Libro Economias de Recoleccion

Page 1

“Creo que la recolección va en descenso, si éstos de las ‘forestales’ [empresas forestales] han explotado mucha ‘montaña’ [bosque], lo que es [bosque] nativo y entonces, eso mismo ha ido permitiendo que disminuya lo que es el crecimiento del fruto (…) ha ido disminuyendo lo que es la parte de árbol nativo, hay partes que la han ‘rozado’ [quemado] completamente y luego después le plantan pino o eucalipto (…). Aquella gente que vivía en esos lugares ya no vive, porque las mismas forestales se han encargado de echarlos del lugar, es como que se han tomado el terreno y la gente ha tenido que buscar por otros lados no más, muchas veces las han obligado hasta a vender el terreno para poder forestarlo…” (Ariel S.). “La mayor disminución de bosque nativo de los últimos treinta años corren por cuenta de las empresas forestales y no por explotación de leña…” (Luis C.).

Carlos Patricio Zúñiga Jara

Hasta la primera mitad del siglo XX la recolección tenía rendimientos bastante más generosos que en la actualidad y se complementaba en un ordenado calendario estacional con agricultura y ganadería de subsistencia, caza y pesca. Las transformaciones medioambientales, cambios en la propiedad de la tierra y fundamentalmente, los cambios económicos irán limitando la reproducción de esas estrategias de sobrevivencia. Este libro presenta una aproximación a las diversas manifestaciones socioculturales y económicas en torno a la recolección en La Araucanía. De las múltiples posibilidades de esta región exploramos en la recolección, acopio y comercialización de piñones, digüeñes, nalcas, changles, cochayuyos y camarones de vega; Leña y carbón.

Rdeutas Renecolección La Araucanía Carlos Zúñiga Jara

Formado en Historia y Geografía por la Universidad de Concepción. Diplomado en Ciencias Políticas Aplicadas Universidad de La Frontera-CEADE-Universidad de Chile. Magíster en Ciencias Sociales Aplicadas, Universidad de La Frontera-Université Paris XII Val de Marne. Estudios de doctorado en “Estudios de las Sociedades Latinoamericanas” Universidad ARCIS. Actualmente se encuentra desarrollando el doctorado en “Procesos Sociales y Políticos Latinoamericanos” en la Universidad ARCIS. Ha ejercido docencia en pre grado y post grado en distintas universidades nacionales. En investigación ha trabajado en temas educativos, históricos y económicos. En los últimos años ha desarrollado trabajos sobre las transformaciones políticas y socioculturales en Chile. Desde la historia oral ha explorado en los cambios culturales durante el siglo XX en La Araucanía.



C. Ahumada

C. Ahumada

C. Ahumada

A. Casanueva

N. Sanhueza

M. C. Valverde

A. Serri

J. Jara


Carlos Patricio Zúñiga Jara Rutas de Recolección en La Araucanía. Edición: Fondart Nacional, Línea de Investigación y Estudio para el Fomento de la Artes. 2011-2012 Folio N° 17237-5 Nº de Registro de Propiedad Intelectual: 224.830 ISBN: 978-956-351-716-3

Co investigación: Andrés Casanueva N. Investigadora ayudante: Rossana Rojas V. Corrección de estilo: María Elena Campos S. Pamela Parada P.

Diseño, portada y diagramación: Rodrigo Díaz A. Fotografías: Julio Jara W. Andrés Casanueva N. Maria Cristina V. Clara Ahumada A. Romina Almonacid Nayua Chahuán Nicol Sanhueza D. Ana Serri S.

© Carlos Patricio Zúñiga Jara

1ª Edición 700 ejemplares Imprenta PRINTUS Temuco-Chile 2013


Para María, Carla, Constanza, Isis y Florencia. Amanda y Alonso. Yolanda y Rigoberto.

“El error consistió en creer que la tierra era nuestra cuando la verdad de las cosas es que nosotros somos de la tierra…” (Parra, 1983).

“... Bajo los volcanes, junto a los ventisqueros, entre los grandes lagos, el fragante, el silencioso, el enmarañado bosque chileno... Se hunden los pies en el follaje muerto, crepitó una rama quebradiza, los gigantescos raulíes levantan su encrespada estatura, un pájaro de la selva fría cruza, aletea, se detiene entre los sombríos ramajes. Y luego desde su escondite suena como un oboe... Me entra por las narices hasta el alma el aroma salvaje del laurel, el aroma oscuro del boldo...” (Neruda, 1974: 4).



Índice PRIMERA PARTE 7 Presentación 11 Introducción 17 Criterios Metodológicos

27 36 44 48

SEGUNDA PARTE La Araucanía. Breve Bosquejo Histórico Economías y Territorio Economía Informal Economías Campesinas

TERCERA PARTE 57 Economías de Recolección 75 Rutas de Recolección 78 La Ruta del Piñón 97 La Ruta del Digüeñe 112 La Ruta del Camarón 131 La Ruta de La Nalca 151 La Ruta del Changle 171 La Ruta del Cochayuyo 186 La Ruta del Carbón 200 La Ruta de La Leña

229 00 00 00 00

CUARTA PARTE Comentarios Glosario Toponimia Mapa Bibliografía y Fuentes



Presentación

La recolección es la estrategia económica más antigua de la humanidad. En la Región de La Araucanía fue fundamental para la sobrevivencia de los mapuches. Más tarde, con la ocupación del territorio por campesinos criollo-mestizos, constituyó y, probablemente aún constituye, una estrategia complementaria a la agricultura o ganadería de subsistencia. Durante los siglos XIX y XX observamos a las economías de recolección ligadas a economías campesinas, sin embargo, desde las últimas décadas del siglo XX, en la medida en que disminuye la población rural, la recolección se transforma en parte de las estrategias de subsistencia para hombres y mujeres instalados en las ciudades y pueblos de La Araucanía, en un itinerario de sobrevivencia donde se incorpora como alternativa junto a otras actividades propias de la economía formal o no formal.

Presentación

En este libro presentamos los resultados de una investigación sobre economías de recolección en La Araucanía, desarrollada durante los años 2011 y 2012 como parte del Proyecto FONDART Nacional: “Rutas de Recolección. Una Aproximación al Patrimonio Cultural Inmaterial desde las Economías Locales de la Región de La Araucanía”, correspondiente a Línea de Investigación y Estudio para el Fomento de la Artes. Folio N° 17237-5.

7 Primera Parte


Hasta la primera mitad del siglo XX la recolección tenía rendimientos bastante más generosos que en la actualidad y se complementaba en un ordenado calendario estacional con agricultura y ganadería de subsistencia, caza y pesca. Recolección, pesca y caza serán estrategias económicas viables hasta las últimas décadas del siglo XX. Las transformaciones medioambientales, cambios en la propiedad de la tierra y fundamentalmente, los cambios económicos instalados por el neoliberalismo irán limitando la reproducción de esas estrategias de sobrevivencia.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Para entender este proceso desarrollamos una investigación desde la perspectiva de la historia oral, recogiendo los testimonios de más de cuarenta hombres y mujeres vinculados a actividades de recolección, acopio y comercialización, de un listado pre establecido de productos. Tomamos como eje la ciudad de Temuco, donde confluyen las manifestaciones económicas formales y no formales de toda La Araucanía. Desde los relatos aportados por estos informantes identificamos las dinámicas económicas, culturales y sociales asociadas a la recolección. Para esta investigación elegimos dos tipos de circuitos; uno, referido a productos comestibles; y otro, a productos no comestibles. Para los productos comestibles distinguimos: piñones, digüeñes, nalcas, changles, cochayuyos y camarones de vega. Para los productos no comestibles: leña y carbón.

8

Del análisis de los registros obtenidos de nuestros informantes nos queda la impresión que las actividades de recolección están destinadas a desaparecer, tanto por la privatización de la tierra, como por los cambios medioambientales. Desaparecerán junto con las experiencias de vida de las personas y los grupos que se dedican y/o se han dedicado -en algunos casos por siglos- a la recolección de un determinado producto, es decir, desaparecerán como patrimonio cultural inmaterial. En este libro presentamos una aproximación a las diversas manifestaciones socioculturales en torno a la extracción, en lo que hemos denominado “rutas de recolección”, entendiendo a éstas como parte del patrimonio cultural inmaterial de La Araucanía. Indagamos en la transmisión generacional del conocimiento y su relación con las identidades locales. Registramos algunos productos de recolección abandonados en la actualidad y exploramos en los rituales de recolección que aún se mantienen. Desde los

Primera Parte


informantes, establecemos las conexiones con los mercados locales y regionales y abordamos las causas de la gradual desaparición de los productos de recolección Ordenamos este texto en cuatro apartados. En la primera parte explicamos los criterios generales de la investigación. En la segunda parte nos referimos a generalidades de la historia regional y a la compleja relación entre las distintas economías que se manifiestan en La Araucanía. En la tercera parte abordamos las explicaciones sobre las características de las “rutas de recolección” estudiadas. En el último apartado planteamos una reflexión a propósito de recolección y agregamos un glosario, un registro de toponimia y un mapa, cerrando el texto con la bibliografía e identificación de las fuentes. Un trabajo de estas características sólo es posible con la cooperación de muchas personas dada la cantidad de informantes, relatos, territorios visitados, registros, etc. Sin esa colaboración habría sido imposible resolver las complejidades que nos presentó esta investigación.

Frente a mis dificultades con el mapudungun para la elaboración del glosario y toponimia, agradezco la colaboración de Margarita Kalfío M., Marcelina Punoléf M., Juana Ester Cayulef L., María Alicia Hulipán P. y Maricela Calfumán H. Debo indicar que los errores que pudieran subsistir en esos apartados son de mi exclusiva responsabilidad.

Primera Parte

Presentación

Quisiera agradecer la ayuda de Andrés Casanueva por la realización de entrevistas y sugerencias al borrador. A Rossana Rojas por su apoyo en la transcripción y realización de algunas de las entrevistas, además de hacer observaciones sobre el borrador. A Francisca Morales, Clara Ahumada, Estefani Parra, María Cristina Valverde, Camila Torres, Valeska Tapia, Patricia Henríquez, Cristián Avendaño y Henry Andrade por su apoyo en la realización de entrevistas. A Valeska Yubini por su colaboración en la transcripción y realización de algunas entrevistas. A Alejandra Arratia, María José Bustamante y Carla Zúñiga quienes me ayudaron en la transcripción de parte importante del material recopilado. Mis agradecimientos también a Ana Serri, Rose Pacheco y sus respectivas familias por su cooperación en la gestión de algunas entrevistas.

9


Hago extensivos mis reconocimientos a Marcelo Zúñiga López de “Constructora Santa María”, por su apoyo en la realización de varias de las actividades de terreno efectuadas con motivo de esta investigación. Debo agradecer en forma especial a Luis Henríquez Jaramillo, Tomás Austin Millán y Jaime López González por las observaciones y sugerencias hechas al borrador. Mi reconocimiento a los informantes por su generosidad al compartir vivencias y esperanzas: Augusto Aguilera, Aída Álvarez, Abelino Antileo, José Antío, Luis Campos, Uberlinda Campos, Alejandrina Campos Pereira, Cristián, Irlanda Castro, Lorenza Castillo, Teodoro Cheuquelaf, Edelmira, Vanessa Fuentes, Luis Guzmán, Susana Higueras, Rodrigo Huircán, Manuel Inostroza, Héctor Lara, Juan Lienan, María1, María2, Julio Morales, Mariela Muñoz, Rita Obreque, Salvador Olivera, José Painel, Elisa Painemal, Nancy Peñailillo, María Rodríguez, Lucía Millanao, Paula Soto, Remigio Torres, Luis Alberto Ulloa, Nancy Ulloa, Fernando G., y Cristián Valenzuela.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Finalmente, quisiera agradecer a los representantes de Fondart en Temuco por la colaboración prestada para solucionar mis torpezas administrativas.

Escrito en las cercanías de Vilcún durante el invierno y la primavera de 2012

Carlos Zúñiga Jara

10 Primera Parte


Introducción

Desde el año 1975 la inversión del capital transnacional se diversificará, incorporando otros sectores productivos, no sólo la minería como en épocas anteriores, ampliando garantías legales y márgenes de ganancia. Desde la década del 80’ se construye un sujeto, un paisaje y un imaginario nuevo. Mercado y consumo actuarán sobre los sujetos. Inversión extranjera, mercado y competitividad lo harán sobre el paisaje. El modelo chileno se erige sobre dos pilares fundamentales: la explotación de los recursos naturales -y por lo tanto la depredación del medio ambiente- y nuevas condiciones de disciplinamiento social impuestas desde el Estado para favorecer ciertas condiciones de mercado.

Primera Parte

Introducción

En un trabajo publicado recientemente (Zúñiga, 2011b) analizábamos para Chile los efectos del diseño sociopolítico neoliberal sobre la cultura. La argumentación giraba en torno a la instalación de nuevas formas de ver y entender el mundo asociadas al modelo neoliberal, con efectos sobre las formas de vivir en sociedad y sobre el paisaje. La condición más destacable del modelo neoliberal es haber funcionado como diseño sociopolítico, modificando efectiva y sustancialmente los “sentidos comunes” de los chilenos. Sus definiciones como sujeto social, político y económico.

11


“Un sociólogo latinoamericano decía que Chile era un país privilegiado para estudiar a Foucault, se podría decir por la hegemonía de los discursos de poder-saber en el campo social económico y otros. Es así que el pensamiento y los modelos neoliberales, desprestigiados y cuestionados en toda América Latina, gozan en Chile de buena salud, y constituyen el sentido común de las elites. No se considera “políticamente correcto” hacer la crítica de la teoría y la modernización neoliberal, sea porque se la ve como la única vía posible a la modernidad y el desarrollo, sea porque se la considera inmodificable, y es mejor no hablar de lo que se cree que nada ni nadie puede modificar…” (Vergara y Elizalde, 2002: 2-3).

Rutas de Recolección en La Araucanía

Para La Araucanía, las marcas visibles de la presencia del modelo neoliberal se observan en las plantaciones forestales de pino y eucaliptus o, en años más recientes, en las plantaciones frutícolas, que han desplazado al milenario bosque nativo, a las praderas para ganado y a las planicies sembradas de trigo. Las marcas urbanas también son evidentes. En las ciudades y pueblos de La Araucanía el comercio era una empresa familiar con fuerte presencia árabe y alemana. Las antiguas tiendas de ropa, las ferreterías y los almacenes de barrio han sido asfixiados por la presencia del capital transnacional. El viejo almacén, ícono del esplendor comercial de pueblos y ciudades durante las primeras décadas del siglo XX, se encuentra en peligro de extinción a manos de las cadenas de supermercados. Hasta la década del 70’ el perfil de la economía formal en La Araucanía era forestal (asociado a la explotación del bosque nativo), ganadero y triguero. Por lo tanto, el empleo formal lo proporcionaban las haciendas ganaderas, trigueras y forestales además del comercio y en forma más marginal, la pequeña y mediana industria y la burocracia estatal. Como consecuencia de la instalación del modelo neoliberal ese perfil cambia. En forma más tardía, con respecto a la Zona Central, esta región se descampesiniza gradualmente, generando una constante migración hacia ciudades y pueblos. Simplificando la argumentación, podríamos decir que, hoy por hoy, las estrategias formales de sobrevivencia están vinculadas crecientemente al capital transnacional. Esos son los cambios visibles, aquellos relacionados con los efectos del tardocapitalismo sobre la economía formal.

12 Primera Parte


Las preguntas que instalamos en esta investigación se refieren a los cambios invisibles, aquellos que no están relacionados directamente con el modelo primario exportador y, por lo tanto, quedan fuera de los circuitos investigativos. Se constituyen en problema para la política y en simple anécdota para los mass media. Asumiendo la complejidad que abordamos, establecemos un par de variantes conceptuales (que pudieran ser generalizables para analizar el resto del país), necesarias a nuestro juicio para entender la recolección en su diversidad de matices económicos y socioculturales. Para la Región de La Araucanía identificamos dos tipos de economías: Una economía formal, capitalista, que en sus distintas manifestaciones se subordina a la burocracia estatal y una economía no-formal, donde ubicamos las distintas modalidades que asumen las economías campesinas, de recolección y la economía informal. La característica común que observamos en todas las manifestaciones no formales es su insubordinación constante con las exigencias burocráticas del Estado. Ambos tipos de economía se instalan sobre el territorio sin establecer exclusiones claras. Tenemos, por cierto, los límites que impone el sistema político: normas, reglamentos y leyes. Prohibiciones que apuntan básicamente a coartar el desarrollo de las prácticas no formales. Sin embargo, más allá de las prohibiciones, los sujetos concretos se desplazan de un tipo de economía a otro de acuerdo a su conveniencia.

¿Qué tienen en común el “conchavador” del siglo XVIII (León, 1991), los “regatones” de la colonia (Salazar, 2003), el “falte” del siglo XIX - y las primeras décadas del siglo XX- y los “vendedores ambulantes” de inicios del siglo XXI? Todos se mueven en la economía no-formal, estableciendo articulaciones funcionales con la economía formal -en algunos, casos más nítidos que en otros-

Primera Parte

Introducción

Así, por una parte, están las prácticas propias del capitalismo y el Estado chileno que en este territorio tiene algo más de cien años. Y por otra, las prácticas económicas que heredan tradiciones centenarias por ejemplo, el trueque ha formado parte de las usanzas mapuche durante cientos de años y ha sido parte de las rutinas de los campesinos de La Frontera desde hace más de ciento cincuenta años. Lo mismo ocurre con el sistema de medierías, los acuerdos de palabra, etc.

13


mezclando en sus transacciones relaciones monetarias, trueque y medierías. Este ámbito no-formal nos plantea complejidades adicionales. En algunas de las situaciones revisadas observamos que la condición que define esa manifestación económica es la costumbre, más que el costo beneficio. En otros casos observamos que las dinámicas económicas y socioculturales corresponden a manifestaciones de la economía no formal, pre capitalista, pero monetizada.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Otra complicación que nos surge al analizar los relatos recopilados se relaciona con el concepto “pre-capitalista”, que aparece habitualmente en la bibliografía para describir condiciones de (casi) todos los grupos humanos previas al capitalismo. Grupos que hipotéticamente “evolucionarían” hasta alcanzar el capitalismo (Quijano, 2000), (Mignolo, 2007a), (Mignolo, 2007b) y (Barbetta, 2012). El concepto nos parece insuficiente para describir condiciones socioculturales y estrategias económicas pasadas y presentes de campesinos y recolectores. Por lo tanto, para caracterizar alguna de sus prácticas económicas incorporamos el término “no capitalistas”, que nos remite a otra economía, con dinámicas, historicidad y lógicas distintas. Debemos agregar, sin embargo, que para algunos informantes pudiera ser aplicable la categoría “pre-capitalista”. En el último capítulo retomaremos estas ideas a la luz de los relatos.

14

Para configurar un panorama -al menos general- sobre la investigación que aquí presentamos, hemos consultado una amplia bibliografía que incluye trabajos desde la historia, economía y antropología, además de la revisión de cine documental para abordar aspectos culturales. Como sobre nuestro tema específico la bibliografía es escasa, hemos tenido que apelar a nuestro propio trabajo investigativo, replanteando algunos conceptos desarrollados en investigaciones anteriores (Ahumada & Zúñiga, 2010), (Zúñiga, 2011) y (Zúñiga, 2011a) y recurriendo a algunas de las investigaciones de tesis que hemos guiado y que nos permiten alguna aproximación a las “rutas de recolección”. La mayor contribución de la Historia al conocimiento de lo que desde 1974 se llama “Novena Región de La Araucanía”, se refiere a temas relativos al Pueblo Mapuche. Destacamos aquí las contribuciones de José Bengoa (1984; 1985; 1992 y 1999);

Primera Parte


Jorge Pinto (1988; 1992 y 2000); Sergio Villalobos (1995); Ricardo Ferrando (1986), entre otros, con trabajos que revisan los siglos XVI al XIX fundamentalmente. Debemos indicar que las investigaciones sobre el siglo XX son incipientes. Al respecto podemos citar nuestro reciente trabajo sobre la vida cotidiana en el siglo XX (Ahumada & Zúñiga, 2010), nuestra compilación sobre historia de La Araucanía en el siglo XX (Zúñiga, 2011), un interesante artículo de Leonardo León (2007) sobre la vida cotidiana en La Araucanía durante las primeras décadas del siglo XX y los nuevos aportes de Jorge Pinto (2009 y 2010), clarificando aspectos demográficos de La Araucanía durante el siglo XX y junto con Mathías Órdenes (Pinto & Órdenes, 2012) su revisión sobre la economía regional durante el siglo XX. Sobre economía informal, la documentación es bastante extensa, destacamos aquí sólo un par de títulos: El trabajo de Hernando de Soto (1987), a estas alturas un clásico en el tema; (Ball, 1999), (Cooper, 2002) y (Ghersi, 2005). En esta investigación abordamos algunos aspectos del problema de la informalidad económica en la comuna de Temuco, como redes sociales, capitales culturales y capitales económicos.

En términos estrictos, sobre recolección y patrimonio cultural inmaterial no hemos encontrado bibliografía, por lo tanto, los datos que manejamos sobre el tema son producto de nuestras propias indagaciones. Sin embargo, para el caso de los productos de recolección que hemos denominado comestibles: “camarón de vega”, digueñes, nalcas y changles hemos encontrado referencias a sus usos culinarios y a los contextos culturales de su consumo, en tres documentales de Alejandro Novella: “Mujeres cuidadoras de semillas” (2001), con alusiones a productos de recolección y sus aplicaciones culinarias tanto tradicionales como para alta cocina. Información más dispersa pero igualmente interesante

Primera Parte

Introducción

Sobre la situación de las ferias libres, mencionamos en forma recurrente la “Feria Pinto” de la ciudad de Temuco, identificándola como eje de la comercialización de los productos de recolección. Para entender las dinámicas históricas de este problema revisamos el texto de Gabriel Salazar (2003) sobre ferias libres. Para el caso de Temuco sólo tenemos el aporte de Davinson y Ketterer (2006), un trabajo sobre aspectos culturales y económicos de mujeres feriantes.

15


encontramos en “La Ruta del Huevo Azul” (2005) y en “Ruralizando Ciudades” (2003). Para el caso de piñones y cochayuyos, podemos mencionar los aportes de Francisco Gedda y Juan Carlos Gedda, quienes por medio del cine documental han registrado valiosos aspectos culturales de la recolección de dos de los productos más emblemáticos de este territorio: “Los Hombres del Cochayuyo” (Gedda J. C., 1997) y “Los Últimos Pehuenches” (Gedda F., 1987). Aunque corresponde a otro territorio, agregamos a nuestra revisión “Los Camaroneros de Ñiquén” (Gedda J. C., 1995). Sobre la Región y sus características, destacamos el trabajo de Manuel Gedda Ortiz (2011). Hemos tenido a la vista la segunda edición, donde con una cuidada fotografía revisa cultura, flora y fauna en La Araucanía. Mención aparte merece la inestimable ayuda de internet para resolver grandes o pequeñas dudas.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Sobre lo que denominamos productos no comestibles: carbón y leña, la bibliografía es igualmente escasa. Sobre leña, podemos mencionar una compilación de artículos editados por Burshel, Hernández y Lobos: “Leña. Una fuente energética renovable para Chile” (2003). De esta compilación destacamos un texto sobre leña y medio ambiente (Muñoz & Yañez, 2003) y fundamentalmente el artículo de Álvaro Bello (2003) que aborda aspectos socioculturales de la recolección, producción y uso de la leña en La Araucanía. Sobre carbón nos remitimos a nuestras propias indagaciones, especificadas en páginas anteriores.

16 Primera Parte


Criterios Metodológicos

Consideramos, entonces, identificar los circuitos territoriales de las rutas de recolección; conocer las dinámicas económicas, culturales y sociales asociadas a la recolección; indagar en la transmisión generacional que se mantiene en las rutas de recolección identificadas; establecer las rutas como parte de la identidad local y del patrimonio cultural inmaterial; conocer las historias y tecnologías que implican estas actividades; conocer la ritualidad de las rutas de recolección; identificar productos de recolección abandonados en la actualidad; y, entender las conexiones de los productos de recolección con el mercado local y regional. Para el desarrollo de este trabajo hemos tenido a la vista una variada bibliografía metodológica: (Valdés, 1981), (Taylor & Bogdan, 1986), (Bengoa, 1992), (Bengoa, Márquez, & Aravena, 1999), (Márquez & Sharim, 1999), (Piña, 1999), (Cornejo, 2006), (Cornejo, Mendoza, & Rojas, 2008) y (Veras, 2010), bibliografía en la que hemos tomado orientaciones para resolver nuestro diseño

Primera Parte

Criterios Metodológicos

Las preguntas de investigación que nos planteamos, buscan entender para La Araucanía ¿cuáles serán las manifestaciones socioculturales en torno a las “rutas de recolección”?, entendiendo a éstas como parte del patrimonio cultural inmaterial. Además de comprender ¿cómo funcionan las conexiones económicas formales y no formales de las “rutas de recolección” identificadas?

17


metodológico. En una perspectiva más teórica, hemos seguido a (Burke, 2001), (Prins, 2001), (Salazar, 1999), (Salazar, 2006) y (Sharpe, 2001). Estas últimas lecturas corresponden a nuestra intención de enfocar esta investigación desde la historia oral. Para abordar nuestro problema de investigación, establecimos ciertas definiciones y categorizaciones sobre la recolección en La Araucanía.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Cuando nos referimos a “rutas de recolección” estamos pensando en la conexión entre los circuitos territoriales de recolección y los mercados locales. Específicamente la conexión que se establece entre los distintos territorios de la Región de La Araucanía y la ciudad de Temuco. Salvo un par de excepciones, explicadas en los apartados correspondientes, todas las dinámicas económicas y socioculturales abordadas corresponden a esta relación territorial.

18

Identificamos operacionalmente dos tipos de circuitos: productos comestibles y productos no comestibles. Para el contexto de esta investigación definimos como productos de recolección comestibles a aquellas frutas, hongos, crustáceos y algas endógenas que se recogen artesanalmente en La Araucanía con propósitos de consumo y/o comercialización y que se originan en un contexto económico no formal. Aquí distinguimos los que consideramos más representativos de la recolección en este territorio: piñones, digüeñes, nalcas, changles, cochayuyos y camarones de vega. Por otra parte, definimos como productos no comestibles a aquellos elementos de elaboración artesanal en un contexto económico no formal, destinados a proveer de energía doméstica con propósitos de autoconsumo y/o comercialización: leña y carbón. Si bien no son productos de recolección propiamente tales, los consideramos en nuestro listado por considerar que cuentan con una lógica económica y cultural similar a los productos antes descritos. Para entender estas conexiones, tomamos como eje de la comercialización la ciudad de Temuco, donde confluye la recolección de los distintos espacios de La Araucanía: costa, depresión intermedia y cordillera andina. El enfoque metodológico aplicado es cualitativo, ya que nuestro interés fue indagar en la forma en que los sujetos resuelven y organizan su vida por medio de la recolección, a fin de identificar

Primera Parte


estas prácticas como parte del patrimonio cultural inmaterial. Por medio de este marco metodológico, pudimos indagar desde la memoria y la historia oral, en las manifestaciones socioculturales de las “rutas de recolección”, con una mirada centrada en la experiencia de los/las involucrados(as) en la recolección, acopio y comercialización de los productos identificados.

Los “relatos de vida” nos permitieron entender, desde los sujetos, las dinámicas socioculturales y económicas en torno a la recolección: temporalidad de la actividad, cantidad de personas involucradas, importancia de la extracción para la economía doméstica, circuitos territoriales, conexiones con la economía formal, relaciones costo beneficio, estrategias de comercialización, circuitos, redes, etc. Estos registros nos entregaron una perspectiva sobre cambios medioambientales y nos permitieron entender la relación entre las variaciones de la recolección y los cambios políticos, además, de una mejor comprensión de las articulaciones existentes entre las economías campesinas y la recolección. En algunos casos, con aquellos informantes con menos disponibilidad de tiempo, realizamos “entrevistas en profundidad”, con las que complementamos los dichos obtenidos en los “relatos”. Para la recolección de productos comestibles, la diferencia entre búsqueda, acopio y comercialización no es muy nítida. En algunos casos encontramos personas que realizan el proceso completo,

Primera Parte

Criterios Metodológicos

La recopilación de información fue realizada por medio de “relatos de vida” y algunas “entrevistas en profundidad”. Esto nos permitió “…captar aquello que escapa a las estadísticas, a las regularidades objetivas dominantes, a las determinantes macrosicológicas. Este enfoque hace accesible lo particular, lo marginal, las rupturas, los intersticios y los equívocos que son elementos clave de la “realidad” social…” (Cornejo, 2006). Identificamos informantes calificados relacionados con cada una de las etapas que integran las “rutas de recolección”: búsqueda, acopio y comercialización. Hombres y mujeres que se desempeñaran en algunas de las actividades de recolección identificadas, durante al menos tres años, y que en alguna de las etapas se conectaran con la ciudad de Temuco. Usando las viejas sugerencias de Taylor y Bogdan (1986), un informante nos llevó a otro y éste a un tercero. La búsqueda de esos informantes nos obligó a realizar entrevistas en distintas localidades de la Región.

19


en cambio, en otros registros se observan diferencias entre la recolección, su almacenaje y comercialización. Para el caso de la recolección de productos no comestibles, los registros sobre leña nos muestran diferencias más marcadas entre la recolección, elaboración, acopio y comercialización. En cambio, en la elaboración de carbón eso se vuelve difuso. Cada “ruta” nos presentó complejidades diferentes para el acceso a los informantes. En algunos casos los registros se realizaron en la ciudad de Temuco; en otros casos, los informantes fueron entrevistados en Tirúa, Nueva Imperial, Melipeuco, Curarrehue, Lonquimay o Vilcún. Con algunas “rutas” no tuvimos mayores dificultades; y con otras, los potenciales informantes se mostraron reacios a comentar sus vivencias. Para indagar sobre recolección de piñones, digüeñes, nalcas, changles, cochayuyos y camarones de vega, utilizamos “relatos de vida” y, en algunos casos, “entrevistas en profundidad”, por ejemplo, con algunos vendedores de la “Feria Pinto”.

Rutas de Recolección en La Araucanía

La recolección de leña la abordamos por medio de “relatos de vida”. Para el caso del carbón identificamos los territorios donde se produce el carbón que se consume en Temuco y realizamos una serie de “entrevistas en profundidad” con los encargados del proceso de producción, transporte y comercialización.

20

Como se trata de una investigación cualitativa, consideramos cierta flexibilidad en la identificación de los informantes1. Preliminarmente consideramos, al menos, tres informantes por cada etapa del proceso de recolección, sin embargo, en la medida 1 Una de nuestras preocupaciones en el trabajo de campo fue la relación con los informantes. Los entrevistadores explicaron el propósito de las entrevistas y el destino de los registros obtenidos, es decir, las consideraciones relacionadas con el “consentimiento informado” (Cornejo, Mendoza, & Rojas, 2008). La mayoría de los informantes se identificaron con sus nombres completos, unos pocos sólo con el nombre de pila y un informante que no se identificó. En esta perspectiva con algunos informantes (fue imposible realizarlo con todos) hicimos una devolución, es decir, entregamos una copia escrita de su “relato de vida”. Una situación no considerada fue la dificultad para conseguir algunos registros. Por decirlo de alguna forma, hay ciertas “rutas” que se encuentran saturadas de investigación; han sido recurrentemente abordadas por documentales y prensa, lo que ha generado bastante reticencia en los potenciales informantes que no han visto ninguna ventaja en el otorgar entrevistas. Consideran que esas ventajas son para los investigadores o documentalistas. Por lo tanto, han optado por cobrar por hora de entrevista (cifras no menores).

Primera Parte


en que avanzamos en los registros encontramos una complejidad mayor a la prevista. En la mayoría de los informantes encontramos mezclas, es decir, podían desarrollar varias de las actividades como parte de sus estrategias de subsistencia. Incluso, eventualmente podían desarrollar actividades dentro de la economía formal. No encontramos recolectores especialistas.

En esta parte del proceso, para algunos casos, tomamos la opción narrar la “ruta” desde la perspectiva de un solo informante. Así, por ejemplo, para la leña consideramos que un “relato” en particular tenía mejores rendimientos que otros. Nos permitía aproximarnos a la descripción del proceso y a la identificación de los múltiples oficios y actores (los dueños de los predios donde se recolecta la leña, los encargados de cortarla y ordenarla, los camioneros que la recogen y comercializan, los peonetas y los encargados de trozar y picar la leña). Algo similar nos ocurrió con la “ruta del cochayuyo”, razón por la que también decidimos organizar la narración por medio de un solo “relato de vida”. Finamente, construimos un texto en lo que consideramos un juego de subjetividades. Recogimos distintas versiones relacionadas con la experiencia de los informantes sobre los diferentes productos 2 El criterio del arduo trabajo de edición fue respetar el relato y el habla de los informantes, sin embargo, en algunos casos tuvimos que intervenir los textos para facilitar su lectura, indicando entre corchetes el significado del modismo o el sentido de la aplicación de ese modismo en el contexto de la narración. Para un oído entrenado o un lugareño, el habla campesina resulta comprensible, pero en la medida que nos alejamos de esas pautas culturales, la cantidad de barbarismos y modismos dificultan la lectura.

Primera Parte

Criterios Metodológicos

Una vez reunido un extenso material cualitativo, correspondiente a más de cuarenta informantes, nos abocamos a ordenar y editar los registros2. Construimos el “relato de vida” de una treintena de informantes, (excepto en los registros correspondientes a “entrevistas en profundidad”). Con este material organizamos dos corpus: uno correspondientes a los “relatos de vida” y el otro a las “entrevistas en profundidad”. Enseguida procedimos a “interrogarlos”, identificando las continuidades y discontinuidades de las diferentes miradas de los informantes para explicar cada una de las etapas de la recolección. Con la pretensión de que nuestro aprendizaje sobre la recolección se subordinaba a los dichos de los informantes, procedimos a organizar una narración sobre cada una de las “rutas”.

21


de recolección. Entendiendo que, “…los relatos de vida no son ni la vida misma, ni la historia misma, sino una reconstrucción realizada en el momento preciso de la narración…” (Cornejo, Mendoza, & Rojas, 2008: 35). Ese texto, nuestra versión de las rutas, lo contrastamos con distintas fuentes. Revisamos cronistas, viajeros, naturalistas, académicos y poetas. Con fragmentos de esas versiones armamos las explicaciones sobre cada “ruta”, nuestra interpretación subjetiva y parcial de lo que consideramos una “ruta de recolección”.

Rutas de Recolección en La Araucanía

En palabras de José Bengoa, las interpretaciones “… son siempre interpretaciones. Son atisbos de esa realidad multifacética que va a ser percibida por un otro, en un discurso lleno de intencionalidades… que van a ser manejados y manipulados. Y finalmente, atisbos puestos en el papel de una manera determinada según las necesidades, también determinadas, de las reglas del sistema académico…” (1992: 9).

22 Primera Parte



M. C. Valverde

A. Serri


A. Casanueva

Segunda Parte



La Araucanía. Breve Bosquejo Histórico

Desde fines del siglo XVI, después de la derrota española en Curalaba (1598) la conquista de La Araucanía comienza a hacerse inviable: la escasez de mano de obra y el agotamiento progresivo de los lavaderos de oro transforman la empresa de conquista del territorio mapuche en una aventura poco atractiva en términos económicos. Lo anterior, sumado a los violentos levantamientos armados de los indígenas, terminan por constituir una dinámica frontera ubicada en el río Bío-Bío, que limitará las áreas de influencias de españoles y mapuches (Zúñiga, 1992). Este río, “se convirtió en una barrera natural que fijó un tipo de contacto, característico de los espacios fronterizos, en este caso, entre una sociedad europea en tránsito al capitalismo y otra nativa basada en una economía agroganadera de tardío desenvolvimiento…” (Pinto, 1988: 22) 3 En lo sucesivo toda alusión a la “Región”, “La Araucanía” o “La Frontera”, tiene como referencias las provincias de Malleco y Cautín. Sin embargo, debemos aclarar que la noción de espacio que presentamos acá no necesariamente coincide con las divisiones político administrativas, sino más bien, con dinámicas económicas y culturales que a veces pueden desbordar los límites instalados desde la burocracia estatal.

Segunda Parte

La Araucanía. Breve Bosquejo Histórico

La Araucanía3 se nos presenta como un espacio especialmente complejo para el análisis. Su configuración espacial y sus procesos históricos, sociales y económicos han sido, desde su origen, particularmente diferentes a los del resto del país.

27


Producto de este contacto, la economía mapuche sin mayores alteraciones hasta el siglo XVIII, se transforma, al decir de José Bengoa (1985), en una economía ganadero-señorial. “… El sistema económico basado en la recolección de frutos, en la caza y en la pesca y en pequeñas plantaciones de hortalizas, fue reemplazado por una economía fundamentada en el ganado vacuno, ovejuno y caballar. Las “huacas”, “ovichias” y “cauellos”, son tres especies que revolucionan la economía mapuche…” (Bengoa, 1985: 48). En la segunda mitad del siglo XVIII, el comercio fronterizo entre los habitantes de Chile y mapuches floreció con una fuerza que no tenía precedentes en los siglos previos (León & Villalobos, 2003), lo que permitió una temprana convivencia entre mapuches y mestizos venidos de la zona central. Tal como lo argumenta Leonardo León (1991), desde el siglo XVII la relación entre estas dos sociedades se organiza en torno a un nuevo tipo de guerra, “la maloca”4 y un complejo comercio por medio del “conchavo” que involucrará un extenso territorio, desde la costa del Pacífico a la costa del Atlántico.

Rutas de Recolección en La Araucanía

El intercambio económico supuso nuevas complejidades,

28

“…el territorio indígena del siglo XVlll era más grande que la Araucanía histórica… comprendía no sólo un espacio más amplio, sino que estaba ocupada por un mundo tribal más complejo. Por estas razones, no se puede argumentar que la historia de las relaciones fronterizas en la región penquista agota la historia de las relaciones hispano-araucanas durante el siglo XVIII. Las tribus que aparecen envueltas en los intercambios fronterizos de Concepción durante el siglo XVlll son los pehuenches de la montaña, que comerciaban y transaban con los hispanos criollos de Los Ángeles, Laja y Chillan, los costinos que visitaban los fuertes, reducciones y misiones de la región 4 Leonardo León (1991) plantea como sinónimos “malón” y “maloca”: invasión, empresa depredatoria de corta duración destinada a capturar prisioneros o propiedades. “Las malocas se diferenciaban de las guerras hispano-indígenas, tanto por el número reducido de conas que participaban de ellas, como por el carácter selectivo de sus objetivos: los ataques de los maloqueros no estaban dirigidos contra los fuertes o guarniciones fronterizas, sino contra las estancias ganaderas. Otros rasgos distintivos fueron su corta duración, su intensidad logística y su periodicidad. A diferencia de las guerras ordinarias, las malocas eran ataques sorpresivos durante los cuales los guerreros se dedicaban al saqueo, al robo y a la destrucción, capturando mujeres, niños y, sobre todo, ganados y caballos para huir más tarde dejando tras sí un rastro de desolación y muerte…” (1991: 21).

Segunda Parte


Desde el siglo XVII hasta el siglo XIX, La Araucanía se constituye en un Espacio Fronterizo, “… erigido sobre la base de relaciones sociales mantenidas en la zona de contacto de las dos sociedades que se enfrentan a través de la línea divisoria y distinguible por comportamiento y actitudes peculiares de las personas y grupos sociales que están allí…” (Leiva, 1984: 19). Un lugar de complejas mezclas culturales entre los elementos materiales y simbólicos del imaginario indígena y el imaginario hispánico5. “Entre sus rasgos distintivos está el hecho de ser no solamente un frente pionero, sino que ha sido un área en expansión y contracción donde la existencia de los pueblos nativos ha jugado un papel de primera magnitud por el volumen de la población (…). El fenómeno fundamental es el roce de los pueblos y culturas, que en acciones y reacciones va dando origen a una nueva realidad…” (Villalobos, 1995: 11-12).

5 Con algunos préstamos tomados de Néstor García Canclini (1997) identificamos la existencia de tres imaginarios, a modo de esquema explicativo: Imaginario Indígena, Imaginario Hispánico e Imaginario Republicano. Cada imaginario tiene sus componentes materiales y simbólicos, los que definen su particular forma de organizar las relaciones sociales, institucionales, políticas y económicas -y a partir de esto- sus formas de ocupar el espacio. Identificamos como componentes de cada “imaginario” un universo material y un universo simbólico, es decir, los artefactos y la base cognitiva que permite la existencia de esos artefactos, además de la forma en que ambas cuestiones se relacionan. En este esquema consideramos que los componentes materiales y simbólicos se expresan permitiendo construir sujetos, territorios y formas de habitar particulares. Entendemos que los límites de los imaginarios son difusos, estableciendo mezclas, fracturas, conexiones y yuxtaposiciones en un juego de destrucción, invisibilización y encubrimiento. Los elementos materiales y simbólicos de los imaginarios aparecen, desaparecen o emergen resignificados, constituyendo hibridaciones y sincretismos.

Segunda Parte

La Araucanía. Breve Bosquejo Histórico

de Arauco y Concepción y algunos linajes llanistas asentados en el valle central, al sur del río Biobío. Los huilliches transitaban por las fronteras de Valdivia y llegaron hasta los nuevos establecimientos españoles del río Negro a partir de la década del 70. El mapa étnico incluía, además, a los chiquillanes, aucas, tehuelches, serranos, pampas, puelches y ranquelches, naupaches, moluches y cuncos. Algunas de estas tribus habían sido araucanizadas o estaban en proceso de araucanizarse y no siempre participaban de la convivencia pacífica. La oposición de intereses entre las diversas etnias produjo disensiones y guerras que los hispano-criollos manipularon con habilidad hasta transformar algunos segmentos tribales en valiosos aliados de las armas imperiales. En este sentido, los pehuenches y costinos fueron desde principios del siglo XVlll los más fieles auxiliares del ejército del Rey y se convirtieron rápidamente en expertos del intercambio fronterizo…” (León, 1991: 16).

29


El espacio Fronterizo tenía características particulares, no pertenecía ni al mundo tribal mapuche ni al mundo estatal, hispánico o republicano, se mantenía autónomo con sus propios códigos y ethos, mezclando elementos culturales, económicos y materiales provenientes de ambas sociedades (León & Villalobos, 2003). “La Frontera Mapuche en Argentina y Chile fue una franja territorial autónoma, en la cual ni mapuches, ni argentinos, ni chilenos, lograron ejercer el poder de forma hegemónica, ni estuvieron en condiciones de imponer su cultura sobre los demás actores sociales. Geográficamente, la frontera correspondía a la zona marcada por fuertes, villas y pagos que señalan el fin del espacio controlado por el Estado y el comienzo de lo que se denominaba barbarie o país de indios…” (León & Villalobos, 2003: 23). En palabras de Arturo Leiva,

Rutas de Recolección en La Araucanía

“…el mundo fronterizo no puede ser tomado, sin embargo, como una adición de grupos y sus correspondientes grados de diferenciación interna. El significado más amplio, la definición de lo que pasa diariamente en la frontera, muestra que lo que se está allí manifestando, es una persistente influencia araucana muy marcada y casi preponderante. La frontera, culturalmente definida, está más “aindiada” o cercana a los indios que penetrada de influencias de la sociedad de tipo occidental, aunque los propios indios estacionados allí no correspondan tampoco a los tipos “puros” que podrían hallarse más al interior…” (1984: 21).

30

En este espacio, entonces, se constituye un heterogéneo mundo social. “La gama de sujetos que surgen en ese contexto es riquísima y variada: del mundo popular rescatamos a vagabundos, bandoleros y jornaleros, peones y asentados, milicianos y desertores, colonos aislados, misioneros, viajeros y cautivos. Del mundo tribal surgen lonkos, ulmenes, capitanejos e indios de chusma, provenientes de tribus que componían el complejo mosaico étnico de pampas y Araucanía. Desde el punto de vista de la economía, el comercio, el trueque, el contrabando y el cuatrerismo, aparecen como expresiones características del intercambio ilegal y clandestino que surge en este espacio…” (León & Villalobos, 2003: 31-32).

Desde 1850, con el gradual avance del Estado chileno sobre los territorios mapuches, se produce la desintegración de este espacio.

Segunda Parte


El ingreso de grandes contingentes de colonos, la fundación de ciudades y el establecimiento de un nuevo orden económico provocan la necesaria configuración de un nuevo espacio, que reemplaza al espacio fronterizo. Hasta la época de la incorporación de la Araucanía por el Estado chileno, la llamada “Pacificación de La Araucanía”, los mapuches poseían uno de los ámbitos geográficos más extensos ocupados por indígenas en América, se distribuían desde la costa del Pacífico hasta la del Atlántico. En Chile, se ubicaban entre el Bío-Bío y el Toltén y en Argentina desde Mendoza por el norte, hasta Río Negro por el sur.

“…hasta 1850 los grupos dirigentes que controlaban el país no tenían interés por el espacio ocupado por los mapuche y que iba desde el río Imperial al Toltén. Con el foco de atención centrado en el norte y en las haciendas del valle central, no requerían la incorporación de nuevos territorios. Las cosas cambiaron a partir de la segunda mitad del siglo XIX, gatillado por factores externos e internos. Entre los externos destaca la mayor demanda de alimentos derivada del aumento de la población mundial y las transformaciones provocadas por el aumento en la demanda de materias primas provocada por la Segunda Revolución industrial, situación que impulsaba la ‘ocupación de los espacios vacíos’…” (Escalona, 2011: 48).

Con una perspectiva similar, Jorge Pinto Rodríguez señala: “…a modo de hipótesis quisiéramos sugerir que el país se habría apropiado de esa zona; la Araucanía, hasta entonces en poder de los mapuches, debido a la crisis que afectó a su economía entre 1857 y 1861. La crisis habría obligado al país o mejor dicho a los grupos dirigentes a buscar una salida que no comprometiera la plataforma básica en torno a la cual había girado nuestra economía (las exportaciones), encontrando los feraces campos de aquella región, un territorio capaz de elevar la producción agrícola y estrechar los lazos con el mercado argentino...” (1992: 1).

Segunda Parte

La Araucanía. Breve Bosquejo Histórico

Diversos historiadores han señalado que la ocupación de La Araucanía a fines del siglo XIX se debió, fundamentalmente, a causas económicas. Las nuevas condiciones que imponía el capitalismo mundial impulsaron a los países periféricos a desarrollar adaptaciones frente a los requerimientos de las potencias centrales. De esta forma, se explica que…

31


El Estado chileno con el fin de viabilizar su economía6, ocupa militarmente la Araucanía. Se enfrentan, una sociedad tradicional ganadero-señorial (Bengoa, 1985) con una sociedad moderna con una agresiva economía liberal. Los mapuches, una vez incapacitados de ofrecer resistencia militar, fueron asimilados por el Estado chileno incorporándolos, directa o indirectamente, a su modelo exportador.

Rutas de Recolección en La Araucanía

La relación del pueblo mapuche con el Estado chileno, como minoría étnica subordinada y dependiente, comienza después de la derrota militar de 1881, la ocupación de Villarrica en 1883 y el inicio del proceso de reducción territorial. El Estado chileno comenzó a integrarlos, quitándoles su movilidad natural por medio de su establecimiento en reducciones. Entre los años 1884 y 1929 se desarrolló el proceso de radicación, reducción y entrega de títulos de merced (Bengoa, 1999). “Los territorios fueron declarados de propiedad fiscal y el Estado otorgó una merced de tierra a las familias…” (Bengoa & Valenzuela, 1984: 16).

32

La reducción transformó social y económicamente a los mapuches, imponiendo, además, cambios políticos y culturales. La sociedad mapuche se vio reducida en su espacio productivo y reproductivo, debiendo cambiar costumbres, hábitos productivos y sistemas alimentarios, transformándose de una sociedad ganadera a una de pequeños campesinos pobres. “La campesinización forzosa… transformó al indígena en ignorante. El sabio Ulmen de la sociedad indígena independiente desconoce los mecanismos y vericuetos de la sociedad huinca que se les impone…” (Bengoa, 1985:367). 6 Consideramos que la incorporación de nuevas tierras a este modelo primario exportador, permitió a los grupos dirigentes la mantención de una particular estructura social, pre capitalista hacia adentro y capitalista hacia afuera, en una condición similar a la desarrollada con la hacienda. A nuestro juicio, lo que constituye la capacidad fundamental de la hacienda para resistir el impacto del capitalismo, es la condición de doble articulación que desarrolla. La hacienda se articula hacia adentro con el mundo señorial y hacia afuera con el mundo capitalista. El eje de esta doble articulación será el dueño de la hacienda, el “patrón”. Desde un punto de vista capitalista es el único trabajador, pues sus relaciones económicas están monetizadas. La hacienda se conecta con un precario mercado interno y con el modelo exportador. Hacia el interior de la hacienda las relaciones económicas no están monetizadas, sino que están mediadas por vínculos de dependencia. El espacio de incertidumbre que entregaba la economía señorial a los hacendados les permitía sobreponerse a los embates del mercado. Debido a la escasa inversión, el riesgo de un debacle hacendal era mínimo. Esta articulación resultaba funcional para ambos sistemas. Se mantendrá en el tiempo hasta que el capitalismo necesite abrir los espacios hacendales al mercado.

Segunda Parte


Desde fines del siglo XIX, tras la derrota, el pueblo mapuche inicia un largo proceso de resistencia frente a las propuestas del EstadoNación chileno7. El Estado implementó diversas estrategias para asimilar a los mapuches a la cultura nacional, principalmente a través de la educación, misiones y el servicio militar, sin embargo, éstos se replegaron en sus comunidades desarrollando una cultura de resistencia. Las familias pasan a formar el centro de la actividad económica, siendo la comunidad reduccional un nuevo espacio de reproducción cultural, reafirmación de identidad e intercambio de los principales bienes de esta pauperizada sociedad (Bengoa, 1985). “Al ser encerrados en pequeños retazos de tierras, debieron cambiar su sistemas de producción. La tecnología de manejo ganadero, de carácter extensivo, fue aplicada en pequeñas superficies, generalmente colinas, que rápidamente se sobretalajearon y erosionaron, perdiendo buena parte de su valor productivo. Ya en 1910, los ‘protectores de indígenas’ veían con preocupación el rápido deterioro de los suelos de las comunidades. No había una cultura agrícola de pequeños propietarios productores, cuidadosa de la mantención y mejoramiento de sus pequeños recursos, sino por el contrario, ganaderos extensivos que al ser recortados, seguían haciendo más o menos lo mismo en pedazos insuficientes de superficie…” (Bengoa, 1985:364). 7 Los mapuches, a diferencia de otras etnias, fueron capaces desde muy temprano de estructurar socialmente sus demandas. Apenas 30 años después de la derrota militar desarrollan las condiciones políticas para interpelar institucionalmente al Estado chileno a través de organizaciones reconocidas por éste.

Segunda Parte

La Araucanía. Breve Bosquejo Histórico

Los hombres perdieron su rol de productores y de ganaderos. En este sentido la movilidad territorial, elemento distintivo de su cultura, les generaba una representación de sí mismos altamente valorativa y una noción de mundo más amplia. La transformación de ganaderos a agricultores no sólo debe ser leída como una drástica alteración económica sino, además, como una especie de colapso representacional. El hombre de la tierra que va adonde quiere, el que viajaba regularmente a la pampa Argentina, etc., es drásticamente limitado por la reducción (Zúñiga, 2002). “Por razones externas, de fuerza, se terminó el tiempo de los grandes jinetes, de los viajes a Argentina, las aventuras en la cordillera que transformaban a los jóvenes en verdaderos hombres y guerreros, los famosos viajes que pueblan el recuerdo y el imaginario mapuche… la variedad de alternativas propias se empobreció de súbito …” (Bengoa, 1999: 63).

33


Para Bernardo Berdichewsky, “…el Pueblo Mapuche como comunidad étnica, al ser incorporada compulsivamente a la sociedad chilena, cambia no sólo social y económicamente, sino también culturalmente al convertirse en subcultura de la sociedad global. La cultura tradicional mapuche se modificó en su forma como en su contenido pero, sobre todo, cambió su función al aparecer también como una cultura de resistencia, o sea, en cuanto actuaba como un mecanismo de defensa ante la discriminación. Como toda cultura, ella también cumple una función social de preservar el grupo pero, además, juega un rol de rechazo de la discriminación racial y de reforzamiento de la cohesión y la identidad, tomando en este caso un carácter de ideología...” (1973: 74).

Rutas de Recolección en La Araucanía

Las tierras de La Araucanía fueron repartidas entre colonos nacionales y colonos europeos. Bengoa y Valenzuela (1984) estiman que éstos recibieron más de cinco millones de hectáreas, en tanto los mapuches recibieron algo más de medio millón de hectáreas. “Los mapuches fueron ‘arrinconados’ en tierras pequeñas y de mala calidad, dejando los valles de mayor aptitud agrícola para la colonización (…) el mapuche vio limitado violentamente el territorio económico y, por lo tanto, se encontró imposibilitado para desarrollar la actividad agrícola ganadera a la que estaba acostumbrado…” (Bengoa & Valenzuela, 1984: 40).

34

El siglo XX, en este territorio, estará marcado por la presencia del Estado y las nuevas condiciones que impone el capitalismo. Instituciones, migraciones, infraestructura ferroviaria y vial, crecimiento de las ciudades, etc. “Desde fines del siglo XIX, lo que tenemos en La Araucanía es la configuración de un nuevo espacio, distinto al Espacio Fronterizo que se construyó entre los siglos XVII y XIX instalado sobre la base de relaciones sociales; primero, entre españoles y mapuches; y, después de la independencia, entre chilenos y mapuches (…). Este nuevo espacio se configura, por una parte, a partir de la instalación del Estado chileno y de las nuevas dinámicas, relacionadas con la presencia de los aparatos represivos y persuasivos propios de éste. Y por otra, con las nuevas conexiones que se establecen entre el territorio y el capitalismo en expansión. Caminos, puentes y nuevas ciudades; explotaciones agrícolas y forestales irán transformando el paisaje. Instituciones y leyes, iglesias y escuelas irán cambiando lentamente las prácticas culturales (…).

Segunda Parte


El siglo XX en La Araucanía es un siglo complejo, en donde se entrecruzan los afanes modernizadores del Estado chileno con las lógicas tradicionales de los distintos grupos humanos distribuidos a lo largo y ancho de la vieja Frontera. Lógicas y articulaciones estrictamente capitalistas se mezclan y se alimentan con lógicas económicas pre-capitalistas y no capitalistas. Por una parte tenemos… un exitoso ingreso de este territorio al siglo XX, en términos de crecimiento poblacional y económico. Y por otra, tenemos comunidades campesinas que hacia 1930 ó 1970 desarrollan prácticas socioculturales más propias del siglo XIX que del siglo XX. Convive la prosperidad de unos pocos -construida sobre la base de la explotación de los recursos naturales y el comercio-, con la pobreza de la mayoría…” (Zúñiga, 2011: 9-10).

La Araucanía. Breve Bosquejo Histórico

Las nuevas condiciones que impone el capitalismo necesitaban mejores comunicaciones para permitir un expedito tráfico de mercancías y personas y mejor infraestructura. Crecen las ciudades, mejorando gradualmente la conectividad entre ellas. El progreso vial se produce a contar de la década del sesenta. A lo anterior, se agregan los nuevos grupos humanos que se incorporan a lo largo del siglo XX a la trama social ya existente: italianos, boers, alemanes, franceses, suizos, árabes, etc.

35 Segunda Parte


Economías y Territorio

Rutas de Recolección en La Araucanía

La Araucanía se presenta en el contexto nacional con diversas particularidades que la constituyen en un territorio de difícil comprensión y análisis, siendo catalogada por algunos como una región desarticulada en la que es difícil identificar el eje económico y los grupos sociales que se desarrollan en torno a él (Pinto, 1988). En tanto, otros sostienen que se trata de una región desequilibrada (Flores W., 1988), es decir, con un desarrollo asimétrico de la relación espacio-economía- sociedad. Para Luis Henríquez Jaramillo hay tres factores estructurales que explicarían la situación de precariedad de la Región: la explotación de recursos naturales, la pobreza y el conflicto étnico. “Al revisar las cuentas regionalizadas -que están desde inicios de los años 60’- uno se da cuenta que la Región de La Araucanía sigue creciendo, casi todos los años sin excepción, por debajo de promedio del resto del país. Cuando se hace un análisis de las causas, lo que algunos estudios indican, es que los sectores de la economía predominantes en la Región de La Araucanía son los sectores de bajo crecimiento, es decir, hay un problema estructural. Cuando se hace una comparación del punto de vista de la productividad de esos mismos sectores con el resto del país, además, ocurre que nosotros tenemos

36 Segunda Parte


menos productividad. Entonces, el problema no es solamente de mejorar la productividad… Hasta donde tenemos datos -al menos los últimos cincuenta años- observamos un desempeño por debajo del resto del país. Si vemos los proyectos político-económicos que ha habido en todo ese espacio de tiempo, nos damos cuenta que ninguno de los modelos o de los programas económicos han sido capaces de romper esta tendencia. Si uno hace el ejercicio de analizar la Región, por ejemplo desde el enfoque del ‘Desarrollo Sustentable’, nos damos cuenta que los problemas de inequidad, los problemas sociales, etc. se arrastran del momento de la incorporación de La Araucanía al resto del país, con la reducción del pueblo mapuche y todo el correlato que eso implica…” (Luis Henríquez, 2012).

De acuerdo a los indicadores oficiales, la Región de La Araucanía, es una de las más pobres del país. Con un PIB para el año 2006 de 1.431.395 (en millones de pesos del 2003) lo que representa un exiguo 2.6 del PIB nacional. La pobreza total asciende a un 20.1 % muy superior a la media nacional que es de 13.7 % (INE).

La actividad ganadera se concentra en los bovinos, caprinos, ovinos y porcinos con presencia en la producción industrial y ganadería de subsistencia. La pesca y la minería no son relevantes dentro de la economía regional. La industria forestal tiene una presencia significativa, fundamentalmente en las comunas de la provincia de Malleco con la explotación de pino y eucaliptus. El turismo es considerado como una de las actividades con mayor potencial regional, aun cuando, por ahora, se concentra en dos comunas (Villarrica y Pucón). Sin embargo, las posibilidades de la expansión de la actividad turística a otras comunas se ve limitada por la presencia de otras actividades económicas como la forestal. En los últimos años tenemos el crecimiento de la fruticultura

Segunda Parte

Economías y Territorio

Las actividades económicas más destacadas son las silvoagropecuarias que concentran alrededor de un 50% de la fuerza laboral regional. Los cultivos principales son: avena, cebada, centeno, trigo, lupino, raps, maravilla, remolacha y papa, entre cultivos industriales y agricultura de subsistencia.

37


con el desarrollo de una agroindustria relacionada con el cultivo de arándanos, berries y frambuesas, por mencionar los más significativos. Los datos anteriores se traducen en una heterogénea población compuesta por: criollo- mestizos (inmigrantes chilenos llegados de la zona central) población de origen mapuche y descendientes de colonos extranjeros: italianos, boers, alemanes, franceses, suizos y árabes. Lo que sumado a los aportes más recientes, venidos de otras latitudes (chinos, coreanos, etc.) nos han configurado un panorama multicultural. En este complejo escenario social, económico y territorial, que se construye a lo largo del siglo XX, nos llama la atención la presencia de la recolección en un contexto de agresiva expansión del Estado y del capitalismo.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Desde las últimas décadas del siglo XX, la instalación del modelo primario exportador ha modificado las condiciones de las distintas economías presentes en La Araucanía, cambiando sustancialmente a la economía formal y generando nuevas condiciones para las articulaciones con las economías no formales. Pese a esto, observamos una fuerte presencia de manifestaciones no-capitalistas.

38

A continuación bosquejamos algunas explicaciones en las que retomamos y profundizamos conceptos planteados anteriormente (Zúñiga, 2011a). En términos económicos, desde el siglo XVI hasta la actualidad, Chile va a moverse bajo tres modelos: Un modelo de “Crecimiento Hacia Afuera”, que se extiende desde la llegada de los españoles hasta 1929, (lo que hoy llamaríamos una economía primario exportadora) con ciclos asociados a productos que permitieron la conexión directa o indirecta de Chile con los mercados mundiales. Un breve ciclo “fundacional” en torno a la extracción de oro en lavaderos (que posibilitará la justificación de la empresa de Pedro de Valdivia); dos ciclos “hacendales”, con la exportación de cueros, sebo y carne seca a Potosí (siglos XVII y XVIII), las breves bonanzas trigueras del siglo XIX vinculadas a los mercados de California y Australia. Y los ciclos “mineros” asociados a la explotación de oro, plata, cobre y salitre (siglos XVIII, XIX y XX). Desde 1929

Segunda Parte


hasta 1973 la economía chilena se organiza bajo un modelo de “Crecimiento Hacia Adentro”, a través de una Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI). Después del “Golpe Militar” (1973) la economía se ordena nuevamente bajo un modelo de “Crecimiento Hacia Afuera” (Zúñiga, 2011b). La ocupación de La Araucanía por parte del Estado chileno, se hizo en un contexto económico de “Crecimiento hacia afuera”, a fin de incorporar estos territorios al modelo primario exportador. Desde 1900 hasta mediados de la década del 1970, lo que tenemos en La Araucanía es la configuración de un nuevo espacio, distinto al espacio fronterizo. Este nuevo espacio se configura a partir de la instalación del Estado Chileno y de las nuevas dinámicas relacionadas con la presencia de los aparatos represivos y persuasivos propios del Estado8. “Hacia 1900 el Estado chileno se había instalado definitivamente en la región. La vieja economía fronteriza, sustentada en el intercambio asimétrico entre una economía tribal y otra en transición al capitalismo, empezaba a languidecer para dar paso a otra de características diferentes. Ciudades emergentes, obras públicas, casas comerciales que movilizaban fuertes capitales, bancos y una masa abigarrada de sujetos que llegaba a la región para compartir su suerte con los antiguos moradores de la Araucanía…” (Pinto, 2011: 98).

En un trabajo más reciente, el propio Pinto identifica dos ciclos económicos para la primera mitad del siglo XX. Un ciclo expansivo de 1900 a 1930 y un ciclo de contracción económica de 1930 a 1960…

8 El Estado por medio del monopolio del poder (ideológico, político y económico) propone un ordenamiento de la sociedad sobre un territorio determinado a través de aparatos burocráticos, jurídicos, persuasivos y represivos. Esto se traduce en leyes, burocracia, fuerzas armadas y policía; además de imponer el tipo de comunicación, educación y religión permitidas bajo su dominio.

Segunda Parte

Economías y Territorio

En el análisis de Pinto, a principios del siglo XX el crecimiento poblacional de La Araucanía era el más alto del país “…superando a todas las demás, con la única excepción de Aysén y Magallanes, cuyo peso en la población total del país era muy pequeño…” (2011: 99).

39


“…durante la primera mitad del siglo XX es posible distinguir dos ciclos económicos que reflejan muy bien lo ocurrido en La Araucanía. El primero que se extiende hasta 1930, se caracteriza por una fuerte expansión económica debido a las condiciones generadas por la ocupación del territorio por parte del Estado. Su presencia en la zona amplió las tierras cultivables, conectó su producción con mercados más dinámicos y, al interior de la propia región, transformó a las nacientes ciudades fronterizas en un mercado local que favoreció a todos los sectores económicos, incluyendo a las comunidades mapuches que sobrevivieron en las tierras que el Estado les asignó. Asimismo, este dinamismo siguió atrayendo a colonos extranjeros y nacionales que no dejaron de llegar a la región. El segundo ciclo, que se extiende desde 1930 a 1960, correspondió a un momento de contracción económica (…) el periodo se inicia con la crisis de 1929, cuyos efectos se dejaron sentir hasta la década del treinta. Sumado a ésta el efecto nocivo de la fuerte erosión, que provocan las lluvias en los suelos de laderas, problemas de precios y rendimientos… escasa diversificación de la actividad ganadera y el poco desarrollo de la industria forestal…” (Pinto & Órdenes, 2012: 13-14).

Rutas de Recolección en La Araucanía

Pese a todo, comparativamente con el resto del país, los rendimientos agrícolas ganaderos y forestales siguen siendo importantes durante el ciclo de inflexión. Tal como lo insinúan Pinto y Órdenes (2012), el problema pareciera ser, por una parte, la incapacidad de la región de conectarse con el modelo económico nacional (ISI) y, por otra, la subordinación que impuso el Estado a un modelo industrial urbano del que La Araucanía estaba muy lejos.

