RICARDO VALDERRAMA (1945-2020)

Page 1

RICARDO VALDERRAMA FERNÁNDEZ 1945-2020



RICARDO VALDERRAMA 1945-2020



RICARDO VALDERRAMA FERNANDEZ 50 AÑOS DE ANTROPÓLOGO Carmen Escalante Gutierrez Pontificia Universidad Católica del Perú

Ricardo Valderrama en Escocia. Congreso en 1993.

Antropólogo con trabajo de campo de larga duración en muchas comunidades campesinas, tanto de quebradas, sembradores de maíz; como de puna, sembradores de papa; y de cordillera, en donde los seres humanos sólo realizan pastoreo. Podemos decir que, con sólo 22 años de edad, empieza a trazar sus proyectos de investigación, yéndose como profesor contratado al colegio Encino del Val de Tambobamba (1967), pueblo en el cual averigua sobre el abigeato que, practican comuneros de comunidades campesinas del distrito de Tambobamba, y decide investigar sobre este tema; en cuanto tenga el tiempo y los recursos suficientes para ello. En 1969 fue profesor en el colegio de Educación Secundaria de Iberia, ambiente que lo acerca a la problemática de las comunidades indígenas de la Amazonía Perú Brasileña y Boliviana. A inicios de junio de 1970 y, estando en Lima, vio que solicitaban voluntarios para ir a Ancash, a apoyar a las víctimas del terremoto y aluvión que azotó esa zona. Él se inscribió, su labor fue muy importante, traduciendo a los pobladores quechua hablantes al castellano, que hablaba el personal médico, sobre todo los médicos cubanos que no entendían el quechua. Los 20 años continuos de trabajo de campo, que contaba Ricardo; era a partir de 1970; por la expedición a los Kogapakori, hasta el año 1990, en que ingresa como docente nombrado a la Escuela Profesional de Antropología, en la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco (UNSAAC). Este año 2020, celebramos sus 50 años de antropólogo. Muy trabajador, toda su vida levantándose desde un poco antes de las seis de la mañana a las seis ya estaba listo para salir al trabajo a sus actividades, no podía estar sin trabajar, sin transformar, sin hacer algo a favor de mejorar la vida. Tenía un gran sentido de justicia y tenía mucha empatía con las personas humildes Y una amabilidad que podía hacer amistad rápidamente con un campesino, como con un pastor, con un obrero o con un cargador como en el caso de Gregorio Condori.




RICARDO VALDERRAMA

Luis Miguel Glave Universidad Pablo de Olavide Ha fallecido en Cusco su alcalde Ricardo Valderrama. Cuando asumió el cargo me alegré y deseaba que tuviera fuerza para afrontar un reto muy grande para alguien tan comprometido con su tierra. Él era como su tierra. No puedo evocar tantos recuerdos como tengo de lo que vivimos juntos. Sólo quiero decir que lo quise mucho y entrañablemente. No sería yo sin esas vivencias que compartimos. Esto es como si me arrancaran el corazón. No podía intuir que lo que venía era esto. Disfruté viendo los vídeos en los que aparecía como padre bondadoso hablando en quechua para pedir como autoridad que sus paisanos se cuidaran. Lo estaba haciendo muy bien. Asistía a actos protocolares cuando se inició la pandemia y en eso quiso el destino que se contagiara. No valieron los rezos que muchos elevaron por su salud, ni la fuerza del pisonay, ni el poder de los apus. No ha valido nada frente a esta desgracia que vivimos. Tampoco valdrá que maldiga, aunque quisiera hacerlo. Prefiero guardar la dedicatoria que me dejó en su libro cuando nos vimos en Sevilla el 2016, cuando Carmen vino a sustentar en quechua su tesis doctoral: Tukuy sunquwam qampaq Luis Miguel Hug Qusqu runamanta [Con todo mi corazón para ti Luis Miguel un hombre del Cusco]. Y unas imágenes de cuando nos encontramos los viejos colegas de los setenta en Lima el 2014 a doscientos años de la revolución del Cusco. Me preocupa Carmen, tiene que estar destrozada, lo amaba tanto y ella estará muy frágil. Este tiempo de peste y fin de ciclo no puede dejar de cambiar las cosas. Espero que los cusqueños tengan este sacrificio presente para pensar su futuro. Te quiero mucho Ricardo, siempre me reí y disfruté contigo y ahora lloro. Doctor Honoris Causa en la UNSSAC, a Mario Vargas Llosa, el 2002.



Me ha dado mucha pena saber el fallecimiento de Ricardo Valderrama. Lo recuerdo muy bien y, sobre todo, siempre le estaré muy reconocido por la ayuda que nos prestó cuando la experiencia de Uchuraccay. Me apena mucho saber que ha fallecido y por lo que me cuentas tengo la impresión de que ha habido un elemento trágico en su fallecimiento. Mucho te agradecería que transmitas mi pesar a todos sus familiares. —Mario Vargas Llosa Premio Nobel de literatura


RICARDO VALDERRAMA: UN BUEN AMIGO, UNA GRAN PERSONA Y UN EXTRAORDINARIO ETNÓGRAFO Marco Curatola Petrocchi Pontificia Universidad Católica del Perú Me faltan palabras para expresar el profundo pesar por el fallecimiento de Ricardo, el Doctor (en Antropología por el Programa de Estudios Andinos, de la PUCP) Ricardo Valderrama: un buen amigo, una gran persona y un extraordinario etnógrafo, al que, con su esposa, compañera de la vida y alter-ego/wawqi, Carmen Escalante, debemos unos fundamentales documentos antropológicos destinados a durar en el tiempo. Las investigaciones de campo de Ricardo resultaron tan exitosas y profundas por sus altas capacidades intelectuales, su agudo sentido de observación y sus hondos conocimientos de la cultura andina, así como por sus innatas dotes de amabilidad y actitud respetuosa hacia los demás, virtudes que evidentemente facilitaban su acercamiento a los individuos y grupos objeto de sus estudios. Y su gentileza y grandeza de ánimo las percibí con absoluta claridad cuando en el 2015 fuimos con los miembros del seminario Interdiciplinar de Písac a visitar el santuario de Huanacauri. Él estuvo todo el tiempo acompañando y ayudando con infinito cariño y paciencia a Tom Zuidema, quien por la edad tenía cierta dificultad para ascender ese alto cerro. La misma preocupación que mostró cuando, el año siguiente, visitamos Pacarictambo, en compañía de Nathan Wachtel. Aunque Nathan no necesitaba ayuda, Ricardo prudencialmente, sin decir nada, no se movió de su costado. Un hombre realmente bueno. Sí, luego de esta pandemia nada será como antes, y seguramente el Cuzco, sin Ricardo, no será para mí nunca más el de antes.”


Caricatura de Cesar Aguilar PeĂąa, mĂĄs conocido como Chillico.


RICARDO VALDERRAMA FERNÁNDEZ

Jan Szeminski Universidad Hebrea de Jerusalén El 30 de agosto 2020 murió el alcalde del Cuzco, Ricardo Valderrama Fernández. La despedida, muy conmovedora, que le organizó la alcaldía cuzqueña fue una despedida de un alcalde e inqa, en compañía de los pututu kamayuqkuna-pututeros, y no solamente de representantes de todos los ramos de la administración provinciana. Sin embargo, la muerte de Ricardo, mi amigo, es antes de todo perdida de un gran antropólogo y de un gran escritor. La fase política de su vida fue para él muy importante, porque le permitía hacer algo para la gente que llamaba wayqiy – hermanos, los necesitados, y para la cultura tradicional del Cuzco, con su lengua y costumbres. Ricardo Valderrama Fernández, un inqa de San Jerónimo - antropólogo, estudiante antoniano y profesor antoniano, casi todas sus investigaciones, convertidos en artículos y libros, hizo junto con Carmen Escalante Gutiérrez, su quya. Su muerte le quita a la pareja de investigadores la mitad de su capacidad creativa. Esta muy andina complementariedad qhari-warmi aparece muy claramente en su libro más famoso que convirtió a Ricardo en mayor prosaico quechua del siglo XX y comienzos de XXI: “Gregorio Condori Mamani. Autobiografía”, un libro que incluye también la autobiografía de Asunta Quispe Huamán, la esposa de Gregorio Condori Mamani. La pareja de antropólogos entrevistó a sus vecinos y amigos del barrio cuzqueño de Coripata, él un cargador en el mercado, y ella una cocinera, ambos monolingües quechuas, analfabetos. El resultado fue un libro dictado en quechua, escrito en quechua, leído a los entrevistados quienes dictaron sus correcciones. Una vez establecido el texto quechua, Ricardo y Carmen tradujeron el texto al castellano andino, tal como lo hablan los cuzqueños. El libro fue publicado en una edición bilingüe en 1977, y bastante rápido ganó fama entre todos los interesados en cultura andina. Hoy circula en traducciones a mayores lenguas europeas. Sus reediciones cuzqueñas cambiaron su título y sus autores. Hoy se llama “Gregorio Condori Mamani. Asunta Quispe Huamán. Autobiografía. Noqaykuq kawsayniyku” seguido por “Ricardo Valderrama Fernández y Carmen Escalante Gutiérrez”.


Con Jan Szeminski en el local de la PUCP en Pisac. Julio de 2017.


