiciones conducentes a evitar que el avance fuera advertido por los defensores, teniendo incluso desde la medianoche la precaución de mantener encendidas las fogatas del abandonado campamento. Así, los regimientos de primera línea alcanzaron posiciones entre 1.000 a 1.500 metros al sur de sus respectivos objetivos, donde la tropa permaneció expectante, pegada al terreno y tratando de descansar, en espera de la orden de iniciar la aproximación final. El avance comenzó alrededor de las 5 de la mañana, antes de aclarar, igualmente con el máximo sigilo, hasta que cerca de las 06.00 horas los centinelas de los fuertes descubren el avance y dan la alerta, lo que provoca la inmediata reacción de los defensores, que comienzan a hacer nutrido y mortífero


238

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

fuego de fusilería y artillería sobre las fuerzas chilenas. No obstante, a la carrera, desafiando valientemente el fuego enemigo y subiendo la pendiente, los atacantes solo tratan de acortar rápidamente la distancia que los separa de las posiciones peruanas. Los soldados del 3º de Línea alcanza las fortificaciones del fuerte Ciudadela y a punta de corvo y bayoneta arremeten rompiendo los sacos de arena que las sustentan, abriendo brechas por las que van irrumpiendo la posición, mientras otros las escalan dificultosamente, para ser acribillados al asomarse sobre ellas. Ni siquiera la tenaz resistencia peruana logra contener el ímpetu de los atacantes, los que en corto tiempo y tras la muerte de su valiente comandante el coronel Justo Arias Aragües lo conquistan, cesando la resistencia. No obstante, estando rendida la guarnición del fuerte Ciudadela, un soldado peruano hizo volar su Santa Bárbara, lo que por fortuna causó pocas bajas chilenas, pero enardeció los ánimos de los asaltantes. El avance del Regimiento 4º de Línea también fue advertido a la misma hora, recibiendo también cerradas descargas que van dejando sensibles bajas en el campo de batalla, mientras se aproximan a los pies del fuerte del Este. Igualmente salen a relucir bayonetas y corvos que despedazan las protecciones de sacos de arena y desmoronan los parapetos, permitiendo la penetración de sus soldados al reducto, que prontamente cae en manos chilenas, ya que gran parte de las fuerzas peruanas que lo defienden, oponiendo menor resistencia, se repliegan hacia las posiciones de cerro Gordo y el morro. Luego de conquistado su objetivo, el 4º de Línea no detiene su avance hacia el morro, alterados sus integrantes por las explosiones de las minas, alevosamente instaladas por los peruanos, que causan traicionera muerte a sus aguerridos soldados, lo que


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

239

genera una apresurada carrera hacia las alturas, sin respetar la vida de los defensores que tratan de rendirse, actitud que con muchas dificultades es contenida por sus oficiales. Al aproximarse a la última pendiente por la que se accede al morro, cae herido mortalmente el teniente coronel Juan José San Martín, funesta noticia que se va trasmitiendo de voz en voz entre sus subalternos, que con bravura buscan vengar la inevitable muerte de su comandante. Finalmente, tras sufrir fuertes bajas llegan los atacantes a la plazoleta del morro y en sangriento combate rinden ese último baluarte, resultando muerto el coronel Bolognesi, jefe de la plaza, y otros oficiales de su Estado Mayor. El Regimiento Lautaro al mando del coronel Orozimbo Barbosa, cargó a la bayoneta sobre los fuertes San José, Santa Rosa y Dos de Mayo venciendo la escasa resistencia que opusieron los defensores y provocando la huida de la mayoría de ellos hacia Arica. Luego, sus soldados toman contacto en el plano con fracciones del 3º de Línea, que habían continuado su avance hacia el noroeste después de tomado el fuerte Ciudadela. Alrededor de las 07.00 horas se vio ondear orgullosa la bandera chilena en el mástil del Morro de Arica, señalando la culminación de una hazaña que cubrió de gloria a quienes la obtuvieron y que en nuestros días es fuente de sagrada inspiración para los nuevos herederos de los laureles alcanzados con tanto derroche de heroísmo. Las bajas de combate que tuvo la división Lagos fueron de alrededor de 500 hombres, entre muertos y heridos. Las bajas de las fuerzas peruanas por su parte se estimaron en 600, tomándose 1.250 prisioneros.


240

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Bastaron tan solo 55 minutos para vencer la que se consideraba una inexpugnable fortaleza, llenando de admiración a los neutrales que observaron y comprobaron asombrados el espíritu combativo que animaba especialmente al invencible soldado de infantería. El Morro de Arica como bastión infranqueable no fue suficiente obstáculo para intimidar a los mandos y a las fuerzas chilenas. Muchas virtudes militares convergen en los protagonistas de esta proeza, triunfadores y vencidos son legítimos representantes del valor y del cumplimiento del deber. La noticia causó en Chile gran entusiasmo: se celebra no la toma de Arica, sino el triunfo de la raza. El pueblo se siente representado por los conquistadores del Morro, a la chilena, al asalto y a la bayoneta.252 Combate de Sangra o Sangrar (26 y 27 de junio de 1881) Continuando su senda de triunfos, el Ejército chileno puso feliz término a la Campaña a Lima con la ocupación de la capital enemiga luego de las victorias sucesivas logradas en Chorrillos y Miraflores (13 y 15 de enero de 1881). El gobierno, a sugerencia del entonces ministro en campaña Juan Francisco Vergara, ordenó el regreso a Chile de gran parte del Ejército de Operaciones, quedando solo en territorio peruano un reducido Ejército de Ocupación, al mando del capitán de navío Patricio Lynch como general en jefe. Sin embargo, la derrota de las fuerzas regulares no mermó el espíritu combativo de algunos de sus jefes, que acaudillados por el general Andrés Cáceres organizaron montoneras o guerrillas que se hicieron fuertes prime252 Machuca A., Francisco. Las Cuatro Campañas de la Guerra del Pacífico, Tomo II, Valparaíso: Imprenta Victoria, 1926, p. 316.


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

241

ramente en la zona central de la sierra peruana y luego en su sector norte, ejecutando entre abril de 1881 y mayo de 1883 acciones de hostigamiento y desgaste en contra de las fuerzas de ocupación. Las unidades chilenas se vieron obligadas a enfrentarlas, a través de expediciones y heroicos combates locales, originando la denominada Campaña de la Sierra, que dadas las condiciones en que se desarrolló, sin lograr resultados decisivos en contra de las guerrillas, prolongó innecesariamente el conflicto por más de dos años. En el contexto antes señalado, el mando chileno dispuso el envío a la sierra de una expedición al mando del teniente coronel Ambrosio Letelier para destruir a las fuerzas guerrilleras peruanas que operaban desde el Departamento de Junín, hostilizando especialmente al hospital instalado en Chosica, para recuperar a la gran cantidad de enfermos del Ejército de Ocupación. En cumplimiento a estrictas órdenes de Lynch, de asegurar el abrupto terreno que debía cruzar la columna en su regreso a Lima, el jefe de la expedición asignó en misión de protección a la 2ª compañía del Regimiento Buin 1º de Línea, al paso cordillerano de Las Cuevas, a 3.500 metros de altitud. El destacamento estaba integrado por 3 subtenientes, 78 soldados y un joven corneta, comandados por el capitán José Luis Araneda Carrasco y llegó al lugar el 20 de junio, bajo intensa lluvia y nieve, acantonando en definitiva en las casas de la hacienda de Sangra, de propiedad de don Norberto Vento, distante unas 6 cuadras del lugar previsto originalmente. Sin embargo, dejó en Las Cuevas a 14 soldados al mando del sargento 2º Germán Blanco, con órdenes de replegarse en caso de ataque. El 26 de junio la dotación de la compañía se encontraba disminuida en otros 13 hombres, en razón


242

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

del envío de dos piquetes en busca de ganado de requisa para alimentación de la tropa, integrados por el sargento 2º Zacarías Bisivinger con 6 hombres y un arriero, y por el cabo 2º Julio Oyarce y cuatro hombres más. En esas condiciones, son atacados a las 13.00 horas por fuerzas comandadas por el coronel Manuel de la Encarnación Vento, hijo del dueño de la hacienda, conformadas por un batallón de fuerzas regulares de infantería (240 soldados), columnas de voluntarios (40 hombres), milicianos (estimados entre 200 a 450 hombres), totalizando entre 480 a 730 soldados enemigos, más indios en un número indeterminado. El capitán Araneda distribuyó sus 50 hombres disponibles ocupando posiciones en los lugares que brindaban mayor protección a la tropa, para rechazar el asalto, haciendo caso omiso de la superioridad numérica peruana. Combatieron así valerosamente, mientras el subteniente Guzmán que se protegía en la iglesia con algunos soldados, a cien metros de las casas de la hacienda, escapaba al anochecer en dirección a Las Cuevas y luego empleando la cabalgadura de un arriero, galopaba raudo en dirección a Casapalca, distante 20 kilómetros, para solicitar refuerzos al teniente coronel Virgilio Méndez acantonado en ese pueblo. Resultaron inútiles los reiterados llamados a rendirse hechos por el jefe peruano. Araneda y sus hombres no estaban dispuestos a mancillar el honor de su ejército y su bandera, y a pesar de la intensidad del combate y de las bajas sufridas, resiste férreamente. Cerca de las 2 de la madrugada, conocedor de la inminente llegada de refuerzos chilenos, Vento resuelve interrumpir el infructuoso combate y ordena la retirada no sin antes recoger a sus heridos y sus muertos.


