La propuesta de Stephen Toulmin
SOBRE STEPHEN TOULMIN Stephen Toulmin nació en Londres,
Inglaterra, el 25 de marzo de 1922 de Geoffrey Edelson Toulmin y Doris Holman Toulmin. Estudió Artes en el King’s Collage en 1942 y participó en la segunda guerra mundial trabajando en el Ministerio de Producción de Aviones como un funcionario científico menor y luego en la Comandancia suprema de la Fuerza Expedicionaria Aliada en Alemania. Al final de la Segunda Guerra Mundial, volvió a Inglaterra para ganar una Maestría en Artes en 1947 y un Doctorado de Filosofía en la Universidad de Cambridge.
Estudiando en la Universidad de
Cambridge entró en contacto con el filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein y sus investigaciones filosóficas sobre el lenguaje. De hecho, su disertación doctoral de 1948, El puesto de la Razón en la Ética (traducido por José Luis Aranguren para Alianza Universidad en 1979), es una aplicación de las teorías de Wittgenstein en el análisis de los argumentos éticos.
El puesto de la razón en la ética En este primer ensayo filosófico de
Toulmin se puede localizar el principio de sus reflexiones e indagaciones más significativas. El problema central de su tesis es el siguiente: En períodos de crisis sociales, cuando los problemas son más complejos e importantes, aumenta el volumen de argumentos que “se hacen cada vez más disparatados y confusos”, “hasta que, finalmente, cuando llega la guerra y la tiranía, se rechaza por completo la razón, y la discusión abierta de problemas morales generales, incluso la discusión abstracta de ellos”.
Problemática inicial de Toulmin De esta manera, ante la variedad y el
torrente de juicios y argumentos morales, siempre oscuros y confusos, se pregunta Toumlin, “¿cómo vamos a distinguir los argumentos a los que debemos prestar atención de aquéllos de los que no debemos hacer caso o que debemos rechazar?” Esos son, entonces, sus problemas iniciales: “¿Cuál de todos estos argumentos debemos aceptar? ¿Cuáles de estas razones son buenas razones? Y, ¿hasta qué punto debe uno confiar en la razón cuando se trata de tomar decisiones morales?
¿Cabe siempre dar razones y más
razones, o se hace supererogatorio a veces dar razones? ¿Cuál, en fin, es el lugar de la razón dentro de la ética?”
Los usos de la argumentación En 1953, en la Universidad de
Oxford, escribe su Filosofía de la ciencia: una introducción. Sin embargo, al poco tiempo vuelve sobre sus preocupaciones principales y en 1958, en la Universidad de Leeds, publica su libro más representativo: Los usos de la argumentación. Al principio, el libro fue menospreciado en el campo de la lógica en Inglaterra pero fue valorado en Estados Unidos en los estudios de la Retórica y la Comunicación.
Estructura del libro El libro se compone de prólogos,
una introducción y cinco ensayos: 1. Campos de argumentación y términos modales. 2. Probabilidad. 3. La forma de os argumentos. 4. Lógica operativa y lógica idealizada. 5. Orígenes de la teoría epistemológica. Conclusión.
Aunque aparentemente son
“exploraciones problematizadoras” separadas sobre diversos temas, lo cierto es que este texto tiene una estricta unidad y secuencia que se debe a la fidelidad a su objetivo “estrictamente filosófico”: el de cuestionar el supuesto de que “todo argumento significativo puede expresarse en términos formales”, como “una deducción estrictamente concluyente según la geometría euclidiana.”
Esta suposición permitió nacer a
la “tradición platónica”, reimpulsada por Descartes, a cuya crítica se ha dedicado el programa filosófico de Toulmin en libros como Cosmópolis y Regreso a la razón. Su finalidad era epistemológica y no pretendía presentar una teoría de la retórica, de la argumentación o de la lógica informal, ni un modelo analítico como el retomado entre estudiosos de la comunicación.
Sin embargo, “los libros son
como los hijos”: se van, tienen su propia vida y dejan de depender del padre. Por eso, el libro fue bien recibido y aprovechado en otros campos (comunicación, retórica), por aquellos que se interesan por el argumento desde una dimensión práctica (jurisprudencia, psicología, ciencias) pero rechazado o desdeñado por los filósofos analíticos.
