Portafolio Asia Sur

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MADRUGADAS Y MARES

Es emprendedora, amante del deporte, influencer y conductora de televisión. En estos años, la hemos visto hacer casi de todo. Desde pequeña ama el mar. Hoy, luego de haber creado una marca e iniciado una familia, descubrimos a la mujer detrás de las rutinas de ejercicio.

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urante mucho tiempo, Ale Chávez se ha acostado temprano. Solo le ha bastado cerrar los ojos. Tantas veces, mientras Lima, entintada por la luz ámbar de sus postes, se ha inundado por los sonidos de sus bares, fiestas y automóviles, ella ya se ha recostado. 9.30 p.m. apenas. El litoral limeño, al anochecer, es el escenario de danzas y ritos urbanos. Desde el cielo, la Costa Verde luce plagada por un sinfín de luces en movimiento. Ante las revoluciones de los motores, el golpe de las olas es apenas un susurro. Caminantes, amantes, ciclistas y muchos hombres más naufragan en los malecones —escenarios que resumen la infancia de Ale, parte de las rutas por las cuales a veces corre—. Y sumergida en sus sábanas, en un sexto piso por el cual se puede presenciar ese caos armonioso, ella se embarca en sus sueños. Horas después, ese mundo personal, inconsciente y ficticio se diluye. Ale despierta, retorna a la realidad, y abandona su cama. 5.30 a.m. Su Apple Watch, usado primordialmente para controlar sus horas de descanso y calcular los ejercicios físicos que hace a diario, es uno de los primeros aparatos que ilumina tenuemente su departamento, uno que compró el año pasado a base de esfuerzo y trabajo. Su paraíso personal. A esa hora, un suave celeste sustituye poco a poco el profundo morado nocturno. Los vientos de la madrugada acarician las mejillas de Ale y de aquellos primeros en levantarse, quienes mueven el país: estudiantes, profesores, trabajadores y empresarios. En otras palabras, personas que, como Ale, superan los obstáculos que a veces la vida impone y navegan en contra de la marea para conseguir sus objetivos. Los pasos en Lima se multiplican, las principales avenidas de la ciudad se llenarán pronto. El maremoto metálico que conocemos como tránsito se aproxima. No hay distrito que se salve. La ciudad inicia su vigilia. No obstante, mientras la gran mayoría recién abre los ojos, los hombres y mujeres como Ale ya aprovecharon el día. Carpe Diem. Para cuando Lima es Lima en su máxima expresión, Ale ya está lista para la travesía de sus días. Ha desayunado, ha tomado un mate y la voz


de Jaime Bayly la ha acompañado en todo ese proceso matutino. “Para despertarme”, confiesa en tono jocoso. Lo importante es una buena alimentación. En Instagram todos los días transmite esa vibra positiva. A través de stories y posts, Ale Chávez inspira a miles de personas a seguir un estilo de vida sano y nutritivo, que la ha caracterizado desde muy joven. Luego, el Regatas. Es como una peregrinación, lo que algunos tildarían como una actividad espiritual. Siempre que está en Lima, la recordada conductora de Diario de Carretera está en el club limeño. Apenas importa si hay una reunión esperándola más tarde. La única manera de separarla de su lugar feliz es geográficamente. “Así tenga que trabajar a las 7 de la mañana, me las arreglo. Esa es mi hora favorita del día”, comenta. En esa pequeña porción de Lima, ¿cuántos amaneceres, atardeceres y anocheceres habrá presenciado? Cuando era muy pequeña, cuando detestaba que le dijesen María Alejandra —su nombre completo—, cuando el mundo era gigante y nuevo, recorría aquellos muelles con mucha prisa. Corría lo más rápido que podía y, en el final de los mismos, saltaba al vacío. ¡Splash! Luego

silencio, el corazón acelerado. Así, repetidas veces. Vivir tan apresurada, pero sin prisas. “Me quedaba nadando horas en el mar”, recuerda Ale, quien se define a sí misma como “acuática”. Ale no imagina una existencia alejada del mar. Cuando residía en Ciudad de México, años atrás, la nostalgia de su sonido y color invadió su corazón. “No podía vivir bien”, confiesa. Esa angustia tácita, ese amor inacabable pertenece a quienes han recorrido sus días entre arenas y oleajes. Aquel paisaje costero, a veces turquesa, a veces azul, pero siempre infinito, le da una sensación de calma y tranquilidad. Dentro de este ha escrito, en lo salado, dulces recuerdos y ha hallado pasiones como el Kitesurf — deporte que combina el uso de una tabla o esquí con una cometa de tracción para dominar las mareas—, que en las aguas de Paracas suele practicar casi todos los años. Tal vez por ello, si uno observa detenidamente su muñeca izquierda, descubre la silueta minimalista de una ola. Y en la otra, un símbolo de infinito que, en la parte inferior derecha, revela el nombre de su madre: Ita. Infinita. Ella fue la mujer que le enseñó cómo

afrontar la vida, su mayor apoyo, quien la ayudó cuando iniciaba en el mundo de modelaje, a los 15 años. La mujer que, lamentablemente, ya no está físicamente, pero que vive en el océano de sus recuerdos y cuyas cenizas fueron esparcidas en el lugar al que siempre retorna: el mar. El gran mástil que sostiene la vida de Ale es su familia. La fundadora de Afit, emprendimiento de productos deportivos que inició hace dos años, no navega sola. Hoy tiene una nueva familia junto a Santiago Casartelli, con quien se casó octubre del 2018. En él ha encontrado lo que conocemos como amor. “Es un gran compañero, emprendedor, luchador, disciplinado y divertido”, refiere. Cuando Ale habla de él pareciera que se describiera a sí misma. Sus días laten al unísono. Y junto a ellos, Avena, la poodle toy, que es como una hija pequeña, llena de alegría, vivacidad. Son inseparables. Cuando el sol se oculta en el ombligo del océano, luego de horas de trabajo, llega la noche. La pareja ríe, se ama, mientras la pequeña Avena hace de las suyas. Hace mucho tiempo, Ale Chávez se ha acostado temprano.


DIVINA DESDE SIEMPRE

Millones de visitas en YouTube y miles de likes en Instagram hacen de esta influencer una de las más grandes en el Perú. ¿Cómo inició esta historia de éxito digital?

H

ace poco más de seis años, el 14 de marzo del 2013, para ser precisos, Natalia Merino publicó el post que transformó su vida. En él modelaba un outfit atemporal: un pantalón floreado, perfecto para el intervalo verano-invierno, y un polo azulado que, en combinación con sus zapatos rojos, provocaban un balance perfecto. Posaba ante la cámara algo tímida, pero sincera. No anticipaba el éxito que con los años conseguiría. En el reflejo de sus lentes de sol descubría a su eterno compañero, su entonces novio y actual esposo y socio: Sebastián Guerrero. “Últimamente he estado usando estos pantalones con diferentes estampados. ¡Se ven lindos con casi todo!”, escribió en aquella ocasión. Tomando como inspiración a diseñadores de la talla de Franco Moschino y Prabal Gurung, había nacido Cinnamon Style. Paulatinamente, la cuenta creció en número y contenidos. Hoy cuenta con más de 5.100 publicaciones, entre fotos y videos que resumen seis años de esfuerzo y dedicación. Sus prendas de vestir se alternaron con el pasar de las temporadas; los artículos cobraron notoriedad y empezó a figurar dentro de varias y reconocidas publicaciones impresas, así como a colaborar con marcas. La bloguera se transformó en una referente. Sin embargo, conforme sus posts fueron aumentando, las fotos y reseñas empezaron a convivir con su rutina. Desde los ingredientes de sus desayunos y sus postres, hasta la forma en la cual usaba sus outfits, Natalia empezó a reflejar su vida en imágenes. Solo faltaba su voz. Natalia modelaba y se adueñaba de la cámara. Pero desde que Instagram implementó la opción de compartir stories, en ellos actualmente aconseja a muchas chicas a seguir siempre adelante; también comparte las últimas tendencias de moda y tips sobre la vida: en una simple expresión, adopta el papel de una hermana mayor. “Busco inspirar a las chicas en su día a día. Trato de subir fotos con mensajes inspiradores”, asegura. Esa convicción la impulsó a incursionar hace cinco años como youtuber. La plataforma de vídeos más grande del