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

243

Al amanecer llegan a Sangra al mando del comandante Méndez una compañía del 3º de Línea y otra del Esmeralda, encontrando a los sobrevivientes curándose sus heridas y reposando luego de 13 horas de desigual combate. Las bajas de la 2ª Compañía del Buin fueron de 44 hombres: 24 muertos, incluida la totalidad del piquete del sargento 2º Bisivinger, 18 heridos y 2 prisioneros. El sargento 2º Blanco y sus 14 hombres se encontraban a salvo en Canta. Cuando el comandante Méndez le preguntó al capitán Araneda cómo había podido mantener su posición con tan pocas fuerzas, este le contestó: el artículo 21 del título 22 de la Ordenanza General del Ejército, mi comandante. Tal disposición se refiere al ineludible deber del oficial chileno en combate: el oficial que tuviere orden absoluta de conservar un puesto, a toda costa lo hará.253 Cabe señalar que algunos teóricos e irresponsables detractores criticaron incluso en el Congreso Nacional la ubicación y dispersión de las fuerzas ordenada por el capitán Araneda, lo que motivó una exhaustiva investigación del gobierno, que lo exoneró de los cargos de descuido e imprevisión y decretó en junio de 1883 que: la resistencia que hizo durante la mitad del día y toda la noche del 26 al 27 de junio de 1881 a un enemigo diez veces mayor en número, cumple con las circunstancias prevenidas en los artículos 17 y 18 del Título 32 de la Ordenanza General del Ejército, declarándola a continuación como “acción distinguida”, zanjando definitivamente la controversia. En la historia se recuerda como lo indica Bulnes: este combate es un episodio 253 Estado Mayor General del Ejército, Historia del Ejército de Chile, Santiago: Estado Mayor General del Ejército, 1985, Tomo VI, p. 252.


244

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

que revela el temple de un ejército. Cada vez que los chilenos en el Perú se encontraron en frente del enemigo no contaron el número propio o el ajeno. Creyeron que su deber era luchar hasta el sacrificio, cualesquiera que fueran las condiciones de la refriega, y a este mandato superior de su patriotismo y de su honor obedecieron en Sangra. Era un principio escrito en el alma de cada soldado y oficial, y al cual fueron fieles siempre en toda la campaña.254 Combate de La Concepción (9 y 10 de julio de 1882) La segunda expedición emprendida por el Ejército de Ocupación hacia la sierra peruana tuvo también como objetivo la destrucción de las guerrillas del general Andrés Cáceres en el mismo Departamento de Junín. Sin embargo, en el conjunto de la Campaña de la Sierra, esta expedición fue la que adquirió mayor relevancia y la que más se recuerda, porque durante su desarrollo se produjo el heroico Combate de la Concepción. Habiendo informado el coronel Estanislao del Canto personalmente al almirante Patricio Lynch del lamentable estado en que se encontraban las fuerzas que componían su división, finalmente, con la anuencia del gobierno, se le autorizó evacuar la sierra. Decidió entonces hacerlo ordenadamente, abandonando Huancayo para concentrarse más al norte en Tarma, recogiendo de paso, de sur a norte, las unidades y fracciones que se encontraban dispersas, acantonadas en los pueblos a lo largo del valle de Jauja. 254 Bulnes, Gonzalo. Guerra del Pacífico, Tomo III, Valparaíso: Sociedad Imprenta y Litografía Universo, 1919, p. 46.


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

245

Enterado a través de su amplia red de espías de las intenciones del mando chileno, Cáceres planificó encerrar a las pequeñas guarniciones, impidiendo su retirada, para lo cual resolvió efectuar entre el 9 y 10 de julio ataques simultáneos a los pequeños destacamentos acantonados en Marcavalle, Pucará, Concepción, Tarmatambo y Oroya, cortando en esta última localidad el puente que es paso obligado para acceder al camino a Lima. La ofensiva guerrillera prácticamente coincidió con el inicio de la retirada de las fuerzas chilenas. En el poblado de Concepción, 24 kilómetros al norte de Huancayo, se encontraba apostada la 4ª compañía del batallón Chacabuco 6º de Línea, al mando del teniente Ignacio Carrera Pinto e integrada por 3 oficiales, los subtenientes Arturo Pérez Canto, Julio Montt Salamanca y Luis Cruz Martínez, 73 soldados y 3 cantineras, una de las cuales se encontraba embarazada. Ocupaban como cuartel, la casa parroquial ubicada al costado de la iglesia, frente a la plaza de armas del pueblo. Para facilitar la recuperación de 11 soldados enfermos, incluido el subteniente Montt, que padecían tercianas y fiebre producto del tifus, se había habilitado como enfermería una casa de dos pisos construida en el extremo opuesto. En previsión de un posible ataque, el teniente Carrera Pinto había levantado barricadas en las cuatro bocacalles que accedían a la plaza y apostado allí centinelas. El 9 de julio era domingo y un viento helado azotaba el pueblo, que ese día se encontraba extrañamente en calma, asumiéndose que la mayoría de sus pobladores había asistido a misa al templo de Santa Rosa de Ocopa, distante 6 kilómetros al noreste de


246

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

La Concepción. La mañana transcurrió sin sobresaltos para la guarnición chilena, que según lo previsto se alistaba para abandonar su acantonamiento al día siguiente. Sin embargo, desde tempranas horas, sin que lo advirtieran, eran observados desde las alturas que rodean el pueblo por fuerzas de línea del coronel Juan Gastó, a las que se sumaban fuerzas irregulares como las de Comas y de otras localidades serranas. La amenaza la constituían 2 batallones de infantería con alrededor de 600 soldados y montoneros estimados en 1.500 hombres, los que se incrementaron con otros refuerzos en el curso del combate. A las 14.30 horas los centinelas dieron la alarma, al ver avanzar a centenares de hombres descendiendo de los cerros circundantes, en dirección al pueblo. Los chacabucanos, incluidos todos los enfermos, que abandonaron la improvisada enfermería para unirse al resto de sus camaradas, se aprestaron para repeler el ataque. A estos últimos, Carrera les ordenó ubicarse detrás de la tropa, como reserva, confiando siempre en resistir en la plaza hasta el arribo, al día siguiente, del grueso de la división Del Canto que marcharía hacia el norte desde Huancayo. Al vibrante grito de ¡Viva Chile!, los soldados ocuparon sus posiciones de combate en las barricadas e iniciaron nutridas descargas de fusilería sobre las fuerzas guerrilleras que atacaban desorganizadamente, exponiéndose a su certera puntería, acción que los obligó a replegarse varias veces, tras sufrir numerosas bajas. El combate se suspende transitoriamente, momento en que el coronel Gastó aprovecha para enviar, bajo bandera de parlamento, a un oficial portando la siguiente solicitud de rendición: contando como Ud. ve con fuerzas muy superiores en número, a las que Ud. tiene bajo su mando y deseando evitar una lucha a todas luces imposible, intimo a Ud.


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

247

la rendición incondicional de sus fuerzas, previniéndolo que en caso contrario serán ellas tratadas con todo el rigor de la guerra.255 En el mismo papel del citado ultimátum, el teniente Carrera contestó: en la capital de Chile y en uno de sus principales paseos públicos, existe inmortalizada en bronce la estatua del prócer de nuestra Independencia, el general José Miguel Carrera, cuya misma sangre corre por mis venas, por cuya razón comprenderá Ud. que ni como chileno, ni como descendiente de aquél, deben intimidarme, ni el número de sus tropas, ni las amenazas de rigor.256 Cumplida esta formalidad de la guerra, quedó claro que la guarnición sitiada no pensaba rendirse. Aprovechando esta pausa, Carrera ordena a un sargento y dos soldados infiltrarse hacia Huancayo en busca de refuerzo, pero fracasan en el intento, pues son detectados y acribillados a balazos antes de abandonar el pueblo, siendo a continuación descuartizados por los indios y exhibidos sus restos en las puntas de las lanzas. Se reanuda el encarnizado combate y los guerrilleros, apoyados por hordas de indios se precipitaban nuevamente por el camino del sur, intentando alcanzar la plaza, siendo cada intento rechazado por precisos disparos, ahorrando al máximo la escasa munición disponible. Luego de transcurrida más de una hora de combate, finalmente los chilenos son rechazados hacia el cuartel, desde donde ejecutan temerarias cargas a la bayoneta, trataban repetidamente de despejar de enemigos las proximidades del cuartel. 255 Estado Mayor General, Historia del Ejército de Chile, Tomo VI, Santiago: Estado Mayor General del Ejército, 1985, p. 285. 256 Ibídem