La muerte de Ricardo, fuera del dolor, despierta entre los amigos profesionales preguntas muchas e importantes: ¿En qué temas trabajaba y no los logró acabar en forma de publicación?, ¿Qué datos recogió que se pueden publicar? ¿Quién se ocupará de su herencia, es decir de sus apuntes, textos comenzados o por acabar? —Jan Szeminski Universidad Hebrea de Jerusalén


RICARDO VALDERRAMA FERNÁNDEZ (1945-2020)

Rodrigo Montoya Universidad Nacional Mayor de San Marcos Ahora que RVF acaba de partir, sería muy difícil escribir únicamente sobre él, porque su vida y su trabajo de antropólogo están estrechamente ligados a Carmen Escalante Gutiérrez, CEG, antropóloga, su esposa, amiga y colega. Cusqueños ambos, formados en la Universidad Nacional San Antonio Abad fueron la gran pareja de etnógrafos andinos desde aquella brillante biografía de Gregorio Condori Mamani, el humilde cargador indígena quechua cusqueño, publicada por el Centro Bartolomé de Las Casas en1977, libro convertido en un clásico con muchas ediciones y traducciones. Herederos ambos de los incas -de Túpac Yupanqui, él, y de Yawar Huaqaq, ella, según sus árboles genealógicos especialmente reunidos y conservados- se sintieron orgullosos de ese privilegio y de sentirse cusqueños. Con un cabal dominio del quechua y su vocación por el trabajo de campo, sumaron sus facultades y sueños para aproximarse al mundo andino a través de las puertas masculina y femenina, al mismo tiempo. Hasta donde sé, es el primer caso peruano de una originalidad como esta. Gregorio y Asunta abrieron sus corazones a RVF y CEG, luego de haber sido amigos después de haberse conocido en un puesto pequeño de comida en el mercado grande de Cusco. Sin el quechua y la complicidad varon-varón, mujer-mujer, no habría sido posible alcanzar la profundidad de esa biografía El 7 de abril de 2019, escribí tres artículos sobre el conflicto minero en Las Bambas, publicados en el portal La Mula y que están también en mi Facebook. En el tercero, Campanas de acuerdo, ¿antes de tiempo?, presenté a mis lectoras y lectores un libro de RVF y CEG, como una lectura de primer orden para entender el conflicto minero de las Bambas: “Pastar el ganado en esas alturas, donde la temperatura en invierno baja a menos 10 grados es seguramente uno de los oficios más duros. Un hombre pastor tiene una esposa, una familia [nuclear]pequeña y otra más grande, un caballo, un poncho rojo, una mandolina o un charango como si estuvieran atados a su cuerpo. Me detengo en este punto para recomendar a quienes leen estas crónicas que busquen un libro precioso: Ñuqanchik runakuna-


Nosotros los humanos, edición bilingüe (Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas, Cusco, 1992), de los antropólogos cusqueños Carmen Escalante y Ricardo Valderrama, una excepcional pareja de etnógrafos que entre 1971 y 1976, fueron maestros primarios en escuelas unidocentes en las comunidades de Apumarka, Awkimarca, muy cerca de Challhuahuacho y Fuerabamba, todas pertenecientes a la provincia de Cotabambas cuya capital es Tambobamba. El libro presenta la vida cotidiana de dos criadores de ganado [Victoriano y Lusiku] ambos abigeos, hace 50 años, sus familias nucleares y extendidas, en sus comunidades en permanente conflicto y al mismo tiempo solidaridad con los mistis de Tambobamba, capital de la provincia, así como de Chuquibambilla, capital de la provincia de Grau. Los lazos de solidaridad comunal son fuertes tanto como el conflicto entre individuos y familias por el cotidiano robo de ganado. Cuando esos conflictos no se resolvían entre ellos y ellas, era inevitable apelar a la protección de los terratenientes mistis quienes en las capitales de provincias tenían el poder suficiente para que los guardias civiles, fiscales y jueces apresen, encarcelen y liberen a inocentes y culpables a cambio de uno o más caballos u ovejas. Esta ha sido una de las formas de violencia estructural que forma parte del pasado y también, parcialmente del presente. Fiscales, jueces, policías, terratenientes-mistis, unos pocos abogados y muchos tinterillos, encarnaban el Estado. Los quechuas no fueron representados ni servidos por el Estado. El discurso democrático del país oficial estaba muy lejos, y cuando aparece ahora en el horizonte, es tan frágil que no tiene consistencia alguna. La música, el canto, las danzas, los mitos y leyendas son responsables de la alegría de esos pueblos, particularmente el carnaval como aquel que conmovió y cautivó a José María Arguedas: “cuentan que el río de Tambobamba/ se ha llevado a un tambobambino charanguero/ solo flotan en el agua, su poncho, su birrete, su charango…”. Una historia tan triste como esa fue contada y cantada con el ritmo rápido de un carnaval y no con otro triste como el de un harawi-yaraví, del mismo modo que se baila un tango de versos igualmente tristes. Hay ahora carreteras, escuelas y colegios, mercados; luz eléctrica, llega la radio todos los días, también parte de la TV pública. Con los celulares se ha producido un aluvión de cambios, lo mismo que con la oferta de la empresa minera de cambiar por algo de dinero la tierra de la antigua comunidad y las tierras de pastos por otras. Empresarios chinos y agentes del Estado, en nombre del crecimiento que el Perú necesitaría, disponen


de sus bienes y vidas. Si los considerasen como ciudadanos plenos no lo harían; si fueran ellos los obligados a dejar sus tierras y mudarse con todo a otros lugares, apelarían a todos sus derechos para impedirlo. El paisaje sigue siendo el mismo de siempre, hermoso y tremendamente duro. Después del libro sobre Cotabambas, la pareja hizo otro trabajo de campo en las tierras altas del Valle del Colca, a partir del cual escribieron varios textos para presentar los mitos, la fiesta del agua en el Colca, y el libro La Doncella Sacrificada: Mitos del Valle del Colca (Instituto Francés de Estudios Andinos, IFEA, Universidad Nacional San Agustín, Arequipa, 1997), en el que exploran los mitos de esa región y vuelven los ojos sobre la aparición de momias de jóvenes sacrificadas, como aquella a quien se llamó “Juanita”, hasta entonces cubiertas por la nieve que parecía perpetua, hasta que al derretirse por el llamado calentamiento global, quedaron expuestas ante la luz del mundo. En las tierras altas de Argentina hay muchos casos como ese. Un artículo de RVF sobre los mitos andinos llamó la atención sobre la importancia del Apu nevado Qoropuna para los espíritus que luego de la muerte inician el lento ascenso en busca del reposo final en las faldas de ese Apu, considerado como la fuente misma de la vida. En la provincia de Lucanas -Ayacucho- Arguedas conocía muy bien de ese viaje mítico ritual para construir un muro aparentemente interminable. En marzo de 2017, CEG leyó en quechua la presentación de su tesis doctoral escrita en quechua y castellano Rugido alzado en armas. Los descendientes de incas y la independencia del Perú, en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla-España. Se trata de un aporte que merece una atención especial. Fue una sorpresa la entrada de RVF en la vida política de su distrito como consejero municipal de San Gerónimo entre 2007 y 2010, elegido en una lista del partido Somos Perú y, como teniente alcalde de la provincia de Cusco, 2018-2021, elegido por el Movimiento Regional Tawantinsuyo. Alrededor de un año después, asumió el cargo de alcalde provincial del Cusco en reemplazo del alcalde Víctor Boluarte, obligado a abandonar el cargo por una sentencia judicial. Al final del camino, la muerte de RVF llegó con el coronavirus. Como alcalde salió a su encuentro, a los 75 años, para tratar de evitar un daño mayor en su ciudad, su región y el país. Felizmente, el virus no pudo con Carmen, ella tuvo fuerzas para decirle no, con la ayuda del equipo médico que la cuidó y para estar en el último adiós al amor de su vida. Tiene ella mucho que ofrecernos aún. Sabrá reponerse del dolor que siente ahora.

Ricardo Valderrama y Carmen Escalante, en el Valle sagrado, el 2015.



RICARDO VALDERRAMA: MORIR ES PROSEGUIR

Odi Gonzales Universidad de Nueva York Dicen que cuando el poeta, profesor y hacendado Andrés Alencastre o Kilku Warak’a se hartaba de los charlatanes y expertos que bullían en los foros académicos, congresos de Americanistas, o en el café Ayllu de Cusco, extraía su navaja suiza, insertada en sus botas de equitación y, con venia debida a una eminencia, murmuraba aquél verso quechua fraguado en su garganta: upallay opa/simikipin q’opa, que en una pobre aproximación sería cállate necio/deglutes maleza; y como el experto no hablaba quechua, la imprecación pasaba por elogio. Desde entonces compartimos una resuelta amistad arraigada en nuestro mutuo fervor por el quechua y el mundo andino. Después, cuando empezó mi peregrinaje, en cada retorno fui acogido en su casa-quinta de San Jerónimo, donde coincidí con otros peregrinos como William Rowe, Martin Lienhard, Bruce Mannheim, entre otros. Autobiografía de Gregorio Condori y Asunta Quispe, es el libro peruano más traducido en el mundo y el menos leído en el Perú. No lo escribió un escritor ni un académico; lo plasmó en quechua un cargador de bultos, un venerable iletrado sabio, que durante años fue refiriendo las vicisitudes de su vida a la pareja de antropólogos (Ricardo Valderrama y Carmen Escalante), con limpios fraseos de sabiduría, humor y la cuota justa de poesía. En los años 90, en Arequipa, cuando leía con unción La insoportable levedad del ser de Milan Kundera, Luchito Figueroa, el cineasta cusqueño con facha de bailarín cubano de guaracha, me envió la Autobiografía; y al cabo de las primeras páginas de la versión quechua y, después, de la buena traducción del tándem Valderrama/Escalante, percibí la cadencia del movimiento armónico simple. Treinta años después, sigo preguntándome: “Kundera o Condori/no sé quién es/ mejor fabulador”. Antes de irme a la Universidad de Maryland, en 1999, alcancé a culminar en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, la edición de ese otro libro capital de testimonios del Valle del Colca La doncella sacrificada; para cuya portada el generoso fotógrafo Alejandro Balaguer, nos cedió uno de sus espléndidos trabajos.


Ricardo Valderrama, Pere Ramirez, William Rowe, Martin Lienhard, una pareja de etnólogos hispano-francos, Odi Gonzales y la hija menor de los Valderrama, en un descanso de JALLA, en 1999.

La última vez que lo vi fue en Cusco (julio, 2018), cuando Carmen y él, pioneros del género testimonio en el Perú, presentaron mi libro de recopilaciones Walaycho Qorilazo. En el quechua, cuando referimos la muerte de un individuo se dice, por ejemplo, wayqey Ricardo wañupusqa qayna p’unchay/mi hermano Ricardo había muerto ayer; cuando referimos la muerte de un animal, se usa el mismo verbo (wañuy) sin el sufijo –pu, porque el animal no tiene conciencia ni discernimiento sobre la muerte como tránsito; en el caso del ser humano, el sufijo –pu, llamado regresivo, marca el retorno al punto de partida; en el pensamiento andino, el ser humano emerge de la madre tierra, discurre sobre ella, y al morir vuelve a ella; el sufijo –pu marca ese retorno. Morir es proseguir, hermano, Ricardo.


