Economía social EXPERIENCIAS EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
Economía social EXPERIENCIAS EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
EMPODERARSE Este trabajo reúne testimonios, historias de vida, de aquellos que dieron ese primer paso. Personas en situación de vulnerabilidad social, adultos que perdieron su trabajo, jóvenes que están empezando, u otros a los que simplemente el germen de la acción los empujó hacia sus sueños. Pero no sólo nos ocupamos de los emprendedores, también hay espacio para la experiencia de aquellos que están del otro lado del mostrador. Ese entramado de hombres y mujeres que conforman al Estado. Esa gran maquinaria que muchas veces se nos presenta gris e impersonal. Testimonios de aquellos que coordinan el área, que capacitan y evalúan. Sacando del anonimato a los que acompañan el camino que otros han emprendido. Creemos que la capacitación y los proyectos autogestivos transforman la vida de los protagonistas y de la sociedad. Junto al esfuerzo emprendedor llegan numerosos valores que enriquecen el entorno, poniendo de relieve lo mejor de cada uno. Empodera y estimula. Entendemos que la economía social dignifica y desarrolla ciudadanía. Este recorte, que siempre será escaso y arbitrario, esperamos sea útil para dar a conocer historias y casos. Ojalá inspire a otros a emularlos.
Asociación Civil Rumbo Sur
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EXPERIENCIAS EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
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RUBÉN En los 80 dejó su Chilecito natal para venirse a Buenos Aires. Después de doce años trabajando en un restaurante, y ya como encargado, una acalorada discusión degeneró en un pico de presión ocular que se convirtió en ceguera por mala praxis de los que tenían que haberlo curado. Fue entonces cuando se sumó a los talleres de la escuela Francisco Gatti. “Mi primer taller de orientación y movilidad. Fue como empezar un jardín de infantes”, cuenta. Su gran desafío entonces era sentirse útil, sentir que podía. “Primero hice un taller de encuadernación, recuerdo que eran todos los libros cosidos a mano. Cuando hice mi primer libro no lo podía creer. Luego seguí con los talleres de madera y por último llegó el de textil”. Recibió un subsidio por medio de los talleres de inserción laboral que ofrece el Gobierno de la Ciudad. Con él, compró materiales y telares. Hoy trabaja desde casa, con su esposa, con su cuñada y con una compañera de la época de la escuela. Van entregando los pedidos sin prisa pero sin pausa. En su experiencia, el rubro textil es el que mayores réditos económicos da. “Empezamos con muy poco, con cuatro madejas de lana. Y acá estoy, feliz, tejiendo y haciendo. Si me la compran, me la compran, y si no, soy feliz igual porque veo el trabajo y me digo: ‘Mirá Rubén lo que podés hacer!’ Se puede tener de todo en la vida pero si no tenés fuerza de voluntad, no salís adelante”. Rubén conoce su trabajo y optimiza los recursos. “Yo sé cuántos gramos lleva cada bufanda. Con lo que sobra de lana hago una bufanda loca, de todos los colores”. Tiene lo que todo emprendedor necesita: esfuerzo y esperanza: “Me pone contento poder ser útil para que la gente vea que, a pesar de haber perdido la visión, se puede seguir haciendo cosas”.
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ADRIANA “El trabajo en dependencia siempre fue difícil para mí. Al tener tres chicos, y ser sola, cada problemática que surgía, hacía que tuviera que irme. No podía alcanzar una continuidad laboral”. Lo cuenta con mirada soñadora y rodeada de escombros en la que será su futura casa de comidas. ¿Su primer gran emprendimiento? Criar a los hijos. Desde muy joven trabajó por horas para pagar el hotel, el techo que protegiera el sueño de los chicos. “Lo principal es lo que uno quiere: cómo quiere vivir y hasta dónde quiere llegar. Qué tipo de vida elige. Eso es lo que te permite buscar alternativas. Siempre hay alternativas”. Su primer vínculo con la gastronomía fue preparar y vender sandwiches de milanesa en la calle. Sus hijos la acompañaban en su viaje diario frente a las puertas de las fábricas: “Trabajamos mucho ahí pero recuerdo que donde finalmente gané mucha experiencia fue como voluntaria en un comedor barrial”. Empujada por la necesidad y por las ganas, buscó en internet información sobre créditos y llegó hasta Pavón y Entre Ríos. Lo primero que aprendió fue lo que tienen en común todos los proyectos: “Definir bien qué querés hacer, cómo lo querés hacer y con quién”. El crédito concedido fue un nuevo comienzo: “Con tasa cero no te lo dan en ningún banco. Todas las personas tienen posibilidades. Aparte, hay un montón de herramientas desde el Gobierno de la ciudad y desde el Gobierno nacional con gente que puede y quiere ayudarte”. Adriana prefiere ser la protagonista de su historia. “Yo valoro muchísimo tomar mis propias decisiones. Es mejor equivocarse que ver que algo te va mal porque confiaste tu decisión a otro que decide por vos. Después le echás la culpa pero la culpa es tuya.” A la espera de que salga el crédito que le permita abrir las puertas del local de comidas, se recuerda a sí misma una frase que para ella se convirtió en mantra: “Nunca darse por vencido”. 16
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ALEJANDRO Hace ya 10 años que trabaja de forma independiente. “Generar mi propio negocio es generar mi forma de vida, porque hoy se convirtió en una forma de vida.” De su otra historia, la de empleado en un departamento comercial, Alejandro conserva el encanto de los vendedores. Él mismo se reconoce como un seductor con los clientes. ¿Su meta? Generar una empresa para acompañar a los que recién arrancan y a los que encuentran en el área comercial una traba. “Es importantísimo construir una relación de confianza con los clientes en base a la responsabilidad. Si yo respondo a lo que vos necesitás, es muy probable que quieras continuar el vínculo conmigo. Vas a confiar y vas a ver cómo dar mas porque sabés que yo te respondo”. Entre teoría y práctica, él es de los que eligen el mundo real: “Está bueno todo lo que es planeamiento y lo que está en el papel, pero muchas veces lo que importa es salir y ver qué pasa fuera”. Alejandro se presentó al PROMUDEMI buscando un crédito para adquirir un vehículo que le permitiera moverse. Llevaba mercadería de un lado para otro y necesitaba un vehículo. Entre sus ahorros y el crédito, por fin pudo comprar uno usado. Poco después compró uno nuevo. “Hay veces que por la necesidad se me cruza la idea de salir a buscar un trabajo de pocas horas. Pero tenés que desarmar esa posición idealista de laburar en un lugar que te da la plata. Es el miedo que se tiene incorporado a no tener un sueldo. Si trabajás la misma cantidad de tiempo para vos, de la forma en la que tenés que hacerlo, ganás mucho mas”. La organización del tiempo es su clave para que vayan bien las cosas. “El tiempo es uno sólo. El arte de organizarlo bien en el día es lo que define tus resultados. Gracias al autoconocimiento empezás a darte cuenta por qué determinadas cosas no te salen, por qué a veces das vueltas sobre cosas intrascendentes que no te sirven para nada”. 19
ISABEL “Ser emprendedor, tiene que ver con estar todo el tiempo dispuesto a arriesgar”. Sentada en su local de ropa interior de diseño Isabel nos cuenta cómo un día empezó a sentir que su profesión de psicóloga tenía sus límites. Ella quería algo más creativo. “Resigné ingresos económicos y comodidad, con el objetivo de crecer y de satisfacer mi necesidad. Rápidamente empecé a sentirme mas contenta. Eso no tiene precio”. En el año 2009, Isabel se asoció con Daniel para crear su propia marca. Fue entonces cuando se acercaron al CMD, en búsqueda de capacitación. “Es un equipo que trabaja, que capta muy bien la problemática del emprendedor, sobre todo del que está arrancando”. Solicitaron y consiguieron un crédito de PROMUDEMI. Aunque demoró más de lo que esperaban, lo que produjo un desfasaje entre lo proyectado y lo aplicado, su valoración es positiva. “Gracias al crédito pudimos hacer que la rueda gire y que la venta de los productos generase capital para reinvertir. [...] Es algo que todos los gobernantes deberían promover: estimular a la gente en el crecimiento profesional, mental y personal. Es una cuestión de salud social que excede a la cuestión meramente económica. Tiene que ver con la madurez de una sociedad, con la confianza en las instituciones, y con saber que se puede contar con ellas, que ayudan a promover el desarrollo profesional”. A Isabel ser emprendedora le cambió la vida. “Ya no me puedo pensar de otra manera. Es algo que se despierta en vos”
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ALDO Electricista domiciliario. Esa es la carta de presentación de un hombre que trabajó en la industria metalúrgica durante 20 años y que cuando decidió empezar un nuevo camino se quedó sin nada. Hasta que en abril de 2012 recibió una beca de estudios.
