Vuelta al ruedo (1ª Semana de Cine Taurino) Puçol, mayo 2006
Ayuntamiento de Puçol
Edita Ayuntamiento de Puçol Concejal de festejos taurinos Juan Enrique Claramunt Coordinador del ciclo y del libro Sabín Autores de los textos Muriel Feiner, Adolfo Bellido, Marcial Moreno, Gloria Benito, Salvador Ferrer, Vicente Almenara, Salvador Almenara, Fernando Ferrer, Alfonso Ávila, Vicente Soriano, Alan Smithee y J. L. Martínez Montalbán Colabora Asociación Cultural Encadenados Foto portada Francisco Cano ‘Canito’ (del catálogo “Cano, figura entre maestros”) Diseño y Maquetación Sento Pascual y Sabín - Departamento de Comunicación Material gráfico Rosebud (tienda de cine) y Encadenados Imprime Imprenta Puig (Rafelbunyol) Primera edición 500 ejemplares, difusión gratuita Depósito Legal V- 2006
Colaboran Rosebud Tienda de Cine. C/ Pelayo 9 46007-Valencia Tfno-Fax 96 394 45 92 E-mail: saimel@arrakis.es
Organiza y patrocina
Sumario 05. PUÇOL, CULTURA DE BOU (prólogo), por Juan Enrique Claramunt
Primera parte: EL CINE Y LOS TOROS 09. LA CUADRATURA DEL CÍRCULO (introducción), por Adolfo Bellido 13. BULL’S EYE (soy un toro... y me van a matar), por Alan Smithee 17. LA PANTALLA CIRCULAR (filmografía), por José Luis Martínez Montalbán 27. DIVINAS PALABRAS (bibliografía), por José Luis Martínez Montalbán
Segunda parte: CINE TAURINO EN PUÇOL 31. LA ILUSIÓN DE UN NIÑO, por Vicente Almenara 36. UNA HISTORIA ENTRAÑABLE, por Salvador Almenara 39. EL CINE DE VERANO, por Fernando Ferrer
Tercera parte: SEMANA DE CINE TAURINO 43. EL CINE Y LOS TOROS, por Muriel Feiner 47. TARDE DE TOROS: -Ficha y bibliografía, por José Luis Martínez Montalbán -Un compendio de tauromaquia, por Vicente Soriano Benet -Todos los filmes de toros en uno, por Adolfo Bellido López 55. EL LITRI Y SU SOMBRA: -Ficha y bibliografía, por José Luis Martínez Montalbán -Un ilustre precedente, por Alfonso Ávila Bayarri 58. APRENDIENDO A MORIR: -Ficha y bibliografía, por José Luis Martínez Montalbán -Maletilla, espontáneo, figurón del toreo y siempre genio, por S. Ferrer -Entre el mito y la tragedia, por Marcial Moreno 65. YO HE VISTO A LA MUERTE: -Ficha y bibliografía, por José Luis Martínez Montalbán -La épica y sus mitos, por Gloria Benito -La muerte y sus protagonistas, por Alfonso Ávila Bayarri
Juan Enrique Claramunt
Puçol, cultura de bou (a modo de prólogo) Hace apenas dos años acepté el desafío que suponía llevar adelante la concejalía de festejos taurinos en un pueblo como Puçol, donde el toro es mucho más que una tradición y, por ello, es muy fácil recibir críticas de un sector u otro, porque la unanimidad en cualquier tema popular es una utopía. Tras unos primeros meses en los que pude tomar contacto con las comisiones taurinas de los distintos barrios, con los aficionados nuevos, con los de toda la vida, en definitiva, con la fiesta desde dentro, una idea comenzó a rondarme en la cabeza: dar a los dos grandes festejos taurinos una entidad conjunta, buscar la forma de unir en una serie de actividades culturales a los amantes del toro de plaza y a los partidarios del “bou al carrer”. Con este objetivo en mente, hace un año logramos formar un comité de asesores, todos ellos expertos de reconocido prestigio en el mundo taurino, para que fueran ellos quienes propusieran qué actividades convenía promocionar para que, mes a mes, durante todo el año, el mundo taurino fuera algo más que la calle o la plaza, fuera una auténtica cultura. Así nació una idea resumida en un eslogan que ya ha calado en la población: Puçol, cultura de bou. Desde comienzos de este año ya no es una idea, Puçol, cultura de bou es una realidad que en los cuatro primeros meses ha permitido disfrutar de exposiciones de pintura y fotografía, charlas taurinas, encuentros con ganaderos, fotógrafos y toreros, y los imprescindibles premios anuales a la mejor labor taurina en nuestra población. En el mes de mayo, este breve currículum va a crecer con la primera SEMANA DE CINE TAURINO EN PUÇOL. Un nombre quizá algo rimbombante, porque de momento ni va a ser “semana” ni va a ser de “cine”. La modestia con la que estamos asumiendo todas las actividades nos ha llevado a seleccionar cuatro películas que se exhibirán en DVD... aunque éste es sólo el primer paso, y esperamos dar muchos más. Pero lo cortés no quita lo valiente, por ello hemos querido arropar esta semana de la mejor manera posible. Con estas proyecciones intentamos recuperar una pequeña parte de nuestra cultura: aquellas semanas de cine que en los años sesenta y setenta se realizaban en la terraza de verano, y que era uno de los acontecimientos populares con más arraigo entre los vecinos de Puçol. Pero también estamos recuperando un local, la sala de proyecciones del Sindicato Agrícola, devolviéndole parte de la enorme actividad cultural que desarrolló a lo largo del siglo XX.
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Prólogo
Fue en una de las reuniones del comité asesor donde el Departamento de Comunicación del Ayuntamiento propuso una idea para redondear el ciclo: editar un pequeño libro, siempre dentro de la modestia de nuestras pretensiones, en el que los componentes del citado comité reflexionaran sobre aquellas históricas semanas de cine y, de paso, algunos hicieran sus primeros pinitos como críticos cinematográficos, analizando algunas de las películas proyectadas. La idea, como no podía ser de otra forma, fue bien acogida por el comité y todos ellos han aportado su granito de arena: Vicente Almenara, Fernando Ferrer, Alfonso Ávila, Vicente Soriano, Salvador Almenara y Salvador Ferrer han escrito, con más o menos estilo, pero con una indudable pasión, sobre un tema que les trae a la memoria imágenes entrañables, tanto en la pantalla como fuera de ella. Con lo que no contábamos en aquella reunión era con la tremenda solidaridad que el mundo del cine y el de los toros puede depararnos. Gracias a la buena gestión de estos incansables asesores y, sobre todo, a la innegable generosidad de un puñado de amigos, aquel pequeño folleto inicial ha dejado parte de su modestia por el camino y ha engordado, no sólo en el número de páginas, sino también en el prestigio de sus colaboradores. Es para mí un auténtico placer contar en las páginas de este libro con un impagable artículo de Muriel Feiner, una mujer que no necesita presentación, porque todos los amantes del cine y los toros saben que es la autora que hace dos años entusiasmó a todos con el mejor libro que se ha publicado nunca sobre el tema: ¡Torero!. Como también es un placer inesperado encontrar en la portada del libro una de esas fotos que dignifican una publicación. Es obra del mítico Francisco Cano, Canito, el decano de los fotógrafos taurinos de este país. Él estuvo en el mes de febrero en nuestro pueblo, precisamente en una de las tertulias organizadas por Puçol, cultura de bou. En aquel momento se brindó para todo lo que hiciera falta. Hoy, al cedernos esa histórica foto de El Cordobés en la plaza de toros de Valencia, demuestra que además de un gran fotógrafo es un hombre de palabra. Por último, no puedo cerrar este prólogo sin dar las gracias a la revista de cine Encadenados (www.encadenados.org). Y le doy las gracias por dos motivos: en primer lugar, porque su director y varios de sus redactores han aportado su experiencia como críticos cinematográficos a esta semana de cine y toros; en segundo, porque acaban de cumplir veinticinco años publicando, primero en papel y ahora en Internet, una revista de cine absolutamente independiente y que, con sus sesenta mil lectores mensuales en todo el mundo, puede presumir de ser la publicación local más leída... porque, aún no lo habíamos dicho: la asociación cultural Encadenados tiene su sede en Puçol. A todos ellos, gracias por su desinteresada colaboración. Y a todos vosotros, gracias por aportar vuestra presencia, bien como espectadores en las proyecciones o bien como lectores de esta humilde publicación.Habíamos comenzando este artículo afirmando que la unanimidad en cualquier tema popular es una utopía. Con colaboradores así la utopía comienza a transformarse en una realidad. Nos vemos el próximo año, en la segunda semana de cine y toros.
Juan Enrique Claramunt Concejal de festejos taurinos
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Primera parte
EL CINE Y LOS TOROS 7
Adolfo Bellido
La cuadratura del círculo (una pequeña introducción) Desde los comienzos del cine se realizaron filmaciones sobre imágenes taurinas. Las primeras que se captaron fueron en 1896 (no hay que olvidar que el cine nació en 1895) por uno de los técnicos de los hermanos Lumiére, los inventores de la imagen en movimiento. Fue Alexandre Promio con Madrid, Arrivée des toreros. Mostraba la llegada de los toreros a la plaza de toros de Felipe II y tan sólo contenía imágenes exteriores de la plaza. Promio realizó otros dos títulos relacionadas con el mundo de los toros: Espagne, courses des taureaux y La malagueña y el torero. Si España es el país en el que se iniciaron las corridas de toros, muchos otros colonizados por españoles hicieron posible que en ellos los espectáculos taurinos adquirieran gran importancia. Es el caso de México. Para ellos muy especialmente se filmaban, en aquellos comienzos, imágenes de la plaza de Las Ventas durante la feria de San Isidro, tomadas por encima del coso taurino en un aerostato. Las primeras imágenes de corridas filmadas por los mexicanos fueron a mayor gloria de uno de sus más famosos toreros, Rodolfo Gaona. Fueron Presentación de Rodolfo Gaona en El toreo y Gaona en Puebla, realizadas por un ingeniero mexicano, Salvador Toscano, en 1908. En la segunda de las películas el diestro resultó gravemente cogido, si bien la cámara no captó ese momento. En España, por supuesto, las películas taurinas adquirieron una gran importancia. El público deseaba ver repetidamente a sus toreros preferidos. No era necesario acudir a la plaza de toros y pagar altos precios, bastaba acudir a locales donde por una pequeña cantidad repetidamente se podía asistir a la reproducción de las mejores faenas de diestros como El Gallo, Joselito o Belmonte. En 1898, de las treinta y siete películas que rodaron en España los cámaras de los hermanos Lumiére, doce de ellas trataban el tema taurino. Eran filmaciones de las corridas desde el principio al fin. En Valencia, el dueño de una tienda de material fotográfico filmaba casi todas las corridas que se celebraban en
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Primera parte
la plaza de toros de la ciudad. Además, realizó una de las primeras películas con argumento propio. El tema, al parecer, hacia alusión a las fiestas típicas de muchos pueblos valencianos, los “bous al carrer”. El título era La lucha por la divisa. El cine enseguida mostró su gran capacidad de seducción para llegar al público. Los espectadores pedían algo más que filmaciones de imágenes reales. Querían ver historias. Y para ello, lo mejor era acceder a historias conocidas basadas, si era posible, en novelas famosas. Y sobre el mundo del toreo hay sobre todo dos gran “mitos”: Sangre y arena, basada en la obra de Vicente Blasco Ibáñez, y Carmen de Mérimée. De Sangre y arena existe ya una versión en 1916, interpretada por el no menos mítico Rodolfo Valentino. La última es de 1989, la rodó en España José Maria Elorrieta, siendo la protagonista Sharon Stone. La mejor la dirigió Rouben Mamoulian, en 1941, con Tyrone Power, Rita Hayworth y Linda Darnell. Una versión que ante todo cuenta con una extraordinaria utilización del color. De Carmen hay títulos en los que se ha alternado lo cómico con lo dramático. Entre las versiones cómicas hay que citar la de Lubitsch y la de Chaplin, entre las dramáticas la de Cecil B. De Mille (1915), la española Carmen la de Triana (1938) de Florián Rey, con Imperio Argentina, y hasta un musical que se inspira también en dicha obra, aunque cambia los ambientes en que se desarrolla el original. Se trata de Carmen Jones de Otto Preminger. La últimas, y recientes versiones, se deben a Carlos Saura y Vicente Aranda. Incluso hasta Raoul Walsh realizó su personal versión en 1915. Muchas películas a lo largo de la historia del cine se han realizado sobre el tema taurino y sería prólijo, e innecesario, hablar de todas ellas, pero creemos interesante adentrarnos algo más en el tema para comprobar la importancia que ha tenido en el mundo del cine en general y no solamente en España. Hay películas sobre el tema realizadas al menos en países como Alemania, Estados Unidos, Francia, Holanda, Italia, Portugal, Inglaterra, Suecia y la Unión Soviética. En número, a las películas españolas le siguen las norteamericanas. Y aquí, en Estados Unidos, sorprende la presencia en la realización de algunos filmes de un torero, Budd Boetticher. Su estancia en México le llevó a conocer y a interesarse por el mundo de los toros, hasta el punto que en su pequeño rancho llevó durante los últimos años de su vida, junto a su mujer, un espectáculo de rejoneo con ese estilo más o menos circense que tanto suele gustar a los norteamericanos y donde, por supuesto, se ejecutaban vistosos ejercicios con hermosos caballos pero en los que se simulaba la muerte del toro. Existe un documental, My Kingdon for..., donde procedió a filmar tal espectáculo. Sobre el tema taurino realizó El torero y la dama, Santos el magnífico y Arruza, un documental
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El cine y los toros
dedicado a la figura del gran torero mexicano que sufrió una serie de problemas, entre ellos la muerte del propio torero, durante un rodaje caótico a lo largo de siete años. Grandes directores interesados por el tema fueron Eisenstein y Orson Welles. El primero nos dejo sus impresiones sobre la fiesta en una película que nunca pudo ver terminada, pese a que para ella rodó cincuenta horas de material original. Hoy hay un montaje que se puede considerar casi definitivo y que se debe a Gregory Alexandrov, quien fuera su ayudante durante años, y que dura unos 225 minutos. Uno de los episodios del filme, titulado La fiesta, se dedica al matador David Liceaga. Orson Welles, en su nunca terminado filme de episodios It’s all true, también incluía un tema taurino, cuyo argumento posteriormente sería retomado para la película El bravo, que curiosamente recibiría el Oscar al mejor guión original. Y, sorprendentemente, no era de Welles. Tampoco Abel Gance pudo concluir una película sobre Manolete y de la que sólo se rodaron veinte minutos. Hoy, la industria americana se ha embarcado en un proyecto sobre la vida de este gran torero, dirigida por Menno Meyjes (el guionista de El color púrpura) y cuyo protagonista es Adrien Brody, el oscarizado actor de El pianista de Polanski. Sobre Manolete existe una película rodada inmediatamente después de su muerte, titulada Brindis a Manolete y dirigida por Florián Rey. Naturalmente el hombre y el toro, el miedo y el valor, también han dado juego para diversas películas cómicas. Así, actores como Stan Laurel y Oliver Hardy, Max Linder, Eddie Cantor o Cantinflas han intervenido en diferentes películas cómicas. En España, muchas películas taurinas se han basado en temas melodramáticos, dando una visión del mundo taurino entre el tópico, la sensiblería o el folklore. Títulos como El niño de las monjas, Fray Torero, Currito de la Cruz, La hermana San Sulpicio, Brindis al cielo, El último cuplé, Un caballero andaluz, El traje de luces, El sueño de Andalucia... Pueden resultar clarificadoras en este aspecto. Otros títulos han intentado representar biografías de toreros famosos, como Aprendiendo a morir (El Cordobés), Nuevo en esta plaza (Sebastián Palomo Linares), El Litri y su sombra (El Litri), Brindis a Manolete (Manolete), Jugando a morir (El Platanito), Mondeño (Mondeño)... En todas ellas, lo anecdótico y folletinesco prima sobre lo principal. El fracaso del torero, su olvido, aparece también en varios títulos del cine español, algunos tan interesantes como Juguetes rotos de Manuel Summers o Mi tío Jacinto de Ladislao Vajda. Naturalmente, el miedo a enfrentarse al toro, la explotación del torero o
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Primera parte
su ascensión y hundimiento se encuentran en filmes como Los clarines del miedo de Antonio Román, o la muy interesante A las cinco de la tarde de Juan Antonio Bardem. Para algunos directores españoles tratar el tema taurino supone igual que para los norteamericanos tratar el western. Aunque a veces no sea el tema principal, sí puede aparecer como anécdota o de forma secundaria. Es el caso de Berlanga en Calabuch o de Almodóvar en Hable con ella, aunque el director manchego ya había tratado de forma más amplia el tema (no exclusivamente desde lo taurino, sino más bien por las implicaciones de la fiesta nacional) en Matador. Entre el falso documental y el docudrama se mueven algunos títulos como Tarde de toros de Ladislao Vadja, Yo he visto a la muerte de José Mª Forqué, Valiente de Luis Marquina, Tú sólo del director de fotografía Teo Escamilla. Entre las mejores películas taurinas realizadas fuera de España hay que destacar tres títulos: la italiana El momento de la verdad de Francesco Rosi, la mexicana Torero de Carlos Velo (un maravilloso documental sobre la vida de Luis Procuna) y, como sorprendente, mágica y extraña, Pandora y el holandés errante de Albert Lewin Las películas taurinas se abren a viejas y nuevas perspectivas desde formas diversas. Un cine tan válido como cualquier otro, que hoy parece en declive, pero que ha conseguido inscribir varias obras importantes en la historia del cine.
