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JUEVES 7 de diciembre de 2017

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Cambio

La escritora Rossemary Caballero rememora a la primera dama Lindaura Anzoátegui de Campero Fue la primera mujer en usar la pluma para denunciar la situación del indígena durante la República. También fue la esposa del general Narciso Campero, presidente de Bolivia (1880-1884). Y PÁGINAS 14-15

Seis décadas de ‘Un río que crece’ LA OBRA, LLEVADA ADELANTE POR LA ASOCIACIÓN DE BANCOS PRIVADOS DE BOLIVIA (ASOBAN) Y COMPILADA POR EL POETA GABRIEL CHÁVEZ CASAZOLA, REFRESCA LA HISTORIA DE LA PRODUCCIÓN LITERARIA DE BOLIVIA. Y

LA AMAZONIA EN LAS LETRAS Y

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EL CINE INDÍGENA FUERA DE LA LUPA COMERCIAL Y

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Cine DOCUMENTAL

Las 3 Magalys

Bajo el rótulo de cine indígena Claudio Sánchez *

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uchas veces se dijo que lo mejor de la producción audiovisual en Bolivia estaba sucediendo en un circuito paralelo y alternativo. La experiencia boliviana es referencial en la región por la cantidad de producciones que existen y están bajo el rótulo de cine indígena comunitario. Estas películas han sido menospreciadas y marginadas por los circuitos comerciales, siendo en sí testimonios de una época, reflexiones sobre la propia existencia, es en estos materiales dónde se han plasmado inquietudes y anhelos. Sin embargo, estas experiencias han sido —y son— hechas para las comunidades al margen de la lógica comercial, es por esto también que no son películas hechas con fines comerciales, sino más bien culturales. Forman parte de otro paradigma cultural que todavía no termina de entenderse porque estamos condicionados en nuestro pensamiento por lógicas de libre mercado que ya no coinciden con la intención de la profunda transformación que es ahora mismo el proceso de cambio. Cefrec es la experiencia más sólida en el campo del cine indígena comunitario en el país. Y es sobre una de sus producciones que el equipo canadiense de Wapikoni Mobile trabaja un documental sobre la violencia y el abuso con una mirada hacia el presente y la transformación del propio país desde un hecho real. Las 3 Magalys reflexiona sobre el hecho de producir bajo el rótulo de cine indígena comunitario porque se evalúa el qué decir o qué quieren que se diga. Si en un principio se pensaba en narrar una historia colectiva, que fue funcional a un objetivo histórico en su momento, relacionado íntimamente con la Nueva Constitución Política del Estado y el reconocimiento de las 36 naciones indígenas, ahora la cuestión tiene que ver con casos particulares, historias individuales que por su connotación se vuelven universales. Magaly es parte del sistema de comunicación indígena, ella es víctima de una historia de atropellos, es un eslabón en la cadena de la violencia ejercida por los patrones en las haciendas de Beni. Más allá de ser ésta una denuncia es también una luz de esperanza porque en la tercera Magaly de la familia se encuentra el anhelo de un país diferente. La película recupera la esencia del cine indígena comunitario y ubica la cámara en el hecho de devolver las imágenes a la comunidad, que en este caso es la familia de la protagonista, quienes tendrán que enfrentarse con una verdad que han intentado ocultar y que un ejercicio de catarsis —gracias a audiovisual— libera de culpas a sus protagonistas. Un documental que recuerda la importancia de vernos sin tantos filtros, volcando la cámara a nuestras realidades más íntimas. * Crítico de cine

esquina DIRECTOR

Óscar Alarcón Ticona EDITOR GENERAL

Rolando Carvajal

PERIODISTA

COLABORADORES:

Jackeline Rojas Heredia jadelheredia@gmail.com

Homero Carvalho Oliva Claudio Sánchez Pablo Cingolani Aitor Arjol Víctor Montoya


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Poesía PENSAMIENTO

Cuadro de situación

Pablo Cingolani* Escritor y analista argentino

La cita es de Rodolfo Kusch y corresponde a su ensayo Una lógica de la negación para comprender a América La imprevista Fragmentación De algo Que se creía Fijo Inmóvil Inmutable Una línea Un orden.Una jerarquía Sin fondo Sin sonido Sin horizonte “Hasta ese punto Donde lo que ocurre En nuestro continente Violente Las pautas culturales De uestra Pequeña Burguesía Tan empeñada, Sospechosamente, En reformar algo Que tiene demasiada Consistencia Para ser alterado”. El límite es el indio El límite es el miedo El límite es el pueblo. El límite es la clase. Río Abajo, 29 de noviembre de 2017

En memoria de Rafael Nahuel

América indígena y atractiva.


