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4.2 Bloque B. Medio edificado
BLOQUE B. Ocupación del territorio
La ocupación de un territorio por la urbanización implica una desnaturalización del medio ambiente y, según la forma en que ésta se haya consolidado, se ejercerá una presión de diferente grado sobre los sistemas naturales. El estudio del territorio a través de indicadores como los de compacidad o densidad aporta una información completa y compleja sobre sus condiciones de sostenibilidad. Se trata de una radiografía territorial en la que a simple vista se detecta cómo se emplaza la edificación en el territorio y cuál es el tipo de uso del suelo que se establece. La forma de ocupar el territorio y de distribuir las viviendas determinará cuántas personas pueden habitarlo, y esa será la base del resto de dinámicas (de movilidad, económicas, sociales, etc.) que allí se desarrollan. Paralelamente, en los ámbitos con una componente urbana más intensa, la posibilidad de que ocupe el espacio una cantidad suficiente de personas de forma simultánea determinará, por ejemplo, la posibilidad de que sea viable un sistema de transporte público eficiente en lugar de que los desplazamientos se hagan en su mayoría en vehículo privado. También proporcionará la suficiente tensión urbana para que encuentren mercado un número determinado de actividades económicas, posibilitará que puedan establecerse un número crítico de contactos entre sus habitantes, o que puedan implementarse medidas que optimicen el consumo energético e hídrico. En el bloque de Ocupación del Territorio se ha evaluado el grado de sostenibilidad del sistema de ocupación del suelo en el municipio de Candelaria a una escala tanto territorial como urbana.
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CONCLUSIONES
La población de Candelaria se sitúa en la franja que va desde el nivel del mar a los 600 m. de altitud. Si hiciéramos una división estratigráfica por alturas podríamos comprobar cómo el 60% de la población municipal se concentra entre el litoral y la autopista TF-1, que es precisamente donde el carácter de la urbanización se da con mayor intensidad. El suelo clasificado como urbano ocupa prácticamente la totalidad de esta franja litoral, y se ramifica hacia las cumbres por los antiguos caminos rurales, hoy convertidos en vías circulables conectando los asentamientos agrícolas con el litoral. En el análisis basado en la malla territorial podemos comprobar cómo la continuidad del suelo urbano es prácticamente una realidad, con la excepción de Barranco Hondo. Pero esta situación se debe sin duda a las condiciones topográficas. El suelo urbanizable pivota principalmente en torno al eje de la autopista rellenando los vacíos que ha dejado el suelo urbano en su expansión lineal a lo largo de las vías de comunicación.
A las dos situaciones anteriores las acompaña, además de la clasificación de los antiguos núcleos agrícolas -hoy con una actividad menguada- una meteorización de la vivienda en al suelo rústico, que cobra un carácter más residencial que de soporte a la actividad del sector primario. A lo largo de los últimos 30 años el análisis efectuado atestigua cómo el suelo agrícola ha sufrido dos fenómenos de sustitución paralelos: por una parte el de la renaturalización, en gran parte por el abandono de los cultivos y el surgimiento espontáneo de la vegetación natural; por otro lado la transformación en suelo urbano del suelo que antes albergaba actividad primaria, sobretodo en Igueste, Puntalarga, Icerse, Barranco Hondo y Brillasol. Uno de los principales problemas que presenta a nivel urbano el crecimiento acontecido en la últimas décadas, es la falta de intensidad en la ocupación. Las operaciones de
extensión urbana adolecen de una muy baja densidad de viviendas, y por tanto de población. La excepción a esta norma se observa en las intervenciones de conexión del casco de Candelaria con Las Caletillas en el ámbito de la Rambla de Los Menceyes. El fenómeno de falta de densidad -o intensidad-, viene indisociablemente acompañado de carencias en complejidad urbana, que producen una gran dependencia del vehículo privado para atender a las necesidades básicas de la población. En el transcurso de este análisis se ha hecho una clasificación no normativa de la urbanización en función de la proximidad de la edificación, y su capacidad de acoger un número crítico de personas según los estándares establecidos por el profesor Hernández Aja1, definiendo una población mínima de 5000 habitantes para una entidad de barrio. En función de esto, se ha clasificado en continuo urbano del municipio del Candelaria en cuatro ámbitos de proximidad, con la edificación a 10, 25, 50 y 100 metros de distancia. Para los objetivos de este análisis hemos considerado como ámbitos eminentemente urbanos aquellos que presentan una proximidad de entre 10 y 25 m. El resultado refleja, de nuevo, la división que existe entre la parte del municipio que se sitúa entre la autopista y el litoral, y el resto del municipio. Pero vuelve a revelar la formalización de una continuidad urbana que se extiende prácticamente por todo el territorio habitado, aunque las condiciones de ocupación del suelo no acompañen el fenómeno en lo que se refiere a las mejores condiciones de urbanización del espacio público. En lo que se refiere a los índices de medida de la intensidad de la construcción la lectura es semejante, pero con la salvedad que en términos de máximos, las edificabilidades asignadas al planeamiento tampoco resuelven las situaciones de falta de complejidad urbana, más bien tienden a generalizarlas y extenderlas por un territorio que crece -o implosiona- principalmente sin orden y con poco control. En la secuencia cronológica de ocupación del suelo municipal podemos comprobar cómo la edificación rellena gradualmente los intersticios existentes entre los núcleos históricos de población, de una forma poco ordenada y en intervenciones puntuales desgajadas de estos.
El equilibrio necesario entre usos y residencia también presenta carencias, dándose ámbitos de muy baja intensidad de actividades en relación a la vivienda, o situaciones de concentración excesiva de las primeras. Esta circunstancia refleja una falta de continuidad de la actividad que repercuta en la proximidad de los servicios al lugar de residencia de la población, o en la calidad y habitabilidad del espacio público en lo que a seguridad y actividad cívica se refiere. Las proporciones urbanas entre espacio público y parcelación privada se revelan adecuadas para los parámetros estimados de lo que sería una ciudad compacta, sin embargo el destino de este presenta carencias en relación principalmente a la cobertura vegetal en el viario público, faltando espacio de sombra en la mayor parte de la trama urbana. Y por otra parte en los equilibrios del espacio destinados a la convivencia cívica de los habitantes y a la circulación motorizada y el estacionamiento. También se ha estudiado la dotación de espacios de estancia por habitante, resultando que también se dan carencias de manera global en el municipio, observándose grandes desequilibrios entre zonas. En lo que se refiere a la cobertura de los espacios de estancia se han contabilizado las playas como parque por suponer un espacio de descompresión en el medio urbano, aunque esta decisión sea cuestionable. De ahí los altos niveles de cobertura que arrojan los resultados. En este sentido se deberían enriquecer las fuentes de información y realizar análisis comparativos entre ambas situaciones.
1 La Ciudad de los Ciudadanos. A. Hernández Aja et al. Madrid 1997. Versión on-line: http://habitat. aq.upm.es/aciudad/