Chelín somos tu memoria viva

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ChelĂ­n somos tu memoria viva



Chelín somos tu memoria viva

Idea original y producción Rodrigo Ortega Chavarría y Cristina Riofrío Reyes


Chelín somos tu memoria viva

1era Edición: octubre de 2017 200 ejemplares ISBN 978-956-393-322-2

© Rodrigo Ortega/Cristina Riofrío ortegach@gmail.com Créditos visuales Todas las ilustraciones, acuarelas y dibujos de este libro han sido realizados por l@s niñ@s Francisca Vera, Cindy Águila, Sofía Millaquién, Sofía Catalina Tipaina, Yenifer Gueico, Cristopher Guichatureo, Javier Oyarzo, Claudio Álvarez, Álvaro Álvarez, Danilo Colivoro, Adán Guichaquelén, Benjamín Peranchiguai, con aportes de Cristina Riofrío y Rodrigo Ortega. Todas las fotografías de este libro, salvo algunas excepciones que serán referenciadas debidamente, han sido hechas por l@s niñ@s Isamar Águila, Natalia Ruíz, Pamela Manquicheo, Monserrat Vito, Cristian Alonso, Luis Enrique Colivoro, Adán Guichaquelén, Danilo Colivoro, Benjamín Peranchiguai, Francisca Vera, Javier Oyarzo, Álvaro Álvarez, la profesora Karina Mutis, Cristina Riofrío y Rodrigo Ortega. Fotogramas del documental “La travesía de San Juan”: Año: 2016 Dirección: Valentina Lizama Calderón Producción: Tomás Leyton Miranda Todos los versos que aparecen en este libro pertenecen al poeta de Chelín Edi Iván Alvarado, quien amablemente ha permitido su publicación en las páginas de este trabajo. Idea original: Rodrigo Ortega Producción: Cristina Riofrío, Rodrigo Ortega Trabajo de campo: Cristina Riofrío, Rodrigo Ortega Edición: Cristina Riofrío, Rodrigo Ortega Impreso en los talleres de Gráfica LOM Miguel de Atero 2888, Quinta Normal Fono: (56 2) 2 716 9695 Santiago de Chile © Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, su recopilación en un sistema informático y su transmisión en cualquier forma o medida (ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia, registro o por otros medios) sin el previo permiso y por escrito de los titulares del copyright.


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Este libro es el resultado de un intenso trabajo de campo desarrollado durante los meses de octubre y noviembre del año 2016 en la isla chilota de Chelín. Trabajo enmarcado en las Residencias de Arte Colaborativo del programa Red Cultura del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes del Gobierno de Chile, en convenio con la Fundación para la Superación de la Pobreza a través de su programa Servicio País


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MEMORIA VIVA PARTE POR PARTE

UN UNIVERSO LLAMADO CHELÍN ......................................... 7 UN PASADO QUE NOS TRAE AL PRESENTE Acá la gente vive bien............................................................. 20 La luz llegó a tientas ............................................................... 25 Agua que brota y no corre ..................................................... 29 A pata y a caballo.................................................................... 31 El calor del hogar .................................................................... 35 Juntos pa’ trabajar y celebrar .................................................. 39 UNA ISLA GENEROSA Los mariscos abundantes ........................................................ 46 El pelillo al viento ................................................................... 50 Los corrales y la pesca ............................................................ 57 ¡Vamos arando…! .................................................................... 60 Campo florido de animales..................................................... 68 DE HAMBRE NO MUERE NADIE La mesa antigua y la de ahora ................................................ 78 Harina chilota .......................................................................... 85 Comida y bebida pa’ ceremonias ........................................... 89 Comida tradicional: Chopón, chochoca y deche............................................... 95 Milcao, yoco y mella ........................................................ 100 Recetas del mar: Algas y pescados .............................................................. 102 Mariscos ahumados.......................................................... 103


LA ISLA NOS SANA Remedios con pastos pa’l cuerpo y el corazón ................... 110 Sobaduras y amarras pa’ huesos y hernias .......................... 119 La posta de Chelín................................................................. 124 OFICIOS Y CREATIVIDAD A mano, palillo y quelgo ...................................................... 134 La tradición del canasto ........................................................ 140 Dedos pa’l acordeón ............................................................. 147 Fiscales y catequistas............................................................. 156 Un poeta nativo ..................................................................... 162 LAS AVES VOLARON DEL NIDO Cuando estaba buena la Argentina ...................................... 174 Muchos se van, muchos no vuelven .................................... 179 Otros vienen pa’ quedarse .................................................... 195 Todo cambia con el tiempo .................................................. 198 LAS VOCES DE ESTE LIBRO ................................................ 203


Chelín, somos tu memoria viva

UN UNIVERSO LLAMADO CHELÍN

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esde el muelle de Castro no se la ve, hacen falta dos horas y media de viaje en una lancha de madera para llegar a conocerla. Aparece su rampa en la lejanía y con ella varios hombres y mujeres, abrigados, apurados, sonrientes entre sí; dispuestos a cargar las papas, los ajos, subir pasajeros, descargar mercaderías provenientes de Castro y recibir a uno que otro viajero extraviado. Todos aprovechan esta conexión que tienen una vez al día con su capital comunal, el “pueblo” como le dicen ellos, para llevar y vender el fruto de su tierra, de su mar, de su trabajo y traer de vuelta todo aquello que necesitan y que el dinero les permite comprar. Chelín es una pequeña isla en el archipiélago de Chiloé ubicada aproximadamente a cinco minutos de su vecina más cercana, la isla Quehui. A Chelín se entra por su principal arteria, un largo camino de tierra que cruza la isla de punta a punta. Abre sus puertas por el sur en el sector de Chelín Bajo y desde allí comienzamos el recorrido. Lo primero en aparecer entre perros juguetones y gallinas con sus pollitos es la antigua iglesia de madera vestida de azul y blanco que lleva por nombre Nuestra Señora del Rosario. El camino a pie se hace largo, pero el paisaje alivia. Robles a cada lado, ovejas que interpelan al extraño con su cara de duda, lanzando sus balidos como preguntas, la belleza imponente de los vacunos y el perfume del espinillo que abunda en la isla. La amabilidad de los habitantes se hace presente a través de un aventón en sus vehículos de trabajo junto a una infaltable charla para amenizar. Nuestra primera parada, en el centro de la isla, fue la Escuela Los Robles, desde esa base de operaciones nos fuimos conociendo con la gente para tejer la relación de confianza que dio como resultado este libro.

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Isla Grande de ChiloĂŠ

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Chelín, somos tu memoria viva Continuando hacia el norte, entre extensos sembríos de papas con sus flores blancas y violetas, aparece el sector de Huechuchelín donde todo es mar y viento fuerte. En ese camino, cada vez son menos las casas, pero muchas las historias, las “tallas”, los recuerdos. La ruta acaba en la punta norte donde aparece la casa de don Juan y doña María, la última del sector. Nunca logramos ver a toda la comunidad junta y al parecer no fue un hecho fortuito. Si bien es cierto, la cultura chilota sigue siendo amable y unida, tampoco es menos cierto que algo ha ido cambiando en ese estado de cosas. La isla “ya no es como antes”, dicen sus habitantes al reflexionar sobre su comunidad. Chelín experimenta, al mismo tiempo, una fortuna y desventaja; su condición de aislamiento. De esta condición derivan muchas de las características de vida tal como la conocen hoy sus habitantes.

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Chelín, somos tu memoria viva La gente de Chelín no solo se asombra de la rapidez de los cambios sino que se adapta a ellos viviendo sus efectos, muchos de ellos considerados negativos. La emigración y falta de población juvenil es uno de esos cambios; Chelín envejece a un ritmo acelerado, la juventud es escasa y de la poca que hay “todos se van y ya no regresan”, nos dicen sus habitantes. El último récord poblacional realizado el 2016 por la paramédico encargada de la posta, Nancy Oyarzo, nos indicaba que en la isla habían “243 habitantes y 77 familias”, de los cuales 25 estaban entre los 0 a 13 años de edad. Grupos etarios de 15, 20 o 30 años prácticamente no hay, pues “todos se fueron a estudiar y ahí se quedaron en la ciudad”. La Escuela Los Robles, con sus 14 estudiantes es un testimonio de aquello y en Huechuchelín, la Escuela Capilla de Lourdes con sus 4 alumnos es un caso más extremo que refuerza la sensación de despoblamiento. Aún así, los niños de Chelín no dejan de ser una chispa de alegría y esperanza. Si a Chelín “no le falta nada”, si es una isla rica en recursos de mar y tierra ¿por qué entonces la juventud se va? Muchos adultos, desde su experiencia más reciente, dicen que no vuelven porque a los chicos no les gusta el trabajo del campo, más bien prefieren la comodidad de la ciudad. Aún así, los adultos asumen que cuando partieron sus hijos lo hicieron para buscar una vida mejor, una vida que no se podía tener en la isla y que hicieron lo que tenían que hacer: irse. Todas las conversaciones, los diálogos directos e indirectos con la gente y con el entorno dieron cuenta de la calma y aceptación con que se vive este fenómeno; esa forma tan natural con la que se asume que “las aves vuelan del nido”, aunque ese nido quede cada día más solitario. Es que los habitantes de Chelín no encuentran en ello ningún drama, se adaptan y comprenden que los tiempos ya son otros, que los chicos “ya no tienen nada que hacer aquí”. Tomando once con pan amasado o aprovechando el calor de una estufa a leña para combatir el frío, la gente de Chelín cuenta sus historias de emigración o las de sus mayores, a tierras más austra-

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Chelín, somos tu memoria viva les, a la Argentina principalmente, dando cuenta que nada de eso es nuevo, que el aislamiento es duro y motiva a partir y que los efectos de la migración han llegado a todos de una u otra forma, tanto a los que se quedan como a los que se van. Migraciones que también dan cuenta de que todo se ha conseguido a un precio contradictorio, pero que finalmente todo es fruto del esfuerzo y el sacrificio y que la isla, a su manera, sabe recompensar a quienes saben apreciarla. Lo que despierta una alarma y detona la nostalgia de la población adulta es que la distancia física con la isla y generacional con la juventud ha producido el olvido de ciertos hábitos y tradiciones que antaño estuvieron muy arraigadas en ellos, que fueron parte de una estrategia de supervivencia en el duro paisaje de Chelín y que sin duda alguna han forjado el imaginario de la comunidad chilota en general. En cada casa aparece de repente un fogón, una artesa de madera, un canasto antiguo, una piedra de moler y enseguida viene la expresión de añoranza de una abuela, de un padre o de una madre que recuerdan aquellos tiempos de “la vida más natural” donde se comía mucha papa y trigo del que los chicos ya no saben nada, así como tampoco de tejer canastos ni preparar la chochoca. Es que no lo han necesitado, y el anhelo de este mundo actual, tan diferente y confortable, ha traído consigo la pérdida de los saberes y las costumbres tradicionales. La “conectividad” ha sido protagonista de esa seducción que llega desde afuera. La pérdida de la práctica y transmisión oral de los saberes ligados al mar y a la tierra son el producto de esa paradójica conectividad que facilita la comunicación con el exterior, pero incomunica en la proximidad, incomunica a los jóvenes con los mayores y con su entorno, abriendo una brecha que las pantallas de sus celulares y computadores no logran salvar. En este escenario, la Residencia de Arte Colaborativo que da como resultado el presente libro, buscó registrar la mayor cantidad posible de relatos que permitieran documentar historias, tradiciones, formas de vida, recuerdos, opiniones y pareceres de los habitantes de la isla Chelín. Desde los niños a los más adultos, dentro de sus posibilidades de tiempo y ganas de compartir sus experiencias. El

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Chelín, somos tu memoria viva objetivo fue capturar toda esa información que en primera instancia pareciera estar en riesgo de desaparición u olvido, a fin de que no solo las generaciones venideras las lean sino también lo haga la generación más inmediata; los chelinos junto a sus familias y aquellos niños prontos a emigrar de la isla, aquellos de quienes se dice estar un tanto más distantes de las “viejas” tradiciones isleñas. Nuestro mayor esfuerzo, en todo momento, fue procurar zonas de encuentro, diálogo y reflexión sobre la memoria de la isla. Sin embargo, el duro y permanente trabajo de sus habitantes, su ocupación constante en los animales y los cultivos obligan a los afuerinos a adaptarse a sus ritmos y prioridades. No fuimos la excepción. En ese sentido, los profesores de las escuelas rurales de la isla, Ingrid Cárcamo y Karina Mutis en la escuela Los Robles y Luis Barría en la escuela Capilla de Lourdes, significaron un valioso y fundamental aporte a todo el proceso de trabajo. Gracias a ellos pudimos reunirnos con parte de la comunidad de Chelín para socializar el proyecto y encontrar fuentes y vínculos relevantes para la construcción de esta memoria viva. Las escuelas fueron el lugar donde desarrollamos algunos talleres de arte con los alumnos y desde donde salimos con las niñas y niños a entrevistar a sus familias y a los vecinos o, simplemente, sacar fotos de lo que los niños consideraban importante. Estamos agradecidos por la calidez y la recepción alegre y desinteresada que siempre nos brindaron. Muchas personas fueron bastante esquivas a la hora de conversar frente a cámaras o grabadoras encendidas. En gran medida por nerviosismo, vergüenza o comprensible escepticismo, sin embargo, se mostraron muy abiertas y llanas a conversar cuando de cotidianidad colaborativa se trataba. Mabel Guerrero fue una de ellas; entre risas se negaba a ser entrevistada incluso por su hijo Danilo, no obstante, en su condición de presidenta de la junta de vecinos de Chelín Bajo, nos confió amablemente la sede comunal y siempre se tomó un tiempo para conversar sobre la isla y su gente mientras preparaba el almuerzo, hilaba en huso o simplemente trabajaba la

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Chelín, somos tu memoria viva tierra. A ella, a su compañero Manuel Colivoro y a toda su familia le damos el mayor de los agradecimientos posibles. A Luis Colivoro y Rosa Vera, matrimonio que vive muy cerca de la rampa; con don Luis cruzamos varias conversaciones, algunas mientras él pescaba con lienza a las 6 de la mañana, charlas que sin duda ayudaron a alimentar las ideas de este libro. También a doña Lidia Vera, quien gentilmente nos mostró su terreno y su casa centenaria. A Ermy Ojeda, cocinera de la escuela Los Robles y su hijo Jano que siempre nos acompañaron en la cocina para darnos de comer y contarnos sobre algunas preparaciones. Lo mismo a la tía Rosa en la cocina de la escuela Capilla de Lourdes. A don Alfonso Alvarado quién nos relató de sus andanzas por la Argentina. A Luis Ayamante quién nos impresionó gratamente con su hermoso canto religioso en latín. A todos quienes nos transportaron amablemente en sus camionetas a lo largo de la isla. A los amigos de las lanchas. A “Rola”, que a pesar de su negativa para entrevistar a su padre, Daniel Villarroel, vaporino de 91 años, nos recordó indirectamente que mucha gente de la isla se cansa de la llegada de afuerinos en busca de material, información o lo que sea para llevárselo y luego desaparecer. Advertencia respecto de los compromisos con la gente que ya nos había hecho notar Tomás Leyton, en ese entonces profesional de Servicio País quien nos recibió e informó sobre la isla y su gente de manera muy aguda y comprometida, apoyo permanente en la realización de este proceso del cual sin duda alguna él es parte y pieza fundamental. A doña Lindana Vito y don Ventura Alvarado que dejaron este mundo mientras el libro se encontraba en proceso de edición. A ellos y sus familias les damos una especial mención. A Beatriz Navarrete por hacer posible que este libro sea publicado a través de LOM. A todos los que han participado directamente en este libro y a muchos que no aparecen aludidos de forma literal, pero que fueron fundamentales a lo largo de todo el proceso. A cada uno de ellos consagramos este resultado. Finalmente, es necesario atender a las siguientes consideraciones para la lectura de este trabajo: este no es un libro de recetas o técnicas sobre la cultura chilota

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Chelín, somos tu memoria viva a pesar de que el lector, ocasionalmente, pueda encontrar relatos semejantes. Tampoco es un libro académico que busque ecos en pasillos ministeriales ni oficinas universitarias. No es un libro de historia a pesar de haber sido alimentado por varias de ellas y por ningún motivo es una guía turística que fomente la visita indiscriminada de hordas de forasteros a las tierras de la isla. Más bien, este libro es el registro, visual y escrito, de relatos que activan una memoria actualizada de hechos que han sucedido y que siguen sucediendo en la isla de Chelín. Relatos que tienen como finalidad primera ser una suerte de reflejo, difuso o no, de lo que sus propios habitantes dicen sobre sus vidas y las de los antiguos, sus glorias y pesares. Un álbum de familia de la comunidad de Chelín. Acá, como en cualquier comunidad humana, encontraremos contradicciones, acuerdos y desavenencias que son parte de la riqueza humana de la isla. Realizamos todo el esfuerzo posible por mantener los relatos en su verbalización original. No obstante, para efectos de fluidez literaria y comprensión de las ideas, hicimos ajustes mínimos en la sintaxis y modificamos algunas palabras. Todos estos cambios aparecen en letra cursiva a fin de que el lector sepa de las “intromisiones” de postproducción realizadas a los relatos. Por otra parte, como editores del material de campo, se nos hace necesario transparentar que a pesar de que cada entrevista se realizó de forma particular o en pequeños grupos (por las razones de tiempo y prioridad de los habitantes antes mencionadas), nos permitimos generar un “relato a voces” de la gente de Chelín, construyendo la idea de una única conversación grupal. Esto responde a dos cuestiones fundamentales: primero, entender que este libro no es un catastro; segundo, recuperar, al menos literariamente, la posibilidad de un encuentro comunitario amplio que rememore o reflexione sobre la vida vivida y la forjada hasta el día de hoy en la isla. Este “relato a voces” de la comunidad de Chelín nos ha permitido reunir a las personas que por su avanzada edad no podían moverse de sus casas o que simplemente no tenían avenencias con alguno de sus vecinos. Así, esta reunión “literaria” nos permite suspender por un instante las diferencias para encontrarse en un relato mancomuna-

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Chelín, somos tu memoria viva do, como si de una “minga de recuerdos” se tratara. Si la memoria es un ejercicio que se hace desde la actualidad, bien vale la pena entenderla como un presente vivo y en desarrollo.

Rodrigo Ortega Chavarría y Cristina Riofrío Reyes Santiago de Chile / Isla San Cristóbal, Ecuador, agosto de 2017.

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UN PASADO QUE NOS TRAE AL PRESENTE



Chelín, somos tu memoria viva

A mi Chelín

No has quedado nunca dormida en el silencio tu vida ha sido alegre salpicada por el mar ¡oh! Chelín hermoso así fuiste creciendo como el retumbar del trueno y el fuerte granizal. Te miran orgullosos tus hijos desde lejos al verte media dormida allá en la inmensidad del mar que te rodea mostrando sus reflejos y brillas como estrella con mucha suavidad. Las lanchas que aparecen en la Punta de Tutil te divisan al instante porque eres la mejor y muestras con mucho orgullo tu hermoso perfil de campos alumbrados por los rayos del sol. Cultivan con cariño tus hijos porque saben la fertilidad que tiene tu suelo amoroso y tienes un cantar más dulce que las aves el ruido del silencio es un ruido misterioso. Tus playas son prolijas y entregan su caudal de algas y mariscos que crecen con esmero las flores de tu suelo y las flores de tu mar son perlas que te adornan y embrujan al viajero . Como buena chilota todo te enaltece y miras el futuro con mucha ansiedad los mitos y leyendas también te pertenecen ¡oh! mi querido Chelín, isla de la felicidad.

De “Senderos chilotes” Edi Alvarado

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Acá la gente vive bien

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MARIO: Esta isla de Chelín todo el tiempo ha sido afamada. Es una isla chica, pero bonita. Todos los que vienen la hallan muy bonita. No hay nada de malo. ON

RAMÓN VERA: Hay mucha tranquilidad acá en la isla. Acá uno puede andar toda la noche caminando... DON MARIO: ¡Y no pasa nada de malo! Es helado nomás [risas]. DON CLEMENTINO: Nunca van a decir que la isla Chelín tiene gente mala. La gente es tranquila pa’

decir la verdad, los pocos que somos en la isla somos tranquilos. DOÑA AGUSTINA: ¡Sí po!, la gente es buena acá. DON CLEMENTINO: Acá somos todos nativos de aquí mismo. Esta es una isla, diremos, plana, una isla buena. No porque lo pondere, pero acá la gente vive bien. NATY: Acá es como más libre uno. MIRTA: Yo nací en Chelín y acá todavía estoy. Si me iría a otro lao no me hallaría. Estoy acostumbrá acá; al silencio, a la tranquilidad. Mario Aburto

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DEMETRIO: Es una tranquilidad enorme que se siente. Aunque la vida es sacrificada, pero la persona siendo esforzada vive tranquilamente. DOÑA EMA: A mí me gusta la isla. Yo fui de nacimiento de acá, trabajaba aquí y todavía me gusta trabajar así, en el campo, haciendo de todo. DOÑA ORITIA: No sé qué encanto tendrá esta isla Chelín que todos por ahí cuando he ido a Castro dicen “¡no, si la isla Chelín es bonita! produce la papa pronto, hay de todas cosas”. DON CLEMENTINO: Acá en la tierra que tenemos en la isla, en cinco meses uno está produciendo papas ¡Cinco meses! Y

las pampas estando limpias, abonás, teniendo agua y pasto ¡puta! crece el vacuno rápido. Además hay una playa llena de mariscos. Está rodeá la isla con eso, puras almejas y navajuelas. Así que la gente vive así. DON JOSÉ: Se produce todo acá. NANCY CERÓN: Todos yo creo que tienen por último un pedazo de tierra para sembrar aunque sean unas cuantas papas. PROFE LUIS: A mí la isla me parece fantástica, sobre todo porque aquí uno puede respirar, de alguna forma, no solamente aire limpio sino que sobre todo confianza, seguridad. Uno puede salir con toda confianza a cualquier lugar y olvidarse, quizás,

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Chelín, somos tu memoria viva de dejar cerrada la puerta de su casa. Por eso fomento en mis alumnos la idea de que aprovechen lo que tienen: un lugar maravilloso en donde prácticamente todo el mundo sobrevive. Pueden cultivar la tierra ¿no es cierto?, tienen mariscos en la isla, pueden ir a la pesca. Por lo tanto, como se dice, de hambre nadie muere.

allá cambia todo inmediatamente porque todo es plata.

DON CLEMENTINO: Aquí el que vive mal es porque no trabaja. Porque hay muchos también que pueden tener campo, alguna cosa pa’ trabajar, pero no se esfuerzan. Por eso es que digo, el que vive aquí si no trabaja es porque no ha trabajao nunca.

DON CLEMENTINO: Pero hay una cosa: hay que trabajar y en eso estoy muy de acuerdo, pero en cambio, el que ya es mayor, el que ya tiene todo ¿pa qué se va a esforzar tanto? ¿por qué? ¡No hay pa’ qué matarse! Por lo menos los ancianos, así como estamos, ya tenemos nuestra “guitarra”, nuestro sueldo [pensión]. Así como lo hago yo, si quiero voy y trabajo o no trabajo nada. No me obliga nadie, nadie me obliga a mí y yo no encuentro nuestra vida, no porque seamos viejos, que sea una vida mala. Me gusta ser franco en mis cosas. No lo pasamos mal. Yo ya hice mi fortuna para que yo viva tranquilo. Crecí mis hijos, ellos se las arreglan. A dios gracias dirán “tuvimos un padre que nos creció”. Así que me va bien con que estén tranquilos, que estén bien los hijos ¿Entonces pa’ qué

DOÑA EUFEMIA: Aquí uno no se muere de hambre. Puede ser que el flojo muera de hambre pero igual la gente lo alienta a hacer algo po. ZONIA: Es bonito vivir acá, pero uno tiene que trabajar porque el que no trabaja no tiene nada. DEMETRIO: La persona tiene que dedicarse a trabajar nomás. Guardar en la temporada sus pesitos en caso de cualquier cosa y de ahí vivir tranquilamente. Uno cuando viaja a Castro nota que

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ZONIA: Afuera todo se paga, uno lo ve cuando va a la ciudad de Castro nomás, si le faltan diez pesos no nos dan las cosas. Tiene que tener los diez pesos. Acá no po, si faltan diez pesos faltan nomás, lleva nomás lo que esté comprando y no pasa nada.


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Isla Chelín desde la popa de la lancha “Ana Celia”

vamos a trabajar tanto? Plata tenemos, tenemos animales. Si yo quiero en cualquier momento digo “¡oye! yo tengo una yunta pa’ vender” ¡Puta! ahí tengo plata al tiro. Por eso es que digo yo, los que viven en el campo no serán un gran rico, pero viven tranquilos, no les falta nada. De esa manera son las cosas porque las cosas son así. DOÑA EMA: No, hoy día yo para qué me voy a quejar de mi dios. Hoy día yo estoy pasando bien. Aquí nomás tengo una buena vecina que ella me viene a ver todos los días. Doña Lina [Lidia Vera]. Me viene a ver todos los días y Segundo Navarro también, su marido. Yo le digo “estas son las cosas que me faltan”

y él me lo va a comprar porque él tiene su camioneta po [risas]. DON MARIO: Es un ejemplo la gente mayor de la isla porque de esos ya no van habiendo. NANCY CERÓN: A mí me gusta conversar con la gente adulta. Me entretengo cuando cuentan sus historias. Tienen tema de conversación. Me gusta saber cómo vivían antiguamente, es entretenido escucharlo. DOÑA EUFEMIA: La isla hoy día está más cambiá. Hay más cosas para preparar, hay más abundancia. Ahora no hay tanta gente, pero hay abundancia de cosas. Hoy día no falta nada, por ejemplo la carne, la carne

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Clementino Gómez y Oritia Mansilla

antes la íbamos a comprar por los pueblos de a uno, dos kilitos. Ahora aquí a veces carnean, vamos a traer cinco, seis kilos. Ya tenemos mejor vida acá. DON CLEMENTINO: Ahora la isla es otra cosa. Ahora en día ta lleno de camionetas. También está la lancha pa’ ir a Castro. De esa manera Chelín, pa’ la edad que yo tengo [93 años], ha cambiado mucho. Ha cambiado mucho Chelín.

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DOÑA ZULEMA: Ahora está más avanzado. DON MARIO: Ahora tiene otro futuro Chelín. Ya está más mejor la isla, en todo sentido. NANCY CERÓN: Sí po, por ejemplo, no había luz en ese tiempo cuando yo llegué. Tampoco había agua, había que ir a buscar a los pozos. Pero a mí igual me gustaba ese sistema de acá.


Chelín, somos tu memoria viva

La luz llegó a tientas

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ENRIQUE: Antes había luz con generadores acá, por el 98. Era luz de los municipales. Abastecía todo el sector de Chelín Bajo y en Huechu había otro motor. Cada sector tenía su motor, y puros mecheros habían antes de los generadores. UIS

DON RAÚL: Los mecheros eran harto complicados también porque no era como la luz de ahora,

era distinta. Era un tubito y a eso se le ponía parafina adentro y ahí tenía que estar encendido. Después ya llegaron los faroles. Unos faroles “tempestad” que les decían. Unas lamparitas chiquititas, igual con un estanquito abajo con parafina. Tenía una mechita que le daba la vuelta a una colita y ahí se encendía y se colgaba. Después ya vino las lámparas Petromax. Igual se usaba con combusti-

Viejas lámparas a parafina

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Fernando Águila

ble, con parafina y ahí sí, ahí ya era una luz más buena. Pero todos no tenían tampoco, solo algunas personas. Después ya empezó a venir más avances, más cosas. FERNANDO: Los generadores dependían del combustible que tenían, porque nunca eran las cuatro horas de duración que decían, siempre nos faltaba combustible. Pa’ cuidar el motor eran pocas horas de trabajo las que había que darle. Ahora es diferente porque ahora acá hay un comité de luz. Está el presidente, el secretario y el teso-

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rero. Ellos llevan las cuentas, el mando. Ellos están encargados de ir a Castro a pedir las platas que llegan del Estado para los motores. Ellos se encargan de hacer que funcione todo acá po. Que no falte el combustible y cuando se cortan los cables, que venga un eléctrico a arreglar. Por ejemplo cuando viene el camión con el petróleo lo mete ahí adentro del estanque receptor de combustible que tenemos en la isla. Hoy día trabajamos dos personas en los motores, en dos turnos, uno entra doce y media


Chelín, somos tu memoria viva hasta las siete y el otro entra de seis y media hasta la una de la mañana. Trabajamos semana a semana. La semana turno de día y después la otra semana toca el turno de la noche y así nos vamos cambiando. DON CLEMENTINO: Y tenemos luz de la una de la tarde hasta la una de la mañana. DEMETRIO: El asunto de la luz ojalá que mejore. Queremos más horas de luz, las 24 horas. LUIS ENRIQUE: Igual antes acá en la isla estaban los que tuvieron televisor a blanco y negro. En el año 75 más o menos fueron los primeros televisores que hubo en la isla. Antes, cuando habían partidos de fútbol o boxeo la gente salía, los que no tenían tele iban a mirar en las casas. Allá en la casa, cuando vi-

vía donde mi abuelo, el primer televisor fue blanco y negro, se cargaba con batería y la batería mandaban a Castro a cargar. DOÑA ZULEMA: Yo tendría unos veinte años ¡más! cuando mi hermano compró una tele en Castro. Fue la tremenda novedad que no la habíamos visto nunca del día que habíamos nacido [risas]. Abajo [Chelín Bajo] donde don José María Vera, finado, ahí había tele y cuando había juego de pelota ahí iban a verlo. Abajo donde el finado Enrique Vera también. DON RAÚL: Me acuerdo que se les llenaba de gente la casa, una pieza grande así como esta, todos por ahí mirando la tele. LUIS ENRIQUE: La radio era lo mismo. La primera radio que tenía la gente acá, los más antiguos,

Zulema Tipaina

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Adán Guichaquelén y don “Chindo”

era una radio que sacaban por medio del INDAP.1 Eran a pilas. Antes, cuando había ese tipo de radio a baterías, toda la gente la escuchaba para los mensajes que mandaban de Castro en la Radio Chiloé, que era la primera que hubo en Castro. La gente de Chelín y Quehui todos se comunicaban por la Radio Chiloé. Por ejemplo, para arreglar cualquier cosa estaban los mensajes o para mandar los mensajes de la gente que moría, así por la radio se avisaban. Era fundamental la radio. Uno ya sabía a qué horario eran los mensajes. Más antes de eso era por me1

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Instituto de Desarrollo Agropecuario.

dio de cartas que se comunicaban, por los correos. DON CHINDO: Por medio de cartas y cuando ya era una cosa urgente por telegrama. Había correo de buque, de Puerto Montt a Aysén. Habían recorridos, los miércoles bajaban [de Puerto Montt] y subían los sábados o domingo de amanecida. Pasaba el buque Trinidad en aquellos tiempos, el Tenglo. Bueno, después vinieron unos buques nuevos, más chicos. Estaba el Calbuco, estaba el Río Baker. Abajo [cerca de la iglesia Nuestra Señora del Rosario] había una oficina de correos. En Quehui había otra.