mundo permitió que se conectara de una forma distinta con su público. Allí se sinceró: contó experiencias difíciles, como la pérdida de su mejor amiga, pero también mostró momentos felices, como su pedida de mano y su matrimonio. “¡Cómo no voy a compartir esto con ustedes!”, comentó entonces una recién comprometida Natalia, quien hizo de sus seguidores una extensión más de su vida. Y si bien hoy está encaminada al millón de suscriptores en la plataforma de videos, recuerda con cariño sus inicios. “Los contábamos diariamente. Era nuestra obsesión en YouTube. Solo nos decíamos ¡cómo no abrimos el canal antes!”, afirma entre risas. CORTE EMPRESARIAL La moda y el estilo siempre se mantuvieron como parte de la filosofía de Cinnamon Style. Sin embargo, la intención de Natalia fue expandirse más allá de Internet. “Nunca me vi trabajando con horarios de oficina. Siempre me ha gustado probar cosas nuevas”, confiesa. En virtud de ello, junto a su equipo ha realizado diferentes proyectos: desarrolló la revista digital de Cinnamon Style,

que hoy se mantiene inactiva; se aventuró al mundo de los libros y escribió Manual para ser tu misma, publicado por Penguin Random House en 2018, el cual fue el segundo más vendido en la FIL de ese año en la categoría “Libro para jóvenes”. También sacó su línea de merch Shop Cinnamon Style y organizó el Cinnamon Fest, un festival que tiene como enfoque promover tanto la moda peruana como la música de diversos artistas nacionales, que en 2020 contará con una tercera edición. ¿Qué más planea para el futuro? ¿Qué no puede dejar de hacer Natalia? Hoy no es solo una influencer, sino una empresaria. Bromea y afirma que en los próximos meses lanzará una marca que dará que hablar. “Es una sorpresa todavía”, ríe. “Ha sido un trabajo duro y parejo”, dice enorgullecida. Tras cada publicación en Instagram y cada video en YouTube hay un esfuerzo armónico en el que intervienen fotógrafos y hasta maquilladoras. Además, una sola publicación puede tomar decenas de intentos hasta lograr la foto perfecta. Si bien Cinnamon Style no conoce de

oficinas y hasta parece un trabajo sencillo—, llena sus horarios. Pero Natalia asegura que mantiene lo esencial: su sinceridad. “Soy exactamente igual en las redes que en mi vida real”, afirma y confiesa, además, que los millones de vistas o los comentarios no la han cambiado. Los números, dice, quedan en segundo plano cuando está frente a la cámara. Y añade: “soy con mis seguidores como me gustaría que fuesen conmigo: empática, amable, elocuente”. Ha aprendido a no dejar que le afecten los malos comentarios, a ser asertiva y fuerte. A punto de concluir el 2019, Natalia sigue cumpliendo sus objetivos. Sus últimas fotos e historias destacadas nos muestran distintos paisajes alrededor de todo el mundo, donde siempre luce su estilo inconfundible. Ya tiene planes comerciales para este 2020, siempre de la mano de Sebastián, su principal apoyo. No importa si es en las playas de Máncora, Madrid, Islandia o en su primera foto, allá en 2013: su esencia se mantiene. “Debes aceptarte tal y como eres, con tus virtudes y defectos”, dice como corolario. No hay quien la detenga.


REVANCHA PERSONAL

Luego de una temporada donde las lesiones han mermado su desempeño deportivo, el surfista sueña con alcanzar un cupo para los Juegos Olímpicos Tokio 2020. A sus 25 años, ha adquirido una madurez y temple que lo ayudan a centrarse en sus objetivos.

V

istiendo solo un traje de baño, como si recién se hubiese levantado, Miguel Tudela reposa sobre su cama. A su alrededor, once tablas que resumen una vida dedicada al mar, equipos de surf, tres pinturas colgadas donde predominan los magentas de las puestas de sol, una mesa de noche en la que se confunden varios objetos personales, una silla de escritorio solitaria y un set gamer que consta de una Play Station, una TV frente a su cama y audífonos lo acompañan. Nos recibe como si nos conociésemos de toda la vida. Tudela ha recorrido el mundo gracias a su principal pasión: las olas. Sin ellas, se transforma en un Juan Diego Flores afónico; un Gastón Acurio sin platos; o un Paolo Guerrero sin chimpunes. Necesita su elemento; es decir, su cuerpo sobre la tabla con la pierna derecha delante (postura goofy le llaman). Siempre busca la armonía con el océano. En esa búsqueda se lesionó compitiendo en Filipinas en octubre del 2018. Desde entonces, su rodilla derecha no ha vuelto a ser la misma. La consecuente operación lo alejó del mar durante unos meses, pero también le permitió aprender mucho sobre su rodilla. Cuando le preguntamos por ella, la observa fijamente, la respeta. Señala la cicatriz que le dejó esa intervención quirúrgica. Conversa sobre los meniscos, fibrocartílagos situados en las rodillas que amortiguan el peso corporal. Tiene consciencia plena sobre su anatomía. Habla de algunas oportunidades perdidas y de una revancha pendiente con él mismo; de haber descendido en el ranking mundial —actualmente ocupa el puesto 63— y de su frustración por no haber podido representar al Perú en los Juegos Panamericanos Lima 2019. Pese a ello, el año pasado compitió en Brasil, Hawái, Australia, Sudáfrica, Estados Unidos, España, Portugal y Perú. En total, 15 eventos en los que su mejor posición fue la quinta. De esa manera, cerró el 2019 como el segundo mejor peruano ubicado en la clasificación mundial; es decir, veintiún puestos por detrás de Alonso Correa, a quien elogia, puesto que el surf, aún en la soledad del hombre sobre una tabla en la inmensi-


dad del mar, ha estrechado lazos, ha formado una familia. No solo eso: el surf es un deporte que ha dado bastantes logros al Perú. Y ello, en cierta forma, es lo que defendió en un video publicado en su página de Instagram, en el que asegura que el deporte está en “estado de emergencia”. Pero Miguel pudo dedicarse a otra cosa. Es más, hubo un capítulo de futbolista en su niñez que duró hasta sexto de primaria. Formaba parte de la selección del colegio Santa María. Jugaba bien, pero su cuerpo elástico y delgado siempre fue mejor para la tabla. Estaba predestinado a ella. De hecho, durante su infancia en Punta Hermosa aprendió a caminar y a nadar casi en paralelo. “No me acostumbraría a vivir lejos del mar”, dice. Hoy, a sus 25 años, está cumpliendo la promesa del adolescente que en tercero de secundaria decidió entregarse por completo a este deporte, manteniendo así la tradición de una familia que ha estado unida siempre a las olas. Su madre, Giovanna Chiozza, fue subcampeona en 1981

