HISTORIANDO UNA COMUNIDAD Alboreaba es siglo XVI. El océano, que por tanto tiempo había limitado el mundo de lo conocido, había sido vencido, y si ello fue obra de titanes, ahora se presentaba a España una nueva empresa tan gigantesca como aquella; conquistar y posteriormente colonizar estas recónditas regiones de América. Y España la realizó, y con habría de dejar en cada pueblo que iba fundando, el belicoso espíritu europeo de aquellos tiempos y el carácter místico de muchas sociedades de aquel viejo continente. Y como España no ejerció un dominio nominal sobre estas regiones, como ocurrieron con otros apartados sectores del vasto virreinato, simultáneamente con las primeras expediciones se inicia la conquista y la lucha por la colonización de este “Jardín Litoral” abrazado simbólicamente por tan caudalosos ríos y que Martín De Moussy calificara como “la más fecunda, la mejor ubicada y algún día la más rica de la República”. El territorio de nuestra provincia, Al que Ortíz de Zárate llamara Nueva Vizcaya, fue objeto de la colonización hispana por dos vías: la del Paraná, desde Punta Gorda - hoy Diamante - hacia el Norte y que estuvo a cargo de H Arias de Saavedra y la que venía de Santa Fe, región ésta bajo cuya jurisdicción estaba la costa entrerriana de este lado del Paraná; y la segunda corriente colonizadora actuó por el Río Uruguay y estuvo a cargo de Don Gaspar de Godoy, el que fue enviado por Don Diego de Góngora, que gobernó el Río de la Plata entre los años 1618 y 1623. La provincia de Entre Ríos, que hoy es frontera por un posterior desmembramiento de la Banda Oriental, era en la época que nos ocupa, una región netamente mediterránea y en ese “reducto” habitaban tribus indígenas indómitas, como los Charrúas, Minuanes, Guaraníes, etc. y correspondería a las autoridades del Cabildo de Santa Fe y a los colonos y jesuitas de dicha provincia, el mayor aporte a la campaña de colonización de esto lares, debiendo agregarse como factor gravitante en tal empresa, a la Compañía de Jesús establecida en las misiones guaraníticas de Corrientes. A ellos correspondióles la magna empresa de iniciar el recorrido de este suelo entrerriano en la época que nos ocupa y posteriormente colonizarlo, lenta, peligrosa y esforzadamente para llevar la civilización hispana al seno de aquellas tribus indómitas que el mismo Felipe V tomó cartas en el asunto y decidió enviar al gobernador Bruno Mauricio de Zavala para que llevara una guerra sin cuartel a los citados reductos indígenas. Y así comenzó la fundación de estas ciudades y villas con la simultánea creación de los curatos, hasta que aparece en el escenario de la misma, un Ayudante Mayor del Regimiento de Dragones, designado por el decreto del 27 de febrero de 1782, buscando solución a algunos conflictos religiosos que el Cabildo de Santa Fe no había podido solucionar. Ese enviado especial fue Don Tomás de Rocamora. Cuando materializando el espíritu de las autoridades de aquella España “hacedora de pueblos”, Rocamora resuelve fundar un pueblo que nucleara organizadamente a las familias que más o menos dispersas mal vivían en la Rinconada del Arroyo de la China, nos encontramos con que la proporción de españoles no es nada despreciable. En el memorial que el comisionado don León Almirón eleva en 1778 ante las autoridades con asiento en Buenos Aires, para levantar una capilla que permitiera a lo pobladores asistir a los servicios religiosos, se argumentaba que “más de treinta familias españolas y otras tantas de naturales, carecen de todo sustento espiritual”... “en razón de que para alcanzar los Sacramentos debían buscar La Capilla, distante más de veinte leguas del Arroyo de la China”.