40

En otra perspectiva, quizás una de las características más interesantes de esta Región, es la articulación de tres tipos de economías, “… que se complementaron, a pesar de las diferencias que existían entre ellas. En primer lugar, hay una economía indígena que sobrevive, en medio de las transformaciones que experimenta la región; en segundo lugar, una economía campesina, activada por ocupantes nacionales convertidos en pequeños propietarios, que lograron controlar una parte importante de la producción; y, por último, una economía de rasgos capitalistas más acentuados, tanto en el campo como en la actividad forestal y ganadería, que absorbía los excedentes de las otras dos sin hacerlas desaparecer…” (Pinto, 2011:100).

Desde el siglo XIX, las inflexiones sobre el territorio de La Araucanía estarán dadas fundamentalmente por los distintos modelos

Segunda Parte


económicos impuestos desde el Estado. Estos modelos orientarán la ocupación del territorio, estableciendo las articulaciones de la economía regional con la economía nacional, perfilando así el territorio de La Araucanía como triguero, maderero y ganadero. Para permitir un expedito tráfico de mercancías y personas se necesitaba mejorar la conectividad intra y extra regional. Así, el ferrocarril se extenderá desplazando las pésimas vías terrestres y las inseguras vías fluviales. Debido a los matices que observamos en La Araucanía, en términos de grupos humanos, características particulares de ocupación del territorio y a la forma en que se manifiesta el capitalismo, identificamos dos tipos de economía: una economía formal y una economía no formal (Zúñiga, 2011a).

Estas explotaciones tienen una lógica económica capitalista, pero se desarrollaron en un contexto de relaciones laborales precapitalistas. Hasta muy avanzado el siglo XX serán sólo los dueños del aserradero, de la hacienda ganadera o la hacienda triguera los que reciben la remuneración, es decir, los que establecen la conexión capitalista. Hacia el interior, la remuneración será no monetaria: en provisiones y recibos informales, o en el lenguaje de la época, “pulpería” y “vales” (Zúñiga, 2011a). Durante gran parte del siglo XX, la economía formal, vinculada principalmente a explotaciones madereras o trigueras generó las condiciones de prosperidad para una minoría, pero obligó a la mayoría de la población a replegarse a las distintas economías no formales para poder sobrevivir. Esta situación se altera con la presencia del modelo neoliberal, que monetiza las relaciones económicas, permitiendo que hombres y mujeres transiten de la economía formal a la economía no formal en forma expedita. De acuerdo a los testimonios recopilados en investigaciones anteriores (Ahumada & Zúñiga, 2010); (Zúñiga, 2011a), hasta la década del 80’ observamos una continuidad en las relaciones de

Economías y Territorio

Al observar el siglo XX, identificamos una economía formal basada en la explotación triguera, forestal y ganadera que se articula al modelo primario exportador hasta la década del 30’. Desde el 30’ al 70’ al modelo ISI, y, desde mediados de la década del 70’, al modelo primario exportador neoliberal.

41 Segunda Parte


Rutas de Recolección en La Araucanía

producción que se rompe con la irrupción del modelo neoliberal en La Araucanía. Como consecuencia se monetizan las relaciones sociales, ingresa el capital transnacional, transformando la terratenencia y cambiando el perfil productivo regional. Para inicios del siglo XXI, las viejas explotaciones de bosque nativo prácticamente han desaparecido, dando paso a las grandes “plantaciones forestales” de pino y eucaliptus. Los campos trigueros y ganaderos son reemplazados por plantaciones frutícolas y forestales. Creemos que para el período que va de 1900 a 1970 no es posible identificar en La Araucanía un solo eje económico dominante, que pudiera tipificar a esta Región como ganadera, forestal o agrícola. Lo que encontramos, más bien, es la vinculación de economías “formales” y “no formales” que se conectan en forma más o menos expedita con el modelo económico nacional e internacional. A modo de ejemplo, podemos mencionar lo que ocurría en la zona pre cordillerana de Villarrica que podríamos definirla como maderera hasta la década del 70’. Pese a la importancia de la explotación del bosque nativo, estas actividades se articulaban estrechamente con modalidades campesinas de subsistencia, con fuerte presencia de horticultura, explotaciones trigueras y pequeñas explotaciones ganaderas (Zúñiga, 2011a). Lo mismo podemos decir de Traiguén, zona triguera por excelencia. Consideramos que una de las características de La Araucanía en este período, es que establece una viabilidad económica en función de la relación entre un conjunto de espacios menores en los que es posible identificar un eje económico predominante: Explotación triguera, ganadera y la explotación del bosque nativo. Estos ejes se organizan en torno a rutas de comunicación (terrestres, ferroviarias, fluviales, lacustres o mixtas). Son estas vinculaciones las que permitían la viabilidad económica de los espacios locales y del espacio regional. La factibilidad económica se establece por la conexión entre las economías “formales” y “no formales”. La economía regional se constituye a partir de la suma de estos espacios locales. Junto con este sistema “formal”, subsisten una serie de manifestaciones económicas no formales. Aquí identificamos a las “economías informales”, “economías campesinas” y “economías

42 Segunda Parte


Economía Informal

de recolección”, que constituyen, junto con sus respectivos componentes sociales y culturales, diferentes dinámicas que directa o indirectamente se engarzan al modelo económico dominante.

43 Segunda Parte


Economía informal: La economía informal también es conocida con el nombre de “Economía Subterránea”, “Economía Paralela”, “Mercado Negro”, “Mercado Informal” etc., tiene nombres distintos pero el significado es el mismo, “…se trata del sector de la Economía que no aparece en las estadísticas oficiales, las transacciones se llevan a cabo principalmente por el pago efectivo, bajos precios de los productos y no se pagan impuestos…” (Ball, 1999: 1). Sobre definiciones de economía informal, Lucía Rosales nos indica:

Rutas de Recolección en La Araucanía

“WIEGO (Women in Informal Employement Globalizing and Organizing) propone la siguiente definición: “Todos los trabajadores (rurales y urbanos) que no gozan de un salario constante y suficiente, así como todos los trabajadores a cuenta propia-excepto los técnicos y los profesionales- forman parte de la economía informal. Los pequeños comerciantes y productores, los microemprendedores, los empleados domésticos, los trabajadores a cuenta propia que trabajan en sus respectivas casas y los trabajadores ocasionales (los lustradores, los transportistas, la gente que trabaja a domicilio, por ejemplo en la confección o en la electrónica, y los vendedores ambulantes) integran la categoría informal de la economía”.

44

Las definiciones propuestas nos indican que, en la actualidad, la mayoría de los trabajadores en el mundo se encuentran en esta situación y que la característica fundamental de las actividades informales es la precariedad de las condiciones de trabajo en el cual se encuentra el trabajador. Hernando de Soto soslaya la idea que el empleo informal puede desempeñar un rol protagónico en la evolución hacia la democracia y la economía de mercado en función de su lucha contra la explotación del capitalismo no competitivo. Pero la informalidad se constituye, en un primer momento, como una forma de subsistencia…” (2003: 2).

Al referirnos a economía informal o sumergida, estamos hablando de sistemas de producción, comercialización, intercambio, etc. que generalmente permanecen fuera del ámbito legal (en términos de tributación, por ej.) y, además, de toda la dinámica social que ello genera, que se traduce en redes de intercambio, costumbres, relaciones interpersonales, etc. Se constituye el mercado en

Segunda Parte


su sentido más estricto. El mercado total. Cuando se habla de economía informal se piensa inmediatamente en un problema. Esos empresarios y vendedores clandestinos cuyas industrias y negocios no están registrados, no pagan impuestos y no se rigen por las leyes, reglamentos y pactos vigentes (De Soto, 1987). Toda esa capacidad creativa para establecer nuevas estrategias de subsistencia es desechada por la formalidad en un nefasto desperdicio de potencialidades económicas. En un estudio publicado el 2004 se estimaba que “el 46,6 por ciento de los trabajadores chilenos tiene como actividad principal un empleo informal…” (Sánchez & Labbé, 2004:202). De acuerdo a las definiciones oficiales, podemos estimar que -largamente- más de la mitad de la población establece conexiones con la economía no formal para poder sobrevivir. Frente a un modelo económico que ofrece bajos sueldos y precariedad laboral para la mayoría de la población, aparece como alternativa o como complemento de ingreso. Dadas las complejidades culturales, que hemos esbozado anteriormente, establecemos una definición operacional. En el contexto de esta investigación, cuando nos referimos a “economía informal” estamos pensando en un fenómeno urbano que se ejerce en los espacios públicos de las ciudades y pueblos de La Araucanía: calles, ferias o mercados.

El primer problema que deben solucionar los migrantes es su espacio de reproducción cultural, su espacio vital. Su única opción es instalarse en sectores periféricos de ciudades y pueblos que geográficamente ofrecen algunas “ventajas”: terrenos fiscales con bajo valor comercial, como bordes de ríos, caminos y vías férreas. Al promediar el siglo XX proliferan las viviendas de emergencia, las llamadas poblaciones “callampas”, homónimas de las “villas miseria” y las “favelas” de otras latitudes de Latinoamérica.

Segunda Parte

Economía Informal

En Chile, recién hacia la segunda mitad del siglo XX, la población urbana es más numerosa que la población rural. Como consecuencia de la industrialización desarrollada en la década del 50’, la migración campo ciudad se hace más constante y permitirá la incorporación de los antiguos campesinos a las crecientes urbes como “pobres de la ciudad” (Espinoza, 1988), sin que las ciudades y pueblos reúnan las condiciones estructurales para acoger a sus nuevos habitantes.

45


Para el caso de La Araucanía, este fenómeno es más tardío. A diferencia de otras regiones, la industrialización no pasa ni por Malleco ni por Cautín. Podemos mencionar el caso de Temuco, donde las orillas del río “Cautín”, la vía férrea, o las proximidades de las vegas de “Chivilcán” cobijarán por décadas la pobreza y extrema pobreza. Lo mismo ocurría en “Lanín”, “Santa Rosa” y “Amanecer”, los territorios populares más tradicionales de Temuco. La instalación en estos espacios no es casual, de alguna forma proporcionaban leña, agua y comunicación con la red eléctrica, de la que se conectaban (conectan) clandestinamente. Para el caso del sector “Lanín”, por ejemplo, éste posee una ubicación estratégica. Frente al cerro “Ñielol” que proporciona leña, frutos silvestres, etc. y cercana a sectores residenciales proveedores de trabajos informales: cortadores de pasto, jardineros, cargadores, cartoneros, recolectores de lata, limpiadores de cocina a leña, aseadores de baños, eliminadores de basura, etc. Para el caso de las mujeres, ofrecen servicios de cocineras, cuidadoras de niños, lavanderas, aseadoras de casas, etc.

Rutas de Recolección en La Araucanía

La informalidad económica en Temuco salta a la vista. El comercio ambulante, en un enfrentamiento con las autoridades municipales que dura décadas, sigue manifestándose en calles y plazas, tal como a inicios del siglo XX. Lo que cambia es el tipo de producto vendido. Las artesanías de mimbre, los frutos del bosque o las hortalizas, compiten ahora con ropa y accesorios chinos, indios o coreanos. Lo global y lo local.

46

En los últimos años, a la “Feria Pinto” y las plazas, como espacios emblemáticos de la informalidad, se le han ido incorporando otros como los alrededores de los consultorios de salud donde prolifera la venta de ropa usada, las cercanías del cementerio, los terminales de buses o los accesos a colegios. Lo mismo ocurre a lo largo y ancho de La Araucanía, en Angol, Victoria, Villarrica, Cunco, Traiguén o Carahue. Todas estas actividades tienen la característica que son por jornada parcial. La ventaja de estos trabajos es que no son complejos ni tecnificados y se evita la burocracia que obligue a llenar papeles y adquirir compromisos escritos. Solamente se afirma en la confianza mutua y la palabra empeñada, quedando abierta la posibilidad por ambas partes de terminar en cualquier momento el convenio. Lo

Segunda Parte


anterior, favorece al sector “servicios” que generalmente ocupa mano de obra en tiempos determinados y trata de eliminar costos por la vía de no pagar impuesto y de evadir las obligaciones previsionales y de horario, introduciendo al sistema productivo mano de obra barata, como es el caso de los niños y jóvenes. En esta perspectiva, algunos sectores formales privilegian la informalidad, debido a que ocupan gran cantidad de mano de obra y tienen un efecto multiplicador de los excedentes que dinamizarían el sector económico formal (“ventajas comparativas”, al poder ocupar gran cantidad de mano de obra a un bajo costo). En esta relación asimétrica, los grupos pobres o marginales urbanos desarrollan sus actividades en el sector informal de la economía, que está lejos de las actividades más productivas y rentables. Al generarse menores ingresos en las actividades de la economía informal, quedan condicionados a terminar en la extrema pobreza o marginalidad.

Economía Informal

De esta forma, en algunos espacios, es difícil distinguir la separación entre ambas economías. Así, la economía informal pasa a ser un fenómeno subordinado a la economía formal. A diferencia de las economías campesinas o las economías de recolección que aún son capaces de mantener cierta autonomía del mercado capitalista (por ej. en manifestaciones como el trueque o el autoconsumo).

47 Segunda Parte


Economías campesinas: Las “economías campesinas” se caracterizan por constituir unidades económicas familiares que integran en sí mismas la producción y el consumo; la producción basada, fundamentalmente, en el trabajo familiar no remunerado y orientada preferentemente hacia el consumo familiar, con o sin comercialización de excedentes. En este punto debemos detenernos para volver sobre la situación mapuche. En una variante de lo argumentado por Pinto (2011), en la actualidad identificamos al menos dos economías campesinas: Una economía campesina mapuche que se configura después del proceso de “reducción” y una economía campesina criollo-mestiza que se organiza en La Araucanía desde mediados del siglo XIX9.

Rutas de Recolección en La Araucanía

La necesidad del Estado de disponer de extensas reservas trigueras, transformó la economía mapuche en una economía campesina pobre, con muy poca diversidad en la producción. En esta perspectiva recogemos los argumentos de Alejandro Saavedra (1971; 2002) y Milán Stuchlik (1974).

48

Para Saavedra (1971) la economía mapuche no es de subsistencia, pues establece una conexión con el mercado. Las unidades familiares se organizan para producir y luego comerciar en ferias y mercados de las ciudades o pueblos cercanos, por lo tanto, el autoconsumo se da sólo en localidades aisladas y de difícil acceso. Para Stuchlik (1974), en cambio, la sociedad mapuche tendría una economía de subsistencia centrada en el autoconsumo y un contacto esporádico y no especializado con el mercado. La conexión con el mercado sería muy precaria, con un contacto ocasional cuando logran excedentes de producción. La diferencia en estos argumentos está en la conexión con el mercado. Coincidiendo con Saavedra (1971), consideramos que se trata de una articulación permanente, 9 A lo largo del siglo XX podemos identificar tres variantes de economías campesinas: Campesinos criollo mestizos, campesinos-mapuches y campesinos descendientes de colonos europeos. Poseemos cierta evidencia cualitativa de la presencia de campesinos descendientes de colonos alemanes en Pucón, Villarrica y Pitrufquén. Pero desconocemos la actual condición de este campesinado.

Segunda Parte


limitada por las dificultades de acceso de los predios mapuches a las ciudades, por lo tanto, se va haciendo más fluida en la medida en que mejora la conectividad vial conforme avanza el siglo XX. Al respecto, Alejandro Saavedra en un trabajo más reciente señala: “la economía campesina mapuche no era autárquica ni se orientaba exclusivamente al autoconsumo, sino que participaba de manera creciente en los mercados. Para satisfacer su consumo de subsistencia los hogares campesinos mapuche debían vender lo que podían producir y con estos ingresos comprar en mercados” (2002: 64). Saavedra (2002) explica que la agricultura mapuche se dedicó principalmente a la producción de trigo, avena, papas y hortalizas en pequeños huertos. Debido a la pobreza, sólo unos pocos disponían de vacunos y caballares. En las zonas cordilleranas por las condiciones del talaje, se criaban cabras y ovejas. Estas actividades eran complementadas con la crianza de aves y cerdos para el consumo, además de actividades de recolección: frutos del bosque, hongos, crustáceos, etc. Dependiendo de los territorios y la época del año podía resultar esencial para la economía mapuche, como es el caso de la recolección de piñones en la cordillera.

El espacio mapuche, tal como lo observamos actualmente, tiene sus raíces en la estructura de uso del espacio reduccional. “Los mapuches se replegaron al interior de sus reservaciones, cambiaron sus tradiciones y costumbres y se adaptaron a las nuevas condiciones que les impuso la sociedad chilena…” (Bengoa, 1985:364). El sistema predial mapuche se constituye a partir de un proceso que transita de una explotación comunitaria, (“reducción”, comunidad con “Título de Merced”) a una de carácter familiar (entrega de títulos de propiedad y colocación de límites prediales durante la dictadura militar). La base de explotación será el “predio” y no la reducción.

Segunda Parte

Economías Campesinas

En las “reducciones” no existía una actividad económica colectiva. El eje de la economía era el predio familiar “… los hogares mapuche poseían, de hecho, una parcela y acceso a tierras comunales de pastoreo…” (Saavedra, 2002: 63). Saavedra recalca el hecho de que la situación del campesino mapuche era (es) similar a la de los campesinos criollo-mestizos, “… cada familia nuclear… trabajaba por cuenta propia sus tierras, manteniendo relaciones de cooperación y reciprocidad con sus vecinos…” (2002: 63).

49


Rutas de Recolección en La Araucanía

Por otra parte, la constitución de la propiedad y la organización de la producción en las familias campesinas criollo-mestizas de La Araucanía siguen un itinerario con algunas diferencias, con respecto a la configuración del espacio y la economía mapuche. En opinión de Max Thomet (2010), ellos construyen sus espacios sumando una serie de factores: reproducen las experiencias agrícolas heredadas de padres y abuelos y recogen las influencias de la zona central, territorio campesino por excelencia. Debemos suponer, igualmente, alguna influencia de los colonos europeos y de usos agrícolas mapuches, además de las adaptaciones en sus predios de las experiencias recogidas en sus viajes a otras regiones del país o hacia Argentina. Algunas de estas influencias son observables en el tipo de subdivisión productiva que se hace al predio, por ejemplo, superficie dedicada a frutales, áreas de cultivos, lugar para la crianza de animales, organización de la huerta, tipo de especies (silvestres cultivadas) incorporadas al sistema alimentario, la técnica del roce en los bosques y ritualidad frente a los hitos del calendario agrícola, etc. (Thomet, 2010). Una diferencia que se aprecia con el sistema de ocupación espacial mapuche, en opinión de Max Thomet (2010), es su dinámica agroecológica. Así, por ej., un campesino criollo-mestizo establece la huerta en forma definitiva, no la cambia de lugar dentro de su etapa productiva familiar, adaptando sus tecnologías para mantener los niveles requeridos de producción. En cambio, una familia mapuche traslada la huerta de forma frecuente, buscando otro lugar cuando ésta presenta síntomas de agotamiento del recurso suelo y comienza una baja de producción. Sin embargo, en ambos casos se mantienen hasta el día de hoy prácticas de manejo agrícola provenientes de España, como es el sistema de barbecho-cereal. En cambio, una familia mapuche traslada la huerta a otro lugar cuando ésta comienza a presentar síntomas de baja de producción (Thomet, 2010). Coincidiendo con lo anterior, para José Bengoa, “…los agricultores mapuches tienen una gran capacidad de discutir la tecnología. De adaptar tecnologías foráneas, de experimentar nuevas variantes tecnológicas…” (Bengoa, 1999:87). En el trabajo con informantes campesinos, los registros recopilados nos permiten aproximarnos a las estrategias económicas de las familias campesinas criollo-mestizas desde fines del siglo XIX hasta años recientes. En estas narraciones encontramos evidencia

50 Segunda Parte


de las estrategias económicas mixtas mencionadas anteriormente. Nuestros informantes describen actividades forestales, agrícolas, ganaderas, comerciales, recolección, pesca y caza, considerándolas complementarias, aún cuando pueden definir, según sea el caso, su historia, la de sus padres o abuelos, más vinculada a la agricultura, la ganadería o la explotación forestal. Una cuestión en la que coincide la mayoría de los informantes es en el uso de los espacios cercanos a las viviendas con propósitos económicos, aspecto en el que ya indagamos en trabajos anteriores (Ahumada & Zúñiga, 2010). Huertas y gallineros forman parte de las estrategias básicas de sobrevivencia, descritos en todos los registros reunidos sobre familias rurales. Para el caso de las familias urbanas, el uso de huerta y gallinero está presente en todos los testimonios que nos describen situaciones hasta la década del 80’.

El campesinado en La Araucanía se constituye inicialmente en la posesión precaria de tierras de mala calidad, de las que frecuentemente van a ser expulsados por la presión de latifundistas o colonos europeos. Para aproximarnos a las características culturales y económicas del campesinado que se constituye desde la segunda mitad del siglo XIX en La Araucanía, tomamos algunos aspectos del “relato de vida” de Uberlinda Campos, nacida en las cercanías de Collipulli hacia 1919. En una aproximación no marxista al problema del campesinado, incorporamos este registro que da cuenta de una situación de inquilinaje. Más que en el problema de la propiedad de la tierra, nos interesa indagar sobre ciertos factores culturales y económicos.

Segunda Parte

Economías Campesinas

Para el período que va desde 1880 (marcado por la memoria de los informantes) hasta la década del 80’ del siglo XX, los registros de campesinos nos retratan una economía no-capitalista de auto-subsistencia, donde la comercialización estaba abocada fundamentalmente a proveerse de las “faltas”, artículos y productos de consumo que no se producen en el campo. Este detalle no escapó a la sensibilidad teilleriana quien, desde su Lautaro natal, observó este itinerario campesino, habitual en toda La Araucanía: “Los campesinos desatan de las varas a sus caballos/ para el viaje de vuelta con las provisiones de la semana…” (Teillier, 1992). Provisiones que en la definición de los informantes se componía de: grasa, yerba mate, azúcar, sal, kerosene, entre otros. La ropa en la mayoría de los testimonios era de confección doméstica, al igual que el calzado rústico.

51


En una movilidad territorial frecuente, su padre, don Noé emigró desde la zona central hacia La Araucanía a fines del siglo XIX. En este relato encontramos una estructura similar a la identificada en una investigación anterior para campesinos de Villarrica, Angol, Pucón, Lonquimay o Temuco (Ahumada & Zúñiga, 2010). Por los registros entregados por doña Uberlinda, sabemos que su padre se desempeñó como inquilino al menos en seis fundos de La Araucanía. Siendo muy joven trabajó en distintas haciendas de las cercanías de Collipulli. Hacia 1910 está instalado en el fundo “Jauja”, más adelante emigra al fundo “Santa Clara”. Hacia 1923 lo tenemos en el fundo “Niblinto”. Estas tres haciendas ubicadas en las cercanías de Collipulli. En 1924 emigra con toda su familia al fundo “Colico” en las cercanías de Cunco. En 1935 emigran al fundo “María Luisa” en las cercanías de Villarrica. Hacia 1940 se instala en el fundo “Buenos Aires” en las cercanías de Pucón.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Don Noé se desempeña como trabajador forestal en faenas de bosque y aserradero. El convenio que establece en las distintas haciendas donde trabaja corresponde al clásico acuerdo de inquilinaje.

52

“Mi papá, aclarando salía de la casa pa’ llegar a las diez. Decía, a las diez voy llegando yo allá, a la madera, a la ‘montaña’ [bosque]. Tenía que botar los árboles, después cortarles los ganchos y después cortarlos en trozos pu’, a la medida; con hacha, con pura hacha. Después pa’ ‘destrozarlo’ [trozarlo] tenían que hacerlo entre dos, con corvina. La corvina era como una sierra larga, tenía un mango a cada lado. Yo también cortaba palos con mi papá. Uno a cada lado. Para darle la medida a los trozos, medían los trozos con huincha. Y después con corvina. Era duro el trabajo antes… Don Noé cortaba, botaba la madera, la trozaba y después la llevaban al aserradero. A veces les quedaba lejos. Decía mi papá que alcanzaban a hacer dos viajes en el día, otras veces, si estaba más cerca, se hacían tres viajes pa’ entregar la madera, los trozos…”.

A cambio de su trabajo recibía casa, derecho a talaje y un pequeño predio para sembrar trigo en mediería con el fundo. En los alrededores de las distintas casas que habitaron instalaban huertas

Segunda Parte


y gallineros. El pago semi-monetizado se recibía una vez al año, cuando se “arreglaban” las cuentas con la pulpería de la hacienda. Después de este arreglo, habitualmente desfavorable para los inquilinos, se les pagaba una pequeña cantidad de dinero. La única diferencia que encontramos con descripciones de inquilinaje de la zona central (Bengoa, 1988) está en la dedicación de don Noé fundamentalmente a actividades forestales. Como parte de las estrategias económicas de la familia, don Noé incorpora a sus hijos mayores a la empresa hacendal en labores agrícolas y forestales. Las mujeres y los hijos menores se ocupan de horticultura, crianza de aves y crianza de ganado menor. En la recolección10, dependiendo del producto, participan todos los miembros de la familia. La caza y pesca correspondía a los varones de la familia. “Yo hacía las cosas de la casa y de la huerta, que había que aporcar las papas, sacarle la hierba, limpiarla. Cerca de la casa había dos esteros, había que ir a buscar el agua… La casa tenía fogón. Tenía tres dormitorios esa casa y tenía un comedor grande. Tenía también un corredor por ‘fuerita’, todo de tabla. Y el baño lejos, siempre lejos de la casa.

Los hombres salían a trabajar. Ahí quedábamos nosotras; después ya había que hacer pan, hacer harina -porque eso se hacía todos los días-, si había que lavar, ver las aves, abrir el gallinero, darles de comer, alimentar los chanchos. Todas esas cosas. Después a la huerta, si cuando ya era el tiempo de las ‘apuercas’ [aporcar] de papas, uno iba a aporcar papas…” (Uberlinda Campos).

10 Más adelante incorporamos los registros de doña Uberlinda sobre recolección.

Segunda Parte

Economías Campesinas

Huerta, una tremenda huerta. La trabajábamos yo, mi mamá y las que quedábamos en la casa; los hermanos más chicos… [también cooperaban]. En ese tiempo los otros ya salían con mi papá. Juan ya a los doce años también salía. A esa edad más o menos salían todos a trabajar…

53


A. Serri

C. Ahumada


J. Jara

Tercera Parte



Economías de Recolección

En la Región de La Araucanía la variedad de productos de recolección es bastante profusa. A pesar de la dramática disminución del bosque nativo durante el siglo XX (Claude, 1997), las posibilidades de alimentación proporcionada por raíces, frutos, bayas, hongos, cortezas, tallos, etc., sigue siendo -si no generosa- al menos bastante variada.

“Estamos en un espacio privilegiado para la recolección, la pesca y la caza. Es justamente la abundancia de recursos recolectables lo que permitía que hubiese allí una población muy superior a lo que un sistema económico pre agrario podría abastecer. El mar, fuente de moluscos y peces, está muy cerca. Los ríos y lagos (Lanalhue, Lleu Lleu y varias lagunas que hay entre la cordillera y el mar…) abastecían de peces y aves. La cordillera cercana permitía la recolección del principal alimento mapuche, el piñón. Asimismo, había una fauna abundante de guanacos, hueques, pudúes, venados (huemul) y otras especies. La región era apta para un sistema hortícola-recolector, óptima como fuente de recursos…” (Bengoa, 1985: 19).

Esta condición posibilitó “…el desarrollo de un sistema recolector en gran escala…” (Bengoa, 1985: 21) dándole las características a la economía mapuche prehispánica. “Una naturaleza rica en recursos permitió que esa sociedad continuara, mucho más allá

Tercera Parte

Economías de Recolección

Hasta el siglo XIX, éste era un territorio pródigo…

57


que otras, en una etapa cazadora recolectora, y que no fuera pobre, ni discriminada, ni escasa en cuanto población…” (Bengoa, 1985: 22). Esta relación con la recolección continuó hasta entrado el siglo XX. Podemos suponer que una de las razones de la capacidad de resistencia mapuche frente a los españoles y al Estado chileno se debió a las alternativas de alimentación que tenía a su disposición. Podían quemar sus sementeras o robar su ganado, pero siempre estaba la disponibilidad de productos de recolección, esta sólo se pone en peligro en las últimas décadas del siglo XX.

Rutas de Recolección en La Araucanía

La diversidad y la exuberancia del paisaje aparecen en los registros de los viajeros que visitaron La Frontera durante el siglo XIX. Naturalistas como el polaco Ignacio Domeyko, (1846), aventureros como el alemán Paul Treutler (1958) o ingenieros que fabricaron puentes y vías férreas como el belga Gustave Verniory (1975), entre otros. Tomamos los registros de Ignacio Domeyko (respetando la ortografía del documento original). Este naturalista polaco contratado por el gobierno chileno como profesor de química y mineralogía, realizó largas expediciones al norte y sur del país, dejando valiosos testimonios escritos de esos viajes. A inicios del año 1845 se interna en La Frontera haciendo una pormenorizada descripción de sus hallazgos. Impresionado por el paisaje anota: “Gran número de manantiales i esteros que nacen en la cordillera de la costa en medio de espesas selvas, descienden directamente a la mar, formando ahí sus desembocaduras ríos anchos, pero de poca hondura i de poca corriente…” (1846: 16). Describe, con cierto lirismo, la diversidad de los bosques de La Araucanía: robles, raulíes, laureles, lingues, peumos, lumas, avellanos, canelos… “El árbol mas abundante… es el roble (Fagus Dobeyi, Mirbel, F. australis Poeppig) (…). Su compañero constante i tan parecido con él como dos hermanos mellizos es el pesado i duro rauli (fagus procera. Poeppig): los dos hasta la mitad de su altura se ven muchas veces matizados con infinidad de plantas parásitas i enredaderas. Al lado de ellos extienden sus ramajes verdeoscuros el fragante laurel (Laurelía aromática. Juss. L. dentata Bert.) el pintoresco lingue con sus hojas correosas (Laurus lingue, Hook), el hermoso peumo con sus encarnadas chaquiras, i diversas especies de mirtos, tan variados en sus formas i tamaños, como en el corte i la distribucion de sus hojas, flores i frutillas. Encanta sobre todo con su deliciosa fragancia de que

58 Tercera Parte


se llenan las extensas riberas de los rios, la luma (escallonia thyrsoidea) cuya flor blanca i coposa, i rosada corteza hacen el contraste mas lindo con el verde de su menuda hoja. Al pie i como al abrigo de esta vejetacion vigorosa i tupida se cria otra mas tierna que parece pedirle el apoyo de sus robustas ramas. Aquí abunda el avellano vistoso i lucido, tanto por el color verde claro de su hermosa hoja, como por la elegancia de sus racimos de fruta matizados en diversos colores: con él se halla asociado el canelo (drimis chilensis), tan simétrico en el desarrollo de sus ramas casi horizontales, tan derecho i tan lustroso en su espesa hoja. En ellos, por lo comun sube i entre sus flexibles troncos se entrelaza la mas bella de las enredaderas, tan célebre por su flor encarnada, el copigue, mientras de lo mas profundo de sus sombras asoman a la luz las pálidas hojas del helecho i miles de especies de plantas i de yerbas…” (1846: 18).

En una variante sobre esta riqueza y diversidad, tenemos un interesante y lúcido testimonio sobre el uso de productos de recolección en la alimentación del pueblo mapuche. Entre los años 1924 a 1927 el padre Ernesto Wilhelm de Moesbach realizó, en las cercanías del lago Budi, la biografía de Pascual Coña, cacique ya anciano. Con estos registros, el padre Ernesto escribió: “Vida y costumbres de los indígenas araucanos en la segunda mitad del siglo XIX”. En el prefacio aparecido en la edición de 1936 el religioso escribe: “El mérito del libro -si acaso tiene alguno- se debe al difunto cacique Pascual Coña, quien, con su ánimo fresco imperecedero y su buena voluntad servicial dictó la gran mayoría de los materiales de que se compone el libro. El bondadoso Dios le habrá dado ya la recompensa en la eternidad a la cual entró a la edad de unos ochenta años el 28 de Octubre de 1927, después de haber terminado en la mañana del mismo día el dictado de las últimas palabras de su obra…” (1936: 10). Pascual Coña, por medio de la pluma del padre Ernesto explica (seguimos la ortografía del documento original):

Economías de Recolección

Agrega a su descripción la diversidad del sotobosque con helechos y lianas que forman una espesa vegetación: copihues, voquis, coligues y quilas. “Un pasto alto, frondoso, que se alza hasta las cimas de los mas altos robles i laureles, como si en medio de aquel excesivo lujo de vejetacion, aun las hierbas i los pastales se convirtiesen en arboles…” (1846: 19).

59 Tercera Parte


“Cuando yo era chico todavía, ayudaba a mi padre. El trabajaba en los cultivos del campo, sembraba un poco de trigo, otro poco de cebada, de arvejas, linaza, maíz, habas, porotos, papas; sólo poco entraba de cada especie; los antiguos tenían poca práctica en esos trabajos. Llegada la época de la cosecha, se recogían todos estos productos; pero luego se acababan y seguía otra vez gran escasez de alimentos. No habiendo ya de que vivir, la gente buscaba en los campos lo necesario para mantener a los miembros de sus familias. Fueron a buscar diferentes yerbas, como yuyo llamado también nabo, la yerba mora, yerba buena, que tiene también el nombre coleu o menta, los cardos, las nalcas los rizomas del helecho ampe. En tiempo de invierno nacían las callampas como piques, chandis, loncoyos, Ilonconos, los cuales crecen en los troncos podridos de árboles, además había los pitros y otros que salen del suelo. De estos hongos se preparaba un caldo; también los acompañaban con papas; cocidos se los comía.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Todos apreciaban además los dihuenes [dihueñes], que crecen en los robles.

60

En el tiempo de su sazón traíamos también los frutos de los michayes, del mulhuen y las frutillas; además la cebolleta del campo, la doca, los chupones, la parrilla silvestre, las bayas del maqui, las drupas del boldo, las pichas, los cóguiles, los pepinos (del copihue), las murtas y manzana. De la cordillera se buscaban los muy apetecidos piñones…” (Wilhelm de Moesbach, 1936: 29-31).

Hasta fines del siglo XX, las tierras de la vieja Frontera aún procuraban frutos silvestres endógenos, en una diversidad más limitada que la descrita por Pascual Coña. Así, tenemos: maqui (Aristotelia chilensis), chupones (Greigia sphaselata), boldo (Peumus boldus), murta (Ugni molinae Turcz), frutilla (Fragaria chilensis), avellanas (Gevuina avellana), etc., con los que aún se preparan mermeladas, postres o chichas -bebidas fermentadas-. Yerbas tales como yuyos, cardos, nalcas (Gunnera tinctoria) y helechos, además de una infinidad de hierbas medicinales utilizadas hasta la actualidad por los mapuches y la población criollo-mestiza con raíces campesinas más recientes. Hongos como los digüeñes o quideñes (Cyttaria sp) y pinatras (Cyttaria berteroi), tres hongos

Tercera Parte


comestibles conocidos como changles (Clavaria coralloides, Romaria flava y Romaria valdiviana), gargales (Grifola gargal), loyos (Boletus loyo), etc. En los ríos se recolectaban (y recolectan) cangrejos de agua dulce: pancoras (Aegla cholchol y Aegla hueicollensis) y en las zonas pantanosas “camarones de vega” (Parastacus pugnax). En la cordillera, la actividad económica principal, junto con la caza, era hasta muy entrado el siglo XX la recolección de piñones (Araucaria araucana), fuente alimenticia del pueblo pehuenche, siendo probablemente el más conocido de los frutos de recolección. A éstos se le agregan los frutos exógenos que, gradualmente desde el siglo XVI, se fueron incorporando a la dieta de los viejos y nuevos habitantes de La Araucanía, siguiendo las vías propias de las plantas invasoras (Quiroz, Pauchard, & Marticorena, 2009). Así tenemos, rosa mosqueta, mosqueta o coral (Rosa aff. Rubiginosa), murra, mora o zarzamora (Rubus fruticosus), frambuesas (Rubus idaeus), zarzaparrilla (Smilax aspera), etc.

Pascual Coña describe los productos de origen marino usados para la alimentación de los mapuche: “También nos dirigíamos al mar a recoger lo que bota. Diversos mariscos comestibles se encontraban allí: collofes (cochayuyo) con sus tronchos o huiltes, y además lúa y luche. Además buscábamos erizos, jaibas, apancoras, machas, changayes, caracoles del mar y los choritos dalle y maico. A orillas de los ríos hay camarones y adentro, los llamados choros de rio. También hay unas peñas mar adentro, en cuyo costado había piures. Cuando ya no había olas (sino baja mar), los hombres entraban hacia esas rocas y arrancaban los piures pegados en sus costados. En el mismo sitio había choros y locos. Todos estos mariscos echaban en su huilal. Lleno este, los mariscadores lo

Tercera Parte

Economías de Recolección

Para los habitantes de la costa, la recolección aún se orienta a: erizos (Loxechinus albus), choros (Mytilus chilensis), “locos” (Conchalepas conchalepas), etc. Además de la recolección de algas como el cochayuyo (Durvillaea antártica) (y su raíz el ulte), luche (Porpira spp.) y un fruto que aún se da con bastante generosidad en el borde costero: los chupones (Greigia sphacelata). Estos productos de recolección eran (son), o consumidos directamente, o comercializados en las calles de los pueblos y ciudades de la Región.

61


sacaban a la playa y lo entregaban a sus mujeres que esperaban allí. Luego los hombres se internaban de nuevo al mar, llenaban como antes sus huilales y los llevaban a sus mujeres que clasificaban según las especies los diversos mariscos…” (Wilhelm de Moesbach, 1936: 32).

Remitiéndonos a los testimonios recogidos, agregamos al listado original establecido para esta investigación, algunos productos de recolección referidos fundamentalmente hongos y vegetales relacionados con el bosque cordillerano o pre cordillerano de La Araucanía. Debido a las características de nuestra investigación, los testimonios recogidos en la costa son muy reducidos, por eso la mención de productos marinos o ribereños es mezquina. Por supuesto, este listado no agota las posibilidades de productos de recolección y tampoco se acerca a la diversidad descrita por Pascual Coña. Algunos de los frutos enumerados por el viejo cacique resultan desconocidos para nuestros informantes.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Por otra parte, no agregamos los productos de recolección con propósitos ornamentales que aparecen en algunos registros, tampoco incorporamos productos de río o el vastísimo listado de plantas medicinales, aún utilizadas por buena parte de los habitantes de La Frontera.

62

Organizamos este listado complementario a partir de los registros de doña Susana, don Augusto, doña Uberlinda, doña Paula y don Salvador. Todos estos testimonios corresponden a informantes rurales. Agregamos el testimonio urbano de doña Rita, que rescata el uso de la recolección como parte de las actividades de esparcimiento. En un testimonio recogido en la localidad cordillerana de Reigolil, don Augusto Aguilera explica, de acuerdo a la tradición oral de su familia, la utilidad de los frutos del bosque como elemento de sobrevivencia: “Antes, los malones llegaban hasta acá a ‘la siga’ del mapuche. El mapuche tenía su guarida donde se escondía… tenía su guarida ‘prepará’, había comida, había agua, de todo. Cazaban animales silvestres o se iban pa’ donde habían hartos animales. También iban a carnear, hacían charqui, los huesos los secaban, los ahumaban al fuego y los hacían mayutún, después.

Tercera Parte


Ellos tenían casa de piedra, una guarida que hubiera, un mlewe, ahora le dicen una guarida, eso era un mlewe. Las casa de piedra, entonces allí ‘enaltaban’ [subían] la tierra hacia delante, entonces, por ejemplo ellos estaban ahí pu’, entonces el enemigo venía así po’, subía, entonces, ellos estaban allí arribita, entonces, el enemigo tenía que subir aquí y ahí lo esperaban, bien un piedrazo o con lanza o con coligüe... Ahí aprovechaba estos frutos del bosque pa’ mantenerse…” (Augusto Aguilera).

Así, nuestro listado inicial de productos de recolección se va ampliando y descubrimos por boca de los informantes frutos endógenos: avellanas (Gevuina avellana); lleuques (Prumnopitys andina); gargales (Grifola gargal); miñe-miñe o “frutilla del zorro” (Rubus geoides); coulles o coilles (Lardizabala biternata); maqui (Aristotelia chilensis); mutilla, murta o murtilla (Ugni molinae); boldo (Peumus boldus); peumo (Cryptocarya alba); berros (Nasturtium officinale); “fruto del copihue” (Lapageria rosea); romaza (R. cetosella, R. crispus, R. patientia, R. romassa); llau-llau o fruto del coihue (Cyttaria harioti); pinatras o curacucha (Cyttaria berteroi); morchella (Morchella sp.); yuyos (Brassica campestris) y brotes de quilas (Chusquea quila). Agregamos al listado los frutos exógenos reconocidos por los informantes: mosqueta (Rosa aff. Rubiginosa); castañas (Castanea Sativa); grosellas (Ribes grossularia); zarzaparrilla (Smilax aspera) y moras (Rubus fruticosus)11. 11 Para revisar los nombres científicos y las características de los productos de recolección mencionados, hemos revisado: (chileflora, 2012), (Enciclopedia de la flora chilena, 2012); Boletín divulgativo N° 13 (Valdebenito, y otros, 2003); Boletín divulgativo N° 10 (Valdebenito, y otros, 2003); boletín divulgativo N° 14; Boletín divulgativo N° 1 (Valdebenito, y otros, 2003). Además de (Gedda M. , 2011).

Tercera Parte

Economías de Recolección

Doña Susana Higueras dedicada a un emprendimiento culinario que incorpora una gran cantidad de productos de recolección, reconoce en sus preparaciones el uso de digüeñes, piñones, nalcas y changles, que complementa con carnes de cordero, chivos, vacunos, liebres, conejos y pescados. Es decir, recoge como oferta culinaria las viejas dietas campesinas mapuches y criollo-mestizas de La Araucanía andina, que a lo anterior sumaba: consumo de pollos, gansos, patos y pavos; aves de caza como tórtolas, zorzales y perdices. Identifica camarones y cochayuyos, pero debido a su ubicación cordillerana no aparecen como parte de sus menús.

63


Con la excepción de la morchella, llamada también “choclo”, “poto” o “morilla”, (en Chile podrían estar presentes las especies M. conica, M. esculenta y M. spp.), hay coincidencia entre nuestros informantes en el uso actual (aunque cada vez más restringido) de estos frutos y hongos. Llauque o lleuques, “Esos los cocían y después apretaban así cualquier cosa, bien limpiecito no más, se lavaban las manos las cocineras y de ahí apretaban, le sacaban todos los ‘cuesquitos’ [semillas] y lo iban dejando, después lo botaban por ahí y el jugo ese, que quedaba espesito, ese era bueno pa’ comerlo con harina. Y eso es bueno po’, o bien, ya uno pesca un poco de lleuque, es como comer uva aquí, ya llega la uva y el lleuque. Yo siempre voy a buscar lleuque, o sea a caballo no más, agarro así y me como unos cuantos lleuques... Lo recogen después los chanchos, cuando caen maduros, comen, engordan los chanchos… lo único que cuando uno quiere carnear un chancho ta’ [está] ‘pasado’ [con olor] a lleuque, la carne está medio dulce, sobre todo en la guatita aquí, ‘tapa-guata’ que le decimos nosotros, es medio dulce. Entonces, pa’ carnear un chancho hay que dejar que pase un poco la época en que comieron harto lleuque maduro, entonces ahí es buena la carne…” (Augusto Aguilera).

Rutas de Recolección en La Araucanía

Mosqueta,

64

“Esa ha llegado ahora último, no había antes, no era de acá la mosqueta. Muy poco se recoge, sí algunas personas, yo la arranco casi más sí, porque cuando no la arranca uno, se ‘tupe’ [crece demasiado], es como la mora. Después no le hace ‘dentro’ [demasiado espeso] ¿Qué animal puede entrar a comer ahí? No ve que tiene un cambio la mosqueta se seca y de ahí reverdece, y todo lo que se seca queda un tiempo que no puede pasar nada, no le entran na’, como un cerco. Igual que la mora, aquí hay algunas matitas que han llegado, pero yo no las dejo, las saco…” (Augusto Aguilera).

En una variante, recogida en los alrededores de Melipeuco, don Salvador, nacido en 1937, nos indica que se trata de un producto nuevo:

Tercera Parte


“En esos años no habían mosquetas, no, no, si mosqueta no hace na’ mucho que siguieron habiendo, hacen pocos años. Yo creo como ocho, diez años harán, no más, que salieron mosquetas; si antes no había eso nada, nada de eso…” (Salvador Olivera).

Gargal, “Ese sale en los palos. Es así ‘zambito’ [rizado], así como una cabecita de ‘cristiano’ [persona] de esos crespitos, esos son ‘cabeza de gargal’, así son, entonces, esos nacen con una raicita no grande, así en el palo, así. Ahí uno va y los saca, entonces eso se juntaban. Antes los mapuches lo sancochaban y después lo guardaban. Se desmigan así en pedacitos, así como el charqui, lo machacan y después lo empiezan a moler así, para comérselo, entonces lo encontraban molidito y lo guardaban. En el tiempo del malwen servía…” (Augusto Aguilera). “Lo que más conocía eran los gargales, porque allá salían en Los Sauces, salía muchos gargales, mi papá traía, ahí conocí yo los gargales. Esos salen en los árboles, son como parásitos de los árboles, se alimentan de los árboles, pegados a los troncos, son como orejas. Son más blandos que los changles, más finos, tienen forma de oreja. No cuesta sacarlos, salen en los robles. Por eso les dicen ‘gargal de roble’. Lo hacíamos igual que los changles. Tienen más carne, son más grandes. Se cocinan igual, pero son más sabrosos. El gargal nace adherido al tronco de los árboles, se dan en los robles. Hay otros que se dan en lo coihues, pero esos son malos…” (Paula Soto).

“Lo que mi papá traía en el invierno cuando trabajaba, cuando empezaban a botar la madera, siempre llegaba con gargales. Son unas cosas grandes que salen pegados en los palos, cerca de la tierra y son de hartas hojas, así grandes, son como esas callampas que salen. Mi papá llegaba con sus dos o tres gargales. Los que salían ‘pegaos’ en los coihues eran picantes, pero los otros no.

Economías de Recolección

En un registro que se remite a 1924, en las cercanías del lago Colico, doña Uberlinda recuerda la recolección y el uso de los gargales,

Se le sacaba toda esa tierrecita, toda esa parte gruesa, el tronco y después se cocían con sal, un poco

65

Tercera Parte


de sal pa’ que no quedaran desabridos. Mi mamá hacía empanadas de gargales, pero revueltas con carne de pollo. Siempre se mataban dos pollos en la casa, esa parte de la pechuga que es carnuda la picaba. Se cocía y se picaba y se freía y el gargal se cocía bien ‘cociito’ y después se picaba y se revolvía con la… con el pino ese… se hacían un pino igual que hacer empanadas de campo…” (Uberlinada Campos).

Mora, “Se entierran mucho pa’ bajo, después vuelve otra vez. No hay que dejarlo, porque si la deja que dé fruto y madure el fruto, después sigue, igual la mosqueta. Si usted no la deja y quiere deja una matita que se vaya para arriba después cuando empieza a envejecer así usted le pone los bueyes la saca y quedan otras más nuevas, pero hay que dejarla rala, así para hacer ‘dulce’ [mermeladas]…” (Susana Higueras).

Mutilla,

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Arriba también hay mutilla, mutilla de cordillera, hay de varias variedades…” (Susana Higueras).

66

“Son unos arbustitos chiquititos de un metro o medio metro, sale generalmente en la cordillera donde hay coirones, no donde hay pasto, sino que donde hay como tipo pradera pero con coirones. Son pequeños frutos rosaditos, los recogíamos en marzo o abril para hacer mermelada y los salíamos a buscar unos 2 ó 3 kilos y después había que limpiarlos, no cuesta mucho. Mi mamá hacía mermelada y también hacía licor, ahí se limpian las mutillas y se echan en una botella y se dejan macerando con aguardiente pura, por un mes más o menos. En la mermelada se echaba a cocer y después había que colarlos para sacarle esa como hojita verde que trae y ahí mi mamá hacia la mermelada, por lo general para el año…” (Paula Soto).

Miñe-miñe, “Está la ‘frutilla del zorro’, que le dicen, si po’, esa es grande, esa crece una matita arrastradita así, más chiquitita, así más arrastradita que la frutilla. Esa se levanta más, entonces, crece por debajito. Hay años

Tercera Parte


que hay cantidad y son grandecitas. Con cuatro de esas que coma se alimenta. Por ejemplo, uno a veces tiene hambre en la cordillera y no anda trayendo ‘roquín’ y hay ‘mutilla de zorro’, un montón. Ya ta’, ligerito ya le pasa el hambre. Todo eso se mantenía antes, los antepasados, cuando no había [escasez], o a veces se perdían en la cordillera, por ahí comían…” (Augusto Aguilera).

Petrequín, “El ‘petrequín’ es como un digüeñe, así grandecito, y eso aguanta todo el invierno, no cae, casi viene a madurar en diciembre-enero, por ahí. El ‘petrequín’ agarra un colorcito amarillo. Ahí está maduro, pero antes de eso, cuando está blanquito y es medio duro pa’ comerlo. Igual se come. Eso lo juntaba también, eso se sancochaba también y se guardaba. Ese crece en las lengas [roble blanco] en altura, hay veces que hay harto de ese. En ese tiempo, cuando los antepasados, nunca estaban sin eso, siempre había harto…” (Susana Higueras).

“Ese empieza a crecer chiquitito y después hay unos grandes, así, grande como una manzana. Ese es dulcecito. Cuando está nuevo, no es tan dulce, pero después que ya creció, se agarra uno y se abre, se saca todo lo de adentro, es dulcecito y si quiere bota el ‘cuerito’ [hollejo] si no se lo come con todo el ‘cuerito’. Aquí mismo da, ese hay harto por aquí, pero uno prueba alguno no más y otros no. Al final caen, lo aprovechan los animales, los chanchos, donde caen no se pierden…” (Susana Higueras).

Pinatras, “Están las pinatras que dan los pellín, el que es ‘pinatrero’. Es medio durita, pero buena pa’ ‘ensalá’ [ensalada]. Se hace como ‘ensalá’ pa’ comerla como los digüeñes, que los digüeñes los hacen frito, esto no es muy buena, es pa’ comérsela así, uno la rebana, es buena. Se sacaba harto porque esa era la comida que tenían. Eso lo llevaban a un chenque, a la casa de piedra un mlewe y allá lo trabajaban. Entonces, ahí hacían todo eso, juntaban la comida pal’ invierno.

Tercera Parte

Economías de Recolección

Llau llau,

67


Siempre decían que se juntaban pal’ wallen, el wallen que viene por octubre, noviembre, eso se llama cuando viene la escasez... allá uno pasaba necesidad, porque no había plata pa’ comprar y por eso se juntaba la comida, uno ahora que tiene animalitos, por mal que lo venda en el wallen con eso se salva…” (Augusto Aguilera).

Morchella,

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Le llama ‘poto’ la gente. Se da entre la Octava y la Novena Región. Se recolectan en octubre, noviembre y diciembre. Son intermediarios que vienen para acá. La gente se ha tratado de organizar como para vender, pero es súper complicado. Es que la morchella es lo más… por ejemplo si usted va a buscar changle sabe que está en las quilas y los hualles y en las partes húmedas y va a buscar digüeñe y sabe que está en los hualles. Pero la morchella, no se sabe dónde está. No, tiene un proceso que lo están… hay una investigación, porque tiene que ver mucho con que hay debajo de la tierra, con los minerales, con la cantidad de luz, del sol. Entonces, es súper complicado. Los recolectores se pierden en el bosque, porque se meten y cómo andan buscando hacia abajo, así no más se pierden también. Por eso que es tan caro. El sabor es otra cosa, es un hongo, pero con un sabor más fuerte y dicen también que sus vitaminas y todo eso que tiene más, reemplaza la carne. Va todo para exportación. Le pagan entre $ 6.000, $ 8.000 el kilo; ese es más o menos el precio…” (Susana Higueras).

Como se trata de una delicatessen, su uso en la culinaria es en pequeñas cantidades, “Lo preparan por lo general en salsa. Se puede hacer un montón de cosas, pero como es tan caro, a la gente que no lo conoce yo no le podría presentar un plato, no se po’ de veinte mil pesos. Una carne con una salcita de ese hongo, o como para un cóctel. A veces me salen eventos, entonces se hacen unos catutos de trigo chiquititos y se rellenan con una salcita de esa...” (Susana Higueras).

68 Tercera Parte


Quila, “Del brote de quila se hace conserva. En Curarrehue la están haciendo, en Valdivia la están enlatando y son como los palmitos…” (Susana Higueras). “Quila, la salíamos a buscar en el río Quepe, yendo para la ‘Colonia Mendoza’. Se come como ensalada…” (Paula Soto).

Fruto de la quila, “Lo otro que comíamos es el fruto de la quila, es una semilla transparente, agridulce. Es como la flor, cuando florece la quila da una flor blanca, cuando se cae la flor queda el fruto que es la semilla…” (Paula Soto).

Avellanas, “Trajimos de la orilla del río Quepe el año antepasado. Recogimos del suelo, cuando están secos caen al suelo. Los tostaba en el horno de la cocina a leña. También los he comido cocido, se cuecen igual que los porotos. Quedan blanditos, ricos. Lo otro que he comido es harina de avellana, eso se come seco. Se pela la avellana, la tostaba en el horno de la cocina a leña y de ahí lo molía en el molinillo…” (Paula Soto).

“Se encuentra en los bosques, en la enredadera del copihue. Es una vaina que está llena de ‘pepas’ pequeñas. Esas ‘pepitas’ son blandas y se pueden masticar, es dulce, el sabor es medio parecido al chupón…” (Paula Soto).

Peumo, “Es un fruto que sale en el peumo, tiene ‘pepa’ grande, se come crudo, es como un poroto pero más redondito, tiene un sabor como mentolado…” (Paula Soto).

Economías de Recolección

“Fruto del copihue”,

69 Tercera Parte


Berros, “Salen en los riachuelos, son como plantas acuáticas. Cuando era ‘cabra’ [niña] salía con mi abuelo a buscarlo, salen en el agua, están flotando en el agua. Tienen un gustito picante. Los antiguos lo usaban para el dolor de estómago…” (Paula Soto).

Romaza, “Sale cerca de los bosques, no dentro del bosque, donde hay pasto. Es parecida a la ‘siete venas’, más suave las hojas. Es más acidito, se hace pebre, ensalada…” (Paula Soto).

Yuyo,

Rutas de Recolección en La Araucanía

“El yuyo se hace con legumbres, hay un guiso de mote con yuyo. Con mote de trigo, mote, como un budín. Como todo budín, por ejemplo de acelga, le echa yuyo y le echa las otras verduritas y el mote, el mote es como el espesante. El gusto del yuyo es más acidito. Antiguamente se hacía porotos con yuyo.

70

A las arvejas también le viene el yuyo. En ensalada también, crudo en ensalada, yuyo más nuevo, es como una ensalada de hojas, de varias hojas que hay que mezclar, con espinacas puede mezclarlas, con hojas de betarraga quedan ricas. También se hacía sopa de yuyo, hay que usarlo como una verdura que tiene un gustito más amarguito, así que hay que ponerle de a poquito. Si le echa mucho yuyo al budín queda muy pasado. La receta original que yo tuve era mote, yuyo y huevo, entonces, yo lo cambié un poquito y le puse más acelga, zanahoria y más verduritas…” (Susana Higueras).

En un testimonio que se remite a recuerdos anteriores a 1930, encontramos algunas variantes sobre uso y recolección de yuyos, “Los yuyos era como ocupar un paquete de acelga ahora. Los yuyos salían en los trigos. Había que limpiar el trigo, al sacarle el pasto, cuando había yuyos uno aprovechaba de llevar para la casa, pa’ hacer ensaladas cocidas, pa’ ponerle a los porotos ¡que quedaban ricos!, como ponerle acelga, ponerle

Tercera Parte


cualquier otra verdura. Salen en las pampas, en los prados donde hay siembra, porque ese es como una semilla y ahí íbamos a buscar. Rinden poco, teníamos que traer unas dos bolsas así para hacer un ‘güen’ [buen] poco de ensalada con papas ‘cocías’. Un almuerzo podía ser de yuyos con papas cocidas. Quedaba rica una ensalada de yuyo con cebollita, se freía la cebolla y se le ponía…” (Uberlinda Campos).

Maqui, “El maqui que salía se hacía chicha. En la casa hacían chicha de maqui, con las manos se refregaba, se molía bien ‘moliito’, porque está blando cuando está bien madurito. Entonces, lo poníamos en un tiesto grande y ahí se apretaba, se apretaba hasta que salía todo el ‘hollejito’. La semilla después se colaba, se colaba y era una chicha pa’ tomar con harina y sola también. Nos encantaba salir al maqui, porque buscábamos las partes donde habían las matas mas ‘cargás’ [cargadas, llenas de frutas] así y quebrábamos ramas y pegábamos sacos, hacíamos como una ‘frazá’ [frazada] así de sacos, una alfombra y ahí le tirábamos el maqui. Ahí mi mamá se entretenía sacudiéndolo, aporreándolo y nosotros íbamos a ‘queurar’ [quebrar más ramas], llevábamos harto maqui.

“Se secaba, se aporreaba más alto que pa’ abajo. Íbamos lejos, pa’ abajo, aporreábamos un árbol y servía eso pa’ revolverlo con trigo y hacer harina ‘tostá’ en el invierno. Servía pa’ remedio, el maqui seco es muy bueno pa’ remedio…” (Salvador Olivera). “Maqui este año fui con mi vecina a buscar a ‘La Victoria’, de Vilcún para la cordillera. Se saca por gancho y se va desgranando. Antes la gente hacía chicha de maqui. Seco es bueno para los niños cuando tienen colitis…” (Paula Soto).

Economías de Recolección

También es medicinal, para la vista es ‘güeno’ [bueno] el maqui, uno le saca esa ‘huira’ [hilachas] que tiene encima y después lo raspa un poquito todo lo que es blando y se colaba en una gasita así y eso se molía…” (Uberlinda Campos).

71 Tercera Parte


Parrilla o zarzaparrilla… “La parrilla es media ‘parecía’ a la mata de maqui, pero no crece tanto pa’ arriba, es así, más ‘retragaita’ [pequeña pero ancha]. Cuando ya pasaba el fuego por una parte [quemas agrícolas] salían hartas matas de parrilla ahí. Es chiquitito, negrito, más grande que el maqui. Eso perseguíamos harto pa’ comer. Eso, no pa’ guardar, ni pa’ vender. No, era pa’ comerla nomás; era dulcecito, blandito. Nosotros en la casa la juntábamos…” (Salvador Olivera).

Grosellas, “…‘Broncella’ [grosellas], la ‘broncella’ empezaron a dar después, ya porque por la sombra y tanto que nevaba era que no daban pu’ y los guindos también, así, de repente empezaron a dar algunos, pero todos esos árboles ya después se terminaron que ahora mata de ‘broncella’ es raro ya de ver…” (Salvador Olivera).

Rutas de Recolección en La Araucanía

El testimonio de don Salvador nos remite a las cercanías de Melipeuco hacia 1930 ó 1940… “En esos años manzana, cereza, plátanos… viene de afuera, por aquí nadie conocía esas cosas…No, cerezo no había en esos años por aquí, ‘nadien’ tenía, o ‘cirgüelo’ [ciruelos], nada de esos árboles, ninguna cosa de eso. Si lo primero que tuvieron por aquí la gente fueron guindos…” (Salvador Olivera).

En las cercanías del lago Colico, doña Uberlinda recuerda haber comido coulles, “Mi papá traía de la cordillera, de la ‘montaña’ [bosque] los copihues y los coulles, porque eso sale en la ‘montaña’, en los árboles. Yo no podía comer los coulles, me hacían mal, es que comía y casi me moría del dolor de estómago. Los comía como fruta…” (Uberlinda Campos).

Otros hongos, “Lo otro que recogíamos son los hongos, los champiñones, nos enseñaron a comerlos, como se

72 Tercera Parte


hacían, a identificarlos. Allá salen varios tipos de hongos. Las identificamos como callampas amarillas, de pino, que también es comestible, esa hay que secarla. Salíamos a buscar piñas para el fuego y ahí encontrábamos esos hongos, no sé en qué época sería. Y de ahí buscábamos callampas. Le decíamos callampas nosotros, mi abuela las ocupaba, las cocía y las secaba, las pasaba por agua hirviendo y las ponía a secar en un canastito al sol, para el invierno, para echarle a los tallarines. Los tirábamos arriba de la cocina a leña con sal. Para diferenciarlo a unas les decíamos ‘callampas’, eran blancas por arriba y café por abajo. Las otras eran blancas y rosadas por abajo, a esas les decíamos ‘hongos’. Nos enseñaban que el hongo que es blanco ese no se come, nos decían que eran veneno, que eran ‘meados de perro’. Mi abuelo eso nos enseñó y mi papá igual…” (Paula Soto).

Agregamos castañas, un fruto exógeno incorporado a los circuitos de recolección…

Las castañas las traíamos para el año, pero por lo general traíamos para el invierno po’, las guardábamos en la sombra donde no haya humedad, colgadas en mallas de estas de cebolla las guardaba mi mamá, porque si la dejábamos en una bolsa de feria se empezaban a humedecer y se ponían percán…” (Paula Soto).

Rita Obreque nacida hacia 1930 recuerda los paseos familiares “al campo”, asociados a la recolección…

Economías de Recolección

“En ese tiempo más o menos [abril] traíamos castañas. Las sacábamos de un fundo que se llama ‘Hualde’ que queda en Cherquenco camino al volcán Llaima. Las castañas por lo general están en el suelo, porque es similar a la avellana, con la diferencia que en la castaña la cascara se abre.

73 Tercera Parte


“…hacíamos picnic en el tiempo de los digüeñes. Íbamos a buscar en el tiempo de chupones, en el del maqui, de las nalcas para la montaña. Nosotros conocíamos los gargales, que era como los changles, que eran unos repollos que salían en los troncos. Sirven para las empanadas fritas, fritos pa’ hacer con las papas ‘cocías’ y las callampas igual se hacían fritas con cebollitas…” (Rita Obreque).

En un reclamo cargado de nostalgia, a propósito de los evidentes cambios en los gustos, los nuevos ingredientes y la incorporación de dietas exóticas, doña Uberlinda agrega: “Todo eso se perdió. Ahora no se puede hacer eso, porque aunque ‘haiga’, a la gente de ahora no le gusta po’…” (Uberlinda Campos).

Rutas de Recolección en La Araucanía

Como hemos indicado, la incorporación de La Araucanía al Estado-Nación chileno, debe ser leída como parte del agresivo proceso de expansión mundial del capitalismo (Escalona, 2011). Si a lo anterior agregamos la exclusión desarrollada por la oligarquía, podemos entender el desarrollo de la economía no formal en esta Región. Desde la segunda mitad del siglo XIX y durante todo el siglo XX se organizó en este territorio una particular economía que sumaba agricultura y ganadería, con recolección de una infinidad de productos marinos, lacustres, fluviales y de bosque. A esto debemos agregar el uso extendido de caza y pesca como actividades de subsistencia.

74 Tercera Parte


Rutas de Recolección

En el transcurso del siglo XX cambian las condiciones de uso del suelo junto con la privatización de prácticamente toda la tierra, por lo que se transforman gradualmente las posibilidades de este tipo de recolección. Hay productos que desaparecen y otros exógenos que se incorporan a los circuitos de recolección. Tenemos el caso de frutos silvestres, semi silvestres o domesticados como las grosellas (Ribes rubrum) originaria de Europa, ciruelas (Prunus domestica) originaria del Medio Oriente y manzanas de distintos orígenes que se venden en las ciudades y pueblos de La Araucanía durante primavera y verano y se consumen maduras o verdes. Algo similar ocurre con las castañas (Castanea sativa) originarias de Asia y que se incorpora a los circuitos de recolección. El caso de las avellanas (Gevuina avellana) merece un comentario aparte porque su comercialización, a diferencias de los productos ya comentados, implica un procesamiento. Estos productos de recolección eran (son) consumidos directamente o comercializados en las ferias de los pueblos y ciudades de la Región.

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Hasta la primera mitad del siglo XX, debido a una menor explotación de los recursos naturales, la recolección de productos comestibles tenía rendimientos bastante más generosos que en la actualidad. Tal como hemos indicado, los bosques procuraban frutos silvestres y hongos comestibles.

75


Su comercialización ha sido de preferencia informal, cuestión que ha ido cambiando en los últimos años. Agrupaciones sociales y empresas privadas han desarrollado sistemas de procesamiento artesanal (conservas, desecado, confituras, licores, etc.) además de experiencias de comercialización y exportación aún incipientes. La recolección de productos comestibles sigue ciertos circuitos temporales y geográficos que conectan durante todo el año bosques, humedales y roqueríos de distintos sectores de la costa, la depresión intermedia y la cordillera con los mercados locales. Tradicionalmente la recolección la desarrollaron pequeños grupos familiares que recogían y acopiaban los distintos productos, entregándolos a otros para su comercialización. Los productos más emblemáticos son los cochayuyos y piñones, en cuya recolección participan grupos familiares que desarrollan anualmente rituales de recolección y acopio, reproduciendo una herencia cultural de cientos de años (Gedda J. C., 1997), (Gedda F. , 1987).