Adolfo Bellido López Director de Encadenados
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El cine y los toros
Alan Smithee
Bull’s eye (soy un toro... y me van a matar) “Den un escenario a este toro donde pueda demostrar su bravura pues aunque lo mío es pelear, mas me gustaría saber recitar. Esto es espectáculo” (Toro salvaje) Ante todo, muchas gracias por concederme vela en este entierro (¡qué pena que se trate del de un servidor!). Tomada la palabra, déjenme que les muja durante unos instantes para contarles mi punto de vista; la pena es que sólo sé decir animaladas. Me llamo Gamberro... y me van a matar. Hace mucho tiempo nos pintaban en las paredes de las cuevas, años más tarde acabó haciéndolo el mismísimo Picasso sobre un lienzo. En otras vidas fui el Minotauro vencido por Teseo; aparecía en antiguos templos babilónicos haciéndome llamar Endiku, y era un dios; y en el antiguo Egipto fui Apis, así de natural, todo un símbolo de la fertilidad. Todavía me consideran un signo del zodíaco y una constelación. Soy Aleph, la primera letra del alfabeto hebreo. Me toman como símbolo de virilidad, masculinidad y fuerza. Si sueñan conmigo, en psicoanálisis significará potencia (en el hombre) o deseo (en la mujer). Si hubiera nacido en los Estados Unidos podría haber sido mascota de un equipo de baloncesto, una mala bestia de rodeo a la que no le gusta que se le suban al lomo, o con cuatro cables podría ser uno mecánico de un buen bar de carretera. Tampoco hubiera estado mal Portugal, donde en las plazas intentan frenarme sin armas, cuerpo a cuerpo. Pero qué se le va a hacer, nací en el país donde su territorio se identifica con mi piel, El bombero torero la piel de toro. Un hermoso país donde soy un sex symbol publicitario de las autopistas y donde mi sangre denomina a un vino, todo un bien cultural. Se preguntarán cómo un toro puede hablar (escribir en este caso), ¡criadillas! ¡Nunca me habían preguntado! Y ustedes, residentes en España, que tanto me quieren e idolatran, no me pueden ver vivo. ¿Se trata de envidia de mi poderío? Me lo pueden contar, no se lo diré a nadie (no me va
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Primera parte
dar tiempo). Podría haber nacido para los sanfermines o para los bous al carrer y que me pateen el cuerpo desde las barreras o, mejor aún, haber nacido cebado para morir y ser comido, pero que encima me toreen me toca las turmas. Y a eso me dedico, soy un toro de lidia, un trabajo intenso pero breve, y ahora que ya no soy novillo y ni pregonado, estoy planteándome seriamente un cambio de sexo y emigrar a la India. Pero no vengo a hablar de mí única y Benicio del Toro exclusivamente, aquí lo que interesa es la relación del cine y los toros. De los toros dicen que se trata de una fiesta, claro, supongo que desde el otro lado puede verse así; yo lo que se dice reírme y disfrutar no lo hago. También se habla de deporte; la verdad es que en los ratos muertos de la era, surgen cuestiones en torno a la tauromaquia como quesito naranja. Pero donde hay un parentesco con el cine es en tanto que espectáculo, en la medida que existe una representación a la que Guillermo del Toro asisten unos espectadores. En el cine, los géneros son muy diversos, mientras que en los toros, para mí siempre se trata de una tragedia. Desde que el bombero torero se retiró ya no hay comedias en los ruedos, ni happy end, pues, para un reproductor potencial satisfactorio como yo, el indulto (o sea, la vida de semental, en la que la definición “corrida de toros” cobra su mayor sentido), nunca llegaría si descubren la desviación de mi miembro, porque me sacrifican o me castran. ¿Ven como se trata de una tragedia? Siempre los mismos rasgos genéricos, los mismos protagonistas y el mismo final; malditos guionistas. Dicen que una tarde de toros remite a un western (cuyo pionero a pesar de la pluma y de hacer el indio, fue Toro Sentado), por el duelo que establece entre los protagonistas, donde el malo (que suele ir de negro) acaba mordiendo el polvo; a un musical, por la danza que hay entre ellos; incluso a un filme de acción, debido a la lucha contra el bullfight, como sucedía en Toro salvaje. A lo que yo añado el genero de terror, y en concreto el gore. Es una pena no poder escribir tu propia historia. Si por mí fuera, pergeñaría una comedia que finalizara con la salida de todos corriendo por la puerta grande: el torero me lleva en brazos, nos sigue el público, la guardia civil y varias nenas en mantilla. O, por qué no, una comedia romántica como Lo ves Tori, en la que el torero se enamore de un compañero de manada y acaben retozando sobre la arena haciendo honor al nombre del evento. Aunque claro, las cosas de la zoofilia taurina ya no son nada
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El cine y los toros
nuevo, gracias a nuestro querido Almodóvar con su Toro sobre mi madre. “Estoy hecha una vaca” llegó a decir el toro travestido, que incluyó en el reparto de su siguiente filme Hable con ella, y que tuvo que arrollar a una Rosario disfrazada de torera antes de que le diera por cantar algo. Cambiando de tercio: Si al toro por los cuernos, ¿al torero por dónde? ¿Por la femoral o por los cuernos de su padre? Perdonen la disgresión, pero me siento aplomado. Admito que estoy orgulloso de los apellidos que se nos confiere: ser un Vittorino de Sica o un Miura como Miguel, incita a una gran faena. Por el contrario, parece que intenten contrarrestar el efecto del apellido ridiculizándonos con lamentables nombres para mermarnos la moral, o subir la del torero quitándole importancia a nuestra envergadura. No conformes con darnos un puntazo tras otro ¿Por qué diantre Guillermo y Benicio se apellidan Del Toro sin ser familia mía? ¿Intentan atribuirse nuestras cualidades o es por un parecido razonable? ¿Entones por qué el señor Spelling llamó a su hija Tori si más bien parece un ornitorrinco? En la música no nos ha ido mucho mejor, hemos sido un toro esquizofrénico que se enamora de la luna, o un toro con botines que no va descalzo. Igualmente ridícula es nuestra presencia en los títulos de las películas, quedando constancia de la carencia taurina en el celuloide. Analfabetos hay en todas partes y hubo unos cabestros escasos de vocabulario que titularon su película, Tora, tora, tora, para luego no incluir a ninguno en el reparto. En su fascinación por lo español, los japoneses tartamudos no pudieron evitar el surrealismo, y realizaron Mi vecino Totoro. En cuanto a la representación del “festejo” en el séptimo arte, la cosa no anda mucho mejor, reduciéndose todo a planos lejanos de corridas reales, o planos rápidos y cortos de algún animatronic que se hace pasar por astado. Nadie del mundo del celuloide se atreve a lidiar con malas bestias como un servidor. A falta de derramar la vista sobre el “pianista” Adrien Brody haciendo de Manolete, y de ver quien hace de Islero; destacaría dos suertes de la gran pantalla. Una, la última versión de la saga Sangre y arena, con unas corridas de gran calidad, sobre todo las de Sharon Stone fuera de la plaza. Y la otra, la única que verdaderamente me ha llenado
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Primera parte
en lo que me parece un ejercicio de justicia, el planteado por Robert Rodríguez en El mexicano. En aquélla, para igualar las fuerzas de los oponentes sobre el ruedo, un hombre en la grada, mediante un mando, provoca una descarga eléctrica allá donde se marca la pila del traje de luces. ¿Una salvajada? ¿Y no es equiparable a que un servidor lleve el lomo como un bebedero de patos antes de morir? Sin irme por otros derroteros, ¿por qué los tercios son las varas, las banderillas y la muerte, y no un puñado de cervezas como para el resto de los mortales? No pretendo ofender a nadie, pero se acerca mi hora y soy muy sentido. Cuentan los detractores de los toros, que para beneficiar al torero nos drogan antes de salir; no estaría mal un chute de morfina para evitar tanto dolor. Otros protestan de que destripo a los caballos, pero si les hago un favor evitándoles el sufrimiento de transportar a los picadores fanáticos de la dieta mediterránea. Al final de la corrida, estoy tan fastidiado que sólo quiero que se acabe, para bien o para mal. Que me clave la espada, el estoque, el descabello o que venga la guardia civil, pero que salgan las letras. Soy viril y me reproduzco por doquier, y o muero en el coso, o veo morir a mis hijos en los restaurantes, dando de comer a aquéllos que me han creado, y destruido. En fin “hay gente pa tó”, es ley de vida, para eso me han criado. Dijo un torero que “más cornás da el hambre”... pero eso lo dijo porque no tuvo la oportunidad de verme de mala leche. Y con estos derrotes me despido, que ya estoy para el arrastre. Para terminar debo decir que me entusiasman tanto las corridas, como el cine... ¡qué lastima que no pueda decir lo mismo de los toros!
Alan Smithee Redactor de Encadenados
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El cine y los toros
José Luis Martínez Montalbán
La pantalla circular (filmografía taurina) En la presente filmografía se recogen todos aquellos largometrajes de ficción en los que aparece el tema de los toros y de los toreros, aunque sea de forma anecdótica y tangencial. Para simplificar su lectura, los hemos agrupado por orden cronológico indicando únicamente cuatro datos: título original, título en castellano (si se ha estrenado en nuestro país), director y nacionalidad. Dejamos para una próxima edición de la Semana de Cine Taurino la posibilidad de elaborar una filmografía detallada con los títulos de no-ficción, es decir: documentales, dibujos animados, cortometrajes... 1914 LES FIANCES DE SEVILLE (Amores sevillanos). D: Louis Feuillade. Francia. 1915 LA OTRA CARMEN. D: José de Togores. España. LINITO SE HACE TORERO. D: Adrián Gual. España. CARMEN (Carmen). D: Cecil B. De Mille. Estados Unidos. CHARLIE CHAPLIN'S BURLESQUE OF CARMEN (Carmen). D: Charles Chaplin. Estados Unidos. 1916 SANGRE Y ARENA. D: Vicente Blasco Ibáñez. España. TAUROMANÍAS (LA VOCACIÓN DE RAFAEL ARCOS). D: Francisco Elías. España. 1918 LA ESPAÑA TRÁGICA. D: Rafael Salvador. España.
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Primera parte
1919 LOS ARLEQUINES DE SEDA Y ORO o LA GITANA BLANCA. D: Ricardo de Baños. España. 1920 SOLEIL ET OMBRE (Sol y sombra). D : Frank Daniau. Francia. THE BRAND OF LOPEZ. D: Joseph de Gras. Estados Unidos. 1922 FLOR DE ESPAÑA o LA HISTORIA DE UN TORERO. D: Helena Cortesina y José María Granada. España. MILITONA o LA TRAGEDIA DE UN TORERO. D: Henry Vorins. España. PEDRUCHO. D: Henry Vorins. España. SEREIA DE PEDRA. D: Roger Lion. Portugal. BLOOD AND SAND (Sangre y arena). D: Fred Niblo. Estados Unidos. 1923 ROSARIO LA CORTIJERA. D: José Buchs. España. 1924 LA MEDALLA DEL TORERO. D: José Buchs. España. BANDOLERO. D: Tom Terriss. Estados Unidos. BULL AND SAND. D: Mack Sennett. Estados Unidos. 1925 CURRITO DE LA CRUZ. D: Alejandro Pérez Lugín y Fernando Delgado. España. LA HIJA DEL CORREGIDOR. D. José Buchs. España EL NIÑO DE LAS MONJAS. D: José C. Walken. España. EN LAS ENTRAÑAS DE MADRID. D: Rafael Salvador. España. ORO, SANGRE Y SOL. D: Miguel Contreras Torres. México. THE SPANIARD. D: Raoul Walsh. Estados Unidos. 1926 LA MALCASADA. D: Francisco Gómez Hidalgo. España. CARMEN (Carmen). D: Jacques Feyder. Francia. 1927 EL CAPOTE DE PASEO. D: Carlos de Arpe. España. EL RELICARIO. D: Miguel Contreras Torres. España. LOS AMORES DE UN TORERO. D: Juan Andreu Moragas. España. BULLFIGHTER. D: Edgard Cline. Estados Unidos.
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El cine y los toros
1928 ¡VIVA MADRID, QUE ES MI PUEBLO! D: Fernando Delgado. España. PEPE-HILLO. D: José Buchs. España. CHARLOT ESPAÑOL, TORERO. D: José C. Walken. España 1929 EL SUCESO DE ANOCHE. D: León Artola. España. FUTBOL, AMOR Y TOROS. D: Florián Rey. España. 1931 A SEVERA. D: Leitao de Barros. Portugal. QUE VIVA MÉXICO. D: Sergei Mihailovich Eisenstein. México. 1932 EL SABOR DE LA GLORIA. D: Fernando Roldán. España. CAMPINHOS DO RIBATEJO. D: Antonio Luis Lopes. Portugal. LE PICADOR. D: Jaquelux. Francia. 1933 EL RELICARIO. D: Ricardo de Baños. España. THE KID FROM SPAIN (Torero a la fuerza). D: Leo Mac Carey. Estados Unidos. 1934 EL NIÑO DE LAS COLES. D: José Gaspar. España. GADO BRAVO. D: Antonio Lopes Riveiro. Portugal. THE TRUMPET BLOWS (Suena el clarín). D. Stephen Roberts. Estados Unidos. 1935 EL NIÑO DE LAS MONJAS. D: José Buchs. España. ROSARIO LA CORTIJERA. D: León Artola. España. LOS DESHEREDADOS. D: Guillermo Baqueriza. México. ARENES JOYEUSES. D: Karen Antón. Francia. 1936 CURRITO DE LA CRUZ. D: Fernando Delgado. España. ¡ORA PONCIANO! D: Gabriel Soria. México. NOVILLERO. D: Boris Maicon. México. THE BOLD CABALLERO. D: Wells Root. Estados Unidos. EL CALVARIO DE UNA ESPOSA. D: Juan Orol. México. 1937 ¡ASÍ ES MI TIERRA! D: Arcady Boitler. México.
