El Libro del Apocalipsis en Rima Poética

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APOCALIPSIS LA MISMA REVELACIÓN, UNA VERSIÓN DIFERENTE

ROY URREGO


“Y conocereis la verdad, y la verdad os hará libres.” –Juan 8:32

APOCALIPSIS El Libro de Apocalipsis en Rima Poética Por Roy Urrego Este escrito ha sido elaborado originalmente con la única intención de promover la Palabra de Dios, motivando de manera amena y recreacional la lectura bíblica y, de ninguna manera, para cambiar su contenido o re-editar la Biblia. Para este único fín he ultilizado las versiones Reina-Valera, 1960,1 la Biblia de las Américas2 y Reina Valera Antigua3. –El Escritor.

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Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. La Biblia de las Americas © 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation La versión Reina-Valera Antigua fue laprimera en traducirse y publicarse, en1569 por Casiodoro de Reina,


1 La Revelación de Jesucristo Dios reveló a Jesucristo lo que habrá de suceder; Lo hizo por medio de Su ángel para que le hablara a Juan; Así, Juan da testimonio de cuanto él hubo de ver, bendiciendo al que las lee y las guarda como están.

Salutaciones a las Siete Iglesias Juan a las iglesia de Asia, les saluda en este tono: “En nombre de aquél que es, era y está por venir. En nombre de siete espíritus que hay delante de Su trono, y de Jesus fiel Testigo, quien nos vino a redimir; “Jesucristo, de los reyes, sobre ellos el soberano, de los muertos primogénito, con Su sangre los lavó; Aquel que nos hizo reyes, sacerdotes de Su mano, gloria e imperio le sean, al que mucho nos amó. “He aquí, con las nubes viene, y todo ojo le verá. ¡Lamentarán los linajes, cuantos le hicieron sufrir! “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, –nos dirá,– Soy el Todopoderoso, el que es y el que ha de venir.””

Una Visión del Hijo del Hombre “Yo Juan, que soy vuestro hermano en toda tribulación y paciencia en Jesucristo, desde Patmos os escribo; En el Espíritu estaba y se me dió información que en voz como de trompeta a mis espaldas recibo:

“’Soy el Alfa y el Omega. Escriba ahora lo que vea y esto será enviado al Asia, a siete iglesias que son: Pérgamo, Efeso y Esmirna, Tiatira, y Laodicea, a Sardis y Filadelfia. Ya explicaré la razón.’ “Cuando volví la cabeza para ver a quien me hablaba, vi a quien se me asemejaba al Hijo del Hombre hecho; siete candeleros de oro y en medio de ellos estaba, con su ropa hasta los pies y un cinto de oro en el pecho. “Su cabeza y su cabello, blanco como nieve estaba, sus ojos llama de fuego, pies como bronce bruñido, y estruendo de muchas aguas era su voz cuando hablaba. “Vi en su diestra siete estrellas, y de su boca salía una espada de dos filos, y su rostro como el sol cuando está en toda su fuerza, como tal resplandecía. “Cuando le vi, como muerto, de pronto caí a sus pies. pero El poniendo su diestra sobre mi, dijo ‘Ya sabes, soy primero y soy el último, ahora vivo, como ves De la muerte y del hades, solo yo tengo las llaves. “’Toma nota de las cosas, que has visto, son y vendrán: Cada iglesia tiene un ángel y esas son las Siete estrellas Siete candeleros de oro, las siete iglesias serán.’”


2 Mensajes a las Siete Iglesias El Mensaje a Efeso “Al ángel que está en la iglesia localizada en Efeso: Aquel con las siete estrellas sostenidas en su diestra y anda en medio de los siete candeleros de oro puro, dice que tu ya has probado a quien apostol se muestra que tus obras las conozco porque has trabajado duro, “Que has sufrido con paciencia, y por amor a mi nombre, arduamente has trabajado, sin desmayo noche y día pero tengo contra ti para que nada te asombre tu primer amor dejaste olvidando lo que hacías Y aunque a los Nicolaítas, como yo los has de odiar, recuerda donde caíste y ahora mismo te arrepientes o vendré y tu candelero quitaré de su lugar. Oiga aquel que tiene oídos lo que el Espíritu dice, y del árbol de la vida comerá aquel que venciere; Arbol que se encuentra en medio del paraiso que hice; A su fruto tendrá acceso. Permiso se le confiere.

El Mensaje a Esmirna Escribe a Esmirna y le dices que quien murió y ahora vive El Primero y el Postrero, tu tribulación conoce, tus obras y tu pobreza, quien blasfemia no concibe, porque aquel que no es judio lo alega y no reconoce es sinagoga del diablo, a quien sirve y le recibe. “No temas padecimiento. La tribulación ya viene. Unos irán a la cárcel solo para ser probados. Quien es fiel hasta la muerte, de mi la corona obtiene. Oiga aquel que tiene oído lo que el Espíritu dice: No sufrirá daño alguno aquellos que son llamados.

El Mensaje a Pérgamo Escribe en Pérgamo al ángel: Dice el que tiene la espada: Tus obras yo las conozco. Satanás es tu morada; pero retienes mi nombre. Mi fe no ha sido negada, ni aun en los dias a que Antipas, su vida le fue tomada. Tienes a quienes retienen de Balaam su doctrina el que a Balac enseñaba contra Israel sus tropiezos, a comer del sacrificio a un ídolo al cual se inclina y a quienes otras doctrinas que aborrezco hacen sus rezos. Arrepiéntete por tanto o muy pronto a tí viniere y con la espada en mi boca contra todos pelearé. Oigan bien, porque maná le daré a aquel que venciere, junto con un nombre nuevo que en una piedra grabé.

El Mensaje a Tiatira Para Titira, a su ángel, dice El que tiene apariencia, de ojos cual llama de fuego y pies cual bronce bruñido, El que conoce tus obras, amor, servicio y paciencia, que tus obras posteriores mejor son que las que han sido. Mas hay cosas que toleras: Jezabel la profetiza; dejas que enseñe y seduzca mis siervos a fornicar. Tiempo di a que se arrepienta, mas su pecado enfatiza Quienes con ella adulteren, en cama Yo he de arrojar. En muerte heriré a sus hijos y las iglesias sabrán, que a cada uno le doy según vuestras obras sean; Y otra carga no impondré a los que en Tiatira están si a Satanás desconocen y mientras a él no le crean. Retened lo que teneis en tanto que Yo regreso porque autoridad tendrá sobre todas las naciones quienes mis obras guardare para que rija con peso. La estrella de la mañana le daré por sus acciones.


3 El Mensaje a Sardis

El Mensaje a Laodicea

Escribe al ángel de Sardis que le dice Aquel que tiene siete espíritus de Dios y también las siete estrellas, Quien tus obras bien conoce, que vives, qué te sostiene: ante Dios no las he hallado, perfectas y menos bellas.

