Instinto maternal: ¿mito o realidad? entrepadres.imujer.com/7075/instinto-maternal-mito-o-realidad Si te pregunto qué es para ti el instinto maternal, ¿qué me contestarías? Muchos dicen que es una especie de impulso emocional que hace que las madres quieran que sus criaturas estén bien y se sumergen completamente en su cuidado; es más, se dice que todas las mujeres tenemos este instinto a flor de piel incluso cuando no somos madres aún. Todo muy lindo con el instinto materno pero, ¿es algo que nos inculcaron a creer o es realidad? Quédate y saquémonos la duda juntas de si el instinto materno es un mito o una realidad.
Instinto mamífero ¿Tiene algo que ver el instinto maternal y que somos mamíferos? Algunos establecen que el hecho de amamantar a nuestros hijos significa que debemos tener una conexión diferente por instinto. Pero, ¿qué significa instinto? Un instinto es un comportamiento automático, irresistible, desencadenado por algo que no piensas ni controlas, que no requiere entrenamiento o estudio y que no hay forma de que se modifique. ¿Tú eres madre?, ¿sientes que todo lo que haces por tus hijos se puede definir como instinto? Entonces, puede ser que definamos instinto como algo que hacemos sin que nos presionen y a lo que no podemos resistirnos; podríamos llamarlo motivación, ¿no? Entonces, si el instinto materno es propio de todas las mujeres porque somos mamíferos, ¿por qué hay mujeres que deciden no tener hijos?, ¿no sentirán ese impulso o ese impulso en realidad no existe naturalmente?
¿Hay diferencias entre padre y madre? Siempre se nos ha dicho que es distinto ser padre que madre, ¿o me equivoco? En toda cultura, y por los siglos de los siglos, hemos sido las mujeres las que nos hemos encargado de los niños y todo lo que tiene que ver con ellos; ¿y por qué se supone que lo hacemos las mujeres? Porque lo hacemos mejor que los hombres gracias a nuestro instinto maternal o por lo menos eso es lo que estamos acostumbradas a escuchar, ¿o no? Sin embargo, se han realizado estudios para tratar de comprobar que esto del instinto materno realmente crea una diferencia entre padres y madres y se ha llegado a la conclusión de que tanto padres como madres son igual de buenos al identificar lo que le pasa a los hijos y que la habilidad de hacerlo no tiene que ver con el género, sino con el tiempo que se pasa con los ellos. Esto hace que me pregunte lo siguiente: ¿será que de verdad tenemos un instinto maternal o entendemos más a nuestros hijos porque pasamos más tiempo con ellos? Y, ¿pasamos más tiempo con ellos porque la sociedad nos acostumbró a que las mujeres tienen que estar más o porque realmente tenemos ese instinto que nos impulsa a hacerlo? Muchas preguntas para un solo día, ¿no?
¿Todas las mujeres tenemos el instinto maternal? Quizás hayas conocido algún que otro caso de mujeres que no sienten deseos de ser madre o de mujeres que lo son pero no sienten este instinto materno del que siempre se habla, ¿y no son madres? Claro que lo son. Algunos piensan que la cercanía con los bebés, por ejemplo, ese impulso que te lleva a cuidarlos, a quererlos y a dar todo por ellos, no tiene que ver con una característica que se tenga por naturaleza, sino con el contacto con ese niño, con el día a día. Por eso es que muchos padres pueden incluso ser mejores "madres" de lo que son las mismas madres; y hay muchas mujeres que no sienten ese impulso y no por eso son peores o mejores que ninguna otra. Después de haber leído todo esto, ¿crees que el instinto materno es un mito o una realidad? ¡Cuéntanos! Si eres de las mujeres que no lo sienten, no tienes por qué sentirte culpable.
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El instinto materno ¿existe? El “instinto” de proteger, cuidar, nutrir y amparar a un hijo, sólo puede manifestarse en la medida que ese hijo exista y tengamos una relación amorosa con él. Ahora bien ¿necesitamos el instinto materno para quedar embarazadas? No, definitivamente no tienen nada que ver una cosa con la otra. Quedamos embarazadas porque somos fértiles, porque hemos tenido contacto sexual con un hombre y porque hace parte de la naturaleza humana. El instinto aparece más tarde, cuando el niño nace. A partir de ese momento, hay un bebe necesitado de cuidados maternos que despierta nuestra capacidad de amar. Pero, una vez que el niño ha nacido, ¿siempre aparece el instinto materno? ¿Por qué muchas madres no sentimos “eso” en relación a nuestros hijos? Porque nuestra capacidad de protegerlo y ampararlo depende de la represión sexual que hemos vivido a lo largo de toda nuestra vida, del desamparo en el que hemos permanecido sometidas durante nuestra infancia y de la moral, el autoritarismo afectivo y la rigidez que aún hoy persisten y hacen parte de nuestra manera de ser. Es decir, una vez que tenemos al niño real en brazos, nos encontraremos con nuestra capacidad o incapacidad de cuidarlo, según nuestra historia emocional pasada, de la que generalmente no tenemos un claro registro. De todas maneras, la función maternante se puede aprender buscando referentes externos, siempre y cuando reconozcamos que nos resulta difícil responder a las demandas del niño pequeño. En todos los zoológicos del mundo, se sabe que cualquier mamífera hembra criada en cautiverio, tendrá pocas chances de concebir y dar a luz a su cría. Luego, si lo logra, difícilmente “la reconozca” como propia y posiblemente tenga dificultades para amamantarla y protegerla. Pero los cuidadores del zoológico la ayudarán, y la cría normalmente sobrevivirá. Lamento estas comparaciones, pero a las mujeres nos sucede algo parecido: atravesamos los embarazos totalmente despojadas de nuestro saber interior y luego parimos en cautiverio: atadas, pinchadas, amenazadas y apuradas. Entonces lógicamente, inmediatamente
después de producido el nacimiento, nos sucede que desconocemos a nuestra cría. Las madres tenemos que hacer un esfuerzo intelectual para reconocer a ese hijo como propio, con la culpa y la vergüenza de pensar internamente que quizás no poseemos ese valioso “instinto materno”. ¿Puede una madre tener una fluidez extraordinaria para responder intuitivamente a las necesidades del bebe? Sí, claro, ¡pero tiene que provenir de una infancia ideal! Si hemos recibido suficiente amparo, contacto corporal, palabras cariñosas, mirada exclusiva, pechos, disponibilidad emocional y explicaciones a lo largo de toda nuestra infancia, es mucho más probable que respondamos instintivamente a las demandas del niño pequeño. Caso contrario, necesitaremos apoyos externos que nos guíen hacia el amor, y nos liberen de los prejuicios . Laura Gutman.