BENEMÉRITA ESCUELA NORMAL MANUEL ÁVILA CAMACHO
LICENCIATURA EN EDUCACIÓN PREESCOLAR
VII SEMESTRE
PRÁCTICA PROFESIONAL
ARTÍCULO DE OPINIÓN: LA COMPLEJA TAREA DOCENTE ANTE LA DIVERSIDAD EN EL AULA
PROFA. MARTINA ALVARADO SÁNCHEZ
ROXANA ÁLVAREZ ARREDONDO
Noviembre 2016
LA COMPLEJA TAREA DOCENTE ANTE LA DIVERSIDAD EN EL AULA
Desde la perspectiva de muchos el oficio de ser maestro es una tarea fácil y más aún cuando se trata de ser maestro(a) de Educación Preescolar, como sí fungir como orientador dentro de los procesos para el desarrollo del lenguaje, psicomotor, social, artístico de un ser humano y responder a sus necesidades fuera sencillo, como si se tratará de un juego o de un hobbie, más que de una profesión. Si así se piensa, ¿Por qué no ser más claros y dejar atrás la burla? Sería más claro decir que ser maestro es similar a “colocar a un doctor o un licenciado en una sala con aproximadamente treinta o cuarenta personas cada una con una necesidad emergente y que la tarea del doctor o el licenciado consistiera en atender las necesidades de cada paciente o cada cliente, todas al mismo tiempo, en un solo lugar”. Eso sería apenas un acercamiento más certero a ser más maestro, porque habría que anexarle además las relaciones que deben establecerse con padres de familia, directivos, compañeros docentes, atender a lo que establece un currículo obligatorio, sin importar las carencias sociales, económicas, de infraestructura e inmueble de la escuela, donde se es y se quiere ser maestro. Pero más que hablar de las carencias y deficiencias de la escuela, el sistema y de aquellos agentes externos que intervienen en el proceso educativo, es preciso hablar mejor y exclusivamente de la tarea docente frente a aquellas necesidades individuales que presentan los discentes -que para los doctores vendrían siendo las necesidades de los pacientes- y que representan la complejidad de la tarea educativa y lo que debe tomar relevancia en estos tiempos. Y me refiero a la diversidad en los alumnos, que más que diversidad en los alumnos vendría siendo la diversidad en los seres humanos, porque la diversidad tienen que ver con que “todos los individuos que conviven en una sociedad, tanto niños como adultos, no enfrentan las situaciones de la vida, ya sean banales o extraordinarias, con los mismo medios intelectuales y culturales. Esta desigualdad existe tanto en las sociedades sin escuelas como en las sociedades ampliamente escolarizada…” retomando a Perrenoud en su obra Pedagogía diferenciada. La diversidad sí es un asunto de importancia, y abre también un panorama cercano a una de las tareas del docente, la atención a la diversidad; que remite al “hecho de que los alumnos tienen unas necesidades educativas individuales propias y específicas para poder
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acceder a las experiencias de aprendizaje necesarias para su socialización, cuya satisfacción requiere de una atención pedagógica individualizada”. Existe similitud con el ejemplo del doctor y el licenciado, porque es complejo y lo complejo también radica en que ya no es decisión en tal caso si se habla de educación, del docente atender a la diversidad bajo los paradigmas de la escuela tradicional, sino que es su obligación, su deber, es una muestra de respeto hacia los demás, a su ser diferente, y a él mismo, porque de no hacerlo así, no podríamos erradicar el fracaso escolar que se define como “la simple consecuencia de dificultades de aprendizaje, como la expresión de una carencia “objetiva” de conocimientos y competencias”. La tarea del docente frente a esto, consiste en encontrar un equilibrio entre dar una respuesta a las individualidades de cada alumno y al mismo tiempo encontrar un punto medio de atención para todos, brindándoles las mismas oportunidades para aprender y desarrollarse plena e integralmente. Sí bien es cierto, “mucho se ha hablado y escrito sobre el tema, pero en la realidad concreta de las aulas poco se ha hecho: las prácticas docentes no han tenido grandes ni profundas transformaciones” y esto se debe en buena parte a que sin razón de justificar cabe aclarar, pocos sabemos cómo hacer para llevar a cabo ese equilibrio en el aula de clases y sí bien a la hora de buscar respuestas o formas también a nuestras necesidades como docentes para responder con compromiso y vocación a nuestra labor, nos encontramos con prácticas de profesionales de la educación con un amplio bagaje de conocimiento y experiencia que se encuentran en la misma situación y que han optado