Al ángel de Laodicea, escribe que el Fiel Testigo, el Amén, el verdadero, de la creación el Suscrito, dice conocer tus obras y ha encontrado que eres tibio. Por no ser frio ni caliente, de mi boca te vomito.

Recuerda qué has recibido, qué has oído, y te arrepientes Si no velas, vendré a tí, sin que te hayas enterado; Solo unas pocas personas de todas las existentes son dignas de andar conmigo. Sus vestidos no han manchado.

Dices ser rico y afirmas que no necesitas nada pero estás ciego y desnudo, muy pobre y desventurado Te aconsejo que te cubras con vestidura blanqueada y de mi adquieras hoy mismo en fuego oro refinado.

Quien venciere, vestiduras de ropa blanca daré; su nombre conservará en el libro de la vida, y delante de mi padre a él yo lo confesaré. Quien tenga oídos que oiga lo que el Espíritu diga.

Y para que veas mejor, unge en colirio tus ojos yo reprendo a los que amo. Mejor es que te arrepientas He aquí yo llamo a la puerta. Si escuchas quita cerrojos; Yo entraré y ceno contigo, y tu conmigo te sientas.

El Mensaje a Filadelfia Al ángel de Filadelfia, escribe: El Santo dice esto, el Verdadero, el que tiene, la llave que se me ha dado: ‘Conozco muy bien tus obras, y una puerta abierta he puesto y nadie abrá de cerrar, pues mi palabra has guardado. He aquí que los que afirman falsamente judíos ser quienes en la sinagoga de Satanás se presenten, ante tus pies los obligo postrados reconocer lo mucho que los he amado pero aún así lo desmienten. De la prueba venidera que sobre el mundo incursiona te guardaré en esa hora pues mi palabra guardaste. Vengo ponto. Lo que tienes, retenlo con tu corona. Haré columna en el templo de mi Dios al que en verdad sea vencedor y ya nunca, pueda salir del lugar. Sobre él escribiré el nombre de mi Dios, de la ciudad, la nueva Jerusalén, que del cielo ha de bajar.

Mi trono ofrezco al que venza para sentarse conmigo, así como yo he vencido y con mi Padre me siento. Aquel que oídos tuviere, que escuche lo que le digo.


4 La Adoración Celestial Una puerta abierta al cielo al mirar yo pude ver, y voz como de trompeta, hablándome, así me dijo: ‘Sube acá y te mostraré lo que habrá de suceder’ Y en espíritu, al instante, vi esto con gran regocijo: Establecido en el cielo, un trono, y uno sentado, y cual jaspe y coralina, semejante era su aspecto. Alrededor de aquel trono, un arco iris formado, cual esmeralda luciente en brillo, color y efecto. Vi otros veinticuatro tronos alrededor de aquel trono, y en cada trono un anciano con ropa blanca vestido, adornando su cabeza con una corona de oro. Relámpagos, truenos, voces, vi también que habían salido del trono, ante el cual ardían, siete lámparas de fuego: Siete espíritus de Dios el símbolo habrían sido.

Cual cristal un mar de vidrio ante el trono yo vi luego, cuatro seres, todos vivos, que el trono rodeando estaban, por delante y por detrás, llenos de ojos. Ni uno ciego. El primero de los seres a un león se asemejaba, el segundo cual becerro; rostro de hombre era el tercero, y el cuarto ser parecía, a un águila que volaba. Cada ser tenía seis alas, desde el cuarto hasta el primero, y alrededor y por dentro colmados de ojos estaban; Y sin cesar, dia y noche decían en canto sincero, ‘Santo es Dios, el Poderoso’. Y por siempre le adoraban. Cuando los seres vivientes honran al que esta sentado, los ancianos a El se postran, sus coronas ante El echan, mientras le dicen, ‘Digno eres, tú de ser glorificado. Has creado todas las cosas. Por tu voluntad son hechas.’


5 El rollo y el Cordero Aquel que estaba en el trono, en su mano sostenía un libro que estaba escrito por dentro como por fuera. El libro estaba sellado y siete sellos tenía. Vi pregonando a gran voz, a un angel que así decía: ‘¿Quien se digna el libro abrir y sus sellos desatar?’ Y ninguno aquí en la tierra, ni aún en el cielo podía. Al no hallar a nadie digno, yo entonces rompí a llorar. Me habló un anciano y me dijo: ‘No llores porque sí hay Uno. De la Tribu de Judá, El se ha de manifestar; Es la raíz de David y digno es como ninguno, de abrirlo, y sus siete sellos, es digno de desatar.’ Miré, y en medio del trono yo vi un cordero inmolado, llevando en sí siete cuernos y también tenía siete ojos, siete espíritus de Dios, que a la tierra El había enviado.

Y de la mano derecha de aquel que estaba en el trono, una vez tomado el libro, y sin más explicaciones, los ancianos se postraron con arpas y copas de oro, llenas de incienso que son, de los santos oraciones. Luego cantaban diciendo en una nueva canción: ‘Digno eres de abrir los sellos, porque tú fuiste inmolado; Ante Dios nos redimiste de linaje y de nación. Cual sacerdotes y reyes, Dios ya nos ha designado. Miré y escuché a gran voz ángeles que por millones, con las criaturas y ancianos, ante el trono habían estado: ‘Sean la alabanza y honra, ante todas las naciones por los siglos, al cordero, y al que al trono está sentado.’


6 Los Sellos El cordero rompió un sello de los que el libro llevaba. ‘Ven y Mira’ –en voz de trueno,– un ser me lo fue diciendo. Miré y ví un caballo blanco y un arco el que lo montaba; A él se le dió una corona, de conquista, y fue venciendo. Luego abrió el segundo sello de una manera eficáz, y ví un caballo bermejo. Y aquel a quien lo montaba, poder le había sido dado para eliminar la paz y unos a otros se matasen. También se le dió una espada. El tercer sello fue abierto y un ser viviente invitaba: Me dijo “ven aquí y mira”, y un caballo negro ví. Una balanza en la mano tenía quien lo montaba. De entre los seres vivientes, escuché una voz que dijo: “Por un denario, dos libras te trigo te llevarás. Por un denario seis libras, de cebada –si esto elijo,– pero el aceite ni el vino, no los deteriorarás.” Al abrir el cuarto sello, dijo el cuarto ser: “Mirad” Y ví un caballo amarillo. Su jinete era la Muerte. Tras él le seguía el Hades, y recibió potestad para matar con espada, hambre, mortandad y fieras, contando, la cuarta parte, de toda la humanidad.

