MAGAZINE MISCELÁNEO. NÚMERO 1. AÑO I.
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EDITORIAL
Así nace misc. magazine. Una revista fácil de digerir y sin grandes pretensiones para ser consumida de una manera rápida. Por esa razón intentaremos (y seguramente no siempre conseguiremos) que estas páginas se llenen de contenidos vanales y, a poder ser, sin mucho tocho de texto, pero siempre interesantes. Prueba ya misc. magazine. 5
HABLEMOS DE MI LIBRO 124 personajes y 1.017 páginas (al menos es el número que aparece impreso en la versión que he leído). Es un aviso. Ken Follet se mantiene fiel al estilo que lo encumbró con Los pilares de la tierra y la selva amazónica volvió a temblar con La caída de los gigantes. Su nuevo gran libro (por el tamaño, más que nada) está hecho por y para sus fans, que no seguidores, como él mismo ha confesado. Si te gustó Los pilares de la tierra y su continuación, Un mundo sin fin, ésta es tu nueva novela: cambiamos catedral por parlamento y... voilà, tenemos un nuevo best seller. Como decía, 124 personajes (muchos secundarios, por supuesto) de diversos puntos geográficos (Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, Rusia y Austria, entre otros) viven sus aventuras y desventuras en el marco de la I Guerra Mundial y la Revolución Rusa. A pesar de sus diferentes clases sociales y condiciones, todos ven cómo sus vidas se cruzan en más de un punto y no siempre para bien. Y es que querer llevar la voz cantante en una época tan conflictiva es lo que tiene. Diversos personajes históricos se pasean también por estas páginas y hay que reconocer que con acierto. Woodrow Wilson, Churchill, Lenin y Trotski, por ejemplo, resultan bastante creíbles. Una obra “ligera” que entretiene e incluso engancha, pero a la que no se pueden pedir grandes reflexiones ni, en mi modesta opinión, alzar a los altares de la literatura.
Título: La caída de los gigantes Autor: Ken Follet Editorial: Plaza & Janés Precio aproximado: 24,90 E
la caída de los
GIGANTES
ESTE DISCO ESTÁ RAYADO
En este primer número hablaré de The Beatles por tres razones: 1. Porque he crecido escuchado su música. 2. Porque las “dos manzanas” se han unido desde noviembre de 2010 a través de iTunes. 3. Porque alguien tiene que ser el primero. 1. Mi padre es un admirador de The Beatles (de Paul en particular) desde que los conoció, radiofónicamente hablando, cuando él estaba emigrado en Alemania y ellos tocaban en Hamburgo. Muchos años más tarde, en mi casa, ya se sabe: vinilos, fotografías, partituras que mi padre tocaba al piano, películas... así crecí yo. De todas las canciones que se mezclan en mi memoria hay una que sobresale por encima de las demás: la armónica melodía de Love Me Do. 2. Desde noviembre de 2010 iTunes, la tienda online de música de Apple Inc., ofrece el catálogo de The Beatles tras el acuerdo llegado con Apple Corps, empresa creado por la banda para gestionar sus beneficios. Al final no me he enterado, ni me interesa tampoco, siendo franco, como han quedado aquellos problemas de marca
por llamarse ambas empresas manzana. Lo importante es que ya están aquí, y según parece (aunque habrá que ver que sucede después de que pase la “novedad”) vienen para quedarse 40 años después. Ahora que las listas de ventas también incluyen las descargas online, los cuatro de Liverpool vuelven a ocupar los primeros puestos con su música atemporal y sus ríadas de fans. Pero lo que más me come el coco si me paro a pensar, es como el destino puso en el camino a dos genios (con todos mis respetos hacia George y Ringo). Dos personas con un talento inmenso que, no sólo nacieron en años cercanos y en la misma ciudad, sino que en el momento preciso y antes de que fuera demasiado tarde, cruzaron sus caminos y decidieron iniciar un proyecto común. Quizá The Beatles jamás hubieran existido si John hubiese nacido en Nueva York. Quizá, en ese caso, ninguno de los dos hubiese encontrado en su camino la otra mitad necesaria (con todos mis respetos para George y Ringo, otra vez) para crear un grupo como ha sido The Beatles. 3. The Beatles son los primeros. www.thebeatles.com 7
