Vivencias durante la pandemia

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UN DESPERTAR DE LA CONCIENCIA

ESPERANZA MARCELA PELLÓN CABALLERO

Fines de 2019-fines de 2020

Sonaron las doce

campanadas y despedimos un año que presentó un gran número de retos y tal vez muchos sinsabores. Para mí, ese 31 de diciembre fue un día incierto con mi madre en el hospital. Pensábamos que ahí despediríamos el 2019 y nos llegaría el año nuevo, pero no, no fue así, la dieron de alta y a las cinco de la tarde llegamos a casa.

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>

Al sonar las doce

campanadas teníamos otro panorama: pudimos cenar en casa, en familia, con la ilusión y la esperanza de un buen año. Ciertamente había que mantener el ánimo en alto, ya que el pronóstico de la salud

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de mi madre, con sus ciento un años, no era muy alentador.

Así inició este 2020. El trabajo y los cuidados hacia ella se multiplicaron y, mientras esto sucedía, en el mes de enero empezamos a tener noticia de gente cercana y querida para nosotros que fallecía, desde una amiga de cincuenta años hasta la madre de un amigo de alrededor de noventa. Llegó febrero y una nueva hospitalización para mi madre a causa de una caída. Finalmente, la difícil decisión de llevarla a un asilo donde la pudieran atender en forma adecuada, ya que, a mí, a nosotros, nos rebasó la situación. Este segundo mes del año vino acompañado de otros decesos: entre familiares y conocidos fueron tres personas. El mes de marzo comenzó con la partida de mi madre. Muy pronto las noticias de una pandemia se hicieron presentes entre nosotros y los fallecimientos continuaron. El COVID empezó rápidamente a cobrar víctimas; sin embargo, de todas las personas a nuestro alrededor que se han ido, pocas han sido por esta enfermedad. Gente de todas las edades que inexplicablemente han partido, y que a fines de 2020 suman ya setenta y nueve. Tal vez piensen ¿qué son setenta y nueve entre los más de doscientos mil muertos por COVID, más todos los asesinatos en nuestro México? Sí, parece poco; no obstante, para el entorno de una persona es mucho más que en otros momentos, y yo me pregunto ¿qué está pasando?, ¿qué se está reacomodando?

UN DESPERTAR DE LA CONCIENCIA


UN DESPERTAR DE LA CONCIENCIA

> Nos está tocando vivir un

vivir algo como esto. No sólo

momento de grandes cambios.

estamos hablando de un cambio

Históricamente estamos

de vida por la pandemia, estamos

acostumbrados a oír hablar de

hablando de una crisis en muchos

las epidemias en Europa durante

aspectos —económica, política,

la Edad Media, más adelante en

ideológica—, y tenemos la

México y al final de la cuenta

esperanza de que esto nos lleve a

en el mundo entero, pero nunca

un cambio positivo, que se dé un

se nos ocurrió que nos tocaría

despertar de la conciencia.

PEDIR FOTO EN ALTA

NOS ESTÁ TOCANDO VIVIR UN MOMENTO DE GRANDES CAMBIOS.

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MARA

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ISABEL ARLINE DUQUE PELÁEZ

9 de junio de 2020

Hoy por la tarde

descuidadamente abrí Facebook. No me considero fanática del «Feis»; en ocasiones lo abro y rápidamente lo cierro, pero hoy fue diferente, pues me topé con la foto de mi amiga Mara. Ella fue la pediatra de Maryam, mi hija. Nos habíamos conocido años atrás —en los ochenta—; habíamos coincidido en la India cuando mi gran amiga Fanny Cano tuvo el accidente, en diciembre de 1983. Recuerdo que Mara y yo habíamos subsistido a base de palomitas en el ashram del sur de la India; así inició nuestra amistad cuando yo estudiaba en ese país y me había aventurado a cruzarlo de norte a sur. Ella, por su parte, empezaría sus estudios de medicina.


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> Hoy por la tarde descuidadamente abrí Facebook. No me considero fanática del «Feis»; en ocasiones lo abro y rápidamente lo cierro, pero hoy fue diferente, pues me topé con la foto de mi amiga Mara. Ella fue la pediatra de Maryam, mi hija. Nos habíamos conocido años atrás —en los ochenta—; habíamos coincidido en la India cuando mi gran amiga Fanny Cano tuvo el accidente, en diciembre de 1983. Recuerdo que Mara y yo habíamos subsistido a base de palomitas en el ashram del sur de la India; así inició nuestra amistad cuando yo estudiaba en ese país y me había aventurado a cruzarlo de norte a sur. Ella, por su parte, empezaría sus estudios La foto de Mara en el «Feis» de medicina. me llevó en este viaje imaginario de regreso, mas las condiciones actuales son diferentes: ella estaba ataviada con su traje de doctora, su careta de plástico y un cubrebocas diciendo que regresaba al Hospital Infantil para checar a sus pacientitos, todos ellos de nefrología. Los más de cien días que

MARA

Si hay una persona más

han pasado del primer caso

entregada a su labor es Mara.

de COVID-19 en México han

Además de ser nefróloga, hace

tocado mis fibras más internas, lo

trasplantes de riñón. Admiro en

sé. De tan sólo ver a Mara vestida

ella su servicio desinteresado, su

de doctora empecé a llorar. ¡A

dedicación al prójimo, quisiera

ella no —me decía—, a ella no!,

que todo esto la hiciera intocable

pidiendo a gritos su inmunidad.

e invisible al coronavirus.


MARA

> En otro aspecto, cada día me veo inundada de correos de vecinas que venden un sinfín de productos, que si Mary Kay, que si Avon, que si BetterHome, a lo cual han añadido el servicio de venta de artículos de protección frente al coronavirus: caretas, líquidos desinfectantes, aguas benditas… Entiendo que la economía se ha vuelto irracional, ya que cada uno, cada una, intenta venderle al otro sus mercancías, pero también aquí en mi condominio hay autoconsumo.

Admito que las queretanas son bastante industriosas y todos los días hay alguna novedad en venta, que si cremas (de los dos tipos: para el cuerpo y para los tacos), que si paletas, que si flanes, y la repostería a todo dar. Siento que esto es una terapia para mis vecinas, a la vez que una manera de apoyarse económicamente ante la pandemia. Deberán sacar adelante a sus familias si sus maridos han perdido el trabajo.

De manera sorprendente, ya han aparecido los avisos de ayuda en especie para quien tenga necesidad; veo la gran solidaridad de mi condominio ante la emergencia tanto la epidemiológica como la económica. ¿No sé cuál será la más difícil y la más profunda de sobrellevar, la primera o la segunda?

***

MIENTRAS HAGO MIS ELUCUBRACIONES MÁS INSÓLITAS, Y REVISO MIS EMOCIONES AL DERECHO Y AL REVÉS, PIENSO EN MARA.

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LA MALDITA PRIMAVERA

20 de junio de 2020

En cualquier

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momento está por declararse el verano. Me he dado cuenta que me salté la primavera, y esto lo noto por el asombro que me ocasiona cuando salgo ver el color de las jacarandas. Tres meses de encierro y me perdí el color. «La maldita primavera —como dice la cantante Yuri— pasa ligera…».

LA MALDITA PRIMAVERA


LA MALDITA PRIMAVERA

> El 18 de junio descubrí la razón por la que veo al doctor Hugo LópezGatell cada tarde a las diecinueve horas: durante su intervención no hay publicidad; me quedo quietecita al escuchar su voz, y pienso, mientras lo veo, Para el día de hoy, el número de en el anuncio que dará… personas fallecidas es enorme en este ¿Se habrá acabado la país; son casi 21 000. La cifra es realmente pandemia, se levantará la escandalosa; parece salida de una guerra cuarentena? Espero con civil; me sobrecoge. La estadística es fría, ansia el «¡Salgan ya!, se la ausencia de tantos muertos y muertas no levanta la cuarentena». lo es. ¡Cuántas lágrimas detrás!, ¡cuántas Las noticias de Beijing ausencias sin despedidas sinceras y sin no son nada halagüeñas: liturgia! El hueco en la tierra es igual de frío, el virus ha mutado. insensible; espera los féretros, los engulle a Seguiremos así por un cada momento en todos los rincones de la rato más: confinados y República. Y esto no cesa. Estas imágenes confinadas. Me preocupa son compartidas con Guayaquil, con Quito, la salud mental de quienes con Daca, con Nueva Delhi. A diario se cavan han estado encerrados a más fosas. piedra y lodo. En días anteriores descubrí que se ha incrementado la dermatitis que tengo en mi mano derecha. A veces el escozor es intenso y no sé qué hacer; hoy ha disminuido. Recuerdo que cuando asesinaron a Colosio me dio igual y me trataron con cortisona. Ahora, viendo la mancha rojiza en mi mano derecha, pienso… ¿será el detergente de trastes, el Axion?, pero si uso los guantes rojos de plástico para lavar los pocos trastes que salen a diario; ¿será el detergente líquido de ropa, el Bold? ¿o el Pinol líquido que utilizo en la lavadora para desinfectar los trapos de cocina? No lo sé, recuerdo que una vez que mi ansiedad terminó después

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> del fallecimiento de Colosio, la dermatitis cesó por sí sola. Ahora espero que suceda de la misma manera como un mero acto de magia, así llegó, así se fue… ¡Cortisona, no!, me digo cuando me encuentro rascando mi mano con tanta fuerza que quiero arrancar mi piel. La mancha se enrojece. Le pongo un poco de vaselina y me siento mejor. Esto se apaga momentáneamente. ¡Ojalá mi dermatitis se fuera de la manita junto con el COVID-19!

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Mi amiga Mara ha coincidido conmigo esta semana en el «Feis». ¿Qué caramba hacen los quinientos y tantos médicos cubanos en el país? Ella se ha quejado, porque ha disminuido el financiamiento para los trasplantes de riñón en el Hospital Infantil de México. Allí atienden a los pacientes jóvenes que tienen lupus; esta enfermedad que es muy perra, pues afecta a los riñones u otros órganos de los pacientes. He sabido de casos donde daña el cerebro, y los ataques epilépticos son tremendos en estos pacientes. Tuve una alumna que lo padeció. Mara llevó todo el protocolo de Maryam junto con la doctora Patricia Clark, mamá de mi alumna Natalia y de Pato, su hijo fallecido en un accidente en Las Lomas. A ellas las conocí por separado. A ambas las admiro.

LA MALDITA PRIMAVERA

Regreso al tema introducido por Mara. ¡Sí!, nos hacen falta 250 000 médicos en este país y han traído a estos médicos cubanos que francamente ni enfermeros son. Me pregunto quién pagará los viáticos de estos pseudomédicos que no atienden a los pacientes mexicanos que tienen COVID-19. Siento que han venido a vacacionar a México con cargo al erario. Los llevan y traen en autobuses turísticos de lujo, pernoctan en el Hotel Benidorm y ahí mismo los alimentan. Definitivamente, el COVID-19 ha suscitado demasiadas preguntas, y esta es una de ellas que ni el mismo doctor López-Gatell ha podido responder.


LA MALDITA PRIMAVERA

> Estaría bien que ese dinero fuera utilizado

para dotar a los médicos y enfermeras de trajes especiales anti-COVID-19, cubrebocas, goggles de seguridad…, que necesitan para la atención a los pacientes en los distintos hospitales de la República. Me observo. Espero que el confinamiento no haya despertado mi xenofobia, mas quiero a los médicos cubanos de regreso en su país. El COVID-19 ha puesto al descubierto tantas carencias en materia de salud en México como para traer invitados del extranjero. No es el momento.

***

¡HAY DEMASIADAS PREGUNTAS EN EL AIRE, HAY DEMASIADAS PERSONAS FALLECIDAS YA! HAN PASADO MÁS DE CIEN DÍAS DE CONFINAMIENTO, LA PRIMAVERA SIMPLEMENTE HA PASADO... PASA LIGERA LA MALDITA PRIMAVERA, COMO DICE LA CANCIÓN.

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LAS SEÑALES

2 de julio de 2020

Las cifras han cambiado,

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el 20 de junio apenas rozábamos las 21 000 personas fallecidas, ahora nos encaminamos a las 30 000 en poco más de una semana y me pregunto ¿a cuántos llegaremos finalmente? Las cifras crecen… ¿serán reales…?, ¿serán mayores? Retomo el tema de mi dermatitis que ha cedido parcialmente; algunas veces me acuerdo de ella o ella se acuerda de mí y el escozor empieza de nueva cuenta en mi piel. La humedad ha traído un cambio, ha empezado a ceder la comezón. El color rojizo ha disminuido, ¿irá de acuerdo con el semáforo epidemiológico? No lo sé todavía, pero sé que ha cedido. La semana pasada ha estado plagada de señales. Iniciamos con un gran relámpago sobre la Ciudad de México a temprana hora como señal divina enviada por el dios mexica Tláloc. Todo retumbó. Y unos días después,

LAS SEÑALES

un terremoto de 7.5 originado en Oaxaca que obligó a enfermos y sanos a huir a las calles citadinas con o sin cubrebocas. Memorable, pues algunos médicos y enfermeros se quedaron junto a sus pacientes mientras los hospitales, como el de La Raza, se movían de un lado al otro. Una gran prueba de fuego. Impactante en verdad. Ni el presidente de la República, ni el secretario de Salud, el doctor Alcocer, o el ya famoso y guapo doctor Hugo López-Gatell Ramírez habían considerado esto en sus planes. Ninguno lo había hecho. Las alarmas citadinas dieron 62 segundos para salvaguardarse. En Oaxaca algunos hospitales


LAS SEÑALES

> sufrieron daños considerables. Aquí, en Querétaro, casi no se sintió. Ha habido más de 5000 réplicas. Hoy volvió a temblar en Oaxaca y en la Ciudad de México, un sismo de magnitud 5.2; dicen que las alarmas no sonaron ahora. Curioso, el semáforo del COVID-19 cambió de rojo a naranja a partir del lunes 29 de junio, cuando las cifras de personas contagiadas y fallecidas siguen ascendiendo. Mi entender al respecto está muy limitado, mas sé que está en relación con la entrada en vigor del T-MEC. Mi amiga Mara se ha sentido muy mal por el número de niñas y niños contagiados, y me cuenta que esto va en aumento día a día. Siguen teniendo carencias hospitalarias, como el metotrexato entre los fármacos que se utilizan en los tratamientos oncológicos. Esto ha llevado a que algún padre de familia con un paciente infantil con cáncer se lo recriminara a la esposa del presidente López Obrador, y ella, furibunda, contestó: «No soy médico, a lo mejor usted sí. Ande, ayúdelos».1

***

En https://www.infobae.com/america/ mexico/2020/07/01/no-soy-medico-la-respuestade-beatriz-gutierrez-sobre-los-medicamentosa-ninos-con-cancer-que-desato-la-polemica-entwitter/ 1

19 ASÍ ESTÁ EL TERMÓMETRO DEL COVID-19, LAS SEÑALES, LOS ENOJOS, LAS CARENCIAS... LOS NÚMEROS CRECEN CADA DÍA... MI DERMATITIS EMPIEZA A CEDER AHORA.


LA GRAVEDAD DEL ASUNTO

12 de julio de 2020

Era un domingo como cualquier otro; sin embargo, desde la salida de la casa se olía diferente. Bajé rápidamente la avenida en el auto; me tomaría quizás unos diez o quince minutos llegar al centro comercial. En mi lista tenía que conseguir el alimento para el perro, mi adorado y fiel compañero Tucker, un terrier australiano que adopté de mi director de la prepa en 2013.

