T RUMBO NUEVO. Jueves 4 de febrero de 2016
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EDITOR
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COEDITOR GRテ:ICO: Cテゥsar Armando Javier
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Carlos Ramos
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Jueves 4 de febrero de 2016
PREFACIO
Carlos Ramos
A mis amables lectores: Tengo el placer de presentar a ustedes mi cuarto libro, el cual lleva en sus páginas las mejores creaciones de los mejores poetas de esta tierra siempre bella y pintoresca, cuna del inmortal poeta Carlos Ramos, de la inspirada poetiza Dolores Correa Zapata, del sonetista Marcos E. Becerra, del poemista clásico Lorenzo Calzada y de otros poetas más que le cantaron a TEAPA con inspiración sublime, sin faltar aquí los contemporáneos, como Saúl Wade y Marco Aurelio Jiménez, que aún conviven con nosotros. La portada de este libro, lleva la efigie del poeta Carlos Ramos porque aquí van impresas sus mejores poesías, ya que el con su númen e inspiración fecunda, calificada entre la de los mejores poetas de México, le cantó a su tierra natal en su “ADIOS A TEAPA”, a la mujer con romanticismo sensible y conmovedor, que lo transformó, en un símbolo para esta su tierra natal. Como la impresión de todo libro es un sacrificio intelectual y económico que debe recibir estímulo de los lectores; sobre todo de los de Teapa, mi tierra natal, espero que sea bien recibido este libro y que todo hogar tabasqueño lo adquiera, que en esta forma cumplirá con un deber sagrado: el de tener en su casa la musa inolvidable de Carlos Ramos y demás cantores de Teapa.
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PROLOGO MINIMAS FRASES
Privado – para mis anhelos personales- del placer i el honor de un prólogo para esta obra, prólogo que mucho supliqué por razones de orden de categorías a un alto i noble amigo mío; privado a mi pesar de tal honor a que aspiraba para mí i para este libro bello, véome, también a mi pesar, en la necesidad de presentarlo yo i de consagrar un breve elogio, breve como escasa es mi competencia, pero tan lleno de admiración por el poeta como de mi buena voluntad por honrarlo solamente, honrando con él al mismo tiempo al solar tabasqueño, al cual todo honor debemos i toda honra debemos tributar. I así, dije de Carlos Ramos en mi libro “La Poesía Tabasqueña”, ahora ocho años hace, lo siguiente: Nació en Teapa el 11 de enero de 1875. En 1895 empezó a escribir como colaborador de la “Bohemia Tabasqueña”. Escribió además en “La Revista de Tabasco”, “El Arco Iris” i “El Universal”, i fundó i dirigió “El Grito de Dolores”. En el artículo publicado en la revista HOY, en
febrero de este año de 1940, explicando la influencia del medio sobre la poesía dije: Carlos Ramos, erótico y humorista, lírico profundamente ajitado por vibraciones de onda de la más auténtica inspiración, fue producto natural de Teapa, cantando al amor, prodigando gracia i sal en el epigrama, o malicia picante en la ironía. Su musa, como una flor ideal de pétalos pintados por las manos de grácil princesita, tiene matrices de color fuerte, pero que no ofende la mirada en el sutil donaire de la cuarteta zumbona, i de la profundidad del tono cargado de anímica esencia, en el serventerio de la oda. Carlos Ramos pertenece a la categoría de los poetas mayores de Tabasco. La pobreza de la ofrenda no menguará la pureza de la intención. I sea este libro la primicia de una serie con la cual queremos perpetuar la memoria de aquellos hijos beneméritos de Tabasco a quienes la gloria ha consagrado. Villahermosa, Tabasco, octubre de 1948.
Francisco J. Santamaría
BIOGRAFIA
EL AUTOR.
no de los personajes más importantes de la poesía en Tabasco a principios del siglo pasado fue el poeta Carlos Ramos Álvarez, nacido en Teapa, el 11 de enero de 1875, hijo del agricultor, Don Lorenzo Ramos y Doña Delfina Álvarez de Ramos, de él han dado cuenta escritores, hombres de letra, políticos, catalogándolo como uno de los poetas mayores de Tabasco. En el libro del registro civil de su ciudad natal aparece el acta en la cual: en la ciudad de Santiago de Teapa a los dos días del mes de Junio de 1882, ante el C. Rafael Ricalde, juez del estado civil en esta municipalidad fue presentado un niño, nacido en la calle del mure de esta ciudad, a las cuatro de la tarde del día 11 de enero de 1875, y se le puso por nombre Carlos Higinio Ramos Álvarez. Sus abuelos paternos fueron
Nació el poeta Carlos Ramos en la Ciudad de Teapa el 11 de enero de 1875. Fueron sus padres don Lorenzo Ramos y doña Delfina Álvarez de Ramos. Sus primeros estudios los hizo en Teapa en la Escuela Pública y con el maestro Hipólito Ramos; la Primaria Superior con el Sacerdote español Vega, pasando después al Instituto Juárez, bajo la dirección del Licenciado Gustavo Zuzarte, de origen cubano. En sus estudios se caracterizó por su aprovechamiento, obteniendo calificaciones sobresalientes, que lo hicieron figurar como catedrático del mismo plantel. Desde muy joven dio muestras de su inspiración poética, que más tarde lo habría de inmortalizar. Contrajo nupcias en la finca San José con la señorita Esther Balboa, de cuyo enlace hubieron cuatro hijos: Carlos, Boris, Yolanda y Rosario. Ya casado se quedó trabajando con su padre en su finca El Carmen. Años después, en 1912 adquirió un rancho en el río de la Sierra y allí se enfermó de gravedad y falleció en el entonces San Juan Bautista, el 3 de febrero de 1913. Teapa, Tabasco, Enero de 1970. Manuel Rosado G. Don José Ignacio Ramos y Doña María de Jesús Salas, y sus abuelos maternos Don Cristóbal Álvarez y Doña Candelaria Rubio. En 1902 contrajo nupcias con la señorita Esther Balboa y de ese matrimonio procrearon 4 hijos: Carlos, Boris, Yolanda y Rosario; todos de apellidos Ramos Balboa. Desde muy temprana edad colaboró en diferentes revistas y en la Bohemia Tabasqueña (1898), periódico literario redactado por Lorenzo Calzada (El
chato), José Calzada Águila, Fernando Duque de Estrada, Pedro Alcalá Hernández, Carlos Ramos, Leandro Duque de Estrada, Cándido F. Ortiz, Dolores Puig de León y Andrés Calcáneo Díaz. La Bohemia Tabasqueña es una de las más importantes y celebres publicaciones literarias de Tabasco que señala una época de oro de las letras de la misma. Participó también en “El Cascabel” cuyo director era Lorenzo Calzada; Jefe de redacción, Salome Taracena;
Redactores, Juan Ramírez, Gabriel Virgilio Contreras, Víctor Manuel Mantilla, Pedro Alcalá, Arcadio Zentella S., Antonio Jiménez, Justo C. SantaAnna, Carlos Ramos, Francisco G. Quevedo, Andrés Calcáneo, Felipe Margalli, el poeta sabio; José N. Rovirosa, Simón Cetina Moreno, Abel Covarrubias, Ignacio Ancona H., José F. Castellot, José María Pino Suarez, y Rosendo Taracena. Comprometido en rescatar la memoria histórica de grandes personajes teapanecos, y como una aportación a las futuras generaciones para que tengan la oportunidad de conocer y reconocer el talento y la inspiración de hombres y mujeres que forjaron la historia de Teapa, me permito compartir del libro “POETAS DE TEAPA” del autor Manuel Rosado González, que contiene un interesante prólogo escrito en octubre de 1948 por Don Francisco J. Santamaría, acerca de la estatura y dimensión del poeta Carlos Ramos, y los conceptos biográficos vertidos por el propio autor del libro Don Manuel Rosado González. A continuación, el prólogo, los conceptos biográficos y algunas poesías del poeta Carlos Ramos, contenidas en el libro denominado “POETAS DE TEAPA” “.....