DIÁLOGO DE BESUGOS - ¡Dios!, ¡no puede ser! - Tranquila, no estás sola. Yo tampoco creo en él. Y según tengo entendido somos unos cuantos más. Estamos en minoría, sí, pero ellos nos llevan dos mil años de ventaja y... - Esto no puede estar sucediendo. Tiene que ser una pesadilla. O parte de un guión de una peli de miedo, mala, pero de mucho miedo. U hoy es el 28 de diciembre. - Espera un momentito que lo miro en el calendario de mi móvil... un segundito... es que es nuevo y no sé muy bien como va, ¿sabes?... tiene que estar por aquí... sí. - ¿Sí? - No, no es 28 de diciembre. - Me cago en Sony. - Pues igual que lo hizo Cher. - Van a dejar de fabricar los walkman. - ¿Pero los seguían fabricando? - Sí. - ¿Y tenían salida en el mercado? - ¿Qué voy a hacer cuando mi walkman se estropee y no pueda comprarme uno nuevo? - Para esa cosas inventaron ebay, quizá Dios, no lo sé. - No se trata de un simple sustitución. Con la muerte del walkman, Sony está matando también una parte de mí. El walkman es un símbolo de mi adolescencia. De cuando me freía el pelo, me ponía los pendientes de plástico de las bolsas de Matutano y me disfrazaba como Cyndi Lauper...
- Creo que ella se vestía así. Vamos, que no era un disfraz, por lo menos para ella. - ...e iba por la calle, feliz, con mis auriculares puestos, escuchando mis cintas grabadas de la radio, regaladas por cumpleaños o compradas con la suma de varias pagas semanales. Y qué emoción escuchar el clack, abrir mi walkman, darle la vuelta a la cinta y presionar otra vez la tecla play. - Mira. Lo que puedes hacer es pasar todas tus cintas a CDs y comprarte un discman. Es un paso evolutivo importante, no creas. Y dentro de veinte años descubrir el mp3. El mp4 no te lo recomiendo que reproduce vídeo y puede que te asuste tanta tecnonolgía de golpe. - No se trata de la tecnología. La tecnología es buena, creo. Se trata de esta sociedad obesa que cada día pide más y más y devora sin piedad y sin que dé tiempo a hacer la digestión de lo que antes ya fue devorado. - El walkman lleva desde 1979 haciendo la digestión. Tiempo suficiente para meterse en el agua, ¿no crees? - Hoy te compras un ordenador y al mes ya ha caducado. ¡Un ordenador!. Un ordenador dura menos que un cartón de leche, ¿lo sabías?. - Yo es que no bebo leche desde que leí en internet, no sé en donde, que era mala. Ahora me tomo el café a pelo y la verdad, no sé que es peor. - Entiendo que debemos evolucionar y todo ese rollo, bla, bla, bla, pero el walkman es el salvadidas de mi adolescencia. A veces me da un poco de miedo lo rápido que va todo. Este mundo a veces me da un poco de miedo. - Pues en la NASA están buscando voluntarios para ir a Marte... y no volver.
ESTÁ EL HORNO PARA BOLLOS Me he independizado. He abandonado el hogar parental y me he ido a vivir a mi propio nido. Bueno, para ser exactos, al nido de mi casera, que mientras le pague cada mes dice que no le importa que lo ocupe. Es pequeñito pero muy apañado, como diría mi madre, y para mí, me llega. El problema surge cuando los amigos se invitan a cenar. Es tan pequeño que los tengo que llamar por turnos, como en la carnicería. El otro viernes por la noche recibí al primer turno. Tres amigos. Tres me parece un buen número (y el máximo permitido para no consumir todo el oxígeno de mi casa). Conmigo somos cuatro, perfecto para mantener una conversación tranquila pero entretenida. Como hace poco que mamá ha dejado de cocinar para mí y todavía no he experimentado lo suficiente conmigo mismo en el terreno culinario, decidí hacer de cenar algo que no requiriese mucha elaboración y, sobre todo, cocción. Delicioso, increíble, riquísimo... bueno, bueno, bueno. Se fueron de casa con una sonrisa y al día siguiente ninguno puso en su facebook que estaba mal del estómago. Primer turno, superado.
