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2.1 Objetivos

2.2 Objetivos

De los siete ejes estratégicos se derivan una serie de objetivos que deberán guiar las estrategias de actuación para reforzar un modelo urbano más sostenible i habitable. El conjunto propositivo recoge y estructura los aspectos que se analizan en el sistema de indicadores.

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COHESIÓN SOCIAL

La cohesión social en el contexto urbano hace referencia al grado de convivencia entre los grupos de personas con rentas, culturas, edades o profesiones diferentes que viven en el municipio. Se propone actuar sobre la cohesión social en las tres áreas en las que se puede dividir el municipio en función de su grado de privacidad: espacios públicos, semipúblicos y privados. Todos ellos tienen diferentes potenciales de establecer relaciones sociales, diferentes pautas de contacto entre las personas. El ciudadano es el objeto central de estos espacios, los vive, se los apropia y de esta forma ejerce su derecho a la ciudad. La proximidad física entre equipamientos, viviendas, y actividad económica, la mezcla de diferentes tipos de vivienda y que estén ocupadas por todos los grupos sociales, la integración de barrios marginados a partir de la ubicación estratégica de elementos atractores, la provisión de transporte público para todos, la priorización del espacio urbano destinado a los peatones o la calidad del mismo en términos sonoros, de verde urbano o de contaminación atmosférica, la accesibilidad de todo el espacio público para personas con movilidad reducida, etc., son elementos clave para posibilitar cambios profundos hacia estilos de vida más sostenibles, y a la vez para no excluir a ningún grupo social y garantizar el desarrollo de una sociedad rica en interacciones y con una mayor estabilidad.

Acceso a la vivienda

La acción sobre la vivienda es un punto estratégico donde es necesario intervenir para asegurar la cohesión social de un territorio. Disponer de vivienda asequible es esencial para dar respuesta a las necesidades residenciales de la población que no puede acceder al mercado libre. Promocionar nuevas viviendas públicas asequibles, orientadas principalmente al alquiler. Evitar la sustitución de viviendas por otros usos y proteger los residentes más vulnerables. Favorecer el mantenimiento de la vivienda habitual y la posibilidad que los vecinos y vecinas puedan seguir viviendo en sus barrios; la población mayor y los jóvenes son los colectivos más vulnerables a la expulsión hacia otros barrios o municipios. La presión del turismo y otros usos no residenciales (oficinas o servicios) incrementa los precios y reduce la oferta de viviendas disponibles. Revertir los usos anómalos de la vivienda, principalmente la presencia de viviendas vacías en un contexto general de emergencia de vivienda y de necesidad de generar nueva vivienda a precios accesibles. Disponer de un parque residencial en buen estado para garantizar la calidad de vida de todos los residentes de la ciudad. Los problemas de mantenimiento de vivienda afectan especialmente las unidades de convivencia con menores

recursos, de manera que el aumento de las desigualdades socioeconómicas supone el aumento de las diferencias entre las condiciones residenciales. Proximidad y dotación de equipamientos y actividades esenciales Conseguir que toda la población, independientemente de sus características socio-demográficas, tenga a su disposición una dotación óptima de equipamientos para satisfacer las necesidades básicas: educación, salud, deporte, cultura, bienestar social, actividades comerciales de uso cotidiano. Además de la dotación, es necesario distribuirlos de forma adecuada. La distribución de los equipamientos en el territorio debe hacerse de forma que cualquier persona, yendo a pie, los tenga en un radio de 5 a 10 minutos, condición necesaria para garantizar la accesibilidad de cualquier grupo social. Una distribución equilibrada en el territorio fomenta que en un espacio de proximidad se sitúen diferentes equipamientos, lo que multiplica su intensidad de uso.

PROXIMIDAD DE USOS

Compacidad Garantizar la eficiencia y vitalidad urbana a través de tejidos residenciales compactos. Se podría decir que, a pesar de ser un parámetro puramente cuantitativo, es el punto de partida para generar una cierta calidad urbana. Para que los tejidos se conviertan en territorios donde se faciliten las relaciones sociales, comerciales, etc., es necesario que haya cierta intensidad física. Además, esta intensidad es también un elemento básico para favorecer la sostenibilidad de los tejidos, es decir, reducir el consumo de suelo y buscar la máxima eficiencia en el uso de los recursos naturales.