Para algunos fue “el libro antilógico de Toulmin” (Peter Alexander) pero para otros el del “modelo de Toulmin”, que en realidad fue una “consecuencia imprevista” de este libro.
Introducción En esta parte subraya que
el libro se compone de “exploraciones problematizadoras” que pretenden suscitar debates, en los que predomina la duda y la provocación a reflexionar. Aunque los problemas que trata son lógicos, no son problemas de lógica sino sobre la lógica, tienen que ver con la práctica del razonamiento y la argumentación así como su aplicación en la vida diaria.
Esa relación entre la lógica
y su aplicación práctica ha sido puesta en duda por el desarrollo de una lógica moderna que se aleja de “las cuestiones prácticas acerca del modo en que se pueden manejar y someter a crítica los argumentos en diferentes campos”, constituyéndose en una disciplina teórica y autónoma, libre de preocupaciones prácticas, como una matemática pura.
El proyecto de volver a la lógica una
ciencia formal implica: 1) no atender el problema de la aplicación de la lógica, y 2) sustituir los problemas de su aplicación práctica por problemas sobre su carácter teórico (¿Es una disciplina psicológica o sociológica? ¿Es una Ciencia o es un Arte? ¿Es una Ciencia objetiva o es una Ciencia formal, como la matemática pura?). De hecho, el autor no quiere centrarse en la “teoría lógica” sino “en la práctica de la lógica” y por recurre a otro modelo: el jurídico o de la jurisprudencia. De esta manera, en la argumentación se presentan razones defendiendo las afirmaciones.
De hecho, los procesos judiciales son una
clase especial de debates racionales. Este paralelismo, además, mantiene la centralidad de “la función crítica de la razón”. De esta manera, las reglas lógicas no son una técnica recomendada pero sí son aplicadas en los argumentos de los seres humanos, aunque no como leyes psicológicas y sí “como estándares de éxito” del propio argumento. “Un argumento sólido, una afirmación bien fundamentada y firmemente respaldada, es el que resiste la crítica, aquel para el que se puede presentar un caso que se aproxima al nivel requerido, si es que ha de merecer un veredicto favorable… Surge incluso la tentación de añadir que las pretensiones extrajudiciales deben ser justificadas no ante jueces de Su Majestad, sino ante el ‘Tribunal de la Razón’.”
1. Campo de argumentación y términos modales Los primeros ensayos (1, 2 y 3)
parten de una perspectiva práctica sólo para hacer más patente, en los últimos (4 y 5), su crítica teórica al modelo dominante: el de la lógica formal y matemática. Por eso parte de algo muy elemental: formular una aseveración, una opinión, un reclamo, un juicio científico o moral, es reclamar la atención y que se le tome en serio, pero ello “depende de los méritos de los argumentos que pueda aducirse en su apoyo.”
Esa aseveración, opinión,
reclamo, juicio, debe tener razones que la apoyen, pues de ello depende el valor de la aseveración. Si la aseveración tiene razones que la justifiquen tenemos entonces un argumento justificatorio. Existen muchas clases de argumentos justificatorios, con aseveraciones de tipos distintos, en contextos muy diferentes, usando de manera peculiar sus términos y sus criterios, manejando sus datos y conclusiones en diferentes campos de argumentación.
Los campos de argumentación
dependen del manejo de datos y conclusiones del mismo tipo, como las pruebas geométricas, las predicciones del tiempo, los juicios penales, etc. Para empezar a tratar las cuestiones abiertas, reformula algunos problemas: -“¿qué elementos relacionados con la forma y el valor de nuestros argumentos son invariables respecto al campo y cuáles dependen del campo?” -¿hasta qué punto se pueden comparar los estándares de una argumentación relevantes en un tribunal de justicia con argumentos de otros campos?
La invariancia respecto a los diversos campos de argumentación puede ser explorada gracias al paralelismo existente entre un proceso judicial y un proceso racional, reconociendo ciertas fases comunes : 1° Fase inicial: se plantea de manera clara el problema o el cargo; 2° Fase: se expone la opinión o afirmación, defendiendo su justeza en una serie de etapas (se presentan las pruebas o se presentan testimonios en apoyo a la demanda), pero sin atender cómo se llega a la conclusión sino estableciendo el respaldo a la aseveración; para caracterizar esas etapas será necesario examinar el uso de los términos modales “posible”, “necesario”, p.e., es decir: sus funciones en la exposición de argumentos. 3° Fase final: se hace un veredicto o sentencia.