Chelín, somos tu memoria viva

Agua que brota y no corre

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CLEMENTINO: Para el agua habían fosas antes y debido a las lluvias venían unas corrientes y ahí se llenaba de agua. Teníamos muy cerquita la fuente. ON

DOÑA ORITIA: Había un pocito y se sacaba con un balde. MIRTA: Pozos así profundos. No había agua así que uno abra la llave y haya agua ¡no! Había que ir a buscar agua a los pozos con baldes y garrafas y hacerlos llegar a la casa. Nosotros en la mañana, antes de ir a la

escuela, íbamos a, como antiguamente se decía, “conducir agua”. Dejábamos conducida el agua y después que hacíamos eso recién íbamos al colegio. DOÑA ZULEMA: ¡Uh! nosotros buscábamos agua para allá abajo en el barranco [sureste de la isla], en las vertientes. Así le llamaban antiguamente donde caía el agüita de arriba. Un agüita buena, ¡helá!, pero nosotros la tomábamos así nomás porque era muy buena, rica, limpiecita, blanquita era la agüita. Con toros la traíamos antiguamente, en

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Chelín, somos tu memoria viva unos barriles de madera. Traíamos dos barriles en la carreta. Nos abastecíamos para dos, tres días, pero ya después teníamos que ir otra vez. Sacábamos agua para traer para la casa. Se ocupaba para todo el agua, para bañarse, para hacer comida, para cocer comida de animales. Está por ahí todavía esa vertiente, pero ya nadie saca agua de ahí [risas]. Está con pangue, está sucio porque ya nadie trae agua. Ahora tiene que estar todo con basura. Más para arriba [noroeste de la isla] había otra vertiente. Pero en tiempo de verano era eso de las vertientes, en el invierno no era

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tanto porque habían pocitos que estaban cavados y se llenaban de agua cuando llovía. DANILO: Entonces ¿el que tenía más barriles sería el que ganaba agua para todo el invierno? DOÑA ZULEMA: “¡El que ganaba!” [risas]. Para dar agua a los animales igual todos teníamos que llevarlos a la playa. DANILO: Mi mamá [Mabel Guerrero] parece que acarreaba agua. DOÑA ZULEMA: ¡Sí! sacaba en un pozo que había allá abajo, que era de tu abuelito, finado Galvarino Colivoro.


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A pata y a caballo

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CHINDO: El camino público de Chelín ¡uy! qué malísimo era eso. Había por acá [al centro de la isla] unos pantanos, acá donde está el tanque de agua. ¡Uf! los caballos ni en el verano pasaban. ¡Qué fatal era! a los saltitos pasaba uno. Por ahí iba uno pasando trancas [cercas]. Muy difícil era Chelín. Después se fue componiendo con el empleo mínimo.2 Ahí ya ON

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Programa de Empleo Mínimo nacional creado en 1974 con la finalidad de paliar el desempleo realizando trabajos relacionados a la mantención e implementación de servicios básicos con remuneraciones muy bajas también.

hubo una salida, una apertura de caminos para todo Chelín. DON RAÚL: ¡Sí! Yo ahí trabajé. Empecé en el 74, después del golpe de Estado. Íbamos pa’ arriba [a Huechuchelín] a trabajar. Teníamos una hora de camino desde acá [Chelín Bajo] y casi andábamos juntos [agarrados unos con otros] para que no nos vaya a tragar el agua [risas]. NANCY CERÓN: Había solamente el camino principal y habían algunos caminitos así angostos que la misma gente hacía.

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Chelín, somos tu memoria viva

LUIS ENRIQUE: Yo me acuerdo cuando abrieron ese camino a pura pala y picota. Después, en el 90 fue que vino más el progreso en la cuestión de los caminos, vinieron maquinarias, se terminó la pala y picota. Puras maquinarias abrieron todos los caminos que hay ahora. ZONIA: La máquina igual siempre ayuda. Cavaba tremendo anchor y después había que tapar todo ese hoyo grande. DOÑA AGUSTINA: Más antes no po. Antes no habían estos caminos ni estos vehículos, no había nada. Íbamos a Castro y de regreso, de allá abajo [de la

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rampa] veníamos con las cargas que ya no podíamos del peso. Por caminos malos, con barro, con todo. Lagunas que habían, no podía pasar uno. DOÑA ZULEMA: En las noches tenía que bajar con un farol uno para ir a Castro. En tiempo malo los caminos estaban sucios, mojados. Bajábamos todos mojados y sucios antiguamente. Todos con bota de goma. Abajo, como había un refugio, ahí nos poníamos los otros zapatos. Yo tengo 67 años y de eso me acuerdo todo. El camino no estaba con ese ripio que le colocaron después ¡No! Y a caballo andábamos, con animales cuando


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llevábamos carga. Cuando era para vender las papas, tenían que andar tres, cuatro, cinco carretadas para abajo, para la playa, para llevar las papas. MIRTA: Antes era a puro caballo y las patas. Se usaba harto el caballo, ahora ya no se usa, casi nadie tiene caballos. Con mis papás, pa’ todo lo que es conducir leña, conducir papas,

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para ir a la lancha, era con carreta y ahora no, ahora es todo camioneta, ahora hay pocas carretas, se mantiene la yunta para sembrar nomás, pero de ahí ya casi para nada más. DOÑA AGUSTINA: Ahora hay caminos buenos. Los caminos están buenos porque los arreglan todos los años.


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El calor del hogar

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ON CHINDO: En los prime-

ros tiempos acá habían casitas techadas en cañas de pajas de trigo. Arriba no había cielo raso sino que eran de barajones. Totora. Después se vinieron las casas grandes.

DOÑA EMA: También antes la mayoría de la gente techaba en alerce. Es una tablita fina, que se le nombra alerce. LUIS ENRIQUE: El alerce uno lo compraba en Castro porque traían las tejuelas de Puerto Montt, de por ahí parece. Más antes siempre traían tablas largas, ahora

venden tablitas cortas nomás. Ahora venden palos muertos que todavía sacan porque está prohibido sacar [cortar] alerce. DOÑA EUFEMIA: ¡Sí! eso ya fue en más distancia [antiguamente]. Sí po, las tablas eran caras y algunos tenían de techo de alerce y otros techaban de paja su casa de vivir. La cocina era de paja. Allá donde vivía mi mamá la casita fue techada en alerce porque los finaos mayores que ella tuvo tenían los medios y cuando ellos ya se murieron esas casas las dejaron para ella, para que viva con sus hijos.

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Chelín, somos tu memoria viva DON CLEMENTINO: Nosotros crecimos todos nuestros hijos en una casa buena. ¡Puta! en la ciudad ¿alguien va a tener una casa de estas? Estas casas tienen de todo. Están preparadas para todo las casas nuestras. MIRTA: Antes nosotros vivíamos en una casita chiquitita. Nos bajaron la casa en lancha desde Huechu a la capilla [Nuestra Señora del Rosario]. Era una casita pequeña que tenía un fogón, antes se usaba el fogón. Era una sola pieza nomás y teníamos un brasero, una olla con brasas, y así nos calentábamos,

con una ollita con brasas. En el fogón se hacía un hoyo, se prendía fueguito nomás y había que mantenerlo, había que mantener el fuego. DOÑA EMA: Si po, antes no habían estufas, puros fogones nomás. Se les hacía una parrilla de fierro con una barandita encima y ahí se sentaba la olla. Eso no tardaba nada en cocer la comida po, era más rápido que estas cocinas [risas]. Hoy día ya es otra manera porque ya las ollas quedan más limpias y antes quedaban todas negras con el humo.

Un fogón de Chelín

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Chelín, somos tu memoria viva MIRTA : De ahí con dos palos se mantenía el fuego pa’ calentar el agua, pa’ cocinar. Las ollas antiguamente tenían una gaza, no tenían orejas como ahora, tenían gaza, el alambre del que se cuelga la olla, esa era la gaza. Así se cocinaba po y sabían mejor las comidas que ahora. Tenían un gustito más especial. Yo decía a lo mejor por el humo, porque siempre se mantenía

el fuego, no sé. No es como en la estufa que no sale humo, no sale ná. Se mantenía todo el día con humo, excepto cuando prendía bien, ahí no salía humo, pero la mayoría del tiempo era humo. La ropa con humo, el pelo con humo, las manzanas cuando las guardaban… las manzanas sabían espectaculares, así como con un gustito a humo, quedaban amarillitas.

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Chelín, somos tu memoria viva

Juntos pa’ trabajar y celebrar

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AGUSTINA: Antes igual se hacían mingas.3 Hacían mingas para trabajar la siembra. Para las trillas cuando sembraban trigo. Cuando hacían chicha de manzana igual reunían gente. OÑA

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La minga es una de las costumbres más conocidas y características de los chilotes. Consistía en la ayuda comunitaria a algún vecino que necesitara de manos para trabajar sus tierras, construir, reparar o trasladar sus casas entre otras actividades similares.

Agustina Vargas

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LUIS ENRIQUE: Igual se usaba la minga, por ejemplo, de destronque,4 de sacadura de papa, de todas esas cuestiones. DON RAÚL: Pongamos que yo tengo una pega ¡ya! vienen tres o cuatro personas voluntarias a ayudar, les hago una comida 4

El destronque es toda la faena relativa a la tala de árboles para la obtención de madera y leña, así como también para despejar o limpiar un terreno.


Chelín, somos tu memoria viva y ¡ya!, después al otro le va a tocar otro día y así. DOÑA AGUSTINA: Eran unos con otros, se cambiaban, unos venían a ayudar y después iban los otros. DOÑA DITA: ¡Sí! Esas eran las mingas cruzadas que les llamaban. Se cambiaban [intercambiaban] el tiempo. Era muy común. La gente antigua era muy familiar. DOÑA LULA: Las mingas se hacían en familia, con vecinos. “¡Vamos a sembrar papas!” decían y habíamos cuántas personas que íbamos. Cuando había una siembra de trigo allá íbamos todos y de allá veníamos. PATRICIA: Le devolvían lo mismo, “la mano” como se dice. Y todo eso se ha perdido. Ahora si uno va a trabajar tiene que pagar a la otra persona, si no, no va a trabajar. Todo con plata. Ahora la generosidad se va perdiendo. Se ha perdido. DOÑA LULA: Ahora, como dicen, “cada uno mata su toro”. MIRTA: Ya no se usan las mingas, ya no se usan esas cosas. Cuando trabajamos en los gru-

pos de PRODESAL,5 de PDTI,6 ahí se usan las mingas. Vamos todos a trabajar, hacemos comida, comemos todos juntos, pero de ahí a que se trabaje por casa, de decir “¡ya! yo voy pa’ acá, vamos pa’ allá”, ya no se usa, no. LUIS ENRIQUE: Ahora si no hay plata ya nadie trabaja [risas]. DOÑA AGUSTINA: Antes también se hacían los medanes,7 de trigo, de papas. Se hacían para los que no tenían. DON RAÚL: Para el que necesitaba algo, por ejemplo ahora que está la papa, uno les rallaba la papa. LUIS ENRIQUE: Igual se hacían medanes de abono y le hacían 5

Programa de Desarrollo Local llevado a cabo por INDAP (Instituto de Desarrollo Agropecuario).

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Programa de Desarrollo Territorial Indígena llevado a cabo por INDAP (Instituto de Desarrollo Agropecuario).

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Fiestas esporádicas realizadas a beneficio. Un medan es la unión del pronombre “me” y el verbo “dan”. Para poder abastecerse de algún tipo de producto escaso o necesario para una familia sus jefes de hogar organizaban una fiesta con comida, música y baile. Para participar de ella sus vecinos debían llevar a cambio el producto solicitado por los organizadores.

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Chelín, somos tu memoria viva

Raúl Tipaina

llegar lo que le faltaba al hombre [al organizador y su familia]. DON RAÚL: Otros a veces necesitaban plata para comprar algo que no había. Eso era fijar una cuota, por ejemplo una pareja que sean 10 mil pesos por decir ahora, y ellos invitaban copete, buenas comidas, le daban chicha, vino, buena fiesta, baile. Empezaba en tiempo de invierno como a las seis, las siete de la tarde hasta las 12

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de la noche, hasta la una de la mañana estaba bailando la gente y toda tranquila, feliz, terminaba y cada cual ya sabía, a sus hogares. LUIS ENRIQUE: Lo pasaban bien pues, buenas fiestas eran [risas]. El último medan ¿cuándo sería? ¿Allá el de abajo donde don Carlos Oyarzo? [preguntándole a don Raúl] Donde doña Olga acá un tiempo hicieron un medan igual.


Chelín, somos tu memoria viva DON RAÚL: ¡No sé! Yo acá estuve en uno donde doña Otilia y mi compadre Guido. LUIS ENRIQUE: ¡Por el 80, sí! ¿O antes? ¿78, 79 sería? DON RAÚL: ¡Más! Como en el 67 parece que sería ¡Sí po! en el 73 fue el golpe de Estado, antes de eso ya no se hacían. DOÑA EMA: También hacían bailes con chicha po. Hacían unas fiestas8 muy lindas con chicha. Por ejemplo en San Juan9 y otra en febrero10 y más atrás del invierno igual hacían otra fiesta. Por ahí una venta de chicha cuando estaba la chicha conservada, de ahí buscaban un músico de acordeón, de guitarra. ¡Oh! eran unas fiestas muy lindas po. Las fiestas eran hasta media noche nomás. NANCY CERÓN: No, antes hacían fiestas buenas. Es que lle8

Las fiestas que no correspondían a mingas o medanes eran principalmente religiosas. Posteriormente, producto del distanciamiento de la población más joven con la religiosidad, las fiestas comenzaron a tener tintes más bien comerciales.

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Fiesta religiosa celebrada el 24 de junio.

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Específicamente el día 11, correspondiente a la celebración religiosa de Santa Lourdes.

gaba toda la familia, de los papás a los hijos, los nietos, los abuelos. Se compartía harto. Todos compartían. No había rivalidad de nadie, que un grupito acá… ¡no! todos juntos. Y en ese tiempo las fiestas empezaban de día po, como a las cuatro, cinco de la tarde. Afuera empezaban, después ya se iban a bailar adentro, pero todo sano. MIRTA: Ahora las fiestas que se hacen acá son donde uno va, come, compra y eso. Las fiestas así como antiguamente que dicen que llevaban chicha, que hacían fiestas en galpones, cosas así, esas fiestas no las he visto, yo no alcancé. Sí he escuchado, pero no lo alcancé a ver. DOÑA EMA: Ya no se hacen fiestas ahora. A veces, muy a veces se hace fiesta en la sede. Este año parece que para el dieciocho hubo una fiesta. En esas fiestas hay música de acordeón, de guitarra. Yo tuve un pariente arriba ‘onde un tío que tuve, Santo Huenul se llamaba y a él le llegó un yerno que tocaba el acordeón y la guitarra, pero esos ya se fueron, ya no hay nada de

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Chelín, somos tu memoria viva eso. Acá Benigno [Alvarado] toca el acordeón po y bien que toca, me gusta bastante. ERIS: De todo eso que han conversado, hoy en día, si me preguntaran ahora, diría que era todo muy lindo, todo muy sano y lo mejor de todo es que ahí se unía mucha gente. Era unidad de gente, porque en esos años era todo ¿cómo dijera? como más… se ayudaban entre todos. Y eso, encuentro yo que unía a la gente. Esas actividades así, si me preguntan ahora, esas actividades de esos años unían mucho a la familia, a los amigos, a la gente. Hoy en día es todo individualista y como es todo más moderno, es todo más tecnológico,

todo es lucro. Hoy día tienes que pagar para todo. Si tienes plata mueves un tractor, mueves un arado, mueves todo. Ya no está esa buena vida que se veía en esos años. Por eso yo digo, las trillas para nosotros eran una fiesta en nuestra juventud, en mí juventud por lo menos. Las trillas, las majas de manzana, los carneos de chancho. ¡Sí! Era como una fiesta eso para nosotros, era como una entretención. Ahora con la experiencia que tengo en mis años, en la época que yo me crecí, que nosotras éramos “lolas”, estoy hablando de 40 años atrás, era todo más sano, era todo más lindo, la mentalidad era diferente. Se podía salir, compartir. Benigno Alvarado

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UNA ISLA GENEROSA



Chelín, somos tu memoria viva

La marisquera

Ya vienen las marisqueras con canastos en el hombro serán llenos de navajuelas a lo mejor me equivoco. Almejas también traerán esas que llamamos tacas por el camino ya se van con dirección a sus casas. La marea hoy fue calma y miren cuánto bajó por eso las marisqueras sus canastos van bien llenos caminan y se ven contentas ya tienen para una cena mariscos frescos y sabrosos culengue, tacas y navajuelas. No importa que mañana la tarde se ponga mala ya tienen para unos días incluso para ensartarlas. De “Senderos chilotes” Edi Alvarado

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Los mariscos abundantes

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AGUSTINA: Antes se mariscaba pa’ vender po. Pa’ la playa, pa’ allá íbamos con los canastos. Veníamos de mariscar y ya teníamos después que venderlos pa’ que pueda mantenerse uno. OÑA

DOÑA EUFEMIA: Nosotros también anduvimos mariscando. Cuando mariscamos ya cambió un poco la vida porque hacíamos plata con los mariscos. Se vendía por otros pueblos, por Chonchi, por Castro. Ya se compraba ropita pa’ los chicos que les faltaba, comprábamos azúcar, la harina blanca, ya íbamos a traer todas las cositas con lo de los mariscos. Había mu-

cha gente que nos compraba porque en Chonchi no habían mariscos, en Castro menos y nosotros aquí nomás mariscábamos, por ahí arriba [al noreste de la isla]. DON JOSÉ: Era muy productiva de mariscos esta isla. Había mucho. Se hacía el hoyo y ahí iban cayendo las navajuelas, almejas, en gran cantidad salían. DOÑA DITA: Igual hubo un tiempo que se perdió el marisco. En el año 60 cuando hubo un terremoto. Fue muy terrible y hasta muchos años después vino de vuelta el marisco, que hasta ahora tenemos por todos lados.

Sofía Millaquién, Adán Guichaquelén, Sofía Catalina Tipaina, Cindy Águila, Francisca Vera y Yenifer Gueico

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Patricia, Jimena y Eris Gómez

Chelín, somos tu memoria viva

DOÑA EUFEMIA: Ahora igual salen almejas, sale navajuelas, sale pancoras, cangrejos… DON JOSÉ: ¡Jaibas que le dicen! Antes igual que ahora se mariscaba en la mañana. Dos mareas habían en tiempo de verano, una en la mañana y otra había a esta hora, en la tarde ya se estaba mariscando. PATRICIA: Pilcanes le llaman a las mareas11 y él dice que en las mareas grandes iban porque hay mareas chicas que bajan menos y otras, las mareas grandes, que bajan más y en esa iban porque encontraban más mariscos. JIMENA: Ahí se paraba uno con su farolito y los ancianitos ya estaban mariscando. El farol era una botella de vidrio y un tarro 11 La gente de Chelín llama “mareas” a los periodos de baja mar por influencia de la luna.

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de salmón [jurel], una vela y un alambre [risas]. DOÑA DITA: ¡Hace muchos años iban a mariscar con eso! También lo ocupaban cuando bajaban a la lancha a embarcar cosas y estaba oscuro. DOÑA EUFEMIA: Esa linterna [farol] era una botella blanca así [haciendo el gesto del tamaño de una botella de vino con sus manos]. Y arriba tenía un fondito medio hondo. Así que ahí le poníamos arena caliente, si no brasitas y le empezábamos a hacer [hace gesto de movimiento pendular] y se salía ese fondito. Ahí se ponía una vela y ahí estaba la linterna ¡Alumbraba harto po! La usábamos con cuidado nomás que no se trice [risas]. PATRICIA: Yo me quedé trabajando en los mariscos y también en la tierra. Había que trabajar el


Chelín, somos tu memoria viva campo, en las papas, pero en lo más que se trabajaba eran los mariscos porque eso era lo que generaba la plata para podernos alimentar y todo lo demás. Vestuario y todo eso. Como ellos [refiriéndose a doña Eufemia y don José, sus padres] trabajaron en conjunto con nosotros cuando éramos chicos, nosotros aprendimos de ellos. Ellos nos daban un trabajo en la noche, por ejemplo, cuando ellos tenían que ensartar muchos paquetes de navajuelas y estaban hasta las dos, tres de la mañana ensartándolas para poderlas ahumar al otro día, en ese momento a nosotros nos daban de tarea que teníamos que hacer las sartas. Las sartas son los junquillos que se juntan. Una sarta son cuatro patas, como las cuelgas esas que venden en Castro. Cuatro patas, más menos. El que quie-

re lo hace así corta o lo hace más larga, como quiera, pero si lo hace más bonita y más larga es mejor, o sea, es más bien pagado también. DON JOSÉ: ¡Más negocio! PATRICIA: Y de ahí, de esas cuatro patitas era una sarta y teníamos que hacer cinco de esas para hacer un paquete. Ese era un paquete. Cinco sartas que eran cuatro junquillos por sarta. Eran veinte patas en total. Entonces nos daban a nosotros, los dos con mi hermano más grande, a hacer eso y ahí a los cabezazos estábamos haciendo porque igual estábamos hasta las dos de la mañana también con ellos y con una hermana, la más chiquitita, ahí en una cuna y teníamos que moverla con el pie nosotros mientras trabajábamos ahí [risas].

Patricia Guichatureo

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El Pelillo al viento

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RTURO:

Hay que buscar los mejores lugares pa’ sembrar el pelillo12 porque en la parte donde hay piedras no produce. Cuando hay viento igual hay que tener cuidado porque a veces la ola lo golpea y arranca la mata. La ola lo golpea menos según el lugar donde se siembre. También uno 12 El pelillo es un alga que se da en todas las costas chilenas. Su uso, principalmente en la industria de los cosméticos, la ha transformado en una fuente permanente de trabajo para los habitantes de las islas y costas del sur de Chile.

Arturo Álvarez y Ana Elizabeth Guichapani cosechando y sembrando pelillo

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tiene que pescar las mareas largas. Porque las mareas aquí crecen, van por las lunas, y así mismo después van mermando. DOÑA VERÓNICA: Son dos pilcanes al mes. Pilcanes le nombramos al mar que baja cuando hay luna,13 dos veces al mes. Son de hartos días las mareas. Ahí uno puede trabajar el pelillo como ocho, quince días de repente en el mes porque cuando 13

Las mareas más altas y más bajas se producen al estar la luna y el sol alineados, tanto en luna nueva como en luna llena, esto es, dos veces al mes.


Chelín, somos tu memoria viva la marea está baja es bueno para plantar pelillo y para cosechar también. ARTURO: Por ejemplo se trabaja dos mareas, tres mareas, después cuando ya pasan las mareas ya no se puede trabajar, cuando se viene el mar ya hay que dejarlo y después volver a trabajar cuando vienen las mareas por las lunas. DOÑA VERÓNICA: La forma de siembra es en la arena, igual que sembrar papas, algo parecido. Se hacen los caminitos, se planta y se espera a que crezcan y se cosecha solamente cuando el mar está bajo. ANA ELIZABETH: Hacemos los hoyitos pa’ enterrar, para plantar el pelillo. Cortamos la plantita para sembrarla nuevamente. Así es el sembrando del pelillo, tapándolo. Después la plantita va botar la semilla. ARTURO: Queda la semilla. Después uno espera veinte días, un mes para cortarlo. Uno de ahí después empieza a sacar ramitas chicas y lo va multiplicando. Porque si le siembra tres veces al año sigue teniendo [reproduciendo] las plantas. Aquí planta-

mos el mes de abril y tenemos semillas para agosto y en agosto otra vez pa’ tener semillas para vender después. Si uno deja semilla solo en abril lo que queda de un año pa’ otro suele perderse. ANA ELIZABETH: Se mueren. El sol las quema y se mueren las plantitas, de ahí ya no da futuro. Produce menos. ARTURO: Es que el pelillo sembrado no tiene que quedar, por decir, tan expuesto al sol, porque se blanquea y se pierde. Por ejemplo cuando queda expuesto al sol tiene que quedar en un terreno, en una parte así cóncava, para que quede con agüita. Eso es lo que le da profundidad. No es llegar y enterrar. Es que algunos hacen esa teoría, llegan y plantan, pero no les produce. Cuando florece el pelillo produce una chasquilla roja. Esa chasquilla es la flor del pelillo que empieza a asomar por las puntas de la planta. Y cuando florece el pelillo se viene como a perder [a dañar]. De repente algunos dicen que eso es semilla del pelillo, pero no, porque al pelillo cuando le viene eso empieza como a morirse la plan-

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Chasquilla de pelillo

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ta, como que le entra alguna enfermedad. Porque muchos dicen “¡no! es que la cuestión sirve pa’ que haiga más abundancia”, pero en los años que yo he trabajado nunca he visto eso. Yo siempre he escuchado decir que todo eso es para que el pelillo venga, florezca, que dé semilla, pero de los años que he trabajao, lo que he visto es perjuicio, no aumento. Porque a veces uno saca conclusiones de los años de experiencia que tiene trabajando. Ve cosas, saca conclusiones, porque de repente hay otras teorías que

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dicen otras cosas, pero uno lo ve que no es así po. DOÑA VERÓNICA: También hay plantación de cuelgas de pelillo, que son con pitas, con cordeles y el pelillo va metido entre medio y después crece hacia el lado y uno lo va cortando y después vuelve a salir. Por ejemplo, si yo estoy plantando ahora en noviembre, supuestamente en enero se estaría ya cosechando. Antes de dos meses. Para cosechar, el pelillo tiene que estar así cafecito y de largo así como uno lo quiera


Chelín, somos tu memoria viva dejar. Mientras más largo es mejor todavía, pero igual no tanto porque si lo dejo muy largo lo corta el viento y se va el pelillo. ARTURO: Cuando ya están de unos cuarenta, cincuenta centímetros ya se corta. Lo cortamos así con un gualato14 y haciéndolo melga.15 Entonces uno pica y el otro se preocupa de ordenar las matas. El año antepasado corté pelillo verde en abril, corté pelillo verde en el invierno, todo el invierno. También lo compran verde y seco. La diferencia es que el verde lo pagan harto menos por el hecho 14

Azadón.

15 La melga es un sistema de regadío de cultivos que consiste en una cantidad determinada de surcos (melgas) paralelos por donde fluye el agua para regar los cultivos, en este caso, aplicado al sembrado de pelillo en la arena al borde del mar en donde el surco permite que el pelillo siempre tenga agua aún en marea baja.

de que cuando lo procesan no les rinde como el seco. Pero acá en la isla casi nunca se corta así verde porque la gente hace temporada y no hacen semilla, entonces en el invierno no hay pelillo verde para vender. ALVARITO: Igual depende mucho del tiempo [del clima] el pelillo. Porque se seca con el sol y el viento. DOÑA VERÓNICA: Cuando estamos secando el pelillo, si llueve se blanquea un poco. Igual sirve pero pierde peso. El hecho de llover, dos días que lo pille el agua, ya no tiene el peso que tenía, adelgaza. Así que no conviene que llueva cuando se está secando. Siempre uno busca los días buenos para secarlo. Yo seco en el tendal16 que le dicen. Es 16 Es una red dispuesta como mesa, soportada por un armado de palos que permite tender el pelillo sobre ella.