“Estaba desocupado. Para un hombre grande es muy difícil conseguir trabajo en relación de dependencia. Los cursos
me dieron la posibilidad de pensar una salida laboral individual, vivir dignamente y tener trabajo”. Aldo recuerda las noches dormidas en hoteles de paso, en la casa de su hermana en Longchamp y, cuando no le quedaba mas remedio, en la calle. “No estaba convencido de pedir ayuda. No era una cuestión de orgullo: era una cuestión de pudor”. Vencer esa barrera valió la pena. “Los capacitadores y las chicas del programa siempre me incentivaron a crecer. En un momento determinado creí, supe, que estaba capacitado para hacerlo. Este tipo de cursos te permite profundizar en el aprendizaje y llegar a la autogestión, te abre perspectivas laborales importantes. Lo otro que te da es para mejorar la calidad de vida”. Los cursos son teóricos y prácticos, pero Aldo ya quería adquirir experiencia real. A fines de 2012 comenzó sus primeros trabajos y para fin de año ya tenía el subsidio del programa FIT. “Con ese dinero compré mis herramientas. Durante 2013 me dediqué más de lleno, con más conocimientos, y empecé a realizar otro tipo de trabajos, más especializados y en equipo con electricistas matriculados”. ¿Qué le diría a los que empiezan ahora? “Que se puede. Que no te lo van a regalar. Que no es fácil, pero que siempre te va a quedar saber que lo hiciste hasta lo último y que lo intentaste”. De forma paralela, Aldo trabaja hoy en un taller limpiando y desengrasando máquinas. “Me gustaría ser electricista las 24 horas y los 365 días del año. Pero todavía falta para eso”.
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Luisa Antes trabajaba en la calle. Tiene una discapacidad auditiva y pasó 37 años de su vida en la esquina de Santa Fe y Callao, vendiendo lo que hacía su hermana: “Calzoncillos, medias, bijouterie, anteojos y hasta escarapelas”. Hasta que el subsidio y la posibilidad de abrir su propio kiosco le cambiaron la vida. Era el año 2011. La llamaron para decirle que el local en la estación Uruguay del subte B estaba disponible. Se lo habían concedido por un programa de ayuda a personas con discapacidades. En el 2012 le dieron las llaves. “Compramos la heladera y la caramelera. En marzo de 2013 nos dieron el crédito del PROMUDEMI y con eso compramos la mercadería. De a poco nos fuimos armando”. En el kiosco también trabaja su hijo, que se ocupa del trato con los proveedores, aunque todo lo hagan de acuerdo, cuenta Luisa. Para ella, el kiosco fue como sacarse la lotería: “Tengo trabajo y tiene trabajo mi hijo. Ya no paso frío en la calle ni tengo que andar corriendo en la lluvia. No gano millones pero tengo para comer y pagar mis cosas”. No poderse tomar vacaciones es un mal menor comparado con las ventajas que ve en ser emprendedora: “Si querés trabajar y progresar, tenés que luchar. Si sale mal, no hay que tener miedo, son experiencias que te ayudan a vivir. Así aprendés. Si tenés miedo para el negocio, no sirve. Salga mal o salga bien, hay que ir hacia adelante. Este tipo de apoyos ayuda a la gente a tener ganas de vivir. Tenés un trabajo que no depende de nadie”. Luisa se despide con un consejo para los que acceden a créditos y subsidios: “No lo gasten para otra cosa. Yo estuve todo un año con ese dinero pero no lo gastaba. Me privé de cosas porque era para mi trabajo y para mi hijo. Esa plata es para el trabajo y para el futuro. Tenés que decirte que no la tenés. Esperar a que te llegue la llave y ahí lo logras”. 24
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CORALIS y FEDERICO Corría el año 2001 y ellos trabajaban como empleados para un bar en el que se organizaban ferias de diseño. Recién recibidos de la carrera de diseño audiovisual decidieron armar su proyecto con un producto nuevo y creativo para vender en la feria de la Plaza Dorrego. “Empezamos estampando sólo medias. Luego incluimos la ropa interior y las mallas”. El proyecto tomó forma a partir de la definición de una identidad para sus productos. A partir de 2005 empezaron a crear la marca No Lineal y en 2007 decidieron que todos sus productos se relacionarían con el cine. Animadores, ilustradores y artistas plásticos presentan las propuestas de diseño que luego se estampan en sus prendas. “El ilustrador no se desentiende del proceso: es un socio y va a porcentaje de lo que venden su estampados”. Para Federico y Coralis, las ventajas del emprendedor son indiscutibles: “Tenés las 24 horas para pensar en lo que vos hacés”. Se ven como generadores de empleos y como educadores, gracias a sus talleres de estampados y encuadernación. “Estamos focalizados en ser más comerciales. Que nos conozcan más y lleguemos a más personas sin dejar de lado la identidad, que es lo que nos hace únicos”. Ellos incubaron su proyecto durante tres años en el Centro Metropolitano de Diseño (CMD) del Gobierno de la ciudad. También participaron del MICA: “Creativo hay que ser en todo, también en la parte administrativa. Los recursos que hay disponibles los tenés que utilizar de la mejor manera”. Con el crédito solicitado a PROMUDEMI, buscan ampliar su catálogo de productos más allá de la temporada de invierno y verano. “El financiamiento es vital”. ¿El próximo desafío? Un local mayor, con dos pisos, para dictar en él los talleres. “Siempre que nos vimos en una encrucijada, nuestra elección fue redoblar la apuesta para seguir adelante por este camino”. 27
MARTA “Tengo 43 años, soy diseñadora textil, hace 20 años que trabajo en el rubro y, desde hace 4 que soy independiente. Vendo uniformes para escuelas. Comencé haciéndolos para mis propios hijos y cuando los demás papás se fueron enterando, me fueron pidiendo. ‘Son de mejor calidad y a menor precio’, me acuerdo que decían. Es un desafío personal en el que el motor es uno mismo. Lo que uno hace es lo que marca el ritmo”. Todo depende de ella. Desde la elección de la tela, hasta la venta y la parte contable. Se basta con lo aprendido en la escuela secundaria y en sus inicios de carrera de administración de empresas. “Como emprendedora tenés que estar un poco en todo, por lo menos en los inicios” dice mientras recuerda su pasado como empleada por cuenta ajena. “Muchos me decían: ‘Vas a dejar las posibilidades de un trabajo bueno, por algo que no sabes’. Ese era también mi temor. Trabajando para otros yo sabía que era buena. Había que ver qué pasaba trabajando para mí misma”. Fue probando, año por año y muy de a poco. El boca en boca hacía crecer su negocio y el tiempo le ayudaba a madurar la idea. “En un primer momento, trabajaba desde casa. Hacía la tarea y mientras colaba los fideos pensaba si necesitaba reponer remeras”. Después vino la etapa de crecimiento (“pasamos de tener colegios de 400 alumnos a vender en colegios de 1.200”) y la del crédito: tuvo varias entrevistas con los responsables de PROMUDEMI, que revisaban el plan de ventas, los presupuestos y los costos. “Querían saber si yo estaba realmente preparada para hacerlo”. Tiene clara las diferencias entre sus dos vidas: “Cuando trabajaba en relación de dependencia dejaba los problemas a las seis de la tarde en la oficina. Ahora me levanto a la madrugada pensando qué tela podría suplantar a una que estoy necesitando cambiar”. Marta ya recibió el crédito. “Para que la rueda crezca y sea cada vez mas grande siempre hay que invertir”. 28
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Fernando Conoció a Cecilia estudiando Diseño Gráfico. Él es de Avellaneda y ella de Ushuaia. Fue allí, en el fin del mundo, donde nació la idea del emprendimiento. Después de años de verificar que en los comercios locales había pocos productos con información turística de la zona se decidieron. Ya van por la tercera edición de un libro sobre la Antártida y son cinco los años que llevan diseñando y produciendo señaladores, libretas y agendas de viaje. Fernando coordina la producción y la compra de insumos; Cecilia, el diseño; y su suegra, la parte comercial. “Tenemos familia allá que nos ayuda con la distribución y conocidos que tienen negocios. Eso lo hace todo mucho mas fácil”. Cuando comenzaron con el emprendimiento recibieron apoyo familiar. “Para el primer libro le pedimos a mi hermana. No fue fácil porque había que demostrarle que iba a funcionar. Para el segundo, le pedimos a la mamá de Cecilia. Decidimos mejorar el producto y actualizar la guía. Nos lo dio enseguida porque el proyecto ya estaba funcionando”. Para optimizar recursos, en encargar a una imprenta que haga el producto de principio a fin, Fernando y Cecilia contratan personalmente cada uno de las diferentes empresas y profesionales que intervienen en la elaboración: “Así abaratás mucho los costos”. El plan de negocios que les pidieron en PROMUDEMI los ayudó a visualizar el negocio. “Por más que se venda solo en temporada, durante el año vas trabajando para armar el producto. A nadie le sobra el tiempo y menos a nosotros, que también trabajamos en otras cosas”. Cuando recibieron el crédito, hace ya un año, lo utilizaron en la compra de insumos, papeles y una maquina de anillado. “Apostamos al proyecto pero todavía no podemos vivir de esto. Lo comercial está en segundo plano. Se sostiene con poca inversión y mucho de nuestro tiempo. Al principio es difícil pero hay que pelear por estas cosas. Nunca decidimos echarnos atrás”. 31