Términos modales Después examina los términos
modales, pero no desde una perspectiva formal sino a partir de su uso cotidiano, empezando por la familia de la “posibilidad”. Después de formular el problema, se establecen “las posibles soluciones”. De hecho, cuando enfrentamos un problema se abren diversas posibilidades y por lo mismo deben considerarse diferentes propuestas de solución, esto es: la “posibilidad” misma implica “que tiene derecho a ser considerada”. De modo que si afirmo que “eso no es posible” y considero la posibilidad resulta incongruente, al igual que si afirmo “eso es posible” pero no lo considero.
Una vez que considero las posibles respuestas y las relaciono con la información que tengo, puedo tener varias situaciones: -Puede ser que una posibilidad es más firme o que resulte difícil establecer cuál es la mejor, e incluso pueden ser cuestión de opinión o gusto. -Puede ser que por la relevancia de los datos o e respaldo lleguemos a un “final feliz”, presentando la conclusión “como la única aceptable” con un término modal como “deber”, “necesariamente”, “necesidad”. -Puede ser que no tengamos una conclusión inequívoca, pero que podamos ir descartando posibilidades, usando términos modales como “no puede ser” o “imposible”, de modo que las supervivientes tengan cierto grado de confianza, utilizando el término modal “probable”. -O bien, pude ser que una respuesta dependa de que ciertas condiciones excepcionales no corresponden con el caso que se considera; como no hay seguridad total se presenta como una “presunción” o “presumiblemente”. Este término modal nos remite a otros que también merecen ser examinados.
IMPOSIBILIDADES E IMPROPIEDADES Examina la forma verbal “no poder”. Presenta así una “tanda de situaciones” en que se usa, que a final de cuentas se pueden presentar como: a) imposibilidades físicas (no puede cargar una tonelada, meter miles de gentes en el Ayuntamiento etc.); b) impropiedades lingüísticas (no puede decir rabo de zorro, etc.); c) ofensas morales (no puede correr a su hijo sin un peso, etc.); d) y también como faltas en el procedimiento judicial (la esposa del acusado no puede testificar), incongruencias conceptuales (no se puede preguntar por el peso del fuego), etc. =“No poder” en todos esos casos sirve para descartar posibilidades relevantes.
FUERZA Y CRITERIOS Avanzando en la función de las
modalizaciones, distingue entre Fuerza y Criterios: La Fuerza de la expresión modal refiere a las implicaciones prácticas de su uso (p.e.: la fuerza de “no se puede” implica el imperativo de descartar una posibilidad). Los Criterios que rigen su uso refieren a los estándares, razones, motivos ya sean físicos, matemáticos, fisiológicos, terminológicos, morales o judiciales que establecen la “posibilidad” o “imposibilidad” en un campo de argumentación determinado.
Por ejemplo, “imposibilidad
matemática” es una afirmación que nos conduce a contradicciones, pero la fuerza de la misma implica la orden de descartar el desarrollo matemático examinado. El Criterio nos dice que ese desarrollo es contradictorio, pero la Fuerza implica que no debe usarse en argumentaciones.
Otro ejemplo: el término
“bueno”. Tiene Criterios muy diferentes (para una acción moral buena, una manzana buena, una buena volea, etc.), pero en sus usos tiene una misma Fuerza: se orienta a preferir, se recomienda. La Fuerza manifiesta rechazo o preferencia; los Criterios dan muy distintas razones.
Por eso el autor afirma: “Hay una fuerza común que vincula a una multiplicidad de criterios”.
La dependencia de los estándares en relación al campo -¿Qué puede ser, entonces, lo
invariante en los campos? -La Fuerza de la conclusión, señalada por una expresión modal (“…es imposible”) “es idéntica con independencia de los campos”. La Fuerza, p.e., que implica la obligación a descartar. Sin embargo, falta ver que esto ocurra también con otros términos modales. Por ejemplo, con el de “posibilidad”.