Cuando El abrió el quinto sello, todas las almas de aquellos que por su fe y testimonio son muertos y ahora los lloran, vi bajo el altar clamando, y a gran voz a todos ellos: “¡Juzga Señor nuestra sangre, en los que la tierra moran!” Vestidos blancos les dieron y en consuelo se les dijo, que esperasen algún tiempo porque todos sus consiervos y junto con sus hermanos, morirían cual se predijo. El sexto sello fue abierto y a un terremoto siguieron cual cilicio negro el sol, la luna cual sangre, roja, y las estrellas del cielo sobre la tierra cayeron, cual la higuera sacudida por el viento, higos arroja. Cual pergamino enrollado fue el cielo desvanecido; todo monte, toda isla, del lugar fue removida, y todo rey de la tierra, poderoso y conocido, se escondieron en las cuevas de los montes enseguida. “Sobre nosotros caed, –al monte hacían el llamado,– del rostro Del que sentado en el Trono se le ve, y de la ira del Cordero, –pues su gran día ha llegado,– ¡escondednos!, porque nadie, podrá sostenerse en pie.”


7 Los 144,000 Sellados Cada extremo de la tierra por un ángel vi ocupado, que deteniendo los vientos, impedían que soplase viento alguno sobre ella, sobre el mar o árbol plantado.

Clamando a gran voz decían: “Debemos la salvación a nuestro Dios en el Trono y al Cordero que allí viereis.” Postráronse los ancianos, todos en adoración, los ángeles y también, los cuatro vivientes seres.

Otro ángel subía a lo alto, donde estaba el sol saliente; Con el sello del Dios vivo, clamando a gran voz decía a aquellos con el poder, de dañar todo el ambiente:

Todos dijeron: “Amén, por los siglos de los siglos, sean a nuestro Dios la gloria, bendición, sabiduría, la acción de gracias, la honra, y el poder le sean dignos, y también la fortaleza por los siglos le sería.”

“No dañareis a la tierra ni a los árboles ni al mar, hasta tanto hayamos puesto a cada siervo de Dios, un sello que allí en su frente le habrá de identificar.”

Luego uno de los ancianos, hablándome fue diciendo: “Y estos vestidos de blanco, ¿quienes son? Saberlo quiero.” Le respondí: “Tu ya sabes de donde es que están viniendo.”

Y el número de sellados de las tribus así oí: Fue ciento cuarenta y cuatro, en miles y por región: Doce mil Judá, Rubén, Gad, Aser y Neftalí, Doce mil de Manasés, Simeón, José y Zabulón, Doce mil de Benjamín, de Isacar y de Leví.

“Estos son los que han salido de la gran tribulación. En la sangre del Cordero, sus ropas las han lavado, y ahora delante del trono, sirven en adoración en el templo día y noche Al que en él está sentado.”

La Multitud Vestida de Ropas Blancas Vi luego gran multitud, imposible de contar: naciones, tribus y pueblos delante del trono estaban y en presencia del Cordero se venían a presentar; Todos palmas en sus manos y ropas blancas llevaban.

“Su tabernáculo en ellos, lo extenderá en forma activa y no tendrán ya calor. Ni hambre si sed sentirán, el Cordero les guiará sobre fuentes de agua viva; Las lágrimas de sus ojos, enjugadas lo serán.”


8 El Séptimo Sello Hubo silencio absoluto cuando abrió el séptimo sello. Los siete ángeles que estaban en pie ante Dios, frente al trono, les fue dada una trompeta a cada uno de ellos. Con un incensario de oro, otro ángel vino en carrera y parado ante el altar, mucho incienso se le dió, para que a las oraciones de los santos añadiera. El humo de aquel incienso de inmediato a Dios subió. Luego tomó el incensario, y del fuego del altar, aquel ángel lo llenó para arrojarlo a la tierra. Hubo entonces truenos, voces, y sin poderse evitar, relámpagos, terremoto, todo lo que aquello encierra.

Las Trompetas Dispuestos con sus trompetas, como para ir a la guerra, los siete se prepararon para ya hacerlas sonar: La hizo sonar el primero, y cayó sobre la tierra una lluvia de granizo, fuego y sangre hasta quemar, árboles y hierba verde de los montes y la sierra.

Luego la sonó el segundo y una montaña de fuego fue precipitada al mar, convirtiendo el agua en sangre que mató seres vivientes y causó desasociego. El tercer ángel del trono hizo sonar la trompeta y ardiendo como una antorcha, desde lo alto del cielo, cayó una estrella en los ríos y en las aguas del planeta, y las convirtió en ajenjo, –nombre dado de modelo,– causando con su amargura una matanza completa. Cuando el cuarto ángel tocó la trompeta de la muerte, hirió la tercera parte del sol, estrellas y luna. Del dia la tercera parte, oscuridad se convierte. Luego ví un ángel volando y gran voz iba diciendo: “¡Ay de aquellos que en la tierra, aún permanecen morando porque faltan tres trompetas que pronto estarán oyendo!”


9 La trompeta, el quinto ángel, sonó y se cayó otra estrella, y del pozo del abismo, le fue entregada la llave; ella lo abrió y subió humo, como de horno que destella, y oscureció el sol y el aire creando un caos más grave. Langostas sobre la tierra, salieron de allí del humo, con poder como escorpiones para herir en el ambiente, –sin que a árboles ni a la hierba les causasen daño alguno,– a aquellos hombres que el sello no tuviesen en su frente. Les fue dado no matarles, pero causar el tormento que causan los escorpiones y por cinco largos meses. Y en aquellos dias, el hombre, querrá morir al momento mas la muerte huirá de ellos, aunque busquen muchas veces. Las langostas semejaban a los caballos de guerra, como con coronas de oro adornándoles las frentes, cara como de un humano, de mujer su cabellera, corazas como de hierro y como de leones los dientes. Con el ruido de las alas semejaban el estruendo de caballos en batalla. Colas como de escorpiones, provistas de un aguijón, para daño ir produciendo al hombre por cinco meses, en todas sus situaciones. Por rey tienen a Abadón, ángel del abismo siendo.

Ha pasado el primer ‘Ay’. Después de esto vienen dos: Tocó la trompeta el sexto, y oí una voz que salía por entre los cuatro cuernos del altar donde está Dios. Dijo al ángel: “Ve y desata los ángeles que tenía en el Eufrates atados y listos para este día.” Desatados, fue su fin, matar la tercera parte de toda la humanidad. Su ejército ví en visión. Eran doscientos millones. De azufre, zafiro y fuego, corazas de identidad, y los caballos tenían cual cabezas de leones. De sus bocas salía fuego, humo y azufre en verdad. Y por aquellas tres plagas, el humo, azufre y el fuego, murió la tercera parte de toda la humanidad porque al observar las colas de los caballos más luego, vi serpientes con cabezas que dañaban sin piedad. Y los que no fueron muertos, ni aún así se arrepintieron, de todos sus homicidios, hurtos y fornicación, y siguieron adorando las imágenes que hicieron en oro, plata, y en bronce, piedra y toda relación, las cuales ni ver ni oir, ni siquera andar, pudieron.


