Pueden quedarse en la nostalgia o contagiarse de historias de personas sencillas con vidas extraordinarias. Un grito de pertenencia en una época de barrios fagocitados por el mercado o únicamente dormitorio. Un barrio que vive un tiempo bisagra. No está bueno que decidan por vos, que tomen tu lugar. Es tiempo de empoderarse, de mirarse entre vecinos, de trabajar juntos y ser protagonistas del destino de un barrio fundacional. La Boca está viva. Lo que fue, será.