por seguir el modelo tradicional sin hacer valer las diferencias existentes en sus aulas y heredándonos a nosotros futuros enseñantes a repetir las mismas prácticas porque poco sabemos sobre el cómo cambiar estas prácticas y cumplir con nuestro deber. Algunos autores como Perrenoud ya mencionado en párrafos anteriores, destacan que debemos actuar bajo una “pedagogía diferenciada, una pedagogía racional” que se inspira en luchar contra el fracaso escolar y las desigualdades; que la diferenciación es tarea de los enseñantes y del sistema educativo. No obstante, es cierto que el sistema educativo reconoce la atención a la diversidad bajo un principio pedagógico en su plan de estudio 2011 que favorece la inclusión para atender a la diversidad, y sienta una de sus bases para el trabajo en preescolar bajo este principio con el nombre de rubro, llamado diversidad y equidad, sin embargo también es cierto que existen imposibilidades dentro del mismo sistema para llevar a cabo plenamente esta atención a la diversidad, debido a que ¿Cómo puede hablarse de atención a la diversidad y respeto por las diferencias de todos en el
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sistema, cuando se miden cuantitativamente los conocimientos de los alumnos, y se trata de que todos aprendan lo mismo, al mismo tiempo y de la misma manera? Sin importar si son hábiles para esto o para aquello, si su potencial se encuentra por otro lado, y eso no puede medirse. No obstante, esa tarea es concerniente al sistema educativo, además de otras que se encuentran también en serias contradicciones. La tarea que concierne al docente o que nos concierne es sí, es llevar a cabo el currículo (planes y programas) como se encuentran establecidos, pero recordando siempre que “la diferencia entre el currículum obligatorio y el currículum real, en la fase de transposición didáctica depende del profesor” (Chevallard, 1991). Esto significa que como docentes se goza de cierta autonomía de la que podemos hacer uso dentro del aula de clases para llevar a cabo aquella pedagogía que respete la diferencia con aquel currículo, y que la haga ver esta diferencia como una oportunidad y no como un obstáculo. Actualmente el sistema educativo que nos rige, está diseñado para que sobresalgan aquellos alumnos que cuentan con un bagaje cultural, un estatus económico, y un nivel académico que les permitirá salir adelante no solo en el presente sino también muy probablemente en el futuro y para que aquellos que no cuentan con estas condiciones, para que se queden atrás y fracasen. Por ello el énfasis de atender a estos dos grupos, y a otros que puedan desplegarse como los alumnos en situación de discapacidad. Se trata de apoyar aquellos que siempre se quedan atrás, pero sin tomar una actitud de irresponsabilidad frente de aquellos que van más adelante, sino de precisamente y ya mencionado encontrar un equilibrio que dé a todos las mismas oportunidades y que haga valer sus derechos. Los párrafos anteriores solo significan una mirada a la complejidad del quehacer docente, que es la atención a la diversidad, y no se puede soñar con cambiarlo todo de un día para otro, “la diferenciación es una empresa que desafía nuestros conocimientos, eso sin hablar de nuestras voluntades fluctuantes y nuestras divergencias…Se necesita mucha energía para cambiar la forma de evaluación o reorganizar el trabajo en clase, y aún más para aplicar ciclos de aprendizaje o desarrollar verdaderas capacidades desde la escuela” en Pedagogía Diferenciada de Perrenoud. Un paso importante sin embargo, es reconocer que las cosas no están tan bien como se creía porque nos estamos quedando atrás, los alumnos se están quedando atrás cuando existe mucho potencial diferenciado en ellos y que con nuestras actuaciones docentes estamos coartando, llevándolos al fracaso y no al éxito, dicen por ahí burdamente “los errores de los médicos están en el panteón, pero los
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de los docentes andan caminando por ahí”. Debemos cambiar las pedagogías tradicionales por pedagogías diferenciadas o racionales, en las que al tratar de ser aplicadas quizás los resultados no se vean en poco tiempo, ni en veinte años, o tal vez no los alcancemos a observar pero ya comenzamos a hacer un cambio y sobre todo a preocuparnos y no a normalizar lo que bien no se ha hecho, está vendría siendo la respuesta sí la tarea docente es tan sencilla y a cómo resolver la complejidad que guarda.
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