ABSURDO —La belleza de lo ordinario— NÚMERO 3 A Ñ O 2 015 VERANO
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CONTENIDO 3 • A diez dedos: Devenir holográfico 9 • La avispa de mi ombligo: La poética del sueño 12 • Monos: #1 16 • 6C: Breves anotaciones 18 • Huella Mnémica: Hacer nuevos mitos del cuerpo y la sexualidad 20 • Gabinete de asombros: El objeto encontrado como caminata 23 • El Bunker: Michel Houllebecq 27 • Alas para elefante: Anatomía del miedo 28 • Mierda y muerte: TIME 30 • La vida es otra: A la espera de lo (extra)ordinario 36 • Doctor quién: ¿Qué hora es ahora? 39 Los elixires del diablo: La inmortalidad en lo ordinario 41 • Vaivén de Scriptorium: Romper la pluma 46 • La reseña de libro: El mito de Sísifo 50 • La reseña de película: La sal de la Tierra 54 • Escribe cómo: Allen Ginsberg 60 • Un jardín propio: 66 • Iudicium: Lo cotidiano 70 • Jazz: La belleza de un ordinario abrazo 72 • Cata de letras: El favorito de el Rey de los Beats 75 • Párpado: Las mañanas Aristegui 79 • Porno eléctrico: No Ordinary Love 82 • Andamio: La mujer vieja 86 • Cuento corto 88 • La lírica: Les feuilles mortes 92 • Cuentos 95 • Entrevista: La poesía está en la mirada 111 • Soy poeta, luego existo: De cenizas reventando 121 • Poemas 128 • El pajarito 156 • La puerta: ‘Buda mi colega’, de Charles Bukowski 157 Editorial: Absurdo
Dirección • Javier Tinajero, Julio Medellín y Eduardo Medina • Consejo Editorial • Simus Fraud y Carl Junk • Arte y Diseño • Arturo Medellín • Corrección • Karen Martínez • Traducción • Mauricio González • Columnistas • María J. Borja, José Rodríguez, Federico Veerkamp, Fernanda Magallanes, Mariana Romero, María Martínez, Cecilia Pedraza Cameros, Carlos Ignacio del Alto, Patricio J. Gómez, Señor Kurtz, Valeria Guzmán, Deniss Villalobos, Alicia Camposalas, Emilio Toledo, Eunice Anaya, Laura Ceballos, Karen Martínez • Colaboradores • Rojo Solis, Andrea Arzaba, Edgar Ortiz, Dante Vázquez, Adela Montesinos, Saít Rodríguez, Santiago Daydí-Tolson, Yamile Tanús, Rossy Evelin Lima, Carlos Toledo, Juan Carlos Maya, Inés Con Acento, J. Alberto Luck, Evangelina Morales, Harry Baker, Maikel Nieves, Rosario G. Towns, Adrián García, José Manuel Paredes, José Manuel Paredes, Blanca Victoria de Lecea, Nina @aninrutas.
Esta revista es una publicación sin fines de lucro y de distribución electrónica y gratuita. Se puede copiar, reproducir, compartir cualquier contenido de la misma, siempre y cuando se cite la fuente y al autor.
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Fotografía de portada: La belleza de lo ordinario.
LA POESÍA ESTÁ EN LA MIRADA E N T R E V I S TA
a Rossy Evelin Lima por Javier Tinajero
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uerida Rossy, cuando te conocí en Texas en aquel bar de San Antonio, el primer pensamiento que me surgió al verte fue: “Ella ve el mundo con los ojos de la poesía”. Recuerdo que sonreí y fui a platicar contigo. Pero parafraseando a José Emilio Pacheco, no tomes muy en serio lo que dice mi memoria, porque en realidad tiendo a hiperbolizarla, ¿defecto de oficio? No, creo que es un gran regalo de la niñez. Recuerdo que aquella noche intercambiamos puntos de vista sobre qué es la poesía, sus orígenes, sus nuevos caminos y sobre la necesidad de liberarla del ámbito académico. “La poesía está en la mirada” me dijiste, y yo concuerdo: “el poema son los ojos de quien la contempla”. Hablamos un lenguaje parecido, el del asombro. De ahí que haya nacido una hermosa amistad basada en la mutua apreciación poética de la vida. Al día siguiente, sin saberlo, presencié la lectura de tu libro de poemas Ecos del barro en el marco del coloquio “Letras en la frontera” que organiza el escritor Alfredo Ávalos. Tu lectura era intensa y la fuerza de tus palabras golpeaban mi mente desvelada. Me dejaste impactado.