de bodysurf; su padre, surfista también, le obsequió su primera tabla personalizada a los tres años; y Tomás, su hermano menor, también se perfila como uno de los mejores tablistas del Perú. Existen, además, otros intereses en su vida. Miguel siente una fascinación por el automovilismo y los aviones. En sí, todo lo que involucre velocidad y acelere las pulsaciones le atrae, le genera un sentimiento de azar que el océano condensa en cada nueva oleada, sea en las playas de Punta Hermosa o en Pipe Line, donde del 4 al 16 de enero representó al Perú en el Da Hui Backdoor Shootout 2020. “Es una adrenalina completamente distinta e impredecible. No hay botón para frenar o acelerar, todo depende de ti”, confiesa. Siempre se mantendrá de cara al océano, aunque haya otros proyectos de por medio, como el trabajo con marcas a través de redes sociales, el lavado de automóviles que ha fundado junto a su padre o inversiones que mantiene en secreto. “Te suman en la vida, en lo que quieres, pero no en el objetivo puntual, que es ser el mejor atleta del mundo”, sostiene.

Tokio 2020 es el sueño que lo mantiene vivo, entrenando y esforzándose al máximo. Pero es consciente, al mismo tiempo, de su fragilidad como deportista, de su rodilla. Ha aprendido a respetar el mar y lo cambiante que puede ser. “Me ha entregado lo bueno y lo malo, todo en esta vida”, afirma. Su gran objetivo en la cita olímpica es honrar al Perú que lleva tatuado en su brazo derecho en una imagen que reúne la mística de Pachacámac, la Isla Ballena, el dios Inti, un inmenso cóndor y un caballito de totora. En el próximo mundial de la International Surfing Association (ISA), necesita alcanzar una buena posición para clasificar a Tokio. A ello apunta su disciplina. Pero también anhela corresponder el cariño de su familia, sus entrenadores y su novia, en quienes halla un soporte emocional cuando a veces el mar despide olas que le impiden regresar. Miguel ha entendido este último año lo cambiante que pueden ser el mar y la vida. Ha sabido superar sus obstáculos de la misma forma en que sortea las olas.


DE CARA AL FUTURO

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Se reta cada vez que se sube al tabladillo, cada vez que se para frente a una cámara, y disfruta de cada desafío. Este actor se siente agradecido con la carrera que lo alejó de los salones de arquitectura y le hizo alcanzar la fama.

ndrés Wiese se sienta en el malecón de Santa María. Solo eso basta para reunir a su alrededor niños, adultos y serenazgos. Por el momento, no ejerce aquel otro oficio de todo actor reconocido: firmar autógrafos. Andrés está entregado a la cámara. Sonríe y no se inmuta ni ante el calor ni ante algunos gritos que entonan: «¡Ricolás!», en alusión al personaje televisivo que lo lanzó al estrellato.

y traída al Perú por Juan Carlos Fisher. Ahí se reencontrará de nuevo con Óscar López Arias, Jely Reátegui, Ana Cecilia Natteri, Milena Alva, Rómulo Assereto y Gustavo Bueno, viejos amigos que, como él, encarnan una nueva vida cada vez que el telón se despliega. Ante el público, Andrés ha hecho de todo, incluso se ha desnudado. Recuerda entre risas las 18 veces que su madre fue a verlo bailar sin ropa para ‘Full Monty’.

Terminamos. Una vez finalizadas las fotos en esta locación, partimos rumbo a su casa en Punta Hermosa; antes, cómo no hacerlo, aprovecha unos pocos segundos para tomarse selfies con quienes se lo piden, incluso con las oficiales de serenazgo.

Todos creen conocerlo. Mochilas, cuadernos, llaveros y álbumes, entre cualquier otro tipo de mercancía, han tenido su rostro impreso. Lo sabe: es famoso. Por eso, ha aprovechado ese logro para difundir el teatro nacional. «Siento que en parte hay gente que ha ido al teatro porque vio ‘Al Fondo Hay Sitio’ o porque conoció a Nicolás», se alienta.

A sus 35 años, Andrés se siente afortunado, pues hace lo que más ama: actuar. Esta noche volverá al Teatro Pirandello a ensayar para ‘¿Qué hacemos con Walter?’, obra escrita por el argentino y ganador del Oscar Juan José Campanella

En Punta Hermosa, Andrés pasea con frescura. Pese al golpe intenso sol, pasea tranquilamente. Alejado de los escenarios, aprendió de su padre el tem-

ple y la persistencia. Él lo ha llevado por el camino de la meditación, las terapias alternativas y el yoga. «Mi padre es una persona que quiere mejorarse y yo lo admiro mucho por eso. Es un superhéroe para mí», dice mientras carga un morral del hombre araña. Es por esa espiritualidad heredada que, desde hace más de veinte años, Andrés reza todas las noches. Solo, en la intimidad de su cuarto, entra en diálogo con su «Dios personal». Es más, tiene una lista de amigos y familiares que ya no están en este mundo y en los cuales piensa mientras lo hace. «Es como un agradecimiento, como un recordar», confiesa. Llegamos a su casa de playa. Cuando entra, sus hermanos pequeños lo saludan y algunos juegan con él. Se siente cómodo, es su hogar. «Realmente tengo gratitud. He estado rodeado de mucho amor toda mi vida. Soy afortunado por tener una familia y estar en


medio de este gran mundo», señala. Mientras pasamos un momento en su casa, aparece su hermana menor. Le pone un canario en la cabeza. Ambos ríen plácidamente. Ya no golpea el sol. Andrés saca la tabla, se dirige hacia el mar. A diferencia de la época en la cual salía en la televisión de lunes a viernes, ahora vive con cierta tranquilidad, a su ritmo. Tiene ajetreos, es cierto, pero ya no es 2009, y el que era un actor novato no corre más desde el estudio de América Televisión al Taller de actuación de Roberto Ángeles para seguir ese sueño del que hoy vive. En los últimos años ha visitado México, Argentina y España. En esos países ha quedado maravillado por la cultura teatral. Tanto así que el próximo año planea migrar a Madrid con el objetivo de cursar una maestría en actuación, y, con suerte, participar en montajes allí también. Sin embargo, Wiese no deja de reconocer el buen teatro que se produce en el país. «Hemos traído obras como ‘Billy Elliot’, ‘La Jaula de las Locas’ o ‘Full Monty’. No tenemos nada que envidiar» acota. Andrés Wiese pertenece al nuevo boom del teatro nacional. Al terminar la sesión fotográfica, mira la carretera mientras la recorremos. En una hora volverá a encarnar a su nuevo personaje, Martín, en los ensayos de ‘¿Qué hacemos con Walter?’. Se quedará con el elenco hasta la medianoche. El entusiasmo por presentarse ante el público ya se nota en su voz. «Las bromas necesitan de la risa de la gente», dice. Es gracias a ellas que regresa a las tablas, el lugar donde se siente vivo.


AMORES CULINARIOS

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n el cruce de la avenida Los Conquistadores y la calle Choquehuanca, en San Isidro, un ritual lleno de harina provoca que peatones giren sus cabezas y que algunos conductores olviden que están manejando. Ante ellos, varios cocineros elaboran masas que luego transforman en platos italianos. Es la consolidación del sueño que Juan Manuel Umbert y Janice Buraschi llevan cumpliendo desde hace seis meses: un restaurante propio. Desde que abrieron sus puertas, el enfoque del establecimiento, que une conceptos hogareños y sofisticados en su arquitectura, ha sido preservar la esencia de la gastronomía italiana en sus pastas. A partir de los insumos que utilizan —en un país caracterizado por la mistura, la fusión—, ofrecen una comida que evoca sensaciones mediterráneas

En solo 80 metros cuadrados, esta pareja ha logrado capturar el alma de la cocina italiana a través de sus recetas. Ubicado en el corazón de San Isidro, Pasta se ha consolidado como una experiencia culinaria distinta en la capital.

