CRIPTOIDEALISMO – Dr. Emilio Komar - Fragmentos -
NOCIONES PRELIMINARES En primer lugar: ¿qué significa criptoidealismo? Entendemos por criptoidealismo un idealismo no consciente de sí, o no hecho explícito. La Filosofía idealista fue muy influyente y dominante durante casi doscientos años. ¿Es posible que haya desaparecido después de la última guerra mundial? ¿No será, como dicen los italianos, “un río de Carso”? Carso es una zona al norte de Trieste, en Istria, en Dalmacia, llena de riachos caudalosos que repentinamente, se los traga la tierra y reaparecen en algún otro lado. ¿Dónde se ocultó tanto idealismo? Consideramos la situación entre dos guerras mundiales, entre el fin de la primera 1918 y el inicio de la segunda 1939. En el teatro filosófico alemán prevalecen las escuelas idealistas neokantianas. Italia por su parte, está dominada por dos grandes escuelas idealistas: la de Benedetto Croce y la de Giovanni Gentile, una políticamente oficialista y la otra, opositora. En Francia, en la Sorbona, León Brunschvicg era una especie de dictador en el ambiente de la filosofía. Siendo presidente del jurado que adjudicaba las cátedras filosóficas en los colegios secundarios, influyó sobre los candidatos a profesores: para poder aprobar sus exámenes, debían estar al tanto de las ideas que él abrazaba. Sin llegar a ser idealista, la cultura filosófica se tiñó de idealismo. El idealismo estaba presente en muchas partes, por ejemplo en Belgrado. Como la universidad de Belgrado no tenía un profesor de filosofía importante, contrataron a un idealista alemán, que tuvo que irse de su país durante el gobierno de Hitler: Arthur Liebert, a quien el gobierno yugoeslavo le editaba una revista (escrita en latín), en la cual Husserl publicó su obra Crisis de las ciencias europeas. Arthur Liebert Podemos constatar que el idealismo se presentaba de manera compacta. En ese momento ser idealista era ser moderno. Los periodistas de punta se llamaban “idealistas”. ¿Cuál fue el destino de este movimiento? Después de la última guerra no hay grandes escuelas ni figuras importantes que pudieran denominarse idealistas. Lo que sí puede encontrarse es mucho criptoidealismo, es decir idealismo no confesado. De allí la importancia de este tema. El idealismo llevado a sus últimas consecuencias teoréticas no es filosofía atractiva. El criptoidealismo en cambio no saca todas las consecuencias en sus premisas. Si fueran radicales, deberían en coherencia ser idealistas. No confiesan su intención última y de muchos modos prohíben planteos metafísicos. Como decía Nietzsche, estamos frente a una deliberada voluntad de no ver y no decir.
El idealismo Presentemos primero al idealismo. Es imposible entender bien lo que pasa hoy en el mundo, todos los campos: en el del pensamiento, de la cultura general, de la política y de la vida social, si no se tiene en cuenta el idealismo. Para entender qué es el idealismo debemos distinguir:
- ¿Cómo se llega histórico-filosóficamente al idealismo? - ¿Qué es el idealismo? Los dos aspectos se complementan: si no se comprende cómo se llegó al idealismo, tampoco se podrá comprender qué es el idealismo. En los manuales prevalece una falsa visión de la modernidad. En general se presenta al idealismo como una filosofía derivada exclusivamente del racionalismo de Descartes, de su cogito ergo sum y su principio de inmanencia. Es cierto que Descartes es un vía, pero se dejan de lado otras tres vías importantes que, si se tienen en cuenta, relativizan la que proviene de Descartes. a. El panteísmo Es el primero de estos tres caminos. En Descartes no hay panteísmo, pues es un filósofo cristiano. Existe en cambio un panteísmo medieval de raíz averroísta, al que se llega a partir de la tesis de la unidad del intelecto. Averroes, comentarista árabeespañol de Aristóteles y médico cordobés, influido por corrientes neo-platónicas panteizantes como la de Plotino, afirma que hay un solo intelecto del cual participan los intelectos particulares humanos. Averroes interpreta a Aristóteles en sentido panteizante. Filosóficamente sería mejor hablar de “monismo” o “unicismo” porque se afirma la existencia de una única sustancia. En griego “único” se dice “monos”, por eso “monismo” significa que no hay pluralidad, y todos los así llamados seres particulares son accidentes o modificaciones de esa única sustancia. Estamos frente a un tema del idealismo: el ser particular no es un verdadero existente, es sólo un momento de la totalidad. El idealismo es una doctrina que sostiene no tanto que no existe una realidad dada, extrasubjetiva, sino que la sustancia particular no es un verdadero existente. Todo ente es una y la misma cosa. Eso conlleva, evidentemente, a la negación de la trascendencia, pues si todo ser particular es un accidente de la totalidad, no hay lugar para una divinidad que trascienda el mundo. La divinidad es el todo, es la totalidad. Idealismo es inmanentismo, negación de la trascendencia; negación de un Ser absoluto distinto del mundo y por otro lado, negación de las substancias particulares. Además, el dios de panteísmo, esa sustancia única, no es personal. No es “el Dios de Abraham, Isaac y Jacob” sino “la Naturaleza”, algo que en sí no es consciente. La conciencia aparece en la periferia, reside en la mente humana, en ella ese “espíritu único” toma cuenta de sí mismo (pero en sí no es consciente). Si fuera consciente debería ser personal, la “totalidad” no es consciente. En resumen: la conciencia es algo periférico y el centro carece de conciencia. A partir de esta idea se puede entender el gran auge de lo inconsciente en la psicología profunda, en cuyo modo de entender el inconsciente determina lo consciente. La conciencia aparece en una película tenue en la superficie, es el ámbito de lo conocido racionalmente. El yo-consciente está dominado por el inconsciente y se estima que el inconsciente no es un “Yo”. En una visión creacionista, en cambio, el inconsciente es rigurosamente personal. b. El espíritu o pensamiento autónomo
Muchos como Kant, no siguieron este cambio, se detuvieron a tiempo. La autonomía misma hubiera quedado comprometida si hubieran seguido adelante. En lugar de un Dios que esta sobre nosotros y de una creación que es su expresión y que tenemos que acatar, aparece vis a tergo, una fuerza por detrás, por la espalda, y pasamos a ser instrumentos por los cuales se derrama el “Espíritu”. Una verdadera autonomía no corresponde a un sujeto genérico sino a un sujeto personal. Sin ser personal no hay autonomía. Por eso no es conveniente llegar a la última claridad. Hoy se habla de la necesidad de independencia, de que hay que dejar posibilidades abierta, etc. Es una propaganda de falsa tolerancia. El hecho de afirmar: “ Esto es verdad”, es considerado un acto de intolerancia. Hay que pronunciarse en modo condicional o hipotético. Lo asertorio es “agresivo”. Estamos entonces en el relativismo. Pero dejar todas las puertas abiertas no es alentador desde el punto de vista filosófico. Como por ejemplo ocurre en el pensamiento de Incola Abbagnano y el de la última etapa de Ferrater Mora que solía ser un estudioso serio, pero que en las últimas conferencias se acerca a esta posición: “todas son posibilidades pero no hay nada real”. El “no hay otro” característico del idealismo, consiste en afirmar que no hay realidad dada, no hay natura. Por eso el idealismo es una filosofía de la cultura: todos es Espíritu y despliegue del Espíritu…
c- La neutralización del ser Esta vía es la menos conocida y proviene de la escolástica medieval. ¿Qué significa neutralización del ser? Todos los seres finitos, encuentran su fundamento en el Ser infinito, en Dios. Y Dios es una Dios personal. Así piensan los grandes autores de la patrística y de la escolástica: Santo Tomás, San Buenaventura, San Alberto Magno, etc. Dios es personal y no “el Ser” abstracto. Por exageración de la lógica como método de la filosofía(que es un método hasta cierto punto), se concluye en el Ser abstracto, descolorido, neutro. Esta idea está presente y desarrollada en un epígono racionalista de la escolástica española, Christian Wolf, que quiso cartesianizar a Suaréz y que tuvo mucha influencia sobre Kant y después sobre Hegel. Su ser es el “género de los géneros”. Cuando subimos en la escala lógica ascendemos finalmente al género de los géneros que es el Ser. Que, como tal, es vacío, sin contenido, y abstracto. El gato doméstico forma parte de la familia de los gatos. Los gatos, en sentido estricto forman parte de los felinos, de los que participan también los tigres, pumas, leones; los felinos forman parte de una género más amplio que es el de los mamíferos. Y éste a su vez de una género más amplio que es de los animales. Los animales de un género más amplio: los seres vivientes. El “Ser” lógico no tiene connotación. Todo es “ser” en cuanto concepto que abraca todos los seres; por eso el “Ser” no es nada definido. Para esos filósofos el Ser absoluto, el Ser infinito, es totalmente indeterminado; como decía Wolf, totalmente vacío, sin connotaciones. Este es el Dios Lógico, filosófico, que no habla a través de los Profetas, ni de Jesucristo, ni de nadie. El ser, de ese modo, queda neutralizado. Estamos frente a un componente de primera importancia del idealismo. Quizás el más importante. En el idealismo, toda determinación es externa, periférica. En la periferia la sustancia se determina y adquiere contenido. El ens ticular es totalmente definido en la periferia y en el centro permanece indefinido. Por eso el centro es “espíritu”(como contrapuesto a la materia que es determinación). Lo que puede producir “todo” no puede ser algo determinado, sino algo totalmente indeterminado: el espíritu, El espíritu, en si, es vacuo, sin contenido. Pensar que este “ser” sea algo personal, es absurdo. Sólo lo externo está determinado. Cualitativamente existe sólo lo externo y cualitativamente el fondo es nada. Esto explica aquel dicho de Hegel: “la pura luz y la pura tiniebla son pura nada(1)”. La pura tiniebla no se ve, no hay nada; y en la pura luz no hay nada tampoco. Entonces, lo que hay es tiniebla mechada con luz, o luz mechada con tiniebla, donde algo se ve. De esta manera no existe sino el ser finito, porque ser finito es estar limitado por la nada. Es algo que todavía no es o que ya no es. Sólo existe lo que no es plenamente. ¿Y lo infinito? Es un infinito vacuo, es un vacío más allá que simplemente se notifica por el hecho de que no deja existir a ningún ser particular de manera permanente. Anula los seres particulares y los hace morir en el devenir. El dominio del infinito sobre lo finito se manifiesta en la transitoriedad de todo lo finito. Lo infinito es el género. Por ese género no es trascendente, es inmanente. Muchos de los autores de esta línea son escolásticos, de la escolástica decadente logística. La lógica puede servir a la filosofía, pero puede también causarle grandes daños. La lógica no intuye: deduce o induce. Si no hay intellectus –órgano primero del filosofar- el sucesivo razonamiento no aporta demasiado. Bochenski, un gran lógico matemático, en una conferencia dijo: “La lógica es la ética del pensamiento”. Pero no
es así. La primera mentira, falta ética, es no contemplar lo real. Hay mentiras lógicas perfectamente desarrolladas. La lógica , en todo caso es la ética de una parte del pensamiento, del pensamiento inductivo y deductivo. Pero lo primero es contemplar, darse cuenta, aceptar la evidencia. Ese logicismo construyó grandes sistemas, pero neutralizó el concepto de Ser. Los grandes pensadores cristianos metafísicos, San Agustín, Santo Tomás, los padres de la Iglesia Oriental,, San Atanasio, etc. Citan siempre el pasaje del Éxodo, en el cual Moisés –después del episodio de la zarza ardiente-, pregunta a Yahvé: “¿con quién tengo que decir a los israelitas que he hablado?¿Quién eres Tú? Y Dios contesta: “Yo soy el que soy”. Evidentemente, el verbo hebreo usado significada una existencia marcadamente personal. Expresa algo viviente, cálido. El verbo latino esse, es un verbo que no transmite especialmente ese matiz. El verbo ser, para muchos, es un verbo neutro. También en-la gramática aparece neutro, como careciendo de significado, cumpliendo simplemente una función copulativa: "La casa es blanca". "La casa es de mi madre". En algunos idiomas se omite el verbo cópula y se dice "Casa blanca". Esto indujo a lingüistas importan¬tes a sostener que el verbo ser carece de significado. En un diccionario francés del siglo pasado, leemos: "el verbo ser es un verbo sin significado que solamente tiene la función de cópula para unir sujeto y predicado". De esta manera se expresa una especie de pérdida del sentido: existencia!. Otros afirman - y es la tesis verdadera — que es el verbo de los verbos. Si yo digo: "El pájaro canta", en el fondo quiero decir que "es así", "sucede tal cosa". Sin este verbo fundamental, todos los demás verbos carecen de importancia. El verbo ser se dejó de usar y para expresar "el hecho" de la existencia de algo se empezó a usar el verbo existir (pero no en el Medioevo ni en Santo Tomás, sino más tarde). Existir significa -en latín- "salir fuera" (ex-sistere) "ponerse