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Al cruzar las vías del tren y doblar por el Acceso III de la zona industrial, la imagen no podía ser de otra manera: un cuerpo yacente sobre la banqueta, cubierto con una cobija usada. El escalofrío invadió mi cuerpo. «No puede ser…», me decía a mí misma. No era un teporochito; era una persona fallecida por COVID. La resguardaban dos muchachos que mantenían la distancia. ¿Qué hacer…? —me preguntaba a mí misma—. ¿Me detengo…? Y yo, ¿en qué podría ayudar en LA GRAVEDAD DEL ASUNTO

este momento? Ya había fallecido... ya vendrá por él la ambulancia del servicio médico forense… Te puedes contagiar innecesariamente Isabel —me decía— mientras continuaba el camino. Esto me dolía intensamente: el hecho de no poder hacer nada por él. Aquí empezó mi rabia, mi furia, mi enojo. ¡Qué muerte tan indecente! ¡A nadie le desearía una muerte así!, en la soledad, sin el auxilio de un médico, sin poder decirle a otro u otra sus síntomas. ¿A quién acudes cuando eres


LA GRAVEDAD DEL ASUNTO

> un indigente? ¿Qué escuchas? ¿Acaso este infortunado ser sabía de esta enfermedad tan perra? ¿Habría escuchado algo de un tal doctor López-Gatell, de los 35 000 muertos que llevamos, y del tener que lavarse continuamente las manos hasta que se te caigan

de tanto jabón y de tanto alcohol? Efectivamente, él no tenía un celular, tampoco tenía un radio para escuchar lo que era una pandemia. Quizás no hablaba español y sólo hñähñu como el resto de los otomíes que viven de este lado de Querétaro. ¡Cuánta indefensión!

En mis compras tardé algo más de una hora, quizás una hora y media. Al regresar por el mismo camino ya estaba la ambulancia del forense. No puedo decir que en este caso la gente se arremolinó, pues todos guardaron la «sana distancia» y silencio entre ellos mientras subían el cadáver a la misma. Todos estaban muy sorprendidos. No había mujeres en el grupo de la calle; todos eran varones. «Finalmente —me decía a mí misma—, ya lo recogieron». ¡Qué dolor!, me repito. ¡Qué soledad, que te tengan que auxiliar para dejar este mundo sin saber qué fue lo que te pasó… aun sin entenderlo! Veo que me compré en Home Depot una careta protectora y un cubrebocas. Salgo más protegida ahora. La imagen del Acceso III me ha obligado a hacerlo. No dejo que nadie se me acerque; me he vuelto irascible. Nunca me había

comportado así, me observo. He disminuido mis salidas. Regreso al tema de mi amiga, la doctora Mara. Hoy dice que la tasa de mortalidad por COVID es alta; sus pacientitos y pacientitas se asombran cuando la ven toda cubierta y con una careta protectora de plástico. Ha reiniciado sus consultas en el Hospital Infantil de México Federico Gómez.

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EL INFORTUNIO DE LA PANDEMIA CUANDO LAS CIFRAS NO CUADRAN

26 de julio de 2020

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El sábado 25 tuve la imperiosa

necesidad de salir; había algunas cosas que no se podían postergar, entre ellas cortarme el cabello que había crecido con el transcurso de las semanas. Y como era fin de semana me tocó ver en Querétaro demasiada gente afuera: niños y madres tomados de la mano, hombres y mujeres en motocicletas sorteando los baches que se hacen por las lluvias. Noté que el tráfico se había incrementado. «Quizás sea mi imaginación» —me decía—, para mantener este diálogo mental que hacemos con frecuencia. A rumiar mentalmente… Fui a un salón de belleza nuevo; por fuera se ve muy atractivo y el desempeño de la dueña, por cierto, fue magistral. Mientras esperaba mi turno, veía cómo llegaban niños y niñas a cada momento; algunos se aventuraron a saludarla de beso

EL INFORTUNIO DE LA PANDEMIA


EL INFORTUNIO DE LA PANDEMIA

> en la mejilla. ¡¡Qué audacia, señoras y señores!! En mi carácter de maestra quise corregirla, pero me mantuve callada —«calladita te ves más bonita», siguiendo el dicho popular—. A los niños y niñas los pasaron para un cuarto ubicado en la parte posterior del salón de belleza; se les pidió que fueran a ese otro lugar, pues les podían cerrar el local si los veían sentaditos en el suelo jugando, como los vi yo. Le pregunté a la dueña cómo le había hecho al comienzo de la cuarentena. Me respondió que ellos hicieron «como que cerraron», mas la gente pasaba por una puerta más pequeña a un lado del salón. «¡Ah!, ¿entonces usted no cerró?», a lo que ella contestó con un simple ¡No! De camino a casa, al checar mi teléfono celular, veo que una vecina nos ha avisado que la Bodega Aurrerá, la cual está a tan sólo novecientos metros de la casa, había sido clausurada. El reporte periodístico decía: «Rompieron los límites establecidos por la SSA

y se excedieron en el número de compradores que iban al lugar», lógicamente, acompañados de niños y niñas, familias enteras. Era el día del súper… Tal parece que con el paso de los días la gente de Querétaro se ha acostumbrado a la pandemia, los lineamientos sanitarios se han relajado. Quizás por el inicio inminente de las escuelas, hay padres y madres de familia comprando uniformes, cuadernos, libros, zapatos… Aquí en Querétaro no pasa nada.

Por cierto, alguien comentó en el salón de belleza que no les dejaron entrar con sus pequeños y pequeñas a una zapatería. Siento que hay confusión en cuanto a la aplicación de las medidas sanitarias: algunos sí las siguen, otros más las ignoran; el simple cambio de color en el semáforo de rojo a naranja ha contribuido a esta confusión y a pensar que la pandemia ha terminado. Algunos llevan los cubrebocas, otros, no… y otros más se los ponen muy mal.

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> Las cifras son en verdad alarmantes: casi

44 000 personas fallecidas en el país. Siempre que veo al doctor Hugo López-Gatell en la TV quisiera preguntarle: «Oiga usted, que es un médico tan reconocido ahora en el país, ¿cree en el karma?, ¿quién será el responsable de esta cifra de muertos?». Hoy, 26 de julio, he leído que el secretario de Salud de Chihuahua falleció por COVID. Noticia triste en verdad. Engrosará las cifras que por cierto no cuadran finalmente, pues Al igual que Mara, lamento el sensible todos los fallecidos por COVID fallecimiento de la pequeña Ana Lucía o no COVID han entrado a la Rupprecht como consecuencia de la estadística final, lo que nos carencia de medicamentos en el país, a lleva a una cifra cercana a los 200 000 muertos. ¿Será quien se había llevado a Suiza para ser cierto? atendida allá. Debido a lo avanzado de

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Ya llevamos cuatro meses o, mejor dicho, ciento veinticinco días de confinamiento, y pienso en los médicos y enfermeras que siguen en la línea frontal atendiendo más y más pacientes. Pienso en el efecto de burnout en ellos y hoy domingo decidí quedarme en casa, porque así me lo había pedido una amiga en el Facebook para honrar a los galenos. Es increíble pensar que hayamos estado en confinamiento durante ciento veinticinco días como para lanzarlo todo por la borda y salir a contagiarse sólo por confiados y en un mal momento… ¡No se vale! Esta sería una pésima decisión.

EL INFORTUNIO DE LA PANDEMIA

su leucemia, no resistió el tratamiento. El 24 de julio su padre ha lanzado una petición para que el gobierno de México los apoye y pueda retornar al país con las cenizas de la pequeña Ana Lucía. Esto me ha entristecido mucho y tal parece que, una vez que el padre de Ana Lucía llegue a México, iniciará una demanda legal contra el gobierno por no haber provisto del medicamento oncológico necesario para su hija, algo que comparte con otros padres de familia que están en la misma situación. Las aduanas mexicanas, la corrupción, la ineficiencia y la deteriorada salud de la pequeña contribuyeron a su fallecimiento.


EL INFORTUNIO DE LA PANDEMIA

> En los últimos días he

pensado mucho en la pandemia de gripa española que aconteció entre 1918 y 1919 en el país. Mis bisabuelas la vivieron y lo mismo mis dos abuelas, pero de ninguna de ellas recuerdo algo que me hubiesen contado al respecto, lo que significa que desciendo de personas que sí sobrevivieron a esa pandemia. ¡Interesante! Me pregunto: ¿qué habrán hecho para no contagiarse? Quizás se resguardaron o las resguardaron a ellas. En el siglo pasado las noticias no corrían con la misma velocidad que ahora.

POR FAVOR, ENVÍENME UNAS LÍNEAS Y Mi abuela materna sólo recordaba cómo su mamá DÍGANME QUÉ —mi bisabuela Isabel— vivió el terremoto que hubo durante ESCUCHARON DE la Revolución. Fue el 7 de junio ELLOS Y ELLAS. de 1911, de magnitud 7.6, con epicentro en las costas de ¿EN VERDAD, SU Michoacán. Siempre me contaba de este acontecimiento, mas de la TRABAJO FUE gripa española y su efecto en la EXCEPCIONAL familia no hubo mención alguna. COMO PARA SER NOMINADOS?... ¡NO LO PUEDO Y ahora resulta que a los CREER! ¡LO BUENO quinientos ochenta y cinco ES QUE YA ESTÁN médicos cubanos que vinieron a la Ciudad de México se les DE REGRESO EN nominará al Premio Nobel de la Paz… ¡No lo puedo creer! LA ISLA!

***

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LA TANATOLOGÍA

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3 de agosto de 2020

La noticia me sorprende

tremendamente, en cuarenta y ocho horas se anunciarán las 50 000 personas fallecidas por el COVID-19 en México. No sé qué me ha dolido más, si el saber de las cifras con esta naturalidad que da la frialdad estadística o la apatía del gobierno ante esta circunstancia. Hoy han dado a conocer que se hará algo en memoria de las personas fallecidas; espero que sea lo suficiente para abarcar el dolor de esas familias afectadas. En cada una de ellas ha de haber cuatro o cinco miembros con un dolor muy profundo. No me sorprendería que se esperasen hasta el 1 de noviembre y pusieran una ofrenda gigante en el Zócalo para justificar gastos del todo inútiles.

LA TANATOLOGÍA

Siento que hasta ahora han sido insensibles al dolor y no han hecho lo suficiente para evitar nuevas muertes; así las cifras seguirán aumentando cada día. ¿Hasta cuándo? Dicen que en este mes llegaremos al pico… Cada día llegamos al pico… India y México rivalizan en el número de muertos por día. El tema de la pandemia conlleva, de igual forma, el tema de la salud mental, a la cual habrá que añadir el de la tanatología para apoyar a todos esos individuos que han tenido parientes fallecidos; algunos de éstos eran el sostén familiar. Recordemos aquí que muchos de ellos no pudieron despedirse de su pariente enfermo o contagiado, como los médicos, y realizar los rituales acostumbrados. Círculos no cerrados de la vida. Gran luto nacional.


LA TANATOLOGÍA

> Sé que en las primeras etapas

del duelo se experimenta el enojo y la negación, después viene la fase de la ira, sigue la negociación, la depresión y finalmente la aceptación. ¿En realidad, nos podremos mover de la ira a la aceptación y a la resignación o nos quedaremos estancados en la ira? Hay mucho enojo entre los que estamos vivos, ya sea por los pocos ingresos o por la falta de trabajo; algunos han sido despedidos de sus

empleos sin recibir indemnización, pues los negocios han quebrado o han cerrado temporalmente. Así, el hecho de que un asaltante de una combi fuera brutalmente golpeado por los pasajeros en un asalto frustrado en la época del SARSCoV-2 permite liberar las energías contenidas. Algunos aplauden, otros hacen los memes respectivos. Distractores al fin. Pan y circo en tiempos de la pandemia. ¡Al final, qué son 50 000 muertos o más!…

***

Mara nos recuerda que sí pueden vacunarse a los niños y niñas en la época del COVID, todos bien resguardados usando cubrebocas y gel para manos. Me da gusto saberlo. Cada año, al poner el altar de muertos en la escuela donde trabajé siempre, asocié el culto a la muerte, de orígenes prehispánicos, con las tres grandes epidemias de los siglos XVI y XVII.

QUIZÁS ESTE CULTO SE HAYA DIFUNDIDO MAYORMENTE ANTE LA DESAPARICIÓN DE TANTOS MEXICANOS. ¿SERÁ? EL ALTAR DE ESTE AÑO TENDRÁ EN VERDAD UN SIGNIFICADO PROFUNDO.

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LA PANDEMIA SERÁ LARGA...

12 de agosto de 2020

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En unos cuantos días el

número ha rebasado los 50 000 muertos; ya vamos para los 54 000; esto significa que se suman casi 600 personas fallecidas por día… ¡Qué dolor! Aunque desde el 29 de junio cambiaron el color del semáforo a naranja, las muertes no ceden. ¡Cuántas familias rotas! Y ahora el juego del ping pong. «La culpa es de ustedes» —nos dice entre líneas el doctor Hugo López-Gatell—, quien, por cierto, ya no aparece en algunas de las transmisiones diarias por televisión… «La obesidad, la diabetes…» son otras pandemias no atendidas —nos dice con su voz de científico—. Por generaciones hemos comido «chatarra»: «gansitos» congelados, refrescos embotellados, a los cuales el doctor López-Gatell llamó «veneno embotellado», pues junto con su exmujer, Arantxa Colchero, se pronunciaron con anterioridad en contra de estas bebidas embotelladas.

LA PANDEMIA... SERÁ LARGA


LA PANDEMIA... SERÁ LARGA

> Me recuerda cuando, en los años setenta, teníamos a Luis Echeverría en la Presidencia de la República, y alguna vez fui al Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo, en el Pedregal, a dar clases sobre India; tuvimos que tomar aguas frescas, pues no se servía Coca-Cola o algo parecido. Este Centro era parte de la casa familiar de los Echeverría y de las Palomas del Pedregal, un grupo de danza muy conocido en el lugar. Luego fue convertido en centro de convenciones y también fue hotel. La pregunta obligada aquí es ¿quién se hará responsable de los más de 54 000 muertos en el país? Hasta ahora la pelota de la culpa está del lado de los muertitos: ellos y ellas tuvieron la culpa por no atenderse en sus hábitos alimenticios. ¿Pero cómo se podrían atender?, si el agua no es potable, mas el refresco es fácil de conseguir y el sabor es además delicioso. Por esto nos encontramos en el top of the list de los países que más consumen refresco… ¿Y qué se hizo al respecto? ¡NA-DA! En fechas

recientes sólo se aumentó el precio de estas bebidas y se redujo el tamaño de las botellas; sin embargo, no se dejó de consumir. Vayamos ahora a la comida chatarra que, auspiciada por las grandes refresqueras, llena rápidamente los estómagos hambrientos mas no exigentes. Los tamaños de las bolsas de botanas se redujeron, les pusieron más aire y los precios se elevaron, pero no se extinguieron.