Rutas de Recolección en La Araucanía

En la actualidad, la recolección ya no se relaciona exclusivamente con estrategias campesinas sino, en una situación similar a las de los “temporeros” y “temporeras”, en una actividad crecientemente urbana.

76

La comercialización en la ciudad de Temuco se realiza principalmente en el sector de la “Feria Pinto”, mercado de abastos ubicado en el tradicional “Barrio Estación” entre las calles Balmaceda/Lautaro, Matta/Barros Arana. Su origen se remonta a la década del cuarenta, originalmente era un mercado en el que confluían los pequeños agricultores de los alrededores de la ciudad a vender productos hortícolas y de recolección. Gradualmente se convirtió en un extenso mercado, donde se confunden la comercialización de frutas y verduras de origen local y crecientemente de la zona central, con productos de recolección, flores, pescados y mariscos, ropa, zapatos, juguetes, etc. Además de una infinidad de artefactos, desde repuestos electrónicos hasta ganado menor. Interactúan comerciantes establecidos, con comerciantes informales. Campesinos mapuches con campesinos criollo-mestizos. Podríamos indicar que la comercialización de los productos de recolección está en manos de comerciantes más o menos establecidos, que desarrollan la venta de distintos productos todo el año. Así, por ejemplo, tenemos evidencia de personas que

Tercera Parte


durante la primavera comercializan nalcas y en período navideño se dedican a la venta de juguetes en los mercados populares, que para tal efecto, se instalan en las plazas de Temuco. Entre los productos de recolección que se comercializan en la actualidad encontramos, por ejemplo, moras, mosqueta, maqui o mutilla, durante el verano. En el otoño changles, piñones y castañas. En el invierno camarones de vega y en la primavera nalcas, digüeñes y frutos verdes.

Rutas de Recolección

Tal como hemos explicado, hemos incorporado carbón y leña dentro de las “rutas”, aunque en rigor no se trata de productos de recolección, los hemos incluido en nuestra investigación, porque entendemos que las lógicas económicas y culturales que operan en torno al carbón y la leña se corresponden con las lógicas de recolección.

77 Tercera Parte


C. Ahumada

Rutas de Recolección en La Araucanía

La Ruta del Piñón

78

El piñón es quizás el producto de recolección más conocido y emblemático de toda La Araucanía. El fruto del araucaria fue el principal sustento, primero de los pehuenches -desaparecidos o asimilados hacia la segunda mitad del XIX- y más tarde, de los grupos mapuches instalados en las localidades cordilleranas. Su uso es variado, la culinaria mapuche-pehuenche lo prepara: crudo, cocido, tostado, como harina de piñón, etc. En palabras de José Bengoa, “… el piñón es la harina base de la alimentación mapuche. Como se sabe, el fruto de la araucaria crece en las montañas sobre los 600 metros de altura y tiene ciertas temporadas de

Tercera Parte


maduración. Al parecer, los mapuches almacenaban alimentos para una parte del año, lo que les dejaba bastante tiempo libre, que podían dedicar a otras tareas. No se conoce que hubiera especialización del trabajo, esto es, piñoneros que se dedicaran con exclusividad a esta actividad e intercambiaran piñones por otros productos…” (Bengoa, 1985: 19).

De igual forma, la cocina criollo-mestiza de la Región lo utiliza desde hace un par de siglos. El pino araucaria (Araucaria araucana), crecía en abundancia en la cordillera de los Andes, entre el volcán Antuco y el volcán Lanín, y en algunos bosquetes en la cordillera de Nahuelbuta. Puede alcanzar más de 50 metros de altura y vivir unos dos mil años. Uno de los viajeros que registró con mayor detalle las características de la naturaleza en La Araucanía fue el naturalista polaco Ignacio Domeyko. En sus observaciones de mediados del siglo XIX describe el pino araucaria… “En lo más profundo de estas montañas, tras de aquellos densos i pantanosos cañaverales, en la parte superior de las cordilleras de la costa i en lo mas elevado de la región subandina, crece i se encumbra el esbelto, jigántico pino de piñones, la célebre araucaria. Su tronco se empina a mas de cien pies de altura i es tan derecho, tan igual, como el palo mayor de un navio: tan vertical, firme e inmóbil, como la columna de mármol de algun templo antiguo. Su cogollo en forma de un hemisferio, con la parte plana vuelta hacia arriba, i la convexa para abajo, se mueve incesantemente, alargando i recogiendo sus encorvadas ramas, terminadas por unas triples y cuádruplas ramificaciones, como manos de poderosos brazos.

En las memorias de Pascual Coña encontramos mención del araucaria y su fruto: “En la cordillera crecen muy altos los pinos chilenos o araucarias. Son de dos clases: un pie produce solamente flores; el otro, frutos; son dispuestos en globos esféricos (conos) y se llaman piñones; estos últimos constituyen, después de asados, un alimento bien agradable…” (Wilhelm de Moesbach, 1936: 87).

Rutas de Recolección

En las extremidades de estos brazos, en la cima horizontal del árbol es a donde maduran los piñones, el verdadero pan de los Indios que la naturaleza próvida en extremo subministra a estos pueblos…” (1846: 19).

79 Tercera Parte


En tanto, Pablo Neruda (1969) le dedica su “Oda a la araucaria araucana”: “Alta sobre la tierra te pusieron, dura, hermosa araucaria de los australes montes, torre de Chile, punta del territorio verde, pabellón del invierno, nave de la fragancia (…).

Rutas de Recolección en La Araucanía

Rugió como una ola de leones todo el follaje de la selva dura y entonces cayó una marejada de piñones: los anchos estuches se rompieron contra la tierra, contra la piedra defendida y desgranaron su fruta, el pan postrero de la patria…”

80

Los piñones, además, formaban parte de los artículos que los pehuenches -hábiles comerciantes- incorporaban en sus intercambios con mapuches e hispano-criollos de ambas bandas de la Cordillera de los Andes. Sergio Villalobos, citando un informe del siglo XVIII, indica que los pehuenches se dedican al cuidado de caballos, la recolección de sal, cacería de guanacos, ñandúes, además de “…cosechar piñones en los parajes donde hay piñones…” (1995:125). En su visita a La Frontera en 1845, Ignacio Domeyko observaba este intercambio: “El comercio con los Araucanos consiste hasta hora en el que hacen algunos buhoneros sueltos, que con una carga de pacotilla se llevan trajinando por el territorio de los indios de una casa a otra, cambiando con ellos el añil, la chaquira, los pañuelos e infinidad de otras frioleras, por los ponchos, piñones, bueyes i caballos…” (1846: 76).

Tercera Parte


Durante los siglos XIX y XX, fue incorporado a los circuitos de recolección y/o comercialización por los campesinos criollomestizos asentados en las localidades cordilleranas como colonizadores precarios, sin apoyo del Estado. La evidencia que hemos recogido sobre recolección, acopio y comercialización, además de preparaciones del piñón, presenta testimonios de mapuche-pehuenches y campesinos criollo-mestizos de las localidades de Icalma, Melipeuco, Lonquimay, Cunco y Curarrehue, donde aún se conservan pinalerías: Augusto Aguilera, Uberlinda Campos, Salvador Olivera y Remigio Torres. Agregamos un par de testimonios de comerciantes dedicado a la venta de piñones en la “Feria Pinto” de Temuco: José Painel y Vanessa Fuentes. Y comentarios de Susana Higueras sobre actuales aplicaciones culinarias. Los campesinos entrevistados tienen una estructura económica similar. Se trata de familias que utilizan la recolección como complemento para agricultura de subsistencia y crianza de ganado (aves, vacunos, ovinos y caprinos). A fines del verano, en una tradición mantenida por los mapuchepehuenches, las familias suben la cordillera, a las “veranadas”, donde se instalan en viviendas rústicas y se dedican a pastorear y recolectar piñones. Con las primeras nevadas bajan con su carga de piñones, a sus lugares de residencia habitual.

“Desde que tuve conocimiento, mi papá, mi mamá siempre trabajaron con animales. Pero ellos igual seguían manteniendo ciertas tradiciones. Mi ‘papi’ tenía animales y así, ya fue perdiendo su tradición de recolectar, echaba una arrancada a piñonear un poco. Mi madre, cuando no podía ir a recolectar piñones nos mandaba a los hijos que fuéramos a buscar piñones.

Rutas de Recolección

En la comuna de Curarrehue, en plena cordillera de los Andes, está ubicado el poblado de Reigolil. A unos 10 kilómetros hacia la cordillera vive don Augusto Aguilera Carinao, lonco tradicional de la comunidad de Lifco. Su relato nos permite aproximarnos al uso y recolección de piñones por campesinos mapuche-pehuenche...

81 Tercera Parte


Yo cuando tenía como quince, veinte años, salía a los piñones. Con mi hermano, mi hermana, nos juntábamos unos veinte sacos. Antes los sacos eran de 80 kilos, salían unos sacos de una pita gruesa, había de 100 kilos también... Nosotros no consumíamos mucho porque siempre se iba a la Argentina, se traía harina así pal’ invierno. Iban a comprar allá la ‘mercadería’ [provisiones]. Tenía ‘guarda’ [reservas], así que en ese tiempo de wallen, cuando faltaba, si les fallaban los piñones, no habían piñones, ellos tenían aquí para buscar [piñones enterrados]. Los papás compartían; esa era la misión que siempre se cumplía, el que tenía más le prestaba al otro, había que hacerlo así, si no, se podía morir alguien, porque aquí antes se conocía la ‘necesidad’ [pobreza]… Antes, cuando recolectaban piñones los antepasados; siempre recolectaban hartos piñones, pero era para el consumo no más. En ese tiempo había ‘huellitas’ [senderos] no más, no había caminos así como hay ahora. Ahora vienen de Temuco a buscar los piñones…

Rutas de Recolección en La Araucanía

Empezaban a piñonear en abril. Lo que no podían bajarlo a tiempo, antes de invierno, los dejaban arriba. Hacían hoyo y lo colocaban así enterrado. Hay corriente de agua así y ahí quedaban…

82

La fecha del piñoneo acá es después del 15 de abril. Cuando viene bueno mayo, que no ‘neve’ más del mes. A veces en junio viene nevada. Ahora no sé, se adelantaron las nevadas. Antes, ellos [sus padres], cuando no había nieve iban a la cordillera. Se preparaban ‘roquín’ [provisiones de viaje] y a caballo, con la familia… Esa eran las veranadas, entonces, ahí habían piñones ‘pellin’ que le dicen, queda debajo de la nieve. Ahí se iban a instalar, a las partes donde tenían un molewe, se dice, donde uno va, igual como dice: ¡yo voy acampar en tal parte! Eso es un molewe. Ahí iban a acampar, tenían sus casitas y ahí se quedaban unos días, un mes podían estar recogiendo piñones… Lo que tenían ahí en un hoyo, lo sacaban y lo echaban a cocer, lo pelaban y después lo sancochaban un poco. Después de sancochado lo sacaban, lo traían medio

Tercera Parte


mojado todavía. En la ‘cocina de fogón’ siempre mantenían una zaranda grande, de coligüe, ahí lo colocaban arriba. Es como una parilla de coligüe. Ahí la colocaban, se hacía fuego en la cocina a fogón y la ‘humaban’ [ahumaban], lo tenían como una semana. Entonces, de allí ellos lo iban sacando cuando estaban sequitos, medio ahumadito y lo guardaban pal’ invierno (…). Mantenido ahí, igual uno podía comer en todo tiempo, tenían pa’ la primavera… Los que no iban a los piñones le cambiaban por papas, trigo, ‘alverjas’ [arvejas] … y ahí hacían negocio…”.

Don Augusto relata los procedimientos utilizados por sus padres para la conservación de piñones… “Ellos recolectaban piñones y lo que podían bajarlo aquí al ‘bajo’ de la cordillera lo bajaban. Lo demás lo enterraban, eran hoyos donde ellos enterraban los piñones y ahí una ‘seña’ [marca] que hay, que ahí se enterraba el piñón. Esos después se sacaban y estaban buenos…

Entonces, ahí los piñones se ponen igual que la ‘papa una’, se ponen duritos, la cáscara negrita, media azuleja. Después los sacaban y los cocían. Mantienen su mismo color y el mismo gusto, no se pudre nada con agua que corre, esa es la idea…”.

En la tradición heredada de su abuela materna, la preparación de piñones ofrecía y ofrece distintas posibilidades culinarias… “Se hace chuchoca de piñón. Lo cocían un poco, después, cuando ‘blandeaban’ [ablandaban] lo pasaban en piedra, se muele y después lo secaban al ‘solcito’. Ya estaban ‘humadito’ [ahumado], no había

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Después de la nieve. Lo dejaban siempre corriendo el agua, una corriente de agua que tuvieran, lo colocaban ahí, entonces los piñones no se echaban a perder, se mantienen. Cuando ellos querían hacer piñones, así como está la ‘papa una’, que le dicen, que la pudren o sea hecha un saco de papa y ahí la tapan. Los piñones los entierra en una parte ‘mallinosa’ [pantanosa] donde hay agua, sí ‘mallinosa’ que viene debajo así, del agua… que no tengan corriente de agua. Hacían un hoyo donde hubiera piedra también, entonces ahí no pierde el color, quedan con el color coloradito.

83


pa’ qué echarlo por otra vez, dejarlo así, al sol no más, ahí se seca y se le echa a la comida después… Harina de piñón también hacían, pa’ ‘poderlo’ moler, porque los piñones son duros estando secos, entonces, también lo cocían un poco, lo molían y ahí lo secaban y después le daban. Ahí se podía moler molidito, si no, costaba mucho porque el piñón es duro… Los piñones los aprovechaban, eso es igual como tener arroz, es como lo que es el arroz, el pan hoy día. Claro, el piñón era lo principal po’…”.

En opinión de don Augusto, en los últimos años la recolección ha ido cambiando, ya que a la disminución de los bosques de pinos araucarias se le agregan la migración y los cambios en las costumbres de la juventud…

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Fue cambiando, cambiando, cambiando así. Cuando voy a ver a los animales a la ‘veraná’ [veranadas], no me preocupo de recoger piñones. Claro, antes cuando estaba más joven me bajaba, recogía un buen poco. Me lo echaba a la ‘maleta’ [ancas], ahora, ya con los años, me duelen las piernas pa’ desmontar. No, no hay caso, puedo andar todo el día de a caballo, yo a veces camino todo el día de a caballo, el caballo despacito así no se maltrata, pero uno si va anda trayendo ‘roquín’, uno saca pancito lo que sea y va comiendo a caballo… Ahora no, porque si van a los piñones dicen: -yo voy a los piñones, voy a ir a piñonear-. Se ponen de acuerdo, buscan uno que les compra los piñones en Temuco, Pucón, Villarrica. Vienen con camioneta o camión y venden los piñones. Los primeros piñones que se venden son buenos, después ya le van bajando, le van alterando el precio. Traen ellos mercadería también, por ejemplo trigo, y lo cambian por piñones o papas. Igual la gente se acomoda. Yo creo que no alcanzan a surtirse por todo el invierno po’. Sacan pa’ vender. Por la forma con la que se está sacando ahora hay poco piñón. Sí, porque ellos ya compran arroz, traen ‘negocio’ [artículos para comerciar]. Si le dan plata compran

84 Tercera Parte


vino. Algunos compran en los ‘negocios’ [almacenes], por ejemplo, harina, todas esas cosas. Otros no, la juventud por lo menos, cuando hay harto, recogen una bolsita de estas de cincuenta kilos, la venden a veces por plata y compran vino no más. Los que tiene casa, los ‘acaserados’, guardan un poquito más. Yo he escuchado que ahora no guardan piñones como antes. No, no guardan, dejan una bolsa, dos es mucho. A veces ni los consumen. Este año [2012] estuvo malo pal’ piñón, malo no hubo na’. El año pasado hubo, pero poquito también. Dicen que pal’ año que viene va haber harto. Antes, todos los años era igual, había piñones por cantidad, ahora ya eso no se da tanto. Tiene que haber sido por esos cambios que hubo, porque ahora, por ejemplo, el que va a ‘piñonear’ trae hartos piñones. Cuando venga esta temporada de ‘piñoneo’, este otro año los que van a recoger los piñones eligen el más grande no más, el piñoncito medio chico lo van dejando ahí, lo van pisando, pasando por encima. Y eso no se hace, no se hace porque ya uno está haciendo un desprecio, si uno tiene que recoger de todo por parejo…”.

“Las cáscaras del piñón no se botan a la basura, se entierra, hacer una parte como un hoyo y ahí que se pudra. Algunos lo queman, pelan un piñón cuando están a la orilla del fogón, ¡pal’ fuego! Eso no se hace. Si no, en la cocina, comieron piñones, recogen una cáscara, abren los anillos [de la cocina a leña] ¡adentro! [lo arrojan al fuego]. Eso no puede hacerlo, porque antes, la gente no usaba hacerlo así, siempre era prohibido cualquier fruta que produzca el árbol no se puede quemar la cáscara. No, no se quema, se entierra, o bien, si uno se come una manzana queda una ‘corontita’, uno la tira se la recoge, a lo mejor, el mismo perro la agarra y se la come… o están las aves cerca, la aprovechan también, pero no al fuego, porque ahí en el fuego no se aprovecha na’ po’…” (Augusto Aguilera).

Don Remigio Torres vive en la “comunidad Coihueco”, sector Icalma comuna de Melipeuco; lugar donde aún abundan las pinalerías, nos comenta algunas variantes de la usanza mapuche pehuenche.

Rutas de Recolección

Otra cosa que se ha perdido es el respeto hacia la naturaleza…

85 Tercera Parte


Su familia se dedica a la crianza de animales y conserva un estilo de vida tradicional, adaptándose a las durísimas condiciones del clima, igual que sus abuelos y bisabuelos… “Acá hay dos meses en que no se trabaja por la nieve (…). Esta casa era de pura ‘canoa’ antes… las ‘canoas’ eran para las casas, pal’ techo, son palos partidos hechos con hacha. Es igual que una tabla, la hacían de tres sesenta de largo y según la altura del palo, abajo le ponían un palito, como un tarugo para que no caiga. Arriba había que estar bien parejito todo, no se clavaba así no más. Y eso se hacía con hacha, con pura hacha… Nosotros somos de acá con mi señora. Yo no conocí mi papá, murió cuando yo era bebé. Mi mamá vivía por aquí, ella también se dedicaba a lo mismo. Todos los que viven acá se dedican al piñón, se dedican a la crianza de chivo, de cordero, a los vacunos. A la leña igual, acá no se puede estar sin leña, acá tiene que tener leña invierno y verano…

Rutas de Recolección en La Araucanía

No hay muchas cosas que se hacen: trabajo de turismo, venta de cordero, de chivo. El que es más inteligente negocia así, o hace trabajos, trabaja en leña. Algunos que trabajan en gastronomía también…

86

Piñones cuando hay, cuando no hay otro trabajo. El piñón produce mucho alimento. No solamente se hacen piñones cocidos. Aquí nadie vive solamente del piñón, sino también se compra harina, se compra trigo, se compra la papa. Todo lo que es comestible se compra. Nadie vive solamente del piñón, porque si fuera así, todos los que siembran papas vivirían de la papa no más… Aparte de la recolección están los corderos, los chivos. Cuando empiezan a llegar los turistas empiezan a pedir chivos, de todo, no le falta trabajo en la casa. Si hay que carnear, hay que entregar carneado, si no, tiene uno que salir a comprar a otro ‘peñi’ [hermano]… Acá el inteligente hace artesanía. Hay tanta cosa que hay que hacer, si solamente hay que ser inteligente. Aquí siempre existió la artesanía, se hacían bateas

Tercera Parte


de lavar, bateas amasanderas, hacían ‘canogas’ [canoas]. A pura hacha, acá trabajaban a hacha.…”.

Preparaciones… “El piñón te da mucha clase de alimentos, no es solamente cocerlo. Te hace mudai, te hacen puré, te hacen kuchen, alfajor de piñones, harina de piñones y tanta cosa. Se hace pan de piñones, se hace montones de cosas. Entonces, no digamos que solamente puro piñones cocidos no más. Chuchoca, harina, katuto. Igual como el trigo, lo mismo que el trigo, más rico. Se ‘coce’ [cuece], se muele y se hace. Ensalada de piñones quedan rica. Y se hace almíbar de piñones también, como dulce de piñones igual. Queques… Lo prepara crudo y cuando se deja con palito, ese como ají, igual se deja secar, se seca, después se hace chuchoca. Después se muele y se hace como harina, eso se hace masa, pan, lo que sea, sopaipillas…”.

Acopio… “Nosotros guardamos piñones, sabiéndolo hacer ‘tenís’ [tienes] hasta cinco años. Tiene que secarlo bien, hay que tostarlo, secarlo. Lo hecha a hervir y secar. Que no tome humedad, tiene que dejarlo en una parte donde no tome humedad…

Dada la altura de los araucarias, la recolección de piñones requiere gran habilidad. Las técnicas utilizadas son similares, con variantes de un lugar a otro. En Icalma usan un lazo atado a una vara delgada. Lanzan el implemento y lo hacen subir con un movimiento de manos hasta enganchar una piña que al romperse deja caer los piñones… “una marejada/ de piñones”. “Con lazo lo tiran, le tiran la ‘boleadora’, la tiran pa’ arriba, empiezan a lacear el ‘cogotito’, la cabeza y el piñón cae enterito. Lo lacean o se suben arriba…”.

Rutas de Recolección

Como no hubo piñón este año [2012], entonces, hace falta para mudai, para chuchoca, para todo eso, para hacer chuchoca…”.

87 Tercera Parte


Las veranadas… “Cuando se va a los piñones se queda en esa casa de la veranada. Puede estar todo el tiempo que quiera estar. Hay que llevar todo. Hasta cocina hay que llevar para hacer pan… En tiempo de piñoneo aquí en la casa no queda nadie. En las tardes, tiene que venir solamente alojar no más, alguno viene a alojar porque hay ovejas que estar cuidando. No falta el maldadoso de repente. Y los otros se quedan en la veranada arriba. Nosotros estamos aquí, no más cuando hay piñones aquí arribita, llegamos en camioneta, igual no está lejos… Aquí se empieza la recolección del piñón en marzo, el 1 de marzo. Cuando hay mucho… mayo, junio. Cuando hay harto, pasa el invierno y hay piñones en la cordillera. Al otro año ‘podis’ [puedes] subir en septiembre, noviembre cuando ya se está yendo la nieve ‘encontrai’ [encuentras] piñones sanitos. Piñones que están debajo de la nieve se conservan mejor, quedan dulcecitos, y eso hay que tostarlo, secarlo después con ese piñón ‘tenís’ pa’ largo rato. El piñón es durable...

Rutas de Recolección en La Araucanía

Este año [2012] se adelantó mucho, cayó en febrero, si, el 8 de febrero cayó. Es mejor que caiga antes. Que caiga antes no afecta la calidad del piñón. Estando bien maduro los piñones es mejor, porque hay más tiempo pa’ recolectar también…”.

Comercialización… “Este año no hubo, si ese fue el problema, si hay partes que no hubieron piñón… solamente pa’ probarlo, ni eso. Porque hay años, que en este tiempo hay [gran] cantidad. Nosotros el año pasado, semana por medio llevábamos la camioneta ‘cargá’ a Temuco a entregar piñones, llevábamos piñones pa’ vender en la feria, este año nada, solamente pa’ consumo… Algunos vendieron, algunos que hicieron empeño, pero algunos que no hicieron empeño no, pero recolectaban de a diez kilos, cinco kilos. Este año fue muy malo, muy malo. Eso no se llama piñonear… Nosotros agarramos, cuando agarramos harto, 20, 30, 40 sacos. En la semana casi hacen los tres mil

88 Tercera Parte


kilos uno. Este año una bolsita yo creo que agarré, un saquito y medio, eso no más agarré este año. El precio este año, no muy bueno tampoco, porque pagaron $1.000 el kilo. Pero estuvo bueno pal’ precio que siempre se entregó el año pasado. Cuando hay mucho se entrega muy barato a $250, $300. Este año lo están vendiendo en el pueblo a $2.500. Cuando está más barato acá se vende a $200, $300 el kilo y ahí lo venden en el pueblo a $700 ó $800 pesos. Ahora igual lo subieron como tres veces el precio. Sí porque no hay, por eso que están pagando bien… Hay mucha competencia también. Igual viene gente de afuera y también algunos empiezan a arreglar los piñones, los bajan en verde. Cuando están verdes todavía, cuando no están maduros empiezan a bajarlos. Eso echa a perder la venta de piñones. El año pasado lo llevó a Temuco, ahora igual hay gente que viene a buscar acá, viene gente de Temuco, de Melipeuco. De repente vienen ‘peñis’ también que comen piñones, vienen a buscar piñones más baratos… En el tiempo del turismo no hay piñones, ese es el problema. Están nuevos en ese tiempo y no se puede hacer toda esa cosa, no se puede hacer…” (Remigio Torres).

“Todo comienza en verano, eso lo hacemos desde siempre. Yo recuerdo que mis papás me decían que es como tradición vivir así y que hay que agradecer que nuestra tierra nos regale el piñón para poder vivir, y así nosotros le enseñamos a nuestros hijos y la gran mayoría de los que vivimos acá lo hacen…”.

La subida a la veranada… “Por ahí por diciembre más o menos, mi marido sube con mis hijos mayores y construyen una casa, ahí buscan si la del año pasado sirve o no y se ‘para’ [arregla] la casa, la forramos con cartón, unas

Rutas de Recolección

En Lonquimay, la familia Painemal recolecta piñones hace generaciones. Dadas las características de su testimonio, probablemente se trate de descendientes de pehuenches. Doña Elisa nos indica…

89 Tercera Parte


maderas, unos plásticos y nos vamos todos para allá; dejamos bien cerrada esta casa y vivimos allá. Yo y mis dos hijas buscamos los piñones que se cayeron de los pinos. Antes les pegaban para que cayera el piñón, pero nosotros no lo hacemos, vamos buscando los que se cayeron, sacamos las cabezas y los guardamos limpiecitos (…) el piñón cae con una colita negra que le cortamos cuando lo recogemos. Así pasamos ‘too’ [todo] el verano. En marzo, los chicos que estudian bajan a la escuela y después suben para seguir trabajando en la tarde. Mientras, mi marido y mis hijos buscan leña para vender en invierno. Así pasamos hasta que es invierno. Es muy frío, cae nieve y el piñón se comienza a tapar de nieve, ese es el mejor piñón, ese queda bajo nieve como tres o cuatro meses, después lo vamos a buscar y es el más bueno.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Nosotros no lo vamos a vender a Temuco, no podríamos ¡En qué lo llevamos! Lo vienen a comprar acá mismo. La gente se lleva sacos. Si no lo vendemos por plata, lo cambiamos por cosas de comer, aquí se da mucho el cambio de cosas. Eso lo hacemos desde siempre.

90

El año que viene, mi hijo, va a ‘parar’ [construir] su casita al lado de nosotros, como a 50 metros y después, mi otro hijo; y así se comienzan a ‘parar’ varias casas y todos trabajamos. Es que no hay otra cosa, el piñón lo da la tierra, es nuestra forma de vivir y por nuestros antepasados seguiremos nuestra forma de vida, porque no conocemos otra…” (Elisa Painemal).

Don Salvador Olivera, nacido en 1937 relata vivencias en torno a la recolección de piñones en las cercanías de Melipeuco. Su testimonio presenta el uso de los piñones por las familias campesinas criollomestizas. En su memoria, guarda relatos transmitidos por sus padres desde la época en que se instalan como colonizadores precarios hacia 1900… “Cuando salíamos a recolectar íbamos todos los hermanos, cuatro, cinco, seis. Así como fuimos creciendo íbamos saliendo a los piñones. De siete, ocho años íbamos a los piñones, ‘a pata’ [descalzos]

Tercera Parte


porque no teníamos qué ponernos en los pies, no habían zapatos, zapatillas, nada. Nosotros íbamos a los piñones a Icalma, de a pié. Por la ‘huella vieja’ [sendero] íbamos a los piñones. La recorríamos toda pa’ allá, empezando a caer los piñones, por la ‘huella vieja’. El año que recogíamos menos piñones nosotros, sus cien sacos de piñones. Cuando recolectábamos más piñones eran ciento treinta, ciento cuarenta sacos, más o menos. Llevábamos todo abril y cuando no venía muy ‘nevador’, todo mayo. En veces estaba con medio metro de nieve, caían piñones encima de la nieve y eso lo íbamos a recoger todo. En veces lo recogíamos con cola y los traíamos así pa’ la casa, los dejábamos a orilla del fogón en la cocina y ahí los descolábamos, los limpiábamos y los guardábamos limpiecitos y todas esas colas después se botaban o se quemaban, se echaban al fuego… Esta cordillera, como por la mitad aquí, del faldeo pa’ arriba, tenía pino [araucaria] y ahí íbamos a la ‘colorá’ [lugar de veranadas] en el tiempo que ya empezaban a caer los piñones. Cuando no íbamos ahí, íbamos a esta otra cordillera, ‘la cordillera de los Romeros’. Después, fue por los incendios, se acabaron los pinos [araucarias]; y si no, habrían pinos hasta muy abajo todavía, pero por los incendios grandes que había en esos años se fueron acabando los pinos…”.

“Porque aquí todavía no podíamos sembrar trigo [en aquella época] en este campo era todo de ‘montaña’ [bosque]. Harto bonito, crecía el trigo pero no se secaban los granos, ni a medio secar, nada, ni una cosa, porque era muy sombrío, había mucha ‘montaña’, muchos árboles; entonces no se podía. Mi ‘papi’ allá en ‘Río Negro’ sembraba trigo, avena, arvejas, papas, porotos, maíz y de allá traía cosechado pa’ acá, pal’ invierno porque cuando nos veníamos pa’ acá seguía invernando aquí no más, con harto sufrimiento, porque se acababa el pan en veces, ocho diez días, hasta un mes, ‘en veces’ sin pan y sin azúcar, hasta sin sal, ‘en veces’; hartos días sus ocho, diez días…”.

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Don Salvador destaca la importancia de la recolección para la subsistencia de las familias campesinas que habitaban la cordillera en las primeras décadas del siglo XX,

91


En esas situaciones de carencia se recurría a los frutos del bosque. Se guardaban piñones para sobrellevar los meses malos… “Nosotros guardábamos piñones. Ya los primeros días de abril empezaban a caer los piñones. Guardábamos piñones, nosotros pa’ tener contábamos seis meses, hasta que habían piñones otra vez. Piñones enterrados por ahí, piñones en cajones grandes, ‘guardaos’, porque tanto servían pa’ nosotros los piñones como los cocíamos y los picábamos chiquititos y servían [además] pa’ criar pollitos o pavitos…”.

Preparaciones, “Se preparaban comiditas, así de papas, con arveja o piñones. Piñones se hacía como que era arroz o fideos, se echaban las papas a la olla y después se les echaban los piñones. Los piñones se cocían se pelaban y se molían en la piedra de moler. No había molino en esos años. En esa piedra molíamos “chancadito”, así el piñón queda como un ‘locro’ de trigo; y eso se le echaba a la comida…”.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Don Salvador explica una variante del uso de los piñones: como alimento para aves y animales,

92

“Mi papi hacía hoyos grandes en la tierra [para guardar piñones]. De ahí íbamos sacando después piñones pa’ comer, pal’ consumo y pa’ los animalitos, las aves, los pavos, gallinas. Hasta a los perros les dábamos piñones cocidos y peladitos…”.

Comercialización, “Había que vender piñones pa’ comprar ropa, comprar otras cosas que aquí no habían de ‘mantención’ [provisiones] y guardar todo lo más que se podía (…). Con el dinero que había ganado por los piñones se compraba harina ‘crúa’ [cruda] pa’ hacer pan, sal, azúcar, hierba, velas, fósforos (…). Velas no habían en esos años, ‘parafina’ [kerosene] no más y [usábamos] velas de cera de abeja (…). Cuando queríamos vender piñones salíamos pa’ allá pal’ pueblo de ‘Peuco’ [Melipeuco]. Harto baratos eran los piñones en esos años por que había mucha

Tercera Parte


abundancia de piñones. Harto poco lo que le sacaba, pero esa plata valía pu’, se compraba un par de kilos de azúcar. Tenía un negocio don Humberto Gómez, él compraba ahí y tenía pa’ vender cosas también. Sí, me acuerdo que todo lo que se vendía a él lo pagaba harto barato y lo que él tenía pa’ vender eso sí que era caro… Los piñones había que llevarlos en carro [carreta], se llevaban cuatro, cinco sacos pa’ venderlos, en un carro con los bueyes de tiro, de arreo llegábamos a ‘Peuco’. Había un día de aquí pa’ allá y un día de allá pa’ acá. Pasábamos a alojar de camino, donde la gente conocida, allá por ‘Tres Esquinas’… por ahí teníamos gente conocida, por ahí alojábamos… Subíamos por aquí derechito, por entremedio de la ‘quebrá’ [precipicio], por la casa de los Valenzuela, por la montaña donde pasábamos pal’ “bajo” [hondonada] donde se apartan los caminos, el camino grande con este chico. Ahí subía el camino pa’ la cordillera, por los faldeos. Eso eran los caminos que habían, no habían puentes, casi todo el ‘río grande’ había que pasar ‘por lado’ [vadear] no más, había que pasar con bueyes con carro, de a caballo (…). Se le podían echar siete, ocho sacos de piñones a un carro; cuando se iba de caballo, medio saco por lado no más…” (Salvador Olivera).

“Mi papá iba a los piñones y decía: en tal parte vamos a estar, nosotros vamos a tener fuego. Yo me acuerdo en la noche mirábamos y ‘víamos’ [veíamos] el fuego. Traían hartos piñones. Ellos venían después a Mininco, porque en ese fundo no se sembraban cosas de chacra. Venían a Mininco, yo me acuerdo que traían su saco de piñones, su saco de avellanas y cosas de madera hecha… El papá de mi mamá, trabajaba [tallaba] en estas cosas de madera, hacía esos platitos, cucharas, cucharones, yugos, todas esas cosa. Las traían y

Tercera Parte

Rutas de Recolección

El testimonio de doña Uberlinda nos remite a la década de 1920. Como parte de las estrategias de subsistencia de los campesinos criollo-mestizos, don Noé, su padre, salía a recolectar piñones a la “Cordillera de Nahuelbuta”, los que intercambiaba por las “faltas”, en pequeños almacenes de las cercanías del “fundo Niblinto” donde trabajaba…

93


cambiaban todo eso, por zapallos, por cebollas, por ají, por maíz; todas esas cosas… Entonces, se iba a los piñones para hacer trueque y en la casa se consumían también…” (Uberlinda Campos).

La comercialización de piñones ha ido cambiando en los últimos años. Durante el siglo XX se han ido incorporando a los recolectores campesinos tradicionales, comerciantes e intermediarios que viajan con sus vehículos a comprar o trocar piñones a Icalma, Lonquimay o Reigolil. Tenemos el caso de don José Painel, comerciante de Melipeuco, quien lleva muchos años comerciando piñones con familias mapuche-pehuenches y se reconoce como intermediario. Cada año, entre los meses de abril y julio, viaja en su camioneta a la localidad de Lonquimay donde cambia azúcar, arroz, porotos, lentejas adquiridos en Temuco por piñones. En algunas ocasiones recibe dinero como forma de pago. “Aquí yo soy intermediario no más, como se dice, yo voy pa’ la cordillera y hago un trueque con los ‘peñis’, porque la mayoría no te recibe plata…

Rutas de Recolección en La Araucanía

Pa’ que los ‘peñis’ te hagan el trueque tienes que conocerlos muchos años antes porque si no, no te tienen confianza…” (José Painel).

Traslada los piñones a la “Feria Pinto” de Temuco donde los vende a algunos comerciantes establecidos. Dependiendo de la abundancia o escasez oscila el precio de venta de los piñones. De igual forma, gradualmente el transporte en carretas tiradas por bueyes, está siendo desplazado por camionetas y camiones. En una variante de los testimonios anteriores, doña Vanessa Fuentes, comerciante de Temuco, nos relata aspectos de la comercialización en la “Feria Pinto” en años recientes: “Nosotros como familia no recolectamos el piñón, nosotros lo vendemos en Temuco. Lo que sucede es que la gente que recolecta el piñón es imposible que lo vayan a vender a Temuco.

94 Tercera Parte


En febrero, las familias suben a los cerros de Lonquimay, a sus alrededores… instalan sus ‘puestos’ o casas, o sea, un par de palos y los forran y se va toda la familia y ahí pasan como cuatro meses recogiendo el piñón, todos trabajan, pero son más las mujeres las que sacan el piñón. Los hombres están en la búsqueda de la leña, bueno en eso se pasan como cuatro meses. Bueno, ellos bajan de los bosques como en junio, depende del invierno, porque ya es muy frío para seguir ahí y vuelven a sus casas con la leña y los piñones que les quedan. Ahora, cuando están allá arriba, nosotros vamos en camioneta y les compramos los piñones y los vamos a vender a Temuco, a los ‘negocios’, a los feriantes y eso hacemos todos los años. Así como vamos nosotros, suben muchos camiones a comprar el piñón y lo venden en Temuco, en Los Ángeles, algunos van hasta Concepción a vender, es un buen negocio de temporada, pero hay que tener camión.

Desde hace algunos años los piñones forman parte de una oferta culinaria destinada a un público distinto. Es el caso de las innovaciones realizadas por el club de chef “Les Tocque Blanches” y CET-SUR, quienes bajo la perspectiva de la “Soberanía Alimentaria” han trabajado con grupos de mujeres mapuches, fortaleciendo, recuperando y resignificando antiguas recetas mapuches. Esta experiencia aparece registrada en el trabajo audiovisual de Alejandro Novella “Mujeres cuidadoras de semillas” (2001).

Rutas de Recolección

No sólo se paga con plata, también los mapuches cambian el piñón por mercadería, a veces usted ve pasar camiones con azúcar, arroz, esas cosas y después bajan cargaditos de piñones, hasta animales cambian. Es que la gente tiene que hacerlo para vivir el resto del año. Después, cuando bajan los hombres, han juntado camionadas de leña y le pagan a camiones para que las bajen. Las juntan en sus casas y las venden en invierno hasta que llega el verano y se van de nuevo. Así se pasan toda la vida y lo hace toda la familia. A los camiones les pagan con leña; por ejemplo, bajan tres camiones con leña uno es para los dueños del camión y los otros dos para el que contrató el camión, dos por uno…” (Vanessa Fuentes).

95 Tercera Parte


En una de esas capacitaciones se formó Susana Higueras, quien actualmente trabaja en un emprendimiento culinario en la comuna de Melipeuco… “Se hizo un curso del CET-SUR acá, sobre la recuperación de las tradiciones campesinas y de los productos que daba el campo, según su época y cómo se podían trabajar y conservar…”.

Doña Susana, presenta en su restaurant “El ruko de Melipeuco” distintas posibilidades para la degustación de piñones… “Hago piñones salteados, puré de piñones; el puré lleva sólo piñones, no lo mezclo con nada… Torta de hoja con piñones…se pueden hacer de todo. Piñón salteado, ahí usted le puede agregar hartas verduras, le puede agregar carne, o como quiera, o lo puede hacer solito también, con puras especias…

Rutas de Recolección en La Araucanía

Yo la mermelada de piñones no la hago, yo lo consumo más como nuez. Como polvo. En Reigolil hacen mermelada de piñones, en el sector de Curarrehue; yo la vi en una expo en Santiago…” (Susana Higueras).

96 Tercera Parte


M. C. Valverde

El digüeñe, dihueñe o quideñe (Cyttaria espinosae) es un hongo parásito que crece sobre las ramas de algunos árboles nativos como el roble (Nothofagus obliqua), identificado por los informantes como “hualle”, además de otras especies del género nothofagus. Es posible encontrarlo en bosques y renovales a lo largo y ancho de toda La Frontera y centro sur de Chile. Es, junto con los piñones, el producto de recolección más conocido de La Araucanía y el “fruto” más emblemático del bosque nativo. Pascual Coña lo identifica asociado a otros hongos característicos del bosque: “…en los robles crecen el dihueñe, el gargal y la pinatra…” (Wilhelm de Moesbach, 1936:106).

Rutas de Recolección

La Ruta del Digüeñe

97 Tercera Parte


Jorge Teillier (1971) el poeta lautarino que soñaba con trenes y bosques, lo evoca asociado a la infancia, la libertad y la nostalgia: “Veo un amigo tratando de atrapar una trucha en el estero. Hemos hecho la cimarra para buscar digüeñes y dejamos que el cielo libremente haga madurar nuestros rostros…”

Otro tanto hace Pablo de Rokha, identificando los lugares de extracción, cuando aún esos lugares eran generosos de bosques: “…lo único por lo cual yo prefiero adobado el lomo en Lautaro o Galvarino o Temuco, obteniéndolo de cerdo sureño, oceánico, y una gran cazuela de pavita en Lonquimay o el cordero lechón asado en brasas de horno, con quideñes agarrados en la gran montaña del copihual Arauco, en Traiguén, en Nacimiento, en Mulchén, Angol y Los Ángeles a la misma orilla del río Vergara o en Cañete o en el ilustre golfo de Arauco, como, por ejemplo, en Lebu, y aún en el espinazo de la epopeya de la cordillera de Nahuelbuta panteón de Pedro de Valdivia…” (1965: 10).

Rutas de Recolección en La Araucanía

Los digüeñes son una característica de ferias y mercados de La Frontera, apenas iniciada la primavera. En Temuco, entre el “Terminal de Buses Rurales” y la “Feria Pinto” aparecen lo canastos de mimbre con su carga rosácea de renovadas promesas culinarias. Voceados con un característico: ¡digüeñes caserito!

98

Uno de los elementos distintivos de la “Feria Pinto” es la presencia de carretones tirados por caballos, que los campesinos mapuches de las cercanías de Temuco aún utilizan para movilizar sus mercancías a la feria. En otro tiempo, cuando la recolección era una actividad casi exclusiva de campesinos, se utilizaba para transportar -entre otros frutos- los digüeñes. Tal como lo observamos, uno de los cambios más evidentes en la recolección en general, y en particular en este caso, es la incorporación de habitantes urbanos, con una lógica similar a la de los temporeros. La evidencia más visible de ese cambio es que estos productos se transportan en buses interurbanos, desplazando, en este sentido, a los carretones. Esta recolección se ha transformado, de una estrategia complementaria de familias campesinas, ha pasado a ser parte de las estrategias de subsistencia de familias urbanas. Los digüeñes maduran entre los meses de agosto y octubre. Se consumen crudos, fritos o cocidos; acompañando huevos revueltos

Tercera Parte


o en empanadas. Es un ingrediente muy apetecido dentro de la culinaria mapuche y la culinaria criollo-mestiza de raíces campesinas y, hoy por hoy, constituye una innovación en la alta cocina. Pese a los cambios en los hábitos alimenticios -globalización de por medio- sigue siendo del agrado de los habitantes de pueblos y ciudades de La Araucanía. “Hay gente que le gustan así chiquititos, chiquititos, es que los grandes son más blandos en cambio los chiquititos son duritos que a uno le da gusto mascarlos, hay gente que los compra solamente para írselos comiendo. Yo tengo caseros que compran su kilo, un cuarto… todos los que pasan por aquí andan comiendo, además como es tan corta la temporada también…” (María1).

De los registros realizados hemos seleccionado algunos que representan distintos momentos de la recolección. Tenemos los casos de Rodrigo Huircán, Juan Lienan, María1, Mariela Muñoz, Ariel Seguel y Nancy Peñailillo, que nos presentan distintas experiencias y situaciones en torno a la recolección y algunos usos. Edelmira y Aída Alvarez nos explican la comercialización en la “Feria Pinto” de Temuco. Sobre preparaciones, agregamos el testimonio de Susana Higueras. Incorporamos, además, registros de Uberlinda Campos para graficar situaciones sobre digüeñes en las primeras décadas del siglo XX. Doña Uberlinda, nacida en 1919, una de nuestra informantes más longevas, -aun viva y activa con sus 93 años- tiene, entre sus recuerdos más antiguos, reminiscencias de los paseos familiares, “a los digüeñes” y las distintas preparaciones que se hacían en su hogar. “Se salía a los digüeñes en este tiempo [primavera]. Se preparaba como ensalada cruda y también ‘cocía’,

Tercera Parte

Rutas de Recolección

La relación con el bosque sigue presente en la cultura de los pueblos pre cordilleranos de La Frontera. Tal como lo evoca Teillier (1971) para el Lautaro de su infancia, una de las tradiciones familiares que aún se mantiene es el paseo de los fines de semana de primavera “a los digüeñes”, según consta en testimonios recogidos en Villarrica, Cunco, Melipeuco y Vilcún.

99


si, frita que se llamaba, con un poquito de aceite, manteca, que después le ponían cilantrito y huevo y queda rico. Ensalada de digüeñes con huevos, no sé en otra forma, así lo preparábamos nosotros…” (Uberlinda Campos).

Una variante en el uso de este hongo lo encontramos en el testimonio de doña Susana, quien en su emprendimiento culinario de la localidad de Melipeuco, los recolecta y mantiene congelados. “El digüeñe, como está congelado, lo hago yo sólo en omelette, sólo huevo batido con verdura y el digüeñe. Lo que pasa es que como es medio ‘ligosito’ [pegajoso], la técnica es tirar el digüeñe al sartén y lo que demora en cocerse el huevo, el digüeñe se descongela y usted lo consume y lo encuentra durito. Tiene que ser una preparación rápida...” (Susana Higueras).

Y por supuesto, está incorporado en la dieta de los propios recolectores, como es el caso de Rodrigo, “En las tardes hago digüeñes fritos, los parto y los frio, con papas quedan buenos…” (Rodrigo Huircán).

Rutas de Recolección en La Araucanía

Sobre el proceso de recolección y comercialización encontramos una gran cantidad de testimonios. A pesar de la dramática disminución del bosque nativo, la recolección de digüeñes sigue siendo –si no generosa- al menos abundante. Sobre la estacionalidad de este hongo hay coincidencias… “La época del digüeñe empieza a fines de agosto, los primeros días de septiembre. A veces llegan más temprano, otras veces más tarde. Septiembre, octubre, hasta noviembre. Otras veces se acaban en octubre. Ahora [primavera de 2011], ya están escaseando, según me han dicho varios, que ya hay pocos, otros dicen, que no, que ‘tan’ [están] saliendo. Cuando florecen los árboles no dan más. Porque estos dan y dan, pero floreciendo no dan más…” (María1). “Los digüeñes se dan, más o menos, del 15 de septiembre al 15 de octubre, yo creo, como un mes más o menos. Bueno el año ‘pasao’ [2010] empezó el 20 de agosto, más o menos, y terminó el 20 de noviembre…” (Rodrigo Huircán).

100 Tercera Parte


“A veces hay harto, a veces hay poco. Hay lugares donde crecen árboles chicos de dos metros donde hay más abundancia. Agosto, septiembre es el tiempo fuerte del digüeñe, hasta octubre. Depende del lugar, hay lugares donde se da bastante el digüeñe. Hay años en que sale harto y hay años que también merman… Por ahí, a mediados de agosto comenzaba lo que era fuerte la salida del digüeñe. Siempre esperábamos que hubiera lluvia primero, luego unos soles… porque a través de la humedad y del sol que viene después, sale el digüeñe. El fruto empieza a crecer en el árbol del ‘hualle’ [roble] el mismo del que sacan la madera de leña que la apetece mucho la gente en sus casas…” (Ariel Seguel).

En registros obtenidos en la “Feria Pinto” de Temuco se menciona los lugares desde donde se abastecen de digüeñes: “Llegan de todas las zonas, alrededor de la Novena Región principalmente, pero llegan de Cunco, de Vilcún, de Niágara. De aquí camino a Cunco… de ahí llegan hartos, en estos momentos están llegando de ahí hartos, de Carahue, Nueva Imperial…” (María1). “Este año [2011] los primeros digüeñes llegaron del lado de Nueva Imperial y Barros Arana y de otros ‘laos’ [lados] de Huamaque que le llaman. Debe haber microclimas, así que llueve y sale el sol, llueve y sale el sol…” (Rodrigo Huircán).

“Para tomarlo la gente siempre usa unas garrochas, para golpearlo, para que caiga. En otras ocasiones se suben arriba, cuando el árbol tiene hartos ganchos o ‘patas’ para poder llegar arriba, trepar, y de ahí de esa manera lo puede recolectar con canasto o usando un tiesto que no se muela mucho, que no se dañe mucho el digüeñe…” (Ariel Seguel). “Las personas que los sacan, jóvenes que no tienen trabajo, algunas veces van a buscarlos. Los entusiasmamos aquí cuando pasan y van y traen. No son ‘fácil’ de sacarlos también, se rasguñan, se caen, porque a veces ‘tan’ [están] altos los digüeñes. Ahí se suben a los árboles a sacarlo, se suben a veces

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Sobre el proceso de recolección,

101


cuando ‘tan’ altos y ahí a veces se han caído. Ahí hay hartos problemas. No ve que en la mayoría de las partes son ‘hualles’ altos, tienen que andar con garrocha o subirse arriba de los árboles. En algunas partes hay arbolitos chicos. Por el lado de Pucón, cuando uno va, hay puros hualles chicos, y ahí uno saca…” (María1).

Una de las dificultades que aparece en los últimos años para la recolección, aparte de la pérdida del bosque, es la restricción que supone la propiedad privada para el ingreso de los recolectores… “Ahora no todos los dueños dejan entrar a los predios, porque hay gente que va a robar y otra que ‘apiedra’ [apedrea] los árboles y echa abajo los cercos. Pero yo me meto a fundos y ahí no anda nadie, o sea, andan los puros trabajadores y ellos, no creo que me echen…” (Rodrigo Huircán).

Don Juan, que recolecta en predios propios y ajenos, dice no tener este problema aún, porque se interna con autorización en los bosques de sus vecinos…

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Yo vivo en la comuna de Cunco, en el campo… toda la vida he vivido en el mismo lugar. Hace cuatro años más o menos… que recolecto digüeñes. Recolecto porque es del sector y hay harta gente que le gusta y como es escaso las personas lo compran a buen precio.

102

Yo tengo digüeñes en mi casa así que de ahí saco… Otras veces recolecto en los alrededores… Cuándo recolecto en otras propiedades no tengo problemas, no, porque yo voy donde vecinos y ellos me conocen así que me dejan ir porque ellos tienen los digüeñes ahí ‘botaos’ no má’, no los sacan…”.

El producto de su jornada de recolección lo vende a doña Aída, otra de nuestras informantes… “Salgo no muy temprano, como a las nueve o diez de la mañana… En cada salida recolecto como 15 kilos más o menos… depende de cómo esté la cosa (…). Los vendo, me lo compra la señora Aida. Aquí a la señora Aída no ma’… hace 4 años que le vendo a ella…” (Juan Lienan).

Tercera Parte


Un par de variantes en los casos comentados lo constituyen Nancy y Mariela, quienes se definen como “dueñas de casa”. Para contribuir a la economía doméstica recolectan digüeñes en los pocos momentos libres que les dejan sus múltiples responsabilidades hogareñas… “Yo tengo cuarenta años… vivo cerca de la ‘faja diez mil’, por ahí por Huichahue. Aparte de recolectar digüeñes estoy en mi casa no ma’. Recolecto hace cuatro años ya. Recolecto digüeñes y no otra cosa porque el digüeñe lo tengo cerca y no me cuesta sacar y porque se vende bien. Cuando salgo a recolectar me levanto a las seis de la mañana… recolecto en la ‘faja diez mil’ en Huichahue…. Es relativo, porque a veces en una salida son 20, 28, a veces son 15 kilos. Ahora yo traje 8 kilos…” (Nancy Peñailillo). “Soy dueña de casa no más… y recojo digüeñes porque es un hongo que lo tenemos aquí mismo, en el campo, en nuestros árboles y si se venden caros hay que aprovechar… pa’ que entre plata a la casa…” (Mariela Muñoz).

Rodrigo, un joven recolector describe la modalidad que usa para recoger digüeñes en las cercanías de Cunco, territorio reconocido por varios informantes como uno de los buenos proveedores de la “Feria Pinto”…

Mi hermano también va, cuando tiene días libres, es que él trabaja. Yo, prefiero ir a buscar digüeñes; lo que pasa es que es buena ‘monea’ [moneda], es que es rentable en estos días. Por eso se dice que son como el ‘oro blanco’, una de las cosas que siempre se vende ‘too’ [todo] el día, casi lo que más se vende, porque a todos les conviene. En la temporada salgo todos los días, llevo más de cinco años. Antes traía más, cuando salía con mi hermano. Hay árboles [hualles] que son de digüeñes y otros no. De esos saco yo, de los ‘digüeñeros’, que le llaman, esos se llenan de digüeñes. Dejo los chiquititos pa’ volver. Se calcula, por ejemplo, si se deja un digüeñe

Tercera Parte

Rutas de Recolección

“Aparte de los digüeñes hago ‘pegas’ [trabajos] esporádicas en el campo. Pero sin contrato, sin nada, así no más.

103


así chico, en tres o cuatro días está listo. Lo malo es que a veces si uno los deja, cuando vuelve ya no están los digüeñes. Me gusta porque gano plata no más, si no ganara plata no lo haría. Hay días de viento que ando arriba de los árboles y corro el riesgo de caerme y ‘too’ [todo]. Yo me demoro más o menos seis horas en sacar ocho kilos. Salgo todos los días, de las tres de la tarde en adelante. En la mañana los traigo a la feria… Yo salgo… puedo salir a unos cuatro kilómetros a buscar, recorriendo así… puro campo, pasando cercos así… hay árboles… o sea de un árbol saco todo. Hay gente que busca los arbolitos chicos y ahí demoran harto. Me subo a un árbol y los saco todos, con garrocha. Ando solo buscando, casi nunca me encuentro con alguien. Es que la gente en general va a sacar a la orilla del camino…”.

Una vez que reúne una cantidad satisfactoria, los limpia y selecciona para la venta,

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Yo los saco un día en la tarde y al otro día los entrego, pero igual se disminuyen como un kilo en las ‘chicharras’ [desperdicios], un kilo, dos kilos y depende si no ha llovido antes.

104

Uno se da cuenta cuando los digüeñes tienen gusanos, hay que partirlos y ahí tienen el gusanito que siempre es como un puntito negro, no es malo, porque no se ha sabido de nadie que se enferme por comer gusano. Dicen que en los hualles viejos salen con gusanos, pero lo que yo sé es que todos tienen gusanos de ‘aonde’ [donde] los saquen tiene gusanos. Yo creo que cuando llueve mucho se agusanan… Cuando están con hojas ya no sale más digüeñes…”.

A diferencia de su hermano que optó por un trabajo estable, Rodrigo prefiere este oficio, a pesar de los riesgos y la inestabilidad. En la temporada habitualmente cumple sus expectativas de ganancias. “Trabajaba antes con mi hermano todos los días y ahora vengo solo. Imagínese que para el lado de Cunco hay gente que con esto salva todo el año. Traen 50, 70 kilos todos los días y acá se venden a 2 ‘lucas’ [$2.000] promedio… estamos hablando

Tercera Parte


de 140 ‘lucas’, y si usted lo saca por 40 días… es harto… entonces con eso hay para el año…” (Rodrigo Huircán).

El caso de Rodrigo como recolector solitario no es habitual, generalmente la recolección involucra pequeños grupos, “Es como un trabajo, una fuente de trabajo; íbamos con mi familia (…) con mi hermano, mi hermana…” (Ariel Seguel).

Mariela recolecta en familia… “Aquí nosotros nuestra familia es ‘cortita’ [pequeña], pero por otros lados hay hartas familias que recolectan. De repente las chicas [hijas] ayudan a recolectar…pero poco porque estudian. De aquí a la [faja] ‘catorce’ son 4 kilómetros… a la [faja] ‘diez’ son 4 kilómetros más. Caminando po’… caminando… nos vamos de la ‘catorce’ hasta la ‘diez’… más o menos se recorre.

Tal como hemos indicado, la “Feria Pinto” de Temuco constituye el eje más importante del comercio formal y no formal. Para este caso, los digüeñes llegan desde distintas localidades: Cunco, Melipeuco, Vilcún, Teodoro Schmidt, Pucón, Carahue, Nueva Imperial, etc. Transportados por recolectores que recalan en el “Terminal de Buses Rurales” donde entregan su mercadería a feriantes más o menos establecidos para su posterior comercialización. “En el ‘Terminal de Buses’, ahí toda la gente anda preguntando: ¿trae digüeñes, trae digüeñes?…” (Rodrigo Huircán).

Al respecto, María1, dedicada a la venta de digüeñes en la feria comenta,

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Depende el sector que tomemos en el día… nos ‘hacimos’ un plano, por ejemplo: tú te ‘vai’ pa’ acá y yo me voy pa’ allá… así... después nos juntamos. De repente salimos como a las 9 [de la mañana] y nos juntamos por ahí a la 1 de la tarde. Después almorzamos y salimos a las 2 de la tarde y llegamos a las 7 a las 8 [de la tarde]… En época buena [juntamos] unos 10 kilos al día cada uno…” (Mariela Muñoz).

105


“Estos digüeñes vienen de la cordillera, pal’ campo. Aquí lo compramos nosotros. Los traen la gente del campo. No, si son gente así no más, que anda con mochilita, en la mochila están los digüeñes, algunos traen 5 kilos, 3 kilos, 2 kilos. Nosotros aquí tenemos ‘caseros’ [clientes] que ‘los’ [nos] traen. Como a las 8:30 empiezan a llegar. Los ‘caseros’ ‘los’ traen todos los años, otros años cambiamos [de caseros], y así. Pero hay que andar comprando allá en el terminal [de buses] y otras veces llegan aquí [a la feria]. La gente, por ejemplo, se dedicó todo el día de ayer a buscar digüeñes y hoy día en la mañita los traen. Se levantan temprano a tomar el bus, porque viene gente de Pelales, que no es cerca, Teodoro Schmidt, tampoco es cerca, porque ellos se levantan a las cuatro de la mañana a salir a esperar el bus que los traiga a Temuco.

Rutas de Recolección en La Araucanía

La gente los viene a entregar y después se vuelve pal’ campo, a buscar más digüeñes; bueno, yo creo que compran con la platita que ganan. Aprovechan igual cuando tienen diligencias, hacen hartas cosas. Nosotros, por ejemplo, tenemos ‘caseros’ que nos mandan en el bus no más. Entonces, vienen dos días a la semana o un día a la semana y uno le tiene los pocillos de sus digüeñes y todo anotado. Así ellos, después, al final de semana vienen a cobrar su plata y aprovechan el viaje pa’ venir pa’ acá…” (María1).

106

En una perspectiva similar, otra informante dedicada a la comercialización agrega: “Yo conozco un ‘cabro’ [joven] que entrega para afuera. Él compra, se dedica a comprar para el campo y recorre todas las partes y compra, porque la gente a veces prefiere venderlos un poco más barato y no viajar todos los días. Venir para acá [Temuco] les significa un gasto. Hay sectores en que el bus pasa en la mañana y vuelve a las cuatro de la tarde, el caso de Caivico [Comuna de Cunco]. Hay ‘cabros’ de Teodoro Schmidt, Hualpin, que mandan, ellos mandan no más, pa’ no pegarse el ‘pique’ [viaje] y como uno tiene conocidos en los buses, les da una propina y le traen las cajas. Bajan caja por caja, igual tiene su gente. Trabajan todos los días, se levantan a las cuatro de la mañana, ellos

Tercera Parte


tienen que limpiar el digüeñe, sacar el florecido y envasarlo, en esas ‘cajas plataneras’, esas de 20 kilos. Ahí las traen para acá, llegan y ahí ve si se queda aquí en Temuco, o si los manda para afuera, depende el precio, es que afuera pagan un poquito más. Entonces, vienen el puro fin de semana, así se llevan toda la plata, se llevan $200.000 a la semana. Depende el precio, el otro día vino el ‘cabro’ y se llevó $180.000; mandó dos días y vino el sábado a buscar la plata…” (Edelmira).

Doña Aída es dueña de un almacén de venta de cereales en el sector de la “Feria Pinto”. Durante más de cuarenta años se ha dedicado al comercio. Nos explica el procedimiento que utiliza para la compra y venta de digüeñes. Tiene proveedores fijos durante la temporada, recolectores que por precio, cercanía o confianza prefieren venderle a ella el producto de su recolección… “Comercio [de] toda la vida… Siempre hemos vendido digüeñes. Aparte de lo que nosotros tengamos, siempre digüeñes. Le compro a los campesinos, aquí me llega la mayoría de campesinos a venderme… la mayoría de los digüeñes llega de Cunco de esa zona. Ojalá no foresten… que le dejen eso a la pobre gente porque muchas necesidades se cubren con los digüeñes. Vienen a vender acá como diez vendedores [recolectores]. Cuando está bueno vienen como diez al día… Es relativo, hoy como ser no han llegado, en cambio otros días llegan trescientos, doscientos, ayer me llegaron cien kilos… Los vendí todos…”.

“Se le vende a la gente de afuera... gente de Angol, de Victoria, de Traiguén. A los feriantes no, porque ahí tenemos dos ‘puestos’ que surtimos con digüeñes, ahí trabaja mi hija y mi hermana… He vendido harto este año porque he tenido harta clientela, porque tengo ‘güena’ romana, porque les pago lo justo… yo entregaba para Concepción y ahí entregábamos como cuatrocientos kilos al día… A veces le vendo a otros comerciantes para revender… creo que venden en jarritos…”.

Rutas de Recolección

La comercialización…

107 Tercera Parte


Al igual que los otros informantes, recalca la estacionalidad del digüeñe… “El digüeñe no dura… es un negocio del día… Desde las siete de la mañana hasta las ocho y media es cuando se vende…” (Aída Alvarez).

Como la temporada es corta y los digüeñes se venden bien, existe una gran competencia entre los vendedores por captar a los recolectores. “Ahí los del ‘centro’ [de Temuco] hacen ‘patota’ [pandillas] pa’ comprar digüeñes. Claro, aquí llegan con bolsitos, entonces se bajan del bus y hay como veinte [compradores] que van a tomarlos. Si no es ‘casero’, lo compra el más ‘choro’ [agresivo] no más. Así que nosotros no vamos mucho pa’ allá [al centro], nosotros esperamos aquí, a veces llegan…” (María1). “En el centro hay una familia bien conocida, ‘Los Valdez’… siete u ocho hermanos, traen a los hijos, a los nietos ahí a comprar, pero tienen una mala técnica que ocupan harto la violencia. Son los que están siempre alrededor del mercado…

Rutas de Recolección en La Araucanía

Si aquí uno está igual que los delincuentes, uno les mira los puros bolsos a la gente. Vemos un bolsito que es medio redondito ¡Ya, aquí hay! A veces otros andan preguntando ¿que trae papito? Y le tocan el bolso. Aquí se ve de todo. Yo tengo hartos clientes, pero como amistad y tratar de no joderlos. Aquí hay gente que tiene hartos digüeñes y quieren más y más. Entonces, eso es una avaricia. Porque aquí el invierno es malo. Aquí hay harta mentira, ‘puñaladas en la espalda’. ¡No si parece una verdadera mafia! Vas al ‘paradero’ y para una ‘micro’ [ómnibus] allá, todos corriendo pa’ allá, para otra ‘micro’ acá al frente, todos corriendo pa’ allá y te das cuenta ‘altiro’ quien anda a la siga de los digüeñes…” (Edelmira).

Con matices, la comercialización de digüeñes en la “Feria Pinto” establece separaciones más o menos taxativas entre la recolección y la comercialización. Don Ariel, en su condición de recolector, explica las ventajas de no hacerse cargo de la venta en la feria,

108 Tercera Parte


“Siempre uno llega a venderle a gente que lo revende, gente que le compra a uno; en la ‘llegá’ [al llegar desde el campo a Temuco] le compra todo al por mayor, todo lo que trae. Así uno se evita de andar vendiendo casa por casa o estar estacionado en algún lugar, uno lo vende ‘de un viaje’ [enseguida]…” (Ariel Seguel).