tostas variadas para 4 personas
1 hogaza de pan del bueno queso al gusto (cabra, semicurado, mozzarella...) 1 envase de salmón ahumado 1 lata de pimientos del piquillo 2 latas de bonito 2 tomates 1 chorrito de aceite Se corta la hogaza en tostadas a razón de cuatro tostas por persona, en este caso, dieciséis tostas, con un ancho aproximado de 1 centímetro. Se tuestan en la tostadora o en el horno, pero sin pasarse, no se vayan a quemar. Se van colocando los ingredientes sobre las tostas: en una el salmón ahumado, en otra los pimientos del piquillo, en otra el bonito y en la última se coloca una base de queso y encima el tomate cortado en rodajas finas. Por último, echar un chorrito de aceite sobre la tosta de queso y tomate únicamente, pues para las otras no es necesario. Emplatar y servir.
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UN ROLLO DE 35 MM De primeras, y para ser sincero, confesaré que no soy un cinéfilo. Vamos... que no guardo en un armario de mi casa cientos de películas que he visionado, alguna, más de una vez. No. No hago colecciones, de nada. Así que mi opinión sobre el cine es eso, sólo una opinión, y además, es mía. Como no soy un cinéfilo, hasta hace relativamente poco no había visto ni una película de Alfred Hitchcock, ni tan siquiera Psicosis. Hoy os digo que ya la he tachado de mi lista de películas que tengo que ver antes de morir, pero aquí hablaré de otra de las películas del maestro del suspense,
- ¡Dios!, ¡no puede ser!
coletilla para referirse al director, y que me gustó más que Psicosis: La Soga.
LA SOGA
ESTÁ EL HORNO PARA BOLLOS El otro día fue el cumpleaños de mi padre. No sé si os pasa lo mismo a vosotros pero yo, fuera de un libro, no sé nunca qué regalarle. ¿Una corbata? Mala idea. Ya me cuesta encontrar una corbata de mi gusto cuando tengo que ponerme un traje para las bodas de mis amigos como para buscar una del gusto de mi padre. ¿Un paraguas? Se me adelantaron. Fue uno de los regalos de mi madre las Navidades pasadas que según parece, a pesar de llevar viviendo juntos más de treinta años, tampoco sabe qué regalarle. ¿Algo de The Beatles? Misión imposible. Todo lo económicamente alcanzable de los cuatro de Liverpool ya lo tenía, y lo que no tenía, se lo hemos ido regalando los últimos años, porque claro, era la salida más fácil ante la falta de ideas. Así que pensé en regalarle la tarta de cumpleaños. A mi padre le gusta el dulce, y mucho. Pero, curiosamente, hay pocas tartas que le gusten, más bien, sólo una: la tarta de Santiago.
tarta de santiago 250 gr de almendra molida 250 gr de azúcar 3 huevos ralladura de limón azúcar glas mantequilla y harina para el molde Precaliento el horno a 175º. Bato los huevos un poco como si fuese a hacer una tortilla francesa. Añado el azúcar y lo mezclo todo bien. A esto le añado la almendra molida y mezclo, sin batir, hasta que se forme una masa sin grumos. Ahora, si quieres, puedes añadir la ralladura de limón como hago yo. Unto el molde con mantequilla y espolvoreo con harina, quitando lo que sobra con pequeños golpes. No se te olvide hacer este paso o la tarta se pegará y se echará todo a perder. Vierto la mezcla y lo meto en el horno a 160º durante unos 30 minutos. Hago la prueba del palillo, esto es, pinchar con dicho instrumento en el centro de la tarta y si sale limpio, entonces abro el horno y saco la tarta antes de que se queme y la dejo enfriar en el molde. Luego espolvoreo el azúcar glas con un colador. Si eres un manitas, puedes bajarte la cruz de Santiago de Internet, imprimirla, recortarla y ponerla encima de la tarta antes de espolvorear para que quede la forma de la cruz. Cuando vayas a retirar la cruz hazlo con cuidado no vaya a ser que todo el azúcar glas que tiene encima se desparrame por la tarta. Desmoldo y lista para la sobremesa acompañada de un café o un licor o un vino dulce.