fuera". Existir significa inicio de ser. Dios sacó las cosas de la nada (ex -sistere) y continúan existiendo. Luego, con los existencialistas, "existir" deja de referirse al ser. Al hablar de existir, no se refieren tanto al "yo soy y podría no existir" (especulando sobre la contingencia de mi ser, que es un tema existencialista), sino a la descripción del modo de existir. El verbo existir describe una clase de existencia, la humana. Nos hemos acostumbrado a prescindir del hecho de que algo es. Por ejemplo: un tratado de zoología nos dice cómo son los gatos, los protozoos, los reptiles, etc. Describe las propiedades de los animales, organismos, maneras de reproducirse, etc. Se supone que "son" así. Atendemos alas descripciones del "cómo". De allí que cuando se habla de la existencia de Dios nadie queda satisfecho. Se hubieran quedado confortados si se les hubiera dado una fórmula que dijera "Dios es la raíz cuadrada de..." o sea, si se les hubiera dicho cómo es Dios. La gente quiere saber "cómo" pero muchas veces nosotros sabemos que hay algo, pero no sabemos realmente qué hubo. Podemos, saber que Dios existe, es. Pero ¿como es? No lo sabemos. Esta fue una respuesta que dio el filósofo agustiniano Michele Federico Sciacca, en su primera visita a Buenos Aires, cuando desarrolló su famosa prueba de la existencia de Dios que le otorgó fama internacional. Estaban presentes los más conspicuos filósofos no católicos: Francisco Romero, Pucciarelli y otros. Terminada la exposición Romero pidió la palabra y habló con mucha sinceridad. Le dijo a Sciacca: "Magnífica exposición, profesor Sciacca, lo felicito. Pero usted habla de un Ser Absoluto, Infinito, de Dios, y yo no me imagino nada, no puedo pensar nada, no veo nada". Entonces Sciacca con mucha humildad, dijo: "Profesor Romero, lo comprendo perfectamente. Pero permítame que le diga: usted me pide que le explique cómo es Dios, y yo tampoco lo
sé. Yo he probado simplemen¬te que lo hay". Todo sería muy sencillo si se pudiera decir cómo es. En resumen entonces, afirmamos que penetró en el pensamiento un cierto esencialismo en el mal sentido de la palabra. Interesa sólo el cómo. La esencia indudablemente es importante. El idealismo consiste en la negación de las esencias permanentes y, en general, en la negación de las esencias. Pero tomar la esencia como despro¬vista de existencia es un mal hábito intelectual occidental. Nos interesa sólo el cómo y cometemos grandes errores. Por ejemplo: se proyecta algo y se lo planifica con perfección, pero después no hay nadie que lo ejecute. Es como tener un auto último modelo pero sin nafta. Es común el desarrollo cerebral de muchas cosas que nunca se realizarán porque no se tiene en cuenta que no basta un gran proyecto. Hace falta alguien que lo lleve a cabo. Hay condiciones de existencia. En el realismo el acceso a los seres consiste en aceptar el esse. Mucho esencialismo nos aleja de la realidad y n<-.-> lleva al plano mental, a ideas sin encarnar. Hoy el aire está saturado de ideas, débiles, sin vida. Si se neutraliza el ser, si el ser es sólo un género, el trabajo intelectual se reduce a llegar a lo concreto a partir de la deducción. Se trata de un esfuerzo lógico. El logicismo hace estragos en la industria, en la administración del estado, en el derecho, en la medicina y en tantos otros ámbitos. Me contaron el caso de un médico que cuando era practicante ya estaba arruinado. Era cerebral. Llegaba un enfermo al hospital y había que diagnosticar. Cada practicante hacía dos o tres diagnósticos. El nuestro hizo doce, sin poder definirse por alguno, era incapaz de descender a lo concreto, a lo verdaderamente existente. , Si no interesa la realidad dada -a la cual hay que subordinarse-queda alcanzar mucha independencia y abandonarse a grandes construcciones. Vivimos la alianza del espíritu autónomo con la neutralización de la existencia, del ser. En una metafísica creacionista se trata, precisamente, de apreciar lo realmente existente, y encontrar allí una participación en el Ser Infinito; la realidad está llena de reflejos del Ser Infinito. Pero no se trata del ser lógico sino del ser participado. El hombre es imago Dei o como dice San Gregorio de Nyssa "es la naturaleza divina recortada en los límites de la naturaleza humana" (el "espejo" humano la refleja dentro de su capacidad). El ser no es neutro. Tampoco es algo que no me impacte cognoscitiva