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A24. EL COMERCIO
JUEVES 5 DE JUNIO DEL 2014
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PEDRO CANELO
POSDATA NANCY CHAPPELL
Ronny Isla Isuiza Periodista
Tengo 35 años. Estudié en el colegio Santa Matilde de San Luis. Entré a El Comercio como practicante en el 2001, diez días antes de los atentados del 11 de setiembre. Luego regresé en el 2002 cubriendo temas de ciencia y tecnología para la edición digital y ahora trabajo como community manager. Soy profesor del curso Internet y Nuevos Medios Periodísticos en ISIL.¿Mi mayor virtud? Siempre estoy dado a escuchar. ¿Mi peor defecto? Me gusta hacer todo muy rápido. Pueden leer mi libro “Redes sociales y periodismo: casos iberoamericanos” de forma gratuita en: http://goo. gl/4h6iyr.
VAMOS TODAVÍA: PERÚ AL MUNDIAL “Han pasado 28 años y la fantasía se ha cumplido. Logré meterme a la pantalla. Me voy al Mundial. Mi primer Mundial”.
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“No es importante cuántos te siguen sino quiénes te siguen” JUAN AURELIO ARÉVALO
El periodista de El Comercio, Ronny Isla acaba de presentar un libro online sobre el uso de Twitter en coberturas periodísticas internacionales. En sus páginas analiza el giro de orientación que dio esta herramienta hacia el enfoque informativo.
E
n agosto del 2007 Ronny propuso que El Comercio tuviera una cuenta en Twitter. “¿Y para qué sirve eso?”, le preguntaron. Dos días después ocurrió el terremoto de Pisco y el primer tuit sobre el sismo llegó recién luego de tres horas. —Haz eso ahora y chau... [Risas] Imposible...En el último año hemos duplicado lo que hemos hecho en Twitter en los últimos seis años en El Comercio. En parte porque Twitter ha estado más expuesto en los medios de comunicación. —En la introducción de tu libro reflexionas sobre cómo Twitter cambió del “¿Qué estás haciendo?” a “¿Qué está pasando?”... Pasó por varias etapas. ¿Qué era al principio? Una herramienta fácil de usar. ¿Cuál era su característica? La inmediatez. Al inicio se compartían cosas irrelevantes, pero dio un giro cuando los medios le dieron una utilidad aprovechando esa inmediatez y terminó convirtiéndose en una red de información en tiempo real. —Y eso volvió el proceso informati-
vo cada vez más complejo...
Sí. Por ejemplo, a fines del año pasado hubo un incendio en La Victoria. Recibimos una barbaridad de fotos. Nosotros teníamos reporteros allá y además veíamos las imágenes en vivo de la televisión. ¿Pero de qué manera podíamos canalizar esas fotos y hacer que fueran algo más que menciones en Twitter? Nos dimos cuenta de que las imágenes venían de Santa Anita, Cieneguilla, San Juan de Lurigancho. De toda Lima, así que usamos un mapa, y mostramos de dónde veían el incendio. De esa manera involucramos a los usuarios. —Pero me refería a la abundancia de voces en Twitter... A ese ‘inconveniente’ se refería la Fundéu BBVA en el libro “Escribir en Internet: Guía para los medios y las redes sociales”. Es como si un director técnico tuviera cuatro delanteros. ¿Qué haces? Decides para qué los quieres usar. Ayer nos llegó un tuit a varios medios sobre una explosión en el Ubinas. Hicimos una llamada para confirmar la noticia. Buscamos nuestras fuentes. Y terminó siendo un ‘fake’. Pese a la inmediatez con la que trabajamos, siempre es mejor hacer las cosas bien que hacerlas rápido. —En tu libro aparecen entrevistas con personajes conocidos como Patricia Janiot y Luis Carlos Vélez de CNN. ¿Qué reflexión te marcó? Hay dos. Sal Emergui es un periodista español que trabaja en Medio Oriente y el ex secretario general
de la OTAN Javier Solana utilizó su cuenta de Twitter para dar a conocer que Ariel Sharon, que tenía 6 años en coma, había muerto. Pero Emergui estaba ahí. Una de sus fuentes era la nuera de Sharon que lo iba a ver siempre. No podía ser que estando ahí no se hubiera enterado. Fue al hospital. Contrastó. Dos fuentes le dijeron que no y desmintió a Solana. Hizo lo que nos enseñan a nosotros en las escuelas de periodismo. —¿El uso de Twitter nos obliga a volver a lo básico? Definitivamente. La lección que nos deja a los periodistas es que siempre
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El gran logro del periodismo con Twitter ha sido haber adoptado esta herramienta y adaptarla a la forma como cubrimos la información”.