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Primera parte
1938 UN DOMINGO EN LA TARDE. Rafael E. Portas. México. CARMEN, LA DE TRIANA/ANDALUSISCHE NÄCHTE. D: Florián Rey (versión española) y Herbert Maisch (versión alemana). España-Alemania. 1939 MUJERES Y TOROS. D: Juan José Segura. México. 1940 CANTINFLAS TORERO. D: Fernando A. Rivero. México. 1941 NI SANGRE NI ARENA. D: Alejandro Galindo. México. SEDA, SANGRE Y SOL. D: Fernando A. Rivero. México. BLOOD AND SAND (Sangre y arena). D: Rouben Mamoulian. Estados Unidos. 1942 UN CABALLERO FAMOSO. D: José Buchs. España. MARAVILLA DEL TOREO. D: Rafael J. Salvia. México. 1943 LA MAJA DEL CAPOTE. D: Fernando Delgado. España. MI REINO POR UN TORERO. D: Fernando A. Rivero. México. CARMEN (Carmen). D: Christian Jaque. Francia-Italia. 1944 EL NIÑO DE LAS MONJAS. D: Julio Villarreal. México. LA HORA DE LA VERDAD. D: Norman Foster. México. TOROS, AMOR Y GLORIA. D: Raúl de Anda. México. 1945 LEYENDA DE FERIA. D: Juan de Orduña. España. SOL Y SOMBRA. D: Rafael E. Portas. México. THE BULLFIGTHER (Stan y Oliver, toreros). D: Malcolm St. Clair. Estados Unidos. A LOS PIES DE USTED. D: Manuel A. García Viñolas. España. 1946 EL TRAJE DE LUCES. D: Edgar Neville. España. EL CENTAURO. D: Antonio Guzmán Merino. España. LA LUNA ENAMORADA (Pasión gitana). D: José Díaz Morales. México. UN HOMBRE DO RIBATEJO. D: Henrique Campos. Portugal. AQUEL VIEJO MOLINO. D: Ignacio F. Iquino. España. 1947 FIESTA (Fiesta brava). D: Richard Torpe. Estados Unidos. 1948 CURRITO DE LA CRUZ. D: Luis Lucia. España. BRINDIS A MANOLETE. D: Florián Rey. España.
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El cine y los toros
LA FIESTA SIGUE. D: Enrique Gómez. España. CAMPO BRAVO. D: Pedro Lazaga. España. EL PRECIO DE LA GLORIA. D: Jaime Salvador. México. FIFA E ARENA. D: Mario Mattoli. Italia. ALLÁ EN EL RANCHO GRANDE. D: Fernando de Fuentes. México. 1949 LA MUJER, EL TORERO Y EL TORO. D: Fernando Butragueño. España. OLÉ, TORERO. D: Benito Perojo. España. SOL E TOUROS (Sol y toros). D: José Buchs. Portugal. RIBATEJO. D: Henrique Campos. Portugal. LA DAMA TORERA (Un corazón en el ruedo). D. Miguel Morayta. México. SANGRE TORERA. D: Joaquín Pardavé. México. 1950 MARIA ANTONIA LA CARAMBA. D: Arturo Ruiz Castillo. España. EL SUEÑO DE ANLALUCÍA / ANDALOUSIE. D: Luis Lucia (versión española) y Robert Vernay (versión francesa). España-Francia. PANDORA AND THE FLYING DUTCHMAN (Pandora y el holandés errante). D: Albert Lewin. Gran Bretaña. THE BULLFIGHTER AND THE LADY. D: Budd Boetticher. Estados Unidos. 1951 TERCIO DE QUITES. D: Emilio Gómez Muriel. México-España. THE BRAVE BULLS. D: Robert Rossen. Estados Unidos. 1952 BAJO EL CIELO DE ESPAÑA/SANGRE EN EL RUEDO. D: Miguel Contreras Torres. España-México. 1953 FUEGO EN LA SANGRE. D: Ignacio F. Iquino. España. SANG ET LUMIÈRES (Sangres y luces). D: Georges Rouquier. Francia-España. NUITS ANDALOUSES (Noches andaluzas). D: Maurice Cloche. Francia-España. CAMELIA. D: Roberto Gabaldón. México. 1954 BRINDIS AL CIELO. D: José Buchs. España. UN CABALLERO ANDALUZ. D: Luis Lucia. España. AMOR Y TOROS. D: Felipe Fernansuar. España. CHATEAUX EN ESPAGNE (El torero): D: René Wheeler. Francia-España.
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Primera parte
1955 TARDE DE TOROS. D: Ladislao Vajda. España. LA GATA. D: Margarita Alexandre y Rafael Torrecilla. España. TORERO POR ALEGRÍAS. D: José María Elorrieta. España. ¡TORERO! D: Carlos Velo. México. LAS ZAPATILLAS VERDES. D: René Cardona. México. THE MAGNIFICENT MATADOR (Santos el magnífico). D: Budd Boetticher. Estados Unidos. CAMINITO DE GUANAJUATO. D: Rafael Baledón. México. 1956 MI TÍO JACINTO. D: L. Vajda. España. DOS NOVIAS PARA UN TORERO. D: Antonio Román. España. ESCUELA DE PERIODISMO. D: Jesús Pascual. España. TORO BRAVO. D: Vittorio Cottafavi. España-Italia. THE BRAVE ONE (El bravo). D: Irving Rapper. Estados Unidos. LOS AMANTES. D: Benito Alazraki. México. AROUND THE WORLD IN 80 DAYS (La vuelta al mundo en 80 días). D: Michael Anderson. Estados Unidos. 1957 EL ÚLTIMO CUPLÉ. D: Juan de Orduña. España. THE SUN ALSO RISES. D: Henry King. Estados Unidos. 1958 LOS CLARINES DEL MIEDO. D: Antonio Román. España. EL NIÑO DE LAS MONJAS. D: Ignacio F. Iquino. España. LA TIRANA. D: Juan de Orduña. España. LA NOVIA DE JUAN LUCERO. D. Santos Alcocer. España. SANGUE TOUREIRO. D: Augusto Fraga. Portugal. LA FEMME ET LE PANTIN. D: Julián Duvivier. Francia. TAXI, ROULOTTE ET CORRIDA. D: André Hunebelle. Francia. 1959 EL LITRI Y SU SOMBRA. D: Rafael Gil. España. EL TRAJE DE ORO. D: Julio Coll. España. EL CERRO DE LOS LOCOS. D: Agustín Navarro. España. BALA PERDIDA. D: Chano Urueta. México. 1960 A LAS CINCO DE LA TARDE. D: Juan Antonio Bardem. España. LOS GOLFOS. D: Carlos Saura. España.
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El cine y los toros
PACHÍN. D: Arturo Ruiz Castillo. España. EL TORO NEGRO. D: Benito Alazraki. México. ¡VIVA JALISCO QUE ES MI TIERRA! D: Ramón Pereda. México. TOMMY THE TOREADOR. D: John Paddy Carstairs. Gran Bretaña. SOMBRERO. D: Tamara Lisitsian. Unión Sovietica. 1961 THE OLDEST CONFESSION (Último chantaje). D: George Marshall. Gran Bretaña. 1962 APRENDIENDO A MORIR. D: Pedro Lazaga. España. LA BECERRADA. D: José María Forqué. España. LA ALTERNATIVA. D: José María Nunes. España. THE OLDEST CONFESSION (El último chantaje). D: George Marshall. EE UU. EL BALCÓN DE LA LUNA. D: Luis Saslavsky. España. 1963 CHANTAJE A UN TORERO. D: Rafael Gil. España. LOS ELEGIDOS. D: Tulio Demicheli. España. AN OLD SPANISH CUSTOM. D: Adrian Brunel. Estados Unidos. TORERO POR UN DÍA. D: Gilberto Martínez Solares. México. 1964 EL ESPONTÁNEO. D: Jorge Grau. España. NUEVO EN ESTA PLAZA. D: Pedro Lazaga. España. VALIENTE. D: Luis Marquina. España. 1965 CABRIOLA. D: Mel Ferrer. España. CURRITO DE LA CRUZ. D: Rafael Gil. España. DUE TORERI/LOS DOS TOREROS. D: Giorgio Simonelli. Italia-España. LOS DUENDES DE ANDALUCÍA. D: Ana Mariscal. España. LOVE HAS MANY FACES. D: Alexander Singer. Estados Unidos. IL MOMENTO DELLA VERITÀ(El momento de la verdad). D: Francesco Rosi. Italia-España. SUENA EL CLARÍN. D: José Gan. España. A ÚLTIMA PEGA. D: Constantino Esteves. Portugal. 1966 CAPER OF THE GOLDEN BULLS. D: Russell Rouse. Estados Unidos. CLARINES Y CAMPANAS. D: Ramón Torrado. España. DE BARRO Y ORO. D: Joaquín Bollo Muro.
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Primera parte
España. EN ANDALUCÍA NACIÓ EL AMOR. D: Enrique López Eguiluz. España. FRAY TORERO. D: José Luis Sáenz de Heredia. España. JUGANDO A MORIR. D: José H. Gan. España. JUGUETES ROTOS. D: Manuel Summers. España. ME QUIERO CASAR. D: Julián Soler. México. OPERACIÓN SESENTA Y SIETE. D. René Cardona. México. RETURN OF THE SEVEN (El regreso de los siete magníficos). D: Burt Kennedy. Estados Unidos-España. UNA SEÑORA ESTUPENDA. D: Eugenio Martín. España-México. 1967 BELLE DE JOUR. D: Luis Buñuel. Francia-Italia. THE BOBO. D: Robert Parrish. Gran Bretaña. LAS CICATRICES. D: Pedro Lazaga. España. LA RESA DEI CONTI(El halcón y la presa). D: Sergio Sollima. Italia-España. YO HE VISTO A LA MUERTE. D: José María Forqué. España. 1968 LA DINAMITA ESTÁ SERVIDA. D: Fernando Merino. España. IL MERCENARIO. D: Sergio Corbucci. Italia-España. EL PASEÍLLO. D: Ana Mariscal. España. SANGRE EN EL RUEDO. D: Rafael Gil. España. SANTA. D: Emilio Gómez Muriel. México. SOLOS LOS DOS. D: Luis Lucia. España. UN TORO ME LLAMA. D: Miguel Ángel Mendoza. México. 1969 LOS DESESPERADOS. D: Julio Buchs. España-Italia. LES FEMMES. D: Jean Aurel. Francia. PICASSO SUMMER. D: Serge Bourguignon y Robert Sallin. Estados Unidos. LA VIE, L'AMOUR, LA MORT. D : Claude Lelouch. Francia-Italia. 1970 THE ADVENTURERS. D: Lewis Gilbert. Estados Unidos. CITA EN NAVARRA. D: José Grañean. España. LA PRESIDENTA MUNICIPAL. D: Fernando Cortés. México. EL RELICARIO. D: Rafael Gil. España. 1971 A GUNFIGHT. D: Lamont Johnson. Estados Unidos.
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El cine y los toros
1972 ARRUZA. D: Budd Boetticher. EE UU. THE ASSASSINATION OF TROTSKY (El asesinato de Trotsky). D: Joseph Losey. Gran Bretaña-Italia-Francia. EL CABALLO TORERO. D: A. Zacarillas. México. MIO NOME È SHANGHAI JOE (Mi nombre es Shanghai Joe). D: Mario Caiano. Italia. UN TORERO PARA LA HISTORIA. D: José María Zabalza. España. 1974 CARAVAN TO VACCARES. D: Geoffrey Reeve. Gran Bretaña-Francia. YO Y MI MARIACHI. D: Rubén Galindo. México. 1975 A LA LEGIÓN LE GUSTAN LAS MUJERES… (Y A LAS MUJERES LES GUSTA LA LEGIÓN). D: Rafael Gil. España. LA CARMEN. D: Julio Diamante. España. 1977 DIVINAS PALABRAS. D: Juan Ibáñez. México. EL MONOSABIO. D: Ray Rivas. España. 1980 HERBIES GOES BANANAS. D: Vincent J. McEveety. Estados Unidos. EL MAESTRO. D: Cayetano del Real. España. 1981 HIGH RISK. D: Stewart Raffill. Estados Unidos. 1982 CORRIDAS DE ALEGRÍA. D: Gonzalo García Pelayo. España. 1983 CARMEN. D: Carlos Saura. España. CARMEN. D: Claus Fellbom. Suecia. CARMEN. D: Peter Brook. Gran Bretaña. 1984 BOLERO (Bolero). D: John Derek. Estados Unidos. CARMEN (Carmen de Bizet). D: Francesco Rosi. Italia-Francia. UNDER THE VOLCANO (Bajo el volcán). D: John Huston. Estados Unidos. 1985 EL PRIMER TORERO PORNO. D: Antonio Ribas. España. 1986 MATADOR. D: Pedro Almodóvar. España. 1987 DE SABLE ET DE SANG. D: Jeanne Labrunne. Francia.
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Primera parte
PASODOBLE. D: José Luis García Sánchez. España. 1989 SANGRE Y ARENA/BLOOD AND SAND. D: Javier Elorrieta. España-Estados Unidos. 1991 CITY SLICKERS (Cowboys de ciudad). D: Ron Underwood. Estados Unidos. 1992 IN THE LAND OF DON QUIXOTE (Don Quijote de Orson Welles). D: Orson Welles. (montaje final de Jesús Franco). EE UU. JAMÓN, JAMÓN. D: Bigas Luna. España. 1993 CARMEN, L'OPÉRA. D: Jean-Marc Félio. Francia. 1994 JUSTINO, UN ASESINO DE LA TERCERA EDAD. D: La Cuadrilla . España. 1995 BELMONTE. D: Juan Sebastián Bollaín. España-Francia-Portugal. NADIE HABLARÁ DE NOSOTRAS CUANDO HAYAMOS MUERTO. D: Agustín Díaz Yanes. España. 1997 SUEÑO DE LUCES. D: Antonio García Molina. México-España. 1999 HEMINGWAY, THE HUNTER OF DEATH. D: Sergio Dow. Estados Unidos. BULLFIGHTER. D: Rune Bendixen. Estados Unidos. 2000 MAESTROS. D: Óscar del Caz. España. 2002 CARNAGES. D: Delphine Gleize. Francia. HABLE CON ELLA. D: Pedro Almodóvar. España. 2006 MANOLETE. D: Menno Meyjes. Estados Unidos.