o afectivamente. Tiene carga axiológica, significativa, tiene sentido. Como pensaba Heráclito la realidad chorrea Lógos por todos los poros. Es, es algo y es un camino hacia lo infinito. Las posibilidades de las cuales hablan Abbagnano o Ferrater Mora son "posibilidades lógicas" y no "posibilidades reales". Las posibilidades reales están inscriptas en la esencia existente. Así coinciden, la neutralización del ser con el espíritu autónomo de la corriente monista, negadora de la trascendencia. d) Descartes Descartes ha sido injustamente acusado de ser el iniciador del idealismo. Era positivamente creyente y respetuoso del misterio. No quería llevar su método más allá del saber humano. No era Spinoza. Era un gran enemigo de los libertinos eruditos y su duda metódica era antilibertina. No propuso la duda como "método permanente" del filosofar pues la duda no puede ser un método permanente. Si dudo, no comprendo y no puedo afirmar nada. La duda impide hablar. Lo que Descartes dijo fue: ¿ustedes dudan de todo? (porque sus contemporáneos cultivaban la duda escéptica), pues: ¡dudemos de todo!, pero llegaremos a que si dudo, "pienso, luego existo", donde ya
no puedo dudar más. "Pienso, luego existo" no es un silogismo, es una "intuición". Yo intuyo que al pensar soy. En este sentido, Descartes no es racionalista. Pero evidentemente, al limitarse al cogito ergo sum, pierde contacto con la realidad dada. Aunque es cierto como afirma Sciacca, que la realidad interna también es dada: no es un campo de necias elucubraciones libres y posibilidades arbitrariamente conectables. Hay una "interioridad objetiva". Frente a mi interioridad soy capaz de situarme, si soy sincero, como ante una realidad dada, con la cual podré o no colaborar. El idealismo es un inmanentismo coherente, llevado a las últimas consecuencias. La espiritualidad del idealismo se debe al hecho de que piensa al Espíritu como totalmente indeterminado. Espíritu para el idealismo es lo que no tiene determinación. Las determina¬ciones terminan en lo material (el anti-espíritu). La independencia frente a la realidad dada fracasa cuando se hace claro que el independiente no es un sujeto personal; el sujeto personal queda aplastado por el Espíritu Universal del cual es un accidente. Cuando esto no se aclara, no hay progreso especulativo. Se detiene el discurso y no se mencionan las consecuencias. *** Roger Verneaux, meritorio estudioso católico, comenta por otra parte de la noción de libertad en l pensamiento de Jean Paul Sastre. La libertad en Sastre es una libertad de 360º. Libre es aquel que no se apoya en el mundo externo como tampoco en algo dado en sí mismo. La libertad es total indeterminación. Pero esta total indeterminación para Sastre, equivale a una total desesperación. Por eso “estamos condenados a ser libres”. Verneaux concluye que la verdadera fuente de este aspecto de la teoría sartriana está en el idealismo de Brunschvicg. Por supuesto que Sastre no aceptaría ser llamado idealista, pero en este sentido lo es. También el marxismo es idealista. No se entiende el comunismo sin la noción de “ser genérico” idealista. Dentro de esta noción la persona humana individual no es verdadero ser porque el verdadero ser es la totalidad. Eso es metafísicamente Marx y es idealismo, no materialismo. Llama “materia” a lo que Hegel llamó Idea. Giovanni Gentile, interpretando a Marx, exclama al final de su libro: “Marx, esta ánima idealista”. El marxismo es idealismo. Abundan estudios, críticas superficiales del marxismo pero no críticas metafísicas. Veamos una fórmula de criptoidealismo. Es de un político, filósofo t crítico cultural piamontés, editor de la revista Rivoluzione liberale: Piero Gobetti, contemporáneo y amigo de Gramsci, liberal, iluminista y ateo. Escribió un ensayo Mis cuentos con el idealismo actual, en el que trate de fijar su posición con respecto al idealismo, sobre todo con respecto a Gentile. Dice: Si la filosofía es historia, ¿para qué filosofía…? Si Dios es el mundo, ¿para qué Dios…? Si la filosofía se identifica con la historia, no hay más filosofía fuera del desarrollo y la resolución de los problemas de la experiencia actual… Entonces, excluyendo la dramaticidad de la metafísica, el sistema se reduce a su calor de experiencia. Sostener esta posición, sin caer en el escepticismo o en una nueva metafísica de identidad, ésta tarea de la nueva especulación.