Como comentan ambos, los italianos que visitan Pasta agradecen que sus paladares puedan reproducir fielmente el sabor de su patria. “Ha sido maratónico”, confesa la pareja sobre el proceso de abrir un local propio. Para ambos, la perfección es el ingrediente final de sus platos. Janice, por un lado, concibe la preparación de sus postres como una ciencia. “Un gramo de más y ya fuiste”, afirma en tono jocoso; Juan Manuel, quien antaño estudió Administración, sentencia que en la cocina “no debe haber margen de error”. Gracias a su minuciosidad, la felicidad y el placer se convierten en la consecuencia lógica que se ve reflejada en la sonrisa de sus comensales. Y así nace otra de las grandes características de Pasta: la conexión que mantiene con ellos. Observar cómo se gestan los platos no

es simplemente un espectáculo: es una muestra de sinceridad, una invitación al diálogo. “Nos gusta que nos hablen, que nos pregunten”, refieren los dos cocineros que en el día a día coexisten en sintonía. Él en la cocina, ella en la repostería. Porque, además de las técnicas gastronómicas, Janice aprendió de Juan Manuel a no conformarse, a perseguir el máximo esfuerzo; mientras que de ella él asimiló su alegría, su espontaneidad. Más allá de los procesos de cocción, el amor y la comunicación prevalecen en sus mesas. Ambos son conscientes de que aquella es la base no solo de sus siete años de pareja, sino del restaurante en sí. Janice reposa su cabeza en el hombro de Juan Manuel y sueltan una risa cómplice. Cuando se cocina con amor, todo sabe mejor.


MAMACITA, ¿Y QUÉ?

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nició como un juego, como una hora secreta e íntima entre Cynthia y María Laura, su madre. Inició en el tramo fnal de los días, luego del trabajo. María Laura, cansada; Cynthia, ilusionada. Sacaban instrumentos que con los años se convertirían en extensiones de su cuerpo, como una pintora con sus pinceles, como una poetiza con sus libretas. Peinaba y maquillaba a su mamá con apenas tres años. “Y ella me decía que no, que tienes que pintar en ciertos lados”, recuerda con nostalgia. Jamás se desligaría de ese universo de tonalidades cambiantes. “El maquillaje es lo que más he hecho después de caminar”, confesa. Conforme los años pasaron y los veranos transcurrieron en el Regatas, desarrolló varias aficiones, entre ellas el bádminton —fue seleccionada nacional—; sin embargo, el

Más de seis millones de vistas alcanzan en conjunto sus videos de YouTube. La maquilladora y empresaria utiliza las redes sociales para enseñar los secretos del sutil arte de las brochas. Su profesión exalta la personalidad y es un arma que empodera.

arte que utiliza el rostro como lienzo la atrapó. Se convirtió en la encargada de embellecer a sus amigas. “Me encantaba la reacción de ellas al ver las miradas de la gente”, refiere. Para Cynthia, su profesión empodera a las personas, es una herramienta que realza algo que queda oculto a simple vista. No disimula los defectos, sino que exalta la personalidad. “El maquillaje trabaja la autoestima. Si no aprendes a aceptarte, no podrás sacar tu mejor versión”, sostiene. IRREPETIBLE Bajo el brazo derecho de Cynthia, la palabra “mamacita” está tatuada debajo de unos labios rojos, un color que la define. Fuerte, decidida, intrépida. Además, esa palabra titula el proyecto que hoy maneja junto a 11 personas. Su objetivo: sacar la mamacita que cada una tiene dentro de sí. Reconoce que cada mujer u hombre

debe sentirse seguro de lo que es y de lo que merece. “Basándose en este principio de que eres única e irrepetible, trabaja en ello. No te enfoques en las debilidades, sino en las fortalezas”, afirma. Para ella, cada rostro sostiene un universo distinto. Es la labor del maquillador crear tendencia con estos y no condicionar el trabajo a las modas. Hoy, con esa seguridad, no solo solidifca sus sueños. En su faceta como profesora, ha cambiado el rumbo de innumerables mujeres. Las motiva a sacar ese lado atrevido y temerario que caracteriza a la mujer latina. “La belleza es seguridad y autenticidad”, asevera. No solo ello. Este año se involucrará en dos películas, estrenará una serie en su canal de YouTube y escribirá un libro. Su belleza ha trascendido el marco de su rostro.


SU HOGAR, EL MAR

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a primera vez que se subió a un kayak, Guillermo Barreto usó el cinturón de seguridad de un automóvil para mantenerse en equilibrio. No tenía idea alguna de lo que era el waveski (deporte basado en montar olas subido en un kayak especial, que le permite a uno sentarse encima y no dentro), o de cómo usar aquella gigante canoa sudafricana que había comprado por 300 dólares, con Fernando, su inseparable hermano. Todo había sido improvisado. Guillermo luchaba contra las olas, que no dejaban de golpearlo. «Esto no es lo mío», pensó erróneamente. Desde los 10 años había practicado surf, sin embargo el kayak era una bestia distinta y el waveski un deporte interdisciplinario que requería más esfuerzo. Aquella tarde de 2016, se fue de cara contra el mar incontables veces, pero persistió. Terco, luego tuvo que cargar aquel inmenso aparato como si se tratase de un costal, desde la playa

A pesar de solo tener tres años compitiendo en Waveski, ha sido condecorado en el Campeonato Nacional con el primer puesto en la categoría Noveles, en 2016 y 2017, y en la categoría Senior en 2018. Además, se prepara para batirse a duelo con las olas en el Mundial que se disputará este año en el país.

Redondo hasta Makaha, recuerda con algo de gracia. En ese accidentado día inició su pasión por el waveski. Su relación con el mar es profunda. Hasta donde recuerda, este siempre le ha acompañado. Desde su infancia en las costas de la playa Embajadores, hasta sus paseos de camino al Club Terrazas de Miraflores, donde lo ve como si lo necesitase. Porque siempre ha sentido una conexión especial, casi mágica, con ese azul absoluto. No imagina su vida lejos de las olas. Incluso cuando practica sus otras pasiones, como el fútbol, lo hace en las playas, con su hermano y padre, el cual, según Guillermo, tiene una cita pendiente de subirse al kayak con él. Como el mar, Guillermo es tranquilo y reservado, pero también puede ser tempestivo y furioso. Al enfrentarse a las olas, las domina, y eso lo ha llevado a ganar tres campeonatos nacionales

consecutivos y un sudamericano en la categoría Shark Paddle. «Tenía aptitudes», comenta, recordando las palabras de Natham Eades, un galés residente en Perú y campeón en la categoría Open de 2016 y 2018, quién le vendería su primer kayak y al que enfrentaría sucesivamente en los campeonatos nacionales e incluso derrotaría. Guillermo ama en realidad toda la naturaleza. En los últimos años ha emprendido junto a su novia Sofía Bonaudi un proyecto de cultivos de cactus llamado ‘Ka Nalú’, que rescata la belleza de estas especies y las luce en peceras. No puede separarse de las mareas ni cuando piensa en negocios. Por ello, jamás se desligará de ellas. «Seguiré corriendo toda mi vida», dice. Las olas lo están esperando.