¿Qué falta hacer? Falta cambiar los hábitos alimenticios de un país pobre, hambriento, cuyos recursos más reducidos se conforman con una sopa Maruchan llena de sodio, el cual no se elimina en el transcurso de cuarenta días… Esooooo… por cinco pesitos. ¡Llévela, llévela! ¡Al fin, qué son sus dos riñones! ¡Na-da! Esto lo comen todos y todas, sobre todo cuando la quincena se acaba antes. ¡Sólo hay que agregar agua caliente y ya!, como magia, el hambre se va y la salud también. Las garnachas son parte del culto popular, fritas en aceite quemado por generaciones, ¡rico en calorías!, oscuro y espeso como aceite Mobil del 40… difícil de digerir…

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> Entonces ¿de que sirvió visitar regularmente

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el IMSS y pasar por todos esos médicos bariatras que debían pesar al paciente y sugerir rutinas de caminatas y dietas simples…? ¡De na-da! Y esto se hizo en varios sexenios. Mas eso de que la culpa es mía…, no doctor López-Gatell. Yo culpo al sistema de salud de México, a su apatía por no interesarse en la vida saludable de los mexicanos y mexicanas. Tenemos frutas y verduras todo el año; en India sólo conseguíamos zanahorias en diciembre y eran las más dulces. Con ellas hacíamos gajar halwa, un dulce de zanahoria, y no añadíamos azúcar. Quizás no comamos frutas y verduras como deberíamos de hacerlo en este país… Para algunos los salarios no son suficientes para poder comerlas… Y si las tomamos será en agua, así bajan rapidito… ¡Enseñanza señores doctores, Oaxaca y el gobernador Murat se han enseñanza! Tenemos que reeducar a los niños pronunciado por no vender refrescos y y niñas de este país; botanas a los alumnos, a los niños y niñas por eso en el curriculum de este estado mexicano. En realidad, ¿se escolar de este año se llevará a cabo en este sexenio o será otra dará una materia para medida sexenal para quedar bien con el señor reeducarlos en este presidente de la República? sentido. ¿Servirá? ¡Así es! ¡Adiós generación del «Pato al Orange»!, el gansito bien helado acompañado de un Orange Crush muy frío para bajarlo rápidamente. Bienvenida el agua de Jamaica o —como dice el meme tan popular— el Agua Dior Chata. De la doctora Mara no he sabido mucho esta semana. Insiste en que debemos vacunar a los niños a tiempo, pero las vacunas no existen en algunos lugares. Este tema será para otro ensayo. Las medicinas oncológicas son difíciles de conseguir.

LA PANDEMIA... SERÁ LARGA


LA PANDEMIA... SERÁ LARGA

> Me quedo ahora con los cambios de la 4T en la alimentación. Mas la pandemia —ya nos han dicho— será tremendamente larga… hasta que aparezca la vacuna y no será pronto. Acaban de anunciar que AstraZeneca, la Fundación Carlos Slim y los gobiernos de México y Argentina producirán la vacuna masivamente. Mañana, jueves 13, el presidente AMLO y Marcelo Ebrard a la cabeza darán la noticia completa.

***

ME DUELE SABER QUE EL COVID-19 HA SIDO IMPLACABLE CON LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE GUERRERO; ME DUELE SABERLO. ESTO SÓLO HABLA DEL OLVIDO EN EL QUE LOS HEMOS TENIDO. COMPRARÉ ARTESANÍAS A LOS GRUPOS INDÍGENAS Y BUSCARÉ CÓMO AYUDARLES. ¡OMMMMMMMM!, POR AHORA.

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Y YO, NI EN CUENTA...

MI PRIMER ENCUENTRO FRENTE A FRENTE CON EL COVID-19

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15 de agosto de 2020

Recuerdo que fue en marzo,

posiblemente unos días posteriores al 9. La directora técnica del colegio donde estaba trabajando en ese momento, en Querétaro, pasó a advertirnos a los maestros de la secundaria que los alumnos no podrían bajar al patio a la hora del recreo y mucho menos asomarse por la ventana. De inmediato me pregunté ¿qué habrá pasado? Como el colegio está sobre la carretera del libramiento surponiente de Querétaro, lo primero que me vino a la mente fue que habría habido un accidente grave en las inmediaciones.

Me di cuenta que entre el alumnado había mucho barullo y cada uno nos preguntábamos la razón por la cual nos encontrábamos tomando el lunch en el salón, casi encerrados y sofocados por el calor primaveral que iniciaba. MI PRIMER

Recuerdo también que lo único que me previno de ir a la marcha del 8 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer según la ONU, fue mi conocimiento de que el COVID ya rondaba la Ciudad de México.


MI PRIMER

> La secretaria administrativa de la secundaria pasó a verme unos minutos después del aviso de la directora técnica y me cuchicheó al oído: «Murió una mamá en la enfermería, acaba de suceder…; asegúrate que no se asomen a la ventana y vean la ambulancia forense».

De inmediato repasé todas las enfermedades que yo conocía; quizás un ataque cardiaco súbito, pensé. Ella era la mamá de una alumna de la secundaria, de segundo grado, que era muy conocida en la comunidad escolar por sus actividades de servicio y amor a los gatos del colegio, a los cuales había adoptado desde hacía tiempo. Finalmente, pudimos ver la ambulancia del forense que se llevó el cuerpo de la mamá. En los cuarenta y cinco años en que fui maestra nunca había tenido una experiencia así de dolorosa con un padre de familia, aunque recuerdo de alguien que falleció viendo un partido de futbol en un estadio cuando jugaba su hijo; por cierto, compañerito de la clase de primaria de mi hija Maryam. Días después me enteré que al paramédico que atendió a la señora en la enfermería escolar se le había despedido de inmediato; a la par empezaron las labores de limpieza extrema en el colegio. Más tarde, el

30 de marzo nos enteraríamos que el gobernador de Querétaro sería afectado por el COVID, pero nunca pensamos que esta enfermedad ya había visitado el colegio. Setenta y dos horas más tarde del incidente de la mamá, nos encontramos todos guardados en casa… Del asunto nada más se supo…, mas la Secretaría de Salud de Querétaro ya había ubicado el caso y por eso me enviaron de inmediato una encuesta para que la llenara. Me preguntaban sobre mi edad y mis síntomas al momento. ¡Yo, ni en cuenta!

***

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MI AMIGA MARA NOS INVITA A ESCUCHAR AL SECRETARIO DE EDUCACIÓN PÚBLICA, ESTEBAN MOCTEZUMA BARRAGÁN, QUIEN ESTARÁ HABLANDO EN TORNO AL TEMA DE LA EDUCACIÓN Y LA PANDEMIA.


IN MEMORIAM

29 de agosto de 2020

Han pasado seis meses desde aquel

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aciago 27 de febrero en que se dio el primer caso de COVID en México. Las personas fallecidas aumentan diariamente en el país: ya son cerca de 64 000 mexicanos que han perdido la vida. Esta cifra es muy diferente a la que la Secretaría de Salud había considerado desde un inicio. Esto es sumamente lamentable. Durante estos seis meses, Mis condolencias a las personalmente he reconocido en mí familias que han perdido a las diferentes emociones por las que sus seres más queridos. Por he pasado. Al principio me encontraba cada familia, una historia muy sorprendida por lo que sucedía a de dolor a lo largo y ancho mi alrededor y cómo la pandemia iba llegando a los países europeos desde de la República Mexicana. Wuhan, China; con dolor veía los Hay fragilidad. informes de las casas de retiro para los ancianos en España e Italia, y con terror leía cómo se propagaba el virus entre ellos. Poco a poco los países que anteriormente se veían repletos de turistas se vieron fantasmales; el miedo se enraizó al grado que la

IN MEMORIAM


IN MEMORIAM

> Iglesia católica con el Papa Francisco también se pronunció. Para algunos se advertían claramente las señales apocalípticas. Los números fueron ascendiendo en México desde el día 27 de febrero, fecha en que —como ya lo dije— se informó acerca de la existencia del primer paciente COVID en el país. Logré encerrarme en casa por algunos meses; hacía las compras mensuales y atiborrada el carrito del súper con todo aquello que podría necesitar, mientras en Boston, donde vive mi única hija, el encierro había comenzado un mes antes. Las cifras continuaron aumentando desde febrero hasta la fecha, y si bien el doctor Hugo López-Gatell desestimó en los inicios estas cifras, ahora se han predicho números cercanos al doble en los futuros meses y me pregunto ¿por qué?...

Esta semana que culmina —sábado 29 de agosto— trae cambios en el mapa y en el semáforo epidemiológico; ya se empiezan a reducir las tonalidades. ¡Qué alivio!, hay diez estados en amarillo y sólo Colima permanece en rojo. Sin embargo, hay entidades federativas cuyos hospitales están con una ocupación de camas de un 50 % o más. Quizás algunos permanezcan en sus casas llevados por la desconfianza o el desconocimiento de los síntomas de la enfermedad. Personalmente, he logrado vencer mi pánico y el encierro; esta semana he salido un poco más y bien resguardada. Creo que los cambios en el mapa de la pandemia, la idea de una posible vacuna y mi manejo personal del cubrebocas,

alcohol en gel, guantes… me han dado confianza para aventurarme a salir, pero lo haré poco a poco. Leo con detenimiento y tristeza cómo hay personas de la tercera edad que diariamente se lanzan

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> al basurero de la Central de Abasto en Iztapalapa a fin de recoger alimentos para ellos y sus familias; con ello comen y le dan de comer a sus animalitos. Una viejecita dice recoger vaina para pájaros y ahorrarse los diez pesos diarios que gastaba con anterioridad.

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Algunos, como ella, llevan cuchillos y ahí mismo, en el basurero, cortan los pedazos de verdura que pueden salvarse para aprovecharlos sabiamente; cortan chiles serranos, jitomates, calabacitas… y los van a utilizar de inmediato en sus comidas diarias. Alimentan de igual forma a sus animalitos. Frente a ellos aparecen la pala mecánica y el camión que, con rapidez, compiten con hombres y mujeres para recoger los deshechos vegetales. Debo confesar que este artículo publicado en el periódico El Universal me entristece enormemente; quizás tengan la misma edad que yo, mas por distintas circunstancias no lograron ser económicamente independientes. Ahora dependen de lo que otros tiran, y comen esos deshechos. Como dijo una señora: «Aquí no come quien no quiere, desde hace cuatro meses vengo y las verduras están buenas, no me he enfermado. La situación está difícil, pero con venir aquí nos ayuda a no morirnos de hambre».2

En https://www.eluniversal.com.mx/nacion/crecepepena-durante-la-pandemia-van-adultos-mayoresbasureros 2

IN MEMORIAM

Este México de la pandemia ha puesto al descubierto el hambre, además de las carencias materiales y tecnológicas para poder estudiar, como una televisión, lo que de nueva cuenta hará que las diferencias sociales se profundicen en un futuro muy próximo. Tanto el hambre como las carencias tecnológicas ya existían, mas ahora han salido a la luz y se han hecho groseramente evidentes. He visto imágenes de gente haciendo fila afuera de una iglesia de la Zona Rosa para conseguir una torta o un tamal. La gran mayoría de esas personas han perdido sus trabajos y prefieren ahorrar lo poco que tienen para poder pagar sus rentas, sus transportes o para comprar sus medicinas mientras luchan por encontrar un trabajo decente. Por cierto, los salarios han bajado por el


IN MEMORIAM

> desempleo y la sobreoferta. Son en verdad tiempos difíciles. Seis meses que nos desnudan y nos muestran la evidente carencia y la necesidad entre los mexicanos y mexicanas. Pregunta: ¿cómo puede el doctor Hugo López-Gatell hablar de las comorbilidades y los problemas del sistema inmunológico cuando la población no tiene para comer? Se come lo que hay. Se bebe lo que se encuentra cuando el agua no es de buena calidad. Tu sistema inmunológico se debilita cuando no te alimentas con lo adecuado. La gente en este país vive al día y come lo que encuentra o lo que le alcanza con su pobre bolsillo.

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Ahora me pregunto ¿cuál será el panorama para los siguientes seis meses? El futuro que se aproxima en verdad se ve muy difícil. Se espera ahora el rebrote del COVID-19 como ya está sucediendo en otros lugares. Se piensa que los síntomas podrían confundirse con los del sarampión, el dengue y los de la influenza estacional, cuya temporada se acerca, y se busca atender a la mayoría de la población mexicana, sobre todo a aquellas personas de la tercera edad. El repunte del dengue en muchos estados se debe al poco interés y a los escasos recursos para poder fumigar los lugares. En Querétaro se han presentado más de 200 casos de esta enfermedad en las últimas semanas.

VAMOS HACIA EL SEGUNDO ROUND...


LAS HISTORIAS DE VIDA DE MIS VECINOS BAJO LOS EFECTOS DE LA PANDEMIA

18 de octubre de 2020

Hemos pasado casi siete meses

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desde que comenzó el confinamiento, de dizque encierro y la pandemia no cesa. Escucho con atención las noticias diarias, que si vamos en el día 139 de la «nueva normalidad», que si son más de 86 000 muertos… y esto no para. Europa se prepara ahora para el rebrote de la pandemia. En algunos países han salido a protestar por el nuevo encierro, y yo no puedo dar crédito a que Europa tenga otra vez un número estratosférico de personas afectadas. En casi siete meses han pasado tantas y tantas cosas. Por ejemplo, mis vecinos de enfrente, ella maestra de escuela al igual que yo, están a punto de tener a su segundo hijo. Mi vecino Carlos, quien vive

LAS HISTORIAS DE VIDA DE MIS VECINOS

en la casa de junto, se ha quedado solo, sin su mujer y sus dos hijos varones, pues el maltrato hacia todos era algo más que audible. La mujer lo ha dejado, se llevó a sus dos hijos y viven felices ahora en Córdoba, Veracruz. Recuerdo la cara tan desencajada de la mujer al subirse a un auto con sus dos hijos; quizás no regrese nunca más. Extrañaré sus salmos evangélicos diarios y sus prédicas a todo volumen. Amén.


LAS HISTORIAS DE VIDA DE MIS VECINOS

> Por su parte, mi vecino Gustavo,

el que vive del otro lado de mi casa, ayer regresó feliz de la Ciudad de México. El suyo sí que fue todo un caso. Decidió rentar su casa en Ecatepec de Morelos y la alquiló a una desconocida, quien de un día para otro dejó de pagar la renta y decidió robarse la cocina integral en una noche oscura. Mi vecino reconoció finalmente que la mujer le había invadido su espacio y decidió presentar su caso al Ministerio Público. Hace unos pocos días le llevaron a ella la notificación de su expediente. ¡Y, claro, con una módica cantidad se salió! Anoche hubo celebración en casa de mis vecinos, con carne asada y todo. Me dio tanto gusto esta noticia. He escuchado de una moda reciente, que realizan tanto a amigos pudientes como a vecinos de clase media. Tocan el timbre y te notifican que te tienes que salir, pues tu casa ha sido comprada por un desconocido. Lógicamente, te dan pocos días para salirte. En Ecatepec, las invasiones son de diario. En algunos casos rompen las cerraduras e invaden el lugar. Esta es otra epidemia en Ecatepec de la que muy pocos hablan. Por mi parte, ya me he acostumbrado a salir con el cubrebocas; ahora traigo unos muy monos y desechables hechos por Kleenex en Corea que mis alumnitos

me han regalado. Sin embargo, debo confesar que el otro día olvidé colocármelo al salir y una patrulla sonó la sirena para recordarme que tenía que ponérmelo… Lo olvidé, ¿qué puedo decirles?… quiero regresar a mi vida normal de antes. ¿En realidad todo será como antes? Veo titubeante el color del semáforo epidemiológico de LópezGatell; eso de usar un naranja con alerta para la Ciudad de México no es más que una variedad del color rojo, pero no lo comunican así. Veo con sorpresa lo que ocurre en Europa y entro en estado de alerta. Escucho las noticias del Vaticano y elevo mis plegarias más sinceras por la salud del Santo Padre; espero que no se contagie. ¡Dios, protégelo! Empezaré a buscar en qué lugar ponerme la vacuna de la influenza, aun cuando tengo el seguro del IMSS. Aquí, en Querétaro, en otros años la vacuna de la influenza era gratuita y fue de gran servicio; me la pusieron en la Casa de doña Josefa Ortiz, ahora santa de mi devoción. Esta vacuna la ofrecía la Secretaría de Salud estatal.

Los motores se han vuelto a encender, rugen, aquí vamos en esta ruleta rusa de nueva cuenta a la segunda vuelta… encaminados al rebrote. ¿List@s?