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Pasado ya casi un año de aquel primer encuentro, sigo pensando en lo fortuito del mismo y es por eso que decidí hacer esta entrevista para saber más de ti. Muchas gracias por darte el tiempo de contestarla en la lejana cercanía que implica el correo electrónico. Creo que tus respuestas serán de interés para la poesía que acontece actualmente en México.
Cuando llegué a Estados Unidos, a los trece años, mantuve mi espíritu agazapado, con miedo, cundido por una nostalgia que parecía hambre.
Cuéntame, ¿cómo es que abriste esa “otra mirada”? ¿Cuándo fue la primera vez que te asombraste? Estimado Javier, me siento honrada por la invitación a ser parte de esta conversación. Hablar de poesía es un fluir de concatenaciones de nubes y flora. Esa “otra mirada”, como reitero irrevocablemente, es la que no ha sido empañada por las exigencias de una sociedad ciega, una sociedad cuadrada y desmemoriada. Para mí, la poesía fue abrir los ojos. Cuando llegué a Estados Unidos, a los trece años, mantuve mi espíritu agazapado, con miedo, cundido por una nostalgia que parecía hambre. Mis primeros poemas reflejan una tendencia natural en los adolescentes hacia la polaridad. A pesar de escribir mucho durante estos años, mis escritos provenían de una emoción invidente que se alimentaba de sí misma. No fue hasta que salí de la preparatoria que empecé a abrir los ojos con la poesía. Así, con los párpados pesados, queriendo mantenerlos cerrados, igual que cuando despiertas en la madrugada y la oscuridad te dice que sigues dormida, sentía las palpitaciones del mundo, de la naturaleza. Me encontraba a menudo perdida observando el movimiento de las plantas, la textura de los muros, la honestidad de los vidrios. Había pasado tanto tiempo agazapada, y de pronto vi que tenía las ventanas abiertas, y las puertas y el alma. Ese resentimiento, esa alteridad que antes vivía en la piel, se disipó. No hubo un tiempo exacto, la vida cuando se siente viva es atemporal. Descubrí la poesía, y hago una pauta para marcar la diferencia entre escribir un poema y sentir la poesía como la diferencia entre apreciar el mar como algo majestuoso, y estar frente al mar sintiendo que tu respiración y las olas son un mismo jadear; descubrí la poesía cuando dejé de tener miedo. ¡Qué hermosa fragilidad la de la raza humana! Miedo de ser diferente, miedo de que nadie más se detenga a recoger un pedazo de panal de abejas que se ha caído porque en él se dibuja la magia creadora de otro ser vivo, miedo de no saber a dónde pertenezco, miedo de no saber dar, miedo de no saber cómo recibir. Estos, como muchos otros miedos se extinguieron con una sola frase, “Yo soy parte de todo y todo es parte de mí”. De esta forma, comencé a aceptar mi historia y a trenzarla con mis nuevos pasos, con mis nuevas letras. Así nacieron muchos poemas contemplativos, panteístas. Conocí a la poesía como un vehículo y ya no sólo como refugio. La primera vez que me asombré fue cuando descubrí el amor, lo vi crecer desde el suelo en donde Gerald estaba recostado. Yo estaba sentada a su lado con las rodillas en la arena. El amor llegó de súbito, confundido por la brisa del mar, qué se yo, pero me invadió en una atmósfera tan densa que por tres días los dos quisimos negar su existencia. Pero el amor es igual que el amanecer, una vez que llega lo invade todo y marca el principio de un nuevo día. Descubrí el amor, y fue el
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Me causa algo de pena responder o explicar mi punto de vista sobre el ser poeta ya que no me gustaría dar un aire de modestia falsa.