En Matemáticas remite a que no
hay ninguna contradicción como Criterio, pero además tiene una Fuerza: debe ser considerada. Al parecer, se mantiene el funcionamiento: hay una misma Fuerza pero una diversidad de criterios, de acuerdo a los campos argumentativos. Tenemos así argumentos con diversa Fuerza: los que carecen de fisuras, los sólidos pero no definitivos, los sesgados y los de gusto… Tienen implicaciones semejantes pero los criterios son muy diferentes.
Cuestiones para el orden del día -¿Las diferencias de criterios son
irreductibles? -Sí, los criterios dependen de los distintos campos. Un argumento puede ser débil, sólido o concluyente, pero siempre dependiendo del campo y de los criterios utilizados. Sin embargo, los “lógicos profesionales” pretenden presentar argumentos “procedentes de campos diferentes bajo una formulación común”; aspiran a manejar “una serie única y universal de criterios” aplicables en todos los campos de argumentación.
Así, existe una amplia divergencia
entre los métodos y actitudes de los “lógicos profesionales” y los de la “gente corriente” en torno a sus argumentos. Los últimos reconocen que la diversidad de campos de argumentación impide reducir la pluralidad de criterios y manejar criterios únicos y universales. Los segundos quieren “construir un sistema lógico invariable respecto al campo, tanto en las formulaciones empleadas como en los criterios establecidos para criticar los argumentos.” Para ellos es posible una lógica general.
Analogía jurídica La analogía jurídica ha sido
fructífera. Considerando a esta “analogía jurídica” se examinará “la cuestión de qué significa hablar de forma en lógica.” La aproximación matemática a la lógica parece dar una respuesta clara sobre esa cuestión, lo que no ocurre con las aproximaciones psicológicas o sociológicas a la lógica.
“La analogía entre la evaluación
racional y la práctica judicial nos ofrece un modelo que puede hacerle la competencia al modelo matemático para reflexionar sobre la idea de forma lógica.” De acuerdo a esta perspectiva, los argumentos no sólo tienen una estructura determinada sino una “secuencia de etapas conforme a ciertas normas básicas de procedimiento.” Es decir, la evaluación de argumentos implica “formalidades” o procedimientos “que deben observarse con el fin de hacer posible la evaluación de los argumentos.”
2. Probabilidad En este ensayo sigue con el
examen de términos modales, enfocándose en “probabilidad” pero cuestionando dos estudios lógicos: el de Kneale y Carnap.
Estudia el uso cotidiano de la
familia de “probabilidad” no tanto como sustantivo abstracto sino como verbo y adverbio, llegando a determinar su uso: como compromiso a cierta afirmación, pero con reservas.
Señala entonces los errores de
Kneale, quien no logra distinguir afirmaciones inapropiadas (corregibles) y afirmaciones equivocadas (atacables), y el enfoque “lógico” de Carnap, para concluir que han discutido las preguntas y los asuntos erróneos.
3. La forma de los argumentos Si “un argumento es similar a un
organismo” porque tiene una estructura anatómica grande y tosca, con sus fases principales (los órganos), desde el problema hasta la conclusión, también posee una fisiología delicada: la forma lógica, en la que se concentrará en este ensayo. Hay dos modelos opuestos de esquemas de análisis de la validez: 1) el matemático, como una forma geométrica, 2) el legal, con las formalidades apropiadas. El asunto, entonces, es valorar ambos modelos.
Dos observaciones previas: 1ª La
simplicidad del silogismo y sus elementos introduce muchas confusiones; 2ª La analogía jurídica permite un esquema más complejo, con muchas distinciones. Por eso, empieza con el segundo modelo. Las características de este modelo parecen proporcionarlas las distinciones jurídicas en sus alegatos: demandas, pruebas, testimonios, discusiones sobre las leyes, así como exenciones y atenuantes, para legar a un veredicto.
Esquema de un argumento
Si afirmamos algo nos
comprometemos con ello; como puede ponerse en duda, debemos apoyarla: probar y demostrar que está justificada. Normalmente la podemos apoyar con hechos, con los elementos justificatorios que son la base de la afirmación: los Datos (D). Si las objeciones se mantienen, no será necesario agregar más Datos sino Garantías (G), es decir: reglas, principios, enunciados de carácter general que permitan mostrar cómo de los Datos pasamos a ala Conclusión; pueden ser muy breves pero también pueden ser más explícitos y expansivos. Estas Garantías se corresponden con los Criterios o estándares prácticos de los campos de argumentación.