La intensidad edificatoria se ajusta a valores mínimos de edificabilidad, derivados de un cociente que vincula el volumen edificado y la superficie urbana del área de actuación. Se pretende reducir las distancias entre usos, espacios públicos, equipamientos y otras actividades para desarrollar patrones de proximidad para que los desplazamientos se realicen mayoritariamente a pie. Por este motivo, se propone establecer unos umbrales de compacidad, a los que tendrán que tender los diferentes tejidos residenciales: > 5 metros (volumen total edificado/ unidad de superficie) o el equivalente a una edificabilidad de > 1,5 m2st/m2s y < 2,25 m2st/m2s . A partir de aquí, se pueden determinan unas primeras medidas para aumentar o reducir la compacidad. Rehabilitación y regeneración urbana Delimitar áreas prioritarias de rehabilitación para asegurar la calidad del hábitat, poniendo el foco en las zonas con mayor necesidad. Establecer como prioritarios los procesos que promuevan el reciclaje de tejidos urbanos existentes, la recuperación de suelos en desuso en el interior de los ámbitos urbanos o los procesos de redensificación de suelos urbanizables de carácter disperso. La intervención en áreas de expansión urbana de carácter residencial se lleva a cabo cuando se ordenan bordes de tejidos urbanos o áreas de nueva centralidad, favoreciendo criterios de accesibilidad y atracción urbana.

Equilibrio urbano Equilibrar los usos entre la compresión (espacio edificado) y la descompresión (espacio público de uso ciudadano), eliminando las disfunciones e impactos de los tejidos excesivamente compactos y las disfunciones que vienen de tejidos excesivamente laxos, como los que se generan en el susburbio o zonas de baja densidad de viviendas. Para conseguir una ciudad competitiva es necesario tener una cierta “compresión”. Para mantener la ciudad en tensión se requiere tener una cierta compacidad que, cuando es excesiva, genera una presión de las mismas dimensiones. Para el equilibrio urbano, se ha comprobado que las ciudades con espacios públicos “suficientes”, destinado al relax, al contacto con la naturaleza… proporcionan una mayor calidad urbana y de vida. Para obtener una vida urbana “equilibrada” es necesario corregir la compacidad excesiva liberando espacio, hoy dedicado a la movilidad o a la edificación. Liberar espacio de la movilidad es más fácil que liberarlo de la edificación por razones obvias. En el otro extremo nos encontramos con tejidos excesivamente laxos, coincidiendo normalmente con el suburbio, sin tensión ninguna. La corrección viene de la mano de una mayor densidad que incremente la población y el número de personas jurídicas.

ESPACIO PÚBLICO HABITABLE

Garantizar un adecuado grado de habitabilidad para conseguir un espacio público saludable y confortable. Mejorar las condiciones del espacio público para conseguir espacios públicos atractivos, accesibles, seguros y cómodos. Favorecer un espacio público cómodo desde el punto de vista de la calidad del aire. Evitar, prevenir y reducir los efectos nocivos de las substancias contaminantes sobre la salud humana.

Crear un espacio público confortable acústicamente en el que la gran mayoría de la población esté expuesta a niveles de ruido por debajo de los niveles admisibles (< 65 dBA). Adoptar medidas para reducir el impacto acústico derivado de la propia actividad urbana: restringir el vehículo de paso, reducir la velocidad en las calles de uso prioritario peatonal, utilizar pavimentos fonoabsorbentes, entre otras medidas. Reducir el número de barreras físicas que inciden en los desplazamientos de las personas. Mejorar la accesibilidad de las personas con movilidad reducida. Aumentar la presencia de verde urbano. El verde urbano es una variable de atracción para el ciudadano. Crear paisajes sonoros ligados a los elementos naturales: avifauna, agua o vegetación en movimiento. Crear espacios vitales y dinámicos. La presencia de personas y actividades en el espacio público posibilita la interacción e intercambio entre ellas. Este elemento relacional fomenta los vínculos sociales y comerciales y genera espacios seguros (espacios ocupados durante la mayor parte del día).