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Ensayo LETRAS Y LECTURAS AMAZÓNICAS

‘Amazoniando’ Literatura históricamente incomprendida y marginada por el centralismo de las grandes urbes.

Homero Carvalho Oliva *

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a región amazónica de Bolivia abarca más de dos tercios del territorio nacional y forma parte, a través de sus afluentes, de la cuenca mayor del río Amazonas o río de las Amazonas, nombrado así por Francisco de Orellana en homenaje a las mujeres guerreras que encontraron en su expedición. Claudia Rodríguez Monarca, investigadora de la literatura amazónica, publicó en el Taller de letras de dicha universidad su ensayo Estrategias de reterritorialización en la poesía amazónica contemporánea, en el que señala: “Referirse a la poesía amazónica supone el reto de la delimitación de varios criterios que tienen que ver con coordenadas espaciales, temporales, estéticas, lingüísticas, sociohistóricas, culturales y nacionales. No obstante, un punto de confluencia desde las distintas regiones y países es que ha sido históricamente incomprendida y marginada por el centralismo de las grandes urbes. La propia antropología reconoce que desde el siglo XVIII la selva fue concebida, en términos generales, como una “región inepta para la civilización”, en contraste con la región de los Andes, al menos propicia para un eventual progreso o desarrollo. Margari-

ta Serje (1999) ha señalado que “Allende la cordillera Oriental, la exuberante vegetación verde de la Amazonía era un territorio sin historia donde campeaba la ‘barbarie’, donde los hombres —aún los ‘racionales’— caían, sometidos por la ley de la selva, a la condición humana más abyecta o al imperio de los instintos”. Pineda Camacho (2005) lleva esta reflexión al ámbito literario al referirse a La vorágine, de José Eustasio Rivera, “cuando, en 1924, fue publicada La vorágine, los letrados bogotanos apenas pudieron comprenderla y fue leída como el eco de una naturaleza salvaje donde los hombres se contagiaban —en una especie de mimesis— de la misma condición salvaje”. Ésta fue la tónica, durante mucho tiempo, no sólo de los letrados y críticos colombianos; la literatura amazónica no existió a los ojos de la crítica oficial, vinculada a la academia y al canon, en ninguno de los países que afiataban sus literaturas nacionales. Este aspecto se ha ido revirtiendo gracias a la investigación generada en esos espacios, primero por antropólogos, como Stefano Varese y Hugo Niño, y luego por escritores amazónicos e investigadores, como los bolivianos Homero Car-


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Adolescente de la amazonia.

valho y Nicomedes Suárez Araúz, los peruanos Manuel Marticorena, Ricardo Virhuez, Roger Rumrill, Raúl Bardales, María Chavarría y Manuel Cornejo; los colombianos Miguel Rocha Vivas, Beatriz Alzate, Juan Álvaro Echeverri, Roberto Pineda Camacho, Fernando Urbina y Juan Carlos Galeano, entre otros (…) El migrante, si bien necesita ese tiempo de la memoria, debe sentir que pisa tierra firme en el tiempo de lo cotidiano, que logra agenciarse en ese tercer espacio. El agenciamiento, no obstante, como etapa de culminación de la instalación en otro territorio, supone etapas de transición desde el trauma del desprendimiento y el desarraigo de su terruño, pero también de la ajenidad en el nuevo espacio”. En este contexto se ubica la poesía de nuestro amigo Palmiro, lector de los clásicos de la literatura universal, latinoamericana y boliviana. Palmiro declara: “Ser hijos de la luz, a pesar de la obsesión del eclipse, implica la espectral ilusión del arcoíris —patria de todas las banderas— anunciando el cese de la lluvia”. En el poema Riberalta: “Barranca Coloreada de inocencias/ Puerto la Cruz de dioses lejanos/ Ribera-alta de ilusiones inacabadas/