José Luis Martínez Montalbán Redactor de Encadenados
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El cine y los toros
José Luis Martínez Montalbán
Divinas palabras (bibliografía de cine y toros) La presente bibliografía es específica de los toros en el cine. Por lo tanto, no se incluyen en ella obras generales, tales como historias, diccionarios o enciclopedias, del cine mundial o del cine español. Tampoco figuran monografías de directores, aunque tengan una obra taurina importante, ni de toreros, aunque hayan trabajado en el cine. Solamente aparecen artículos, de revistas o de obras colectivas, y libros específicos sobre el tema que nos ocupa, y aspira a ser la más completa publicada hasta la fecha. -Amorós, Andrés: “Cine taurino”. Revista Andaluza de Tauromaquia, nº 1, 1996. -Barbero, Antonio: “Introducción a una filmografía taurina”, Revista Internacional del Cine, nº 23, tercera época, abril 1956. Páginas 31 a 35 y 39 a 42. -Barbero, Antonio: “Toros y toreros en la pantalla”. Espectáculo, nº 100, diciembre 1955. Páginas 9, 10, 13 y 14. -Colón Perales, Carlos: El cine y los toros. Pasión y multitud. Publicaciones de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Sevilla, 1999. -Colón Perales, Carlos: Un cine para tres Españas. El cine y los toros (1929-1960). Publicaciones de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Sevilla, 2005. -Feiner, Muriel: ¡Torero! Los toros en el cine. Alianza Editorial. Madrid, 2004. -Fernández Cuenca, Carlos: Toros y toreros en la pantalla. XI Festival Internacional del Cine. San Sebastián, 1963. -Fernández Cuenca, Carlos: Los toros en el cine. En José María de Cossío y Antonio Díaz-Cañabate: Los toros. Tratado técnico e histórico. Tomo VII, páginas 759 a 937. Espasa Calpe. Madrid, 1982. -Fernández-Torres, Alberto: “Retransmisiones taurinas: del drama a la estadística”. Contracampo, nº 39, prima-
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Primera parte
vera-verano 1985. Páginas 38 a 42. -García Molina, Antonio: De Chinchón a La México [De Chinchón a La México nació Sueño de Luces]. Asociación Cultural Cinematográfica Lumière. Colmenar Viejo (Madrid), 2000. Va acompañado del vídeo de la película “Sueño de Luces”. -Gómez Mesa, Luis: “Un burladero exclusivo para extranjeros. Figuras y películas deformadoras del tema taurino”. Revista Internacional del Cine, nº 23, tercera época, abril 1956. Páginas 35 a 38. -Gómez Mesa, Luis: La fiesta taurina y el cine. XX Festival Internacional del Cine. San Sebastián, 1972. -March, Tomás, Marzal, Carlos y Doménech, Antonio (coord.): Los toros del cine. Semana de cine taurino. Mayo 1987. Diputación Provincial de Valencia. Valencia, 1987. Contenido: “Los toros, como cultura y espectáculo” (Antonio Asunción Hernández), “Historia de mis cuernos” (Ricardo Muñoz Suay), “Parar, templar y mandar. Observar, disfrutar y emocionar” (Juan A. Ruiz Company), “Los toros, una imagen cinematográfica” (Francisco Manuel Picó y José A. Hurtado), “Filmografía” (Francisco Manuel Picó y José A. Hurtado). -Martín Arias, Luis: La lidia y el cine. F. Caja Popular. Valladolid, 1987. -Olid, Miguel: Belmonte. La película al desnudo. Maestranza Films. Sevilla, 1995. -Sánchez Noriega, José Luis: Diccionario temático. -Taibo, Paco Ignacio: Los toros en el cine mexicano. Plaza y Janés. México, 1987. -Varios autores: Pantalla y ruedo. Junta de Andalucía y Filmoteca de Andalucía. Colección Aguaespejo, nº 1. Córdoba, 1992. Contenido: “La multitud ante la pantalla” (Louis Delluc), “Los toros en la cinematografía” (Gonzalo García Pino), “La imagen imposible” (Manuel Grosso), “La pretendida invisibilidad de Don Tancredo” (Adolfo Jiménez), “Lo taúrico, lo fílmico: una aproximación analítica” (Luis Martín Arias), “Cunda la redundancia” (José Miguel Martínez Urtasu). -Varios autores: Pantalla y ruedo. Filmoteca de Andalucía. Granada, 1992. Contenido: “Los toros en la cinematografía” (Gonzalo García Pino), fichas y comentarios de las 27 películas exhibidas de junio a octubre de 1992. -Verdone, Mario: “'Pase' de un escritor italiano”. Revista Internacional del Cine, nº 23, tercera época, abril 1956. Páginas 38 y 39.
José Luis Martínez Montalbán Redactor de Encadenados
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Segunda parte
CINE TAURINO EN PUÇOL 29
Vicente Almenara “Marsaga”
La ilusión de un niño Recuerdo aquellos años sesenta. Recuerdo la calle Montcada, toda llena de banderas de colores. Recuerdo la megafonía sonando por los alrededores del cine de verano: siempre la misma música, un inolvidable pasodoble. Recuerdo que en aquella época, siendo un niño de apenas siete u ocho años, aquellos detalles sólo podían significar una cosa: había llegado julio, el mes de vacaciones, el mes del cine y, sobre todo, el mes de los toros. Nací en 1953, en mi familia éramos dos hermanos y los recursos económicos no abundaban. Pero vivíamos en Puçol y eso sólo podía significar una cosa: toda nuestra vida íbamos a ser amantes del mundo taurino. Entonces sólo lo intuíamos, hoy puedo asegurar que es así: el toro es nuestra pasión, nuestra ilusión, gran parte de nuestra vida. Sin embargo, de todo ello un niño no es consciente, sólo se vive para el momento, para disfrutar del día a día y, si acaso, para tener ilusiones. En aquella época mi gran ilusión, la de mi hermano y la de muchos otros amigos, era que llegaran los toros, que pudiéramos disfrutar del toro en la calle y del toro en la plaza. Pero un niño no podía acceder al recorrido, por lo que nos teníamos que conformar con verlos no desde la barrera, sino desde mucho más atrás: el balcón de mi abuela, la terraza de un pariente, quizá detrás de las rejas
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Segunda parte
Tarde de toros
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situadas en la vivienda de un amigo… Así se podía disfrutar del “bou al carrer” cuando lo veías pasar por tu calle, pero pese a la emoción del momento, aquello nos sabía a poco, siempre queríamos más. Ese poquito más llegaba en nuestro caso en la feria de fallas y en la de julio, ambas en la plaza de toros de Valencia. Ya he dicho que éramos dos hermanos y el dinero no sobraba en casa, aunque la afición taurina se desbordaba por todas partes, así que teníamos que compartir el único bono que mi padre podía permitirse el lujo de comprarnos: apenas levantábamos dos palmos el suelo pero ya podíamos presumir de acudir con nuestro padre a las dos ferias, aunque eso sí, uno acudía a una corrida de fallas y otro a una de julio. Luego, en aquellos tiempos en que no había televisión, nos lo contábamos todo, prácticamente interpretaba un hermano para el otro (y quizá también para algún amigo) cómo había sido la experiencia, esa hermosa aventura de acudir a la capital para ver los toros en vivo. Éramos muy jóvenes, ya lo he dicho; también muy aficionados, eso creo que también lo he dicho; por tanto, no nos bastaba con el toro apenas entrevisto en las calles de Puçol, ni con los toros desde la barrera (o quizá un poco más atrás) en la plaza; no, nosotros queríamos más… Y cuando el calor comenzaba a apretar, ahí estaba, el cine de verano, los pasodobles constantemente sonando, las banderitas: era la semana de cine taurino, que año tras año convocaba cientos de espectadores cada tarde, todos ansiosos por revisar una y otra vez los clásicos de nuestro cine, por ver los toros en pantalla grande… Sólo había un problema: también el cine era caro en aquella época. Podría contar ahora que también compartíamos las sesiones de cine, y probable-
Cine taurino en Puçol
mente fuera así en alguna ocasión. Pero no es eso lo que recuerdo hoy de aquella época. Lo que quedó en mi mente es otra imagen, otra ilusión: para ver las películas nos quedábamos en la terraza de un familiar (asomados sólo un poco, por si nos veían y nos decían algo, ¡cualquiera se arriesgaba a un tirón de orejas semejante en aquella época!). Pero eso no era todo, como la película finalizaba bien entrada la noche, me quedaba esa tarde y esa noche a dormir en casa de mi abuela, que vivía allí al lado. Toda una fiesta, toda una aventura para un niño de siete u ocho años. La fiesta incluso podía ser mayor en algunas ocasiones, ya que la semana de cine y toros coincidía con la feria de julio y, para animar a los espectadores que dudaban si volver a ver o no esos clásicos taurinos del cine nacional, los organizadores solían sortear dos entradas para la corrida del día siguiente en Valencia. La rifa acababa por ser en algunas sesiones el punto álgido de la velada. Creo que en una ocasión le tocaron las entradas a mi padre. O quizá no, quizá simplemente es que al día siguiente me tocaba ir a mí con él a la plaza de toros, como parte de ese acuerdo entre hermanos. La memoria suele ser muy selectiva, quizá por eso no recuerdo muchos detalles de las épocas posteriores, de finales de los sesenta, cuando ya acudíamos a la semana taurina pagando nuestra propia entrada, siendo unos adolescentes, acompañados de otros chicos (y de alguna chica, si había suerte), para volver a disfrutar una y otra vez de películas que en alguna ocasión se habían programado varias veces en esta plaza. Pero la memoria, pese a ser selectiva, suele guardar en un rincón los recuerdos más emocionantes, las mayores ilusiones. Por eso, hace un par de años, cuando estaba
Aprendiendo a morir
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Segunda parte
El Litri y su sombra
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trabajando en la plaza de toros de Valencia y me acerqué una vez más a la tienda de recuerdos que hay allí, la ilusión volvió a desbordarse cuando una cinta en VHS cayó en mis manos: era una copia de El Litri y su sombra, uno de esos títulos que inmediatamente me devolvió a mi infancia. Esa copia la he visto una y otra vez desde entonces, siempre con la emoción y la ilusión de un niño, siempre trayéndome gratos recuerdos a la mente. Fue en una de esas sesiones en casa, rodeado de mi familia, cuando se me ocurrió la idea de intentar recuperar aquellas semanas de cine. La propuesta se la comenté al concejal de festejos taurinos, Juan Enrique Claramunt, quien llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de crear una actividad cultural en torno al mundo taurino para cada mes del año. Una semana de cine podía encajar en la programación. También lo comenté con los miembros del comité asesor y todos la vieron con buenos ojos. Cuando un día, mientras preparábamos una noticia sobre las actividades de la Asociación Sant Antoni, se lo comenté al Departamento de Comunicación, dejó de ser un secreto a voces y pasó a ser un proyecto en firme: pocas semanas después, Sabín me enseñaba una lista de títulos que había conseguido en DVD, eran los clásicos de siempre adaptados a los nuevos tiempos… Pero no acababa ahí la cosa: para entonces el concejal, el comité y el Departamento de Comunicación ya estaban haciendo suya la idea. La semana empezaba a cobrar forma: elegimos algunos de los títulos más emblemáticos de aquellos años, empezamos a hablar de un pequeño libro para acompañar la experiencia, quizá un libro de recuerdos, aunque luego ha crecido mucho y ya no son sólo las memorias de unos cuantos compañeros de generación, se han suma-
Cine taurino en Puçol
do muchas plumas, algunas de prestigio, lo que siempre es de agradecer; también se habla de una exposición; incluso de un ciclo más ambicioso para el próximo año; algunos comentan que habría que traer especialistas para presentar cada película; otros que recuperar el cine del Sindicato Agrícola como local para estos actos también es una bella iniciativa… Cuando escribo estas líneas no sé cuántas de estas ideas se harán realidad. Probablemente todas no, estamos apenas en la primera edición, pero no hemos recobrado sólo una semana de cine y toros, sino algo mucho más importante: una ilusión. Recuerdo que desde el pequeño rincón de la terraza, apenas asomado, veía toros en primer plano, toros enormes, a veces en color (como en Tarde de toros), a veces en blanco y negro (como en Aprendiendo a morir), a veces incluso las imágenes eran muy duras para la época (como esa plaza llena de sangre al inicio de El Litri y su sombra, que recogía una anécdota de principios del siglo XX, cuando un toro acabó con todos los caballos de Huelva). No recuerdo imágenes de Yo he visto a la muerte, quizá porque al ser de finales de los sesenta ya me pilló siendo un poco mayor, o quizá porque no se llegó a proyectar en las semanas de cine y toros. Lo cierto es que volver hoy sobre esas películas es algo que me llena de emoción: es volver a mi infancia, a mis recuerdos, a la ilusión de un niño.
Vicente Almenara “Marsaga” Miembro del consejo asesor taurino
Yo he visto a la muerte
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Salvador Almenara “Marsaga”
Una historia entrañable Desconozco, cosa que lamento, quién o quiénes fueron los artífices de la feliz idea de organizar en Puçol la semana de cine taurino, coincidiendo todos los años con la celebración en Valencia de la Feria de Julio, por aquel entonces la única feria taurina por excelencia del coso de la calle Xàtiva, ya que la mal llamada feria de Fallas actual, únicamente se limitaba a unos pocos festejos en las vísperas de Sant Josep, lo que se denominaba “corridas falleras”. Visto desde la lejanía, a uno se le antoja que la gente vivía con más intensidad todo lo que acontecía en las décadas de los cincuenta y los sesenta, mucho más que en la actualidad. A lo mejor es porque ocurrían menos cosas que hoy, y, por tanto, se le daba mayor importancia a cada acto. Sea por lo que fuera, fue bonito el vivir durante esa época y, lógicamente, también resulta entrañable poder recordarlo en la actualidad. Por aquel entonces los toros, lo mismo que el fútbol, estaban catalogados como espectáculo de masas y más aún desde la aparición en el firmamento taurino de Manuel Benítez El Cordobés: los llenazos en las plazas en que estaba contratado estaban asegurados, fueran quienes fueran sus acompañantes de cartel, quedándose pequeños los aforos de dichas plazas por el enorme poder de convocatoria que suscitaba su presencia en nuestros ruedos. Pero antes de convertirse en primera figura del toreo, su vida transcurrió en un mar de penalidades, al nacer en el seno de una familia muy humilde en plena Guerra Civil
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Cine taurino en Puçol
española. Sus orígenes, su época de maletilla, las penurias que sufrió en sus inicios y una gran cantidad de anécdotas reales fueron llevadas al cine de la mano de Pedro Lazaga en la película Aprendiendo a morir que, lógicamente, resultó un rotundo éxito de taquilla. Posteriormente, volvió al cine protagonizando la película Chantaje a un torero que, aunque también tuvo aceptación entre el público, no gozó del éxito arrollador de su primera incursión cinematográfica. Estas dos películas, sobre todo la primera, formaban parte indispensable, año tras año, del elenco de títulos seleccionados para ser proyectados durante la largamente añorada semana de cine taurino. Para los que no conocieron en qué consistía dicha semana, les puedo asegurar que era todo un acontecimiento social al que asistían los aficionados y los no aficionados durante las siete noches, en la ya desaparecida Terraza de Verano, que era el cine donde se proyectaban todos los títulos, un cine situado en la Travessera Montcada, justamente donde hoy hay ubicados un grupo de bungalows. Películas como Torero, El niño de las monjas, Los clarines del miedo, Currito de la Cruz, Tarde de toros, Fray Torero, Las cicatrices, Valiente, Nuevo en esta plaza y las ya citadas anteriormente formaban un variado abanico del que se escogían los siete títulos que se proyectaban cada año. Pero si tuviera que elegir una película que gozara especialmente de la predilección popular de todos los vecinos de Puçol, ésa sería sin duda El Litri y su sombra. Recuerdo que era tan grande el interés que despertaba entre los vecinos de la población la celebración de esta semana de cine y toros que los actos no se limitaban únicamente a la proyección de la película correspondiente, pues desde unas horas antes recorría las calles de la población la banda de tambores y cornetas del Frente de Juventudes, detrás del cartel anunciador de la película que se iba a proyectar esa misma noche. También recuerdo que las inmediaciones de la Terraza de Verano y el interior del recinto estaban engalanados con infinidad de banderas
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Segunda parte
nacionales, lógicamente “las únicas” que existían entonces. Por último, recuerdo que durante el descanso se sorteaban entradas para las corridas de la Feria de Julio de Valencia entre los asistentes y que la sesión comenzaba siempre con la proyección de algún documental taurino, o incluso el popular No-Do entre cuyas noticias siempre había alguna relativa al mundo de los toros. Al igual que he dicho al principio de este artículo que desconocía al autor o los autores que tuvieron la feliz idea de poner en marcha dicha semana hace ahora más de cuarenta años, también desconozco el motivo por el que dejó de celebrarse este acontecimiento que, queramos o no, forma parte de la historia más entrañable de nuestro pueblo. Esperamos y deseamos que la iniciativa tomada por el Ayuntamiento de Puçol a través del comité organizador de Puçol, cultura de bou, de cara a recuperar una parte de nuestra historia, tenga el mismo éxito que en su primera época.