Como te imaginarás estoy desbastado, pero me consuelo que tratamos de hacer todo lo posible. En todo caso piensa que Dios y los Apus están con él y tendrán una razón para haberlo llamado. Una de ellas es que ha partido en momentos que el Perú necesita su ejemplo y se encontraba en un momento en que pasará a la posteridad por la gran cantidad de investigaciones. Tú debes continuar su obra porque en materia investigativa iban por el camino correcto. Un gran abrazo, Carmen. —Juan Ossio Acuña Pontificia Universidad Católica del Perú


Ricardo Valderrama y Gregorio Condori, en 1976. Foto de Felix Nishiyama.


RICARDO VALDERRAMA, EL ANTROPÓLOGO CAMINANTE

José Carlos Vilcapoma La República Cuando todavía no nos habíamos repuesto del dolor que nos causa la partida del antropólogo cusqueño Jorge Flores Ochoa, nos llega otra noticia, igual de dolorosa, de otro gran antropólogo, también cusqueño, Ricardo Valderrama Fernández, que acaba de fallecer víctima del Covid-19. Valderrama era uno de aquellos que, desde los 22 años, egresadito nomás, prefería el trabajo de campo como el mejor método profesional. Es verdad, a esa edad, en 1968, se fue a vivir a Coripata, un sufrido barrio de Cusco. Allí vivía Gregorio Condori Mamani, y su esposa Asunta, del que hizo un magnífico libro, que mereció decenas de traducciones y un corto de otro cusqueño, Lucho Figueroa. Conocí a Ricardo Valderrama por voz de John Murra, que todo lo sabía, en el III Congreso Peruano del Hombre y la Cultura Andina. Sabía de sus renovadores y tempranos temas de investigación. Igual, años más tarde, Alejandro Ortiz Rescaniere, en las aulas de la Universidad Católica, admiraba su capacidad etnográfica, y nos ponía de ejemplo de un buen etnógrafo. Tardé algunos años para conocerlo personalmente en el Cusco. Era un hombre de sublime gesto y permanente amabilidad que hacía olvidar al antropólogo rígido de esquemas teóricos. Cuando llegabas al Cusco, siempre iba por el lado amable, sea para ir por un adobo o un café, y su conversación se hacía insuperable. Amigo de casi todos. Si tu estadía coincidía con el Corpus cusqueño, después del Qoyllu Riti, y volvías del Qolque Punku, era de rigor la visita a la feria gastronómica a admirar el chiriuchu, entre otros magníficos potajes. Siempre estaba presto para brindar apoyo documental. Su casa, llena de libros e informes, siempre con la puerta abierta para estudiantes de la Universidad San Antonio Abad o maestros como Tom Zuidema, Juan Ossio, Lucho Millones, Luis Miguel Glave, Jan Szeminski, entre tantos. Hablar de Ricardo Valderrama es hablar de Carmen Escalante, su esposa; son parte de la dualidad complementaria, como la cultura andina,


de espacios simbólicos compenetrados de por vida; como la pareja y el mito, de sentido mágico-religioso. Él nunca estuvo solo, tampoco ella, ni en los más difíciles trabajos de campo, como los que hizo sobre los abigeos cotabambinos, la tierra agreste y de puna, de donde José María Arguedas había aprendido sus carnavales en el Tikapallana. Carmen recordaba que ella, a caballo, alcanzaba a los cuatreros Victoriano y Lusiku para que Ricardo, libreta en mano, los entrevistara para un trabajo que después publicaron con el título Ñoqanchi runakuna (Nosotros los humanos) (1992). Igual, habían estado juntos en el valle del Colca, en Arequipa, cuando investigaban sobre mitología andina, publicado como La doncella sacrificada (1997). También estuvieron en Huancavelica, en épocas de la violencia de Sendero Luminoso; en Haquira, recogiendo la larga historia de los levantamientos de aquellos yanahuaras. El amor por el quechua la llevó a Carmen, de la mano de Ricardo, a elaborar y sustentar la tesis en quechua en la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla, España. Rugido alzado en armas. Los descendientes de incas y la independencia del Perú fue sustentada en quechua por primera vez en España. Se ha ido uno de los grandes de la antropología, pero, sobre todo, un gran ser, humano y solidario, siempre, de permanente afecto, que le valió ocupar el cargo, primero de regidor, luego de alcalde del Cusco. De seguro, la iglesia de San Jerónimo, en la que tantas veces ha estado, y de cuyo distrito era natural, guardará su vivo recuerdo y legado, como uno de sus hijos que ha sabido devolverle la fuerza y orgullo quechua a su cultura.


Ricardo Valderrama tocando un waqrapuku, en la esquina de Hatunrumiyoq, en 1997.


EN CAMINO HACIA EL COROPUNA

Lucho Nieto Degregori Universidad Hebrea de Jerusalén Ricardo Valderrama ha partido. Se contagió con el COVID entregándose sin reservas a sus funciones de alcalde del Cusco y es esta circunstancia la que en estos momentos ha conmovido a la sociedad regional, pero eso no debe hacernos olvidar su aporte a la antropología cusqueña, tal vez el más importante en las últimas décadas junto al de Jorge Flores Ochoa, también fallecido recientemente. Ricardo, hay que decirlo, desarrolló la mayor parte de su labor intelectual conjuntamente con Carmen Escalante, su esposa. Todos los libros que ellos han publicado y la mayor parte de sus artículos están firmados así, Ricardo Valderrama y Carmen Escalante. Rendir pues homenaje a Ricardo es hacerlo al mismo tiempo a Carmen y, en estos momentos, es también una forma de acompañarla en su dolor y pesar. Han transcurrido más de cuarenta años desde la publicación en 1977 de “Gregorio Condori Mamani. Autobiografía”, seguramente el único best seller de las ciencias sociales cusqueñas, con varias ediciones bilingües quechua-español en Perú y con traducciones a muchas lenguas. La historia de vida de este cargador cusqueño, complementada con la de Asunta Quispe, su esposa, desató en su momento un verdadero boom en la antropología peruana. No se trató, sin embargo, de un interés pasajero pues el paso de los años sólo ha consolidado el prestigio de este libro. A Asunta Quispe, mujer indígena que durante toda su vida luchó contra la adversidad y no solo sin perder su dignidad como persona sino conquistando día a día una vida mejor, le pido prestadas con todo respeto estas sabias palabras: “Todos, desde los tiempos de nuestros abuelos, solo somos pasajeros en esta vida. Pero nuestra alma, que es nuestro espíritu, no desaparece…Está viviendo la otra vida, en el hanaq pacha. Allí se descansa de los sufrimientos de esta vida.” En la misma línea de “Gregorio Condori”, Ricardo y Carmen publicaron “Nosotros los humanos” en 1992. Se trata de las historias de vida de dos abigeos cotabambinos, Victoriano Tarapaku y Lusiku Ankalli, recogidas nuevamente en quechua y castellano. Este, sin embargo, es un libro


distinto a Gregorio Condori, con mayor riqueza etnográfica y con un aliento poético que solo se había encontrado antes en algunos de los cuentos quechuas publicados por José María Arguedas. Los largos años de trabajo que Ricardo y Carmen pasaron en el Colca dieron su fruto en 1997 en el libro “La doncella sacrificada, mitos del valle del Colca”, donde reunieron buena cantidad de mitos y leyendas de los distintos pueblos del valle. Una constante en estos mitos curiosamente es la presencia de los incas cusqueños con un rol civilizador. En general, el rescate de la tradición oral ha sido en los últimos años el lado más fuerte del aporte intelectual de la pareja de antropólogos y podemos esperar que pronto será recogido, por Carmen, en más de un libro. Estas líneas quedarían incompletas si no recordáramos que en su casa de San Jerónimo Ricardo y Carmen, con su don de gentes, fueron a lo largo de las últimas décadas los principales anfitriones de intelectuales de gran talla que trabajaban en Cusco o visitaban la ciudad. Esas tertulias, para mí personalmente, fueron tan enriquecedoras como la lectura de las historias de vida que tan magistralmente recogieron estos mis amigos. De los numerosos artículos que publicaron Ricardo y Carmen, uno de mis preferidos es “Apu Qorpuna. Visión del mundo de los muertos en la comunidad de Awkimarka”. Quiero creer, como se dice en ese texto, que Ricardo ha empezado su ascenso al Coropuna, ese imponente nevado de Arequipa donde se cree que habitan quienes han dejado este mundo. Y uniéndome al arreador de su alma quiero decir: “Apu Qorpuna, ahora que ya está en tus manos llévatelo a este tu hijo para que ya no sufra en esta nación.”

Ricardo Valderrama, vista al nevado Coropuna, a 6425 m.s.n.m., en el año 2012.



Los trabajos lúcidos de Ricardo y Carmen Escalante ocupan un lugar de verdadero prestigio en los catálogos académicos de las universidades más exigentes del mundo. Descansa en paz mi apreciado amigo, siempre recordaré nuestros proyectos, tus sueños de hacer del Cusco la capital de un nuevo amanecer. —Jose Luis Velasquez Garambel Universidad Nacional del Altiplano - Puno


Ricardo Valderrama y Carmen Escalante, celebrando su doctorado. Pisaq, el 2012.


Ricardo tenía fama de ser distraído. Yo comprobé su tendencia a olvidarse de cosas un día que lo encontré de casualidad en la Plaza de Armas del Cuzco. Junto a Tom Zuidema caminaban en dirección a la Quinta Eulalia de Choquechaca. Después de saludarnos me invitó a almorzar. Les pregunté de que si los iba a importunar. Cuando me contestaron que no, me uní a ellos. La conversación fue interesantísima. Estaban muy contentos. Entre bocados de una lengua atomada, lechón al horno y sorbos de cerveza cuzqueña me contaron que acababan de encontrar unos hitos en la cercana pampa de Saylla. Estos montículos hechos con piedras corroboraban, una vez más, la existencia del sistema de ceques de los Incas. Cuando terminamos el almuerzo, Ricardo le pidió a Zuidema que teníamos que alejarnos un ratito para conversar un asunto privado. El patriarca holandés nos dio su venia y nos dirigimos al bar. Cuando llegamos a nuestro destino me dijo que se había olvidado su billetera y si yo podía cancelar la cuenta. Más tarde me iba a buscar para devolverme el dinero. Por supuesto, acepté encargarme de la cuenta. Le comenté que se olvidara del reembolso. Ya me había pagado de antemano con las invitaciones que me hacía a su casa. —Ulises Juan Zevallos Aguilar Universidad de Pittsburgh


Ricardo Valderrama en Paris, cuando fue profesor del EHESS, en 1997.