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DIRECTORIO Jorge Alberto Javier Quero
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EL DIARIO DE LA VIDA TABASQUEÑA
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A SOLAS
¿Quieres que hablemos? Está bien… Empieza! Habla a mi corazón como otros días… Pero no… ¿qué le dirías? ¿Qué podrías decir a mi tristeza? No quieras disculparte, todo es vano; Ya murieron las rosas en el huerto; El campo verde lo secó el verano Y mi fe en ti, como mi amor, ha muerto. Amor arrepentido, Ave que quiere regresar al nido Al través de la escarcha y la neblina; Amor que vienes aterido y yerto, Donde fuiste feliz ya todo ha muerto No vuelvas… Todo lo hallarás en ruinas. ¿A qué has venido? ¿Para qué volviste? ¿Qué buscas? Nadie habrá de responderte; Está sola mi alma y estoy triste, Inmensamente triste hasta la muerte. Todas las ilusiones que te amaron, Las que quisieron compartir tu suerte, Mucho tiempo en la sombra te esperaron Y se fueron… cansadas de no verte. Cuando por vez primera En el camino te encontré, reía En los campos la alegre primavera; Todo era luz, aromas y armonía. ¡Hoy todo cuán distinto! Paso a paso A solas voy por la desierta vida, Nave sin rumbo entre revueltas olas, Pensando en las tristezas de ocaso Y en la tristeza de las almas solas. En torno la mirada no columbra Sino aspereza y páramos sombríos, Los nidos en la nieve están vacíos Y la estrella que amamos ya no alumbra El azul de sus sueños y los míos… Partiste como el barco en lontananza, Cuando empezaba a descender la sombra, ¿Recuerdas?... Te llamaba mi esperanza, ¡Pero ya mi esperanza no te nombra! No ha de nombrarte. ¿Para qué?, vacía Está el ara, y la historia yace trunca; Ya para que esperar que irradie el día Si una voz grita en nuestras almas “nunca”! Dices que eres el mismo que en tu La dulce llama de otros tiempos arde; Que el nido del amor no está desecho Que para amarnos otra vez no es tarde. ¡Te engañas…! No lo creas… Ya la duda Echó en mi corazón fuertes raíces,
Ya la fe de otros años no me escuda; Quedó de sueños mi ilusión desnuda Y no puedo creer lo que me dices. ¡No lo puedo creer! Mi fe burlada, Mi fe en tu amor pérdida, Es ancla de una nave destrozada Ancla en el fondo de la mar caída! Anhelos de un amor, castos, risueños, ¡Ya nunca volveréis; se van… se esconden… ¿Los llamas…? ¡Es inútil! ¡No responden! ¡Ya los cubre el sudario de mis sueños! ¡Hace tiempo se fue la primavera Llegó el invierno fúnebre y sombrío! Ave fue nuestro amor, ave viajera… ¡y las aves se van cuando hace frío!
OYE Y ESPERA
I ¡Pretender arrancarme de la vida El fuego de tu amor! ¿Y quién se atreve A prohibir a la mar embravecida Que ruja cuando el viento la conmueve? II ¡Vana ilusión! No se hacen las pasiones Para ceder a miserable intento; Aun son más refrenables los ciclones Que el soberbio huracán del sentimiento. III Sufres y sufro. Nuestros mutuos males Acrecerán nuestra pasión ardiente; Que no alcanzan las nieves invernales A matar el vigor de la simiente. IV Lucharemos los dos. En el combate Se acrisola el civismo de las almas; Cuando la furia del ciclón abate Es cuando prueban su vigor las palmas. V No te arrendre la noche tenebrosa Que se dibuja en el vecino oriente: Vendrá el alba después, y esplendorosa Alumbrará nuestra pasión naciente. VI Lucharemos los dos. Moderno Anteo Será el amor que en nuestro pecho late, Que los dos alentados del deseo Saldremos victoriosos del combate. VII Depón la pena. Que en tus labios rojos Luzca otra vez la risa bienhechora, Y que brille en el cielo de tus ojos El fuego de mi estrella redentora.
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VIII No temas por mi mal. En la azarosa Existencia, si hay goces hay dolores; De la oruga en la cárcel tenebrosa Hay luz de estrellas y matiz de flores. IX En cada flor de perfumado broche Deja un insecto indestructible huella Y en los arcanos de la negra noche Vive y cintila la argentada estrella. X Deja de llorar que no es mentira Que después de la pena está la gloria, Y entonces, en las cuerdas de mi lira Cantaremos los dos nuestra victoria,
DE BLANCO
Blancas son las primeras ilusiones Y blancas las primeras esperanzas, Y blancos como el lirio los ensueños Que viven encendidos en el alma. Son color de azucena tus encantos, Blancos como los sueños de la infancia, Y sobre ellos ostenta la blancura De nieve y mármol, de jasmín y nácar. ¡Oh musa blanca de la lira mía! ¿Por qué despiertas mis profundas ansias?... Venus ardiente que de la ola brota Por espumas de encanto coronada ¿Qué extraña influencia tu mirar ejerce Sobre todas las fibras de mi alma? ¡Es amor o ilusión… pero me abismas Y siento celo de tus gasas blancas! Feliz el sol que en olas de topacio Te llega a acariciar en las mañanas; Feliz la luna que tus ojos mira Y en la luz de tus ojos se retrata. Cuántas veces pensando en tus hechizos En medio del fervor de mis plegarias Ambiciono en mi loco devaneo Ser un girón de tu ondulante falda. Envidio el arrebol que se dibuja En tus mejillas de azucena y grana, Y tengo celos de la luz que besa Tu blanca frente de rubor bañada. ¡Cuán distintos los dos! Tú placentera Vistes de blanco tus divinas gracias, En tanto yo, que de tristeza muero, Viste de luto la mansión de mi alma.
¡AVE, RUBIA!
Llevan tus ojos azules y tu rubia cabellera, Y las curvas celestiales de tu talle de palmera,
Mi esperanza y mi desvelo; Yo iré cantando tus triunfos con mi citara amorosa Y llevaré a los altares de mi virgen cariñosa El perfume de mi anhelo. Los ojos negros me inspiran para cantar mis dolores, Mis amargos sufrimientos y mis hondos sinsabores Mis vigilias y pesares; Los ojos tristes, tan tristes como caricias pesadas, Los que tienen las pupilas como vírgenes que imploran, Como vestales que gimen, como recuerdos que lloran Las ilusiones pasadas. Pero tus ojos azules como el ancho firmamento Cuando ha barrido las nubes con sus plumeros el viento: Tus ojos de vaga inquieta La caricia y la ternura; donde irradia tu mirada Celestial y cariñosa como una estrella incrustada En un cielo de violeta: Tus ojos en donde brilla la terneza y la delicia, Tus ojos llenos de fuego, de ternura y de caricia… Esos me inspiran cantares Que van saliendo en desfile de mis íntimos latidos, Que hablarán de mis ansias, y en perfumes convertidos Irán hasta tus altares. Cuantos que tienen aroma de azucena y jazmín-rosa Y que brotan a raudales de mi lira cariñosa Al calor de tus miradas; Dales luz y no te importe que se cieguen o deslumbren; Son de sombras y por eso, que amorosas las alumbren Tus pupilas azuladas.