Verónica Mansilla en el tendal

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Chelín, somos tu memoria viva rápido, en el día nomás se seca, solo en el día. En el tendal avanza más el secado por el hecho de que está colgado el pelillo, le entra aire por abajo y el sol por arriba, no es necesario darlo vuelta. Porque cuando se lo desparrama sobre las piedras, cuando está un lado seco tiene que después darle la vueltecita pa’ que seque el otro lado, en cambio con el tendal no se hace eso. Pero algunos nomás lo hacen el tendal porque igual lleva tiempo armar toda esa cuestión. ARTURO: Nosotros secamos en la arena, pero tiene que haber sol. Si no, no se puede secar. Ahí espera nomás uno y si ve que en el día no va a haber sol no saca ná con esparcirlo porque no va a secar. DOÑA VERÓNICA: Después se embodega y llegan a comprarlo. Uno lo envasa nomás y lo vende en bolsa de 30, 35 kilos porque el pelillo seco no pesa mucho, es liviano. Y lo vienen a comprar acá mismo a la isla. ARTURO: Ese es el sistema del trabajo. Todo esto tiene cinco procesos; lo sembramos, lo cortamos, después lo conducimos

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al lugar de secarlo, después de secarlo hay que guardarlo y después recién hay que venderlo. Es un proceso largo. De ahí uno de repente vende una vez al mes, dos veces al mes, depende lo que haiga trabajao. Empieza en enero, termina en abril. Esa es la temporá del pelillo. Nosotros trabajamos en dos, tres lugares. Acá cuando empezamos, fue con un pedazo chico como de unos 100 metros. Ahora ya tenemos como media hectárea será casi. Nosotros sembramos menos en agricultura y bajamos más a la playa porque en este momento acá en el pelillo uno está sacando más dinero que en la agricultura. DOÑA VERÓNICA: Como dos años atrás tuvo buen precio el pelillo, pero ahora como que está más bajo porque hay mucho, en todos lados, no solamente acá en la isla. En todas partes hay personas que se dedican exclusivamente a eso y el hecho de haber mucho, baja el precio, como sucede con toda cosa. Igual conviene trabajar en esto porque uno acá no gasta nada. No es como las papas que uno


Álvaro Álvarez

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tiene que comprar el abono y sembrarlas. Esto acá no se gasta nada, solamente es un rato de tiempo nada más, pero igual es entretenido. A mí me gusta este trabajo y es tan fácil. Yo ya hartos años que trabajo en esto. Creo que deben ser ya unos 10 años o más de repente. ARTURO: Nosotros llevamos trabajando 20 años en esto. Fuimos los primeros iniciadores de este trabajo. Hará unos 25 años. Gente de otro lado trajeron semillas acá a la isla. Ellos eran biólogos marinos. Sabían de esto y nosotros de ahí después fuimos aprendiendo. Pasó unos años que no las compraban las matas de pelillo, así que dejaron

las plantaciones abandonadas. De ahí nosotros fuimos sacando plantas y llevando para otros lados y hasta el día de hoy la producción ha dado porque la gente le fue tomando interés. El 70% de la gente baja a la playa a plantar pelillo, pero antes cuando se empezó solo era el 10%. Después bajaron cuando vieron que era factible lo que se estaba haciendo. Que daba como para trabajarlo. Don Pedro Martínez trajo la semilla acá al sector [Huechuchelín]. Él era profesor acá en la isla. Era director del colegio [Escuela Los Robles]. Trajo la semilla y formó un sindicato. Hicieron contratar gente y ahí

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Chelín, somos tu memoria viva se empezó a hacer el trabajo y ahora, el último año, ya se creó el SERNAPESCA.17 La isla tiene su recolector de orilla18 y ya uno no trabaja como antes. Ahora cuando uno lo saca el pelillo lo vende acá, junta su carga y la vende acá mismo. 17

Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura.

18 Categoría establecida por SERNAPESCA habilitante para actividades de extracción, recolección o segado de recursos hidrobiológicos.

Sembradío de pelillo

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DOÑA VERÓNICA: Este pelillo dicen que va muy lejos, a otros países. ¡Alvarito! ¿tú sabes dónde, a qué país se va este pelillo? ALVARITO: A veces va a Australia. Va por hartos países porque se hacen hartas cosas con el pelillo. Hacen champú con el pelillo. DOÑA VERÓNICA: Sí po, hacen todos los cosméticos.


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Los corrales y la pesca

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AGUSTINA: Antes se hacían corrales pa’ pescar. Hacía corral la gente antigua. El corral se hacía con ramas que se cortaban. Con piedras, abajo le ponían piedras y después lo tejían. Yo hice igual, pa’ acá hacíamos corrales [noroeste de la isla]. Salían sierras, mucha sierra OÑA

había. Ahora no. Ahora ya no hay pescados, ná casi. Antes habían los jureles, los chicos iban a buscar ¡Cuántos habían! Pero ahora no hay ná. Cambió todo ahora. Por las pesqueras po. Se echó a perder por las pesqueras. Hoy día los pescados no tienen mucho gusto. Antes era todo bueno. Antes andaba vendiendo pescado la

Esquema del corral de pesca según Benigno Alvarado

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gente, ahora nadie vende. LUIS ENRIQUE: Sí po, antes salían más, todos a pescar. Yo creo que después del tiempo cuando empezó la salmonera como que se empezó a perderse los pescados. Porque más antes que llegue la salmonera, llegó abajo [Chelín Bajo] la TECMAR19 en el 88, uno salía a pescar jurel y así salían [haciendo un gesto de abundancia con sus manos] ¡lleno! El 88 estuvo bueno la pesca de la merluza abajo, en las Guaitecas. Casi todos se fueron pa’ allá abajo. El jurel ahora se perdió po, en ningún lao casi se encuentra. La salmonera le daba trabajo a la gente, pero con el 19

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Empresa salmonera TECMAR S.A.

tiempo contaminaron el fondo del mar y la visual también porque dejaban todas las cuestiones [residuos plásticos] tiradas en la playa. DOÑA EMA: Es que la gente tenía que ganarse la vida, ¡Claro! Cuando hubo la pesquera aquí en Chelín ahí hubo trabajo pero después ya no. Esa pesquera la cerraron. Después ya no hubo ningún trabajo aquí. No hubo nada. Eso fue bastantes años atrás. En ese tiempo esa pesquera trabajó de salmonera. ARTURO: Antes aquí estuvo todo esto plagado de pesqueras. Acá en Chelín [centro oeste] habían dos, por allá [suroeste de la isla] había como cinco. Aho-


Chelín, somos tu memoria viva ra arriba [noreste de la isla] hay otra pesquera que van a abrir ahí, pero parece que no lo van a permitir. No está pa’ admitir pesqueras por acá po’. Hace 40 años atrás se instalaron las pesqueras, pero ahora último al menos lo han restringido porque antes no restringía nadie. Estaban y estaban nomás. Nadie decía ná. NANCY OYARZO: Pero yo ahí creo que fue por el lado de que uno mismo como chilote no nos informamos mucho y nadie nos capacitó. Porque yo misma trabajé en la salmonera y entonces uno podía estar tirando el

alimento por tirarlo, porque uno veía cuando el salmón comía y cuando no comía. Es como una controversia preguntarse quién le sacó mayor provecho. Es como uno lo vio también, como se enfocó. Porque yo por ejemplo, sin la salmonera a lo mejor no hubiese sido lo que soy ahora, porque en aquellos años el gobierno o el Estado, no hablemos de gobierno, el Estado no nos daba muchos beneficios a nosotros para estudiar po. Ahora los chicos tienen que el subsidio para esto, que el subsidio para acá, que las becas, antes no era así, para qué vamos a andar con cosas.

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¡Vamos arando…!

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AGUSTINA: Aquí daba mucho el trigo, la papa. Cuando era la luna no sembraba na’ la gente, después de la luna sembraban. Decían que no daba nada si sembraban en luna, pero algunos decían que sembrando en la luna más les daba. A veces es mejor sembrar con la luna los ajos, las lechugas, sobre todo las verduras. Se sembraba papas y trigo también. Ahora no hay na’ porque no hay quién lo siembre y lo trabaje. OÑA

DOÑA DITA: La papa tiene un proceso de que se elige [cosecha] en caída. En caída cuando la luna está achicándose, cuando hay merma de agua. Luna menguante. Después para sembrarlo igual no hay que sembrarlo el día de la luna, después se sembraba. Eran esas dos cosas que se respetaban. Después se sembraba con abono de animal y con abono comprado. Porque se picaba la tierra con gualato, se hacían los hoyitos, se ponía la papa y después se tapaba con abono. Más antes, lo que alcan-

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zamos nosotros a hacer, con la misma picada tapábamos la papa y después venía el abono. DOÑA AGUSTINA: Antes el abono se hacía con los animales. Se encerraban los animales, se hacía abono, sacaba el abono, después compraba el abono que venden, se hacía mezcla y ese era el abono de casa que se hacía. Ahora tienen que sembrar con abono comprado po, parece que la gente siembra con guano comprado nomás. Antes no había na’ eso. DOÑA DITA: Era su manera de trabajar de los antiguos. Después venía el arado de voltea, que bota tierra siempre por ambos lados. Ese lleva una persona que va guiando el arado y lleva una yunta de bueyes. Los bueyes lo van tirando y va haciendo la melga y dos teperas20 que le decían. Porque antes se sembraba en pura pampa y esas mujeres, que nosotras mismas 20 Levantamientos paralelos de tierra en donde se siembra y cuyo surco o melga permite el flujo del agua en los cultivos.


Arado a luma

Chelín, somos tu memoria viva

alcanzamos a ser, íbamos a cavar, arreglando, acomodando los tepes y quedaba la papa en el medio. De ahí venía la otra melga y se hacía el camellón21 a melga. Así se hacía, así trabajábamos. También en los antiguos que yo alcancé, vi que sembraban y volteaban con unas cosas que le llamaban luma. Una cosa con una punta adelante, con dos uñitas y la persona que iba trabajando con eso lo hacía con su fuerza nomás. Aquí en esta parte [se señala el abdomen] usaban ellos un cuero para que afirmen, porque lo tenían que afirmar así y a fuerza romper 21 Franja de tierra más amplia y alta que la del tepe en donde los cultivos son regados por el agua que portan las melgas.

la tierra. Así sembraban mis abuelitos que vivían aquí. Yo alcancé a ver esos trabajos que lo hacían en sus huertas ellos. Trabajaban con ese equipo de luma. Un cuerito de cordero colocaban y pulsaban al medio para que no se rompiera. DON JOSÉ: ¡A luma, sí! Yo con la luma alcancé a arar. DOÑA EUFEMIA: La luma la enterraban y la palanca le ponían debajo. Tanto repartían la tierra pa’ acá y pa’ acá [para un lado y para el otro] y empujaban con el estómago. En el estómago se agarraba, se hacía un buen retobao con un cuero de cordero pa’ que no le duela la guatita. También araban con volteao de

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Chelín, somos tu memoria viva gualato. Ese era más fácil, ya no era tanto trabajo, tanto movimiento del estómago. DON JOSÉ: ¡Pucha, también yo era bueno pa’ sacar troncos po! Esas matas de ¿cómo se llama? de cualquier mata que sea hacía tronco po ¡Claro! Pero brutos troncos. Sacábamos la tierra todo de abajo; saca, saca, saca y saca y después lo palanqueábamos con una estaca que se le colocaba. Una estaca grande pa’ darlo vuelta. Quedaba con la tierra pa’ arriba y las hojas pa’ abajo, a pura fuerza. Antes eran brutales los trabajos. Yo en esos años tendría unos 15, 20 años ya.

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DOÑA DITA: Así se hacía, pero ahora todo ya es más distinto, se cultiva con cultivadora, con máquinas, con todo, ahora hay más facilidades. DEMETRIO: Se están perdiendo mucho las costumbres. Hoy día en la agricultura se está sembrando solamente la papa. El trigo ya no. Antiguamente, cuando me crecí, se sembraba lo que era el trigo y la papa. De eso la persona sobrevivía tranquilamente. Y se hacía lo que es la harina de trigo. Los molinos que se usaban, todo eso ya se ha perdido. DOÑA DITA: Las trillas de los más antiguos que alcancé yo a ver


Chelín, somos tu memoria viva

Papa nativa

eran máquinas de brazo. Se reunía mucha gente para esas trillas porque eran dos parejas, una pareja por un lado, otra por el otro lado, mangueaban de a dos personas y el trigo iba largando para abajo. El trigo y la caña y dentro de esas trillas había una persona que se llamaba el rastrillero, ese iba dejando la paja más allá y quedando el trigo ahí, afuera. Esa, la paja, la sacudían bien para que largue todo el triguito y la tiraban para afuera y afuera había otras personas para acarrear la paja, sacarla de ahí y ponerla en otro lugar. Ese era el proceso de la trilla. Era un trabajo muy entre-

tenido más que todo y novedoso para el que lo viera ahora. Después en la trilla, dentro de ese proceso, venía la máquina ventadora que eso también era a brazo. Pero después para la trilla vinieron motores con polea, entonces ya no trabajaban los hombres en eso. Trabajaban todo lo otro, pero lo hecho a mano ya no. DOÑA EUFEMIA: Igual que la papa ahora ya es más abundante. Ya no es como era antes que era tan escaza. Se sembraba un pedacito y ese pedacito no había animales para hacerlo [trabajarlo].

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Chelín, somos tu memoria viva TÍO LILO: Nosotros tenemos papas grandes. Tenemos ahí en la bodega y después allá [en su terreno en Huechuchelín] tenemos mucho para vender. ZONIA: También tenemos esa papa nativa, “michuñe” le dicen, que tiene cachitos, son como alitas que le empiezan a salir. TÍO LILO: Tenemos rojas, azules, otras todas pintadas. Las pintadas son largas igual, pintaditas. Tenemos azules redondas. Tenemos todas clases de papas porque me da gusto sembrarlas nomás [risas]. DOÑA AGUSTINA: Con las papas igual po, cuando le cae tizón a la papa y queda toda mala ahora le ponen un líquido que le

riegan a la papa pa’ que no se dañe. Antes no po, antes no se ponía líquido ¡nada! TÍO LILO: Es que la papa cuando ya está la hoja manchada hay que tirarle líquido [pesticida]. Pero igual a veces no hace nada el líquido, igual el tizón avanza nomás. Porque uno tiene que tirarle tres, cuatro veces, cinco veces y ¿dónde está esto? [hace el gesto de dinero con los dedos]. Si tirarle el líquido nomás no es. Hay que tener plata para comprar ese riego y eso es caro, vale 25, 27mil pesos. Alcanza para un poco nomás. Depende de lo que siembre uno. Tirar dos, tres, cuatro veces para salvar la papa nomás, no es ganancia. El abono caro y la papa barata.

Héctor Vito y Atilio Alvarado arando con yunta de bueyes

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Chelín, somos tu memoria viva

Manuel Colivoro y Benjamín Peranchiguai

ZONIA: Por eso nosotros sacamos papas por los animales nomás. Los ajos son lo que dejan plata. La papa no. El ajo es casi lo mismo nomás para trabajar y da mucha plata. Ahora está como a 7 mil pesos un kilo de ajo. Ajo seco, grande. Pero el ajo se demora mucho tiempo en dar, como 10 meses será. Lo sembramos en mayo y se cosecha en enero, febrero, son muchos meses. La papa da más rápido. DOÑA EMA: A mí me gusta sembrar, más que sea dos bolsas, tres bolsas de papas. Me ayudan acá mis vecinos. Yo siembro para que tengan mis animalitos. Me gusta tener animalitos.

ARTURO: El problema con la papa es que las poblaciones están consumiendo menos papas. Si uno ve en su casa, pone papas y la juventud no quiere comer papas, comemos nosotros nomás po. Ellos comen pura chatarra [risas], menos papas. Por último la papa, si se cuecen 10 papas, que se coloquen a freír, con 10 papas ricas comen 4 personas. Entonces es minoría lo que se gasta ¡Ese es el tema! Pero ellos van a buscar una vienesa, van a buscar las salchichas, una hamburguesa. Y en el pueblo [Castro] cuando la gente llega de su trabajo ¿pa’ qué van a llegar a pelar papas si pueden comprar pan? ¿Van a hacer pan? ¡No! van a hacer un arroz y esa va

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Chelín, somos tu memoria viva a ser la cena. Entonces la papa ya no se la consume. Si antes una casa compraba una bolsa de papa ahora comprará una malla ¡claro! Acá en el campo todavía la gente de diario tira papa todos los días po’ pero tampoco en todas las casas se consume. Entonces si no lo consumen ¿quién va a comprar?

DEMETRIO: Después está el asunto del invernadero, todo ese movimiento que trabaja mi señora [Patricia Guichatureo]. Por lo menos nosotros casi no compramos verduras, las cosas justas y precisas compramos nomás. El resto se da todo acá; lo que es la lechuga, el tomate en la temporada también. Manzano en flor

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Chelín, somos tu memoria viva KIKE: ¡El pepino! DEMETRIO: El pepino también. Todo eso. El cilantro, el repollo, el perejil, la zanahoria ¡todo! No, por ese lado en esta temporada [primavera] para adelante casi no se compra verduras, la fruta bien poco. DOÑA EMA: En el campo hay de todo lo que quiera comer, por ejemplo en el campo está la… hay una fruta chiquitita colorada que se llama murta. Hay la florcilla, que es una mata grande que tiene espinas. En el mes de diciembre están maduras, están coloraditas las florcillas. Y de ahí están las arboleras, las manzanas, sí po. En mi casa yo tenía muy bonita arbolera, muy linda, que lo plantaron mis abuelos. Ellos eran muy constantes

pa’ trabajar, así que por eso yo no tuve ninguna falta por nada y ahora yo siempre sigo clamando los árboles. Aquí todavía hay algunos árboles, todavía los mantengo limpios ahí para que haiga manzanitas. En febrero ya están maduras las manzanas pa’ hacerlo chicha, pa’ hacerlo empanadas. DEMETRIO: Como se dice en buen chileno, la persona puede morir de hambre por flojo nomás. Porque la persona, acá en la isla, sobrevive a como dé lugar. Acá se tiene comida y todo. Muchas veces uno tiene todas las cosas acá en el campo y no lo valora y cuando va a la ciudad recién se da cuenta lo que es vivir en el campo. Acá viven en un paraíso les digo yo.

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Chelín, somos tu memoria viva

Campo florido de animales

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RAÚL: Antes las personas tenían un parcito de animales y nada más, ahora los campos están floridos de animales. Igual antes habían, pero el que tenía, tenía 5, 6, 10, 20 cuando mucho. Ahora el que tiene, tiene 40, 50 vacunos por ahí. ON

DOÑA EUFEMIA: Es que, por ejemplo, aquí de la familia de él [José Guichatureo, su esposo] tuvieron una vaca paridera y una yunta. Una mancorna,22 que son dos. Y allá ‘onde mi mamá fueron puras vacas parideras. Así nosotros fuimos teniendo animalitos, después los animalitos ya tuvieron terneritos y se crecían los animalitos igual ahí mismo [en el mismo campo]. PATRICIA: A las parejas [los novios] también, de repente, por lo mismo se les dice “¡Ah! esa es una mancorna” [risas]. Ese es el dicho popular. “Los toritos” también les dicen [risas].

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Pareja de bueyes.

DON CHINDO: Yo trabajé como veterinario, pero sin estudios. Tenía mucho apoyo de los INDAP. Me conocían, iba a hacer cursillos con ellos. Andaba con ellos porque conocían de la castradura de animales. Yo sabía manejar los animales, caballos, chanchos, corderos, vacunos. Todos esos pasaron por mis manos. Castraba y hacía tratamientos, pero casi no ayudé a parir. Ahí no participé na’. Teníamos acá un vecino, el hombre había estado en Osorno, por ahí en un fundo, y estaba acostumbrado a eso y por ahí había un convenio con él. Cuando alguien tenía animales para parir yo le decía “vaya donde tal fulano”. Él también sabía sin haber estudiado. DON JUAN “DE LA PUNTA”: Nosotros estuvimos recién en un trabajo de encastradura de animales, de terneros, y estuvimos toda la mañana en eso. Los capamos nosotros mismos con ayuda de más gente y una persona que es el castrador, esa persona…


Chelín, somos tu memoria viva

RAMÓN ALVARADO: ¡Acá está presente! [risas]. DON JUAN “DE LA PUNTA”: Él es el castrador [refiriéndose a Octavio Aburto]. Porque todos no lo hacemos ese trabajo. Ayudantes sí, para manear el animal, fajarlo, tirarlo al suelo y detenerlo ahí. Para eso se necesita una cuadrilla de gente en el momento de la castradura po. Y bueno, pueden estar pensando ¿cómo? ¿Solos lo hicieron? ¡No! por ahí andan los otros compañeros, uno ya se fue, otro anda mirando los animalitos castrados si sangran o no sangran. Estando un poquito más delicados los animales, cuando recién fue la operación, de tiro no van a salir andando, caminando.

Tienen que quedar quietitos y cuidarse. Los animalitos harto parecidos son a los humanos y por eso ahí andan todos esparramados en el campo. Andan doloridos. No hay que molestarlos. DOÑA MARÍA “DE LA PUNTA”: El operador los operó y los dejó delicados [risas]. RAMÓN ALVARADO: Dos días más o menos dura ese proceso. OCTAVIO: Este oficio yo lo aprendí solo nomás, mirando. DON JUAN “DE LA PUNTA”: Y bueno, esa es la inteligencia de los amigos que han hecho ese trabajo, los castradores saben bien su oficio.

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Chelín, somos tu memoria viva OCTAVIO: Claro po, para hacerlo hay que lavarlo bien al animal, desinfectarlo con yodo todo eso [los testículos] y de ahí cortar el saquito [el escroto] como dicen ustedes, y después hay que amarrarlo igual. Le bajan las bolitas abajo y ahí hay que amarrarlo con un hilo. DON JUAN “DE LA PUNTA”: La arteria esa que baja. El tendoncito se amarra. OCTAVIO: ¡Sí!, pa’ que no se sangre. Y hay que amarrar ahí pa’ que no se infecte. Hay una pita especial para eso. RAMÓN ALVARADO: Curada con yodo ¡desinfectada!

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DON JUAN “DE LA PUNTA”: Esa pita se prepara en el momento. OCTAVIO: Ahí se le cortan las bolitas. Se corta la piel primero. Se corta todo separado y de a poco se va haciendo. Eso va por partes. Se corta la parte de abajo [la base del escroto] y ese corte queda así nomás. DON J UAN “ DE LA P UNTA ”: Queda suelto porque después se cierra, se cicatriza solo a manera de varios días. Pero antes de eso hay un fluido que se tiene que usar para desinfectarlo después que salió todo eso. RAMÓN ALVARADO: ¡El espray!


ChelĂ­n, somos tu memoria viva Castradura de animales paso a paso

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Chelín, somos tu memoria viva OCTAVIO: El espray especial [desinfectante] y el yodo también, para el curado después con yodo.

DOÑA MARÍA “DE LA PUNTA”: ¡Eso! lo lavaban con agua con sal y largaban los animales y sanaban solos.

DON JUAN “DE LA PUNTA”: Ese lo vende mucho la veterinaria.

DON JUAN “DE LA PUNTA”: Después vino la técnica educativa, como se dice, de las veterinarias del INDAP o qué se yo, a enseñar a la gente en el campo. Ahí venía un castrador especializado ¡Claro! y ese, como aquí se usaban los comités de pequeño agricultor, daba charlas, entonces ahí enseñaban a la gente; “porque esto se hace así, se hace asá, así se manean los animales pa’ tirarlos”. Entonces ahí fueron aprendiendo muchos amigos que tenían la idea de aprender eso. Y ahora lo hacen personas particulares, pero que se han dedicado a observar, a mirar en otras personas como lo hacían

DOÑA MARÍA “DE LA PUNTA”: Pero antes no era así. DON JUAN “DE LA PUNTA”: Antes ha habido otra técnica de la gente antigua que uno se admira cómo lo hacía esa gente. DOÑA MARÍA “DE LA PUNTA”: Lo cortaban, pero no amarraban ninguna cosa, lo lavaban con yodo nomás y ningún spray, ninguna cosa. Lavadura con yodo nomás era y cortaban todo eso, pero no había ninguna amarra. ORIANA: ¡Agua con sal nomás!

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Héctor Vito

Chelín, somos tu memoria viva

y de ahí fueron dando prácticas ellos y ahí están, y por ahí tenemos uno de esos presente. ¿Cuántos ha castrado en un día? [preguntándole a Octavio]. OCTAVIO: Hasta treinta. DON JUAN “DE LA PUNTA”: Hasta treinta más o menos en el día. En una buena jornada. Más que eso ya no sería recomendable. Ellos mismos, los castradores, se dan cuenta que el pulso se les va agotando. Porque en toda jornada no debe pasarse la persona, cansarse totalmente. Eso no es bueno, como en todo tipo de trabajo. ORIANA: De ahí crecen los novillos po, ya no se hacen toros. DON JUAN “DE LA PUNTA”: ¡Sí po! Se castran los animales y después se les nombra novillo. Antes de eso es terneraje. Diez años y medio, por ahí, empiezan a castrarse los terneros, es la

edad ideal. De ahí vienen a quedar novillos, de dos años, tres años. Después llega a la clase de vacuno y después pasa a ser buey. El buey ya es más grande, de cinco, seis años. Todos los animales tienen su nombre. OCTAVIO: Y así quedan más dóciles. ORIANA: ¡Claro, exactamente! Se castran para que queden más dóciles, más quietos, para que anden tranquilos, pasten tranquilos, como los bueyes. Acá todavía hay yuntas de bueyes. RAMÓN ALVARADO: ¡Algunas! Hay, pero no como antiguamente, que en cada casa había su yunta de bueyes. Hoy día como ya hay tantas maneras de trabajar; vehículos, maquinarias, todas esas cosas, entonces ya no se usa tanto la yunta de bueyes. DON JUAN “DE LA PUNTA”: Antes los bueyes eran pa’ trabajar. Ado-

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Chelín, somos tu memoria viva maos con un yugo tiraban la carreta para conducir las cosas, las cargas y para trabajar en siembra a la melga. Hoy día lo está haciendo todo el tractor, la máquina. ORIANA: Igual la yunta de bueyes se usa todavía. Por lo menos los que trabajamos en agricultura la usamos. DON JUAN “DE LA PUNTA”: Hoy día acá hay pocos castradores, unos tres nomás. OCTAVIO: ¡Pocos! Acá arriba [en Huechuchelín] habemos tres. Por abajo [Chelín Bajo] hay dos. RAMÓN ALVARADO: ¡Sí!, cinco. DOÑA MARÍA “DE LA PUNTA”: Antes no creo que hubieran tantos. Menos yo creo que habían. Muy poca gente antigua era que trabajaban en eso. Acá era el finao Andrés Millacahuín, finao Andrés Gueicha. Pedro Alvarado era otro. OCTAVIO: Don Panchito Catepillán. RAMÓN ALVARADO: Pedro Vito. DOÑA MARÍA “DE LA PUNTA”: Esos alcancé a conocer yo. No sé más antiguos.

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OCTAVIO: ¡Uf!, y ahora los nuevos [los jóvenes] casi no quieren aprender. DOÑA MARÍA “DE LA PUNTA”: ¡Claro! Ya ninguno quiere seguir eso. No se dedican, aunque ahora igual hay estudios [de veterinaria]. Pero ninguno tampoco lo quiere estudiar. DON JUAN “DE LA PUNTA”: Es que esa es manera campesina. Porque toda la producción legítima, en todos los países, está en los campos ¿y qué es lo que hay en la ciudad, muy consumidora? está la industria. Y las dos cosas finalmente se casan. Pero la gente particular, todos van al pueblo [Castro] y son de trabajar livianito y ganarse la plata, los sueldos, con poquito trabajo. Que sea todo ya bien limpio y bien aseado y con poco de esto [se pasa la mano por la frente], del sudor de la frente como se dice. ¡Livianito! En eso está la humanidad hoy día po, en trabajar de esa forma. Y en el campo, donde está el mayor interés para que todo produzca, la gente nueva, ¡qué poco mira el campo!


DE HAMBRE NO MUERE NADIE



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Medan

Medan es una hermosa fiesta que un vecino organiza invita a sus amigos y parientes para que asistan y a cambio ellos llevan la paga que él fija. Felices van con su paga porque así es la voluntad del hombre de esta tierra y en el día fijado empieza la gran fiesta entre copuchas y aplausos cuando todos han llegado se reúnen en la mesa y empieza la convivencia con una excelente comida harto vino y un buen asado una pipa de chicha. Después empieza el baile con guitarra y acordeón bailan beben y disfrutan del medan de esa ocasión con sonrisas, con aplausos con alegrías en su corazón. Así es lo que llamamos medan en Chiloé tradiciones que han perdurado por siglos en mi tierra nada de eso ha cambiado todo eso se conserva. De “Senderos chilotes” (Extracto) Edi Alvarado 77


Chelín, somos tu memoria viva

La mesa antigua y la de ahora

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DITA: Hay mucha diferencia en la cocina de antes con la de ahora. Por ejemplo ellas [refiriéndose a sus hijas] ahora condimentan más. Cuando vienen me dicen “¡mamá! haga comida como usted hacía antes” y según para ellas es más buena, más rica esa comida. Ahora los platos son más comunes, hacen las sopas, los estofados, las carbonadas. OÑA

MIRTA: ¡Sí po!, lo más práctico, las cazuelas, estofaos con carne con arroz, carne con papas, los fideos. Ya no se hacen las cosas antiguas y yo creo que si ahora uno las hace una vez ya los cabros no se la comen tampoco [risas]. ARTURO: Me acuerdo yo chico así como él [refiriéndose a su hijo Alvarito], en la casa hacían mote, partían trigo, hacían como una mazamorra. Eso ya no se ve po, si uno le muestra a los chicos, los chicos se ríen, no saben qué es, ni lo comen tampoco. DOÑA DITA: Aquí se come cochayuyo, repollo, luche, zanahoria. Todo eso se hace aquí en la isla. Zapallo, arveja, habas, lechugas, porque a veces se dan en el mismo campo. Todavía se usa el asado, el cordero al palo, porque en el campo como es tradicional, se hace siempre. También la cazuela de gallina de campo, de pollo. ERIS: Comíamos cazuela antigua nosotros, con repollo, cholga

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Chelín, somos tu memoria viva nadito. Se juntaba arena, se hacía fuego en el fogón y entonces cuando uno tenía listo su milcao, los antiguos los enterraban y quedaban ricos. Las tortillitas de papa igual. RAMÓN VERA: También se hacía tortillas de rescoldo para enterrar en la lejía. Con yide,23 con chicharrones, con esa cuestión de deche. DOÑA DITA: El mote pelado de trigo también. ERIS: De trigo pelado con ceniza del horno del fogón.

seca, habas, papitas. Eso es comida chilota antigua. DOÑA EMA: Esos eran unos alimentos completamente buenos po. DOÑA DITA: Después nosotros lo que cocinamos más es el pan, pero antes, más antiguo, se hacían los milcao de papa rallada. Esos se hacían enterrados en la arena, también se hacían las tortillas enterradas ahí mismo. Se hacía la mella y todo enterrado, puesto en la arena. Se calentaban en la arena y después se lavaban, pero todo bien orde-

DOÑA DITA: ¡Sí!, quedaban bien blanquitos. MIRTA: Mi mamá igual me acuerdo que hacía mote. Lo ponían a cocer y después lo hacían con lejía y lo limpiaban. ARTURO: La legía es la que sale de la cocina donde se quema la leña, la ceniza. Con esa es que se hacía mote antes. PATRICIA: Para eso dejaban hacer el trigo en unas tinas de madera que tenían antes y después lo pisaban ahí pa’ sacarle el cue23 Es el residuo que queda de la cocción de carne de chancho en manteca.