Osvaldo y VIVIANA Él trabaja en el taller, con la máquina; y ella con el diseño y los números. Son pareja y socios en la imprenta. Creen en la capacitación como fórmula de desarrollo profesional. A lo aprendido en diseño y Photoshop a comienzo del proyecto quieren sumarle hoy una formación específica en gestión del tiempo. “A veces siento que algo estamos haciendo mal y no lo podemos definir. Si pudiéramos trabajar de otra forma lo haríamos, valorando más nuestros tiempos. El trabajo no se corta. Llegamos a casa y seguimos porque el trabajo hay que hacerlo”, cuenta Viviana. Hoy tienen dos empleados y un emprendimiento en marcha. “Yo siempre saco mi tarjeta donde quiera que esté. Así han aparecido nuevos clientes”, cuenta Osvaldo. Pero no todo fueron buenos momentos. Cuando comenzaron, en 2001, tenían un tercer socio que ponía la máquina. “Un día golpean la puerta del negocio, que entonces era un local cuatro veces más grande que este y con una máquina mucho mayor. Era un abogado que venía a llevarse la máquina del que entonces era nuestro socio. Estaba embargada. Nos partió en dos. Nos quedamos con un nene de dos meses y sin nada”. Su salida fue hacia adelante, gracias a préstamos familiares y al convencimiento de que tenían que seguir. “Nos mudamos a un lugar tan chico que nosotros veníamos en el turno de los fines de semana a trabajar porque no entrábamos todos. No teníamos máquinas así que tercerizábamos el trabajo en otras gráficas”. Recibieron un crédito de PROMUDEMI en dos ocasiones. La primera, en el año 2001, cuando arrancaron. Les costó mucho devolverlo pero lo lograron. “Dio pie para un segundo crédito. Deben haber evaluado que lo devolvimos. Se ve que hay gente que no lo hace”. El segundo fue concedido en 2008 pero no se concretó hasta 2013. Lo utilizaron para mudarse a un local mayor y comprar una máquina. “Hoy no pensamos en un próximo paso. Queremos afianzar bien este”. 32
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nora Cursaba la carrera de administración de empresas y trabajaba en relación de dependencia hasta que, cuando sólo le faltaban dos materias para recibirse, la despidieron. No le resultó fácil encontrar trabajo de nuevo así que comenzó a ayudar a una artesana que producía aros. “Ella volvió de un viaje y no me volvió a llamar. Como me habían quedado las herramientas y algunos materiales de nuestra experiencia juntas, decidí comenzar por mis propios medios. Me había quedado la experiencia de trabajo y el saber de la producción. Fue entonces cuando la gente de PROMUDEMI me invitó a participar de una reunión informativa. Les presenté un plan con los datos financieros y el flujo de fondos para que el área técnica lo evaluara y determinara si el negocio era factible o no”. Nora se enfrentó entonces a un desafío común a muchos emprendedores: producir no es lo mismo que vender. “Yo había subestimado la pata comercial. No me daba la cara para salir a vender pero si nadie ve lo que hacés queda parado el proyecto. Tenés que tener gente que te venda lo que hacés para que el negocio exista. Si no, es sólo un proyecto”. Nora no termina de verse cómoda como emprendedora. Se considera más eficiente para ejecutar decisiones de otros que para tomarlas ella misma. “Me resulta más cómodo en todo punto de vista, con un sueldo a fin de mes garantizado. Es distinto el hecho de ser tu propio jefe. Tenés que arriesgar, tomar tus propias decisiones, hacer el trabajo y salir a venderlo. Es más complicado”. En su experiencia, al crédito de PROMUDEMI recibido le faltó un seguimiento más cercano y una capacitación “en la parte de ventas”. Pese a que el proceso de concesión y entrega del crédito le pareció demasiado largo, finalmente lo pudo usar para comprar materiales, alambres, mostacillas y piedras con las que producir, y sostener, una pequeña economía de subsistencia. “En el momento de planificar todo es más color de rosas”. 35
Bruno Cursaban el último año de Diseño Industrial cuando decidieron con Antonella que iban a trabajar de forma independiente. Alquilaron un lugar y comenzaron haciendo de todo. “Cartelería, maquetas, diseño de planos, lo que surgiera...” cuenta Bruno. Hasta que, de tanto hacer, se dieron cuenta de que les interesaban los productos sustentables. “Empezamos a especializarnos en el cartón. Así que comenzamos a investigar el material, los productos posibles, y las chances de insertarlos en el mercado. Con unos tubos de cartón armamos los primeros banquitos. Fueron nuestro puntapié inicial”. Pomada se inició a fines de 2010 y hoy tiene dos unidades de negocio: mobiliario diseñado a partir de los descartes de una fábrica de cajas; y stands de cartón corrugado que arman siguiendo una lógica de encastre similar a la del lego. “Hacemos todo tipo de instalaciones; son reutilizables y biodegradables”. La idea vino acompañada de mucha difusión. “Había una necesidad de hablar sobre productos sustentables y faltaba gente que se dedicara a hacerlos acá. Éramos una novedad. Estaba claro que gustaba pero no teníamos ni idea de cómo generar una empresa. No teníamos idea de negocios”. Así fue como a fines de 2011 participaron del proyecto Incuba, en el CMD. “Acá nos brindaron espacio físico y servicio de tutoría. Nos permitieron entrar en un circuito más profesional. Había que presentar balances mensuales y proyecciones comerciales y estábamos rodeados por más de veinte emprendedores, algunos con proyectos más avanzados, a los que podíamos preguntar. Emprender es muy difícil y está lleno de trabas por todos lados. Consultando es mucho más fácil avanzar”. Están por mudarse a un lugar que unirá la oficina comercial al taller. La ayuda de PROMUDEMI recibida hace un año les sirvió para las gestiones de habilitación. “Hay gente que entiende lo que es llevar adelante un proyecto, que ya está en el mundo de los negocios. No es mi perfil, pero con el tiempo fui incorporando herramientas”. 36
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Dalmiro Tiene 37 años y los últimos 4 los vivió como emprendedor: desde que abrió su propia agencia de viajes especializada en cruceros. Como empleado, tenía una experiencia de 21 años trabajando en barcos de turismo pero terminaron cuando la empresa redujo personal y lo despidió. Dalmiro ya venía incubando la idea de lanzarse por su cuenta. Había hecho un curso de marketing y averiguado los requisitos para darse de alta como monotributista y abrir su agencia. Finalmente la lanzó juntando la indemnización por el despido con unos ahorros, una ayuda familiar y dinero que le prestó un banco. Para Dalmiro, ser emprendedor no es sólo lograr mayor independencia o generar más plata cuando las cosas van bien: “Hay algo mas fuerte que tiene que ver con poder desarrollar un proyecto personal, poder poner de vos y hacer las cosas como vos creés que pueden salir mejor. Como empleado en la agencia de otro, tengo que seguir las pautas que ya tiene esa agencia. En este negocio, por más chiquito que sea, los valores y la ética son los que yo quiero tener”. Llegó a PROMUDEMI en el momento del despido. Con el crédito que le concedieron compró una computadora “que estaba necesitando” y se mudó a una oficina mayor: “Antes funcionaba en un departamento muy chiquito. No me ayudaba a crecer porque no tenía las comodidades para atender gente. Empecé atendiendo a domicilio pero cuando pude empezar con el local en el edificio, el espacio de trabajo se hizo mas claro y me ayudó en el crecimiento de la empresa”. Su agencia, que ya emplea a cuatro personas, le hizo replantearse el significado de la palabra responsabilidad: “Es mucho mayor que cuando trabajás para una empresa. Como somos una empresa de servicios, la confianza y el prestigio es fundamental. La credibilidad con el proveedor y con el cliente la podés perder en segundos. Es algo que se construye en el día a día.” 39
Alejandra y Geraldine Geraldine no sabía nada de indumentaria pero quería hacer pijamas. Alejandra estaba desempleada pero tenía conocimientos en el rubro porque su padre había trabajado muchos años como cortador de indumentaria. Así fue como nació, hace cinco años, un emprendimiento que hoy ya tiene tres empleados. “Creo mucho en la capacidad que tiene cualquiera de generar sus propios sueños y proyectos, más allá de los recursos económicos”, dice Alejandra.