¡TAN… ¡TAN…
I Media noche en el cielo de mi alma Y llaman a la puerta de mi alcoba, ¿Quién se atreve a robarme así la malma? ¡Quién es el que la calma así me roba? II ¡Piedad, Señor! El único delito Por el cual al tormento me condenas Fue abrigar un amor tan infinito Como todo lo inmenso de mis penas. III Amé como ninguno y sin embargo, Para hacer más horrible mi suplicio Llevo en el alma mi dolor amargo Y la eterna señal del sacrificio… IV ¡Tan…! ¿Quién llama? La noche está sombría Y brumosa; los astros se escondieron, ¡Quién llama con acento de agonía? ¡Son esperanzas que de amor murieron…? V Señor: Ayer cuando la vida ingrata Me brindó sus mentidas ilusiones,
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Fue mi lira soberbia catarata Que en vez de espumas arrojó canciones. VI Más hoy, al golpe del destino adverso, Mientras el mundo de mi mal se mofa, Es un libro de llanto cada verso Y una historia de pena cada estrofa. VII Si encontrar un ser que me comprenda Hay marchado en la tierra con asombro, Y voy como el Jesús de la leyenda Con la cruz del martirio sobre el hombro. VIII ¡Tan!... y vuelve a llamar; ¿quién a deshora Viene a turbar la paz de mi reposo? Parece voz de huérfano que llora Llamando con acento lastimoso. IX ¿Quién abandona la enlutada tumba Y viene a relatarme sus querellas…? Afuera el viento de la noche zumba Y está el cielo sin luna y sin estrellas. X Pero esta voz no es una, son gemidos, Son acentos de espectros ateridos Y parece que nacen de mi alma. Que en coro vienen a turbar mi calma. XI Es media noche y el inmenso espacio Es un sepulcro trémulo y sombrío, Duerme Diana en su espléndido palacio Y os compadezco porque arrecio el frío. XII Penetrad a la alcoba sin fragancia Donde duerme rendido el pensamiento, Y en el sitio más hondo de la estancia Id tomando cada uno vuestro asiento. XIII Pasad… ¿Y quiénes sois? Así vestidos Aumentáis el pesar de mis dolores… “Somos las sombras de tus sueños idos, Los recuerdos de todos tus amores” XIV ¿Mis recuerdos?... “Aquellos que nacieron De tus anisas más férvidas y bellas; Tus recuerdos, aquellos que murieron Cuando a la tumba descendieron ellas”. XV “Somos aquellos que arrojó el pasado En el sepulcro de la fe perdida, Los que embriagaste ayer enamorado Sin comprender la farsa de la vida”.
XVI ¡Dejadme por piedad! Toda esa historia Ha sido un libro de traición y dolo; Salid por compasión de mi memoria, Vosotros me matáis… ¡dejadme solo!
NO ME MIRES
No me mires, te lo ruego, Porque el alma me arrebatas; No me mires que me matas Con tu mirada de fuego. Te adoro convulso y ciego Pero tú mirada ardiente Me quema tan hondamente Que acrecienta mi ansiedad… ¡No me mires por piedad Si te soy indiferente! Van por distintos caminos Nuestras almas en la vida; Tú eres la antorcha encendida, Yo la sombra del destino. Solitario y peregrino Voy marchando por el mundo Y mi existencia errabunda Lleva por único amigo El dolor que va conmigo. Y mi sinsabor profundo. Yo que llevo los despojos De tu amor que fue mi creencia Yo que en la ingrata existencia Sólo hallo penas y abrojos… Y sin embargo, tus ojos Se afanan en contemplarme, Dime, ¿quieres asfixiarme Con tu mirada de fuego?... No me mires, te lo ruego Si no has de poder amarme. Mas ¿qué he de hacer?, tu mirada Es el faro que me guía En esta senda sombría De mi dicha infortunada; Derrama esa luz sagrada De mi vida en los enojos; Yo que marcho entre despojos Sin que nadie me comprenda, ¡Quien ha de alumbrar mi senda Si no la alumbran tus ojos? Disipa la noche umbría Que palpita en mi redor, Con el límpido fulgor De tus ojos, musa mía. Ellos que tienen poesía Y resplandores de aurora; Mis negras noches colora Con esa luz que me hechiza, Aunque se vuelva ceniza El corazón que te adora.
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ANTITESIS
VI Lucharé por tu amor con ansia loca Porque te adoro y mi pasión es mucha; Pero mi fe gigante será poca Si tú no me acompañas en la lucha.
Legión de estrellas el espacio puebla, Flechas de fuego el universo amagan, Y al prenderse en el manto de la niebla Con indolente majestad se apagan.
VII Más no te exijo que tu aliento sea El torpe galardón de que blasones; Pero si yo desmayo en la pelea, Entonces, por piedad… no me abandones.
Es de noche. La luna lentamente Va por el cielo plácida y tranquila, Y una oleada de luz resplandeciente Como lluvia de fósforo destila.
Nada turba la paz. Mil luces bellas Tiñen de fuego el anchuroso velo, Mientras marchan las pálidas estrellas En caravana errante por el cielo. Nada turba la paz. El rudo viento Con soberana majestad dormita, Y la luz que ilumina el firmamento En el espacio sideral se agita. Profunda calma reina en el vacío, Y como eterno y mudo centinela, En el inmenso piélago sombrío El infinito sobre el mundo vela. Sólo en el fondo de la mente mía La sombra del pesar tiende su velo Y en el arcano de mi noche umbría No hay luz, ni estrellas, ni fulgor, ni cielo.
¡AVE!
I Así te adoro; con la digna gala Que el corazón en el martirio ostenta; Admiro el ave que despliega el ala Y atrevida se encara a la tormenta. II De este dolor que nuestras almas sella Saldrán horas de goce y de ventura; Cuando el océano en el peñón se estrella Salta la espuma diamantina y pura. III Al fragor del ciclón que nos azota Cantaremos la fe de nuestro aliento! Si el huracán soberbio se alborota La palma canta la canción del viento. IV Ten esperanza y fe nuestro desvelo No es el mundo fatal de una agonía; El cielo de las almas es un cielo Que tiene sombras mientras llega el día. V No he de tener la tempestad que abate Si tu sublime abnegación me ayuda, Y más alientos me dará el combate Si cariñosa tu pasión me escuda.
VIII Nos hieren es verdad. Así lo quiere Nuestra suerte fatal, la suerte ingrata; No imploremos piedad a quien nos hiere Ni pidamos perdón a quien nos mata. IX Nos hieren, es verdad. Es necesario Poner a prueba nuestro amor sincero; Ascendamos las gradas del Calvario Con alma firme y corazón austero. X Sufriremos los dos si nos amamos, Que los que aman con pasión no imploran Y que el mundo no sepa que lloramos Porque el mundo desprecia a los que lloran.
PERDON
Señor, cuando abatido pedí clemencia un día, Tu celestial grandeza mi acento no escuchó, Y entonces la blasfemia brotó del labio mío Como una catarata preñada de rencor. Con fe mahometana me arrodillé a tus planas Pidiendo para mi piedad y compasión, Y tu alta omnipotencia burló mis sufrimientos Y todos mis pesares indiferentes vió. Y mendigué la dicha como un aventurero, Sin goces ni esperanzas, sin fe y sin ilusión, Y a cada alma piadosa que hallé por el camino Le demandé cariño, por el amor de Dios. Pero Señor, tú sabes que nadie me escuchaba, Que nadie a mi plegaria clemente respondió Y que a la voz del alma tan sólo respondía El eco funerario del sufrimiento atroz. Me abandonó tu mano cuando en la cruenta lucha Con todos los dolores mi vida se encaró, Y se apagó en la noche fatal de mi existencia El último destello de luz del corazón. Por eso renegado dudé de tu grandeza, Mi convicción por eso de tu poder dudó, Porque mi negra suerte vertió sobre mi vida El último residuo del vaso del dolor. Después… vagué perdido, sin rumbo, sin destino, No sé de mi existencia, no sé lo que pasó, Llevaba solo a cuesta el fardo de mis penas
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Y no volvió mi labio a demandar perdón. Pero por fin, un día, en medio del combate Tu majestad augusta solemne apareció: “-despierta”- me dijiste- “arroja tus tristezas Porque ha llegado la hora de santa redención”. Volví de aquel letargo de pena y agonía, Sentí no sé que aliento que tu poder me dio, Y desperté en presencia del Dios de mis ensueños, Y desperté en presencia del ángel de mi amor. Perdón, te dije entonces, postrado de rodillas, Perdón para mi labio que tu poder negó, Perdón para mi mente sacrílega que un día Dudó de tu grandeza, perdón, señor, perdón.