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Ema Colivoro

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rito. Después de eso colocaba el mote a hervir en unas ollas. Lo comíamos con azúcar. Lo echaban a las cazuelas también porque antes no se manejaba el arroz, porque no había tanta plata pa’ comprarlo, entonces el trigo era como algo que tenían en vez de arroz. Esas eran las comidas típicas. ARTURO: ahora no po, ahora la persona va a los negocios, se compra un kilo de mote y ¡ya!

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DOÑA EMA: Antes se llevaba esa vida. No había ninguna delicadeza, nada, nada y vivíamos lo más bien. Antes se cocía el pan en un horno grande que había de laja y se le ponía el fuego adentro. Mi mamá hacía pan adentro de ese horno. Cuando ya estaba caloroso el horno botaba el fuego, las brasas las botaba. Todo quedaba bien limpiecito y ahí ponía su pan a cocer. Y en la boca del horno se ponía una tapa nomás ahí. No


Chelín, somos tu memoria viva tardaba nada en cocer el pan. Cuando era el tiempo de manzanas ella hacia sus empanadas de manzana. Hacía masa y ahí las rellenaba con manzanita picada. Yo cuando era una chica de quince años y andaba pa’ afuera de la casa, me pasaba a robar una empanada [risas]. Era ladrona yo po [risas], me gustaban mucho las empanadas de manzana. PATRICIA: También hacían las empanadas de manzana, pero hervidas. Al agua. Quedaban como bien pegajosas pero cociditas. Así como el chapalele.24 DOÑA EMA: Hoy día es otra manera pa’ cocerlo. Con el horno de la estufa a leña cuecen más limpiecitas. Se hacen unas chiquititas nomás y no tardan nada en cocer. Antes por ejemplo se carneaba un chancho, lo ahumaba esa carne, lo comía cocida, ahumada. El que tenía vacas se tomaba la leche. Yo alcancé a hacer mantequilla en mi casa. Yo lecheaba a la vaca, se saca dos, tres litros cuando la vaca es lechera. Se saca la 24 Originalmente el chapapele es una masa hecha de papa que se prepara cocida en olla o al vapor en los curantos, actualmente, se hace más con harina de trigo. Pueden ser dulces o salados.

leche y se deja en un lavatorio grande. Después, por ejemplo si lo hizo en la mañana ya a las doce le saca uno esa grasita que hace encima, se la saca en otra fuente y eso [la leche] lo deja limpiecito. Al otro día hace la misma cosa. De ahí eso [la grasa] lo bate con una cuchara y un poquito de sal, bien batido con una cucharita de madera. De ahí no tarda nada en hacer masa po. Hace una masa y de ahí empieza a amasarlo con la mano y ahí está la mantequilla. Esa es la manera de hacer la mantequilla. Antes se hacían también los ricos curantos en un hoyo, afuera en la tierra. A eso se le pone piedrecitas abajo y después se le pone leña y de ahí se le pone fuego y después se le pone unas piedrecitas más. Cuando ya están las piedras blancas, entonces ya están listas, están calorosas. Entonces se le pone los mariscos, los chapalelitos con pangue, bien retobao con pangue. El pangue está abajo en la playa, es un depe25 y en ese depe forma el pangue. Es una cosa grande y eso se va a traer para hacer curanto. Des25

Tallo del pangue.

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Chelín, somos tu memoria viva pués si quiere, en tiempo florido cuando hay manzanas, se le pone manzanas, unas cuantas manzanas limpiecitas. Se le pone un pedazo de carne ahumada a los costados. Se le pone papas. Todo cuece en el curanto ¡Oh! es una cosa de morirse. Se hace el curanto en olla también. Se hace un chapalelito no muy grande y se hace un ramado de pangue delgadito. Ahí se van poniendo los chapaleles y de ahí se tapa con otro pedacito de pangue y se le pone

más chapalele, todo lo que se alcance a cocer con el calor del vapor de los mariscos. Los mariscos están abajo en el tacho, un tacho grande, están abajo cociendo y las papas también. No tarda nada en cocer. Cuando hay arveja, haba, se le pone también. Es muy rico el curanto de tacho ¡oh! es de morirse comiendo. PATRICIA: Mi abuela hacía pulmay.26 Eso lo colocaban a her26

Curanto en olla.

Curanto en hoyo por Javier Oyarzo

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ChelĂ­n, somos tu memoria viva

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Pangue con sus hojas cortadas


Chelín, somos tu memoria viva vir y de todo le colocaban, de todo tipo de mariscos y aparte de eso algunos le echaban unos granos de arroz. También le colocaban unos trocitos de longaniza o carnes. Carnes ahumadas que ellos ahumaban de sus chanchos, le echaban unos pedacitos ahí. Nosotros éramos regalones de mi abuela porque éramos los únicos nietos que tenía y siempre estábamos cerca de ella. Ella traía cosas cuando vendía sus yuntas, traía unos panes grandotes que les decían las “marraquetas” y nos invitaba a comer a nosotros. Siempre, cualquier cosita nos invitaba. RAMÓN VERA: Mi abuela hacía todas esas cuestiones. Harina tostada. Harina chilota también. Todo eso lo hacía ella. HERMINIA: Yo aprendí a cocinar cuando nosotros éramos medianos [adolescentes]. Cuando hicieron la casa mis papás buscaron una señora para hacer la comida, y esa fue una señora que se llamaba doña Antuca Gueico.

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RAMÓN VERA: Esa es la mamá de la Margarita [Gueico]. HERMINIA: Y ella… yo vi como aliñaba su comida y ahí me fue quedando las ideas nomás de ella, de cómo aliñaba. Mi papi [Mario Aburto] igual cocinaba. Mi papi fue cocinero de la escuela [Los Robles] antes, cuando fue la inauguración de la escuela y de la posta. Él trabajaba en la cocina y nosotros después fuimos siguiendo eso. RAMÓN VERA: Antes era todo natural acá. Antes la gente se crecían más robustos, más firmes. No era nada como ahora, todo artificial. ERIS: Porque lo de ahora es todo más elaborado. DOÑA DITA: ¡Sí! Las comidas son todas más diferentes. DOÑA EMA: Las comidas de hoy día van siendo casi pura conserva nomás. Antes no po, antes era otra manera de comer. DEMETRIO: Las comidas eran todas naturales antiguamente.


Chelín, somos tu memoria viva

Harina chilota

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EUFEMIA: Antes con el trigo se hacía mucho. La harina chilota que hacíamos era una cosa tan rica. OÑA

DEMETRIO: Yo me acuerdo de esa harina chilota, pero no me recuerdo muy bien cómo la hacían. DOÑA MARÍA “DE LA PUNTA”: Tostaban ese trigo, que quede bien durito, tostadito y después se molía con esa piedra de moler, a mano le hacía la gente, los que tenían esa piedra. Molían eso y le hacían harina bien molidita, harina tostá. Para tomar

con agua, con café, con chicha fresca. DOÑA DITA: Se molía en unas piedras de mano que después pasaron a la historia. Las andaban buscando para los museos y ahí fuimos entregando nuestras prendas. Quedamos sin nada. Las regalábamos nomás nosotros [risas]. RAMÓN VERA: También había molinos a motor con una correa. Motor de trilla. Esas cuestiones eran cosas antiguas. Rubén Alvarado todavía tiene molino Piedra de moler a mano

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Chelín, somos tu memoria viva pero parece que ya no lo usa, lo tiene en su bodega. Después el otro arriba que igual tiene molino es don Nata Águila. Segundo Navarro igual tiene de esos, ese trabajaba mucho con los molinos. DON JUAN “DE LA PUNTA”: Esa es la harina cocida que le nombraban. Esa existió a través de muchos años porque en el tiempo de las escuelas rurales del campo no había alimento. Los gobiernos no daban alimentación pa’ circular en las escuelas de educación así como ahora. Eso era en la época del finao Juan Antonio Ríos, de Don Gabriel González Videla.

y mandaban a calorar agua ahí en una casa vecina de la escuela para hacer agua tibia y cada uno con su ulpá comía en esos jarros. Así de metal eran. Con eso nos alimentamos nosotros en la escuela. Eso es lo que nosotros tuvimos en la escuela cuando anduvimos, hará unos 70 años… ¡claro! pa’ la edad que tenemos nosotros, 70 años atrás estábamos comiendo esa harina. MIRTA: Antes igual se cultivaba la linaza que ahora ya nadie la cultiva acá. La hacían con la harina tostá. La pasaban por el

Los presidentes antiguos le daban “proporciones” de alimentación al servicio escolar. Esas eran unas bolsas de harina cocida, tostada. Los profesores las daban en calidad de un ulpo que le nombraban. Daban un jarrito y todo eso. Azúcar también, pa’ ponerle una cucharadita de azúcar ahí. Con ese alimento anduvimos nosotros en las escuelas en aquella época. DOÑA MARÍA “DE LA PUNTA”: ¡Eso!, a la hora de las 12 nos daban a cada uno su jarrito con harina

86 Molino a motor


Chelín, somos tu memoria viva cedazo, en el fuego y después la molían. Quedaba una harina tostá riquísima con linaza. DOÑA EUFEMIA: Mi abuela antes sembraba la cebada también. La tostaba como el trigo, la molía y la hacíamos harina tostá. Quedaba rica. Era algo que hoy en día es muy distinto, pero eso era alimento puro, alimento bueno. Por acá hubo una finá que ella alcanzó a moler la avena para hacer pan. PATRICIA: Mi abuela también hacía las mazamorras de trigo. Ella tostaba el trigo con un tiesto que movía en el fogón y de ahí lo molía encima de la mesa con una botella de vidrio. Después lo ponía a hervir en una olla y a eso le ponía un poco de harina, pero de la harina chilota, y todo eso lo cocía. Eso quedaba espeso después y nos lo daba de comer sazonado con sal. Le echaba manteca y de eso comíamos nosotros. Nos daba con café de grano. Pero no era tanto de grano, era como un café… café de higo que le llamaban antes. Ese era nuestro café y con el plato de mazamorra ahí.

cios para vender café de grano. Unos cafés verdes y otros cafecitos. Pero esos teníamos que tostarlos ahí para que muela. El verde se molía. Se tostaba como el trigo. Se ponía dentro de un sartencito y se le iba dando vuelta. Para que no se queme. MIRTA: Esas son las cosas que uno más recuerda. Bueno, la harina tostá igual la siguen comiendo porque ahora hay en bolsita, pero la otra ya sabía mejor po. TÍO LILO: puro trigo natural de aquí. Ahora ya no hay, ya no se siembra trigo tampoco. Jarro de ulpo

DOÑA ZULEMA: ¡Ah! Sí po, el café de grano. Habían unos nego-

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Chelín, somos tu memoria viva DOÑA EMA: Hoy día no po, hoy día ya no se come de esa harina. Porque la harina ahora únicamente viene de Castro, de Dalcahue dicen que es. Y ahí hay

unas harinas malas, no hay harinas buenas pa’ servirse. Una harina que viene empaquetada, ¡mala! esa harina. Hasta gusto de humedad tiene, ¡mala, mala! “Galopa” para tostar granos

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Comida y bebida pa’ ceremonias

H

ERMINIA:

Nosotros, la comida tradicional que hacemos es para el día de San Juan, la fiesta de San Juan que es el 24 de junio. Todos los años la hacemos con comidas. Ahí preparamos el chancho ahumado con ensalada rusa. Para eso primero conseguimos el chancho, lo carneamos, de ahí lo despedazamos así en trozos y lo salamos. Un chancho, por lo menos de 60 kilos necesita casi 1 kilo de sal para salarlo. De ahí lo aliñamos, le ponemos ajo y orégano y ahí lo tenemos salando toda la tarde. Al otro día, como a las cinco de la tarde lo colgamos al humo. Ahí se ahúma en los fogones antiguos que hay. Mi papá tiene fogón o si no cualquier vecino y ahí lo vamos a ahumar. Hacemos el fuego, colgamos la carne, toda colgadita así, con pita la vamos colgando. De ahí lo tenemos ahumando unos dos días o cuando se hace buen fuego, menos de repente. Primero, cuando la carne está fresca le hacemos fuego, para que lo seque, lo

oree y de ahí viene el humo. Al fuego le ponemos troncos, aserrín, todas esas cosas para que le haga humo. El día antes de la fecha de San Juan lo lavamos, que salga todo ese humo. De ahí lo dejamos aliñado la tarde antes. Al aliño le colocamos ajo, harto ajo rallado, orégano, ají merkén o el ají rojo, ese cacho de cabra. Lo remojamos, lo picamos. Le hacemos un buen tuco de todo eso, de comino y vino blanco también. Y ahí lo hacemos presas, las presas las vamos pasando en ese tuco y de ahí lo colocamos en unos peroles. Esas ollas grandes que hay. Ahí lo dejamos aliñado. Al otro día lo empezamos a cocinar como a las 11 de la mañana, lo empezamos a cocinar en olla. No le ponemos agua, nada. Que se cueza a vapor. Con el puro tuco ese nomás en la olla. Ahí le hacemos cambio de olla para que no vaya a quemarse y le ponemos todos los condimentos: cebolla, morrón, todo eso. Y de ahí pa’ servirlo le agregamos su

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ensalada rusa o si no con papitas cocidas y cebolla. Lo acompañamos con la papa desiree que no es tan moledora y es grande o si no la romana. Buscamos todas las papas de buen tamaño. Papas duras igual para que vayan en los platos con dos papas. La romana es una papa redonda, por la “redonda” se le conoce. La desiree es una papa alargada, igual grande. Igual que la lengua de vaca, esa es más grande pero es blanca. Es la misma que la baraka. Algunos dicen que no, que es otra, pero es la misma papa. Hay muchas clases más, está la granola, la papa pie, esa es larga con forma de un pie. Está la cucara-

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da que igual es roja y alargada. Después está la lemuyada, es una papa redonda que le dicen “lemuyán” por el hecho que la fueron a buscar a Lemuy [risas]. Está la papa caja también que es una papa blanca, amarillona, tiene un sabor tipo la haba, una cosa así. Después está una papa que es azulcita, pero no sé qué nombre le pusieron a esa. Esa viene siendo nativa. De color azul y es arenosa, arenosa, arenosa. Con esa se hace el chuño. Acá muy poquitos tienen la nativa. Tío Lilo tiene esa papa azul y tiene la papa michuñe igual, esa larguita, delgadita. De ahí había antes la pimpinela que le decían, igual era redonda tipo la papa nativa. Acá en


Chelín, somos tu memoria viva la isla en cuanto a producto sigue habiendo lo mismo nomás, no se ha perdido nada. Al contrario, por ejemplo en las papas se van armando más variedades. La carne de la vaquilla igual la hacemos para las ceremonias. Igual es con un tuco parecido al del chancho. Lo aliñamos con todos los tipos de condimentos y lo hacemos al jugo. Para los velorios se usa mucho las vaquillas en estofado, a la olla. El cordero igual lo hacemos al jugo. Acá también lo usan para los velorios, en los remates. Le dicen remate cuando termina el rezo. Las nueve tardes de rezo de un funeral, eso se llama remate, el último

día. Ahí participa toda la gente que quiera ir. Acá el velorio se hace dos noches y en las dos noches se da comida, la familia del doliente da la comida, la cena. Se hace una sopa, un consomé; después su estofado de carne, sea de chancho ahumado o sea de vaquilla o de pollo. Después su postre y al último, de agradecimiento, le dan un pan. Porque antes se daba un pan. Ahora lo van cambiando, se da un quequito que sale así de un supermercado. Se da a cada uno un queque de esos. Pero la tradición es el pan. Ahí llega harta gente. A veces hay treinta, cuarenta, hasta sesenta personas. Trago también se le da a la gente.

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Chelín, somos tu memoria viva

RAMÓN VERA: Eso no se pierde en la tradición [risas]. HERMINIA: ¡Claro! el trago, la comida. En los casamientos se da harta comida también. Pero casamiento en seis años hay uno [risas]. Antes era eso, ahora ya no, nadie se casa. Si nosotros [ella y Ramón Vera, su esposo] fuimos los últimos. Mi hermana se casó última acá en la isla hace 12 años y de ahí no ha habido otro casamiento. Se casaron arriba, en la iglesia de Lourdes y en la escuela Los Robles celebramos, ahí fue la comida. Para un casamiento puro trago se usa: piscola, cerveza, vino tapado. Ahí no se usa chicha.

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RAMÓN VERA: Al invitar chicha al otro día están insultando [risas]. La chicha es más para cuando se trabaja con gente en la agricultura. Ahí se toma más chicha. Lo que se perdió fueron los canastos de prensa para la chicha, cuando uno rallaba la manzana. HERMINIA: ¡Ah, sí! Los canastos prenseros se perdieron acá. Ya no se usan. Era un canasto así redondo y arriba termina más chiquitito. Tiene como una guatita tipo un macetero. Eran tejidos a ñocha. Ahí para prensar le ponían en los canastos todo el bagazo [de la manzana] molido y de ahí se prensaba con dos tablones.


Chelín, somos tu memoria viva RAMÓN VERA: Con tuerca y tornillo. Ahora igual lo hacen, pero con pura cuestión de mallas de esas salmoneras, o si no con bolsas de esas de 50 kilos. Igual que los barriles de madera, eso igual se perdió. Ahora la chicha se hace en puro tambor de plástico nomás. Antes no, antes tenía otro sabor la chicha en barriles. Donde Segundo Navarro tienen todavía de esos. FLOR: Se hacía la chicha caliente en esos tiempos. No le ponían

naranja, la hervían nomás. También lo otro que hacían era hervir la chicha con huevo. BENIGNO: Ese lo hacían en ponchera los antiguos. FLOR: Hervían los huevos con azúcar bien batiditos y le ponían chicha. Lo echaban crudo y batido nomás. Con tenedor lo hacían y de ahí le empezaban a poner chichita y batían. Hacían sus ollás de ese ponche de chicha con huevo. Dulcecito quedaba.

Tornillos de prensa

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ChelĂ­n, somos tu memoria viva Prensa para chicha de manzana

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Comida tradicional: Chopón, chochoca y deche

H

ERMINIA:

De la papa se hacen muchas cosas. Está el chopón, el milcao, la chochoca. Igual para San Juan nosotros hicimos el chopón. Para el chopón primero se buscan las papas. Bueno, vamos a buscar las papas azules donde Tío Lilo [risas]. Entonces las rallamos en una máquina a motor que tenemos acá nosotros. Después se cuela eso, se va colocando la ralladura de la papa en un cernidor, en una malla. Antes era con un cernidor antiguo, la Zonia [Guichapani] tiene que tener ese cernidor antiguo. Entonces se coloca eso en el cernidor y se

le va poniendo agua. Ahí todo lo que es chuño, todo lo que es lo blanco va saliendo y queda el puro bagazo de la papa nomás. De ahí eso [lo blanco]lo dejamos en un fuentón lleno de agua para que baje el chuño, que eso quede abajo. Y con eso se hace el chopón. El chopón es la pelota de chuño nomás que se exprime después con un paño para que quede redonda. Después se le pone brasas, se hace un fuego con hartas brasas para poner los chopones ahí. Y de ahí se van sacando las capas y eso se come con chicharrones.

Piedra para rallar papa

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Chopón. Fotograma del documental “La travesía de San Juan”

Capas del chopón. Fotograma del documental “La travesía de San Juan”

PATRICIA: Es una pelota grande que le iban sacando las capitas. O sea, lo iban cocinando y dando vuelta y ahí sacaban la primera capa, le decían la capa “pobre” porque era muy sensible, era blandita y pegajosa. Después era la capa de rico, la capa gruesa. Esa capa era que mi abuela lo distendía y le colocaba una capa de chicharrones, los envolvía y nos daba un trozo grande de eso. Era muy rico.

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HERMINIA: Nosotros igual hicimos la chochoca en Huechu, para San Juan. Igual es el mismo proceso para la chochoca, rallamos la papa también a máquina. Porque antes se rallaba con la ralla de piedra. Ahora pelamos las papas y las rallamos en la máquina. Y de ahí se exprimen. Aparte colocamos papas a cocinar y todo eso lo juntamos después con un poquito de harina. Más lleva papa cocinada que papa


Chelín, somos tu memoria viva rallada. Para que no quede tan dura. Después se va abrasando en un palo chochoquero que son unos palos grandes que hay. Unos palos largos y redondos. Esa es la chochoca, la que se va abrasando en el palo. Se va girando, como un asado de cordero, pero de papa, y se le pone chicharrón. Después está el deche, que ahora ya no lo hacen más.

RAMÓN VERA: No, no, ese no lo hace nadie. HERMINIA: Bueno, nosotros decimos que uno lo puede hacer porque no es tan difícil. El problema son los molinos nomás, que haiga. El deche es el mismo trabajo que para cuando uno hace el chopón. Entonces con lo que uno deja del chuño, el bagazo de la papa, con eso se hace la pelotita. De ahí lo

Chochoca en palo. Fotograma del documental “La travesía de San Juan”

Chochoca a las brasas. Fotograma del documental “La travesía de San Juan”

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Parte superior del fogón donde se instalaba el collín.

pone uno arriba, en el collín27 antiguo. Que es la parte de arriba del fogón. Entonces ahí se le pone todas las pelotitas, se va colocando arriba y ahí se deja para que seque. Con harto fuego lo va secando. Estará unos cinco, siete, ocho días que seque. Quedan ahumados y secos, duros como piedra. Después se colocan a remojar en una tina, en cualquier fuentón y se lavan en el agua. Se lava bien y se ponen secando al sol. De ahí se lo lleva uno al molino y queda hecha tipo harina, pero queda negro. Es una cosa bien negra. Tiene un sabor a humo. Igual se hace tortilla con eso. Tal como el milcao, se mezcla con papa y se pone al horno. Como tortilla con chicharrones. Es rico. Pero ese hace años que 27 Enrejado de varas que va sobre el fogón, en altura. Servía para colocar alimentos y ahumarlos.

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no lo hacen. Antes mi mami lo hacía. No lo comíamos porque decían que íbamos a quedar negros [risas]. Así que algunos no lo comíamos. Son comidas antiguas que ya se están perdiendo acá. ARTURO: La comida tradicional no se hace mucho porque lleva la molestia de que lleva tiempo hacerla. La gente hace las cosas más fáciles nomás. Y cuando las hacen tampoco son de papa como antes. Ahora lo hacen mezclao con harina, la mitad harina, la mitad milcao. Antes no, antes el milcao lo hacían de pura papa. La chochoca, ahora uno compra chochoca y no tiene nada de rallado de papa, tiene un poquito mezclao con harina, ¡sí po!, por no rallar, por el trabajo que da.


Tina de madera para diversos usos

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Milcao, yoco y mella

H

ERMINIA:

El milcao igual es de papas. Y lo mismo: se ralla, después se exprime, se mezcla con papa cocinada y de ahí se hacen los milcaos. Es como una tortilla. Si quiere hacerlo frito lo hace frito en la manteca o en aceite. Nosotros lo hacemos en el caldero. Ahí entran más. Puede cocer 20, 25 milcaos de una vez. RAMÓN VERA: Y se hacen los yocos de chancho en el caldero también. HERMINIA: Sí, para el yoco se carnea un chancho. Nosotros

siempre hacemos un carneo al año. Se lo engorda bien gordo y ahí se le saca la grasa, de ahí salen los chicharrones. Entonces derrite esa grasa en el caldero, pone en la olla grasa y carne. De ahí después empieza a hacer sus platos. Se hace la sopaipilla, la rosca. Todo eso va incluido en el plato con el chancho. La mella se hace del trigo. Uno pone el trigo a remojar en el agua y se hincha. Lo tiene un día, dos días en el agua, después se saca, se pone dentro de una bolsa y se pone en la orilla de la coPapas nativas con brotes

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Chelín, somos tu memoria viva cina. Ahí el trigo nace, le asoman hartos pelitos, entonces eso hace que sea dulce. Ahí se tiene hartos días y después se saca al sol para que seque. Que seque bien seco el trigo y después se va a moler en el molino y queda hecha una harina. Después lo coloca en un fuentoncito con un poquito de agua y se hace la masa de la mella. Una masa cualquiera para hacer empanadas, ahí se le va colocando de eso adentro. Es dulcecito. Tiene un sabor dulce. Esa es la famosa mella. Empanadas nomás se hace con la mella. De ahí hay otra mella, pero que es de papa. Esa es con la papa que uno pone en la tierra. ARTURO: ¡Sí! Se saca la papa que uno entierra, la misma que siembra, la que no pudre. Algunas pudren y otras no pudren, entonces

uno va buscando la sana y esa es la que se hace mella. HERMINIA: Cuando uno saca esa papa nueva, sale intacta y uno la ralla. Tal como el milcao. La ralla con otro tipo de papa y eso lo hace mella. Esa es dulcecita también, le ponen azúcar parece. MIRTA: Esa igual lo hacían con harina, creo, y azúcar. Lo hacían antiguamente con pangue, al horno, en el fogón. ANA ELIZABETH: Sí po, hay que colocarle un poco de harina, colocarle un poco de azúcar y después se coloca en un pangue dentro del horno o también lo puede hervir en el agua, queda rica la mella así. HERMINIA: Eso es cosa antigua.

Milcao. Fotograma del documental “La travesía de San Juan”

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Recetas del mar: Algas y pescados

H

Acá se prepara el luche. El luche es un alga que se va a buscar a la playa, lo hacen con arroz y lo hacemos curanto también. Cuando hacemos curanto de marisco lo ponemos encima, o si no se hace un curanto especialmente para el luche. Caldea las piedras y le pone una capa de pangue debajo y de ahí se pone el luche. Se tapa bien con pangue y se deja cocinar. Igual uno puede ponerlo en cualquier comida. En las cazuelas, hacerlas con mariscos, con cordero y luche, le da otro sabor. la navajuela igual se hace con arroz con luche, se hace con papitas, como una carbonada. El cochayuyo también, se lo pone en las cazuelas de vacuno. ERMINIA:

También se hace pescado ahumado, estofado de robalo. Igual hacen la sierra al palo. El año pasado salieron hartas sierras. Andaban vendiendo por acá. Mi mamá antes hacía todo eso. El jurel al palo también. RAMÓN VERA: ¡Cancato! le llaman a eso. HERMINIA: ¡Sí! Se buscaban unas quilas28 y abrían el pescado al centro y de ahí lo colocaban con unas varitas atravesadas y lo ponían a la orilla del fuego, cocinando. Como un asado de cordero, pero de pescado, y todo limpiecito. Después se saca y se le coloca cualquier pebre de ajo. Se sirve con unas papas y ensalada. 28 Coligues.

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Mariscos ahumados

P

Para ahumar el marisco primero se lo cocina y después hay que lavarlos en el agua salada del mar. En la manera del ahumado es importante el agua salada porque hace que el producto sea más sabroso, que el marisco dure más tiempo; también hace que queden más coloradas las navajuelas, que se ahúmen mejor, y quedan muy sabrosas también po. De ahí viene el proceso del ensarte, hacer las sartas, pero antes de eso hay que pasar a buscar los junquillos. Como se cocinan, se desconchan y se lleva a lavar al agua salá, en ese proceso nosotros pasamos a buscar los junquillos. No tan gruesos ni tan delgados tampoco. Tienen que ser al límite según el porte de la navajuela porque si la navajuela es grande igual tiene que ser con junquillos más gruesos y si la navajuela es más chiquitita hay que hacerlo más delgado porque si no se rompe el junquillo. Eso tiene una práctica y uno ya al momento que ATRICIA:

va haciendo el trabajo va aprendiendo todas esas cosas. A parte, a los junquillos también hay que quemarlos al fuego. No es que se lanzan verdes a hacer el proceso sino que primero hay que pasarlo al fuego o encima de la estufa y de ahí cortarle abajo, el poto que se dice del junquillo y dejarle la medida exacta que uno va a trabajar. Ahí recién se empieza a trabajar con el ensarte. Ensartar decimos nosotros a hacer pasar la navajuela en la aguja y de la aguja va al junquillo. Se ocupa una aguja que es de alambre. Es como así de larga [muestra con su mano el largo entre pulgar e índice] y mientras más larga sea mejor porque avanza más, dentran más navajuelas en la aguja. A mí mucho me costó aprender. Yo me ensartaba, en aquellos tiempos, cuando empecé a trabajar, dos paquetes en el día ¡cómo sería de lenta! Pregúntenle a mi mamá cuánto hacía ella antes. Ensartaba siete, ocho, diez también, pero eso era en un rato nomás.