asombro más grande que he tenido hasta hoy, porque pude sentirlo como un espejo en donde se contempla el futuro. ¿Cuál fue el origen de tu primer poema y cuándo lo escribiste? Mi primer poema, si le preguntamos a mi mamá, fue sobre ocho globos que se me rompieron, cuando tenía seis años. Aparentemente siempre he tenido una inclinación hacia lo dramático. Si me preguntan a mí, el primer poema, me gustaría pensar, fue la sonrisa de mi madre al leer lo que había escrito. ¿Y cómo fue que supiste que querías ser poeta? Me causa algo de pena responder o explicar mi punto de vista sobre el ser poeta ya que no me gustaría dar un aire de modestia falsa. Me gusta escuchar que me llaman "poeta" cuando doy alguna presentación, pero no me gusta presentarme como poeta. Soy escritora, añorando que mis letras lleguen a ser poesía. Como en el caso de mi madre, siento que mi primer poema no fueron las palabras que escribí, sino su sonrisa lo que las convirtió en tal. De la misma manera, sigo buscando que mis palabras sean el anzuelo para otros ojos, para otras almas, y entonces logren ser poesía. Ahora quiero hablar un poco de tus pies, los mismos que te han llevado a este camino. Sé que para cualquier persona es fundamental poder explorar sus raíces para construir su propia identidad y conocerse más profundamente. Sin embargo, existen ciertas circunstancias en las que, paradójicamente, al distanciarnos de donde nacimos se despierta aún más la necesidad de rastrear dichos orígenes, de revitalizar las voces de nuestros ancestros, de descubrir todos los hilos que se entretejieron para darnos vida. ¿Cómo ha sido para ti esta búsqueda? ¿Qué te ha sorprendido al respecto? ¿En qué momento hiciste consciencia de dicha necesidad? ¿Qué camino te llevó hasta el día de hoy? Mientras vivía en México, el tiempo que pasaba a solas era mi opción. En cualquier momento me paraba y me iba a caminar en la cuadra, o al parque, y me rodeaba mi gente. Mi personalidad estaba definiéndose claramente. No tenía mayores cuestionamientos, sabía de donde venía pues mi abuelo y mi mamá se encargaron muy bien de cultivar en mí las historias que formaban mi bagaje cultural. Cuando llegué a Estados Unidos, me topé de frente con el rechazo directo e indirecto a toda mi persona. El rechazo de mi idioma, mi posición social, mi situación como indocumentada, mi aspecto físico. Cuando esto ocurre, uno como individuo tiene pocas opciones; o te aíslas por completo, o te fundes en el crisol. Como yo soy piedra de obsidiana, el fuego no fue el suficiente para socavarme. Por el contrario y para mi sorpresa, logró que me despojara de todo lo que no era mío, lo cual me permitió ver claramente la conexión con mi pasado; una conexión que he ido buscando desde que ‘me amputaron el volver' como defensa, como escape y como destino. El camino que me trajo hasta el presente ha sido arduo. El rechazo que viví por muchos años me hizo una coraza dura. Es por esto que no acepto un "no" como respuesta; nada se me ha hecho imposible y digo que vuelo porque a cuestas traigo las alas.
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Cuando escucho hablar de México, honestamente, me invade la impotencia.