Riberalta sorprendente/ y almendrada sueño inconcluso de caucho y vigilia/ tus ubres repletas aguardan la audacia/ en tus montes. / Así te cristianaron/ los fundadores de tus calles”. Y en La madre de mi padre, uno de los que más me agradan: “Abuela quería decirte/ que no defraudé tus consejos, / los seguí en todas sus letras, / no expuse mis pequeñas manos/ a la inmensidad de la selva, /a la bravura irreverente de los ríos/ que desafían el coraje de nuestra gente. /Opté por tu visionaria/ premonición de sabiduría:/ “Con esas maningas hijo/ a usted no le queda más remedio que estudiar”. / Eso hice abuela/ lo sigo haciendo para compensar/ la pequeñez de mis manos”. En la lectura del poemario, los lectores descubrirán compromiso social, político y ecológico, sin descuidar el lado romántico y tierno de la vida, sencillamente porque un luchador revolucionario no podría serlo si no lleva en su corazón el latido de la humanidad. Los invito a recorrer la amazonía de la mano de Palmiro Soria, muchas gracias. *Escritor, poeta y gestor cultural


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Ensayo PROSA SOLEMNE

La muerte y las elegías Si la muerte duele en la conciencia, imagínense de qué forma se refleja en una creación artística Aitor Arjol*

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a muerte duele. Golpea en la mayor debilidad del hombre: sus ansias de volar. Lo comprendo al considerar la conciencia como uno de los mayores logros de la evolución humana, la que también nos ha llevado por los derroteros de la estupidez globalizada. Entiendo que se vayan los seres queridos o que circunstancias de las que somos responsables —pero no causantes— nos los arranquen y arrebaten. Quedan fuera de nuestra capacidad de control o prevención. Vivir de por sí es un gran riesgo, dependiendo del lugar donde el azar nos dé a luz. Debemos considerarlo como un privilegio si nacemos rodeados de las mayores comodidades y con las necesidades básicas satisfechas en un entorno teóricamente saludable, ‘civilizado’ y sujeto a los cánones del estado del bienestar. Pero casi nunca es así, y tal argumento debería bastar por sí mismo para convivir con los pies en la tierra. Si la muerte duele en la conciencia, imagínense de qué forma se refleja en una creación artística, donde cada quien trasponga y refleje ese dolor inaudito. En una escultura. En un lienzo. En un exilio. En una novela. En un poema. La poesía como género literario siempre se ha ocupado de la muerte como exaltación, respuesta, pretexto, tragedia, liberación o consuelo. Durante el barroco, la muerte constituía un camino inexorable del cual no podía escapar nadie, al que nos dirigíamos por un sendero decadente y gris. Por el contrario, en el Romanticismo gozaba de una presunción de gloria, inmortalidad, liberación y desacato. Actualmente, la muerte parece que no nos importa. No vale nada. La despreciamos en nombre del más absoluto de los individualismos. Ha perdido su formalidad y respeto. El muerto al hoyo y el vivo al bollo. Que dios nos libre de la muerte más que de la vida. Somos mientras tenemos alguna utilidad social, casi siempre ligada a lo productivo. Ha quedado reducida al ámbito más íntimo y familiar. Más allá de eso la muerte se revela como un ejercicio de hipocresía, en la medida en que los homenajes al muerto se suceden una vez que estira la pierna y en consonancia con el interés creado en cada aniversario. Cuando los homenajes dejan de ser útiles, al muerto tampoco le recuerdan. También hay muertos de primera, segunda, tercera y sucesivas categorías que no se fundamentan tanto en lo cualitativo, sino que varían en función de sórdidas y pacatas estadísticas. Muertos que importan y que no, para mayor vergüenza. Así que nos queda el consuelo de nuestros propios muertos. Cada quien tiene los suyos, en los que sensibilizarse de la pérdida física y aún espiritual. Entre tanta arbitrariedad y desorden sólo cabe una solidaridad: importan los muertos que han sido vivos buenos. Aquellos con los que la vida ha sido breve o ha dejado partir demasiado temprano. Importan aquellos que desaparecieron por la maldita culpa del hombre que se mata el uno al otro, esa maldición de Caín contra Abel. Importan los anónimos, los desheredados, los desterrados, los asesinados, los bondadosos y un aterrador e infinito logaritmo de muertos que sería incapaz de abarcar por las propias limitaciones físicas y psíquicas. Cuando un poeta se expresa sobre la muerte de un ser querido entra