Ejemplo de esquema: D ------------- Por tanto C
Porque G
Ejemplo con contenido:
Harry nació en -- Por tanto, Harry Bermuda es súbdito británico
Porque quien nace en Bermuda es súbdito británico
Ejemplo de esquema:
Si seguimos examinando el asunto
surgen nuevas distinciones: las G pueden ser muy variadas, de acuerdo al campo de argumentación determinado en el que opera, y otorgar “diversos grados de fuerza” a las C; estas G permiten matizar la C con modalizadores como: “necesariamente”, “probablemente”, “presumiblemente”, etc. Un nuevo elemento se agrega: los Modalizadores (M) que maticen la C, precisar el grado de fuerza que los D y las G ofrecen. Pero si se introducen los M también será necesario introducir “las condiciones de excepción o de refutación”, las Excepciones (E); este elemento indica las circunstancias en que la autoridad de la G no funciona.
D ------------- Por tanto, M, C A menos que E Porque G Ejemplo con contenido: Harry nació en ---- Por tanto, Bermuda presuntamente, Harry es súbdito británico A menos que sus padres sean extranjeros Porque quien nace en Bermuda es súbdito británico
Respaldar las garantías Si se objeta la autoridad de la G será necesario apoyarla con
otras certezas que le restituyan autoridad: ofrecer un Respaldo (R); el R también varía de un campo de argumentación a otro (clases, leyes, datos estadísticos, hechos históricos, etc.). Ejemplo de esquema: D ------------- Por tanto, M, C A menos que E Porque G Teniendo en cuenta que R
Ejemplo con contenido: Harry nació ---------------- Por tanto, presuntamente,
en Bermuda
Harry es súbdito británico
A menos que sus padres sean extranjeros o naturalizados americanos
Porque quien nace en Bermuda generalmente es súbdito británico Teniendo en cuenta las Leyes y provisiones legales
La ambigüedad en los Silogismos Después de exponer su
Esquema de Argumento, el autor empieza su crítica a la lógica formal. Aplicando las distinciones hechas a los silogismos con Premisa Universal descubre que estos son engañosamente simples, inducen a interpretaciones erróneas y dan la impresión de uniformidad entre argumentos procedentes de diversos campos.
Hablar sólo de Premisas
oscurece la distinción hecha de D, G y R; tampoco la distinción entre Premisa Mayor y Premisa Menor aclara las relaciones entre D, G y R. El esquema Premisas y Conclusión es demasiado simple y “para hacer justicia a la situación, hay que adoptar en su lugar una cuádruple distinción entre el ‘dato’, la ‘conclusión’, la garantía’ y el ‘respaldo’.”
“Resumiendo, si se presta mayor
atención a las diferencias entre las garantías y el respaldo, así como a las existentes entre los diversos tipos de respaldos para una misma garantía y las que se pueden percibir entre los diferentes tipos de respaldo para garantías de diversa clase, rehusando centrarnos en la estructura tradicional “Todo A es B” como si nos hubiéramos quedado hipnotizados por ella, se llega por fuerza a constatar que algunas veces “Todo A es B” posee implicaciones existenciales y otras veces no; más aún, se comienza a comprender por qué eso es así.”
Si sustituimos la forma “Todo A
es B” por G y R implícitas, se deja atrás el problema filosófico y se aclara la argumentación. Pero si se insiste en usarlo y adiestrar a los alumnos a hacerlo, sólo se oscurece el examen de la argumentación y se empobrece el lenguaje, con su diversidad de expresiones idiomáticas que realmente se usan y hacen sutiles distinciones que se escapan en una fórmula general que en realidad es poco usada.
Crítica a la forma lógica, a la validez formal y a la deducción Se dice que la validez de los argumentos
silogísticos se debe a que sus Conclusiones son “transformaciones formales” derivadas de las Premisas; la inferencia reordena los elementos dados y sus relaciones formales. Los componentes de la Conclusión son los de las Premisas, tiene entonces una “forma lógica” y es “formalmente válido”. Un argumento con D, G C sería igualmente válido, porque tiene tal forma (la G es incondicional). Pero si en vez de la G tiene el R, se coloca fuera del “principio de validez formal” (el R no es incondicional). Es claro que un argumento con D, R C está en orden, es válido pero no por propiedades formales ya que la Conclusión “supone algo más que barajar y reordenar” que lo dicho en las Premisas y no lo es formalmente.