Ser migrante en este mundo lleno de absurdo, la mayoría de las veces, implica una condición desfavorable, pues la necesidad de marcharse para encontrar mejores condiciones de vida y vencer todos los obstáculos que se presentan, tanto en el camino como al tratar de adaptarse a un nuevo espacio, en muchos sentidos puede ser hostil y atemorizante. Esta situación muy seguramente ha marcado en gran parte tu visión sobre el mundo, pero también te ha permitido ampliar tus horizontes, nutrirte de otras voces, enriquecer tu propia voz y al mismo tiempo voltear la mirada hacia tus orígenes, en los que se entremezclan la sangre hispana, indígena y también africana, además del sentimiento de seguir siendo mexicana. Esta diversidad te sitúa en una situación con una riqueza cultural inmensa, con una mirada única y una voz fortalecida por la necesidad de libertad. ¿Cómo ha sido para ti este proceso de adaptación? ¿Qué sientes cuando te hablan de México? El proceso de adaptación es una constante, algo que nunca termina. Para mí ha sido ir para adelante cargando con mi ayer. Recordar o buscar una imagen clara de nuestro pasado nunca es caso perdido, en especial para un inmigrante. Ha sido un alivio encontrar las piedras angulares que forman la historia de mis latidos. Siento la mezcla de mis ancestros, su lucha y su sobrevivencia presentes. Esta mezcla me hace multiplicarme sin miedo, explorar cada uno de sus aportes, sentirme conectada intrínsecamente a la cultura africana, por medio de Cuba, a la cultura nativa de México, la cultura árabe, en fin, todos ellos existen en mí y es mi responsabilidad desenmarañarlos, darle a cada cual su espacio y nutrirlos. Mi visión es un caleidoscopio y cada color y cada forma tiene el pedacito de miles de seres que decidieron crear vida sin importar la tierra, ni la posición; crear vida sin miedo, entregándole a cada nueva vida valor, dirección, el dominio sobre sus propios pasos. Me adapto porque estoy en constante cambio, en búsqueda férrea por lograr que mi alma además de ser una esponja que absorbe y habita el presente, también sea un farol que proyecta la luz de mis ancestros, de mi hermosa familia de vencedores y vencedoras. Cuando escucho hablar de México, honestamente, me invade la impotencia. Es sumamente difícil obtener permiso para salir del país con la visa de trabajo que yo tengo. Llevo viviendo en Estados Unidos más que los años que viví en México y aun así siento que México es mi casa. Siempre hay en mi pecho un valle de sequía que alza las manos esperando el agua de mi 'tierra hogar', my homeland. Además de los aspectos mencionados anteriormente que constituyen tu identidad, ahora quiero hablar del hecho de ser mujer y tener una visión femenina de la vida, pues desde la primera vez que te escuché recitar poesía, noté que dejas que se exprese acentuadamente tu feminidad en tus poemas. Esto fue algo que me asombró, pues no lo haces asumiendo un rol que te fue dado, ni tampoco una ideología que se compra o se toma prestada superficialmente como si fuera un vestido, más bien es notable que hay una exploración profunda de esa femineidad, que asumes y encarnas con una voz propia, y esa misma canta como un ave de plumas coloridas en cada uno de tus versos. ¿Qué implica para ti ser mujer, tanto internamente como en el contexto social en que has vivido? ¿Y cómo asumes tu rol de poeta ante la falta de apoyos hacia la mujer? ¿Qué hay que cambiar?
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Como mujer inmigrante doy mi aportación a través de diversos proyectos sociales que he iniciado o en los que he colaborado.
