Agonías

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1. Atardecer bajo el follaje

Mi casa enredada entre el follaje al arbitrio del canto de los p谩jaros Mi patio enrevesado de ra铆ces al azar de las nubes que pasan.

Mi tarde es contemplaci贸n y languidez un silencio de hojas entre piedras acalladas, una rara progresi贸n entre el enmudecerse de la luz y el acrecentarse la tristeza.


2. Pertrechos de la huida

Pertrechos de la huida: mis huellas borradas mis pies sangrantes Bártulos para la derrota: estos papeles rotos una colección de relojes detenidos.

Mi vida es mensurable en la distancia del exilio Mi soledad se cuantifica en volumen de silencio.

Más salado y descarnado que en los inicios del tiempo Más irreal y desafecto que en un sueño desahuciado Como si mi piel se cayera a pedazos y mi senda no fuera otra que el exilio Como si mi aliento no fuera un hálito oportuno sino la exhalación profunda de un pecho derrotado…


De este lado del espejo Soy un montón de cenizas frías.

Del otro lado del sueño, Un camino que corre hacia el vacío.


3. Soledad como cielo nubecido

Redescubrir la soledad recrearla a partir de tu ausencia aclimatarla a estas cuatro paredes silenciadas redefinirla a partir de este dolor

Mi soledad iluminada por la lluvia tachonando el laberinto de señales inaudibles de pasos radiados a partir de un punto ciego en el que toda búsqueda termina con la sangre

Soledad como cielo nubecido que no refleja nada más que su propio ceño ensimismado Como mar atormentado que no devuelve nada más que su propia espuma ensangrentada…


Un silencio hecho de dimensiones ultrahumanas Una soledad que transcurre en un tiempo inmensurable Cuatro paredes blancas mรกs allรก de toda duda Un dolor infranqueable que no cabe en los espejos


4. Noche que condena

La noche me augura sueños me ofrece veladas visiones que el día se encarga de empañar La noche me consume y regurgita me naufraga y me abandona a orillas de este mar.

Una clepsidra vacía en medio de la noche Como si a veces también el tiempo tuviera que tomarse unos segundos.

Una noche fría que reduce los límites del mundo un pájaro agorero que esconde la cabeza en el plumaje una luna raquítica cegada por las nubes un predador ansioso que se detiene por instinto.


Noche concentrada hospedada tras los huesos Crepitar de estrellas en melodĂ­as tan sutiles Como los pasos desnudos de una mujer amada

La noche establece condiciones que no siempre nos resultan favorables dicta leyes que sabe vamos a infringir e impone plazos a los que no damos cumplimiento. Y sin embargo, es ella la que termina por embaucarnos, es siempre ella quien se queda con toda la ganancia.


La oscuridad trasiega con mi sangre El dolor comercia con mi llanto La rabia amarga mi saliva La vida desperdiga mi sudor

Atribuir al insomnio las raĂ­ces de un vĂŠrtigo distante de un paso devastado de un gritar enfebrecido. Decir de la noche que es cristales astillados voces que se agitan sombras que se alargan y se alejan


Con mis muertos y mis olvidados es posible construir una ciudad Una ciudad silente Una ciudad velada Una ciudad de ventanas vacías que dan a calles desoladas.

Retroceder en el tiempo hasta la raíz de mis uñas Al sueño primordial que antecede a la noche La incertidumbre original que germina en herida el instante yeminal previo al dolor


5. Agonías.

Encontrarme vivo me aterroriza más que mi cadáver somos menos peligrosos muertos que dormidos.

Transido de angustia desgarrante dejé sangrar la tinta en precaria libertad y en un arabesco de rabia purpurante encontré la transcripción de mi propia soledad.

Mi vida parece ser todas las cosas que perdí; mis sueños, Todo aquello que no pude alcanzar.

Absurda condición la de estar vivo: encarcelado al dolor, liberado a la esperanza.


Me pregunto qué enseñanza me queda tras esta multitud de errores cometidos, qué aprendizaje he completado tras tantos años de ver televisión.

El tiempo parece transcurrir para los ojos pero no para las miradas deshace las ventanas pero no el horizonte que las cubre

El abismo tira de mí hacia el vacío pero esta costumbre de estar vivo me repliega hacia la orilla este hábito de derrota me devuelve hasta la herida


Quisiera pasar mi vida como una roca que el viento vuelve a la arena sin jamás haberse hecho una pregunta Como llama que el agua sofoca hasta el silencio sin jamás indagar un por qué Qué puede cuestionar la piedra que es el fuego que se consume a sí mismo si ambos se saben existentes si ninguno le teme a su final.

Las uñas largas la barba de varios días como si por un tiempo se me hubiera olvidado que estoy vivo El corazón empañado las ilusiones desfallecidas como si por una noche se me hubiera olvidado soñar cuando dormido.


Tengo la torpeza de un niño o un cachorro pero la mala conciencia de un hombre adulto la sed de sangre de un predador anochecido

Encadenado a un inexorable sentimiento de culpa Sin poder escapar pues soy mi único captor Sin redención posible porque soy mi juez y mi verdugo. La realidad es un padecimiento de mi imaginación el delirium tremens de mis sueños la memoria residual del fantasma que me habita

Me limito a permanecer vivo entre escombros de mí mismo A sobrevivirme entre desechos industriales Y dejar constancia del dolor en papeles reciclados


Es la mía una identidad devastada como mirarse en un espejo roto un sueño que se borra en un despertar indescifrado…

El espanto del porvenir se vacía en la carne de mi cara y teje una máscara mortuoria inaudita anonadada una máscara sin ojos en un túmulo adormecido un alma desgajada entre huesos carcomidos un antifaz de carne abierto en los costados


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