Sólo hay inferencias en los argumentos
que “viajan por vías ya construidas” (con G supuesta), pero no en los que “crean nuevas vías” (que establecen G). Los lógicos establecen que sólo hay inferencias en los argumentos formalmente válidos, e insisten en llamarlos deductivos. Sin embargo, Sherlock Holmes, los científicos y la gente común utilizan argumentos con inferencias, deductivos e incluso válidos, aunque no formalmente válidos. Por eso es necesario hacer otra distinción más: entre argumentos analíticos y argumentos sustanciales.
Argumentos analíticos
Argumentos sustanciales
Esto argumentos son raros en su
El hecho es que “la mayor parte
uso y su peculiaridad es que resultan tautológicos: el R de la G incluye a la C, de modo que si acepta lo primero ya se aceptó la C. “Un argumento que parta de D para llegar a C será denominado analítico si, y sólo si, el respaldo para la garantía que lo legitima incluye, explícita o implícitamente, la información transmitida en la propia conclusión. Cuando ocurra así, el enunciado ‘D; R y también C’ será, por regla, una tautología.”
de los argumentos” que usamos no son así: hacemos predicciones basadas en la experiencia, aseveraciones sobre sus sentimientos apoyados en sus declaraciones y gestos, juicios morales, políticos o estéticos pero no presentamos en nuestros D, G o R a la propia C. Son argumentos sustanciales, porque el paso que damos de los D y la G es “sustancial”, en el sentido de que no es una mera tautología.
Esta distinción ha sido poco reflexionada
por los propios lógicos: Por un lado porque las formas del silogismo ocultan los elementos de la argumentación y la gran diferencia entre este tipo de argumentos, y Por otro, porque no se ha reconocido lo excepcionales que son los argumentos “auténticamente analíticos” y las dificultades para elaborarlos dada su falta de necesidad o irrelevancia. A excepción de los matemáticos, que son argumentaciones fuera del tiempo, sin sustancia. Puede resultar seductor por su elegancia, pero como modelo de argumento, como pretenden los lógicos, resulta poco representativo. No basta señalar que los argumentos analíticos son tautológicos; tampoco se admite una G para todos los argumentos analíticos ya que basta una Premisa, la que incluye la información de la C, para que se legitimen.
Es preciso determinar qué es lo analítico
y para ello, recurre a tres criterios: 1) el criterio de la tautología: C repite algo de lo sostenido en el R; 2) el criterio de la verificación: verificar el R (si R se verifica, se acepta C); 3) el criterio de la auto-evidencia: no hay dudas de la validez.
Después de examinarlo, concluye:
“Por tanto, clasificaremos un argumento como analítico si, y sólo si, satisface este criterio –es decir, cuando la comprobación del respaldo de la garantía suponga ipso facto la comprobación de la veracidad o falsedad de la conclusión-, y procederemos así tanto si conocer todo el respaldo supone de hecho verificar la conclusión o falsearla.”
La división entre analíticos y sustanciales no se corresponde con: La división entre argumentos
formalmente válidos y los que no son así: hay sustanciales válidos y analíticos no válidos; La división entre los que “hacen uso de G” y los que “establecen G”; de hecho, puede haber argumentos que hacen uso de G y que las establecen que sean analíticos o sustanciales; La división entre los argumentos que usan palabras “lógicas” (“todos”, “algún”, etc.) y los que no las utilizan; La división entre argumentos modalizados como “necesarios”(con certeza, de manera concluyente) y los “probables” (posibles, provisionales), aunque los lógicos han tratado de volver a los analíticos “necesarios” y a los sustanciales “probables”.
“La división de argumentos entre analíticos y sustanciales resulta, en consecuencia, completamente distinta de la establecida entre los que son concluyentes (necesarios) y los que son provisionales (probables). Los argumentos analíticos pueden ser concluyentes o provisionales, y los concluyentes pueden ser analíticos o sustanciales.” El estudio de los argumentos analíticos reveló que este campo es particularmente simple y que esa ha sido su debilidad y su fuerza; debilidad para el examen más adecuado de los argumentos reales y prácticos, pero fuerza para imponerse como modelo en la Lógica y la Epistemología.