Los precios cambian de un año a otro y van oscilando dependiendo del desarrollo de la temporada. En agosto, septiembre “los primeros digüeñes” son más caros. El precio baja en octubre. Los informantes comentan que en los últimos años se observa venta hacia Santiago, lo que también incide en el precio. Oferta y demanda. “Ayer sí que teníamos hartos, teníamos como 40 kilos. Se estaban vendiendo a $3.000 el kilo. Ahora como no hay digüeñes [se venden a] $4.000 [el kilo]. Los primeros estuvieron a $10.000 el kilo. Después $8.000, $6.000, $5.000, $4.000 ¡No, si la gente que es ‘fanática’ los paga! Si hay ‘caseras’ que vienen exclusivamente a eso y los compran ‘altiro’… Hay gente que compra en otras partes y los entrega, pero venden más caro, a $3.000, $3.500, entonces nosotros no le podemos comprar. Pero la gente que viene de afuera, esa de exportación, esa sí le compra; a ellos no le importa el precio porque ellos ganan por tarrito. Este tarrito dicen que lo venden a $1.000. Imagínese cuánto ganan. Mi hijo manda igual para Santiago, dicen que allá vale igual, $1.000 el tarrito…” (María1).

Yo prefiero que lleguen aquí los ‘cabros’ [jóvenes recolectores], uno trata de atender bien a los clientes, tratar de pagar lo justo. Porque la gente no es como antes, llegaba alguien y tu le ‘pagabai’ [pagabas] $1.000, y venía otro de atrás y le pagaba $ 2.000. Resulta que ahora no es así. Porque ahora está el teléfono, ahora está más vivaracha la gente del campo que la de la ciudad. Hay gente en otros rubros: piñones, castañas; que se hizo rica así. Ahora no, porque ahora hay teléfono pa’ todos lados. Imagínese nosotros con este poquitito no ganamos más. Si usted vende una malla de naranjas gana $1.500 y la vende toda y la vende en el día. Por ejemplo, el digüeñe merma en el día, si usted compró 10 kilos y los vende

Tercera Parte

Rutas de Recolección

“Yo llevo ocho años trabajando en esto y mi tía aquí lleva como 30 años…

109


en el día, tendría que tener $20.000 pero no los tiene porque el digüeñe se deshidrata, pierde peso. El digüeñe se empieza a florecer, es una merma, entonces, uno trata de vender lo más rápido posible. Florecido se vende, antes la gente no lo compraba y ahora se está dando cuenta que es el mismo, que si usted compra de arriba.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Yo no voy na’ al ‘paradero’ [Terminal de buses rurales]. Antes, cuando uno iba, siempre había alguien, sabían que eran ‘caseros’ [proveedores] de uno y le ofertan más. Aquí, por ejemplo, gente de Santiago igual viene y compra harto, porque aquí piden $4.000, allá piden $7.000, $8.000. El primero llegó a $10.000 el kilo, esos son los primeros que compramos este año. La gente trae 2 kilitos, pero 2 kilitos a $6.000 son $12.000 po’. Por ejemplo, yo ocupo harto lo que es la tecnología, les pido el teléfono, los llamo. Ya, ¿tenís?, ¿traís? O ellos me llaman, me ‘pinchan’ [marcan el número del teléfono celular] y yo los llamo. Entonces, uno ahora, ‘tar’ [estar] ‘peliando’, ‘tar’ pasando malos ratos en el paradero. Cuando uno les compra fijo, en las buenas y en las malas, ya se acostumbran. Todos pensamos que iban a estar más baratos este año [2011], porque los del centro no estaban comprando mucho, pero no llega mucho. Aquí hay gente ‘conocía’ que compran y mandan para Concepción, Los Ángeles. Entonces, yo prefiero vender y se gana $500 ó $600, pero vende ‘altiro’. No estar todo el día aquí, en donde sale gente más ‘complicá’ [complicada, agresiva] que otra. A mí me llaman, voy y me lo traigo. Hoy día pagamos $2.000 y lo vendemos a $4.000. Otros días pagamos $2.000 pero lo vendemos a $3.000. Entonces, no puedes ponerte a pagar más si no sabes a cómo vas a vender, porque no puedes trabajar por $500…” (Edelmira).

Una opinión recurrente en vendedores y recolectores es la disminución del bosque nativo. Los informantes apuntan a la tala indiscriminada para abastecer de leña a los hogares y al reemplazo del bosque nativo por especies exógenas como pino y eucaliptus. Los informantes de más edad coinciden en la abundancia de la recolección de antaño…

110 Tercera Parte


“Creo que la recolección va en descenso. Si esto de las ‘forestales’ [empresas forestales] han explotado mucha ‘montaña’ [bosque], mucho lo que es [bosque] nativo y entonces eso mismo ha ido permitiendo que disminuya lo que es el crecimiento del fruto…” (Ariel Seguel). “Todos los años merma un poco la cantidad porque están cortando muchos árboles, por ejemplo, cortan cien y plantan diez…” (Rodrigo Huircán). “Estos días han llegado pocos, todos estos días han llegado poquito, porque en todas partes están sacando los árboles. Lo peor es que al trasplantar eucaliptus y pino, ahí mata la tierra y ahí no se da más el hualle…” (María1).

Rutas de Recolección

“El hualle no da otro fruto, da digüeñes no más. Después es pa’ leña no más. Hay pocos, porque lo han ‘cortao’ mucho para hacer leña. Antes había cualquier cantidad. Me acuerdo, que pa’ los ‘18’ [‘Fiestas Patrias’], nosotros vendíamos cualquier cantidad y llegaba y ahora no. Ahora, dos o tres días que ha ‘llegao’ harto, este año pal ‘18’ [‘Fiestas Patrias del 2011] llegó súper poco. Dos o tres veces ha ‘llegao’ [llegado] harto. Después, poquito, así como tenemos no más. Pero tampoco en la cantidad que llegaba antes. Empezó a escasear hace varios años ya. Ahora plantan puro pino y eucaliptus no más…” (Edelmira).

111 Tercera Parte


C. Ahumada

Rutas de Recolección en La Araucanía

La Ruta del Camarón

112

El “camarón de vega” (Parastacus pugnax) es un crustáceo endémico de agua dulce, que crece en lugares semi pantanosos. Se distribuye desde el río Aconcagua hasta la localidad de Carahue, en la zona centro-sur del país (Ibarra, 2011). “En las aguas continentales de Chile habitan cuatro especies de la familia Parastacidae: Parastacus pugnax (Poeppig 1835), Parastacus nicoleti (Philippi 1882), Virilastacus araucanius (Faxon 1914) y Samastacus spinifrons (Philippi 1882); distribuídas entre el río Aconcagua y la península de Taitao. Las especies de Parastacus son excavadoras, habitan aguas subterráneas al igual que Virilastacus araucanius, en cambio Samastacus spinifrons habita ríos y lagos (Riek 1971;

Tercera Parte


Hobbs 1991). Las poblaciones de estas especies, debido al buen sabor de la carne y a la relativa facilidad de la captura de sus ejemplares, están siendo sometidas a una intensa explotación para consumo humano sin respeto por vedas, tallas mínimas de extracción ni por las hembras ovígeras. Su comercialización se realiza junto a las carreteras al paso de los vehículos o en ciudades de la zona centro-sur del país (Rudolph 1996). En general, el conocimiento biológico de estas especies es escaso, fragmentario y disperso en revistas nacionales, internacionales, tesis, resúmenes de presentaciones en congresos e informes técnicos…” (Rudolph, 2002).

Este crustáceo que puede medir más de diez centímetros, vive la mayor parte del tiempo bajo tierra, en “hualves y vegas”. En los meses más secos se instala a más de dos metros bajo tierra. En los meses de lluvia se emplaza más cerca de la superficie, facilitando su captura.

Incorporado a la dieta de la población criollo mestiza desde hace un par de siglos, tenemos evidencia de su consumo y recolección en la Región del Bío Bío en Ñiquen, San Carlos o Chillán, (Gedda J. C., 1995). En la Región de La Araucanía nuestros informantes nos dan referencias sobre su extracción en Angol, Nueva Imperial, Traiguén, Carahue o Vilcún. Con eventos asociados a su captura y preparación como el “Festival del camarón” en las vegas del Itata, Coelemu en la Región del Bío Bío o la “Feria del camarón” en Nueva Imperial, Región de La Araucanía. “Esa era una ‘camaronada’ que se llama, la hizo la Municipalidad de Nueva Imperial. Para ver quién sacaba más y quién sacaba el camarón más grande. Pagaban 80 ‘lucas’ [$80.000] por el camarón más grande, ese era el premio. Grande era el camarón que sacó un caballero, de Carahue parece que era.

Tercera Parte

Rutas de Recolección

El camarón de vega formaba parte de los productos de recolección de los mapuches, en mapudungun recibe más de un nombre “… es llamado marepu o mashew (de mariepu, doce), ya que cuando están sacando camarones van repitiendo esta palabra para recolectar la mayor cantidad de ellos…” (Villagrán, 1999:600). Pascual Coña, lo identifica en el largo listado de productos comestibles que entrega al padre Ernesto: “En las cercanías de los esteros se hallan los camarones y adentro, el camarón del río…” (Wilhelm de Moesbach, 1936:118).

113


Le dieron 80 ‘lucas’. Al que sacaba más camarones le daban 100 ‘lucas’ [$100.000]… Pero ellos estuvieron en una parte donde salía poco camarón, allá en el camino que sale pa’ allá, pal’ otro camino de allá al lado. Ya se estaba secando en esa época, ya…” (Luis Ulloa).

Rutas de Recolección en La Araucanía

Acerca de la extracción, comercialización y preparación de camarones de vega, hemos seleccionado los testimonios de don Cristián, doña María, doña Paula, don Luis Alberto, don Fernando y doña Nancy. Los registros de Cristián y Luis Alberto corresponden a recolección, preparación y comercialización a orillas de camino. Los testimonios de María y Nancy dan cuenta de procesos de recolección y comercialización en la “Feria Pinto” en Temuco. El relato de don Fernando corresponde a recolección en las cercanías de Vilcún, preparaciones y comercialización en Temuco y Pillanlelbún. En tanto, los registros realizados con Paula se refieren a su extracción en las cercanías de Angol y Vilcún, además de preparaciones. Dentro de las alternativas territoriales para la extracción de camarones de vega, hemos realizado nuestro trabajo de campo en Ranquilco, Nueva Imperial, localidad cercana a la costa. Además de algunas pesquisas en Quintrilpe, en los alrededores de Vilcún, “la entrada a la cordillera andina”. Ranquilco está ubicado entre las comunas de Nueva Imperial y Carahue, a unos 45 kilómetros de Temuco. En este lugar la extracción de camarones de vega se realiza entre los meses de junio y agosto. Si la primavera viene lluviosa, la extracción se puede extender hasta fines de octubre. El lugar de comercialización más importante para estos recolectores es la “Feria Pinto” de Temuco, aún cuando también venden a orillas de camino, ofreciendo sus productos en viejos envases de pintura. Antiguamente, el camarón de barro se extraía a mano, después se utilizó una bomba de latón. En la actualidad el camarón se extrae con una bomba de succión… “El instrumento con el cual extraen los camarones son bombas que se fabrican con tubos de PVC, esponja y un fierro (…). Se utiliza de la siguiente manera: se coloca la bomba

114 Tercera Parte


sobre las cuevas de barro y se extrae con la presión que esta realiza…” (Nancy Ulloa).

Tenemos el caso de doña María, que recolecta en las vegas de Ranquilco. Durante la temporada, viaja varias veces a la semana a Temuco para vender en la Feria Pinto… “El tiempo en que se pueden sacar es de agosto a noviembre. Estos son los meses en que más se venden (…). Los camarones son de color plomo. Se encuentran metidos en el barro, en hoyos profundos y ‘gredosos’ [barrosos] y es fácil de encontrarlos, porque en los hoyos que hay camarones se hace como un cerrito alrededor del hoyo (…). La forma de sacarlo es por máquinas artesanales que se hacen con un tubo de PVC o de lata (…). Toda la familia va a las vegas; en un rato se pueden llenar hartas ‘pilguas’ [canastillo hecho de fibras vegetales] o tarros. Se venden por cientos y se puede sacar un ciento en un ratito para después venderlos…” (María).

Doña Nancy heredó de sus padres el oficio de extracción de camarones. Durante varios años se ha dedicado a su comercialización. Ella extrae y también compra los camarones a vecinos y parientes de Ranquilco para venderlos en la “Feria Pinto” de Temuco.

“Me levanto a las seis de la mañana para tomar el bus de 7:30 de la mañana…. Demoro una hora y media aproximadamente. Llego a la ‘Feria’ alrededor de las 9:30 y me instalo en [calle] ‘Lautaro’ con ‘Pinto’. Llevo de 15 a 20 kilos de camarones diarios. Los llevo en tambores de pintura de 10 litros, bien sellados. Cuando me instalo dentro de la feria, coloco los camarones dentro de una bandeja plástica de yogurth ‘Soprole’, la que dejo encargada con una conocida.

Rutas de Recolección

Su itinerario de comercialización es…

115 Tercera Parte


Tengo ‘caseros’ [clientes] que me compran siempre... En el kilo van unos 50 ó 60 camarones, dependiendo del tamaño. Los mejores días para la venta son los viernes y sábado… Regreso a mi casa como a las seis de la tarde…” (Nancy Ulloa).

Un caso diferente es el de Cristián, que recolecta y vende a orilla del camino Nueva Imperial-Carahue… “Yo soy de Hualpín, de Temuco para el lado de la costa. Los camarones en mayo comienzan a salir, por ahí, cuando ya empieza a llover harto y empieza a juntarse agua. El tiempo de los camarones se termina en octubre, más o menos, cuando ya empieza a bajar la laguna.

Rutas de Recolección en La Araucanía

También hay otros ‘cabros’ [jóvenes] que sacan por aquí por atrás, sacan todos los días casi, estos venden temprano. Detrás del cerro viven. Sacan con una máquina como tubito, así como bombín. Los camarones se sacan entre las nueve y las tres de la tarde, por ahí. A la nueve y media estoy por aquí por la carretera, de ahí paso a la casa de un tío a cambiarme de botas, y de ahí pesco la bicicleta y me doy la vuelta por allá y me voy a sacar camarones. Depende cómo amanezca el día, de repente amanece lloviendo y no voy, pero casi todos los días cuando estoy acá voy. Cuando tengo viaje no saco. Son como 2 kilómetros, me voy en bicicleta, paso todo por allá, porque es un camino que cruza la vega, hay un puente y de ahí doblo hacia arriba. En ese sector sale más o menos, porque hay que buscar donde sale más. Cuando hay alguien aquí vendiendo, yo vengo a dejar los camarones y a cambiarme porque tengo que salir con botas, con ropas de trabajo… porque igual uno se embarra porque al tirar la máquina pa’ arriba salta barro igual que andar ‘metío’ en el

116 Tercera Parte


barro. Después hay que pasar a bañarse y cambiar zapatos y almorzar. Casi todos los días salgo a buscar. Todos los días sus cuatrocientos camarones más o menos… Se venden como mil camarones diarios aquí, por ahí más o menos. De repente saco quinientos y los vendo todos en un día. De repente otros ‘cabros’ sacan, pero sacan poco, se dedican a otra cosa…”.

La venta a orilla de carretera es azarosa… “Es relativo, de repente pasan dos autos y te lleva todo, o de repente estoy toda la tarde, hasta las siete, las ocho cuando se oscurece. De repente llegan hartos camarones, hay otros ‘cabros’ que sacan pa’ allá pa’ atrás, sacan 200, entonces juntan hartos acá. Ahí se demora un poco más en venderlos. A cuatro mil, el ciento, cien camarones por cuatro ‘lucas’ [$4.000] o cincuenta en dos ‘lucas’. Menos de cincuenta ya no puedo vender porque me complica, aunque todos saben que aquí se venden de cincuenta o de cien y si me quedan menos los que me quedan se vende…”.

Con un día de trabajo… “Si po’, 15 ó 16 ‘lucas’ [$15.000 ó $16.000] diarias. Por aquí otra cosa no da esa plata al día…”.

“A veces los llevan para Temuco, allá sí que son caros. Yo me acuerdo que aquí compraron para vender la docena a ‘luca’ [$1.000]. Allá doce camarones por ‘luca’. A un ciento le sacaban como 7 ‘lucas’. Aquí están a cuatro [mil] y allá le sacan como ocho ‘lucas’, más o menos…”.

En la recolección no existe la especialización, es un trabajo que se efectúa por temporada. Como en la mayoría de los casos revisados, una vez terminada la temporada del camarón, don Cristián se dedica a otras actividades…

Tercera Parte

Rutas de Recolección

La venta en Temuco es más conveniente…

117


“Aquí saliendo de esto después no hay trabajo, entonces me voy pa’ otro lado a trabajar, no es lo mismo (…). En octubre voy a sacar papas a Talca. Estoy como 4 meses, más o menos, hasta enero. Pagan como 7 ‘gambas’ [$700 por saco], es todo mejor, la carga, cuando uno carga es mejor pagado todo. Aquí es la zona donde pagan menos. Temuco, Hualpín, Carahue son la zona que pagan menos, cuando vienen del norte empiezan a cobrar más caro…” (Cristián).

Una variante en la recolección y comercialización la tenemos en el relato de don Luis Alberto Ulloa. Nacido en “Ranquilco Bajo” comuna de Nueva Imperial, aprendió el oficio de extracción junto a sus padres… “Yo nací el 43’, y ya a los diez años ya andaba acompañando a mis viejos que sacaban aquí en la vega [Ranquilco]. Yo desde que empecé a caminar que andaba a la siga de mis viejos que se dedicaban a los camarones. Vivíamos más arriba, ahí donde estaba la Estación [Estación de Ferrocarriles ‘El Toqui’]. Todavía corría el tren en esa época…

Rutas de Recolección en La Araucanía

Mi papá se dedicaba a esto mismo; mi abuelo no, él era cargador de madera. Mi papá se llamaba Segundo Ulloa. Como del año 40’ que se dedicaban a los camarones.

118

Mi papá y mi mamá sacaban camarones, los dos, con la pura mano no más si po’, en ese tiempo no habían máquinas [se refiere a bombas de succión hechas de PVC]. Los sacaban con la pura mano en ese tiempo, toi’ [estoy] hablando del año 46’. En esa época los sacaban con la mano no más ¡Si se pelaba uno todas las manos! Esta vega siempre ha estado, nunca se ha secado, claro, esta vega es grande, si todavía queda agua ahí donde salen los camarones. Cuando tenía dieciséis años, cuando murió mi papá, ahí tuve que irme pa’ Santiago yo, porque éramos once hermanos nosotros y todos así chiquititos, así seguidos. Estuve como 20 años en Santiago y de ahí cuando murió mi mamá me vine pa’ acá otra vez.

Tercera Parte


Llegamos acá, yo vendí mi casa en Santiago, y ahí me instalé aquí po’. En Santiago era maestro pintor. Hasta que un día le dije a mi hijo: -vámonos pal sur. Y él dijo: -bueno si usted quiere vámonos pa’ allá. Así que mi hijo mayor, que vivía en Santiago, me empezó a buscar comprador pa’ la casa. Hasta que pillé una persona, la vendí y me vine pa’ acá. Con esa misma plata empecé a construir aquí de a poquito. Y aquí estoy po’. Hace como cuatro años que estoy aquí de nuevo. Empezamos con dos hijos, ‘altiro’ [inmediatamente] a sacar camarones, pero ya habían máquinas pa’ eso… Esta tierra es indígena y más allá hay un asentamiento ‘El Toqui’ que le dicen. Todo eso se llama Ranquilco. No hay problemas para entrar ahí, lo único es que ahí frente a la ‘Estación’ hay un parcelero que no da permiso, que tiene un letrero ahí que dice: ‘Prohibido el paso, recinto privado’.

Nunca he tenido un problema de escasez de camarones, que no hayan camarones, el puro verano no más po’, pero en invierno no. Todos los años hay camarones, sobre todo cuando siembran los potreros salen más, porque se ablanda la tierra, entonces el camarón está más arriba. Esto está igual que cuando era chico [década del 40’], no ha cambiado mucho. Esta parte de aquí queda así como un lago; así, en los meses de lluvia se ve toda el agua y tapa todo esos potreros que hay pa’ allá, menos donde están las casas allá, de ahí pa’ allá esa parte tiene más altura. Si hubo un año que llegó el agua aquí mismo, cuando se reventó el río, llegó acá mismo casi.

Rutas de Recolección

Pa’ allá, pa’ arriba, tampoco tengo problemas con los otros parceleros. Si ahí no más son unos mapuchitos no más que no quieren dar permiso. Pero esos se están dañando solos, porque si el camarón ese no lo sacan, se van multiplicando y van haciendo hoyos pa’ allá y al final no sale ni pasto, porque hay puras cuevas no más en todas partes. El camarón no sé cuantas veces se multiplica.

119 Tercera Parte


Las máquinas aparecen ahora último no más po’, hace como diez u ocho años más o menos. Salieron primero unas que tenían una cuestión de lata que el camarón salía pa’ allá. Después salieron estas de PVC que son mejores, porque estas con dos bombazos sale el camarón. Con la otra había que estar dele, dele, dele, demoramos más y el dolor de espalda y todo eso. Yo saco con los dos brazos, me canso con éste y sigo con este otro. Sufrí como un desgarro aquí. Anteayer tuve que ir a ponerme la última inyección, porque hago todos los días lo mismo y a veces la bomba pasa en banda y pesca toda la fuerza el brazo aquí po’. Es que de repente la bomba pasa en banda, así, no chupa, entonces da el tirón en el brazo. No hay que hacer mucha fuerza, hay que tener la máquina no más y ahí se cansa el brazo. Con los camarones empezamos a fines de junio hasta [octubre] todavía estamos sacando, todo este mes. Cuando ya se seca toda el agua, ahí el camarón baja pa’ abajo. Entonces, ya no sale más hasta el otro año y ahí se reproducen adentro.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Los sacamos con máquinas, se colocan ahí y chupa pa’ arriba, ahí salen pa’ arriba. Sacamos unos 200, 250, hasta 300 camarones cuando está bueno. Depende po’. Empezamos temprano, nos vamos a las siete de la mañana hasta las dos de la tarde. Voy con mis dos hijos, cada uno va con una máquina. En una mañana, de las 7:00 a las 2:00 de la tarde, casi siempre se sacan arriba de 200, cada uno. Entonces, eso es como un día de trabajo… Estamos todo el rato, o sea las cuatro horas sacando ahí, sin descansar. Los camarones hacen unas cuevitas pa’ abajo, y después ya cuando se llena de agua, cuando empieza a llover, se llena de agua la cuevita y ahí empiezan a salir los camarones pa’ arriba y ahí le metemos la bomba. La idea, entonces, es que todas las mañanas se hagan un tarro entero y no nos venimos hasta que completamos el tarro…

120 Tercera Parte


Cuando hace mucho frío el camarón se va pa’ abajo, en cambio así, con solcito, el camarón está arriba. Ahora, habiendo agua hay camarones, salen grandes y chicos no más, igual que siempre no más. Yo creo que así como va, así sin agua, yo creo que hasta fin de mes [octubre] no más, de ahí no vamos a sacar más, porque se va a secar el agua y sin agua no hay más. Y de ahí hasta junio, sí, hasta junio. Sí eso, la mayoría de la gente aquí se da vuelta en eso en el invierno, porque no hay ‘pega’ [trabajo] aquí en el invierno. Dejamos de sacar cuando viene el verano, cuando baja el agua. En esa fecha el camarón empieza a dar como un huevito, que están en la caparazón que tiene arriba el camarón, y ahí ya, cuando empieza a salir así, hay que parar porque empieza a reproducirse el camarón, a mediados de noviembre. Y de ahí hasta junio, otra vez vuelven a estar listos. Entonces, estamos sacando camarones: junio, julio, agosto y septiembre. Dedicados a eso solamente… Uno no va todos los días tampoco, porque, por ejemplo, yo como soy jubilado me tengo que ir a pagar a Temuco y ahí ya pierdo un día. O cualquier diligencia que tenga que hacer; o cuando estoy resfriado. Porque levantarse a las 5 ó 6 de la mañana, partir pal’ agua, mojarse los pies, todo el día con los pies mojados po’…

Para la comercialización prefiere la venta a orillas de camino. Alguna vez incursionó en Temuco y no fue de su agrado. Durante las lluviosas tardes de invierno, los tres Ulloa se instalan a vender camarones a la salida de “Ranquilco Bajo”, en la carretera que une Nueva Imperial con Carahue. Compartiendo el frío, la lluvia y la suerte con otros camaroneros… “Pa’ venderlos los llevamos pa’ allá arriba, pa’ la carretera y ahí la gente está ‘acostumbrá’, pasan y nos ven ahí nos preguntan: ¿A cuánto están los

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Trabajo con botas, pero las botas de goma corrientes no más. Pero cuando se ve obligado uno a pasar un canal se pasan las botas, se moja todos los pies uno. Pero uno se acostumbra porque va haciendo fuerza con la máquina y se calienta el cuerpo…”.

121


camarones? Este año [2012] los vendimos a $4.000 el ciento. Los vendemos así no más, porque como vienen con barrito, pa’ que no se mueran, porque no pueden estar sin agua. Los ponemos en un tarro, que lleno hace unos 280 camarones. Cuando los compra la gente los metemos en una bolsa y ahí se los llevan y los cocinan. Y ahí, con lluvia o sin lluvia, igual a vender. Igual hay que vender porque el camarón puede durar dos días no más sin agua, después se muere y como le va a vender camarones muertos a la gente. Después no compran nunca más, así que uno tiene que ser así con los clientes. La gente nos compra aquí no más. A Temuco no van a vender, no ve que los carabineros no dejan vender así no más. Hay que tener un permiso y un cliente donde entregarlo. En cambio aquí no hay problemas, porque aquí pasan los carabineros y no nos dicen ni una cosa porque saben que en eso trabajamos nosotros.

Rutas de Recolección en La Araucanía

La temporada, estamos hablando de junio a septiembre, depende de la lluvia siempre. Salimos todos los día, menos el lunes, porque el día lunes es malo pa’ vender. Entonces, de martes a domingo trabajamos nosotros. Es mejor el sábado y domingo. Demoramos en vender el tarro, depende, porque hay harta gente que trabaja en eso, se juntan hartos vendedores. Sí, por eso trabajamos hasta las dos de la tarde, después uno almuerza y se va pa’ arriba tipo cuatro de la tarde. Ahí, tipo seis o siete de la tarde, cuando empieza a oscurecer se termina de vender. Nosotros, entre tres, vendemos como mil camarones diarios, más o menos, porque cada uno saca sus camarones po’. A veces menos, o a veces más, eso depende…”.

Una buena alternativa para comercializar son los clientes que van a su casa a comprar camarones…

122 Tercera Parte


“Tengo varios clientes. El domingo vino un caballero de Temuco que siempre viene, cuando quiere camarones me llama pa’ acá, porque tiene mi teléfono, y ahí me dice: - pa’ tal día don Luis necesito esto de camarones. -Ya po’, venga a buscarlos no más, a tal hora y nosotros le tenemos los camarones listos. Cuando me pregunta la gente si tengo teléfono para avisarme qué día quieren camarones, ahí le doy el teléfono y ellos llaman. Cuando no llaman los clientes hay que salir pa’ arriba y así se va haciendo clientes uno también, tengo clientes hasta de Puerto Saavedra. Antes había un cuñado mío que vendía allá en Temuco, compraba aquí los camarones y se los llevaba pa’ allá pa’ Temuco y los vendía por kilo, pero ahora no hay nadie, porque él murió hace unos dos años. Él compraba el puro camarón grande no más y el camarón chico se perdía, o sea no chico sino que mediano no más, porque los más chicos no se sacan y si se sacan hay que echarlos de nuevo a la cuevita pa’ que crezcan un poco más, y después de un mes ya están grandes…”.

“Cuando se termina la temporada del camarón, bueno aquí no hay trabajo. De repente salen unas peguitas y hay que hacerlas po’: picar lentejas, picar porotos. En noviembre empiezan las habas verdes, en esa época se gana platita porque ahí pagan por saco. Eso hasta que empiecen los camarones. Los hijos trabajan igual por la temporada, y después se dedican a otra cosa.

Rutas de Recolección

A don Luis le favorece la estacionalidad en la recolección de camarones. Para la mayoría de la población de La Araucanía dedicada a actividades agrícolas, ganaderas o forestales, el invierno es la época del año en que hay menos trabajo. Sin embargo, para don Luis es el período del año con mejores ingresos; en una buena temporada reúnen más de $3.000.000. Aun cuando reconoce que, por ahora, la recolección de camarones es su actividad económica más importante, cuando se termina la temporada realiza otras actividades.

123 Tercera Parte


Ahora ya empieza a haber ‘pega’ porque empieza a sembrar, después viene la ‘picá’ de los porotos, las papas, las lentejas, sembrar habas también. En el verano hay más ‘pega’ porque no falta. En corte de arvejones también se gana plata ahí, porque pagan por sacos y nosotros, como somos tres, sacamos varios sacos por día…”.

Siguiendo las viejas estrategias campesinas, mantiene huerta y algo de ganado menor para el consumo… “Ahora tenemos que empezar a sembrar nosotros también, porque tenemos un pedazo de tierra por ahí, ‘a medias’ [en mediería]. Esta otra semana ya voy a empezar a sembrar porotos, maíz y arvejones. Voy a hacer una huerta po’. Eso es para el consumo no más. Aves también tengo para el consumo. Chanchitos tengo también. Corderos no, porque no hay cerco como pa’ criar.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Entonces, nos ‘damos vuelta’ [subsistimos] con una huerta, algo de gallinas, chanchitos. Huevos también tengo pa’ vender. Pero lo fuerte acá son los camarones, ahí es donde se gana más plata. Sacrificado es, a veces tenemos que esta ‘lluviendo’, cuando llueve tenemos que ir igual a sacar y llegamos ‘mojaitos’ aquí…” (Luis Ulloa).

124

Un relato distinto nos presenta Fernando G., campesino de Quintrilpe, Comuna de Vilcún. La recolección de camarones formó parte de las estrategias de subsistencia de su familia durante su infancia. Junto con sus primos recolectaba en unas vegas cercanas a su predio. Dependiendo de la cantidad recogida, comerciaba en Temuco o Pillanlelbún… “Acá el sector es húmedo, hay sectores pantanosos, de vegas. Entonces, existen camarones. Los camarones se dan principalmente en invierno. Sacaba camarones cuando fui niño, ahora no saco camarones. Sacaba con mis primos que tienen más edad. El año 87’, 88’. En esa época sacaba y vendía camarones. En aquella época sacaba con una máquina, de lata y madera y un pedazo de alambre grueso de 8 mm.

Tercera Parte


Sacaba y vendía por docena y por kilo. Un kilo de camarones son aproximadamente 5 docenas de camarones. Varía, porque unos camarones son más grandes y otros más pequeños. Lo que más complicaba era sacar camarones en tiempo de frío. Empezábamos a sacar camarones en junio, julio, terminábamos en agosto. Acá en septiembre el agua baja. El camarón se esconde, se va abajo. No sale para chuparlo con la bomba. Cuando hace mucho frío no salen, el camarón se esconde. En cambio, cuando hay lluvia, principalmente después de la lluvia es fácil sacar, es abundante. Uno camina en el terreno y ve los orificios. Generalmente esos orificios que tienen montoncitos de tierra que los mismos camarones sacan, esos son los que más camarones tienen. Y ahí metíamos la máquina, tirábamos como dos o tres minutos y ahí sacábamos hasta tres en una cuevita. Varias tiradas hasta que el agua salía medio clara. En las primeras tiradas el agua sale con harto barro, y cuando ya salía pura agua dejaba de bombear. Salía a sacar camarones de las 9:00 hasta las 12:00. Y después en la tarde de la 13:30 hasta las 16:00. Ahí juntaba unos 5 kilos, cada uno. A veces iba solo, conseguía la máquina a mis primos que ya no querían sacar y sacaba unos 5 kilos al día. Unos 60 a 70 camarones por kilo. Escogía los grandes, porque eso es lo que quiere el cliente, los camarones chicos los devolvía a la cueva…”.

“Juntaba dos días, tres días. Más no se podía porque el camarón tiende a generar un olor medio raro, cuatro días el camarón toma ese olor raro, vivo todavía. Los dejaba en un saco con barro, o a veces una olla vieja con barro y agua y no se mueren. Cuando era tres días los llevaba a Temuco, en baldes de 20 litros. Me iba en la ‘micro’ [autobús] Quintrilpe-Temuco, con los baldes tapados. El camarón mientras usted no le hace nada, no salta. Solamente cuando uno lo toca es peligroso porque con las pinzas pueden hacer heridas. En ese tiempo había una sola ‘micro’, pasaba a las 8:30 de ida y se devolvía a las 16:00, demoraba una

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Comercialización…

125


hora en llegar a Temuco. Vendía en la feria donde hay ‘puestos’ de pescados, mariscos. Ahí los vendía por kilo, le entregaba a los feriantes, a las personas que tienen ‘puestos’. Siempre había pedidos, nunca uno volvía con los camarones. Yo veía que mis vecinos iban y vendían todos sus productos, yo me informaba antes de ir. En ese tiempo, el año 87’, 88’, los pagaban a unos $300. La otra experiencia de venta que tengo es la venta por docena, $250 por la docena acá en Pillanlelbun. Ese era un tipo de salida diferente, porque aquí tenía que ir de a pie para allá. Y de aquí allá era una hora caminando. Pero nunca llevaba más de 5 kilos. En ese tiempo tenía 10 años. Iba solo y recuerdo que nunca volví con los productos, vendía todos. Por docena, era más plata, pero también era más sacrificio porque había que ir puerta por puerta ofreciendo el producto. Era más ganancia para mí, pero se demoraba más, pero no más allá de las 12:00, a las 12:00 ya estaba listo. Salía a vender por la necesidad, yo sacaba por mi cuenta para ayudar en la casa, pa’ comprar pan, azúcar. Cuando me pagaban compraba ahí mismo en los negocios de Pillanlelbun.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Cuando iba a Temuco, ahí era más plata porque llevaba más productos. También volvía con cosas todo lo que era abarrotes, yerba, azúcar. Íbamos con mi primo, tendría 15 años el mayor. En ese tiempo era difícil acá. Se sembraba mal, no se cosechaba. Yo vivía con mi abuelita, mi mamá y unos primos, todos más o menos de la misma edad, entonces, nadie trabajaba bien y cuando había que trabajar la tierra hablábamos con los vecinos que tenían bueyes, nosotros no teníamos bueyes. Yo no tengo papá, mi mamá trabajó en el colegio, mi abuela era de avanzada edad, era pensionada. El papá de mis primos, que se criaron con nosotros, falleció en un accidente y la mamá los dejó abandonados. Nos tocó difícil la vida cuando niños. Éramos unidos, siempre hacíamos las cosas en común. Salíamos a buscar leña todos juntos. Mi mamá y mi abuelita eran las que mandaban. Por eso sacábamos, por necesidad. Para sobrevivir, para nuestra alimentación.

126 Tercera Parte


Actualmente ya no saco camarones porque ya no salgo a vender. Ya encontramos otra forma de ganarnos la vida, porque no es fácil estar dentro del agua con frío y lluvia…” (Fernando G.).

Una variante en los registros recopilados la encontramos en el relato de doña Paula, quien recolectaba “a mano” en vegas ubicadas en las cercanías de Vilcún. En este caso los productos recolectados son para el consumo. “Camarones íbamos a buscar allá saliendo de Vilcún hacia el norte, yendo para Quintrilpe. Ahí había una vega donde había junquillo, ahí íbamos a buscar camarones con mi marido y con la familia de mi marido. Mi marido era de campo, así que entendía de eso.

Estábamos una media hora más o menos, entre varias personas puede sacar unas 3 ó 4 docenas, dependiendo. Mi marido sacaba más a veces porque él sacaba unas 10 ó 15 docenas. Es que él sabía dónde estaban. Eran sólo para consumo, no para la venta Sacábamos de ‘La Estrella’, el fundo ‘Santa Teresa’, que está para el lado de ‘San Patricio’ y las vegas del Llaima donde después hicieron asentamientos…”.

Al igual que en la mayoría de los registros hay mención sobre las dificultades entre recolección y propiedad privada.

Rutas de Recolección

Los sacábamos a mano no más, era en julio o agosto. Ahí había que ver las cuevitas, porque el camarón por lo general hace cuevitas en el barro. Ellos salen en la noche a comer y en el día están en las cuevitas. Hacen como un muellecito, entonces ahí uno tiene que meter la mano, ahí hay que tener cuidado porque ‘muerden’ con las pinzas que tienen. Ahí hay que hacer presión, o sea como succión para que salga el camarón hacia afuera y con la presión que uno hace con la mano y el agua que sale, ellos salen para arriba. Ahí sacábamos unas 2 docenas, porque de una cuevita pueden salir, no sé unos 4 ó 5, no tan sólo uno. Los camarones chiquititos se van dejando, para que crezcan más y porque son muy blanditos para comerlos, en cambio los que son grandes son más duritos.

127 Tercera Parte


“Antes daban permiso para sacar. Ahora como han cerrado hasta por la orilla de los ríos, hay gente que no da permiso para andar sacando ese tipo de cosas…” (Paula Soto).

La preparación más recurrente, es el “caldillo” aliñado con ajo y ají. El “caldillo” se menciona en toda la bibliografía culinaria revisada, desde Eugenio Pereira Salas (1977) hasta en la poesía de Pablo de Rokha (1965). De gusto popular, bastante más extendido en el Chile anterior a la globalización, es una modalidad culinaria con múltiples variantes. Sonia Montecino lo define como “…un líquido caliente que resulta de una cocción de pescados o mariscos, papas y cebolla…” (2004: 65). En esta preparación identificamos influencias de otras regiones. Encontramos una referencia indirecta en Eugenio Pereira Salas, que identifica para el siglo XVIII en Coquimbo, el consumo de “camarones de río con pebre de ajo…” (1977: 56). Entre las múltiples sugerencias de nuestros informantes anotamos algunas…

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Cuando vivíamos cerca de Traiguén en el fundo “Guindo Grande” salíamos con mi papá a los camarones, a las vegas que había en el fundo “Santa Rosa”. Después, cuando nos vinimos a Vilcún íbamos a los camarones para el lado del fundo “La Estrella”, para el lado de Quintrilpe…

128

Hacía unas tres docenas, con eso alcanza para cuatro personas. Se lavan los camarones en agua fría para sacarle todo el barro y se deja remojando en un litro de leche con poleo, la leche es para que no adelgace el camarón. Se escurre y se echan en una olla con agua hirviendo, se le agrega cebolla, cilantro, ajo, merkén y si se quiere se dora pan francés y se le echa al momento de servir. Al que le gusta picante, le restriega ají “cacho de cabra”. Hierve unos 25 minutos hasta que queden rojitos los camarones. Se escurren y se sirve el caldo…” (Paula Soto). “Mi mamá los lavaba bien, recuerdo que les pasaba varias pasadas de agua y más encima los dejaba con agua durante toda la noche y después los volvía a lavar y ahí los cocinaba. Hacía caldillo de camarones,

Tercera Parte


que le quedaba rico, con cilantro y le echaba locro de trigo. La otra forma era cocido solamente, los camarones bien lavaditos, los echaba en una olla, los hervía hasta que el camarón quedaba rojito. Era como una hora de cocción. Y de ahí el camarón se puede comer, las patitas, las colitas, y la parte interior, que se chupa y es rica. En un almuerzo yo me comería unos 20 camarones…” (Fernando G.). “Estos se pueden hacer en sopa igual que los mariscos, pero se echan entre 5 y 10 minutos más o menos. Cuando ya se ponen rojos están buenos…” (Cristián).

Don Luis Ulloa nos comenta un par de variantes en la preparación de camarones… “Hay distintas maneras de hacerlos, se pueden hacer cocidos, así no más. El camarón cuando se llega a la casa, hay que lavarlo bien lavadito antes de prepararlo, pa’ sacarle el barro. Después que están limpiecitos tiene que estar el agua hirviendo y ahí lo echan, así es que los cuecen con agua y quedan coloraditos después, igual que las jaibas.

También se pueden cocer con leche. Se echan a hervir con leche y después hay que dejarlos que reposen un ratito, que se entibie la leche. Ahí se le echan aliños y queda como una sopa. Quedan ricos también con leche. También se hace un tipo cazuelita, con caldo, con huevito. Hay distintas maneras de prepararlos.

Rutas de Recolección

A mí me gustan más al disco, porque quedan más ricos. Porque se le echa longaniza, chuletitas, ave. Primero, abajo se le echa una cebolla picada, así tajo pluma. Se cubre todo abajo el disco y de ahí se le echa aceite y cuando empieza a hervir el aceite, se le va echando la carne, así ordenadita. Después vienen las longanizas, después el pollo, después las chuletas. Cuando ya está lleno el disco, se le echa el camarón encima, unos doscientos camarones. Ahí el camarón se cuece con el puro vapor que sale de la carne. Ese mismo vapor se va pa’ abajo y se impregna todo el disco. Ahí sale caldo y queda rico po’.

129 Tercera Parte


Nosotros no somos tan buenos pa’ los camarones aquí, porque como siempre comemos. De repente, cuando hay alguna fiesta familiar, un cumpleaños así, ahí lo hacemos…” (Luis Ulloa).

Del camarón, sus dos pinzas y su cola son muy apetecida por la culinaria popular… “Los camarones se sirven aparte… una ‘entrada’, o se le echan las colas al arroz… o una pasta como para canapés…” (Paula Soto). “Del camarón se come la colita, las manos y la parte que va abajo igual, hay que sacarla después de cocerla. La cola al sacarla después hay que pelarla…” (Cristián).

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Del camarón se come todo po’, las patitas, se levanta la caparazón que tienen, la colita y las costillitas, si no se pierde casi nada, la pura hiel que se saca no más…” (Luis Ulloa).

130 Tercera Parte


Almonacid & Chahuán

La nalca (Gunnera chilensis) pangue, panque o panke, es una planta herbácea comestible. La encontramos en el centro-sur de Chile, crece entre los meses de agosto a noviembre en sectores húmedos y con mucha vegetación. En La Araucanía se encuentran en las zonas costeras y cordilleranas. En la literatura aparecen distintas menciones sobre su uso y características. El jesuita Ignacio Molina publicaba en 1810 su “Ensayo sobre la Historia Natural de Chile” donde aparecen menciones acerca de las propiedades botánicas de la nalca…

Rutas de Recolección

La Ruta de la Nalca

131 Tercera Parte


“Muchos son los vegetales de los cuales los nacionales se prevalen para teñir de negro, pero entre ellos usan más gustosamente la Gunnera scabra y el Panke tintorio (…). Los mismos chilenos, ateniéndose al hábito y propiedades idénticas que las mismas presentan, le han dado a ambas el nombre de panque o panke. Solamente por el largo de sus correspondientes tallos distinguen una de la otra, llamando Panque-nalca al Panke tintóreo y Pampan-panque a la Gunnera. Sin embargo, según el sistema linneano estas dos plantas se distinguen no solamente en el género, sino también en la Clase: la Gunnera es de la Ginandria-diandria y el Panque-nalca de la Enneandria monogynia. La primera ama las provincias marítimas y la segunda las subandinas, si bien algunas veces se encuentran juntas en los lugares acuosos de ambas regiones.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Como Feuillée no pudo observar la fructificación de estas plantas, no se puede saber precisamente cuál de las dos indicó bajo el nombre de Panke anapodophylli folio. Primero, yo había creído que él describió al Panke-nalca; pero, reflexionando mejor sobre el complejo de su descripción, me parece que él indica, más bien, al Pampan-panke, o sea, a la Gunnera scabra, porque le asigna un tallo corto y una raíz larga y derecha, lo que no conviene al Nalca, que tiene tronco florífero mucho más largo que las hojas y raíz serpenteante…” (1986:153 -154).

132

Por otra parte, en el tomo segundo de la “Botánica” de Claudio Gay, encontramos referencias sobre la nalca. Este naturalista francés, contratado por el gobierno chileno, en su larga estadía de más de diez años en el país, estudió plantas y animales nativos. “El Panque es muy común en los lugares pantanosos, á lo largo de los riachuelos ó torrentes y en el declive de los barrancos húmedos. Es planta muy grandiosa por la fuerza y el tamaño de sus tallos y de sus hojas, y de mucha utilidad en razón de sus escelentes propiedades acídulas y astringentes que la medicina y las artes saben utilizar. Las hojas bien cocidas y puestas en la parte inferior de la espalda ó sobre los riñones mitigan los ardores de la fiebre; su decoccion es muy refrescante, y en el campo se toma á veces en los dias de gran calor; pero se prefieren generalmente los peciolos ó nalcas, que se comen crudos despues de quitarles la primera cáscara; tienen un gusto dulce, algo acídulo y muy agradable, sobre todo cuando con ellos se hacen helados. Los tallos ó bohordos tienen el mismo uso, así como las raices, aunque menos apreciadas por motivo de su dureza y el poco jugo que contienen; son tambien mucho mas astringentes

Tercera Parte


y su decoccion se emplea con gran provecho para combatir las diarreas, las hemorragias y otras enfermedades de vientre, y los artesanos para dar un negro hermoso y permanente a sus tejidos, ó curtir los cueros, pudiendo suplir con la mayor ventaja todas las cáscaras que los curtidores suelen juntar para este uso; bajo tal punto de vista se podría cultivar en los cenagales de las provincias del sur. Se le da generalmente el nombre de Panque, y el de Nalca á las partes que se comen; á los renuevos ó brotes los indios los llaman á veces Pumpancallhue…” (Gay, 1846:364).

En textos más recientes, referidos específicamente a culinaria chilena, encontramos referencias sobre el uso de “hojas de nalca” para cubrir el curanto chilote: “Apuntes para la historia de la cocina chilena” de Eugenio Pereira Salas (1977), y “Cocinas Mestizas” de Sonia Montecino (2004). Pablo de Rokha, el polémico poeta, en su reseña al curanto incorpora alusiones al pangue entre metáforas felices: “…la recalentamos con incendio de canelos y piedras ardientes, embelleciéndola con hojas de nalca como a una desnuda y feliz muchacha…” (1965: 19).

Su utilización es muy variada, los mapuches aún la usan como tintura (da un color rojizo) y como medicina, debido a su carácter diurético. Sobre sus aplicaciones culinarias, encontramos una gran variedad de alternativas de consumo: salteada, en jugos y postres, mermeladas, ensaladas, etc. “Tradicionalmente esta planta ha sido utilizada por sus propiedades medicinales, en el teñido de tejidos y como alimento, ya que sus pecíolos o talluelos denominadas «nalcas» son comestibles al quitarles la primera corteza, éstos

Tercera Parte

Rutas de Recolección

En La Araucanía, sin embargo, el consumo del tallo de la nalca es la utilización más habitual entre sus viejos y nuevos habitantes. Está incorporado a la dieta mapuche desde tiempos inmemoriales. Pascual Coña se refiere a su consumo como alternativa para los tiempos difíciles: “No habiendo ya de qué vivir, la gente buscaba en los campos lo necesario para mantener a los miembros de sus familias. Fueron a buscar diferentes yerbas, como yuyo, llamado también nabo, la yerba mora, yerba-buena, que tiene también el nombre coleu o menta, los cardos, las nalcas, los rizomas del helecho ampe…” (Wilhelm de Moesbach, 1936: 30). Agrega más adelante, “…en la primavera se buscan los pangues. Su inflorescencia es un bohordo y sus peciolos, las nalcas, se comen…” (1936:101).

133


tienen un sabor levemente ácido muy agradable…” (Petzold, Catril, & Duarte, 2006). En el Chile del siglo XX había una alusión al “membrillo de colegial” (Cydonia oblonga) fruta exógena que los escolares comían acompañada de sal en los recreos de las tardes de otoño. Era algo así como la merienda infanto-juvenil más representativa de ese Chile más pausado y provinciano. Para La Araucanía, sin embargo, la referencia más significativa era (y probablemente sigue siendo) el consumo de nalca. En las calles, plazas y colegios de las ciudades de La Frontera se come cruda acompañada de sal. En primavera compite con las meriendas exógenas, siendo la forma de consumo más extendida entre la población criollo mestiza.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Sobre recolección, comercialización, y preparaciones de pangue hemos seleccionado los registros de Augusto Aguilera, Teodoro Cheuquelaf, Susana Higueras, Julio Morales, Claudio Valenzuela y Paula Soto. Estos relatos nos remiten a los paisajes de Reigolil, Vilcún, Temuco, Freire y Cunco. Para el caso del relato de don Héctor Lara, los registros nos llevan a un paseo más largo, desde Concepción hasta Puerto Montt. La historia de doña Alejandrina Campos, en tanto, nos muestra recolección y comercialización en Melipeuco.

134

De acuerdo a nuestros informantes, la recolección de nalcas se hace en sectores húmedos y umbríos. Tenemos pangues en arenales, a orillas de ríos, en riscos y en zonas pantanosas de la costa y la cordillera de la Región. La comercialización en la ciudad de Temuco se da fundamentalmente en las cercanías del “Cementerio General” y en la “Feria Pinto”. Carretas, triciclos, carretones de manos o camionetas son los vehículos utilizados para el transporte y/o comercialización de nalcas. Aún cuando, tal como hemos visto en otros productos, algunos recolectores llegan al “Terminal de buses rurales” con su carga de pangues en sacos que entregan para la comercialización. Don Teodoro, se dedica a recolectar nalcas en las cercanías de Cunco… “Trabajo desde que tenía 13 años de edad, aprendí a sacar nalcas junto a otros ‘cauros’ [niños] de

Tercera Parte


Curacalco y de ahí lo llevamos pa’ Temuco (…) se saca con un lazo pa’ meterse a las ‘quebrás’ [quebradas, acantilados] y un machete pa’ limpiar (…). Ahora soy el único que se dedica a eso, a veces me ayuda mi hijo. Es ‘pesá’ [pesada] la ‘pega’ [trabajo]… y se paga poco. Se echó a perder… queda poco ahora. (…) Yo trabajo en esto en septiembre, octubre y de ahí saco plata pa’ la casa (…) se la vendo a don Edmundo y él la vende en Temuco…” (Teodoro Cheuquelaf).

Una variante de recolección, en las cercanías de Vilcún, la comenta don Cristián, dedicado a la recolección de distintos productos, también recoge nalcas de riscos… “Nalcas, salen más en la humedad, pero más en pajonales, hay nalcas de rocas. Usted va en un río así y hay de roca, esas son las buenas, las que venden en Temuco o acá en Vilcún también puede encontrar. Ahora como el 20 de octubre [2012], más o menos, empieza la temporada de las nalcas… Aquí pa’ arriba puede ser en la colonia penal pa’ arriba, la ‘Colonia Mendoza’, ‘Bajo Lleuque’, pa’ arriba en ‘La Fama’, pero eso es más riesgoso (…).

Todo tiene su ciencia, si usted sale a pescar pa’ arriba, anda pescando y al frente ve ‘nalcaderos’, así que ahí uno dice: ¡ya, ahí entonces! Pero es un barranco, un ‘descrestadero’ [muy peligroso], si cualquiera no se mete ahí. Por eso es garantía de ir varios, entonces, porque uno se amarra y baja pa’ abajo y saca lo que es nalca, otro tira pa’ arriba y otro esta sujetando. Se cortan abajo en el ‘poto’, lo más abajo posible, y salen de nuevo… En una salida pueden salir unas 20, las que se puedan sacar no más, porque uno tiene que cuidarse como persona también, porque por ir a sacar una nalca que está por allá, por ir a sacar la nalca, ¡chao se pierde! Ahora, pal’ 1° de noviembre vamos a ir con un compadre que me invitó. Él antes iba a caballo, de ahí cargaba el caballo no más, con las nalcas y se iba de a pie con el caballo. Grandes las nalcas y las

Tercera Parte

Rutas de Recolección

La nalca se corta con un machete, usted tiene que agarrarse si está en un risco, tiene que amarrarse con un lazo no más. Por eso vamos varios, unas 4 ó 5 personas.

135


entregaba aquí y pedía como 2 ‘lucas’ [$2.000] por nalca. Se entregaban en Temuco o acá en Vilcún no más, porque pal’ 1° de noviembre se llena de gente el cementerio y ahí usted las vende si tiene 40 ó 50 nalcas, pide 2 ‘lucas’, porque son buenas. Se comen así no más, con sal, no he sabido nunca que se preparen de otra manera, así no más las pela y con sal no más…” (Cristián Valenzuela).

En Reigolil, cordillera boscosa, don Augusto recolecta nalcas, reconociendo ciertas características mágicas de los espacios donde se da…

Rutas de Recolección en La Araucanía

“También harta nalca sale, hay nalca de ‘mallin’ [pantano] y hay nalca de ‘quebrá’ [quebrada] por ahí. Pero ahora, también no hay mucho por que cuando los animales le comen el tronquito no ve que se va perdiendo, los chanchos la terminan po’. Todas las partes en que salen bonitas nalcas es un lugar, como le dijera yo, medio celoso. Igual que si sale harto y después se mete mucha gente empieza a sacar, entonces se va perdiendo eso. La nalca es como ‘desconfiá’ [desconfiada], como una mujer celosa, tienen el mismo ritmo, así que uno habla de celoso, hay cerros celosos porque usted sube, se hiela ligerito, empieza a llover. Cuesta bajar, puede bajar después. O a veces se pierde uno, también por causa de que uno no sube con fe a una cordillera, por ejemplo, porque uno tiene que estar con cuidado, no haciendo desorden, gritando…” (Augusto Aguilera).

La recolección de nalcas, para el consumo o comercialización, está incorporada a los circuitos de recolección de todos los campesinos de la región. En primavera su degustación es obligatoria. Don Fernando salía y sale a recoger nalcas para el consumo doméstico… “Digüeñes salíamos a buscar harto, nalcas también. Nunca vendí nalcas. Teníamos aquí un pantano y había harta nalca. Cruzábamos el río ‘Quintrilpe’ y ahí hay un pantano más grande que tiene harta nalca, una parcela grande de un particular. Ahí íbamos a sacar nalcas. La quebrábamos bien abajo no más, con la mano. Sacábamos poco, lo suficiente

136 Tercera Parte


para comer unas dos cada uno y traíamos para la casa, las comíamos con sal…” (Fernando G.).

En las afueras del Cementerio General de Temuco don Héctor Lara vende nalcas desde hace más de 30 años. Durante la primavera su camioneta estacionada en “Balmaceda” con “Blanco” forma parte del paisaje urbano de la ciudad… “Mi nombre es Héctor Lara, tengo 52 años, vivo en Temuco, llegué a los 6 años de Chillán, mis papás eran de allá. De los 7 años vendo nalcas. Antes vendía en la ‘Feria Pinto’, hasta los 15, 16 años. Después, me fui al lado afuera del ‘Mercado Municipal’, en [las calles] ‘Rodríguez’ con ‘Aldunate’. Ahí se me caducó el permiso, porque no se pagó a tiempo y don René Saffirio [Alcalde en aquella época] me lo caducó, no aceptó explicaciones. El permiso es cada seis meses, se pagaba en el centro. Bueno, los permisos aquí son relativos. Acá, en el cementerio pagamos una vez al año. Se pagan como $50.000, entre todos los gastos, (porque hay que pagar Impuestos Internos, catorce mil y tanto, lo municipal más lo de Impuestos Internos).

Yo soy vendedor. El mejor vendedor de nalcas, el más antiguo. Todos acá dicen que yo soy loco, porque de repente yo llego con la camioneta llena con nalcas y dicen: ¡este loco miren las va a solear! Pero no saben que yo soy uno de los vendedores más antiguos y que tengo más clientela. Aquí somos seis [vendedores] en Temuco, claro, pero es que de los seis existe la amistad, pero una amistad media matrimonial, cariño y pelea. La rivalidad por la venta, porque aquí en el negocio somos rivales. Nos juntamos y nos saludamos, conversamos y todo,

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Nosotros trabajábamos siempre en la feria, en esos años cuanto yo empecé, se trabajaba hasta las 2 de la tarde. De las 8 de la mañana a las 1 de la tarde en ‘Pinto’, donde está la feria. Después empezaba una feria que ahora le llaman ‘feria itinerante’, pero antes eran ‘ferias rodantes’. Después, trabajábamos aquí en calle Prieto, adonde está el velatorio de la Iglesia ‘San Francisco’, en esa cuadra nos ‘ganábamos’ con otra feria, es como las ‘ferias itinerantes’ que hay ahora.

137


nos tomamos un café, nos sabemos la vida completa. Salimos juntos, nos pillamos juntos en la cordillera, yo me pillo con los que andan cortando [nalcas]…”.

Marcada por la estacionalidad, las actividades comerciales de don Héctor oscilan entre la venta de frutos silvestres y frutos cultivados… “Todo lo que es el negocio se va trabajando por temporada. Después, viene lo que es fruta. Las nalcas las trabajamos hasta diciembre, hasta el primero de enero a veces. Después, ya en enero, empezamos a trabajar lo que es sandia, el melón... Los digüeñes yo los he vendido, pero no los he salido a buscar nunca, en cambio las nalcas las he recolectado yo mismo. Las nalcas siempre duran tres o cuatro meses, la nalca empieza en agosto. Años atrás se vendía aquí en Temuco, hasta 1° de noviembre. Agosto, septiembre, octubre y el primero de noviembre se terminaban, eran tres meses. Ahora las nalcas se venden hasta el 15 de diciembre. Yo empecé alargar lo que es el asunto de las nalcas porque yo soy uno de los más antiguos vendiendo nalcas en Temuco. Yo tengo más de cuarenta y tantos años vendiéndolas…”.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Sobre las características de las nalcas, don Héctor nos explica…

138

“Esta es una fruta natural, es mejor que una manzana, porque esto lo riega solamente la lluvia, esto no necesita abono, no necesita fertilizante, no necesita fumigar, no necesitamos nada. Solamente la lluvia y el tiempo. Este es un alimento natural, pero no es como la manzana, la manzana se la pasan fumigando que pa’ una cosa que pa’ otra, después la sacan, le ponen líquido pa’ que dure, la meten a los ‘packing’, de los ‘packing’ las pescan, las meten al frío. Entonces, eso cuando ya llega aquí [al público], llega todo contaminado. Esto no, esto es un fruto natural… La nalca, la planta, tiene unas nalcas que se llaman las ‘nalcas protectoras’ que son las de afuera; las nalcas de afuera demoran en crecer porque da mucho el viento y el sol. Esta nalca tiene entre cuatro, cinco cuartas [1 metro aprox.], demoran ocho días

Tercera Parte


del momento que sale de su capullito pa’ arriba, son ocho a quince días, cuando están las ‘protectoras’ de afuera. Cuando no están las ‘protectoras’, demoran un mes, dos meses, porque las ‘protectoras’ salen y se ponen viejas ‘altiro’, pero esas son las que le dan la sombra, igual que un paraguas. Las hojas son igual que mirar un paraguas, yo me he protegido cuando ha llovido fuerte, saco dos tres nalcas grandes las pongo de paragua y me protejo de la lluvia… Las nalcas pesan sobre kilo y medio una rama, entre grande y chica, hay grandes que te pesan tres kilos y hay otras que te pesan medio kilo, hay unas que pesan un cuarto pero hay otras que pesan dos kilos. Hay harta variación de peso… Hay troncos que tienen un metro cincuenta, un metro sesenta de alto, de la tierra pa’ arriba. Tiene la nalca arriba o al lado, no están ‘enterrás’ en la tierra. Hay una nalca, que es nalca que sale ‘enterrá’ en la arena, cuando vienen las subida de los ríos y entonces tapa el tronco y ahí sale una nalquita, esas son muy escasas pero son buenísimas…”.

Para extraerlas, “A la nalca se pega el tirón y se tira hacia el revés, se hace hacia atrás, uno ve la posición de la nalca y se tira hacia atrás y sale. De ahí con un cuchillo o machete que llevamos nosotros se le corta la hoja…”.

“Yo las salgo a buscar a varias partes. En estos momentos yo las estoy trayendo de Lebu, cerca de Concepción, a cien kilómetros de ‘Conce’ (…). Partimos comprando en Lebu, nos venimos a un pueblito que está cien kilómetros más acá. De ahí ‘nos pegamos un salto’ [vamos a], el 1 de noviembre y nos vamos a Puerto Montt a buscar. Hay que irse cambiando, porque todo el tiempo los ‘nalcaderos’ no dan la misma calidad de nalcas, van variando las calidades. Entonces, las que empezaste a sacar en agosto, ahora estos días ya están malas, se van pasando, se van poniendo viejas. Esas son nalcas de aguas detenidas.

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Para buscar las mejores nalcas don Héctor viaja grandes distancias…

139


Las de arena, esa aguanta más. Después, se echan a perder y nos ‘pegamos el salto’ a ‘Saltos del Petrohué’, Cochamó, Canutillar, eso queda atrás de Puerto Montt. Entramos por Osorno, o podemos entrar por Puerto Varas. Andamos cuatrocientos kilómetros pa’ ir a buscar nalcas, pa’ traerle a la gente aquí… Yo conozco todos los ‘nalcaderos’. He recorrido Chile buscando nalcas, he recorrido la ‘Carretera Austral’, he recorrido varias partes, varios lugares, Osorno, Puerto Montt. En Osorno la nalca no se vende entera, la nalca se vende por pedazos, y aquí [en Temuco] no se vende así. Yo tengo gente que me trabaja. Entonces, ellos me juntan la carga, yo voy en la mañana o en la noche, cargo y al otro día me vengo en la mañana. Una o dos veces en la semana… Este es un trabajo pesado…

Rutas de Recolección en La Araucanía

Yo traigo de los lugares más lejos, porque están más fáciles y tienen más acceso para ir a buscar más cantidades. Hay gente que busca en los lugares más fáciles y más cerca aquí en Temuco, porque es más fácil y más barato…

140

Cunco es un lugar que uno puede ir en el día y recolectar cincuenta nalcas diarias. Entonces viene con esas nalquitas, se pueden ganar aquí, las pescan y las venden, se hacen sus moneditas. Entonces, ellos nunca van a poder competir con alguien que tiene 300, 200 nalcas y esa es la competencia desleal que tienen ellos, que tiene uno. No es que uno les quiera hacer mal, es que uno trae más cantidad porque va más lejos y pa’ ir más lejos tiene que traer mil por lo menos. Esas mil nalcas las sacan veinte personas, a veinte personas que tú tienes que pagarle, porque tú se las compras allá… Hay un pueblito en que se junta mucha nalca, Pehuén, esta cerquita de Lebu. En ese pueblito la gente vive solamente de la temporada de la nalca, de agosto hasta fines de octubre, vendiendo nalcas no más. Ellos no saben más que otra cosa, porque es un pueblo de gente pobre. Entonces, uno va allá, se para con la camioneta, llega, les toca bocina, les avisa y salen a buscar nalcas, en familia como dicen allá. Es un trabajo familiar pa’ ellos, pescan una carretilla, una carreta, otros a mano, así no más, unos lacitos y

Tercera Parte


parten a buscar nalcas. Después, llegan ahí y uno se las compra… Ochocientas nalcas en la camioneta… Esto es un negocio, nosotros compramos y estamos vendiendo a $500 y se compran a $300 a $200; se les saca una ganancia, no es tanto pero igual… Lo que gastamos nosotros es bencina, peaje, neumáticos, aceite y petróleo, para ir a buscar en un vehículo, los que no, salen a buscar en saco… No traigo la ‘nalca de pajonal’ como la que traen los demás, porque sale agria, sale amarga. La ‘nalca de pajonal’ es una nalca de playa, de la orilla del mar. Cuando se empieza con ‘las’ calores empiezan a secarse los charcos de agua, la misma planta empieza a tragar toda esa agua y por eso sale la nalca amarga. El agua va descompuesta, por eso salen agrias y amargas las nalcas… Es entretenido y claro que he tenido anécdotas, de repente que te ‘caís’ al barro, se te hace tira la ropa. Yo he llevado muchachos que se han ido a buscar nalcas conmigo y he tenido que ir al pueblo, a Cunco y traerlos en calzoncillos y pasarles a comprar un pantalón porque se le hace tiras la ropa. Claro, ahí ‘tenis’ hartas anécdotas: cuando se ha perdido la comida, o una vez que llegamos a un ‘nalcadero’ y nos pusimos a sacar nalcas y dejamos la camioneta ‘estacioná’ y nos robaron la bencina, no nos dejaron nada de bencina, en plena cordillera. Tuvimos que andar como 60 kilómetros para poder ir a comprar 5 litros de bencina, porque no teníamos bidones mas grandes tampoco. Esas son cosas que te pasan…”.

“Aquí se vende 50 a 100 nalcas diarias, entre $50.000, $40.000 diarios. Un día bueno puedo llegar a vender mil nalcas en el día, antes lo hacía porque ahora no. Uno tiene que incentivar a la gente a que consuma lo natural… Antes nosotros vendíamos mil nalcas diarias. Yo salía con 500 nalcas pal’ centro. Antes no teníamos triciclo, teníamos carretillas con ruedas de palo o con rueda de fierro. Metíamos las nalcas adentro de la carretilla, unos tiraban y otros empujaban.