248

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

La compañía del Chacabuco empezó pronto a recibir descargas desde el cerro León ubicado detrás del cuartel, que había sido ocupado por los asaltantes y donde el enemigo había apostado también vigías para que observaran atentamente el camino de Huancayo, dirección de llegada de eventuales refuerzos chilenos. Así, la resistencia se prolongaba inesperadamente, con la consiguiente inquietud del mando peruano. Cerca de las 19.00 horas, Cáceres ordenó un nuevo alto al fuego, lo que dio cierto respiro a los extenuados defensores. Pero solo se trataba de poner en práctica una nueva táctica, atacando esta vez los soldados peruanos, ayudados por los lugareños, desde posiciones en los techos de las casas próximas al cuartel, para disparar a sus ocupantes, que también eran amarrados por el frente, sin tener escapatoria. Carrera ordena una carga a la bayoneta contra la masa de indios, para despejar la salida, acción en la que es herido en el brazo izquierdo, debiendo volver al cuartel bajo la protección de sus soldados. Pero no se lograba hacer salir del cuartel a los soldados chilenos, condición necesaria para que fueran batidos rápidamente. Los peruanos idean entonces rociar la construcción con líquidos inflamables, para luego lanzar teas ardientes e incendiarla, para que el humo los obligara a escapar, antes de morir carbonizados. A media noche, con el cuartel en llamas, no le queda a Carrera otra opción que cargar con sus hombres a la bayoneta, contra la indiada que los esperaba a la salida, para luego volver los sobrevivientes al incendiado cuartel, cubiertos de sudor y sangre. Allí, entre sus hombres cae herido de muerte en el pecho el teniente Ignacio Carrera Pinto, haciendo honor al legado de su sangre y sin enterarse que hacía más de un mes que había sido ascendido a capitán.


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

249

Muerto Carrera, queda al mando de los restos de la heroica compañía del Chacabuco el subteniente Julio Montt Salamanca, quien cercado por el fuego y acosado por los indios, muere también en la puerta del cuartel, al efectuar un nuevo y desesperado asalto a la bayoneta, siguiendo el glorioso ejemplo de su comandante. Asume ahora el mando el subteniente Arturo Pérez Canto, quien con un puñado de soldados se mantiene combatiendo, logrando resistir hasta el amanecer, conteniendo a los atacantes que tratan de ingresar rompiendo las paredes, brechas que se cubren con los cuerpos de sus muertos, hasta perecer finalmente acribillado por las balas enemigas. A las 09.00 del 10 de julio, solo quedaban con vida el subteniente Luis Cruz Martínez, el más joven de los oficiales, con 4 soldados, sin agua, sin alimentos e irremediablemente, sin municiones y rodeados por el enemigo. Pero tampoco flaquearon, y se lanzaron escudados solo por sus bayonetas, en busca de la inmortalidad. Muertos todos los valerosos defensores chilenos, asesinadas las intrépidas cantineras, un niño nacido durante la noche del combate y otro menor que acompañaba a la tropa, se desató una indescriptible orgía de sangre, en la que la indiada descargó sus instintos bestiales sobre los venerables cuerpos de las víctimas, descuartizándolos, mutilándolos y levantando en las picas sus restos como trofeos. Se había consumado el holocausto de la guarnición de La Concepción, después de más de 19 horas de combate. Solo dos horas después de finalizada la contienda ingresaban a La Concepción el capitán Arturo Salcedo y su ayudante, enviados por el comandante


250

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

del Chacabuco teniente coronel Marcial Pinto Agüero, batallón que marchaba a la vanguardia de la división en su retirada desde Huancayo. Este mismo oficial: ordena al doctor Ibarra extraer los corazones de los cuatro oficiales, los cuales reposan hoy en la Catedral de Santiago.257 Por considerarlo representativo de los sentimientos que en esa época inspiró la inmolación de los héroes de La Concepción, se reproduce la Orden del Día que el coronel Estanislao del Canto redactó para que fuera leída en los campamentos de todas las unidades de su división: ¡Soldados del Ejército del Centro! Al pasar por el pueblo de Concepción, habéis presenciado el lúgubre cuadro de escombros humeantes, cuyo combustible eran los restos queridos de cuatro oficiales y setenta y tres individuos de tropa del Batallón Chacabuco 6º de Línea. Millares de manos salvajes fueron los autores de tamaño crimen; pero es necesario que tengáis entendido que los que defendían el puesto que se les había confiado eran chilenos que, fieles al cariño de su Patria y animados por el entusiasmo de defender su bandera, prefirieron morir antes que rendirse. Amigos chilenos: si os encontráis en igual situación a la de los setenta y siete héroes de Concepción, sed sus imitadores; entonces agregaréis una brillante página a la historia nacional y haréis que la efigie de la patria se muestre una vez más con semblante risueño, simbolizando en su actitud los hechos de sus hijos. Soldados: seguid siempre en el noble sendero del deber, con entusiasmo y abnegación; conservad la san257 Mellafe Maturana, Rafael; Pelayo González, Mauricio. Guerra del Pacífico en Imágenes Relatos y Testimonios, Santiago: Editorial Centro de Estudios Bicentenario, 2007, p. 324.


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

251

gre fría y el arrojo de los Caupolicanes y Lautaros; sed siempre dignos de vosotros mismos y habréis conseguido la felicidad de la Patria. Chilenos todos: ¡Un hurra a la eterna memoria de los héroes de Concepción!258 Con justificada razón, la fecha en que se conmemora la gesta de La Concepción ha sido instituida por el Ejército de Chile para realizar el juramento a la bandera, sagrado compromiso de servicio a la patria, hasta rendir la vida si fuese necesario. La hazaña de los chilenos de La Concepción ha motivado a innumerables escritores para representar de diferentes formas las virtudes de los jóvenes comprometidos con la patria y con la profesión militar. Todos los años estas reseñas sirven de fundamento para motivar a los que juran ante Dios y ante la bandera servir fielmente a la patria, hasta entregar la vida si fuese necesario. El cumplimiento del deber hasta rendir la vida es la máxime expresión de las virtudes que debe poseer un militar, y permiten dimensionar la importancia de la inculcación de estas en el Ejército Chile: tened presente el enorme legado de honor y de gloria que pesará sobre vuestros hombros, y si algún día llegarais a sentir que el valor y la decisión os abandonan en los duros momentos de la prueba, recordad siempre a esos valientes que allá en La Concepción lucharon sin otro sostén que el amor a la Patria, sin otra coraza que su valor, sin otra esperanza que ofrendar su vida por esa bandera que en lo alto de su mástil continuó flameando orgullosa contemplando a sus hijos, que uno a uno le

258

Estado Mayor General del Ejército, Historia del Ejército de Chile, Santiago: Estado Mayor General del Ejército, 1985, Tomo VI, p. 292.


252

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

dieron la máxima prueba de su amor y devoción.259 En La Concepción converge el sentido del deber, la valentía, la obediencia, la disciplina, el espíritu de cuerpo, abnegación, honor e integridad como personas y como soldados. Batalla de Huamachuco (10 de julio de 1883) La batalla de Huamachuco tuvo lugar en el ámbito de la cuarta expedición del Ejército chileno a la sierra, bajo el mando del coronel Alejandro Gorostiaga Orrego. Fue la última de la campaña y culminó exitosamente, con la derrota de las fuerzas peruanas comandadas por el coronel Andrés Cáceres, que en busca del logro de una decisión abandonó los procedimientos de la guerra de guerrillas que tan buenos resultados le había dado por largo tiempo. Cumpliendo órdenes recibidas del cuartel general de Lima, una columna al mando del coronel Gorostiaga (160 zapadores, 100 infantes, 100 jinetes de caballería y 4 piezas de artillería) cuyas fuerzas acantonaban en Huamachuco, salió de esta localidad el 9 de junio de 1883 en dirección a Caraz, en el callejón del río Huaylas, con la misión de destruir a las fuerzas peruanas comandadas por el coronel Recabarren, lugarteniente del coronel Cáceres. El 26 de junio, al acercarse a Urcón, se entera que Recabarren está allí y que las fuerzas de Cáceres están en Chullín, con la intención de seguir el avance de las tropas chilenas. Comprendió que los peruanos se proponían interponerse entre sus fuerzas y las del comandante Her259 Canessa Robert, Julio. “Combate de La Concepción”, VV.AA., Memorial del Ejército de Chile Nº 410, Santiago: Estado Mayor General del Ejército, 1982, p. 8.


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

253

minio González, que marchaban en su refuerzo desde Trujillo, con la finalidad de impedir su reunión y batirlos en detalle. Dispuso de inmediato retornar al norte hacia Mollepata y Huamachuco. En el intertanto recibió valiosos refuerzos conducidos por el mayor Sofanor Parra, consistentes en una recua de 73 mulas con munición, ropa y calzado, que marchaban bajo la protección de una escolta de alrededor de 200 hombres de las tres armas. Afortunadamente el plan para aniquilar a las fuerzas del comandante González fracasó, pues las tropas de Recabarren se retrasaron, llegando al lugar previsto para interceptar estos refuerzos chilenos cuando ya habían pasado. Esto se logró también por la acertada decisión de su comandante, que resolvió realizar una marcha forzada, sin comer y sin dormir. De este modo, Gorostiaga llegó el 5 de julio y González el 7, reuniéndose en Huamachuco una fuerza compuesta por los batallones Zapadores, Concepción y Talca, 2 escuadrones de cazadores a caballo y 1 brigada de artillería, totalizando algo más de 1.600 soldados. La exploración realizada por la caballería chilena en la tarde del día 8 rindió frutos, pues se observó la aproximación del enemigo hacia los cerros ubicados al sur de Huamachuco, con fuerzas estimadas en alrededor de 3.000 soldados, sin contar los montoneros. Gorostiaga ordenó abandonar el pueblo de Huamachuco para ocupar ventajosas posiciones en el cerro Sazón, al norte del poblado. Los peruanos por su parte, ocuparon los cerros Amamorco, Cuyurga y Santa Bárbara, quedando las fuerzas beligerantes el día 10 de julio, separadas por la pampa de Purrubamba, es decir, a unos 4.000 metros de distancia terrestre.