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un respeto tan sepulcral y solemne como cuando se abre la puerta de un espacio vacío e ignoramos qué hay dentro. Las elegías vienen a ocupar ese espacio ausente. Muchos poetas de todas las épocas se han ocupado en ellas de la muerte como la digna evocación del ser ausente. Son algunas de las composiciones poéticas más rotundas, bellas y duras a ojos y corazón del lector. De todas ellas cabe recordar algunos fragmentos por la ejemplaridad y pureza de sus emociones: La elegía a Ramón Sijé, de Miguel Hernández. “No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida”. El llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de Federico García Lorca: “Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan claro, tan rico de aventura. Yo canto su elegancia con palabras que gimen y recuerdo una brisa triste por los olivos”. A don Francisco Giner de los Ríos, por Antonio Machado: “Como se fue el maestro, la luz de esta mañana me dijo: Van tres días que mi hermano Francisco no trabaja. ¿Murió?... Sólo sabemos que se nos fue por una senda clara, diciéndonos: Hacedme un duelo de labores y esperanzas. Sed buenos y no más, sed lo que he sido entre vosotros: alma. Vivid, la vida sigue, los muertos mueren y las sombras pasan; lleva quien deja y vive el que ha vivido”. Elegía interrumpida, de Octavio Paz. Hoy recuerdo a los muertos de mi casa. Al primer muerto nunca lo olvidamos, aunque muera de rayo, tan aprisa que no alcance la cama ni los óleos. Oigo el bastón que duda en un peldaño, el cuerpo que se afianza en un suspiro, la puerta que se abre, el muerto que entra. De una puerta a morir hay poco espacio y apenas queda tiempo de sentarse, alzar la cara, ver la hora y enterarse: las ocho y cuarto. *Escritor español radicado en Ecuador


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Literatura RESEÑA

Sobre letras y viaje Un río que crece

Con este trabajo, la Asociación de Bancos Privados de Bolivi celebra el presente año seis décadas de labor económica. Jackeline Rojas Heredia

perciba hasta el que fue narrado delicadeza, la d de tiempo o la es Sin duda un gran la producción lit quienes, poco o cen aún lo que e ha escrito a lo la historia o, como caso, a lo largo d El libro de 1 divide de la sigu La Irrupción de (1957-1967), por tista Gumucio; Escritura (1967mundo Paz Sol tos entre el silen por Mónica Velás Años de Transfo 1997), por Ma Cambio de Ritm por Martín Zela

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ntre los aciertos y producciones literarias que han destacado en 2017 resalta el prodigioso regalo de la Asociación de Bancos Privados de Bolivia (Asoban), una obra que resume la producción literaria nacional durante 60 años, igual tiempo de vida de la asociación. La compilación estuvo a cargo del poeta y periodista Gabriel Chávez Casazola y fue elaborada por un selecto grupo de escritores que abordaron, década a década, lo relevante en las letras nacionales. Un río que crece, nada más acertado para la producción literaria boliviana, cuyas aguas amenazan desbordes, pero quizá no al mismo ritmo ni al denso caudal con el que crecen los lectores. Mariano Baptista Gumucio, Edmundo Paz Soldán, Mónica Velásquez, Magela Baudoin, Martín Zelaya Sánchez y Giovanna Rivero son los coautores de la importante producción. Chávez Casazola presenta la obra como un aporte que pretende traer a la memoria la producción de autores bolivianos guiados a través de un lenguaje claro. Cada escritor introduce al lector a una década determinada, a hechos y pensamientos, un paseo por la historia de las letras. Estas formas de escritura variada y fluida se presentan a los ojos como cortometrajes en los que se halla el contexto histórico tanto de Bolivia como del mundo, el entorno del escritor, sus preguntas, dudas, anhelos, toda suerte de sensaciones para experimentar a través de la palabra y aún más. El texto logra que quien la descubra

Escritores nacionales incluidos.

Resumen la producc literaria en durante se décadas


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es:

ia (Asoban)

l humor en el o, la prisa, la disponibilidad scasez de éste. n aporte para teraria y para o nada, conoen Bolivia se argo de toda su o en el presente de seis décadas. 196 páginas se uiente manera: la subjetividad r Mariano BapTurbulencia y -1977), por Edldán; Sobresalncio (1877-1987), squez Guzmán; ormación (1987agela Baudoin; mo (1997-2007), aya Sánchez, y

Tapa principal de la obra.