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PANDEMIA

18 de noviembre de 2020

Las noticias de estas dos

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semanas no fueron nada halagüeñas; la palabra rebrote resonaba en nuestros oídos, quizás debido a que nuestras esperanzas ya estaban fincadas en el color verde del semáforo. En Europa Por mi parte, estas dos últimas semanas ya toman medidas han sido de peso. La vecina, quien —sin mayor serias para afrontar deseo de señalarla— es evangélica, regresó esta segunda vuelta de Córdoba, Veracruz, en un día domingo, del virus. Aquí no acompañada de sus dos pequeños hijos, Carlos Santiago y Carlos Daniel; éste es el más habrá rebrote, pues pequeño y travieso. Habrían transcurrido seis la pandemia no ha meses desde el inicio de la pandemia en que desaparecido como en se fueron de Querétaro rumbo a Veracruz. Wuhan. He aprendido a no fiarme de las cifras, De inmediato, los ruidos contiguos no que podrían ser en se hicieron esperar. ¡Al fin niños! —me dije mentalmente—. Sin embargo, con el paso de verdad escandalosas. los días el ruido fue cada vez mayor. Así hoy, al llegar de trabajar empecé a escuchar, en el jardín posterior de nuestras casas, cómo Carlos Santiago y Carlos Daniel empezaron a pelearse. Todo parecía ser una banal pelea entre dos hermanitos con edades que fluctúan entre los siete y nueve años.

PANDEMIA


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> Los gritos aumentaron de volumen entre los dos niños; la madre —Abigail— entró al rescate y aquí vino lo bueno… los gritos fueron extremos. Posiblemente ya sean las cinco y media de la tarde; ahora se escucha, entre el llanto de Carlos Daniel, la súplica de un «Auxilio, auxilio». Pensé que esto era parte del juego, mas no fue así. Ignoré los gritos y las súplicas hasta que se empezaron a sentir los golpes macizos en mi casa; el niño daba patadas en el muro y, a la par, gritaba pidiendo ayuda. No me contuve, salí a la puerta de mi casa y para mi asombro ya éramos varias vecinas que estábamos afuera escuchando los reclamos. De inmediato toqué el timbre de la casa de Abi, quien abrió la puerta. Ella se encontraba prácticamente fuera de sus casillas; me di cuenta que respiraba rápidamente. Entonces, le dije: «Señora, ¿qué está pasando en su casa? El niño está pidiendo auxilio y los vecinos ya están afuera». Yo había salido con el teléfono en la mano y con rapidez llamé al 911; me identifiqué de inmediato con el operador telefónico de la policía: «Soy fulana de tal, tenemos un caso de violencia doméstica en contra de dos niños, vengan de inmediato, trabajo Derechos Humanos». El operador seguía el diálogo preestablecido y me pidió que estuviera a la espera de la llegada de la patrulla. Unos minutos después de haber colgado, el pequeño Carlos Daniel salió con ojos hinchados por el llanto a pedirme que cancelara la llamada, mas no lo hice. A los pocos segundos llegó el papá y le comenté que una patrulla venía en

camino, que estuviera listo para recibirlos. La patrulla llegó con tres policías: dos varones y una mujer. Venían en una camioneta abierta y me identifiqué con ellos con mi

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> cédula de maestría en Derechos Humanos. Pedí que salvaguardaran a los niños y los revisaran físicamente. Minutos después salió el comandante para decirme que no había encontrado marcas visibles de castigo, pero al decirme esto le contesté: «Mi comandante, hay marcas más profundas en el alma de un niño que no se ven; tómelo en cuenta, no es la primera vez que sucede esto». En alguna ocasión en que los gritos ya se habían presentado por igual, yo había hablado con Abigail y le había comentado que ya no se acostumbraba golpear a los niños, que eso quedaba en el pasado. Los niños, por su parte, acostumbran gritarle majaderías muy veracruzanas a la mamá. Ya se imaginarán la escena…

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Por algunos días hubo un gran silencio en esa casa después de lo acontecido y se los agradecí. Hace poco caí en la cuenta que ahora los golpes suceden cuando yo salgo a dar clases o al súper. Casi siempre llego al final de la lucha campal familiar y luego mi vecina pone sus salmos a todo volumen; quizás para apaciguar su pobre espíritu o disfrazar el llanto de alguno de los dos niños. Esto es lo que nos ha dejado la pandemia: la violencia intrafamiliar. Deseo de corazón que venga una trabajadora social y se haga cargo del caso de Carlos Santiago y Carlos Daniel. Anoche celebramos Halloween en el condominio y pedí que los niños pasaran a las casas de uno en uno. Estuvimos muy bien y con

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medidas sanitarias bien llevadas. Hice bolsitas de palomitas para repartir. Lógicamente, aquellos que son evangélicos no festejan por igual. ¿Se les antojará acaso? Ahora a planear algo para las posadas, a fin de que no pasen desapercibidas. ¡Obvio!, con medidas sanitarias de por medio. ¿Se han dado cuenta que planeamos considerando todas las regulaciones sanitarias? Y checas en tu bolsa si llevas cubrebocas, alcohol, toallitas desinfectantes y no sé qué más.


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> En otro plano, les comento que me he vuelto una experta en dar clases a distancia, manejo Google Meet, Zoom y Skype. Trabajo para una universidad virtual en el estado de Guanajuato, impartiendo Introducción al Pensamiento Filosófico e Historia de México.

ADEMÁS, DOY CLASES DE INGLÉS A MIS ALUMNOS COREANOS, UNO DE ELLOS EN SEÚL. LA PANDEMIA ME HA PERMITIDO IR CONOCIENDO MÁS LA TECNOLOGÍA AL SERVICIO DE LA EDUCACIÓN Y, CRÉANME, YA ME ESTÁ GUSTANDO ESTE NUEVO APRENDIZAJE.

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SIGLO XXI AÑO 2020

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SIGLO XXI, AÑO 2020

MAITE PONTIGO SABATÉ Abril

El futuro nos alcanzó, como solía narrarse

en cientos de historias de ciencia ficción. Abril del año 2020 marca la Semana Santa más atípica e inimaginable: las iglesias están vacías. En el Vaticano, centro neurálgico de la Iglesia católica, majestuoso por su construcción, siempre lleno, con ríos de gente, sobre todo en esta época tan importante, sólo vemos por televisión a un hombre pequeñito físicamente mas gigante en humanidad, el Papa Francisco I, oficiando misa a no más de cincuenta personas presentes, con un coro también escaso pero solemne, llenando con la magnífica acústica el pequeño recinto, si es que podemos llamarlo pequeño, donde se oficia la misa.


SIGLO XXI, AÑO 2020

> Millones de personas, a través de todos los medios digitales y televisoras, siguen la Santa Misa. El mundo tiene miedo. Los cristianos volvieron a rezar. La Semana Santa se vive en total recogimiento, triste, con la solemnidad que hace años no veíamos porque se había trasformado en vacaciones, relajación y fiesta, sin casi voltear a ver al crucificado. Terminó la Cuaresma, mas estamos en cuarentena. Los lugares turísticos, playas, montañas, ciudades, calles, fuentes, monumentos… todos vacíos. Juan Manuel, Florencia y yo vivimos en Mérida desde el 25 de abril de 2019. Todos los días ensayamos la lejanía de familiares, amigos y del trabajo diario, pero esto no nos hace más fácil vivir la pandemia. Mi hija Andrea y su familia viven en Chile. Siguen al pie de la letra las indicaciones de resguardarse, pero no quiero pensar que les podría pasar algo y no estar ahí para ayudarlos. Sentí

que Juan Ignacio, mi hijo, guardado en la Ciudad de México con su familia, estaban seguros, pero nos enteramos que el chofer de un vecino falleció de COVID-19 y ahora su patrón está contagiado.

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MI MARIDO ES MÉDICO Y ME ACLARA QUE ESTO NO SE VA COMO PLAGA, QUE NOS TENDREMOS QUE INMUNIZAR TODOS EN ALGÚN MOMENTO Y SOLO ESPERO QUE SEA CUANDO LA CRISIS HOSPITALARIA HAYA PASADO.


MAYO

Es un mes muy especial para nosotros; el

17 es nuestro aniversario de casados: cuarenta y cinco años. Gracias al Internet, celebramos y brindamos con los hijos igual que el Día de la Madre.

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MAYO

Juan Manuel está jubilado y pensamos venirnos a Mérida para estar tranquilos; vivir aquí es beneficioso para la salud. Los días transcurren apacibles desarrollando mis retos nuevos: pintar mejor, escribir mis memorias para mis nietos, que, aunque dice Ceci Güereña que a ninguno les interesará, sigo haciéndolo, primero como terapia ordenada por el neurólogo y ahora por el gusto adquirido. Leo, veo series, pero mi hobby honestamente es mentarle la madre a López Obrador, la porquería de presidente que estamos padeciendo, lo cual, combinado con la pandemia, está resultando una pésima mancuerna para México. El tipejo tiene la suerte de que soy muy mala en las redes sociales, por ello le digo sólo todos mis comentarios en FB y WhatsApp.


MAYO

47 > Cuando hablan de regresar a

la normalidad, me río; el mundo ya cambió. ¿Será mejor?, ¿será peor? No lo sé, pero lo que sí sé, es que cambió. Espero que en esta Navidad pueda ver a mis hijos y nietos. Las videollamadas no me alcanzan: no puedo abrazarlos, apapacharlos y jugar tirada en el suelo con ellos, aunque después me levanto de milagro.

LO MÁS IMPORTANTE ES QUE ME SIENTO AGRADECIDA CON DIOS POR DÓNDE VIVIMOS, CÓMO ESTAMOS, Y POR LA SALUD DE MI GENTE Y MIS AMIGOS.


JUNIO

Tercer mes de

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JUNIO

encierro por la pandemia. Este tiempo me ha servido para entender, confirmar y agradecer lo libre que soy. LIBERTAD… he hablado, oído y cantado tanto sobre la libertad desde muy joven, y ahora encerrada entiendo lo libre que soy. Suena extraño lo que digo, mas así es. Hago todos los días exactamente lo que se me da la gana. Sigo las normas porque estoy convencida de que el orden da estabilidad y certeza. El deber ser cambió radicalmente su significado viviendo aquí. Hago lo que debo porque quiero, no porque alguien más lo espera de mí.


JULIO

Carmela —una amiga entrañable que

me heredó mi hermana— vive en Potes, un pueblito en los Picos de Europa. Ella y yo tenemos comunicación con cierta frecuencia, y ahora me dice que tiene miedo. ¿Miedo de qué? Una mujer muy luchona y fuerte, a quien la vida no le ha sido fácil, diciendo eso, me extraña mucho. Supongo que está muy sensible y por ello se siente vulnerable. Trato de calmarla explicándole que la historia es cíclica, que estamos a principios de siglo y hasta de milenio, pero esto pasará. La respuesta que me da es que le tiene miedo; siente que estamos viviendo el apocalipsis. ¡Caray!, me sorprende; jamás se me ocurrió pensar en ello en todos estos meses; es por mi formación, supongo.

49 Desde muy joven, en Costa Rica, donde residí y disfruté nueve años en mi adolescencia, gracias a la cercanía que tenían mis papás con los agustinos recoletos — sacerdotes y religiosos extraordinarios—, mi relación con la Iglesia y Dios ha sido maravillosa. Ellos eran como hermanos mayores y un gran apoyo en mi época comunista y atea «por la gracia de Dios», como me decía el padre Manuel.


> Cuando regresé a México para

entrar a la universidad, al padre Manuel lo mandaron a la parroquia Madre de Dios de Czestochowa, en Tecamachalco, y cuando nos pidieron hacer un trabajo sobre el Apocalipsis, rápidamente recurrí a mi maestro preferido. Leímos juntos y aprendí —abreviando mucho— que Dios, en su inmensa sabiduría, le dijo al hombre: ahí está el mundo, conquístalo. A la naturaleza, parte amada también de su creación, le dio sus propias leyes. Así, el hombre

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debe amar a la naturaleza, no como al propio hombre, pero sí como a una creación también divina a nuestro servicio. Cuando el hombre abusa de la naturaleza, ella con sus propias leyes vuelve a equilibrar las cosas. Los jinetes del Apocalipsis se viven cada día; cada uno de ellos ha convivido con la humanidad desde siempre. Toda esta información se la digo a Carmela, y le aseguro que esto no será el fin del mundo, y si lo fuera, ¿qué te preocupa? El fin es el fin.

Lo que digo, lo creo y miedo no tengo. Lo peor que puede pasar es morir y —como dice mi hija a sus pacientes— «Si naciste, corres el riesgo». Ya tengo «edad de merecer» y no muy sana; además, nadie se muere la víspera, decía mi abuela. Respeto mucho el dolor, pero no le tengo miedo; me tocó vivir la época de los analgésicos. A lo que sí le tengo miedo es que a Juan Manuel o a mis hijos o a mis nietos les pase algo malo, porque libre soy, mas también soy miedosa.

ADORO A MI MARIDO, SOMOS UNA PAREJA, PAREJA. LA PANDEMIA PASARÁ Y SÉ QUE LAS COSAS SE ACOMODARÁN. ES INCREÍBLE CUÁNTO ME HA ENSEÑADO LA PANDEMIA DE MÍ MISMA. JULIO


Estamos en agosto y llevamos veintiuna semanas secuestrados obligatoriamente por el COVID-19. En estas veintiuna semanas, ya pasé por todos los estados de ánimo: místico, agradecido, comparativo, frustrante, aburrido y finalmente enojada. No quiero decir con ello que voy cambiando, no, se van acumulando. En este momento me irrita mucho vivir en un lugar tan hermoso y no poder salir a recorrerlo, como era nuestro plan. Todo está cerrado, y de hecho creo que cuando vuelva a salir, estaré igual de perdida que cuando llegué. Cada día, agradezco a Dios porque todos en la familia y amigos estamos sanos, por lo menos físicamente. También agradezco que esta porquería de pandemia nos tocó vivirla en Mérida y no en la Ciudad de México, porque saber que los nietos están tan cerca y tan lejos, pues tampoco los podría ver, me irritaría más. Agradecida estoy, no me ha faltado un plato de comida en la mesa, y después de leer parte,

AGOSTO

El encierro ha hecho sus estragos.

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> porque no lo he terminado, de Cuarenta historias para una cuarentena…3, queda claro lo afortunados que somos. Si el promedio de vida en la Edad Media era de cuarenta años, menuda joda era pasarte tres de esos años con pandemias y pestes. Ya a estas alturas me paso devorando series de suspenso, históricas y casi cualquier cosa; estoy esperando ver anunciada la novela Simplemente María, para verla y recordar cómo se vivía con hipocresía, pero sin el cinismo actual. No veo noticias ni la televisión convencional o abierta. Oír halagos hacia la porquería de gobierno que tenemos, junto con todas las mentiras del subsecretario López-Gatell y el cinismo de ambos López, me provoca rabia; no los tolero.

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Mi hobby sigue siendo atacar al gobierno desde FB y WhatsApp. La indiferencia ante la tragedia nacional es totalmente cínica e irresponsable de su parte. Me indigna muchísimo el retraso que están provocando en la educación de los niños; es un gobierno de analfabetos, aunque se digan doctorados. La cantidad de médicos, enfermeras, camilleros, técnicos de laboratorio frustrados por la desfachatez del gobierno de arrestar a un médico por pedir un medicamento a la familia de un paciente, cuando es obligación del gobierno proporcionarlo. La cantidad de muertos que ni siquiera son contabilizados. El descaro del gobierno de minimizar el problema me oprime el corazón y me revuelve las entrañas.

Ricardo Campos, Enrique Perdiguero-Gil y Eduardo Bueno (eds.), Cuarenta historias para una cuarentena: reflexiones históricas sobre epidemias y salud global, Madrid, Sociedad Española de Historia de la Medicina, 2020. 3

AGOSTO


AGOSTO

> Sigo pintando y también continúo

escribiendo mis memorias; el recordar me hace disfrutar y amortiguar la ansiedad que a veces siento.

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Aún no termina agosto y, finalmente, se me está aplanando la curva de intolerancia. Como ya dije anteriormente, he pasado por todos los sentimientos y estados de ánimo, y ahora estoy empezando a resignarme en cuanto a la pandemia. En lo que respecta al gobierno, sigo totalmente frustrada. ¿DE VERDAD, NADIE PUEDE PARAR A ESTE IMBÉCIL?