10 El Ángel con el Librito Otro ángel, en una nube, del cielo descendió luego El arco iris estaba, puesto sobre su cabeza; Su rostro era como el sol, sus pies columnas de fuego, y en su mano un libro abierto sostenido con firmeza. Sobre el mar su pie derecho, sobre la tierra el izquierdo; Clamó a gran voz cual león, y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces como en acuerdo. Cuando yo quise escribir todo lo que había escuchado, se me instruyó de no hacerlo y mantenerlo sellado. El ángel que estaba en pie, levantó su mano al cielo jurando por el Eterno, Quien de todo es el Creador, que el tiempo no sería más, pero que, para consuelo, cuando el séptimo ángel toque, la trompeta con rigor, todo se consumará, cual se anunció a todo vuelo.

La voz que oí desde el cielo, nuevamente se me expone: “Toma el librito que el ángel todavía su mano toca.” Pedí al ángel me lo diese y él me dijo: “Toma y come; amargo será a tu vientre, mas cual miel será en tu boca.” Entonces tomé el librito y lo comí de inmediato. Era dulce como miel, pero a mi vientre fue amargo. El me dijo: “Es necesario que escuches este mandato: Profetiza sobre reyes, pueblos, naciones, te encargo.”


11 Los Dos Testigos Se me fue dada una caña para que el templo midiera, el altar y a los que estaban todos adorando en él; “El patio fuera del templo, –se me dijo,– deja afuera. Entregado a los gentiles habrán de hollar a granel y por tres años y medio a la ciudad santa entera. “Y daré a mis dos testigos que de cilicio vestidos y por tres años y medio habrán de profetizar. Delante de Dios y en pié están puestos los testigos: olivos y candeleros, dos y dos para empezar. “Si alguien pretende dañarlos, devorado morirá y contra sus enemigos, fuego en su boca saldrá Con su poder, si lo quieren, el cielo se cerrará y no habrá lluvia en los días, que se profetizará. “Con su poder sobre el agua, en sangre convertirá hiriendo toda la tierra con la plaga cuando quieran. Acabado su testimonio, del abismo subirá la bestia y guerra querrá. Vencerá y los matará.

“Pero después de ese tiempo el espíritu de vida que fuera enviado por Dios, hizo que se levantaran. Les sobrevino el temor, y una voz desconocida desde arriba les decía, que al cielo se presentaran. “En una nube subieron. Sus enemigos los vieron. Ocurrió un gran terremoto, la ciudad se derrumbó y a causa del terremoto, siete mil hombres murieron; otros se aterrorizaron dando gloria al Dios del cielo.

La Séptima Trompeta El séptimo ángel del grupo la trompeta hizo sonar, y oí voces que decían: “Los reinos de todo el mundo son del Señor y del Cristo, y por siempre va a reinar.” Vi a los veinticuatro ancianos que desde el trono glorioso, postrados sobre sus rostros a Dios todos adoraban, diciendo: “Te damos gracias, Señor Todopoderoso, el que eres y el que eras, –todos a una voz cantaban,– tu gran poder has tomado, has de venir y has reinado.

“Sus cadáveres verán en Sodoma, gran ciudad llamada también Egipto, lugar de crucifixión, de Jesús el Salvador, de toda la humanidad.

“Se han airado las naciones y tu ira ya ha venido, tiempo es de juicio a los muertos, y el galardón sea dado a tus siervos los profetas, los que tu nombre han temido, tiempo de destruir a todos, los que la tierra han dañado.”

“Sus cadáveres verán, pueblos, lenguas y naciones sin permitir sepultura por poco más de tres días. Moradores de la tierra vendrán en celebraciones porque aquellos dos profetas no dejaron alegrías.

Con majestad en el cielo, el templo de Dios fue abierto, y ví el arca de Su pacto que adentro del templo estaba. Y hubo relámpagos, voces, causando un gran desconcierto, un terremoto, granizo y truenos que no esperaba.


12 La Mujer y el Dragón Una mujer, cual señal, en el cielo se apreciaba: Del sol estaba vestida; la luna a sus pies tenía; Una corona de estrellas en su cabeza llevaba y estando encinta, clamaba, con dolores de agonía. En el cielo apareció, otra señal que veía como un dragón escarlata que tenía siete cabezas, adornadas con diademas. Diez cuernos ella exhibía y con su cola arrastraba, del cielo cual simples piezas, hasta una tercera parte, de las estrellas que había. Arrojando las estrellas a toda la tierra entera, se paró ante la mujer, que estaba por dar a luz, esperando a devorar a su hijo cuando naciera. Ella dio a luz a un varón, que usando vara de hierro, regirá toda nación. La criatura arrebatada fue para Dios y Su Trono. Al desierto huyó en destierro, donde un lugar preparado, por Dios, será sustentada por mil doscientos sesenta, días que serán su encierro. Los ángeles en el cielo pelean una gran batalla: Miguel y el dragón luchaban con sus ángeles armados; no prevaleció el dragón. Lugar en el cielo no hayan y a la tierra con su equipo, todos fueron arrojados.

Una gran voz dijo entonces: “La salvación ha llegado de Dios, el poder y el reino, de Cristo, la autoridad, porque ya el acusador afuera ha sido lanzado; el que acusaba ante Dios los hermanos sin piedad. Por la sangre del Cordero, ellos mismos le han vencido, con su propio testimonio y hasta sufriendo la muerte, por lo cual, regocijaos, los que al cielo ya han venido porque el diablo ha descendido con furor y ahora más fuerte. Viéndose arrojado a tierra, fue el dragón tras la mujer que a luz dio al hijo varón, pero alas le fueron dadas para volar al desierto donde ella habría de ser, tiempos y mitad de un tiempo, gratamente sustentada. La serpiente arrojó agua, de su boca cual un río tras la mujer, y que fuese, por la corriente arrastrada; la tierra vino en su ayuda mostrando su poderío, abrió la boca y al río lo tragó sin dejar nada. Furioso estaba el dragón de ira contra la mujer y contra su descendencia, se fue para hacerles guerra a quienes los mandamientos, guardan para obedecer a Dios, y testificar, a Jesucristo en la tierra.