254

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

En previsión de la llegada de refuerzos que pudieran empeorar su situación y con el fin de apreciar mejor la cantidad de soldados enemigos que se le enfrentaban, los que habían permanecido ocultos la mayor parte del tiempo, el jefe chileno resolvió efectuar un reconocimiento en fuerza, ascendiendo por los faldeos de las posiciones en altura que ocupaban. Ordenó realizar esta maniobra a una compañía del Zapadores, la que pasadas las 06.00 horas se desplegó para amenazar el ala derecha peruana. Luego, mandó en su protección la otra compañía del batallón, recorriendo ambas una distancia apreciable. Los peruanos solo reaccionaron cerca de las 08.00 horas, haciendo bajar varios batallones, que junto con hacer nutrido fuego sobre los Zapadores, trataron de envolverlos. Los soldados chilenos siguieron avanzando otro largo trecho, mientras continuaban descolgándose numerosas fuerzas que habrían rodeado completamente a la reducida guerrilla, si no hubieran recibido la orden de replegarse combatiendo en retirada. Coincidiendo con el ataque desde la altura, el enemigo envió fuerzas desde la ciudad, también con la intención de cortar la retirada de los Zapadores, siendo detenidas en su avance por una compañía del batallón Concepción. El enemigo continuaba atacando por batallones, a los que el coronel Gorostiaga oponía, corriendo hacia su ala izquierda, nuevas compañías del Concepción y del Talca, en apoyo de las primeras. El enemigo ya se había empeñado en combate, formando una línea regular que sobrepasaba ampliamente las alas de la línea chilena. La artillería peruana que había permanecido en las alturas, bajó casi hasta la pampa de Purrubamba, y con sus fuegos protegía el avance. La batalla ahora se daba en toda la línea chilena, desde el cerro Sazón al Conochugo, donde se apoyaba su ala izquierda.


CAPITULO V. ACCIONES HEROICAS. VIRTUDES MILITARES DE LAS FUERZAS QUE...

255

Las fuerzas peruanas avanzaron prontamente, con la intención de envolver esa ala, mientras las tropas que ocupaban Huamachuco trataban de flanquear el ala derecha, defendida valerosamente por una compañía del Talca. Antes se había realizado una carga por parte de la caballería chilena, con éxitos parciales, conteniendo en parte el avance del enemigo, que se protegió eficazmente empleando los accidentes del terreno. La artillería chilena, en posición en toda el ala izquierda del dispositivo propio, dirección del centro de gravedad del ataque enemigo, descargaba nutrido y certero fuego sobre las filas enemigas, causando también daños a las baterías peruanas. Eran ya las 12.00 horas y el resultado de la batalla era aún incierto, continuando el avance peruano, alentado por la retirada inicial de las guerrillas, hasta una distancia que permitía escuchar las voces de ambos contendientes. En ese momento de la batalla, el coronel Gorostiaga dispuso una carga general de la caballería, acompañada de la consiguiente carga a la bayoneta de la infantería, que se ejecutó con tanta temeridad, ímpetu y valor, que inmediatamente se advirtió vacilación en las filas enemigas, para luego romperse en varios sectores, produciéndose su desbande en todas direcciones. La persecución se ejecutó hasta las 3 de la tarde, con fuerzas de caballería e infantería. Entre los vencidos se contaron cerca de 1.400 muertos, en tanto que las bajas de los vencedores fueron 62 muertos, 80 heridos y 21 lesionados, es decir, el 10% de sus efectivos. La victoria la decidió una vez más el coraje del soldado chileno, que a punta de bayonetas y fieros sablazos logró vencer la resistencia de un enemigo que lo superaba ampliamente en número, poniendo en fuga a sus desalentadas tropas. Por in-


256

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

sondables designios del destino, el 10 de julio de 1883, precisamente cuando se conmemoraba el primer aniversario de la heroica gesta de La Concepción, se produjo la aplastante derrota del jefe peruano que instigó aquel degradante combate. Los soldados de la división Gorostiaga tuvieron el poderoso estímulo de vislumbrar que su supremo esfuerzo y sacrificio pondría finalmente término a una campaña y a una guerra que había desangrado a la patria por largos años y ocasionado la pérdida de estimados amigos y camaradas de armas.


257

CONCLUSIONES En la historia militar del Ejército Chile persisten tres virtudes militares que constituyen el cimiento del profesional militar chileno y que identifican a sus integrantes: disciplina, valor y cumplimiento del deber. Las tres se expresan interrelacionadas y se inculcan integradas. La disciplina para supeditar la voluntad al bien colectivo; el valor como la fuerza moral y física para enfrentar grandes desafíos; y el cumplimiento del deber como expresión de patriotismo, que implica hasta el sacrificio de la propia vida de ser necesario. Esto no quiere decir que la historia militar chilena no aporte referente respecto a otros valores que el Ejército ha definido como los que deben regir la conducta de sus integrantes, sino que son los que mayoritariamente hacen presente los historiadores que los mencionan. Estas tres virtudes son también patentes en los ejércitos latinoamericanos. Su explicitación está en la historia y en las definiciones comunes de ellas. En todos los casos estos pilares son inalienables y aportan identidad a sus integrantes. En cualquier ejército donde la disciplina no constituya su esencia, difícilmente se podrá exigir enfrentar desafíos donde exista peligro de la propia vida, y si no existe disciplina ni valor, el cumplimiento del deber no tendrá asidero. El destacado tratadista de asuntos militares Evaristo San Miguel, difiere en una de las virtudes anteriormente indicadas. San Miguel señala que las tres virtudes militares que deben distinguir a los militares son: el valor, la disciplina y la frugalidad. Esta última la relaciona con la moderación, el desinterés y la austeridad. Las comodidades y el acostumbramiento a una vida que privilegie el bienestar por sobre la rigidez


258

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

de la disciplina o la dureza de los entrenamientos, no puede compatibilizarse con la profesión militar. Con anterioridad a la publicación de la Ordenanza General del Ejército de Chile 2006, el “patriotismo” estaba considerado como una de las virtudes militares directamente relacionadas con la preparación y formación del soldado. Esta inclusión del patriotismo como virtud era coincidente con la que contemplan los ejércitos latinoamericanos estudiados en este trabajo, pero la nueva Ordenanza General del Ejército de Chile 2006 no lo considera en forma explícita, sino que se infiere de las virtudes del cumplimiento del deber militar y otras contempladas en el reglamento aludido. Llama la atención esta observación, ya que el Comandante en Jefe del Ejército al referirse en un discurso a las virtudes militares indicó: […] el patriotismo, entendido en este caso como la decisión que lleva a anteponer el interés nacional por encima de las voluntades personales o individualistas. Chile siempre debería estar primero para cada uno de nosotros, civil o militar; sólo así no perderemos el bien máximo a cautelar.1 Todos los integrantes de los ejércitos y sus compatriotas gustan de escuchar de las virtudes de su ejército. Quieren oír y convencerse de que el ejército de su país es glorioso y virtuoso. Impulsivamente gustan de hacer comparaciones apasionadas que tengan resultados que les sean convenientes, y no gustarán de escuchar de fragilidades, menos de indisciplina y de falta de valentía. Se podría inferir que el sentimiento patriótico necesita un pilar de orgullo común para sostenerse y transmitirse entre las generaciones que se suceden. Si el resultado de 1

Extracto del discurso del Comandante en Jefe del Ejército con motivo del juramento a la bandera en la ciudad de Arica en julio de 2005.


CONCLUSIONES

259

una batalla ha sido la derrota, comienza el nacimiento de algún héroe y será menester concurrir en su justificación a la desproporción de fuerzas. Si el resultado de un combate es la victoria, surgen los comandantes imbatibles y los personajes históricos. En ambos casos, pasa a segundo plano la fortaleza y virtud de la tropa, que soportó la derrota o permitió la victoria. Las virtudes militares son un tema complejo y difícil de interrelacionar con la profesión militar. Es fácil decir que los militares deben ser disciplinados y valientes, pero es difícil indicar en los tiempos actuales, que deben perder hasta la vida si fuese necesario. Qué puede justificar dar o quitar la vida, o bajo qué circunstancia inmolarse por la patria.2 La única respuesta está en la evolución que ha tenido la profesión militar y particularmente de los valores que la sociedad fue requiriendo de ella. Si en un principio obedeció a intereses sectarios, paulatinamente la tropa comenzó a ser inspirada del ideal de servicio a la nación, debido a que la guerra está supeditada a los fines políticos que determinan el alcance y la naturaleza de la violencia. Los ejércitos basan su existencia en los valores morales de la tropa. Las relaciones de jerarquía, de disciplina y de obediencia no se sostienen si quienes profesan la carrera de las armas no asumen íntegramente los deberes morales y profesionales que les son pertinentes. La sociedad reclama la disciplina para la subordinación y la valentía hasta la inmolación. Ambas virtudes son el principal atributo de los ejércitos, un valor permite el otro, y los dos son la esencia de la identidad de cada ejército.