La falta de experiencia inicial la compensaron con mucha curiosidad y una amplia búsqueda de información. “Era como
ser actriz. Entrábamos en una casa de telas y hacíamos como que teníamos una mega empresa, hablando de una forma sofisticada para averiguar los precios. Simulábamos que teníamos un local para ver qué nos ofrecían”. Las dos hacían de todo hasta que la división de tareas se fue dando naturalmente en función de sus intereses y capacidades. Cuando necesitaron financiamiento “para dejar de trabajar como en una rueda”, apareció el CMD. “Allí nos dimos cuenta que todos los emprendimientos pasan por las mismas etapas: para los más grandes y para los más chicos, para todos los rubros, el proceso y los temores son los mismos”. El emprendimiento tambaleó cuando la persona encargada de la parte contable las dejó. “Decidimos seguir y reorganizarnos y por nuestra vinculación con el CMD vino una invitación a través del Banco Ciudad. Así fue como accedimos al crédito de PROMUDEMI para invertir en una maquina de corte, en una mesa de corte, y en mobiliario”. Alejandra y Geraldine entendieron que buen plan de negocios ayuda a no malgastar el dinero cuando no se entiende bien qué se quiere hacer. A su marca, Placido y Dominga, ahora le quieren sumar más productos: “El objetivo es un local propio en el que vendamos cosas para la casa, desde sábanas, hasta acolchados o tazas”. “Trabajás todo el día y todos los días pero todo lo que vas logrando es tuyo”. 40
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Ermelinda Es chilena, con veinte años en la Argentina. Trabajaba como diseñadora y modelista de alta costura en una gran fábrica cuando decidió comenzar un proyecto independiente para poder ser madre sin la rigidez del horario en los trabajos por cuenta ajena. Junto a su marido lanzó un emprendimiento de diseño y confección de ropa infantil. Funcionó hasta el 2001, pero la crisis que vivió el país fue demasiado dura. Bajó la persiana, cuenta, porque el crédito que habría necesitado entonces para sobrevivir nunca apareció. Con el paso del tiempo volvió a armarse como emprendedora cortando prendas y tercerizando la costura. “Trabajar en casa tiene un pro y un contra. No tenés horarios pero si estás con tu hijo, el tiempo que le dedicás a él, lo tenés que dedicar después a tu trabajo. Se te van corriendo los horarios pero lo hermoso es que lo ves crecer”. Escuchó hablar a una amiga sobre los créditos de PROMUDEMI y solicitó uno. “Me gustó porque fue algo real. Muchas veces los organismos te dicen que te van a ayudar pero vas y te tiran la pelota. Con los créditos de PROMUDEMI pedí la entrevista y me la dieron. Hice el plan de negocios y recibí el crédito seis meses después. ¡Era real!”. Con el crédito compró una máquina de tecnología avanzada. “Para que te vaya bien hacen falta dos cosas. Una es capital para invertir. La otra es la experiencia”. En su experiencia, la flexibilidad también es una de las claves para el buen funcionamiento de un negocio: “Lo que planteamos en el plan de negocios inicial se fue perfilando poco a poco. El proyecto puede cambiar si ves que se perfila más para otro lado”. Organizar el tiempo y las tareas también está entre sus prioridades: “No podés hacerlo todo. Cortar, coser, y además vender es mucho”. Su próximo objetivo es tener empleadas y no sólo tercerizar: “Los detalles en alta costura son muy delicados y para ello el trabajo manual es irreemplazable”. 43
Luciana “Más allá de que uno pueda ser responsable con otros, la pasión que le ponés a lo tuyo no se la ponés a otra cosa. Tu disponibilidad y tus horarios van detrás”. Luciana no duda cuando le preguntan las ventajas de ser responsable de su propio proyecto de diseño de indumentaria hecha con cuero vacuno. Hace tres años, en los comienzos de su emprendiento, eligió ese material porque formaba parte de la identidad argentina. “El cuero que no estaba explotado a nivel diseño tiene una cosa muy especial, y es que es único: cada pieza es distinta a la otra, con sus marcas y sus texturas”. Mientras estudiaba, Luciana también trabajaba como empleada de ventas en una empresa de indumentaria. “Tenía miedo de dedicarme a mi proyecto al cien por cien. De todos modos, trabajar ahí terminó ayudándome por lo que aprendí”. Su vocación está clara “desde chiquita”, gracias a una abuela con conocimientos de corte y confección que hacía prendas, también para ella: “Me encantaba verla. Trabajaba con ella en las telas”. Presentó su proyecto en convocatorias para emprendedores y participó de cursos y seminarios. “Te vas metiendo y te va generando entusiasmo porque vas conociendo a otros emprendedores. Es fundamental conocer a otros en las mismas circunstancias y con los mismos miedos”. El CMD fue para ella un lugar donde formarse y relacionarse con esos otros emprendedores “que te ayudan a estar informada de todas las propuestas”. “Una coordinadora del CMD me habló del crédito de PROMUDEMI. Yo estaba con ganas de empezar una línea nueva de regalos empresariales y era una oportunidad”. Luciana recibió capacitación y la aprobación del crédito. Cuando llegue el dinero, una parte la va a destinar a comprar una rebajadora para integrar el taller de rebajado al de costura. “No hay un límite en el crecimiento. El proyecto va mutando y te encontrás con cosas nuevas que hacen que te vayas adaptando”. 44
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David Es padre de familia, tiene 30 años y es boliviano. Llego al CMD, hace un año y medio, enterado a través de una amiga de su esposa de las becas de capacitación que entregaba el gobierno de la cuidad. En ese momento trabajaba en una fábrica de tejido pero quería cambiar de rubro así que pidió permiso al patrón y comenzó el curso de costura. Después de aprender pantalonería, a sus treinta años estudia corte y tizado. “Llegué sin mucha expectativa, veía las máquinas y no entendía nada, donde iban las piezas ni porque estaba acá, hoy no, hoy pienso en tener un oficio. Venís principalmente por el tema de las becas. Pero aquí aparte de enseñar te respaldan. No te dicen que te quedés ahí. Te dicen: ‘Ve por más’. Están siempre encima tuyo, viendo que hagas bien tu trabajo. Los profesores son un diez”. Hoy trabaja en la construcción porque es lo que más libertad de horario le da. La necesita para seguir capacitándose y para cuidar a sus tres hijas mientras la mujer estudia. Sabe que no es fácil pero tiene fe en la formación y cree en los profesores. “Yo sé que de aquí voy a salir trabajando”.