EL AS DEL JUEGO

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rancisco Deustua pudo haber corrido solo toda su vida. Mal no le iba. En 2003, a sus catorce años, llegó a ser campeón nacional de 100 metros planos. Así como hoy, era veloz y aguerrido. Pero, pese a que su gloria pudo haberla obtenido en solitario, él la encontraría junto a otros seis jugadores. Francisco deseaba un equipo con el cual gritar victorias, compañeros en los cuales apoyarse en la derrota. Buscaba una familia. El rugby se la daría. En ese juego desarrolló los valores de la unión y hermandad, términos que se oponen a la falaz idea de la rivalidad y agresividad que pesan sobre los deportes de contacto, y

Francisco Deustua [@franfu89] es un aguerrido deportista que este año busca ganar cupo para competir en los Panamericanos Lima 2019 junto a la Selección Nacional de Rugby.

que se extiende más allá de las canchas. «Aquí tienes inculcado el tercer tiempo, que es invitar al equipo rival a una ‘fiesta’ luego del enfrentamiento», señala con sonrisa en el rostro. A cambio de tener una familia dentro del rugby, Deustua, a sus 29 años, ha sacrificado muchos placeres. Esta disciplina, que le ha hecho representar al Perú, también le ha exigido posponer citas familiares o finalizar relaciones amorosas. Pero aun así entrena, se exige al máximo y se siente realizado. Consciente de lo afortunado que es al contar con el apoyo de su casa de estudios, la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, de la cual egresó en 2012 como comunicador, reconoce que el mayor desafío al

cual se enfrenta un deportista peruano es conseguir patrocinadores. «Uno tiene que saber marketearse», acota. E insta a todos los deportistas a hacer lo mismo. Deustua no piensa alejarse de las canchas. Para él, la vida es un túnel en el cual eventualmente se llega a la luz, al objetivo. Su próxima meta: la clasificación de la selección nacional a los Panamericanos. La ruta es complicada, por ello, diaria y religiosamente entrena a las seis de la mañana, trabaja a las ocho y vuelve a la cancha a las nueve de la noche. A Francisco lo mueve la gloria: es un vagón lleno de fuerza que empuja a ese tren llamado equipo, aquella familia que jamás lo dejará solo.


LA PAZ DEL ARTE

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aura Cuadros ha encontrado la paz en el óleo, pues es el tipo de pintura con la que expresa la armonía de todo lo que ve: los cielos limeños al atardecer, «que lucen siempre como un nuevo lienzo», la naturaleza resumida en las plantas y las personas con las que comparte su vida, como su cuñada Elsa, a la cual ha retratado durmiendo, o ella misma junto a su novio, echados en la cama con la ternura propia de dos enamorados. Es por ello que vive con tranquilidad, como si los colores pasteles de su obra decorasen su día a día. Su hogar, que conjuga plantas y pinturas, libros y adornos en estanterías, producen una calma absoluta, un silencio terapéutico que parece reflejarse en los cuadros que

La artista, exmodelo y diseñadora de modas, busca la armonía en sus pinturas usando el óleo como su canal de expresión.

pinta, «llenos de un mensaje positivo, de esperanza», acota la artista. Años atrás, su vida era distinta. «Yo era de ir mucho a eventos de moda. Sin embargo, fue cuando empecé a pintar que pude enfocarme más en mí. Me alejé de lo superficial», dice quien desde los 13 años deseó ser modista y que pasó casi 10 estudiando en reconocidas escuelas de diseño de moda en Perú y Argentina. Definitivamente, una mujer muy distinta a la que ha logrado firmar contratos con marcas como adidas, Absolute o Cumbres, que le dieron la oportunidad de dejar su huella artística en sus productos. Su vida pacífica la ha alejado del ruido de las fiestas y la ha colocado frente a los cuadros que hoy decoran sus paredes. Laura sabe que vive mejor.

«Incluso cuando trabajo, converso con las plantas», comenta entre risas. No estudió arte, pero su formación empírica le ha permitido lograr esos difuminados y matices que conforman su sello personal. Ella cree que todo es producto de la convicción. Laura Cuadros se reconoce como una eterna amante del conocimiento, y tanto de libros como de enseñanzas de otros artistas e incluso de la web, sigue aprendiendo. En ese devenir educativo, uno de sus próximos proyectos es crear una plataforma online donde dictará clases. Que otras personas se sensibilicen por el arte es un gran logro para ella. Mientras trabaja para conseguirlo, seguirá viviendo con la parsimonia y esperanza que caracterizan su obra.


LA VOZ QUE MADRUGA

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a monotonía y el aburrimiento son dos conceptos que Macla desconoce. Con su voz, los destruye. Se ha acostumbrado a hacer reír a miles con sus bromas. A las cinco de la mañana, cuando la ciudad todavía oscila entre los sueños y la vigilia, ella ya está pilas, dándolo todo en su programa “Levántate con Onda”, mientras está acompañada por los últimos éxitos de la música urbana y latina. Son tres horas de diversión, música y full buena onda. Con ella “se levantan” y trabajan cerca de 300.000 personas (como mínimo). “Los taxistas son los más fieles”, comenta. Así alude a quienes la escuchan mientras conducen por las principales arterias limeñas. En las cabinas de los automóviles, los parlantes de los buses e incontables audífonos sus palabras resuenan. “Es una gran responsabilidad”, refiere.En los últimos meses ha conocido lo que es tener seguidores saturando

Su carrera inició con un cover. Su actitud la ha llevado lejos. A punto de terminar la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima, la conductora radial acompaña las mañanas de cientos de miles de peruanos.

su bandeja de entrada y fieles fanáticos. Tener una llegada tan amplia y fuerte, a lo largo de la costa peruana, le ha hecho reflexionar sobre su papel dentro de los medios. Ahora Macla piensa más sus palabras. Lee mucho más que antes. Y aunque se trate de un programa juvenil, no por ello toma a la ligera su labor. En su espacio radial, los desamores y la política pueden convivir tranquilamente. Antes de esta entrevista, mientras chacoteaba con la gente, hablaba de las elecciones congresales, sobre el deber de votar. Así pues, su forma de llegar a las personas es amena y simple, pero tras esas bromas, hay mensajes más profundos. Porque, detrás de esa imagen vivaz y juguetona que conservamos de ella, existe una mujer sincera, fuerte y madura. Porque, cuando acaban los segundos de las stories y los irreverentes

TikToks, donde desata su faceta más extrovertida, existe una mujer consciente de los objetivos que ha logrado. Todo a base de su esfuerzo y su actitud positiva. Tal vez ese sea el motivo por el cual muchos le escriben y en ella han encontrado una confidente, una modelo a seguir. En marzo se gradúa de la universidad, lo cual supone otro gran paso en su vida. Sin embargo, ella ya ha consolidado un sentido de independencia. La radio le ha regalado sueños y ambiciones que, como sus ganas de hacer reír, parecen inacabables. Hoy luce tan lejano aquel tema que cantó cinco días antes de que la selección debute en un mundial de fútbol 36 años después: Estamos de Vuelta. Todo ha sido cuestión de talento y esfuerzo. La voz de Macla Villamonte nos acompañará por mucho tiempo más.