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Junquillos

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DOÑA EUFEMIA: Hacíamos tres, cuatro, cinco paquetes en la noche. Dejábamos cenado e íbamos a mariscar. Después veníamos a sancochar, lo desgranábamos, lo lavábamos y lo ensartábamos. Lo llevábamos al pueblo, Castro, a venderlo ¡frescos! sin ahumarlo, así fresquitas nomás. PATRICIA: Todo eso hacían en el mismo día. Ellos, cuando ya estábamos nacidos nosotros ya estaban trabajando en eso. El ahumado lleva un proceso más largo que el ensartarlo fresco. El ahumado es más difícil porque hay que buscar la leña que tiene que ser el palo del arrayán verde, porque es el que lo deja como más aromático. Le deja un sabor y un aroma más agradable. El planto del arrayán es un planto nativo. Hay un arrayán que es de cuerito rojo y un arrayán que

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es de cuero blanco, el blanco es el mejor. Entonces dejamos cortada la leña antes de que empiecen las mareas. Dejamos todo listo para que no nos lleve tanto tiempo. Que esté unos días cortada porque cuando está muy verde hace como mucho vapor y se humedecen los mariscos. Toma como humedad y demora más en secar. El marisco tiene que quedar seco y bien pasado al humo. Hay que estarlo vigilando siempre el fuego. Que no se levanten las llamas, que se mantenga siempre humo. Son dos días ahumando. Quizás a veces puede ser un día, pero constantemente, sin parar, todo el día. También que a los mariscos uno los ensarta y los tiene que dejar colgados más menos una hora. Colgados así al aire. Porque si uno lo trabajó hoy y al mismo rato lo colocó al humo se demoran mucho más en quedar listos. Después hay que pre-


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Tronco de arrayán rojo con brotes

parar las pitas para amarrarlo, hacer los paquetes, ponerlo en cajas si no en bolsas y de ahí lo llevamos a vender. Nos va super bien. Sobra para todo. DOÑA EUFEMIA: Hay una isla que se llama Llingua. Esa gente venía a vender pescado aquí y uno dijo “venimos a vender pescado pero tenemos que ahumar y no lo ahumamos porque tenemos mucho marisco pa’ ahumar”, y mi mamá como era tan metida le preguntó cómo se ahumaba [risas]. Dijo él “esto se ahúma así: va a traer hartos tronquitos y hágale el fuego y hágale ahumá. Ahúme sus mariscos y sus pescados cuando tenga”. Mi mamá era muy inteligente po’ ¡preguntona! [risas]. PATRICIA: Era como la sapa del trabajo [risas].Y eso que ella habla, de que mi abuela fue la sapa del trabajo, a mí también me ha pasado. Han habido igual personas que me han copiado el trabajo porque yo les he informado, les he dicho “hay que trabajarlo así” y también han aprendido y también es una fuente de trabajo para ellos.

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ChelĂ­n, somos tu memoria viva

106 Ahumado de mariscos


LA ISLA NOS SANA



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Dolor

Mi corazón se quedó de piedra y por él el llanto no brota la angustia así es mar negra y mar grande la desesperación. Porque todo queda allí oculto como un estanque colmado todo el dolor hecho bulto no puede ser rebalsado. Esa hora es la desesperación que oprime hasta el respirar hace muda la aflicción y no se puede desatar. Por eso aquí en el pecho parece estar naufragando por el dolor que es tan seco no hay agua para saciarlo. A veces saltan de golpe lágrimas que se escapan de aquella presión horrible y son muy grandes y amargas y son como un gran respiro que salen de esa caldera allí está todo oprimido dolor, pena y tristeza. De “La gruta del dolor” Edi Alvarado

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Remedios con pastos pa’l cuerpo y el corazón

D

MARÍA “DE LA PUNTA”: Antes con hierba nomás nos criamos. Na’ que con los remedios de ahora. Puras hierbas nomás eran. Igual nos hacían bien las hierbas po. Yo por lo menos en los años que tengo, con varias hierbas me criaron mis mayores. OÑA

NANCY OYARZO: ¡Como en todo lugar de la isla de Chiloé! DOÑA MARÍA “DE LA PUNTA”: ¡Sí po!, antes habían muchas hierbas que nos mejoraban. Estaba la menta, estaba la manzanilla, estaba el romero, el paico, uno que le decíamos palguín nosotros. RAMÓN ALVARADO: ¡El matico! DOÑA MARÍA “DE LA PUNTA”: ¡Matico! y más hierbas antiguas que uno ni se acuerda, que los más antiguos usaban. Yo las que conocí, como digo, son esas y también tengo en mi huerta varias hierbas de esas. DON JUAN “DE LA PUNTA”: Eran favoritas ciertas hierbas. Estaba el toronjil…

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DOÑA MARÍA “DE LA PUNTA”: El toronjil, el hectre, la limpia plata… Todas esas hierbas habían antes. La limpia plata es muy saludable para remedio. Otra que había, la salvia, esta planta grande ¿cómo es que se llama? [preguntándole a Oriana, su hija]. ORIANA: ¡La ruda! DOÑA MARÍA “DE ruda!, otra.

LA

PUNTA”: ¡La

HERMINIA: Yo conozco casi todas las hierbas. Está el piche, pa’ los gases. Esa es una planta de una hojita media larga. Tiene una florcita amarilla, chiquita. Se hace como enredadera el pastito ese. En el invernadero teníamos, nosotros trajimos esa. Esa es muy buena pa’ los gases. Se le pone agua caliente nomás. El hinojo igual es bueno para los bronquios, igual con agua caliente. El apio, el orégano, la menta. Acá está lleno de menta. La que se va perdiendo es la manzanilla. Ya no asoma, no hay caso de encontrarla. Nadie la cultiva. Es que es difícil plantarla. No pega. Se le arranca an-


ChelĂ­n, somos tu memoria viva

MarĂ­a Alvarado

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Chelín, somos tu memoria viva tes de que empiece a dar sus semillas. Por eso pierde. Mi papá había traído la pata de león, la plantó, hemos plantado cuántas por allá en las partes húmedas y tampoco, no da. Son de monte nomás. Acá él tiene la rosa igual, una rosa que se había perdido parece. No es cualquiera, es la rosa chilota, una rosita chilota que tiene hartas florcitas. De esa se ocupa el cogollo, el cogollo de la planta. DOÑA MARGARITA: Las siete venas también. Esa sirve para muchas enfermedades. Aquí está lleno de esa.

DOÑA MARÍA “DE LA PUNTA”: Todos esos remedios eran salud para uno cuando era chico. Nos hervían todos esos remedios para el dolor de estómago, para cualquier cosa. Había un remedio para el corazón. Nos hacían nuestros mayores remedios para el corazón cuando éramos niños para cuando nos asustábamos por alguna cosa [risas]. Esas hierbas eran saludables para uno, pa’ la gente adulta también. Yo, por mi parte, mis mayores me criaron con esas hierbas cuando fui niña y cuando fui grande no tomé ningún medicamento de los médicos. Hasta

Ruda en flor

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Chelín, somos tu memoria viva después los tomé cuando ya vino la usanza de eso y ahora todavía tomo hierba por ahí porque sé que todavía me hacen bien. En cambio ahora no, ahora el niño nace y vamos al remedio, al jarabe, a todo y antes ninguna cosa de eso tomábamos y todavía estamos vivos. Los jóvenes de ahora ¿qué cosa aguantan? Toman puro medicamento de que nacen. NANCY OYARZO: Antiguamente sé que había un caballero, un hombre que trabajaba con medicina natural. Decían que él trabajaba esa medicina alternativa. DON RAÚL: ¡Don Carlos!, el papá, un tal Gueicha, pero años de eso. Yo lo conocí, tenía un parecido así como al chavo, como a Ramón Valdés [risas]. DOÑA AGUSTINA: Mario [Aburto] hacía todas esas cosas de hierbas también y la Margarita Gueico, ella sabía cuando uno se caía, ella sobaba, le ponía parche, lo amarraba [risas]. DON MARIO: Infusiones hacía yo, pero ya estoy olvidado de todo. Ya no se hace eso. Es que ya no alcanza el tiempo, uno vive atareado en el campo, así que uno

ya no está para eso. Es que es complicado, no es “así nomás”. Requiere paciencia, requiere andar buscando una cosa aquí, otra allá. No es una sola hierba, son muchas. Reunir cuántas hierbas. Estar el día entero trabajando en eso y hay que tener tiempo para ir a buscar los pastos. Esa medicina de campo costaba para aprenderlo. Es difícil po. Esos remedios me los había enseñado una anciana que hacía eso, provisoriamente nada más. Carmela Vito era. Pero ya está muerta hace muchos años. Acá ha habido gente antigua sí que hacían esas hierbas. Don Andrés Gueicha por ejemplo, pero ese hombre murió también. Ya han muerto todos. Muy antiguo es todo eso. HERMINIA: Yo con mi papá aprendí los remedios. De repente habían siete, ocho, diez botellas que tenía que hacer mi papá y nosotros le ayudábamos a juntar los pastos. Una vez cuando mi papi no estaba, yo le hice remedio a unos niñitos chicos aquí. Hice los remedios pero la gente no sabe que yo hago eso[risas]. Porque igual cuesta, unos tres días buscar los pastos. Los remedios son lejos,

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ChelĂ­n, somos tu memoria viva

Menta

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Chelín, somos tu memoria viva por los montes ¿quién va andar por ahí buscándolos? DON MARIO: No hay de esa gente que se dedique a eso ahora. Y tendrá que perderse porque no habrá quien lo haga con el tiempo. Todas esas cosas de antes ya la gente nueva no lo lleva. Toman otra decisión, de otros trabajos. Otras formas para vivir. HERMINIA: Ahora no po, casi nadie hace eso. De la juventud de ahora ¿quién va a hacer eso? ¡Nadie! DON MARIO: Era la gente antigua nada más la que se dedicaba a

veces a hacer esas cosas porque antes no había salud, atención de salud como hoy día hay. Antes no había nada de eso. Moría la gente a la “esta” de dios nomás. HERMINIA: Acá mi papá hacía un remedio que le dicen “remedio crudo”. Ese lleva toronjil, el hueso de la col azul, del repollo que es azul po, o sea color lila. Y de ahí lleva la cayahuala [calaguala], la que crece ahí en los palos, y el culantrillo del pozo. Después lleva una que le dicen la pata de león. Esos son los cinco pastos que lleva. Esos pastos los majan con una piedra, encima de una tabla nomás lo haSiete venas

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Chelín, somos tu memoria viva

cen y de ahí tienen que colocarle agua, lo tuercen con agua caliente y le ponen agua fría después, agua de vertiente. En la isla hay una vertiente. De esa vertiente le colocan esa agua para la medicina. Es bien buena. Ese remedio es para el corazón para el susto.

as

De ahí hay otro igual del corazón que lo hacen acá. Ese lleva harto remedio, hartas hojas, harta hierba. Tiene como 28 pastos. Está el toronjil, el hectre, el alerce; le sacan a la tejuela, a la madera, a cualquier tablita, una astilla nomás. También está la raíz de la paja ratonera, está el romero, el cogollo de la luma, la raíz del arrayán, del maqui, después tiene la huaipinga. Hay una huaipinga que se enreda en unos palos, en los montes viejos la encuentran. Hay la huaipinga angosta y

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la huaipinga ancha, una es bien brillosa y la otra es una hoja más tiernecita. Después lleva el ñapo de la pampa que es un pastito bien finito, larguito, altito, que nace ahí en las pampas de repente, es como el junquillo. Igual se le coloca junquillo. Después está la nalca, el cogollito de la rosa también, el cedrón. La valeriana igual lleva. Todos esos pastos se les echa ahí. Eso lo ponen en un perol y le ponen agua y que hierva. Ahí lo dejan hervir y de ahí le coloca una o dos cucharaditas de remedio de botica, del que se compra en la farmacia, que le dicen el “agua aromática”. Antes lo vendían como el “agua quita pesar” o “agua valeriana”. Al final, cuando ya está listo, preparado, toma de eso en la mañana y en la noche y le hace bien.


Chelín, somos tu memoria viva DOÑA MARGARITA: Igual cuando alguien se rompía las piernas, eso quedaba moreteado, bien rojo, entonces mi abuelo majaba las siete venas con el diente de león que son parecidos y el llantén, todo bien majado para que salga esa agua, ese jugo. No le ponen agua, es el puro pasto que se bruñe, se bruñe, se bruñe y sale el jugo, el sumo que se le dice. Lo ponían con un recipiente en el fogón, ahí a que hierva bien eso, le ponían alcohol de quemar después al último y con un paño le ponían encima, en la pierna y ahí le empezaba a restregar. Eso, ese vapor, ese era el remedio antiguo. Porque las farmacias estaban ¿a dónde? y había que ir a bote a vela. Aquí igual mi abuelo hacía un remedio de manzanilla para el dolor de estómago, para la matriz, para las mujeres. De calor le decían, que daban para dormir en el calor. También hacía remedio para los entuertos que le dicen, para después que tenían sus guaguas, para que no le vengan los dolores esos que salen después del parto. Ese era con otros pastos, con la altamisa y la manzanilla. HERMINIA: Cuando mis chicos estaban enfermos de los bronquios

yo les hacía el ajo rallado. Una señora a mí me dijo: “haga rallar el ajo, con miel, con laurel y limón”, son dos hojitas de laurel nomás, y eso había que ponerlo a hervir. Algo del valor de una taza de agua que quede solo de una cucharada, del valor de una cucharada, como jarabe, queda espeso como jarabe. De ese yo les di a los chicos. La cebolla igual es buena pa’ los bronquios. Se parte una cebolla, se va sacando por capas y se le va colocando el azúcar. Se le va colocando azúcar y de ahí se deja reposar hasta el otro día. Se deja reposar la noche nomás. Al otro día está todo el liquidito espeso. Se deja la cebolla en una fuentecita y esa ahí larga todo el líquido, todo, todo, todo. Con eso queda un jarabe. Es una cosa espesa y eso se toma a cucharadas para la tos. Nada más que eso para la tos. Para el asma. Yo lo hice para unas señoras que me lo pidieron. Para el asma también sirve el ajenjo. Eso lo hacen con orines, de cualquier persona nomás, de cualquier niñito. Con ajenjo y un poco de afrecho hacen unos saquitos, eso se calora y se pone en el pecho, calorcito, para despejar los bronquios. Igual el diario con manteca se

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Chelín, somos tu memoria viva usa. Papel de diario. El diario se extiende nomás y se pone la manteca y de ahí le pone al pecho. Directo al pecho. Amanece así con ese diario la persona. Eso sirve para limpiar los bronquios. Pa’ despejar eso. El que dicen que es muy bueno también es pillar un tiuque de patas amarillas. Eso se hace cazuelita, se pone a hervir en una olla y de ahí se saca ese caldo y se le da pa’ los bronquios. Acá, a una ahijá que tenía yo le hicieron eso y nunca más tuvo bronquios. Los antiguos sabían todo eso. Hoy día habiendo necesidad hay que hacerlo. Acá donde mi papá ha venido gente de Quehui. Un chico que estaba… que tenía miedo, él le hizo el remedio de corazón. Venía que se desmayaba por la debilidad, Herminia Aburto y Ramón Vera

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tenía descuido de desarrollo. Mi papi lo cuidó harto tiempo a ese chico de Quehui haciéndole remedio de corazón. Mi hermano igual sufría de ataques. Podían golpear un poquito y él se desmayaba. De ahí le hicieron remedio de corazón y vitamina, harta vitamina y con eso le pasó. Hasta el día de hoy no le ha pasado nada pero antes cuando era chico no podía golpearse, se desmayaba. Pero mi papi ya dejó de hacer remedio hace rato ya po. Es que es muy difícil. RAMÓN VERA: Andaban por los barrancos recogiendo las hierbas. DON MARIO: Recogía algunas que otras hierbas y ahí lo hacía remedio y a alguno sí le habría hecho bien.


Chelín, somos tu memoria viva

Sobaduras y amarras pa’ huesos y hernias

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MARGARITA: Yo compongo huesos cuando se puede y la hernia también cuando son cosas pocas, de niño o de adulto igual, pero hernias chicas. Mi abuela sabía de la hernia, con ella yo aprendí. Tendría unos 30 años. Ella me decía “¡Mira! aquí está el hoyo, está raro, ¡mira! acá no está así, hace el pulso de la hernia”, tocando y viendo si no está como normal. Es que noOÑA

sotros tenemos en el estómago una telita adentro. No sé cómo se llamará pero esa se enralece [se desgarra] cuando está así enferma, por un estirón. Esa es la hernia. Ahí a la persona le da diarrea, vómitos. Y no es porque yo me ufane, pero he sanado varios niños. Más antes me trajeron un niño que estaba ya como quince días mal, que no le calmaban en la escuela ni en la casa. Estaba con diarrea, Pamela Manquicheo y Margarita Gueico

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Chelín, somos tu memoria viva dolor de estómago, dolor de cabeza, fiebre. El niño ese tendría unos cinco, seis años, ¡más tenía! porque ya andaba en la escuela. En la misma tarde que lo atendí ya comió sopita que le hicieron en su casa, comió y se sanó. Así que no sé. Será lo que dios hace o será lo que todos me dicen que yo tengo una mano suave. Mi abuelo era amarrador de huesos, de cuando se amarraba con parches de clara de huevo con harina y entablillaba con tablillas de alerce cuando estaba quebrado. Las manos, la pierna, donde sea. Eso yo no lo hago. No, en cosas así ya no me meto, pero yo noto sí cuando la persona está quebrada. Por ejemplo la mamá de ella [de Pamela, su nieta] estaba trabajando para afuera, en la cordillera, y se le quebró el pie, el tobillo. Cuando la ví yo dije “esta se jodió nomás”. Le saqué el parche ese con el que vino y se empezó a inflamar. Entonces llegué y le toqué el tobillo, le tomé y sonaron adentro los huesos. Estaban quebrados. Se quebró el hueso de adentro donde va el tornillo del tobillo. Así que al otro día se fue a Cas-

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tro y allá la enyesaron. Yo no le hice nada porque ya había sido el día anterior y cuando ya está frío ya no puedo meterme. Yo he compuesto huesos, pero así cuando han venido al tiro. Aquí a veces venía gente que yo no les podía hacer nada. Por ejemplo las quebraduras yo no le hago nada porque las quebraduras son quebraduras y tienen que ser operadas. Pero una cosa así, poquito, sí po. Por ejemplo que salga este hueso [indicando la muñeca] ahí ya uno le hace masaje, le hace masaje, harto, harto, harto y queda suavecito, no duele, y ahí adonde es la zafadura, le hace así [gesto de tirón] y ¡listo! El verano pasado vino un joven, un hombre ya era, que se cayó de arriba de un poste y quedó colgando de los cables. Trabajaba en la luz. Vino un día, todavía andaba medio eléctrico [risas]. Vino con su tío y me dice “vengo a esto”, yo le dije “y qué te voy a hacer así como andas, ¡no!, no hago nada”. “¡No!”, me dijo “míremelo, míremelo”. Me senté afuera de la casa y le empecé a tocar, fue acá en la clavícula [señala en su propia clavícula]. Estaban sali-


Chelín, somos tu memoria viva dos del lugar los huesos. No se salen del todo, pero se estiran los nervios y quedan fuera. Así que empecé a estregarle, a estregarle, a hacerle masaje, masaje, a moverle el brazo y de repente le mandé el tirón. Llegó a sonar y “¡ay!” me dijo “¡aquí me jodió!”, “¡ah! bueno, ¿a qué viniste entonces?” le dije [risas]. “¡Ya! ahora mueve tu brazo” y me dijo “¡no! sí entró el hueso en su lugar” y se fue. Esa es una anécdota que tengo porque me ofreció pago y harán unos seis, siete meses y todavía no he vis-

to nada [risas]. Yo no cobraba porque si se sanaba, el que tenía voluntad me daba cualquier cosita, porque es una cosa que uno lo hace aventurando, lo que dios diga. Bueno, yo les decía eso. Antes había el agua de árnica que era como el alcohol, así como una anestesia. Esa era que adormecía y ayudaba en caloría. También les hacían unos baños de una piedra de la pampa. Eso se ponía a fuego a que quede bien roja y entonces se

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Chelín, somos tu memoria viva buscaba orines, de cualquiera, de repente a nosotros nos hacían orinar y de ahí le ponían un manto encima de la piedra, un paño y eso quedaba caliente, caliente, caliente. Ese era la anestesia, quedaba como anestesia. Ya después de que la persona estaba con ese paño, mi abuelo decía “este ya está listo” y ahí les colocaba los huesos. Incluso hasta unas quebraduras de un hombre que hay abajo [en Chelín Bajo], don Ramón Nauduam. A ese hombre mi abueEl Camahueto

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lo lo sanó. Se había quebrado jugando a la pelota en esos años, ya hacen cincuenta años de eso. Ese hombre lo bajaron de arriba, de Huechu, de donde Chindo ¡más arriba! Había una cancha ahí en una pampa. Unas canchas nuevas y jugaban a la pelota los días domingo. Ahí se quebró el hombre, se chocaron y quebró la pierna. Quedó como pata de pollo [risas]. Lo vinieron a buscar acá a mi abuelo y eso lo curó de esa manera: lo entablilló con esa de harina con huevo. Eso era como un yeso que lo tenían hasta que


Chelín, somos tu memoria viva se salía solo, cuando ya la persona estaba más segura para pisar. Ese yeso se hacía con la clara del huevo, eso transparente. Esa la batían bien batida y después la salpicaban y hierbas también le ponían, a veces, para una hinchazón. Antes tampoco habían vendas, no había nada de eso, se usaban sargazos, el sargazo es un alga parecida al cochayuyo pero más delgadita. Mi abuelo tenía también toda esa cuestión del camahueto, del cacho del animal, con eso arreglaba los huesos cuando eran las quebraduras. PAME: El camahueto29 es un animal que tiene un solo cuerno. En un

libro de la escuela aparecía. Se supone que a un ternero de un año le salía un solo cuerno… DOÑA MARGARITA: ¡Sí, ese! El cacho del camahueto, ese lo raspan para quebraduras. Pero nadie ahora se dedica a eso. Me gustaría que alguien sepa de eso porque ahora, en un caso de urgencia… por si acaso. Aquí quien llegó al hospital llegó y si no, no. Ahora la gente ya no se atiende así, y gracias a dios que tampoco es tan seguido. La gente, los niños, los jóvenes se saben cuidar. Así que ¡no! la persona que está para vivir vive nomás.

29 Es un ser de la mitología chilota, parecido a un ternero con un solo cuerno. Se dice que es muy vigoroso y crea desastres en su viaje desde que nace en caídas de agua o pantanos hasta irse a vivir al mar. A su cuerno se le atribuyen poderes curativos.

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Chelín, somos tu memoria viva

La posta de Chelín

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OYARZO: Antes no había posta, era el barco del famoso Cirujano Videla30 el que venía a hacer las atenciones. Se instalaba al medio [entre Chelín y Quehui] y ahí se floteaba y a todos los que tenían que entrar [los pacientes] el cirujano les daba la atención dentro del barco. ANCY

30 Fue un buque multipropósito de la Armada chilena que cumplió labores médicas y dentales en el archipiélago de Chiloé entre mediados de 1960 y 1998.

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DON RAÚL: Nos movilizábamos con un bote de la costa hacia el medio, donde estaba el cirujano. Después había otra lanchita que le decían la Ana María Yurich, que venía también de servicio de salud. De Puerto Montt venía, un barquito grande era. Una vez al mes sería que venía, o dos veces cuando mucho. Pero si alguien se accidentaba había que hacer algunos medios nomás, alguna forma de trasladarlo pa’ Castro.


Chelín, somos tu memoria viva

NANCY OYARZO: A voluntad de los vecinos trasladaban sus enfermos a Castro y en lancha a vela o a remo muchas veces. Así era el traslado antes en la isla porque no había nada más. DOÑA MARGARITA: Igual que antes ¿quién iba a ir a Castro en bote a remo para sacarse las muelas? Aquí había un hombre que vivía por abajo [sur de la isla]. Hace años se lo llevaron sus hijas a Puerto Montt, no sé si estará vivo, Nicolás Callupe se llamaba. Ese hombre sacaba muelas con gatillo, eso que es como una tenaza. Primero,

tenía una pinza con la que la descarnaba la muela, por lado y lado. Bien metida hasta adentro, por el contorno de la muela y después la tiraba con la tenaza esa. ¡No ponía nada para el dolor! ¿A dónde va llevar anestesia? A sangre de pato nomás era [risas]. A mí me sacaron una, me dolía tanto que mi mamá me llevó. Siempre me acuerdo. La edad de ésta tendría [refiriéndose a Pamela]. Me dieron una taza de Milo después [risas]. También habían parteras. En ese tiempo había una que estudió un poco en Castro, una partera

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Chelín, somos tu memoria viva vecina, Virginia Oyarzo. La otra era una cuñada de mi abuela que igual sabía, no tanto, pero igual a mí me atendió porque yo iba a perder mi guagua. Porque subí una escalera con un canasto de papas y antes las escaleras, según las casas, eran un solo palo, un caño que le hacían un sacado, un sacado, hasta arriba. Ahí hice fuerza y en la noche estuve enferma de eso. Entonces esa mujer me levantó la guagua para arriba, me amarró con una faja, una sábana, una ropa que no estire y me dio un remedio y listo. Con eso estuve bien hasta que tuve mi guagua. Yo tuve tres acá, fueron seis, los otros los tuve en Castro. Allá me atendió

una que era partera, o sea, que no fue titular pero estudió con una señora del hospital. Ahora allá en Castro uno va a estar atendido. Es más fácil allá y no hay tanto riesgo. El riesgo está acá porque de repente viene mal la guagua. Porque hay guaguas que vienen de poto ¿cómo sabe uno adentro cómo vienen esas guaguas? y ahí ¿qué va a hacer una matrona de campo? A morir nomás. Antes era como animalito nomás uno. NANCY OYARZO: Ahora ha ido evolucionando mucho esto. DON RAÚL: Hoy día la lancha a motor le pone no sé cuántos nudos y toma dos horas ¿Cuán-

Nancy Oyarzo

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Chelín, somos tu memoria viva to tiempo más sería antes en bote a remo? Eso yo ya no lo alcancé a ver, yo alcancé ya lancha a motor pero igual eran dos horas y media, tres horas. Ahora ya hay más posibilidades. Ya cualquier cosita uno va, a la primera, a la posta. Atienden más rápido. Antes no había posta, la única que hubo fue abajo, cerca de la iglesia [Nuestra Señora del Rosario], al frente, en la casa que hay ahí al frente. Ahí en ese lugar hubo una posta, pero era una casita chiquita nomás. NANCY OYARZO: ¿Ahí en esos años ya atendía don Emilio? DON RAÚL: Después de aquella época vino don Emilio Villar. Después vino don Jorge Andrades y después vino usted [Nancy Oyarzo]. NANCY OYARZO: El año 95 vine yo. La posta está hecha del 88 parece. Es una de las postas más antiguas que no se ha llegado a reformar o a construir nueva ¡y se ha peleado tanto! Es que la comunidad aquí es muy pasiva. Para unas cosas es exigente, pero para otras no. En cuanto a salud, mientras ellos tengan los remedios ahí a mano, no sé si les da lo mis-

mo, no puedo decir si les da lo mismo, puede ser que ellos no tengan esa visión, pero mientras ellos tengan los remedios no les importa mucho que la posta este mal. DOÑA EMA: Antes no había nada po, no había nada, pero antes no había ninguna enfermedad de esas tampoco. Mi mamá se murió de 80 años y ella no sufría nada, nada, ninguna enfermedad. Yo ahora me estoy quedando totalmente corta de vista. Los médicos no pueden hacer nada conmigo. No pueden hacer nada porque dicen que mi mamá sufrió cuando yo andaba en el vientre, así que por eso yo saqué esa enfermedad. Porque dicen que cuando la mamá sufre, corre lágrimas, bota lágrimas, entonces eso lo saca el hijo. Así que es una enfermedad que los médicos no pueden hacer nada. Pero mi madre no tenía nada, nada. Mi mamá en sus 80 años todavía estaba con su Nuevo Testamento aquí [acerca las manos a los ojos], leyendo el nuevo testamento [risas]. Ahora no sé por qué ya van viniendo unas enfermedades tan raras hoy día ¿Será por las conservas de las comidas? ¿Será? No sé [risas].

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Chelín, somos tu memoria viva

Ema Colivoro

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DON RAÚL: Antes la gente no era casi tan enfermiza como ahora.

un alza de presión, por una trombosis.

NANCY OYARZO: Como dice aquí don Raúl, antes no había mucha demanda de la posta porque cuando algunos fallecían decían que “le dio el mal”, que “lo embrujó alguien”, que “le tiró el mal alguien” y muchas veces, a lo mejor, morían por

DEMETRIO: Bueno, ahora últimamente se ha mejorado el asunto de la salud. Por lo menos ahora ya se ha ido modernizando. Tenemos más visitas de médicos pero también en el tiempo de invierno se pone complicado el asunto principalmente por


Chelín, somos tu memoria viva el clima. Por ese lado igual es un problema por el asunto de que las lanchas ambulancias que hay para el invierno no van a recorrer habiendo viento de 40, 60 kilómetros por hora. Entonces para sacar a un paciente ahí estamos mal. Las emergencias son complicadas. En eso estamos mal todavía para el tiempo de invierno. Toda la vida ha sido así. Antiguamente también yo creo. Eso no lo alcancé a ver, pero yo creo que sí porque en mi isla [Meulín], pasaba un barco, pero pasaba una, dos veces al mes nomás. Hoy día no po, hoy día estando el clima bue-

Cristian Alonso

no hay casi dos veces ronda en el mes. KIKE: ¡Tres veces son! DOÑA EMA: Ahora hasta vehículos mandan pa’ las personas que no pueden caminar ligero. Mandan un vehículo pa’ que los vayan a buscar a su casa. A mí me vienen a buscar aquí para que vaya a la posta cuando vienen los médicos. CRISTIAN: A mí me dio apendicitis. Un día domingo. Estaba en la casa y tuvieron que llamar a la lancha. Me dio dolor de estómago y me llevaron a Rilán y después me fui a Castro el mismo día, con mi mamá. Fue como a las dos de la tarde, algo así, y me operaron en la noche. DEMETRIO: Como tres días estuvo en el hospital. Mi cuñado había tenido los mismos dolores que él entonces ahí ya nosotros cachábamos que podría ser eso. Él [Cristian, su hijo] ya se estaba pasando igual y tuvo suerte de que la que hacía la operación estaba en Castro, porque él ya estaba como tres días con dolor y era un fin de semana, feriado fue, y ahí es más complicado todavía.