TARTA deSANTIAGO
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VAMOS A PUBLICIDAD
NO QUIERO ESTAR DEMODÉ Ojalá fuese mujer. Es lo primero que pienso siempre que me atrevo a cruzar el umbral y pisar más allá en terreno Desigual. Ojalá hubiese nacido doble equis en lugar de equis y griega. Lo volví a pensar el sábado pasado cuando, a medida que avanzaba por la oscuridad de una de sus tiendas, los abrigos parcheados, los jerseys imposibles, los vestidos explosionados me cegaban con sus formas, colores y brillos. Se me mostraban tan apetitosos como los dulces detrás del cristal de una pastelería. Y es que lo probaría todo. Le hincaría el diente al abrigo de tonos turquesas y botones cada uno de su padre y de su madre y al vestido hecho de los retales que alguien se encontró por el taller. Ojalá fuese mujer. Porque además de creer, subjetivamente, que la ropa es bonita, las muy puñeteras prendas que allí tienen expuestas parecen un auténtico chute de felicidad. Tengo la sensación que es ponerse encima uno de esos abrigos un horrible día de invierno y automáticamente los edificios se pintan de colorines, las flores crecen de entre las baldosas y la gente baila y canta como una posesa creyendo ser el elenco de un musical. Si fuese mujer me vestiría de Desigual sin dudarlo. Bueno, si fuese mujer y si tuviese un rebsosante cerdito-hucha
en la estantería, pues las prendas de la marca catalana no son baratas precisamente. Y es que no ser igual a los demás tiene un precio y es alto. Pero como soy hombre tuve que seguir mi camino hasta el fondo de la tienda, allí, a lo lejos, donde está la ropa de hombre. Yo también la pondría a lo lejos. A lo lejos y escondida. La fórmula que funciona con la línea de mujer no funciona con la de hombre. La ropa me parece fea. No hay nada que me guste. Al final me compré unos pantalones vaqueros. Sencillos. Simples. Lo menos desigual que haya visto jamás. Por eso me los compré. Por eso y porque la tienda era outlet y el pantalón, tras varias caídas en picado, había bajado de ochenta a veinte euros. Son pitillo y con el culo cagado, como dice una amiga. Pero nada más. www.desigual.com
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Duf se ha
RETALES DE PERSONAJE Endessly es el título del segundo álbum de estudio publicado por Aimée Anne Duffy. Lo presentó en directo en el Café de París de Londres y a finales de noviembre de 2010 salió a la luz con sus diez canciones más bailables, aunque no mucho más, que las que contenía Rockferry. Well, Well, Well fue el sencillo de presentación del álbum. Un corte que no llega a los tres minutos y que pretendía ser para Endessly lo que fue Mercy para Rockferry. La pequeña galesa, ganadora de un premio Grammy®, ha confesado durante la agotadora agenda de promoción que pensó en dejarlo todo. “No porque pensara ‘lo he hecho’. Es sólo porque echaba de menos las cosas sencillas de la vida. La vida se me ha complicado mucho”. Pero como ella misma reconoce, “esta es la vida que yo elegí”. Y es que Duffy sabe que su vida no volverá a ser como cuando vivía en la pequeña, y desconocida para el mundo, ciudad de Nefyn. Así que, después de romper con la manager que la convirtió en una estrella, decidió lanzar un nuevo disco de la mano de Albert Hammond (no busques en la Wikipedia, ya lo hice yo y no tiene nada que ver con el órgano hammond) y con la ayuda de la banda de hip hop The Roots.
“Él estaba en su casa de Los Ángeles un día y su mujer le dijo: ‘¡Albert! ¡Albert! Mira a esta chica de la tele. ¡Su voz suena como la de una mujer negra!’. Miró y dijo: ‘¡Oh Dios mío!’”. Así fue cómo saltó la chispa que encendió la mecha de su relación con Albert Hammond mientras ella interpretaba Stepping Stone en en el programa Saturday Night Live.
