« Soy, lo confieso, uno de los tantos rosarinos que anhelan, egoístamente, que no seamos millones. Nadie ha podido explicarme cuál es la ventaja de ser muchísimos, dónde radica el beneficio de ser como San Pablo, o ciudad de México...»
Agradecimientos El circuito Fontanarrosa nace como un programa de la Usina Joven de la Secretaría de Turismo de la Municipalidad de Rosario. Fue desarrollado junto a jóvenes estudiantes de los diversos institutos educativos terciarios y universitarios de turismo de la ciudad. Agradecemos el tiempo y el trabajo de Ramiro Airoldi, Iván Bernaola, Yamila Espinoza, Luisina Mendoza, Carolina Oña, Maximiliano Panza, Gabriel Pulver y Luciana Tripodi. La Usina Joven es un área dentro de la Secretaría de Turismo conformada por jóvenes profesionales, cuatro de ellos licenciados en turismo y dos en comunicación social. Agradecemos la colaboración en la elaboración de los textos y en la investigación a Horacio Vargas autor del libro “El Negro Fontanarrosa”. Fotografías: Rosario 12, Diario La Capital y Silvio Moriconi.
Rosarino de pura cepa, hizo un culto de la amistad, del fĂştbol, el humor y las charlas de cafĂŠ. Sus historietas, cuentos y novelas hoy son un legado irreemplazable de la cultura argentina.
¿Qué más puede pretender un intelectual? por Horacio Vargas*
Además de sus famosas historietas, con personajes que trascendieron fronteras como Inodoro Pereyra o Boggie el Aceitoso, el Negro Fontanarrosa dejó un legado de 3 novelas (“Best Seller”, “La gansada” y “El área 18”) y una vasta serie de cuentos incluidos en libros como “El mundo ha vivido equivocado”, “La mesa de los galanes”, “No se si he sido claro”, “Uno nunca sabe”, “El rey de la milonga”, “Usted no me lo va a creer”, y otros.
Arr. ROBERTO FONTANARROSA
con sus amigos en la Mesa de los Galanes del bar El Cairo. INODORO PEREYRA Y MENDIETA, dos de sus más entrañables personajes.
“Los rosarinos somos creativos, a falta de paisaje Rosario tiene lindas minas y buen fútbol. ¿Qué más puede pretender un intelectual?”. Esa era su respuesta cada vez que le preguntaban por qué vivía en Rosario, hecho que, por otra parte, no es demasiado curioso. Un millón doscientas mil personas habían tomado la misma determinación. Alguna vez sonó el teléfono en su estudio del barrio La Florida. Un periodista de Córdoba quería sacarlo al aire por el resultado del último censo nacional. - Córdoba tiene más habitantes que Rosario… ¿Qué opina?fue la pregunta. - Jódanse- contestó, lacónico, Roberto Fontanarrosa.
Al Negro le encantaba vivir en una ciudad chica –y en un barrio de zona norte, cerca del olor del río marrón-. Rosario era topográficamente perfecta para trasladarse de un lugar a otro sin mayores dificultades, sin agenda previa. “Rosario es como una Buenos Aires más chica, afortunadamente más chica y con muchos menos habitantes. Soy, lo confieso, uno de los tantos rosarinos que anhelan, egoístamente, que no seamos millones. Nadie ha podido explicarme cuál es la ventaja de ser muchísimos, dónde radica el beneficio de ser como San Pablo, o ciudad de México”, decía. A diferencia de otros artistas que emigraron de la ciudad para instalarse en Buenos Aires, la meca elegida para crecer y desarrollarse, Fontanarrosa hizo algo infrecuente. Fue una celebridad que siguió viviendo en Rosario. No hubo un momento en que decidió quedarse en Rosario por la sencilla razón de que siem-
pre le pareció natural estar en el lugar donde estaba. Se lo permitía su tipo de trabajo: primero enviando sus chistes a Clarín, a Buenos Aires, a través de la corresponsalía, luego a través del fax y finalmente desde su computadora. Un humorista –decía- puede estar en cualquier lugar del mundo y su trabajo no cambiaría, porque el lenguaje del humor es universal. Como lo suyo era el humor editorialista era fundamental estar en el país. Rosario siempre le pareció una ciudad muy “vivible”. Y también estaba lo afectivo: nació y se crió acá, los amigos, la familia, el fútbol, Central. Pero entendió a quienes partieron como su hijo Franco, Fito Páez, Juan Baglietto, Litto Nebbia. No había que tomarlo como una deserción ni una traición a la ciudad. Había también otros motivos más terrenales para quedarse acá. “Desde la época de las lavanderas –explicó en tono de historiador rosarino-, nues-
tras señoras han debido bajar hacia el río, descender hacia el Paraná por calles empinadas como Laprida o Rioja, lo que las obliga a echarse hacia atrás buscando el equilibrio, comprimiendo los glúteos, tensando los músculos del estómago y sacando pecho, para sostener, además, el canasto de ropa sobre sus cabezas. Los resultados están a la vista, mis amigos, aunque no todos al alcance de la mano”. Su amigo Caloi hizo una ajustada descripción ambiental de Rosario: “Es como un gran suburbio de sí misma: extensísimas calles con cuadras y cuadras de casas bajas, parejas todas, y como para que ninguna de ellas se engrupa, gran proliferación de cortadas que las parten por el medio. Y así se vive en Rosario. Sencillamente. El paisaje y la idiosincrasia no permiten fanfarronadas; es como si no hubiera de qué agrandarse. Los soberbios desentonan, no armonizan con el entorno. Fontanarrosa adhiere totalmente a este culto”.