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Comercialización…

141


A mí me gusta cuando hay competidores, pero que sean competidores de verdad, que le den trabajo a uno. No como el vecino que tengo al frente, que ese no me compite con nada, él vende una nalca y se va a tomar un trago y después deja su ‘puesto’ botado. Gente que ‘colleree’ [compita]… Antes uno vendía [gran] cantidad de nalca, porque no había tanta cosa de golosina como lo que hay ahora: que papas frita, que los ‘suflitos’. Debido a eso mismo, tanta golosina que ha salido y comida chatarra, la venta de nalca ha disminuido. Pero tampoco deja de venderse… Tengo clientes que pasan todos los días. Otros que pasan día por medio. Hay unos que pasan dos veces al día. Viene gente de todo tipo, yo tengo el ‘turco’ Tuma que es un cliente habitual de día por medio, 13 ó 14 nalcas, él te compra toda la nalca chica de $500 porque es más nuevita, entonces te compra 13 ó 14 nalcas y a cada niño le da una o dos y las hace ensalada…

Rutas de Recolección en La Araucanía

Ahora, la cantidad que vendes en la semana, hoy día es la que te deja ganancia. Otros vendedores de nalcas te piden $1.000 hasta $2.000 por una nalca, pero es ya usura, ellos compran la nalca a $400 y la quieren vender a $2.000. Eso es usura.

142

La relación con mi clientela es buena, porque yo cuando estuve en la ‘Feria Pinto’ trabajaba y tenía mi clientela. Después llegué al ‘centro’ [lugar con mayor actividad comercial en Temuco], igual tuve otra clientela. Ahora ya llevo años aquí, más de 20 años trabajando aquí, todos los días. Antes venía los puros fines de semana. Hace más de 35, 36 años ya que vendo aquí en el cementerio. Aquí tengo una buena relación con todos: los de las pérgolas de las flores, los vecinos, los mismos de la funeraria. Todos me conocen. Yo me llevo bien con todo el mundo, con el que tira ‘agüita y escoba’, como con el dueño de la funeraria. Todos me conocen. Echamos la ‘talla’ [bromear] y nos reímos igual con todos. Aquí todos ‘valimos’ [valemos] lo mismo… Es que antes, la gente cuando venía al cementerio, tiene una tradición: ¿quiere comer nalcas? Pasa al cementerio ¿Por qué? Porque en el cementerio están todos los vendedores de nalcas, en la ‘Feria Pinto’ no

Tercera Parte


‘pillai’ [encuentras] nalcas, si ‘pillai’, ‘pillai’ nalcas añejas. Aquí estamos todos. Lo que aquí ‘tenimos’ es que cuando hay funerales se compraba nalcas. Entonces, es como una tradición. Ahora el que más compra nalcas es el ‘flotante’, que le llamamos nosotros, que es el cliente que viene a comprar, que pasan todos los días por aquí, los de los autos, el que viene pasando en auto es el que me compra a mí… Ahí hay otra cosa, el que pase un rico en un auto grande como uno que pase en un auto chico, te compran una nalca de $500 porque no es un producto caro. Es un producto más o menos acorde al bolsillo de cualquiera, al alcance de cualquiera, es sano. Te compra un rico, un pobre, cualquiera te compra una nalca de $500, $1.000. Y se consume harto. Hay que saberlas vender y tener su clientela…”.

Un aspecto que nuestro informante destaca es que aún los controles del Estado no limitan la comercialización de nalcas… “Esto no lo controla todavía ‘puestos interno’ [Impuestos Internos] porque es un fruto de recolección natural, es un fruto igual que los digüeñes, un fruto de recolección natural, o sea, aquí esto se recolecta naturalmente, esto no paga ningún impuesto…”.

Preparaciones… “La nalca típicamente la gente la conoce por comerla con sal. Yo las he comido hasta en comidas. La nalca se hace ensalada, se le echa a los pebres, se hace mermelada…

La ocupan mucho para ensalada. Yo tengo clientes que tienen restaurant que vienen a buscar, son restaurantes exclusivos, vienen a buscar para hacer ensaladas, pebre y hartas cosas.

Rutas de Recolección

Yo tengo una clienta que me está comprando, que trabaja en una fábrica de mermeladas, por ahí por Huiscapi, un pueblito que está al interior de Villarrica. El sector es bien conocido en cuanto a mermeladas. Me viene a buscar para hacer mermeladas.

El otro día me dieron la última receta de un restaurant árabe [al] que yo le vendo nalcas, donde

143

Tercera Parte


hacían la ensalada con palta y nueces. Yo no la he probado, yo no la he hecho, yo he hecho ensalada, pero nunca la había hecho con palta y nueces. En el restaurant tengo un chef que me viene a comprar. Ese me compra para hacer ensaladas y las prepara con palta y nueces. Cada día uno va aprendiendo y uno le va dando los datos a otros y así se va desparramando…”.

Como hemos indicado, la recolección es una actividad colectiva en la que se involucran las familias. A don Héctor le gusta su oficio y le gustaría que sus hijos y nietos pudieran seguir la tradición… “Eso de heredar… tengo un hijo pero, como digo yo, es difícil, pero éste es un oficio que debiera seguirlo (…). Toda mi familia se ha interesado, saben lo que es sacar una nalca, menos los nietos. Ahora tengo otra generación, que viene atrás de mí, que son los nietos que también saben lo que es vender, pero no saben lo que es ir a buscar, porque como las nalcas salen en cordillera, es esos lugares tienen que ser niños mayores de 12 años pa’ que vayan…” (Héctor Lara).

Sobre comercialización de nalcas en Temuco agregamos el testimonio de don Julio…

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Compro las nalcas [provenientes] de Melipeuco, cerca de la ‘Feria Monumental’, de ahí las llevo a la ‘Feria Pinto’ en una camioneta de don Marcelo (…). La temporada de nalcas comienza en los meses de agosto hasta diciembre aproximadamente, pero el tiempo de mayor esplendor corresponde a mediados de septiembre y octubre (…). Algunos ‘nalqueros’ usan como herramienta de trabajo el machete para cortar debido al tamaño de las hojas, pero [no es recomendable porque] le quita el sabor a la nalca. Las nalcas de los arenales son mejores, más blandas, en cambio, las nalcas de las riberas de los ríos son duras, no le gustan a la gente (…). Las personas la compran para la preparación de ensaladas o para comerlas con sal (…). En noviembre baja la cosa [las ventas] (…), las nalcas pierden el sabor, la flexibilidad y el color…” (Julio Morales).

144 Tercera Parte


Agregamos un contrapunto con el relato de doña Alejandrina quien, a excepción de los registros anteriores, recolecta en los alrededores de Melipeuco y comercializa sólo en el pueblo. Su caso explica la importancia de la recolección para la economía familiar. “Tengo 37 años y me llamo Alejandrina Del Carmen Campos Pereira. Nací acá en Melipeuco, soy nacida y criada acá en Melipeuco, nunca me he ido de acá. Mi papá falleció hace cuatro años y seis meses y mi mamá está viva. Vive acá en el pueblo. Fui al colegio pero no terminé. Alcancé hasta Quinto [Básico] no más. No se po’, mis viejos me sacaron de la escuela porque no habían recursos, no era como ahora que hay becas. Yo le digo a mis hijos que tienen que estudiar pa’ que no les pase lo mismo que a mí, que sigan adelante con sus estudios no más. Y así seguimos trabajando con mis papás no más, en otras cosas, haciendo huertas. Aquí en el pueblo no más… Ahora casi nadie hace huerta, yo leseo con la huerta no más, eso me quedó de la herencia de mi papá. Ahora estoy con los porotos para hacer ensalada, porotos verdes, conservas también hago de porotos y a veces vendo, pero casi siempre lo dejo para la casa no más.

Después de tener a mi primera hija, a los 17 años me parece, ya ni me acuerdo, ahí tuve a la Ana Rosa. Ahí recién empecé a trabajar. Me salió un trabajo, de la ‘muni’ [Municipalidad de Melipeuco]. Fueron a la casa a preguntar si quería trabajar, si tenía ganas de trabajar. Ahí empecé a trabajar, por mi hija. Trabajé un año o dos años. Trabajaba haciendo áreas verdes, siempre he trabajado así yo. Igual un tiempo estuve trabajando con cemento, las garitas de la calle central, ahí yo estuve trabajando, poniendo cemento, haciendo carretilladas, igual que un hombre no más, el ‘revuelto’, todo eso aprendí...”.

Sobre recolección de nalcas “Desde siempre yo salía con mis hermanos. Éramos una pandilla de cuatro hermanos y ahí nos acostumbramos a salir a buscar nalcas. Cuando

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Desde que me retiré del colegio, me dediqué a ayudarles a mis papás, en la casa no más, siempre estuve en la casa.

145


ya éramos adultos, cada uno recogía su nalca y la vendía y hacía su plata. ‘En veces’ no había trabajo y habiendo digüeñes, nalcas y esas cosas hay que trabajar po’. Íbamos a buscar las nalcas por ahí donde están las antenas por allá pal’ otro lado, pa’ allá yendo pa’ ‘Retiro’, Zen-Zen se llama el lugar parece. Por ahí por noviembre o diciembre. Salgo a las 9:00 ó 9:30 de aquí y allá llego como a las 11 de la mañana, subiendo el cerro pa’ allá, porque vamos caminando. De ahí nos volvemos como a las 4 ó las 5 de la tarde. Sí, hay que volver temprano por los niños. En un día bueno traigo sus 20 ó 30 nalcas, algo así po’, o depende lo que me pueda traer yo, porque yo en carretilla voy a buscar nalcas.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Ahora voy con mi hijo, con el Nachito, o si no voy con mi mamá. Tengo cuatro hijos, uno tiene 18 y la Rosa tiene 20, 15 tiene la otra y el más chico tiene 4, va al ‘jardín’, así que lo dejo en el ‘jardín’ [Jardín Infantil]. Salgo con ellos a las nalcas, o si no salgo sola no más. Yo llevo como seis años sacando nalcas, ahí ya tengo mis clientes y se las salgo a ofrecer no más, ellos ya me conocen. Yo paso por la calle no más y allá ellos me salen a comprar, como cualquier vendedor no más. A veces voy no más también po’, porque ahora por el niño yo no puedo salir mucho, porque se me enferma y tengo que quedarme en la casa, pero ahora quiero salir otra vez, porque ya hace dos años que no voy a las nalcas, pero ahora tengo que ir, si po’. Porque igual mi hijo estaba más guagüita, así que ahora voy a ir si Dios quiere po’, el martes o miércoles quiero ir a la ‘Antena’ pa’ allá a ‘Matanza’, pa’ allá quiero ir. Ahí tengo que ver si voy con mi hermano o voy con mi hijo. Mi hermano trabaja en la ‘muni’ [Municipalidad de Melipeuco]… entonces, los sábados y domingos tiene tiempo él. Ahora le voy a poner precio a las nalcas, ahora las quiero vender a $1.000 y a $1.500. Antes las vendíamos a $1.000 y a $500 ahí, depende del porte.

146 Tercera Parte


Pa’ sacar las nalcas hay que elegirlas, tienen que tener el capullito cerrado cuando están buenas, las que tienen el capullo abierto es porque están malas. Porque la nalca tiene una hoja grande, la que está así, ya está mala. Las que están con el capullo cerrado están buenas. Voy a buscar un día para vender al otro día, para juntar más al otro día. Tiene que ser así porque la nalca dura poco, se ponen ‘ñonchas’ [malas, añejas], dos o tres días no más duran, más o menos. Este año [2012] quiero salir, claro, tengo que aprovechar que éste [su hijo menor] ya está yendo al ‘jardín’, tengo que aprovechar de hacer más cosas también…”.

Con el dinero de la comercialización de nalcas compró su casa… “Con la platita que se junta, antes la mitad iba pa’ mi casa y la otra mitad pa’ comer uno. Ahí iba depositando en la libreta pa’ la vivienda. Por decirle, ganaba $15.000 y tenía que dejar $10.000 pa’ mi casa y los otros $5.000 pa’ comer, pa’ mis cabros. En la compra de mi casa tengo invertidos $400.000, la mitad lo puso mi marido y la otra mitad lo puse yo.

Mi marido está con don Mario trabajando, cuidando animales, está de ‘campero’. La otra vez anduve buscando digüeñes y saqué como 3 ó 4 kilos, pero deje pa’ la casa y vendí un kilo a $2.000, le saqué acá, creo que en Temuco estaba a $5.000 el kilo. Lo que más me da plata son las nalcas. Ahora, pal’ 1 de noviembre se vende harto, ahí voy 3 días antes

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Pero la mitad que puse fue por haber vendido nalcas y digüeñes. Salíamos a buscar y también salgo a lavar ‘frezadas’ [frazadas], porque hay que darse el tiempo también. Ahí las señoras que sabían que yo lavo ‘frezadas’ me llamaban y yo les decía cuándo podía. Ahí cobraba $4.000 por ‘frezada’, ahí siempre me dejaban unas 2 ó 3 y como tengo una lavadora grande yo no me hago problemas. Tengo una lavadora grande de 9 kilos, me la regaló mi marido…

147


a buscar. Salimos temprano a comprar, llevamos ‘roquín’ [provisiones de viaje] pan, harina tostada o jugo. Ahí pa’ tener fuerza pa’ traer la carretilla después. Volvemos como a las 4, máximo a las 6 de la tarde, más tarde yo no puedo por mi hijo chico. Ahí llevamos carretilla, saco y un lazo para ayudar al otro cuando va en bajada, cuando ya uno tiene lista la carga, ahí se ayuda con el lazo. Uno va caminando no más hasta donde tenga que ir no más, uno va caminando rápido, no más, sin descansar, porque no hay lugar pa’ descansar a veces porque es cerro, es empinado lo que hay que subir pa’ allá pa’ ir a la nalca…”.

Al igual que en el resto de la Región, el 1 de noviembre, día de “Todos los Santos”, las familias acuden a visitar a sus muertos. En esta fiesta popular los cementerios de las ciudades de La Araucanía se convierten en grandes mercados donde se vende “mote con huesillo”, globos, flores, confites, helados y por supuesto nalcas. En los pueblos se aprovecha la ocasión para hacer asados campestres…

Rutas de Recolección en La Araucanía

“El 1 de noviembre, a las 9 ó las 10 de la mañana, me voy para el cementerio con la carretilla cargada de nalcas. Estoy todo el día ahí, hasta cuando me duran las nalcas no más. Mientras más temprano me desocupo, me vengo para mi casa. No llevo ‘roquín’. Si me da hambre llamo pa’ la casa, pa’ que me lleven comida no más, pa’ eso tengo hijas que me ayudan. El precio es relativo, las más chicas tienen un precio, unos $500; y las más grandes, unos $1.000. Uno gana, ya uno paga la luz, el agua, compra lo que necesita en su casa. Mi esposo igual me ayuda con los gastos a comprar la comida y todo eso. El 1 de noviembre es la mejor fecha que tengo yo. Hace dos años vendí dos sacos, hice $65.000. Cada saco traía 45 nalcas. Dejábamos las nalcas escondidas en el campo y cuando necesitaba más íbamos a buscar. Cuando íbamos al campo juntábamos hartas y traíamos lo que nos daban los brazos, el peso que aguantábamos, el resto las dejábamos escondidas… El mejor día es el 1 de noviembre porque ahí se venden todas...

148 Tercera Parte


Cada ocho días voy a buscar nalcas, otras veces anda mi hermano buscando nalcas, así que le dejo espacio a que él venda. Me va bien a mí con las nalcas, es algo que deja platita, estoy contenta con mi vida...”.

Preparaciones… “Hay otros días en que no vendo todo, entonces ahí hago conservas, porque yo hice un taller hace varios años y ahí aprendí lo de las conservas de todo lo recolectable, que fuera comestible. Conservas de nalca, de ají, salsa de tomate, todo eso aprendí yo. Las conservas no las vendo si las hago, pa’ mi casa no más. Se comen como postre. Se echa a cocer la nalca, se le sacan todas las hilachas y después se echan a cocer con frasco y todo, para que no se deshaga, porque con el agua la nalca se deshace, de ahí se le echa azúcar, harta azúcar, cuando hierve cambia de color, se pone cafecito como postre de manzanas quedan. Queda igual que postre de manzanas cocidas...” (Alejandrina Campos).

Doña Susana Higueras, de la que ya hemos hablado a propósito de su emprendimiento culinario en Melipeuco, realiza distintas preparaciones con nalcas…

La nalca, tengo mermelada de nalca, mermelada de nalca con merquén. La mermelada es dulce, la que es sin merquén, la otra es agridulce la con merquén. Tengo conservas de nalca, es una conserva salada, que es para pebre más que nada. La nalca la puedo hacer pebre, la puedo hacer ensalada. Acá hay harta nalca. La gente ahora está como recién aprendiendo que se puede hacer de otra manera. Se la comían con sal no más. Pero se puede hacer ensalada con manzana verde, la puede hacer pebre. Se va mezclando con otras cosas (…).

Rutas de Recolección

“Yo soy la única que hago mis propios productos, o sea mis propias recetas. Los otros locales tienen como se hacía antiguamente. Yo trabajo los productos y hago mis recetas.

149 Tercera Parte


La mermelada de nalca es como compota, tiene un gusto como alcayota. Increíble, pero queda súper dulce. Se hace como cualquier mermelada, se sellan los frascos igual que cualquier mermelada, lo único es que el corte es diagonal para que no salga la fibra después. Se cuecen y después de que está un poco cocida se le echa el azúcar y se le da treinta minutos como toda mermelada. Queda un dulce, casi relajante, por eso queda como la alcayota, bien dulce.

Rutas de Recolección en La Araucanía

La nalca no se achica por eso queda como compota, como tiene tanta fibra no se le va a moler. Las otras mermeladas se achican harto: la frambuesa, la mora. Pero la nalca no…” (Susana Higueras).

150 Tercera Parte


C. Ahumada

Se denominan changles a tres especies de setas comestibles: Clavaria coralloides; Ramaria flava y Ramaria valdiviana. “Son principalmente micorrizógenos, fructifican en el suelo a los pies de especies de Nothofagus y de Austrocedrus chilensis, pudiendo encontrarse, también, sobre el suelo en matorrales de Chusquea quila…”(PFNM, 2006). Presentes en el centro sur de Chile, crecen a ras de suelo durante el otoño y el invierno. En La Araucanía se identifican estas tres variedades. Según nuestros informantes, los lugares ideales para recolectar son en medio de quilas (Chusquea quila) o “a los pies de los hualles” (Nothofagus oblicua), preferentemente durante el otoño.

Tercera Parte

Rutas de Recolección

La Ruta del Changle

151


En la literatura revisada encontramos pocas referencias a changles. En los textos sobre culinaria que tenemos a la vista (Montecino, 2004), (Pereira Salas, 1977) no aparecen reseñas sobre preparaciones de hongos. En otras fuentes revisadas, como cronistas y viajeros, no hemos encontrado referencias específicas. Sobre hongos, tenemos el registro anotado por María Graham en las cercanías de Valparaíso: “…y aquí y allí por pequeñas vegas donde crecen los hongos más hermosos del mundo…” (Graham, 1916:231).

Rutas de Recolección en La Araucanía

En el detallado trabajo de Rodolfo Lenz “Estudios araucanos: materiales para el estudio de la lengua, la literatura i las costumbres de los indios mapuche o araucanos: diálogos en cuatro dialectos, cuentos populares, narraciones históricas i descriptivas i cantos de los indios de Chile en lengua mapuche con traducción literal castellana”, en los comentarios sobre cuentos y adivinanzas en mapudungun, encontramos referencias sobre “kalal” traducido por Lenz como “calgahal” o “ghalghal” “…unos hongos que nacen en los robles…” (1895-1897:195), lo que suponemos serán gargales. También menciona chagdu “…unos hongos que nacen en los robles como manitas…” (Lenz, 1895-1897:196), pese a que la descripción no concuerda con el lugar de crecimiento de los changles, suponemos que chagdu corresponde a esta variedad de hongos. En un interesante trabajo de Gilberto Sánchez: “Los mapuchismos en el DRAE” (2010), en el que revisa diccionarios y otras fuentes, encontramos una serie de referencias a changles. El profesor Sánchez, citando al DRAE anota: “…changle, planta parásita, especie de hongo que crece en algunos árboles. Es comestible…”. Citando a Andrés Febrés “…de changdu /čaŋðu/, changdi /čaŋði/ …Chagdu… unos hongos que nacen en los robles como manitas…”. Citando a Antonio Hernández “… chagdù changhle…hongos que nacen en la tierra, no en los árboles…”. A Ernesto Wilhelm de Moesbach, “… chaŋdi… el changle (…) Changdi (Changle): dedo, un hongo codiciado de exquisito sabor…”. A Félix de Augusta, “chaŋdi… ciertos hongos comestibles, conocidos con el nombre de chandi. Termina en muchos dedos en lugar del sombrero…” (Sánchez, 2010:161-162). Para ubicar registros sobre este hongo revisamos nuevamente el relato de Pascual Coña:

152 Tercera Parte


“Además existen muchas especies de mariscos terrestres, o callampas. Tienen formas bien variadas. La cabeza de unas se asemeja a un sombrero, otras están abiertas por arriba, otras tienen como dedos, otras son de forma esférica. Hojas no tienen, consisten únicamente de raíz, tallo y cabeza. Hay los hongos quechahue y lungu, la cepa loyo, el caray, lloncono, peque y chede, que son comestibles todos. El pitro, la vara del muerto y la cajeta del diablo no se pueden comer. En los robles crecen el dihueñe, el gargal y la pinatra; sobre el coihue la fruta del coihue, además hay el changle; todos estos son buscados para el consumo. Las llamadas orejas de palo (callampas semicirculares grandes) y esponjas (tumores chicos) se clavan en los troncos podridos…” (Wilhelm de Moesbach, 1936:106).

Menos conocidos que otros hongos, encontramos evidencia de su consumo y comercialización en prácticamente toda La Frontera. En Temuco forma parte de los productos “de invierno” y se comercializa en ferias, mercados y calles.

En las cercanías de Freire tenemos el caso de doña Lucía, que vive a un kilómetro de la localidad de Allipén, (ubicada entre Cunco y Villarrica, aproximadamente a 11 kilómetros de Freire). Lucía se dedica a recolectar y comercializar changles durante el invierno. Meses duros por el rigor del clima y las apreturas económicas. La recolección es una ayuda importante para su economía doméstica. “Recojo changles, me ayuda la Jéssica [hija] y a veces mi ‘marío’ [marido]. Saco de 5 a 8 kilos diarios a orillas del río ‘Allipén’ (…). El changle se encuentra debajo de coligües, tapados con hojas de quilas,

Tercera Parte

Rutas de Recolección

La información recopilada nos muestra usos de este hongo en distintas localidades de La Araucanía: Cunco, Chol-Chol, Melipeuco, Curacautín, Reigolil, Vilcún, Freire, Los Sauces, Traiguén y Temuco. Con alguna evidencia de su recolección en la cordillera de Nahuelbuta y poblados cercanos. Los registros que hemos seleccionado para referirnos a recolección, comercialización y preparación de changles pertenecen a Augusto Aguilera, Edermina Gertner, Susana Higueras, Lucía Millanao, Fernando G., Cristián Valenzuela, Paula Soto, Lorenza Castillo, Luis Guzmán, Irlanda Castro y “Vendedor”, un informante que prefirió la reserva de su nombre.

153


en troncos de árboles, especialmente en sus raíces (…). Mientras más lluvia mejor (…). Los changles se dan una vez al año (…) debo sacar unos 35 kilos de changles en la temporada. Los buenos son de un color amarillento, [en cambio] los que tienen un color verde oscuro, ‘tan’ [están] malos, ya no sirve mucho pa’ vender. Los sacamos, los tiramos desde el tallo, no es difícil, no es un trabajo tan sacrificado. Recojo los changles el día anterior, los dejo listos pa’ llevarlos a la feria. Vendo todo lo que llevo, [termino] de vender como a las cinco [de la tarde] (…). Llevo los changles en canastos o dentro de cajas hasta la ‘Feria Pinto’ en bus. El precio varía de acuerdo a la temporada. Los primeros meses [junio] se venden bien, después baja (…) hay más gente vendiendo (…). En la temporada me dedico a los puros changles, dejo [la venta de] tortillas, harina tostada, cilantro…” (Lucía Millanao).

Un registro de recolección en los alrededores de Curacautín nos presenta doña Lorenza Castillo González…

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Yo, actualmente vivo en Curacautín. Pero antes vivía en el campo en ‘Río Negro’. Mi esposo falleció, hace como cinco años. Con él salíamos a recolectar frutos naturales. Salía con toda la familia, algunos recolectaban y otros jugaban… Conocimos los changles, las callampas, conocimos los gargales… los digüeñes… En abril… los changles, las callampas y los hongos. Después vienen los digüeñes en septiembre. Los changles salen en las orillas de los ríos, debajo de las quilas ahí se recolectan esos. También se recolectan debajo de los hualles, según… esa es otra clase de changles, son cafecitos claritos. Hay otros que se cosechan, son oscuros negros, pero son changles igual. Por la humedad salen más a las orillas de los ríos. Salen harto cerca de la cordillera, en los montes, porque en los prados no salen. Salía a buscar a ‘Río Negro’, también aquí en Lefuco. No sé por qué, yo

154 Tercera Parte


creo porque dependen de la humedad y donde tiene más sombra. La gente los busca mucho, por eso cuesta para encontrarlos. Se cortan, porque si los saca de raíz no salen más. Los sacábamos, a veces para venderlos, otras veces para comerlos… Ahora ya no salgo a buscar, yo salí hasta los 56 años a recolectar, de ahí ya no he salido más. Yo antes recogía todos los años pero ahora ya estoy vieja y no los veo y ya la familia no me acompañaría. Porque la familia ya está grande y ya no tienen ese interés…” (Lorenza Castillo).

Una variante de recolección y comercialización nos presenta el relato de doña Irlanda Castro que como parte de las estrategias de subsistencia de su familia, recolecta, en las cercanías de Melipeuco, hierbas, hongos y frutos silvestres…

Demoraba como 3 ó 4 días, iba en las puras tardes y los fines de semana. Había harta en ese tiempo, y yo era la única que sacaba. Era un campo de 20 hectáreas y yo lo recorría sacando mosqueta. No es como ahora que la gente la saca mucho, si yo no me apuro me la sacan. No me acuerdo en ese tiempo, pero el mismo saco ahora debe estar a unos $5.500 ó $6.000, porque eran sacos grandes de 58 ó 60 kg. Ahora ya no existen esos sacos, los sacos que hay ahora son de 30 ó 40 kg. El dinero lo utilizaba, en otras cosas, para las golosinas de mis hijos, cosas así, o de repente si me faltaba alguna cosa y mi marido no estaba. Pero

Tercera Parte

Rutas de Recolección

“Cuando mis hijos ya estaban más grandes, cuando el ‘Rony’ tenía como 7 años, empezaron a llegar compradores de la rosa mosqueta. Fue lo primero que empecé a trabajar, entonces, cuando salían los chicos del colegio salíamos al campo que está aquí al lado a recolectar mosqueta, iba con los 3 chiquititos, les enseñé a trabajar de chicos. La mosqueta la juntábamos hasta tener 1 saco ó 2 sacos, después la vendíamos. Ahí venía un caballero a comprarme la mosqueta acá en la casa.

155


por lo general, en ese tiempo, no me faltaba así que era para no estar en la casa, siempre me ha gustado hacer cosas, estar activa. Después vino la rama de helechos, en eso trabajé mucho tiempo. Ahí ya no iba con mis hijos porque era más lejos, entonces, iba con otras señoras conocidas. Salía temprano, mandaba a los chicos al colegio y salía a buscar helechos. Salíamos a las 8:00, 8:30 y antes de las 4 [de la tarde] estábamos acá en la casa. Salíamos dos o tres personas, más no. Llevábamos sacos, los traíamos al hombro no más, eran pesados. Un saco bien lleno [pesa] como 25 kilos. La gente venía de afuera a comprar, cada 15 días venía a buscarlos porque el helecho dura bastante. Salía cada 2 ó 3 días, nunca ‘salís’ todos los días po’, no es de todos los días. La temporada del helecho dura todo el año…”.

Rutas de Recolección en La Araucanía

En su procedimiento de recolección establece encadenamientos estacionales. Recoge helechos durante todo el año, changles en mayo y junio. Morchella (Morchella esculenta) de mediados de septiembre hasta mediados de noviembre. Los digüeñes se recolectan en septiembre, aun cuando reconoce que en este caso es sólo para el consumo, porque hay demasiada gente que se dedica a recolectarlo y por lo tanto no es buen negocio. Este encadenamiento estacional le permite “darse vuelta”, es decir, un flujo de ingresos económicos durante todo el año.

156

“El changle no hace mucho tiempo que se está comprando, porque se empezó a comprar el ‘hongo’ antes que el changle. Yo el ‘hongo’ es el que más recolecto, yo puedo salir todos los días a recolectar ‘hongos’. Se llama morchella, nosotros le decimos ‘hongo’… Empieza como el 20 de septiembre hasta el 15 de noviembre, más o menos. Ahora hasta el 15 [de noviembre se encuentra sólo] en la cordillera, porque ahora en los alrededores [de Melipeuco] uno ya no pilla [encuentra] y si pilla están ‘pasados’ [añejos] o están medios secos. Entonces, para ir a buscar yo tengo que ir al cerro, bien arriba: ‘Cerro Redondo’, ‘Tazas de Agua’, Pangueco. Voy con amigas, yo sola no puedo ir al campo, siempre vamos 2 ó 3, salimos temprano y volvemos en la tarde.

Tercera Parte


Es relativo el ‘hongo’, antes pillabas más hongos que ahora, ahora lo más que pillas son 2 ó 3 kg., si es que pillas. Te pagan el kilo a $5.000. Cuando recién empieza a venir el comprador lo compra a $2.500 el kilo, ahí nosotros no lo vendemos sino que lo secamos y llegamos a juntar 1 kg., porque 10 kilos de hongos verdes es un kilo de hongos secos, después sube el precio. Por ejemplo, ayer vendí un kilo de hongos secos a $70.000. Así que vale más la pena venderlos secos que verdes. No me gusta mucho la recolección de digüeñes porque la gente los recorre mucho, entonces, no encuentro que sea una buena ‘pega’, si tuviera una necesidad muy grande ahí yo creo que sí po’, pero como no la tengo no me interesa. Salgo a recoger para consumo no más, a mi por lo general me gusta salir a hacer esas cosas. Después viene el changle, entre mayo y junio no más. Es bien corta la temporada del changle, es como 15 días ó 1 mes no más que te dura. Por lo general sale donde hay harta ‘montaña’ [bosque], o sea, donde hay hartos árboles, en la quila también. Hay partes donde sale el changle picante, la gente en Melipeuco sabe que ese changle que sale en esos árboles específicamente no es bueno, así que ese no se recolecta.

Para sacar changles no es necesario salir temprano, porque los pillas con facilidad, una que es nacida y criada acá sabe dónde ir: a la orilla de un río, donde hay árboles, donde hay humedad… De repente iba después de 12 [después de mediodía] y volvía como a las 4 [de la tarde]. Nunca fui a buscar changles en la mañana porque eso es rápido y se encuentra una cantidad grande en una parte. No es como el ‘hongo’ que sale menos, que tienes que caminar harto para encontrar, es diferente. Salgo dos o tres veces a la semana a recoger.

Rutas de Recolección

Acá atrás [hacia la cordillera] donde está el monte hay mucho changle. Yo iba con bolsos a buscarlos, después llegaba y los vaciaba en una lona y los limpiaba: cortarles la raíz, sacarle con cuchillo donde tenía tierra, porque generalmente le caen hojas o palitos. Se limpian no más, no hay que lavarlos…

157 Tercera Parte


El changle es lo mismo que la morchella, si no llueve no sale, tiene que llover y salir el sol para que nazca. Es como la flor en el desierto, cuando llueve se abre, es algo así parecido. Salgo aquí en los alrededores de la comuna no más, al ‘Membrillo Alto’, ‘Membrillo Bajo’, Huallarupe, ‘Matanza’ y Troful… son las partes donde más sale…”.

Comercialización… “Después de limpiarlos los hacía bolsa [empaquetar] y los vendía por las casas. Después, por datos, supe que había un caballero de Temuco que los venía a comprar, entonces los limpiábamos los echábamos en bolsas y se los vendíamos. Ahí pagaban $500 el kilo. Nosotros recogíamos con una amiga, 20 ó 30 kilos de una pasada.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Yo también los salgo a ofrecer los hago bolsita, llenábamos un bolso de esos de arpillera e íbamos con esta chica [amiga] a ofrecerlos, íbamos a los restoranes, a las pensiones [hospedajes] que hay y ahí ganábamos más porque vendíamos una bolsa de 1 kg. a ‘luca’ [$1.000]. De repente hacíamos una bolsa con 1 kilo y medio y lo vendíamos a dos ‘lucas’. Es que como estaban limpiecitos la gente nos compraba, veían que estaban bonitos y compraban. Este año lo vendía en $500 el kilo acá en Melipeuco. Ahora no más le vendemos al caballero ese de Temuco que él lo lleva. Vienen de Temuco, vienen de Chillán, de diferentes partes a comprar changles. En la calle central [de Melipeuco] tienen gente conocida. Es la misma gente que compra mosqueta, ‘hongos’, changles y digüeñes, son las mismas personas, son de afuera, son de Talca o Chillán por ahí. Mientras yo sea capaz de hacerlo, yo creo que a mí nunca me van a tener en la casa sentada, por eso es difícil que alguien me pille cuando me vienen a ver, porque a mí me vienen a invitar acá. Yo le digo a mi marido voy a ir a tal parte y voy. Claro, habiendo la oportunidad de hacer algo y ganar buenas monedas

158 Tercera Parte


me doy el tiempo de hacerlo, yo soy de esas mujeres que les gusta hacer siempre algo novedoso…” (Irlanda Castro).

También encontramos alguna evidencia de recolección y consumo de changles en las cercanías de Reigolil, Comuna de Curarrehue… “Los changles todavía hay por aquí. Yo aquí no los pierdo, pero hay gente que no los apetece, lo miran no más. Salen en algunas partes. El changle usted lo mira y es un fideo que está pa’ arriba. Ese lo hacen ‘empaná’…” (Augusto Aguilera).

Un matiz interesante en los registros recopilados lo constituye el relato de don Cristián Valenzuela, recolector, cazador y pescador de la Comuna de Vilcún. Su actividad favorita es la cacería de liebres, con perros amaestrados para tal efecto. Marca las estaciones con la recolección de distintos productos. Recoge, pesca y caza para subsistir… “Yo me llamo Cristián Valenzuela, soy de acá de Vilcún, tengo 34 años, me encanta salir a buscar liebres, changles, digüeñes, todo lo que la naturaleza dé para comer. Es bueno para salir a distraerse y a disfrutar lo que te da la naturaleza. Estuve trabajando en los arándanos, cosechando, a cargo de gente, estuve trabajando ocho años ahí, en lo que es fruta y ahora estamos cesantes.

Para los changles, recorremos todo lo que es Codinhue, aquí pal’ sur, ahí siempre en la temporada de humedad porque es un hongo, así que siempre tiene que haber humedad y sol. En marzo, abril, más o menos, cuando llueve poco, ese es el momento ‘peack’ de la cuestión, la temporada del changle, a mayo. Es una temporada, un mes, dos meses y se acaba… Los changles salen debajo de las matas, donde pega más la humedad y el sol, casi siempre debajo de las matas, entremedio de las quilas, el changle no es de tronco, en la tierra, debajo de donde usted ve hojas, pero más en la tierra, en la humedad.

Rutas de Recolección

Por eso estoy dedicado a la recolección. Me dedico a eso hace unos 20 ó 25 años.

159 Tercera Parte


Se sacan a mano no más po’, es como cuando usté’ ve una flor y tiene que quebrarla no más, pero con suavidad no más, porque igual se tapa con lo que es hojas y ahí la echa a una bolsa o lo que ande trayendo. En una salida es relativo, de repente 10 kilos, 15 kilos, si es pal’ consumo de uno, sí unos 10 kilos; pero si es pa’ la venta, unos 30 ó 40 kilos. Eso se vende en Temuco, en la feria. Uno puede salir a las 7 u 8 de la mañana y a las 12:00 ó las 13:00 está de vuelta. En recolectar esos 30 ó 40 kilos, habiendo harto puede demorar medio día, sí, medio día. Salimos con sobrinos, amigos, la ganancia es compartida, de hecho si alguien lleva un pedazo de pan lo compartimos entre todos, todo compartido…”.

Tal como los antiguos cazadores y recolectores, recorre grandes distancias memorizando las características del territorio y las posibilidades de truchas o salmones; liebres o conejos; changles, digüeñes, nalcas o gargales. Conoce todos los cursos de agua, los bosques, riscos y vegas de su coto de caza y recolección…

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Recorremos Codinhue, ‘Cruz del sur’, pa’ acá pal’ norte, pal’ Llaima. La mayoría es ‘montaña’ [bosque] no más, ahí uno tiene conocimientos, porque uno recorre partes, entonces, ahí se va ‘dateando’ uno o puede haber una persona que los lleve para allá.

160

Recorremos unos 10 ó 15 km., más o menos cada salida. Sí, es sacrificado, no es na’ llegar y decir: ¡ya, voy aquí y vuelvo! Si es sacrificio, así que eso es más jodido porque usted anda entremedio del monte, por las montañas subiendo y bajando. Codinhue es cómodo pa’ ir a buscar, es que uno sabe más o menos dónde buscar, uno sabe dónde está. Hay quebradas y hay que meterse y subir y bajar si no lo va a pillarlo’ así. Puede salir en lo plano habiendo humedad, pero más sale por los barrancos, no se pilla en cualquier parte. Si pilla de un año aquí, al otro año va a pillar ahí mismo porque usted no le corta la raíz, se quiebra fácil y rápido y a usted le rinde. Hay ‘manchones’ buenos, puede sacar 15 kg. de un ‘manchón’. Es

Tercera Parte


relativo, es que ahí usted cosecha en una parte y ahí no vuelven a salir ahí en ese lado, hasta el otro año, usted tiene que dar vuelta recorriendo otros lados, porque es un hongo y si usted cosecha hoy día, no va a salir mañana otra vez. De lo que conozco, el mejor lugar para los changles yo creo que es Codinhue, como a 10 km. de aquí de Vilcún, hacia el sur. Hay ahí bosque nativo, de todo. Es mejor por la humedad y porque da bien el sol. Tiene que ser esa mezcla, si es muy sombrío no sale, no, no tiene que ser con sol, tiene que tener de todo un poco…”.

Para la comercialización entrega en la “Feria Pinto” de Temuco, “Para la entrega… es que tengo contactos ahí, amigos en la feria. Voy en ‘micro’, igual que los digüeñes y están los contactos por teléfono y ahí ellos revenden allá no más. El kilo lo entregábamos a $1.200 [2012], y ahí en Temuco le sacarán 2 ‘lucas’, entonces hay ganancias pa’ todos. Según la temporada, los primeros son los más buenos; los primeros, por ejemplo, sacamos los primeros changles y pueden valer $1.800 y allá le sacan 3 ‘lucas’ en Temuco y después, va bajando el precio.

Para ir a entregar a Temuco, va uno solo no más. El dato no más y ahí entrega y de ahí las ‘lucas’ se reparten y de ahí vamos a lo mismo…” (Cristián Valenzuela).

Una variante en la recolección de changles la tenemos en el registro de Fernando G., campesino del sector de Quintrilpe, Comuna de Vilcún. En su relato, la recolección de distintos productos resultó fundamental para complementar la dieta de la familia durante su infancia. Fernando integraba un grupo familiar con su madre, abuela y tres primos, más o menos de la misma edad. En aquella época, la más dura recordada por la familia, los niños no tenía ni

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Es bueno pa’ la venta marzo-abril como hasta el 15 de mayo, más o menos. Ahí entregamos unas tres o cuatro veces, pa’ entregar no más, ahí uno tiene sus contactos.

161


la capacidad ni el conocimiento para dedicarse a la agricultura. En la medida que esos niños crecen mejora la situación económica de la familia. A diferencia de otros productos que recolectaba en su infancia, los changles no se comercializaban, eran sólo para el consumo familiar… “El problema que teníamos en aquella época era para sembrar, porque éramos muy chicos y no teníamos bueyes y teníamos que andar consiguiendo. Mi tío siempre tuvo bueyes y siempre ‘los’ [nos] pasó, sin problemas. Pero cuando conseguíamos con otros vecinos, la reacción no era la misma, no con buenas ganas nos prestaban el apero y los bueyes. Uno, porque no teníamos fardos, porque el animal cuando trabaja necesita comer bien. Siempre los que tienen bueyes, después de cada descanso hay que darles fardos, darles agua.

Rutas de Recolección en La Araucanía

En aquella época también salíamos a trabajar a los fundos, en ese tiempo el fundo ‘Quintrilpe’ del señor Petersen sembraba remolacha. Siempre trabajamos en la remolacha cuando niños. Yo de 8 años andaba con personas adultas ayudando y ellos me pagaban a mí. No había problemas en ese sentido. Yo estudié aquí en el sector, pero todos los fines de semana trabajaba. A veces salíamos a recoger papas. Porque todo lo que era cultivo aquí no se hacía, porque éramos niños.

162

Actualmente me dedico a la agricultura, cultivo trigo, avena, apicultura. Estamos en una sucesión de tres hectáreas, campo que no se puede subdividir, hay varios herederos, pero tengo un pedazo de campo que puedo trabajar, pero para generar más recursos tengo que salir afuera a tomar campos en mediería, para recolectar más y así tener para la mantención de unos animales que tengo. Tengo cerdos, bueyes, ovejas, gallinas, corderos. Chivos y caballos no. Me gusta plantar, he plantado pino, eucalipto, árboles nativos. Lo fuerte mío en estos momentos es la apicultura. Changles, todavía se conservan por acá poquitas hectáreas de ‘monte’ [bosque] y ahí sale en la tierra, entremedio de las plantas del coligüe. Mis primos mayores sabían donde crecían esas ‘plantas’,

Tercera Parte


entonces íbamos como a la segura con unas bolsas. Es una ‘plantita’ amarilla, bien ‘ramuita’ [con muchas ramas] así, pero sin hojas. Las sacábamos con la mano, no sé si llamarle raíz, pero quedaba un resto, casi nada si. Sale en un ‘manchoncito’, unos por aquí, otros por allá, así. Íbamos recorriendo y sacábamos un kilo, dos kilos cada uno. Llevábamos la pura bolsa cada uno. Y acá se lavaba bien. Juntábamos varios kilos. Sólo para el consumo, nunca salí a vender…”.

Entre los buenos recuerdos de aquella época dura, don Fernando rememora los changles preparados por su madre y consumido a la luz y al calor del fogón, en las frías tardes de los inviernos de fines de los 80’… “Todos los años salíamos a buscar en tiempo de invierno, le pedíamos permiso a mi mamá para salir a buscar. Mi mamá los preparaba, era rico porque los hacía bien limpiecitos, le echaba aliños y quedaban sabrosos, quedaban ricos con aceite, así como fritos. Los comíamos con pan, con tortillas en la once, generalmente en la noche. Salíamos en la mañana y lo traíamos y eso era para degustarlo en la tarde, después que reuníamos los animales, las ovejas, después que dejábamos todo en orden no sentábamos a la mesa mi abuela, mi mamá y cuatro niños. Los cocinaban en olla de fierro en el fogón (…) en esa época no había electricidad, no había velas tampoco…

Ahora no salgo a buscar changles. El año pasado traje, sería un cuarto de kilo, de ahí mismo donde iba antes. Pasé por ahí y había. Siempre se dan en los mismos lugares, no sé, habrá algo que los hace renacer todos los años en la misma parte, pareciera que no se diseminan, siempre se dan ahí mismo. No he recolectado más por [falta de] tiempo…” (Fernando G.).

Otra de nuestras informantes, Paula Soto, hija de campesinos desarrolló un aprendizaje sobre productos silvestres, sus características y preparaciones en el seno de su familia. Su abuelo, don Víctor Soto, tenía un predio en las cercanías de Traiguén.

Tercera Parte

Rutas de Recolección

No sé si éramos felices con eso, pero estábamos sanos, era algo que nos gustaba. Tengo bonitos recuerdos de eso.

163


Cada paseo, cada salida, cada tarea con el abuelo Víctor o la abuela Mercedes era una instancia de conocimiento sobre las características de la vida campesina: horticultura, lechería, ganadería, etc. Como ocurría y, aún ocurre, con todas las familias campesinas, se le daba gran importancia al conocimiento de la flora y fauna silvestre… “Mi abuelito Víctor Soto, era campesino, hijo y nieto de campesinos. Ellos fueron toda su vida de esos lados de Traiguén. Mi abuelo venía de Chillán, por esos lados. Él tenía un conocimiento campesino y tuvo la preocupación de enseñarle a sus hijos, porque mis tíos, todos trabajaron ahí. El aprendizaje viene de una tradición familiar de muchos años. Agricultura, a sacar leche, hacer quesillo, hacer mantequilla, todo eso. En esa época nos enseñan cómo se hace para recolectar frutas de invierno.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Yo tenía siete años y ahí fui aprendiendo cosas del campo. A mí me gustan las cosas del campo, será porque yo me crié ahí y tengo bonitos recuerdos, tuve bonita niñez. Ahí conocí todo lo que es frutas silvestres.

164

Mi abuelo decía: así se puede alimentar uno, inclusive con raíces, decía, las que son comestibles, los nabos. Había unas raíces que se llaman nabos. Con mi abuelo salíamos a buscar y echábamos a cocer de eso. Ahí aprendí también de los changles, pero no se sacaban como aquí en Vilcún, porque yo he salido también acá en Vilcún. Nosotros nos juntábamos los primos, todos en familia, por parte de mi papá. Entonces salíamos a buscar. Mi abuelito Víctor salía con nosotros a buscar y ahí nos enseñaba porque uno cuando es cabro chico siempre pregunta ¿abuelito qué es esto? changles, ¿changles? Yo no los asociaba con comida. Recuerdo que la abuelita Mercedes una vez nos preparó y nadie quería comer…”.

De la mano de sus abuelos, doña Paula fue aprendiendo a reconocer distintos tipos de hongos…

Tercera Parte


“Así nos fueron enseñando, así se va sacando, así se producen, estos son unos hongos igual que las callampas. Porque también salíamos a buscar callampas, entonces sabíamos que eran familia de los changles. Mi mamá tiene que haber aprendido a preparar todas esas cosas por mi abuelita, o sea, por su suegra…”.

En un itinerario característico de la segunda mitad del siglo XX, a mediados de los 70’ deja el campo y se traslada a la ciudad. Muy joven, doña Paula emigra a Concepción, donde se dedica durante cinco años a trabajar en restaurantes y cocinerías. Posteriormente, el año 82’ se traslada a Vilcún, donde vivían sus padres. Ahí contrae matrimonio. Por aquella época, en ese paisaje un tanto distinto al que había conocido de niña, retoma el contacto con los productos silvestres. Identifica los circuitos estacionales de la zona y recorre las cercanías del pueblo buscando frutos y hongos. A diferencia de otros informantes no comercializa ningún producto recolectado, sino que los incorpora en la dieta familiar. Sale a buscar piñones, digüeñes, camarones, nalcas o changles, como parte de su tradición familiar. Cocina lo que recolecta y comparte las recetas… “…el changle, yo antes nunca lo había cocinado, lo conocía sí, pero no sabía cómo se podía cocinar, después aprendí porque mi mamá lo cocinaba.

Bueno, los changles cuando recién nacen son amarillitos, son igual que plantitas. Crecen unos 15 ó 20 cm., crece a ras de tierra. El que crece pegado a los árboles es el gargal, pero el changle crece a ras de tierra porque es un hongo de tierra. En mayo, los primeros en mayo o junio son los mejores, porque después en julio igual salen, pero tienen otro color, se ponen más cafés, porque cuando nacen son amarillitos, después se van destiñendo, se ponen cafés.

Rutas de Recolección

Aquí en Vilcún salíamos en familia, mi marido, mi hijo y mis papás, salíamos a un campito que queda por aquí cerca de Vilcún camino a ‘San Patricio’, o sea por datos, de gente que nos decía dónde había changles. Otra parte donde salíamos era ‘Santa Julia’ que queda saliendo para el lado sur [de Vilcún] yendo para la ‘Colonia Mendoza’.

165 Tercera Parte


Nos metíamos donde hay hartos árboles, donde están las quilas esas de coligüe, ahí debajo. Se dan donde hay hartos árboles, por lo general no se ven en las quilas, porque las mismas hojas los tapan. La parte donde nosotros íbamos no era tan rocosa, entonces, por eso podíamos sacar, igual siempre por debajo de las quilas porque las hojas que caen de los arboles le dan la fortaleza a ese hongo. Lo sacábamos así con raíz, algunos, o sea según los más entendidos, dice que se cortan para que después produzcan el otro año. Después se lavan, se cortan y se van dejando la ramita. En cada salida como unos 5 kg., pero para consumo no más. Nosotros siempre buscábamos para el consumo, y ahí nos repartíamos, mi mamá para ella, yo para mí y ahí cocinábamos no más y le convidábamos a mi hermana.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Salíamos a recolectar por ‘hobbie’ más que nada, o sea, porque nos gustaba, mi mamá nos cocinaba, o sea como por tradición familiar. O sea, era como salir de paseo, en general un día domingo, un día que no lloviera, o sea si llovía en la semana y el domingo estaba bonito entonces estaba especial para que naciera el changle, porque se reproducen como en una semana.

166

Lo que más me acuerdo era que íbamos en camioneta con un cuñado, para el lado de la colonia penal, en un fundo que se llama ‘Santa Julia’, ahí salen mucho. Y ahí íbamos toda la tarde, porque íbamos después de almuerzo hasta como las cinco, más o menos. Caminábamos unas dos horas, nos quedábamos ahí no más, o sea, si encontrábamos por ejemplo un caminito, seguíamos por la huella, que podía ser un camino como mancha de más o menos 1 metro, metro y medio. Cada uno iba con un bolso, de esos de feria y después si usted los junta son hartos, pero después usted los cocina y si trae unos 15 kilos después le queda poquito porque se achica y le queda reducido a unos 5 ó 10 kilos, más o menos, le quedan poquitos porque se echan en agua caliente. A veces, si alcanzábamos el mismo día, se cocinaba el mismo día, o si no, se dejaban lavaditos, porque vienen con hojas de quila y tierra, estilados listos

Tercera Parte


para el otro día. Al otro día los pasábamos por agua caliente. A mí después me dijeron que se podían pasar por agua caliente y ponerse a secar. Después se guardan en un frasco para que no se echen a perder, porque como es un hongo de humedad. El changle después de cortado puede durar hasta ocho días en el refrigerador siempre que esté con hielo, o si no, se empiezan a humedecer y empiezan a tomar mal olor. Por eso nosotros los sacábamos y los cocinábamos rápido, un par de días no más. Lo que mi mamá hacía sí eran muchos, muchos y no alcanzábamos a consumirlos todos, los congelaba. Cocido y congelado y después los pasaba por agua caliente cuando quería cocinarlos de nuevo. El pino de empanadas, por lo general lo guardábamos…” (Paula Soto).

Sobre comercialización en Temuco hemos recogido distintos registros. Doña Edermina se dedica sólo a la comercialización, como comerciante establecida de la “Feria Pinto”, posee un “puesto”, espacio de unos dos metros cuadrados por el que paga una patente municipal semestral. Durante el invierno vende changles...

En invierno, es habitual encontrar vendedores ofreciendo changles en el centro de Temuco. Arropados en alguna esquina estratégica, capeando el frio y la lluvia, con su canasto de mimbre ofreciendo su mercancía amarillenta… “El changle llegó carito en Invierno y ahora andan muchos buscando y ahora lo están mandando pa’ fuera, pa’ Rancagua, Santiago, más al norte, como esto para allá no existe. Está pasando lo mismo con el digüeñe, digüeñe antes había en hartas partes. Los

Rutas de Recolección

“En invierno arriendo el ‘puesto’ hasta que aparecen los digueñes y los changles, se venden bien. En noviembre comienzo con la venta de cerezas, frutillas y duraznos (…) los changles me los traen de CholChol y Cunco, llegan al ‘Terminal de Buses Rurales’ (…). Los changles me los trae don Eulogio de Cunco (…). También don Carlos, que los saca del cerro ‘Mariposa’ en Temuco (…). Compro entre 10 y 12 kilos diarios de changles…” (Edermina Gertner).

167 Tercera Parte


empezaron a mandar pa’ Rancagua, Santiago y al quedar poco acá los chicos [jóvenes] los suben [de precio]. En la feria tienes que esperar que lleguen los buses no más, pero es una pelea no más. Yo no voy por lo mismo, porque de repente hay ‘cortitos de genio’ [personas agresivas], así que prefiero quedarme acá no más y mi ‘mami’ me los manda; como lleva años ella y es diferente porque a una mujer no la pasan a llevar pero entre hombres tú sabes que cambia un poquito, del hecho de que el diálogo ya no es conversación, sino que es a garabato limpio… Si po’ si el lunes yo tuve a $1.000 todo el fin de semana igual tuve a $1.000. Ayer ya llegó más caro. Hasta cuando, ¡mmm! quedan como dos meses todavía, queda harto todavía. Parte de ahora en mayo… Hace como un mes ya más o menos. Acá hay changles mientras haya sol y humedad, lluvia y humedad y empiezan a florecer…” (Vendedor).

Rutas de Recolección en La Araucanía

Otro registro de comercialización nos presenta don Luis Guzmán… “Yo se los compro a la gente que viene del campo a vender. Vienen de todos lados, de Cunco, de los alrededores. El changle generalmente viene de la misma zona de donde sale el digüeñe, por ejemplo tiene el Niágara, Cunco, Teodoro Schmidt, Carahue… la temporada del changle marzo, abril, mayo… Salen de la tierra, de las orillas de los árboles, a la orilla del hualle sale siempre, adonde está el árbol generalmente alrededor está el changle… Los changles son familiar de los gargales, salen en la misma fecha, el gargal es como una flor, es como el coral… El precio es relativo po’, a veces suben, a veces bajan, generalmente están entre $1.000 ó $1.500. Depende a cuánto los compre. Lo que si por ejemplo, si ‘comprai’ cuarenta kilos en la mañana, el changle se va secando, entonces, pierde peso igual que el digüeñe. Depende, más o menos, se pueden vender veinte kilos diarios.

168 Tercera Parte


A veces vienen limpios y a veces vienen con tierra, lavarlos no se puede porque quedan pasados a agua. Si los traen limpios se paga más Es igual que cualquier cosa que uno venda, hay días buenos y hay días malos. El digüeñe es la excepción, porque todas las temporadas son buenas. Los changles duran más, de tres a cuatro días. El changle desde que empezó andaba harta gente buscando para afuera, pa’ Santiago, el digüeñe igual se lo están llevando para los restorán mas ‘bacancitos’ [mejores, buenos], es que son frutos naturales… lo que pasa es que en Santiago no se ven mucho porque no llega. Este año un caballero que trabaja en la Vega Central [en Santiago] quería que le mandara harto changle, pero es que este año no hubo… por la lluvia, este año [2012] no ha habido mucha agua…” (Luis Guzmán).

El consumo de changles está muy extendido en la Región, como parte de la tradición culinaria campesina mapuche y criollomestiza. Nuestros informantes lo describen como “carne vegetal”, con muchas alternativas para su preparación: cocido o frito, como empanadas o mezclado con carnes. Una delicatessen del “sur profundo”… “Hay hartas maneras, pero la mejor receta es con cebollas y papas…

“Se hacen hasta empanadas de changle, son lo mejor. Las empanadas de changle con liebre, sí quedan buenas. Empanadas fritas de changle con liebre, queda una buena mezcla. Nosotros mismos, porque siempre son las mujeres las que preparan las empanadas, pero nosotros con un compadre el otro día picamos la cebolla, el changle y sancochamos la carne de liebre ¡Buenas quedaron!

Rutas de Recolección

En una olla, lo principal es lavarlos porque al ser hongo que crece en la tierra puede tener cualquier infección. En agua hervirlos y limpiarlos bien. Se pueden preparar con cebollitas, papitas, aliños. Se hace como un pino así como pa’ las empanadas así con ajo, comino…” (Fernando G.).

169 Tercera Parte


Ensalada no he comido nunca, he escuchado que se come como ensalada también, pero no sé, nunca lo he preparado, pero supongo que quedará bueno…” (Cristián Valenzuela). “Se lavan los changles, se le incorpora agua en una olla, se cuecen con aliños, sal y ajo, se le echa huevos batidos y cilantro picado, se sirve en platos soperos…” (Susana Higueras). “Como vienen con tierra y pasto se echan en agua y se van limpiando. Hay que cortarles el tronquito. Después se echan a cocer unos 25 minutos. Se escurren. Se pican y se hace un pino con cebolla. Ese pino se puede usar para acompañar papas cocidas, tallarines o también se pueden hacer empanadas…

Rutas de Recolección en La Araucanía

Mi mamá los hacía por ejemplo con papas cocidas. Los cocía, estilaba y de ahí los picaba. Después de cocido quedan como una carne de soya. Se pica y ahí los hacía con cebollitas en cuadritos, los aliñaba con ajo y perejil y eso con papas. Yo los hago igual que mi mamá, pero la diferencia es que yo les echo salsa de tomates y se les puede echar a los tallarines como salsa, en vez de champiñones, changles. Si usted los come son como una carnecita, no tienen ningún mal sabor ni nada. Lo otro que hacía son empanadas, pero empanadas de puros changles. Se hace un pino igual que para las empanadas de carne con la diferencia de que esto va con changles, si quiere le echa huevito picado finito y ahí va haciendo empanadas fritas…” (Paula Soto).

170 Tercera Parte


A. Casanueva

El cochayuyo (Durvillaea antárctica) y su raíz, el “ulte”, es el alga comestible más consumida en Chile. En las costas de La Araucanía se recolecta desde épocas precolombinas. Los lafkenche lo recogían junto con el luche (Ulva lactuca) y la lúa o luga-luga (Sarcothalia crispata). Esta alga, rica en yodo y fibra, tiene múltiples aplicaciones culinarias: cocida, frita, en ensaladas, etc. Se consume preferentemente en el centro sur de Chile.

Rutas de Recolección

La Ruta del Cochayuyo

171 Tercera Parte


Eugenio Pereira Salas, en su “Apuntes para la historia de la cocina chilena”, texto madre sobre la culinaria en Chile, menciona el uso del cochayuyo por los conquistadores españoles… “Entre las especialidades marinas, el cochayuyo fue presto asimilado por los españoles. El 15 de abril de 1558, los expedicionarios de Cortés Ojea, relatan que los indígenas “comenzaron a traer de unas yerbazas que se crían en las reventazones de la mar y que son como nabos o culebras, las cuales guisábamos de esta manera. Quebrantábamos la dureza de los troncos como rábanos gordos, asándolas en las brasas y luego las echábamos a cocer en pedazos menudos como dados, cinco a seis horas; les echábamos harina y se dejaban bien moler; las volvíamos a las ollas y cocíamoslos una hora con lapas y mariscos; las hojas las envolvíamos en harina y hacíamos pan, digo tortillas; llevaban dos tercios de harina e uno de yerba e algunos echaban tanta yerba como harina”. Más tarde los españoles comieron el cochayuyo “tostado al fuego sobre brazas [sic] donde disparaban con un estruendo semejante a aquel de la escopeta”. No a todos agradó este guiso. Un viajero español, por ejemplo, lo describe en el siglo XVIII “como correones de coche que tanto asado como al rescoldo y de otros modos me pareció insípido y glutinoso”…” (1977: 24).

Rutas de Recolección en La Araucanía

Durante la Colonia formó parte de la dieta de la población indígena, española y mestiza, “…las algas, como el cochayuyo, su raíz, el ulte y el luche… formaron parte de los “guisos de los viernes”, cuando regía la abstinencia de carnes rojas…” (Montecino, 2004: 20).

172

Pascual Coña lo identifica dentro de las especies “vegetales” comestibles: “En las rocas del mar están pegados los cochayuyos; llevan el nombre mengo cuando son adultos; estos son de color más pardo y casi inservibles para la alimentación. El cochayuyo tiene un troncho o huilte que es la parte más sabrosa del vegetal…” (Wilhelm de Moesbach, 1936:105). El alemán Paul Treutler, al visitar el caserío de Mehuín a mediados del siglo XIX, sufre los rigores de la abundante comida mapuche, en particular del cochayuyo… “Nos sentamos sobre unos ponchos, y las mujeres colocaron frente al dueño de casa y de cada uno de nosotros sendas fuentes de madera con papas y carne de carnero cocida, cada una con una cuchara de madera y nos invitaron a comer. El guiso nos pareció exquisito, pero era tan abundante que nadie alcanzó

Tercera Parte


a comerlo, mas, como es una ofensa dejar algo en la fuente, nos vimos obligados a guardar algunas presas. En seguida, entregamos personalmente nuestras fuentes vacías a la mujer que nos las había dado y le agradecimos. Yo estaba ampliamente satisfecho y quería ordenar, precisamente, a mi mozo que me preparara una taza de café, cuando apareció la otra mujer, con sus respectivas fuentes en las que nos ofreció a cada cual un guiso de su cocina. El sabor de éste era detestable, pero tuvimos que comerlo, a pesar de la repugnancia que nos daba. Tratábase de algas marinas cocidas, cochayuyo y luche, que crecen debajo del nivel del agua entre las rocas…” (1958:320).

Distinta opinión tiene el poeta Pablo de Rokha (1965) que en sus versos canta a los “cochayuyos de oceánica…” y los embarca “en el navío de papas con luche o cochayuyo desenfrenado…”. Sonia Montecino identifica una “cazuela de cochayuyo”… “En muchos sitios es frecuente el consumo de la “cazuela de cochayuyo”, marcadora de las épocas de pobreza y escasez, siendo quizás la única cazuela que admite un sustituto vegetal para la carne. En ellas el cochayuyo es una representación vicaria de la presa de ave o vacuno y es posible que debido a su color y a la factibilidad de cortarlo en trozos grandes, se pliegue al imaginario de lo carnívoro. En Osorno, María Llaitul nos dice:

La comercialización del cochayuyo por carreteros forma parte del paisaje humano de la mayoría de las ciudades y pueblos de La Frontera. El poeta Jorge Teillier (1969) lo observaba en su Lautaro natal: “…el cochayuyo que en altas y estrechas carretas traen largas jornadas desde la costa…”. Es la historia de don Nazareno San Martín y don Juan Meñaco en “Los hombres del cochayuyo”, narrada con particular sensibilidad en el documental de Juan Carlos Gedda (1997). En la actualidad, su recolección se realiza apenas salido el invierno en todo el borde costero de La Frontera. Después de secado se

Tercera Parte

Rutas de Recolección

“En el invierno, cuando estamos sin tener que echar a la olla, les hago a los niños la cazuela de cochayuyo, se prepara igualito que la de carne, con cebollita, verduritas, papas, zanahoria, arroz y bien aliñadita, dejo en la noche el cochayuyo remojando en agua con vinagre y al otro día ya armo la cazuela”….” (2004: 65).

173


acopia y se prepara para su traslado y comercialización hacia los pueblos y ciudades de La Araucanía, fundamentalmente a Temuco, durante los meses de primavera y verano. En la descripción dada por Gedda (1997) se vende en pequeños paquetes y en fardos de 20 paquetes cada uno. En Tirúa, ubicada en el extremo sur de la costa de la Región del BíoBío, lugar emblemático en la recolección de cochayuyo, ubicamos a José Antío Huenupil, buzo de orilla, recolector de cochayuyo, pescador y mariscador. Don José compartió su experiencia personal en torno a la recolección de cochayuyo, “Mi nombre es José René Antío Huenupil. Era de la ‘Comunidad de Los Chilcos’, queda a quince kilómetros aquí de Tirúa-Sur…”

La familia de don José se ha dedicado desde hace varias generaciones a una combinación de actividades agrícolas, ganaderas y marítimas…

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Mi familia se ha dedicado al mar, normalmente la mar; al mar y al campo un poco. El campo es relativo, hay que esperar un año para cosechar. Así que en el período de tiempo que ya es desocupado, trabajamos el cochayuyo (…).

174

Mi papá se dedicaba al mar igual, pero no así, buceando. Sacando el cochayuyo; cuando otro le cortaba, sacaban ellos. El abuelo mío trabajaba en cochayuyo igual, pero no lo alcancé a conocer, no me acuerdo del nombre y el tátara-abuelo tampoco. Mi abuela con la que yo me crié, [de] esa me acuerdo. Tengo hermanos, pero hermanos por parte de padre no más. Algunos en el campo y otros en el mar. Esa es la opción que tiene la gente acá…”.

Don José desde niño prefirió el mar antes que la agricultura o ganadería. Esa posibilidad de proveerse el sustento realizando actividades lúdicas, hizo que siendo casi un niño decidiera que se dedicaría al buceo durante el resto de la vida, “Yo cuando me inicié como niño me gustó la pega, me gustó. Yo dije: ¡No, la pega del mar es pa’ mí, el campo no es rentable! De ahí que me dedico al mar, al mar no más (…).