13 Las Dos Bestias Estaba sobre la arena, del mar, cuando ví subir una bestia que tenía, siete cabezas, diez cuernos; en sus cuernos diez diademas, y pude verle exhibir, escrito en cada cabeza, nombres blasfemos eternos. La bestia, cual leopardo, tenía pies como de oso y boca como de león. Y el dragón le dió su trono, le dió gran autoridad, haciéndole poderoso. Vi como herida de muerte en una de sus cabezas pero su herida mortal, de pronto le fue sanada, maravillando la tierra al ver aquellas proezas. Y fue adorado el dragón que exaltó a la bestia aquella, y adoraron a la bestia, todos a un coro diciendo: “Nadie se iguala a la bestia ni podrá luchar con ella.” También se le dio una boca que blasfemias profería, y por tres años y medio autoridad para actuar; Abrió su boca en blasfemias contra Dios, y en mayoría, a todos los que al momento en el cielo vi morar. También se le permitió en guerra vencer los santos, y obrar con autoridad sobre toda tribu habida; y fue adorada por todos, aquellos que fueron tantos, cuyos nombres se excluyeron en el Libro de la Vida, que es Libro del Cordero, inmolado entre quebrantos.

Quien lleve en cautividad, en cautividad irá, Si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto, y la paciencia y la fe, en los santos estará. Otra bestia ví después, que de la tierra subía, con dos cuernos semejantes a los que tiene un cordero pero con la autoridad, que de la bestia tenía, hablando como dragón, logra hacer que el mundo entero se incline a adorar la bestia, sana, porque antes sufría. Hace que descienda fuego desde el cielo sin modestia, señales que ante los hombres afirma más su presencia, y a quienes ordena hacer imágenes de la bestia, matando a aquel que se niegue a adorarle con vehemencia. Y a todos, ricos y pobres, sea esclavo o sea libre, les es impuesta una marca en la frente o en la mano, que es el número o el nombre de la bestia muy visible, sin la cual vender, comprar o negociar será en vano. El número es seis-seis-seis y para el sabio entendible.


14 El Cántico de los 144 Mil Miré y he aquí el Cordero, en pie sobre el Monte Sion. Los ciento cuarenta y cuatro, en miles con El estaban y el nombre de El y el del Padre mostraba la selección: Eran los nombres escritos que en la frente ellos llevaban. Oí una voz en el cielo que sonaba cual torrentes; La voz era como arpistas que cantaban nuevo canto, delante de los ancianos y de los seres vivientes, y solo los redimidos aprender podían tanto. Y fueron los redimidos los miles de entre la tierra, vírgenes que nunca fueron con mujer contaminados. Los que siguen al Cordero, esté o vaya dondequiera; su boca no habló mentira y sin mancha han sido hallados.

El Mensaje de los Tres Ángeles Otro ángel pasó volando por entre el medio del cielo, con el evangelio eterno para predicar a todos, tierra, nación, tribu, lengua y todo pueblo del suelo. Decía el ángel a gran voz: “Temed a Dios, dadle gloria; La hora del juicio ha llegado. Adorad a aquel que hizo cielo, tierra, mar y fuentes, de agua con su trayectoria.” Otro ángel pasó diciendo: “¡Babilonia ya ha caído! cayó al fin la gran ciudad, la misma que hizo beber a las naciones el vino, de rabia y fornicación.” Le siguió a él un tercer ángel, quien dijo así con gran voz: “Si alguno adora a la bestia, y la marca ha recibido, también beberá del vino, puro de la ira atroz, y con fuego y con azufre, que para tormento han sido, lo serán ante el Cordero y los ángeles de Dios.

“Sin reposo vivirán los que adoran a la bestia, los que adoran a su imagen o han recibido su marca; Y aquí la paciencia está, y sin ninguna molestia a los que a Dios obedecen, y la fe en Jesús enmarca.” “Escribe,” dijo una voz que desde el cielo me hablaba. “Los que en el Señor se mueren, bienaventurados son. Sus obras con ellos siguen. Descansa quien trabajaba.”

La Tierra es Segada Miré. Vi una nube blanca y sobre ella uno sentado, que semejaba al Cordero, con una corona de oro. Vi que en Su mano llevaba una hoz que había tomado. Otro ángel salió del templo y al de la nube habló así: “Siega ahora con tu hoz porque es la hora llegada. Mete en la tierra tu hoz pues la mies madura vi.” Y El metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada. Otro ángel salió del templo, y otra hoz aguda tenía. Y otro del altar salió, con poder, de tal manera, que a gran voz llamó al primero. Con toda soberanía, le mando a meter la hoz, díjole que vendimiera los racimos de las uvas, que la tierra producía. El ángel blandió su hoz y las uvas recogidas, las echó al lagar de Dios, de su ira y de su furor; y fuera de la ciudad, cuando fueron exprimidas, sangre salió del lagar, inundando el rededor.


15 Los Ángeles con las Siete Postreras Plagas En el cielo otra señal, vi cuan grande y admirable: Siete ángeles que tenían las siete plagas postreras, y en ella se consumaba, la ira de Dios tan notable. Vi también un mar de vidrio que en fuego estaba mezclado. También vi a los que victoria celebrarla ya podían, sobre la bestia y su imagen, su marca y número dado. En pie, sobre el mar de vidrio, las arpas de Dios tenían. Y el cántico de Moisés y del Cordero así entonan: “Maravillosas y grandes, son tus obras Oh Señor; Tus caminos, verdaderos y justos no se cuestionan, poderoso Dios y Rey, de los santos el Creador. “¿Quién no te teme, Oh, Señor y te glorificarán? Porque solo tú eres Santo, a ti vendrán las naciones; Tus juicios ya los conocen y sólo a ti adorarán.”

Tras estas cosas miré y en el cielo yo vi abrir, el templo del tabernáculo, del testimonio divino del cual, con la siete plagas, siete ángeles vi salir, con cintos de oro en el pecho y resplandeciente lino. Y uno de los cuatro seres, a los siete ángeles dio siete copas en puro oro, llenas de la ira de Dios, Quien por siglos de los siglos vive y por siempre vivió. Y por la gloria de Dios y también por Su poder, de humo el templo se llenó y nadie podía entrar, hasta cumplidas las plagas, cual habría de suceder.