Especular significa referir una tesis a la realidad. Especular es algo antifilológico, socioculturalista. En general, la cultura de hoy, tanto teológica como filosófica, es filológica: no se dirige a lo real. No se refiere a los problemas en cuanto tales, a la inversa de lo indicado por Santo Tomás acerca de que a la filosofía no le interesa lo que los hombres han dicho, sino la verdad de las cosas. A la genuina especulación sólo le interesa la verdad de las cosas . Ustedes tiene el caso de una filosofía que no comparto y que considero absolutamente errónea como es la de Hegel, pero a pesar de ser errónea, la anima una auténtica actitud especulativa: siempre tiene sus ojos “lo que sucede” y no algo que se dice o se comenta o se impone. Pero sostener la posición que menciona Gobetti sin caer en el escepticismo es prácticamente imposible, ya que todo es cuestión de historia, del pasar, de lo que hoy es verdad, mañana puede ser mentira, cambia en cualquier momento. Lo que es pecado de este lado de los Pirineos, del otro lado es virtud como decía Montaigne. ¿Cómo no caer en el escepticismo si no hay fundamento, si todo es fluir? O, si se quiere fundamentar esta manera de pensar ¿cómo no caer en una metafísica de la identidad, en un unicismo o monismo, es decir, en un tipo de idealismo? ¿Cómo mantenerse en esta posición sin caer en el escepticismo? Primero, no pensando en nada, porque si uno piensa termina en una afirmación o en otra. Estos semicultos, brillantes, con mucha influencia, son a veces nefastos y siembran su despiste personal por el mundo: entre ellos Piero Gobetti. Los anima un deseo de “no ver”. Si la filosofía es historia, si todo es pasar-pasar-pasar… ¿para qué filosofía? Basta la historia. Y si Dios es el mundo, y el mundo es Dios, ¿para qué Dios? Hegel y Gentile todavía hablan de “divinidad inmanente”. Pero, si es idéntico al mundo ¿para qué hablar de Dios? ¿Por qué no hablamos solamente de mundo y de historia? Si la filosofía se identifica con la historia, no hay mas filosofía fuera del desarrollo y de la resolución de los problemas de la experiencia actual. “Experiencia actual”, hic et nunc, “aquí y ahora”. Caemos en un periodismo más o menos profundo, pero en un periodismo al fin, centrados en el problema o acontecimiento actual. Dice: excluyendo la dramaticidad de la metafísica, pues la verdad Metafísica es dramática porque plantea problemas. Los que neutralizaron el Ser y la Filosofía han hecho mucho mal: crearon grandes manuales fríos e inodoros, pálidos e incoloros, al haber quitado los problemas. Por ejemplo, la metafísica de Platón es muy dramática, la contemplación filosófica exige siempre una conversión del corazón: si lo que yo contemplo es verdad y no un juguete cultural, me obliga a una conversión. La dramaticidad de la metafísica es para Gobetti su adversaria. Para él no debe haber dramaticidad y no la puede haber si el sistema se reduce a su valor de experiencia, es decir, a ser una traducción de una experiencia actual. ¿Cómo no caer en el escepticismo? Si no queremos caer en el escepticismo, y buscamos un fundamento, queda una sola posibilidad: una nueva metafísica de la identidad. Ero como eso parece que no debe hacerse, hay que ingeniárselas (no especular) para que suceda. ¿Cómo? Suprimiendo todas las preguntas metafísicas. De este modo el pensamiento de desliza hacia el positivismo, el marxismo, el neomarxismo. Triunfa la prohibición de hacer preguntas metafísicas: Comte, Marx y hasta Heidegger.