de ción n Bolivia eis

por último Descorriendo el tupido velo de la Mediterraneidad (2007-2017), por Giovanna Rivero. En la primera parte, el maestro Baptista Gumucio comparte grandes joyas de la poesía, Del mar y la ceniza, de Yolanda Bedregal; Cifra de Rosas y Siete Cantares, de Oscar Cerruto. También menciona el notable aporte de Gamaliel Churata, y su obra Pez de Oro, quien fuera defensor de la educación indigenista, periodista y fundador, junto a Carlos Medinaceli y otros jóvenes del movimiento literario Gesta Bárbara. A través de la antología del venezolano Aquiles Nazoa se destacan las obras de Augusto Céspedes, El Pozo, Augusto Guzmán, La Cruel Martina; Fernando Diez de Medina, El Llamo Blanco; Oscar Soria, El Saldo; Jaime Saenz, Sobre el Espanto en los jardines bajo la lluvia, además de mencionar a Raúl Leytón con Indio Bruto, y a Porfirio Díaz Machicao. Siempre con menciones a obras concretas, hace un recuento de la producción de Eliodoro Ayllón, Pido la Palabra; Ignacio Callaú Barbery, Tierra Camba; Marcelo Quiroga Santa Cruz, Los Deshabitados; Néstor Taboada Terán, El precio del Estaño; Alcira Cardona Torrico, Rayo y cimiente; Wilson Mendieta Pacheco, Murmullos del Gua

Compilador Gabriel Chávez Casazola, durante una de las presentaciones.


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dalquivir; Werner Gutentag, Bibliografía boliviana; Porfirio Díaz Machicao, Historia del Rey Chiquito, ésta última sobre la “apasionante historia de un indio casi niño, valiente como los príncipes”, y además comparte la producción de una poeta que dejó la vida muy pronto, Silvia Mercedes Ávila, hija de Laura Villanueva, más conocida como Hilda Mundy, con la obra dedicada a su madre: Tú Nominas los sueños. Baptista Gumucio revive también a Edmundo Camargo, otro en irse pronto, con su premonitoria obra: Del Tiempo y la Muerte. En este recuento de trabajos memorables destaca la edición y publicación de la obra de Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela, Historia de la Villa Imperial de Potosí, realizada por Gunnar Mendoza y Lewis Hanke. (1965), y no es indiferente al pensamiento y a la crítica de Fausto Reynaga. La década a cargo de Paz Soldán inicia en 1967, año marcado, como él afirma, por la guerrilla del Che en Ñancahuazú. El trabajo entra en contexto con la aparición de la novela 100 años de Soledad, de Gabriel García Márquez, para de ahí pasar al surgimiento de la ‘narrativa de la guerrilla’. En el género novela destaca a la primera obra ganadora del premio Guttentag, Los fundadores del Alba, de Renato Prada, y Matías, el Apóstol suplente, de Julio de la Vega. Dedica un espacio para detallar la importancia del mencionado premio, hoy extinto, que distinguió a autores como Yolanda Bedregal, Gaby Vallejo, Gonzalo Lema, Ramón Rocha Monroy, Juan de Recacoechea. Muchos otros autores y obras están incluidos por Paz Soldán, Tirinea, de Jesús Urzagasti, así como la literatura que se ocupó de narrar la situación de la mujer en la obra Bajo el Oscuro sol, de Yolanda Bedregal (1971), o ¡Hijo de Opa! (1977), de Gaby Vallejo. En la década a cargo de Mónica Velásquez, quien nos permite cerrar los ojos y situarnos entre 1977 y 1987, es conmovedor hallar a Taboada Terán, ManchayPuyto, entender el significado del yaraví, además de hallar referencias sobre el arte teatral en figuras como Luis Bredow, Guido Calabi. Y otras como la de Blanca Wiethuchter, Noviembre 79. La referencia histórica inevitable a Guevara Arce, derrocado por una junta militar de Natusch Busch (Velásquez invita a consultar los trabajos de Herbert Klein y de Pablo Ramos Sánchez). El espacio es breve para mencionar las décadas restantes. Si el ansia que germina en escritura fuese en la misma proporción al de la palabra leída, los cambios a los que aspiramos como sociedad acelerarían su curso por las aguas del desarrollo humano, amplitud mental, riqueza de criterios y elevación espiritual. La escritura nacional obra en consecuencia con el contexto en el que nace y se desarrolla, vale decir que literatura e historia van unidas a un mismo cordón umbilical en Bolivia. Gran regalo el de Asoban y excelente labor de Gabriel Chávez Casazola.


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Muestra EXPOSICIÓN

Pluma de Plata El Centro Albor Arte y Cultura presentó un libro y una exhibición de las mejores obras de la décima edición del concurso de poesía y pintura.