“Pensé en dejarlo, en serio” Después de meses de composición, semanas de grabación en Nueva York, Londres y España y días de promoción (básicamente en los dos Unidos, aquí el Reino y allá los Estados) el álbum ya estaba listo para llegar primero a las tiendas y después a mis manos. Cuando escucho Endessly veo el opening de una película de James Bond con Lovestruck; me divierto en una fiesta en los años 70 con Girl; estoy sólo en la pista de baile con Too Hurt To Dance; hago un viaje psicodélico con My Boy; escucho a una diva de la Motown con Keeping My Baby; o veo un anuncio de perfume con Hard For The Heart.
ffy ace infinita
Endlessly me gusta. Pero claro, yo es que soy un enamorado de Duffy y ya se sabe que el amor es ciego, y quizá, sordo. www.iamduffy.com www.facebook.com/Duffy www.twitter.com/iamduffymusic
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CLICK Y LA VIDA CONTINÚA
Zadar. Croacia.
SIENDO OBJETIVO
Berlín. Alemania.
LA MIRADA INDISCRETA
Londres. Reino Unido.
A帽o Santo
Jacobeo
2010 Se acab贸 lo que se daba
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REPORTAJE : Goodbye Año Santo... por fin! Ojalá fuese mujer. Es lo primero que pienso siempre que me atrevo a cruzar el umbral y pisar más allá en terreno Desigual. Ojalá hubiese nacido doble equis en lugar de equis y griega. Lo volví a pensar el sábado pasado cuando, a medida que avanzaba por la oscuridad de una de sus tiendas, los abrigos parcheados, los jerseys imposibles, los vestidos explosionados me cegaban con sus formas, colores y brillos. Se me mostraban tan apetitosos como los dulces detrás del cristal de una pastelería. Y es que lo probaría todo. Le hincaría el diente al abrigo de tonos turquesas y botones cada uno de su padre y de su madre y al vestido hecho de los retales que alguien se encontró por el taller. Ojalá fuese mujer. Porque además de creer, subjetivamente, que la ropa es bonita, las muy puñeteras prendas que allí tienen expuestas parecen un auténtico chute de felicidad. Tengo la sensación que es ponerse encima uno de esos abrigos un horrible día de invierno y automáticamente los edificios se pintan de colorines, las flores crecen de entre las baldosas y la gente baila y canta como una posesa creyendo ser el elenco de un musical. Si fuese mujer me vestiría de Desigual sin dudarlo. Bueno, si fuese
Un rebaño en el Camino.
mujer y si tuviese un rebsosante cerdito-hucha en la estantería, pues las prendas de la marca catalana no son baratas precisamente. Y es que no ser igual a los demás tiene un precio y es alto. Pero como soy hombre tuve que seguir mi camino hasta el fondo de la tienda, allí, a lo lejos, donde está la ropa de hombre. Yo también la pondría a lo lejos. A lo lejos y escondida.
“Pensé en dejarlo, en serio” La fórmula que funciona con la línea de mujer no funciona con la de hombre. La ropa me parece fea. No hay nada que me guste. Al final me compré unos pantalones vaqueros. Sencillos. Simples. Lo menos desigual que haya visto jamás. Por eso me los compré. Por eso y porque la tienda era outlet y el pantalón, tras varias caídas en picado, había bajado de ochenta a veinte euros. Son pitillo y con el culo cagado, como dice una amiga. Pero nada más.
Ojalá fuese mujer. Es lo primero que pienso siempre que me atrevo a cruzar el umbral y pisar más allá en terreno Desigual. Ojalá hubiese nacido doble equis en lugar de equis y griega. Lo volví a pensar el sábado pasado cuando, a medida que avanzaba por la oscuridad de una de sus tiendas, los abrigos parcheados, los jerseys imposibles, los vestidos explosionados me cegaban con sus formas, colores y brillos. Se me mostraban tan apetitosos como los dulces detrás del cristal de una pastelería. Y es que lo probaría todo. Le hincaría el diente al abrigo de tonos turquesas y botones cada uno de su padre y de su madre y al vestido hecho de los retales que alguien se encontró por el taller.