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Chelín, somos tu memoria viva Si se demora un poco más tenía que ir a Puerto [Montt]. Agarramos la lancha de la corporación. Pero hay que hacer muchos movimientos [trámites] para conseguirla, o sea, siem-

Posta de Chelín

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pre ha habido ese problema con el asunto de la salud, que las lanchas están, pero no dependen… parece que muchas veces no depende de Castro, depende de Puerto Montt la orden de salida.


OFICIOS Y CREATIVIDAD



Chelín, somos tu memoria viva

La tejedora isleña

Que humilde y tierna es esta bella mujer de hábitos amables y corazón bondadoso se sienta muy alegre cuando se pone a tejer las prendas codiciadas cubiertas de adorno. Para ella es un juego, una fiel entretención después de la rutina del quehacer hogareño son lindos sus tejidos, no tienen imitación y nunca se le sabe pagar el justo precio. El ñerehue parampahue lo maneja con cariño con sus manos suavecitas que se mueven con pudor el telar es su amigo lo quiere como niño muchas veces le sonríe y le habla con amor. Así es esta artesana que vive en las islas perdida en los canales de mi lindo Chiloé sus frazadas choapinos son prendas muy bellísimas de un valor incomparable, son toda nitidez. Con su sonrisa alegre que brota de sus labios es como una pasilla de trigo al madurar mujer que vas tejiendo con cariño y sin apuro mi dios que te bendiga y te reserve un lugar allá en el paraíso para que sigas tejiendo con la misma suavidad que lo haces en la tierra se sentirán alegres los ángeles del cielo y tu alma será dulce como la primavera.

De “Senderos chilotes” Edi Alvarado

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Chelín, somos tu memoria viva

A mano, palillo y quelgo

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DITA: A mí no me enseñó nadie a tejer. Yo robaba la lana así como ellas [sus hijas] lo hicieron conmigo. Hacía mis husadas a escondidas y también hacía mis junquillos, mis canastos a escondidas. La cosa era que de mi propia inteligencia saqué todo lo poquito que sé. OÑA

Yo tengo varios tejidos con la lana natural, lana chilota completa, que es así negro y blanco. Esa lana es natural de la oveja, tal como sale de la oveja. Saco hilos gruesos, hilos delgados, de todos portes y cuando es lanita buena uno hace unas bo-

nitas hebras, como cualquier cosa cuando el material es bueno, va sacando bien su trabajo. Siempre se esquila una vez al año nomás. En octubre y cuando está muy atrasada en noviembre, porque empiezan a perder solas la lana las ovejas. Empiezan a soltar. Antes, la esquila era a tijera y a tijerón, pero ahora ya se hace a máquina. De ahí yo lavo la lana y la arreglo, hago las hebras para hilar. Porque así sucitas queda muy engrasada la lana, no me gusta hilar así porque no se detiene el huso, porque se sale la lana Ramón Vera esquilando ovejas a tijera

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Dita Alvarado con huso y aspa

Chelín, somos tu memoria viva

del jinete [se refiere a la lana que está a punto de pasar por el huso]. Yo la lavo más que nada con agua nomás, sin jabón, para poder ovillar, porque el jabón la apelmaza mucho y la pega la lana, no suelta después para distender. Porque este es un proceso que después se distiende, se le cortan las puntas, todas esas cosas se hacen antes de llegar al proceso de hilado en el huso. El huso lleva una pieza que la llaman tortera, es de piedra, un material especial, pero

antiguo. Ahora las chicas que están aprendiendo a hacer este trabajo lo hacen con una tortera de papa. Una papa le colocan para que agarre peso el huso, que tenga peso abajo. Entonces ahí tomo mi huso, me siento y empiezo a trabajar. A tender lana, a hilar. No es “así como así”, se trabaja mucho esto. Uno estando el día entero, pleno en esto, puede hacer dos husadas según el grueso de la lana y según la lana.

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Chelín, somos tu memoria viva DOÑA ZULEMA: Yo igual hilaba la lana, tejía con hilado de oveja, de lino, con palillo. Lavaba la lana y después la hilaba con el huso. Ahora por ahí anda botado eso, arrumado, ya no sirve [risas]. DOÑA DITA: También está el telar a quelgo. Ese ya lleva otro proceso. No es como el de ahora, de los telares que van colgados. Esos iban de otra forma. El telar antiguo era dos maderas grandes y largas, después llevaban unas maderas en las esquinas como horcones y arriba se ponía un quelgo. Un quelgo es una madera redondita, lisa, larga que cruza de un lado a otro. Entonces después, abajo va otra de esas, pero va amarrada en unos palitos, ahí le hacen unos hoyos [en las maderas] y ahí ponen los palos y los amarran con una soga. Ese es el primer proceso del tejido en ese telar. Después de eso van las urdiembres, que para urdir se usa la hebra más delgada que le llamamos el huiñe. Se hace una pelota y entonces se cruza, se va urdiendo, se van tomando una por una y se las pone en la caña, en una caña se va haciendo pasar entre estas hebritas y eso después va colgadito con

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unas hebras arriba. Entonces después que se pone la caña empieza el tejido. Es un proceso muy antiguo también. DOÑA ZULEMA: El quelgo, eso sí que no lo aprendí. Mi abuela antigua lo hacía eso. Hacía unas frazadas, pero enorme de buenas, bonitas. A mí no me dio ningún interés de aprenderlo porque tenía que usar los palos, porque esas tejedoras están así hincadas haciendo sus cosas, en el suelo, y no, cansa mucho las rodillas. Se cansaba mucho su cintura ella, pero era buenaza para tejer en quelgo, avanzadora era mi abuela, ¡rápida! DOÑA DITA: Después ya vinieron los telares, todas esas cosas. Ya las chicas por ahí hicieron cursos, pero a mí ya me bastaba con lo que yo hacía, como ya era una mujer dueña de casa con hijos, con todo. Después ya vinieron las máquinas tejedoras. Ya las mujeres jóvenes se preocuparon de eso. Ya no se usaba el tejido a quelgo, a palillo, ya no se usaban esas cosas antiguas. Ahí cambió todo y yo, ahora así, con esta edad que tengo, estoy bien con lo que puedo hacer nomás.


ChelĂ­n, somos tu memoria viva El quelgo

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Chelín, somos tu memoria viva Aquí yo alcancé a conocer una señora que trabajaba muy lindo con el tejido de telar. Trabajaba en esos años, esa señora, unas mantas como esas de huaso. Ella las hacía de lana, bordadas, ¡qué lindas! ERIS: ¿Eso de la abuela Rosalía mami? DOÑA DITA: ¡Esa, esa! Doña Rosalía. Unas fajas antiguas que hacía. Porque antiguamente usaban fajas los hombres. Unas fajas de lana y encima iba su cinturón que le llaman “cinto”. Las usaban bonitas los anti-

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guos, blanquitas. Pero no todas las hacían bordadas, habían señoras que no sabían bordar, pero ella, ¡qué lindo bordaba esa mujer! Ella fue de por allá de la costa, pero después vivió aquí en Chelín y acá alcancé a ver las labores de ella. Ahora, en esta altura de la vida todavía vive, tiene 93 años. Ahora está grave, pero cuando pudo hizo hermosas cosas. ¡Cuánto trabajo llevaba eso para que llegue a sacar una pieza de esas! Mi mamá, en cambio, tejía a crochet, ¡qué hermosos todos esos paños que eran de hilo! A


Chelín, somos tu memoria viva

Pamela Manquicheo tejiendo en la escuela

mi mamá le alcancé a ver fundas adornadas con tejido a crochet, con la puntilla.31 Las sábanas también con su bordado, su tejido a crochet de hilo. ¡Qué hermosos tejidos!, ahora no sé qué los habrán hecho. Si los tendrán para recuerdo, no sé. ERIS: Hasta las bolsas donde venía la harina las hacían sábanas en ese tiempo. DOÑA DITA: Yo costuraba ropa de niño también, con una máquina que ¡uy! tendrá unos 50, 60 años. Muchas cosas hice con esa máquina que no se hacían en esos años. Hacía las sábanas, las fundas, los cojines, todas esas cosas para las camas. Colchones de lana que uno hacía y para todo eso se ocupaban las lanas. Para llenar cojincitos, para llenar almohadas. Todo los hacía yo. 31 Es un tipo de encaje fino, tejido a crochet, que por lo general adorna el borde de algunos paños o prendas.

De esa parte fui inteligente porque yo les hacía sus ropas a ellas [sus hijas]. Abrigos, mantas, unos abriguitos con gorros de lana chilota, negro y blancos. Iban a la escuela, ¡qué hermosas, qué hermoso lo hallaba la gente! Porque no todas lo hacían. Yo hacía hartas tiritas, vestiditos, delantales, calzoncitos de niñas. Pantaloncitos, mameluquitos. Casi todas esas ropitas, todas esas cositas que se usaban en aquellos tiempos. Compraba materiales especiales, unos materiales para camisitas, cuadritos de niñitas, habían unas telas de moletón32 suavecitas y eso lo faenaba. También tejía ajeno, de gente que me decían que le haga chombas de lana, chalecos. Las frazadas lo mismo. Yo alcancé a tejer hasta para gente de afuera. Para mucha gente tejí y costuré y fue mucho trabajo para la edad y para el cuerpo que tengo. Lo creo yo así. 32

Franela.

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Chelín, somos tu memoria viva

La tradición del canasto

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ZULEMA: Mi abuela y mi mamá hacían canastos y después igual aprendimos nosotros. Todas las hermanas sabíamos hacer canastos, con junquillo, con ñocha, la manila que le dicen. Canastos para uso en la casa y antes también toda la gente me compraba canastos. Hasta la mamá de él [refiriéndose a Danilo] me compraba canastos.

ZONIA: Yo, cuando era niña sería que fue cuando aprendí a tejer canastos. Lo heredaría de la mamá, de los tíos, las tías. Igual uno lo aprende a hacer solo, de memoria. Yo mirando nomás lo aprendí.

DANILO: ¡Sí! De pita y ñocha. Para papa. Algunas personas para el ajo también los usan.

DOÑA ZULEMA: Yo era una de las que tejía y doña Amelia también, doña Amelia Nauduam.

OÑA

TÍO LILO: Ese trabajo es hereditario. Mi mamá igual sabía, ella hacía eso. Todos los canastos sabía hacer y las otras mujeres antiguas, esas eran profesionales para hacer canastos.

Canasto de ñocha

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Chelín, somos tu memoria viva

Planta de la ñocha

DOÑA EUFEMIA: Yo igual tejía, canastos de junquillo y de ñocha también. TÍO LILO: Acá en el campo hay de ese material, el junquillo y la ñocha. DOÑA ZULEMA: La ñocha es una hoja grande, verde. Una larga, aplastadita. Hay casas que tienen mucha de esa ñocha. Yo tenía, pero ya se me secó porque ya no hago canastos, así que ya quedó ahí en la basura la ñocha.

ZONIA: La ñocha es más planita para ir tejiendo, el junquillo es más redondo. Hay que cortar ese junquillo y después hay que cocerlo en el fuego. Colgarlo encima del fuego a fogón para que seque más. Unas pasadas así nomás por el fuego, unas refregadas para que no se queme. TÍO LILO: Si no, se echa a perder igual el material. ZONIA: Se quema, se quiebra. No sirve. La ñocha hay que secarla igual. Partirla y todo eso. De

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Pita plástica de las pesqueras

Chelín, somos tu memoria viva

pita33 igual se tejen canastos. Yo los hacía grandes, para entrar la leña sirven esos. Esa pita dura más. TÍO LILO: Esa sale de las pesqueras, de las salmoneras que habían antes. Ahí en la alta marea salen. Ahora ya casi no hay pesqueras. ZONIA: Andaban en la mar, abajo. Pitas gruesas. Igual sirven, igual son firmes los canastos de pita para sacar papas. Yo me demoraba unas tres horas en hacer un canasto grande, sin descansar, y al final, cuando está listo, hay que colocarle las orejas, las orejas para tomarlo.

33 Le llaman pita a los cordeles plásticos con lo que están hechas las redes o cuerdas usadas por las pesqueras.

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A veces la gente viene a que le haga canastos que les sirven para sacar papas. Igual deja plata el canasto, pero es que trabajando en la agricultura no hay tiempo para hacerlos. Cuando hacía le vendía a conocidos nomás, a amigos. A todos no [risas]. Ahora no hago na’. Solo hago a veces cuando tengo tiempo. TÍO LILO: Trabajamos el día entero, llegamos hasta la noche. Después la Zonia [su hermana] está haciendo la cena, la comida y después no hay tiempo para hacer canastos. DOÑA ZULEMA: Yo hice canastos de pita igual, pero no el chiquito, ese no lo entiendo na’ yo [risas]. Más grandes nomás hacía. A


Chelín, somos tu memoria viva doña Nancy [Oyarzo] también le hice. ¡Ah!, la otra vez hice uno grande que me encargó la mujer que viene a la posta [Blanca Lepicheo].34 Me encargó uno así [hace gesto de gran tamaño con sus manos], casi me muero con 34

Es una sanadora de la comunidad Williche de isla Quehui que de forma permanente visita la posta de Chelín y las escuelas enseñando sobre medicina ancestral.

Canasto hecho con pita

ese porque era tremendo canasto, y tuve que hacerlo porque ya le había dicho que le iba a hacer. Era para que ponga leña dentro de la casa. Para que tengan en la cocina con leña. Ahora dejé de hacer canastos porque ya me duelen mis manos. DOÑA EUFEMIA: Yo aprendí una vez que practiqué haciendo una canasta para trigo. PATRICIA: Esos canastos de trigo son distintos a los de papa o de mariscos, son diferentes.

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Chelín, somos tu memoria viva

Cernidor hecho con junquillo

TÍO LILO: Más finos son para el trigo.

PATRICIA: Las prensas ¡canastos de prensa!

PATRICIA: El tejido es más tupido.

DON JOSÉ: ¡Canastos de prensa nomás!

DON JOSÉ: Más tupido pa’ que no pase el grano. PATRICIA: ¡Sí! Igual mi mami [Doña Eufemia] hacía los canastos donde va la manzana para estrujar la chicha. DOÑA EUFEMIA: Ese canasto es para exprimir manzana, bagazo de manzana. Ese canasto ¿cómo se llama? ya me olvidé [risas]. ¡Oye! ¿cómo es que se llama ese po? [preguntándole a Patricia].

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ZONIA: Prensa que le decían. Igual yo hacía de prensa. Después ya no hice porque ahora eso lo hacen con mallas nomás, de esas de pita. TÍO LILO: Antes también se hacían cernidores, para cuando se hacía mote. El trigo cuando lo hacían, lo dejaban en ese cernidor. Para sacar el chuño de la papa también sirve.


Chelín, somos tu memoria viva ZONIA: De ese igual tenemos uno viejito parece. Hecho de unos junquillos delgaditos que hay. Ñapo le dicen, es fino ese junquillo y hay un tiempo que son blanquitos, no como tan verdes. Esos son nuevos, ñapo nuevo le llaman. TÍO LILO: De noche ese se le deja afuera para que blanqueen con el rocío y a esa hora quedan blanquitos.

ZONIA: ¡Sí!, después cuando se usa va quedando amarillo. Ese demora más en tejer y cuando viene la gente de afuera, de Santiago, lo compra. Lo encargan eso y lo compran. TÍO LILO: Esa es la tradición antigua del chilote. La Zonia hace todo eso. Depende como lo pidan los clientes.

Tío ¨Lilo¨

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ChelĂ­n, somos tu memoria viva

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Chelín, somos tu memoria viva

Dedos pa’l acordeón

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ORITIA: Nino [Benigno Alvarado] toca el acordeón. Cuando hay la misa de Caguach el 30 de agosto o si hay una misa de celebraciones él baja con la acordeón a tocar pa’ salir con tambor y acordeones. OÑA

DON CLEMENTINO: ¡Claro!, cuando hay una misa también por la iglesia de arriba [Capilla de Lour-

des], igual Nino toca a esa hora el acordeón. ALVARITO: Tío Nino ¿Cómo usted se interesó en la música y cómo aprendió? BENIGNO: ¡Mira!, me interesé en la música de cuando era un niño. Más chico que vos. Siempre me gustaba cuando escuchaba a las otras personas

Benigno Alvarado

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Chelín, somos tu memoria viva que tocaban. Bueno, siempre miraba. Después me enseñó un poco Ramón [Nauduam]. Ramón era buena persona. Tenía una acordeón y la pasaba [prestaba] de allá donde él vivía, por abajo [sur de la isla], a nosotros por acá [en el norte]. Una vuelta se la pasó a mi hermano y la tuvo como tres meses el acordeón. Nunca fue un tipo egoísta. Ese fue de los primeros que tenía acordeón, tipo las acordeones caras. Entonces siempre me interesé por eso y después ya me dio por practicar y después ya me compré un acordeón y así fui aprendiendo a tocar más. Yo aprendí por iniciativa. Cuando veía como tocaban, ahí me entusiasmaba. Me gustaba la música y lo aprendí más cuando estuve estudiando en Castro en un colegio que se llamaba Escuela Agrícola, Cruz Roja le llamaban. Ese era el colegio de los curas. Ahí estuve en un conjunto folclórico y ahí aprendí a tocar un poco más acordeón porque habían otros chicos que tocaban acordeón y nosotros nos integrábamos al conjunto. Ahí en el colegio había como seis acordeones más o menos y guitarras. Había un conjunto bueno. Buenos guitarristas,

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buenos acordeonistas y también buenos folcloristas para bailar la cueca en esa época, yo bailaba igual, converso de años atrás. Tenía ¿cuánto? [preguntándose a sí mismo], 17 años. FLOR: Alvarito debió aprender acordeón. BENIGNO: Es que igual el interés le viene ¿Cómo se dice…? FLOR: ¡De familia! Por los dos lados le debe venir. BENIGNO: Por las dos partes. Su bisabuelo tiene que haber tenido acordeón y de ahí los chicos Álvarez, sus tíos. FLOR: El tío Humberto, los chicos que viven cerca de sus tíos igual. De arriba su tío Juan Álvarez. Su abuela Herminda. BENIGNO: ¡Sí po!, su tío Miguel, todos eran músicos. Su primo Alex, ese es profesor de música. ALVARITO: Tío ¿qué otros músicos existían en esos tiempos? BENIGNO: Un tío que ya hace años que falleció, José Toribio Gómez, tío por la parte de mi mamá, él tocaba. Otro tío que era bastante bueno para tocar,


Chelín, somos tu memoria viva que viene siendo bisabuelo tuyo, el tío Juan Cayetano Álvarez. Después vino el tío Humberto Álvarez, tío también por la parte mía. Vals tocaba él, en acordeón verdulera. Fue de las primeras acordeones y después vino don Ramón Nauduam. Ramón Colivoro le decíamos nosotros acá, pero es Nauduam. Ese igual era un muy buen músico. Ellos tocaban con acordeones verduleras,35 no con estas acordeones que tenemos ahora actualmente. Antes se usaba la acordeón verdulera, de ocho bajos. No sé por qué la llamaban así. Era un estilo que le llamaban ellos, porque era una acordeón chica, con dos corridas de pitos adelante, pero de tipo botón y atrás tenía ocho bajos. Eso le daba un sonido diferente al resto de las acordeones porque, no sé po, si se aprieta una tecla, al abrirlo tiene un sonido y al cerrarlo tiene otro sonido en la misma tecla, en el mismo 35 Se cuenta que inmigrantes europeos en Argentina, principalmente italianos, dedicados a trabajar en ferias vendiendo frutas y verduras portaban siempre ese tipo de acordeones, las que tocaban mientras vendían sus productos, atrayendo de esta manera a los compradores.

pito. Entonces ahí, el músico ya tiene que tener buen oído y coordinar bien, coordinar la música. No es fácil. Para ellos, los antiguos, sí lo era. Ellos ya estaban expertos en eso. Yo también probé esas acordeones y ahí me di cuenta que así era. Distintos movimientos, distintos sonidos en la misma tecla. Eso fue en la época de ellos, de los más antiguos. Tocaban harto bien la música de ellos. De acá de la isla eran todos y todos eran aparentados [parientes]. Ramón viene siendo primo conmigo, primo hermano. La mamá de él y mi mamá eran hermanas. Tío Humberto Álvarez y Ramón todavía existen. Ramón tiene como 74 años, algo así. Siempre toca acordeón. Él, después tocó la acordeón a piano. Anduvo hasta en Estados Unidos con Don Francisco. Estuvo en un programa en Miami, pasó por la televisión, tocó “El lobo chilote”. Ahora vive en Castro. Los hijos de él también tocan y también viven en Castro. Clementino toca acordeón igual, ¡tocaba la acordeón verdulera! Otro músico que había era don Paulino Vera, también Don Ale-

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Chelín, somos tu memoria viva

Flor Alvarado

jandro Concha, ese es de Chelín Bajo. Igual tocaba la acordeón verdulera, la acordeón a botones como le decíamos nosotros. Tío Gaiteano también. Don Osvaldo Vera, ese tocaba la acordeón a piano. FLOR: Papá de Moncho [Ramón Vera]. BENIGNO: Don Pedro Vito igual, más conocido como Peyo, papá de Juan Vito. Ese era músico igual, pero ya no toca, no tiene acordeón, la vendió. Y después se arrepentía, “¡para qué la vendí!” decía [risas]. Clementino tampoco tiene acor-

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deón. Ya se les dio por venderla nomás. FLOR: Igual la tradición del acordeón nunca ha desaparecido. Antes la gente, los más antiguos, inventaban canciones. De por sí les salían, se les ocurrían nomás. De cualquier cosa le iban inventando. Lo que salía bien. Esas eran sus músicas. Muchas canciones no sabían sino que como que las inventaban nomás. BENIGNO: Se les ocurrían cosas. Por ejemplo yo estoy cantando y yo le meto, no sé po, le voy agregando ahí como payas,


Chelín, somos tu memoria viva agregándole de mi cosecha como dice el dicho. ALVARITO: ¿Y cuáles son los tipos de música usados con la acordeón? BENIGNO: Cualquier tipo. Por ejemplo, no sé po, puedes tocar la cueca, bolero, ranchera, vals, todo lo que tú sepas tocar. Música lenta también. El chamamé igual. El chamamé es casi similar a la cueca. El originario chamamecero toca acordeón y más viene de Corrientes, de una parte de Argentina. Los correntinos son los famosos chamameceros. Y hay partes habladas en el chamamé; para la música y empiezan a hablar o guitarrean con chamamé y están haciendo sus versos. Es como más recitado. Es bonito. En Chiloé también se toca el chamamé, en Chile ya está incorporado. Por ejemplo en Coyhaique o Chile Chico, ahí ya son chamameceros. Así que por acá igual llega en Chiloé. Acá en Chelín se toca de todo. Especialmente siempre va la ranchera, el corrido, las cumbias, cuecas también. ALVARITO: Tío ¿Como cuál es la música típica de Chelín?

FLOR: ¡La ranchera! [risas]. La cueca. Los antiguos, la gente mayor todavía tienen sus cuecas que cantaban. BENIGNO: Finao Toribio cantaba “El cuero de una naranja” que le llamaban. Esa era su música, esa era su cueca que tocaba mi tío que yo me acuerde. Tenía 90 años y todavía lo escuché tocar el acordeón. También está el vals chilote, ese se diferencia porque se baila más paseado, más como, digámosle ¡chalupeado! [risas]. FLOR: Más valseado, más movido. BENIGNO: Igual a los jóvenes yo los veo bien con esta música antigua. Les gusta más la música moderna eso sí. Las cumbias, todo eso. Pero igual todo se toca en acordeón. Cuando ya estás organizado y tienes tu grupo que ensayan, es diferente a un acordeonista solo o un guitarrista solo que aunque sea buen guitarrista, no tiene con quien tocar. Porque vas a hacer tu música, la que te gusta, a tu manera ¡solo tu repertorio! Ahí tú no tienes que hacer la misma música siempre, el estilo de música tiene que ser otro. Se tiene que distinguir entre un mú-

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Chelín, somos tu memoria viva

Gruta de Lourdes

sico y otro. Entonces, la música entra por el oído y la persona que escucha va a decir “¡puta!, este lo hace bien” o “lo hace mal” o “quiere imitarlo” y tú no puedes imitar a otro. No puedes imitar a la mía por ejemplo, porque estaríamos tocando al mismo estilo, eso es repetir nomás. En cambio si tú le das otro estilo a tu música es mejor po. Es un sello y así se distingue la música de cada uno.

para los pasacalles. Bueno, ahí especialmente siempre toco yo el acordeón. Los pasacalles consisten en que sacan las imágenes a pasear. Por eso se usa la palabra “pasa, calle”. Las imágenes religiosas van con sus banderas, sus estandartes y las personas que llevan la imagen. Ahí se va tocando el pasacalle, tocan tambores y van las guitarras también. Se pega una vuelta hasta la gruta de Lourdes, arriba en Huechuchelín. Hasta ahí se va a pegar la vuelta, se sube y baja y después entra a la iglesia y ahí se termina el pasacalle. Una pura ronda nomás. Ahí en el pasacalle acompaña mi sobrina, la Jimena Gómez.

ALVARITO: Y tío ¿en qué festividad acá en la isla se toca el acordeón? BENIGNO: El 11 de febrero.36 El 30 de agosto igual que se toca 36 Celebración religiosa de Nuestra Señora de Lourdes.

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Virgen de la Gruta


Chelín, somos tu memoria viva Toca bien la guitarra, canta lindo igual. De ahí va el tambor. Igual vos Alvarito has tocado el tambor.

más continuas las fiestas en las primeras generaciones. Ahí tocaban la acordeón verdulera. Ahí estaba la verdulera.

También se hace ceremonia en Chelín Bajo el 30 de agosto. Igual por ahí estoy presente y a veces cuando hay baile, una fiesta o por ejemplo los conjuntos que buscan acordeonista cuando vienen a tocar, de repente me dicen que toque un rato, para no perder la costumbre.

ALVARITO: Tío ¿Cuáles son las bases técnicas para tocar un acordeón?

FLOR: En los medanes también tocaba, eran con fiestas esos medanes. En ocho días hacían fiesta y con baile después. BENIGNO: ¡Sí! En los medanes y en las mingas que le decían también. Había más gente y eran

BENIGNO: ¡Ah, las notas! Vos tienes que empezar por las notas del acordeón. Primero el do mayor, tienes que ir marcando con los dedos y acompañar con los bajos. Hay de 90, de 80, 64, 72, de 96, de 12, 32, 48 bajos. La verdulera tiene 8, es la que menos tiene. Las de 72 bajos tienen cinco registros adelante y dos atrás. Se llaman registros o cambios. Su función es ésta: primero tiene un tono [hace sonar el acordeón],

Vista de la iglesia Capilla de Lourdes desde la Gruta

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ChelĂ­n, somos tu memoria viva

154 Iglesia Capilla de Lourdes en HuechuchelĂ­n


Chelín, somos tu memoria viva y el otro tiene otro [vuelve a hacer sonar el acordeón]. Que es la misma nota en re mayor ¿ves? ¡Cambian!, o sea que va marcando los sonidos, los tonos. El acordeón de 48 bajos generalmente tiene tres cambios y hay otras acordeones que no tienen. Yo conocí en la Argentina el bandoneón que es similar al acordeón, pero tiene las teclas por atrás, en dos partes. Con ese tocan los tangos los argentinos. El bandoneón, típico de tanguero argentino. Tiene tres corridas adelante, pero de esas acordeones de a botones. Tres corridas y sus bajos atrás, como corresponde. Los bajos son para acompañar, para hacer el acompañamiento. Si tú no

tienes acompañamiento con guitarra tienes que hacerlo con los bajos del acordeón. ALVARITO: Tío ¿Usted le ha enseñado a alguien a tocar este instrumento, el acordeón? BENIGNO: Nadie me ha pedido, que me digan “¡enséñenme!”, nadie me ha dicho, que yo recuerde. Parece que no es común que se pida. No es costumbre. Las personas que son entusiasmadas, que quieren aprender deberían de decirlo. Si uno no va a ser tan egoísta que le va a decir que no. A lo mejor quieren aprender mirando o dirán “¿cuándo me va a enseñar?” [risas].