RICARDO VALDERRAMA FERNÁNDEZ Y LA ENCRUCIJADA DE SU VIDA Pablo Ojeda Vizcarra Compositor cuzqueño Los libertarios sabemos que el instinto de supervivencia del individuo se basa en el egoísmo y el de la especie humana en la solidaridad. Asimismo, estamos convencidos - por la expresa realidad - de que el egoísmo engendró la sociedad deshumanizada que caracteriza a la población mundial. Desde siempre. Por el camino opuesto a esa alienación (pérdida de la esencia humana), felizmente, surgen grupos caracterizados por el instinto de supervivencia de la especie, con su piedra de toque de la solidaridad. Es en este ámbito que Ricardo Valderrama definió su encrucijada de vida, como Alcalde del Cusco, priorizando el bien común. Decidió, en plena pandemia del Covid-19, el abrupto y riesgoso camino de servicio a la población cusqueña. Sin duda, ejemplo de responsabilidad y entrega honesta a los destinos del Q’osqo, al que amó con ímpetu de nervio andino. Por esos enlaces casuales o coincidencias significativas de la vida, Ricardo Valderrama Fernández, se hizo cargo de la Alcaldía del Cusco, con toda la experiencia e inteligencia como profesional de la Antropología. Su prestancia, en este campo junto al de su esposa Carmen Escalante, es de reconocimiento académico en universidades nacionales y del extranjero preferentemente y por supuesto en variados sectores de la población que encuentran útil el contenido de sus libros. Lejos de las controversias profesionales y desajustes emocionales que nunca faltan, Ricardo Valderrama había logrado sitial de preferencia, como muchos intelectuales cusqueños y cusqueñistas, de finales del siglo XVIII y a lo largo del siglo XX. Pero, es como Alcalde, que va más allá de méritos anteriores, cumpliendo con dignidad y valentía, su incansable labor de servicio, como atestiguan regidores y otros funcionarios de la Alcaldía. Y como siente la población cusqueña que participó en el homenaje póstumo que le brindaron instituciones del Q’osqo Milenario. Permanece para la historia, la muestra de dolor y reconocimiento de personalidades y amigos que resaltaron sus cualidades de hombre


Ricardo Valderrama, Luis Figueroa, Juan Ossio, Alex Huerta, Frida Ibañez, Gonzalo Valderrama y Juan Luis Ossio, Cotabamba en 1999, filmando el Toropukllay para los archivos de la PUCP.

amable y siempre servicial. Queda como estela, el ejemplo que nos deja como reto, como paradigma, para servir al Q’osqo con integridad desde diferentes campos de acción. Ricardo Valderrama Fernández, siempre estará presente con la creación de sus libros, con su amabilidad cotidiana y con la invalorable hazaña como Alcalde frente al Covid-19. Es grato para mí, haber compartido amistad y parentesco con una persona de tal índole.


Fue muy emocionante asistir a la ceremonia, sobre todo al inicio, y fue un honor para mí haber participado en algo que, aunque compartido me imagino con muchísimos, resultó ser muy íntimo. Me emocionó aún más descubrir que percibí a Ricardo, en tan solo pocos días en Tierra Santa, como al hombre que su familia contó y retrató. Pero también a tí te percibí como a una gran mujer quechua, sincera, entregada y humilde, y sobre todo fuerte. Comparto tu dolor, y te digo de nuevo gracias por haberme dejado de alguna manera estarte cerca. Otro abrazo, y toda la fuerza para seguir con los proyectos pendientes. —Gimena Fernández Universidad Nacional de Rosario


Ricardo Valderrama y Jorge SanjinĂŠs, en Cusco, el 2004.


RICARDO VALDERRAMA, EL ANTROPÓLOGO CAMINANTE

Cecilia Méndez Universidad de California La autobiografía del cargador cuzqueño Gregorio Condori Mamani y de su esposa, Asunta Huamán, editada en quechua y castellano por los antropólogos cuzqueños Ricardo Valderrama y Carmen Escalante, se publicó en 1977, el año que ingresé a la universidad. Un libro que me marcó, e inauguró un género y una época, la de la historia oral, los relatos de las vidas silenciadas por las narrativas historiográficas tradicionales. Aún guardo con cariño, forrado con Vinifán, aquel ejemplar de la primera edición. Veinte años después, cuando vine a trabajar a California, ya existía una versión en inglés, que pude asignar a mis alumnxs. Este tipo de obra nunca muere y debe ser siempre leída, especialmente porque hay quienes insisten en vilipendiar y humillar a quienes hablan o tiene acentos quechuas, o “rasgos andinos” (ha pasado ayer mismo, en el congreso), a pesar que somos la abrumadora mayoría de peruanxs. Como si eso nos hiciera algo indigno, menos humano. Triste plaga, la del autoracismo, la falta de autoestima. Ricardo Valderrama ha muerto de COVID, en plenas funciones como alcalde del Cuzco. Quisiera rendirle un respetuoso homenaje y expresar mi más sentido pésame y mi solidaridad a su compañera, Carmen Escalante, y a toda su familia.

Ricardo Valderrama con sus hijos Gonzalo y Julián, en Machupicchu, 1985.



Paris, Ricardo Valderrama y JosĂŠ Enrique Chirinos Soto, en 1997.


JAMÁS, HOMBRES HUMANOS, HUBO TANTO DOLOR

Julio Gutierrez Samanez Taller Inca Qué lástima, que dolorosa pérdida de nuestro amigo el Dr. Ricardo Valderrama Fernández, quien es víctima de este nefasto mal que ha plagado al mundo, cuando se hallaba en el ejercicio de sus actividades como alcalde de la ciudad. Me unía a él y a su señora esposa un respeto y admiración por su obra antropológica y bibliográfica, que siempre realizaban en pareja como “Yanatin”, lo que era memorable. Pese al reconocimiento universal de sus trabajos era un hombre modesto y sencillo, muy estudioso y buen profesor universitario. Lo vi hace más de diez años como regidor del Municipio de San Jerónimo, cuando trabajé diseñando unos hornos de mayor eficiencia y quema ecológica para las ladrilleras, con el objeto de reducir la contaminación, su apoyo me sirvió mucho para ser comprendido y escuchado por los ladrilleros. Lo invité a formar parte del Instituto Americano de Arte, pero su habitual modestia impidió que lo hiciéramos socio, pues merecía serlo, siempre junto con su esposa. Me alegró que asumiera la alcaldía del Cusco, pues a mi entender era la primera vez que un “Científico social” de renombre, nos representaba. En el mes de abril me encontré con él en una actividad y me pidió que participara como comentarista en un homenaje al Inca Garcilaso, que disertaría el erudito garcilasista peruano Dr. José Antonio Mazzotti, actividad que la hicimos de modo virtual. Después, nos reunimos unas dos veces, para contactar con investigadores y maestros universitarios de San Marcos y La Católica, de quienes había conseguido sus números telefónicos, pues deseaba que participen con sus artículos en una edición de un libro por los 75 años del Inti raymi y las fiestas del Cusco. Fue allí que me comprometió a volver a disertar un tema referente al proceso del Inti Raymi, para hacer una conmemoración virtual por la fiestas del Cusco, cosa que hicimos, también, con mucho gusto. Otro día, ya en el mes de julio, me llamó para conversar y acudí a su alcaldía, lo encontré muy entusiasta, deseaba impulsar un proyecto


editorial con obras de suma importancia y actualidad, algunas de ellas estaban tan avanzadas en las conversaciones con sus propietarios que había que ejecutarlas de inmediato. Ofrecí mi colaboración, sin condiciones. Aquella vez lo vi agotado, me dijo le aquejaba el mal de gota, indudablemente el cansancio era por el ejercicio de la alcaldía, que requería mucho esfuerzo y sacrificio, además de tener buen hígado para soportar las críticas de un sector venal de la prensa cusqueña que se ensaña contra las autoridades sin consideración alguna. Preparé una disertación sobre el papel de las revoluciones cusqueñas en la emancipación y de cómo estás son desconocidas y postergadas por el centralismo en las conmemoraciones del bicentenario, tema que diserté, para ya no con la municipalidad, pues en esos días Ricardo Valderrama fue internado por haberse contagiado con el covid 19. Lamento mucho esta pérdida de un amigo, de un gran intelectual, de una autoridad intachable, que tenía mucho por aportar al Cusco y al Perú. Mis sinceras condolencias a la Dra. Carmen Escalante y a sus hijos, a mi amigo Gonzalo, poeta y escritor de la nueva hornada. Expreso mi inmensa pena y dolor por nuestro pueblo que está sufriendo tanto.

Ricardo Valderrama y sus hijos Gonzalo y Julián, Lima en 1983.



TUPANANCHISKAMA Inca Ricardo Valderrama estimado amigo y maestro... Hoy me despido de ti y me siento muy triste porque extrañare conversar contigo, pedirte un consejo y tomar un café… Muchos te conocieron como regidor y/o alcalde pero yo te conocí antes como un buen padre, hermano y amigo me abriste las puertas de tu casa y me trataste como un hijo más y nadie sabrá la calidad de persona que eras lo preocupado por el bienestar de todos, Solo decirte hasta luego… Descansa en Paz Inca Ricardo Valderrama. —Wilhem Flores Arte Sacro Flores Aija


Ricardo Valderrama y Carmen Escalante, en San Jerรณnimo, 2018.