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FabiÁn “Cuando emprendés un viaje lo tenés que organizar. Cuando emprendés un negocio, también”. Fabián sabe tanto de viajes como de emprendimientos. El suyo es un taxi, al que llama su socio. “De todas las ganancias, una parte van para mi socio el taxi. El auto necesita mantenimiento y ser prevenido en esto me soluciona problemas mayores. Anoto los kilometrajes y sé cada cuánto tengo que arreglar algo. Antes de que suceda el inconveniente lo llevo al mecánico, que también es mi socio y sabe que lo necesito. El auto no puede dejar de trabajar. Ahí está el negocio”. Asociarse para lograr sus objetivos parece constitutivo en él. Los empleados también son socios para Fabián: “Yo les digo cómo tienen que trabajar para conseguir lo que quiero de lunes a viernes. El sábado y domingo, les digo que descansen. Si quieren trabajar, está bien, pero es fundamental que descansen para que no choquen y dejen parado el auto. No hay que creer eso que dicen de que todos los empleados son enemigos. Si el negocio crece, hacen falta empleados” Se enteró de PROMUDEMI por una amiga, que se lo aconsejó para financiar unos arreglos que necesitaba el coche. Hace dos años que recibió el crédito. Fabián cree que todo lo aprendido se transforma en herramientas. “Todas las que fui sumando me armaron el terreno para emprender. Emprender te da libertad. Es cierto que le tenés que dedicar más tiempo pero también te da más margen de maniobra en la vida”. Para él, saber organizarse es también tener “varios huevos en la canasta” para poder cambiar cuando ocurre un imprevisto. “Tener ingresos diversificados: si alguno no funciona, está el otro, el que te da el margen de maniobra para salir del problema. La mayoría de la gente, cuando se entera de que va a quedar sin trabajo se paraliza, no saben qué hacer. A mí nunca me pasó. Cuando tenés inquietud es porque algo te dice que lo podés hacer”. 48
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Carmen Rosa En 1994 vino a la Argentina desde su Perú natal para trabajar, junto a su marido, como empleada del hogar en una casa de familia. “Cuando nos despidieron, nos despidieron a los dos a la vez. Quedamos con tres hijos y en la calle”. Vinieron tiempos difíciles en los que llegó a recibir alimentos a cambio de participar en las marchas y actividades de un centro de gestión. “Había cosas que me gustaban y cosas que no, pero yo necesitaba la caja”. Su afición a la costura, oficio que aprendió en Lima durante sus años escolares, la ayudó a salir. Una amiga le contó que en el CMD daban “una suerte de beca a quien se anotara en los cursos como una forma de capacitarse para trabajar”. Hizo el curso de operaria de máquinas de costura y encontró un modo de vivir que le permite dejar parcialmente la limpieza en casas familiares. Carmen dejó de recibir el subsidio previsto para la capacitación en oficios con salida laboral cuando Desarrollo Social le concedió un subsidio para un proyecto de confección de ropa para niños. En el CMD le habían hablado de la convocatoria y ella presentó su solicitud. “Lo primero que quiero hacer es comprar la collereta. Con eso completo todo el circuito de las máquinas”. Nos cuenta de su experiencia con el CDM. “Acá me desarrollo y veo mi capacidad. Veo que lo que antes me costaba ahora lo hago mucho más rápido. Me dieron una visión para desarrollarme y aprender a valorarme como persona a través de mi trabajo. Hay personas que esto no lo valoran, que van al taller a chusmear y no aprenden. Ahí están las máquinas pero no las agarran”. Carmen Rosa quiere ser ejemplo para sus hijos, que vean que a sus 49 años puede seguir capacitándose y creciendo. Dice que se esfuerza porque espera lo mismo de sus hijos. “Cuando te ponés a trabajar sólo buscando dinero te olvidás de lo esencial. Se puede trabajar y capacitarse al mismo tiempo. Todo depende de como te organicés. Yo veo a mujeres con muchos más hijos que lo logran. Imaginate yo hasta dónde puedo llegar”. 51
GLORIA y MARÍA María sabe vender. Gloria sabe producir. Amigas desde que tenían 16 años en Salta, la vida las volvió a juntar hace dos años, cuando Gloria volvió de España. Fue entonces cuando decidieron apostar por un proyecto juntas haciendo lo que más les gustaba: diseñar, fabricar y vender indumentaria. “Siempre me gustó trabajar con el cuero y otras telas y con la habilidad que tiene María con la venta empezamos a complementarnos con la fabricación”, recuerda Gloria, que de España se vino con la experiencia de doce años trabajando en diseño y moldería en una fábrica textil. Debido a una discapacidad visual que va empeorando con el tiempo, María estudia en la escuela especial Francisco Gatti, en San Telmo. Allí les dijeron cómo tenían que hacer para presentar en Economía Social su proyecto de confección de indumentaria. El plan fue aprobado y hace un año recibieron un subsidio de 10.000 pesos, el máximo posible. Con el dinero adquirieron tela, hilo, cuero y máquinas usadas para el taller. Cada una tiene bien delimitado el campo que ocupa. Gloria diseña, hace los moldes, compra los materiales y produce. María vende y aporta las ideas para nuevos productos: “Estoy en contacto con el cliente y mis ideas son las que ellos me transmiten”. Las dos coinciden en preferir la actividad emprendedora al trabajo por cuenta ajena. “Manejar mis horarios es el estado ideal. Si quiero pasar más de ocho horas haciendo algo, no me molesta, porque es algo mío y es una satisfacción hacer lo que a uno le gusta”, cuenta María. Las reuniones de trabajo muchas veces son simples conversaciones por teléfono, gracias “al respeto, la amistad y el cariño”: “Nos conocemos y nos tenemos muchísima confianza”. Según Gloria, estar capacitadas fue fundamental. “Es muy importante haber aprendido a hacer algo. Tener un oficio es fundamental. Hay una deficiencia, a nivel mundial, de gente que sabe hacer bien algo”. 52
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Cecilia y Eleonora En Buenos Aires cada vez más gente vive en monoambientes, con pocos espacio para muebles. Donde otros vieron un problema, ellas encontratron su proyecto. Diseñar muebles que pudieran transformarse por la noche, como una cama rebatible o una cajonera con ruedas que se convierte en mesa de luz. El emprendimiento se llama Minbai y comenzó con el premio en el programa VAITEC de desarrollo de proyectos tecnológicos. Gracias a él, tuvieron acceso durante dos años a la incubadora del CMD, un lugar en el que comenzar a trabajar y a capacitarse en costos, proveedores, gestión y logística: “Antes nos juntábamos cada 15 días a tomar el te y charlar de lo lindo que sería. No bajábamos a la realidad. Pero con el premio nos obligaron a usar el espacio por lo menos 6 horas al día. Eso hizo que nos sentáramos y empezáramos a trabajar en serio, buscando en internet y posicionándonos en la web.” En esos dos años Eleonora y Cecilia aprendieron que poner en marcha un proyecto era más complejo que tener una idea para un mueble. También, que crear un equipo de trabajo y compartir las ideas es fundamental. “Uno solo no puede hacer nada. Y con la gente no hay que mezquinar las ideas. Sacás más provecho al compartirlas que al callarlas. Los demás tienen aportes que muchas veces ayudan”. Descubrieron que el diseño, la comunicación y el cumplimiento de lo pactado son elementos clave en cualquier emprendimiento. “La gente valora mucho que si le decís a una hora, seas puntual, y que devuelvas las llamadas. Son cosas básicas pero en la práctica no se dan tanto. Es lo que hace que te recomienden luego”. El crédito de PROMUDEMI nos “permitió tener un pequeño stock”: “Los tiempos de fabricación y de producción se hacían muy largos y se nos hacía difícil cumplir con las entregas. Antes de que empezáramos a fallar, pedimos el préstamo para tener un stock”. 55
HÉctor “Mi única contención es la máquina. Me fascina lo que hago”. Lo que hace Héctor, desde que tenía catorce años, es tomar fotografías. Para él, ser emprendedor es la solución que le permite vivir pero su sueño es que alguien lo contrate por cuenta ajena. “Aunque pongo toda mi voluntad, conseguir empleo en relación de dependencia es un recorrido cuesta arriba. Por mi problema motriz, hay muchas cosas que no puedo hacer”. Una mala praxis durante una operación en Mar del Plata le provocó esa discapacidad motriz. Hasta ese momento, había trabajado como jefe de publicidad de una revista y como fotógrafo en un organismo político. También tenía experiencia emprendedora vendiendo celulares y haciendo fotos en casamientos y bautismos. Por medio de COPIDIS y debido a su discapacidad motriz, logró un subsidio para comprar una cámara y un puesto en el que vender fotos. Cuando se presentó en Pavón y Entre Ríos con su currículum, recibió el dinero para comprar la cámara. Debía elegir entre dos puntos de la ciudad: Parque Centenario o Parque Lezama. Héctor abrió en Parque Lezama pero no funciono bien. “No vendía las fotos y llegó un momento en que ya no daba. Era más lo que necesitaba para comer y para pagar por el puesto”. Entonces se fue a Caminito. “Es mas turístico pero tampoco alcanza: sigo dependiendo del Gobierno de la Ciudad. Hay días que no vendés nada. Hay días que sí”. Hoy estudia computación y recibe por eso una beca, que cada mes guarda como un ahorro. Su objetivo es trabajar en relación de dependencia para “dejar de vivir de los 1200 pesos por mes que el gobierno de la Ciudad paga por el hotel”: “No quiero tener la tarjeta Ciudad, quiero elegir dónde comprar, quiero volver a vivir normalmente y no estar dependiendo. Yo trabajo desde los 14 años y estudio desde los 14 años. Permanentemente me estoy capacitando. Yo soy un tipo laburador”. 56
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MERCEDES Llegó a tener su propio negocio pero un día lo cerró y se dedicó a cuidar a su hijo. Después se vio demasiado grande como para salir a buscar trabajo y empezó a coser. Conocía el oficio. Toda su familia tenía talleres de costura. Ella también tenía máquinas. “Empecé a coser en casa. En la televisión vi una publicidad de la fundación Cosiendo Redes que mostraba a mujeres cosiendo y decidí hacer el curso”. Hace dos años que acude una vez por semana a Cosiendo Redes. Ahora sigue el curso de moldería. “El último”, dice con orgullo. Mercedes nunca había visto a la costura como una forma de salir adelante pero la idea de ir a buscar trabajo por cuenta ajena se le hacía muy difícil. “No sabía como golpear puertas para trabajar y ese no animarme me fue encerrando poco a poco. El curso fue una salida que encontré. Me abrió a otra cosa. Yo me sentía muy deprimida”. El equipo de reinserción laboral de la fundación le consiguió trabajo en una fábrica. “Jamás pensé que podía hacer ese trabajo. No me sentía capacitada pero con todo lo que me fueron diciendo... El apoyo que recibí en la fundación no lo encontré en ningún otro lugar, ni en mi familia, ni en mis amigos. Lo encontré acá. Algo habrán visto en mí. Antes era la costurerita que dio el mal paso. Ahora soy otra cosa. Te enseñan a valorar lo que sabés hacer”. El trabajo en la fábrica se terminó pero la experiencia sigue en su recuerdo como algo muy positivo. “Ya entrás en una rueda. No es lo mismo empezar de cero, como estaba antes de llegar acá. Supongo que en algún momento voy a empezar a trabajar otra vez. No me siento sola. Me siento apuntalada. Hay todo un equipo detrás y estoy muy agradecida. Todo el apoyo que recibí fue impresionante. Aunque hoy estoy sin trabajo, el apoyo sigue. No te dejan sola”.