Salvador Almenara “Marsaga” Miembro del consejo asesor taurino
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Fernando Ferrer “Rallat”
El cine de verano Recuerdo con nostalgia, aquellos años cuando en Puçol, se celebraba el ciclo de películas taurinas en el cine de verano, ubicado en la Travesssera de Montcada. Aquel cine, que se llenaba en las calurosas noches de verano, para contemplar a sus ídolos. Muchos son los recuerdos que me vienen a la memoria, aunque yo, por entonces, contaba con la corta edad de seis o siete años. Mi padre, que era bastante aficionado a los toros y también a esta clase de proyecciones, todas las noches me llevaba a ver aquellas películas que gozaban de una enorme popularidad y audiencia entre los vecinos de nuestro pueblo. Por entonces, yo no conocía a los actores; bueno al único que conocía era al Cordobés, Manuel Benítez El Cordobés y su famosa película Aprendiendo a morir. Fue una película que me marcó bastante y es de las que más recuerdos tengo, por las famosas escenas que se grabaron en mi mente. Frases famosas como “más cornás da el hambre” o “¿usted sabe lo que vale un toro?”, con aquella respuesta inolvidable: “¿y usted sabe lo que vale un hombre?”, son escenas que, aunque las vi siendo muy pequeño, nunca las he olvidado. Me gustaría que este nuevo ciclo que empieza en este año tuviera la misma aceptación que en su día tuvieron aquellas películas .
Fernando Ferrer “Rallat” Miembro del consejo asesor taurino
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Tercera parte
SEMANA DE CINE TAURINO 41
Muriel Feiner
Los toros en el cine Desde que los hermanos Lumière inventaron la cámara cinematográfica allá por el año 1896, hay que destacar que Valencia ha sido pionero en el desarrollo del cine taurino ya que la primera película que giraba alrededor de un argumento de toros fue La lucha por la divisa, producida por el valenciano Antonio Cuesta (1910). Basándose en un tema dramático con un triángulo amoroso, Cuesta manejaba hábilmente como fondo el tradicional espectáculo de los “bous de carrer”. Como muchos guiones de películas, sobre todo las taurinas se basaban en novelas populares de la época. Creo que si se hubiera desarrollado más la novela taurina a lo largo de los años, también tendríamos un acervo mucho más rico de películas de toros. No obstante, sentó precedente la magnífica novela del valenciano Vicente Blasco Ibáñez, Sangre y arena, de la cual se hicieron cuatro versiones cinematográficas. La primera fue muda, por supuesto, dirigida en 1916 por el propio autor, Blasco Ibáñez, junto con Ricardo de Baños. Fue seguida por dos versiones más, producidas en Hollywood y protagonizadas por las más grandes estrellas de la época. En 1922, Fred Niblo dirigió otra versión muda, con el galán de moda Rodolfo Valentino en el papel principal del torero Juan Gallardo. Y en 1941, Rouben Mamoulian hizo una super-producción con Tyrone Power, Rita Hayworth y Linda Darnell. La última versión fue una hispano-americana, dirigida por Javier Elorrieta, en 1989, y con un reparto poco adecuado: Sharon Stone y Chris Rydell. El argumento taurino más repetido en el cine mundial ha sido, sin duda, Carmen, basado en el conocido argumento de la opera de Bizet sobre la cigarrera sevillana que se debate entre su amor por un oficial francés y un torero. Se han hecho más de cincuenta versiones de Carmen, incluyendo dos muy primerizas: una del célebre Cecil B. De Mille y otra de Charlie Chaplin Charlot, ambas estrenadas en 1915.
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Tercera parte
Aunque en mi libro ¡Torero! Los toros en el cine he podido contabilizar más de 550 películas de toros o películas con tema o fondo taurino, filmadas en más de una docena de países, España destaca por encima de todos con un gran repertorio... precisamente reflejado en los cuatro largometrajes que ha elegido tan acertadamente el Ayuntamiento de Puçol para proyectar. El Litri y su sombra, de Rafael Gil, es una joya de la primera época del verdadero auge del cine español, que muchos en la actualidad quieren mal denominar “españoladas”, películas sobre temas netamente españoles, como toros y flamenco, algo que veo perfectamente lógico ya que para películas del oeste estaba Hollywood. El Litri y su sombra relata la historia de esta importante dinastía de toreros y ofrece un bonito retrato de aquella época en España. En los años 60, el mundo taurino descubre la gran fuerza del cine como vehículo para lanzar o promocionar un torero, y en este marco podemos resaltar las películas de Manuel Benítez El Cordobés: la autobiográfica Aprendiendo a morir (1962), de Pedro Lazaga, en la cual Benítez demostró su gran habilidad interpretativa hasta tal punto que al año siguiente rodó otro largometraje de suspense, Chantaje a un torero (1963), de Rafael Gil. Muchos toreros seguirían su ejemplo, como Sebastián Palomo Linares, con su propia novelizada autobiografía Nuevo en esta plaza (1966), también de Pedro Lazaga, y Solos los dos (1968), de Luis Lucia, con la actriz y cantante Marisol. Otros toreros que han hecho sus “pinitos” ante las cámaras han sido Antonio Borrero Chamaco, Miguel Mateo Miguelín, Paco Camino, los hermanos Gabriel y José Luis de la Casa (José Luis también interpretó el papel del “joven Litri” en El Litri y su sombra), y Blas Romero El Platanito, el rejoneador Ángel Peralta, Ángel Teruel, Nicanor Villalta, Pedrín Benjumea, Agustín Castellano El Puri y José María Martorell, además de los mexicanos Pepe Ortiz, Carlos Arruza, Manuel Capetillo y Luis Procuna, entre otros. Curiosamente, todos estos toreros han demostrado notable talento como actores, algo que creo se debe a que están acostumbrados a interpretar o disimular
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el miedo que sienten y a actuar en un escenario mucho más difícil que un mero plató de cine: el ruedo de una plaza de toros. Además, están acostumbrados a jugarse la vida de verdad delante de un cornúpeta y ante un público a menudo de lo más exigente. Actuar ante una cámara debe parecerles “pan comido”. Mención aparte merecen otros toreros que simultaneaban de forma mucho más profesional sus actuaciones en el ruedo con otras en la gran pantalla, como el inolvidable Mario Cabré, Rafael Albaícin y Enrique Vera. De hecho, Mario Cabré contó que hubo un día, cuando él rodaba una película por la mañana, Pandora y el holandés errante con la guapísima Ava Gardner, toreaba por la tarde en la plaza Monumental de Barcelona y actuaba por la noche en un teatro del Paralelo. Tarde de toros, rodada en 1955, y protagonizada por Domingo Ortega, Antonio Bienvenida y Enrique Vera, es una gran película. Fue dirigida por el húngaro Ladislao Vajda, que hizo otra excelente película de toros un año después, lamentablemente bastante arrinconada, Mi tío Jacinto, con Antonio Vico y Pablito Calvo, el niño de Marcelino, pan y vino. Curiosamente, grandes directores extranjeros han tenido especial sensibilidad para la Fiesta. Destacan El momento de la verdad, de Francesco Rosi, con Miguel Mateo Miguelín y, por supuesto, la gran película Torero, protagonizada por el mexicano Luis Procuna, cuyo guión fue escrito por un gringo, Hugo Butler, y dirigido por el gallego Carlos Velo, que no era nada entendido ni aficionado a los toros. Otro ejemplo es el estadounidense Budd Boetticher, que intentó ser torero en su juventud. Destacan sus películas The bullfighter and the lady (El torero y la dama), algo autobiográfica, con Gilbert Roland, Robert Stack y Katy Jurado; Santos el magnífico con Anthony Quinn y Maureen O'Hara; y Arruza, documental sobre la vida del malogrado dies-
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Tercera parte
tro mexicano Carlos Arruza. Y, finalmente, otra película verdaderamente notable es Yo he visto a la muerte (1965), de José María Forqué, basada en un guión de Jaime de Armiñán, con cuatro historias verídicas, interpretadas por Antonio Bienvenida, Álvaro y Alvarito Domecq, Andrés Vázquez y Luis Miguel Dominguín. Si la meca del cine no hubiera sido Hollywood sino Almería, seguramente el género del western habría sido menos explotado y la filmografía taurina mucho más rica, extensa y reconocida. El cine podría servir como un magnífico trampolín para la fiesta hacia mayores escenarios y más altos niveles de divulgación y comprensión, y los toros podrían ofrecer al cine una infinita fuente de tramas, imágenes y argumentos, con un fondo y un escenario singularmente fotogénicos. Creo que el reciente éxito de la película Hable con ella, de Pedro Almodóvar, galardonado con un Oscar de Hollywood, y la gran obra televisiva de Jaime de Armiñán Juncal, son claras muestras de que se puede hacer una buena película de toros hoy en día, sin caer en lo tópico, y que cosecharía éxitos importantes tanto del público como de la crítica. Espero que esta deuda que el mundo cinematográfico tiene contraída con nuestro mundillo taurino sea saldada en un futuro no muy lejano
Muriel Feiner Periodista y escritora
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José Luis Martínez Montalbán
Tarde de toros (ficha y bibliografía) Director: Ladislao Vadja. País: España. Año: 1955. Productora: Chamartín. Jefe de producción: Vicente Sempere. Ayudante de producción: Federico del Toro. Administrador: Eduardo García Soleto. Regidor: José Herrera. Estudios: Chamartín. Laboratorios: Technicolor (Roma). Distribuidora: Chamartín. Argumento: Manuel Tamayo y Julio Coll. Guión: Manuel Tamayo, Julio Coll y José Santugini. Fotografía: Enrique Guerner, en eastmancolor. Copias: en technicolor. Operador: Salvador Gil. Ayudante de cámara: Fernando Guilló. Foquista: Luciano Carreño. Operadores de escenas taurinas: Juan García, Alfonso Nieva, Antonio Macasoli y Félix Mirón. Foto fija: Antonio Luengo. Decorados: Antonio Simont. Ayudante de decorados: Enrique Vidal. Maquillaje: Julián Ruiz. Ayudante de maquillaje: Roque Millán. Peluquería: Esperanza Paradela. Vestuario: Rango. Sastrería: Peris Hermanos. Muebles y atrezzo: Luna, Mengíbar y Mateos. Música: José Muñoz Molleda. Sonido: Alfonso Carvajal. Ayudante de sonido: Jesús Moreno. Montaje: Julio Peña. Ayudante de montaje: José Luis Matesanz. Script: Mercedes Otero. Ayudante de dirección: Fernando Palacios. Duración: 76 minutos. Estreno mundial: Festival Internacional de Cannes de 1956. Estreno comercial: 24 de febrero de 1956, en el cine Coliseum (Madrid). Premios: Sindicato Nacional del Espectáculo, a la mejor película, fotografía y figuración. Círculo de Escritores Cinematográficos, a la mejor película, director, guión y fotografía en color. Título en Italia: La grande corrida. Título en Francia: Un apres midi de taureaux.
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Tercera parte
Intérpretes: Domingo Ortega (Ricardo Puente), Antonio Bienvenida (Juan Carmona), Enrique Vera (“Rondeño II”), María Asquerino (Paloma), Marisa Prado (Isabel), Encarnita Fuentes (Ana María), Jesús Tordesillas (Don Luis Montes), Juan Calvo (Don César), Félix Dafauce (Médico de la plaza de toros), Manuel Morán (Jiménez), Jorge Vico (Manolo el espontáneo), Jesús Colomer (“Trepa”), José Isbert (Don Felipe), Mariano Azaña (Julián), Amparo Martí (Doña Julia), José Sepúlveda (Don Tomás), José Prada (Padre Fermín), Jacqueline Pierreux (Actriz extranjera), Eduardo Vicente (Quintana), Francisco Bernal (Ramón), Casimiro Hurtado (Pinto), Rafael Bardem, Alfonso Rojas y Rufino Ingles (Tres amigos), Pedro Porcel (Espectador con su hijo), Manuel Aguilera (Conserje del hotel), Tony Soler (Amiga de la actriz), Manuel Arbó (Vecino de la actriz), Antonio Prieto y Raúl Cancio (Dos enterados), Luis Sánchez Polack “Tip” y Joaquín Portillo “Top” (Dos entusiastas), Julio F. Alyman (Sr. Roberto portero del tendido), Xan das Bolas (Portero de la enfermería), Rosa Valero (Rosita), María Jesús Hierro (Chica), Guillermo Linhoff y José G. Rey (Dos críticos), Joaquín Vidriales (Director), Fernando Guilló (Operador). José María Rodríguez, Julia Castellanos, Antonio Padilla.
Bibliografía -F[ernando] V[izcaíno] C[asas]: “Reportaje”. Triunfo, nº 521, 8 de febrero de 1956. - Sofía Morales: “Reportaje”. Primer Plano, nº 771, 23 de julio de 1955. -Francisco Llinás: Ladislao Vajda. El húngaro errante. 42 Semana Internacional de Cine de Valladolid. Valladolid, 1997. Páginas 110 a 112. -Luis Gómez Mesa: Recuerdo y presencia de Ladislao Vajda. XIII Festival Internacional del Cine. San Sebastián, 1965. Páginas 20 y 21. -Manuel Tamayo: Tarde de toros (Guión). Madrid, 1959. 192 hojas. Hay un ejemplar en la Biblioteca Nacional, signatura T/36951. -Rafael Utrera: Tarde de toros, en Julio Pérez Perucha (ed.): Antología crítica del cine español (1906-1995). Flor en la sombra. Cátedra y Filmoteca Española. Colección Serie mayor. Madrid, 1997. Páginas 383 a 385.
José Luis Martínez Montalbán Redactor de Encadenados
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Vicente Soriano Benet
Tarde de toros un compendio de tauromaquia Tarde de toros es una de las más conocidas y emblemáticas películas del cine taurino español. Es un auténtico compendio de Tauromaquia, que nos muestra todas y cada una de las diversas caras del toreo, desde el mayor y más aclamado triunfo hasta la más dramática muerte en las astas de un toro. Está protagonizada por Domingo Ortega, que interpreta a Ricardo Puente, envuelto en una trama de amor y desamor con Paloma, su novia, y que vive las duras y amargas consecuencias de la decadencia de su reinado como máxima figura del toreo, debido a la fulgurante carrera de su más inmediato competidor en los ruedos, Juan Carmona, máxima figura en la actualidad, interpretado por Antonio Bienvenida y que gusta a los aficionados y enamora a las mujeres, aún a disgusto de su esposa Isabel. Enrique Vera interpreta a Luís Montes Rondeño II, hijo del mítico Rondeño y que llega a su alternativa apoyado por pocos más que su propio padre, su apoderado y gran amigo Julián y su novia Ana María, hermana de Juan Carmona, tras una carrera poco exitosa, marcada por una gravísima cornada sufrida en su etapa novilleril. Durante la tarde, aparece Manolo, un chaval que quiere ser torero y que se tira de espontáneo durante la lidia de uno de los toros, junto a su amigo El Trepa, que le acompaña como si fuese su propio hermano, así como un sinfín de personajes que protagonizan en los tendidos una tarde repleta de emociones y de sensaciones sólo apreciables en una inolvidable, como lo es ésta, Tarde de toros.