2

Según Arnold Toynbee es difícil que cualquier persona que tenga ideas maduras pueda discutir la afirmación de que el militarismo es suicida.


260

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

A diferencia de cualquier otra profesión, el militar dedica gran parte de su carrera al área de la educación. En todos los grados es un instructor y es un instruido. Cada escaño o ascenso significa nuevas responsabilidades y aprendizaje. Debe saber ejercer su puesto u ocupación militar especializada, pero además debe hacerlo de tal manera que sus actos y dichos sean un ejemplo para sus subordinados, ya que en la práctica, estos harán en el futuro, lo que hace su superior en el presente. En esta tríada subordinado-instructor-subordinado, el sistema de selección profesional y de formación moral es distintivo. Un militar no solamente es evaluado en su preparación profesional como lo sería en cualquier otra carrera, sino también es calificado en aspectos morales que lo obligan con su profesión, como el espíritu militar, criterio, discreción, lealtad, compañerismo y otros factores que lo distinguen como persona y lo seleccionan como militar. Los ejércitos latinoamericanos incluyen tópicos similares en la formación virtuosa de sus integrantes. En la mayoría de ellos el origen de las normas que los han regulado se encuentra en las Ordenanzas del Ejército Español, y en la propia historia patria que fue confirmando las virtudes de los comandantes y soldados, que han sido protagonistas de los episodios gloriosos de cada ejército. El Ejército de Chile también ha aportado al origen de estos preceptos morales, mediante la influencia ejercida en el área de la docencia, creación y formación de unidades. Tanto por los valores que se les han inculcado a los oficiales que de todos los países han concurrido a formarse militarmente a Chile, como también por la labor de organización de estamentos docentes en Colombia, Ecuador y El Salvador. A lo que se agrega la profesionalización militar, que con raíces francesas y alemanas tempranamente se materializó


CONCLUSIONES

261

en Chile e influyó en prácticamente todos los estados latinoamericanos. En el Ejército chileno las virtudes militares que identifican a sus integrantes han venido variando. Las virtudes militares inferidas de la Ordenanza General (1923) son diferentes a las que rigen en los manuales de 1944, y también a las de los planes de lección de 1988, y finalmente han sido reposicionadas en la Ordenanza General del 2006. El cambio está basado en tres aspectos que unidos lo producen: el contexto histórico de la promulgación; el carácter de los promotores del cambio; y las variaciones en las conductas morales y sociales. La selección del personal que ingresa al Ejército de Chile, los mandos, los ascensos y los programas docentes en las escuelas matrices deben estar iluminados por los valores que la sociedad quiere que posea el Ejército, y por las virtudes que la institución estime que la identifican. Si no existe una asociación entre selección, virtudes y formación el Ejército continuará existiendo, pero no constará la seguridad del sustento moral de sus integrantes. La historia es ilustrativa e indica que los militares deben ser seleccionados por los valores y virtudes que tengan arraigados y no por el conocimiento que posean. A un militar se le podrá enseñar en poco tiempo el uso de una determinada arma o táctica de empleo, pero se necesitará mucho tiempo para inculcarle el valor, la disciplina, el espíritu de cuerpo y los otros valores de la profesión militar. En la inculcación de valores la transmisión de las virtudes militares debe ser una práctica habitual, y la vía del ejemplo es el mejor medio para ello. Los oficiales tienen la principal responsabilidad en este


262

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

proceso, por ser los encargados del mando y de la formación de la tropa. El éxito del liderazgo está en el ejemplo personal. En la historia militar, el oficial, suboficial y el soldado siguen al que los comanda, siempre y cuando estos le tengan confianza. El comandante seguro de sí mismo no necesita volver la vista atrás para cerciorarse de que lo vienen siguiendo, solo debe seguir adelante. No cabe duda que el heroísmo del capitán Arturo Prat y las virtudes que junto a su tropa lo sitúan en la cima de los personajes ilustres de la historia, es la esencia del ejemplo de disciplina, valor, cumplimiento del deber, patriotismo, arrojo y espíritu de cuerpo, que todos los militares reconocen y hacen parte de la identidad del soldado nacional.3 A continuación, el Combate de La Concepción es la acción reflejo de las virtudes militares que son inculcadas prioritariamente en el Ejército de Chile, disciplina, valor y cumplimiento del deber militar. La disciplina para ser obedientes, el valor para superar el miedo, y el cumplimiento del deber para servir a la patria. La elección de la profesión militar y específicamente el ingreso al Ejército de Chile, es la primera cavilación y acto de confianza en sí mismo al que se ve enfrentado el militar. Entre las diferentes profesiones, y en forma libre y voluntaria, escoge la profesión acorde con sus expectativas, sus valores y aptitudes. A sabiendas de las exigencias morales, familiares, eco3

En los inicios de este trabajo se definió que no se incluiría la reseña de la acción heroica de Arturo Prat Chacón, porque la investigación se limitó al contexto de la historia de las virtudes militares de integrantes del Ejército. Pese a lo anterior, al menos en las conclusiones se ha querido reiterar esta situación, para que conste que la exclusión de este héroe es deliberada.


CONCLUSIONES

263

nómicas, sociales y cívicas opta por ser soldado, previa reflexión y comparación de sus valores y cualidades con los de la carrera militar. De cualquier grado, categoría y condición los militares son ante todo soldados, están al servicio de la patria, por lo que, jamás la profesión militar podrá competir con otra profesión en la obtención de beneficios económicos u otras prebendas que son vitales en otras labores. El que elija ser militar por sus beneficios o estatus, probablemente por poco tiempo lo será. Por conveniencia la propia institución debe bogar para que este personal sea reorientado respecto de lo que quiere ser en la vida. El amor a las riquezas y la falta de austeridad conduce al hombre a la deshonra. La frugalidad como la define Evaristo San Miguel, corresponde al ánimo de mesura, de generosidad y de desinterés, que reduciendo la esfera de las necesidades del hombre, eleva en cierto modo su alma y le hace contentarse con pequeños gustos. El apego a los bienes, a los placeres y comodidades de la vida, no es compatible con la carrera de las armas, en especial porque los integrantes de los ejércitos deben ser entrenados para soportar la fatiga y la disciplina. Los ritos y los mitos facilitan la inculcación de valores mientras no alteren en demasía la objetividad del contexto histórico aludido. Pese a las críticas de algunos historiadores que sostienen que el apasionamiento de los historiadores militares los lleva a deformar los resultados de algunos sucesos, es propio entender que el investigador militar con formación académica castrense, une de mejor forma y recrea con mayor exactitud aquellos hechos históricos sobre los cuales no existe información de primera fuente, pero en los cuales, la proporción de las fuerzas, el terreno, el clima y la logística permiten concluir sobre el esfuerzo y valores de los protagonistas.


264

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

La disciplina es la virtud militar que reiteradamente es evaluada como una de las más trascendentes e indispensable en la profesión militar. Actualmente no involucra obediencia ciega, sino que implica voluntarismo, conciencia y razonamiento para el cumplimiento de normas y leyes que propenden a un bien superior o colectivo. El artículo 21 de la Ordenanza General del Ejército de Chile promulgada el año 2006, lo específica: los subalternos deberán obedecer estas decisiones siempre que ello no importe la comisión de un delito o la transgresión de un reglamento. Implica la movilización de la conciencia para hacer propio los ideales que se relacionan con la patria e integridad nacional. Para ello es necesario una disposición permanente para ponerse al servicio del mando, de sus pares y del país, en concordancia con los fines institucionales e intereses nacionales: la disciplina es un valor fundante para el ejército dado que es un bien esencial que lo fortalece y lo preserva, pues no basta la capacidad militar para convertir a un grupo armado en un ejército: es justamente la disciplina la que permite distinguir a un ejército de una horda.4 Ha sido tradicional en el Ejército de Chile su cercanía con la religión y con la inculcación que esta permite de valores cristianos en la tropa. El general Gonzalo Santelices Cuevas, en los últimos años, destaca por las publicaciones de su autoría sobre los valores y la enseñanza cristiana.5 Desde los primeros años de la 4 5

División de Doctrina, Reglamento Administrativo, Ordenanza General del Ejército de Chile, Santiago: Comando de Institutos y Doctrina, 2006, Art.19. Como “Liderazgo, las lecciones de Jesús, un ejemplo a considerar en la acción de mando” disponible en el libro de Gonzalo Santelices Cuevas, La profesión militar; algo más que prepararse para la guerra, y los artículos citados en el Capítulo IV de este texto.