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Esteban “Al hombre que se pone una parrillita en una esquina para ganarse un mango, ese es al que le tenés que dar el crédito: él ya va a saber qué hacer.” Para Esteban, la ciudad está llena de emprendedores que trabajan con recursos muy limitados. Él los conoce bien. Hace treinta años que trabaja en organizaciones sociales. La actividad de Esteban tiene más de social que de proyecto individual. Hoy preside un comedor barrial con la experiencia de haber generado múltiples emprendimientos a lo largo de su vida, desde fabricar lavandina hasta confeccionar pulóveres. “Siempre trabajé con más gente. Alquilábamos un lugar bien grande en el que hacíamos funcionar el emprendimiento y además vivíamos. Lo importante es conducir y con criterio. Las organizaciones comunitarias están hechas de gente”. En su comedor doscientas personas encuentran alimento todos los días. No es lo único que reciben. “Brindamos computación a 40 alumnos y damos trabajo a 30 personas que fueron capacitándose y que en otros lugares no habrían podido encontrar una oportunidad para trabajar: vienen todos con una problemática social compleja.” Gracias al apoyo de los créditos de la Ciudad y de la Nación, en el comedor ya pusieron en marcha un local de comidas y una agencia de telemarketing. Tienen el sueño de armar también una peluquería. “El local de gastronomía se sostiene con el trabajo diario de seis personas que tienen un básico de 2500 pesos y un plan FIT. Con las ganancias se sostiene el local y se apoya a la organización”. “Nunca empecé un emprendimiento pensando en lucrar, sino en vivir, y los créditos generan emprendimientos que permiten dar trabajo a las personas que se acercan al comedor y capacitarlos en oficios. A pesar de las vueltas que le des a las cosas, siempre terminás donde debes estar” 60
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Ana “La vida de un emprendedor es como remar en dulce de leche: puede ser riquísimo pero es muy pesado”. Lo cuenta Ana, emprendedora desde que a los 21 años comenzó a animar fiestas infantiles con sus amigas. “Siempre me interesó lo lúdico. Siempre me dediqué a los chicos”. Combinando su amor por los chicos con su preocupación por el medio ambiente, Ana armó Trapijuegos y 3RD para crear y vender muñecos artesanales a partir de materiales reciclados. “Cuando fui mamá tomé conciencia de la importancia de dejarle a los chicos un mundo más limpio. Vinculé el reciclado con los chicos para generar un producto con un propósito, una identidad que genere un cambio de mirada en los chicos con relación al consumo y al medio ambiente”. En el CMD su proyecto ganó un concurso de incubación. “Incuba toma emprendimientos básicos, pequeños y frágiles, y los articula. Les dan forma para convertirlos en una empresa. Con lo aprendido y generado durante la etapa de incubación, presentar el proyecto en PROMUDEMI fue fácil”. Hoy trabaja junto a una diseñadora gráfica y a un joven dedicado a generar comunicación en las redes sociales. “Yo no le daba bola a todo eso pero ha sido muy importante para nosotros”. Ella se concentra en el diseño de los muñecos. “Levanto telas y las tengo ahí guardadas meses. A veces me llego a preguntar ¿para qué las agarré? Hasta que un día surge la idea de repente. Así es el proceso creativo”. Para Ana, ser emprendedora es “un desafío muy grande”: “Cuando asumís compromisos con otras personas que tienen familia, cuando tenés que pagar sueldos y tus clientes no te pagan, o cuando ves toda la productividad que tenés que generar para cumplir con tus compromisos, te podés angustiar. Más aún cuando sentís que no tenés límites y pensás que lo vas a podes hacer todo. Yo a todo le digo que sí y eso es peligroso. También hay que aprender a decir que no”. 63
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ACOMPAÑANDO NECESIDADES Y PROYECTOS
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IGNACIO / DIRECCIÓN “PROMUDEMI tiene hoy una tasa de rendición del 75%, que para un programa de microcrédito es muy alto” Muy entusiasmado con su trabajo y a poco de haber realizado un balance de actividades nos adelanta que para el próximo año el microcrédito para emprendedores duplicará su monto. El área trabaja dos herramientas con fuerte implicancia social. El subsidio FIT (Formación e Inclusión para el Trabajo) que basa su existencia en la capacitación, y el crédito de PROMUDEMI, orientado a proyectos económicos concretos, con una evaluación y seguimiento específico. “Son diferentes planes, con características particulares y apuntado a personas con perfiles distintos, pero tienen en común el objetivo de generar desarrollo económico”. El camino ideal, el gran objetivo, es que la persona construya el proyecto desde sus primeros pasos. Desde donde adquiere o perfecciona el conocimiento, su oficio, hasta la concreción de un emprendimiento con un crédito PROMUDEMI. “La persona que se acerca al área de Desarrollo Social a solicitar el subsidio del FIT, debe durante los dos años de capacitación en el oficio, lograr desarrollarse, tener herramientas para salir de la compleja situación con la que llegó, pero hay muchos matices, y no siempre el circuito es así...”. Son muchas las razones por las que un emprendimiento puede fallar. Siempre rondan en los mismos conflictos: falencias en la administración del negocio, problemas en la estructura de costos, mal manejo del personal. Es por eso es que se trabaja interdisciplinariamente con el CMD, con Industrias Creativas, con el Ministerio de Desarrollo, capacitando al emprendedor y mejorando las chances de proyectos viables. “La persona emprendedora, tiene un empuje especial, no se deja vencer por nada, el emprendedor va para adelante”. 67
ANALÍA / GERENCIA OPERATIVA Desde la Gerencia Operativa de Apoyo a Emprendimientos Productivos se presta asistencia financiera y técnica para promover el desarrollo y crecimiento de emprendimientos nuevos o en marcha que se desarrollan en el ámbito de la Ciudad. La asistencia financiera se canaliza a través de los subsidios y/o de los créditos tasa cero (PROMUDEMI) de acuerdo al tipo de emprendimiento y las necesidades del solicitante. Muchas de las personas que se acercan a nuestra oficina, ya tienen un emprendimiento productivo en desarrollo o en vías a desarrollarse. Para ellos nuestra línea de crédito a tasa cero se convierte en una herramienta fundamental. Tanto para potenciar sus proyectos como para dar forma a uno nuevo. En su mayoría ya poseen un oficio (textil, gastronómico, marroquinería, etc) pero no cuentan con herramientas financieras y técnicas para llevarlo adelante. Nuestros evaluadores los guían en el armado del plan de negocio permitiéndoles analizar no solo la viabilidad del proyecto, sino también tener en cuenta todas las variables que forman parte de un emprendimiento y son necesarias para obtener resultados positivos. Intervienen desde un rol de “tutores” guiando a los mismos en el larga tarea que significa ser Emprendedor. La mayor satisfacción que ofrece mi trabajo es ver que aquellos solicitantes que se acercaron a nuestras oficinas en una situación de vulnerabilidad social con una única herramienta “su oficio” y no sabían como llevar adelante su propio microemprendimiento, a partir de nuestra ayuda tanto económica como técnica, no solo lograron cumplir su sueño del “negocio propio” sino que también recuperaron la confianza en sí mismos y sus capacidades. Genera mucho entusiasmo saber que aquellos emprendimientos que hemos financiado a través de PROMUDEMI contribuyen a la generación de empleo para otros ciudadanos, siendo este el motor principal de la Economía Social y la base de nuestro trabajo diario. 68