* Periodista y escritor. Autor de la biografía “El Negro Fontanarrosa” (Homo Sapiens, 2014).
CIRCUITO
FONTANARROSA Entre bares emblemรกticos y lugares que signaron sus historias, pasando por su casa natal y su estudio de trabajo, la vida del genial escritor y humorista rosarino puede rememorarse paso a paso, a partir de un singular recorrido por la ciudad donde naciรณ y eligiรณ vivir.
Centro Cultural Roberto Fontanarrosa Si existe alguien que hizo un culto de la amistad ese fue el Negro Fontanarrosa. Por eso fue un Día del Amigo (20 de julio), del año 2013, cuando a partir de un homenaje impulsado por sus amistades se rebautizó el viejo Centro Cultural Bernardino Rivadavia, que pasó a llamarse oficialmente Centro Cultural Roberto Fontanarrosa. Muchos de sus cuentos están basados en encuentros con sus amigos y anécdotas que surgían entre charlas de café, quizás es por eso que muchos de ellos se cimientan en el fútbol, tópico ineludible en las mesas de bar. Consultado por un cuento suyo que represente la amistad, el Negro recordó a “Cielo de los argentinos”, que narra la historia de un grupo de amigos que se juntan a ver un partido de fútbol y comer un asado y al leerlo el lector se da cuenta que están en el cielo, todos muertos.
La colorida fachada del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa.
«¿Por qué son malas las palabras? ¿Les pegan a las buenas? ¿Son de mala calidad? ... »
FONTANARROSA en su discurso consagratorio del III Congreso de la Lengua Española en el Teatro El Círculo, Rosario 2004.
Sunderland Bar De manteles a cuadros rojos y blancos y buena gastronomía, Sunderland Bar fue uno de los restaurantes elegidos por Fontanarrosa para reunirse con amigos y hasta para festejar su cumpleaños (celebró allí sus 50 y sus 60). De origen portuario, el bar fue guarida de marineros y con el correr del tiempo se volvió trastienda de la bohemia y la vida cultural de la ciudad. “Reconocido nido de piratas que atienden cautivas rusas”, como lo describe Joan Manuel Serrat, Sunderland es lugar de anécdotas e historias. Hoy, con el sonido del piano de visitas de fondo, se pueden observar dibujos y fotos de Fontanarrosa como también de las grandes figuras que han pasado por este bar de paredes verdes y buenos vinos.
«Reconocido nido de piratas que atienden cautivas rusas”, como lo describe Joan Manuel Serrat, Sunderland es lugar de anécdotas e historias.…» Teatro El Círculo Si una imagen ilustra la consagración de Fontanarrosa como figura pública es la ovación que recibió en el teatro El Círculo luego de su ya legendaria ponencia sobre las malas palabras. Corría noviembre del 2004 y la cita era el III Congreso Internacional de la Lengua Española. “¿Por qué son malas las palabras? ¿Les pegan a las
buenas? ¿Son de mala calidad?”, se preguntaba el Negro aquella mañana en la que hizo morir de risa hasta al más acartonado académico. En una mala palabra “fundamental e irremplazable” como “mierda”, “el secreto de la contextura física está en la R”, remarcaría entonces, sorprendiendo con el humor y la originalidad de un orador excepcional.
Jaraj y Carlos Galli, el Peruano, Pedro Jáuregui, Postiglione y el Zorro son algunos de los galanes que, junto a Fontanarrosa, dieron cátedra de fútbol, política y mujeres. Sus anécdotas serían fuente de inspiración para muchos de los cuentos más famosos del Negro. La escultura de Fontanarrosa en el bar El Cairo, una postal ineludible para rosarinos y turistas.
«Yo al cielo le pondría canchitas de fútbol y un par de bares, porque en el bar estás en tu casa y a la vez estás balconeando la calle »
Bar El Cairo En Rosario se mantiene la vieja costumbre de reunirse con amigos alrededor de la mesa de un bar, en distendidas charlas café de por medio. El bar El Cairo es símbolo de esta tradición rosarina y en gran parte se lo debe a la legendaria Mesa de los Galanes.