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Chelín, somos tu memoria viva

Fiscales y catequistas

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CHINDO: Un fiscal tiene muchas cosas que hacer. Yo tenía la preparación del sacerdote para ir a asistir a los enfermos, llevarles la santa comunión. Estaba autorizado hacía tres años para ser fiscal. En las misas participé todo el tiempo, tanto acá como en Castro. Íbamos también para las jornadas [religiosas] y a retiros en aquellos tiempos. Hice sobre 110 funerales en el tiempo en que estuve solo, sin sacerdote. Con velorio los hacía, que era la tradición de acá, tener el velorio ON

Adán Guichaquelén, don “Chindo” y Danilo Colivoro

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y después sepultarlo. También a veces daba los rezos novenales que eran después de dar la sepultura a una persona que se va. Hoy día casi se perdieron los novenarios, ahora se hacen dos o tres noches nomás, a veces cinco, pero antes eran las nueve noches y al final iba a la clausura, al remate. Porque estaba preparado para eso y porque el sacerdote no venía. Teníamos al Padre Alberto, un belga, y él decía “yo cierro mi agenda el 19 de cada mes así que tienen que avisarme antes porque si no ¿cómo? Si no está


Chelín, somos tu memoria viva

Juan Damián Águila. Fotograma del documental “La travesía de San Juan”

en mi agenda yo no puedo ir”. Pero yo me reía, cómo vamos a saber en qué fecha va a morir alguien, ¿no puede morir una persona después de esa fecha acaso? ISABEL: Esas son cosas antiguas. Cuando había novenario, celebraciones, ahí era la manera [el momento] de cantar los misterios, el rosario chilote. Esas cosas hoy día se han muerto, se han perdido. DANILO: Tío Chindo ¿Cuáles fueron los rezadores antes de que usted fuera fiscal? DON CHINDO: Siempre fue Pedro Mansilla y antes de él hubo un fiscal aquí que lo conocí muy poco, se llamaba Cristino Llancahuil. Después vino doña Irma,

ella fue fiscal. A doña Irma la fui a atender, le fui a dar la santa comunión a última hora. De sacerdotes hubo Aquiles Barría, de Castro. Después empezaron a venir nuevos sacerdotes, pero el que más tiempo estuvo fue él, que era sacerdote permanente. Estuvo abajo [en Chelín Bajo]. El primer sacerdote acá fue Manuel Alvarado oriundo de Chelín. Después Dionisio Concha oriundo de Chelín. Después estuvo el que levantó la capilla acá arriba [en Huechuchelín], Lorenzo Vera. De ahí el que compró la campana y la trajo acá arriba, este Gregorio… [no recuerda el apellido]. Después vino Manuel Soto que fue oriundo de Achao. Los padres de ese hombre eran padrinos

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Chelín, somos tu memoria viva

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de confirmación de la anciana que había acá [en su casa], mi tía Oritia, así que él venía a veces acá a conversar con su hermana [religiosa], hace muchos años.

ISABEL: Aquí mi comadre [doña Lula, hermana de don Chindo] también estaba ejerciendo de fiscala. Ella todavía ha mantenido un poco esa tradición.

Yo me había proclamado a los diáconos, tres diáconos que hubieron en Castro cuando teníamos jornadas. Diáconos permanentes. Un buen día, cuando recién había empezado de fiscal, me llaman los diáconos y me dicen “sabe qué, somos tres diáconos ¿por qué no podemos ser cuatro contigo?”, pero yo estaba solo en ese tiempo. Yo les dije “muy bonito eso, pero me cuesta”, porque estaba solo y tenía que trabajar, en ese tiempo no había nada, solamente de lo poquito que uno cultivaba la tierra, con eso era el sustento. Así que yo les dije “sabe qué, le agradezco, pero déjeme como estoy nomás. Lamento perderlo”. Tenía que ir a estudiar para eso y aquí no quedaba nadie en la casa, solo una anciana. Y me dicen “nosotros te ayudamos en todo lo posible, en todo, porque queremos que tú nos acompañes, que seamos cuatro”, pero les dije “lo lamento, no voy a poder” y me quedé así nomás.

DON CHINDO: Ella empezó de fiscal primero que yo. Yo fui su compañero de chico y ayudaba también en misa. DOÑA LULA: Soy fiscala, pero estoy a punto de renunciar [risas]. Yo fui catequista, en la primera misión. Yo tenía como 16 años cuando empecé de catequista y entregué como 70 niños la primera vez acá, en Capilla de Lourdes. Esos niños son papás hoy día, son abuelos. ANGÉLICA: Yo también fui catequista, y lo fui por ciertas cosas que uno trae adentro y por una amiga que tenía ahí, la Eris Gómez. Ella también estaba en la catequesis con un amigo que teníamos que se llamaba Mateo, que también fue fiscal. Entonces ellos fueron los que me dijeron “¡ah ya, tú!, sí, tú puedes servir. Vamos allá, cantemos, recemos, vamos a la iglesia”, y eso fue lo que me gatilló ahí a meterme del todo, a seguir ese camino. Bueno, no fue tanto tiempo tampoco, pero suficien-


Chelín, somos tu memoria viva te como pa’ decir “¡sí! lo hice” y sí me resultó porque ahora los resultados son muy lindos, que de repente una chica de las mismas que yo hice el catecismo sea catequista ¡y se dio ya eso! porque la Nelly Concha siguió de catequista y ella también [refiriéndose a Isabel]. ISABEL: Ella me hizo catecismo. ANGÉLICA: Entonces esas cosas son algo que uno sembró. Ver a los chiquillos hoy en día, por ejemplo, aquí el Moncho Vera, la Mabel Guerrero que fueron chicos que estuvieron en la catequesis conmigo. Entonces verlos ahora y verlos que son

personas que tienen algo humano es bonito. Porque ya de lo humano está quedando muy poco digamos, ¿o no? Porque estamos actuando peor que los animales de repente, siendo que razonamos. ISABEL: Lo de Angélica venía de su mamá, doña Lindana. Ella era una persona muy apegada a la iglesia. Y la tía de ella también, que adornaba la iglesia en las fiestas patronales. Cuando se celebraban las fiestas patronales, la patrona de iglesia, los fiscales, el comité de iglesia, nos decían “¡ya la juventud!, queremos toda la juventud a reunión”. Me acuer-

Adán Guichaquelén, Isabel Guichaquelén y doña “Lula”

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Chelín, somos tu memoria viva do que nos reuníamos todos y nos decían “¡ya!, tal fecha se va a celebrar la festividad, hay que adornar la parroquia” y las mujeres más antiguas bajaban y empezaban a tejer esas guirnaldas de avellano y ellas nos enseñaban y quienes teníamos interés aprendíamos. ¡Era tan lindo! Después subíamos a la bóveda de la iglesia, arriba, “¡ya!, ¿Quién se sube a la bóveda?” decían y para nosotros era el interés conocer cómo estaba construida nuestra iglesia, y subíamos a las bóvedas y colocábamos unas inmensas coronas, tres coronas grandes. Nosotros las colocábamos con un cabito, con una pitita la agarrábamos abajo y de ahí empezábamos a tirar la corona y ahí tendíamos esas guirnaldas preciosas, de hortensias. DOÑA LULA: ¡Guirnaldas de campo! ISABEL: Hoy día, la iglesia está adornada con guirnaldas de brillante. No hay guirnaldas de las antiguas. Pero ver una iglesia con esas cosas que son nuestras, propias, sería mucho más lindo. Eso es lo que hoy día echamos de menos.

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DOÑA EMA: Esa iglesia ¿saben por quién fue trabajada? [la iglesia de Chelín Bajo]. Por mi bisabuelo, Gregorio Huenul. Mi bisabuelo fue el primer carpintero que hubo cuando hicieron la iglesia primera. Porque antes de eso no había nada, nada, nada. Solamente había una casita chica que le nombraban oratorio. Después, cuando empezaron a pedir que hagan la iglesia, a mi bisabuelo lo nombraron el primer carpintero. Yo le calculo más o menos que puede ser unos 200 años atrás. Esas cuestiones redondas que tiene la iglesia, que le nombraban naves, eso fue trabajo de mi bisabuelo, y de ahí los altares, ‘onde están las imágenes, todo eso fue el trabajo de mi bisabuelo. Esa iglesia la echaron abajo enterita porque quedó mal en el terremoto po, el terremoto del año 60. Sería un milagro de dios que eso no se fue abajo con tremendo castigo de movimiento que hubo. Así que la hicieron nuevamente los carpinteros, pero no iban a borrar nada, tal cual como era, así mismo la levantaron nuevamente a la iglesia.


Iglesia Nuestra Señora del Rosario en Chelín Bajo

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Chelín, somos tu memoria viva

Un poeta nativo

E

Yo, de repente me puse a escribir. Es que me pasaron tantas cosas cuando estuve enfermo en la Argentina. Después vine acá a la isla con mi madre que tuvo como 30 años de enfermedad. Mi hermano también se vino a enfermar y falleció a los tres meses. Y ahí escribí algo sobre él y de ahí fui sacando más temas de las costumbres de acá. Pero especialmente fue por el dolor y la soledad que sentía en ese momento, la rabia ¡todo! DI:

De ahí también me inspiré cuando leí Martin Fierro y escribí algo sobre un personaje igual a Martin Fierro, pero chilote, con todo lo que se pasa

acá, con lo que se ha pasado. Son experiencias que saqué de Martin Fierro, que fue un gaucho que nunca existió y mi generación es de los gauchos. Entonces yo escribí sobre un chilote que nunca existió, pero que vivió experiencias con la mitología, con todo. Tuvo encuentros con el Trauco, la Pincoya, el Caleuche. Todos esos fueron los encuentros que tuvo él. Son relatos de ocho versos. De la misma forma que fue escrito Martin Fierro, pero a la manera de Chiloé. Nada que ver con el otro, ¡nada!, que me inspiré, sí. El personaje se llama Tomás Roberto y está escrito en un cuaderno. Edi Alvarado

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Chelín, somos tu memoria viva

Aquí me pongo a recitar mi vida escrita en verso si ustedes lo leen al reverso en la luz de la oscuridad por su mente paseará que es raro y muy adverso. El sol, la sombra, el silencio es algo que hace pensar un corazón sin pesar es difícil que exista aunque no soy un artista ni un maestro ejemplar diré lo que he vivido con frágiles palabras torpes. Aquí se forjan a golpes toditas estas verdades los mitos son realidades que algunos desconocen.

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Chelín, somos tu memoria viva La Voladora. Cuando Tomás Roberto se encontró con la Voladora.

Me repuse de aquel golpe y de la maldición del Chucao todo lo que ha pasao ha quedado en el olvido ese amor que he perdido de mi corazón se ha borrado y empecé a mirar de nuevo la hermosura de las mujeres en mi tierra estos seres son más dulces y más sinceros dan amor del verdadero y ellas saben lo que quieren. Tan hermosas como flores y por eso fue que un día mi corazón de nuevo ardía en entusiasmo e ilusión muy dentro mis emociones en mi alma aparecían.

La bauda

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Chelín, somos tu memoria viva Él [Tomás Roberto] la descubrió, se enamoró de esa mujer y era la Voladora. Es un mito, consiste el mito en que la Voladora es una mensajera de los brujos. Esa es un ave grandota que es la bauda, como se le conoce acá.

Igual tengo otro cuaderno de poemas. Aunque ya están borrosos. Los escribí en la década del 80. Este poema es de los primeros que empecé a escribir cuando falleció mi hermano, el menor.

Señor yo te pregunto porque quiero saber cómo es que sale el espíritu cuando escucha tu llamado y deja el cuerpo solo sin poderse mover los huesos y la carne se quedan congelados. También irá hacia el cielo el pulso y los latidos del corazón que calla y deja de sonar las manos pálidas sin sangre y los oídos no escuchan más los ruidos del mundo terrenal. Todo, todo es de los 80. Después ya no escribí más. Porque en esa década fue que pasó todo. Los escribí casi todos juntos, todos de una vez.

Uno de estos poemas [A mi Chelín] fue leído en la escuela por mi chico, mi hijo que ahora está estudiando en Valparaíso.

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Chelín, somos tu memoria viva Ahora voy a recitar un poco de La Hilandera:

Viejita tierna y humilde es la chilota hilandera que hila con entusiasmo la lana de las ovejas. El huso es su compañero es una fina madera y para que tenga peso le ponen una tortera. En las noches junto al fogón esta mujer está hilando la lana cremosa y tierna en hilado la va transformando.

De las costumbres chilotas siempre se dice que la cultura es de la isla grande de Chiloé y no de Chelín, y no de Quehui, no de Chaulinec, no de Apiao, no de Alao, que son todas las islas que están en el anonimato. El año pasado, en Castro, estábamos conversando con unos profesores de Temuco y ahí estaba escuchando de la cultura de Chiloé, pero yo les dije a ellos “¡perdón!, si Chiloé no es la isla grande solamente. Es muy distinta la cultura de las islas y la de la isla grande”. Y ahí estuvimos conversando

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y les hice entender que Chiloé no es la isla grande, es todo el contorno de islas, todo el archipiélago. Este es un poema de una tradición, pero bien antigua. Esta tradición era de los consejos [de isla] que se hacían. Eso era que en una isla hacían humo y según cómo era el humo las personas de la otra isla ya sabían qué era que tenían que ir a buscar. Eso lo hacían antiguamente. Parece que todavía lo hacía un hombre cuando yo era niño. “Señales de humo” se llama:


Chelín, somos tu memoria viva

Mira niño se ve humo en la playa de Quinchao no es quema sino anuncio de alguien que ha llegao o será información que nos quieren entregar mira bien con atención esa es una señal. Ves que el humo no se desparrama solo se va por arriba mira bien no se ve llama es donde da la marea anda a buscar los remos las bayonas aquí están corre niño más ligero el bote ya está en la mar. Ya llegamos sube y vamos a buscar esa noticia remo sólo y tu sentado me acompañas con tu sonrisa.

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Chelín, somos tu memoria viva Tengo otro bonito acá [busca en sus páginas]. “Soy Chilote”:

Orgulloso de haber nacido en esta tierra y su nombre muy dentro llevaré en mi pecho voy cruzando la sierra arderá la luz brillante de mi querido Chiloé. Archipiélago mágico y atrayente de canales, islas y roqueríos por donde vaya te llevaré en mi mente porque soy tu hijo, no te echaré al olvido. Tus paisajes y tus playas son ejemplo de hermosura, de dicha y al cruzar al canal de Chacao te contemplo pienso en ti, mi Chiloé nunca voy a olvidar. Soy chilote y me enaltece haber nacido en este enjambre de islas insulares por el mundo te llevaré con nombre y apellido y les iré diciendo a todos que tú eres el cantar de los cantares. Suelo mío, embrujo de mi ensueño reliquia de nobleza, de paz y bienestar eres parte de mi vida porque soy tu retoño y tu sangre por mis venas corre sin cesar. Adentro de mi cartera yo llevo tu retrato para mostrarte a todos la tierra donde nací mi Chile bien lo sabe que tú eres el encanto y por donde yo vaya tú irás apegada a mí.

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Chelín, somos tu memoria viva A mí siempre me ha gustado leer, solo que ahora me está fallando la vista [risas], pero sigo leyendo lo que me encuentre. Tengo cualquier cantidad de libros. A veces cuando en Castro encuentro libros usados, baratos, ¡venga pa’ acá! [risas]. Y a mis chicos les gustó también leer porque siempre tuvieron libros de cualquier cosa. Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro. Tuve una tía profesora que dicen que escribía, pero tampoco publicó. Yo escribía a ratos, cuando salía el tema. A veces de un tirón salía. Unos salen fácil y otros quedan ahí tirados porque no pueden salir. Traté

de escribir como un pasatiempo. Mis escritos los leyó este escritor de Castro, Mario Contreras, cuando andaba en política. Una vez también los leyó otro escritor de Castro que yo traté y me comuniqué con él. Fue en el 83, cuando se hizo… no recuerdo bien, el Primer Encuentro de Escritores de Chiloé. Vinieron invitados de Santiago y él vio los escritos que yo le mostré, le gustó y me dijo que vaya tal día, que iba a estar un día miércoles un hombre que venía de Santiago, un escritor que se asemejaba a lo mío para que él me de consejos, pero por el mal tiempo no pude ir y ahí se quedó todo. De ahí no tuve contacto con nadie más.

Así se concluye mi historia como toda cosa así termina me voy para la Argentina adiós, adiós yo les digo y a todos mis amigos y a esta mi tierra querida. [versos finales de “Tomás Roberto”]

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LAS AVES VOLARON DEL NIDO



Chelín, somos tu memoria viva

Una triste verdad

Muchos creen que Chiloé es la isla Grande, isla Lemuy, isla Quinchao y en verdad hay muchas más y nunca de ellas han hablado. Chelín por ejemplo muchos la ignoran ni saben a dónde se encuentra tiene paisajes hermosos y una cultura moderna. Civilizada como pocas islas igual a la isla Grande aunque es pequeña y no se distingue en el mapa de ella no hay que olvidarse. Otra por ejemplo es isla Quehui hermana de mi Chelín en ella anida el progreso en su diario vivir. Para qué seguir nombrando hay muchas y más olvidadas solo sus hijos las acarician y ellos le limpian la cara. Si mis sueños se cumplen a todas las voy a mostrar a todo Chile y al mundo sus nombres lo aprenderán. De “Senderos chilotes” Edi Alvarado

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Cuando estaba buena la Argentina

L

ENRIQUE: Más antes todo era viaje a la Argentina porque estaba buena la Argentina po. La gente joven nomás iba y harta gente de acá se quedó allá. UIS

DON RAÚL: En el 73, 74 Argentina tuvo un boom. En el 75 también estaba bueno. DON CLEMENTINO: ¡Puta!, todos querían ir a la Argentina. Son millonarios pa’ allá po. Habían muchos chilenos por allá viviendo. EDI: ¡Sí pues! Hay chilotes por casi toda la Patagonia que empieza de Santa Cruz a Tierra del Fuego.

DON CLEMENTINO: Yo conocí Valparaíso por buque y de ahí fue mi corrida [recorrido] del sur pa’ afuera; de Punta Arenas a Río Gallegos, Río Grande, Ushuaia. Por esos lados estuve. Estuve metido años por ahí, por las estancias trabajando con los lanares, con los vacunos, con los caballos. Por ahí trabajé, en el área del campo, porque pa’ afuera [en Argentina] hay estancieros grandes. DOÑA ORITIA: Eso era 40, 50 años atrás. En ese tiempo esa zona no estaba poblada como está ahora. Ahora son poblaciones. Ahora son los caseríos. Clementino Gómez y Oritia Mansilla

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Chelín, somos tu memoria viva DON CLEMENTINO: En ese tiempo viajaban los barcos de acá de Castro a Punta Arenas. También había avión de Puerto Montt a Punta Arenas que salía a diario. Era caro el avión, pero igual la gente, el que podía, viajaba. A mí nunca me gustó, diremos, la ciudad. A Punta Arenas pasaba a esperar que llegue el argentino a contratar gente para sus estancias y ¡qué diablos!, decía, ¡ya, pa’ afuera! Y cuando crecieron los hijos, ellos también se fueron todos a vivir para afuera [algunos a la Argentina y otros a distintas regiones de Chile]. DOÑA DITA: Mi marido era temporero en la Argentina, trabajaba en eso. Muy joven se fue la gente a trabajar allá, de 18 años en aquellos tiempos. De ahí, mi marido siguió siendo temporero y después se compró su terreno y ahí hicimos nuestra casa. ERIS: Él viajaba a la Argentina y yo me quedaba con mi mami y mis hermanas. Nos quedábamos solitas. DOÑA DITA: Pancho [su esposo] se iba por seis meses, nueve meses. A veces por un año. Pero

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iba a traer plata para hacer su casa, terminarla y formar lo que hay ahora. ERIS: Él trabajaba de temporero, del trabajo que se encuentre allá. Ellos [los que iban a la Argentina] trabajaban independiente. Por ejemplo, mi papá tenía hermanos allá, entonces él se iba para allá y sus mismos hermanos le decían “sabe qué, hay que trabajar ahí, están recibiendo gente en tal parte” y ahí iban ellos a trabajar. Se iban todos juntos, iban por temporadas, por ejemplo a la temporada de esquila se iban seis, siete, quince personas y esos formaban una comparsa y siempre había un líder que va a estar a cargo de todos, como en todas partes. Esas eran las famosas comparsas que les llamaban. DOÑA EUFEMIA: Mi madre, su marido la dejó esperándome a mí. Se fue a la Argentina y no vino nunca. Él quería, pero las mujeres no lo dejaron venir [risas]. Nunca se acordó de mi vida, de que yo existía en este mundo ¡nunca! Yo hablaba con gente que iban a la Argentina, por allá mismo, que eran parientes míos y decían que nunca se acordaba él que tenía una hija. ¡No!


Chelín, somos tu memoria viva

Eufemia Vito y José Guichatureo

Así que mi pobre madre trabajaba en el gualato con la gente que tenía más plata, pa’ ganar la papa, pa’ ganar la harina, el trigo, pa’ que nos mantenga a nosotros, huérfanos que éramos. Nosotros fuimos tres hermanos. Éramos dos mujeres y un hombre. El hombre también se fue a trabajar pa’ la Argentina y pa’ nunca, no volvió nunca. De eso hace muchos años ya. A esta edad que yo tengo, yo ya voy a tener 80 años, él cuando se fue yo ya tenía también mi edad [20 años aproximadamente], así que harán unos 60 años que él anda pa’ afuera. TÍO LILO: Antes iba mucha gente pa’ allá a trabajar porque aquí

en Chile casi no había plata, pagaban mal y el cambio de moneda les resultaba. ZONIA: Mi papá también fue de los que anduvo en la Argentina. Anduvo años en Argentina. Sería como en los años 40 cuando él anduvo por allá. ¡Sí!, porque él nació como en el 24. Se fue porque antes no había trabajo por acá. A la Argentina se iban caminando de a pie. Haciendo dedo. Paraban a descansar nomás. De acá iban hasta Castro y de Castro hasta Coyhaique. Por esa ruta iban para Argentina y por ahí andaban haciendo dedo en partes y pasaban escondidos para que no los vean los policías de allá, si no, los hacían

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Chelín, somos tu memoria viva volver. Dormían en una cueva en la pampa, en la nieve. Así era, porque todo el tiempo él nos conversó de eso, por eso él nos decía “cuando venga una persona, así que es de afuera, tiene que invitarle algo porque la gente de afuera no trae cosas”. Como él anduvo por ahí, él lo sabía. DOÑA EMA: Mi hijastro harán unos 20 años que está en la Argentina. Le tocó un patrón muy bueno y él también, su comportamiento, es bueno, por eso es que no lo quieren largar. El patrón que tiene, de los años que empezó a trabajar, le dio cargo de todo su negocio y le dio una camioneta. Tiene un almacén muy grande que es de su patrón. Pero yo por una parte no lo encuentro nada bien porque

“Tío Lilo” 178

es muy lejos. Yo le digo “ojalá que usted viniera a trabajar en Puerto Montt, para estar más cerca si quiera”. EDI: Yo estuve cuatro años en la Argentina, en Río Grande. Trabajando en la construcción. Pero me fue mal [risas]. Estaba buena la pega, solo que me enfermé y gasté todos los ahorros y me vine pelado. Me entró una enfermedad como un resfrío. Los médicos de allá, donde estaba, eran malos y después no me controlé bien, así que me vine acá y aquí decaí de vuelta. Y ya me quedé acá. DON CHINDO: Yo también anduve por fuera. Tres veces anduve en la Argentina y volví en el 62. Volví y me quedé para siempre. Y aquí estoy todavía.


Chelín, somos tu memoria viva

Muchos se van, muchos no vuelven

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DITA: Acá todos mis hijos están con familia. Todos están con su vida formada y todas por distintas partes; por Punta Arenas, Castro, por ahí por Argentina y así es como vamos nosotros siguiendo nuestra rutina de vida. Yo vivo con tres hijas. Porque dos de ellas fueron separadas y vinieron con sus niñas aquí. Pero la una ya tiene sus hijas fuera. Tuvo dos hijas mujeres, una que estudió y la otra, la menor, ya es mamá. La otra hija que tengo tiene dos, una está estudiando por Castro, está haciendo el cuarto medio y ella es la que le queda [refiriéndose a su nieta Monse]. OÑA

TÍO LILO: Nosotros somos seis hermanos. Uno tenemos en Castro, que fue carabinero. Ese después se jubiló y ya se fue, hasta concepción anduvo. Después tenemos al otro en la Argentina, el mayor, Lucho. Después la Celestina que está en Concepción. Y ya los otros están en Río Turbio. ¡Nosotros seis fuimos!, pero ahora que-

damos acá sólo los dos con la Zonia. DOÑA EMA: De mi familia salieron todos. Se fueron por otros laos. Yo tengo familia en Castro. Tengo dos hijastras, o sea son entenadas que les llaman. Hijas del hombre con el que yo viví, que fui casada, que las dejó su señora cuando ya se murió. Pero ellas ya hicieron su vida, están viviendo aparte po. Ya tienen que ganarse la vida, así que por eso yo en veces me veo triste. Pero nada, después le pido al señor que me borre las tristezas. Es que en la isla ya van quedando unas cuantas viviendas nomás po. Así que ahora vamos quedando tranquilitos, solos los viejitos nomás [risas]. Por eso hoy día el campo ya va quedando solo. Eso sucede porque hoy día toda la gente se está yendo al pueblo [a Castro]. Porque no les gusta la isla. Las personas, los niños, las personas jóvenes no les gusta el campo. Yo no sé por qué hoy día no les gusta el campo.

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Chelín, somos tu memoria viva

DOÑA EUFEMIA: Bueno, ¿qué le vamos a hacer cuando la gente ya quiere salir de la isla? Ya no le gusta esa vida de aquí, ya quiere salir. La gente joven especialmente. La gente joven salieron a estudiar y del estudio ya no volvieron. Ya se quedaron allá a trabajar, ya no vienen al campo. Nosotros solos aquí vamos quedando [risas]. DON CLEMENTINO: ¡Todos se van!, y quedan los dos pobres mayores. Quedamos mirándonos y los hijos se van todos. Claro que sí. Todos los hijos han sido así acá. Acá hay casas en las que estamos viendo que pasa lo mismo que a nosotros. Adonde se paren, hay casas que hay dos

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personas o tres a los mucho ¡Es triste oiga! DOÑA EMA: Pero hoy día está pasando eso, ¡sí! Hoy día no va siendo para una persona nomás, ¡no! Hoy día se va volviendo una rebeldía entre el padre y los hijos. Va habiendo una rebeldía muy grande hoy día, los hijos ya no van teniendo compasión ¡nada!, de un padre, de una madre. No pues. Pasó una arrancada de jóvenes y ya se fueron todos, todos se fueron. NANCY CERÓN: Ahora la juventud se va toda po. Lo único que quieren es salir de acá de la escuela básica e irse y no vuelven.


Chelín, somos tu memoria viva DON CLEMENTINO: Es que esa gente que estudia, esos niños que estudian no valen pa’ vivir acá en la isla. No tienen en qué trabajar. Porque esos niños que estudiaron ¿qué van a hacer acá en la isla?, ¿sembrar papas hoy en día?, ¿sembrar trigo? Eso ya no pasa. ¡No pasa eso hoy en día acá, no! No hay negocio. MIRTA: Los chicos se acostumbran a la ciudad. Ya tienen otros hábitos de vida. Les gusta andar, a lo mejor, no sé po, andar más limpios. Acá no po, acá uno se acuesta trabajando y se levanta trabajando. ANGÉLICA: Bueno, es que el trabajo y todo lo que es tecnología en la isla no lo hay como afuera. Me voy al pueblo porque en el pueblo tengo en qué trabajar. Porque si los padres les vamos a dar estudios a los niños es para que el día de mañana no sean como nosotros, que no se queden ahí, que ellos tengan un estudio, que trabajen. Entonces tienen que migrar como las aves. Se tienen que ir. Es normal. Mi mamá [doña Lindana Vito] ella decía “¡váyanse y hagan su vida!”. Entonces eso es lo que uno quiere pa’ los hijos, ayudarlos hasta donde más se

pueda para que los hijos ya den un paso más que uno, aunque eso signifique que en la isla ya no vaya quedando nadie, porque eso es lo que significa, en la isla, ya no tener juventud. Ahora es la misma nada de gente po. El despoblamiento aquí es muy notorio. Antes éramos grupos de… ¡qué sé yo!, 30 personas en un centro juvenil que dirigía. Un centro cultural en el que teníamos de distintas edades, niños chicos, gente más grande, adultos. Entonces era muy bonito en ese sentido porque había mucha gente y también existía mucha comunión, no solamente, como se dice, en lo social sino que también en lo económico, uno se ayudaba. Eso tiene que haber sido, pongámosle, 35 años atrás, pero eso ha cambiado mucho con los años. DOÑA ZULEMA: Acá ya no hay muchos de esos de la generación mía. ¿Quién queda? ¡Nadie! La Mabel [Guerrero] nomás todavía que queda, que es menor que yo.37

37 Zulema tiene 67 años al momento de esta conversación.

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Chelín, somos tu memoria viva

Retrato de Eduviges Mansilla y Belisario Vera, suegros de doña Ema Colivoro

DEMETRIO: La juventud que yo más menos alcancé a conocer [la de su generación] tampoco, ya no los veo mucho en la isla a casi nadie. Ya han salido así como ellos saldrán [los niños] y ya es más difícil que vuelvan.

DON MARIO: Ella es la más antigua. Pero de la edad de esa mujer ya han muerto todos.

DOÑA ORITIA: Acá no hay juventud. No hay gente. Hay unos cristianos ya maduros de edad nomás.

DOÑA ZULEMA: Andan todos en las escuelas los chiquitos que hay en la isla. Poquitos son, pero es que no hay más.

D ON MARIO: Además, está muriendo la gente muy joven y ya se van terminando. Gente de edad ya no va quedando. Aquí queda don Clementino y otro viejito ahí arriba [al norte de la isla] Daniel Villarroel, y Nata Águila más antiguo y de ahí ya no van quedando otros.

DON CHINDO: ¡Ah no!, pero antes Chelín estaba plagado.

RAMÓN VERA: Doña Lindana Vito, pero ya está en cama.

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MIRTA: Y de los lolos solo hay los que están en el colegio, los más chiquititos. De ahí ya no hay ninguno más.

DON CLEMENTINO: Antes muchos habían. Muchas vidas, mucha gente, pero ahora en día no pasa nada. ¡Se van todos! .Acá ya no hay hijos, no hay jóvenes. Aquí en la escuela [Los Robles] en más tiempo hacía [antiguamente] que había como 45 alumnos, no estoy mintiendo, y ahora en día hay doce, catorce.


Mario Aburto

Chelín, somos tu memoria viva

DON MARIO: Antes era de ciento… como de 120 alumnos. Ahora ya van siendo como de 15, 20 niños creo, ¡menos!