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os trabajos ganadores fueron publicados en un libro que lleva el nombre del concurso Pluma de Plata. En el área de la poesía, el ganador fue La receta del olvido con relleno de felicidad, de la joven Daniela Cutipa Alanoca. En pintura, la obra ganadora tituló Almas en oferta, del joven artista Mijael Kevin Luján Miranda. De acuerdo con los organizadores, elegir a los ganadoras fue muy difícil por el talento que los jóvenes expresan. La temática fue la violencia de género y la trata y tráfico de las personas, dos f lagelos de la sociedad actual que se denuncian y expresan a través del arte y con el apoyo del programa Suma Thakhi II.

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Historia Voces

COMUNICACIÓN

Origen y evolución del lenguaje

Los idiomas que abundan en la actualidad, agrupados en las ramas de un tronco lingüístico, siguen causando controversias. Víctor Montoya*

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ara que los individuos de una colectividad puedan comunicarse y entenderse tienen que regirse por las reglas de un idioma, estructurado sobre la base de normas gramaticales, sintácticas, semánticas y otras de carácter lógico. Quien niegue este sistema de reglas no conseguirá más que generar palabras y frases —no ideas— que resultarán ilógicas e incongruentes para los demás. El lenguaje humano, compuesto de palabras, es social porque todos los individuos de una comunidad recurren al mismo idioma para comunicarse entre sí, habida cuenta que cada signo o palabra representa una idea común para todos. Por eso el lenguaje no sólo es una facultad social, sino también una auténtica necesidad del ser humano. A pesar de las innumerables investigaciones realizadas no se sabe con certeza cuándo y cómo nació el lenguaje, esa facultad que el hombre tiene para comunicarse con sus semejantes, valiéndose de un sistema formado por el conjunto de signos lingüísticos y sus relaciones. Aunque muchos investigadores tratan de echar luces sobre este misterio, sus resultados no pasan de ser más que meras especulaciones. Empero, por la observación de los gritos de ciertos animales superiores, algunos creen que tales gritos fueron los cimientos del lenguaje hablado.

LA EVOLUCIÓN DEL LENGUAJE Desde el punto de vista antropológico y etnológico es indudable que el lenguaje articulado constituye una de las manifestaciones características que separan al hombre de los seres irracionales. Éstos últimos expresan y comunican sus sensaciones por medios instintivos, pero no hablan, a diferencia de los seres dotados de conciencia. Por lo tanto, si tuviésemos que añadir un sexto sentido a los cinco tradicionales, sin duda alguna éste sería el habla, ya que la lengua, además de servir para el sentido del gusto y otras funciones cotidianas, tiene la aplicación de emitir sonidos articulados, una particularidad que, como ya dijimos, nos diferencia de los animales inferiores con los que compartimos: vista, oído, tacto, olfato y gusto. De otro lado, el animal no es capaz de planificar sus acciones, puesto que toda su conducta instintiva está determinada por su sistema de reflejos condicionados e incondicionados. La conducta humana, en cambio, se define de forma absolutamente diferente. La situación típica del individuo es el proceso de planteamiento y solución de tal tarea por medio de la actividad intelectual, que se vale no sólo de la experiencia individual, sino también de la experiencia colectiva. Consiguientemente, el hombre, a dife-


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rencia de los animales inferiores, sabe planificar sus acciones, y el instrumento fundamental para tal planificación y solución de las tareas mentales es el lenguaje. Aquí nos encontramos con una de sus funciones más elementales: la función de instrumento del acto intelectual, que se expresa en la percepción, memoria, razonamiento, imaginación, etc. Se supone que el hombre primitivo, que vivía en las oscuras cavernas hace por lo menos cien mil años, hacía simples gestos acompañados de gritos e interjecciones, a la manera de ciertos animales, hasta que pasó a designar oralmente a las personas y cosas de su entorno. Esta designación de las ideas mediante sonidos conformó la piedra angular en el desarrollo cultural y social del hombre primitivo, ya que supone un aumento sin precedentes en la capacidad de abstracción. De modo que el hombre primitivo, dotado de la facultad de hablar, podía comunicarse con sus semejantes y darse a entender. Así habían nacido las primeras palabras, coincidiendo con el empleo de

Los hombres que dejaron dibujos en las cavernas.

los primeros utensilios. Desde entonces, el lenguaje no sólo es el instrumento prodigioso que permite la comunicación entre los seres humanos, sino la memoria transgeneracional que permite a los miembros de una colectividad compartir sus conocimientos y experiencias a través de la articulación de sonidos.