CONCLUSIONES

265

creación del Ejército el aspecto religioso estuvo presente y convenientemente reglamentado. La Ordenanza General del Ejército editada en 1923 es una comprobación de ello, en esta consta que: una de las responsabilidades del sargento después de la formación de retreta era de rezar el rosario con toda la compañía con devoción y tono reverente (Art.199); o los castigos contemplados contra quienes insultarán lugares sagrados (Art.1264); o que profirieran ofensas a las imágenes divinas (Art.1263); e incluso se señalaban los honores correspondientes ante las efigies religiosas: para toda procesión de imagen de Cristo, de la Virgen o de otro santo, las tropas por donde pasare descansarán sobre las armas, desde su principio hasta el fin: el tambor tendrá la caja a la espalda y el comandante, si fuere oficial, su espada en mano, saludando con ella a la imagen cuando ésta pase por delante; pero si la imagen fuere la del Carmen, se le harán los honores con armas al hombro, por ser patrona jurada de las armas de la República (Art. 675).6 El más célebre protagonista de la historia militar chilena lo constituye el capitán general Bernardo O’Higgins Riquelme. Entre los numerosos combates y batallas en que participó, el combate de El Roble del 17 de octubre de 1813 y el combate de Rancagua el 1 y 2 de octubre de 1814 son los más memorables de su vida militar y constituyen el pedestal que lo sitúa como Padre de la Patria. La tropa lo proclamó y legitimó como comandante patriota en El Roble, su arrojo y valentía permitieron revertir el combate, confió en sus hombres y atacó frontalmente a las fuerzas realistas que numéricamente eran superiores. Su ejemplo de coraje co6

Las obligaciones de los capellanes estaban especificadas en el Título XXVI de la Ordenanza General, desde los artículos 362 al 371.


266

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

menzó a transmitirse entre los patriotas y los realistas. Los primeros lo querían en sus filas y los otros lejos de ellos. En Rancagua y pese a que las fuerzas bajo su mando tenían el mínimo de instrucción y de disciplina, logró aunar voluntades y romper el frente de las fuerzas realistas, nuevamente veteranas y superiores. Al respecto, el Álbum Histórico de las Fuerzas Armadas de Chile indica: O’Higgins siempre entusiasmó a su tropa con el ejemplo, y fue el alma de esa heroica jornada, todos probaron de lo que es capaz el soldado chileno cuando se bate por la patria y es guiado por un jefe que no conoce el miedo. La Batalla de Rancagua es la más bella página del heroísmo chileno. Se batieron durante 34 horas, uno contra 3, al reflejo de un incendio, sin esperanza de socorro y, por último, en vez de capitular, se abren paso a filo de sables.7 El Combate de La Concepción es la acción de guerra donde las virtudes de los militares chilenos alcanza su excelencia. Es un legado de honor y de gloria, que permanecerá y pesará sobre los hombros de los integrantes del Ejército chileno, es un ejemplo de valor, disciplina, espíritu de cuerpo, lealtad, patriotismo y abnegación, que debe ser permanentemente recordado, ya que sin otro sostén que el amor a la patria, sin otra esperanza que su valor, jóvenes militares ofrendaron su vida como prueba de amor y devoción. La mayoría de los historiadores elogiosamente se refieren a este combate, basta con recordar a Gonzalo Bulnes, que dice así: El recuerdo que se viene espontáneamente a la memoria al hablar del Combate de La Concepción es el del Combate Naval de Iquique: una muchachada heroica, igual espíritu de sacrificio; el recuerdo de la pa7

Álbum Histórico de las Fuerzas Armadas de Chile: Santiago: Empresa Editora Atenas, 1928. pp.257 y 258.


CONCLUSIONES

267

tria incitando el último latido de sus valerosos corazones; el precepto de una inflexible tradición de honor: en la rada de Iquique y en la plaza de la Concepción se escribió una ley de acero para las futuras generaciones chilenas.8 El Álbum Histórico de las Fuerzas Armadas indica: el sol del 9 de julio alumbró una gloria más de las armas chilenas, porque 77 de sus hijos recibieron la corona del martirio defendiendo heroicamente la gloriosa bandera; porque murieron todos y murieron solos, sin pedir favor a sus enemigos.9 En los textos editados por el Ejército de Chile y particularmente en los Memoriales del Ejército de Chile,10 se han publicado diversos artículos sobre los sucesos y personajes de la historia militar chilena, que permiten valorar las virtudes de los comandantes y de la tropa protagonista de cada una de las acciones que han glorificado la historia patria. El Ejército continuamente está haciendo un esfuerzo comunicacional para que las nuevas generaciones accedan a información sobre los héroes y combates que enorgullecen a todos los chilenos, como también para reposicionar y actualizar las virtudes militares que deben ser inculcadas a los soldados. Hacerlo es la responsabilidad de todos, y por eso, en las bases doctrinarias de la institución, está señalado, que para que el militar pueda cumplir con su misión debe contar con las virtudes que precisamente contiene el objeto de la profesión, como es velar por el bien común a través de la seguridad o defensa de la sociedad en su conjunto. 8 9 10

Bulnes, Gonzalo. Guerra del Pacífico, Valparaíso: Sociedad Imprenta y Litografía Universo, 1919, Tomo III, p. 300. Álbum Histórico, op. cit. p. 562. El Memorial del Ejército de Chile se publica desde 1906 y está disponible en la página web www.ejercito.cl


268

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

En el contexto anterior, cabe destacar dos textos incluidos en el Capítulo IV de esta investigación, y que se estima deberían constituir bibliografía obligatoria en las escuelas matrices y escuelas de armas del Ejército, como lo son el del general de brigada Gonzalo Santelices Cuevas, La profesión militar algo más que prepararse para la guerra, y el del general de brigada Eduardo Aldunate Herman, Empuñando la espada.11 En la apuesta por un Ejército virtuoso hay fuerzas que intentan producir efectos adversos. Desde el interior de la organización se originan corrientes que intentan relativizar valores intrínsecos al Ejército, como lo son la lealtad, el espíritu de cuerpo y la disciplina. En su cometido subvaloran estas virtudes en pro de la realización personal y las expectativas individuales, y no miran la trascendencia que estas tienen para el propósito del conjunto. Desde el exterior se intenta minimizar la importancia de la profesión y se pretende desvirtuar el rol que le corresponden al Ejército en la defensa y seguridad nacional. Producto de la errada utilización de que han sido objeto los ejércitos, se advierten corrientes de opinión que simplifican la carrera militar o la consideran como un objeto del mercado. La Ordenanza General del Ejército de Chile del año 2006 asume la necesidad de explicitar las definiciones y principios morales que distinguen el quehacer colectivo e individual del Ejército, ya que la profesión militar está por sobre la circunstancia histórica, es mucho más que eso y más fuerte que todo. En los inicios del siglo XXI pertenecer al Ejército de Chile es una distinción reservada para pocos chilenos. Estos valoran a los héroes de antaño, rememoran las acciones heroicas y 11

Ambos textos integran la colección Biblioteca del Oficial del Ejército de Chile.


CONCLUSIONES

269

están comprometidos con la acción del Ejército y con el destino de Chile. De todos los valores militares de los ejércitos indicados en el Capítulo III, posiblemente sea la disciplina y por derivación la obediencia uno de los elementos que los transforman en organizaciones únicas y les otorgan el carácter de instituciones. La característica esencial de la vida militar está en directa relación con la disciplina que se imparte, y los militares asumen conscientemente que esta es necesaria e inseparable en la formación del soldado, tanto por las exigencias de la vida militar que en algunos casos es necesario imponer, y porque permite una mejor forma de relaciones jerárquicas. Civiles y militares asumen que sin una arraigada disciplina un ejército no perdura ni puede desarrollarse. Aceptar que la disciplina es un factor primordial de la profesión militar constituye la frontera o punto de inflexión al momento de decidir el ingreso a la profesión militar. La disciplina obliga a mandar con responsabilidad y a obedecer lo mandado. El trato entre el que manda y el que obedece también implica que las normas disciplinarias le otorgan potestad al superior y al subordinado, para exigir el cumplimiento del deber o para presentar alguna objeción a la orden recibida, cuando las órdenes impliquen la ejecución de actos que manifiestamente sean contrarios a las leyes, los usos de la guerra o constituyan delito. La valentía para afrontar desafíos físicos y para contraponer los propios principios y valores morales a las corrientes relativizadoras de los mismos y distorsionadores de la profesión militar, son la expresión máxime de la formación militar de un profesional militar. En esta alineación formativa de lo físico y moral está implicado el ánimo que motiva al militar a emprender


270

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

grandes desafíos y afrontar peligros en beneficio del interés de la patria. Esta definición no implica que el valor sea privativo del militar, sino que más bien parece consustancial al ser humano independientemente del ámbito en el que se mueva, y por tanto también al militar. El valor tampoco es la ausencia de miedo, ya que tanto el valor como el miedo son innatos al hombre y por lo tanto imposibles de eliminar. Por ello, podríamos indicar que el valor es el arte de superar el miedo natural que se presenta ante los peligros de la vida. El valor necesariamente se acompaña de la normativa disciplinaria que coadyuva a imponer una situación de arrojo, o aceptar una situación incierta que tendrá un efecto en la propia integridad o en la de los subordinados. La Ordenanza General del Ejército promulgada en el 200612 es un hito en la definición de los valores en los cuales se debe basar el Ejército chileno. Esta tiene la fortaleza de integrar tres variables que la distinguen como texto sustentable de la base doctrinaria del Ejército: la expresión de los valores que la sociedad quiere que el Ejército posea; los valores que el propio Ejército estima que son inseparables a la formación del profesional militar; y el legado histórico de los valores heredados de las acciones de combate más sobresalientes que la historia militar depara. Con anterioridad a esta Ordenanza, el texto normativo que incluía y definía las virtudes militares en el Ejército de Chile, era el Reglamento de Instrucción de Teórica General R.I.sc. (P) 864 de 1987, en este se especificaba que las virtudes militares eran: la lealtad, honor, valor, espíritu de cuerpo, abnegación, compañerismo, fidelidad, patriotismo y es12

División de Doctrina, Reglamento Administrativo, Ordenanza General del Ejército de Chile, Santiago: Comando de Institutos y Doctrina, R.A. (P) 110-A, 2006.