El mundo ha cambiado. Lo entiendo. Creo en las teorías de la conspiración. Todo el mundo que me conoce, sabe que tengo atorado a Soros. Saben la tristeza que me da que la ambición de unos cuantos lastime tanto a la humanidad. Creo en la existencia de Dios y del diablo, y sé que al final todo pasa por permisión de Dios; aunque no lo logre


> entender, lo acepto. Y en estos tiempos estamos llamados a dar lo mejor de nosotros mismos.

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Cada día nos manejan como marionetas a través de la información: hoy todos contra los ricos; error, Slim, a quien lo que más le sobra es dinero, es un héroe porque nos va a salvar con las vacunas. Hoy, no tiene importancia la gente que muere; error, un minuto de silencio por ellos. La culpa es de los que hacen las fiestas, viajan y salen a trabajar; error, sí hay que salir a ganar el sustento que depende de las fiestas, de los que viajan, y hay que trabajar.

En verdad, es agotador vivir así. Pido a Dios por México, por el mundo, por el Papa que llora por la humanidad ante tanto dolor y miseria humana. Es importante hacer una reflexión profunda de lo que realmente importa en este mundo. Pensar realmente ¿qué puedo hacer por mi familia?, ¿qué y cómo puedo dejar una enseñanza a mis hijos y nietos?, ¿qué puedo hacer por el prójimo?, el que está ahí, a mi lado. Pensar ¿cómo comparto la certeza de sentirme amada por Dios, única e irrepetible?, certeza que la fe me ha dado. Agradecer la vida que me fue dada con todas las molestias, enfermedades y miserias. Para esta vida fui creada y debo sacar lo mejor de mí misma y de todos los que me rodean. Debo ser coherente, pese a quien pese, incluida yo misma, y dejar de lado la falsa modestia; llamar a las cosas por su nombre y ser una mujer congruente. A estas alturas de mi vida, sé que la justicia pertenece a lo divino, sólo puedo ser congruente con la vida que tengo y recapitular humildemente en lo que estoy equivocada.

REZO CADA NOCHE PARA QUE DIOS AUMENTE MI FE Y CARIDAD. AGOSTO


SEPTIEMBRE «No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista», dice el proverbio. Tengo sesenta y cinco años; vivo la pandemia en un lugar privilegiado, donde hasta el gobierno central tiene poca monta en el quehacer diario, donde el 15 de septiembre, el famoso Grito de la Independencia nacional, aquí tiene realmente poca importancia. Sí dan el grito, pero la gente va por una feria que montan en la Plaza Grande. Yucatán es un territorio que nunca fue conquistado, según cuentan sus cronistas de la ciudad y del estado. Los españoles negociaron con los mayas, quienes les otorgaron dos territorios: Mérida y Valladolid. En todo el estado son las únicas poblaciones con nombres en español; el resto tiene nombres mayas. La mayoría de los habitantes conservan los apellidos mayas, y la idiosincrasia local está lejos de la nacional. De hecho, me siento más cerca de la manera de vivir en Costa

Rica que de la Ciudad de México y el resto de los estados que conozco. Aquí, la pandemia se está controlando mejor; hay pueblos completos que se cerraron durante meses. Conviven en comedores comunales; sobreviven con el trueque y existe realmente un sentido de comunidad. El estado impuso toque de queda en las noches y ley seca para evitar las reuniones, pero se volvió a disparar la pandemia en el verano. Es común

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> que la gente de Mérida pase el verano en las playas para evitar el calor sofocante; tienen casas o familiares que los reciben. Se relajaron, hicieron reuniones en la playa, paseos en yates. El gobernador prohibió el uso de las playas, volvió a cerrar el estado, impuso de nuevo el toque de queda y la ley seca.

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AGOSTO

En mi vida diaria sigo con la pintura; además, ya regresé a clase. Es un lugar abierto, con techo, ventiladores y mucho espacio para la «sana distancia». Esto me hace sentir mejor anímicamente. El pintar para mí sigue siendo un gran reto; cada vez que inicio un cuadro, comienza un desafío. Empecé a pintar siendo vieja y soy muy autocrítica. Nunca copio un cuadro, y menos de un gran maestro. Lo que veo lo hago mío, y sin volver a verlo hago mi versión. Me he vuelto bastante buena en pintar rostros y a cada uno, usando como base el arte pop, le quito la rigidez del lienzo.


AGOSTO

> Tengo un compadre maravilloso que siempre dice «Dios no me des, ponme donde hay», y me acaba de poner donde hay. Un reconocido y premiado escritor y periodista cubano-costarricense, Froilán Escobar, gran amigo, me invita, y además me beca, para tomar un curso de redacción literaria en línea, con un grupo muy versátil de personas del mundo: un físico que vive en Francia, y quiere a través de la literatura explicar la belleza de la ciencia; un médico y fotógrafo que está en Israel; un argentino periodista publicitario que quiere escribir una novela. Somos varios grupos que se adaptan al huso horario. Es otro gran reto para no aburrirme. Tomo clases de computación, y aun así soy muy mala con todo lo cibernético. Todos me adoptaron y me ayudan, en especial una escritora ya premiada, quien es profesora auxiliar. Creo que, en una de esas, logro dejar para mis nietos una buena biografía escrita. Este curso, para mí, es sólo el primero de los que seguiré tomando.

MI VIDA PERSONAL ESTÁ EN UN EXCELENTE MOMENTO, PERO MÉXICO ESTÁ MUY LASTIMADO TANTO POR LA PANDEMIA COMO POR EL PÉSIMO GOBIERNO. PIDO CADA DÍA, JUNTO A MILLONES DE MEXICANOS, A LA VIRGEN DE GUADALUPE QUE INTERCEDA POR ESTA BELLA NACIÓN.

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OCTUBRE Siete meses de pandemia.

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¿Qué más puede pasarle a México? Aunque la pandemia ahí sigue, ya le tomamos confianza. Cumplimos con todos los requisitos de prudencia, pero no sentimos pánico. Nos acostumbramos al cubrebocas y la careta; a no salir de casa, salvo cuando lo necesitamos, y esto es a discreción personal. Nos acostumbramos a oír noticias falsas sobre el avance Los virus se solían padecer por estaciones y muerte de los climáticas, pero hoy día este virus cambió esa enfermos. Sabemos, frecuencia. Se padece simultáneamente en el con el pésimo manejo cono norte y en el cono sur, en invierno y en de la pandemia, que verano. Es un virus muy versátil y adaptable. México está dentro Tenemos un presidente analfabeto que del grupo de los ordena qué hacer al subsecretario de Salud, países con mayor porque el secretario, quien está cerca de índice de letalidad los cien años —digo yo—, no aparece. El en el mundo, pues, subsecretario, con doctorado en…, me da aunque el gobierno igual qué, pues no le creo, no sabe ni dar tiene bloqueada la cordura a sus mentiras, y regalamos dinero a información nacional, Centroamérica porque somos muy generosos, aunque en México la pobreza y el desempleo el Internet abre todas crecen enormemente día a día. las fronteras.

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> El país es un caos en todos

los sentidos. En medio de esta pandemia, el descontento mueve a la sociedad y a los grupos de poder. El movimiento Frena, asociación civil, no política, toma el Zócalo de la Ciudad de México después de varios días de jalonazos con el gobierno local y nacional. Lo hace con un orden ejemplar, para mayor deterioro de la imagen del gobierno. Usan cubrebocas y sana distancia, lo cual es el lema de la pandemia. Su propósito es lograr que renuncie el presidente, de preferencia antes del 1 de diciembre, para que se convoque a elecciones con un presidente interino. Un grupo de empresarios no lo apoya, quieren que siga su presidencia, aunque

en este momento lo podemos llamar dictadura. Ya se apoderó de los tres poderes del gobierno: ejecutivo, legislativo y judicial. Estos empresarios ingenuamente creen poder tener alguna injerencia en las decisiones gubernamentales y ganarle en las urnas en el año 2021, si queda algo que ganar, a través de las elecciones intermedias de las dos cámaras, de diputados y senadores, y algunas gubernaturas que les corresponde cambiar. A la mujer del presidente —no estoy segura que sea su esposa— en todo el mundo se le nombraría primera dama, menos aquí, porque a ella no le gusta. En eso sí siento que es realista, ni primera, ni dama, ya que es bastante corriente. Ella está de viaje diplomático en el Vaticano, dándole lecciones de moral al Papa por lo que la Iglesia les hizo a los pueblos originarios y a solicitar que presten a México, para una exposición, unos códices prehispánicos sobre ríos y mapas de Tenochtitlan que guarda el Vaticano. Después irá a Viena a exigir que nos regresen el penacho de Moctezuma, y la última de sus estúpidas pretensiones exige que el rey de España se disculpe con los indígenas por la conquista. La conclusión de este viaje fue que el Vaticano no presta los códices, pues, arteramente y sabiendo cómo son las leyes, no

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tendrían obligación de devolverlos, porque —según la Constitución— pertenecen a México. La recuperación del penacho se había solicitado años atrás, y es tan protagonista que quiso hacer sentir que era la primera en solicitarlo con fuerza diplomática. El penacho ya se estudió por científicos, extranjeros y mexicanos, quienes determinaron que por su fragilidad no resistiría moverlo y menos viajar. Viena sí lo quiso regresar en su En medio de este desconcierto, momento a México. El rey de los campesinos del estado de España no se va a disculpar con Chihuahua se vieron en la necesidad nadie, pues en la ignorancia de de tomar la presa La Boquilla, esta mujer, y el prisma con el que porque el gobierno federal ha mira la historia, todo lo ve desde extraído más agua de la acordada el presente, no sabe que quien durante más de sesenta años para descubrió y conquistó América dársela a Estados Unidos, con lo fue el reino de Castilla y León; cual deja a los campesinos sin la además, México no existía como reserva del líquido que necesitan país. para sus cultivos. Esta mujer está empecinada en reescribir la historia de El presidente no acepta, por México y en ello también tiene ignorante y necio, energías puesto el ojo en bibliotecas y renovables, y está gastando museos, quitándole autonomía a recursos en la construcción de lo que sea, para desaparecer y una refinería en Dos Bocas, lugar reescribir su historia.

pantanoso nada adecuado para hacerla. Además, está empecinado en construir un tren maya, donde lleva gastado la mitad del presupuesto sin empezar siquiera.

Ha dado al ejército la realización de todas sus estúpidas obras, en vez de hacer de este oficio la manera de reactivar la economía.

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> Diez gobernadores ya están

unidos y amenazan con romper el pacto federal. Esto significaría recortar principalmente el dinero que entregan a la federación.

Este gobierno ha sido incapaz de construir absolutamente nada, pero ha destruido todo. La violencia en que vivimos cobra más vidas que el COVID-19. Se apropió de ciento nueve fideicomisos que se crearon para beneficio de la nación en diferentes rubros, con el único interés de tener dinero para la compra de votos electorales.

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PUEDO SEGUIR ENUMERANDO DESASTRES Y FRACASOS, PERO SON TANTOS QUE, PARA DAR UN MEJOR PANORAMA, ASEGURO QUE LA PANDEMIA EN ESTE MOMENTO, CON DOSCIENTAS MIL MUERTES, AUNQUE PROBABLEMENTE SEAN MÁS, ES EL MENOR DE NUESTROS PROBLEMAS.


UN TEMBLOR NOS SACA DEL ENCIERRO

MANUEL RAMOS MEDINA 23 de junio de 2020

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Trabajo en home office —como ahora

se dice—, en la comodidad de la casa. Para mayor confort y lucimiento, decidí hacerlo en el comedor, cuya mesa es más espaciosa; ahí tengo la computadora, las conexiones correspondientes, la diadema para escuchar mejor, y además cuenta con micrófono, el mouse que se enchufa también, y hasta la cámara digital que se posa en la parte superior de la laptop, a fin de captar mejor las imágenes tanto de los asistentes como la mía. Me preparo desde la mañana, escojo ropa como la que uso para ir a la oficina, me peino y trato de estar lo mejor presentable posible para verme en pantalla.

UN TEMBLOR NOS SACA DEL ENCIERRO


UN TEMBLOR NOS SACA DEL ENCIERRO

> Se había programado con antelación una videoconferencia matutina del departamento jurídico de la Fundación Carlos Slim y del Centro de Estudios de Historia de México (CEHM), con el fin de revisar los protocolos necesarios para la recuperación de los veintiséis programas que realizamos con el Canal 11 en una serie exitosa que se llamó Hacia nuestros centenarios. Se trata de entrevistas con los historiadores más destacados sobre los temas de la Independencia y la Revolución. Ahora, la fundación quiere recuperar todo ese acervo para ponerlo en Claro Video y otras plataformas de difusión cultural. Magnífico proyecto que ordenó el propio ingeniero para aprovechar lo realizado, ya que está vigente. Esa serie se transmitió desde 2007 hasta 2010. Sí, hace trece años de su inicio, y cuando me veo online me digo ¡cómo han pasado los años! Eran las diez y veintiocho, y los seis participantes nos encontrábamos inmersos en el tema en medio de un diálogo compartido donde nos podíamos ver unos a otros. Esta experiencia, para mí nueva, me ha dado muy buenos resultados. No la conocía, y en la primera semana de abril me dediqué a estudiarla y utilizarla lo más posible. De pronto, uno de los participantes dijo: «Está sonando la alarma sísmica». En ese momento aventé la diadema, jalé la silla, me levanté de inmediato y le dije con voz fuerte a Juan Carlos que sonaba la alarma sísmica, que iba a temblar. El sonido de la alarma es aterrador. En la colonia del Valle no se escucha con fuerza, pero sí alcanza a despertar el pánico.

No sabes cuánto va a durar, si es oscilatorio o trepidatorio, si se dañarán las casas y edificios aledaños. El terremoto de 2017 fue devastador en la zona: hubo edificios colapsados, grietas en calles, bardas caídas, vidrios rotos; así que un temblor que se acercaba podría ser igual o peor. Lo primero que se me ocurrió fue abrir la puerta de la entrada de la casa, tomar las llaves y abrir el portón que da a la calle. Antes traté de colocarle a Luna el collar, mas estaba muy inquieta y no se lo podía poner. Fue Juan Carlos quien lo logró y esto me distrajo un poco. El miedo y la incertidumbre se apoderaron de mí. Mi sorpresa al salir a la calle fue ver tantos vecinos fuera. Alguna señora

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> rezaba y lloraba. Los niños ni se daban cuenta y continuaban jugando junto a sus papás. Las copas de los árboles de las banquetas se movían como si pasara un ventarrón, y más parecían palmeras de playa que jacarandas y álamos. El sismo continuaba; lo sentía como una ola, como si fuera un mareo constante, no concluía.

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¿Se trataría de un terremoto? ¿Por qué no para? No veía que las casas o el edificio de junto se deterioraran. Lo que sí observé es que los vecinos estaban mudos, nadie hablaba, sólo nos mirábamos unos a otros. Finalmente concluyó. La energía que el aterrador fenómeno encerró en cada uno de nosotros provocó que entonces todos tuviéramos una actitud de alivio y volvieran las risas, la comunicación. La mayoría no llevábamos el cubrebocas obligado; con el susto se nos olvidó. Todo volvió a la normalidad y la calle quedó de nueva cuenta desierta. Entramos a la casa los tres. Revisamos las paredes y no encontramos cuarteaduras. El candil de la sala no dejaba de balancearse, pero de forma tranquila, como diciendo ya pasó. No obstante, el temor de las réplicas nos continúa aterrando.