UN FANTASMA RECORRE EL CUSCO

Tino Santander Joo Político El domingo a las tres de la tarde me llamo David Ugarte para decirme que Ricardo Valderrama, había muerto. La noticia me impresiono mucho, porque hace una semana partió Jorge Flores, otro gran maestro de las juventudes universitarias. Ricardo Valderrama, era un brillante antropólogo social comprometido con la cultura, el desarrollo y el hombre andino. Fue un magnifico docente, leal, limpio y un tenaz defensor del patrimonio cultural cusqueño. No tengo palabras para expresar mi pena, angustia por su familia. Hable con él en enero pasado, me cito a su despacho de la alcaldía luego de escucharme en el programa radial de Washington Alosilla, con quien conversábamos sobre el patrimonio y el caos vehicular en la ciudad imperial. Fue una charla de más de dos horas en las que hablamos de antropología, nos burlamos de amigos comunes, recordamos los tiempos del patio de los lagartos y hablamos de su gestión como alcalde interino. Ricardo, era un intelectual que hubiese sido un magnifico embajador de la municipalidad del Cusco en Europa. Le sugerí organizar el patronato de la ciudad y, además, le dije: tú debes presidirlo viajando por el mundo para conseguir fondos para la ciudad, incluso hablamos con varios amigos españoles comunes que estaban en posiciones de gobierno y que podían ayudarnos con una serie de empresas y eventos en que resaltara la magnificencia de la ciudad imperial. Le suplique que abandonara la administración municipal que era un lío de cuervos y serpientes que anhelan conquistar un pequeño poder en la burocracia. Ricardo, me miro a los ojos y me dijo: “¿estás seguro de lo que me dices? Si. Le respondí, porque, te vas a convertir en un fantasma que deambula en la ciudad tratando de hacer cosas que nunca has hecho. Piensa, le dije: nadie conoce mejor el quechua y la historia del Qosqo, que tú. No pierdas el tiempo nombrando burócratas que te van a traicionar. Sentí, que acepto mi sugerencia a regañadientes y me pidió empezar a trabajar juntos a partir de febrero, pero no pude retornar de Lima y la locura de la cuarentena nos aíslo en un mundo de dolor e incertidumbre.


Ricardo Valderrama y Nathan Wachtel, rumbo a la cantera inca Rumicolca, en el 2016.

La política, la responsabilidad por hacer cosas mato a Ricardo Valderrama, que se contagió en su condición de alcalde. Él, es un héroe incomprendido, porque en su afán de servir al Cusco encontró la muerte combatiendo como un guerrero, se fue con honor. Sus alumnos, siempre recordaremos su pasión por la cultura, la tierra, el campesino marginado y, la universidad. No hay palabras, para rendir homenaje a esta figura de la cultura que nos deja una gran lección de civismo y de verdadero amor por su tierra. El fantasma de Ricardo Valderrama recorrerá el Cusco y solo podrá descansar en paz cuando esta ciudad sagrada vuelva a recuperar el resplandor de su historia.”


SE FUE UN GRAN INTELECTUAL DEL CUSCO

Erick Escalante Abogado Esta tarde, el pueblo del Cusco, al son de los pututeros andinos y los tañidos de la María Angola, le dio el adiós al Dr. RICARDO VALDERRAMA FERNANDEZ, Alcalde de la Municipalidad Provincial del Cusco, quien el domingo 30 dejó de existir, luego de soportar más de un mes de penurias a raíz del COVID-19. La Alcaldesa en funciones Srta. Romi Infantas Soto y el cuerpo de Regidores del Concejo Provincial del Cusco dieron inicio al Homenaje Póstumo al Dr. Ricardo Valderrama con una justa y reconocida ceremonia de despedida en la puerta del Palacio Municipal de la Plaza Regocijo, donde la Alcaldesa resaltó el don de gentes, la caballerosidad y entrega al trabajo edil del Dr. VALDERRAMA. Su esposa Dra. Carmen Escalante Gutiérrez, dijo que Ricardo Valderrama fue un gran ejemplo de trabajo, de entrega sin reservas a su función de Alcalde del Cusco, trabajando por los más pobres y que Ricardo Valderrama no ha muerto, vive y vivirá su memoria. “Ricardo sigue vivo. Deja huella de esposo extraordinario, padre ejemplar, abuelo amoroso”, remarcó. Luego de la breve ceremonia, sus restos en una carroza, fueron llevados hasta la Plaza Mayor, al son de sus amigos pututeros de San Jerónimo. Los tañidos de la María Angola, la campana mayor de la Basílica Catedral del Cuso, que solamente se toca en ceremonias muy especiales, expresaba el sentimiento de pesar de nuestro pueblo, por el deceso de su Alcalde. Hubo un minuto de silencio y se izó a media asta la Bandera del Cusco. La despedida fue en olor a multitudes, teniéndose en cuenta las restricciones del protocolo en estos casos de pandemia y de un un sentimiento profundo de más de dos centenares de autoridades, jefes de instituciones, trabajadores de la comuna y familiares presentes, ademas de miles de ciudadanos que lo hicieron a través de la transmisión virtual de este histórico acto de despedida a un hombre que dio su vida luchando contra este virus que aqueja a nuestra ciudad. Esa despedida especial y trascendente se merecía el Dr. Ricardo Valderrama.


A pesar de su situación vulnerable ante este mal, por sus 75 años edad, actuó con coraje como Alcalde del Cusco. Cumplió a cabalidad su función de autoridad. Visitando mercados, barrios, comunidades campesinas, contrajo el COVID. Dio su vida al enfrentar a este virus. Nunca falto a reuniones de coordinación con otras autoridades locales y del departamento, para enfrentar esta pandemia. Sabía que en cualquier momento se enfrentaría al virus, pero más le importó cumplir con su función de Padre de la Ciudad, que no podía abandonar a su pueblo, ya que su coraje andino, como descendiente del Inka Tupaq Yupanqui y uno los más exponentes de las Panacas Reales Inkas de San Jerónimo, así se lo imponía. Ricardo Valderama Fernández, opto al título de Antropólogo en la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, donde era su profesor principal y la maestría y doctorado en Antropología en la Pontificia Universidad Católica del Perú, de la que era su Profesor Visitante. Dio conferencias en diversas universidades del país y del extranjero. Fue un distinguido miembro del Colegio de Antropólogos del Perú, desde el Consejo Departamental del Cusco de esta Orden profesional. Escribió, junto con su esposa Dra. Carmen Escalante Gutiérrez, un cuarto centenar de libros ligados a la historia, tradición, cultura y vivencias de nuestros descendientes inkas, siendo la más exponente la publicación que en 1977 hicieron sobre “Gregorio Condori Mamani. Autobiografía”, que según Luis Nieto Degregori, es el único best seller de las ciencias sociales cusqueñas, con varias ediciones bilingües quechua-español en el Perú y con traducciones a muchas lenguas. Según Lucho Nieto, “La historia de vida de este cargador cusqueño, complementada con la de Asunta Quispe, su esposa, desató en su momento un verdadero boom en la antropología peruana”. Otra obra destacada de los esposos Valderrama Escalante, es “Nosotros los humanos”, publicada en 1992, que trata de las historias de vida de dos abigeos cotabambinos, recogidas nuevamente en quechua y castellano. También publicaron en 1997 “La doncella sacrificada, mitos del valle del Colca”, donde en una estancia de varias semanas en Colca recogieron datos sobre mitos y leyendas de los distintos pueblos de este valle. También está el “Apu Qorpuna. Visión del mundo de los muertos en la comunidad de Awkimarka” y que se refiere al imponente nevado arequipeño de Coropuna. Según Imelda Vega Centeno, a nombre del Centro Bartolomé de las Casas, las valiosas investigaciones antropológicas de Ricardo Valderrama,


tuvieron como temas principales el simbolismo e ideología en los Andes, la historia andina, el conocimiento del quechua, el trabajo de campo sistemático, el trabajo de archivo. Estamos de acuerdo con IMELDA que los trabajos de RICARDO VALDERRAMA “Quedan como inspiración para las siguientes generaciones de investigadores, estudiantes y amantes del mundo andino”. “El Cusco es primero y está por encima de todos”. Así expreso el Dr. Ricardo Valderrama, el día que juramento como Alcalde de la Municipalidad Provincial del Cusco, cargo que ocupó desde el 17 de diciembre de 2019 hasta el 30 de agosto de 2020 Fue Presidente de la Junta General de Accionistas de SEDACUSCO S.A. y de la Caja Municipal de Ahorro y Crédito Cusco S.A. Ricardo Valderrama ya mora en la inmortalidad y su espíritu se constituirá en guía permanente que ilumine a las autoridades para que tomen decisiones en favor de nuestro pueblo. Mis condolencias a su distinguida esposa Dra CARMEN ESCALANTE GUTIERREZ, A SUS HIJOS Y NIETOS. Ya la historia le dará el sitio que se merece, como un hombre que sacrificó su vida, cumpliendo su función de autoridad al enfrentar esta pandemia, a pesar de ser vulnerable contra este mal. Dr. RICARDO, gracias por tu trabajo y dedicación por los sagrados intereses del Cusco, nuestro TAYTACHA DE LOS TEMBLORES, a cuya ceremonia de Cambio de Flores asistimos la primera semana de marzo, antes de esta pandemia, te tenga ya en su gloria eterna. Descansa en paz, gran caballero, docente extraordinario, investigador de siempre.”

Karina Pacheco, Nathan Wachtel, Yaqueline Wachtel, Ricardo Valderrama y Carmen Escalante, entrega de la medalla de la ciudad a Nathan Wachtel, 2016.



Señor Alcalde, quedó pendiente el café. Este año fui convocado para realizar la producción audiovisual de las Fiestas del Cusco en casa, fue ahí donde lo conocí, teníamos que preparar el lanzamiento y necesitaba su mensaje. Me hablo de cine, de fotografía, manejaba muy bien el lenguaje audiovisual, me contó sus experiencias, su participación en la producción de películas y su amor por la antropología. Fueron minutos valiosos de aprendizaje. Su agenda era muy apretada, la conversación debía terminar y me dijo “un día nos tomamos un café y seguimos conversando”. Teníamos que terminar de grabar, después del mensaje oficial por las fiestas, le pedí que me dejará un mensaje sin libretos que le salga del corazón y así fue. Gracias señor Alcalde por lo mucho que hizo por nuestro Cusco en tan poco tiempo. Lo recordaremos, de la mejor forma. Como un buen CUSQUEÑO, como un AMAUTA. Ese CUSCO que usted defendía y quería esta vez inclina en su honor su pendón. —Warner Rios Fotógrafo


Ricardo Valderrama, Carmen Geroma Valderrama y Carmen Escalante, San Jerรณnimo, el 1999.