ECONOMÍA DIVERSIFICADA

Equilibrio entre el uso vivienda y otros usos Desarrollar estrategias que multipliquen el número y la diversidad de sectores económicos, trabajando en red, permite afrontar los avatares del futuro, minimizando el impacto porque se aumenta la probabilidad de seguir caminos alternativos. Con dichas estrategias, la capacidad de adaptación de los sistemas urbanos se acrecienta y se reducen los efectos de las fuerzas que pudieran perturbarlo. Crear mixticidad de usos en los tejidos urbanos para incrementar la complejidad urbana y la calidad de vida. Tratar de conseguir un nivel de mezcla de usos que permita una vida cotidiana fácil en el entorno próximo es uno de los objetivos de un urbanismo más sostenible, que cumpla simultáneamente objetivos ambientales y sociales. Es clave asociar al espacio residencial los servicios de proximidad para la vida cotidiana: comercios y servicios del estado del bienestar (educación, salud, ocio, deporte, etc.), desincentivando, a su vez, las localizaciones extraurbanas de gran escala de estos servicios y equipamientos generadores de externalidades y mayores costes de instalación, mantenimiento y utilización por parte de los futuros usuarios. Una elevada complejidad, en áreas relativamente reducidas, permite acoger los servicios básicos para los residentes y también una parte importante de los puestos de trabajo locales. Evita viajes diarios y abandono de estructuras existentes. Los tiempos de viaje se reducen de forma significativa, incrementando la calidad de vida de una parte importante de la población que no tendrá que “malgastar” su vida de manera innecesaria. Este objetivo es fundamental, de igual modo, para abordar los retos de la conciliación entre la vida personal/familiar y laboral/profesional. Por todo ello, en una ciudad el número y la diversidad de personas jurídicas en general; y las personas jurídicas densas en conocimiento, en particular; son un indicador del potencial competitivo de la ciudad. La abundancia y diversidad de personas jurídicas densas en conocimiento son el mejor indicador del nivel de “inteligencia” alcanzado. También se propone crear nuevas áreas de centralidad en la ciudad existente, ubicando de manera planificada atractores de transporte, deportivos, culturales, sociales o económicos. La finalidad última es incrementar el nivel de complejidad urbana en áreas simplificadas. La extensión de la complejidad a la mayor parte de la ciudad consolidada es fundamental para la nueva estrategia competitiva. Turismo sostenible

Hacer compatibles los alojamientos turísticos de la ciudad con un modelo urbano sostenible basado en la garantía de los derechos fundamentales de acceso a la vivienda y la mejora de la calidad de vida de los vecinos (el descanso, la intimidad, el bienestar del vecindario y la calidad del espacio). Buscar el equilibrio urbano y la diversificación, que aseguren un encaje sostenible de la actividad turística, y específicamente de los alojamientos turísticos, con el resto de actividades de manera que la oferta de alojamiento turístico no se concentre en determinados barrios y suponga un porcentaje relevante en cuanto a la dotación de vivienda principal.

La actividad turística constituye una de las principales fuentes de riqueza que genera importantes beneficios de tipo económico y social. A pesar de ello, no es un sector de impacto “cero” sobre el medio ambiente y los recursos culturales de los destinos. El turismo debe ir acompañado de una gestión eficiente y adecuada porque puede tener el potencial de generar efectos negativos y perjudiciales para los recursos ambientales, el patrimonio cultural y sus habitantes.

ARTICULACIÓN TERRITORIAL

Potenciar los valores territoriales, actividad diferencial y mejorar la conectividad en transporte público intermunicipal. Potenciar y mejorar la conexión del municipio con sus recursos naturales a nivel físico, ambiental, cultural, deportivo y económico así como reducir los consumos e impactos ambientales y recuperar ecosistemas en desuso o abandonados.

Diversidad biológica Frenar la pérdida, deterioro o transformación de hábitats autóctonos, hecho que supone la destrucción del hábitat de miles de especies. Garantizar las conexiones ecológicas entre los espacios de valor, es decir, asegurar que la matriz territorial permita que la mayoría de especies presentes puedan mover potencialmente su población a través del territorio. Por ello es necesario preservar y mejorar la estructura y la funcionalidad de los espacios abiertos: potenciar la continuidad de los mismos, proteger los espacios de especial interés para la conectividad y evitar la formación de barreras.