Me emociona hablar sobre este tema y agradezco tu sensibilidad al percibir la feminidad dentro de mi poesía. Sin embargo, esta libertad uterina que percibes se proyecta sin que yo pueda controlarla o guiarla o reconocerla por mí misma. Me gustaría tener una respuesta hermosa sobre lo que implica para mí ser mujer, algo estilo Juana de Asbaje, o Simone de Beauvoir; algo que enaltezca a mis hermanas y deje escrito en piedra que ser mujer es lo mejor que me ha pasado porque siento la magia de la creación en mis manos. Pero a mis veintiocho años, no sé qué implica ser mujer. No sé si debería de tener una respuesta, o si mi falta de respuesta es testimonio de que mi idealismo encuentra que la humanidad es hombre y mujer al unísono igual que Dios. No sé qué implica ser mujer, pero aspiro que mis acciones me hagan digna del cariño que las personas me entregan. En el contexto social, admiro a tantas mujeres. Las veo expresarse con y sin palabras, abrirse paso y tenderme su mano, siempre. Lastimosamente, en este mismo contexto nos embargan las disparidades, las injusticias. Se necesitan muchas cosas en esta sociedad “avanzada” en donde somos invisibles. Servicios médicos, justicia salarial, programas que apoyen el desarrollo de las mujeres, continuar con la educación, son solamente algunas de las cosas que deben de mejorarse. La mujer inmigrante, y sobre todo la mujer indocumentada, llega a este nuevo país en busca de una mejor vida, pero se topa con la frialdad de una realidad que le niega todo, porque en esta tierra los indocumentados somos incorpóreos. Como mujer inmigrante doy mi aportación a través de diversos proyectos sociales que he iniciado o en los que he colaborado. Por ejemplo, imparto talleres de poesía en diversos centros comunitarios, bibliotecas y distritos escolares y participo con grupos sociales que abogan por la problemática mencionada que no solamente afecta a las mujeres, sino a todos los latinoamericanos en Estados Unidos. En tu poesía hay una conexión con la experiencia muy directa de la esencia del vivir, el sufrimiento natural que acontece con la existencia y la felicidad que significa levantarse todos los días y ver el mundo como si fuera la primera vez. Se siente una soltura y una inmediatez de quien escribe cercana a la vida, pero al mismo tiempo se nota una madurez como de un fruto suculento, un refinamiento en la expresión que provienen del oficio de escribir día a día y de saber manejar el lenguaje adecuadamente. También sé que tienes una formación académica avanzada que probablemente te ha permitido profundizar en varios aspectos de la escritura sin necesidad de que se traduzca en una poesía muy intrincada en su forma o guiada por el intelecto. La razón y el corazón, la intuición y el pensamiento muchas veces nos llevan por caminos contrarios y nos es fácil lograr que se sincronicen, sin embargo, en tu caso no parecen interferir de forma negativa. ¿Cómo mantienes ese equilibrio? ¿Cómo se retroalimentan estas dos visiones sin necesidad de contaminarse entre sí? ¿Te gusta bailar? Cuando estudiaba la maestría en lingüística y literatura me di cuenta de que la mayoría de los poemas los estaba escribiendo después de leer artículos de lingüística y no de literatura creativa. Incluso, varios de los poemas en Ecos de Barro fueron escritos utilizando el alfabeto fonético. Hasta el momento no he podido entender por qué. Me imagino que se debe a que cuando leo poesía o prosa y
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Para mí, el baile debe de ser una celebración porque nos permite ser uno con el devenir de las estaciones.
después escribo algo, lo encuentro invadido por imágenes que no concibo como propias. Encuentro la vibración poética cuando mi mente se encuentra abstraída en un tema que superficialmente nada tiene que ver con la poesía. Conforme voy expandiendo mis estudios lingüísticos descubro que la poesía es hija de la exploración. A mí me gusta buscar piedras y encontrar la poesía, buscar entre la lange et parole, el significante y el significado, eso me inspira. La filosofía, la lingüística, la neurolingüística al igual que la cotidianidad son mi combustible poético. Amo el baile, la música, y sobre todo las percusiones. Pero el baile alocado y desmedido, ese que va a destiempo porque lleva su propia música en los latidos. Para mí, el baile debe de ser una celebración porque nos permite ser uno con el devenir de las estaciones. Sin embargo la rutina también es un baile, todos los días llevamos el mismo