SOMBRA Y LUZ
Bulle niña en tu mirada Sin el más leve reproche, Oscuridades de noche Y fulgores de alborada. Cuando miras extasiada, Esa hoguera que atesoras En tus miradas traidoras Y tus pupilas dormidas, Son dos noches suspendidas Encima de dos auroras. No te cause niña enojos Si hay, y al saberlo te extrañas Mucha noche en tus pestañas Y mucha aurora en tus ojos. No te dé niña sonrojos Porque la luz aniquilas Con tus miradas tranquilas, Porque sombra y luz entrañas; Si anochece en tus pestañas Amanece en tus pupilas. Una hoguera, vida mía, Arde en tu limpia mirada Y por esa luz sagrada Toda el alma te daría; Esa luz en medio día Provoca mi desvarío, Abre esos ojos, bien mío, Dame su lumbre hechicera Y envuélveme en esa hoguera Porque me muero de frío.
MIA O DE NADIE
En la lucha que altivo te provocó, No mendigo piedad, amor reclamo; Mi ardiente corazón te adora loco Y tú debes amarme como te amo. Yo sabré dominar tu necio orgullo, Con el afán de mi ardoroso empeño; Si en mi loca pasión soy todo tuyo, Nada más justo que yo sea tu dueño.
No pretendas con fútiles agravios Burlarte de mi amor con tus enojos; Yo he de juntar mis labios con tus labios Y abrazarme en la lumbre de tus ojos. La horrible sed de mi pasión maldita Me arrastra del delirio en los excesos; Toda la vida que en tu ser palpita, La beberá con frenesí en mis besos. Te venceré mujer sin la más leve Súplica triste de amoroso ruego; Tu virgen corazón es todo nieve, Mi joven corazón es todo fuego. No ablandaré tu corazón de roca Con la música triste de mis penas; Serán los besos de mi ardiente boca Los que enciendan la sangre de tus venas. Vano es que finjas desdeñosa calma, Tuya ha de ser por fuerza la derrota; Siembre se inclina la inflexible palma Cuando con fuerza el vendaval la azota.
NATURE
Para hacer a tu grandeza Un canto digno y bastante, Dame tu lira del Dante ¡Oh madre Naturaleza! Da a mi canto la belleza, De tu límpido destello, Imprime tu augusto sello En mi voz, siendo así Haré un verso para ti Brillante dúctil y bello. Haré una estrofa gigante De fulgentes arreboles Para cantar de tus soles La antorcha clara y radiante; Haré que mi lira cante En partituras sonoras, Las grandezas que atesoras, De la tierra en las entrañas El oro de tus montañas Y la luz de tus auroras. En donde quiera que late Algún síntoma de vida, Hay una lucha escondida, Hay un secreto combate; Lucha y lucha y al embate De la eterna evolución, Salta el agua del peñón Y sacas con todo tino experto, Un vástago de un injerto Y de un injerto un botón. A tu potente labor No hay poder que no se doble, Que la delicada flor;
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A tu aliento propulsor Indefectible y notorio, Desde el mísero infusorio Hasta el hombre, ser perfecto, Pasa un desfile correcto Por tu gran laboratorio. Todo pasa a tu presencia, Hasta el átomo inconsciente El supremo poder siente De tu suma omnipotencia; La miseria y la opulencia La materia y el arcano, La mata, la flor y el grano, Y todo lo que palpita Bajo la planta se agita De tu aliento soberano. Hay un poder ignorado, Hay un secreto motivo, Que es el motor primitivo De todo lo que hay formado; Al obedecer lo creado Porque en su justa grandeza, Nada acaba y nada empieza En su continua labor, Porque ese eterno motor Se llama Naturaleza. Por ti tiene eternamente Limpidez el arroyuelo, Luna y estrellas el cielo, Transparencia la corriente, Aroma el nítido ambiente, Arreboles la alborada, Sombras la noche enlutada, Y por tu Naturaleza, De tanta y tanta grandeza Está la tierra sembrada. Del capullo precursor De un germen fecundo y nuevo, Sale fragante el renuevo, Que ha de llevar otra flor; Y de tu seno al calor Al cabo reventará Y la ley acatará Que tu lema constituye, Que si un germen se destruye Otro germen brotará. Por esa ley imperiosa De eterna transformación, Del enrolado botón Se desenvuelve la rosa; Con su mano poderosa, Indestructible y potente, Vas regando la simiente Que las campiñas inunda, Y de la roca infecunda Haces brotar el torrente.
Por esa ley ha caído En la eterna oscuridad, La callada majestad Del siglo que ha fenecido; Ese gigante rendido Del tiempo al hondo reproche, Esta flor que cierra el broche Bajo el peso que la abruma, Es un sueño que se esfuma En el caos de una noche. Ante tu genio profundo, Más profundo que el abismo, No importa que un cataclismo Rompa los ejes del mundo; Si con tu saber profundo Y tu brazo prepotente Blandes terrible el tridente De tu poder ignorado, Y en la tumba del pasado Edificas el presente. Por eso en la tumba fría De ese héroe que desaparece, Otro titán aparece Anunciando el nuevo día; Rompe la noche sombría Que se esparce por doquiera Y que tenga la nueva era. Por escudo el adelanto Y el trabajo por bandera.
VEINTISIETE DE FEBRERO
Patria, yo sé que cuando él se aleja Tras el nublado pálido y desierto, Traduces tu dolor en la honda queja Y lloras por los héroes que se han muerto. Que es inmenso el dolor que te consume, Que el acervo dolor tu rostro envuelve, Que en síntesis horrible se resuelve Y en expresión de llanto se revuelve. Y cuando fiera la tormenta estalla, Te pones a pensar en los que fueron, Porque parece el son de la batalla, Donde tantos titanes parecieron. Tienes razón ¡Oh Patria! El sentimiento En oleadas inmensas se derrama, ¿Qué limite se pone al pensamiento Cuando se pierde lo que tanto se ama? Merece bien el que la vida deja, Por defender la Patria y su derecho, Consagrarle una estrofa en cada queja, Y erigirle un altar en cada pecho. Consuélate, no importa que sucumba Quien su derecho sin cesar defiende, Cada héroe que desciende hasta la tumba Es un titán que al infinito asciende.
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Qué importa que se pierda entre la sombra Un cuerpo henchido de dolor profundo, Si el mundo entero sin cesar lo nombra Y su fama se extiende por el mundo.
Nacieron por tu amor, por él nacieron Y por él se inspiraron; tus palabras Dieron sublimidad a mis cantares Y alentaron la fe de mis plegarias.
Más, no llores, tus hijos adorados Viven en pie sobre la justa historia, Que son los centinelas avanzados Que custodian las puertas de la gloria.
Tú lo sabes mejor eran las flores Que para ti de mi ansiedad brotaron; Tuvieron palideces de crepúsculo Y matiz y frescura de alborada.
¡Oh!, no llores, los héroes lucharon Por verte libre, grande y respetada, A otros héroes más grandes enseñaron Cómo se muere por la Patria amada.
Tal vez mañana cuando el sol decline Y se muera de tedio mi esperanza, Estos versos serán el miserere Que entonces en exequia de mi alma.