Monasterio de Samos.
Ojalá fuese mujer. Porque además de creer, subjetivamente, que la ropa es bonita, las muy puñeteras prendas que allí tienen expuestas parecen un auténtico chute de felicidad. Tengo la sensación que es ponerse encima uno de esos abrigos un horrible día de invierno y automáticamente los edificios se pintan de colorines, las flores crecen de entre las baldosas y la gente baila y canta como una posesa creyendo ser el elenco de un musical. Si fuese mujer me vestiría de Desigual sin dudarlo. Bueno, si fuese
“Pensé en dejarlo, en serio”
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UN TÉ CON LA HISTORIA Aterrizaje forzoso con la máquina del tiempo en la isla de Santa Helena en el año 1815. Napoleón Bonaparte, calzado con botas altas, pechera blanca, casaca gris y con su característico bicornio sobre las rodillas, nos recibe en su destierro forzoso. No quiere saber nada de tomar té mientras realizamos la entrevista. “El té viene de China pero sirve para financiar las tropas inglesas” dice con no muy buen cara.
Usted nació en Córcega un año después de que el Reino de Génova se la vendiese a los franceses. En sus primeros años luchó por la independencia de la isla y terminó siendo Emperador de Francia. ¿Cómo se vive con ese cacao mental identitario? Para mí nunca ha sido un problema. Desde pequeño he sabido lo que quería y era ser el dueño de toda Europa. En mi infancia jugaba a cercar terrenos como si fuesen países y a enfentarme a sus ejércitos formados por gallinas, cerdos y ovejas. Para ser el dueño de Europa sólo hay que nacer en Europa, ¿sabe? Daba igual ser genovés, corso o francés. Lo importante era ser europeo y yo lo era.
Pero no llegó a ser el dueño de toda Europa. Me comí la mitad el pastel. Es bastante para una sola persona y para un pastel del tamaño de Europa, ¿no cree?
Hablemos de su vida personal. Se casó con Josefina en 1796 y se divorció en 1810. Entonces se dijo que era porque ella no podía darle un heredero. ¿Qué hay de cierto? Lo que realmente sucedió fue que, debido a las campañas militares, yo pasaba mucho tiempo
fuera de casa y ella aprovechaba mis ausencias para encontrar consuelo en brazos de otros hombres. No la culpo por ello. La relación se fue enfriando poco a poco. Es lógico. Un día, en el Palacio de las Tullerías, mientras cenábamos un cordero asado le dije que se había terminado.
También se comentó que usted realizaba visitas nocturas a las habitaciones de las damas de compañías y sirvienta de Josefina. No lo voy a negar. Puede que lo haya hecho por despecho. No lo sé.
La batalla que supuso su ocaso, Waterloo, es el título de la canción con la que un grupo sueco llamado ABBA se hará mundialmente conocido. La canción empieza con la frase “en Waterloo Napoleón se rindió”. ¿Fue así? Estos suecos siempre me han parecido muy graciosos. Recuerdo que participaron en varias alianzas en mi contra. Pero vamos, por estar, por aparecer en la Historia, porque ya me dirá usted un país con tan pocos ciudadanos, ¿cuántos soldados puede tener? De todas formas le diré que yo nunca me he rendido. En Waterloo perdí, no me rendí.