Tercera Parte


Yo empecé de muy niño en esto, más o menos tenía yo alrededor de diez años. Partí primero así no más, sin traje ni nada, así ‘en pelota’ [sin equipo de buceo] no más, con un traje de baño, así aprendí. Veía que andaba gente que hacía la pega, así varios vecinos. Ahí un día dije, yo también podría hacerlo. De ahí empecé solo así a iniciarme. Dije: yo ya lo voy a hacer. De ahí ya se vieron los trajes, se empezaron a comprar trajes…”.

Siendo un adulto joven se instala en la comuna de Tirúa. Forma su familia, compra su vivienda frente al río ‘Tirúa’ y adquiere dos botes a motor que le permiten complementar el buceo con la pesca, “Me inicié como recolector de orilla, después ya seguimos pasando los días, ya llegamos aquí a Tirúa. Aquí en Tirúa sigo en el mismo rubro en lo que es buceo, recolector de orilla, todo eso lo hago (…). Pa’ ser buzo se necesita un permiso. El permiso lo saqué en Tirúa, cuando vienen de Lebu a hacer el curso aquí. El traje de buzo lo compré en Concepción, lo compré nuevo, con mi plata no más (…). Recolector de orilla es el buzo de apnea, el que corta el cochayuyo, digamos esa es la pega que hace manualmente y eso tiene su época de proceso.

Yo trabajo casi más el buceó de orilla, de apnea y ahí saco cochayuyo. El otro buceo que se hace es afuera del mar. Ahí nosotros tenemos el permiso, ‘tamos’ [estamos] autorizados pa’ bajar hasta 20 metros. Ahí trabajamos con otro tipo de traje, más grueso, ‘too’ completo, con motor, es más caro con los tubos…Ya, y en eso todo el año (…). Salgo a bucear más profundo en el invierno, en el invierno casi se trabaja más en eso no más, porque se aclara el agua. El marisqueo es bueno, pero ahora con la cuestión del terremoto que hubo no deja trabajar a la orilla po’, porque ha ‘estao’ malo po’, porque supuestamente la costa subió. No sé qué lo que pasó y quedó mucho a la orilla así y no deja trabajar. En otro año sacábamos harto erizo en este tiempo pue’, pero ahora no hemos sacado ni uno…”.

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Aparte del cochayuyo trabajo aquí en la pesca, tengo un par de botes. Aquí sale de todo, aquí en Tirúa sale de ‘too’, sale erizo, jaiba, piure, almeja (…).

175


Dependiendo cómo estén sus obligaciones como buzo, trabaja con sus botes. Si está muy ocupado arrienda sus aperos a otros pescadores que le pagan con un porcentaje de la pesca… “Con los botes se pesca, acá salen a la sierra [Thysites atun] los ‘cabros’ aquí, tengo redes... Salen ahí de repente no más. Me dicen vamos a ir a tal cosa y van nomás (…). Tienen que dejar un poco de pescado, un porcentaje que le dejan al bote no más (…). Pa’ mover esos botes acá puro motor no más (…). De mi familia yo soy el único que tengo bote…”.

Si los apremios económicos lo ameritan, retoma las actividades agrícolas aprendidas de niño con su familia… “De repente le hago a las papas. Siempre me he dedicado a algo de agricultura y el mar…”.

Don José nos comenta su experiencia en la recolección de cochayuyo. Tenemos su relato sobre el oficio de recolector de orilla y su experiencia como vendedor y carretero…

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Los mejores lugares pa’ sacar cochayuyo, de Quidico a Tirúa, en ese sector trabajo normalmente. Toda esta zona es buena para cochayuyo. Sale piure [Pyura chilensis], pero ese ya no es rentable. Pero del cochayuyo le sacan el ulte, alguno, lo venden pero no, eso no lo saco yo, los que trabajan delante de donde estoy yo, ellos lo hacen después (…).

176

Por los cochayuyos no pago impuestos. Es que normalmente nosotros tuvimos permiso que lo tenemos como buzo, con ese ya no tuvimos problemas (…). El cochayuyo se empieza a trabajar en septiembre, ‘tando’ [estando] ‘güeno’ [bueno] el tiempo. De ahí ya tenemos dos procesos: el cochayuyo negro o el amarillo. El cochayuyo negro tiene el ‘secao’ [secado] más o menos son como doce horas. De ahí se enrolla y se entrega. Y el otro, el amarillo, tiene el proceso más largo, ese se seca. Se trabaja con varias personas, lo secan donde está, cerca del mar, o sea a campo. Tiene un proceso que se demora más menos. Pa’ que se ponga amarillo el cochayuyo necesita un mes, un

Tercera Parte


mes diez días. Cuarenta y cinco días más o menos para que cambie de color. Ahí se hace el otro proceso, del paquete, que se ve en todos los otros lados. El cochayuyo negro, ese es legalmente el cochayuyo que tiene toda la vitamina que trae del mar. El otro cochayuyo, el amarillo, tiene como 35 días más o menos, 40 días. En que se lavó con el ‘sereno’ [frío de la noche, rocío nocturno] digamos si llovió, quedó amarillo. Es el mismo cochayuyo, uno está más lavado, uno que tiene más con sabor al agua del mar. Y el amarillo ya no tiene tanto sabor al mar porque ya son quince días que estuvo ‘botao’ ahí, eso es…”.

El trabajo como recolector de orilla es bastante duro y arriesgado, “Se coloca traje, así no más, ese se hace apnea, ‘a flote’, le llaman otros. Con una cuchilla especial, que le llamamos ‘corvo’ nosotros, con ese se trabaja. Se corta en las rocas, más menos como a doscientos metros, cien metros de la playa, digamos. Es muy complicado por el oleaje, porque normalmente se espera cuando baje la mar, cuando está de baja se hace eso.

Normalmente la baja [bajamar] dura, cuando es buena la baja, dura veinticinco minutos, treinta, y cuando es mala son quince minutos, diez minutos dura la baja y ahí sigue subiendo de nuevo. Es relativa la baja, empieza, puede ser a las seis de la mañana y a las seis de la mañana tengo que estar cortando cochayuyo. Ahí puedo estar dándole a la ‘pega’ [trabajo] hasta las siete. Y ahí ya los demás siguen el proceso, yo me vengo. Mi ‘pega’ es cortar y dejar que la mar la bote. La mar la tira sola. Es puro cortar y ahí yo me salgo de ahí. Es dura la ‘pega’, por eso que es complicado…”.

Una vez que cambia la marea, don José termina con su parte del trabajo. Los que lo han contratado para recolectar se hacen cargo de llevar el cochayuyo a la playa…

Rutas de Recolección

Uno se encarama en las rocas, ahí se tira nadando; y llega a las piedras y ahí la corta el cochayuyo y ahí la demás gente lo trabaja.

177 Tercera Parte


“Los otros lo tiran pa’ la orilla, lo secan. Y ahí lo sacan pa’ arriba al cargadero de vehículo. En carreta lo sacan, es que la parte difícil [con caminos malos y problemas de acceso] en que no llega vehículo, lo sacan en carreta. A mi realmente me vienen a buscar, me dicen: ‘¿me puede ir a cortar un cochayuyo?’. Voy yo y se los corto. Yo sólo veo mis gastos no más, del vehículo, el equipo. ¡Si todo eso lo hago yo solo, no más! El que acarrea el cochayuyo, ese me contrata a mí. ‘¿Me puede ir a cortar el cochayuyo?’ Yo voy allá y se los corto. Tengo tantas personas -me dicen- , tengo cinco o seis y necesito que me vaya a cortar. Voy yo y le corto, eso es lo que hago yo. Yo, de la parte que sale el producto, le cobro el veinticinco por ciento. Yo llevo todos mis aperos y ellos tienen que hacer la otra ‘pega’…”.

Rutas de Recolección en La Araucanía

La estacionalidad del trabajo de don José está muy marcada: primavera y verano recolecta cochayuyo. Invierno, pesca y recolección de mariscos.

178

“Porque el cochayuyo amarillo tiene dos épocas ‘güenas’ no más, que es ahora [desde el verano hasta el inicio de las lluvias] y la que partió por ahí por septiembre, octubre, hasta noviembre. En ese tiempo la ‘pega’ del cochayuyo amarillo es ‘güena’, es rentable, si usted va al pueblo vende. Despues ya llega todo de tipo de fruta y ya el cochayuyo lo dejan a un ‘lao’… algunos lo consumen no más, no es muy güena la venta. Así que ‘toas’ [todas] esas ‘custiones’ uno lo analiza y lo ve y dice: tal tiempo está ‘güeno’ pa’ ir con el cochayuyo amarillo (…). Los que trabajan llevando en carreta ya saben, porque este tiempo [marzo-abril] ya, antes que empiecen las lluvias, van a vender. La gente del pueblo compra pa’ guardar pal’ invierno. Después, ya pasó el invierno vuelven a comprar de nuevo. O sea, junio, julio no se sale (…). De septiembre adelante, hasta cuanto dure la temporada. Que esté bueno el tiempo, el clima. Si llueve, la cuestión se para y de ahí se sigue dando (…).

Tercera Parte


Y en ese tiempo [invierno] yo trabajo aquí en el mar no má’, pero en otro tipo de ‘pega’, ya no en lo mismo, ya salgo en bote a trabajar digamos ya junio, julio, esos dos meses que son malos. El resto del año se puede trabajar digamos, no mucho, pero va ‘caendo’ [cayendo] po’. Por lo menos, dando pa’ la olla, no, no hay que más pedirle…”.

Si las necesidades económicas de la familia lo ameritan, durante algunas temporadas se dedica a la venta directa de cochayuyo. Con la ayuda de sus hijos, recolecta, seca y arma los atados para vender… “En el verano, en la época cuando ya van a entrar los niños a la escuela, de repente faltan monedas, gastos que no alcanzo a cubrir, vamos al mar con los chiquillos, hacemos el proceso del cochayuyo y salimos aquí al campo. La familia mía son dos niños pequeños que están al lado mío, otro está haciendo el ‘servicio’ [Servicio Militar] así que no viene. Ahí vamos nosotros, los tres trabajamos.

El cochayuyo amarillo tiene varios días, se corta antes y después se deja secando y ahí se va haciendo los paquetitos. Se dobla, buscando más o menos el tamaño del brazo que se va dejando y va dando uno el grosor, según cuánto va a cobrar por ese paquete. Así que si le va a vender a comerciantes que viene de afuera, se hacen más delgado, si lo voy a llevar yo, se hacen más aumentadito pa’ cobrar lo que pueda cobrar uno. Yo hago los atados, los niños son ayudantes no más, ellos aportan en un par de cosas no más. Normalmente nosotros nos demoramos como diez días, más o menos, en todo el proceso. En marzo fuimos a cortar, en la tarde le sacamos la mitad y al otro día sacamos el resto y ahí esperamos que se secara bien. Más o menos diez días en hacer todo el

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Corto el cochayuyo y lo saco. Ahí ellos me ayudan a sacar del mar, van tirando. Lo mismo que yo hacía cuando chico. Ayudan a tirar un poco, a tender. Hacemos una ristra igual que el pescado, ahí hacemos los atados, se lleva poco, por decir, sus doscientos paquetes, una cuestión así no más. Eso lo hacemos y salimos al campo a vender, al lado de Galvarino vamos nosotros.

179


proceso… Lo dejamos tirado ahí, la gente sabe que es de uno, y lo que es de uno no lo sacan. Salimos en la camioneta, se carga la camioneta no más y ahí se lleva. Yo llevo como veinte ‘rodelas’, de cincuenta paquetes. Eso más o menos llevo, veinte, veinticinco y lo demás son tiras largas que llevo…”.

En su camioneta recorre algunas comunidades vendiendo cochayuyo… “Yo me meto a la comunidad, yo no me meto casi a los pueblos, digamos a negociar, porque en los pueblos son más complicados. Hay que recorrer más, hay que recorrer y dejar la camioneta ‘estacioná’ en un lado… Yo le entrego a la comunidad, yo voy allá y les ofrezco cochayuyo. Al que le gusta, le interesa, compra. Pal’ consumo humano no más…”.

Los precios de la temporada, primavera 2011 verano 2012 no fueron buenos… “Esta temporada el precio del cochayuyo no estaba bueno, el paquete a $300, nada más que eso, $300. La tira vale como $2.500, la tira es como del largo de la camioneta más o menos y cabe justo no más…”.

Rutas de Recolección en La Araucanía

En esta modalidad de recolección y venta, don José demora aproximadamente 15 días…

180

“Se demora más o menos medio mes, en toda la ‘pega’. Quince días más o menos yendo en vehículo. Igual queda, no mucho, ¡pero a no hacer na’! Con esa plata se compra lo que le falte, los útiles pa’ los niños… Lo hago siempre todos los años hago lo mismo…”.

De niño acompañó a su abuelo en la venta de cochayuyos en Temuco, en las viejas carretas tiradas por bueyes, recorriendo un itinerario seguido durante generaciones por los carreteros del cochayuyo: de Tirúa hasta Carahue, pasando por Hueñalihuen, Yupehue y Trovolhue. De Carahue a Temuco, pasando por Puerto Saavedra y Nueva Imperial. Caminando bajo el sol del verano, acampando en la ruta, durmiendo debajo de las carretas arropados por las estrellas, resguardándose de la lluvia estival, voceando las bondades de cochayuyo y ulte…

Tercera Parte


“Los viejos salían al cochayuyo en carreta. Se ven poco por el camino, como está puro ripio pa’ los bueyes es ‘complicao’, es por eso que ya no se ven mucho en carreta. La venta del cochayuyo en carreta es ‘güena’. Es buena la venta del cochayuyo en carreta porque ellos no tienen problema. Si demoran quince días o demoran un mes ellos cobran, lo que piden, cobran no más. Ellos llevan cinco mil paquetes, son como cien rodelas, de cincuenta paquetes. Y ahí ellos lo venden. Nosotros hicimos el viaje, nos fuimos en marzo. Pal’ cochayuyo amarillo igual es casi más conveniente dentro de estos meses, el mes de abril… En diciembre se vende el cochayuyo ese… lo guardan seco, lo guardan en bodega y después lo sacan a vender.

Yo tenía doce años… hice un viaje, fuimos con mi abuelo Juan de Dios Chiuca. Con ellos hicimos viaje, o sea llevaba una carreta mi abuela, una yo y una él, llevábamos tres carretas. Partimos de ‘Los Chilcos’ llegábamos hasta Trovolhue, nos íbamos pa’ Trovolhue arriba, hasta Trovolhue llegábamos en el día. Y al otro día ya llegábamos a ‘Atracón Chico’, de Carahue hacia abajo. Llegábamos, ahí alojábamos, al otro día pasábamos a buscar agua, llegábamos al ladito ahí de Carahue. Más o menos demorábamos seis días en llegar a Temuco, seis, siete días. Caminando, tirando con la garrocha, ahí aguantando, todos los días lo mismo no más. Le colocábamos ‘chalas’ [sandalias] a los ‘güeyes’ pa’ que no sufrieran tanto daño en la uña. ‘Too’ eso hacíamos nosotros ahí… Allá en Temuco pasábamos cada cual pa’ su ‘lao’ [lado]…cada uno con una carreta. -Ya, tú te vai’ a

Rutas de Recolección

Yo me mandé unos viajes en carreta, pero no me gustó, por mucho tiempo que se gasta. Todo los días al mismo rubro… en la mañana levantarse, en la noche ponerse a cuidar los ‘güeyes’, es un proceso largo. A las ‘doce’ [mediodía] hay que buscarle pasto a los ‘güeyes’, darle, ya que puedan almorzar como uno, y ahí de nuevo a la pega la misma otra ve’…

181 Tercera Parte


tirar pa’ tal parte y en tal parte nos vamos a ubicar a la tarde y nos vamos a juntar pa’ alojar. En esa época llegaban carboneros, cochayuyeros… llegábamos a esa parte donde nos quedábamos pu’… no me acuerdo bien el nombre cómo se llamaba. Ahí pasaba un río por entremedio de Temuco… Y ahí llegábamos todos, a almorzar, a largar los ‘güeyes’ a descansar… Cocinábamos…hacíamos ‘comías’, cazuela como se hace normalmente en la casa. Nos tomábamos todo ese tiempo: cocinar, tomar café, tomar mate, ‘too’. Ahí cocina cualquiera no más, la que le toca. Ya, hoy día el que va a cargo de la carreta, ya hoy día te toca hoy día no ma’. Se va dando ‘güelta’ la cuestión, por último si no sabe cocinar le toca hervir el agua o pelar las papas, ‘toas’ esas cuestiones…

Rutas de Recolección en La Araucanía

Nosotros normalmente tomábamos desayuno temprano y partíamos. Almuerzo, nos juntábamos a almorzar… ‘los’ [nos] íbamos en las carretas todos juntos a almorzar. Y cuando llegábamos al pueblo, ahí era ‘panzá’ [comer mucho]… En el pueblo ahí de repente comprábamos un pancito y le echábamos a lo lejos una ‘cecinita’ y si no así, pan solito no má’. Caminando el almuerzo no más, porque no había espacio dónde llevar los ‘güeyes’. De repente, cuando nos tocaba cerca el espacio que decía yo, íbamos ahí y almorzábamos ‘toos’ juntos. Pero cuando no, ahí no se podía cocinar, no se puede hacer fuego, nada… De ahí agarrábamos el camino de nuevo…gritar el cochayuyo, ‘too’, de ‘aonde’ era, era ‘güeno’: ¡El cochayuyo de Tirúa, ‘güen’ cochayuyo, de la zona!... El cochayuyo de Tirúa tiene fama en ‘toos’ ‘laos’, sea ya pa’ proceso que no sea pa’ comestible, sea pa’ otro. El cochayuyo de la zona de Tirúa es el mejor cochayuyo que ta’ saliendo a esta parte. Días, días y días y cuando llovía había que estar debajo de la carreta ‘metío’ a diario y había que salir a mirar lo ‘güeyes’. Llevábamos carpa de nylon. En ese tiempo habían unas carpas que eran como de mezclilla, una lona

182 Tercera Parte


grande, de esas llevábamos, porque el nylon en la época que anduve yo se veía poco po’… Pa’ dormir ahí debajo de la carreta no ma’… llevaban frazadas…una camita y si no otro llevaba un ‘cuerecito’ de chivo o de oveja debajo de eso no ma’ y eso era la cama. Al otro día se envolvía al saco y vamo’ andando. Pal’ baño había que buscar por ahí no más, en las matas no más… Gracias a Dios nosotros tuvimos suerte, nunca nos pasó nada, de que tuviéramos problemas o que nos fueran a robar. Sí cuidábamos harto los ‘güeyes’. A un ‘agüelo’ mío le robaron una yunta de ‘güeyes’, nunca más salió al comercio, a negociar. Nosotros demoramos un mes en total. Entre ‘too’ esos días, demoramos un mes. Lo vendíamos ‘too’, trajimos todas las cosas que era normalmente pa’ aperarnos pal’ invierno. La gente del campo es diferente, con la ‘pega’ que ‘tenimo’ acá en el pueblo, no, se ‘apera’ [aprovisiona] uno igual, digamos pa’ unos dos meses, por decirle una cosa así. Allá en el campo no, el campesino normalmente se apera más o menos, por decir, usted pal’ año. Así me va a faltar azúcar, voy a comprar azúcar, voy a comprar yerba, voy a comprar arroz, tallarines…

Muchos años después, siendo adulto, don José volvió a Temuco buscando los lugares que había recorrido con sus abuelos. La ciudad que había conocido en su infancia ya no existía… “Yo fui en el vehículo que tengo, no hace mucho a Temuco, lo busqué pu’ y pregunté y llegaba a las mismas partes y chocaba… ¡chuuta, que ta’ ‘cambiao! Al final me estacioné a un ‘lao’ y le pregunto: oiga -le digo yo-, ¿cómo se llamaba antes este río que ‘taba’ aquí y qué lo que pasó con esto? De ahí me dijo uno:

Tercera Parte

Rutas de Recolección

La carreta se viene ‘cargá’. Comprábamos normalmente en Temuco, ahí hacíamos las compras, traíamos la harina, traíamos de ‘too’ eso que más nos alcanzaba con la plata; harta azúcar, yerba, ‘too’. Pa’ que no faltara pal’ invierno, porque si no en el invierno quedaba lejos pa’ venir a Tirúa a ‘toos’ ‘laos’…”.

183


¡Nooo! es que aquí cambiaron todo esto y el río que estaba aquí pasa por debajo ahora, por eso no lo ve usted…”.

Actualmente, el uso y la comercialización del cochayuyo están cambiando. Ahora se entrega a fábricas que lo procesan y se comercializa en los supermercados. Aunque, “…al supermercado es difícil pa’ entregarle porque hay que tener movimiento de actividad uno, facturas y uno no puede tener ese tipo. No sé de nadie que negocie con supermercados… Viene gente a comprar acá en vehiculos grandes, pero tampoco andan trayendo facturas… Porque aquí el único que reciben con facturas aquí, son cuando se entrega el cochayuyo negro, por decir, ese ta’ entregando pa’ las plantas que hay aquí en el ‘lao’ [lado] de Concepción, ‘too’ ese ‘lao’, Hualqui. Ahí ellos reciben con factura, ahí le dan factura (…). Ahora, yo he visto que lo venden en sobrecitos en los supermercados.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Esos los están sacando de las plantas, de la empresa que hay trabajando el cochayuyo, ahora hay harta empresa. Es bueno que se meta una empresas a comprar cochayuyo porque sube el precio, le conviene a uno. Ahora por lo menos yo en el verano trabajé en el puro cochayuyo y es rentable…”

La venta tradicional de esta alga era para consumo doméstico, las carretas que recorrían, -y en menor medida aún recorren las ciudades y pueblos del sur- vendían su carga a los hogares. El cambio que observa don José es la incorporación de empresas como compradoras de cochayuyo, con lo que aumenta la cantidad de intermediarios, pero, en lo personal, eso lo favorece porque el pago es inmediato y a buen precio… “Es que no ‘too’ el cochayuyo se vende en carreta. Por decir, una parte, digamos tres partes se puede salir a vender en carretas, porque si no imagínese a toda la gente saliendo en carreta. ‘Aonde’ íbamos a vender tanto cochayuyo… Se entrega ese cochayuyo… para empresas (…).

184 Tercera Parte


Cuando yo le corto a la gente, lo ‘tan’ [están] entregando a las empresas… Por eso es que lo secan dos horas, tres horas y de ahí ‘altiro’ lo entregan no más. Llega la plata ‘altiro’ pu´, pagan ‘altiro’. Hay hartos intermediarios…”.

Por esto, para don José el trabajo, la “pega”, ha sido buena en las últimas temporadas. Continúa cortando cochayuyo y ulte para los carreteros y entrega a intermediarios de empresas de Hualqui y Coronel… “No falta ‘pega’ en eso sí… que esté güeno el mar no más, pue’. Me llaman por teléfono, otros vienen a la casa a buscarme: -oiga, necesito que me ayude cortar ‘coyoyo’ [cochayuyo], quiero que me ‘cortís’ [cortes] porque voy a salir en carreta allá y eso cobramelo aparte porque no lo vamos a entregar… y eso déjamelo al ‘lao’-. Ya, -le digo yo- tú me ‘vai’ [vas] a pagar tanto por lo que te voy a cortarte. Ellos hacen su proceso y salen. Y eso es lo que hacen los de la carreta. Y los otros que vienen de Hualqui de la empresa, que conozco yo. Y la otra empresa, una empresa grande, está en Coronel… está comprando más molido…

Rutas de Recolección

Pa’ esas dos cosas normalmente lo trabajo yo… y hago, pa’ eso es lo que normalmente se trabaja…” (José Antío).

185 Tercera Parte


A. Casanueva

Rutas de Recolección en La Araucanía

La Ruta del Carbón El uso del carbón vegetal es antiquísimo, probablemente se remonta al descubrimiento y uso del fuego por las primeras agrupaciones humanas. En Chile, tal como en el resto del mundo, estará asociado a la calefacción de los hogares y a su empleo en herrerías. Sobre su uso en Chile, encontramos alguna evidencia en cronistas y viajeros. En 1822 visita el país María Graham. Inteligente y observadora, en su diario retrata las costumbres de la época. En su relato indica el uso de “carbón inglés”, “carbón de Escocia” y “carbón de Concepción” para referirse al carbón mineral. En sus numerosas visitas a familias chilenas aparecen menciones de

186 Tercera Parte


fogatas y braseros alimentados con, lo que suponemos, debió ser carbón vegetal. De visita en una chacra de Valparaíso anota: “desde el jardín pasamos al lavadero, donde encontré una gran fogata de carbón encendido a la orilla de un lindo arroyuelo…” (1916:162). En su diario aparece otra observación similar realizada durante una visita social: “…una de las amigas de las señoras bajó entonces del estrado y se sentó en el borde de la plataforma, delante de un ancho brasero lleno de carbón encendido, en el cual había una tetera de cobre llena de agua hirviendo…” (1916:197). La observación más interesante sobre carbón vegetal la encontramos en una breve descripción sobre su fabricación: “En Lonquén, dicho sea de paso, vi hacer carbón. Cortan la leña en trozos de unos dos pies de largo, que ponen en capas dentro de un foso cubierto con tierra, y enseguida queman, procedimiento que me parece algo primitivo y poco económico…” (1916:325).

Otro uso identificado es el de “carbón de fragua”. Durante gran parte del siglo XX las rústicas herrerías fueron, para localidades aisladas por los malos caminos, la única posibilidad de confección o reparación de la maquinaria agrícola o forestal. Cada pueblo, fundo o villorrio debía disponer al menos de un herrero que a golpe de martillo, entre carbón y yunque, le daba forma al metal. Para 1905 Temuco, la ciudad más floreciente de La Frontera, contaba con 15 herrerías (León, 2007). Un uso adicional del carbón está vinculado con actividades festivas. El “asado al palo” de chivo o cordero. La mitad de un ovino o caprino ensartada en una vara de madera o metal, asándose al calor de las brasas acompañarán, hasta la actualidad, las celebraciones

Rutas de Recolección

En La Araucanía, tenemos evidencia de su utilización asociada a la calefacción de los hogares y como “carbón de fragua”. Una de las fuentes de calefacción más utilizada en los sectores populares durante los siglos XIX y XX fueron los braseros. Artefacto de metal, en el que las brasas de carbón daban calor a los hogares durante el invierno. De uso preferentemente urbano. Donde el espacio y la pobreza limitaban la existencia del “fogón”, el brasero se constituía habitualmente en la única fuente de calor para los hogares pobres de las ciudades y pueblos de La Frontera.

187 Tercera Parte


sagradas o profanas de la población criollo mestiza. Jorge Teillier (2010) en su poema “Retrato de mi Padre Militante Comunista” hace una referencia a este ritual culinario: “…Que sus días lleguen a ser tranquilos como una laguna cuando no hay viento, y se pueda reunir siempre con sus amigos de cuyas bromas se ríe más que nadie, a jugar tejo, y comer asado al palo en el silencio interminable de los campos…”

Una de las características distintivas del consumo de carbón en las ciudades será su transporte. La carreta carbonera estará asociada al traslado del carbón desde los lugares de elaboración hacia Temuco.

Rutas de Recolección en La Araucanía

La vieja carreta tirada por bueyes tiene varios siglos de existencia en Chile. Rodolfo Oroz, citando un documento del Cabildo de Santiago, fechado en 6 de diciembre de 1555 indica que: “… se nombró por veedor de la obra de la carpintería y de las carretas que se hacen a Diego Gómez, carpintero…” (1955:163). “Según Claudio Gay, las carretas no habían cambiado demasiado en su estructura hasta mediados del siglo XIX; eran según su visión, “muy pesadas, toscamente construidas, cubiertas con un toldo de paja o de totora, y cerradas por detrás con un cuero de buey. Las ruedas eran macizas, con llantas de madera que se volvían pronto irregulares y abolladas por el uso”. Los ejes de madera de quillay o peumo servían para soportar cargas medianas…” (Alarcón, 2012).

188

Desde el siglo XVI al XX la carreta ha sido el vehículo de transporte por excelencia. Con innovaciones en las ruedas, a lo largo del tiempo “…la carreta se integró a las diversas regiones como un vehículo de carga, pero en cada zona adoptó una forma diferente, según la necesidad y el lugar de trabajo…” (Alarcón, 2012). En La Araucanía se ha utilizado para el transporte de madera, trigo, leña, carbón, cochayuyo, etc. El carbón que se consume en Temuco se fabrica en localidades como Galvarino, Nueva Imperial o Chol-Chol, con tecnologías similares a las utilizadas hace 80 ó 100 años. Para su transporte se ha utilizado tradicionalmente la carreta carbonera. En la actualidad aún sobrevive en los pueblos de la Región, donde circulan al paso de otros tiempos carretas cargadas con sacos de carbón con el boyerizo voceando su producto y regateando los precios en

Tercera Parte


las carbonerías o herrerías. En Temuco es posible ver su lento caminar en algunos sectores de la ciudad, pese al uso cada vez más extendido de camiones y camionetas para el transporte de carbón. En los barrios sobreviven las antiguas y hollinadas carboneras que venden por sacos y por almud -una medida prácticamente en desuso- carbón para los viejos braseros, aún vigentes en los barrios populares. En los últimos años se ha agregado la venta de carbón en los supermercados. Para aproximarnos a la fabricación, acopio y comercialización de carbón, hemos recopilado varios testimonios con distintas variantes sobre el proceso del carbón: Abelino Antileo, Luis Campos, Manuel Inostroza, Lorenzo Puel y María Rodriguez, identificando su elaboración en hornos de tierra y en “monos”,

Aún cuando para nuestras recopilaciones cualitativas tenemos como eje la ciudad de Temuco, presentamos los registros asociados a los recuerdos de don Luis Campos sobre la fabricación de carbón en las cercanías de Villarrica. Don Luis relata procesos relacionados con el carbón para la década del 50’, como una actividad complementaria de su padre maderero de la zona de Villarrica. Los antiguos aserraderos producían muchos desechos que podían ser utilizados como leña o, como en este caso, para la fabricación de carbón. En este registro se describe el uso de “tapas”, (retazo de corteza producto del primer corte de la cierra circular) de “hualle” (Nothofagus obliqua), coihue (Nothofagus dombeyi) o tepa (Laureliopsis philippiana) para la fabricación de carbón… “Mi papá hacía todo el carbón de la ‘tapa’ que quedaba; él tenía un carbonero y le hacía el carbón. Aparte de eso venía gente a venderle carbón… Hacía el carbón con ‘monos’, no como lo hacen ahora que ahora tienen hornos. Ante arrumaban el palo tipo ‘volcán’, como un volcán. Tenían un ‘viejo’ para eso, había una persona para eso.

Rutas de Recolección

“una especie de torre de leña, que se forma cubriendo una hoguera que se forma en el centro, la cual es cubierta con paja y con tierra, y luego se vuelve a poner madera, y madera-paja. Eso se deja arder, durante tres días y ahí se saca el carbón…” (Manuel Inostroza).

189 Tercera Parte


Paraban primero un palo así y ahí iban parando aquí, primero más chiquitito, después más largo, después más largo, más largo, más largo hasta que llegaba a una altura como de dos metros. Ponían un puntal al medio, de dos metros a dos metros y medio, más o menos, hasta que llegaban hasta la punta tapando. Ahí le hacían una puerta, le hacían hasta tiraje. Yo no recuerdo bien cómo hacían el tiraje. Le armaban adentro un ‘candilao’ [encender fuego] con palitos chicos. Después que estaba hecho lo tapaban con tierra, redondito como un tronco de espalda. Lo tapaban con tierra, todo tapado con tierra, una capa como de 30 centímetros de tierra de ‘champa’, bien tapadito y ‘apaliao’, todo apretadito. Y ahí le hacían una entrada y enseguida le prendían fuego. Después les hacían ‘tirajes’ por ahí, ‘tirajes’ especiales que ellos veían cómo iba el humo e iban abriendo esos tirajes y todo esto se lo tapaban después. Ese era el ‘mono’. Y ahí tenían técnicas, entonces ellos los cuidaban día y noche una vez que prendían.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Lo hacían con la misma ‘tapa’ que salía del aserradero con coihue, tepa… echaban de todo tipo. Todo el desecho que salía del aserradero. Ponían unos palos gruesos y tenía como un vacío; tenía unos tragaderos, unos tirajes. Si se les veía escapando el fuego o saliendo, abrían tiraje, entonces quedaba como un pequeño volcancito, el humo salía por arriba. Había que cuidarlo, porque de repente se les rompía, cuando ya estaba secando y bajando. Cuando se les abría tenían que taparlo con tierra, porque si no se les quemaba todo adentro. Entonces ellos permanecían en la noche, cuidaban su ‘mono’ para que no se les fuera a destapar y se les quemara todo el carbón. Lo cuidaban día y noche. Una vez que ellos prendían su ‘mono’, ahí estaban. Trabajaban [en otras actividades del aserradero] igual, pero venían a cada ratito a ver su ‘mono’, en la noche igual…”.

El encargado de hacer el carbón… “…Era un ‘viejo’ que hacía otras cosas y tomaba ese ‘trato’ [acuerdo de trabajo]…”.

190 Tercera Parte


La producción… “El ‘mono’ le botaba 40 ó 60 sacos, estamos hablando de los sacos antiguos, de pita de cáñamo. Ese saco era el mismo que se usaba para saco de trigo, saco de papa, el saco era el mismo. Saco de nylon no existía en ese tiempo…”.

Hacia 1950 el transporte de carbón hacia Villarrica se hacía en carretas carboneras. En este caso, dado que su producción formaba parte de un aserradero, cuando se reunían grandes cantidades existía la posibilidad de transportarlos en camiones, de reciente aparición en aquella zona… “Mi papá lo vendía después, había gente que se dedicaba, entonces, él lo vendía, lo entregaba a Villarrica, en carreta hasta que no hubieron camiones…Yo me acuerdo que una vez llegó un camión grande, no sé de dónde sería, pa’ dónde se llevaron ese carbón, cargaron tremendo camión con carbón, pero no quedó en Villarrica. En Villarrica [se utilizaba] para calefacción y se vendía también ‘carbón de fragua’, un carbón distinto, era un carbón más chico.

Se complementaba eso del carbón, se empezaba, por ejemplo, yo creo que en enero, en febrero, unos dos meses antes de que entrara marzo a comprar el carbón, como pa’ prepararse. Cuando se trabajaba siempre a ‘maquila’ [el pago se hacía en madera], se hacía lo mismo…” (Luis Campos).

Otro relato recogido sobre fabricación y comercialización de carbón es el de doña María Rodríguez de Nueva Imperial, quien nos describe el oficio de su abuelo en la costa de La Araucanía…

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Cuando empezamos con las maderas, se salía a trabajar pa’ fuera, por ejemplo, por sectores como Chaura, Chesque, donde él arrendaba, que sé yo, media hectárea… Ponía su aserradero y ponía la compra de madera o trabajaba ‘a medias’ [en mediería], como llegara, como llegara el tronco. Entonces, la gente empezaba a tirar, se acumulaba, se ‘acanchaba’ [acopio]. Los negocios que podía armar en torno al aserradero, estaba la materia prima ahí. Cuando mi papá era empleado nunca hizo eso. Cuando era independiente, él hizo eso…

191


“Para hacer el carbón, primero hay que botar el árbol, enseguida se parte en metros y se mete en una hornilla, una especie de cueva con una puerta y un hoyo arriba. Se llena la hornilla con madera, se cierra la puerta con piedras, abajo una corrida de ‘taulitas’ [tablitas] y tierra. Por sobre la puerta se deja una ‘pasaita’ [pasada] por donde se le prende fuego y después se cierra y ahí se deja cociendo por tres días. La hornilla está al lado de la casa, mi abuelo la hizo allí. Primero sale un vapor, cuando empieza a salir un humo azulito se cierra la chimenea, -el hoyo que está arriba de la hornilla- y se deja unos cinco o seis días, hasta que se apague, porque al cerrar la chimenea se ahoga el fuego y se apaga. Cuando se apaga el fuego se abre la puerta y se empaqueta el carbón en sacos. La hornilla puede dar treinta sacos de carbón. El carbón se hacía de ulmo [Eucryphia cordifolia], lingue [Persea lingue] y ‘hualle’, ese es el mejor carbón, dura más. Ahora se hace carbón de pino que es malo porque es puro ‘pulchén’ [ceniza fina]… Antes se hacía más carbón, ahora, como han ‘echao’ abajo los bosques nativos y ‘plantao’ pino [Pinus radiata], no se hace tanto carbón…”.

Rutas de Recolección en La Araucanía

En el relato de doña María, ambientado hacia fines de la década del 50’, el transporte para la comercialización se hacía en carretas…

192

“Se llenaba la carreta con los sacos de carbón y se venía a vender al pueblo, a Imperial o Carahue, que están más cerca, a tres días en carreta, también a Temuco. Venían de ‘La Cabaña’, un sector entre Imperial y Carahue, hacia a cordillera… La carreta carbonera, como la cochayuyera, son diferentes a las otras, éstas tienen barandas largas para que no se caigan los sacos. Los cargan con cincuenta sacos, más es mucho peso para los bueyes. Depende del buey, a veces son unos ‘charritos’ [malos, débiles] y hay que echar menos sacos. El carbón sólo se vende en invierno para sacarle mejor precio. Como el carbón de ahora es malo y se hace menos, hay que esperar el tiempo de frío para que la gente lo quiera comprar. Además que en el

Tercera Parte


invierno la leña está más cara y la que traen está húmeda, así es que tienen que comprar carbón, los que no tienen para comprar leña o para que prenda la leña húmeda…” (María Rodríguez).

Un relato distinto nos presenta don Manuel Inostroza Cayupán del sector ‘Rucatraro’, a unos 30 km. de la comuna de Galvarino. Don Manuel, que aprendió el oficio a los 10 años de edad, nos describe el actual proceso de elaboración de carbón… “Me enseñó mi padre cuando yo era muy niño y no teníamos qué comer con mis hermanos, entonces, él hacía carbón por medio de los ‘monos de carbón’. Los ‘monos de carbón’ son una especie de torre de leña que se forma cubriendo una hoguera que se forma en el centro con varias capas de paja, leña y tierra. Se deja arder, durante tres días y ahí sale el carbón. Y eso me enseñó a mí y así aprendí yo a hacer carbón… Luego, cuando me vine a Galvarino, me enseñaron a hacer carbón en los hornos. Es más fácil y se saca carbón de mejor calidad…”.

“Para realizar la construcción del horno es necesario contar con un terreno que debe tener características gredosas, porque es fundamental la humedad de la tierra, para así evitar que el horno se derrumbe. Entonces, se procede a la elaboración del horno, el que se hace haciendo un orificio de más menos un metro y medio de alto, con un largo de dos metros, más o menos. En ese momento se le ponen dos estacas verticalmente, con una vara de metal puesta horizontalmente entre las dos estacas, con la finalidad de que no se derrumbe el orificio cuando esté en proceso de elaboración. En su interior tiene un diámetro de dos metros y medio aproximadamente, con una altura de dos metros y treinta centímetros. Para el proceso de elaboración se cuenta en el segundo día, se cuenta con un orificio en la parte superior de unos 20 centímetros de diámetro para la salida del humo…”.

Rutas de Recolección

Desde el año 1998 cuenta con cinco hornos ubicados junto al camino que pasa por el sector, lo que facilita el acceso de compradores…

193 Tercera Parte


Para la elaboración del carbón se requiere de una gran inversión de tiempo. El proceso tarda entre 3 y 10 días… “Este proceso comienza con la búsqueda o recolección de leña. Lo primero a considerar es la leña; yo uso leña de aromo, pero también uso restos de leña de los aserraderos, pedazos de pino o eucaliptos. Junto, por lo menos unos cuatro metros de leña para la primera carga del horno (…), debo cargar por lo menos dos veces más para que dé una cantidad buena de carbón. Salgo a buscar leña con mi hijo y mi señora. Llevo la leña hasta el horno donde hago el carbón en carreta con bueyes. Unas cuatro o cinco cargas más o menos. Cuando ya junto unos 18 metros se procede a la elaboración del carbón, para ello se deja apilada la leña al lado del horno del carbón…”.

Se elabora carbón de pino (Pinus radiata), “hualle” (Nothofagus obliqua), aromo (Acacia melanoxylon) y pellín (Nothofagus obliqua), este último se utiliza sólo para fundir fierro. El carbón considerado de mejor calidad es el de “hualle”, porque dura más tiempo encendido y “no hecha tanto humo…”. El carbón de pino no es considerado de buena calidad, dura poco tiempo encendido y sus brasas se vuelven ceniza -“pulchén”- y hecha más humo que el carbón de “hualle”. El carbón de aromo se reconoce como bueno,

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Es un carbón muy bueno debido a que aguanta harto tiempo encendido, pero es muy difícil de encender…”.

194

La ruta que sigue el carbón que se elabora en “Rucatraro” une principalmente Galvarino con Temuco. Don Manuel vende su carbón a “carboneros” de la comuna de Galvarino que lo comercializan, especialmente los fines de semanas y días festivos. Viajando habitualmente en camioneta -aún cuando todavía existe el transporte en carretas- a las ciudades de Temuco y Padre Las Casas, recorren los sectores populares de Temuco: “Pedro de Valdivia”, “Santa Rosa”, “Amanecer”, “Pueblo Nuevo”, etc. Donde se consume una mayor cantidad de carbón… “Se tiene acceso fácil para la venta, no como en el centro de Temuco, que hay que tener un permiso (…). Se estacionan con su camioneta y venden a los comerciantes con puestos fijos de la ‘Feria Pinto’…” (Manuel Inostroza).

Tercera Parte


Otro aspecto importante en la comercialización son los compradores mayoristas que compran de 150 a 1000 sacos para vender en la ciudad de Puerto Montt. Otros compradores son los supermercados, que son abastecidos por comerciantes de Galvarino, unos 150 sacos que posteriormente se envasan en paquetes de cinco kilos. Don Manuel reconoce que para cubrir los pedidos grandes mezcla carbón de madera nativa y pino. Una situación distinta la representa el caso de don Abelino Antileo, quien aprendió el oficio mirando a su padre y abuelo y ahora enseña los secretos de la elaboración de carbón a su hijo Nelson. Una de las estrategias económicas habituales de los campesinos mapuches es la elaboración de carbón, dependiendo de las condiciones de la tierra y disponibilidad de árboles; esta estrategia puede ser central o complementaria para la economía doméstica. Para el caso de don Abelino, la venta de carbón se complementa con agricultura y crianza de ganado menor. El carbón que fabrica es de pino, aromo o eucaliptus… “Hago carbón hace años, lo aprendí de los viejos, mirando. Siempre se hizo carbón en mi casa. Sí, los viejos, los parientes, entonces ahí yo mirando fui aprendiendo…”.

En el proceso completo…

Para la fabricación de carbón usa un horno… “El horno lo he ocupado ya va a ser un año. Un horno puede usarse durante años. Sí, depende, igual se van derrumbando las paredes por el fuego… Al principio se prende un fuego chico y después se echan más palos, más palos, y así palitos cortos delgados igual para que prendan, de ahí se va cubriendo, se va haciendo brasa y se va prendiendo.

Rutas de Recolección

“Una semana se demora en hacer quemar todo. En cortar los árboles, ahí yo creo que una semana más. O sea, en total un par de semanas. Sí como, más o menos, una o dos hornadas al mes, según si uno lo toma bien, si se dedica a eso, por ejemplo, en quince días yo creo que tiene una ‘horneada’…”.

195 Tercera Parte


Y arriba está el tiraje una vez que ya agarra vuelo se cierra allí, está cerrado para que se apague el fuego del horno, se tapa el tiraje. Lo lleno con palos, después le enciendo fuego abajo y ahí en la medida que va prendiendo entonces lo voy tapando, hasta que cuando agarra bien el fuego, lo tapo todo. Ahí lo dejo hasta que se queme bien. Y de ahí lo vuelvo a abrir y pa’ echarle más palos, pa’ la recarga, hasta que llene. Cuando ya no hace más palos [cuando no caben más palos], ahí lo tapo y lo dejo apagar… Demora cuatro o cinco días en apagarse. Pero es más seguro dejarlo una semana. De repente queda fueguito por ahí y es peligroso que agarre… Una vez que la carga se quema toda, cuando está toda cargada, cuando el horno después del primer recargue, las piedras están rojas y el carbón está rojo, caliente la piedra. Caliente, si no se puede tomar con las manos es necesario agarrar el guante y tomarlo con el guante y la pala, porque con el guante traspasa el calor y se quema la mano; así que con la pala las van amontonando, así como se puede y después, mientras las piedras se enfríen, las vuelven a poner en su lugar y se vuelve a tapar…

Rutas de Recolección en La Araucanía

Lo parte más difícil es la recarga, es peligrosa por el fuego…”.

196

El carbón en horno se puede hacer en cualquier época del año, de preferencia en invierno… “Hago carbón en invierno… no da lo mismo. En el verano es un poco peligroso con el incendio, de repente no hago mucho. No hay mucha agua cerca aquí tampoco. En invierno es más difícil hacer carbón porque se filtra agua al horno…”.

Don Abelino reconoce este oficio como peligroso… “Nunca hemos tenido problemas, gracias a Dios, siempre con cuidado. Al menos nosotros no, un vecino sí, es que se le apagó el horno, después lo quiso prender con bencina y antes que llegara la bencina al horno le explotó y se le quemo la cara. Esa fue la cosa más peligrosa…

Tercera Parte


No uso mascarilla ni nada para la nariz, con el polvo ese se…un tiempo había usado una…ligerito se tranca… no pasa aire…”.

En los últimos años no es necesario salir a vender el carbón en carreta. Ahora los interesados llegan a comprar a su casa, en camión o camioneta… “Un saco de carbón, nunca lo he pesado, no sé, unos treinta a cuarenta kilos pesará… El carbón, vienen de afuera a comprar, de Temuco. Ya no hay que salir a vender ahora. Llegan a la casa a comprar, preguntando por carbón, entonces, cuando tengo yo, ahí le vendo. Los clientes los llamo yo, les aviso que tengo carbón y ahí vienen. Un saco de carbón aquí se vende a tres ‘lucas’ [$3.000]. Y allá en Temuco como a $5.000 debe estar…” (Abelino Antileo).

Otro caso, similar al anterior, lo representa don Lorenzo Puel. En su pequeña parcela de dos hectáreas, en la comunidad de Ilohue, Comuna Chol Chol, realiza otras actividades como la elaboración de leña y el cuidado de su chacra de hortalizas. Siempre se ha dedicado al carbón. Desde hace algunos años está utilizando aromo… “Los aromos suben rapidito, en unos dos o tres años está bueno ya, vamos cortando los árboles y van saliendo solos…”.

“Aquí nosotros preparamos la leña, juntamos y después lo acarreamos, son como 4 ó 5 ‘carretás’ de leña que tiramos pa’ la ‘horná’. Cuatro metros de leña. Nosotros no contamos los árboles, echamos abajo no más. Lo que nos interesa es llenar la ‘horná’ no más. Una ‘horná’ serán unos 10 árboles. Eso viene a ser como 45 a 50 sacos, y un saco debe estar pesando 45 kilos… Se ocupan las ramas más pequeñas y las gruesas también. El tronco grueso lo trozamos para echarlo a la carreta. Además, se parte para ponerlo en el horno, cuando son muy gruesos se parten…

Rutas de Recolección

Para la elaboración de carbón primero se junta leña…

197 Tercera Parte


Desde el momento que comienza a cortar el árbol hasta que sale el carbón en un saco, se demora unas dos semanas…”.

Una vez trasladada la leña al horno… “Llegan allá, uno carga el horno, lo ‘priende’ [prende, enciende], después lo deja uno 3 a 4 días apagándose en el mismo horno. El horno es el mismo que se ocupa siempre. Un horno dura según la tierra. Es que hay tierra mala que se va desmoronando y al final se cae el horno, la tierra ‘colorá’ [roja] es especial para eso, esa aguanta años. Hay hornos que duran como cincuenta años, todo depende de la tierra, si es firme… Cuando está lloviendo el carbón no se ve afectado en el horno. En el invierno a algunos hornos les entra agua, entonces, ahí se para hasta que se seque…”.

Con el mejoramiento de los caminos y la existencia de vehículos baratos, la carreta ha sido gradualmente desplazada por pequeños camiones y camionetas, lo que facilita la comercialización…

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Ahora lo vienen a comprar aquí, antes nosotros viajábamos a Temuco en carreta. Pero ahora, como la mayoría tienen vehículo, algunos lo llevan en vehículo pa’ allá, nosotros lo vendemos acá.

198

Siempre vienen a comprar los clientes. Los llamamos por teléfono cuando está listo. Cada cual vende sus productos. Cuando lo piden a pedido nosotros ahí podemos juntarle carbón…”.

La venta de carbón le permite contar con dinero para sus gastos… “Uno podría estar haciendo huerta, cierto, pero prefiere hacer carbón para ganar un poco de plata… Antes la vida era más dura… cuando yo empecé a trabajar, por eso ahora hago carbón una vez al año, dos veces al año… Antes hacía todos los meses, todos los meses viajaba a Temuco, invierno y verano. Cuando estudió mi hijo igual, empecé a costear los gastos del estudio, entonces, como había necesidad, uno empezaba a sacar el carbón con fuego. De repente no se apagaba,

Tercera Parte


obligado a tirarle agua. Uno peligraba la vida con todo ese calor. Al final a uno le va cobrando la edad…”.

En otros tiempos don Lorenzo salía a vender su carbón en carreta…

Rutas de Recolección

“Cuando iban a hacerlo en carreta, se demoraban en vender una carretada de carbón, unos tres días. Un día para allá, otro día para vender, el otro día para venir. Cualquier época del año, invierno y verano…” (Lorenzo Puel).

199 Tercera Parte


A. Serri

Rutas de Recolección en La Araucanía

La Ruta de la Leña

200

La relación de la población de La Araucanía con el bosque nativo resulta esencial para entender la ocupación del territorio, fundación de ciudades, construcción de caminos, fabricación de viviendas, etc. El bosque proveía de combustible para mover la maquinaria agrícola y forestal, madera para la construcción, frutos para la recolección, animales y aves de caza. Así lo cantaba Pablo Neruda (2010): “Del hacha y de la lluvia fue creciendo la ciudad maderera recién cortada como nueva estrella con gotas de resina,

Tercera Parte


y el serrucho y la sierra se amaban noche y día cantando…”.

Durante todo el siglo XX las viviendas urbanas y rurales serán calefaccionadas con leña y carbón. Sólo desde mediados de siglo se incorpora gradualmente electricidad, kerosene y gas licuado como fuentes de energía doméstica. El agotamiento del bosque limitó el uso de leña y carbón, sin embargo, ambas prácticas continúan vigente hasta el día de hoy. En una investigación reciente planteábamos una tipología para explicar la evolución de la cocina, como espacio y como conjunto de artefactos tecnológicos que permiten la elaboración de los alimentos…

De la evidencia recogida con los informantes, sabemos que en La Araucanía la “cocina a fogón” es el espacio más antiguo destinado a la preparación de alimentos, tal vez una adaptación de la ruca indígena y del recinto destinado a la preparación de los alimentos de los campesinos de la zona central. Se trataba de una construcción bastante precaria, habitualmente de madera, separada del resto de las habitaciones, con un lugar en medio destinado a la lumbre, que los informantes identifican como “fuego arrastrado” o “fuego de piso” (Ahumada & Zúñiga, 2010). En el transcurso del siglo XX se incorpora la “cocina a leña”, en un período difícil de delimitar con claridad, pues varía de un territorio a otro dentro de La Frontera. Conocida también como “cocina económica”, de acuerdo con nuestros informantes, las primeras

Tercera Parte

Rutas de Recolección

“…a modo de ejercicio metodológico, proponemos dividir la evolución de la cultura culinaria de La Araucanía en cuatro momentos asociados a los cambios en los espacios físicos donde se elaboran los alimentos y a los artefactos utilizados para ello. Cada uno de esos momentos está asociado a un tipo de economía doméstica y a modos particulares en que las familias se relacionan con su comunidad y con el resto de la sociedad. Las recetas están condicionadas por las posibilidades de la economía doméstica, ya sea en forma de producción propia o acceso a comercialización y a la incorporación de tecnologías al espacio familiar. Ubicamos cronológicamente: i) cocina fogón; ii) cocina a leña; iii) cocina a gas; y iv) Microondas…” (Ahumada & Zúñiga, 2010: 26).

201


“cocinas a leña” en La Araucanía son introducidas por colonos europeos. Suponemos una transición entre la “cocina fogón” y la “cocina a leña” asociada a soluciones bastante precarias, como braseros alimentados con carbón o “cocina de tambor”, confeccionada con grandes envases de latón que utilizaban leña (Ahumada & Zúñiga, 2010). La aparición de la cocina a gas y el microondas coincide con la urbanización de la población desde las últimas décadas del siglo XX. Lo que tenemos, por ejemplo, en los pueblos cordilleranos, de donde poseemos más evidencia, es una combinación de artefactos y fuentes energéticas, por lo tanto, podemos inferir que la aparición de la cocina a gas o el microondas no ha significado, para la mayoría de los habitantes de La Araucanía, el desuso de la leña como fuente energética. La leña sigue siendo la fuente de energía doméstica más barata y más importante en La Araucanía.

Rutas de Recolección en La Araucanía

El humo, saliendo por los cañones de cocinas y chimeneas, ha formado parte desde siempre del paisaje de la vieja y la nueva Frontera. La leña transportada en carretas y carretones es la postal más representativa de los últimos días del verano del Temuco antiguo. Neruda (1969), que vivió en este paisaje al despuntar el siglo, escribiría su “Oda al olor de la leña”:

202

“Como una mano de la casa oscura salió el aroma intenso de la leña, guardada…”.

En los otoños la ciudad se llenaba con el eco del ruido apresurado de “corvinas” y hachas para aprovisionar de leña para el invierno a las “picadurías” o directamente a los hogares. Al promediar el siglo XX se incorporan camiones para el transporte y motosierras para el trozado. En esta relación de dependencia observamos el creciente agotamiento del bosque nativo, que ha obligado a los recolectores de leña a internarse en los bosques que aún sobreviven en la cordillera de los Andes, además, de incorporar otras posibilidades como la pitra (Myrceugenia exsucca) y especies exógenas para la fabricación de leña como pino (pinus radiata), aromo (Acacia melanoxylon) o eucaliptus (Eucalyptus).

Tercera Parte


Para explicar la relación entre la población de la Región y la leña, hemos tomado la historia de don Luis Campos Sandoval, quien desde su infancia se dedicó a actividades vinculadas con la explotación del bosque y durante más de treinta años a la compra y venta de leña. Don Luis nos describe el proceso de recolección, acopio y comercialización de leña en Temuco desde inicios de los años 80’ hasta el 2011. En esta descripción aparecen los distintos oficios que se articulan en torno a la elaboración y venta de leña. El camionero, que es el caso de don Luis, posee el capital y es dueño del vehículo que efectúa el transporte. Compra leña, de preferencia a pequeños parceleros que explotan parte de su patrimonio forestal para conseguir dinero. En esta parte del proceso trabaja con un par de cargadores, los peonetas -pagados por el camionero- encargados de estibar la carga en el campo y descargar la leña en el domicilio del comprador. Al momento de la venta se pueden incorporar otros oficios como los “trozadores” o “cortadores”, que con su motosierra trozan la leña o los “picadores”, que a golpe de hacha cortan la leña de acuerdo a las características de la estufa, chimenea o cocina del comprador. “Mi nombre es Luis Campos Sandoval, nací en un fundo que está entre Villarrica y Lican- Ray, que se llama “La Estancia”. Era un fundo maderero más que agrícola.

Criado en una familia de madereros, de sus recuerdos más antiguos don Luis, nacido en 1950, evoca algunas variantes de leña usadas en Villarrica hacia la década del 60’… “Cuando vivíamos en Villarrica no comprábamos la leña, porque como trabajábamos en aserradero se traía todo del aserradero. Además, se tenía la ‘tornería’ [taller para la elaboración de una variedad de artesanías en madera], de ella salía todo el desperdicio, la viruta, el pasto seco, el ‘despunte’ [restos]. El recuerdo que yo tengo en Villarrica es que se compraba picada, seguramente había ‘picadurías’

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Mi papá se llamaba Armando Campos, el era empleado del fundo en esos años… Yo soy el número tres, de diez hermanos…”

203


o se compraban por ‘chocos’ [tocones] y después se mandaba a picar. En esa misma época funcionaban las barracas grandes. En Villarrica se vendía la ‘carretoná’ [la carga de un carretón tirado por un caballo]. Debe haber sido un invento de Villarrica el hecho de que vendiera una ‘carretoná’ de leña. El ‘carretonero’, además, se hacía una herramienta, que era como una especie de azadón, que tenía dos ganchos y con eso iba descargando. Era puro ‘despunte’ de los ‘listones’ [de madera] y eso era pura leña seca. Seguramente se los regalarían en las barracas porque a la ‘COMAVI’ [antigua barraca de Villarrica], y a otras barracas, como era tanta la madera que había, les convenía que hubiera una persona limpiándoles. En esa época no se les ocurría vender la viruta o el aserrín, se regalaba…

Rutas de Recolección en La Araucanía

Había varios carretones que se dedicaban a eso. Lo que yo recuerdo es que el ‘carretonero’ trabajaba haciendo fletes de leña. Al caballo lo echaban a comer ahí, al lado de las cunetas, entonces no gastaban en forraje, en aquella época no era necesario, el caballo se cuidaba solo. Además, andaba una sola persona en el carretón, cargaba y hacía toda la ‘pega’. Yo me acuerdo que si es que tenías que llevar un par de sacos de papas o trasladar algo, buscabas uno de estos carretones.

204

Esa leña no debe haber aguantado mucho porque era leña sequita. En ese tiempo, como había puro ‘nativo’, de todas maneras no debe haber sido mala, después ya empezó a llegar el pino. Esto ocurría el año 60’, pero yo me imagino que esto debe haber partido como el año 30’, época en que se instalan estas barracas…”.

A inicios de la década del 80’ la familia Campos Sandoval emigra de Villarrica a Temuco. Don Luis busca actividades laborales alternativas al trabajo en maderas que había desarrollado junto a su padre. Durante un tiempo se dedica a fletar madera en “El palomo”, el viejo camión adquirido por su padre a mediados de los 60’. En Temuco, “El palomo” se transformará en “camión leñero”… “El año 82’ llegamos [desde Villarrica], pero en leña empezamos a trabajar el 84’. El tema de la leña fue medio casual, porque cuando nosotros nos vinimos de

Tercera Parte


Villarrica seguimos trabajando, comprando trozos, vendiendo trozos, buscando bosquecitos y vendiendo. Yo veía los camiones con leña parados y decía yo: ‘puta’ estos ‘cabros’ que estén parados con estos camiones todos los días, no venderán leña. ‘Equívoco’ [error] grande era el mío, porque los ‘cabros’ iban a cargar en la noche y al otro día a las ocho, nueve, diez de la mañana estaban aquí otra vez cargados. Vendían y volvían a ir a cargar a la hora que fuera y estaban al otro día, otra vez cargando. Un día, cuando nos fuimos a ‘aserrear’ y volvimos al entrar el invierno, yo me vine cargado con leña para la casa, para el consumo. Cuando entré a Temuco, la gente empezó a seguirme, los autos me seguían: -¿jefe, vende la leña? -No, si no la vendo. Me tocaban la bocina, me paraban. Llegué a la casa, estacioné el camión y todos los vecinos querían comprarme la leña. Yo la había comprado a $200 el metro allá en Chesque [sector rural cercano a Villarrica], leña sequita de ‘hualle’. Me estaban pagando $1.000 por el metro aquí. Ahí me di cuenta que el negocio era bueno… Yo, sacando mis cuentas, le dije a mi papá: -sabe que es buena plata en el viaje, sabe, voy a vender la leña. En Chesque había un viejo que tenía harta leña, unos doscientos metros de leña. Así que partí a cargar ‘altiro’. Así partí trabajando en leña.

Lo bueno que en ese tiempo, uno saliera pa’ donde saliera había leña, porque todo el mundo hacía leña, entonces, había poca distancia que recorrer. Vendía, iba a cargar en la misma noche y llegaba aquí en la mañana. Y seguí con el tema de leña y dejé todo lo demás de lado. Me gustó porque ya no se andaba con gente [no se pagaba tanto en personal], se andaba con dos personas nada más…”.

Rutas de Recolección

Como yo conocía más para el lado de Villarrica tiraba desde allá. Yo creo que en Chesque estuve una temporada. Después, ya empecé a ir pa’ Vilcún, Cherquenco, Curacautín, ‘Las Hortensias’, Caivico. Todas esas partes recorría.

205 Tercera Parte


La modalidad de trabajo que don Luis conoció a inicios de los 80’ fue cambiando gradualmente… “Se hacía de dos metros la leña. Un parcelero llegaba, botaba un par de árboles porque no había restricción. ‘Hualle’, generalmente era ‘hualle’, un ‘huallecito’ de unos veinte a veinticinco años, por ahí será más o menos, de ahí pa’ delante, treinta años, ya es más grueso. Se hace de ‘hualle’ antes que el palo engruese más y pase a ser pellín, porque como pellín la leña es mala, no arde… Bueno, ya había motosierras, así que el que tenía moto, cortaba a moto; el que no, a hacha. Se echaba abajo un árbol, lo cortaban a dos metros y enseguida lo partían a hacha. Si era muy grueso, lo partía con cuña y con combo, en tres o cuatro astillones. Lo iban arrumando a la altura de un metro en corridas largas, de dos metros ancho por uno de alto…

Rutas de Recolección en La Araucanía

Un árbol como promedio, una matita de ‘hualle’, daría hasta tres metros, dos metros y medio, por ahí más o menos…

206

El mismo parcelero hacía eso, lo hacían pa’ financiarse, porque era la forma más rápida para tener plata para sus gastos. Cortaban cuando ellos necesitaban la plata. Generalmente cortaban en verano. En invierno nadie hacía, o si la hacían, era pa’ dejarla pa’ la temporada siguiente, la dejaban botada secando. A lo que estuviera ya media ‘livianona’ [liviana] la arrumaban…”.

El sistema de comercialización cambia por razones de acopio y costo beneficio… “El sistema de leña era distinto, antes la leña se hacía de dos metros, costaba mover un palo, pero para la gente no era problema de dos metros. Yo creo que hasta el 87’, 88’, por ahí, ya empezó a salir la leña de metro. No sé por qué cambiarían, pero fue un buen cambio y nunca más se ha hecho leña de dos metros. Esto fue cambiando de una temporada a otra. Yo empecé a ver los camiones cuando empezaron a llegar con la leña de metro, más ‘ordenaíta’, más parejita, más ‘ajustaita’ y todo más bien hechito. En cambio, la leña de dos metros dejaba más hoyos en la carga, era más complicada pa’ cargarla, pa’

Tercera Parte


descargarla. El cambio sería por eso no más, yo creo que fue por eso, por el sistema de carga…”.

La comercialización se hacía estacionando los camiones cargados con leña en algún punto de la ciudad convenido, primero por la costumbre, y más tarde, con las autoridades municipales. Con el tiempo todo eso cambia… “Nos parábamos primero ahí en [calle] ‘Balmaceda’, cuando yo llegué, llegué a ‘Balmaceda’ ahí donde ‘Zirotti’, al frente, entre ‘Cruz’, ‘Zenteno’ todo ese sector, pa’ ambos lados, más cerca de la ‘feria’. Ahí llegarían unos treinta, cuarenta camiones, se llenaban dos cuadras por ambos lados y se vendía toda. Ahí estuvimos harto tiempo, hasta que ya comenzó a complicarse la cosa, empezaron a haber restricciones de estacionamiento. Nunca tuvimos problemas, nunca había problema hasta que de repente un día, pasaron los años, llegó la Municipalidad y nos dijo: -¿saben qué? van a tener que despejar aquí porque ya no se puede. Y nos designaron ahí frente del cementerio, en ‘Balmaceda’ siempre, pero toda esa ‘corría’ del cementerio con ‘Prieto Norte’…”.