16 Las Copas de Ira Oí una voz desde el templo, que a los siete ángeles dijo: “Derramad sobre la tierra, de Su ira las siete copas.” Tomó su copa el primero y en movimiento prolijo, al derramarla en la tierra, de inmediato les produjo, a quienes tenían la marca que la bestia un dia les hizo, una llaga repugnante y maligna, con gran flujo. Un segundo ángel su copa, fue a derramar en el mar, convirtiendo el agua en sangre, como si fuese de muerto, matando todo ser vivo que en ella pudiera estar. Sobre los rios y fuentes la copa fue a derramar, el tercer ángel que en sangre sus aguas las convirtió, mientras decía: “Justo eres, porque has venido a juzgar, y a darle a beber de sangre a aquel que lo mereció, por cuanto a santo y profeta su sangre la derramó. Desde el altar decía otro, según alcancé a escuchar: “Ciertamente Señor Dios, Señor Todopoderoso, tus juicios son y serán, justos y solo verdad.” El cuarto ángel, sobre el sol, su copa la derramaba y le fue dado quemar a los hombres sin piedad; Y en el intenso calor, él su nombre blasfemaba, sin jamás arrepentirse ante Dios por su maldad. Sobre el trono de la bestia el quinto ángel derramó la copa que, todo el reino, de tinieblas lo cubrió. En dolor mordía sus lenguas y contra Dios blasfemó y en sus llagas y dolores tampoco se arrepintió.

El sexto ángel al Eufrates, sobre el rio hizo la fuente y el agua, una vez lo hizo, de inmediato se secó, preparando así el camino para los reyes de Oriente. Y vi, a manera de ranas, tres espíritus inmundos, que salían de las bocas del dragón, bestia y profeta; espíritus de demonios que hacen señales al mundo, y a los reyes de la tierra van con una sola meta, que es reunirlos contra Dios en batalla de un segundo. “He aquí que como ladrón, Yo vengo sin avisar; Bendecido es el que vela, y que guardando sus ropas, no anda desnudo ante el mundo, sin su vergüenza ocultar.” Y Armagedón fue el lugar de reunión de las tropas. Por el aire derramó, el séptimo ángel su copa: “Hecho está.” –dijo una voz que desde el trono salió. y aquello voces y truenos, y relámpagos provoca; Un temblor y un terremoto como jamás se sintió. La gran ciudad en tres partes entonces fue dividida, derrumbando en las naciones las ciudades cual se mira; y en memoria, Babilonia, ante Dios vino enseguida, dándole el cáliz del vino, del ardor de toda su ira. Desaparecieron montes y toda la isla huyó; granizos cual un talento cayeron sobre los hombres, y ante semejante plaga, contra Dios él blasfemó.


17 Condenación de la Gran Ramera Vino a mí un ángel de aquellos que siete copas tenían, y me dijo: “Ven acá. Te mostraré la sentencia que hay contra la gran ramera, la que todos conocían. La que sobre muchas aguas aún permanece sentada con la cual se han embriagado moradores de la tierra, y han fornicado los reyes de manera muy privada. Y en espíritu al desierto, por el ángel fui llevado Sobre una bestia escarlata yo vi a una mujer sentada La bestia llena en blasfemias con algún significado, siete cabezas tenía; con diez cuernos se adornaba. La mujer, vestida estaba, en púrpura y escarlata; la vi adornada de oro, perlas y piedras preciosas y en la mano un cáliz de oro En púrpura y escarlata vi vestida a la mujer: estaba adornada en oro, perlas y preciosas piedras, y en la mano un cáliz de oro, lleno, según pude ver, de fornicación inmunda y abominaciones negras.

“Aquella bestia que has visto, era pero ya no es. Ha de subir al abismo y luego a la perdición. Y esos que moran la tierra, cuyos nombres no los ves pues del Libro se excluyeron y desde la fundación, la bestia que no es verán, con asombro e interés. Las siete cabezas son, para el sabio conocido, montes, que son siete reyes, asiento de la mujer. Cinco de ellos han caído, uno es, otro no ha venido, Cuando venga, breve tiempo durará cual ha se ser. “La bestia que era y no es, el octavo también es. De entre los siete ella es, pero a perdición se va. Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes como ves, y aunque aún no tienen reino, autoridad se les da juntamente con la bestia, por una hora tal vez. El poder y autoridad a la bestia entregarán. Pelearán contra el Cordero pero Este les vencerá porque al Señor de señores, Rey de reyes servirán y aquel que con El esté, elegido y fiel será. Dijo: “Las aguas que viste, asiento de la ramera, son pueblos y muchedumbres, lenguas, naciones enteras. Los diez cuernos en la bestia la odian de una tal manera

Un nombre en la frente escrito tenía cual un misterio: “Babilonia, La Más Grande, La Madre De Las Rameras, De Las Abominaciones, De La Tierra”, cual imperio.

que desolada y desnuda la quemarán en hogueras.

Y la mujer estaba ebria de la sangre de los santos, y mártires de Jesús, lo cual me dejó asombrado. “No te asombres.” –dijo el ángel.– “Te aclararé sus encantos y el misterio de la bestia en la que ella se ha montado:

Dios puso en sus corazones ejecutar lo que El quiso, y en acuerdo con la bestia Su reino se lo ha otorgado, hasta ver que Su Palabra se cumple en modo preciso. Y aquella mujer que has visto, es la ciudad que ha reinado.


18 La Caída de Babilonia Otro ángel ví descender del cielo con poderío, y la tierra fue alumbrada con su majestuosa gloria. Con voz potente clamó: “¡Babilonia ya ha caído, y habitación de demonios, cual guarida moratoria de todo espíritu inmundo, albergue se ha convertido! “Porque todas las naciones de seguro ya han bebido del vino que es del furor de toda fornicación de reyes y mercaderes, quienes se han enriquecido con sus actos inmorales y su sensual relación.” Otra voz del cielo oí, que decía con un llamado: “Pueblo mío, salid de ella, alejaos del pecado, y no recibáis sus plagas, porque hasta el cielo han llegado y de sus maldades, Dios, de todos ya se ha acordado. “Dadle como ella os ha dado. Aumentad al doble un tanto, y en el cáliz que ella ha usado al preparar lo servido, preparadle a ella el doble, sea tormento o sea llanto, porque se ha glorificado y en deleites ha vivido, viéndose a sí como reina, que no ha sufrido quebranto.” “Sus plagas vendrán, por tanto, de Dios cual una centella: Muerte, llanto, hambre y fuego, sufrirá en un solo día, y los reyes de la tierra, –fornicadores con ella,– llorarán al ver el humo que el incendio despedía, “Por temor de su tormento, desde lejos la verán diciendo: ‘¡Ay!, Ay de la gran ciudad, Babilonia ciudad fuerte, porque ha llegado tu juicio y todos lamentarán que no haya más mercaderes que en tus mercancías invierte.’ “No mercadería de oro, plata ni piedras preciosas, no perlas ni lino fino, púrpura, seda, escarlata, no más madera olorosa, marfil ni objetos o cosas de cobre, de hierro o mármol, para ganancia inmediata.