Usted ha sido un gran militar y poiítico pero en el futuro muchos lo conocerán por su fama de bajito. Merde! -exclama mientras da un golpe en la mesa-. Malditos ingleses. Fueron ellos los que crearon esa leyenda con sus caricaturas. ¿Pero sabe cuánto mido? Un metro y sesenta y ocho centímetros. Mido cuatro centímetros más que el duque de Wellington pero sus conciudadanos no dicen nada de eso en sus viñetas. Vivimos a principios del siglo XIX y mido casi un metro y
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Bél gi ca BRUSELAS Existe gente a la que Bruselas pues... como decirlo... ni fu ni fa. Yo, en cambio, sólo por ver la Grand Place creo que merece la pena dejarse caer por la capital de Europa. Me gusta Bruselas. Me gustan sus calles, sus edificios, sus barrios, sus gentes, sus turistas y su atmósfera producto de una mezcla cosmopolita y provinciana. La Grand Place es el centro de Bruselas. Allí se encuentran algunos de los edificios más bellos de la ciudad, entre ellos el Ayuntamiento, único edificio de la plaza que queda de su época medieval y que es protagonista de un espectáculo de luz y sonido cada noche que no te debes perder. Callejea un poco por los alrededores y te será fácil ver, en las paredes de varios edificios, murales de algunos de los cómics más famosos del mundo. No tardarás en encontrar el Manneken Pis. Puede, incluso, que pases por delante y no lo veas de lo pequeño que es. Algunos días lo disfrazan, otros no. Será imposible que te resistas a tomar un gofre en alguna de las gofrerías de la zona. Y olvídate del tradicional gofre de chocolate con nata. Si tu gula y tu nivel de azúcar te lo permiten, puedes hincarle el diente a cualquiera de las bombas de relojería que se venden. Si sigues paseando por el centro llegarás a las Galerías de St. Hubert, las primeras galerías comerciales cubiertas
de Europa, con sus tiendas de chocolates y bombones, moda, muebles o cafeterías. No te vayas de Bruselas, o de Bélgica, sin probar sus bombones. Puedes visitar la Catedral o acercarte hasta la Estación Central, la cual conserva cierto aire romántico de antaño. Estás a un paso del Parque de Bruselas. Allí puedes hacer un descanso y comer un bocadillo (no serás el único pues es algo bastante habitual) o las típicas patatas fritas con salsa que podrás adquirir en un puesto callejero. En frente del parque se encuentra el Palacio Real. Algunos días de verano lo abren al público para conocer, gratuitamente, sus salones. Si andas un poco más, sólo un poco más, desde allí llegarás al mirador del Palacio de Justicia donde
La Belgique... België... Belgien... ese pequeño país de Europa, sede de la Unión Europea y de otros organismos internacionales y tal y cual. Actualmente tienen algunos problemillas porque el país está formado por tres regiones: Bruselas-Capital, Flandes y Valonia, pero, sobre todo, por dos comunidades lingüísticas bien diferenciadas: la neerlandesa y la francesa.
podrás contemplar una mangífica panorámica de Bruselas. Si estás cansado, puedes parar en uno de sus cafés y disfrutar, si te gusta, de la cerveza belga.
La comida típica de Bruselas son los
Para llegar hasta el Atomium deberás tomar el metro. A mí me impresionó por su tamaño, su originalidad y su brillo. Pagando, accederás al interior y podrás moverte por sus conductos o disfrutar de las vistas desde sus esferas. Y poco más hay que ver o hacer por la zona. De vuelta al centro, si aún tienes ganas, puedes dar un paseo por el barrio que alberga la mayoría de las instituciones de la Unión Europea y terminar descansando los pies en el Parque del Cincuentenario con su Arco del Triunfo. 29
DE VIAJE POR AHÍ BRUJAS Todo el mundo me decía que si iba a Bélgica no podía volver sin visitar Brujas. Y es que no conozco a nadie al que no le haya gustado. A nadie. Caminar por Brujas es hacerlo por una ciudad de cuento teniendo la sensación de ser uno de los personajes de los hermanos Grimm. El casco histórico, con sus puentes, sus canales, sus casas de muñecas... fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 200. Por algo será, ¿no?. Cometerías un pecado, no sé si capital, si vas a Brujas y no das un paseo en barca por sus canales medievales. Descubrirás la ciudad desde una perspectiva diferente. Con un poco de suerte (como fue mi caso) el capitán, que también hace de guía turístico, sabe español y te enterarás fácilmente de anécdotas, datos históricos y curiosidades. Después sólo queda callejear. No te cansarás pues Brujas no es muy grande. Piérdete por sus calles, cruza sus puentes, deja paso a bicicletas y carros tirados por caballos, fotografía sus casas e iglesias y, antes o después, llegarás a la Plaza Mayor, donde están algunos de los edificios más destacados y emblemáticos de la ciudad. Muy
cerca se encuentra la Plaza del Burgo con el Ayuntamiento y la Basílica de la Santa Sangre. Si eres católico y quieres besar la reliquia debes saber que sólo se permite todos los viernes del año. Si eres un adicto al chocolate te interesará saber que la ciudad acoge un museo dedicado Antes de marchar puedes comprar un recuerdo típico: encaje de bolillos, imanes para la nevera, molinos de porcelana... en alguna de las muchas tiendas para turistas que salpican la ciudad.