Corredores verdes

Configurar una ciudad donde la infraestructura ecológica urbana esté conectada con el territorio periférico y aporte más servicios ambientales y sociales. Potenciar una ciudad donde se aprovechen todas las oportunidades para introducir la naturaleza y favorecer el contacto de las personas con los elementos naturales. Una ciudad más verde es una ciudad más saludable. Acercar la naturaleza a los espacios urbanizados a través de corredores verdes urbanos, es decir, franjas urbanas con presencia dominante de vegetación y un uso exclusivo o prioritario, de peatones y bicicletas. Estos ejes deben garantizar la conexión entre las distintas ‘manchas’ de verde de la ciudad a través de estructuras naturales, vegetación densa y pavimentos blandos y permeables. Esta red hace robusta y funcional la infraestructura ecológica. Renaturalización de los espacios urbanos Introducir la naturaleza en la estructura urbana con el propósito de aumentar el suelo capaz de sostener vegetación, reverdecer la ciudad y reducir el índice de impermeabilización a través de la recuperación de los suelos en desuso, la creación de cubiertas verdes y/o los huertos urbanos. El sistema verde de la ciudad está formado por la suma de todos los espacios, naturales o enjardinados, grandes o pequeños, públicos o privados, simples o complejos: espacios naturales abiertos, espacios fluviales, litoral, bosques, parques, jardines, huertos urbanos, cubiertas verdes, arbolado, espacios permeables y muros verdes.

MOVILIDAD SOSTENIBLE

Seguir avanzando hacia un modelo de movilidad colectivo más sostenible, eficiente, seguro, saludable y equitativo. Para ello es necesario adaptar el espacio urbano para garantizar un reparto más equitativo del espacio para los diversos medios de transporte, abriendo espacios de circulación para bicicletas, mejorando la red de bus y dando prioridad a las personas que se desplazan a pie, con la ampliación de aceras y calles pacificadas que ofrezcan confort y seguridad. Reducir la dependencia respecto al automóvil de forma que se invierta el crecimiento del peso del automóvil en el reparto modal y otros indicadores como el de pasajeros-Ha. o número de kilómetros recorridos a diario en automóvil. Incrementar las oportunidades de los medios de transporte alternativos. En equilibrio con el objetivo anterior, se trata de generar oportunidades para que los ciudadanos puedan andar, pedalear o utilizar el transporte colectivo en condiciones adecuadas de comodidad y seguridad. Aumentar la autonomía de los grupos sociales sin acceso al automóvil. Esto comportará necesariamente un cambio en la autonomía de niños, jóvenes, mujeres, personas con discapacidad, personas de baja renta, personas mayores y personas que simplemente no quieren depender del automóvil o de los vehículos motorizados. Evitar la expansión de los espacios dependientes del automóvil. Con el propósito de no hipotecar las posibilidades futuras de los medios de transporte alternativos es necesario frenar la expansión del urbanismo dependiente del automóvil, es decir, de los polígonos y urbanizaciones que no pueden ser servidos mediante transporte colectivo y redes no motorizadas. TRANSICIÓN AMBIENTAL

Hacia la autosuficiencia energética Buscar una mayor autosuficiencia energética a partir de la generación de energías renovables y la adopción de medidas de ahorro y eficiencia de los principales sectores consumidores: doméstico, servicios y equipamientos, movilidad, y la energía relacionada con los flujos másicos (gestión del agua y de los residuos). La energía debería ser planificada como un medio que impulsa un modelo territorial y de ciudad más sostenibles, un modelo que se articula con una nueva concepción de urbanismo, un nuevo modelo de movilidad, una nueva habitabilidad en la edificación y un nuevo régimen metabólico. La energía, como el agua, los materiales o el suelo, son recursos que no son neutrales en el proceso hacia la sostenibilidad. Para la reducción de la energía de uso en la edificación se debe tener en cuenta los sistemas pasivos incorporados en la misma construcción aplicando principios bioclimáticos: orientación, el propio diseño del edificio, el aislamiento de ventanas y muros, la protección solar en cubiertas y fachadas, el control de la ventilación e infiltraciones, entre otros.