EL MUNDO PRIMERO

E

ra imposible no amar la naturaleza. Era impensable no ver Colombia de niño y sentir el corazón invadido por la armonía de sus paisajes. “Mi amor por la carrera comenzó por el simple hecho de nacer en Colombia, que, al igual que Perú, forma parte de los países megadiversos”, confiesa. En este hemisferio del mundo contamos con la suerte de poseer una variedad de climas, regiones y condiciones que nos hace una zona simplemente única. Por ello, es importante preservarla. En un mundo donde diversos agentes nocivos dañan el medio ambiente, se necesitan profesionales que no solo

Es director de la carrera de Ingeniería Ambiental y del Centro de Investigación y Tecnología del Agua (CITA) de la UTEC. A sus 39 años, con experiencia en países como Suiza y Estados Unidos, nos habla de las expectativas de su rama profesional en el país.

entiendan el mundo, sino que lo cambien. Patrick se da aliento. Ve en la Ingeniería Ambiental una carr“Si bien todas las ingenierías se encargan de mejorar las condiciones de vida del ser humano, la Ambiental es la única que se interesa por el resto de los organismos que viven alrededor de la humanidad” subraya. Así pues, comprender esta profesión es entendernos como parte de un todo llamado planeta Tierra. En la UTEC, universidad donde labora, lo saben bien. Patrick, de hecho, confirma que esta carrera es más fácil de estudiar si es que se tiene amor por el mundo. En consecuencia, trata de generar consciencia en las nuevas generaciones de profesionales que se

forman dentro de sus aulas. “En un par de décadas como máximo, el agua se convertirá en un tema de conflicto. No por su escasez, pero sí por su repartición”, vaticina Patrick. Por ello, su trabajo es importante no solo para el desarrollo de la universidad en la que labora, sino para todo el país. Ese es el motivo por el cual el CITA, que cuenta con 30 investigadores y una inversión que supera los 5 millones de soles, es necesario. Porque estudia el recurso natural con el cual el país ha sido bendecido. Porque confía en que los alumnos que allí se están formando pronto asegurarán un Perú lleno de cambios.


SOFÍA BARRIOS

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ran parte de la vida de Sofía ha transcurrido solo a un paseo de distancia del Océano Pacífico. Creció en Pimentel, una playa ubicada once kilómetros al suroeste de Chiclayo. En otras palabras, el cálido escenario de sus recuerdos más atesorados. Memorias en las cuales el silencio siempre fue algo ajeno, puesto que el rumor de las olas, las aves costeñas, el puerto y sus amigos musicalizaron esos días. Sofía recuerda esas páginas de su historia con nostalgia. Cuando el último timbre del colegio sonaba, el tiempo no existía. Todos salían rápidamente. Reinaba la alegría y bastaba que alguien dijera “vamos” para que luego los pies entraran en contacto con la

La estudiante de Administración habla de una vida llena de recuerdos y de nostalgia que la llevan de vuelta al Pimentel donde vivió gran parte de su vida. La madurez e independencia la definen. En esta nota nos confiesa sus inquietudes y ambiciones.

marea. Eran tiempos fáciles y simples, donde todo lo que deseaba lo obtenía al instante, confiesa. Aquellos años, sin embargo, hoy los observa tras el velo de la madurez. Sofía, como la mujer fuerte y decidida que es, nos habla de palabras más sólidas como independencia y responsabilidad, dos adjetivos presentes en ella desde la articulación de sus palabras y que se reflejan en la manera en cómo nos relata sus días. Y es que Lima le ha entregado ello, debido a que hace cinco años decidió dejar sus comodidades para estudiar Administración en la Universidad de Lima. “Aquí hay un montón de oportunidades”, confiesa la estudiante que hoy trabaja en una empre-

sa de publicidad. Ha aprendido que todo en la vida conlleva a un sacrificio. Pero siempre guarda a Pimentel en su corazón y en su mente. Cuando recuerda aquel pequeño paraíso norteño, su mirada cambia, se alegra. Por ello, en un futuro le gustaría obtener un trabajo relacionado con el medio ambiente. “Es una problemática que debemos tener en cuenta”, advierte. Cree firmemente que la responsabilidad la compartimos tanto los bañistas como las empresas. Es más, afirma que “si estas tienen la capacidad de ayudar, deberían hacerlo”. Madura, consciente, independiente. Sofía Barrios quiere devolverle al planeta lo que este le dio: una hermosa vida.


LA MARCA Y SU RUTA

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ctualmente, el mundo está saturado de marcas. Dentro de este voluminoso universo, el fin es ser auténtico, diferenciarse. Por ello, Claudia Ruiz, bachiller en marketing por la Universidad San Ignacio de Loyola y, desde siempre, cazadora de tendencias, emprendió ‘Vernácula’, una concept store que reúne lo que ella más ama: el Perú. El hecho de que la universidad le haya dado la oportunidad de cursar materias en inglés y poder relacionarse con terminología extranjera le brindó la capacidad de traer novedades del mundo modista al país. Ella no hubiese concebido ‘Vernácula’ sin los conocimientos que adquirió en dicha casa de estudios. «Mucho de lo que significa mi negocio selo debo a las estrategias de marketing y publicidad que he aplicado para la tienda», sentencia. Vernácula actualmente reúne más de 350 marcas hechas y producidas en el país. Encantada con ellas, reconoce el talento de los productores peruanos y la creatividad que estos tienen para producirlos. Claudia piensa en el emprendimiento, un sustantivo que ha estado sujeto a ella desde pequeña. «De niña le vendía cosas a mi papá», recuerda entre risas; pero ese sería el motor que en la universidad, en el curso de empresariado, la llevaría a tener la intención de inaugurar su propia marca. Para empezar un negocio, es cierto, se necesita mucho conocimiento, pero también requiere una pizca de valor. Hoy, gracias a su ganas de emprender, lo que inició como una tienda en Barranco, se extendió a San Isidro y el Jockey Plaza. Y pronto planea ir a provincia, al extranjero e ingresar al e-commerce. «La universidad te da el conocimiento para que tú puedas pelearla», acota finalmente.

‘Vernácula’ es la concept store que Claudia Ruiz inauguró con solo 23 años en 2014. Su objetivo: reconocer el talento peruano y exponerlo.


ESPACIO PERSONAL

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ue en las tardes libres de un verano en Canadá, a punto de terminar la universidad, que Camille Jackson decidió sumergirse en un mundo lleno de tonalidades acústicas. Sin una base teórica, con una guitarra sobre sus piernas, inició su carrera musical construyendo punteos y acordes que aprendió mirando videos de YouTube. “Cuando comencé escribía letras para mí. Eran bastante inmaduras, porque decían exactamente lo que sentía”, recuerda. Hoy, por el contrario, en sus líricas los personajes ficticios de novelas leídas se unen a sus experiencias y juntos esculpen imágenes y frases crípticas que, en lugar de narrar, sugieren. En Mateo e Ignacio Majluf encontró a los cómplices que se integrarían a su proyecto y lo solidificarían como una de las propuestas más interesantes dentro de la escena independiente peruana. Junto a ellos, su estilo musical exploró otras vertientes. “A todos nos gusta Chabuca Granda, King Krule, Radiohead, Björk. Buscamos usar la voz y la melodía de una forma más experimental”, confesa la cantautora. Lo que no ocupa un espacio es una artesanía, una labor en conjunto, un collage. “Fue nuestra primera exploración, donde buscamos experimentar y entender qué es lo que conlleva un LP en todos los sentidos”, afirma la cantautora. Y es que la experiencia musical la satisface, la completa. Camille Jackson no pertenece a los grandes escenarios ni a las multitudes fieras; su música se entiende en lo personal, en el aura de los bares y la bohemia. Así, paso a paso, consolida su rumbo.