Vicente Soriano Benet Miembro del consejo asesor taurino
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Adolfo Bellido López
Tarde de toros todos los filmes de toros en uno El director: Ladislao Vajda. Tarde de toros es una película diferente a las que estaban en boga de “toros” en la España de los años cincuenta. Su director, Ladislao Vajda, era un curioso hombre de cine que acababa de lograr un éxito internacional con una película tan insólita y desconcertante como Marcelino, pan y vino. Nacido en Budapest, el 18 de agosto de 1906, tenía por fuerza que terminar en el mundo del arte. Su padre era un conocido dramaturgo y guionista y su madre era soprano. Pero sus primeros años escolares no parece que van a ir por el camino de los padres. En la escuela y en los primeros años de facultad sólo parece interesarse por los deportes y por... las mujeres. Comienza Ciencia Políticas que no terminará y, por esos curiosos juegos del destino, al dejar la carrera y pasar a vivir a Berlín decide comprobar qué se cuece en “eso” que es el mundo del cine. Ahí su primer oficio es de eléctrico, pero enseguida comienza a preocuparse por los diferentes trabajos del resto del equipo cinematográfico. En 1929 es ayudante de montaje en los estudios berlineses, al tiempo que interviene en algunas películas como segundo operador o ayudante de dirección. La llegada del nazismo le lleva a huir de Alemania. Es el comienzo de un viaje por distintos países donde va dejando su firma en diversas películas, bien como montador o como cada vez con mayor frecuencia realizador. Es un deambular por diferentes países que durará hasta comienzos de los años cuarenta, en los que llega a España huyendo de la guerra que asola Europa. Hasta ese momento se puede seguir el rastro de su obra por Inglaterra (país al que huye después de haber abandonado Alemania), donde realiza su primera película Where is this Lady, para pasar luego a Hungría, Francia e Italia. Las cinco primeras películas que rueda en España son comedias. Luego las alternará con melodramas o curiosas películas policíacas. Su primer filme importante es Carne de horca (1953), un acercamiento certero al tema del bandolerismo andaluz. Dos años más tarde llega su gran éxito
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Marcelino, pan y vino, una gran película oscurecida por el fondo místico-religioso del que parece estar impregnada. Realmente el filme sigue otros derroteros más profundos y difíciles de recoger en una visión apresurada. Se trata de la búsqueda de la madre y del encuentro con la muerte. El hecho de que se hable de “milagros” o de “conventos” lleva a tachar la película de fanática, moralista y religiosa, al estilo impuesto por el cine de la época. Nada de eso hay en este título donde pocas veces se habrá mostrado un convento en que se rece tan poco como el aquí presentado. Interesa al director mucho más el dilema entre el nacimiento y la muerte, entre la madre y el hijo. Retrato acertado de una época en una historia de enorme fuerza psicoanalítica. El éxito del filme es grande en España y en todo el mundo. Y hoy es objeto de tesis profundas en universidades extranjeras. Fue objeto de un mal remake dirigido por Luigi Comencini, que poco tiene que ver con el original. Fuera de falsas especulaciones y prevenciones, habría que acercarse con cuidado a la película de Vajda y reconocer su gran valor. Marcelino, pan y vino fue la primera de las tres películas que realizó con el niño Pablito Calvo. A este título siguieron Mi tío Jacinto y Un ángel pasó por Brooklyn. Esta última es la peor de las tres. La mejor probablemente es Mi tío Jacinto, para mí al menos es superior en parte, no en conjunto, a Marcelino, pan y vino. Mi tío Jacinto es un filme taurino, a su modo claro, porque lo que representa es ni más ni menos que el declive de un novillero que quiere recordar sus tiempos de gloria. La película, desarrollada a lo largo de un solo día, es una visión oscura, triste y bastante veraz de la España de los años cincuenta. Un filme con muchos actores, coral, como puede serlo Tarde de toros, que trata de dibujar una cierta sociedad entre picaresca y vencida que busca un lugar donde aún pueda encontrar un lugar para vivir con una cierta dignidad. Mi tío Jacinto no tiene ningún reparo en considerarse heredera directa del cine neorrealista italiano. Rodada íntegramente en escenarios naturales, es el latir de un barrio y de una sociedad que se mueve entre la trampa y el desengaño. Pocas veces se ha retratado el “rastro” madrileño como en este filme y pocas veces, en el cine español de aquellos años, se ha conseguido una obra tragicómica con tanta garra, dolor y poesía. Mi tío Jacinto es la historia de un fracaso anunciado donde quizá resuenen muy a lo lejos, pero desde visiones diferentes, los ecos de Ladrón de bicicletas de Vittorio De Sica en esa historia de hijo y sobrino (en cada caso) que asiste al respectivo fracaso y hundimiento del padre y tío. El mismo año de Marcelino, pan y vino rueda la no menos insólita Tarde de toros. De todas maneras, su obra maestra por excelencia será El cebo (1958) basada en una obra de Durrenmatt, que tiene bastante similitud con el tema de M de Lang. En 1965 comenzó una película con Sarita Montiel, La dama de Beirut. Nunca la terminó, falleció en Barcelona el 25 de marzo de 1965 a escasos días de haberla comenzado. Luis María Delgado, ayudante de Vajda, fue el encargado de terminar la película.
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Se pueden decir muchas cosas de Vajda pero en ellas se pone demasiado apasionamiento. Habría que acercarse a su obra con la objetividad que da el tiempo y comprobar cómo muchas de sus películas van mucho más allá de lo que pueden apuntar algunos de sus manoseados argumentos. Y que algunas de ellas son películas admirables, que ya querrían haber dirigido algunos de los jóvenes directores españoles de los que hoy en día se dice (y no es cierto) que hacen buen cine. Vajda, como algunos de su generación o varios de los directores españoles de la generación de los 60, son sin duda muy superiores a la mayoría de los realizadores actuales.
La película: Tarde de toros. Como dice Francisco Llinas en su libro sobre Vajda, Tarde de toros sería la otra cara de Carne de horca. Es decir, mientras aquella habla del “tópico” del bandolerismo andaluz desde una versión distinta y con cierto grado de verosimilitud, Tarde de toros desea ser la narración de la fiesta nacional por excelencia, es decir las corridas de toros. El planteamiento es distinto al de cualquier otro filme sobre el tema. No es ni la historia melodramática del niño abandonado en un centro de acogida, ni la narración de la vida (real o ficticia) de un torero. Tiene mucho de eso, pero como derivaciones del único eje central que, como el título afirma con total claridad, es una corrida de toros. ¿Se trata de un documental? No, la película de Vajda toma varias historias, las mezcla y construye un único escenario o un determinado punto de encuentro, que es el centro del filme: un día de corrida en una de las plazas más importantes de España, en una de esas donde los toreros se juegan el ser o el no ser. Concretamente el escenario clave del filme es la tarde donde tres toreros “reales”, pero con nombre ficticio, debaten sus miedos y sus rencillas en Las Ventas madrileñas. De ahí que no se pueda hablar de documental en un sentido claro de la palabra, aunque realmente las películas documentales en sentido estricto nunca existen, si entendemos como tal una recreación objetiva de los hechos que ocurren en un lugar determinado. Vajda, desde el primer instante, deja muy claro que su película es ficción. Un largo y muy preparado travelling nos conduce desde el “negro” de boca del metro a la puerta de la plaza de toros. Todo queda explicado en un momento. Lugar de la acción y toreros actuantes. A la presencia de la plaza se une un cartel con los espadas que van a actuar. Ninguno de los nombres corresponde a un torero real (Ricardo Puente, Juan Carmona y Rondeño), pero inmediatamente y por medio de un montaje tan efectivo como simple pasaremos, uno a uno, a conocer a los toreros actuantes. Nada más elemental que presentar a cada uno de ellos y conocer cuáles son sus problemas. En escasos minutos se nos ha presentado a los actuantes y se muestran también sus problemas y la relación entre
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ellos. Y esos espadas corresponden (identificados de acuerdo al orden indicado más arriba) a toreros tan conocidos como Ortega, Bienvenida (que además formaron pareja muchos años) y un joven Enrique Vera, que es quien va tomar la alternativa. El desarrollo de la película sigue el ritual de una corrida: salida de los matadores del hotel, llegada a la plaza, conversaciones en el callejón, visita a la capilla, toreo de las diferentes reses, al tiempo se van resolviendo en parte los conflictos planteados al comienzo, y final de la corrida con el plano silencioso de la plaza. Un cierre circular que se corresponde tanto con el final de la tarde de toros como con el principio de una nueva corrida. Lo mejor de la película en este sentido es que la corrida que vemos es verdadera, es decir, los planos que aparecen en el filme se corresponden a los verdaderamente filmados. No hay trampa alguna. Tal faena no se corresponde con la de un torero que sustituye al personaje principal que es un actor. No, aquí los toreros no son actores sino toreros y la corrida es de verdad. Lo normal en las películas de toros, aparte de utilizar dobles que sustituyan al actor, es que el público se reduzca a una mínima parte e incluso que los planos de público y de toreo correspondan a tomas de otras películas o simplemente de un reportaje. Los problemas que planteaba el negativo en color (un hermoso Technicolor) hacía imposible utilizar la superchería de los cambios de planos, ya que se distinguiría perfectamente cada una de las partes procedente de cada medio. No había posibilidad de introducir diferente tipos de planos, o echar manos de primerísimos planos del actor y sustituirlo por un torero de verdad en los planos generales. Aquí, por ser verdad, hasta lo son los espectadores. Eso sí, entre ellos se encuentran situados estratégicamente actores conocidos que sueltan sus gracias o presentan sus (pequeñas) historias. Porque el filme está centrado en muchas historias, demasiadas, y lo que es peor, tópicas. Los devaneos entre los espectadores, la historia de las extranjeras horrorizadas, el padre de Rondeño, que fue un famoso matador, escondido entre el público para ver a su hijo... Eso por lo que se refiere a las historias de algunos de los espectadores. Pero las de los toreros, el mundillo que los rodea (apoderados, empresarios, sacerdote de la plaza) y (¡cómo iba a faltar!) la del espontáneo que se tira al ruedo para triunfar y es herido de muerte, son también tópicas. De esa manera, Puertas es el torero en declive pero que triunfará ese día; Carmona el torero en la cumbre que decidirá dejar en parte la profesión para dedicarse a su mujer y al hijo que va a nacer; mientras que Rondeño logra vencer su miedo y asegurarse la amistad de Carmona, que le permite incluso que se case con su hermana. No hay, pues, desperdicio en las figuras de unos personajes que forman parte del tópico más absoluto, pero que, por otra parte, en menos de hora y media engloba todo lo que suponen la mayoría de las películas de toros. La introducción del tema del espontáneo y la forma de colarse en la plaza, esca-
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Tercera parte
lando la pared del recinto, ante los aplausos del público, forma parte de unos recuerdos que pertenecen a un pasado no tan lejano, como el que supone la visión actual del mundo de los toreros tan diferente a aquél. No faltan tampoco la mujer abnegada, la novia fiel o la amante soñando en los tiempos de gloria de su hombre, el torero ayer triunfante y hoy derrotado, lo que la lleva a someterle a una serie de burlas y humillaciones. No obstante, el final de la película, con el triunfo del torero, da pie a una de las frases más certeras del filme. La amante dice al torero, mientras pasa a su lado por el burladero: “Ahora la casa volverá a estar llena”. A lo que el torero contesta: “Tú no estarás allí para verlo”. Poco importan las diversas historias, lo realmente atrayente es el transcurso de la corrida, sus lances, el montaje que intenta agilizar la propia lidia. El calor y el color de la plaza, los trajes de luces, el triunfo y el fracaso. Para la película hubo que matar doce toros y el rodaje se hizo a horas tempranas para evitar que no hubiera suficiente luz para rodar en color. Antes del rodaje, el director pasó varios días con los tres toreros en una ganadería salmantina, para elegir los doce toros que luego fueron utilizados. Se rodaron cuatro corridas completas a las que el público acudió por invitación. La plaza se llenó y antes de cada corrida se pidió a los espectadores que olvidaran que aquello era una película y aplaudieran o silbaran cuando les pareciera. Las cuatro corridas se rodaron con seis cámaras y durante casi todo el mes de agosto se rodaron una serie de escenas complementarias en el ruedo, en el callejón, los tendidos y algunas dependencias de la plaza, como la enfermería. Un filme que explota el ambiente de la fiesta taurina. En ello alcanza sus mejores resultados. Compendio en su totalidad de todos los tópicos habidos y por haber en las películas sobre temas taurinos, pero que sabe salir adelante gracias al saber de Vajda. No obstante, hay momentos melodramáticos mal concebidos (caso de la muerte del espontáneo) a pesar de la sabía utilización de la fotografía, con el fin de dar el carácter dramático a la escena. Como en la película actúan muchos personajes, se puede decir que en ella aparecen casi todos los actores secundarios del cine español del momento. Una serie de intérpretes realmente magníficos, caracterizados por su propia presencia. Aunque sólo fuera por estos intérpretes, Tarde de toros sería un filme de interés. Pero en él también existe ese acercamiento a la fiesta taurina, a su sentido, a su significado y a una forma de torear que marcó toda una época.
Adolfo Bellido López Director de Encadenados
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José Luis Martínez Montalbán
El Litri y su sombra (ficha y bibliografía) Director: Rafael Gil. País: España. Año: 1959. Productora: Coral P. C. Distribuidora: Chamartín. Jefe de producción: Juan de Rada. Estudios: C.E.A. Laboratorios: Madrid Film. Argumento y diálogos: Agustín de Foxá. Guión: Rafael Gil. Fotografía: Michel Kelber, en eastmancolor. Fotografía de escenas taurinas: José F. Aguayo y Juan García. Operador: Julio Ortas. Decorados: Enrique Alarcón. Constructor de decorados: Francisco R. Asensio. Vestuario: Manuel Comba y Eduardo Torre de la Fuente. Sastrería: Humberto Cornejo. Sastrería toreros: Santiago Pelayo. Muebles y atrezzo: Luna, Mateos y Mengíbar. Música: Manuel Parada. Pasodobles: Santiago Lope, Juan Antonio Quintero, Eduardo L. Juarranz y Pascual P. Chovi. Sonido: Antonio Alonso. Montaje: Antonio Ramírez de Loaysa. Asesor taurino: Andrés Gago. Ayudante de dirección: José Luis Robles y Alfredo Hurtado. Intérpretes: Miguel Báez “Litri” (“El Litri”), Ismael Merlo (Arroyo), Katia Loritz (Katia), Pilar Cansino (Carmela), Ángeles Hortelano (Ángeles), Manuel Morán (Picador “Naranjito”), José Isbert (Hermano Alejandro), Licia Calderón (Lucía), Jorge Vico (“Pelo Punta”), Roberto Rey (“Litri” padre), José Rubio (Manuel Báez), Rafael Bardem (Don Alberto), Erasmo Pascual (“Don Durezas”), Manuel Arbó (Señor Pinzón), Rosina Mendía (Señora Pinzón), Luisita Hernán (Pepita), Miguel Ángel Rodríguez (“Pelo Punta” niño), José Luis de la Casa (Miguel Báez niño), Pedro Chicote (El mismo), Sergio Demoslavsky (Doctor MacDonald), Julio Goróstegui (Director del colegio), Ángel Ter (Manager), Ángel Baltanás (Narrador). Duración: 90 minutos.