Los peligros de la simplicidad “Esta sencillez resulta
muy atractiva, por lo que la teoría de la argumentación analítica a partir de las premisas principales universales fue adoptada y desarrollada con entusiasmo por los lógicos durante numerosas generaciones.”
Esos son, justamente, los
peligros de la simplicidad: una cosa es empezar con análisis simples y otras es volver tales análisis modelos para argumentos más complejos, achacando los problemas que surjan a los argumentos complejos en vez de revisar el modelo simple.
4. Lógica operativa y Lógica idealizada La crítica se profundiza y radicaliza
en este ensayo. En la Primera parte: 1ª Enuncia hipótesis: el estudio de Aristóteles sobre el silogismo en tanto argumento analítico provocó que los lógicos se impresionaran por su naturaleza (analítico, formalmente válido, emplea una G, es inequívoco y emplea palabras lógicas) y que siguieran estudiando este tipo de argumentos, con categorías simples, lo que los llevó a descuidar cinco distinciones esenciales y a reducirlas a una:
1) distinción entre argumentos
necesarios y probables, 2) distinción entre argumentos formalmente válidos y los que no los son, 3) distinción entre argumentos con una G establecida y los que establecen G, 4) distinción entre argumentos que usan “palabras lógicas” (conectores y cuantificadores) y os que no las usan, 5) distinción entre argumentos analíticos y sustantivos. Esas distinciones fueron reducidas y amalgamadas en la distinción entre argumento deductivo (concluyente demostrativo) y el inductivo (no concluyente o no demostrativo).
Consecuencias de perder las distinciones Los lógicos llegaron a conceder
la validez sólo a los que fueran 1) necesarios, 2) formalmente válidos, 3) con G establecida, 4) usaran palabras lógicas y 5) fueran analíticos. Al perder las distinciones, se exige la analicidad como condición de la deducibilidad y la validez, dejando de lado a los argumentos sustanciales, a los tengan un “paso verdaderamente sustancial” de las Premisas (con D; G, R) a la conclusión.
2ª Explora las consecuencias de
considerar al silogismo analítico como modelo y las paradojas que genera. a) aplica un único estándar de validez para todos los argumentos, sin distinguir los campos, así como criterios únicos de necesidad, posibilidad e imposibilidad; b) sólo es necesario lo analítico, lo posible es lo coherente o no contradictorio, lo imposible es lo incoherente o contradictorio, dejando de lado el uso práctico y diverso de esos modalizadores.
Lo lógico sólo es lo analítico y lo que no es analítico no es lógico c) “Los únicos argumentos
que podemos considerar en justicia como patrones ‘deductivos’ son aquellos que se presentan y se pretenden como analíticos, necesarios y formalmente válidos. Todos los argumentos que son reconocidamente sustanciales serán ‘no deductivos’ y, por lo tanto, no válidos formalmente.”
3ª Contrasta o verifica su
hipótesis con las obras de algunos lógicos: Kneale, Strawson, Carnap, Hare, Prior, Hume.
Juicio contra la Lógica idealizada En la Segunda parte se establece
un Juicio contra la lógica formal porque ha concebido de manera errónea sus categorías y sus conclusiones han sido equivocaciones y con malentendidos; cuando se refiere a los argumentos diferentes al analítico “no cabe sino un juicio negativo sobre su labor.”
1) La idea de reducir lo lógico a lo
analítico choca con la idea más compleja de argumento con D, G, R, M y E, que dependen de los distintos campos de argumentación. 2) La Lógica se vuelve inservible para la valoración racional de los argumentos; 3) El criterio analítico es irrelevante y por lo regular funciona como prerrequisito de evaluación; 4) Con esa idealización se descarta a toda la argumentación sustancial, que es real y práctica.
El ideal de las Verdades eternas y de la necesidad matemática La Tercera parte es “más
histórica que explicativa”: “Desde los tiempos de Aristóteles los lógicos han encontrado atractivo el modelo matemático; en cambio, una lógica modelada sobre la jurisprudencia y no sobre la geometría no podría aspirar a mantener toda la elegancia matemática de su ideal. Desgraciadamente, una lógica idealizada, como la que proviene de un modelo matemático, no puede mantener un contacto real con su aplicación práctica.