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Hace poco me dijeron que es probable que en esta Copa del Mundo haya mucha más gente hablando del Mundial por Twitter que viéndolo por TV”.
debe haber tiempo para reconfirmar la historia y cruzar las fuentes. La otra cobertura que me marcó fue la de los mineros en Chile. Había una estrategia de cobertura que giraba alrededor del minuto a minuto, pero estaba alimentada con las noticias que venían de fuentes de primera mano y con una reportera que estaba encima del túnel de rescate. El gran desafío que aún tenemos es involucrar a Twitter de una manera organizada. —¿Cuál ha sido el mayor logro del periodismo en este tiempo? Haber adoptado la herramienta y adaptarla a la forma como cubrimos la información. —¿No sientes que los medios están en una carrera por conseguir seguidores sin saber para qué? Hay algo de eso. Todos buscan llegar a la mayor cantidad de personas. Pero tú puedes mandar un tuit y lo pueden ver mil personas, pero solo 80 le dan clic. A 920 no les sirvió. Por eso no es importante cuántos te siguen, sino quiénes te siguen. —¿Cuál es la pregunta que ronda en tu mente sobre el futuro? Diez años en tecnología es un siglo. Creo que estamos cerca de una revolución aun mayor. El uso que se dé a Twitter en este Mundial será radical. Tengo mucha curiosidad por ver cómo se va a utilizar. Hace poco me dijeron en un taller que es probable que en esta Copa haya mucha más gente hablando del Mundial en Twitter que viéndolo por televisión. Puede ser una exageración. Van a aparecer más herramientas que van a tener tanta relevancia como Facebook y Twitter. En el 2006, You Tube era una novedad. Ahora ves videos de You Tube en cada portal web. En el 2006 pocos conocían los blogs. Ahora son de uso común. Google también fue una novedad y ahora es cotidiano e indispensable. En Internet todo llega para quedarse si es que es útil.
ay niños que aprendieron a leer con un libro “Coquito” o con uno de los cuentos clásicos. Yo aprendí a leer con los Mundiales de Fútbol de “El Gráfico” con El Comercio. Una colección publicada en 1986 y que mi hermano mayor juntaba en casa. No sabía quién era Pinocho o Geppetto pero sí aprendí muy temprano que existió una Naranja Mecánica en 1974 y que lo de Hungría en 1954 fue una revolución futbolística. Cada vez que llegaba una visita a casa me tomaban examen de conocimientos futbolísticos. Me convertí en “el niño de los mundiales”. El mismo niño que ese año 86 se había leído la historia de cada Copa y que estaba sentado en primera fila mirando cómo Maradona derrumbaba el orgullo inglés con un derroche de gambetas. El mismo niño que quería entrar al estadio Azteca para recibir un pase del Diego. Han pasado 28 años y la fantasía se ha cumplido. Logré meterme a la pantalla. Me voy al Mundial. Mi primer Mundial. Perú sí estará en el Mundial Brasil 2014. No estarán sus jugadores deprimidos y alicaídos, sino los otros actores de esta función futbolística. Los hinchas que compraron sus pasajes desde hace varios meses y los periodistas que cubrirán el evento que habían esperado toda su vida. Claudio Pizarro, Jefferson Farfán y Paolo Guerrero se quedaron sin otra Copa del Mundo, pero el diario El Comercio dirá presente en Brasil 2014. Hemos preparado productos en todas nuestras plataformas. Tanto en papel como en web estaremos cubriendo los 64 partidos del Mundial Brasil 2014. Hace seis meses me dieron la noticia y la guardamos bajo siete llaves. Desde allí comenzó la preparación: clases de portugués, gimnasio seis días a la semana y una mirada obsesiva a cómo juegan equipos como Irán, Bosnia o Argelia. Ha terminado todo ese largo proceso y ahora solo queda guardar los últimos trapos en la maleta. “Vamos todavía”. Para motivarme no necesito frases de Paulo Coelho ni mucho menos las pastillas de Ricardo Belmont. Solo recuerdo aquellos años en los que más confundido estaba. Todos pasan por un momento de “y ahora qué voy a hacer”. Me pasó en el 2003. Desanimado y sin ilusiones pude ver en pantalla gigante el partido entre Cienciano y River Plate por la Copa Sudamericana. Ganaron los cusqueños y en la última escena aparece el capitán rojo, Carlos Lugo, levantando la Copa y gritando “¡Vamos todavía!”. Para perseguir los sueños a veces hay que seguir la moraleja del “sí se puede”. Mamá, papá, sí se pudo: me voy al Mundial. No seré Diego Armando Maradona, mucho menos Lionel Messi, pero tendré una Copa del Mundo para cumplir el sueño del pibe.