“No aromáticas especias, incienso, mirra o canela, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos, carros, esclavos y almas en pena. “Los frutos que codiciaste ya de ti se han apartado y las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado. “Los mercaderes que hicieron su riqueza de estas cosas de lejos lamentarán con sus quejidos y lloro, por la gran ciudad vestida, en lino, púrpura y rosas; esa gran ciudad que estaba, adornada en piedras y oro. “Sus riquezas en minutos ya se estaban consumiendo. Pilotos y marineros desde lejos contemplaron, el humo de aquel incendio, dando voces y diciendo: ‘No hubo ciudad semejante a la que desarrollaron.’ “Dando voces, polvo echaron, todos sobre sus cabezas, llorando y a grandes voces, en lloros se lamentaban: ‘¡Ay!, Ay de la gran ciudad, en la que ya no hay riquezas. Desolada en una hora, solo cenizas quedaban.’ “Alégrate sobre ella, el cielo y vosotros santos, apóstoles y profetas. Dios ha hecho justicia en ella, y de aquella gran ciudad, terminaron sus encantos.” Y un ángel tomó una piedra, tan grande como un molino y la arrojó al mar diciendo: “con esta misma violencia, Babilonia, gran ciudad, encontrará su destino. “Y la voz de los arpistas, de músicos y flautistas, y también de trompeteros, de tí no se oirá ya más. Tampoco del alfarero, ni de artífices o artistas, ni el ruido de sus molinos, lo escucharemos jamás. “Luz de lámpara no habrá, ni voz de esposo o esposa, pues los grandes de la tierra, lo fueron tus mercaderes. Las naciones engañaste de una forma tenebrosa, y la sangre de los santos, fue hallada entre tus haberes.


19 Alabanzas en el Cielo

El Jinete del Caballo Blanco

Una gran voz escuché de multitud en el cielo Decía: ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Honra, gloria y salvación, y también todo poder, del Señor Dios, nuestro anhelo!

Entonces vi el cielo abierto y un caballo blanco luego; ‘Fiel y Verdadero’ era, el nombre de su jinete, en su cabeza diademas, y ojos cual llama de fuego.

“Sus juicios son verdaderos, son justos, y a la ramera que con su fornicación, ha corrompido la tierra, ha juzgado y ha vengado la sangre de aquel que fuera, Su siervo, que aún caminaba, de la mano en que cayera.”

Un nombre escrito tenía que sólo él lo conocía. ‘El Verbo de Dios,’ su nombre, teñida en sangre su ropa; y atrás en caballos blancos, ejércitos le seguían; vestidos de lino fino, blanco y limpio iba la tropa.

Y otra vez dijeron todos, ¡Aleluya!, porque el humo de la gran ramera sube, por los siglos de los siglos.

Una espada aguda sale, de su boca cual se mira, para herir a las naciones y regirles con su vara. El pisa el lagar del vino, del furor de Dios y Su ira.

Los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos en adoración, postrados ante El que estaba en el trono, ¡Aleluya!, ¡Amén!, decían, todos ellos como hermanos. Del trono salió una voz, diciendo: “A Dios alabad, sean pequeños o sean grandes, siervos y cuantos le temen.” Voz, como de multitud y con gran autoridad, cual estruendo de las aguas o fuertes truenos que vienen, decía, ¡Aleluya! Por siempre, nuestro Dios ha de reinar. “Gocémonos y alegrémonos! Toda la gloria le asiste, pues las bodas del Cordero al final nos han llegado. Su esposa se ha preparado y en lino fino se viste; Su limpieza y resplandor de los santos es legado.

La Cena de las Bodas del Cordero “Bienaventurados son, –pidió el ángel que escribiera,– todos cuantos son llamados a las bodas del Cordero.” Me postré para adorarle, y antes de que así lo hiciera, me dijo: “Tu no hagas eso. Adora al Dios verdadero. “Yo soy un consiervo tuyo y tengo el mismo interés de quienes son tus hermanos, testimonio de Jesús. Su testimonio, el espíritu, de la profecía lo es.”

Y en Su vestidura y muslo: “REY DE REYES, Y SEÑOR, DE SEÑORES,” tiene escrito. En pié, en el sol, yo vi un angel, llamando aves a gran voz: “A la gran cena de Dios, venid todas, congregaos, y comed carne de rey, capitán y hombre feroz, del caballo y su jinete, pequeños, grandes y esclavos.” Y ví entonces a la bestia, ejércitos y sus reyes, reunidos para pelear contra el jinete y su gente; Y la bestia fue apresada y se aplicaron las leyes: Se apresó al falso profeta, engañador insurgente, cuyas señales usó para los que recibieron de la bestia aquella marca, que les fue puesta en la frente, y que adorando su imagen, de inmediato le siguieron. Y los dos, bestia y profeta, aún vivos fueron lanzados a un lago de fuego que arde con azufre eternamente; Y los demás fueron muertos, como estaban destinados, con la espada que salía de la boca del jinete; y las aves se saciaron, comiéndose a los marcados.


20 Los Mil Años Del cielo descendió un ángel, y pude observar su mano: Traía una gran cadena y la llave del abismo; Prendió al dragón, la serpiente, que es el diablo y el profano, y atándolo por mil años, lo arrojó al abismo mismo; Lo encerró y le puso sello, para parar sus engaños, para evitar que engañase por más tiempo a las naciones; Permanecerá encerrado, hasta cumplidos mil años, luego se desatará, por un tiempo a sus acciones. Vi los tronos para aquellos, con facultad de juzgar; vi almas de decapitados por causa del testimonio, de la Palabra de Dios y por Jesús divulgar. Vi aquellos que no adoraron a la bestia cual demonio, ni exhibieron en sus frentes aquella marca vulgar; y fue Cristo, por mil años, su vivir y su reinar. Mas los muertos no volvieron hasta mil años cumplidos, la cual ha sido llamada, ‘Primera Resurrección’, ‘Bienaventurados’, ‘Santos’, quienes han sido escogidos. Con Cristo habrán de reinar mil años consecutivos; Habrán de ser sacerdotes de Dios y de Cristo mismo, y en ellos, ‘Segunda Muerte’, no hallará sus objetivos. Cuando mil años se cumplan, suelto el Diablo de prisión, Gog, Magog y a las naciones de la tierra irá a engañar, a fin de reunir a todos, en la batalla de acción, en un número incontable, cual es la arena del mar.

Sobre lo ancho de la tierra subieron, y el campamento, de los santos rodearon; también la ciudad amada; y de Dios descendió el fuego: los consumió en un momento. Y el diablo, el engañador, en el lago fue lanzado, fuego de lago y azufre donde ya el falso profeta, juntamente con la bestia, al tormento habían llegado; Por los siglos lo estarán, el día y la noche completa.