LA DIVERSIDAD DE LENGUAS Con el transcurso del tiempo, los hombres primitivos empezaron a vivir en pequeños grupos familiares usando un lenguaje que era de uso exclusivo del grupo, con palabras que expresaban una idea común para todos. Poco a poco se fueron reuniendo en comunidades más grandes, formando tribus y poblados. Algunos grupos se desplazaron a lugares más o menos lejanos buscando nuevos territorios donde se podía encontrar caza y pesca, mientras otros se trasladaron en busca de regiones más cálidas, generalmente junto a los ríos, donde construyeron sus chozas y consolidaron su lengua materna. Valga aclarar que si los habitantes de un lugar carecían de relaciones con los de otros, no es nada probable que usaran el mismo lenguaje para comunicarse entre sí, lo que hace suponer que desde el principio hubo varias lenguas y no una sola ‘lengua madre’ como generalmente creen los defensores del mito bíblico sobre la Torre de Babel. En cualquier caso se debe añadir que la evolución del lenguaje ha sido paralela a la evolución del hombre desde la más remota antigüedad. Los idiomas que abundan en la actualidad, agrupados en las ramas de un mismo tronco lingüístico, siguen causando controversias entre los investigadores, puesto que el estudio del origen del lenguaje es tan complejo como querer encontrar el ‘eslabón perdido’ en el proceso de humanización de nuestros antepasados. *Escritor y pedagogo


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Historia

Lindaura Anzoátegui de Campero.

Primera narradora feminista boliviana Por Rossemarie Caballero Vega*

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indaura nació en el Valle de Tojo (cantón de la provincia Avilés, departamento de Tarija), nieta del aristócrata marqués de Tojo. A sus 16 años quedó huérfana de madre y también a esa edad perdió a su hermano. Más tarde se comprometió y casó con el coronel Campero, con quien viajó a Europa cuando el coronel fue designado embajador en Francia, en 1888. A su retorno, quizá influenciada por la cultura europea, publicó su primera novela…. Utilizaba dos seudónimos para escribir. El Novel y Tres estrellas, llegando a publicar el total de cinco novelas: La madre, 1891; La mujer nerviosa, 1891; Luis, 1892; Cuidado con los celos, 1893; Huallparrimachi, 1894; Don Manuel Ascencio Padilla, 1976; el ensayo Cómo se vive en mi pueblo. Estampas, 1892, y varios poemas, según el libro Más de cien escritores bolivianos (2017) de combate cívico, entre ellos el emblemático Bolivia, dedicado a su esposo, develando el sufrimiento de una mujer y madre en tiempos de la Guerra del Pacífico. El por qué del título del presente ensayo se explica con el fragmento de Urquidi: Los azares de la política y lo precario de la situación económica (…) siempre la hallaron de rara entereza de carácter, a prueba de vicisitudes. Sufriendo el general Campero hostilidad encarnizada… (1919, 83), fragmento que rescato como base del título de este documento “La rara entereza de Lindaura Anzoátegui de Campero, primera novelista feminista boliviana”. Virginia Ayllón (2006) señala: “Primera dama por su doble característica de ser esposa del presidente Narciso Campero (presidente entre 1880 y 1884), pero también por ser la primera narradora boliviana, la primera en usar la pluma para la denuncia de la situación del indio en la nueva República, la primera en impugnar las vicisitudes de la vida política y la primera en cuestionar la situación de la mujer en el nuevo país denominado Bolivia”. Y con toda razón complementa que “el carácter de la literatura de Lindaura Anzoátegui de Cam-

pero es fundacional en las letras bolivianas”. Asimismo, en otro estudio, Ayllón & Olivares la declaran escritora “suicida”, junto a las pioneras autoras bolivianas Adela Zamudio, María Virginia Estenssoro e Hilda Mundy: “Este ensayo se acerca a la vida y obra de cuatro escritoras que se suicidaron frente a la sociedad, aceptaron, cada una a su modo, ponerse en boca de las demás, o sea hacerse palabra pública” (2010:149). Unas más que otras sufrieron por su atrevimiento, las cuatro optaron por caminos vedados para su época. Si recurrimos a la cronología de autoras bolivianas nos encontramos con pioneras y el género en el que destacaron, a saber: Josefa Mujía (Sucre, 1812, poeta); Mercedes Belzu Gorriti de Dorado (La Paz, 1835, poesía); Lindaura Anzoátegui (Tarija, 1846, novela); Hercilia Fernández de Mujía (Potosí, 1860, poesía); Adela Zamudio (Cochabamba, 1854, poesía); Virginia Estenssoro (La Paz, 1902, novela) e Hilda Mundy (Oruro, 1912, poesía), entre otras. El texto Bolivianas ilustres; heroínas, escritoras, artistas; estudios biográficos y críticos, de José Macedonio Urquidi (1918) la identifica como literata eximia, la mejor novelista acaso de la República, cantora de sus tradiciones de gloria. Casi un siglo después, los descendientes de Anzoátegui