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Cecilia / GERENCIA CAPACITACIÓN “Muchas personas comienzan el curso sólo por la beca económica. En un principio no se implican con las clases, pero el interés es algo que van adquiriendo”. Se está en comunicación constante con fundaciones, cámaras y sindicatos para que capaciten a los participantes del programa. El objetivo final es insertarlos en esas mismas organizaciones cuando sea posible. “Si en algún curso se distingue alguna persona y cumple con los requisitos que las organizaciones están necesitando, los tratamos de vincular”. Las capacitaciones cuatrimestrales los forman en oficios de la industria textil y de la gastronómica. También enseñan a trabajar como administrativo, electricista y reparador de computadoras. Se pueden cursar hasta 4 cuatrimestres con derecho a una beca por mes cursado de hasta el 20% del mínimo vital y móvil. “En 2009 se empezó con 600 beneficiarios y hoy reciben formación casi 5.000 personas”. Las tutorías obligatorias con asistentes sociales y psicólogos ayudan especialmente a los que vienen de situaciones más precarias. Se trata de hacerles creer en todo lo que generan mediante su propio trabajo. “Es lo más rico que tiene el programa. El oficio se aprende, pero si no trabajan el tema más interno de la subjetividad de la persona, la reinserción laboral se hace difícil. El empoderamiento les cambia la mirada y permite que salgan del círculo”. Una vez encarrilados en los cursos, la asistencia técnica del área de subsidios evalúa los proyectos presentados por los alumnos para financiar las máquinas necesarias en sus emprendimientos. Cuando todo marcha bien y el proyecto crece hasta necesitar otro apoyo, llega el turno de la ayuda de PROMUDEMI. “Hoy en día mucha gente vuelve a PROMUDEMI en busca de un segundo crédito. Mientras el primero haya sido devuelto, se puede volver a otorgar”. 71
DARÍO y VANESA / EVALUADORES No solo se trata de evaluar proyectos para decidir cuáles reciben el crédito. También, ayudar y guiar a los emprendedores en la redacción del plan de negocio. “Las ganas, el empuje y la dedicación del emprendedor” junto con su participación en los programas de formación y estímulo de la Ciudad son algunas de las variables que toman en cuenta para elegir. “Los asesoramos por mail o por teléfono para no hacerlos venir hasta acá. La idea es que cuando vengan ya hayan resuelto las trabas que puedan tener en el desarrollo del plan de negocios. Lo nuestro es asistencia técnica y evaluación. Nos interesa que el proyecto funcione, que tenga continuidad en el tiempo”. El plan debe prever que el negocio alcance su punto de equilibrio en el tercer mes. Coincide con el período de gracia que se otorga al beneficiario del crédito. A partir de ese momento, tiene que comenzar a devolverlo. “El plan de negocios es la traba más grande que se encuentran los interesados en el crédito”. A PROMUDEMI llegan personas derivadas de diferentes áreas de la Ciudad, como FIT; Incubación; y Desarrollo Emprendedor. “El Gobierno de la Ciudad canaliza sus capacitaciones en treinta y dos entidades. Cada una de ellas pone su cuerpo docente y sus tutores”. Los emprendimientos van tomando forma a medida que pasan de un área a otra. “Dentro de Economía Social la persona encuentra un área para desarrollarse en cada una de las etapas en que está”. Hace diez años que Vanesa trabaja en PROMUDEMI. Darío sólo lleva cuatro meses. Los dos se sienten identificados con un espacio que ayuda a concretar en proyectos las ideas de otras personas. “Cada plan es único. Lo importante es que todos quieren concretar sus sueños. Tienen un propósito. Un objetivo”. 72
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DANIEL / VISITADOR En la Dirección de Economía Social, Daniel se encarga de visitar y evaluar proyectos. Cuando llegan a su mesa las solicitudes de créditos y subsidios que le derivan las diferentes áreas de la Ciudad, se pone en contacto con el emprendedor y acuerda con él un encuentro en su lugar de trabajo. “Evaluamos el espacio y las condiciones en las que se va a desarrollar el proyecto. Los materiales que se requieren junto con las capacidades de la persona y del espacio de trabajo”. Con lo observado y escuchado, Daniel redacta su informe siguiendo un formato establecido y anotando las particularidades de cada caso. “La cantidad de informes que realizamos varía de acuerdo a la época del año y a los presupuestos”. Los que piden subsidios son personas de bajos recursos o con discapacidades físicas. También está abierto a personas que, por un motivo u otro, no pueden acceder al mercado de trabajo formal. El gastronómico y el textil son los rubros más comunes. “Todos los proyectos que surgen tienen que ver con conocimientos que ya tiene la gente por su experiencia y que deciden usar en un trabajo por cuenta propia. Cualquier ama de casa, por ejemplo, puede armar un proyecto de comidas fácilmente. Sólo requiere tener los materiales y un lugar para desarrollarlo”. A diferencia de los subsidios, explica Daniel, muchos de los créditos los toman sectores medios de la población “que sólo necesitan un empujón de inversión económica para desarrollar sus proyectos”.
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Carolina / CMD Testeo de software, tapizado y tratamiento de muebles, confección de cortinas, marroquinería, costura y alta costura son algunos de los oficios que se aprenden en las escuelas de oficios del CMD, un lugar que para Carolina representa el corazón del Distrito de Diseño. “Cada uno de estos cursos tienen una salida laboral identificada. De hecho, surgieron por la necesidad de los sectores económicos correspondientes. Las cámaras quieren personas que conozcan el oficio. Son ellas las que se encargan de vincularlas con el mercado laboral una vez capacitados”, cuenta Carolina. “El objetivo no es sólo encontrar un trabajo, la idea es que las personas puedan encontrar también oportunidades de recreación y superación. Que sea un espacio que amplíe sus posibilidades”. Apoyadas por el área de Formación e Inclusión para el Trabajo (FIT), las escuelas de oficios trabajan especialmente con los sectores de la población más vulnerables. “Tres de las cinco escuelas que tenemos en el CMD se financian con el programa FIT. La mayoría de los que vienen son derivados del área de Desarrollo Social. Son personas que están tratando de salir de un círculo muy difícil”. Se dicta también un programa acelerador de talleres productivos: “Está armado para brindar las primeras nociones de lo que significa tener un emprendimiento. Es para la gente que sale de las escuelas de oficios y emprende su propio camino. Por ejemplo, si una mujer consigue la máquina de coser como herramienta de trabajo gracias a un subsidio, el paso siguiente es darle con este programa nociones en gestión de costos, en búsqueda de clientes, en procesos y en calidad de producto”. “En el CMD también se desarrolla el programa de Incubación para emprendedores con productos o servicios en los que el diseño juega un papel fundamental. Se les brinda el espacio durante un año para que lo usen de showroom, de oficina o de taller”.