EN MEDIO DE LA PANDEMIA, UN TEMBLOR NOS SACA DEL ENCIERRO. OJALÁ NO VUELVA A HABER OTRO. UN TEMBLOR NOS SACA DEL ENCIERRO


No sé si el encierro —por cierto, no

lo guardo del todo— me hace reflexionar de alguna forma sobre varios temas, la mayoría de ellos relacionados con mi trabajo, como lo que voy a escribir en mi próximo artículo para la revista Contenido o sobre las conferencias de los miércoles que me permiten buscar los temas novedosos y, claro, los siguientes expositores. Entonces, uno de los temas que me atrapó fue el espiritismo. Todo comenzó cuando llegó al CEHM una petición de los directores de un grupo rosacruz de la ciudad de Buenos Aires, solicitando una obra extremadamente rara, Rosa esotérica de Arnoldo Krumm Heller. La solicitud llegó; de inmediato le dimos curso para que el libro fuera digitalizado y estuviera en unas horas en Argentina. Ellos, por su parte, me enviaron información sobre el Colegio Rosa+Cruz F.R.A. de Argentina, la cual leí con atención y me originó muchas preguntas.

EL ESPIRITISMO

30 de junio de 2020

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> El Centro resguarda como uno de sus tesoros más misteriosos la biblioteca espiritista de Francisco I. Madero. Sólo la ha consultado Catherine Mansell Mayo, esposa del doctor Agustín Carstens, quien fuera presidente del Banco de México, una escritora e Pero… los hechos hablan por sí solos. investigadora cuya Esos días Rubén Martínez, jefe del archivo bibliografía es extensa, del CEHM, dejó sobre el escritorio de la mas quizá su obra más oficina un documento de una rareza enorme: enigmática es la que una carta de Evaristo Madero dirigida a José publicó en 2014 en Yves Limantour fechada en 1911. En ella, el torno a Madero y la empresario coahuilense le pide al secretario de Hacienda del presidente, el general Porfirio Revolución Mexicana: Díaz, que le brinde su apoyo, porque su nieto Odisea metafísica Francisco Ignacio anda de revolucionario, que hacia la Revolución la familia nada tiene que ver con ello, y que se Mexicana. les ha señalado como los impulsores de dicha

revolución. Le dice que no tome en cuenta a su nieto porque tiene delirios, que habla con sus dos hijos muertos, uno de ellos como consecuencia de las quemaduras provocadas por una lámpara de aceite. Además, también afirma que Benito Juárez lo guía y que cree tener comunicación con éste por el espiritismo. Esta carta habla claramente de un desequilibrio de Francisco, mas yo me pregunté: ¿el futuro presidente estaba loco, trastornado? Su aparición pública negaba esa afirmación. Logró el triunfo y asumió la Presidencia de la República; no se encontraba desequilibrado. Durante su viaje a Francia, Francisco I. Madero se vio envuelto en la fascinación en boga en París. El movimiento que reunía a la gente alrededor de mesas redondas con la

EL ESPIRITISMO


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> presencia de médiums para poder dialogar con los espíritus de los muertos llamó poderosamente su atención y fue contagiado por esa corriente filosófica, si la podemos llamar así. Adquirió una biblioteca especializada, la cual trajo a México, y en sus tiempos libres leía y releía dichas obras en francés.

conocimiento de los espiritistas. La película es de verdad muy interesante; es una buena introducción a la biografía de Kardec. Aun cuando está hablada en portugués y el personaje es francés, la ciudad de París luce con la grandiosidad de los años cincuenta del siglo XIX, tiempos del emperador Napoleón III.

Por si fuera poco, en Netflix descubrí la película Kardec, lo cual me hizo pensar que los acontecimientos me daban a entender que debía ingresar al Por la noche me concentraba después de la práctica del yoga para observar si en verdad esos espíritus podían acercarse. Nada. Estaba atento a señales. Nada. Pero uno de esos días me vino a la mente la imagen de uno de mis alumnos más queridos en la secundaria del Colegio Hamilton, David Saucedo. Un chico que trataba de romper los moldes de su tiempo, ya que vestía estrafalariamente, tocaba la guitarra, cantaba, era muy activo en cuestiones sociales, tenía una gran sensibilidad. Intuía que fumaba mariguana, muy de moda en aquellos años setenta. Incluso conservo una carta que me escribió para mi cumpleaños. Con el tiempo no volvimos a saber el uno del otro. Sólo tuve conocimiento por alguno de sus compañeros que había estado en Cuba y luego en Polonia. Lo más extraño es que una noche lo soñé. Se me hizo muy raro. Busqué su correo electrónico y nos pusimos en contacto. Una semana después supe de su deceso. A esta edad, llorar es frecuente, y yo lo hice recordándolo y preguntándome por qué se me hizo presente antes de morir.

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> Pues ahora, con eso del espiritismo, también se me hizo presente. Pienso en él constantemente. Me pregunto si desea algo, que si su espíritu aparece es por alguna razón. En otros tiempos pensaría que quizá necesitaría de misas gregorianas o algo así, mas ahora esos cánones ya no me convencen. No conozco a su familia, sólo a una novia que tuvo a sus diecisiete años, quien está casada y tiene una vida hecha. Pero David sigue presente y le envío mensajes porque intuyo que los escucha. Curiosamente ayer, en la cocina, antes de que llegara Juan Carlos, mientras preparaba la cena —algo muy sencillo, una sopa de verduras y un sándwich—, se apagó inexplicablemente la luz, sólo de la cocina. Un silencio total. ¿Qué pasó?, me pregunté. Quizá se había fundido el foco, cosa que en nuestros días ya casi no pasa. Prendí y apagué el switch y nada. Misterio…

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Kardec dice que hay espíritus positivos y negativos, que debemos estar atentos. En este caso David es un espíritu amable, lo sé. ¿No será que viene a protegerme? ¿No será que anda por ahí dándome ideas para desarrollar mi trabajo? o tal vez acompañándome en la vida cotidiana.

¿SERÁ QUE EL ENCIERRO ME ESTÁ AFECTANDO? BUENO, REFLEXIONES Y VIVENCIAS AL LADO DE LA ANGUSTIA DE LA PANDEMIA.


LA TRISTEZA SE APODERÓ DE SANTIAGO TLAUTLA

5 de julio de 2020

Desde hace veinte años que me refugio

en esa casa de Tlautla los fines de semana. Tantos recuerdos, tantas vivencias... Me llegó del cielo. Según Miguel León Portilla, en su traducción del náhuatl, quiere decir «lugar de luz», y es efectivamente eso.

Tlautla no deja de sorprenderme. Su población es entre rural y obrera. La casa están en esa calle que se aleja del centro y va hacia otro pueblo, Santa Ana Atzcapotzaltongo, que quiere decir «lugar de hormigas», y sí que las hay en esta temporada cuando anticipadamente se preparan para el otoño avanzado. En una noche pueden desvestir un árbol y se llevan todo el follaje a sus cuevas diminutas; ejemplo de vida comunitaria y trabajo compartido. Lo sucedido ayer en Tlautla me conmovió profundamente. Frente a la casa hay una tiendita de pueblo donde lo más importante era la venta de cerveza, pero como ha subido mucho de precio, la han cambiado por el refresco. No he entrado a comprar, sólo la veo de pasada cuando sacamos el coche para ir a Tepeji.

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> Ayer, como a las tres de la

tarde, el dueño de la casa, Mauro, un hombre cincuentón avanzado, canoso, aún muy fuerte por el trabajo del campo, me abordó cuando cerraba el portón de madera. —Don Manuel. Buenas tardes. Mi nieto está muy enfermo. Ya lo llevamos a Tula y los doctores dicen que no hay nada que hacer. ¿Usted sabe de alguien que lo pueda atender? Es un bebé de apenas seis meses.

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—Mauro, me apena mucho. No. Tenía un amigo que venía a casa, pero falleció hace dos años. Déjeme pensarlo y con gusto se lo comunico.

Me subí al coche y le comentaba a Juan Carlos sobre el caso. Como ando en temas esotéricos, pensé que, si les llevaba al Niño Dios que tengo en casa, una pequeña escultura de madera de fines del siglo XIX que estrenó ropa en el día de la Candelaria, cambiándole el vestido de Juan Diego por su atuendo de Niño de la Salud, quizá les podría dar esperanza. El hecho de recurrir a un posible milagro no sería raro en este pueblo. Me vería como misionero tratando de hacer algo por la salud del bebé. Pensé dejar al Niño Dios una noche para ver qué podía ocurrir. A mí, el pueblo me da un lugar importante; dicen que salgo en la televisión y que además soy famoso. Faltaría pues que me volviera brujo-curandero.

Una hora después regresamos de las compras en Tepeji. Empezaba a llover y hacía un viento frío que arrastraba las nubes oscuras. En la tiendita no había nadie. La calle estaba sin alma alguna. Entramos a casa con el recibimiento de los tres perros que, gustosos de vernos, saltaban y corrían de un lado a otro, sobre todo mi Kmilo, el más cariñoso y fiel.

Bajamos las compras y las acomodé en la cocina. Básicamente eran alimentos y productos de limpieza; el jabón Zote, el cual no debe faltar en ningún hogar, y que, desde hace más de seis meses, gracias al consejo de Ceci Güereña, de colocarlo arriba del colchón para ahuyentar los calambres nocturnos, santo milagro; no he vuelto a despertarme por ese dolor intenso.

LA TRISTEZA SE APODERÓ DE SANTIAGO TLAUTLA


LA TRISTEZA SE APODERÓ DE SANTIAGO TLAUTLA

> Poco tiempo después llegó a casa María,

la señora que nos lleva la cena los sábados por la noche. Unas ricas enchiladas verdes con pollo deshebrado, crema y mucha salsa, encerradas en tuppers que ya los quisiera por su diseño y su forma compacta. ¡Ay qué rico! Ella entra, acomoda la comida y dispone la cena. Conoce bien los espacios. Como de costumbre, permanece unos minutos junto a la estufa para darnos las nuevas y no tan nuevas del pueblo. Nos mantiene al día acerca de los sucesos; es como parte de las redes sociales del entorno. La noticia triste fue que el niño de enfrente había fallecido a las seis de la tarde; que ya se encontraba enfermo desde hacía días, que el doctor le había diagnosticado una pulmonía severa, y que lo velarían toda la noche. La gente empezaba a llegar y así mostrar la solidaridad de las familias. A las nueve de la noche me dispuse a salir de casa y dar el pésame a los padres del bebé. Así, con una sudadera azul oscura con capucha me dirigí a la tiendita de enfrente. Se había congregado mucha gente. Me acerqué y pregunté por Mauro —el abuelo—, y un grupito de jóvenes que se encontraba en la calle, junto a la puerta de la tienda, me informó que había salido. Entonces pregunté por el padre del niño y justamente estaba en ese grupo. Me dirigí a él, le di el pésame, a la vez que le estaba entregando algo de dinero para ayudar en el entierro, y él me dijo: —No es necesario, don Manuel. —Acéptelo, de algo le servirá.

Sus compañeros lo convencieron para recibir el apoyo económico. Una vez que lo recibió, me dijo que si quería ver a la mamá del difuntito; le contesté afirmativamente. ¡Qué gran pena! La joven madre lloraba desconsoladamente y yo con ganas de darle un abrazo, a pesar de llevar el cubrebocas, por cierto, el único que lo tenía, pero me resistí. «Pase», me dijo la mamá. Preferí no entrar. Vi a distancia la habitación con luz tenue y veladoras abundantes, el pequeño féretro de color blanco con flores de encendidos colores a los lados de la caja, la cual estaba sobre una mesa de madera. En la habitación había niños y adolescentes en gran silencio rodeando el ataúd. Me daba la impresión de estar en una cueva iluminada por el fuego… o en un salón de clases de primaria.

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> Sólo estuve un momento. Me despedí y le comenté al joven padre que lo que se ofreciera, para eso somos vecinos; abrí el portón, y cerré con llave y candado. En medio de una noche nublada se escuchaba el canto de las ranas que salían del jagüey a medio llenar por el agua de lluvia. ¡Qué maravilla! Todo un concierto entre ellas con sonidos encantadores.

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Entré a casa, y después de platicarle a Juan Carlos mi experiencia nos dispusimos a dormir, cada quien en su habitación mientras no pase la pandemia. Ya en la cama, tomé la Kindler para continuar la lectura de una de las obras de Kardec. Un gran silencio. De pronto el sonido de un cohete. Los perros se alteraron y yo mismo me asusté. No eran aún las fiestas de los santos de Tlautla, que son de fines de julio. ¿Entonces? Esos cohetes nos acompañaron toda la noche. Los perros rasgaban la puerta de la cocina por lo que, haciendo una excepción, ingresaron para dormir dentro, en mi propia recámara, los tres.

Noche fatal. Cada vez que conciliaba el sueño, rompía el silencio otro cohete. Y así hasta el amanecer. No sabía que cuando un angelito volaba al cielo, los visitantes que daban el pésame llevaban como obsequio cohetes para despedir al bebé. En veinte años que tengo la propiedad jamás había muerto un bebé; por tanto, los cohetes se dirigían sólo a Santiago Apóstol, Santa Ana y San Ignacio en sus fiestas a fines del mes de julio.

SEGURAMENTE, ESTE AÑO ESOS TRUENOS NO SE ESCUCHARÁN. LA PANDEMIA Y LA TRISTEZA SE APODERARON DE SANTIAGO TLAUTLA. LA TRISTEZA SE APODERÓ DE SANTIAGO TLAUTLA


MI SALIDA DEL ENCIERRO

10 de julio de 2020

Según las noticias del gobierno y también las de Grupo Carso, el semáforo que detecta el grado de contagios y muertes por el COVID comenzaba su descenso. Es decir, éste anunciaba el color naranja a partir del lunes 29 de junio, lo cual alentaba a los habitantes de esta ciudad a retomar la actividad económica. En lo personal, decidí iniciar mi salida del encierro, con las debidas medidas exigidas: cubrebocas y gel desinfectante. Ahora se dice sanitizante, palabra que no corresponde a nuestro idioma y que más bien es una copia de los nombres gringos. Mi primera salida, claro está, fue a mi oficina. Sólo somos siete y la recomendación fue alternarnos; así, un día, tres, y otro, cuatro; viernes todos presentes menos yo, con eso de evitar reuniones, en particular por el grupo de edad al que pertenezco —según se dice—, avanzada.

El Centro de Estudios en Chimalistac es generoso. Cuenta con jardines, árboles, flores, abundante césped, fuentes, ardillas que se alimentan de los huevos de los pájaros. Al ingresar al predio, la prueba obligada con el termómetro a distancia que parece una pistolita de agua, y un medidor de saturación de oxígeno en el dedo que se prefiera. Pasada la revisión se da el paso. Al observar el entorno maravilloso valoro el privilegio de trabajar en un lugar como ese. En mi oficina sólo estoy yo. En cercanía está mi asistente Ana con cubrebocas.

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> En todo grupo Carso nadie cuenta con una oficina como la mía, nadie, ni el ingeniero. Hoy día se trabaja reuniendo a los empleados en cubículos diminutos constituidos por falsos muros de madera y de media altura. Estos llenan todo un piso en las famosas torres de Plaza Carso. La propuesta ahora es diferente por el miedo al contagio. Habrá que modificar la forma de laborar.