CONCLUSIONES

271

píritu militar. A diferencia de la Ordenanza del 2006, no se incluyen las virtudes de la disciplina, cumplimiento del deber militar, integridad, respeto, espíritu de servicio y subordinación al derecho. Por el contrario, en la Ordenanza 2006 no se considera al compañerismo, fidelidad, patriotismo y espíritu militar. En ambos casos, se estima que los ejemplos de la historia militar de Chile son suficiente argumento para haber incluido la disciplina y el patriotismo en el Reglamento de Instrucción y en la Ordenanza General, respectivamente. Se agrega a ello, las diferentes definiciones de algunas virtudes entre los textos aludidos. A modo de ejemplo, respecto del valor la Ordenanza lo define como la fuerza moral y física que lleva a acometer resueltamente grandes desafíos, enfrentando de manera consciente el peligro y la adversidad; el Reglamento de Instrucción señala que esta es una de las virtudes militares por excelencia, que desprecia hasta la vida para emprender las más grandes empresas sin temor a los obstáculos o dificultades que se le presenten. La valentía es la práctica del valor; por consiguiente, el valor es una virtud que puede cultivarse. El Militar de por sí debe ser sometido a actos que le permitan acrecentar esta virtud. Esta investigación ha intentado abordar la temática de los valores y virtudes de los integrantes del Ejército chileno de una manera diferente a como otros escritores lo han realizado hasta la fecha. Permite observar la diferencia con que los ejércitos latinoamericanos identifican y definen sus virtudes, como también las acciones heroicas que ejemplarizan la transmisión histórica de ellas. Llama la atención, que en instituciones con fines similares y en sociedades comunes las virtudes sean diferentes, y que algunos ejércitos expresen numerosas virtudes como características de sus fuerzas, y en otros sean definiciones únicas.


272

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Las virtudes militares no constituye un tema de investigación acabado, por el contrario, está abierta la puerta para otras investigaciones. Un gran desafío sería intentar responder entre otras, las siguientes interrogantes ¿Cuál es el impacto valórico que han tenido las virtudes militares del Ejército de Chile en los últimos años?, ¿Cuáles son las virtudes que actualmente poseen los oficiales, los suboficiales y los soldados? o ¿Cómo los actuales procesos de formación permiten inculcar las virtudes definidas en la Ordenanza General?


273

BIBLIOGRAFÍA Academia de Guerra. Algunas reflexiones sobre la profesión militar: Sus valores y virtudes asociados, implicancias actuales y desafíos para enfrentar el próximo tiempo, Santiago: Academia de Guerra del Ejército de Chile, Cuaderno de Difusión Nº 5, Año 3, 2000. Aguiar, Félix Roberto. Experiencias de un Conflicto, Santiago: Academia de Guerra del Ejército, s/a. Álbum Histórico de las Fuerzas Armadas de Chile. Santiago: Empresa Editora Atenas, 1928. Aldunate Herman, Eduardo. “Liderazgo Militar: Carta a un Comandante”, en VV.AA. Memorial del Ejército de Chile Nº 477, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército, 2006. Aldunate Herman, Eduardo. Empuñando la espada, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, s/a. Almirante, José. Diccionario Militar, Madrid: Secretaría Técnica del Ministerio de Defensa, 2002. Anel U., Joaquín. “La aptitud para el mando”, en VV.AA. Memorial del Ejército Nº 313, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1963. Antoine de Jomini, Henri. Compendio del arte de la guerra, Madrid: Secretaría Técnica del Ministerio de Defensa, 1991.


274

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Arancibia Clavel, Roberto. Influencia del Ejército Chileno en América Latina 1900-1950, Santiago: Centro de Estudios e Investigaciones Militares, 2002. Ardant du Picq, Charles. Estudios sobre el combate. Título original Etudes sur le combat, Madrid: Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa de España, 1988. Astrosa Herrera, Renato. Código de Justicia Militar Comentado, Santiago: Editorial Jurídica de Chile, 1985. Baquer, Alonso. “Las virtudes de la profesión de las armas”, en VV.AA., Memorial del Ejército de Chile Nº 451, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1996. Beaufre. “La vocación militar y la tradición”, en VV.AA., Memorial del Ejército de Chile Nº 367, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1972. Bennett, J. El Libro de las Virtudes, Buenos Aires: Vergara S.A., 2004. Biskupovic Moya, Juan. “Algunas reflexiones acerca de la tradición militar, el honor y la disciplina”, VV.AA. Memorial del Ejército de Chile Nº 463, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 2000. Bolon Varela, Emilio. Fundamentos de Ética Militar, Buenos Aires: Círculo Militar Argentino, 1980.


BIBLIOGRAFÍA

275

Bulnes, Gonzalo. Guerra del Pacífico, Tomo III, Valparaíso: Sociedad Imprenta y Litografía Universo, 1919. Calderón Madrigal, Salvador. Cuestiones sobre el honor, Madrid: Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa de España, 2002. Canessa Robert, Julio. “Combate de La Concepción”, VV.AA., Memorial del Ejército de Chile Nº 410, Santiago: Estado Mayor General del Ejército, 1982. Cardinali Meza, Aldo. “Administración por objetivos, valores y actitudes, conceptos que no pueden estar ausentes en una modernización institucional”, Memorial del Ejército de Chile Nº 461, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército, 1999. Clausewitz von, Carl. De la Guerra, Bogotá: Editorial Labor S.A., 1994. Costa, Paz y Roca, Julio. Mando y Obediencia, Buenos Aires: Círculo Militar Argentino, 1999. Decreto MDN.SSG. Depto. II/1 Nº 6030/86 de 22 febrero de 2006. Diccionario Militar, Aeronáutico, Naval y Terrestre, 1956. División de Doctrina. El Ejército y la Fuerza Terrestre 2005, Santiago: Comando de Institutos y Doctrina, 2005. División de Doctrina. Ordenanza General del Ejército, Santiago: Comando de Institutos y Doctrina, 2006.


276

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Donis Kestler, Agustín. Azul y Grana, Managua: Editorial Novedades y Pinsa S.A., 1973. Duruy, Jorge. “El oficial educador”, en VV.AA. Memorial del Ejército de Chile, Santiago: Estado Mayor General, Departamento Central, 15 de enero de 1907. Ejército de Chile. Manual de Instrucciones Teóricas y Especiales, División de Caballería, 1944. Ejército de Chile. Manual de Tradiciones y Ritos, Santiago: Departamento de Historia Militar, 2002. Ejército de Chile. Recopilación de Leyes, DI., DEL, Reglamentos y Decretos del Ejército, Santiago: Decreto Nº 2.501 de 2 de octubre de 1920. Estado Mayor General del Ejército. Historia Militar de Chile, Tomos II, III, VI, X Santiago: Instituto Geográfico Militar, 1984. San Miguel, Evaristo. Elementos del arte de la guerra, Madrid: Secretaría Técnica del Ministerio de Defensa de España, 1990. Fuller, J.F.C. Educación del soldado para la guerra, Madrid: Calpe, 1925. García Aguilar, Adolfo. Moral y educación militares, Guatemala: Editorial del Ejército, 1988. Gavet, Andre. El Arte de Mandar, en Memorial del Ejército de Chile Nº 392, 1977. Gazzoli, Luis. Reflexiones sobre el mando, trascripción completa en el Memorial del Ejército Nº 359,


277

BIBLIOGRAFÍA

Santiago: Departamento Ejército de Chile, 1971.

