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Investigación
VACUNA CONTRA LA LAWSONIA
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Álvaro Ruiz G.: “Nuestra aspiración en ningún caso es competir con la vacuna comercial, pero sí ofrecer más opciones al ganadero”.
Actualmente en Chile todas las granjas son seropositivas a Lawsonia intracellularis, una enfermedad que puede provocar un cuadro digestivo grave en los cerdos y puede suponer importantes pérdidas económicas para los ganaderos. El pasado mes de septiembre la Universidad de Concepción de Chile inició un proyecto de dos años de duración para el desarrollo de una vacuna inyectable alternativa que contribuya al control de esta enfermedad. Para saber más sobre este proyecto, hablamos con Álvaro Ruiz G., profesor asociado de la Facultad de Ciencias Veterinarias en la Universidad de Concepción de Chile e investigador de este proyecto.
¿Qué es la Lawsonia intracellularis? Es una bacteria que, como su nombre indica, es intracelular. Provoca un cuadro digestivo grave en los cerdos de producción intensiva, especialmente en cabañas nuevas, causando un daño y pérdidas económicas muy significativas.
¿Qué incidencia tiene en el sector porcino chileno? Actualmente en Chile todas las granjas son seropositivas en Lawsonia. Aunque existen vacunas comerciales para su control (una oral que se administra en el agua, y otra inyectable, de dos grandes compañías farmacéuticas internacionales) la vacunación es bastante reciente y la Lawsonia sigue siendo un problema importante. Concretamente, puede provocar, principalmente, dos cuadros distintos: un cuadro agudo, que puede ser fatal, con una enteritis hemorrágica, y un cuadro crónico, donde se produce un engrosamiento de la pared del intestino, que implica un adelgazamiento progresivo de los animales por una mala absorción de nutrientes en el intestino.
¿Qué efectos tiene la entrada de esta enfermedad en una granja? Cuando ingresa por primera vez y no hay anticuerpos, produce un cuadro agudo, con una alta mortalidad. Luego se desarrollan cuadros crónicos y/o subclínicos que afectan gravemente a los parámetros productivos, con un impacto económico muy grande. Al final, todas las enfermedades subclínicas y crónicas son un gran problema, ya que no te das cuenta de que la tienes hasta que es muy evidente.
Álvaro Ruiz G. en la unidad experimental. Foto: Álvaro Ruiz G.
Yo formo parte de un equipo integrado por profesionales de las facultades de Ciencias Veterinarias y Ciencias Biológicas de la Universidad de Concepción que lleva 10 años trabajando en el desarrollo de vacunas. Concretamente, trabajamos en enfermedades que necesitan investigación y una solución. En esta línea, hace siete años iniciamos un proyecto de trabajo sobre la Lawsonia, cuando solo existía la vacuna oral, no la inyectable, y empezamos a investigar la posibilidad de disponer de una vacuna inyectable alternativa para el control de esta enfermedad. Así, logramos diseñar un prototipo de vacuna, con el que ganamos un proyecto financiado por el gobierno chileno que nos permitió realizar todas las pruebas y obtener una formulación inicial con respuesta inmunológica. Ahora, nos acaban de adjudicar un segundo proyecto para tratar de seleccionar un adyuvante de mejor calidad y ajustar la concentración del antígeno para lograr una mejor protección.
¿En qué consiste el proyecto? El proyecto comenzó en septiembre y dura dos años. En una primera etapa, vamos a probar diferentes adyuvantes y diferentes concentraciones de antígenos en el prototipo de la vacuna. Tenemos tres antígenos diferentes y, ahora, los vamos a probar juntos y por separado, para ver qué
Imagen de la nave que han adaptado como unidad experimental para el desarrollo de la vacuna contra la Lawsonia. Fotos: Álvaro Ruiz G.
opción ofrece una mejor respuesta antigénica. En una segunda etapa, vamos a realizar un ensayo, que consiste en una inoculación experimental con animales vacunados con nuestra vacuna y con una vacuna comercial. Nuestra aspiración en ningún caso es tener una respuesta mejor a la vacuna comercial, pero sí acercarnos lo más posible a ella para poder ofrecer al ganadero más opciones de vacunación.
¿En qué fase del ensayo se encuentran? Ahora estamos en una primera fase en la que tenemos que volver a demostrar, con la nueva formulación, que no hay reacción local ni proceso inflamatorio en la zona de inyección. Va a ser un estudio con 20 animales y enfocado en tomar muestras en la zona de inyección (biopsias) para demostrar que no hay efectos adversos, además de evaluar la respuesta serológica.
¿Cuáles son las características de esta unidad experimental? Se trata de una nave con capacidad para 90 animales hasta los 45 quilos, distribuidos en tres corrales, los suelos de los cuales están montados con los slats de Rotecna, que colabora en este proyecto. Los corrales están pensados para recibir animales al destete. Para llevar a cabo los ensayos compramos los animales a algún productor local de producción intensiva y un alto estándar sanitario. No siempre hay cerdos en la unidad experimental.
¿Cómo surge la posibilidad de colaborar con Rotecna? Personalmente, diseñé esta unidad tras mi experiencia trabajando en producción, investigación y como asesor de algunas empresas. Por ello cuenta con una zona de duchas en la entrada, una zona para los empleados y la nave de los animales; es una unidad ideada para realizar ensayos
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y no para alojar animales permanentemente. En este sentido, inicialmente se trataba de una unidad con suelo de cemento, pero este material tiene sus inconvenientes: la limpieza es más compleja y no tan higiénica, el estado del cemento influye en el bienestar de los animales (si está muy liso resbalan, si es demasiado áspero genera problemas en las uñas), por lo que, con la idea de mejorarlo, y como conocía la buena calidad de los slats de Rotecna, contacté con el distribuidor de la marca en Chile para que nos hiciera un presupuesto. Nuestra grata sorpresa fue que, tras contactar con Rotecna, la empresa nos donó los slats para la unidad experimental, por lo que le estamos muy agradecidos.
¿En cuántos años esperan haber desarrollado una vacuna para Lawsonia intracellularis? El desarrollo de estos estudios es lento y más en las universidades, donde no tenemos acceso a los tipos de adyuvantes que manejan las farmacéuticas, que son secretos muy bien guardados. Esperamos poder tener en dos años algo que sea lo suficientemente atractivo para que la universidad se lo pueda ceder a alguna compañía farmacéutica, ya que la universidad no pretende ni tiene las instalaciones para producir una vacuna de forma industrial; solo tenemos una pequeña unidad de producción de vacunas para unas pocas dosis.
¿Qué beneficios esperan ofrecer al sector con el desarrollo de esta vacuna? Que exista una alternativa de vacuna inyectable. En estos momentos la universidad ya está en conversaciones con una compañía farmacéutica interesada en nuestro estudio, por lo que trabajamos para avanzar en estas negociaciones y en el proyecto.