La cantautora publicó este año su primer LP: ‘Lo que no ocupa un espacio’, donde realiza una introspección melancólica, a través de paisajes sonoros y un instrumentación que reta los estándares del folk.


DULCES SUEÑOS

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l nacimiento del primer hijo de Camila Soto fue como uno lo esperaría: un hermoso caos revestido de amor, llantos y amanecidas. Joaquín, su pequeño, sufría de reflujo, por lo que su sueño se veía interrumpido en las madrugadas. Ella, como toda madre primeriza, no sabía exactamente qué hacer. Incontables veces se desveló tratando de hacer que su hijo durmiese. Fue tanta su preocupación que empezó a investigar sobre el sueño, con el objetivo de aplicar técnicas que ayudaran a su hijo a dormir tranquilamente. Le era injusto e inhumano la idea de dejarlo llorar hasta que cerrara los ojos. Con el paso de los años, su conocimiento en materia de sueños incrementó. Lo que inició como una lectura la llevó a certificarse en Estados Unidos como Gentle Sleep Coach. Así pues, eventualmente, esa vocación hizo que crease ‘Búhos Dormilones’,la única agencia consultora de sueño infantil en el país, encargada de crear el ambiente necesario para que los pequeños [hasta los cinco años] duerman con tranquilidad y de corrido. «Los hijos te cambian la vida totalmente» señala, recordándose como la licenciada en Comunicaciones, que jamás se imaginó como agente del buen dormir. Hoy ayuda a niños en todo el mundo: en Perú, Estados Unidos e incluso Alemania. Puede ser a través de visitas, llamadas o vía Skype. «No puede ser que la maternidad sea para sufrir. Es para disfrutarla y tener bebés felices y mamás descansadas», cree ella. Y lo dice sin ojera alguna.

Certificada como asesora de sueño infantil, es la única Gentle Sleep Coach en el Perú y fundadora de ‘Búhos dormilones’, consultora que ayuda a bebés a ordenar sus horas de descanso.


TEXTURA DE VIDA

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ariana Baertl recopila en su mente la textura de todo lo que ve. Gracias a ello, sus telares, que se componen de fibras pintadas a mano y hechas sobre canvas, guardan el secreto de cada experiencia vivida, como sus veranos bajo el sol de Colán, mientras observaba la espuma del mar disolverse en la arena. Y, como ella afirma, busca expresar «el tipo de arte abstracto que se puede encontrar en la repetición de la naturaleza». El mar, precisamente, ha sido el tema central de su primera exposición, que actualmente se encuentra en Larcomar. En cada pieza, Baertl mantiene el movimiento y el fluir de este elemento, del cual siempre habla de forma risueña. Fiel a esa filosofía, todas sus piezas se componen únicamente de fibras naturales, como lo es la lana de alpaca, seda o lino. Lo fundamental que ella identifica es que son «hechas a mano y naturales». Esto fue lo que la alejó del mundo de la moda. Allí no sentía la libertad que los tejidos le dieron. «Todo era muy corporativo e industrial», señala. Actualmente, Mariana teje con mucha pasión y esfuerzo, aunque le tome días lograr una pieza. Incluso dictará talleres para compartir su amor por estas, y, si la oportunidad se da, llevará su quehacer a Nueva York, ciudad en la cual reside a la par de Lima. Mediante su arte, cumplirá un propósito más grande: atrapar la naturaleza en cada fibra.

Esta diseñadora dejó atrás el mundo de la moda y se aventuró a crear obras de arte a base de tejidos de fibra natural con su proyecto ‘Living Fibers’, expresando libremente su creatividad.


NACIMIENTO EMPRESARIAL

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oco antes de cumplir 18 años, Anika Weinstein afrontó una terrible noticia. Había regresado de un viaje a Israel con 12 kilos menos. No sabía muy bien por qué y los doctores de aquel país tampoco le dieron razón. La respuesta la tendría aquí y cambiaría su vida: era celíaca, condición que la hace alérgica al gluten. Vetó muchas de las comidas que amaba, pero donde otros hubieran anticipado el prospecto de una vida limitada, ella vio una oportunidad. Debía haber una forma de comer sano, sin gluten y delicioso. Por ello, tiempo después, luego de barajar algunas ideas, fundó ‘Pechu Free, Gluten Free’ [@pechufree_glutenfree], un blog dedicado a promover el consumo de comida sin gluten. Pronto la afición se convirtió en profesión y, el año pasado, Anika materializó aquella idea en una empresa. Empezó con ensaladas, pero en los postres encontraría su fuerte. Fue gracias a ellos que, en tan solo 10 meses, pasó de hacer envíos a consolidar alianzas con restaurantes como Freshii. Y hoy son tantos los pedidos que su familia ya ha iniciado la construcción de una cocina solo para ella, cuenta entre risas. Anika reconoce que su «estilo de vida ha cambiado». Sin embargo, no piensa solo en su negocio. Actualmente, estudia la carrera de Educación y Gestión del Aprendizaje en la UPC y lleva cursos de nutrición en la Atlantic Internacional University. Asimismo, planifica dictar talleres de desayunos saludables y abrir su propio local. «Es mi idea que nadie se quede con hambre», finaliza. Con sus postres, ¿cómo estarlo?

Ha creado una amalgama entre lo sano y lo delicioso. A sus 21 años trabaja para consolidar su propio negocio de postres sin gluten.


NACIMIENTO EMPRESARIAL

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ada año, Sandra De Ugarte honra la memoria de su hermano cuando le da la oportunidad a muchos niños de adentrarse en los ríos de Cusco sobre un kayak. Él fue un hombre que lo dio todo por ese deporte. Por lo cual, en 2015, poco después de que falleciese en las aguas del Nilahue en Chile, ella, juntos a unos amigos, fundaron ‘Juanito De Ugarte Memorial Scholarship’, una beca dedicada a la promoción del Kayakingen Perú. Así, Sandra empezó a «lidiar con el duelo y el luto». El trabajo con los niños le hizo recuperarse de la tristeza. A ellos, además de formarlos como kayakistas, les enseña cómo convivir con los ríos y respetar al medio ambiente. «Sus voces son más fuertes que la de los adultos», agrega ella, quien tiene fe en que estos divulguen lo aprendido, pues dedica varias horas a fomentar la conciencia del uso del plástico, el trabajo en equipo e incluso la práctica del yoga. Si bien el programa lleva operativo desde hace cuatro años, en 2017 cambió su enfoque. Antes se becaba solo a un niño para que en Canadá se formase como un kayakista profesional; ahora, el programa se desarrolla en Perú, e incluso alumnos y profesores extranjeros vienen a recorrer aguas nacionales. «En el río todos somos la misma persona», comenta Sandra, que, como parte de la experiencia, ha incentivado a que los becados les enseñen a los niños de las localidades aledañas a los ríos Pachachaca y Apurímac este deporte. La beca, sin embargo, tomará una pausa este 2019. En cuatro años, el programa de la ‘Juanito De Ugarte Memorial Scholarship’ ya ha recorrido ríos de la sierra sur del país. Ahora, en cambio, Sandra tiene en la mira el norte, precisamente el Marañón, por lo que dedicará este año a explorarlo, y en 2020 reabrirá el programa allí. «El río te hace entender sobre la vida, sobre los riesgos y los límites», reflexiona. «Te ayuda a enfrentar tus miedos, es un profesor».