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Después de despachar varios asuntos, sentado en mi cómoda silla de escritorio, firmar facturas, revisar el trabajo tanto de la biblioteca como del archivo, me siento de nuevo muy efectivo en el mundo laboral. Como a eso de las dos de la tarde salí rumbo a Sears de la Me sentí raro al entrar a la gran tienda que colonia Nápoles, el cual sólo tiene un acceso abierto por la avenida está muy cerca de la Insurgentes. Medidas de seguridad: tapete casa. El pretexto fue la desinfectante para los zapatos, que se cuestiona su uso porque es dañino para los pies, aplicación compra de un colchón individual para uno de del gel, toma de la temperatura: «Pase señor, la los departamentitos que tienda lo espera con gran gusto». se rentan en la parte de atrás de la casa. Urge Sentí una especie de libertad. Poca gente, cambiarlo. limpieza asombrosa, iluminación blanca, ofertas en cada departamento, música calmada de fondo, señoritas amables y atentas deseosas de convencer al cliente para adquirir sus productos, empezando con las fragancias exquisitas que rociaban apenas las manos del visitante, guardando la sana distancia. Las escaleras eléctricas funcionando sólo de subida, aunque carentes de usuarios. Yo, a lo que iba: comprar un colchón. Amable el joven que me atendió con su careta, cubrebocas y, claro, el gel que le da al cliente antes de decirle bienvenido. Después de informarme, me hacía sentir

MI SALIDA DEL ENCIERRO


MI SALIDA DEL ENCIERRO

> la suavidad o dureza de los colchones en exhibición invitándome a sentirlos: «Acuéstese sin problema, que ahora lo rocío con cloro rebajado».

Después de probar varios me decidí por uno de un precio intermedio. Entonces me invitó a pasar a la caja a fin de tomar el pedido. Con la tarjeta lista para pagar con el descuento del 50 %, toma el teléfono para ver la entrega del producto y me informa: —Se lo entregaríamos en octubre. —¿¿¿Cómo??? ¿¿¿Hasta octubre??? —Sí, es que apenas los proveedores se están habituando a las nuevas medidas y las entregas son morosas. —Déjelo. Mejor vengo después. No me puedo esperar tanto —agregué. —Pero usted puede dejarlo pagado para apartar su colchón. —Lo voy a pensar un poco, pero seguro regreso. Decidí visitar los otros departamentos, empezando por el de los artículos para la cocina. Fascinantes, atractivos, a seis meses sin intereses. Cafeteras milagrosas que hacen todo: uno sólo debe conectarlas y poner agua y café en grano; en la mañana, como cosa de magia, el café estará listo. Nada me convenció. Fui al departamento de ropa masculina, de calzado, y nada. Al menos me llevaré una pijama, mas no me satisfacía ninguna. Platicando con una de las vendedoras en el departamento de tecnología, me comentó

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> que las ventas estaban bajas a pesar de toda la difusión que se llevó a cabo. Agregó que el día del retorno de los empleados, un poco menos de la mitad de los trabajadores fueron rechazados porque no pasaron los protocolos obligatorios. E hizo un comentario: —Es que no se cuidan. Creen que la pandemia no es tan alarmante y cuando les informan que no cumplen con los protocolos se molestan porque no pueden ingresar. No compré nada. Me di cuenta que no necesito nada, que —por más ofertas a la vista— no me convencía nada en absoluto.

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ME PERCATÉ QUE EL CONSUMISMO NOS HA LLEVADO A LA ADQUISICIÓN DE TANTOS OBJETOS QUE EN MEDIO DEL ENCIERRO SE CUESTIONAN. LA SALUD ES PRIMERO. ENSEÑANZAS VALIOSAS DE LA PANDEMIA

LA TRISTEZA SE APODERÓ DE SANTIAGO TLAUTLA


Y SE ROMPIERON LAS NORMAS

24-26 de julio de 2020

¿Miedo? ¿Temor?

¿Desconfianza? Pues nada de eso. A reunirnos los dos amigos —Felipe, procedente de León, y Fernando, de San Miguel de Allende— y yo, cuyo tiempo de conocernos supera los sesenta años. ¡Increíble! Toda una vida con experiencias compartidas y tanto tiempo de no encontrarnos. La cita sería en el rancho de Santiago Tlautla para pasar el fin de semana reponiéndonos del tiempo perdido. Con sana distancia, no nos abrazamos, no nos acercamos. Todo con el debido cuidado para no arriesgarnos, aun cuando sabemos que estamos sanos, pero por las dudas. Así fue la llegada al rancho; después, cada quien entró con su auto y los perros les dieron la bienvenida. El arribo de ellos fue con un intervalo de dos horas.

El primero que llegó fue mi amigo el jesuita Felipe Espinosa, rector de la Ibero en León, Guanajuato. Setenta años de edad, bien conservado, quien manejó desde su ciudad de trabajo para no convivir con otras personas en el autobús o en el avión.

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> Nos conocimos en la primaria del Instituto Patria, el colegio más prestigioso de la ciudad de México en aquellos años sesenta. Es más, compartíamos el mismo camión del colegio, el número dos, que nos recogía antes de las ocho de la mañana para regresarnos a la casa a comer a la una y media. Luego iba por nosotros para volver al colegio, el cual estaba en Polanco, donde hoy es el monumento al consumismo, en Molière 222, y nos devolvía después de las seis de la tarde, de lunes a viernes.

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Felipe se sentaba al lado mío en el camión. Hablábamos poco, como casi todos los alumnos, mas comentábamos algo concerniente a la tarea, al profesor o bien a los pesados horarios de clases. Nos hicimos amigos y nos visitábamos en nuestras casas. Pronto hubo confianza en las respectivas familias y nuestras reuniones consistían en revisar tareas, preparar clases y, claro,

platicar de los compañeros y profesores. A esa edad, era más que suficiente. En 1969 conocimos a Fernando Rivero y nos volvimos los tres inseparables. A Fernando lo conocí en el noviciado de la Compañía de Jesús, tres años menor que Felipe y yo. Con él hubo ese clic que tenemos cuando nos encontramos a alguien que sabemos será un amigo para siempre.

Los años pasaron… Felipe se ordenó, Fernando se casó y yo estudié la licenciatura en Historia donde las conocí a todas ustedes, compañeras de la carrera. Pues bien. Como si nos hubiéramos dejado de ver ayer, la comunicación fluyó, con una buena copa de tequila, junto a la mesa de madera que se encuentra en la cocina de la casa del rancho. Así pasó la tarde del viernes y nos preparamos para salir de paseo temprano al otro día hacia Ixmiquilpan. Y SE ROMPIERON LAS NORMAS


Y SE ROMPIERON LAS NORMAS

> Juan Carlos llegó el sábado por la mañana, y después de desayunar ricos tamales que nos prepara la vecina Sofía que vive enfrente, a salir por fin a visitar uno de los exconventos más hermosos de la zona: San Miguel Arcángel, en el centro de Ixmiquilpan. Casi dos horas de viaje, viendo las montañas con picos caprichosos, pueblos bicicleteros o —como decía el padre López Moctezuma— con meados de perros. ¡Qué tiempos! Llegamos, en medio de una plática sabrosa en el coche. La plaza cerrada con listones largos que decían: «Zona de contagio. No ingresar». No obstante, a la iglesia sí que nos aproximamos. Portada plateresca, con gran fuerza. Al lado, portal de peregrinos «Cerrado por el coronavirus». ¡Qué pena! El claustro es hermoso. ¡Y qué decir de las pinturas murales renacentistas estudiadas a fondo por Serge Gruzinski! Nada que hacer más que tomarnos la foto del recuerdo. En los portales —construcción colonial a modo de protección de la plaza, la cual da lugar a las calles de un único sentido— ¡cuánta vendimia de los artesanos otomíes! No halla uno a cuál ir: cubrebocas con diseños de colores, camisas bordadas para hombre y mujer, juguetes entremezclados con objetos seguramente chinos.

79 Las indias, bien vestidas con sus camisas artesanales de gran gusto, sonrientes para que uno adquiriera sus productos. Y a comprar, a hacer circular la economía. Zacates para el baño, jabones hechos con materiales de la zona: canela, hierbabuena, menta. Todo se antoja y caímos en el encanto de la compra. No regateamos para nada, como bien se aconseja en el Facebook. Una vez concluida y satisfecha la tentación de la compra, a comer —invitados por Felipe— en un restaurancito muy sencillo y vacío: caldo de pollo con verduras y unas deliciosas enchiladas verdes con pollo. Ya eran más de las dos de la tarde.


> Arrancamos hacia Mapethé

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Finalizada la comida como a las cuatro de la tarde, después de buscar el coche, en medio de un día caluroso, dejamos en calma Ixmiquilpan para trasladamos al pueblo de Mapethé, perdido en los montes, el cual nos reservaba grandes sorpresas. La plática entre los cuatro continuó durante los más de treinta kilómetros, recordando viejos tiempos y haciéndole saber a Juan Carlos lo maravilloso de los años setenta, sin celulares, audífonos, tabletas…

Y SE ROMPIERON LAS NORMAS

El camino para llegar al Santuario de Mapethé —pueblo que le dio la riqueza a la iglesia del Carmen— es sinuoso y hasta peligroso, ya que sólo tiene dos carriles. Ascendimos lentamente, con el auto en baja velocidad, bajo un cielo nublado, admirando las montañas verdosas a causa de las lluvias veraniegas, pero aun así no dejan de mostrar lo árido del entorno. Las vistas desde la altura son extrañas e impresionantes. Es una región con minas de plomo, explotadas en el virreinato por Alonso de Villaseca, el Slim del siglo XVI. Como para llegar a todo buen santuario, el camino se cubre de señalamientos a fin de viajar con cuidado: curva peligrosa, camino de terracería, siga en un solo carril, no se distraiga con el paisaje y un largo etcétera. De pronto el camino concluye, ya no hay continuidad; así, los visitantes están obligados a dar vuelta a la derecha para estacionar el auto e ingresar al pueblo a pie. El santuario se encuentra a más de 2300 metros sobre el nivel del mar, entre los cerros de San Juan, Las Minas, El Señor y El Calvario, en los cuales dominan los cedros, mezquites y enebros. Aparentemente es un lugar solitario, donde sólo hay una cuantas casas y una gran construcción virreinal inconclusa; sin embargo, a lo lejos pueden verse casas en las faldas de los cerros.


Y SE ROMPIERON LAS NORMAS

> Al dejar el coche nos esperaba, tras las pesadas rejas de hierro, la vista maravillosa de la fachada barroca del templo dedicado al Señor de Mapethé. Mas no puedo seguir adelante sin decir cómo accedimos al atrio, ya que el pesado cancel se encontraba protegido por cadenas y candados, lo cual hacía imposible la entrada. —Hay que llamar al celular de don Fernando, inquieto como Eustaquio para que venga a abrirles y siempre, se dirigió a un seguramente lo hará con gran gusto. aldeano que nos observaba Hace tiempo que no vienen turistas, de lejos y dio la confianza quizá por la pandemia. Apunte, el para preguntar acerca de la celular es… posibilidad de ingresar a la Yo, mientras tanto, invité a mis iglesia.

acompañantes a sentarnos en unos como escalones gigantes de cemento empolvados, a un costado de la iglesia, para esperar la respuesta. Un perrito mestizo de color miel me veía de lejos y yo a él. Al hacerle señas, amablemente se acercó con toda confianza. Hicimos buen clic porque no se me despegaba y se dejaba acariciar. Era la bienvenida al pueblo de Mapethé. Unos diez minutos después, mientras contemplábamos el paisaje montañoso, llegó don Eustaquio en compañía de su esposa. Amablemente nos saludó y nos preguntó de dónde veníamos. De inmediato se sintió la confianza y nos abrió el cancel. En una parte del atrio se posan lápidas viejas del cementerio. Nuestro guía nos señaló un camino estrecho para llevarnos hacia una puerta discreta de madera, e ingresamos a la sacristía del templo.

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Y SE ROMPIERON LAS NORMAS


Y SE ROMPIERON LAS NORMAS

> Óleos sin marcos, colgados

con cordones de algodón amarillentos, dispuestos en paredes descarapeladas; los pasos de madera que seguramente se usaban en las procesiones, algunos santos con ropas aterciopeladas de tonos vino, y un desorden generalizado, mas todo limpio. Es como si se hubiera detenido el tiempo después de la Semana Santa y la Pascua de Resurrección. Pasamos por una segunda puerta; entonces apareció lo inimaginable: la iglesia con sus espectaculares retablos donde el tiempo se detuvo. En el altar mayor, protegido por un vidrio, se contempla claramente la imagen de bulto del Cristo de Mapethé con los brazos desnudos abiertos, la cabeza inerte, una falda blanca por debajo de la rodilla y los pies descansando en un pequeño apoyo de madera. Es un retablo dieciochesco envejecido por el tiempo, lo cual en nada opaca el acabado con hoja de oro de las maderas preciosas de las que está hecho, que ostenta a santos fundadores de órdenes religiosas colocados en sus calles. Ángeles por doquier, medallones polícromos con santos y vírgenes esculpidos o pintados, y en lo alto, en el remate, la talla de San José y arriba, el Dios Padre. Impactante —como decía la maestra Caso—; es como ingresar a un pedazo del cielo donde se olvidan penas y enfermedades y todo brilla por doquier.

A los lados del interior de la iglesia destacan los retablos con sus diversas advocaciones, los cuales hacen de este espacio un lugar propicio para la meditación, la quietud y el silencio. Toda esta iglesia para nosotros cuatro. Un verdadero privilegio. La tarde empezaba a caer y poco a poco la oscuridad se hacía presente por lo que don Eustaquio encendió las luces. Mayor milagro no pudo haber sucedido. Los cuatro nos quedamos perplejos. Sí, era un pedazo de cielo del que no deseábamos apartarnos. Allí me hubiera gustado pernoctar y ver esa luna llena que, al caer la tarde, iluminaba el pueblo y el camino de regreso.

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¡VIVA LA PANDEMIA! ¡VIVA LA POSIBILIDAD DE SALIR AL ENCUENTRO CON EL ARTE Y CON ESE MUNDO SOBRENATURAL INEXPLICABLE!

LA TRISTEZA SE APODERÓ DE SANTIAGO TLAUTLA


SANTIAGO TLAUTLA Y EL DESCANSO

10 de agosto de 2020

Como todos los fines de

semana, la familia entera nos trasladamos al rancho: Juan Carlos, Luna —la perrita pitbull— y yo. Acostumbramos salir los sábados lo más temprano posible porque la autopista está más despejada.

Llegar a la propiedad en Santiago Tlautla es como tocar otro mundo donde, a pesar de la música del vecino de enfrente, se respira paz, tranquilidad y sobre todo un aire puro, con un clima que tiende a ser frío en las noches y con calor seco, típico de las zonas semidesérticas en el noroeste del estado de Hidalgo, durante el día. Es el clima ideal, porque en las noches hay que cubrirse con un buen edredón y en ocasiones encender la chimenea, la cual, además de calentar la sala, desprende un aroma que inunda la casa entera.

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> ¡Qué alegría cuando se abre el portón y

nos reciben los otros dos perros que viven allá: Mora y Kmilo, ambos adoptados! Cariñosos como ellos sólo pueden serlo. Saltan de gusto, no dejan que la camioneta avance porque muestran su felicidad al recibirnos, arañan las puertas y están listos para demostrar que nos extrañaban mucho. Los perros adoptados son de verdad muy agradecidos y cercanos, que con sus demostraciones y la mirada única de sus ojos nos dicen ¡bienvenidos, ya no se alejen!

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En la vivienda del pueblo sobra el quehacer. María, la muchacha que nos ayuda con la limpieza de la casa, no asiste desde marzo, para no contar con alguna posibilidad de contagio o que pueda haberlo por parte de los urbanos. Así que, a barrer, trapear, abrir ventanas, quitar telarañas, sacudir tapetes, limpiar mesas, cómodas, libreros, escritorio, tender camas… La verdad, lo hacemos con gusto. Yo, más quizá. Me entretiene, y se va volviendo una práctica que realizo con rapidez. En dos horas la casa está bien presentable.

Cada objeto posee una historia, y de minimalismo la residencia campestre no tiene nada. Bienes heredados de mis papás, como algunos muebles, lámparas, platones de barro de esos que ya no hay; tazas y platos colombianos, sartenes y ollas, vajillas incompletas pero hermosas. Todo tiene un espacio y no estorba a nadie. La biblioteca y la cocina son mis lugares favoritos. Para Juan Carlos, la tecnología en las computadoras, a pesar de que el Internet se comporta lento y a veces sin posibilidad alguna. El precio de ir al campo… ¡Ah!... faltan las burras Lola, Brigitte y Cosette. Las tres reinas de la casa que nos esperan también con sus orejas bien paradas y sus rebuznos que nos hacen pensar que nos dan la bienvenida.