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HOMENAJE E INVESTIGACIÓN

La rara entereza de Lindaura Anzoátegui de Campero Campero de Campero, en 2006, publican Desafío de mujer, vivir sin el velo de la ilusión, por Editorial Plural de La Paz, en cuya contratapa se lee: “Al igual que la de otras, la de Lindaura Anzoátegui de Campero forma parte de la rica tradición de mujeres bolivianas, quienes desde la cultura han abierto brechas para la activa participación de la mujer en la vida contemporánea de nuestro país. Sara Romero de Salamanca, en su discurso de presentación del libro Don Manuel Ascencio Padilla (2006), señala: “Creo que en el Año Internacional de la Mujer es oportuno que una de las grandes escritoras bolivianas merezca el homenaje de dar la estampa su novela histórica inédita. Será un doble reconocimiento: a Lindaura Anzoátegui de Campero y su personaje preferido y admirado, Juana Azurduy de Padilla, refiriéndose a ella como: “La guerrera americana más ilustre (1919). La heroica amazona de la gran guerra, la libertadora de Bolivia, la gran Juana Azurduy de Padilla, de donde las mujeres bolivianas heredamos la valentía y el denuedo de mujer patriota”. En la obra Huallparrimachi, la denominan ‘endemoniada viuda’ por el terror que inspiraba la fortaleza y lucha de Azurduy, nacida el siglo XVIII en Alto Perú. Urquidi (1919) destaca su inteligencia descollante y excepcionales virtudes. Narradora y detallista. Sus escritos tienen originalidad, hay variedad en la trama que interesa, los diálogos son naturales, espontáneos. El lenguaje es fácil y correcto. Ahí muestra la autora talento de amplias vistas, genio vivaz e intuición rápida, su estilo es ágil, sobrio y pintoresco en éstas como en todas sus obras (p.84) Mientras que al general Campero describe como “uno de los presidentes más patriotas, más abnegados y más honrados que ha tenido la República de Bolivia, comparado con Sucre mismo, hizo la transmisión legal del mando supremo en 1884 en la capital”. Ayllón (2006) lo confirma: “Es con su obra Cuidado con los celos que Anzoátegui ha logrado su conciencia de ser escritora y el oficio que esto implica: a través del ser mujer y el ser indio en la Bolivia del siglo 19. En esta novela, mujeres e indios comparten dos características en su deber ser: la lealtad/fidelidad y el sacrificio. Ambos llegan a ser cuando se sacrifican” (…) En Bolivia, indios y mujeres no tenían derecho al voto, la gran Adela Zamudio (1854) lo denuncia en su poema Nacer hombre: “Vota el pillo peor, permitidme que me asombre, porque es hombre”. La revolución de 1952 concedió a la mujer el ejercicio de sufragar en las elecciones de 1956; es decir, un siglo y 31 años después del nacimiento de la República de Bolívar, hoy Estado Plurinacional de Bolivia. El carácter pionero de Lindaura, más allá de su rol como primera dama o primera narradora, es en palabras de Ayllón: Denunciar la situación de la mujer, el deber ser femenino construido en la Bolivia del siglo XX, porque avizora los que después Zamudio nombra e instaura, crea a la mujer boliviana. Como se advierte, Anzóategui percibió algunos elementos de la estructura del Estado colonial y los nombró desde el reclamo de la atención a la mujer, habida cuenta de su aporte a la construcción de la nación y también intuyó la estructura colonial jerarquizada del nuevo Estado (Ayllón, 2016). Estos elementos nos muestran fehacientemente la preocupación y lucha de Anzoátegui por los derechos de la mujer durante el siglo XIX. Es en virtud a esa lucha que me animo a distinguirla como la primera narradora feminista de Bolivia. *Poeta, ensayista, narradora y docente cochabambina


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– 16 – jueves 7 de diciembre de 2017


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