Bar La Sede “¿Y si nos mudamos de acá?”, preguntó Fontanarrosa en algún momento en que el legendario bar El Cairo perdió atractivo entre intelectuales y artistas y pasó a tener cada vez menos visitantes. Luego de recorrer otros bares, fue La Sede -a una cuadra de la facultad de Humanidades y Artes- el elegido para instalar la Mesa de los Galanes.
Como Rosario, la mesa no tiene fecha de fundación, aunque los primeros encuentros datan de 1980. Belmondo, Chelo Molina, Chiquito Martorel, Ricardo “el Negro” Centurión, “El Colorado” Vázquez, los turcos
Durante 10 años el Negro se reunió aquí con amigos y desconocidos, dejando su impronta en las mesas de café. Hoy en día, La Subsede, debajo del mítico bar, alberga espectáculos en su nombre y suele poner en
El BAR EL CAIRO, lugar de inspiración de Roberto Fontanarrosa. INODORO PEREYRA, MENDIETA Y BOOGIE EL ACEITOSO JUNTO A FONTANARROSA en una tradicional mesa de café.
cartelera el humor de sus más prestigiosas obras. Casa natal Fontanarrosa nació un 26 de noviembre de 1944. Berto y Rosita, como se conocía a sus padres, decidieron ponerle Roberto Alfredo. El departamento “L” en el segundo piso del edificio Dominicis (Catamarca 1421) fue el hogar donde dio sus primeros pasos, escuchando quizás el sonido de la radio transmitiendo un partido de fútbol o algún tango. En el año 2014, por ordenanza del Honorable Concejo Municipal de Rosario, Catamarca y
Corrientes fue declarada esquina “Roberto Fontanarrosa” en homenaje a su casa natal. Barrio Alberdi El barrio de Alberdi fue la escenografía predilecta de la vida de Fontanarrosa. Su casa de calle Agrelo se convirtió en un lugar de encuentro donde el fútbol y la comida nunca faltaron. Además de los integrantes de la Mesa de los Galanes, por allí pasaron amigos como Joan Manuel Serrat y Daniel Samper, los humoristas del grupo Les Luthiers, o los dibujantes Quino, Caloi y Crist, entre muchos otros.
La mayor parte de su tiempo giraba alrededor de esta casa, ubicada a pasos de la emblemática plaza Alberdi. Recién cuando nación su hijo Franco decidió separar el espacio de trabajo y mudó su estudio a la calle José C. paz, a sólo unas cuadras, siempre en este barrio de la zona norte de la ciudad. El Gigante de Arroyito El Negro es sinónimo de fútbol y uno de sus lugares en el mundo sin duda fue el estadio del Club Atlético Rosario Central, conocido como “Gigante de Arroyito”, a la orilla del Paraná, donde tantas veces fue
El día de su nacimiento, 26 de noviembre, fue instituido como el Día Nacional del Humorista.
La casa natal de Fontanarrosa en el centro de la ciudad, su hogar en el barrio Alberdi y su estudio de calle José C. Paz.
FONTANARROSA con el legendario jugador canalla Aldo Pedro Poy. FONTANARROSA con sus amigos en una tarde de fútbol en el Gigante de Arroyito.
« Tengo la sensación de que el mejor partido, el mejor espectáculo, nos está esperando el domingo que viene » a alentar a su equipo. Cuando iba a ver los partidos con su banda de amigos “canallas” (hinchas de Rosario Central), durante un largo tiempo ocupó la butaca 81 en la fila 10 del sector K ubicada en la platea alta techada detrás de calle Cordiviola.
Restaurante Escauriza “Pocos rosarinos conocen que, lejos de designios tan elevados como el de la creación de nuestra enseña patria, pero cerca de los placeres cotidianos y domésticos, Rosario fue cuna del fenómeno gastronómico conocido como picada”. Así ex-
pone el Negro en “La Picada, ¿una creación rosarina?” donde un grupo de ingleses es sorprendido por esta invención gastronómica. El lugar elegido fue Escauriza, un mítico restaurante en la ribera norte de la ciudad, famoso por sus exquisitos pescados de río, sus tablas y su excelente vista del Paraná.
Sus cuentos de fútbol, sus historietas y frases más célebres hablan de un apasionado que llevó de la cancha al papel la esencia del fútbol rosarino y argentino. En alguna ocasión, diría: “Tengo la sensación de que el mejor partido, el mejor espectáculo, nos está esperando el domingo que viene”. El barrio de Alberdi fue la escenografía predilecta de la vida de Fontanarrosa.
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