GANTE No llegues a Gante, bueno, a ninguna ciudad belga que no sea Bruselas, a partir de las seis y media de la tarde. Yo lo hice y me encontré la ciudad cerrada, incluída la oficina de turismo. Aún así, Gante es una parada obligatoria en tu viaje por Flandes. Un buen comienzo es la enorme plaza en la que se encuentras las Tres Torres, símbolo de la ciudad. Aunque parecen tres catedrales, realmente sólo una de ellas lo es, la Catedral de San Bavón. Las otras dos torres son la Atalaya o Belfort y la iglesia de San Nicolás.
de los graneros) con sus edificios gremiales medievales. A las orillas del canal se agolpan restaurantes y cafés y también jóvenes con sus bicicletas disfrutando de una copa de vino y de un aperitivo casero. Y es que Gante es una de las ciudades universitarias más importantes de Bélgica, lo que la llena de un ambiente juvenil y festivo. Siguiendo el curso del canal llegarás hasta el Castillo de los Condes. Y poco más puedo contar de mi experiencia en la ciudad. Debo decir que, callejeando, me impresionó la belleza de su arquitectura, combinando las casas típicas, las construcciones medievales y otras edificaciones posteriores de gran belleza. de Y según he visto después en algunas webs, Gante merece mucho la pena.
Puedes dar un paseo por el canal que atraviesa el casco histórico. En él se encuentran el Graslei (muelle de las herboristas) y el Korenlei (muelle
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VIAJE INTROSPECTIVO
ERA
el mes de Diciembre. Hay mejores épocas que el invierno para visitar París, lo sé. Pero era Diciembre, que le voy a hacer. Y debo admitir que el tiempo no se estaba portando mal del todo teniendo en cuenta que en París casi siempre hace mal tiempo; alguna llovizna que otra; un poco de frío navideño; y varias nubes negras por el horizonte. Podía ser peor. Y sí, fue peor cuando aquellos nubarrones decidieron descargar su malhumor sobre mi cabeza justo cuando me encontraba haciendo algunas fotografías creativas de Notre-Dame, y aunque soy un amante de la inspiración, más lo soy de mi estado de salud. - Allí -dije en voz alta, como si comandase una unidad del ejército, al tiempo que estiraba mi brazo y al final de todo también mi dedo índice. Allí era el Café Panis. Podría decir que captó mi atención con su aire de café parisino de la Belle Époque que tantas veces (bueno, algunas veces) había visto en el cine. Pero mentiría. El Café Panis fue lo primero, y lo único, que vi que pudiese servirme de cobijo mientras pasaba el chaparrón. Pedimos dos cafés, por eso de hacer honor al nombre. Pedimos porque iba acompañado. Pequeñitos y servidos en porcelana del art nouveau (la mía verde, la suya amarilla), cuatro euros sesenta céntimos. Es decir, dos euros treinta céntimos cada uno, y a pelo, sin un trozo de esa pâtisserie que los franceses no se quitan de la boca pero que yo no me llevé a la mía. Madera envejecida y arañada, luz cálida, murmullos incesantes como en un campo de grillos, sillones de cuero, formas forjadas y la sensación de que en cualquier momento se escucharía un grito: ACCIÓN. Con vistas a Notre-Dame pero sin verla mucho, pues a las siete de la tarde ya era noche cerrada, aprendí dos cosas que ya sabía cuando salí de casa: que París es caro y que los días son más largos en verano. 33
MAGAZINE MISCELÁNEO. NÚMERO 1. AÑO I.