LÚCIDO ESCRITOR DE LA MEMORIA DE LOS HUMILDES

Pavel Valer Abogado Dejó la vida sirviendo al Cusco. Fue un alcalde transparente, decente que compartió con la población las decisiones y los pasos que daba la Municipalidad. Le tocó gobernar en momentos en los que la pandemia golpea con gran violencia. Al asumir funciones dijo en quechua y castellano: “estamos en un escenario a los que los cusqueños sabremos responder acorde a nuestra fortaleza milenaria, hoy millones de hogares atraviesan una situación vulnerable que exige solidaridad, fraternidad y retomar los valores del ayni y la minka (…) tenemos que dar la talla que la historia demanda”. En esos actos solidarios, desempeñando sus labores ediles, adquirió el coronavirus. Ejerció la Alcaldía de la Municipalidad para cumplir un mandato democrático, un magisterio público, nunca como un medio para descollar ni para conseguir reconocimientos. Las distinciones las había obtenido ya espléndidamente por su actividad de investigador de la tradición oral andina. Su libro “Gregorio Condori Mamani y su mujer Asunta”, escrito junto a Carmen Escalante, traducido al menos a cinco idiomas, con innumerables ediciones y reimpresiones, es uno de los clásicos de la antropología mundial. Muchas universidades norteamericanas y europeas habrían querido tenerlo como profesor, pero él prefirió a la Universidad del Cusco, la UNSAAC. Al próximo año le tocaba jubilarse. Descanse en paz Ricardo Valderrama Fernández, digno hijo de los ayllus de San Jerónimo, Alcalde del Cusco, lúcido escritor de la memoria de los humildes

Tom Zuidema, Ricardo Valderrama y Carmen Escalante, Cusco del 2015, último año que Zuidema vino al Cusco.



Doctora Carmen muy buenas noches, hace unas horas me enteré de la partida del doctor Ricardo. Nos sentimos muy acongojados por esta noticia, el Dr. Ricardo como usted sabe a la muerte de mi padre fue una de las figuras que inspiraban mucho en mí. A él le debo mucho del camino que elegí tomar. Quiero expresarle mis más sentidos pésames y recordarle mi inmensa gratitud hacía el doctor, usted y su familia.” —Juan José Bueno Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco


LETRAS CON AGUA, LETRAS CON LÁGRIMAS

David Ugarte Boluarte Antropólogo Me resisto a creer tu muerte, me resisto a no poder despedirme físicamente, me resisto a saber que te fuiste en estas circunstancias. Te conocí cuando tenía unos diez años, mi padre un día en nuestra querida Universidad de San Antonio Abad me dijo, saluda a tu tío, es un gran amigo de toda la vida. Al poco tiempo en tu casa, en esa bella casa que tienes, se hizo una chicharronada familiar. Ahí me entere que serías mi padrino de Primera Comunión y tú esposa mi madrina. Son treinta años que llevo con orgullo y con cariño, este parentesco espiritual. Son 30 años que llevo una gran amistad con Gonzalo y tus demás hijos. A los diez años mi padre me hizo leer Gregorio Condori Mamani, libro etnográfico que escribiste junto a tu amada compañera y colega Carmen Escalante. Libro que dio vueltas por el mundo, un best seller, orgullo que debemos sentir los cusqueños por tan importante libro escrito por antropólogos de vuestra talla. Te comenté que lo encontré en una librería en París y que alegría sentí encontrar tu libro tan lejos de Perú. Lo volví a leer cuando tuve quince años, cuando mi familia vivió momentos tan felices en San Jerónimo, tu distrito. Vivimos en una casa bella que nos alquiló tu hermana, gestión tuya, fueron momentos alegres, donde por la cercanía siempre estuve entre juegos y distracciones con Gonzalo o Julián. Volví a leer el libro de “Gregorio Condori Mamani, la vida de un Cargador” en la universidad. Como no conocer la cosmovisión de un andino, sus creencias, sus ritos, con tan bello relato, como no aprender también en ese libro sus sufrimientos, las injusticias que padecen, Gregorio y Asunta eran un espejo de lo que pasaba en el Cusco y en el Perú. Ese mundo andino, quechua, que siempre fue tu fuente inagotable de estudio. Cómo no recordar cuando fuimos a Cotabambas siendo tus alumnos, a ver y estudiar el Toro Pukllay junto con el Dr. Juan Ossio, explicando a tus alumnos el ritual de tan bella fiesta, así como los problemas que empezaban a presentarse a partir de la correcta protección del Apu Cóndor.


Asumiste ser alcalde con mucha responsabilidad, sabiendo el momento de crisis política, económica y salubre que se encontraba el país y el Cusco. Tenías sueños y tareas importantes que te habías propuesto para el Cusco, sobre todo en el sector cultural. Como alcalde del Cusco, diste la cara, enfrentando a la pandemia, al virus, cumpliendo con responsabilidad, respondiendo ante la población, ante tus paisanos, encontrándote con la muerte. Qué pena, que dolor. Cuánto dolor para toda tu familia, mi cariño eterno para mi madrina Carmen Escalante, cuanto dolor para tus hijos, hoy todos te lloran, te lloran porque eres nuestro alcalde del Cusco, te lloran porque fuiste su querido profesor de antropología, te lloran porque partió un intelectual importante de grandes aportes a tu querida cultura andina, te lloran tus amigos que se reunían en tu casa como epicentro cultural, donde salieron grandes ideas, grandes tareas para nuestra cultura quechua, siempre fuiste un gran anfitrión, te llora el Cusco, el Perú , la intelectualidad internacional. Te lloró yo, porque fuiste mi maestro, y sobre todo mi apreciado y querido padrino.”

Ricardo Valderrama, Carmen Escalante, Karina Pacheco, JanJacques Decoster, Antoinette Molinie, Pablo Sendón y Bruce Mannheim, en el homenaje a Ton Zuidema, el 2016.


Siempre me hablaste, en Arequipa, del Apu Coropuna, que allí viven los muertos, ayer en tu sepelio, Carmen, tu amada esposa, nos hizo recordar; yo solo di tres palmadas a tu caja mortuoria alentándote para que llegues venciendo siempre todo obstáculo sin dificultad. Hermano, al próximo año viajaré a Arequipa, y te saludaré exactamente del lugar que me señalaste al Apu Coropuna. Te llevaré chiriuchu y con varias cabezas de cuy, no encuentro calma en mí, teníamos tantos proyectos bonitos, con el apoyo de nuestros hijos será realidad. —Lino R. Valderrama Investigador



CON ELLOS APRENDÍ A CONOCER Y AMAR EL CUSCO

Marco Millones Investigador

Ricardo Valderrama, Carmen Escalante en Huchuy Qosqo, el 2010.

Un profundo dolor nos ha causado el fallecimiento de nuestro querido amigo: Ricardo Valderrama, alcalde del Cusco y uno de los antropólogos y etnógrafos peruanos más reconocidos del país. Una de sus obras: La biografía de Gregorio Condori Mamami, realizado junto a Carmen Escalante, su esposa y compañera académica. La biografía de Gregorio, narra la historia de un cargador cuzqueño, lectura obligada en las Ciencias Sociales y traducida a diversos idiomas. Sin embargo, también es autor de numerosos libros, varios de ellos dedicados a la Gestión del Agua en las comunidades andinas. Su profundo conocimiento de las tradiciones, mitos y ritos en torno al agua, son imprescindibles para los estudiosos de la gestión del agua. Más allá de su producción académica, con Ricardo y Carmen, cultivamos una amistad desde mi primer viaje a Cusco, cuando realizaba mi tesis de bachiller. Con ellos, aprendí a conocer y amar el Cusco. Cada viaje que hacía, siempre buscaba un momento para reunirnos y visitarlos en su casa. La generosidad de Ricardo y Carmen siempre me impresionaron. En su casa que siempre me invitaban, insistían en que probase un nuevo queso, una variedad de papas nativas, nuevos tipos de panes o comidas del Cusco, que seguro no conocía. Las tertulias en su casa eran muy interesante y cálidas, siempre hablando de sus trabajos de campo, de las comunidades que conocían, de los libros que les faltaban publicar, de los artículos que estaban preparando... de los proyectos por realizar. La última vez que viajé a Cusco a fines del año pasado, me reuni sólo con Carmen, Ricardo estaba en Lima y allí me enteré que Ricardo acababa de ser nombrado Alcalde de Cusco, porque el titular anterior había sido cesado. Me dio alegría saberlo, porque Cusco por fin tendría un alcalde magnífico en Ricardo. Lastima que al poco tiempo se presentara el Covid 19 y es en ese cargo, que Ricardo fue contagiado. En estos momentos difíciles, un abrazo fuerte a Carmen, compartimos su dolor, les deseamos mucha fuerza a ella y a su familia. Y a Ricardo, te deseamos que tengas una buena y serena travesía ...”


Ricardo Valderrama, Carmen Escalante, camino hacia Ollantaytambo, el 2011.


Me he enterado tanto por los compañeros de MNP como por mi cuñada Renate del lamentable fallecimiento de Ricardo. Había escuchado que estaba enfermo y ahora el maldito virus ha cumplido su propósito. Ricardo era una persona ejemplar y muy dedicado tanto a su carrera como antropólogo como a sus responsabilidades como político y autoridad. Tanto Cusco como el Perú han sufrido una gran pérdida Espero que la solidaridad y preocupación de personas cercanas y lejanas representen un acompañamiento en este tiempo tan difícil. —Martín Scurrah Investigador


EL LEGADO DE RICARDO VALDERRAMA, EL ANTROPÓLOGO PERUANO QUE NARRÓ LAS HISTORIAS DE LOS ANDES Mitra Taj EL TIMES Antes de convertirse en alcalde del Cusco y sus alrededores, una zona de más de 1,2 millones de habitantes en Perú y capital histórica del Imperio inca, Ricardo Valderrama había pasado cuatro décadas estudiando la vida indígena en los Andes peruanos. Dejó documentadas canciones de amor de pueblos antiguos y escribió perfiles de bandidos que vivían en las tierras altas. También escribió decenas de libros y artículos sobre temas que iban desde los levantamientos campesinos hasta el trauma colectivo de la colonización. Pero fue su primer libro —publicado en 1977 y escrito, como casi toda su obra, en coautoría con su esposa, la antropóloga Carmen Escalante— el que se convirtió al instante en un clásico de la literatura andina. Gregorio Condori Mamani: Autobiografía, publicada en siete ediciones y traducida al menos a nueve idiomas, cuenta la historia de un cargador hablante del quechua del que Valderrama se había hecho amigo en el Cusco, desde sus experiencias como huérfano obligado a vagar por los Andes hasta sus temporadas como soldado, prisionero, pastor y trabajador de fábrica. Una sección más corta relata la vida de la esposa de Gregorio, otra emigrante de las tierras altas que vivía con él en una choza a las afueras del Cusco. El libro marcó un cambio en la antropología peruana, dijo César Aguilar, antropólogo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima, porque rompió con el enfoque del campo —especialmente en el Cusco— de estudiar a los indígenas como método para entender el surgimiento de la civilización inca. Valderrama y Escalante más bien proporcionaron relatos de primera mano excepcionales y ricos en detalles culturales e históricos de personas que ocupaban el último peldaño de la sociedad andina. “Queríamos dirigir la atención de la gente a las culturas indígenas, que habían sido desvalorizadas y estaban en situación vulnerable en las ciudades”, explicó Escalante en una entrevista telefónica. “Pero la magnitud del sufrimiento y la riqueza de sus experiencias fueron sorprendentes”.