Ellos sabrán por defender sus fueros Inmolar sin piedad su vida entera, Y sabrán sucumbir como guerreros Agrupados al pie de tu bandera.
Ellos te pedirán como otros días, Que les cuentes la historia de tus ansias, Cantarán la canción de tus recuerdos, Y después te dirán: ¡hasta mañana!
Si otro conquistador fiero y sañudo Viene alardeando de su brillo falso, Tendrá un Cinco de Mayo por saludo Y en Querétaro un cerro por cadalso.
¿QUE ES EL AMOR?
Y este pueblo valiente que te canta, Que luchó contra el torpe aventurero, Para salvar tu independencia santa Hará otro Veintisiete de Febrero.
PARA ENTONCES
¿Qué es el amor? Me preguntaste un día Con frases y ternuras infinitas; Mientras tu bello rostro se escondía Ruboroso en tus blancas manecitas. Yo que te adoro con pasión inmensa, Que sólo encuentro celestial consuelo En tu mirada límpida e intensa, Quédeme contemplado el hondo cielo.
Son estos versos los que en otro tiempo Cantaron mi pasión en tu ventana, Y estas estrofas mustias y marchitas Son las que me inspiraron tus palabras.
¿Qué es el amor? ¿No quieres responderme? Me preguntas de nuevo con premura ¿Es que tú ya dejaste de quererme O fue mentida siempre tú ternura?
Son los acentos que en aquellos días Arrullaron la fe de tu esperanza, Aquellos mismos que de amor henchidos Entonaron el himno de tus gracias.
Dulcísima mujer, yo nunca olvido La palabra de amor que nos juramos; Como es cierto también que nunca olvido La palabra inmortal de Carlos Ramos.
Son estos versos los que en otro tiempo Bañaste con la luz de tu mirada, Son aquellos que al pie de tus altares Todo lo inmenso de mi amor cantaron.
“El amor que es amor es un encanto Susceptibles de múltiples excesos Que se convierte en manantial de llanto O se resuelve en explosión de besos”.
Son aquellos que ayer se arrodillaron En nombre de mi amor y de mis ansias, Pidiéndote piedad para mis penas Y piedad y perdón para mi alma.
Te dije estas palabras sin ambajes No pudiendo explicarle mi cariño; Que en asuntos de amor, ya tú lo sabes Conviértome de joven en un niño.
Fueron el canto arrullador y tierno Con que ensalcé tus infinitas gracias, Y que tú enamorada y cariñosa Escuchastes al pie de tu ventana.
EL NIDO DE DOS ALMAS
Por ti nacieron, de tus ojos negros Luz y vida tomaron; si mañana Mueren sin fe y sin luz, que los alumbre La antorcha celestial de tu mirada.
Ella ignoraba mi pasión ardiente, E ignoraba también que me quería, Ella inclinaba con pesar la frente Y yo la frente alzaba en mi agonía.
Era día de invierno: entumecida, Mirábamos a una ave; y conmovido, “¡Cuántos seres –le dije- en esta vida Son pobres almas que no tienen nido!
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Jueves 4 de febrero de 2016
Clavó la vista en mí, y con voz suave, “tienes razón, -me dijo tristementeYo soy como tú dices, soy un ave Que busca nido con afán doliente”.
Ser lágrima en tu llanto sollozante, Cuando la pena el corazón te inflama, Y beber extasiado y delirante La miel que de tus labios se derrama.
Llevó la mano al corazón y luego Dijo turbada con acento leve: “No siempre puede una pasión de fuego Romper de ajeno corazón la nieve”.
Todo eso quiero ser, mi bien amado, Todo eso quiero ser, y después de eso Descender a la tumba salmodiado Por el acento funeral de un beso.
Todo lo comprendí, fresca y hermosa Adornaba una rosa su vestido: “Quieres –le dije- hacer que en esa rosa Dos almas que se adornan hallen nido?” Tomé la rosa pensativa y grave, Y besando en seguida su corola, “aquí te doy, -me dijo con voz suave-, Un alma que en el nido se halla sola…
YO QUIERO
No me culpes de loco si ambiciona Mi alma en sus horas de angustiosa calma, Ser el lino sutil que te aprisiona Para sentir la convulsión de tu alma. Quiero ser una ráfaga de brisa En ese aliento que el amor provoca, Y ser gesto siquiera en tu sonrisa Para no separarme de tu boca. Un átomo de luz, vivo y amante Quisiera ser en tu mirada ardiente Para no abandonarte ni un instante Y vivir en tu ser eternamente. Quiero ver mi existencia confundida En esa hoguera de tus negros ojos, Y endulzar el acíbar de mi vida En el nectario de tus labios rojos. Vivir eternamente en tus hechizos, Ser en tus ojos límpido destello, Perderme en la cascada de tus rizos Y descender por ella hasta tu cuello. Saciar en ti la conmoción que siento De esta pasión que para ti he formado, Y fundirme en tu mismo pensamiento Para no separarme de tu lado. En la alta noche cuando tú deliras Y de tristeza o de pasión rebozas, Ser un himno de amor cuando suspiras Y plegaria de fe cuando sollozas. Ser en tu acento vibración ardiente Que te hable de mi amor y de mi anhelo, Y en el mármol rosado de tu frente, Ser luz de aurora y resplandor de cielo.
ASI ENTIENDO EL AMOR
El amor que no quema lo que toca, Que no tiene dolor ni sufrimiento, Es un dulce delirio de la boca Pero no la expresión del sentimiento. El amor que es amor, es un encanto, Susceptible de múltiples excesos, Que se convierte en manantial de llanto O se resuelve en explosión de besos. Así entiendo el amor: arrebatado, Loco y convulso, delirante y ciego; Volcán resuelto en torbellino y fuego. Así lo entiendo yo: sueño profundo Que llena el alma de feliz contento Y superior a todo en este mundo; Así lo entiendo porque así lo siento. Lo demás no es amor, tal vez quimera, Torpe mentira o ambición soñada, Capricho o vanidad, lo que se quiera, Pero nunca pasión, ni amor, ni nada. Aprende a amarme como yo te quiero Haz de mi tu esperanza y tu tesoro; A eso llaman cariño verdadero Aquellos que aman como yo te adoro. El amor ha de ser lo más sublime, Entusiasmo en las horas de bonanza, Dulce consuelo cuando el alma gime Y baluarte de fe de la esperanza. Ha de ser el tesoro del que espera, Y si el tedio en las almas aparece, Es bálsamo que alienta y regenera, Oración que redime y fortalece. No te engañes, mi bien, es necesario Para alcanzar la codiciada palma, Pasar por los peldaños del calvario Y entregarse al amor en cuerpo y alma. Así entiendo el amor, no me equivoco; Porque me ames así, constante lucho, No me juzgues de iluso ni de loco, Lo entiendo así, porque te quiero mucho.
MIRAME
A Esther Balboa ¿Porqué de tus ojos bellos Me niegas el resplandor, Si sabes que tus destellos Le dan aliento a mi amor? Para alimentar la hoguera De mi amor indefinible, Necesito el combustible, De tu mirada hechicera. Mucho te amo niña amada, Pero mi amor necesita La pasión del pecho mío De la lumbre que palpita En el sol de tu mirada. Es una cándida flor Que necesita calor Si nó… se muere de frío. La ley natural no espanta Al rayo de sol que brilla, Se fecunda la semilla Y al fin germina la planta. Cuando el terreno se abona Aquella planta florece, Pero la flor palidece, Si después se la abandona. No basta el grano sembrar Y después abandonarlo, ¿para qué sirve sembrarlo Si no se ha de cultivar? Y es una planta el amor Del vergel de sentimiento Que necesita el sustento De la luz y del calor. Mi corazón, que te quiere, A las flores se parece Si le das aliento, crece, Si lo abandonas, se muere. No te extrañe pues que un día Esta pasión adorada, Sin luz de tu mirada Se muera marchita y fría. Si tu mirar que me encanta No alimenta la simiente, Tal vez la flor no reviente Y se marchite la planta. No permitas pues que el viento De tu eterna indiferencia Marchite al fin la existencia De esta flor del sentimiento Deja tu raro egoísmo, Depón tus crueles enojos Y veme con esos ojos Que son dos trozos de abismo.