La venta era bastante simple, los camiones estacionados esperaban la llegada de los clientes, quienes revisaban la calidad de la leña y regateaban el precio…

Uno se estacionaba y esperaba que llegara el comprador. El comprador llegaba, elegía la leña que más le gustaba. Generalmente uno vendía en el día. Nunca estaba más de dos, tres días con el camión cargado. La leña nunca se ha fiado, siempre se trabajó ‘al contado’ [pago con dinero, sin crédito]. Entonces, andabas todos los días con plata, sabías que vendiendo leña tenías plata. O sea, podías ir a comprar una ‘camioná’ de leña y quedarte cero peso,

Tercera Parte

Rutas de Recolección

“La temporada parte para nosotros en diciembre, de mediados de diciembre pa’ delante. Cuando la gente que tiene su ‘pega’ estable, empieza a salir de vacaciones y antes de irse de vacaciones deja la leña comprada y cortada. Las ‘picadurías’ venden en invierno, leña picada no más…

207


pero llegabas aquí a Temuco y sabías que ibas a tener. Y siempre fue un buen negocio la leña. Yo empecé comprando el metro de leña a $200 y la vendía a $1.000. Traía entre quince y dieciocho metros. En ese tiempo viajaba a Chesque, Curacautín o Vilcún, tus mismos colegas te daban el dato, porque nadie era egoísta con los datos en aquella época, porque había [grandes] cantidades de leña. Partíamos tres, cuatro, cinco camiones. ¡Oye cabros vamos, ahí hay tanta leña, vamos! Y así nos andábamos, partíamos un ‘choclón’ [en grupo] de tres, cuatro, cinco camiones. Ahora último no se puede hacer eso, cada uno guarda su datito y lo tiene escondidito. El período de más trabajo es de mediados de diciembre hasta abril. Ahí tiraba leña todos los días. Yo me hacía cinco, seis vueltas en la semana, todos los días era un viaje…”.

Don Luis, recuerda uno de sus tantos viajes a buscar leña…

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Había que internarse por caminos secundarios donde había parceleros. Uno se acuerda de todos esos viajes porque todos son bonitos...

208

Una vez compré cuatrocientos metros de leña, me acuerdo que tenía que sacarlos de una ‘quebrá’ [risco] abajo para ‘acancharlos’ [apilar]. Eso fue en ‘Cruz del Sur’, un fundo que se ‘aparceló’, de Vilcún hacia la cordillera. Esa fue la leña más difícil que he comprado, me la vendieron barata porque estaba en un sector difícil para sacarla… Siempre le compraba leña yo a un ‘cabro’ que se dedicaba a hacer leña en el campo. Entonces, me dijo un día: -sabe don Lucho, yo tengo cuatrocientos metros de leña, yo se los entrego abajo, usted los saca, los ‘acancha’ arriba, le doy la ‘cancha’ en el patio de la casa. De ahí no se le va a perder un palo, pero necesito la plata así que usted me la paga toda. La fuimos a medir, y había que pasar dos ‘bajos’ [vados], el río había que pasarlo en dos partes. Me podía ir por Vilcún, regresaba por atrás, por donde hay una cárcel, la ‘Colonia Mendoza’, y ahí llegaba a ‘Cruz del Sur’. O me iba por aquí por ‘Las

Tercera Parte


Canoas’ pa’ allá y de ahí deben haber unos treinta kilómetros hasta allá. Cuando llegamos a pasar los ‘bajos’ tenía que subir unas cuestas ‘paradísimas’, al camión tenía que echarle poco menos que media carga y después venían unas ‘bajás’ bien ‘parás’ y unas ‘quebrás’, entonces había que poner cuidado con los frenos del camión. Me acuerdo la primera vez, casi me mato. Pasando los ‘bajos’ se me mojaron los frenos y yo no me percaté de eso. Llegué arriba y pasé muy rápido, cuando quise frenar, el camión no frenó y quedé en una ‘quebrá’ que tenía unos ciento cincuenta metros pa’ abajo y el camión quedó balanceándose. De a poquito lo fuimos bajando por el lado de acá del camino, así que nos tuvimos que bajar por el lado y trasladar la carga, sacar una cadena y unos lazos para amarrar el camión pa’ que no se nos fuera pa’ la ‘quebrá’. Fuimos a las casas de los parceleros que tenían tractor y tuvimos que hacer un pedazo de camino, cortar un forado grande pa’ que el tractor pasara pa’ poder sacar el camión y tirarlo pa’ atrás. Tuvimos que excavar con palas, teniendo el camión amarrado, excavar con azadón y hacer el espacio pa’ que el camión pasara, de ahí ponerle roldanas, asegurarlo bien y sacarlo de la ‘quebrá’. Estuve el día entero -fue como a las nueve de la mañana me acuerdo- porque entre ir a buscar el tractor y hacer el sacado en el camino fue un día entero. Esa es una de las experiencias más difíciles que he tenido buscando leña.

Después, cuando se acabó ahí, iba pa’ otros lados, de repente me llamaban: -tengo cincuenta metros, tengo treinta metros, venga a buscarlos. Y así. En esa época venían a verme a la casa, porque no había teléfono, no había nada. Me ubicaban por aquí por la casa, o me dejaban el dato con otros camioneros…”.

Cada camionero trabajaba con un par de ayudantes para las labores de carga y descarga de la leña, “Esto se trabaja con el dueño del camión, entonces, el camionero paga el petróleo. Y paga los peajes, paga los ‘partes’ [multas], y contrata a dos ‘pionetas’ [peonetas], esos son los que andan arriba del camión

Tercera Parte

Rutas de Recolección

Demoré unos dos meses en sacar los cuatrocientos metros.

209


(…). En el camión andamos, el camionero y sus dos ‘pionetas’. El ‘trozador’ no anda en el camión. Ese está esperando en Temuco. Está esperando, uno lo llama, anda con su bicicletita detrás del camión. O bien, lo hecha uno arriba (…). Siempre iban ‘cabros’ a buscar ‘pega’, iban donde estaban estacionados los camiones. Uno les decía: -oye ‘cabro’, ¡vamos a descargar! Y partían. Ya después la gente iba ahí y sabían que había trabajo; así que iban a esperar que algún camionero vendiera y les dijera: -¡ya cabros vamos a cargar! Y les pagaban la descarga. Era una fuente de trabajo. Los ‘pionetas’, mientras [se vendía la carga de leña], estaban ahí esperándome; es que siempre el trabajo ha sido medio ‘escasón’ [escaso]. De repente ellos me dejaban botado porque hacían otras ‘peguitas’…

Rutas de Recolección en La Araucanía

Cuando me compraban leña, llevaba el camión a la casa del cliente. Le dejaba la leña adentro del patio al cliente. Los ‘pionetas’ descargaban. Antiguamente, dicen que se dejaba en la calle la leña y la gente que compraba la entraba. En la época que yo trabajaba, la leña se dejaba en el patio, ‘ordenaita’ (…). He tenido hartos ‘pionetas’ en la cuadrilla, ‘cabros’ [jóvenes] que no tienen la ‘pega’ estable, llegan donde uno y trabajan la temporada, dos o tres ‘cabros’. Hay un par de hermanos que trabajaron harto tiempo conmigo: José y el ‘Nacho’. El viejito ‘trozador’, don Sergio, estaría unos diez años trabajando conmigo…”.

Los ‘pionetas’… “Se dedican, porque son cargadores, digamos profesionales, los ‘cabros’ saben hacer la pega. Yo voy al campo con los 20 metros de leña y ellos me lo cargan en una hora. Se han demorado hasta 25 minutos en cargar 20 metros de leña, en cambio, yo llevo gente que no sabe, estoy tres horas cargando. Ellos hacen rápido la pega. Los camiones ‘metreros’, que tiran metro de ruma, los buscan harto, pero a ellos les gusta trabajar conmigo porque están acostumbrados.

210 Tercera Parte


No les gusta usar guantes. Pero lo bueno que tienen, es que tú los ves limpiecito. Andan con su mochila, ellos llegaron, nos apegamos al ‘lao’ de la ruma, cierto, y ellos van se cambian toda su ropa. Y le empiezan a dar ‘guaraca’ [a trabajar]. Terminaron de trabajar y como siempre ando con agua en el camión, bidones de agua, o si hay un estero, van, se bañan, se lavan y se suben al camión como si no fueran cargadores. Entonces, a ti te da gusto andar con ellos, porque no andan sucios. Además, son honrado tú los ‘podís’ dejar, tú vas con confianza a una casa a descargar, porque sabes que la gente no va a pegar la ‘arrancá’ pa’ dentro [robar] y van a salir con algo pa’ fuera en las manos, estos no po’. Van a hacer la ‘pega’… Los papás de estos ‘cabros’ eran campesinos. Ellos se vinieron, el mismo tema de siempre, que se vienen pa’ educar a los cabros, dejan su campo y al final se quedan viviendo aquí. El campo todavía lo tienen. Y los cabros, al final no terminaron sus estudios y terminaron de cargadores... El oficio de cargador acá es antiguo, antes estaba el cargador, el que hacía ‘castillos’ [apilar] de madera, el que ‘encastillaba’ madera. Ese oficio prácticamente ha desaparecido, y por ahí entremedio aparecen estos otros… Porque ellos no se dedicaban a ‘encastillar’, se dedicaban solamente a cargar camiones con leña, con metro ruma… Ellos ahí sacan como $12.000, $15.000, por la pura ‘cargá’…”.

“Vamos a cargar, salimos a las 5 ó 6 de la mañana, cargamos el camión allá. Como a la 1 ó 2 de la tarde estamos de vuelta. Si hay venta ‘altiro’, se entrega enseguida. Ellos descargan, cuando llegamos aquí, ya está preparado el ‘trozador’, nos está esperando. Y ahí vamos distribuyendo los pedidos… A los ‘pionetas’ les pago por camionadas, por carga. Ahora [2011] estoy pagando $7.000 por cargar, a cada uno. $8.000 la descargada, que es más difícil. Descargar es más difícil, hay que meter la leña pa’ dentro, todo. Estos ganan 16 ‘lucas’ [$16.000] cada uno…

Rutas de Recolección

El procedimiento para recolección de leña era…

211 Tercera Parte


Antiguamente yo hacía cinco a seis viajes a la semana, o sea, casi todos los días un viaje. Ahora no, podrías hacerte unas tres vueltas a la semana…”.

Ahí se incorporan al proceso los “trozadores” y los picadores de leña… “Después, había gente que se dedicaba a picar la leña y andaban con su hachita. Otros se dedicaban a descargar. Otros que andaban con su motosierra se dedicaban a cortarla y trozarla. Uno ya sabía después quién cortaba, quién picaba y quién trozaba. Uno vendía su leña y el que compraba la leña decía: -¿quién me la puede cortar? Cuando no había cortador, yo le mandaba un cortador. Yo le decía: -anda a tal parte, ‘tenís’ que ir a cortar diez metros, veinte metros. Después, decía el comprador: -¿quién me la puede picar? ¿Sabe de alguien? -Si po’, yo le mando. Porque estaba todo en el ‘choclón’ [montón] que andábamos juntos y ahí se le mandaba el picador. Porque andaba gente con moto y con hacha haciendo la ‘pega’, buscando la ‘peguita’…”.

Rutas de Recolección en La Araucanía

En algún momento se agregan más intermediarios en la comercialización de la leña, lo que impactará sobre el precio de la misma y la confianza de los compradores… “Después ya se empezó a malear el ambiente, porque llegó otro tipo de gente que se pusieron a vender la ‘camioná’ de leña como comisionistas. Yo llegaba aquí con el camión y habían un par de tipos y decían: -¿Jefe tiene vendía la leña? -No, no la tengo vendía. -Yo se la vendo, si usted quiere vamos a descargarla allí… Y ya, le sacaban dos o tres pesitos más y esa era la utilidad pa’ ellos. Ya después hubo que largar gente porque era demasiado lo que robaban, se desprestigió el gremio y todo. Después ya lo hacían los mismos camioneros, cargaban diecisiete metros y vendían veinte, veintidós metros. Después, fue tanta la cuestión que compraban veinte y vendían treinta, treinta y dos metros… Puede haber funcionado un par de veces, después la gente se empezó a aburrir y se lo decían en la cara. Le decían, ustedes son todos unos ladrones. Tenía

212 Tercera Parte


toda la razón la gente. Así que yo dejé un tiempo por esa misma razón de trabajar también en leña…”.

Don Luis decide hacer un paréntesis en la venta de leña. Considera que el negocio está malo y durante algunos años se dedica a otras actividades en la localidad de Mehuín… “El negocio de la leña, tal como lo conocí a principios de 80’, empieza a cambiar. La pega estaba mala. Yo había estado en la remolacha. Entre eso yo hacía fletes de remolacha, le fletaba a INDAP [Instituto de Desarrollo Agropecuario] también. En el período de cosecha de la remolacha, que era en pleno invierno, época muy buena pa’ mí porque en invierno, como se vendía muy poca leña, entonces yo, estaba tres, cuatro meses, hasta septiembre tirando remolacha a Metrenco. Compraba IANSA [Industria Azucarera Nacional]. INDAP financiaba a los pequeños comités mapuches y chilenos parceleros que se organizaban. Ahí nosotros, los camioneros, hacíamos un grupo de treinta o cuarenta. Teníamos la entrega de la semilla, se la llevábamos al parcelero. Después la cosecha de la remolacha, INDAP nos pagaba a nosotros, nos hacían los precios por kilómetros y tonelaje. Así que toda esa peguita que hacíamos en pleno invierno nos servía harto. En invierno no se vende leña. Incluso, cuando me fui a Mehuin yo me venía todas las temporadas, como en mayo, a la remolacha.

Después de casi cinco años regresa a Temuco, retoma sus viejas actividades de comercialización de leña, pero el negocio ya no es el mismo. Hay nuevas restricciones y nuevos actores… “Me vuelvo a Temuco el 96’ ó 97’ y sigo con lo mismo, con el negocio de la leña. En esa época ya estaba la CONAF [Corporación Nacional Forestal] metida con las restricciones. Cuando yo me fui a Mehuin estaban todos los camioneros en [calle] ‘Gabriela Mistral’, los habían cambiado de [calle] ‘Balmaceda’, al lado del cementerio, a [calle] ‘Gabriela Mistral’.

Rutas de Recolección

Allá me llevé mi aserradero. Me iba bien. De repente se juntaban trozos, ahí trabajaba una semana, después dejaba de trabajar unos quince días, se juntaba otra vez y se trabajaba otra semana….”.

213 Tercera Parte


De ahí los pescó la Municipalidad. Eso no lo alcancé a ver. Cuando yo volví ya habían ‘agarrao’ a todos los colegas, se los habían ‘llevao’ allá cerca de la ‘CocaCola’ [salida poniente de Temuco]. La Municipalidad les arrendó un sitio grande donde los agruparon a todos. Y ahí, ya empezó el Estado a ‘ñipiar’ [molestar]. Lo que el Estado quería era agruparnos a todos y hacernos pagar impuestos, porque como antes se trabajaba así no más, éste era un trabajo informal, entonces, el Estado vio que era harta la cantidad de plata. Del 83’ al 92’, no pago impuestos, ninguno paga impuestos. El ‘picador de leña’, el ‘motosierrista’, esos menos pagan impuestos. Nada, eran acuerdos de palabras, no más y se cumplían, porque había que pagarle a la gente.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Cuando vuelvo el 97’ ya había cambiado todo el sistema. Empezaron las persecuciones. Antes que me fuera ya estaban con las persecuciones municipales, con la tirada de requisitos, con Impuestos Internos. Cuando yo volví estaban instalados allá en ‘Puerto Seco’ [calle Barros Arana] que llamaban.

214

Yo seguí con leña pero lo hice en forma independiente, nunca más me metí a grupos grandes. Nunca más anduve apegado a los grupos. Ya no entré al gremios de los camioneros, los que la Municipalidad pescó y los agrupó. Una porque no tenía cupo donde estaban ellos. Los que quedábamos afuera éramos los informales. Ellos nos llamaban informales a nosotros, pero nosotros andábamos con los papeles, más que ellos mismos, porque a ellos los protegieron, por el hecho de haber estado agrupados ahí. Nunca los controlaron. Nos daban ‘palos’ a nosotros que andábamos fuera. ‘Impuestos Internos’ vino hartas veces aquí a la casa, me esperaban aquí a que llegara pa’ ‘partiar’ [multar], pedirme los papeles. Así que el negocio se empezó a echar a perder. Saqué mis papeles de ‘Impuestos Internos’, de todo; hice ‘iniciación de actividades’ para transporte de leña. Bueno, yo los tenía desde antes, porque como trabajaba en madera, entonces, yo tenía del aserradero y eso mismo me servía para la

Tercera Parte


leña, porque es una variante de la leña, o sea, del aserradero. Yo pregunté a ‘Impuestos Internos’ y me dijo: -si el molinero vende harina, también puede vender afrecho, entonces esto a usted le sirve igual. Así que no tuve problemas con las cuestiones de los papeles, pero cambió pal’ campo la cosa, porque uno llegaba a la ciudad y te controlaba ‘Impuestos Internos’, CONAF y todo el sistema estatal. Todo partía en el campo, porque si tú no traías el permiso de CONAF, ya empezaban las multas y todo eso. El parcelero tenía que tener su permiso de CONAF para poder explotar y botar una ‘mata’ [árbol], tenía que ir CONAF. CONAF iba y les marcaba las ‘matas’, las que iba a botar, les daba permiso pa’ cierta cantidad de ‘matas’ y les daban una guía también para que trasladaras también. Eso hasta ahora ha costado mucho, ahora ya no lo hace el campesino, ahora ya el campesino no bota leña, no bota palos, porque las multas han sido muy grandes. Entonces, ahora ya no se puede salir al campo, como salía antes, cuando yo pescaba mi camión y salía a todas las partes a buscar leña…”.

Para fines de los noventa todo había cambiado…

Seguí los recorridos que hacía antes, a las mismas partes, pero ya había cambiado. Ya uno no le podía comprar a los parceleros porque no tenían sus papeles. Entonces, si compraba venía arriesgando un tremendo ‘parte’. Igual compraba, hacía un par de viajes a un fundo, donde hubiera papeles, y esos mismos papeles pasaban camuflados. La misma gente que tenía leña te pedía que le compraras. Después del 97’ se echó a perder, no porque no hubiera leña, sino, porque aumentaron mucho las restricciones. Y es tanto que ahora ya uno tiene miedo salir. Ahora la municipalidad tiene inspectores municipales, a mí me han controlado tres, cuatro veces en el día los inspectores municipales, cuando ando entregando. Entonces, yo opté por no salir más a trabajar, porque, uno sale y andan los inspectores,

Tercera Parte

Rutas de Recolección

“Yo seguí trabajando del 97’ hasta la fecha, pero ya de los cinco, seis viajes semanales que hacía, ahora hago un viaje a la semana en la temporada de leña, porque ahora en invierno no hago ningún viaje.

215


que no son más que ‘zánganos’, digo yo. No te dejan trabajar, no ‘podís’ trabajar. Todo el mundo, todos los leñeros han trabajado menos. Uno porque está más escasa y la otra porque uno anda como delincuente, aunque andes con todos tus papeles. Entonces, estás expuesto al inspector si le caíste bien, si le caíste mal, bueno, te va a ‘partiar’ [multar] igual. Y los partes son caros, tres veces el valor de la carga. Que te pillen con una carga de 20 metros el ‘parte’ es de $1.200.000. Más el parte de CONAF, son $90.000 más. Más el ‘parte’ municipal a la humedad… Y con eso te fregaron la temporada. Eso ha ido encareciendo el metro de leña, ahora el metro de leña está a 38, 40 ‘lucas’ [$ 38.000 a $ 40.000]…”.

Uno de los cambios medioambientales más evidentes en La Araucanía es la disminución del bosque nativo…

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Yo creo que al bosque le hicieron más daño ‘las forestales’ [empresas forestales]. Porque ‘las forestales’, hicieron una maldad muy grande. Llegaban, compraban el fundo y todo lo que había nacido lo botaban, y aparte de botarlo, lo quemaban, por no vendérselo a los camioneros, no lo hacían leña, lo quemaban, lo arrumaban, lo quemaban y después forestaban con pino o eucaliptus.

216

‘Las forestales’ no nos vendían leña, nunca nos vendieron leña a nosotros, era muy, muy raro que ‘la forestal’ nos vendiera. Ahora último sí, porque en los últimos años la leña ha subido de precio. Entonces, ahora ellos se dedicaron si, a hacer leña y a venderle a ellos mismos, a los camiones que ‘las forestales’ tienen. La misma ‘forestal’, porque vieron que el negocio iba bien. Pero, hasta que yo me fui a Mehuin ‘las forestales’ operaban así, pescaban, botaban y quemaban. Todo lo que es la costa, Nahuelbuta, todo esto. El paisaje empezó a cambiar. Ahora los paisajes por allá en las cordilleras están llenos de pino y eucalipto, lo que antes era nativo, en manchones, qué sé yo. Ellos [las empresas forestales] los terminaron y lo plantaron todo [de pino y eucaliptus]... Ya no estaban los bosques nativos y estaba lleno de estaciones forestales. Y ahora, ya no es en las

Tercera Parte


cordilleras no más. Se compran un fundo y se van, dejan un cuidador y vuelven a los 15 años, cosechan y se llevan la plata, pagan el impuesto al país y se van. Ahora ya no, no son serranías, no son cerros que forestan, ahora forestan campos agrícolas, esa es la pena más grande. Y eso acarrea sequedad. A la larga, a todos los chilenos nos hace un daño en vez de hacernos un bien…”.

La opinión de don Luis, compartida por sus colegas, es tajante… “La mayor disminución de bosque nativo de los últimos treinta años corre por cuenta de las empresas forestales y no por explotación de leña…”.

Sobre la contaminación cree que tiene un fuerte componente de propaganda por intereses creados. Sobre el negocio de la leña se establecieron impuestos y gradualmente ha ido pasando de los recolectores a empresarios…

La recolección de leña cambia desde fines de los noventa. Según nos comenta don Luis, los camioneros dedicados a ese oficio comparten sus opiniones sobre el tema. Los factores serían diversos. Por una parte, tenemos las restricciones impuestas por el Estado en términos de nuevos impuestos y restricciones que afectan tanto la tala de bosques por parte de parceleros como el transporte y comercialización de leña. Por otra parte, está la dramática disminución del bosque nativo que ha provocado una serie de cambios en la recolección de leña en Temuco: Los camioneros deben viajar distancias cada vez mayores hacia comunas cordilleranas, donde aún sobreviven pequeños bosques de especies nativas para proveerse de “hualle” cada vez más escaso.

Rutas de Recolección

“Lo conversaba con otros camioneros que recorrían y que veían lo mismo. El consumo de leña en Temuco es alto, en la ciudad acá es altísimo. Son 500 a 600 metros cúbicos. ¡Es harta plata! ‘Pónele’ a 10 ‘lucas’ [$10.000] no más. El Estado vio que era harta plata que andaba dando vueltas sin pagar impuesto, entonces, quiso empezar a apretar y armaron esto del smog y todo. Cuando, bastaba hacer lo que hicieron, restringir la venta de leña, con esas cláusulas que ha puesto CONAF. Pero eso debieron haberlo hecho mucho antes…”.

217 Tercera Parte


Los recolectores de leña se han visto obligados a incorporar otras especies para reemplazar el cada vez más escaso “hualle”. “Ahora voy a tener que empezar a recorrer. Venden de repente, pero del año pasado ya no. Este año, yo salí la otra vez a buscar leña allá por Caivico. No hay. Antes se veía leña hecha por las parcelas, ‘rumitas’ de diez, quince metros, una carguita de camión. Ahora no hay. Pero no es porque no haya bosque, si bosque hay, es por la restricción. Igual tiene que haber menos bosque que hace treinta años. Hay menos bosques nativos, que de pino y eucalipto…”.

Todo esto ha impactado sobre los precios de la leña y sobre los hábitos de compra de la gente, que gradualmente ha ido dejando de lado la tradicional costumbre de comprar una cantidad de metros para pasar el invierno, por una compra más reducida. Las especies exógenas reemplazan el uso de “hualle” y gradualmente se establece la costumbre de comprar leña por saco…

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Ya hace dos años o tres años que el pino se vende, pero en sacos, no en cantidades, como pa’ decir una camionada de pino así entera como se vendía el ‘hualle’ no, por saco. A la gente no le da por comprar una camionada porque está cara. Ahora se vende harto la leña por saco, pino, o lo que sea, estando seco. Estando seca es buena, lo único que ensucia más, hecha más hollín y dura menos encendida. A la larga, vamos a tener que todos acostumbrarnos a usar eucaliptus y pino, y vamos a contaminar igual.

218

El año pasado vendí como unos mil, mil doscientos sacos de pino, puro pino. El sistema del saco, yo creo, se está vendiendo más porque la gente ya no compra en metros, el metro es caro, y el saquito le cuesta $ 2.500 no más. El verano pasado [2011], ya se vendía entre $18.000 y $20.000. Pero ahora, yo creo que ya debe estar a unos $25.000 el metro pa’ venderlo por camionada. En las ‘picadurías’ está sobre $30.000…”.

Ante estas nuevas condiciones don Luis empieza a comprar metros rumas de pino y eucaliptus para elaborar leña y venderla por sacos, “Empecé a vender leña por saco porque la gente ya no compra la cantidad grande. Cuando pusimos el ‘negocio’ [almacén], por ejemplo, la gente preguntaba

Tercera Parte


si vendía leña por sacos. Y por ahí se empieza, porque la gente se ha acostumbrado con los supermercados a comprar por sacos. También opté por tener leña por saco y por metro. El pino se empieza a vender porque es más barato que el nativo. He comprado desecho de metro de ruma, por aquí por la zona, se lo compro a parceleros. Las ‘forestales’ grandes no nos venden a nosotros. Lo compro como a 5 ‘lucas’ [$ 5.000] el metro, en pino. Traía desechos de pino, ese que le llamamos la ‘pulpa’, que es el palito ‘delgao’, un palo redondo de menos de 15 centímetros de diámetro. Si se puede picar se pica, y está la medida, o si no, se deja redondo no más. Hay partes que hacen y venden por ‘metro ruma’, de un metro cuarenta y cuatro es una medida que implementaron las ‘forestales’ para los metros de ruma. Porque el ‘metro ruma’ es de pino y eucalipto. Ahora el eucalipto lo están haciendo por metro y vendiendo como tipo leña. Me traigo una carga y se troza con moto, se sacan cuatro chocos del metro, y se pica. Es que la leña ahora se está vendiendo ‘picá’, a 25 centímetros. Se manda a cortar, se paga $1.000 por metro. Después se manda a picar, ahí también cobran $1.000 el metro. Después, hay que comprar el saco, que cuesta $150. Ahí lo lleno, lo hace uno mismo o le paga a otro ‘cabrito’. Lleno los sacos, el metro da como 14 sacos. Después se cosen los sacos. Lo vendo en el ‘negocio’ [almacén]. Se empezó a vender el año pasado, a $1.500 el saco de leña. Ahora ya está como a dos ‘lucas’ el saco de pino…”.

“Yo pienso que ya, el próximo año, la gente va a decir: -mire ya sabe que más, tráigame una camionada de pino. Entonces, la gente va empezar a pedir la leña por metro, a prepararse, a preparar la leña de pino, como leña. Sí, se va a llegar a eso (…). La gente se acostumbró, ahora la gente ya está comprando el pino. Yo creo, este invierno, la gente va a comprar pino por metro. Se vende todo tipo de leña por saco…

Rutas de Recolección

El cambio más evidente en el uso es la aceptación de los consumidores de otras leñas aparte del “hualle”: pino, eucaliptus, aromo y pitra…

219 Tercera Parte


Antes la gente exigía que fuera ‘hualle’. Y ahora, eucalipto, aromo, pino, sirven. Son iguales, estando secas. El pino no es malo, bota más hollín, ensucia más las cocinas. El eucalipto, el aromo, y el pino no son malas leñas, si están sequitas. Este año también se vendió harta pitra. Es un árbol, no como el ‘hualle’ que es parejito, éste es más chueco, más livianito, pero también seco es bueno. Y ahora como se llena el saco y el saco lleva de todo… Por camionada, la gente tiene que ponerse con unos $400.000 para comprar una camionada de leña. Ya sea, en eucalipto o ‘hualle’ están más o menos iguales los precios…”.

El uso de eucaliptus…

Rutas de Recolección en La Araucanía

“El eucalipto es bueno pa’ leña, incluso pa’ las estufas a combustión lenta lo están recomendando más que el ‘hualle’, porque da más caloría, bota menos savia. Es duro para picar el eucalipto, pero da buena caloría.

220

El eucalipto siempre se ha vendido porque hay gente que consume el eucalipto porque les gusta, pa’ las calderas. Me encargaban, se vende siempre a pedido, por ejemplo, bueno pa’ la gente que tiene caldera chica, calefacción central en los edificios. No se usa para cocina a leña, claro hay gente que les gusta para la cocina a leña porque calienta más. Pero pa’ las calderas, pa’ eso, siempre se ha usado…”.

Otro de los cambios significativos en torno a la leña es su comercialización en supermercados… “Los supermercados comenzaron con las bolsitas chicas y después comenzaron con el saco. Traían las briquetas, con poco resultado eso sí. Ahora en los supermercados se ve harto la leña por saco. Está harto más caro que en los almacenes [de barrio]. El saco de pino deben venderlo a $1.800; el ‘hualle’, a $2.500; el eucalipto igual a $2.500… Bueno, los supermercados toman el tema de la leña por saco, porque hay gente que los provee aquí en Temuco. Hay un señor que tiene harto campo y tiene todo cortado el eucalipto y está haciendo un trabajo muy bueno con la leña. Él corta la leña un año o dos

Tercera Parte


años antes, hace todo un proceso pa’ que se seque. La corta, la pica, la arruma, la forma bien. Se metió firme a los supermercados y les cobra bien y por eso los supermercados cobran bien, vende caro. Los supermercados venden siempre leña certificada, leña buena. Pero los boliches chicos venden cualquier cosa. No sé cuánto valdrá un saco, pero si en esos boliches está a $2.000, $2.500, en los supermercados debe estar a unos $3.500, $4.000 un saco de leña… Yo creo que harán unos 4 ó 5 años que los supermercados se metieron en el tema de la leña, pero este año ya más que en ningún año. Yo pienso, que una por el temor, de que metieron tanto temor con los medios de comunicación que iba a pasar casa por casa revisando las leñas, hicieron una tremenda campaña con el tema de la leña, con la fiscalización otra vez, así que la gente este año no compró leña como compra otros años (…). Yo creo que la misma gente va pidiendo y haciendo cambios. La misma gente es la que no tiene la capacidad de comprar cantidades más grandes, entonces, siempre van buscando lo más económico. Ahí se fue metiendo la leña picada, por saco, por bolsas… y los supermercados…”.

El rendimiento para la calefacción de una casa…

Y si la compras por metros y no por saco, bueno, con 15 ó 29 metros de leña ‘tenís’ pal’ año. En el invierno, yo creo que una casa tiene que gastar 1 metro, un metro y medio al mes. Ahora que está a $25.000, le saldrá picada y con todos los gastos como a $30.000 mensuales, más o menos. El gas sale 60 mil pesos… Son 20 metros de leña donde hay cocina a leña, ahora si hubiera solamente estufa de combustión, yo creo que solamente con 10 metros, una casa pasa la temporada de invierno. En sacos vendrían siendo como unos 140 a 150 sacos. Antes la gente compraba pensando en el año completo 12 metros, 15 metros. Todavía hay gente que compra

Tercera Parte

Rutas de Recolección

“Un saco en una casa, en una cocina a leña, durará unos dos días; en invierno un saco durará un día no más…Un saco de leña debe traer 28 a 30 palos. Estamos hablando de $60.000 al mes en invierno.

221


así, se las arregla para tener la plata en efectivo, ya que en eso no hay crédito. Invierten $200.000, $300.000 al año en leña…”.

Una modalidad distinta de comercialización es el de las “picadurías” que han formado parte del paisaje urbano de Temuco desde sus inicios… “Siempre ha habido ‘picadurías’ de leña. Siempre han trabajado de la misma forma ellos, ellos ‘acanchan’ [acopian] y en el verano se dedican ‘acanchar’ leña y por el invierno la venden por canasto. Antes vendían por canasto. Traían como doce palitos el canasto y así han ido funcionando. Bueno, las ‘picadurías’ que yo conozco de cuando llegamos aquí, está la picaduría “El Esfuerzo”, está la señora María que está en ‘Caupolicán’ esquina con ‘San Martín’, toda esa esquina…

Rutas de Recolección en La Araucanía

Generalmente, la gente que tiene departamento chico, que no pueden acopiar, qué sé yo, 10 metros, 20 metros. Entonces esa gente está comprando en las ‘picadurías’… Las ‘picadurías’ tienen distintos sistemas de medidas para medir un metro. La ‘picaduría’ vende el metro por ejemplo, metro de alto, metro de largo, pero no le dan el metro cuadrado, no sé, o sea, es el metro, pero el metro del largo de las astillas no más. Entonces, ellos dicen es un metro, pero no es metro, o sea, al metro ellos les sacan 4 metros, porque le sacan cuatro chocos. Entonces, es un negocio redondo, por eso han durado tanto tiempo. Ellos ‘boletean’ [emiten boletas, pagan impuestos], la ‘picaduría’ siempre ha estado más regulada, y ahora con mayor razón. Ahora los inspectores están encima en las ‘picadurías’ midiendo la humedad…”.

Don Luis, reflexiona sobre su futuro y el futuro de la recolección de leña… “Yo creo que voy a dejarlo, pienso que voy a dejar de hacer lo que hacía. Ahora estoy esperando la temporada, pa’ vender por cantidades grandes, por camionada. Yo creo que eso lo voy a dejar, porque hay mucha restricción y cada vez está más difícil la cosa. Entonces, no voy a tener el camión parado para trabajar tres meses. Me voy a deshacer del camión.

222 Tercera Parte


A lo mejor voy a seguir con el negocito de la leña por saco, pero en numerito más chico… Y el negocio de la leña no es mal negocio, si y calculando que tiene plata y tiene cómo trabajar, acanchar, 5 mil, 10 mil metros de leña, como 100% en utilidades… Para el caso mío, la gente que funciona como yo no es negocio, es que ya no pueden estacionar el camión a la calle. Estos que están ahí al lado de SODIMAC [calle Imperial al lado de esta empresa de retail], esa gente debe hacerle pelea. Para ellos también el negocio tienen los mismos niveles de dificultades. Ellos llegan ahí, están días esperando vender, llegan los inspectores, los hacen mierda en ‘partes’ [multas] y fiscalizándoles, en la humedad, en los papeles, todo. Entonces, la gente se empieza a hastiar. La leña se va a disparar en el precio, ya este año se vendió a $32.000, $33.000 el metro. Este año ya, la gente no compró la leña que tenía que comprar. Si aquí en Temuco se consumía en la temporada 500 mil, 600 mil metros de leña, yo creo que este año se ha llegado a la mitad. Esas cifras, han sido consideradas en las reuniones que tenemos los ‘leñeros’ con la CONAF, todas estas instituciones que andan tratando de regular el sistema.

Nosotros los ‘leñeros’ pensábamos y lo conversábamos siempre, de que esto iba a ocurrir. En las reuniones nosotros decíamos que por qué el Estado no ponía un algún poder comprador grande de leña o un empresario grande que hiciera el proceso del secado, y todo eso, y después nos vendían a nosotros, que nosotros atendiéramos a nuestros clientes, comprándoles a ellos (…). Entonces, este estilo del camión y todo eso estaría terminando. Siempre pienso que ésta va a ser la última temporada. La gente que trabaja conmigo ya está sin pega…” (Luis Campos).

Rutas de Recolección

Entonces, eso significa que el negocio va a quedar de lado por parte de los pequeños camioneros. Algún empresario se va hacer cargo. Esto va estar como el ‘Transantiago’. Van a cagar a todos los chiquititos y una empresa grande, un ‘gallo’ [hombre] con plata, va a tomar el mando.

223 Tercera Parte


M. C. Valverde

Almonacid & Chahuรกn


A. Casanueva

Cuarta Parte



Comentarios

Nos aproximamos al paisaje de la vieja Frontera de la mano de cronistas y viajeros que describen el territorio y sus costumbres. Nos acercamos a la nueva Frontera, siguiendo los relatos de nuestros informantes. Interrogamos a poetas y académicos buscando respuestas a preguntas nuevas y preguntas viejas. Respuestas siempre incompletas. Tenemos, por una parte, la búsqueda de un tiempo perdido, de la mano de Teillier o Neruda que nos muestran la Frontera imaginada; y por otra, alguna intuición de que, al menos materialmente, la gente del sur -nuestro sur profundo- vive en mejores condiciones

Cuarta Parte

Comentarios

En este capítulo anotamos algunas ideas que han ido apareciendo en el transcurso de nuestra investigación. Reflexiones o divagaciones que surgen de las conversaciones con los informantes, la revisión bibliográfica y la elaboración del escrito final. Observamos las manifestaciones de ciertos circuitos de recolección en torno a Temuco, y sin que ese fuera el itinerario pre-establecido, los informantes nos han llevado a la costa y la cordillera. De los roqueríos de Tirúa, en la Región del Bío Bío, a los pantanos en las cercanías de Carahue, o a los bosques de Curarrehue y Vilcún. De Melipeuco a Temuco. Entre araucarias, de Reigolil a Lonquimay. Por ello, tenemos la pretensión de hablar de recolección en La Araucanía. Asumimos que ciertas dinámicas económicas y socioculturales pudieran ser generalizables.

227


que hace cuarenta años. Nuestras dudas tienen que ver con los costos. Creemos que el precio pagado por cambiar el fogón por una cocina a gas, o pasar del rancho miserable, a orillas de un bosque cordillerano, a un DFL 2 es demasiado alto. Esta investigación tiene bastante de eso. Certezas, dudas y contradicciones. En este apartado exponemos las reflexiones que surgen a propósito de la investigación realizada. Presentamos ideas que giran en torno al abordaje metodológico, la recolección y la política (con gestos cercanos a la ecopolítica y la biopolítica).

i) A propósito de la investigación

Rutas de Recolección en La Araucanía

La imagen más antigua que evocamos sobre recolección se remonta a la década del sesenta, en los alrededores de la “Feria Pinto” en Temuco. Por aquel entonces, los frutos del bosque se presentaban al olfato y los ojos de los compradores en canastos de mimbre mezclados con las hortalizas de temporada. Manos callosas, trapelacuchas y nombres musicales, se mezclaban en el otoño o la primavera ofreciendo digüeñes, changles, nalcas o piñones. Y era una fiesta de colores y aromas. Cilantro, apio y perejil. Tomates de la huerta y cerezas de la quinta. ¡Todo de la zona caserito! Como un distintivo de calidad anterior a la globalización. La idea original de esta investigación era indagar sobre todos los productos de recolección que aún circulan en La Araucanía; sin embargo, en la medida que fuimos reuniendo antecedentes, nos dimos cuenta de que era impracticable en los términos planteados a proyectos de este tipo. Imposible abordar toda la complejidad del borde costero, las posibilidades de los cursos de agua, bosques y marjales. Así como era complicado afrontar un estudio sobre todas las alternativas de recolección que ofrecía y aún ofrecen los bosques y sotobosques de La Frontera. Asumiendo esta complejidad, tomamos la opción de trabajar sobre dos tipos de circuitos que definimos como productos comestibles y productos no comestibles. Los circuitos de recolección de los productos comestibles representan una mezcla de las posibilidades de alimentación de este territorio: piñones, digüeñes, nalcas,

228 Cuarta Parte


changles, cochayuyos y camarones de vega. Corresponden a alimentos que provienen de los distintos paisajes de La Araucanía. Para los productos no comestibles identificamos leña y carbón, en los que observábamos cierta correspondencia económico-cultural con los productos de recolección. Durante gran parte del siglo XX formaron parte de las estrategias económicas campesinas, pero desde hace varias décadas, producto de la influencia del tardocapitalismo sobre el paisaje y las sociedades regionales, han mutado en cuestiones bastante distintas. Volveremos sobre este punto más adelante. La idea de “rutas” corresponde a los itinerarios geográficos y culturales que estos productos siguen desde sus lugares de origen -marjales, bosques o roquedales- hasta los mercados. Para este caso, su comercialización en calles, ferias y plazas de Temuco. El problema de investigación que nos plantemos, busca entender para La Araucanía ¿cuáles serán las manifestaciones socioculturales en torno a las “rutas de recolección”? entendiendo a éstas como parte del patrimonio cultural inmaterial. Además de comprender ¿cómo funcionan las conexiones económicas formales e informales de las “rutas de recolección” identificadas?

La recolección funciona como estrategia económica central o complementaria; primero, de campesinos y; hoy por hoy, crecientemente de hombres y mujeres viviendo en las ciudades y pueblos que recogen y/o venden productos de recolección. En algunos casos se asumen como herederos de una tradición familiar, como en los casos de los recolectores de piñones en Lonquimay

Cuarta Parte

Comentarios

Consideramos que el primer aspecto de nuestro problema está resuelto, al menos, parcialmente. Para cada una de las “rutas” identificadas -siguiendo a nuestros informantes- hemos abordado las características que asume la recolección: Procedimientos y redes de comercialización, rituales de recolección, tradiciones familiares, articulaciones entre las economías no formales y formales. En definitiva, hemos explorado en descripciones e interpretaciones en torno a los elementos materiales de la cultura de los recolectores y en una serie de cuestiones intangibles que reconocemos como patrimonio cultural inmaterial.

229


o Reigolil. Lo mismo observamos para el cochayuyo y algunos relatos en torno a nalcas y digüeñes, donde esta condición cultural se nos aparece en forma nítida, con descripciones sobre los usos dados a frutos, hongos, algas o helechos por padres o abuelos o un aprendizaje desarrollado en la familia. Algo similar encontramos en algunos relatos sobre el carbón. En otros casos, se reconoce cierta condición mágica en los bosques, con sugerencias sobre cuidados y procedimientos para respetar esa condición. También tenemos registros en los que la recolección es vista estrictamente como una alternativa económica, “por puro trabajo no más”, sin que reconozcan ni tradición ni vinculaciones familiares. Una descarnada modalidad de subsistencia.

Rutas de Recolección en La Araucanía

El segundo aspecto del problema, relativo a las conexiones económicas formales y no formales de las “rutas de recolección”, nos plantea ciertas complejidades abordadas en capítulos anteriores. El contexto en el que se da la recolección es no formal en todos los casos explicados. Cierta excepción lo constituye la última época de la recolección de leña -de acuerdo con el relato de nuestro informante- cuando el Estado, por medio del Servicio de Impuestos Internos y los municipios (para este caso la Municipalidad de Temuco) establece regulaciones sobre la elaboración, acopio y comercialización de leña.

230

En los registros observamos diferentes conexiones económicas. Todas las manifestaciones de recolección que hemos revisado se dan en un contexto no formal, con articulaciones con lo formal; con complejas conexiones no-capitalistas, capitalistas y pre-capitalista. Intentaremos explicar los matices. Tal como hemos indicado, operacionalmente definimos dos ámbitos económicos: formal y no formal. La economía formal corresponde a las manifestaciones capitalistas con regulaciones estatales. Dentro del ámbito no formal identificamos las economías campesinas, economías de recolección y economía informal. En la mayoría de los casos registrados estas manifestaciones las definimos como no capitalistas, con el propósito de destacar el hecho de que son expresiones económicas distintas, con lógicas diferentes al capitalismo. El sesgo positivista oficial pone énfasis en una supuesta evolución de estas economías hacia el capitalismo y, por tanto, las define como pre capitalista. Sin embargo, debemos recordar que

Cuarta Parte


recolección, campesinado y capitalismo coexisten en este territorio hace más de cien años. En otras latitudes esta coexistencia tiene más de quinientos años. Lo que observamos es el desplazamiento de personas por estos distintos ámbitos económicos, de acuerdo a la norma dictada por la sobrevivencia. “…Cuando tal sociedad está dominada por el mercado capitalista (esto es, en la que el modo de producción capitalista es dominante) a la ganancia pueden y deben aplicársele los conceptos de salario, ganancia y renta. Lo cual…no significa que estas categorías expliquen la dinámica interna de la economía campesina…” (Bartra, 1976: 51). En el relato sobre la leña de don Luis, podemos leer un contexto económico pre capitalista, con modos de producción y de relaciones laborales que aún conservan elementos hacendales, propios de los primeros años de La Frontera. Tal como lo explica el relato, se trataba hasta hace poco tiempo de una actividad no formal, con articulaciones permanentes al mercado capitalista. Hoy, subordinada a la formalidad económica por la presión del Estado.

En los registros sobre carbón, tenemos que los relatos de don Abelino y don Lorenzo -mapuches ambos- nos presentan una vinculación con el oficio desde la tradición. Tal como lo observamos, su instalación en este trabajo es no formal. Por otra parte, en el relato de don Luis, sobre la elaboración de carbón en Villarrica hacia el año 50’, o en el registro sobre la fabricación y comercialización de carbón en las cercanías de Galvarino de don Manuel y doña María, nos muestran una creciente formalización del oficio. Su relación con el tiempo, los insumos y la mano de obra, nos indican cierta tendencia “pre capitalista” . El carbón, como parte de un encadenamiento capitalista que tiene como mercado a almacenes y supermercados en las ciudades y no la hollinada carbonera que revende para el brasero de los sectores populares. Carbón y leña derivan hacia la formalización; uno, empujado por el mercado; y el otro, por el Estado.

Cuarta Parte

Comentarios

Hemos indicado que carbón y leña siguen un itinerario que los distancia de los demás productos estudiados. Ambos procesos se originan en un contexto no formal. Sin embargo, debido a la vinculación con ciudades y pueblos, gradualmente ambos productos se han ido formalizando.

231


En otros registros, el contexto es marcadamente no formal y no capitalista. En el relato de don José, sobre el viaje de los carreteros del cochayuyo de Tirúa a Temuco, la noción del tiempo es claramente no capitalista12. No hay una relación costo beneficio en términos del tiempo invertido, cosa que don José advierte. Esta comercialización está establecida más bien por la tradición. Tal como lo indica el narrador del documental “Los hombres del cochayuyo” (Gedda J. C., 1997), el viaje de don Nazareno San Martín y don Juan Meñaco se da “…con una andar de otros tiempos”. En otros casos descritos tenemos vinculaciones no formales matizadas con eventuales incorporaciones al mundo laboral formal. Don Rodrigo, uno de los recolectores de digüeñes, reconoce realizar otro tipo de actividades, sin importar si son formales o no formales. En su definición, trabajo es sinónimo de formalidad y subordinación de tiempo y libertades a un salario, razón por la cual él tiene predilección por la recolección:

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Mi hermano también va [a recolectar digüeñes], cuando tiene días libres, es que él trabaja. Yo, prefiero ir a buscar digüeñes…” (Rodrigo Huircan).

232

Tal como lo indica Roger Bartra, refieriéndose a la economía campesina, “…no es un tipo de producción capitalista; pero se trata de una economía articulada al modo de producción capitalista -citando a Marx agrega- nos encontramos frente a una particularidad característica de una sociedad en que predomina un modo de producción determinado, aún cuando no todas las relaciones de producción se han subordinado a él”…” (1976: 52). Ampliamos esa explicación para la recolección. Salvo las excepciones mencionadas, donde las actividades están subordinadas a la tradición, la mayoría de los recolectores están orientados por la subsistencia. Entendemos que nuestros sujetos no se establecen de una vez y para siempre en alguno de estos ámbitos económicos, sino que, de acuerdo a las necesidades de la subsistencia, se desdoblan pasando de la economía formal a la no formal. Siendo sujetos que se desenvuelven con mayor comodidad 12 Identificamos cierta inclinación a instalarse en un modo de producción capitalista, pero con una serie de elementos propios de la economía no formal: uso del trueque, utilización de medierías, mantención de acuerdos no contractuales, etc. Diríamos que, en estos casos, los sujetos están a medio camino.

Cuarta Parte


en el ámbito no formal, conocen los códigos básicos que les permiten saltar a la otra economía. De acuerdo a la mayoría de los relatos recabados, la condición campesina mapuche o criollo mestiza predispone una instalación económica no capitalista. Como en los casos de don Abelino y don Lorenzo, campesinos mapuches, y don Salvador, campesino criollo mestizo.

De igual modo, la producción y transmisión del conocimiento sobre recolección está orientada, en esencia, por esta “otra lógica” campesina. Como hemos observado en los relatos recogidos, la transmisión del conocimiento sobre usos, características, propiedades, estacionalidad, ubicación, etc. de los productos de recolección se hace en un contexto familiar orientado por la subsistencia. Así, por ejemplo, en el relato de doña Paula Soto se explica el proceso de aprendizaje de las características de los productos de recolección, usos, etc. en el contexto de una familia campesina. Es el abuelo Víctor y la abuela Mercedes quienes a lo largo de la infancia de Paula van explicando los usos de los productos silvestres. Algo similar ocurre con el resto de los relatos. El aprendizaje se produce en el seno de la familia y está orientado por la sobrevivencia.

Comentarios

Uno de los aspectos interesantes que hemos observado se refiere a la producción y transmisión del conocimiento en torno a la recolección. Debido a la complejidad que ese tema nos plantea, sólo podemos insinuar algunas ideas que surgen a propósito de esta investigación. Consideramos que la recolección está orientada por lo que Alexander Chayanov, refiriéndose a las economías campesinas, llamaba la satisfacción de las necesidades familiares (Barbetta, 2012), es decir, su propósito no era (es) la capitalización sino la subsistencia. Como hemos intentado explicar en apartados anteriores, el modo de producción campesino no (co)responde al funcionamiento y organización de la economía capitalista (Barbetta, 2012), sino que responde a otra lógica (Bartra, 1976), (Sánchez de Puerta, 1990).

233 Cuarta Parte


ii)

A propósito de Patrimonio Cultural Inmaterial

La pregunta por la posibilidad del patrimonio cultural inmaterial cruza todo este escrito. Está en las consultas que instalamos en los informantes, en sus respuestas; y en las reflexiones y discusiones a las que fuimos arrastrados.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Este patrimonio no está en las estatuas, ni monolitos (que abundan en este país) sino en los recuerdos, para nuestro caso, en la evocación de los rituales de recolección. Está en las palabras, con acento sureño y campesino, que nos traen historias de padres, abuelos y bisabuelos. Relatos sobre recetas y usos. Indicaciones sobre viejos senderos, sobre bosques perdidos, sobre remansos de algún río oculto en la cordillera, recomendaciones sobre prohibiciones mágicas y sobre los permisos a los dueños del lugar para evitar transgresiones más allá de nuestro entendimiento. Todo esto es patrimonio cultural inmaterial.

234

Sin embargo, también es parte de este patrimonio la posibilidad de traer al presente y actualizar esos recuerdos. Ese ejercicio de hacer memoria y hacer posible la memoria. Nuestra preocupación es que esto se va haciendo cada vez más difícil. Se va volviendo imposible por los cambios que va imponiendo el capitalismo tardío. Observamos una pérdida de los elementos materiales que harían posible la actualización del patrimonio cultural inmaterial. Sin la posibilidad de actualización, de traer al presente como cosa viva, ese patrimonio se vuelve una cosa inerte, un dispositivo burocrático con propósitos estéticos. Una postal escolar.

iii)

A propósito de recolección

Tal como lo hemos explicado anteriormente, la recolección en La Frontera está asociada a economías campesinas. Durante gran parte del siglo XX va a funcionar como actividad económica complementaria. Entendiendo las dificultades de toda generalización y el peligro del reduccionismo, podríamos decir que el patrimonio de una familia campesina (criollo mestiza o mapuche) al promediar el siglo XX era un pequeño predio con explotaciones agrícolas destinadas

Cuarta Parte


fundamentalmente al consumo, habitualmente trigo y avena. Una generosa horticultura con papas, tomates, puerros, zanahorias, arvejas, porotos, choclos, cebollas, etc. Crianza de ganado menor: cerdos, chivos y/o corderos. Y un gallinero que combinaba, de acuerdo al gusto de las mujeres, gallinas, patos, gansos y pavos. Algo de ganado mayor: un par de vacas, una yunta de bueyes y un par de caballos. Dependiendo del territorio, encontramos distintos énfasis; en Lonquimay o Curacautín, observamos mejores condiciones para la crianza de chivos; de Villarrica, camino a Lican Ray o de Pucón a Curarrehue, cierta predilección por los corderos; Carahue y Puerto Saavedra, tierra de papas, etc. Estas posibilidades de subsistencia se van a combinar con caza, pesca y recolección, de acuerdo a las posibilidades del territorio. A las alternativas de recolección profusamente explicadas, se les agregaba la cacería: liebres y conejos, perdices, tórtolas y zorzales. Dada la cantidad de ríos, arroyos y lagos, la pesca en agua dulce era abundante: pejerreyes, truchas, bagres, etc. Sin mencionar las inmensas posibilidades de pesca y recolección que ofrecía el borde costero.

Pese a la pobreza, una constante en este territorio, al decir de los informantes “la comida nunca faltó”. Esta contradicción, entre una naturaleza pródiga y pobreza material, se origina con la “Pacificación de La Araucanía”, que tiene como consecuencia, la concentración de las tierras de buena calidad en manos de latifundistas, siguiendo el mismo esquema de terratenencia de la zona central (Bengoa, 1990). Mapuches, campesinos criollo-mestizos y algunos inmigrantes europeos (Villalba, 2011) pagarán los costos de esta concentración de riquezas (Bengoa, 1990), (Bengoa & Valenzuela, 1984). Este campesinado de distintas vertientes culturales cruza gran parte del siglo XX gracias a las alternativas de subsistencia ya mencionadas. Sin embargo, esta precaria sociedad rural se rompe hacia la segunda mitad del siglo XX. Se van a transformar junto con los habitantes de pueblos y ciudades en función de las imposiciones que el tardocapitalismo impone sobre la Región.

Cuarta Parte

Comentarios

Una tierra generosa que posibilitó la resistencia mapuche y que, en el contradictorio siglo XX, permitió la sobrevivencia campesina en medio de tantas carencias.

235


En una investigación reciente bosquejábamos algunas explicaciones: “Uno de los aspectos que nos llaman la atención en la revisión de relatos, es la manifestación de ciertas rupturas en las últimas décadas del siglo XX. La mantención de un oficio u ocupación por varias generaciones era una constante en este rincón pre moderno. Así por ejemplo, tenemos familias de comerciantes, una condición habitual entre los inmigrantes árabes y sus descendientes. Familias de campesinos criollo-mestizos que emigraron de la zona central buscando tierras en el sur. Familias de empresarios, preferentemente de inmigrantes europeos y en menor medida de criollo-mestizos. Familias de medianos y grandes propietarios agrícolas con fuerte presencia de colonos europeos, favorecidos por las políticas migratorias del Estado chileno (Villalba, 2011). Familias de artesanos: mecánicos, zapateros, relojeros, etc., que se instalan en los pueblos de La Araucanía.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Esa continuidad se rompe en las últimas décadas del siglo XX, debido fundamentalmente a los cambios estructurales que el capitalismo tardío impuso sobre la sociedad chilena. Los cambios económicos transforman la estructura acumulativa y debilitan el soporte material de la cultura en las familias. Así, por ejemplo, durante la segunda mitad del siglo XX se produce un debilitamiento progresivo de la cultura campesina producto de la migración de la mayoría de la población a las ciudades y pueblos. El conocimiento, las costumbres, los ritos, los oficios, etc., en definitiva, la forma campesina de entender el mundo empieza a desaparecer.

236

Otro factor de cambio es la educación. Instalada desde el Estado como una suerte de ideal de la clase media, es asumida durante el siglo XX como “la” condición para la movilidad social por un espectro de la población que excede los difusos límites de la clase media, provocando una masiva incorporación de hombres y mujeres al sistema educativo. Ante esta presión, las familias se desestructuran culturalmente. El nieto de artesano o empresario convertido en técnico o profesional, pierde gradualmente el conocimiento acumulado por las generaciones anteriores. Entonces, la mantención de los oficios u ocupaciones, que fue una característica de las familias hasta las últimas décadas del siglo XX se pierde, generando las condiciones de una aparente movilidad social…” (Zúñiga, 2011c:151-152).

Desde las últimas décadas del siglo XX, las nuevas condiciones de la economía propician la migración hacia las ciudades. El vaciamiento de los campos, ahora crecientemente dedicados a la agroindustria y la explotación forestal, permite la concentración

Cuarta Parte


de la población en centros urbanos como contingentes de mano de obra, siempre disponibles para permitir la expansión del capital. Lo que observamos desde los últimos años es la transformación de la economía de recolección vinculada al campesinado, convertida ahora en una estrategia urbana. Hombres y mujeres siguiendo las promesas de la educación y la movilidad social son expulsados del campo y de sus posibilidades de subsistencia sin la mediación del capital. Cuando la persuasión involucra al Estado y al mercado, a la educación y a los medios de comunicación, nos encontramos frente a una nueva forma de violencia, el “control social” (Deleuze, 1991). Los inmigrantes intentan recrear en ciudades y pueblos los modos de vida campesinos. Buscan viviendas con patios para establecer gallineros y huertas. En la medida que avanzamos hacia fines del siglo XX esa posibilidad va a ser limitada por el Estado, con sus prohibiciones sanitarias; y por el mercado, con el aumento en los precios de los terrenos urbanos. Se vuelve prácticamente imposible recrear los viejos modos campesinos de habitar.

En esta perspectiva, podemos mencionar el testimonio de don Cristián Valenzuela, recolector, cazador y pescador. Durante ocho años trabajó en una de las tantas empresas frutícolas de Vilcún y luego de quedar cesante retomó las viejas estrategias de subsistencia aprendidas en su familia. Instalado en el sector urbano de Vilcún, como beneficiario de SERVIU, recorre las cercanías del pueblo: Codinhue, “Colonia Mendoza”, Llaima, Quintrilpe, Curaco Maya, “Cruz del Sur”, etc. cazando liebres y conejos, pescando truchas y salmones, recolectando nalcas, digüeñes y changles. A pesar de todo, nos queda la idea de que el consumo de frutos de recolección es una marca identitaria para los habitantes de La Frontera.

Cuarta Parte

Comentarios

Los antiguos campesinos, transformados ahora en pobres de la ciudad, realizan distintas actividades formales y no formales para sobrevivir. Recurren nuevamente a la recolección como tal vez lo hicieron sus padres y sus abuelos. Ahora recorren tierras ajenas y los escasos espacios públicos que quedan.

237


iv)

A propósito de política

La pregunta sobre la política que orienta este ítem se nos aparece a lo largo de toda nuestra investigación. Son las incertidumbres de don Luis acerca del futuro de la elaboración y comercialización de leña. Son las expectativas de don José sobre el ingreso de la mediana y gran empresa al circuito del cochayuyo. Son los reclamos sobre el exterminio del bosque nativo y la disminución de frutos y hongos, que aparecen en cada uno de los registros reunidos. Se remite también a la política, la perplejidad frente a los cambios en doña Uberlinda, que a sus noventa y tantos años no entiende que el sabor acidito de los yuyos haya desaparecido del gusto de los chilenos. Es política también la nostalgia campesina de don Salvador, que añora los bosques oscuros y olorosos de su infancia en Melipeuco. En otro plano, son las dudas del ingeniero Gustave Verniory (1975), mientras construye puentes y vías para el desborde de la tecnología sobre la umbría Frontera de fines del siglo XIX, dudas sobre los efectos de la civilización en el paisaje de La Araucanía.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Insinuamos aquí un par de contrapuntos entre la evidencia empírica reunida, argumentos académicos y -por qué no- la poesía, la más antigua forma de transmitir y conservar el conocimiento.

238

La respuesta sobre ¿qué es la política? requiere otros espacios reflexivos. Sin embargo, la preocupación sobre los propósitos de la política tal vez pueda ser sugerida en estas líneas: Establecer las condiciones de equilibrio entre el ser, estar y habitar. Algunas insinuaciones al respecto: Consideramos que para organizar su vida en el mundo y establecer las explicaciones necesarias para ello, los grupos humanos necesitan resolver tres condiciones básicas: ser, estar y habitar. El ser se refiere a las explicaciones de hombres y mujeres acerca de la vida y la muerte, su relación con el cosmos y la posibilidad de la trascendencia. Explicaciones que se construyen desde lo sagrado o desde la razón (desde las divinidades o desde el hombre), lo que permite a cada cultura inventar un origen y un destino común. Aquí es donde ubicamos a los dioses y demonios, prohibiciones, transgresiones y recompensas.

Cuarta Parte


La noción de bien y mal, de correcto e incorrecto es cultural13. Se trata de una producción de sentidos en función de ciertos mitos o relatos acerca de lo deseable socialmente. De igual forma, la construcción del pasado y presente se hacen en función de estos mitos o relatos fundacionales. La idea de futuro es más reciente (y adquiere una definición distinta con la modernidad). El estar se refiere a la política y economía. Tenemos, por una parte, las formas de organizar la vida cotidiana, donde se establece la relación de los sujetos entre sí y con la comunidad. Los procedimientos para instituir los acuerdos o dirimir los desacuerdos. En definitiva, las distintas modalidades para organizar el poder. Cada sociedad construye las organizaciones políticas que necesita en función de las posibilidades, imposiciones o limitaciones del ser y del territorio. La definición de tal o cual organización política como la más apropiada o “civilizada” sólo constituye una imposición ideológica. Por otra parte, están las decisiones que cada agrupación humana toma sobre su relación con la naturaleza y las alternativas que ésta les ofrece para la sobrevivencia: la economía. El habitar es la conexión de los elementos anteriores con un territorio. Se trata de la forma en que las distintas agrupaciones humanas establecen su relación con el entorno. Dependiendo de las características de la cultura, esta condición estará mediada por los dioses o por el hombre.

13 Así, por ejemplo, no existe evidencia de traumas individuales o colectivos entre los vikingos o los hunos por sus sistemas de vida. A ambos pueblos se les asignan dioses guerreros, por lo tanto, matar y saquear no eran hechos particularmente horrorosos. Sociedades organizadas en función del pillaje y el asesinato, desde una perspectiva histórica, nos parecen perfectamente normales y suponemos que hacia el interior de éstas había coherencia entre “discursos” y prácticas (mitos, ritos y dioses), sin grandes contradicciones por su particular estilo de acumulación. Por otro lado, tenemos sociedades profundamente pacíficas, organizadas en función de la contemplación y la trascendencia.

Cuarta Parte

Comentarios

Una situación interesante que se nos presenta en la modernidad tardía es la desterritorialización. Con la irrupción de lo digital, el territorio como condición esencial para el desarrollo de la política, (alguna) economía, sociedad y cultura se hace prescindible. Lo digital permite la irrupción de nuevos espacios, esta vez virtuales (Cuadra, 2004).

239


La política, entonces, establece las condiciones del ser y estar sobre un territorio, lo que debería permitir el equilibrio entre el ser, estar y habitar. Este equilibrio no puede ser producto de la casualidad, del azar, (o del mercado), sino parte de un acuerdo entre los hombres y el lugar (Escobar, 2000). La política entendida como una actividad entre los hombres, necesita la posibilidad de la pluralidad para desarrollarse; siendo esta pluralidad “… la condición -no sólo la conditio sine qua non, sino la conditio per quam- de toda la vida política…” (Arendt, 1998: 22). ¿Qué pasará cuando desaparezca el bosque, de valles y montañas? Cuando el color de los digüeñes, la textura de los piñones, o la imagen del majestuoso araucaria mirando la cordillera nevada, no sean más que registros en algún museo interactivo que visitarán niños pálidos. Cuando el andar de los recolectores por senderos centenarios no sea más que una fábula. Estas son nuestras inquietudes políticas.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Hace un tiempo circula por internet una frase atribuida a Albert Einstein: cuatro años después de que muera la última abeja desaparecerán los hombres. Difícil saber si esa frase pertenece o no al gran sabio y más difícil aún saber si desaparecida la última abeja también nosotros desapareceremos de la faz de la tierra. Sin embargo, tenemos la impresión de que algo hay de cierto en este clima milenarista que se vive en la web.

240

Tenemos un habitar que se ha ido volviendo ferozmente depredador. Por lo tanto, no sería aventurado pensar que, de continuar esta forma de habitar, en menos de 50 años desaparecerá -después de 250 millones de años- el último araucaria araucana. “La magnitud, extensión y velocidad de las alteraciones antropogénicas sobre la superficie de la tierra no tienen precedentes en la historia de la humanidad… Alrededor de la mitad de la superficie de la tierra ha sido directamente transformada por la acción humana... Estos cambios han sido tan dramáticos que se acercan a los niveles de transformación que ocurrieron durante los períodos glaciales…” (Aguayo, Pauchard, Azócar, & Parra, 2009:362). Al observar la relación entre recolectores y naturaleza, resulta inquietante pensar que estos territorios fueron incorporados hace poco más de 100 años al modelo civilizatorio occidental. En ese

Cuarta Parte


lapso de tiempo, tan breve, campesinado y recolección, dos modos ancestrales de organizar la vida -uno de ellos tan antiguo como la misma humanidad- están próximos a desaparecer. Igual que las abejas. “Los humanos han transformado gran parte de la superficie del planeta en los últimos 300 años. La tala de bosques, las prácticas agrícolas de subsistencia, la intensificación de la producción agrícola y la expansión de los centros urbanos han cambiado drásticamente el paisaje. En el centro y sur de Chile las transformaciones han estado asociadas, en un inicio, a la expansión de la frontera agropecuaria que permitió satisfacer tanto las necesidades internas como la creciente demanda externa por productos agrícolas. Posteriormente, un fuerte incentivo a la forestación, comandado por el Estado, generó un acelerado proceso de desarrollo forestal que explica, en gran medida, la actual configuración del paisaje…” (Aguayo, Pauchard, Azócar, & Parra, 2009:361).