paso sin darnos cuenta, un dos izquierda, un dos al carro, un dos escaleras. Que gozo sería poder soltar el cuerpo y bailar en cualquier parte, que gozo sería perder la cordura y la compostura cada que caminamos hacia nuestra aula a dar clases, o de regreso a nuestros coches para ir a casa. Todo escritor se nutre de toda clase de cosas que le inspiran. Cuando leo tus poemas tengo la sensación de que tu poesía no solamente se nutre del lenguaje escrito, sino también, en gran parte, de una cultura de la oralidad: los cuentos, los relatos, las canciones que se transmiten de una generación a otra. ¿Cómo se conjugan para ti estas manifestaciones de la literatura? La oralidad es el fin de mi poesía. Me inspiro en lo que observo y lo escribo a manera de darle un espacio en la narrativa de la vida. De una forma reflexiva, busco que el eco de mis palabras se vuelva voz en quien me lee. La cultura de la oralidad proviene de mi abuelo y de mi madre. Las mejores memorias de mi infancia son voces que describen las historias fantásticas de un mundo al que yo pertenecía y me pertenecía por antonomasia. Nada ha sido más deleitable que las cien versiones de caperucita roja que escuchaba de los labios de mi madre, o el suspenso en las historias de marineros de mi abuelo. No quiero más herencia que el tesoro de sus palabras. Y en cuanto al lenguaje escrito que nos permite conectar con otras épocas y lugares ¿con qué poetas dialogas principalmente? ¿Hay algún@ que te haya marcado especialmente? Asimismo, cuéntanos qué hay detrás de tus poemas, ¿cómo es tu proceso creativo? Tengo poemas que me llenan, y que llevo conmigo pues me gusta memorizarlos. Así dialogo con Nezahualcoyotl, Carlos Pellicer, Gioconda Belli, Dolores Castro, Kabir y muchos otros. Cada uno me marcó de distinta manera, me hicieron aspirar a escribir poesía honesta y de lucha, cálida pero firme, una poesía de amor y conexión infinita. Mi proceso creativo es una oración espontánea. Le pido a mi espíritu actuar con honradez y escribo sin parar, sin leer lo que voy escribiendo. Esta oración es propulsada por una palabra o una frase que a su vez surge de algo que observo o percibo. Cuando termino de escribir, doy gracias al universo, no por la calidad de lo escrito, sino porque las palabras tuvieron el valor de salir al mundo. Lógicamente no todo lo que escribo es publicado, selecciono los poemas que tienen un
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Si tengo un libro de poesía en mis manos quiero escucharlo gritar, “no estás sola, yo estoy contigo, yo siento y me sientes, aquí estamos palpitando los dos y todos, y el ardid que vas a crear al leerme será indestructible.”
deber comunicativo, por lo regular guardo los poemas abstractos, esos que hablan de lo que mi alma aún no comprende. Es muy claro en tu poesía que hay una preocupación por los problemas sociales y políticos, y que no eres indiferente a todo lo que acontece a tu alrededor. ¿Qué valor tiene para ti la poesía ante las injusticias y los conflictos que se viven día a día en este mundo? ¿Cómo puede ayudarnos la poesía en este sentido? ¿Crees, como lo decía Octavio Paz, que la poesía puede ser revolucionaria? En este momento de mi vida, la poesía sigue teniendo una misión clara: expresar el sentimiento inmigrante, denunciar las injusticias en este país, y dar esperanza de testimonio, de compañerismo. Es sumamente difícil y doloroso que un inmigrante indocumentado hable sobre su situación, lo sé perfectamente porque para mí fue motivo de una vergüenza enorme. Recibes el desprecio de la sociedad en donde habitas de tal manera, que dejas de ver la diferencia entre la situación y la persona. Empezamos a creer que somos esas criaturas indeseables que deben de ser capturadas y aventadas lejos de aquí. Lo que he vivido lo canalicé hacia mi poesía y ha sido una de las cosas más atemorizantes y liberadoras que he vivido. Mi testimonio no es la voz de todos los inmigrantes, pero sí busca unirse a esas voces silenciadas. No concibo una poesía que no busque retar la realidad, que se dirija a sí misma. No me interesa una poesía de amor hacia una persona, o una poesía apasionada con un cuerpo. Para mí, irrefutablemente, la poesía debe de ser revolucionaria, de amor indivisible hacia nuestros hermanos y hermanas. Si tengo un libro de poesía en mis manos quiero escucharlo gritar, “no estás sola, yo estoy contigo, yo siento y me sientes, aquí estamos palpitando los dos y todos, y el ardid que vas a crear al leerme será indestructible.” Otro