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MINIATURA
Yo quisiera que en ondas de trinos Hasta ti mis estrofas llegaran, Y en la luz de tus ojos divinos El pulmón de sus alas mojaran. Ver de cerca esa luz que me inspira, Contemplar tus sublimes encantos, Y que allí se templara mi lira Y que allí se fraguaran mis llantos. Que esa luz que mis ansias provoca Alumbrara mis sueños diversos, Y en la esencia que tiene tu boca Se empaparan de aromas mis versos. Para hacer de mis pobres ensueños, Donde laten mis hondas desgracias, Un florón para todos mis sueños Y un altar para todas tus gracias.
MEA CULPA NON EST
Lo recuerdo muy bien, en un momento Acaso de pasión o de extravío, Empeñé por mi mal un juramento Que tengo que violar a pesar mío. “Cuando me olvides tú la musa mía Morirá, te lo juro sin excusa” Con todo el corazón te lo decía Porque tú eras el astro de mi musa. La promesa de amarme has olvidado, Son los tiempos distintos y diversos, Y a pesar del olvido y del pasado Sigues siendo la musa de mi verso. No puede tu recuerdo abandonarme, Viene de encender en mí sueños febriles, Pues la musa que viene a visitarme Tiene todas tus formas y perfiles. Clava en mí su mirada centellante, Me acaricia cual tú me acariciabas, Y siento que me besa delirante Como tú en otros tiempos me besabas. Loca también de amor, como tú loca De suprema pasión o desvarío, Junta su ardiente boca con mi boca Y oprime el pecho contra el pecho mío. ¿Qué quieres pues? Me besa con delicia, El recuerdo me incita a acariciarla, Me devuelve caricia por caricia Y todo como tú. ¿Cómo no amarla? Tiene tu misma voz, tu mismo encanto, Tu sonrisa, tus gestos, tu estatura, Los mismos ojos que me vieron tanto En mis lejanos tiempos de ventura.
Así es la musa que en las noches frías Del olvido a que estoy encadenado, Me viene a hablar de los pasados días Y a recordar lo que se me ha olvidado. Por eso de mis versos tras el prisma, Va salmodien placeres o pesares, Tiene tu imagen por su magia misma Qué reflejarse en todos mis cantares. Que los hombres de mi tierra Tengan agresivo instinto, Y anden con pistola al cinto Como en estado de guerra, Ni me asombra ni me aterra Pues en sus generaciones Cuentan apuestos varones De espíritu combatiente, Porque abrevaron en fuente De bélicas tradiciones. Es cosa digna de verse Y de estudio y atención, Pero me asusta y me aterra Que por motivos malditos, Niñas de lindos palmitos Se estén haciendo la guerra. Las muchachas de mi tierra En combate original Porque un fulano de tal, Ingrato y voluntarioso, Le deja de hacer el oso Y se lo hace a la rival. Por allá la situación Está de echar a correr, Están en un caso urgente Por allá los caballeros, Los viudos y los solteros Están en riesgo inminente Con los modos de esa gente. Y quien va a pensar en novia? Y la razón es muy obvia, Porque en cualquiera mujer Ese modo de querer Más bien parece hidrofobia. Paso por que una mujer Defienda contra el demonio Su honor o su patrimonio Pero pelear a un galán, Ustedes comprenderán Es hambre de matrimonio. Eso de que una doncella Vaya a caza de un doncel Y viva siempre tras él, En lugar de que él tras ella, Y viva armando querella En toda la sociedad Y que por la realidad
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Jueves 4 de febrero de 2016
Se arañen hasta la cara, Además de cosa rara Es una barbaridad. ¡Qué cosas se están mirando! Cosas que nunca se han visto; O ya viene el Anti-Cristo, O el mundo se está volteando. Tanto vemos avanzando En eso de atrevimiento, Que va a llegar el momento Con este método de andar, Que nos van a enamorar Sin trato de casamiento. Es una barbaridad, Hermosísimas guerreras, Estar tan oscas y fieras, Porque esto me hace pensar Que al fin se van a tirar De las blondas cabelleras.
EN UN RETRATO
Si teniéndome presente Tu corazón no me olvida, Para amarte eternamente Mírame toda la vida.
VEN, MI REINA
¿Oyes? Sobre las crestas de las palmas El viento de la tarde juguetea Y remeda el idilio de dos almas Cuando en la rama vacilante ondea. Todo es quietud y bienestar, el día Se esfuma en el contorno de los montes Y semeja mi ardiente fantasía Que van en busca de nuevos horizontes.
Vestiré de fulgor el pensamiento Para hacerlo más digno de tus gracias. Ven ¡oh mi reina! Que mi amor te vea, Haremos un edén de nuestras almas, Mientras el viento de la tarde ondea Sobre las crestas de las verdes palmas.
A QUIEN VENGA EL GUANTE
Me han contado que estás sin pretendiente Y que ya te fastidia estar vacante, Que en esa situación desesperante Te dará epilepsia de repente. Y como habla tantísimo la gente, Añade, que en estado semejante, Has jurado mil veces ser constante Con quien te haga el amor directamente. Que casi necesitas un consorte Porque te entran ataques de matarte, Y si te hicieran por favor la corte… Sería el único medio de salvarte; Pero todos te han dado pasaporte Y mejor te conviene suicidarte.
A UN RAMILLETE
Son estas flores el emblema santo De mi infinito amor, no las destruyas, Tú eres el ángel a quien amo tanto, Mis horas de pasión sólo son tuyas. Tú la reina gentil de mis amores, La sola aspiración de mis ternezas Te mando el corazón en estas flores, Tú sabes si las rompes o las besas.
OYEME
¡Ven, mi reina! Convulso y delirante Te cantaré mis íntimos desvelos, Hasta que se hunda el último cambiante En la bóveda inmensa de los cielos.
Húmeda por el llano o el rocío O por el débil viento sacudida, No lejos de mi pobre caserío Hallé una carta que juzgué perdida.
Ven, y sentados en la fresca alfombra Te narraré mis penas una a una Cuando surja radiante de la sombra, Como Venus del mar, la blanca luna.
Bajo un dosel de dalias y de rosas Aquella cara sin cesar temblaba, Que al besarla las auras silenciosas Prisionera entre espinas se agitaba.
¡Ven, mi reina! Yo quiero en tus hechizos Saciar la sed de mi pasión ardiente, Ven que quiero en la cárcel de tus rizos Vivir aprisionado eternamente.
Alcé el papel, fijé la vista mía Todas las letras recorriendo avaro; He aquí, mí bien lo que el papel decía De un alma de mujer espejo claro.
Ven, yo quiero en el mar de tus encantos Hundir la inmensidad de mis enojos, Quiero incendiar las notas de mis cantos En la hoguera encendida de tus ojos.
“Carlos del alma, el cielo dispone, Desnuda la verdad quiero decirte, Dique a mi voluntad el deber pone Y por última vez quiero escribirte.