Bibliografía -Fernando Alonso Barahona: Rafael Gil, en Rafael Fernández-Mellado (coord.): Rafael Gil director de cine. Comunidad de Madrid y Ayuntamiento de Madrid, Madrid, 1997. Páginas 80 a 82. -Manuel Palacio: El Litri y su sombra, en Julio Pérez Perucha (ed.): Antología crítica del cine español (1906-1995) Flor en la sombra. Cátedra y Filmoteca Española. Colección Serie mayor. Madrid, 1997. Páginas 473 a 476.
José Luis Martínez Montalbán Redactor de Encadenados
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Alfonso Ávila Bayarri
El Litri y su sombra un ilustre precedente Película biográfica acerca de la dinastía de los Litri, que serviría de precedente a otra serie de películas del mismo carácter teniendo como protagonistas a los grandes toreros de la década posterior como Nuevo en esta plaza, de Palomo Linares y Aprendiendo a morir, de Manuel Benítez El Cordobés. Esta película fue rodada en 1959, un año después de la segunda retirada de Miguel Báez Litri y nos muestra una extraordinaria y fiel representación de su tauromaquia, que le llevó a ser una de las grandes figuras del siglo XX. Podremos deleitarnos desde su famoso “litrazo”, pasando por los molinetes de rodillas, hasta llegar a los pases mirando al tendido y sus espectaculares desplantes. Paralelamente, las notas de humor las podemos encontrar en el gran elenco de actores secundarios, como Pepe Isbert, en el papel de jesuita-maestro de la escuela, y en Ismael Merlo, como el entusiasta apoderado que lo defiende hasta la médula. La película comienza con numerosas escenas costumbristas de la tauromaquia de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, mostrando las improvisadas plazas de toros realizadas con todo tipo de materiales, como carros y toneles de vino, en las actuaciones del fundador de la dinastía, Miguel Baéz El Mequi, además de la etapa más sangrienta de la fiesta, con la utilización de los caballos para picar sin el actual peto reglamentario, lo cual conllevaba a la numerosa muerte de caballos, en la época de Miguel Báez Quintero Litri. Ambos diestros no pasaron de discretos durante su época. Eso sí, la gloria llegó de la mano de los hijos de este último. Primero fue Manolo Báez Litri, figura consagrada en su tiempo, alternando con toreros de la talla de Cayetano Niño de la Palma, al que el toro Extremeño, de la ganadería de Guadalest hirió mortalmente en una corrida celebrada en
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Semana de cine taurino
honor a los reyes de España, en Málaga, en Febrero de 1926. Momentos antes de morir le pide a su padre que busque a la mujer que un día le regaló una medalla de la Virgen de los Desamparados. El destino hace que esa desconocida mujer llegue a la casa de los Litri en Huelva, y posteriormente ese padre viudo y destrozado por la muerte de su hijo encuentre en ésta, la felicidad, casándose y teniendo dos hijos. El hijo mayor de la pareja será el cuarto y último protagonista de esta historia. Nacido en la localidad valenciana de Gandía (pueblo oriundo de la madre) y criado en un ambiente alejado de lo taurino (última voluntad de su padre antes de morir), el joven Litri se convierte en la gran esperanza taurina de la ciudad de Huelva, que llevaba esperando dos décadas sin torero, sobre todo los socios de la tertulia Litri, que todos los días se reunían para comentar las grandes gestas de la dinastía. Comienzos difíciles en plazas improvisadas de pueblo y con reses toreadas, poco a poco se consolida en una de las principales figuras del escalafón. La película concluye con la vuelta de Litri a Málaga, plaza donde fue herido mortalmente su hermano Manolo, para de alguna manera, culminar la faena que aquél realizaba.
Alfonso Ávila Bayarri Miembro del consejo asesor taurino
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José Luis Martínez Montalbán
Aprendiendo a morir (ficha y bibliografía) Director: Pedro Lazaga. País: España. Año: 1962. Productora: Naga Films. Productor: Ramón Crespo. Distribuidora: Dipenfa. Argumento y guión: Tico Medina, Rafael S. Campoy y Manuel Tamayo. Fotografía: Alfredo Fraile, en blanco y negro. Operador: Salvador Gil. Decorados: Luis Pérez Espinosa y Gil Parrondo. Música: Antón García Abril. Montaje: Alfonso Santacana. Asesor taurino: Rafael Sánchez “El Pipo”. Maquillaje: Paloma Fernández. Ayudante de dirección: Francisco Yllera. Intérpretes: Manuel Benítez El Cordobés (Manolo), Maruja Bustos (Carmela), Ismael Merlo (Rafael), Jesús Colomer (Juan), Elvira Quintillá (Ángeles), Lina Yegros (Sor Mariana), Paula Martel (Lali), Manuel Zarzo (Pepe Molina), Félix Fernández (Jeremías), Jesús Ponte (Marcos), Aníbal Vela (Don Pedro), Francisco Bernal (Hombre de la bicicleta), José Orjas (Jerónimo), Juan Cortés (Comisario), Carmen Porcel (Lucía). Duración: 99 minutos. Estreno: Palacio de la Prensa y Roxy B (Madrid), 4 de junio de 1962. Premio: Circulo de Escritores Cinematográficos (CEC) a Manuel Benítez El Cordobés.
Bibliografía -Tico Medina, Rafael S. Campoy y Manuel Tamayo: Aprendiendo a morir (Guión). Madrid, 1962. 259 hojas. Hay un ejemplar en la Biblioteca Nacional, signatura T/37241.
José Luis Martínez Montalbán Redactor de Encadenados
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Salvador Ferrer
Maletilla, espontáneo, figurón del toreo y siempre genio Se apodó El Renco, El Palmeño y para la historia El Cordobés. Un común Benítez Pérez, Manuel es su nombre de pila, hijo de Ángeles y José, un voluntario del bando republicano que pagó con cárcel y represión el atrevimiento de no ser franquista, revolucionó España y el Toreo en los 60. Su madre lo alumbró un 4 de mayo de 1936, apenas dos meses antes de que un funesto y aciago dictador apellidado Franco Bahamonde condujera a España a una guerra fratricida y visceral. Muchos poetas, intelectuales, amantes de esta Fiesta y que siempre legitimarán con su obra este arte, se escaparon de un país violado hasta la humillación más atroz. Las pinceladas del contexto social y político sirven para ubicar una leyenda que sobrepasó lo taurino y que nada tiene de fábula. Tan real como romántico. Más: de película. Las “cartillas de racionamiento”, la posguerra se dice que tan o más dura y cruel que la propia contienda, la persecución, la institucionalización del crimen y el asesinato en nombre de la patria y del régimen, y la miseria de un país en la mayor de sus ruinas, económica y moral, obligaron a El Renco a robar gallinas para mitigar el hambre y a buscarse la vida tal cual pícaro Lazarillo de Tormes o El Buscón al que dio vida literaria Francisco de Quevedo. El Cordobés, fraguado en la nada, es un personaje histórico del siglo XX. Nadie que se ha enfundado el chis-
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peante ha desbordado el límite de lo taurino para entrar de lleno en la realidad propiamente histórica de un país. La España de los 60, tibiamente aperturista entre otras cosas por la influencia del turismo, que además de dinero aportó nuevas ideas (Europa, democracia, derechos, sufragio, libertad, civismo, modernidad), con la vejatoria ley de prensa del 66 llamada “Ley Fraga” como marco legal de la comunicación, son los (The) Beatles, la minifalda, el seiscientos, el Real Madrid de las copas de Europa… y El Cordobés. Todo conformaba la cada vez menos eficaz anestesia de una sociedad aniquilada moral y políticamente. Artísticamente, el Benítez fue un heterodoxo; íntimamente un revolucionario. Torear era el camino, tal vez el único para hacerse rico. Sin técnica ni escuelas taurinas de por medio, había que arrimarse todas las tardes. Aún hoy y lo será siempre, la fórmula mágica del que quiere ser algo en el toro. Es decir, tener asimilada esa frase mítica que Manuel Benítez dijo a su hermana: “o te visto de negro o te compro una casa”. Sin medias tintas, tan nefastas en el Toreo. El Benítez no ha sido un esteta de la Tauromaquia, si bien su mano izquierda era de billetes. Se agarraba al piso, encajaba los riñones, sacaba la barriga, abría justamente el compás, cargaba la suerte, empapaba de tela al toro, fluían los vuelos de la muleta y emergía su prodigiosa zocata muñeca. Estas líneas no son óbice para apuntar que el toro de la época que él marcó fue demasiado terciado y chico, seguramente porque las figuras han cometido y cometen repetidos excesos. Aunque las figuras lo son porque antes de errar demasiadas veces, exigiendo en la cumbre el medio toro a veces ni el medio, han demostrado ser los más capaces y han triunfado repetidamente con ese toro con el que la plebe torera ni sabe ni puede. Pronto, casi nada más nacer artísticamente, el de Palma del Río se convirtió en un fenómeno sociológico y de masas del que se trató de aprovechar, más bien apropiar, el caudillo. Pura mercadotecnia de un régimen que el tiempo, siempre juez supremo, se ha encargado de desenmarañar. El Cordobés fue de caza con el dictador en El Pardo, estuvo con Felipe González Márquez en La Moncloa, o pasó el día con el presidente de los EEUU en la Casa Blanca. El Cordobés ha sido y es de todos, incluidos los anticordobesistas, que también lo legitiman. Antes de todo el éxito, Manolo robaba gallinas. Por suerte, hoy casi nadie roba gallinas (las generalizaciones son peligrosas). Aunque en la moribunda África, por ejemplo, hacen falta gallinas y los occidentales sólo llevamos indiferencia y negligencia. Afortunadamente, con la consolidación del
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estado del bienestar a través del Pacto de Toledo, ya adentrada la democracia, hay mucha menos miseria, al menos en este país. En el Toreo esto ha repercutido con consecuencias no del todo buenas. El toro es un mundo plagado de tópicos, de esos que por repetidos mil veces se convierten en verdades absolutas. El hambre ya no da cornás. Afortunadamente, todos tienen un plato de lentejas en casa. El que quiere ser torero, me decía hace poco Joaquín Mompó, director de la Escuela de Tauromaquia de Valencia, lo tiene todo. Ahora ya nadie quiere ser torero por quitar a su madre de lavar pisos. Se ha extinguido el maletilla, un personaje de la España profunda que ha pasado demasiadas calamidades, y con él se ha esfumado esa romántica ambición del chaval que quiere ser torero para sacar a los suyos del fango. Ya no hay chavales con los trastos a cuestas camino de Ciudad Rodrigo, de Utrera, por las sendas de la baja Andalucía o por derroteros del campo charro. Hoy y siempre, el torero, además de jugarse la vida para ganar dinero obviamente, quiere y tiene la necesidad imperiosa de expresarse como artista, que es el fondo real de muchos de estos bendi-
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tos locos que se ponen delante aún teniendo billetes para tapar la catedral de Santiago. En el Toreo, quien invierte dinero o ilusión por puro negocio, suele acabar perdiendo. No creo que tiempos pasados fueron mejores. Pero uno es nostálgico de la herencia que dejaron escrita los clásicos revisteros con respecto a los novilleros. Uno añora ese zagal de antaño que se alquilaba un vestido de torear para destrozarlo a base de volteretas, tantarantanes, que se vestía en una pensión sin lujos, y que salía cada tarde como si fuera la última. Uno de esos podría ser Manuel Benítez. Hoy, demasiados novilleros tienen aspecto de toreritos en el tendido, y los vestidos de torear, además de nuevos de sastrería, apenas se empapan de polvo cuando despierta la brisa. No sé si se arriman más o menos, pero no tienen, porque no existen, las mismas urgencias. El Cordobés quiso y quiso. Y quiso tanto que fue lo que quiso. Y mandó, también abusó con el toro, dicho queda. Pero cuando planeó su retirada en su finca de Villalobillos, se presentaron los magnates del entramado empresarial taurino para disuadirle. Los Barceló, Balañá, Canorea, Stuyk, Belmonte, Gago, Alonso… temieron que se tambaleara su negocio. Nadie como el de Palma del Río ha tenido mayor poder de convocatoria en todos los tiempos. Un dato que lo refleja: tras muchas generaciones de toreros, otro fenómeno llamado El Juli agotó el papel en la plaza de Teruel tras el último lleno de no hay billetes que puso El Cordobés, en su época (no es más que un ejemplo anecdótico aunque significativo). Nadie ha sido tan polémico como para crear enconadas rivalidades entre cordobesistas y anticordobesistas. Además, el consenso rotundo siempre invita a la reflexión aunque en el Toreo, como en la vida, también existen verdades absolutas: Manuel Benítez Pérez, El Cordobés, el maestro de Palma del Río, V Califa de Córdoba, ha sido y es un figurón del Toreo y un personaje de la Historia de España. Discutido, como todos los grandes, pero indiscutible. Su historia es el relato del triunfo de la humildad, de la constancia, de la ambición, del afán, de la superación de la crudeza y no sé cuantas adversidades más. La historia de un plebeyo que ha inscrito su nombre en la Tauromaquia con letras de oro. Guste o no a los puristas. Por cierto, me encomendaron este artículo para juntar unas letras a propósito de la película Aprendiendo a morir, filme protagonizado por El Cordobés y guionizado por Tico Medina et alli. Con esa voluntad empecé, pero no me queda más espacio para que prosiga ni para que el lector continúe leyendo. Además, las películas no se hacen para ser contadas; más bien para ser vistas. Acomódense en su butaca… Foto de El Cordobés: Francisco Cano Canito. Archivo: “Cano, figura entre maestros”
Salvador Ferrer Miembro del consejo asesor taurino
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Marcial Moreno
Aprendiendo a morir entre el mito y la tragedia Esta película, una de tantas que se rodaron tras el triunfo de algún torero, en esta ocasión El Cordobés, para contar su vida, se mueve en una contradicción que finalmente resultará insalvable. Se trata de la que se establece entre la necesaria fidelidad (aunque sea en sus trazos más generales) a los hechos reales acontecidos, y el carácter de tragedia que ya desde el mismo título se apunta. El primer polo de la oposición es perfectamente olvidable, y sólo interesará a quienes sientan simpatías personales o taurinas por el protagonista, mientras que en el segundo pueden encontrarse ciertos destellos que conceden algún atractivo al filme. La tragedia va de la mano de la mitificación, y se manifiesta de diversas formas: la planificación la acentúa en diversas ocasiones, como el contrapicado con el que nos muestra al protagonista cuando está lidiando al toro al que posteriormente mata en venganza por la paliza recibida, especialmente cuando sube a la valla de piedra y contempla su hazaña. Este espíritu de venganza es muy propio de este tipo de relatos, en los que el destino obliga a los protagonistas a un comportamiento que, aún sabiendo que conduce al desastre, no puede evitarse. La figura de Manolete, que aparece en un momento dado, no hace sino subrayar lo que acabamos de decir, pues difícilmente encontraríamos en el mundo de los toros otro personaje que sintetice con mayor precisión el triunfo y la fatalidad. Por otra parte, la música (debida a Antón García Abril, compositor al que en nuestros días se reivindica desde los ámbitos de la música clásica, al tiempo que aparecen compilaciones discográficas con su producción más “seria”) incide también en esta línea: el
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Tercera parte
rasgueo de la guitarra posee innegables resonancias a tragedias lorquianas, y al impulso que la necesidad desata en dirección a la muerte. También la actitud del protagonista refleja la asunción del destino: no es sólo que apenas sonría, pues quizá le hambre y la tensión por escapar a ella se lo impiden, sino que incluso guarda un repertorio de frases más que apropiadas para la situación en la que se encuentra: “O te visto de negro o te compro una casa”, le dice en una ocasión a su necesitada hermana (por cierto, ¿viuda o madre soltera? Queda el enigma en el aire) Finalmente le comprará la casa, y no morirá, aunque la lógica de la película conduzca hacia el trágico desenlace, pero claro, la realidad es otra, y no cabía falsearla hasta ese punto. De ahí la contradicción de la que hablábamos: la película no puede concluir del modo en que se ha planteado, lo cual acaba transmitiendo cierta sensación de fraude. Como apuntaba, estos son los aspectos más salvables de Aprendiendo a morir. Por lo demás, nos encontramos con la inacabable acumulación de tópicos habituales en el cine de la época, y más aún en este subgénero. Los huecos de guión, como el que nos quiere hacer creer la facilidad con la que el protagonista encuentra apoderado, son más bien socavones. Por otra parte no faltan los buenos sentimientos. Quitando a los ganaderos del inicio, no hay verdaderos malos en la película: monjas, ricachones cordobeses, el propio protagonista, paradigma de la fidelidad, la generosidad y el orgullo bien entendido, la paciente hermana, las vecinas colaboradoras, el apoderado, y al antológico torerillo, ya entrado en años, que muere en aquella corrida medio amañada en la que el propio Manolo resulta herido, y que acaba implorando que se bautice a su hija, todos son admirables. Hasta los pobres, que no se quejan y llevan con alegría su situación, lo cual se ve recompensado con el regalo de una bicicleta, lección moral incluida que parece casi el preludio de lo que hoy sería el catecismo de guardia para ONGs y apadrinamiento de niños. En fin, que si la película hubiese acabado como un par de minutos antes parecía que iba a hacerlo, quizá hubiésemos hecho la vista gorda en alguno de estos aspectos, porque al fin y al cabo el cine es cine, es decir, mentira, pero, como no es así ¿qué quieren que les diga?