de los temas que está muy presente en tus letras es una admiración por la belleza que encuentras en la naturaleza, lo cual se vincula muy probablemente con algún tipo de inquietud espiritual o de trascendencia ¿Identificas alguna relación de este tipo? ¿Qué importancia tiene en tu vida este aspecto espiritual de la existencia y de qué manera se expresa? Desde muy pequeña fui inquieta espiritualmente. Busqué en muchas religiones la presencia de Dios. Cuando tenía dieciocho años, me dio mucho miedo alcanzar esta edad sin tener una religión, una idea clara de en dónde estaba Dios, cuál era Su verdad. Recuerdo que estaba en mi cuarto y empecé a llorar de dolor por reconocerme frágil y perdida. Mi cuarto estaba lleno de piedras, plantas, y demás objetos que me encontraba en mis caminatas. Creo ciegamente que en ese momento el Universo hizo brillar el hermoso lazo que nos une, porque sentí una unión astral que no necesité comprender. Soy fauna y flora. Es inevitable que escriba sobre esta unión porque ahora también comprendo que mis palabras son recolecciones ancestrales, susurros testimoniales de la belleza que nos rodea. Rossy, quisiera que ahora nos compartas algunas palabras acerca de cómo ha sido tu evolución como poeta, qué aspectos se han transformado para ti y cuál es tu perspectiva a futuro. Lo que escribo es un reflejo del momento que vivo. Los aspectos que se han transformado están ligados a la situación que he vivido en este país, pues marcan
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Publicar en español en Estados Unidos ha sido un arduo trabajo.
los años de formación en mi vida. Mi primera transformación estuvo marcada por rabia, impotencia y desesperanza. Cuando empecé a involucrarme con grupos de lucha social, me volví propositiva, buscando la denuncia. Al crear mis propios ‘cambios’, mi aporte a la lucha social, mi escritura se volvió testimonial. En este momento, a pesar de ser una persona legal en el país, mi poesía sigue explorando las disparidades sociales, buscan una exploración de la conciencia que rompa con el muro del rechazo. A futuro, estoy trabajando en varios proyectos que buscan enaltecer nuestras raíces nativas de América, nuestros ancestros nahuas. Exploro el proceso de contra conquista, la reapropiación de mis raíces y de mi narrativa. Cuéntanos de ‘Ecos del barro’, tu primer libro, y un poco de ‘Aguacamino’, tu próximo libro de poemas, ¿cuáles han sido las dificultades que has tenido para poder publicar en Estados Unidos? ¿Cómo es que lo lograste siendo tan joven? Publicar en español en Estados Unidos ha sido un arduo trabajo no solamente a nivel poemario, también en cuanto a la publicación de poemas en revistas literarias. Afortunadamente tuve la dicha de encontrar a personas que creyeron en mi trabajo: Brenda Nettles, directora de la editorial Otras Voces, quien publicó Ecos de Barro, primer libro en español de la editorial, y María Miranda Maloney, directora de Mouthfeel, en donde se publica Aguacamino, mi primer poemario bilingüe. Ecos de Barro representa la celebración y el triunfo de un sueño que no fue silenciado. Aguacamino habla sobre la paz que he logrado al contar mi historia, sobre la canalización de las experiencias dolorosamente superadas, convertidas en río, un camino de agua. No comprendo por qué he sido tan afortunada, cada persona que he encontrado, o que me ha encontrado, ha sido una bendición del universo. A donde quiera que vaya me encuentro con personas llenas de luz, mágicas. Lo que he logrado no ha sido por mis propios medios, es una aglomeración de la energía que me comparte mi esposo, mi familia y amigos. Las oportunidades que se me han dado, y las que no, son la prueba fehaciente de que tengo un propósito generoso, y yo me siento honrada al aceptarlo, junto con la responsabilidad que conlleva. Para finalizar, ¿qué sientes cuando ves escrita la palabra México? ¿Te gustaría volver? Ahí sigo, una parte de mí jamás se marchó, no pudo abandonar una tierra llena de ilusiones. Ver la palabra México me llena de ahínco. Decir que soy mexicana es un privilegio. Vuelvo a México por medio de tu generosa entrevista en la que me has hecho hablar como nunca antes. Mi anhelo es también volver físicamente, y aunque mi pecho cruje de dolor por la falta de libertad, hoy siento la calma de saber que una parte de mi ser se queda aquí, con tus lector@s. Gracias inmensas por permitirme compartir mis palabras, por recibirlas. En estos momentos no hay fronteras. Muchas gracias por esta entrevista.