Ven, que la brisa de tu suave aliento Suceda al huracán de mis desgracias,
“Mi madre, único ser que en este mundo Me quiere con el alma y con la vida,
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Y cuyo amor tan grande y tan profundo No tiene fin, ni cambio ni medida… “Me dice que te olvide, que no debo Adorar por más tiempo lo que adoro, Y como entiendo que es razón lo apruebo Y, sin embargo, al escribirte lloro. “Tú no me quieres, ya me has olvidado, Fue sólo una ilusión que duró un día, Sólo una flor que el tiempo ha deshojado Cuando más arrogante se creía. “¡No valgo para ti! Si me quisieras No ansiarías el amor de otras mujeres Ni con excusas de mi lado huyeras, Ni vencieras mi amor con tus deberes. “¡Cuánto te quise! Más mi fe te arroja Del corazón donde te alzaba altares Y hoy este llanto que la carta moja No es el llanto de amor, es de pesares. “¡Adiós! ¡Adiós! Si del olvido en brazos La dicha encuentras para mi imposible, Recuerda y piensa en los amantes lazos Que destruye un deber ineludible. “Yo en un rincón de mi infeliz morada A solas con mi eterna desventura Lloraré mi pasión menospreciada Entre las sombras de la noche oscura. “¡Trite de la mujer! Siempre en la tierra De infiel amor la voluntad inmola Y con la ley del corazón en guerra Si hay penitencia cúmplela ella sola. “¡Sólo un favor te pido; si algún día Te ofrecen nuevo amor tus vaguedades, No turbes con tus ecos mi agonía, No vengas a turbar mis soledades. “Promete este favor si es que me quieres Y el alma no me arranques a pedazos; No sabes lo que sufren las mujeres Viendo su amor en los ajenos brazos. “Rompe mis cartas, mis testigos fieles De constantes promesas e ilusiones ¿Qué le importa romper tristes papeles A quien sabe romper los corazones? “Yo te quiero olvidar, pero no puedo, Y por lograrlo al fin me esfuerzo en vano A mi propia pasión le tengo miedo… ¡Cuán débil es el corazón humano! “Y la carta recuerdo por ti escrita Que más arde guardé como un tesoro, Y la primera y misteriosa cita Y aquel encuentro del primer: “te adoro”.
“Recuerdo, sí, cuando de amores loca, Embargados de dichas mis sentidos, Tú te acercaste a mi… besé tu boca Y aún resuena ese beso en mis oídos. “Y la dorada trenza que de amores Dijiste ser la prenda más querida Y las humildes y marchitas flores Que ofreciste guardar toda la vida. “Y pensar en los enojos pasajeros Qué vida son de la amorosa historia Y en los celos amargos, pasajeros, Que vuelvan otra vez a mi memoria. “¡Mas… ¿a qué recordar nuestro pasado, Si nos separa al fin la suerte airosa? Queden tantos recuerdos sepultados Y vive tú feliz, yo desgraciada”. La carta misteriosa así decía Pues en el pliego aquel no terminaba, ¿Aquella desgraciada quién sería? Contemplando el papel me preguntaba. ¿Quién puede adivinar lo hondo y profundo Del gran enigma de la historia aquella? ¡Hay tal misterio en el amor del mundo Y tantas desgraciadas como aquella…! De mi mente el recuerdo no se aparta Y miro aquellas letras una a una, Al repetir llorando aquella carta, Al dulce rayo de la blanca luna.
TU ÚLTIMA CARTA
Conservo por mi mal la última carta Que me escribiste sin rubor ni embozo, Y mi enferma memoria no se aparta De ese papel indigno y mentiroso. No te espante la voz del sufrimiento Que grita en nombre del orgullo herido, Es el eco triunfal del sentimiento, Es el adiós de lo de ayer perdido. ¿Lo recuerdas? Aún vive en mi memoria El delator de tu pasión ingrata; Cada página negra de esa historia Es un dogal que sin cesar me mata. Tal vez ayer en tu delirio insano Pensando en mi cariño verdadero, Tuvo tu corazón algo de humano Y me dijiste sin rubor “te quiero”. “Te quiero” me dijiste y me engañaban Aquellas líneas por tu mano impresas, No sé por qué parece que copiaban Toda la falsedad de tus promesas.
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Aquel papel que mi memoria exalta Lo guardo como tú me lo escribiste, No he alterado ni un rasgo, ni una falta, Tiene el mismo doblez que tú le diste. Esa carta que vino a asesinarme La he de guardar hasta que yo me muera, Aunque sepa que al fin ha de matarme Porque llevo el verdugo en la cartera.
AYER Y HOY
“Canta”, le digo al corazón “entona Para la sacra virgen tus endechas” Y brotaron del pecho y de mi alma Mil cascadas de estrellas. “Canta”, le dije a mi pasión, “arrulla Con los ritmos de tu arpa tu belleza”, Y derramó sobre el altar de su ángel El collar de sus perlas. “Canta”, le digo a mi pasión, “entona Como antes tus gallardas cantilenas”, Y sólo brotan de tu numen roto Mil cascadas de penas. “Canta”, le digo a mi pasión, “arrulla Con tus acentos su gentil belleza”, Y sólo lleva ante el altar de su ángel El raudal de sus quejas.
¡MENDIGO!
Mendigo me llamaste; no es ofensa Si ese anatema salta de tu boca, Y en vez de mis enojos; no provoca Sino fruición, deleite, dicha eterna. ¡Refrena tu rencor, con calma piensa Que sin llanto inmolé en ti mi pasión loca Y fue de mi pecho acantilada roca Donde estrellóse su altivez inmensa! El clasicismo de tu tipo griego Pues en mis labios amoroso ruego, Más si para alcanzar tu amor abominable Es preciso sufrir, tu amor maldigo; Más que tus joyas y tu cuna noble, Vale la dignidad de este Mendigo…
IDEALES
En mi cerebro inspirado Un mundo tengo formado, Y cual todos los poetas, Tengo un castillo encantado Alfombrado de violetas. En el tengo mil primores: Fuentes, pájaros y flores Y balcones y ventanas Que se bañan de fulgores Cuando nacen las montañas.
Allí tengo un mirador Que es ornato y esplendor De mi Alcázar señorial, Desde el contemplo el fulgor De la mansión celestial. Un arroyo transparente Va rosando suavemente La falda de mi palacio, Y retrata en su corriente Los contornos del espacio. Allí hay suntuosos jardines Con gardenias y jazmines Y rosas y boneteros, Y dos rubios querubines Me sirven de jardineros. En mis vergeles ideales Tengo sitios principales Donde van las mariposas A escribir sus madrigales En los pétalos de rosas. Cubierto por un dosel De ramitas de laurel Tengo un sitio fresco y blando Donde viven platicando Una rosa y un clavel. Hay primores infinitos, Y entre los muchos primores, Descuellan dos arbustitos Donde van los pajaritos A cantarse sus amores. A la sombra de un rosal Que perfuma un estramonio Con olor primaveral, Conciertan su matrimonio Una alondra y un turpial. Tanto es lo que ella lo quiere Y tanto lo que él la adora, Que si algún pesar los hiere, Cuando el suspira, ella llora, Cuando ella llora, él se muere. Allí, bajo una floresta Que custodia un jardinero, Tengo músicas y fiesta Y el director de la orquesta Es un hermoso jilguero. Al compás de sus vihuelas Cantan bellas cantinelas El Cenzontle y ruiseñor, Y tañe sus castañuelas Un canario encantador. En mis fuentes cristalinas Con arenas diamantinas
Se llegan siempre a bañar, Los silfos y las ondinas Y las Sirenas del mar. Allí todo es elegante, Pero lo más importante Que hay en mi alcázar feliz, Es una estatua del Dante Acariciando a Beatriz. Todo es suntuoso y distinto En mi regio laberinto, Y en sus anchas avenidas, Hay vírgenes esculpidas En Columnas de Corinto. Allí lo grande se aprecia, Tengo espejos de Venecia Con marcos de trecipelo, Y estatuas de Roma y Grecia Y panoramas del cielo. En porcelana de China Tengo una estatua de divina En mi regio domicilio, Que representa un idilio De Plutón y Proserpina. En mi mansión primorosa, Rica, esplendente y hermosa Que Salomón envidiara, Tengo techados de losa Y de mármol de Carrara. Hay en fin en mi castillo Tanta pompa y tanto brillo, Que se contemplan en él, Las vírgenes de Murillo Y los cuadros de Rafael. Esas grandezas que sueña Mi alma que en verte se empeña, ¿Sabes tú para quien son…? Para ti, que eres la dueña De esa encantada mansión.