La habilidad de Valderrama para encontrar y contar historias importantes de los Andes lo acompañó a lo largo de su carrera como académico, durante la cual experimentó con el cine y la fotografía, y en su giro hacia la política a fines de 2006, cuando se postuló para formar parte del Concejo Municipal, con el fin de promover la cultura y las artes, dijo Escalante. Valderrama murió el 30 de agosto en un hospital del Cusco. Tenía 75 años. Escalante afirmó que la causa fue la COVID-19, enfermedad que se había estado propagando cada vez más en los Andes del sur de Perú. Además de Escalante, a Valderrama le sobreviven tres hijos, Gonzalo, Julián y Carmen Valderrama, y cinco nietos. Valderrama había ejercido el cargo de alcalde desde diciembre pasado; su predecesor fue suspendido debido a una condena por fraude, y él era el siguiente en la lista. Pasó la mayor parte de su tiempo en ese puesto dirigiendo la respuesta de la provincia ante el nuevo coronavirus, visitando los mercados para implementar medidas de distanciamiento social y supervisando la distribución de paquetes de ayuda para los residentes pobres. Lo ha sustituido Romi Infantas, una exregidora de 25 años. Valderrama nació el 3 de abril de 1945 en la región del Cusco, hijo de Bonifacia Fernández y Roberto Valderrama. Su padre trabajó como técnico hidroeléctrico y más tarde como cajero de banco. Sus dos padres eran indígenas que hablaban quechua. Criado en una familia de clase media, Valderrama obtuvo una licenciatura de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco en 1976 y se convirtió en profesor de esa institución en 1990. Según Escalante, aprendió quechua gracias a su abuela y llegó a hablarlo mejor que sus ocho hermanos. Valderrama empezó a salir con Escalante, una conocida de su infancia en San Jerónimo, cuando era estudiante universitario; la enamoró con libros de escritoras feministas. Ayudaron en la formación de una generación de jóvenes estudiantes de antropología para cambiar el enfoque del campo a los problemas apremiantes que enfrentan millones de indígenas en el presente, sostuvo Aguilar. “Se dieron cuenta de que los indígenas no eran solo sujetos de estudio; eran personas que luchaban”, comentó. “Los trataron como iguales y eso produjo un testimonio muy rico y valioso para las ciencias sociales”.


Ricardo Valderrama, en Paris, 1997.


WAWQI RICARDO

Ramón Pajuelo Teves Medico Psiquiatra Eras un extraordinario narrador de historias reales sobre la vida, Ricardo. De esas historias que solo se conocen escuchando y escuchando, caminando y caminando, viendo y viendo. Y sabiendo esperar. Esperar a pesar de todas las urgencias, de todos los apremios, de todas las alegrías y pesares dispersos en el camino, en la ruta. Sumergido en el remolino de lo cotidiano, preguntando y preguntando, comprobaste una y otra vez que el mundo es una pieza de filigrana, y las vidas (cada una, todas juntas), frágiles nubes de agua, viajeras e instantáneas. Buscando otros rastros y pasos, hallaste tus propias huellas, tus raíces. El arte de la antropología, rara aventura vital abocada a enumerar granos de polvo, rastrear significados, rehacer rituales de tiempo individual y colectivo, no podía ofrecer mejor premio: saberse reflejado en otros espejos, en las vidas invisibles de la gente más sencilla. Cargadores de soga. Abigeos de altura. Campesinos de valles de riego y quebradas profundas. Caminantes viajeros de mesetas segadas por vientos fríos. Comuneros de secas tierras volcánicas. Comunidades atrapadas en el infierno de una guerra fratricida. Sabios que hablan con montañas de nieves eternas. Jefes de vara con el poder justiciero de una antigua forma de existir, de ser en común. Tu estrella te escogió para darte el don de sortear la vida recuperando historias, hurgando palabras. Y te llevó a buscarlas en las voces de aquellos que nadie escucha, que nadie lee. No estuviste solo, felizmente, gracias a tu encuentro con Carmen. La suerte para la cual nacemos, puede a veces brotar como vocación, amor y parentela: lugares, gentes, papeles, hijos e hijos de los hijos, libros a su propio viento. Porque siempre es mejor –lo decías tantas veces- tratar de recorrer en buena compañía los caminos más difíciles: aquellos aparentemente simples, pero que luego conducen a los destinos más hondos e insospechados. Así, te abocaste sin límites, como pocos, como solo puede hacerlo quien vive guiado por una innata curiosidad de niño, al extraño oficio de revelar


historias extraviadas en las circunstancias, circunstancias extraviadas en sus propias historias. Aquellas que solo se aprecian como chispa de luz, tras horas y horas y horas de larga espera callada. Hiciste de la palabra un taller de imágenes móviles: contraluz de negativos escondidos, proyector de microfilms, memorias e historias en formato Super 8. Y aprendiste a contarlas, a revivirlas, con generoso afán, como escenificando un secreto rito de transmisión de figuras sonoras. Cinema de versos. Cual prenda de amistad verdadera, de presencia. Por eso, siempre, antes de relatar tus historias necesitabas bajar un poquito la cabeza, con respetuoso ademán, destinado a dejar entreabierta una delicada puerta, con gratitud sencilla y genuina. Historias y palabras sobre vidas. Tantas vidas. Siempre las pensamos ajenas pero resultan ser las de nosotros, los humanos. Historias que rememoran algún silencio primigenio. Que a fuerza de susurros de voces, o de letras impresas, siempre son, al fin y al cabo, un recodo circunstancial del tiempo hecho memoria. Alcanzaste la magia de verlas transcurriendo sin freno. Una tras otra. Como una sucesión de trenes persiguiendo una maraña de rieles sin rumbo fijo. Como una cadena de innumerables eslabones instantáneos. Como cascada de versos agitando un viejo rumor. Tus historias lograban desatar los hilos ocultos de que estamos hechos: circunstancias. Historias. Circunstancias. Instantes que componen, cual argamasa vital, el transcurso de cualquier presencia: la de cada uno, la de todos. Aunque nunca podremos comprender el final. ¿Qué voces anuncian la partida, el viaje hacia otra morada, más allá del calendario, más allá de la distancia? Con antiguo saber, diversos pueblos cuentan que no hay una única forma del ser, del existir. Ni del alma, o de lo que cristianamente nombramos así. Desde antes del morir, varias formas de alma conjugan el transcurso, la estación pasajera del vivir, la permanencia física. Aunque el fin es el fin. Después del silencio todo se cristaliza. Pero somos agua, y otra gota de agua discurre a ensanchar el rumor de un desconocido río. Pero somos luz, y otro destello se une a la vibración inabarcable de un caudal de estrellas. Historias. Circunstancias. En muchos lugares cuentan que al paso de los días, la partida física prosigue en un largo viaje definitivo. Cruzar mesetas y ascender montañas. Surcar aguas profundas y engañosas con solo la guía de una fiel mascota enlutada. Mirar por última vez los cerros envueltos en densas sábanas de neblina blanca. Despedir un disco de fuego sumergiéndose en la profundidad de las aguas o de la inmensa llanura verde. Y sentir lampos de sol rompiendo la dura noche y los cristales congelados. Un largo viaje hasta vislumbrar el ansiado resplandor de altas nieves eternas.


Dicen, como sabes (lo contaste y escribiste repetidas veces), que no resulta sencillo cruzar las aguas del río definitivo. Llévate para el impulso una última historia: la de un hombre bueno que se abocó a buscar sus propios pasos en las huellas de los otros. Justamente en aquellas que brindan testimonio de los más olvidados: huellas humildes, invisibles, inaudibles. Acompaña la visión con un brindis. Aguardiente de anís y caña de valles calientes. Pisco de arenas del litoral. Agüita de nieve de las tierras altas. Eras buen caminante y nadador Ricardo. Y cuidabas muy bien a los animales. Llegarás nuevamente a las montañas, como siempre. Y cruzarás por fin la desconocida ventana de silencio que ansiabas descifrar. Wanakauri, Qoropuna, Ausangate, origen, final, retorno. Amaru tiqsi. Tras el velo sutil de las horas y días, el destino nos conduce inevitablemente a extraviar caminos, historias, momentos, circunstancias. Todo deshecho por el silencioso telón de un invisible reloj de arena. Tal vez la muerte sea, empero, apenas otro traspié que nos empuja a brincar por encima de todo lo pasado. Súbitamente. Entre ayer y mañana, quizás sea simplemente una forma inédita de transitar, de transcurrir, de ser. Un tránsito novedoso y único para recorrer, conocer, descubrir lo que esconden las aguas de un ancho río. La magia de hilvanar indicios y recuerdos, sin embargo, lo reinstaura todo. Otra vez. Nos devuelve de otra forma. Tus historias resuenan más fuerte ahora. Son presencia. Son barro, tinta, voz de memoria viva. Historias que giran y giran a fuerza de silencio, de grito acurrucado en el viento, de huella resistente. Así será siempre wawqi, hermano, como gustabas decir haciendo del lenguaje un brindis instantáneo de lo imperecedero. Historias, circunstancias, ofrendas para no dejar de festejar el vivir, la amistad, los afectos, wawqi Ricardo.


Ricardo Valderrama y Carmen Escalante, lavĂĄndose las manos, para ingresar al muro de los lamentos, en JerusalĂŠn, el 2014.


