Ni buena ni mala: mamá real disneybabble.com /mx/voces-babble/ni-buena-ni-mala-mam%C3%A1-real
Cuando me preguntan sobre mis embarazos, respondo con total sinceridad que para mí, lejos estuvieron de ser una “dulce espera”. Más bien fueron momentos en los que te cambia el cuerpo, tenés que dejar de hacer cosas, cambias hábitos de comidas y bebidas, todo para llegar al parto que (ya sea natural, inducido, cesárea de urgencia o programada) implica un momento de stress, dolor e incomodidad. Con todo, para mí el embarazo es la mayor prueba de amor que le podés dar a un ser humano, porque te prestás con todo tu ser, tu alma y tu cuerpo para que otra persona se desarrolle y pueda llegar a este mundo. La entrega es total. Y ahí lo cuento. No es fácil, no es dulce, pero es una experiencia increíble, con un resultado asombroso. Mis hijos me llenan el alma. Y no me considero mala, por decir que dolió. Ni me considero buena por decir que les dí todo mi amor. Creo que soy una mamá real. Los primeros días de los niños son difíciles. Es así. Poco sueño para nosotras, muchas dudas, corridas, llantos (de la mamá y del niño), poca peluquería y muy poquita privacidad. Si el pequeño que llega ya tiene hermanos, todo lo que te dijeron de la atención que le tenés que dar y como cuidarte vos, no aplica. Eso de dormir cuando duerme el bebé, no va mas. Tenés que atender a otros (en mi caso una vez fue uno, otra fueron dos y otra tres). Quizás recuperarte de una cesárea, ir a buscar a los chicos al cole, tu marido en algun viaje y el segundo con fiebre. Me pasó todo. Y luego llegan a sonreírte, y los abrazas, los acaricias, se duermen en tu pecho, las lágrimas son de alegría, de emoción. Ese pimpollo que está ahí, indefenso donde te necesita y te ama, no importa las veces que te equivoques. Y así lo viví, lo sentí, y así lo cuento. Muchos sacrificios, muchas noches en vela, pero agradecida
infinitamente por la oportunidad de ser madre, oportunidad que para algunas representa un camino difícil. Queríamos una familia numerosa, y así llegamos a tenerla. Con altibajos, con días espléndidos y otros no tanto. Con muchas risas y mucho llanto. Soy de las que cree que esta bien demostrar tus sentimientos. Creo que es mejor decirles a tus hijos que tuviste un mal día en el trabajo, porque algo no salió porque esto ayuda a que sepan que tu humor no solo depende de cómo se portan. Estoy convencida que los chicos desde casi bebés, entienden lo que les decís, son más inteligentes que lo que creemos y explicándoles los ayudas a comprender y aceptar el mundo que les rodea. Lloro, río, canto, grito, susurro, estoy contenta, triste, melancólica, paso por todos los estados de ánimo. Y creo que eso no me hace ni buena ni mala madre. Me hace una mamá real. Aprendí a compartir las buenas noticias. Si salió un negocio o terminé un libro, se los digo. También les cuento que me voy temprano porque tengo que hacer algo muy importante en la oficina que me encanta y me hace bien. Aprendí a aceptar que en esta familia somos seis. Que todos tenemos nuestras necesidades y que el equilibrio hogareño se logra cuando cada uno puede desarrollarse, pero también cuando todos sentimos esa libertad de ser nosotros mismos. Aprendí a festejar los logros de cada uno como logros de toda la familia. Pero creo que en parte es así. Hacemos un trabajo en equipo: los padres, damos las condiciones para que los chicos se desarrollen felices. ¿O no? Por los logros de uno, todos festejamos. No quiero ser etiquetada ni buena ni mala, quiero ser una mamá real, la mejor que pueda llegar a ser. Y que mis hijos me vean así: como alquien que se esfuerza, que trata, que se equivoca pero que lo vuelve a intentar, como mamá, como emprendedora, como esposa, como amiga. Por esto, y por mucho mas soy una persona, y además tengo la inmensa dicha de ser mamá de cuatro. comentarios