Meditaciones y oraciones diarias sobre el Evangelio del XIX domingo del Tiempo Ordinario, ciclo B

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Meditación del Evangelio del

XIX Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B

Juan 6, 41-51

Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: “Yo soy el pan bajado del cielo”. Y decían: “¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: Yo he bajado del cielo?” Jesús tomó la palabra y les dijo: “No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”. PALABRA DEL SEÑOR – Gloria a Ti, Señor Jesús

Lunes

6

Agosto

Meditación San Juan nos escribe como gente de fe. Presume que entendemos los símbolos con que Jesús habla en sus discursos. Está acertado. Sabemos, al menos un poquito, lo que Jesús quiere decir cuando se describe a sí mismo como, “… el pan vivo que he bajado del cielo.” Ciertamente los judíos, que no han puesto la fe en Jesús, quedan confusos con este tipo de hablar. Tienen que preguntarse, “¿No es éste, Jesús, el hijo de José?” Sí, es hijo de María y José, pero también tiene otra identidad. Porque creemos en él, podemos añadir, “es hijo de Dios Padre que ha venido para dar vida al mundo.” Pero, ¿no es que tengamos la vida? Así los judíos seguirán preguntándose a sí mismos. Una vez más diremos nosotros que sí tenemos la vida, pero no todos en el sentido que Jesús significa aquí. Tenemos la vida biológica, pero Jesús está refiriéndose a otra vida más realizada que la vida mundana. Se remite a la vida eterna que comienza aquí en la tierra pero no se limita al tiempo cronológico. Más bien, la vida eterna transciende el tiempo para colocar a uno en el rango divino como hijo o hija adoptiva de Dios. Es la certeza que uno es amado y nadie jamás puede quitarle de este amor.

www.rosarioenfamilia.org.pe

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