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DOS POEMAS INÉDITOS de ROSSY EVELIN LIMA
TA N TO H E P E R D I D O Aquí esta mi acento de lata trastabillando piedra con piedra, tintineando en la calle vacía del entendimiento.
He perdido el llanto, me queda solamente una masa caduca en el centro, un chillido de grillo, un océano de lacrimosas decisiones.
¿Por qué no has perdido tu acento? pregunta una voz ramosa, yo sigo hablando con mi lengua de nido fresco con mis labios toscos masticando un idioma sin tragarlo.
Con ojos perdidos voy perpetuamente, tatuándome a tientas las leyes que no dan consuelo, tatuándome el Do not enter de este lugar que me subleva.
¿Por qué no he perdido el acento? Tanto he perdido. Perdí el camino que me trajo, el viento que me dio la espalda. I’ve lost so much digo en un idioma que voy rumiando por más de una década.
¿Por qué no he perdido mi acento? Porque tanto he perdido. En cada anciano busco la sonrisa de mi abuelo, que me espera justo detrás de esta muralla impenetrable, guardando de mí sólo la memoria de una niña que ya no encuentro.
He perdido la libertad de cruzar fronteras al compás de las mariposas, entumida habito y me habitan. He perdido el aullido y el hilo que me zurcía el pecho, dejando el corazón llano.
Porque tanto he perdido es que dejo a mi boca desembarcarse a su antojo, leñar las palabras sin tregua, entrar por puertas que resguardan cuartos de silencio. Le permito a mi acento tener la libertar que yo he perdido.
He perdido el cepillo que me desenredaba la voluntad, estoy enmarañada con el yo que fui y el yo que resisto.
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TETEO INNAN Yo tampoco tengo nombre, desde la otra orilla te gritan recién cortada Te llaman funámbula y tu piel es cuerda tensa bajo los pies. No nos dieron nombre, al mirarte en este charco te llaman la descosida y se quedan atentos mientras intentas desanudarte las piernas.
IV Para que seamos nuevas, mujer socavada. Para seguir en movimiento ven, melodía del comienzo. Aunque nadie sepa nuestro nombre. Para que nos vean al fin, fuente lóbrega. Para entenderlos, semilla celestial, dejemos nuestra casa y crucemos, para encontrarnos, madre crucemos tan solo para encontrarnos.
II En la nueva tierra preparan la hoguera con goterones de queroseno, estás quieta, sentada sobre tu charco, viéndote ese cuenco de incubación que tu tampoco entiendes. Cuando está lista la hoguera te gritan lodosa y ambas volteamos con las entrañas en fuego y en aire y en agua
III Hemos andado mil años sin nombre. En este Valle se aprovechan, te gritan ven, fragua y empiezas a caminar hacia la hoguera hacia tu bautizo. Acércate, desunida Con tu paso crece la laguna entre tus muslos de donde brotó el mundo entero. A purificarte ven, vacua No es sombra de nube ni mentira la opacidad que vemos, es tu agua arrancándonos la sequía.
ROSSY EVELIN LIMA ( 19 8 6 ) Es una autora premiada. Ha sido publicada en numerosas antologías y diversas revistas literarias en Canadá, Estados Unidos, México, España, Venezuela y Argentina. Recibió el premio Gabriela Mistral en el 2009 por la Asociación Nacional Honoraria Hispánica y recibió Mención Honorífica en la categoría Mejor Poemario en Español por International Latino Book Awards 2014. La autora organiza talleres de escritura creativa anualmente para la comunidad, en localidades como librerías, escuelas y centros comunitarios. Su poemario Ecos de Barro fue publicado por Otras Voces Publishing (2013). Su próximo poemario bilingüe será publicado este año por la editorial Mouthfeel Press. www.rossylima.com
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