SANTIAGO TLAUTLA Y EL DESCANSO


SANTIAGO TLAUTLA Y EL DESCANSO

> Esos días son una delicia, pero… el

regreso es impactante. Todo lo ganado se puede esfumar en un segundo al llegar a la autopista. Si bien hacia la una de la tarde del domingo el tránsito de los automóviles no se torna pesado, el paso de los camiones es constante. Y lo que más me llama la atención y me llena de tristeza es ver algunos de esos camiones que llevan a cerditos hacinados en dos pisos, con barrotes que dan la idea de ir presos, y de hecho lo son. Formas inhumanas. Sólo asoman sus Esto me recuerda las historias trompitas por momentos respecto al traslado de los esclavos negros en medio del terrible y capturados como animales por medio de molesto movimiento. Un un tráfico terrible de las costas de África camión puede albergar occidental, práctica portuguesa desde fines más de cien animalitos que se entrevé han sido del siglo XV hasta mediados del XVII, bien alimentados. Los de intercambiar productos por varones inocentes amontonados y entre los doce y los dieciséis años. Así, con el malestar que no los desprovistos de absolutamente todo, los deja sostenerse en una embarcaban rumbo primero a la península sola posición. Los cerditos ibérica para después, en venta pública, saben que los llevan al matadero. transportarlos a esa América que los

esperaba para realizar trabajos forzados en minas o plantaciones de caña de azúcar. ¡Cuántos no murieron en el traslado y fueron arrojados al mar! ¡Terrible! He leído que los cerdos están entre los animales que en su composición genética se parecen más a los humanos, de ahí el éxito de injertos de piel y de trasplantes de algunos órganos. Ellos sienten, sufren, son confinados a vivir en un espacio que no les permite deambular ni pisar la tierra y mucho menos correr. No conviven, los desprenden de sus

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> madres desde que nacen. ¡Es un horror! Y esto hace que el viaje de regreso de la casa de campo se acompañe de una gran pena. ¿Consumir carne de puerco? Jamás. Y sí, ya sé que muchos pueden decirme que como pollo, pavo, res… Lo sé, mas al ver el sufrimiento de los cerditos, me hace detener su consumo. Y, si pudiera, me los llevaba al rancho para que gozaran de libertad, cariño y buen trato. ¡En fin, el Homo sapiens!

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Esa fue mi experiencia del domingo pasado. Y la escribo quizá para canalizar la tristeza y pensar que hago bien en no probar nada derivado del sacrificio de esos inofensivos animalitos. Pienso que, dentro de unos siglos, si es que sigue existiendo la humanidad, nos estudiarán como los bárbaros que comíamos carne de animales.

SANTIAGO TLAUTLA Y EL DESCANSO

ELLOS, LOS ANIMALES, MERECEN TODO NUESTRO RESPETO Y ALGÚN DÍA SACRIFICARLOS SERÁ UN CRIMEN. MIENTRAS TANTO, YO NO COMO CARNE DE PUERCO.


NADA ES PARA SIEMPRE

25 de agosto de 2020

La petición directa de

la Dirección de Administración de la Fundación Carlos Slim consistió en valorar una biblioteca que se encuentra en venta, la cual tendría que visitar hoy martes 25 de agosto a las doce del día. Rubén Martínez, jefe de la biblioteca del CEHM, donde trabajo desde hace casi treinta años, tuvo la gentileza de recogerme en mi casa. ¿¿¿Casi treinta años??? Sí, porque ingresé el 1 de julio de 1991. ¿Quién me lo iba a decir? Cuando me presentaron al personal de la biblioteca, la mayoría de los empleados contaba con más de quince años de servicio. Entonces me preguntaba ¿cómo pueden permanecer tanto tiempo en un trabajo? Muy puntual llegó Rubén, quien timbró para informarme que ya se encontraba frente a mi domicilio. Había que visitar

esa biblioteca especializada y llevar a cabo un levantamiento con sumo cuidado. Así, ambos, estábamos protegidos con cachucha, careta desde la frente hasta la barba, que por cierto se empaña, cubrebocas y guantes de látex color violeta, todo lo cual nos daba un aire de mineros y ni quién nos reconociera. Ya sentado en el auto, me acomodaba los guantes y el «bozal». Rubén, desde que salió de su casa seguro veía el Waze para no equivocarnos de camino. Platicamos en el trayecto sobre la «No primera dama» y su comparación —en los medios

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> electrónicos— con Leona Vicario; sobre la posibilidad de ofrecernos como voluntarios para experimentar la vacuna contra el SARS-CoV-2, y la declaración matutina del presidente de transformar el lugar para el proyectado aeropuerto en lago de Texcoco.

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La biblioteca no se encontraba lejos, entre los límites de la colonia Ixtacalco con Iztapalapa, lugar que por cierto tiene fama de una zona de alto contagio de coronavirus. Patrullas iban y venían por calles solitarias; Rubén me informó que el lugar estaba muy vigilado por la policía con el fin de impedir la violencia, así como la venta de droga, asaltos y feminicidios, entre otros delitos. Llegamos puntuales. El equipo del Museo Soumaya arribó cinco minutos después que nosotros. Los dos autos compactos de color blanco. Mientras que en uno íbamos sólo dos personas; en el otro, Arsenio, el chofer del museo; Alfonso Miranda, su director, y cuatro acompañantes que apenas podían acomodarse en el auto.

NADA ES PARA SIEMPRE

En la casa que resguarda la biblioteca nos esperaban los dueños —el señor Ricardo Orozco y su esposa—, quienes abrieron la pesada reja de hierro con barrotes para que ingresáramos, después de saludarnos amistosamente. Don Ricardo es un hombre de unos ochenta años, con cabello abundante agrisado, de complexión fuerte, y dedicado al estudio y a la investigación de la historia de México. Su esposa, doctora en historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, está abocada a la clasificación de los miles de volúmenes que integran la biblioteca de su esposo. Confieso que, entre que no escucho bien y que con el cubrebocas se distorsionan las palabras, apenas entendía que nos ofrecían rico café con galletas. Gustoso pasé al frente del grupo atendiendo a la convocatoria de don Ricardo. Nos presentamos todo el equipo y nos encaminó muy orgulloso a visitar su gran tesoro: su biblioteca.


NADA ES PARA SIEMPRE

> En la planta baja de la casa sólo hay libreros de metal atiborrados de obras de diversa índole, mas el tema principal de la colección es Porfirio Díaz. El piso de mosaicos cuadrados color rosa con diseños florales verdes entrelazados en sus esquinas, un material de los años treinta muy seguramente, con una belleza particular, le da un aire fresco a una casa oscura, sin ventanas. Techos altos, habitaciones No nos reconocimos en un primer momento estrechas. La casa por el atuendo obligatorio, pero sentados en se ha convertido los equipales de cuero y alrededor de una en guardiana de las mesa redonda iniciamos la plática preparatoria. Entonces recordé que cuando se imprimió publicaciones; los la obra de Alfonso de María y Campos, José dueños se tuvieron Yves Limantour, don Ricardo me comentó que que mudar al piso estaba encaminada a los amigos de Limantour de arriba porque por el precio excesivo con el que se vendía. los libros así lo determinaron. «Los —Nos conocimos en el salón de eventos de su Centro. Claro, la especialidad de mis libros libros nos sacaron no despertaba mayor interés en ese tiempo. doctor», afirmó don Porfirio Díaz en aquellos años noventa no era Ricardo. prioridad entre los consultantes del Centro. Sabía que la Revolución sí, pues cuentan con archivos como el del movimiento zapatista, Venustiano Carranza, Madero y Félix Díaz, entre otros.

Y sí, pensaba, pues la jefa del archivo de aquellos tiempos, Josefina Moguel, despreciaba de algún modo la historia de la presidencia de Díaz y resaltaba el valor de uno de los fondos más extensos del CEHM: Venustiano Carranza.

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> El señor Orozco nos mostró

—a Alfonso Miranda y a mí— las tres habitaciones repletas de ejemplares variados, mas todos con relación a Díaz. Nos invitaba a que observáramos sus impresos más destacados: Niceto de Zamacois con dieciocho volúmenes, Vicente Riva Palacios, obras generales de la historia de México como la de Daniel Cosío Villegas y la Revista Ilustrada, entre otras.

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Conforme avanzábamos me percataba que en su rostro había una cierta tristeza, pero no atinaba a encontrar la razón. A petición de Alfonso, don Ricardo sacó algunos de los libros para que nos diéramos cuenta del gran valor de su colección: un traslado fechado en agosto de 1910, el cual informaba la lista de invitados al baile en el Palacio Nacional con motivo del centenario de la Independencia de México, cuidadosamente resguardado con una información de mayor importancia. Nombres de los invitados nacionales y extranjeros; direcciones de las mansiones que hospedaron a los distinguidos visitantes de otros países, lo cual reunía más de mil individuos privilegiados de acompañar al presidente de la República en semejante acontecimiento. Por otro lado, la colección de El Hijo del Ahuizote, una revista satírica contraria al régimen de don Porfirio, fundada en 1885 por Daniel Cabrera

NADA ES PARA SIEMPRE

Rivera, Manuel Pérez Bibbins y Juan Sarabia, que posteriormente contó con la colaboración de los hermanos Flores Magón. Alfonso le comentó claramente lo difícil que era adquirir una biblioteca de más de tres mil volúmenes tanto por razones de espacio como de repetición de ejemplares. En ese momento me fui dando cuenta de que el señor Orozco constataba que su colección no pasaría a la Fundación Carlos Slim. Nos comentó que su biblioteca era del interés de la Fundación Alfredo Harp Helú, mas con la construcción de una cancha de beisbol en Oaxaca, los fondos destinados para ello no alcanzaron para adquirirla. Y también nos informó que fue Roberto Slim quien sugirió que tal vez fuera de interés del CEHM. Observaba cómo se desanimaba don Ricardo. Al final de la visita de una media hora, nos encaminó a su despacho: escritorio de madera oscura desgastada, iluminado con una lámpara de luz amarillenta en medio de la habitación del fondo de la casa. Computadora encendida que despedía una luz azulosa. En los libreros adosados a las paredes, colecciones más personales, como novelas, apuntes, libros editados por él, recuerdos de cuando fundó el Centro de Estudios Históricos del


NADA ES PARA SIEMPRE

> Porfiriato, retratos de familia, juguetes antiguos, cajitas negras de Olinalá. Salió Alfonso y permanecí en su oficina. Don Ricardo aprovechó el momento para suscitar una conversación más personal. —¿Qué será de mi biblioteca? Me gustaría que no se desintegrara; ha sido el trabajo de la mayor parte de mi vida, desde los cuarenta años, cuando mis hijos requerían de menos gastos y todo se me iba en comprar libros sobre el tema. A ellos no les interesa mayormente. No desean resguardarla y no cuentan con espacio, tiempo y gusto por la lectura. —Con los ojos vidriosos, sacó su pañuelo blanco con rayas negras, un poco apenado.

gusto por coleccionar, a sabiendas que nadie mejor que quien la cultiva la va a apreciar. ¿Después? Ya no estaremos para entristecernos por el destino de los objetos. Nada es para siempre y el desapego debe ser una condición del ser humano. De pronto me sentí consejero de vida o sacerdote con autoridad. Fue lo que me nació decirle para consolarlo y de alguna manera hacerle sentir mi solidaridad.

—Lo entiendo, señor Orozco. —¡Qué más quisiera yo que la biblioteca entera permaneciera en alguna institución y que llevara mi nombre! Sería mi mayor orgullo. Más de cuatro décadas buscando y encontrando ejemplares sobre el tema. Entonces le comenté que lo importante es lo que hacemos en la vida; es el

—Pues sí —me comentó—. Y es que también necesito el espacio para poderlo rentar y con ello pagar la mensualidad de mi próximo hogar: el asilo. Mire usted, ya sufrí dos infartos, el final no debe de estar lejos y no quiero ser carga para mi familia. En ese momento entendí su rostro: no era este el camino que pensaba ya seguro de su tesoro bibliográfico en el Centro de Estudios de Historia de México.

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> —Con el Centro de Estudios no se compite —me dijo—. Mire. Este libro es lo último que he escrito. Se trata de un diccionario de personajes durante el gobierno del general Porfirio Díaz, obra de gran interés. Lo publicó la editorial Grañén Porrúa. —¿Dónde se adquiere don Ricardo? —Fue una obra privada, pero poseo algunos ejemplares con que me pagaron y lo tengo a la venta aquí mismo. Su precio es de mil y pico. —¿Qué tanto es el pico? —Para usted, en mil. —Se lo compro.

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Y así concluimos la visita, en medio de la explicación informativa de Alfonso, referente a un busto de Porfirio Díaz que de alguna manera nos despedía desde la sala de equipales jaliscienses donde nos observaba cuidadosamente. Adiós a todo el equipo, parece que le escuchaba decir a la escultura. Salimos, nos despedimos de don Ricardo y su señora. Dimos las gracias por la visita y arrancamos los coches. Sólo me quedé con la reflexión: todo tiene su inicio y nada permanece. Nada es para siempre. No hay que esperar que nuestra obra, cualquiera que fuese, se continuará.

NADA ES PARA SIEMPRE

LO QUE DESARROLLAMOS EN VIDA CUENTA CON SU OBJETIVO; LO DEMÁS, A QUIÉN LE IMPORTA. UNA GRAN EXPERIENCIA DE VIDA EN MEDIO DE LA PANDEMIA...


VIVIR LA CUARENTENA A LA SOMBRA DEL CREMATORIO

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MARÍA CECILIA GÜEREÑA GÁNDARA

Las primeras noticias de que algo

no marchaba bien nos llegaron desde China; increíble, impactante, mas nos sonaba muy lejano y ajeno hasta que la realidad nos alcanzó. En mi caso fue por el tema de los viajes, amigos que estaban fuera empezaban a tener problemas para retornar al país.



Y luego comenzó la angustia: mi nieto estaba estudiando un año en el exterior. Si bien la decisión de su regreso, como abuelos, no nos correspondía, no dejaba de preocuparnos, porque todos los días veíamos cómo cancelaban vuelos. Iba a volver solo, pero coincidió en el mismo vuelo con una amiga de mi hija. ¡Todos estábamos felices!, hasta que supimos que, al día siguiente, ella dio positivo al SARS-CoV-2; él entró directamente en cuarentena y le fue bien. Tuvo suerte porque a los dos días de su regreso mandaron a casa a los extranjeros y hubiera sido más complicada su llegada. Siempre he dicho que disfruto tanto la calle como la casa; de alguna manera estoy acostumbrada al encierro, mas no es lo mismo estar encerrada sola que con marido e hija, como tampoco es lo mismo sentirte joven a que todos los días te recuerden que eres viejo ‒«Viejos los cerros, y todavía reverdecen»‒. Sé que hay viejos de diez años y jóvenes de cien. Yo sigo sintiéndome joven, pero este gobierno se empeña en recordarnos que somos factor de alto riesgo, viejos y altamente vulnerables. Y los nietos se convierten en armas letales: una cosa es que con gripa te contagien y otra, que puedan matarte. Tengo varios, y cuatro son mis vecinos que juegan en mi jardín; cuando se cansan, se sientan a platicar con nosotros: ellos afuera y nosotros adentro; es una relación curiosa. Un día, platicando con el de seis años, le dije: «Cuando volvamos a la normalidad…». Y me contestó: «Abi, eso ya no va a ser, ya no vamos a volver a vivir como lo hacíamos, todo va a cambiar». Me impresionó su claridad, mas no me sorprendió su respuesta, ya que nunca






























































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