Marcial Moreno Redactor de Encadenados
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José Luis Martínez Montalbán
Yo he visto a la muerte (ficha y bibliografía) Director: José María Forqué. País: España. Año: 1965. Productora: Orfeo P. C. y P. C. Memsa. Distribuidora: Dipenfa. Director de producción: Manuel Pérez. Guión: Jaime de Armiñan y José María Forqué. Fotografía: Cecilio Paniagua, en blanco y negro y panorámica. Música: Isidro B. Maiztegui. Decorados: Ramiro Gómez. Montaje: Petra de Nieva. Duración: 101 minutos. Estreno comercial: Imperial (Madrid), 12 junio 1967. Intérpretes: 1. De blanco y oro: Antonio Mejías “Bienvenida” (Antonio Bienvenida), José Mejías “Bienvenida” (Pepe Bienvenida), Antonio Cintado y Luis Rico (Dos espectadores), Jesús Álvarez (Mozo de espadas), Guillermo, Antonio Checa y Máximo (Tres banderilleros), Sergio Martín (Mayoral), Fermín López (Sastre). 2. La piel del caballo: Álvaro Domecq Romero (Álvaro Domecq), Álvaro Domecq Díez (Álvaro Domecq padre), Alberto Aliaño (Mozo de espadas), Ángel Ortiz (Manolín mozo del cortijo), Ángel Menéndez (Taxidermista), Vicente Roca . 3. La capea: Andrés Vázquez (Nono), Ricardo Lucía (Velas), Nuria Carresi (Fuencisla), Félix Lumbreras (Santos), José del Palacio (Gobernador), Joaquín Bergia (Leo), Enrique Navarro (Adelo), Cris Huertas (Deo), Carlos Sánchez (Perico), Rafael Alcántara (Médico), Antonio Burgos (Sacerdote), Antonio Herrero (Guardia Civil), Antoñita Imperio (Mujer); 4. La muerte: Luis Miguel González “Dominguín” (Luis Miguel), Antonio Gandía (Feriante), Manuel Tamames (Doctor Tamames), Cecilia Villarreal (Doncella), Maribel Hidalgo y Fanny Moral (Dos chicas).
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Bibliografía -Pascual Cebollada: José María Forqué, un director de cine. Royal Books. Barcelona, 1993. Páginas 95 y 96. -Jesús Pérez Núñez: José María Forqué. La lucha del hombre por la supervivencia. Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao y C.A.C. Teatro Arriaga. Bilbao, 1995. Pág. 43 y 44. -Florentino Soria: José María Forqué. Festival de Cine de Huesca. Colección Huesca de Cine, nº 4. Huesca, 1992. Páginas 103 a 107. -Florentino Soria: José María Forqué. Filmoteca Regional de Murcia y Editora Regional de Murcia. Colección Imagen, nº 12. Murcia, 1990. Páginas 89 a 91. - Jaime de Armiñan: Yo he visto a la muerte (Guión). Madrid, 1965. 124 hojas. Hay un ejemplar en la Biblioteca Nacional, signatura T/39422.
José Luis Martínez Montalbán Redactor de Encadenados
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Gloria Benito
Yo he visto a la muerte la épica y sus mitos Esta producción de José María Forqué, veterano productor en la industria cinematográfica española, rinde homenaje al mundo de los toros, y no lo podía haber hecho mejor acompañado. La colaboración de Jaime de Armiñan en el guión y en los diálogos, y la música de Isidro Maiztegui, que rescata La oración del torero de Joaquín Turina, aderezan un producto listo para reflejar la épica de los toros y sus mitos. Un correctísimo blanco y negro y la excelente fotografía de Cecilio Paniagua dan forma a las cuatro historias taurinas que constituyen la película. El hilo conductor de todas ellas es la presencia y voz de Luis Miguel Dominguín, que presenta la película y sus intenciones: mostrar la realidad de los toros y desnudarla de tópicos. A diferencia del cine, nos dice, “en el ruedo se muere de verdad”. Verdad o mentira, lo que vemos es cine, una ficción construida sobre hechos y personas reales, que aquí se convierten en personajes. Y el ruedo no se tiñe de sangre, porque la intención no es ésa y porque el blanco y negro convierte en negro la poca que se muestra. La primera historia trata del miedo del torero como algo consustancial a su vocación y esencia del sentido de su vida. Antonio Bienvenida rememora una cogida en el cuello y la superación de su miedo repitiendo la faena con éxito en la misma plaza, con el mismo traje y con la misma casta de toros. Se nos muestra la crueldad del público, morboso en sus exigencias de peligro, como responsable de algunos lances indeseables. La voz del torero nos conduce en la narración de su historia, y abre su intimidad a los espectadores con reflexiones sobre la soledad, la muerte y el miedo. La mirada concentrada de Antonio Bienvenida, en el primer plano que muestra su barbilla apoyada en la valla del ruedo,
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ligeramente astillada, es una metáfora visual que se repite cuando el torero se enfrenta a sus miedos y recupera su vida. La soledad se hace evidente en la plaza absolutamente vacía, en la que entra Antonio Bienvenida para buscar el lugar justo en que fue herido, y del que partirá para volver resucitar como torero. Los últimos lances de la fiesta y el brindis por sí mismo se acompañan de aplausos en off. Entonces, la cámara desciende lentamente de los pies del torero a la arena del coso. Arena como espacio de emoción y lirismo, de reflexión y muerte. La segunda historia es un homenaje del arte del rejoneo a través de dos de sus mejores valedores: Álvaro Domecq, padre e hijo. Lo que nos muestra no son sus triunfos, que los hay intercalados en el filme, seguramente rescatados de archivos y documentales, sino su relación con los caballos y la emoción y ternura que éstos les suscitan. Esta narración también es circular, como el coso, y en ella Álvaro Domecq hijo rememora desde un presente de gloria su relación con la jaca Espléndida, ya vieja y a punto de morir. El joven héroe la rescata de una muerte provocada, para acompañarla en su agonía junto con su estirpe y los habitantes del cortijo. Son inevitables los planos de los caballos, las crines al viento y el hocico apuntando al cielo, que dotan de gran tensión dramática al relato y de gran belleza a las secuencias. Los inteligentes y parcos diálogos entre padre e hijo cumplen la misión de entretener al espectador y provocar la emoción lírica, tan importante en la fiesta de los toros como la épica heroica del protagonista, rejoneador en este caso. Los primeros planos evidencian la tristeza y el dolor de Álvaro Domecq en su relación con el caballo, y contrastan con los planos generales del paisaje llano y abierto de la dehesa. Otra vez la madre tierra como mito primigenio que une el destino de hombres y animales. La historia acaba con un plano-contraplano de padre e hijo, rodeados de caballos, que corren en círculo e imprimen movimiento a la escena. Con gran solemnidad oímos la fecha de la muerte, natural esta vez, de la jaca Espléndida, mientras la cámara muestra la arena de los caminos, con las huellas de los caballos y las flores de las cunetas. Otra vez se cierra el círculo. La tercera historia es narrada por Andrés Vázquez. Su voz en off se superpone a un primer plano de las estacas que cierran una plaza de carros, al fondo. Se trata de una evocación de sus años de maletilla, yendo de pueblo en pueblo, con hambre, sed y miedo. En la rememoración se relata un episodio como otros muchos, que transcurre en un pueblo con sus caminos de tierra, sus bares con vino barato, sus tricornios y sus procesiones. Tres maletillas con hambre, y picaresca para saciarla, y sus sueños de gloria
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ponen su vida en peligro en una capea en que el miedo se combina con los garrotes y las boinas de un público que pide sangre. La muerte toma forma de grito colectivo y de unas pocas gotas de sangre que salpican el suelo de una enfermería sin medios para salvar vidas. El relato finaliza con el brindis del torero, desde su éxito, dedicado a todos los maletillas que, como él, se jugaron la vida. El plano de la montera alzada al cielo desciende hacia la arena. Y fin. La historia posee todos los tópicos del género: emoción, compasión y dramatismo. Aunque es cierto que es otra cara de los toros. Finaliza la película con un homenaje a Manolete. Vuelve a tomar la voz Luis Miguel Dominguín, que ofrece su punto de vista en un entorno ajeno: un paseo por una feria le conduce a un museo sobre el mítico torero. Se muestra aquí el lado más morboso de los toros en un espacio interior poblado de esperpénticas figuras de cera, que reproducen los momentos cruciales de la última corrida de Manolete: la cogida, la agonía y la muerte. La hiperbólica y melodramática narración del feriante, que detalla a un público de cartón los detalles más escabrosos, tiene como contrapunto la palabra de Dominguín y sus reflexiones sobre la personalidad y muerte del torero. Homenaje intimista que se expresa en primeros planos del torero ante la multitud frívola y ruidosa. En el relato se insertan algunos fragmentos de corridas del propio Dominguín como marco narrativo de su relación con Manolete. El feriante, pasmado y silenciado por fin, ante tan ilustre visitante, cierra las cortinas. Y fin del espectáculo. Cuatro historias, cuatro temas. El punto de vista interior del torero y su miedo. El amor y compenetración con el caballo como esencia del rejoneo. La miseria de los comienzos. La muerte como parte del mito. Aunque el narrador dijo que iba a mostrar el toreo desde una perspectiva libre de tópicos, la verdad es que tenemos la sensación de estar ante los lugares comunes del toreo. Eso sí, contados con inteligencia, buen guión y buenos diálogos. La película entretiene a todos y puede fascinar o entusiasmar a los más adictos.
Gloria Benito Redactora de Encadenados
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Alfonso Ávila Bayarri
Yo he visto a la muerte la muerte y sus protagonistas Genial documental presentado por el famoso diestro Luis Miguel Dominguín, el cual nos entabla a la visión de cuatro historias reales de nuestra fiesta nacional que tienen como denominador común la muerte, contada por sus propios protagonistas. “Sin muerte, no hay fiesta”. La primera historia, protagonizada por el maestro Antonio Bienvenida, nos lleva a Madrid, el día 17 de mayo de 1958. Nuestro protagonista alternaba con Gregorio Sánchez y Jaime Ostos, cuando fue herido gravísimamente en el cuello, lo que a punto está de costarle la vida en el acto. Tras veinte días internado en el ya desaparecido Sanatorio de los toreros y con presiones familiares para que se retirase de los toros, el propio diestro nos hace ver sus inquietudes acerca de cómo vencer al miedo tras una terrible cornada. Hace ver a los suyos que no puede irse de los toros tras una cornada, y su forma de vencer su miedo será reaparecer en la misma plaza, con toros de la misma ganadería y con un traje del mismo color. Tras años posteriores de gloria y por fin retirado, una vaquilla en un tentadero lo cogió desprevenido y lo volteó mortalmente en 1975. Espléndida es nuestra siguiente protagonista. Se trata de una yegua torera del rejoneador Alvaro Domecq y Díez. Tras años de triunfos en los ruedos, llega su ocaso ante el dolor de los que la han conocido, especial-
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mente sus dueños y cuidadores de la finca. El relato nos cuenta sus últimos días, cuando el famoso rejoneador y ganadero jerezano, a petición de los veterinarios, accede al sacrificio del animal con tal de conservar vivo su recuerdo mediante el arte del taxidermista, ya que ha empezado a deteriorarse su pelaje debido a su avanzada edad. Al enterarse su hijo Alvarito Domecq Romero, la libera del sacrificio y la trae de vuelta a “Los Alburejos”, donde muere a los pocos días. Actualmente, tiene dedicado uno de los patios principales de esta insigne finca. Las Capeas, es el título de este tercer documental. El famoso torero Andrés Vázquez, apodado El Nono en sus comienzos, nos trata de describir la dureza de las capeas, a las que se enfrentan cientos de maletillas con sueños de ser figura del toreo. Imagen típica de las fiestas patronales de un pequeño pueblo del interior, en la época de la posguerra española, donde se aprecian los cosos realizados con carros y maderas, el hambre que pasaban los maletillas, los llenazos los días de capea, y donde los mozos agobian a los maletillas para que se enfrenten a peligrosas reses pasadas de edad y soltadas en numerosas ocasiones, con el consiguiente peligro que esto conlleva. Años duros en la historia del toreo, donde la muerte segó los sueños de miles de muchachos aspirantes a toreros. Al llegar a figura, Andrés Vázquez tiene un especial recuerdo para ellos. Para finalizar, el propio Luis Miguel Dominguín nos cuenta su especial visión de la muerte, en el relato de la muerte de Manuel Rodríguez Manolete, ya que él era uno de los integrantes del cartel aquella fatídica tarde. Luis Miguel nos acerca al retrato de un Manolete, tímido y honrado, al que no le preocupaba entregarse cada tarde en la plaza que fuera, pues todos tenían derecho a verlo en plenitud porque todos pagaban. También se reprocha alguna posible culpabilidad por si no llegó a tiempo de hacer el quite, aunque la cornada fue mortal. Todo esto ocurre en un puesto de feria ambulante donde se relatan tragedias del toreo, y al que el propio Dominguín accede como espectador, sin que sea reconocido por nadie.
Alfonso Ávila Bayarri Miembro del consejo asesor taurino
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