Me acabo de enterar del fallecimiento de Ricardo. Les mando un gran abrazo a ti y a tus hijos con una profunda tristeza, pero también sabiendo que la misericordia de Dios lo acoge en su misterio y que su memoria permanecerá como los grandes muros de piedra del Cusco: intacta. Fue un gran intelectual, hizo contigo un aporte excepcional a la cultura peruana, fue un noble señor querido por los Apus y un amigo tierno y fraterno a quien extrañaremos siempre. El año pasado lo vi un poco mal, pero no esperaba tan pronto su fallecimiento. Mi sentido pésame, en un tiempo tan difícil. Lamento no poder llegar ahí por las circunstancias. —Mamoru Fujita Antropólogo



IDEAS A LA MUERTE DE MI PADRE

Julian Valderrama Escalante Medico Psiquiatra

Ricardo Valderrama, Yaqueline Wachtel, Jan Szeminski, Carmen Escalante y Nathan Wachtel, en la Universidad Hebrea de Jerusalén, el 2014.

Buenas tardes a todos, mi nombre es Julian Valderrama Escalante y soy hijo de Ricardo Valderrama Fernández y de Carmen Escalante Gutiérrez ¡y eso me da gusto decirlo! Gracias por acudir hoy a la misa, y honrar la partida y la memoria de mi padre Ricardo Valderrama Fernández. Gracias a todos, familia y amigos. Permítanme decir algunas palabras. Mi padre fue una buena persona, un buen hijo, un buen hermano, un buen esposo y un buen padre, un gran ser humano. Un hombre completo, un hombre contemporáneo: inteligente, empático, indagador ¡un gusto de hombre! y universal: interesado en las personas, sus culturas y sus artefactos. Mi padre era y es un buen cusqueño. Digo que es y seguirá siendo pues pienso que él, como pocos, ha alcanzado la trascendencia y la inmortalidad de muchas maneras, en su espíritu y en la historia. De modo que es un buen cusqueño: pues amaba la filosofía, la matemática, la música, el arte y el deporte; tenía un gusto, repito, universal, un gusto que abarcaba de todo, amaba la cultura del cusco y con igual pasión las culturas de todo el mundo, tanto lo antiguo como lo moderno, le gustaban también, los relojes mecánicos, los autos, los mecanismos y le gustaba vestir bien, al estilo cusqueño, ósea una mezcla de ingles francés e italiano; le gustaba la artesanía los libros, por ejemplo, las bibliotecas; le gustaba investigar, escribir, le gustaba trabajar y siguió trabajando. Creo que su gusto tan particular hace que yo lo recuerde como alguien alegre y brillante, que encuentra interesante todo o casi todo. Mi padre era un buen hombre libre. Creyente en DIOS y en muchos otros dioses, pues él era científico, sobre todo; un hombre moderno. Tenía esperanza en el Perú, en el mundo, en el futuro y era escéptico a la vez. Tenía una visión amplia de la realidad y no temía explorar: vio la magia y no la creyó, vio la fe y se hizo masón. Pienso que fue sobre todo un libre pensador, tenía una mente científica. Cuando alguien parte al gran oriente, corre el riesgo de ser idealizado y ser recordado desde muy pocos ángulos o sin critica. Esto hubiera sido rechazado por mi padre.


Pese a esto, igual diré que mi padre era luz sin sombra y estoy seguro que está en el mejor de los paraísos, tengo fe en ello. Estoy orgulloso de mi padre, visto así, como lo describo, él es la promesa del hombre del futuro, la de un hombre mejor, un supra hombre. Un prócer de la patria y a la vez un príncipe del Perú. Descendiente de Waynaqapaq a través de la panaca Tupac Yupanqui. Mi padre fue hombre de mundo, uno que viajo por casi todo el mundo. Le falto china. Lástima por china. China no conoció a mi padre. Mi padre era un hombre inteligente y hermoso un verdadero Príncipe. Ahora que se ha ido, lastima. Lástima por el cusco y por el mundo. Es bueno estar de luto y es bueno estar triste en este momento, pero la tristeza siendo una emoción valida y verdadera se ira, y regresara la alegría al recordarlo y de nuevo yo estaré alegre y tranquilo. Les deseo lo mismo a ustedes para con el recuerdo y las ideas de mi padre Ricardo Valderrama Fernández. Mientras tanto. Un gran abrazo a todos. Gracias por su atención. Gracias. ¡Viva Ricardo Valderrama Fernández!

Carmen Escalante, Gonzalo Valderrama, Pedro Valderrama, Ricardo Valderrama, Carmen Geroma Valderrama, Cusco del 2011.


Tiempos tristes enlutan el aire, época que de manera forzada nos acostumbra a despedir gente querida; se volvieron redundantes las condolencias; hoy no es la excepción y toco despedir a un gran amigo, a un gran maestro, Profe Ricardo, aun tengo en la memoria sus palabras de aliento y fuerza cuando nos tocó despedir a mis queridos suegros y tíos, esta pandemia nos tocó a todos de distintas formas, sin duda es usted un buen amigo que será indispensable extrañar y guardar en la memoria con un cariño fraterno. Solo pido al Altísimo le brinde la luz que ilumine su Estrella. Que el camino —Abel Rozas Político


RICARDO VALDERRAMA Y LA POLÍTICA NACIONAL A PUERTAS DEL BICENTENARIO Gonzalo Valderrama Escalante Antropólogo Hace una semana la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco organizó un homenaje a mi padre, docente antoniano de toda una vida. Comparto mi intervención: Política y política nacional pueden parecer temas vetados, cuestiones restringidas al dominio de una comunidad de especialistas. Por ello me parece necesario desarrollar este breve comentario sobre la base de dos citas de autores clásicos, referentes para mi padre, en el ejercicio mismo de sus labores como regidor, alcalde, y como antropólogo, o científico social, identidad irrenunciable para él. La primera cita corresponde a Aristóteles, para quien la política es una ciencia práctica, que se ocupa del modo recto de comportarse y decidir sobre el bien común, en Ética a Nicómaco, se dice: “Si, por tanto, de las cosas que hacemos hay algún fin que queramos por sí mismo, y las demás cosas por causa de él [...], es evidente que este fin será lo bueno y lo mejor. [...] Si es así, debemos intentar determinar, al menos esquemáticamente, cuál es este bien y a cuál de las ciencias o facultades pertenece. Parecería que ha de ser la suprema y directiva en grado sumo. Esta es, manifiestamente, la política». La política puede ser entendida como la preocupación por el bien común, en primera instancia, y talvez se deba volver a revisar a los clásicos. ¡Pero, cómo entender lo referente a “política nacional”! Sobre los proyectos de construcción de una nación peruana y la naturaleza de nuestro país, como un país compuesto más bien por un mosaico de diversas naciones, hay distintos puntos de vista. Toca a la antropología establecer vasos comunicantes con aquella comunidad de especialistas cuyo fuero es el mundo de la política partidaria, para entablar diálogos y renovar las miradas sobre nuestra patria. Ha sido una de las principales labores de la antropología y de sus autores emblemáticos, señalar ese orden injusto, esa relación asimétrica entre los pueblos originarios, nuestras tradiciones milenarias, y lo occidental, hispano, criollo, o como cuando ahora se suele edulcorar toda esa problemática con la palabra mestizaje.


Le faltó a mi padre el tiempo para escribir un texto de reflexión acerca de su propia obra, Pienso, hubiese señalado como Arguedas en su célebre discurso cuando recibe el premio Inca Garcilaso de La Vega, que buscó también saltar, sortear esos muros que dividen este país. Que no puede terminar de reconciliarse con esa diversidad de pueblos, de gentes, de historias y de sueños a futuro. La segunda cita, a la que recurro aquí -para reforzar este acercamiento a la mirada de mi padre sobre la política nacional, en un momento muy simbólico para el país como es la próxima conmemoración del Bicentenario de la independencia nacional-, corresponde al Inca Garcilaso, autor que él leía de manera recurrente, y que hasta estos días ocupa su escritorio y los anaqueles más cercanos a su lugar de trabajo. En las primeras páginas de los Comentarios reales encontramos estas palabras del Inca, donde explica el porqué de su propósito de escribir sobre los incas y el Perú, que fue en gran medida para corregir miradas equivocadas, son palabras que no suelen remarcarse lo suficiente: “Para atajar esta corrupción me sea lícito, pues soy indio, que en esta historia yo escriba como indio con las mismas letras que aquellas tales dicciones se deben escribir. Y no se les haga de mal a los que las leyeren ver la novedad presente en contra del mal uso introducido, que antes debe de dar gusto leer aquellos nombres en su propiedad y pureza”. Son frases que no se resaltan lo suficiente, porque el discurso hegemónico de construcción de la nación peruana se base en otra frase de Garcilaso inca, aquella en la que alude a su orgullo de ser también mestizo. Pero aquí como en otras varias partes de su obra Garcilaso se identifica como indio, o indígena, originario, andino, diríamos hoy en día. Mencioné antes aquellas miradas distintas e incluso encontradas sobre nuestro país y dentro de ellas -hay que decirlo- las miradas locales, surgidas en el seno de las culturas locales, abrigadas en su idioma, no han tenido mucha cabida por así decirlo en ese proyecto prevaleciente de país mestizo, con un mestizaje en el cual las identidades ancestrales se diluyen. Podríamos afirmar que mi padre al igual que Garcilaso supo siempre quién era y de dónde provenía. Reivindicó siempre su indianidad, la de la familia misma, la mía propia. Entender la complejidad de la nación, desde este particular punto de vista, abre múltiples posibilidades de lectura. En las últimas conversaciones que tuvimos comentaba él los textos de reflexión en torno al Bicentenario, la historiadora Cecilia Méndez acababa de publicar una


nota por fiestas patrias, haciendo alusión a la independencia como una revolución olvidada. Mi padre habló de las promesas incumplidas en este país desde la independencia. No es necesario señalarlas a detalle. Bien sabemos cómo la discriminación étnica y racial flotan en el aire. El dedicó una vida a estudiar el mundo andino, a reivindicar el mundo quechua, a generar así, la posibilidad de sentirse orgulloso de esta pertenencia. La independencia nacional puede ser vista como un proceso inconcluso, en cuyo centro se encuentra aquella gran promesa de la revolución de la independencia: la igualdad de derechos y oportunidades para los diversos pueblos. Mi papá pensaba ello, y seguramente su obra, y aquella en conjunto que está pendiente de editar por mi madre, servirán para construir ese país. Guardémosle en el corazón.

Ricardo Valderrama, Carmen Escalante y Gonzalo Valderrama, Cusco del 2008.


Ricardo Valderrama Fernรกndez, bebiendo chicha en el Waqrapuku, Paruro de 1998.


RICARDO VALDERRAMA FERNÁNDEZ 1945-2020


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.