‘Juanito De Ugarte Memorial Scholarship’ es la beca que ella fundó en 2015 para honrar la memoria de su hermano. Su objetivo: celebrar la vida de él mediante la formación de nuevos kayakistas en el país.


CONSTRUYENDO CONSCIENCIA

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a sido en el periodismo donde Augusto Townsend ha encontrado una de sus mayores pasiones. En su época de alumno de Derecho en la Pontifcia Universidad Católica del Perú (PUCP) fue parte de aquella primera generación de redactores que fundó Enfoque Derecho, un portal que se aproxima a la noticia desde una perspectiva legal. El resto vendría, en gran parte, por su pluma e inteligencia. Al hablar con él, se le percibe como una persona empática: una característica fundamental para ejercer el oficio. Todas las mañanas, Augusto ofrece una perspectiva plural de la noticia en su podcast “Comité de Lectura”. A través de Apple Podcast y SoundCloud, uno puede encontrar su voz. Pero en WhatsApp también ha hallado un público: allí lo escuchan más de 20.000 personas. “Si bien la objetividad es un ideal inalcanzable, queremos que haya un contenido donde intervengan diversas miradas”, afirma. En virtud de ello, su equipo está integrado por cuatro profesionales del medio: Diego Salazar, ex editor de Perú 21; Daniela Meneses, ex editora de Opinión de El Comercio; y Matheus Calderón, ex director de Política del portal Altavoz. Él es la voz que conjuga todas esas opiniones. “Quiero mostrar el lado más amable de la política. Nos hemos acostumbrado a pensarla como algo podrido, echado a perder, sin gente que siente interés por las necesidades de la ciudadanía”, reflexiona Entiende que su deber es generar una consciencia crítica en sus oyentes; comprende, además, que más allá del éxito profesional que ha saboreado en su trayectoria, hoy persigue un ideal donde el medio de comunicación no se entiende como una entidad que prioriza los intereses económicos sobre los principios éticos. Así es como materializa su filosofía.

En quince minutos, este periodista desarrolla un análisis donde condensa las noticias del día. “Comité de Lectura” es el podcast que fundó. Allí no sólo las examina todas las mañanas, sino que ensaya interpretaciones sobre la realidad del Perú.


CONFRONTAR LA REALIDAD

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l interés por enfrentar la realidad y la ficción llevó a Aisha Ascóniga a ser artista. Sus obras son una extensión de sus pensamientos. Muchas veces, en esa constante batalla por cuestionar los parámetros occidentales establecidos, Aisha ha retado al mundo, tomando como instrumento sus expresiones culturales. Ha recortado revistas donde las protagonistas son mujeres modelo y las ha llenado de realidad, revelando capas que demuestran el espejismo en el cual vive la sociedad; y otras veces ha dejado rostros sin miradas y restos de caras pululando en trozos de papel. Así, ella enfrenta a los parámetros de belleza moderna. «Mi trabajo habla de la época en que vivimos, del consumo y el individualismo, de cómo esto nos afecta y genera desórdenes psicológicos», comenta. Esta crítica de lo contemporáneo nace de su inquietud por comprender el tiempo y la realidad, influenciada por pensadores como Martin Heidegger o Sigmund Freud, célebres por retar a la sociedad occidental en su tiempo. La juventud de Aisha, de hecho, estuvo marcada por la crianza de un padre filósofo y esto se hizo notar a medida que crecía. «Mi proceso artístico comienza con el tema, luego vienen las lecturas. Es así que busco un concepto, un discurso», acota la artista que se graduó en 2014 de ‘Corriente Alterna’ y que ha llevado su arte a países como Argentina, Brasil, España y Japón. A pocas semanas de exponer ‘La Violencia de la Imagen’ en La Habana, Aisha toma una pausa en Lima. Su trabajo la está llevando por caminos inesperados: quiere cursar estudios en Antropología, Psicología o Filosofía. «Destruyo la belleza occidental, lo que me pertenece, lo que normalmente consumo». Así describe su obra.

Una artista plástica que encontró en el collage una herramienta para alzar la voz y criticar a la sociedad de consumo y al individualismo occidental. Ya prepara su próxima exposición en Cuba.


RUMBO MÁGICO

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n la falda del volcán Cayambe, en Ecuador, un adolescente Bruno Tarnecci trabajaba quitando espinas de incontables rosas para una plantación que las exportaba. Todos los días observaba el ciclo del sol: salía de su casa a las 4:30 de la mañana y regresaba a las 6 de la tarde. “Una experiencia bizarra y pesada”, recuerda. No era el trayecto de su vida. Siguió buscando. Y aquella inquietud por encontrarse lo impulsó a crear en el 2009 un acto contestatario: “El oficinista”. En él sorprendió al mundo transformándose en un hombre consumido por los horarios y encontraría en la fantasía la liberación. Así obtuvo el Gran Prix de la Federación Latinoamericana de Sociedades Mágicas (Flasoma), la confirmación de la esperanza de un niño de siete años que a los 16 hizo su primera presentación. La magia era la respuesta, el camino que lo alejó de la monotonía. Con el tiempo se presentó en diversos países del mundo: España, Italia y China, entre otros. En este último convivió con su mística y lo imponente de sus teatros y templos. Allí presentó “Ático”, un espectáculo donde objetos cotidianos cobran personalidad y evocan distintas facetas de la humanidad a través de la puesta en escena. “La magia es un ritual, un encuentro de lo real e irreal, de la vida y la muerte”, afirma el hombre que ha hecho de ella una metáfora de su existencia.

La cantautora publicó este año su primer LP: ‘Lo que no ocupa un espacio’, donde realiza una introspección melancólica, a través de paisajes sonoros y un instrumentación que reta los estándares del folk.


A PASOS AGIGANTADOS

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rimer salto. Arianna tiene tres años y, deslumbrada por los bailes de su hermana mayor, Maria Grazia, y su madre, Suzanne Neumann, empieza a dar sus primeros pasos en el ballet. Segundo salto. Solo dos años han pasado y la escuela de ballet de su madre, ‘Danzaira’, la ha impulsado a soñar en grande. Arianna se presenta en Argentina para el certamen ‘Danza América’. Olvida los pasos, pero continúa con gracia y desenfado. Tercer salto. A los ocho años, la mitad de su días, decide, luego de haber competido en diversos certámenes, que el ballet será el rumbo que tomará su vida. Hoy Arianna tiene 16 años, pero habla con madurez. Rotundamente, considera al ballet su más grande pasión y el más grande de sus sacrificios. Dedica cinco horas al día a sus entrenamientos. Lo vale. La posibilidad de ganar becas en reconocidas instituciones a lo largo del mundo, como en Mónaco, Berlín o Estados Unidos, la motivan, y el reconocimiento de profesores extranjeros la fortalecen. Ello mismo la impulsa a seguir soñando con llegar a formar parte de la prestigiosa compañía ‘American Ballet Theatre’ en un futuro. Pero también tiene otras inquietudes: el modelaje y la actuación. «Cuando estás en el escenario, te expresas con el cuerpo. Cuando modelas, también», señala. Arianna es una mujer dentro del cuerpo de una niña. Decidida, angelical, perseverante.

Ha logrado posicionarse como una de las más importantes bailarinas a nivel mundial en la categoría Junior, y solo tiene 16 años.


Todos los artĂ­culos presentados en este pdf fueron escritos por Leonardo CalderĂłn Casiano. leo.calderon1996@gmail.com


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