DEDICATORIA A UN RETRATO
Quiero que ante tu vista suspendido Conserves mi retrato, cual merece; El siempre te dirá que no te olvido Y que todo mi amor te pertenece.
Y cuando sientas penas en exceso Y ya tu corazón no las resista, Dile que te consuele, dale un beso… Y vuélvelo a poner frente a tu vista.
RECUERDOS
Como el templo de Dios penetra el niño Y hasta el sagrado altar trémulo avanza, Al santuario inmortal de tu cariño Vengo mujer templando de esperanza.
Perfiles Jueves 4 de febrero de 2016
Ni tu piedad ni compasión reclamo, Una mirada el corazón te invoca, Siento en la inmensidad con que te amo Tus besos palpitar sobre mi boca. Siento en la soledad tus pasos breves, Oigo tu voz en mi redor sombrío, Y cada vez que pasa, que te mueves, Llenas de luz el pensamiento mío. Perdóname este amor, son mis dolores Disfrazados de goces en mi pecho; Es un perenne manantial de flores En suspiros y lágrimas deshecho. Perdóname este amor; busco tus ojos, Sigo tu sombra, beso tus huellas; Para cambiar en rosas mis abrojos, Para tocar mis nubes en estrellas. Rompe con tu cariño las cadenas Que me unen con la sombra y el quebranto: Una palabra calmará mis penas, Una caricia enjuagará mi llanto. Eres mi redención y antes que muera Sobre la cruz de mi dolor impío, Ven a esta soledad donde te espera Mi corazón que te ama ¡encanto mío!
DOS GRANDEZAS
El cielo y el océano cuando se inquietan Dos poderes opuestos allí interpretan; Son dos monstruosidades que se provocan, Pero son dos grandezas que no se tocan Porque son majestades que se respetan. Mi dolor y tu dicha son infusibles Dos poderes opuestos inconfundibles. En mi alma no es posible ningún encanto. En tu alma no es posible ningún quebranto Y no pueden fundirse dos imposibles. Pero si tú me quieres, si en tu ternura Todo el peso de mi alma tu alma soporta, Tu podrás tus delicias, yo mi amargura Y que estalle el compuesto. ¡Qué nos importa! En el mar donde laten mis sinsabores Hunde el cielo explendente de tus amores. Y en la fusión extraña de amor henchida Pondremos todo el éter de nuestra vida Y toda la fragancia de nuestras flores.
TUS OJOS
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En la hoguera de fulgores de esos ojos hechiceros. Sois los astros que me alumbran, sois los soles, los luceros, Yo quisiera confundirme con mis ansias comprimidas. Ojos negros y abismados: Que tenéis en las pupilas tantas penas y delicias, Tantos hondos desconsuelos, tantos males ignorados, Yo daré fulgor y brillo con la luz de mis caricias A la sombra de la noche, de esos ojos abismados. Ojos negros y encendidos: Donde irradia la esperanza, donde esplende la ternura, Yo quisiera en esa cauda de fulgor de sueños idos, Envolver la estrofa ardiente que me inspira la hermosura De la dueña primorosa de esos ojos encendidos. Ojos negros contempladme: Ojos negros, ojos místicos, de mis penas redimidme, Ojos negros y encendidos, sed clementes y miradme, Envolvedme si sois sombra, si sois fuego confundirme, Yo os adoro con el alma, ojos negros contempladme.
ADIOS
Quiero arrancar del pensamiento mío Tu recuerdo fatal, quiero olvidarte, Y tú amargo desdén y tú extravío Con un desdén igual quiero pagarte. Quiero verter de mi dolor profundo En tu alma negra el desengaño triste, Porque quiero que sepas que en el mundo Me he de vengar de lo que tú me hiciste. Cuando yo te adoré, tú marchitaste La dulce flor de mi esperanza fresca, Y si al darte mi amor lo pisoteaste No te debe extrañar que hoy te aborrezca. Antes era cual niño ante tu planta Soportando tus burlas, inocente, Ahora soy el titán que se levanta Para aplastar con altivez tu frente. Te desprecio, mujer, grande es mi encono, Nos separa el hastío que todo trunca; Perdonarte podré, yo te perdono Pero amarte de nuevo, ¡nunca!, ¡nunca!
ADIOS A TEAPA
Tierra de bendición, tierra querida, Para siempre quizá de ti me alejo Y con mi adiós te dejaré mi vida, Pues que del alma la mitad te dejo.
Ojos negros que electrizan: Ojos negros cuando esplenden vuestras fúlgidas miradas, Yo quisiera cuando ardientes me anonadan y electrizan, Empapar el plecto de oro de mis ansias no soñadas En la lumbre refulgente de esos ojos que me hechizan.
3 Adiós tu azul y transparente cielo Y la sombra nupcial de tus palmeras Y allá de tus confines ante el velo La línea azul de tus lejanos lares.
Ojos negros y hechiceros: En el cielo de mi vida sois estrellas encendidas,
Adiós, mi Teapa. Lánguida paloma Que reposa a la margen de la fuente,
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Entre los bosques de fragante aroma El armonioso ruido del torrente.
Que bajan en canción arrulladora Desde el pié secular de tus colinas.
El ángel de la noche, misterioso Bajo su negro pabellón de estrellas, Te besa con el beso del esposo Abre sus alas, y te duerme en ellas.
No ha podido ni el tiempo y la distancia Borrar de mi memoria el dulce encanto, Que meciera la cuna de mi infancia, En tu seno amoroso y sacrosanto.
Y la aurora te encuentra todavía Envuelta en los cendales de la niebla, Hasta que te despierta la armonía Con que el cenzontle tu recinto puebla.
Yo quisiera volar hacia este nido, Sediento de tus ricos manantiales, Y sentirme de nuevo adormecido Al rumor de tus límpidos cristales.
Por eso te idolatra quien te mira Y no te olvida quien de ti se aleja Y en cada adiós que el corazón suspira, Algo del mismo corazón te deja. Adiós, mi Teapa, búcaro de rosas, Manantial a la sombra de la palma, Región de los ensueños de las diosas Y de las chicas que idolatra el alma. Quédate, adiós, encantadora tierra De mi fe, de mi amor, de mi ventura Donde el sollozo mi garganta cierra, Al decirte el adiós de mi ternura. Acaso ya jamás… jamás ¿quién sabe? A verte volveré, suelo querido, Tal vez mi vida solitaria acabe Lejos, muy lejos de mi edén perdido. Adiós la última vez, tierra querida, Nido primaveral de mis amores, Que vuelva a verte y a encontrar perdida, Una modesta tumba entre tus flores.
A TEAPA
En un bello paisaje del Sureste; Bajo un cielo de cálidos fulgores, Se levanta poético y agreste El rincón donde anidan mis amores. Allí sus dones derramó natura Embriagada de luz y de cariño, Como madre amorosa en su locura Al mirar de los encantos de su niño. Todo es fiesta, alborozo y alegría En aquel despertar de las mañanas; De las aves sus dulces melodías, Y el repique sin par de sus campanas. ¡Oh, Teapa! Ciudad encantadora Bañada por corrientes cristalinas,
Lic. Emilio Antonio Contreras Martínez de Escobar. Responsable del artículo. Diciembre 2015.