La demostración racional no es
materia adecuada para una ciencia intemporal y axiomática, y si eso es lo que pretendemos de la lógica, corremos el peligro de desembocar en una teoría cuya conexión con la crítica de la argumentación es tan leve como la que existe entre la teoría medieval de las fracciones racionales y la ‘música’ de donde toma su nombre.”
La Lógica como sistema de verdades eternas Para que lo sea, la Lógica debe ser
idealizada. El ideal legítimo es el modelo matemático, que trata de objetos o relaciones intemporales; Esta idealización la desliga de la práctica de argumentar y la vuelve inservible para su valoración; Se desnaturalizan sus objetos de estudio, abriendo la Gran Divergencia entre las categorías de la teoría de la lógica formal y las de la lógica aplicada; Esta idealización deja de lado el contexto, el tiempo y la situación concreta del argumento, que es necesario tomar en cuenta para la valoración racional del mismo, de modo que la crítica práctica de la argumentación “no está en posición de adoptar la postura olímpica del matemático.”
La Lógica con una necesidad especial Los lógicos pensaron que con su sistema formal alcanzaban una variedad más potentes de necesidad e imposibilidad: las lógicas que serían rigurosas e inexorables. Pero esta idea “no resiste la crítica”: esa necesidad o imposibilidad lógica sólo se refiere a “los preliminares formales asociados a la expresión de nuestros argumentos y enunciados en un lenguaje coherente e inteligible.” Lo cierto es que esa necesidad o imposibilidad lógicas no son más fuertes que las necesidades e imposibilidades cotidianas, físicas, morales, etc., y de hecho no tiene sentido comparar su fuerza, como sí lo tiene cuando se habla de la fuerza de una ley física o de una obligación moral, p.e.
5. Orígenes de la teoría epistemológica La epistemología es una disciplina
ambigua por oscilar entre la psicología (procesos cognitivos) y la lógica (procedimientos racionales). Con todo, su discusión central ha sido sobre las pretensiones del conocimiento (acerca de “¿Cómo sabes que p”?), lo que remite a la argumentación: a presentar razones, pruebas, justificaciones, para las afirmaciones con pretensiones de conocimiento, que siempre dependen del contexto y los campos de argumentación.
Sin embargo, en este campo como en
el de la Lógica, la idealización del modelo analítico también ha tenido efectos negativos al descartar a todo conocimiento que no sea como el analítico (universal, necesario, inequívoco, con certeza, demostratividad, validez). Se han intentado varias salidas filosóficas para salvar al conocimiento sustancial, pero lo que se debe hacer es renunciar al ideal analítico. Se trata, entonces, de “ponernos en guardia” contra esa influencia y utilizar categorías más complejas y dependientes de los distintos campos de argumentación.
Conclusiones No ha querido preocuparse
sólo de cuestiones negativas, porque partió de “la convicción de que se necesita una reorganización radical de la teoría lógica para acercarla a la práctica crítica.” Esa reorganización radica puede orientarse por los siguientes tres principios:
“1. La necesidad de un
acercamiento entre la lógica y la epistemología, que se convertirán en una sola disciplina.” -La epistemología se separa de la psicología y la lógica de las matemáticas para estudiar, como “lógica aplicada”, las estructuras de la argumentación en diversos campos, explicando los valores y defectos de los mismos.
Acercar la Lógica a la Epistemología, comparar argumentos, reintroducir lo empírico, lo histórico y lo antropológico en el análisis epistemológico. “2. La importancia para la lógica del
método comparativo –que trata a los argumentos de todos los campos como portadores de interés y propiedad equivalentes y que, así, compara y contrasta sus estructuras respectivas sin sugerir que los argumentos de un campo son ‘superiores’ a los de otro”. -Examinar y comparar argumentos propios de la óptica, la especulación histórica, las pruebas de cálculo, las demandas penales, etc., buscando semejanzas pero “permanecer lo más atentos posible a las posibles diferencias.”
“3. La reintroducción de
consideraciones históricas, empíricas e incluso –en cierto sentido- antropológicas en la materia que los filósofos estaban orgullosos de haber purificado, más que cualquier otra rama de la filosofía, de toda argumentación que no fuer a priori.” -Estudiar las formas reales de la argumentación en los diversos campos, de manera empírica e histórica, abriéndose a la historia de las ideas, sin imponer sus resultados: más que una teoría epistemológica debería ser un análisis epistemológico.