Observamos una ruptura entre el ser, estar y habitar. Un quiebre civilizatorio que no perciben los administradores del Estado. Frente a esta ceguera cognitiva, los políticos, portadores de la maldición de Sísifo, están condenados a repetir procedimientos burocráticos irrelevantes una y otra vez. Mientras, poetas, académicos y revolucionarios agitan desesperados versos, “papers” y pancartas. Hace unos años, Camila Montecinos (2005) escribió “Aire no te vendas”, un inquietante artículo sobre los peligros del capitalismo salvaje. Lo inicia con un extracto de la “Oda al Aire” de Pablo Neruda:

En su lúcido ensayo Camila argumenta: “Hoy, año 2004, los temores imaginados por Neruda tienen una base real que crece día a día. El aire ya no es aquello que nos rodea, nos permite respirar, nos desordena el pelo y fluye libremente. Junto con el agua, el clima, los mares, la lluvia, el paisaje y toda la Naturaleza que nos rodea, conforman lo que autoridades de todo tipo han dado por

Cuarta Parte

Comentarios

“no te vendas, que no te canalicen, que no te entuben, que no te encajen, ni te compriman, que no te hagan tabletas, que no te metan en una botella, cuidado!”

241


llamar “servicios ambientales”, una mercancía más para transar en el mercado y por la que todos deberemos pagar, queramos o no…” (Montecinos C. , 2005). En la provocadora perspectiva planteada por Montecinos, agregamos otros reclamos desde Neruda, Parra y Teillier. En su “Oda a la erosión en la provincia de Malleco” (Neruda, 1969), el poeta manifiesta su perplejidad frente al deterioro del paisaje que conoció en su infancia: “Volví a mi tierra verde y ya no estaba, ya no estaba la tierra, se había ido. Con el agua hacia el mar se había marchado (…). Tierra, qué darás a tus hijos, madre mía, mañana, así destruida, así arrasada tu naturaleza, así deshecha tu matriz materna, qué pan repartirás entre los hombres?...”.

Rutas de Recolección en La Araucanía

“¿Qué pan repartirás entre los hombres”, cuando ya no haya pan ni nada que repartir? Para Juan Gabriel Araya, se trata de un reclamo proto-ecologista, “… la visión adrede ecologista (o proto-ecologista) en “Oda a la erosión en la provincia de Malleco” (1956) de Pablo Neruda expresada en un lamento elegíaco por la pérdida de la capa germinal a causa de la deforestación y de las ambiciones que sobrelleva la agricultura de explotación. Por su parte, Nicanor Parra denuncia anticipadamente en sus “Ecopoemas” (1983) el carácter artificial del postmoderno, dando a conocer los vicios que éste incuba, la mala administración de la Tierra por parte de la humanidad, la polémica relegación del “tercer mundo” y su manejo como dispensador de materias primas…” (2010: 30).

Recogemos la sugerencia de Araya y recurrimos al inefable Nicanor Parra (1983), quien identifica a estos malos administradores y agrega terribles pronósticos y cáusticos recuerdos… “Como su nombre lo indica

242 Cuarta Parte


el Capitalismo está condenado a la pena capital: crímenes ecológicos imperdonables y el socialismo burrocrático no lo hace nada de peor tampoco (…) Recuerdos de infancia: los árboles aún no tenían forma de muebles y los pollos circulaban crudos x el paisaje… Buenas Noticias: la tierra se recupera en un millón de años Somos nosotros los que desaparecemos…”.

Ni modernidad socialista ni modernidad capitalista en el reclamo parriano. Ambas inútiles y depredadoras. Previas a la insinuaciones de Eric Hobsbawm (1998) sobre el siglo XX como un “siglo corto”, Juan Carlos Gómez-Leyton (en un documento con una primera versión presentada el año 1986), analiza el siglo XX chileno como un “siglo corto”, que se caracteriza por la pugna entre una modernidad socialista y una modernidad capitalista, “…el siglo XX se caracteriza desde 1917 hasta 1991 por el constante conflicto entre el poder del capital y el poder de los trabajadores. Por el conflicto entre ambas modernidades. El triunfo de la modernidad capitalista cierra, por consiguiente, el siglo XX…” (2010: 23).

Una modernidad capitalista que se nos presenta con dos características, aparentemente contradictorias; Por una parte, se sustenta sobre la explotación de mano de obra y la depredación medioambiental; Y por otra, genera condiciones de bienestar material, desconocidas para los chilenos en general y en particular para los habitantes de La Frontera.

Comentarios

En la argumentación de Gómez-Leyton, el siglo XX chileno se inicia “…en el arco temporal de los años veinte y treinta. En dichas décadas…se comienza a forjar el proyecto social histórico alternativo de los sectores populares con el objeto de disputarles el poder y la hegemonía a los sectores dominantes…” (2010: 24). Culmina el 11 de septiembre de 1973 con el “Golpe de Estado” y el triunfo de la modernidad capitalista.

243 Cuarta Parte


Pareciera ser que aceptamos ese bienestar instalado en cosas a las que se accede por medio de un consumo precario (mediado por el sistema financiero) (Moulian, 1997). El problema se relaciona con la culpa y la nostalgia. Lo que en el Informe de Desarrollo Humano en Chile de 1998 se reconocía como “un malestar difuso”, presente en la sociedad chilena. “La celeridad e intensidad de las transformaciones sociales puede ser tal que deja descolocadas a las personas. Una fórmula simple, pero reveladora de las paradojas de la situación chilena podría ser: un país con un notable desarrollo económico, donde la gente no se siente feliz…” (PNUD, 1998: 53). Pese a una mejoría en las condiciones de vida de hombres y mujeres de La Araucanía, impensada hace sólo un par de décadas, la felicidad se vuelve esquiva. Lo que no sobrellevamos es la culpa y la nostalgia. Nostalgia por la pérdida de una posibilidad de mundo, vislumbrada en los relatos de padres y abuelos: las anécdotas familiares con las que todos crecimos, nos asomamos al mundo y aprendimos a soñar. En la línea reflexiva teilleriana, nostalgia por la pérdida del paraíso perdido. Culpa por la complicidad en la destrucción del entorno.

Rutas de Recolección en La Araucanía

En esta perspectiva retomamos dos de los tantos registros protoecológicos de nuestros informantes… “Creo que la recolección va en descenso, si éstos de las ‘forestales’ [empresas forestales], han explotado mucha ‘montaña’ [bosque], mucho lo que es [bosque] nativo y entonces eso mismo ha ido permitiendo que disminuya lo que es el crecimiento del fruto (…) ha ido disminuyendo lo que es la parte de árbol nativo, hay partes que la han, la han ‘rozado’ [quemado] completamente, la han ‘quemao’ [quemado] y luego después le plantan pino o eucalipto (…). Aquella gente que vivía en esos lugares ya no vive, porque las mismas forestales se han encargado de echarlos del lugar, es como que se han tomado el terreno y la gente ha tenido que buscar por otros lados no más, muchas veces las han obligado hasta a vender el terreno para poder forestarlo y todo eso…” (Ariel Seguel). “La mayor disminución de bosque nativo de los últimos treinta años corren por cuenta de las empresas forestales y no por explotación de leña…” (Luis Campos).

244 Cuarta Parte


Consideramos que, lo que se nos aparece en estos argumentos, es la pugna entre utopías y distopías. La utopía como el no-lugar y la distopía como el lugar malo por venir (Araya, 2010). La utopía en la promesa de la modernidad (hoy en su versión neoliberal) que, prolongando su ofrecimiento del siglo XIX, propone devastación ecológica a cambio de felicidad. En el lenguaje de fines del siglo XX, eliminación de la pobreza y calidad de vida a cambio de recursos naturales. Y lo más inquietante, la distopía, presente tanto en los diagnósticos de poetas y académicos, como en las opiniones del hombre y la mujer común. Volviendo a Parra (1983), tal vez, “El error consistió en creer que la tierra era nuestra cuando la verdad de las cosas es que nosotros somos de la tierra…”.

En este escenario, redescubrimos una pista anti moderna14, que explora alternativas en la imaginación y la tradición. Jorge Teillier, el poeta lautarino, construye un reclamo poético político. Tal vez en su poesía podamos encontrar algunas claves para esta nostalgia culposa. El propio Teillier nos invitaría a no desdeñar la nostalgia. “Nostalgia sí, pero del futuro, de lo que no nos ha pasado, pero debiera pasarnos…” (2005: 15).

14 Probablemente ilógica pero absolutamente coherente. Las llamadas sociedades premodernas desarrollaron un existir, durante quizás más de 100.000 años y salvo excepciones, su relación entre ser, estar y habitar fue de equilibrio. Con una tremenda diversidad de manifestaciones culturales que tenían un elemento en común: eran sistemas coherentes (aunque desde una perspectiva moderna, cientificista, pudieran ser definidos como ilógicos) es decir, no pusieron en peligro la existencia, la vida. En tanto, la modernidad en apenas 500 años ha puesto en peligro todas las condiciones del existir. Desarrollando sistemas de ser, estar y habitar, construidos desde un sistema de pensamiento científico, elaborado desde la lógica, (desde una forma de pensar definida como verdadera y correcta por la modernidad. El concepto que se le aproxima hoy es racionalidad instrumental). Pero que finalmente plantea un habitar incoherente.

Cuarta Parte

Comentarios

¿Qué clave política podemos encontrar en esta poesía? A fines de los sesenta escribe el ensayo: “Sobre el mundo donde verdaderamente habito o la experiencia poética”. En ese escrito indicaba que “ninguna poesía ha calmado el hambre o remediado una injusticia social…” (Teillier, 2005: 13), sin embargo, en ese mismo escrito

245


nos sugiere dos posibilidades de la poesía, que interpretamos como posibilidades políticas: “…su belleza puede ayudar a sobrevivir contra todas las miserias...” (2005: 13) y, tal vez, la más importante, la de indicar al poeta como “…el guardián del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejores…” (2005: 14). En “Muertes y maravillas” (2005) el poeta anota: “Nos dejan de herencia Una Bomba. Pero ella caerá Sobre nosotros”.

De esa herencia (nefasta o virtuosa, dependiendo del filtro con que se mire) dejada por políticos y mercaderes debemos hacernos cargo todos, sin importar la mayor o menor responsabilidad por este habitar depredador, que por acción u omisión contribuimos a instalar.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Jorge Teillier “proponía la aparición de una nueva corriente o sensibilidad poética, que rechazaba aspectos centrales de la modernidad y del capitalismo y que buscaba recogerse en una forma de vida simple y comunitaria…” (Traverso, 2004).

246

En una entrevista de enero de 1966, citada por Traverso (2004), el poeta argumenta: “Yo confío en un mundo mejor, mi poesía está apuntando hacia el paraíso perdido, hacia el retorno de la edad de oro, que no es sólo un mito enajenante, sino una realidad que el hombre puede alcanzar, pienso, dentro de sí primero (la toma de conciencia) y luego proyectada hacia los demás, hacia toda la sociedad…”. En el análisis, en clave poético-política Ana Traverso interpreta, “Cuando Teillier habla del “paraíso perdido” no está pensando en el regreso al pasado comunitario de sus ancestros, ni en la reconstitución de un “tiempo verdadero” (o mítico) de la realidad histórica… ni en el advenimiento de la “utopía socialista”. Creo que se trata de una metáfora que da cuenta de una actividad poética basada en la memoria testimonial que busca mantener a los miembros de su comunidad en relación con su pasado histórico y su tradición cultural. La poesía se homologa al mito en su movimiento ritual y cíclico en busca del pasado arquetípico. En estos orígenes sagrados brilla la ilusión de un momento pleno de armonía y comunidad entre

Cuarta Parte


el hombre y la naturaleza, que debe inspirar la conducta de los hombres sobre la tierra: “(...) una realidad que el hombre puede alcanzar, pienso, dentro de sí primero (la toma de conciencia) y luego proyectada hacia los demás, hacia toda la sociedad”…” (Traverso, 2004).

En un ensayo, que algunos caracterizan como fundacional: “Los poetas de los lares. Nueva visión de la realidad en la poesía chilena”, escrito por Jorge Teillier hacia mediados de los sesenta, el vate establece la relación del poeta con su paisaje… “Un primer hecho que estableceremos es el de que los “poetas de los lares” vuelven a integrarse al paisaje, a hacer la descripción del ambiente que los rodea. Se empiezan a recuperar los sentidos, que se iban perdiendo en estos últimos años, ahogados por la hojarasca de una poesía no nacida espontáneamente por el contacto del hombre con el mundo, sino resultante de una experiencia meramente literaria, confeccionada sobre la medida de otra poesía. Esto es importante en un país como el nuestro, en donde el peso de la tierra es tan decisivo como lo fuera (y tal vez sigue siéndolo) “el peso de la noche”, en donde el hombre antes de lanzarse a los reinos de las ideas debe, primero, dar cuenta del mundo que lo rodea, a trueque de convertirse en un desarraigado. Mundo singular el nuestro, que hizo decir hace muchos años a Miguel Serrano que el chileno, en el fondo de sí mismo, suele negarse a creer que pueda existir algo más allá del límite de la cordillera y del océano…” (Teillier, 1965).

“No es que añore ningún mundo antiguo, pero si la gente vive mejor materialmente ahora, yo creo que espiritualmente hay una sequedad de alma en el mercantilismo y en el consumismo. El feroz individualismo nos va a llevar a un mundo feliz, pero que es tan desdichado como el mundo de la utopía socialista, que no ha fracasado a mi juicio. Socialismo significa solidaridad y eso lo tiene tanto la iglesia como el socialismo. No así el capitalismo, que busca el individualismo, pero no el individualismo del hombre aislado, que se busca a sí mismo, sino el que aspira a atropellar a los demás…” (Traverso, 2004).

La vida debe organizarse en coordenadas distintas a las instaladas desde la modernidad: consumismo y competencia; depredación y destrucción. Desde lo “lárico” vida y muerte adquieren otro sentido, vuelven a ser esenciales como en las sociedades cúlticas.

Cuarta Parte

Comentarios

En una entrevista hecha por Francisco Véjar en 1996 -citado por Traverso- el poeta expone su descontento con la triunfante modernidad capitalista,

247


Jorge Teillier (2005) anota: “El día del fin del mundo será limpio y ordenado como el cuaderno del mejor alumno. El borracho del pueblo dormirá en una zanja, el tren expreso pasará sin detenerse en la estación, y la banda del Regimiento ensayará infinitamente la marcha que toca hace veinte años en la plaza. Sólo que algunos niños dejarán sus volantines enredados en los alambres telefónicos, para volver llorando a sus casas sin saber qué decir a sus madres y yo grabaré mis iniciales en la corteza de un tilo pensando que eso no sirve para nada.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Los evangélicos saldrán a las esquinas a cantar sus himnos de costumbre. La anciana loca paseará con su quitasol. Y yo diré: “el mundo no puede terminar porque las palomas y los gorriones siguen peleando por la avena en el patio””.

En la interpretación de Traverso (2004), que compartimos, Teillier entiende la poesía como otra forma de mirar la historia, como una búsqueda en la tradición. El poeta en “Los dominios perdidos” (1992), escribe… “La poesía Es un respirar en paz Para que los demás respiren, Un poema es un pan fresco, un cesto de mimbre…”

Nos propone una búsqueda en la aldea despreciada por la metrópolis, una búsqueda en los frutos de la tierra, en las posibilidades del sudor y las manos. En las formas primigenias de organizar la vida. En “Crónicas del forastero” (1992) se insinúa esta posibilidad…

248 Cuarta Parte


“Frente al molino descargan los sacos de una carreta triguera con los gestos de hace cien años. Los gestos son los mismos aunque la tierra se llena de cohetes que llevan hacia otros mundos…”.

En ese espacio cercano, doméstico, casi íntimo, podrían estar las condiciones para recuperar el equilibrio entre el ser, estar y habitar. “Frente al caos de la existencia social y ciudadana los poetas de los lares (sin ponerse de acuerdo entre ellos) pretenden afirmarse en un mundo bien hecho, sobre todo en el del mundo del orden inmemorial de las aldeas y de los campos, en donde siempre se produce la misma segura rotación de siembras y cosechas, de sepultación y resurrección, tan similares a la gestación de los dioses (recordemos a Dyonisos) y de los poemas. Por omisión se repudia, entonces, el mundo mecanizado y standardizado del presente, en donde el hombre medio sólo aspira a las pequeñas metas del confort como el auto, la televisión, en donde el habitante de nuestros países pierde su individualidad gracias al lavado mental de la propaganda y deslumbramiento impuestos por el ejemplo y la propaganda de formas foráneas de vida…” (Teillier, 1965).

Los “sentidos comunes” recogidos por medio de los relatos y que corresponden a cuarenta y tantos informantes, nos indican que los reclamos teillerianos, nerudianos o parrianos no constituyen retórica vacía. Hay una coincidencia entre el diagnóstico académico, la sensibilidad poética y el sentido común. La vieja Frontera no se reconoce en la nueva Frontera. Las economías de recolección, las culturas campesinas construidas por mapuches y criollo-mestizos están en riesgo de extinción y con ellas, una forma ancestral de habitar el planeta, más armónica y más coherente con las cosas de la naturaleza y las cosas de los hombres.

Tierra que muestra su desnuda y roja osamenta. Faltan madera y trigo. Sobran radios portátiles y hoy tenemos televisión sin embargo la tierra permanece

Cuarta Parte

Comentarios

“Ahora, bosques quemados.

249


Lo sabe la ciudad en sus pesadillas y las bombas preparan las mortajas para los deslumbrantes rascacielos. Un día volveremos al primer fuego. Y los sobrevivientes apenas podrán conservar un ramo de gencianas y una palabra amada…” (Teillier, 2005)

Si me permiten el exabrupto lírico: Araucanía que no te vendan, que no destrocen tus bosques, transformándolos en madera silenciosa, que no conviertan tus ríos y tus lagos en energía para las transnacionales, que no amarren tus montañas con alambres de cobre, que no contaminen tu aire. Si te venden, los hijos de nuestros hijos no verán el araucaria milenario, ni podrán escuchar el canto de las bandurrias, choroyes y traros. Ni podrán caminar entre chilcos, arrayanes y quilas, lingues, pellines y canelos.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Teillier (1968) decía que la belleza de la poesía podía ayudar a sobrevivir contra todas las miserias y el poeta debía ser el guardián del mito y de la imagen, hasta que lleguen tiempos mejores. Guardián de los recuerdos, de la tierra y de esa nostalgia de lo que está por venir. Este es nuestro reclamo político: exigimos tiempos mejores. “Pues lo que importa no es la luz que encendemos día a día, sino la que alguna vez apagamos para guardar la memoria secreta de la luz. Lo que importa no es la casa de todos los días, sino aquella oculta en un recodo de los sueños. Lo que importa no es el carruaje, sino sus huellas descubiertas por azar en el barro. Lo que importa no es la lluvia sino sus recuerdos tras los ventanales en el pleno verano…” (Teillier, 1992).

250 Cuarta Parte


Glosario

“Aparragaita”: (modismo local), aplastado y ancho. “altiro”: (modismo nacional), inmediatamente. “Cabros(as)”: (modismo nacional), jóvenes, niños. “Caseros”: (modismo nacional), clientes, compradores. “Castillos”: madera apilada para su secado. “Centro”: lugar donde se concentra la actividad comercial. “Charritos”: (modismo nacional), “charros”, malos, débiles. “Choro”: (modismo nacional), agresivo.

“Diablos”: (modismo local), garfios para mover la madera en las actividades forestales. “Encastillar”: (modismo local), hacer “castillos” de madera, apilar madera para su secado.

Cuarta Parte

Glosario

“Corvina”: (modismo local), especie de serrucho grande con dos mangos.

251


“Gamba”: (modismo nacional), dinero, “gamba” o una “gamba” corresponde a $100. “Huella”: (modismo nacional), sendero. “Lucas”: (modismo nacional), dinero, una “luca” corresponde a $1.000. “Mantención”: (modismo local), provisiones. “Montaña”: (modismo local), bosques. Maquila: tipo de acuerdo usado en actividades agrícolas y madereras, en las que el pago se hace en especies. “Para”: (modismo nacional), “parar”, arreglar. “Pulchén”: polchén o purchén; del mapudungun “ceniza fina”. “Toteros”: (modismo local), hacen los “castillos”.

cargadores de madera, los que

Rutas de Recolección en La Araucanía

“Tumbadores”: (modismo local), operarios del aserradero encargados de acomodar el trozo frente a la sierra circular, o más recientemente, la huincha para aserrar madera.

252

“Tupe”: (modismo nacional), que crece demasiado, espeso. “Blandeaban”: (modismo local), ablandar. Chenque: del mapudungun, “entierro mortuorio”. Hualve: terrenos de gran humedad. Katuto: del mapudungun, catuto o mültrün especie de pan, habitualmente elaborado con trigo cocido y amasado en piedra. Mallín: zona de tierras inundables, humedal. Mayutún: del mapudungun “cocer agua”. Según la señora María Alicia Huilipán Punolef, significa cocer o cocinar cualquier alimento en agua con sal.

Cuarta Parte


Merken: o merquén, del mapudungun medkeñ, aliño molido preparado con ají seco ahumado y sal. “Micro”: (modismo nacional), autobús. Mlewe: o mëlewe, del mapudungun habitación o “lugar para habitar”. Mudai: del mapudungun muday, bebida alcohólica conseguida de la fermentación de granos de maíz o trigo. “Ñoncho”: (modismo local), malo, añejo. Papa una: (o papa uma) papas podridas, comida campesina. Peñi: del mapudungun, hermano. Pilguas: del mapudungun o quechua, bolsa confeccionada con fibras vegetales. Roquín: o rokin, del mapudungun, provisiones de viaje. Techos de “canoas”: “canogas”, troncos labrados con forma de canoas, utilizadas para los techos de las viviendas en la zona cordillerana de la Región. Tornería: pequeño taller para elaborar artesanías de madera en tornos. Veranadas: territorio donde las familias pehuenches llevan su ganado en los meses estivales. Wallen: o wallan; del mapudungun, “época del año en que maduran las frutas”.

Glosario

Zambito: rizado, crespo.

253 Cuarta Parte


Toponimia

Antena: o la Antena, antena de celulares ubicada en Santa Julia al nor-poniente de la Comuna de Melipeuco, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Bajo Lleuque: de lleuque o uva de la cordillera (Prumnopitys andina); localidad rural ubicada al este de la Comuna de Vilcún (de Cherquenco hacia la cordillera), Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Barros Arana: pequeño poblado ubicado al este de la Comuna de Teodoro Schmidt, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Caivico: del mapudungun kallfü (azúl), ko (agua) “agua cristalina o azul”; pequeño poblado ubicada al norte de la Comuna de Cunco, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Canutillar: localidad ubicada en la Comuna de Cochamó, Provincia de Llanquihue, Región de Los Lagos. Cerro Redondo: sector rural ubicado al norte de la Comuna de Melipeuco, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

254 Cuarta Parte


Chaura: o charwa, en mapudungun una especie de murta (Gaultheria myotolloides); localidad rural ubicada al norte de la Comuna de Panguipulli, Provincia de Valdivia, Región de Los Ríos. Cherquenco: del mapudungun “agua del chercán” (troglodytes patensis); poblado ubicado al este de la Comuna de Vilcún, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Chesque: del mapudungun “chispa de agua”; localidad rural ubicada al sur de la Comuna de Villarrica, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Juana Cayulef Linguante, (presidenta de la Comunidad Indígena “Alfonso Caniulef” del sector “Chesque bajo”, de la comuna de Villarrica) señala que Chesque es una mala traducción o transcripción del mapudungun al español, pues el sector debería ser llamado chedkui que quiere decir suegro. Codinhue: del mapudungun “lugar sombrío” o “agua nueva”; río Codinhue ubicado al sur-este de la Comuna de Vilcún. Colonia Mendoza: localidad rural ubicada al sur de la Comuna de Vilcún, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Comunidad Coihueco: del mapudungun koiwe (tipo de árbol) y ko (agua), “agua de coihue”; ubicada al nor-oeste de la Comuna de Chol-Chol, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Comunidad Ilohue: del mapudungun ilo (carne) y we (lugar) “matadero”; ubicada al nor-oeste de la Comuna de Chol-Chol, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

Comunidad Los Chilcos: del mapudungun “agua de chil”; ubicada al norte de la Comuna de Nueva Imperial, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

Toponimia

Comunidad Lifco: o Ligco, del mapudungun lüg o lig (clara, blanca) y ko (agua) “agua clara”; ubicada al nor-oeste de la Comuna de Chol-Chol, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

255 Cuarta Parte


Cordillera de los Romero: “Se sigue la misma “huella de los Valenzuela” y “las Parra”, pero se aparta hacia la cordillera de la familia Romero que queda aun más lejos. Es donde van a buscar piñones. Todo esto ubicado en el sector Lonco-Triuque donde vive mi abuelo, Comuna de Melipeuco…” (Valeska Tapia). Cordillera de Nahuelbuta: forma parte de la “Cordillera de la Costa”, se extiende entre el río Bío-Bío y el río Imperial en la Región de La Araucanía. Cruz del Sur: pequeño poblado ubicado al sur de la Comuna de Vilcún, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Curacalco: del mapudungun “piedra del brujo”; localidad rural ubicada al este de la Comuna de Cunco, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. El Manzano: sector rural ubicado al oeste de la Comuna de Vilcún, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. El Retiro: sector rural ubicado al oeste de la Comuna de Melipeuco (a orillas del río Allipén), Provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Faja 14: o faja 14.000, sector rural ubicado en la Comuna de Cunco, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

256

Faja Diez Mil: o faja 10, sector rural ubicado en la Comuna de Cunco, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Fundo Hualde: hacienda ubicada al este de la Comuna de Vilcún (entre Cherquenco y el Refugio Llaima), Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Fundo Niblinto: antigua hacienda ubicada al este de la Comuna de Collipulli, Provincia de Malleco, Región de La Araucanía. Fundo Santa Rosa: hacienda ubicada al sur de la Comuna de Los Sauces, Provincia de Malleco, Región de La Araucanía. Guindo Grande: sector rural ubicado al sur de la Comuna de Los Sauces, Provincia de Malleco, Región de La Araucanía.

Cuarta Parte


Fundo Santa Teresa: hacienda ubicada al este de la Comuna de Vilcún (camino a San Patricio), Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Huallerupe: o Huallarupe, del mapudungun hualle (roble nuevo) y rüpü (camino, ruta) “camino de hualles”; sector rural ubicado al sur de la Comuna de Melipeuco, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Hualpín: del mapudungun “lugar pantanoso”; poblado ubicado al sur oeste de la Comuna de Teodoro Schmidt, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Huamaque: o Huamaqui, del mapudungun wa (maíz) y make o maki (maqui) “maqui blanco como maíz”; localidad ubicada en la Comuna de Chol-Chol, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Huellas Viejas: “camino estrecho donde sólo transitan personas a caballo y a pie. Ubicado al lado derecho del paso Icalma en el kilómetro 28, entre el campo de los Valenzuela y de las Parra. Siguiendo esta “huella” se puede llegar a Icalma…” (Valeska Tapia). Hueñalihuen: o Huenaliben, del mapudungun weña (neblina costera) y liwen (mañana) “neblina de la mañana”; localidad ubicada al extremo norte de la Comuna de Carahue, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Huichahue: del mapudungun “lugar escarpado”; localidad rural ubicada al nor-este de la Comuna de Freire, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

Icalma: del mapudungun “espejo de agua”; pequeño poblado ubicado en plena cordillera andina, al sur de la Comuna de Lonquimay, Provincia de Malleco, Región de La Araucanía.

Toponimia

Huiscapi: del mapudungun wiska o wirka (raya, estampado) y pi-chun (pluma) “pluma estampada”; poblado ubicado al nor-este de la Comuna de Loncoche, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

257 Cuarta Parte


La Colorá: lugar de veranadas, sector rural ubicado al este de la Comuna de Melipeuco, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Fundo “La Estrella”: hacienda ubicada al este de Vilcún (camino a Quintrilpe), Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Fundo “La Fama”: hacienda ubicada al sur de la Comuna de Vilcún, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. La Victoria: sector rural ubicado al este de la Comuna de Vilcún (camino a Cherquenco), Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Las Canoas: sector rural ubicado al este de la Comuna de Padre Las Casas, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Las Hortensias: poblado ubicado al oeste de la Comuna de Cunco, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Matanza: localidad rural ubicada al poniente de la Comuna de Melipeuco, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Mehuín: del mapudungun el remedio que hace estercolar; poblado costero, ubicado en la Comuna de San José de La Mariquina, Provincia de Valdivia, Región de Los Ríos. Membrillo: Membrillo Alto y Membrillo Bajo, sector rural ubicado al norte de la Comuna de Melipeuco, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Metrenco: del mapudungun “agua con troncos”; localidad rural ubicada al sur de la Comuna de Padre Las Casas, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Mininco: poblado ubicado al sur-este de la Comuna de Renaico, Provincia de Malleco, Región de La Araucanía. Niágara: localidad rural ubicada al este de la Comuna de Padre Las Casas, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

258 Cuarta Parte


Pangueco: sector rural ubicado al norte de la Comuna de Melipeuco, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. La Sra. Marcelina Punolef, señala que Pangueco puede provenir de Panguiko que en mapudungun significa “agua del puma”, pero que muchas veces se confunde con Pangkeko “agua de nalca” o “agua de hierba”. Pehuén: del mapudungun “pino araucaria” (araucaria araucana); poblado ubicado al sur-este de la Comuna de Lebu, Provincia de Arauco, Región del Bío-Bío. Pelales: localidad rural ubicada al nor oeste de la Comuna de Freire, Provincia de Cautín. Región de La Araucanía. Pillanlelbun: del mapudungun “loma de los antepasados”; poblado ubicado al sur de la Comuna de Lautaro, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Quidico: localidad costera ubicada al Norte de la Comuna de Tirúa, Provincia de Arauco, Región del Bío-Bío. Quintrilpe: del mapudungun “estero apto para remar”; “Quintrilpe Alto”, “Quintrilpe Bajo”, localidades rurales ubicadas al norte de la Comuna de Vilcún, provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Ranquilco: del mapudungun “aguas del carrizal”; “vegas de Ranquilco”, localidad rural ubicada al oeste de la Comuna de Nueva Imperial, provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

Río Negro: sector rural ubicado entre “Villa García” y “El Manzano”, al oriente de la Comuna de Cunco, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

Toponimia

Reigolil: del mapudungun “raíz de sauce”; poblado cordillerano ubicado al nor-este de la Comuna de Curarrehue, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Según la señora Marcelina Punolef, Reigolil en mapudungun significa “quebrada profunda”.

259 Cuarta Parte


Río Quepe: nace en la laguna Quepe en la falda occidental del volcán Llaima. Es el más importante tributario del río Cautín al que se junta cerca de la localidad de Almagro, Comuna de Nueva Imperial, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Rucatraro: del mapudungun “morada de la estirpe traru”; localidad rural ubicada al oeste de la Comuna de Galvarino, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Saltos del Petrohué: ubicados en el Parque Nacional “Vicente Pérez Rosales”, Comuna de Puerto Varas, Provincia de Llanquihue, Región de Los Lagos. San Patricio: poblado ubicado al este de la Comuna de Vilcún, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Santa Julia: sector rural ubicado al sur de la Comuna de Vilcún, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Tazas de agua: sector rural ubicado al nor-este de la Comuna de Melipecuco, (camino a Conguillío), Provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Tres Esquinas: sector rural ubicado al oeste de la Comuna de Vilcún, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Truful-Truful: mencionado como Troful por una de nuestras informantes; sector rural ubicado al oriente de la Comuna de Melipeuco, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Según Marcelina Punolef, Truful-Truful en Mapudungun es “salto de agua” o “caída de agua”. Trovolhue: del mapudungun “lugar oscurecido”; poblado ubicado al nor-oeste de la Comuna de Carahue, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía. Volcán Antuco: del mapudungun “agua de sol”; ubicado en el Parque Nacional Laguna del Laja, Comuna de Antuco, Provincia de Bío-Bío, Región del Bío-bío.

260 Cuarta Parte


Volcán Lanín: del mapudungun “roca muerta”; ubicado en el límite de Chile con Argentina; la parte chilena corresponde al Parque Nacional Villarrica (el parque está emplazado en las comunas de Pucón y Curarrehue, Provincia de Cautín Región de La Araucanía y la Comuna de Panguipulli, Provincia de Valdivia Región de Los Ríos). Yupehue: del mapudungun “lugar donde hay erizos”; localidad rural ubicada al nor-oeste de la Comuna de Carahue, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

Toponimia

Zen-Zen: río que nace al oeste del volcán Llaima. En el valle se junta con el río “Matanza”, Comuna de Melipeuco, Provincia de Cautín, Región de La Araucanía.

261 Cuarta Parte


262

Cuarta Parte

Rutas de Recolecci贸n en La Araucan铆a


Mapa

Mapa

263 Cuarta Parte


Bibliografía y Fuentes

Artículos y Libros Ahumada, C., & Zúñiga, C. (2010). Sabores y Nostalgias. Una Aproximación a la Cocina Cotidiana del siglo XX en La Araucanía. Temuco: Imprenta Páginas.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Arendt, H. (1998). La Condición Humana. Barcelona: Paidós.

264

Bello, A. (2003). Aspectos Sociales y Culturales Involucrados en la Producción, Consumo y Uso de la Leña. En, Burschel, H., Hernández, A & Lobos, Leña. Una Fuente Energética Renovable para Chile. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. Bengoa, J. (1988). El Poder y la Subordinación. Historia Social de la Agricultura en Chile. Tomo 1. Santiago de Chile: Ediciones SUR. Bengoa, J. (1999). Historia de un Conflicto. El Estado y los Mapuches en el Siglo XX. Santiago de Chile: Planeta/Ariel. Bengoa, J. (1985). Historia del Pueblo Mapuche. Santiago de Chile: Ediciones SUR. Bengoa, J. (1990). Historia Social de la Agricultura Chilena: Haciendas y Campesinos. Santiago de Chile: SUR.

Cuarta Parte


Bengoa, J., & Valenzuela, R. (1984). Economía Mapuche. Pobreza y Subsistencia en la Sociedad Mapuche Contemporánea. Santiago de Chile: PAS. Burke, P. (2001). Obertura: La Nueva Historia, su Pasado y su Futuro. En, Burke, P. (Editor), Formas de Hacer Historia. Madrid: Alianza Editorial. Burschel, H., Hernández, A & Lobos, M. (2003). Leña. Una Fuente Energética Renovable para Chile. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. Claude, M. (1997). Una vez más la Miseria ¿Es Chile un País Sustentable? Santiago de Chile: LOM. Cooper, D. (2002). Teoría de la Economía Alternativa Ilegal. Santiago de Chile: LOM. Davinson, G. & Ketterer, L. (2006). Culturas de Mercado, Rutinas de Vida. Temuco: Ediciones Universidad de La Frontera. De Rokha, P. (1965). Epopeya de las Comidas y las Bebidas de Chile. Canto del Macho Anciano. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. De Soto, H. (1987). El Otro Sendero. La Revolución Informal. Lima: Instituto Libertad y Democracia.

Domeyko, I. (1846). Araucania i sus Habitantes. Recuerdos de un Viaje Hecho en las Provincias Meridionales de Chile en los Meses de Enero i Febrero de 1845. Santiago de Chile: Imprenta Chilena. Escalona, E. (2011). Capitalismo, Imperialismo Chileno, Estado y Ocupación de La Araucanía. En, Zúñiga, C. (Compilador), Fragmentos de Historia Regional. La Araucanía en el siglo XX. Temuco: Ediciones Universidad de La Frontera.

Bibliografía y Fuentes

Deleuze, G. (1991). Posdata Sobre las Sociedades de Control. En, Ferrer (Compilador), El Lenguaje Literario (Vol. T. 2). Montevideo: Ed. Nordan.

265 Cuarta Parte


Escobar, A. (2000). El lugar de la Naturaleza y la Naturaleza del Lugar: ¿Globalización o Postdesarrollo? En, Lander, E. (Compilador), La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO. Espinoza, V. (1988). Para una Historia de los Pobres de la Ciudad. Santiago de Chile: Ediciones SUR. Ferrando, R. (1986). Y Así Nació La Frontera. Santiago de Chile: Editorial Antártica. Flores, W. (1988). Los Desequilibrios Regionales. Bases para la Organización del Espacio. En, Ormeño, E. (Compilador), Relaciones Centro-Periferia, Pobreza, Nuclearización, Ruralidad y Educación. Serie Aportes 2. Temuco: Proyecto OEA/UFRO. García Canclini, N. (1995). Consumidores y Ciudadanos. Conflictos Multiculturales de la Globalización. México: Grijalbo. García Canclini, N. (1997). Cultura, Ideología y Poder. Buenos Aires: Oficina de Publicaciones del CBC, Universidad de Buenos Aires.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Gay, C. (1846). Historia Física y Política de Chile. Botánica (Vol. Tomo II). Paris: En Casa del Autor. Gedda, M. (2011). Araucanía Chile. Patrimonio Natural y Cultural de sus Territorios. Santiago de Chile: Pehuén. Gómez-Leyton, J. C. (2010). El siglo XX Chileno Visto Desde el Siglo XXI. Una Voz Crítica. En, Gómez-Leyton, J. C., Política, Democracia y Ciudadanía en una Sociedad Neoliberal (Chile: 1990-2010). Santiago de Chile: ARCIS-CLACSO. Graham, M. (1916). Diario de su Residencia en Chile (1822) y de su Viaje al Brasil (1823): San Martín - Cochrane - O’Higgins. Madrid: Editorial América. Hobsbawm, E. (1998). Historia del Siglo XX. Buenos Aires: Grijalbo-Mondadori S.A.

266 Cuarta Parte


Lander, E. (. (2000). La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO. Leiva, A. (1984). El Primer Avance en La Araucanía, Angol 1862. Temuco: Ediciones Universidad de La Frontera. Lenz, R. (1895-1897). Estudios Araucanos: Materiales para el Estudio de la Lengua, la Literatura i las Costumbres de los Indios Mapuche o Araucanos: Diálogos en Cuatro Dialectos, Cuentos Populares, Narraciones Historicas i Descriptivas i Cartas de los Indios de Chile en Lengua Mapuche. Santiago de Chile: Imprenta Cervantes. León, L. (2002). Callejuelas, Estaciones y Burdeles: Los Nuevos Espacios de Transgresión en La Araucanía, 1880-1900. Revista de Historia Indígena (N° 6). León, L. (1991). Maloqueros y Conchavadores: En Araucanía y Pampas, 1700-1800. Temuco: Ediciones Universidad de La Frontera. León, L. (2007). Tradición y Modernidad: Vida Cotidiana en La Araucanía (1900-1935). Historia, vol. II (N° 40), 333-378.

Mignolo, W. (2007a). La Idea de América Latina. La Herida Colonial y la Opción Decolonial. Barcelona: Gedisa. Molina, J. I. (1986). Ensayo Sobre la Historia Natural de Chile. Santiago de Chile: Ediciones Maule. Moulian, T. (1997). Chile Actual Anatomía de un Mito. Santiago de Chile: ARCIS-LOM.

Bibliografía y Fuentes

León, L., & Villalobos, S. (2003). Tipos Humanos y Espacios de Sociabilidad en la Frontera Mapuche de Argentina y Chile, 1800 - 1900. En L. Leon, P. Herrera, L. C. Parentini, & S. Villalobos, Araucanía: La Frontera Mestiza, Siglo XIX. Santiago de Chile: Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez Ediciones.

267 Cuarta Parte


Muñoz, A. & Yañez, J. (2003). Aspectos Ambientales de la Leña. En, Burschel, H., Hernández, A & Lobos, M., Leña. Una Fuente Energética Renovable para Chile. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. Neruda, P. (1974). Confieso que he Vivido. Barcelona: Seix Barral. Neruda, P. (1969). Nuevas Odas Elementales (Segunda edición ed.). Buenos Aires: Losada. Neruda, P. (2010). Primer Viaje. En P. Neruda, Antología General. Lima: Alfaguara. Parker, C. (1993). Otra Lógica en América Latina. Religión Popular y Modernización en América Latina. México: Fondo de Cultura Económica. Parra, N. (1983). Poesía Política. Santiago de Chile: Bruguera. Pereira Salas, E. (1977). Apuntes para la Historia de la Cocina Chilena. Santiago de Chile: Editorial Universitaria.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Pinto, J. (1992). Crisis Económica y Expansión Territorial: La Ocupación de La Araucanía en la Segunda mitad del Siglo XIX. Estudios Sociales (72). Pinto, J. (2011). Empresarios y Comerciantes de La Frontera. En, Zúñiga, C. (Compilador), Fragmentos de Historia Regional. La Araucanía en el Siglo XX. Temuco: Ediciones Universidad de La Frontera. Pinto, J. (1988). Frontera, Misiones y Misioneros en Chile, La Araucanía, 1600 - 1900. En, J. Pinto, H. Casanova, S. Uribe, & M. Matthei, Misioneros en La Araucanía, 1600-1900. Temuco: Ediciones Universidad de La Frontera. Pinto, J., & Órdenes, M. (2012). Chile, una Economía Regional en el Siglo XX. La Araucanía , 1900-1960. Temuco: Ediciones Universidad de La Frontera.

268 Cuarta Parte


Pinto, J., Casanova, H., Uribe, S., & Matthei, M. (1988). Misioneros en La Araucanía. 1600-1900. Temuco: Ediciones Universidad de La Frontera, Serie Quinto Centenario. PNUD. (2004). La Democracia en América Latina. Hacia una Democracia de Ciudadanos y Ciudadanas. Contribuciones al Debate. Buenos Aires: Aguilar-Altea-Alfaguara. Prins, G. (2001). Historia Oral. En, Burke, P. (Editor), Formas de Hacer Historia. Madrid: Alianza Editorial. Quijano, A. (2000). Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y América Latina. En, Lander, E. (Compilador), La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales. Buenos Aires: CLACSO. Saavedra, A. (2002). Los Mapuches en la Sociedad Chilena Actual. Santiago de Chile: LOM. Salazar, G. (2003). Ferias Libres. Espacio Residual de Soberanía Popular. Santiago de Chile: Ediciones SUR. Sharpe, J. (2001). Historia Desde Abajo. En, Burke, P. (Editor), Formas de Hacer Historia. Madrid: Alianza Editorial. Stuchlik, M. (1974). Rasgos de la Sociedad Mapuche Contemporánea. Temuco: Ediciones Universitarias de La Frontera y Ediciones Nueva Universidad.

Teillier, J. (1992). Los Dominios Perdidos. Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica. Teillier, J. (2005). Muertes y Maravillas. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. Teillier, J. (2010). Muertes y Maravillas. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Diego Portales.

Bibliografía y Fuentes

Taylor, S. J., & Bogdan, R. (1986). Introducción a los Métodos Cualitativos de Investigación. La Búsqueda de Significados. Buenos Aires: Paidós.

269 Cuarta Parte


Treutler, P. (1958). Andanzas de un Alemán en Chile. 1851-1863. Santiago de Chile: Editorial del Pacífico, S.A. Uribe, S. (2006). Historia de Purén: Reunión en el Valle;Colipi; Reyes y Boisier. Temuco: S.e. Verniory, G. (1975). Diez Años en La Araucanía 1889-1899. Santiago de Chile: Ediciones de la Universidad de Chile. Villalba, A. (2011). El Conflicto Político y Social en La Araucanía a Principios del Siglo XX, en el Proceso de Colonización Extranjera con Españoles Canarios en la Zona del Budi. En, Zúñiga, C. (Compilador), Fragmentos de Historia Regional. La Araucanía en el Siglo XX. Temuco: Ediciones Universidad de La Frontera. Villalobos, S. (1995). Vida Fronteriza en La Araucanía. El Mito de la Guerra de Arauco. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello. Wilhelm de Moesbach, E. (1936). Vida y Costumbres de los Indígenas Araucanos en la Segunda Mitad del Siglo XIX. Santiago de Chile: Imprenta Universitaria.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Zúñiga, C. (2011). “Introducción”. En, Zúñiga, C. (Compilador), Fragmentos de Historia Regional. El Siglo XX en La Araucanía. Temuco: Ediciones de la Universidad de La Frontera. Zúñiga, C. (2011a). La Explotación del Bosque Nativo en la Zona de Villarrica. Una Aproximación desde la Historia Oral. En, Zúñiga, C: (Compilador), Fragmentos de Historia Regional. La Araucanía en el Siglo XX. Temuco: Ediciones Universidad de La Frontera. Zúñiga, C. (2011c). La Frontera de la Memoria. Relatos de Vida. Temuco: Imprenta Printus. Zúñiga, C. (2002). Lo Leído, lo Hecho y lo Conversado. Bases para la Creación del Cet-Sur. Temuco: Cet-Sur.

270 Cuarta Parte


Zúñiga, C. (1992). Notas Sobre la Distribución Espacial de las Innovaciones en Educación en la IX Región. En, Mena, F., Schiatino, J., Jofré, C. & Zúñiga C., Interculturalidad, Innovaciones y Ecología para una Educación de Calidad en la IX Región de La Araucanía (Vol. Serie Aportes N° 9). Temuco, Chile: Ediciones Universidad de La Frontera.

Documentos Digitales Aguayo, M., Pauchard, A., Azócar, G., & Parra, O. (2009). Cambio del Uso del Suelo en el Centro Sur de Chile a Fines del siglo XX. Entendiendo la Dinámica Espacial y Temporal del Paisaje. Recuperado el 14 de septiembre de 2012, de Revista Chilena de Historia Natural: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-078X2009000300004&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0716-078X. doi: 10.4067/S0716-078X2009000300004 Alarcón, H. (9 de febrero de 2012). La Carreta Chilena. Recuperado el 28 de agosto de 2012, de Identidad y Futuro: http://identidadyfuturo.cl/2012/02/la-carreta-chilena/ Araya, J. G. (2010). Distopía y Devastación Ecológica en 2010. Chile en Llamas (1998) de Darío Oses. Recuperado el 23 de septiembre de 2012, de Acta Literaria: http://www.scielo.cl/scielo. php?script=sci_arttext&pid=S0717-68482010000100003&lng=es&nrm=iso

Barbetta, P. (2012). Ecologías de los Saberes Campesinos: Más Allá del Epistemicidio de la Ciencia Moderna. Reflexiones a Partir del Caso del Movimiento de Santiago del Estero Vía Campesina. Recuperado el 20 de octubre de 2012, de Clacso: http://biblioteca. clacso.edu.ar/clacso/becas/20120717115616/PabloBarbetta.pdf Bartra, R. (1976). Introducción a Chayanov. Recuperado el 20 de octubre de 2012, de www.juridicas.unam.mx: http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/nuant/cont/3/pr/pr2.pdf

Cuarta Parte

Bibliografía y Fuentes

Ball, C. (1999). La Economía Informal. Recuperado el 15 de octubre de 2008, de www.elcato.org: htto://www.elcato.org/econinform_ball.htm

271


Bengoa, J. (1992). El Testigo. Apuntes de Clases de un Curso de Historias de Vida. Recuperado el 20 de marzo de 2007, de www.sitiosur.cl: http://www.sitiosur.cl/publicacionescatalogodetalle.ph p?PID=3257&doc=&lib=&rev=&art=&doc1=&vid=&autor=Bengoa,%20Jos%E9&coleccion=&tipo=&nunico=15000029 Bengoa, J., Márquez, F., & Aravena, S. (1999). La Desigualdad. Testimonios de la Sociedad Chilena en la Última Década del siglo XX. Recuperado el 23 de marzo de 2007, de www.sitiosur.cl: http://www.sitiosur.cl/publicacionescatalogodetalle.php?PID=27 03&doc=&lib=Y&rev=Y&art=Y&doc1=Y&vid=Y&autor=&coleccion=&tipo=ALL&nunico=417 Chileflora. (2012). Recuperado el 21 de septiembre de 2012, de http://www.chileflora.com/Shome.htm Cornejo, M. (mayo de 2006). El Enfoque Biográfico: Trayectoria, Desarrollos Teóricos y Perspectivas. Recuperado el 10 de agosto de 2012, de Psykhe: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-222 82006000100008&script=sci_arttext

Rutas de Recolección en La Araucanía

Cornejo, M., Mendoza, F., & Rojas, R. (Mayo de 2008). La Investigación con Relatos de Vida: Pistas y Opciones del Diseño Metodológico. Recuperado el 10 de agosto de 2012, de Psykhe: http:// www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-22282008000100004&scri pt=sci_arttext Cuadra, A. (25 de marzo de 2004). Paisajes Virtuales. Imágenes y Simulacros del Hombre Imaginario. Recuperado el 15 de Marzo de 2010, de Ediciones Simbióticas: http://www.edicionessimbioticas. info/Paisajes-virtuales-Imagenes-y Enciclopedia de la flora chilena. (2012). Recuperado el 10 de agosto de 2012, de http://www.florachilena.cl/index.php Ghersi, E. (2005). La Economía Informal en América Latina. Recuperado el 20 de junio de 2006, de www.elcato.org: http://www. elcato.org/economia.htm

272 Cuarta Parte


Ibarra, M. & Arana P. (julio de 2011). Crecimiento del Camarón Excavador Parastacus Pugnax (Poeppig, 1835) Determinado Mediante Técnica de Marcaje. Recuperado el 12 de septiembre de 2012, de Lat. Am. J. Aquat. Res: http://www.scielo.cl/scielo. php?script=sci_arttext&pid=S0718-560X2011000200018&lng=es&nrm=iso INE. Obtenido de http://www.ine.cl/ Márquez, F., & Sharim, D. (1999). Historias y Relatos de vida: Investigación y Práctica en las Ciencias Sociales. Recuperado el 17 de septiembre de 2012, de www.sitiosur.cl: http://www.sitiosur.cl/r. php?id=47. Mignolo, W. (1 de diciembre de 2007b). Sobre Descolonización/ Descolonialidad, una vez más. Recuperado el 10 de octubre de 2007, de http://waltermignolo.com/2007/12/01/sobre-descolonizaciondescolonialidad-una-vez-mas/ Montecino, S. (2004). Cocinas Mestizas de Chile. La Olla Deleitosa. Recuperado el 15 de enero de 2009, de Memoria chilena: http:// www.memoriachilena.cl Montecinos, C. (2005). Aire No Te Vendas. Recuperado el 10 de septiembre de 2011, de www.grain.org: http://www.grain.org/article/entries/1015-aire-no-te-vendas

Petzold, G., Catril, G., & Duarte, C. (2006). Caracterización Fisicoquímica de Peciolos del Pangue (Gunnera tinctoria). Recuperado el 16 de agosto de 2012, de Revista chilena de nutrición: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttet&pid =S0717751 82006000500010&lng=es&nrm=iso PFNM. (2006). Boletín Divulgativo N° 13. Hongos Comestibles No Tradicionales. Recuperado el 7 de septiembre de 2012, de www. gestionforestal.cl: http://www.gestionforestal.cl:81/pfnm/paqtecnologicos/txt/boletin%2013-%20otroshongos.htm

Cuarta Parte

Bibliografía y Fuentes

Oroz, R. (1955). La Carreta Sureña. Recuperado el 28 de agosto de 2012, de Anales de la Universidad de Chile: http://www.anales. uchile.cl/index.php/ANUC/article/viewArticle/10912/11168

273


Piña, C. (1999). Tiempo y Memoria. Sobre los Artificios del Relato Autobiográfico. Recuperado el 10 de agosto de 2012, de www.sitiosur.cl: http://www.sitiosur.cl/r.php?id=522. PNUD. (18 de octubre de 2008). El Impacto de los Informes de Desarrollo Humano del PNUD en Chile. Recuperado el 2 de junio de 2008, de www.pnud.cl: http://www.pnud.cl/prensa/noticias2006/18-10-2006-impacto-idh-1996-2005-completo.pdf PNUD. (1998). Informe de Desarrollo Humano en Chile - Año 1998. Las Paradojas de la Modernización. Recuperado el 10 de enero de 2010, de Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo: http://www.desarrollohumano.cl/ele98.htm Rosales, L. (2003). La Economía Informal. Recuperado el 10 de mayo de 2009, de www.global_labour.org: www.global_labour. org/la_economia_informal.htm Rudolph, E. (2002). Sobre la Biología del Camarón de Río Samastacus Spinifrons (Philippi 1882) (Decapoda, parastacidae). Recuperado el 13 de Septiembre de 2012, de Gayana (Concepción): http:// www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-65382 002000200009&lng=es&nrm=iso

Rutas de Recolección en La Araucanía

Salazar, G. (marzo de 1999). Ciudadanía e Historia Oral: Vida, Muerte y Resurrección. Recuperado el 15 de abril de 2007, de www.sitiosur.cl.

274

Salazar, G. (2006). La Historia como Ciencia Popular: Despertando a los “Weupifes”. Recuperado el 20 de octubres de 2012, de http://mingaonline.uach.cl/pdf/racs/n11/art08.pdf Sánchez de Puerta, F. (abril-junio de 1990). La Economía de Trabajo (Alexander Vasilevich Chayanov. Selección de escritos). Recuperado el 20 de octubre de 2012, de Agricultura y Sociedad N° 55: http://www.magrama.gob.es/ministerio/pags/biblioteca/revistas/pdf_ays/a055_07.pdf Sánchez, G. (2010). Los Mapuchismos en el DRAE. Recuperado el 7 de octubre de 2012, de Boletín de Filología: http://www.scielo. cl/pdf/bfilol/v45n2/art08.pdf

Cuarta Parte


Sánchez, M., & Labbé, J. (octubre-diciembre de 2004). El Sector Informal en Chile: Una Visión Estadística. Recuperado el 10 de diciembre de 2011, de Ciencia y Trabajo: http://www.cienciaytrabajo.cl/pdfs/14/Pagina%20202.PDF Teillier, J. (agosto de 1969). Lautaro, Este es mi Pueblo. Recuperado el 10 de marzo de 2012, de http://www.uchile.cl/cultura/teillier/artyentrev/1.html Teillier, J. (1965). Los Poetas de los Lares. Nueva Visión de la Realidad en la Poesía chilena. Recuperado el 20 de septiembre de 2012, de www.letras.s5.com: http://www.letras.s5.com/teillier201003. htm Teillier, J. (octubre de 1968). Sobre el Mundo Donde Verdaderamente Habito o la Experiencia Poética. Recuperado el 25 de septiembre de 2012, de www.letras: http://www.letras.s5.com/archivoteillier.htm Traverso, A. (septiembre de 2004). Lo Lárico y la Recuperación de la Historia. Recuperado el 25 de septiembre de 2012, de Estudios Filológicos: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0071-17132004003900016&lng=es&nrm=iso

Valdebenito, G., Campos, J., Larraín, O., Aguilera, M., Kahler, C., Ferrando, M., y otros. (octubre de 2003). Boletín Divulgativo N° 10. Gevuina Avellana Mol. Recuperado el 10 de agosto de 2012, de www.gestionforestal: http://www.gestionforestal.cl:81/pfnm/ paqtecnologicos/Boletin%20N%C2%BA%2010%20Avellana.pdf

Bibliografía y Fuentes

Valdebenito, G., Campos, J., Larraín, O., Aguilera, M., Kahler, C., Ferrando, M., y otros. (junio de 2003). Boletín Divulgativo N° 1. Aristotela Chilensis. (Mol.) Stuntz. Maqui, Maquei, Clon, Queldrón. Recuperado el 10 de agosto de 2012, de www.gestionforestal: http://www.gestionforestal.cl:81/pfnm/paqtecnologicos/Boletin%20Nº1%20Maqui.pdf

275 Cuarta Parte


Valdebenito, G., Campos, J., Larraín, O., Aguilera, M., Kahler, C., Ferrando, M., y otros. (noviembre de 2003). Boletín Divulgativo N° 13. Hongos Comestibles No Tradicionales. Changle, Loyo, Gargal, Digüeñe, Chicharrón, Pique. Recuperado el 10 de agosto de 2012, de www.gestionforestal: http://www.gestionforestal.cl:81/ pfnm/paqtecnologicos/Boletin13%20Hongos.pdf Valdés, X. (1981). Historia de Vida. Una Forma de Comprender los Cambios en el Campo Chileno. Recuperado el 10 de agosto de 2012, de www.sitiosur.cl: http://www.sitiosur.cl/r.php?id=176. Veras, E. (diciembre de 2010). Historia de Vida: ¿Un Método para las Ciencias Sociales? Recuperado el 10 de agosto de 2012, de Cinta de Moebio: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0717-554X2 010000300002&script=sci_arttext Vergara, J. & Elizalde, A. (2002). Descentramiento y Nuevas Miradas. Recuperado el 10 de mayo de 2006, de Polis Revista de la Universidad Bolivariana: http://www.revistapolis.cl/3/prolo3.doc

Rutas de Recolección en La Araucanía

Villagrán, C. e. (1999). Etnozoología Mapuche: Un Estudio Preliminar. Recuperado el 13 de septiembre de 2012, de Revista Chilena de Historia Natural: http://rchn.biologiachile.cl/pdfs/1999/4/Villagran_et_al_1999.pdf Zúñiga, C. (2011b). Modelo Neoliberal y Diseño Sociopolítico. Comentarios sobre el Caso Chileno. Recuperado el 10 de enero de 2012, de Perspectivas de la Comunicación: http://www.perspectivasdelacomunicacion.cl/revista_1_2011/01_documento.pdf

Fuentes Audiovisuales Gedda, F. (Dirección). (1987). Los Útimos Pehuenches [Documental]. Gedda, J. C. (Dirección). (1995). Los Camaroneros de Ñiquén [Documental]. Gedda, J. C. (Dirección). (1997). Los Hombres del Cochayuyo [Documental].

276 Cuarta Parte


Novella, A. (Dirección). (2005). En la Ruta del Huevo Azul [Documental]. Novella, A. (Dirección). (2001). Mujeres Cuidadoras de Semilla [Documental]. Novella, A. (Dirección). (2003). Ruralizando las Ciudades [Documental].

Especialistas Henríquez Jaramillo, Luis. (2012). “Economía regional”. Entrevistado por Carlos Zúñiga. Thomet, Max. (2010). “Configuración del campesinado en La Araucanía”. Entrevistado por Carlos Zúñiga.

Informantes Aguilera, Augusto. “Recolección de piñones en Reigolil”. Entrevistado por Rossana Rojas. Álvarez, Aída. “Comercialización de digüeñes”. Entrevistada por Francisca Morales. Antileo, Abelino. “Fabricación de carbón”. Entrevistado por Andrés Casanueva.

Campos Pereira, Alejandrina. “Recolección de nalcas en Melipeuco”. Entrevistada por Valeska Tapia. Campos, Luis. “Historia de vida de don Luis Campos”. Entrevistado por Carlos Zúñiga. Campos, Uberlinda. “Historia de vida de Uberlinda Campos”. Entrevistada por Carlos Zúñiga.

Bibliografía y Fuentes

Antío, José. “Relato de vida de don José Antío Huenupil”. Entrevistado por Carlos Zúñiga.

277 Cuarta Parte


Castro, Irlanda. “Recolección de hongos”. Entrevistada por Valeska Tapia. Castillo, Lorenza. “Recolección de changles”. Entrevistada por Valeska Yubini. Cristián. “Extracción de camarones”. Entrevistado por Clara Ahumada. Cheuquelaf, Teodoro. “Recolección de nalcas”. Entrevistado por Carlos Zúñiga. Edelmira. “Comercialización de digüeñes”. Entrevistada por Clara Ahumada. Fernando G. “Recolección en Quintrilpe”. Entrevistado por Carlos Zúñiga. Fuentes, Vanessa. “Vanessa”. Entrevistada por Carlos Zúñiga. Guzmán, Luis. “Comercialización de changles”. Entrevistado por Valeska Yubini.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Higueras, Susana. “Cocinando con productos de recolección en Melipeuco”. Entrevistada por Rossana Rojas. Huircán, Rodrigo. “Recolección de digüeñes”. Entrevistado por Clara Ahumada. Inostroza, Manuel. “Fabricación de carbón en Rucatraro”. Entrevistado por Estefani Parra. Lara, Héctor. “Recolección y comercialización de Nalcas en Temuco”. Entrevistado por Valeska Yubini. Lienán, Juan. “Recolección de digüeñes camino a Huichahue”. Entrevistado por María Cristina Valverde. María 1. “Recolección y comercialización de digüeñes”. Entrevistada por Clara Ahumada.

278 Cuarta Parte


María 2. “Camarones”. Entrevistada por Carlos Zúñiga. Millanao, Lucía. “Recolección de changles a orillas del río Allipén”. Entrevistada por Carlos Zúñiga. Morales, Julio. “Comercialización Entrevistado por Carlos Zúñiga.

de

nalcas

en

Temuco”.

Muñoz, Mariela. “Recolección de frutos del bosque”. Entrevistada por Francisca Morales. Obreque, Rita. “Costumbres de antaño”. Entrevistada por Camila Torres. Olivera, Salvador. “Productos de recolección en Melipeuco”. Entrevistado por Valeska Tapia. Painel, José. “Comercialización de piñones”. Entrevistado por Cristián Avendaño y Henry Andrade. Painemal, Elisa. “Recolección de piñones en Lonquimay”. Entrevistada por Rossana Rojas. Peñailillo, Nancy. “Recolectores de Huichahue”. Entrevistada por María Cristina Valverde. Rodríguez, María. “Recuerdos de mi abuelo”. Entrevistada por Estefani Parra.

Soto, Paula. “Preparación de productos de recolección”. Entrevistada por Carlos Zúñiga. Tapia, Valeska. “Toponimia de Melipeuco”. Entrevistada por Carlos Zuñiga. Torres, Remigio. “Recolección de piñones en Icalma”. Entrevistado por Rossana Rojas.

Bibliografía y Fuentes

Seguel, Ariel. “Digüeñes” Entrevistado por Rossana Rojas.

279 Cuarta Parte


Ulloa, Nancy. “Los Camarones de Ranquilco”. Entrevistada por Patricia Henríquez. Ulloa, Luis Alberto. “Recolección y comercialización de camarones en Ranquilco bajo”. Entrevistado por Carlos Zúñiga. Valenzuela, Cristián. “Changles”. Entrevistado por Carlos Zúñiga.

Rutas de Recolección en La Araucanía

Vendedor. “Comercialización de changles”. Entrevistado por Clara Ahumada.

280 Tercera Parte



“Creo que la recolección va en descenso, si éstos de las ‘forestales’ [empresas forestales] han explotado mucha ‘montaña’ [bosque], lo que es [bosque] nativo y entonces, eso mismo ha ido permitiendo que disminuya lo que es el crecimiento del fruto (…) ha ido disminuyendo lo que es la parte de árbol nativo, hay partes que la han ‘rozado’ [quemado] completamente y luego después le plantan pino o eucalipto (…). Aquella gente que vivía en esos lugares ya no vive, porque las mismas forestales se han encargado de echarlos del lugar, es como que se han tomado el terreno y la gente ha tenido que buscar por otros lados no más, muchas veces las han obligado hasta a vender el terreno para poder forestarlo…” (Ariel S.). “La mayor disminución de bosque nativo de los últimos treinta años corren por cuenta de las empresas forestales y no por explotación de leña…” (Luis C.).

Carlos Patricio Zúñiga Jara

Hasta la primera mitad del siglo XX la recolección tenía rendimientos bastante más generosos que en la actualidad y se complementaba en un ordenado calendario estacional con agricultura y ganadería de subsistencia, caza y pesca. Las transformaciones medioambientales, cambios en la propiedad de la tierra y fundamentalmente, los cambios económicos irán limitando la reproducción de esas estrategias de sobrevivencia. Este libro presenta una aproximación a las diversas manifestaciones socioculturales y económicas en torno a la recolección en La Araucanía. De las múltiples posibilidades de esta región exploramos en la recolección, acopio y comercialización de piñones, digüeñes, nalcas, changles, cochayuyos y camarones de vega; Leña y carbón.

Rdeutas Renecolección La Araucanía Carlos Zúñiga Jara

Formado en Historia y Geografía por la Universidad de Concepción. Diplomado en Ciencias Políticas Aplicadas Universidad de La Frontera-CEADE-Universidad de Chile. Magíster en Ciencias Sociales Aplicadas, Universidad de La Frontera-Université Paris XII Val de Marne. Estudios de doctorado en “Estudios de las Sociedades Latinoamericanas” Universidad ARCIS. Actualmente se encuentra desarrollando el doctorado en “Procesos Sociales y Políticos Latinoamericanos” en la Universidad ARCIS. Ha ejercido docencia en pre grado y post grado en distintas universidades nacionales. En investigación ha trabajado en temas educativos, históricos y económicos. En los últimos años ha desarrollado trabajos sobre las transformaciones políticas y socioculturales en Chile. Desde la historia oral ha explorado en los cambios culturales durante el siglo XX en La Araucanía.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.