Autosuficiencia hídrica con recursos próximos y renovables Preservar el ciclo hídrico a través de una gestión urbana centrada en tres ejes clave: calidad, garantía y eficiencia. La calidad del agua para abastecimiento urbano debe prestar atención a cuatro aspectos fundamentales: la seguridad biológica, la seguridad química, la mineralización y las características organolépticas. El primer objetivo para obtener determinada calidad en el abastecimiento es proteger las masas de agua para evitar el deterioro de su calidad contribuyendo así a reducir el nivel de tratamiento de purificación necesario para la producción de agua potable. Garantizar el abastecimiento excluyendo en la práctica la posibilidad de interrupciones o restricciones del suministro domiciliario es fundamental para el bienestar individual y social y para la economía. La eficiencia en el ciclo del agua está sujeta básicamente a dos grandes aspectos: el primero, optimizar la demanda de agua doméstica, comercial y pública y el segundo, a sustituir parte de la demanda por agua no potable procedente del ámbito urbano, mediante el aprovechamiento de las aguas marginales: aguas pluviales, aguas grises, aguas subterráneas y otras posibles fuentes vinculadas al entorno urbano. La autosuficiencia de suministro urbano con recursos cercanos y renovables es básica para la gestión del ciclo hídrico, tanto para el balance general, como para la reducción de los recursos y el impacto contaminante. Hacia la autosuficiencia de los materiales

Minimizar la generación de residuos, reutilizar y reciclar los residuos. La producción de residuos es uno de los indicadores más sintéticos para medir el grado de sostenibilidad de nuestras ciudades y metrópolis. La eficiencia en la gestión de los residuos se fundamenta en una reducción del consumo de recursos y en el cierre (máximo posible) del ciclo de los materiales. Considerar el sistema de recogida puerta a puerta como sistema preferente. Este sistema requiere la reserva en los interiores de los edificios y de las viviendas para el depósito de los residuos generados en 5 fracciones (papel, vidrio, envases, orgánica y rechazo) hasta el día de la recogida. Para los demás usos no residenciales, se dispondrá de espacios individuales o comunitarios para el almacenamiento fraccionado de los residuos generados. Reservar suelo para la creación de equipamientos públicos relacionados con el reciclaje, la reutilización, la reparación, etc. y con los flujos residuales no ordinarios (muebles, electrodomésticos, productos de bricolaje, etc) de origen doméstico y comercial. El dimensionado estará ligado a la masa crítica de usuarios potenciales y la localización espacial será cercana a la población (acceso a pie). Para el cierre del ciclo de la materia orgánica, se propone reservar espacios públicos y privados (espacios interiores de manzana, espacios verdes) para el compostaje de los residuos orgánicos. El compost generado se destina a unidades de huertos urbanos y/o abonado de parques y jardines locales. También se puede plantear la posibilidad de tratar la recogida selectiva de materia orgánica procedente del ámbito doméstico y otros grandes generadores, en una planta común de compostaje para destinarla a las explotaciones agrarias.

En las actuaciones de rehabilitación y nuevos desarrollos, minimizar el impacto de los materiales en los procesos constructivos mediante la utilización, preferentemente, de materiales renovables, reciclados y reciclables de origen local.

Transición hacia un municipio neutro en carbono Una ciudad es neutra en emisiones de CO2 cuando la energía que utiliza se produce con sistemas renovables, ofreciendo un balance final de cero de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Para ello se necesita: 1. Reducir la demanda energética de los distintos sectores (principalmente de la movilidad y del uso de los edificios). 2. Potenciar al máximo la generación de energías renovables. 3. Adquirir instalaciones de energía eléctrica a partir de fuentes renovables para compensar el déficit energético. 4. Gestionar el agua y los residuos de otro modo y e) valorar la capacidad de sumidero del municipio. Para reducir las emisiones de GEH per cápita es necesario reducir la movilidad en vehículo privado a motor, multiplicar la generación solar local y rehabilitar energéticamente aquellos edificios residenciales de más de 40 años. Como el cambio climático afecta a la salud y la calidad de vida, pero no afecta a todo el mundo del mismo modo, se debe priorizar, a través de medidas, a los colectivos más vulnerables al cambio climático. Garantizar el abastecimiento de agua y energía y el funcionamiento de servicios e infraestructuras críticas, evitar cortes de suministro a personas en situación de vulnerabilidad, mejorar el confort térmico en las viviendas y en el espacio público, reforzar la cohesión social, etc. son algunos ejemplos de medidas para hacer frente al cambio climático poniendo a las personas en el centro.

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