El Juicio Ante el Gran Trono Blanco Un gran trono blanco ví, y al que estaba en él sentado, delante del cual huyeron, ambos, la tierra y el cielo, y ningún lugar se halló que les sirviera de estrado. Vi muertos grandes, pequeños, todos ante Dios, de pié; Los libros fueron abiertos: Se abrió el Libro de la Vida, y se juzgaron los muertos haciendo mucho hincapié en las cosas allí escritas, las obras y su medida. La muerte, el Hades y el mar a los muertos entregaron, y todos fueron juzgados, cada uno según sus obras; Y ambos, la muerte y el Hades, al fuego también llegaron, siendo la segunda muerte, sin escape ni maniobras. Y aquel que no estaba inscrito en el Libro de la Vida, al lago de fuego eterno lanzado lo fue enseguida.


21 Cielo Nuevo y Tierra Nueva Vi entonces un cielo nuevo, la tierra un nuevo modelo, ambos ya habían pasado y el mar desaparecido; Y vi a la santa ciudad, cómo descender del cielo, de Dios, cual dispuesta esposa, lista para su marido. Oí una gran voz del cielo, que desde el trono así hablaba: “Tabernáculo es de Dios y entre los hombres está, El con ellos morará y como pueblo le alaba.

Su fulgor era de piedra, como de jaspe, preciosa, diáfana como el cristal, y un muro grande vi en él, en el cual vi doce puertas, mostrando en letra vistosa, los doce nombres inscritos de las tribus de Israel. Un ángel vi en cada puerta: Tres puertas hacia el oriente, al sur y al norte tres puertas y otras tres al occidente; El muro, en doce cimentos, doce nombres tenía al frente, los doce a los que al Cordero, le seguían diariamente.

“Toda lágrima en los ojos, de ellos, Dios enjugará; No habrá llanto ni clamor, cosas primeras pasaron, dolor nunca sentirán, ni tampoco muerte habrá.”

Una caña de medir, tenía el que conmigo hablaba; la usaba para medir la ciudad, puertas y el muro, ancho, altura y longitud, en un cuadro se igualaba: Doce mil estadios era, su medida por seguro.

Y el que estaba allí sentado, en el trono, esto lo agrega: “He aquí, yo hago todo nuevo. Escribe así lo que digo, cual palabras verdaderas: Yo soy el Alfa y la Omega, soy el principio y el fin, y tú me serás testigo, De la fuente de la vida, daré al sediento que llega.

Los ciento cuarenta y cuatro, codos que medía el muro, eran medida de hombre, que medida de ángel es; el muro en piedra en jaspe, la ciudad en oro puro, Y los cimientos del muro, en piedras preciosas ves:

“Quien venciere heredará para sí cosas notables su Dios por siempre seré, y él para mí, mi heredero. Pero incrédulos, cobardes, también los abominables. homicidas, fornicarios, idólatra o hechicero, tendrá su parte en el lago que arde en fuego interminable.”

La Nueva Jerusalén Vino entonces a mí un ángel, de aquellos que vi primero, cuyas copas tenían llenas, de siete plagas postreras: “Ven acá y te mostraré a la esposa del Cordero.” Y a un monte grande, en espíritu, allí nos fuimos los dos; Me mostró la ciudad santa, a la gran Jerusalén, que descendiendo del Cielo, tenía la gloria de Dios.

Eran de jaspe, esmeralda, ónice, ágata y zafiro, crisólito y cornalina, amatista, crisopraso, berilo, ágata y jacinto, también el topacio miro. Cada puerta era una perla. Las calles de la ciudad, oro puro, como el vidro, transparente y verdadero. No vi en ella templo alguno, porque el Templo, en realidad, es el Todopoderoso, Dios el Señor y el Cordero. No hay necesidad de sol, o luna que brille en ella: Dios con Su gloria ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Los reyes traerán su gloria y honor rendirán a aquella, y la nación que fue salva, bajo esa luz estuviera. Sus puertas durante el dia permanecerán abiertas, pues no existirá la noche. Gloria y honra llevarán, de las naciones a ella; cosas inmundas o inciertas, o aquello que haga mentira, por ellas no entrarán, sino solo los que inscritos en el Libro ya lo están.


22 El Río y el Árbol de la Vida El ángel me mostró luego, un rio de agua de vida: del trono de Dios salía y del trono del Cordero, tan resplandeciente y limpia, como el cristal parecida. A cada lado del río, en medio de la ciudad, yo vi el árbol de la vida, que doce frutos produce, –un fruto por cada mes;– y para la sanidad, de la tierra y las naciones, las hojas el árbol luce. En ella el trono de Dios, y del Cordero estarán; Ya no habrá más maldición. Sus siervos verán Su rostro, tendrán Su nombre en sus frentes y todos les servirán. Aunque no habrá allí más noche, Dios los iluminará y no habrá necesidad de de lámparas ni del sol, y por siglos, de los siglos, para siempre reinarán.

La Venida de Cristo Está Cerca Y me dijo: “Esas palabras, son fieles y verdaderas. Y Dios ha enviado a Su ángel para a sus siervos mostrar lo que ha de suceder pronto, y las cosas venideras. He aquí, que Yo vengo pronto, y aquel que haya de guardar las palabras de este libro, bienaventurado fuera.” Y yo Juan, después de oír, y todo aquello haber visto, ante el ángel me he postrado rindiéndole adoración, pero me dijo: “No lo hagas. Adora a Dios, pues yo existo, como consiervo que soy, de los que con devoción, las palabras de este libro guardan tal y como son.”

Luego me dijo: “Aún no selles, del libro la profecía, porque el tiempo ya está cerca. El que es injusto, aún lo sea, practique el justo justicia y el santo lo es todavía. “He aquí que Yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para compensar a todos, según la obra que hayan hecho. “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin de lo hecho. Bendecidos los que están Sus mandamientos guardando, porque al árbol de la vida podrán tener el derecho, y podrán cruzar las puertas del Cielo al que están llegando. “Mas quedan fuera los perros, hechiceros, inmorales, idólatras, homicidas, y quien ama la mentira. “Yo, Jesús, he enviado mi ángel, con testimonio sincero de estas cosas en la iglesia. Soy la raíz y el linaje de David, resplandeciente, de la mañana el lucero.” Si el Espíritu y la esposa del Cordero dicen ‘Ven’, entonces que diga ‘Ven’ el que a ellos ha de escucharle Y el que tenga sed y quiera, agua de vida también, venga entonces, tome el agua, que nada habrá de costarle. Testifico a todo aquel, que estas profecías escucha: “Si añadiere a estas cosas, sobre él Dios traerá las plagas, que en este libro descritas, se calcula que son muchas. Y si quitare palabras, de este libro en profecía, Dios le quitará su parte, del gran libro de la vida, y de la santa ciudad, de cuanto el libro decía. Y Aquel que da testimonio de estas cosas, dice “Amén; Ciertamente vengo en breve.” Si Señor Jesús, tú ven.


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