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LILIANA / Cosiendo redes La Fundación Paz nació con la misión de formar a personas en situación de extrema vulnerabilidad para ayudarlos a conseguir una salida laboral. Liliana se enorgullece por toda la gente que “en una situación de abandono” llegó a la fundación para salir con la posibilidad de reinsertarse laboralmente. El proyecto Cosiendo Redes se puso en marcha en el año 2006 y trabaja dentro del CMD desde 2008. Desde que funciona allí, se abrieron ocho aulas, lo que permitió ampliar su propuesta de cursos. Hoy pasan 700 personas por año para formarse en manejo de máquinas, en sastrería, en corte y tizado, en producción, en práctica profesional, y en moldería por computación, industrial y para niños, “En el transcurso de los dos años de la capacitación, los alumnos van entendiendo qué es lo que buscan. Nos encontramos muchos casos de personas que no tuvieron un modelo parental de identificación con el trabajo. Eso hace que les cueste mucho asumir una ocupación”. Su objetivo es formarlos y que salgan valorando su propio trabajo. “A los alumnos con un buen desarrollo durante la capacitación los avalamos y orientamos para que pidan el crédito en el Gobierno de la Ciudad”. El programa surgió por la necesidad de los fabricantes de emplear a trabajadores con el conocimiento de un oficio. “Las marcas, la producción nacional, no podía sostenerse”. En el perfil de cada alumno que arma la fundación anotan su disponibilidad horaria y su lugar de residencia. Cuando llega el pedido de una empresa necesitada de mano de obra, responden enviando los perfiles de todos aquellos aptos para el puesto. “Este espacio es hermoso y estamos orgullosos de poder trabajar acá. Este lugar es muy lindo y dan ganas de cuidarlo. Eso también es muy importante” 78
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GISELLE / Cosiendo redes “La gente puede venir a capacitarse desde lo técnico, pero hay cuestiones que se relacionan con la actitud personal, con los miedos, los valores sobre el trabajo. No es sólo armar el currículum o aprender como presentarse en una entrevista laboral. Son cuestiones más profundas, como por ejemplo, preguntarse qué significa el trabajo para cada uno”. Para esta Licenciada en Psicología, comprender a las personas es el primer paso a dar cada vez que llega alguien a Cosiendo Redes. Giselle se ocupa del acompañamiento diario de los alumnos y de su vinculación con el mundo laboral, ya sea como futuro empleado, como miembro de una cooperativa o como emprendedor. “La población que asiste a los cursos está atravesada por mucho desánimo. Gente sin trabajo y con problemáticas familiares que en muchos casos derivan en baja autoestima. Pero el cambio se ve. El último día del año, la gente sale muy conforme. No sólo por la formación técnica sino por el acompañamiento personal. No es una terapia, pero sí un trabajo grupal encaminado a reinsertar a las personas”. Devolver la posibilidad de formar parte del mercado formal es su gran desafío. Para los alumnos que nunca fueron parte de ese mercado, Cosiendo Redes brinda cuatro talleres, cuatrimestrales y opcionales, de acompañamiento y reinserción. Para medir el desempeño de los alumnos, no se utilizan calificaciones numéricas, sino valoraciones conceptuales. “Todos evaluamos desde nuestro lugar para armar el perfil de cada uno. Insistimos mucho con el tema de los horarios y las faltas, con el tema de la responsabilidad”. “El oficio se aprende con el tiempo, pero hay algo en la actitud, en el creer que uno no va a poder, que tiene que ver con una minimización de lo que se está haciendo y que se termina transformando en un gran obstáculo. Hay muchas personas que no trabajan por estas cuestiones, que se deben fortalecer desde lo personal, y no porque no conozcan el oficio” 80
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PROMUDEMI / Programa Municipal de Microempresas PROMUDEMI tiene como finalidad brindar asistencia técnica y financiera con el objeto de promover el desarrollo y crecimiento de emprendimientos comerciales, productivos y/o de servicios, de naturaleza unipersonal, asociativa o cooperativa, que se implementen en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Cumpliendo con los requisitos detallados se otorga un crédito con interés a tasa cero, con el fin de ayudar a desarrollar emprendimientos nuevos o en marcha, que desarrollen actividades productivas y/o de apoyo a la producción. Requisitos indispensables para solicitar el crédito: - El emprendimiento debe funcionar en la Capital Federal. - El solicitante debe estar inscripto en el AFIP como monotributista o como responsable inscripto. - Se pide la inscripción en ingresos brutos. - Debe presentar un garante: conocido o familiar, con un título de propiedad, un vehículo o recibo de sueldo. - Ser mayor de dieciocho (18) años. - Acreditar una residencia mínima, inmediata e ininterrumpida de dos años en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. - No pertenecer a la Planta Permanente, de Gabinete o Transitoria del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. - Presentar constancia de inscripción en AFIP e ingresos brutos (AGIP). Una vez armado eso se pasa a armar el plan de negocios para evaluar la rentabilidad del proyecto con el asesoramiento de un equipo técnico del Programa que ayudará con asistencia técnica y financiera del armado del plan de negocio, a fin de evaluar la viabilidad y rentabilidad del proyecto o inversión a realizar. 82
FIT / Formación e Inclusión para el Trabajo El Programa FIT tiene como objetivo la inclusión sociolaboral de las personas en situación de pobreza y con problemáticas de empleo; siendo su finalidad la orientación laboral y el apoyo en la búsqueda del mismo, ya sea a través de la formación y la capacitación laboral, así como también a través del incentivo económico, financiero y técnico para el desarrollo de unidades productivas en vías de desarrollo o a desarrollarse. Dentro de sus objetivos principales se encuentra la capacitación en oficios, buscando potenciar al máximo las capacidades de cada beneficiario fortaleciendo y resignificando aquellos conocimientos adquiridos en su experiencia sociolaboral previa, y les permita a los mismos adquirir una herramienta para la búsqueda laboral como también llevar adelante una actividad autogestiva. Los requisitos para acceder al mismo son: - Ser mayor de dieciocho (18) años de edad - Documento Nacional de Identidad - Domicilio en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Acreditar una residencia mínima, inmediata e ininterrumpida de dos (2) años. - Acreditar la situación de pobreza presentando la Certificación Negativa expedida por la ANSES.
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PALABRAS CLAVES Plan de negocio: Es una herramienta de gran utilidad para todo emprendedor, puesto que el mismo le permite plasmar su proyecto de forma gráfica teniendo en cuenta las acciones a realizar en un futuro, planear las posibles estrategias de marketing, comercialización, y hacer posible un seguimiento del proyecto. A partir del plan de negocio el emprendedor puede identificar de manera objetiva y realista, los problemas que se pueden suscitar, y de esta manera planificar posibles soluciones y alcanzar los resultados esperados. El plan de negocio de PROMUDEMI presenta el siguiente orden funcional: Datos generales del proyecto: a) VISIÓN: propósito del emprendimiento a largo plazo. b) MISIÓN: propósito del emprendimiento de manera específica. c) OBJETIVOS: los logros esperados a mediano plazo.
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Plan de marketing: El emprendedor debe tener en cuenta la competencia existente y cual sería su ventaja competitiva (precio-producto-etc) frente al mercado; asimismo en este punto el emprendedor debe plantear cuáles son las estrategias de marketing y los costos de las mismas a la hora de captar los usuarios deseados. - Aspectos económicos-financieros: En este punto el emprendedor debe tener en cuenta los recursos disponibles (maquinariasdinero-rodados-etc), los costos fijos (sueldos-alquiler-movilidad-seguros-etc), y las futuras inversiones/costos variables teniendo en cuenta los presupuestos que ofrece el mercado y la amortización mensual. A partir del armado del plan de negocios con todos estos elementos es que se determina con posterioridad lo que se define como punto de equilibrio.
Punto de Equilibrio Es el nivel/punto donde las ventas esperadas logran cubrir los costos fijos y variables, es decir, donde el emprendedor alcanzaría a cubrir sus costos sin pérdidas ni ganancias. La utilidad del mismo es saber el punto de ventas que debe esperarse para recuperar la inversión realizada.
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Economía Social Experiencias en la Ciudad de Buenos Aires fue realizado en el marco del Programa Fortalecimiento a Organizaciones de la Sociedad Civil
Asociación Civil Rumbo Sur www.rumbosur.org Diseño de proyecto Pablo Rey
Vicejefa de Gobierno María Eugenia Vidal
Coordinación operativa
Jefe de Gabinete de Ministros Horacio Rodríguez Larreta
Fotografía
Ministra de Desarrollo Social Carolina Stanley
Entrevistas
Subsecretario de Fortalecimiento Familiar y Comunitario Santiago López Medrano
Cecilia Olza
Paloma Aliaga
Paloma Aliaga Cecilia Olza Textos
Francisco de Zárate Pablo Rey
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Jefe de Gobierno Mauricio Macri
Director General de Economía Social Ignacio Girado
AGRADECIMIENTOS A Fabián Eduardo Konias, Alejandro Varos, María Cecilia Aranda, Fernando Caneda, Erlinda Modesta Laime Condori, Viviana Greco, Osvaldo Saponare, Geraldín Capria, Alejandra Ceballos, Bruno Sala Colin, Franco Dalmiro, Isabel Pereira, María Luisa D’aquino, Ana Teresa Sfreddo, Angel Rubén Ormeño, Eleonora Ricci, Cecilia Monasterio, Coralis Dulfan, Federico Robles, Carlos José Esteban, Luciana Tattone, Héctor Mazzeo, Rosa González, Aldo Perrota, Adriana Gauna, Marta García, Gloria Romero, María Fernández, Carmen Llerena Paz, Nora Koremblum y a todas familias y amigos que colaboraron. A Santiago López Medrano. A la Dirección de Economía Social, a Ignacio Girado, Analía Corbalán, Daniel Campos, Cecilia Beltrami, a Darío Hirsch y Vanesa David de Lima. Al Centro Metropolitano de Diseño, a Carolina Santamaría. A Fundación Paz y su programa Cosiendo Redes, a Liliana Crigna y Giselle Chairrasco, a Mercedes y David. A los colaboradores de Rumbo Sur.
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