Comunicacional

del

General Daudignac. “Les réalités du combat”, Le Spectateur Militaire, vol, LXX, citado por Fuller, J.F.C., Educación del soldado para la guerra, Madrid: Calpe, 1925. Gray, Glenn J. Guerreros. Reflexiones del hombre en la batalla, Barcelona: Inédita Editores, 2004. Mellafe Maturana, Rafael; Pelayo González, Mauricio. Guerra del Pacífico en Imágenes Relatos y Testimonios, Santiago: Ediciones Centro de Estudios Bicentenario, 2007. Gutiérrez Campos, Julio. “Los valores de la sociedad: una aproximación”, en VV.AA. Memorial del Ejército de Chile Nº 452, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército, 1997. Hernández Méndez, Jorge. Ética Militar, Guatemala: Editorial del Ejército, 1990. Huntington, Samuel P. El Soldado y el Estado, Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano, 1995. Huot, Luis y Voivenel, Pablo. El Valor, versión española del teniente coronel Jorge Carmona Yáñez (Viña del Mar, 1935). Ibáñez Vergara, Jorge. O’Higgins El Libertador, Santiago: Instituto O’Higginiano de Chile, 2001. Izurieta Caffarena, Ricardo. Chile siempre primero, y a su Ejército, honor y gloria, Santiago: De-


278

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

partamento Comunicacional del Ejército de Chile, 2001. Clase Magistral dictada con motivo del tercer aniversario de su asunción como Comandante en Jefe del Ejército. Janowitz, Morris. El Soldado Profesional, Buenos Aires: Editorial Bibliográfica Argentina, 1967. Jiménez de Urrea, Jerónimo. Diálogo de la Verdadera Honra Militar, Madrid: Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa de España, 1992. Keegan, John. Historia de la Guerra, Barcelona: Editorial Planeta, 1995. Laguna Sanquirico, Francisco. “El Espíritu Militar en el Siglo XXI”, en VV.AA., Military Review, noviembre-diciembre 1998, Fort Leavenworth, Kansas: Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército de EE.UU., 1998. Lara Espinosa, Alberto. Ordenanza General del Ejército, Santiago: Imprenta del Ministerio de Guerra, 1923. Letelier Anguita, Sergio; Faúndez Elgueta, Patricia; Ilabaca Verbeeck, Christian. “Algunas consideraciones acerca de la sobriedad y la austeridad”, en VV.AA. Memorial del Ejército de Chile Nº 452, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército, 1997. Leyton R., Carlos. “Vocación y Espíritu Militar” en VV.AA., Memorial del Ejército de Chile Nº 367, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1972.


BIBLIOGRAFÍA

279

Libro de la Defensa Nacional de Chile, Santiago: Ministerio de Defensa Nacional, 1997 Londoño, de Sancho. Discurso sobre la forma de reducir la Disciplina Militar a mejor y antiguo estado, Madrid: Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa de España, 1993. Machuca A., Francisco. Las Cuatro Campañas de la Guerra del Pacífico, Tomo II, Valparaíso: Imprenta Victoria, 1926. Manual del Código de Ética Profesional de las Fuerzas Armadas del Perú. MFP-51-13, Manual del Ejercicio del Mando, Buenos Aires: Instituto Geográfico Militar, 1990. Michavila Núñez, Narciso. El soldado profesional en España, Madrid: Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa de España, 2002. Milgram, Stanley. Obediencia a la autoridad, España: Editorial Desclee de Brouwer, S.A., 1980. Ministerio de Defensa, Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas. Madrid: Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa de España, 2002. Muñoz F., Aniceto. “La noble carrera de las armas”, en VV.AA. Memorial del Ejército de Chile Nº 266, 1955. Ordenanza General del Ejército, Santiago: Imprenta del Ministerio de Guerra, 1872.


280

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Ortega Prado, Rodolfo. “Reposición de las Virtudes Militares en la reglamentación y publicaciones militares”, en VV.AA., Memorial del Ejército de Chile Nº 458, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1998. Padilla de León, Freddy. Liderazgo Militar. Una perspectiva Militar, Bogotá: Comando General de las Fuerzas Militares, 2004. Phillips, Christopher. Seis Preguntas de Sócrates, Buenos Aires: Editorial Taurus, 2004. Pinto Cebrián, Fernando. ¿Qué es la historia militar?, Madrid, Colecciones Adalid, 1992. Platón. La República y otros diálogos, resumido y analizado por Jorge Velasco, Cali: Editorial Atenas, s/a. Quaas Bornscheuer, Richard. Reflexiones sobre el carácter de la guerra, Santiago: Estado Mayor General del Ejército, 1996. Reglamento Administrativo del Ejército de Chile R.A.(P) 110-A, 2006. Reglamento de Ceremonial Militar publicado en el D.O.F. el 10 de noviembre de 1938. Reglamento de Disciplina para las Fuerzas Armadas. Decreto Nº 1.445 de 14 de diciembre de 1951. Reglamento de los Tribunales de Honor de las Fuerzas Armadas de Uruguay.


BIBLIOGRAFÍA

281

Reglamento El Ejército Argentino RB-00-01 Ed. 1997. Reglamento General de Deberes Militares de 26 de marzo de 1937. Reglamento General R.G.S. Nº 21 para el Ejército Nacional del Uruguay. Reglamento publicado en el D.O.F., el 26 de marzo de 1937. Roca, Carlos. Sangre de Valientes, Barcelona: Inédita Editores, 2005. Rojas Brugues, Sergio. “La aptitud del jefe para pensar”, en VV.AA. Memorial del Ejército Nº 346, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1968. Romo Escobar, Alejandro. Moral Militar, Quito: Academia de Guerra de la Fuerza Terrestre del Ecuador (AGFT). Ruiz Fornells, Enrique. La educación moral del soldado, Toledo: Texto para las Academias de Infantería y Caballería, según Real Orden de 10 de mayo de 1895, sexta edición, 1909. Saldes Irarrázaval, Hernán. Al Valor, Santiago: Academia de Historia Militar (Monografía) s/año. Santelices Cuevas, Gonzalo. “La ética una reflexión del militar en el siglo XXI”, en VV.AA. Memorial del Ejército de Chile Nº 471, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército, 2003.


282

RODOLFO A. ORTEGA PRADO

Santelices Cuevas, Gonzalo. “Reflexiones sobre los Ejércitos y la Profesión Militar”, en VV.AA. Memorial del Ejército de Chile Nº 459, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército, 1998. Santelices Cuevas, Gonzalo. La profesión militar algo más que prepararse para la guerra, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, s/a. Santos Fernández, Luis. “El valor”, en VV.AA. Memorial del Ejército Nº 346, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1968. Tocqueville, Alexis. La Democracia en América, Madrid: Editorial Alianza, 2002. Vigon, Jorge. Estampa de Capitanes. El Espíritu Militar Español, Madrid: Ediciones Ejército, 1979. Yávar Martín, Enrique. “El Valor: Una Fuerza Moral”, en VV.AA. Memorial del Ejército Nº 273, Santiago: Departamento Comunicacional del Ejército de Chile, 1956.


283

CURRÍCULUM El Coronel (R) Rodolfo A. Ortega Prado es Oficial de Estado Mayor del Arma de Infantería, Doctor en América Latina Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid, Magíster en Ciencias Militares con mención en Políticas de Defensa de la Academia de Guerra, Magíster en Ciencias Militares con mención en Gestión y Planificación Estratégica de la Academia de Guerra. Ha sido profesor titular de Academia en las asignaturas de Operaciones Conjuntas y de Táctica y Operaciones. Se desempeñó como profesor de Geopolítica en la Escuela de Guerra de Colombia; actualmente integra el Departamento de Geografía Militar y Geopolítica de la Academia de Guerra. Es Diplomado en Prevención de Conflictos de la Universidad Complutense de Madrid, Diplomado en Sociología Militar de la Academia de Guerra, Diplomado en Gestión de Conflictos en Asia-Pacífico de la Universidad Complutense de Madrid, Diplomado en Estudios Avanzados de América Latina del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset de Madrid, Diplomado en Gestión Estratégica de Organizaciones de la Academia Politécnica Militar, y realizó el Curso de Alto Mando en la Academia Nacional de Estudio Políticos y Estratégicos (ANEPE). Ejerció el mando del Regimiento de Infantería Nº12 “Sangra”; Subdirector de la Academia de Guerra; Subcontralor del Ejército y Agregado de Defensa y Militar de Chile en España y Concurrente en Turquía.


284

Ha publicado numerosos artículos y trabajos de investigación en Chile y en el extranjero, entre los que se destacan: “Influencia de la geografía en la acción benéfica del Estado”, “Geopolítica de la población”, “La influencia del clima sobre la población”, publicados en la Revista de las Fuerzas Armadas de Colombia Nº 155, 156 y 157 de 1995, respectivamente; “Reposición de las Virtudes Militares en la reglamentación y publicaciones militares”, Memorial del Ejército Nº 458, 1998 (Premio Concurso Literario del Comando de Institutos Militares); “Turquía; Desafíos Estratégicos, Separatismo y Terrorismo”, Revista Escenarios Actuales del CESIM, Año 9, Nº 5, 2004; “Aproximación a la Metodología de la Investigación Histórico-Militar ¿El mito de la verdad?”, Memorial del Ejército Nº 479, 2007; “Tendencias de la Seguridad y Defensa en el Mercado Común del Sur 1991-2005”, Memorial del Ejército Nº 480, 2008. Ha realizado diversos trabajos de investigación, entre los que se destacan: La Integración y Defensa Nacional: Determinación de las amenazas para Chile, y sus efectos en las FF.AA. en general y en el ejército en particular. Tesis de Magíster Academia de Guerra, 1999. Premio Ministerio de Defensa Nacional de Chile; Chiloé: Presencia Militar 1567-1940. Concurso Literario Militar del Ejército (Premio al 2º lugar). Es autor del libro: Presencia Militar en la provincia de Llanquihue 1901-2001.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.