LUIS ENRIQUE: Va a llegar un momento en que se va a cerrar la escuela porque no hay juventud que tengan ahí.

DOÑA ORITIA: ¡Sí!, catorce hay, así dijeron el otro día. Pero arriba [en Huechuchelín], perdónenme, arriba cuando salgan los alumnos, salgan uno o dos, esa escuela va a quedar con [hace el gesto de cero con su mano].

DON CLEMENTINO: Porque hacen el octavo acá en la isla y de ahí se van a la ciudad de Castro a estudiar.

DON CLEMENTINO: El colegio ese [Capilla de Lourdes], según hay orden de que no lo pueden cerrar, pero yo no sé, cuando no haiga… ¡ni un niño! [risas], tendrán que cerrarlo, capaz desaparece.

DOÑA ORITIA: Ahora hay una facilidad única para todo y los chicos ¿qué van a hacer? Quieren estudiar, quieren hacer su vida como cualquiera. DOÑA ZULEMA: Y pocos vuelven, vienen a ver a sus familias [a visitar] solamente.

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DON MARIO: Así que todo va muriendo, como una planta que le falta agua. DEMETRIO: Acá en la isla ya casi se están perdiendo todos los trabajos de antes. Solamente están quedando lo que es la agricultura, la papa, y lo que es el sector playa, o sea, los mariscos. Nosotros también nos dedicamos a la crianza de animales, de chancho principalmente. Y de ahí no hay nada más. Esas son las únicas actividades, yo creo, que están quedando, a las que se puede dedicar la gente acá. Eso yo lo hallo triste. Porque se nos está perdiendo todo lo que

hoy día ya no se hace, lo que se hacía antiguamente [las tradiciones]. Se está dejando todo de lado. Por lo menos ya uno eso todos los días lo piensa porque ya con los años se va quedando sólo uno. DON CLEMENTINO: Pero los nuevos [los jóvenes], nacieron en el campo, estoy de acuerdo, ¡nacieron!, pero del campo ellos no saben nada. DOÑA ORITIA: En la tierra no trabajan. No tienen costumbre. DEMETRIO: Ya están en otro rubro como digo yo. En otras actividades.

Escuela Rural Capilla de Lourdes


Chelín, somos tu memoria viva

Claudio Álvarez y Javier Oyarzo

MIRTA: Antes nosotros trabajábamos. Dejábamos entrado leña en la mañana y ahora los niños ya no hacen eso. Ahora se levantan y se van. Antes nosotros hacíamos todo eso. Nosotros a las siete, siete y media nos levantábamos para dejar hecho eso y después recién ir al colegio. Yo ahora me levanto a las siete y media, le tengo la estufa calientita y la levanto a la Isa [su hija Isamar] a las ocho, de ahí ya a las ocho y media recién la Isa se está moviendo. Están mal acostumbraos los niños, porque después les cuesta mucho cuando van a la ciudad. Porque van solos, tienen que levantarse temprano, a veces

no tienen qué comer. Acá tienen todo, allá les cuesta más. Yo creo que a los niños que se iban antes a estudiar allá no les costaba tanto. Bueno, tal vez igual, porque antes los niños se iban a estudiar y ya no volvían, volvían para un feriado largo nomás, ahora ya no, ahora vuelven todos los fines de semana, ya no les es tan difícil tampoco. DEMETRIO: Allá en Castro igual es sacrificado para los niños. Salir de acá el primer año yo creo que para todos no es fácil. ISA: Va a ser difícil irse a estudiar creo yo. KIKE: Va a ser un cambio muy drástico.

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Chelín, somos tu memoria viva NATY: ¡Sí!, porque vamos a perder esa tranquilidad. ISA: Yo creo que primero es difícil separarse de la familia. ¡Cuesta! MONSE: ¡Sí!, igual es difícil. PATRICIA: Por eso que es bueno crecer con trabajo. Yo al Cristian [su hijo] eso le digo “tú estás creciendo sin trabajar duramente como trabajamos nosotros y algún día si tú no estudias acá te espera el hacha, las papas pa’ trabajar y todo lo demás. Y dime tú si lo has hecho alguna vez de la edad que tienes, ¡no!, ¿y cómo lo encuentras? ¡Muy difícil!, porque no sé cómo picar leña” me dice. Yo le digo “no te quiero hacer trabajar más porque estoy esperando cómo va a ser tu vida más adelante, ¿vas a estudiar, vas a recibir la oportunidad que yo te estoy dando

186 Álvaro Álvarez

en este momento?”, me dice “¡sí!”. Entonces le digo yo, “te voy a dar toda la oportunidad del mundo para que tú estudies y seas otra persona en la vida, no te quedes a trabajar como nosotros estamos trabajando y si tú no recibes lo que yo te estoy dando, acá te va esperar todo el trabajo y te va a ser mucho más difícil porque tú no has practicado ninguno de esos trabajos”. DEMETRIO: ¡Sí po! Por eso es que siempre nosotros a nuestros hijos les decimos que tienen que escuchar, muchas veces, los consejos cuando se los da uno. Tienen que pensar en el futuro, dedicarse a estudiar, terminar su enseñanza para irse a la universidad. Muchos de ellos sueñan con eso. Pero en cambio para eso hay que tener esto [hace el gesto de dinero con sus dedos]. Hay que pensar bien eso


Chelín, somos tu memoria viva también porque hay que tener el dinero para seguir más adelante y muchos de ellos pueden ir, pero a otros les toca volverse. Eso significa volver a la isla de vuelta otra vez y dedicarse a lo mismo que estamos nosotros.

Porque, como decía, tratan de ir a la universidad, pero lo que pasa también es que después de ir a la universidad, para poder ingresar a trabajar, para tener una fuente de trabajo, también cuesta mucho, ¡no es fácil!

Escuela los Robles. Atrás: Profesora Diana Delgado, Pamela Manquicheo, Monserrat Vito, Cristian Alonso. Al medio: Profesora Karina Mutis, Enrique Colivoro, Isamar Águila, Natalia Ruíz, Francisca Vera, Profesora Ingrid Cárcamo, Benjamín Peranchiguai, Adán Guichaquelén, Danilo Colivoro. Primera fila: Sofía Catalina Tipaina, Yenifer Gueico, Cindy Águila y Sofía Millaquién

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Francisca Vera

ChelĂ­n, somos tu memoria viva

Danilo Colivoro

Yenifer Gueico y Cindy Ă guila

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Adán Guichaquelén

Luis Enrique Colivoro (“Kike”)

Benjamín Peranchiguai


Monserrat Vito (“Monse”)

Chelín, somos tu memoria viva

Pamela Manquicheo (“Pame”)

190 Isamar Águila (“Isa”)


Sofía Catalina Tipaina

Chelín, somos tu memoria viva

Natalia Ruíz (“Naty”)

Sofía Millaquién

Cristian Alonso

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Chelín, somos tu memoria viva DON CLEMENTINO: ¡Claro! y ahí en Castro que se vende de todo ¿cuánto hay que machucárselas? ¿Cuánto hay que machucar para conseguir algo? DEMETRIO: Uno lo ve en ese sentido también, lo trata de pensar. Porque igual cuesta después encontrar trabajo, por más que busquen, por muchos títulos que tengan. Por eso yo a mi hijo [Cristian] le digo que, no sé po, que él piense bien si el día de mañana se va a estudiar porque acá en la isla se vive, yo creo, se vive tranquilamente. Si él quiere estudiar, estudie, pero yo, para mí, en la isla se vive tranquilamente [sin necesidades]. De todas maneras acá en la isla se puede sobrevivir siendo empeñoso porque todavía nos quedan los recursos naturales. DOÑA ZULEMA: El futuro de la isla yo lo veo más o menos, porque ya no va a haber mucha gente. No va a haber ninguna cosa casi porque ya no hay gente. Todos somos pura gente de edad, entonces ¿quién va a hacer algo? ¡Nadie! Los de edad ¿cuándo vamos a hacer algo? ¡Nada! Pasar el día y listo.

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DEMETRIO: El futuro de la isla yo lo veo tal como va nomás, así. Yo creo que de aumentar más gente en la isla lo hallo difícil. Se va ir despoblando nomás. Yo creo que tendrían que abrirse, acá en la isla, más puertas de trabajo. En turismo por ejemplo. Lo que pasa es que acá dan muy poco espacio las autoridades. Se han dedicado poco a esta isla, o sea, nos miran desde fuera bien poco. Porque esta isla yo la hallo una isla hermosa para el asunto de turismo. Es una isla que falta que le abran más las puertas. MIRTA: Falta campo laboral nomás. Es lo único que falta en la isla, porque hay poca pega. O sea, uno trabaja en el campo, en las papas, en los ajos, pero ya ni siquiera vale venderlos, porque es muy poco lo que están pagando ahora. NANCY OYARZO: La emigración yo creo, desde mi punto de vista, va en cómo nosotros estamos enfocando a nuestros hijos como papás. Porque nadie los motiva a los hijos a que trabajen la tierra, son muy pocos los que lo hacen. O bien a otros les


La rampa de Chelín

Chelín, somos tu memoria viva

exigieron demasiado y los chicos salieron aburridos del campo y no vieron una rentabilidad con eso. MIRTA: Igual yo creo que hay niños que pueden volver, o sea que les gusta el campo. Yo veo a mi hija, la segunda y bueno, de chica la llevábamos a trabajar con nosotros en el campo. La hermana de Kike también, yo la veo, está estudiando y viene a trabajar, le da comida a sus chanchos y toda la cosa. Son cosas que uno ve y dice “bueno, le gusta el campo”, le gusta trabajar y todos los chicos no son iguales. NANCY OYARZO: Y los pocos que llegan a la isla viven de otra cosa. Ahora la gente del norte38 vienen a quedarse en Chiloé. Viene llegando mucha gente del norte a admirar esta belleza, a admirar el paisaje y ellos están sacando otros provechos que a 38 Para la gente de Chelín la concepción del norte del país comienza desde la salida de Puerto Montt hacia el norte.

lo mejor nosotros no le dimos o no tuvimos esa visión de sacar provecho por ese lado. DOÑA MARGARITA: Pero nadie sabe las vueltas de la vida. Porque uno, como dice el dicho, “pronto rico y pronto pobre”. Aquí la gente, los hijos de uno, de cualquiera, ya toman sus rumbos. MIRTA: Ojalá que vuelvan algunos jóvenes y no se pierda la isla, no se pierdan las costumbres, para no perder lo que ha habido siempre, ojalá po. DEMETRIO: Bueno, algunos sí se quedan acá. ANGÉLICA: Yo, por ejemplo, volví a la isla a cuidar a mi mamá de 97 años. Ya la vi que tenía 92 cuando vine hace cinco años atrás, entonces ya necesitaba cuidado y uno como hija ¡pucha!, si ve que nadie la cuida, tiene que ser uno. Cumplir, como se dice, con el deber y darle el derecho de lo que ellos tienen, que tienen que ser cuidaos. Entonces

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Chelín, somos tu memoria viva eso fue lo que me trajo de vuelta. Eso es por lo que felizmente estoy aquí.

tono de meditación]. Bueno, el destino no quiso nomás que yo saliera pa’ afuera.

CAMILA: Y va en cadena, mi mamá [Angélica] se vino a cuidar a su mamá y yo me vine atrás de ella [risas].

BENJA: Yo voy a volver acá.

DON RAÚL: Yo tuve oportunidad de salir, pero no sé [lo dice con Angélica Pillancari y su hija Camila Araya

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NATY: ¡Yo no me quiero ir! DANILO: Yo no sé. Quizás sí, después ahí se va a ver. El tiempo dirá.


Chelín, somos tu memoria viva

Otros vienen pa’ quedarse

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EMETRIO:

Yo estoy hace catorce años acá. Yo fui de la comuna de Curaco de Vélez, del sector de Palqui. Pero anteriormente fui de la isla Meulín. De allá, des-

pués nos radicamos en Palqui y de ahí me fui moviendo hasta quedar acá. Me gustó acá por la tranquilidad yo creo. Porque acá, como comentaba, la vida es esforzada, pero es tranquila.

Demetrio Alonso y su hijo Cristian

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Chelín, somos tu memoria viva

Nancy Cerón

NANCY CERÓN: Yo vine a veranear aquí y me quedó gustando. Fue en el año 89. Vine al año siguiente con mi hermano y de ahí me quedé acá porque me ofrecieron trabajo en las salmoneras que se estaban instalando recién en ese tiempo. Con la isla fue amor a primera vista [risas]. Es que acá era todo diferente po, la gente más amorosa, era más familiar la vida. En Santiago es cada uno pa’ su lao, en cambio acá se hacía vida de familia y los vecinos eran bien unidos. Se visitaban por las casas, se invitaban a comer, hacían un curanto, por ejemplo, un fin de semana se hacía en una casa y después al otro fin de semana íbamos a la otra casa

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y así po. Y en las tardes se juntaba la juventud y jugábamos a las pichangas, hacíamos fogata en esos tiempos. PROFE LUIS: Bueno, ya van a ser cinco años que llevo trabajando en la Escuela Rural Capilla de Lourdes y estoy encantado de trabajar en la isla, en el sector rural, con unos niños espectaculares. Un poco desordenados, pero lo más importante, con ganas de aprender. Aprender lo mismo o quizás más de lo que se les enseña en la ciudad porque prácticamente aquí es personalizada la labor. Tengo niveles desde primer año básico, segundo y sexto año básico.


Chelín, somos tu memoria viva

Profesor Luis Barría, Escuela Capilla de Lourdes

NANCY OYARZO: Yo soy de la comuna de Quellón, de un lugarcito que se llama Compu, de esa zona, pero soy chilota y me quedé acá. En aquellos años igual había pobreza en todas partes y yo logré sacar mis estudios internada de monjas y de ahí trabajé en las famosas salmoneras y con esos recursos logré, después, estudiar el técnico paramédico, con mi propia plata porque mis papás no daban para darnos el estudio a los seis que éramos. De ahí buscando trabajo el año 95 una amiga

que trabajaba en el hospital me dijo “Nancy, en tal lugar hay una posta desocupada porque el colega se va a ir, él ya cumplió su contrato y ese lugar va a quedar sin paramédico”. Así que yo soltera dije “¡ya!”, lo importante era trabajar así que de esa vez me vine para acá a vivir y me encanta, el campo me encanta, trabajar con la gente del campo igual es diferente a la parte urbana que todo es más rápido. No sé, hay una parte que no me gusta de la ciudad, a mí me fascina el campo.

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Chelín, somos tu memoria viva

Todo cambia con el tiempo

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JUAN “DE LA PUNTA”: Es algo ejemplar como muchas veces la gente nueva, por ejemplo los hijos, los nietos, cuando se les conversa de aquella era antigua, no pueden creerlo. O sea, sí lo creen, pero lo encuentran todo raro. Se preguntarán “¿cómo serían esas cosas?”. Es que ahora hay tantas maneras nuevas, unas buenas y otras malas que hay hoy día ¿no? ON

DON CHINDO: Hay muchas cosas modernizadas. Pero hay cosas también que son un poquito desagradables, sobre todo para los más viejos como somos nosotros. Hay mucha monería hoy día por el asunto de los adelantos de la tele y las cosas de computadores. Está un poquito

casi saliéndose del camino la juventud en algún sentido. DEMETRIO: Es que hoy día ellos están más ¿cómo dijera?, ya ellos están más con el sistema de los equipos, las computadoras, los teléfonos. Muchos están adaptados a las nuevas tecnologías, o sea que ya no son como uno. Ya uno la modernidad mucho no la entiende. ORIANA: Uno está viviendo lo más moderno, hoy día hay mucha tecnología. La juventud pasa metida más en eso. Hay menos comunicación incluso. Hay menos comunicación familiar porque hoy día los chicos, los jóvenes, pasan metidos en la tecnología. Antes, como no había nada de eso entonces, ha-

Escuela Los Robles

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Chelín, somos tu memoria viva bía más comunicación así como personal, más directa. RAMÓN ALVARADO: ¡Exactamente! Más diálogo entre unos y otros. ORIANA: Hoy día a los chicos cuando les hablan, ellos están ahí metidos en el computador, en el teléfono, en esas cosas y solo responden “sí, no, ya voy”. ANGÉLICA: Esa es la diferencia de los cambios de ahora, de las redes sociales y tanta cosa moderna que hay que no se usa pa’ lo que debiera ser. Todo lo que es avance tecnológico, todo es bueno, pero hay que tener un límite y ese no lo hay. Por ejemplo los niños chiquititos, ellos ya usan los celulares, se meten a las redes sociales, se meten al internet. Eso cortó la comunicación que había y eso va apagando a la familia. Yo me acuerdo… ¡imagínense!, nosotros éramos una familia que todos nos sentábamos juntos a comer. Ahora ¿qué?, con suerte se sientan, porque ahora solo los veo que están [haciendo el gesto de usar un celular táctil]. O sea, ¡dejemos el celular aparte, mirémonos a la cara!

DOÑA DITA: Hoy día tienen el computador, el teléfono con computador desde niñitos, desde que aprendieron a manejarlos. No me van a decir que no es así, ¿a cuántas mamás y mujeres no les pasa? A veces cuando nos juntamos viajando en la lancha conversamos de esto mismo: hoy día no hay comunicación. Todas tienen la misma experiencia, ¡todas!, que ahora no hay comunicación familiar. ¿Para qué hablar con los hijos? Hasta los mismos hijos te hacen callar y ahí están prendidos, dale con el botón del celular. Igual los nietos, ellos dicen “no estar ni ahí” con los abuelos. Entonces ¿qué le va a decir la abuela?, ¿qué le va a decir la tía? ¡nada! No hacen caso a la mamá y cuanto menos a la abuela. DON JUAN “DE LA PUNTA”: No le dan importancia a aquello que la gente más antigua les conversa, “que esto era así y esto puede llegar a ser así”. Lo escuchan y no le dan importancia. Lo reciben por acá y se les va por allá [hace el gesto de “les entra por una oreja y les sale por la otra”]. No saben de las tradiciones, no saben nada de eso. Para ellos

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Chelín, somos tu memoria viva es como estarles conversando algo en otro idioma. DOÑA DITA: Porque ellos están con su mente en otra. ¿De qué va a conversarles uno? Nosotros no le vamos a empezar a conversar de los nuestros, de nuestra vida antigua. Se mueren de risa. MIRTA: También se perdió la comunicación entre la gente, se perdió nomás. La comunidad no está agrupá como antes. DOÑA DITA: Por ejemplo, por arriba en Huechu, a la Mena Vera, la Silveria Mansilla, la Rosario Garcés, a esas personas una las ve en ocasiones nomás. Cuando hay misa, cuando hay reuniones, para el pago, cuando nos

vienen a dar plata como digo yo [risas]. Para la ronda médica, por ahí nos juntamos las personas, nos vemos las amigas, las comadres, las tías, las sobrinas, ahí estamos. Pero así que salgamos, digamos, voy yo allá o ella venga aquí, no. No hay esas visitas. Porque actual de la vida son todas personas de edad y todos cuidan lo suyo. LUIS ENRIQUE: Cada cual se preocupa de lo suyo nomás. DOÑA LULA: Y eso está matando nuestra vida, nuestra cultura, nuestra tradición. ISABEL: Se ha perdido lo lindo de nosotros, de nuestra cultura, de nuestras raíces, de quiénes somos. Y cuesta hoy día, a la

Isabel Guichaquelén y doña “Lula”

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Chelín, somos tu memoria viva nueva juventud, introducirlos en este aspecto. Porque con la tecnología los niños se olvidan, de repente, de lo lindo de nuestras tradiciones. Nos ha costado hoy día recuperar eso, que los niños vayan aprendiendo cómo era la realidad de las cosas, de dónde vengo, qué es lo que he perdido. Porque si se interesaran, entonces esos niños quizás el día de mañana podrían rescatarlas y decir “yo sé cómo es esto porque a mí me contaron cómo era”. ANGÉLICA: Yo ahora, a esta altura de mi vida, recién vengo a valorar lo que tenía. Porque antes, dentro de mi ignorancia y de la falta de educación, había muchas cosas que no me gustaban, como por ejemplo, no sé po, como ir a mariscar, ir a juntar la leña. Bueno, es que eran trabajos, a ningún niño le gusta hacer trabajos. Pero ahora si me mandan a mariscar ¡pucha, voy! ¡Piérdete en la playa todo el día a estar mariscando! Nosotros [ella y su hija Camila] ahora disfrutamos de nuestras flores, de los animales, nos alegramos con ver correr los pollos. Por ejemplo las flores, me gustaba verlas, pero no trabajarlas, porque esas pa’ tenerlas hay que

trabajarlas po, hay que cuidarlas. Los animalitos igual. Entonces ahora yo entiendo muchas cosas y digo “¡pucha! mi mamá que se sacó la cresta pa’ criarnos”, y de repente ahora uno no hace tanto. Yo aprendí, con el favor de dios, a valorizar muchas cosas, a valorizar la familia, a valorizar a la persona que tienes al lado, a valorizar al niño que anda. Porque los niños a veces los ignoramos, pero los niños, a veces tan chiquititos, son personitas, son personas que el día de mañana van a ser grandes, entonces ¿por qué de repente mirarlo mal porque no ande con un par de zapatillas de marca?, ¿lo vai a mirar en menos? Porque la competencia hoy en día es quién tiene el mejor par de zapatillas, el mejor celular, ¿cierto? Y eso es lo que da pena de repente, pero bueno, como se dice, los cambios de vida van a ser así. DANILO: ¿Qué se le puede hacer? ANGÉLICA: No se puede hacer na’. Nosotros no podemos cambiar na’ a estas alturas de la vida. O sea, tenemos que subirnos, como quien dice, al tren nomás. Eso es lo que de repente pienso.

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Chelín, somos tu memoria viva

¡CHELÍN, SOMOS TU MEMORIA VIVA!

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LAS VOCES DE ESTE LIBRO



Chelín, somos tu memoria viva

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reve síntesis biográfica y familiar tal como nos la contaron:

DON CLEMENTINO GÓMEZ (93 años) y DOÑA ORITIA MANSILLA (78 años). Son un matrimonio originario de Chelín. Padres de ocho hijos, cuatro viven en Ushuaia, Argentina; dos en Castro, una en Puerto Montt y uno lamentablemente fallecido a los 21 años de edad realizando faenas de pesca en las Guaitecas. DOÑA EMA COLIVORO (76 años). Viuda, tiene nueve hijastros, todos ellos viven fuera de la isla. Actualmente vive sola y cuenta con la ayuda y apoyo incondicional de sus vecinos LIDIA VERA Y SEGUNDO NAVARRO, matrimonio cuyos hijos también viven fuera de la isla. NANCY CERÓN. Originaria de Santiago. Llegó a Chelín en 1989 y se radicó en la isla. Tiene tres hijas, dos de ellas están fuera y solo la menor NATALIA RUÍZ, “NATY” (13 años), vive con ella. Natalia es alumna de séptimo básico en la Escuela los Robles.

LUIS BARRÍA (PROFE LUIS). Trabaja en la Escuela Capilla de Lourdes de Huechuchelín. Oriundo de la ciudad de Castro. Actualmente comparte una casa de profesores en la isla junto a sus colegas de la Escuela los Robles INGRID CÁRCAMO Y KARINA MUTIS. DON JOSÉ GUICHATUREO (91 años) es esposo de DOÑA EUFEMIA VITO (79 años). Oriundos de Chelín y padres de PATRICIA GUICHATUREO, que está casada con DEMETRIO ALONSO, ambos padres de CRISTIAN ALONSO (13 años), alumno de séptimo básico de la Escuela Los Robles. DON MARIO ABURTO (80 años) es padre de HERMINIA Y OCTAVIO ABURTO. Herminia está casada con RAMÓN VERA y ambos son padres de FRANCISCA VERA (11 años), alumna de cuarto básico de la Escuela Los Robles. DOÑA AGUSTINA VARGAS (90 años) vive sola en su casa en Huechuchelín. Viuda de ALEJANDRO AVENDAÑO. Se comenta que don Alejandro falleció a los 103 años de edad. Conocido en la isla

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Chelín, somos tu memoria viva por fabricar barcos a escala con lujo de detalles. MIRTA CAIBUL (36 años), una de las pocas habitantes de su generación. Casada con FERNANDO ÁGUILA con quien tiene cuatro niñas, dos de las cuales aún estudian en la Escuela Los Robles: CINDY ÁGUILA (8 años), alumna de segundo básico e ISAMAR ÁGUILA, “ISA” (13 años), alumna de séptimo básico. ZONIA GUICHAPANI es hermana de “TÍO LILO”, VÍCTOR GUICHAPANI. Ambos hermanos viven juntos en su casa en Huechuchelín y son primos de DOÑA ZULEMA, RAÚL y SEGUNDO TIPAINA y de ANA ELIZABETH GUICHAPANI. ANA ELIZABETH GUICHAPANI, es esposa de ARTURO ÁLVAREZ quienes son padres de ÁLVARO ÁLVAREZ, “ALVARITO” (12 años), alumno de séptimo básico en la Escuela Capilla de Lourdes. DOÑA ZULEMA TIPAINA (67 años) es hermana de DON RAÚL TIPAINA (66 años) y DON SEGUNDO TIPAINA, este último antaño se desempeñó como maestro de ribera. Estos tres hermanos son primos de ZONIA GUICHAPANI y TÍO LILO.

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LUIS ENRIQUE COLIVORO, originario de Chelín es esposo de la técnico paramédico de la posta NANCY OYARZO, ambos padres de LUIS ENRIQUE COLIVORO, “KIKE” (13 años), alumno de séptimo básico de la Escuela Los Robles. DON CHINDO, JUAN OMICINDO MILLACAHUÍN (82 años) es hermano de DOÑA LULA, ANA RUDITH MILLACAHUÍN. Oriundos de Chelín, viven juntos en una de las casas centenarias de la isla. Desde siempre han estado relacionados a las labores religiosas, principalmente en la iglesia Capilla de Lourdes de Huechuchelín. DANILO COLIVORO (12 años), alumno de quinto año de la Escuela Los Robles, es hijo de MABEL GUERRERO, presidenta de la junta de vecinos de Chelín Bajo y de MANUEL COLIVORO, “MAÑO”. Manuel es hermano de DON LUIS COLIVORO, ambos sobrinos de Doña Ema Colivoro. DOÑA DITA ALVARADO (81 años) es originaria de Chelín. Viuda de FRANCISCO GÓMEZ, hermano de Don Clementino. Dita tuvo ocho hijos, siete mujeres y un hombre. Todos ellos viven fuera de la isla excepto PATRICIA y JIMENA que hoy viven junto a su


Chelín, somos tu memoria viva madre. Un día de visita a doña Dita tuvimos la fortuna de conocer a otra de sus hijas, ERIS GÓMEZ (53 años), quién nos conversó de muchos de sus recuerdos de infancia y de la vida que llevaban antiguamente en Chelín. JIMENA GÓMEZ es madre de MONSERRAT VITO, “MONSE” (13 años), alumna de séptimo básico de la Escuela Los Robles. VERÓNICA MANSILLA es abuela de JAVIER OYARZO (8 años), alumno de segundo básico en la Escuela Capilla de Lourdes. DON JUAN “DE LA PUNTA” ALVARADO (84 años) y DOÑA MARÍA “DE LA PUNTA” ALVARADO (82 años) son un matrimonio que con mucho respeto y gracia han recibido dicho apodo por el hecho de ser los habitantes de la punta más extrema del norte de Chelín. Son padres de RAMÓN (60 años) y ORIANA ALVARADO.

CHEO, “PAME” (13 años), alumna de séptimo básico en la Escuela Los Robles.

ISABEL GUICHAQUELÉN es madre de ADÁN GUICHAQUELÉN (13 años), alumno de sexto básico en la Escuela Los Robles. ANGÉLICA PILLANCARI es originaria de Chelín. Regresó de Viña del Mar, donde se había radicado junto a su familia, para cuidar a su madre DOÑA LINDANA VITO (97 años), una de las habitantes más longevas de la isla. Angélica es madre de CAMILA ARAYA (23 AÑOS), ambas acompañaron a doña Lindana en sus últimos días en la isla. BENJAMÍN PERANCHIGUAI, “BENJA” (11 años), es alumno de quinto básico de la Escuela Los Robles. Es hijo de LUISA VILLARROEL y LUIS PERANCHIGUAI.

FLOR ALVARDO es la presidenta de la junta de vecinos de Huechuchelín. Es pareja de BENIGNO ALVARADO, “NINO” (67 años), quien es primo del poeta local EDI IVÁN ALVARADO. DOÑA MARGARITA GUEICO (65 años) es abuelita de PAMELA MANQUI-

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Chelín, somos tu memoria viva

Despedida

Cuántas cosas se pierden en las islas por no existir un poeta que las nombre todas ellas están hechas de poesía costumbres, hechos de renombre. Palabras y voces tan sonoras se pierden en el abismo del silencio se ahogan en el mar junto a las olas emigran y se pierden con el tiempo. Pájaro que canta en los árboles isleños veleros de blancas velas que surcan por el mar nacen en sus almas los más hermosos versos pero nadie los escribe ni los quiere recitar calladas permanecen las caras en mi tierra la música, el folclor, los mitos que se mueren cubierta por la máscara del olvido que la aterra se ahogan entre sollozos por el olvido insistente. de “Senderos Chilotes” Edi Alvarado

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Este “relato a voces” de la comunidad de Chelín nos ha permitido reunir a las personas que por su avanzada edad no podían moverse de sus casas o que simplemente no tenían avenencias con alguno de sus vecinos. Así, esta reunión “literaria” nos permite suspender, por un instante, las diferencias para encontrarse en un relato mancomunado, como si de una “minga de recuerdos” se tratara. Si la memoria es un ejercicio que se hace desde la actualidad, bien vale la pena entenderla como un presente vivo y en desarrollo.


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