TVE 24H. La tarde en 24 Horas. La tarde cultural Conferencia de James Nachtwey 26/03/2015
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EL MUNDO (EDICION NACIONAL)
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LA RAZON
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Qué mueve a… james nachtwey
“La fotografía tiene el poder de relatar la historia desde nivel del suelo” El fotoperiodista neoyorkino, que ha documentado durante tres décadas las secuelas de la violencia y el dolor, recogió este miércoles el Premio Luka Brajnovic en Pamplona Daniel Burgui Iguzkiza Pamplona 26 MAR 2015 - 13:05 CET
El fotoperiodista James Nachtwey, durante su ‘master class’ en la Universidad de Navarra. / UNAI BEROIZ Repasar los 35 años de oficio del fotoperiodista James Nachtwey (Nueva York, 1948) diapositiva a diapositiva, desde que comenzó en 1981 con el conflicto de Irlanda del Norte hasta las protestas en Tailandia que en 2014 le incrustaron una bala en su pierna izquierda, en la penumbra y acompañados por la serenidad y seguridad de su voz, no es una clase magistral de periodismo, es una clase de historia actual. Extraordinaria y espeluznante.
Y así lo definió él mismo el pasado miércoles en Pamplona: “La fotografía tiene el poder de relatar la historia, lo que pasa en nuestro mundo hoy, desde nivel del suelo”. Su obra es un detallado catálogo que recopila minuciosamente el dolor y crueldad de la humanidad del final de un siglo y el desgraciado principio de otro: el hambre, la guerra, la pobreza, la indiferencia y las enfermedades. “Algunas de estas imágenes retan a los espectadores porque son incómodas, pero ni la más incómoda de todas ellas es capaz de reproducir el dolor que experimentan millones de personas en guerra”. Sin embargo, hay en todas ellas esperanza. “Mi trabajo está dirigido a apelar a través de imágenes a los mejores instintos de la gente: la generosidad, la tolerancia, la capacidad de identificarse con las vidas de otros y, quizás lo más importante, el rechazo para aceptar lo inaceptable ", explica el reportero. Precisamente este profundo sentido de la dignidad y su compromiso con los derechos humanos es el que le llevó a la facultad de comunicación de la Universidad de Navarra, donde recogió el XIII Premio Luka Brajnovic y ofreció en sus aulas una exposición de su trabajo ante un boquiabierto público, eminentemente universitario, que se puso hasta dos veces en pie para ovacionarlo. Él, un hombre discreto y minucioso —dicen que canceló su agenda de la mañana y obligó a cambiar el proyector donde se iban a mostrar sus imágenes hasta que se vieron perfectas—, hizo brillar esa humanidad: repentinamente interrumpía su propio discurso frente a una de sus imágenes, como la que tomó en El Salvador en 1984. En la foto, tres niñas, tres campesinas ataviadas con coloridos vestidos, observan escondidas tras un árbol cómo un helicóptero eleva el vuelo removiendo nubes de polvo en un campo de fútbol. “Son mariposas de colores”, proclama Nachtwey de pronto, como si se le revelase un pensamiento repentino en voz alta ante doscientas personas. “Hay algo muy conmovedor para mí acerca de la inocencia de esas chicas en esta foto, con sus vestidos de domingo, recién planchados al salir de misa. Es un momento de lírica, de poesía, en medio de una situación brutal. El helicóptero está ahí recogiendo soldados heridos”, narra Nachtwey. “Aun en los lugares más oscuros y en las situaciones más tenebrosas hay lugar para la belleza, para lo bueno”, detalla después. Al terminar la charla, que no deja indiferente a nadie, una muchacha —que resulta ser especialista en Comunicación e Historia del Arte— afirma en la cafetería de la facultad: “Esa foto es un cuadro de Gauguin”. Y efectivamente la joven doctoranda en crítica de Arte desvela y detalla con desparpajo su teoría: La visión tras el sermón, una pintura postimpresionista que muestra a unas jóvenes bretonas ocultas tras un manzano, en similar composición y forma a la foto, observan cómo Jacob lucha contra un ángel alado; una transmutación del helicóptero y la guerra. Esta disertación no es nada descabellada considerando el trabajo de un fotoperiodista, que antes de comenzar su carrera en 1972 en un modesto periódico, el Alburquerque Journal, había estudiado Historia del Arte y Ciencias Políticas. Él mismo se interrumpe más tarde en otra de sus fotografías para que no pase desapercibida: una silueta humana blanca, como pintada, sobre un suelo negro. Resulta ser la brutal huella que ha dejado sobre el pavimento carbonizado el cadáver de un hombre asesinado en Kosovo, en 1999. Una sofisticada estela de muerte. “Es como una pintura rupestre”, reafirma
Nachtwey. “Nos recuerda al arte de las cavernas y cómo de primitivos podemos llegar a ser a veces”. Su visión del fotoperiodismo es así, arte y acción: “Confío plenamente en la inteligencia de mis lectores para desentrañar lo complejo”. Pero también está claro al ver su obra, que la carga de esa complejidad y de un mundo brutalmente violento y cruel se hace muy pesada para un solo hombre. Muy densa. ¿Qué es realmente lo que mueve a James Nachtwey, lo que le da energías para soportar tanto dolor? “Un claro sentido del propósito, del deber y el compromiso”, responde. “Lo que me empuja a seguir y me ayuda a superar los obstáculos físicos y emocionales es tener fe en el periodismo”, cuenta casi emocionado. “Creo que tiene el valor en sí mismo y la capacidad de transformar las situaciones y levantar las conciencias de la gente. El periodismo es generosidad: ofrecer, regalar, a las personas que lean y vean algo de quién y de qué preocuparse. Algo que cuidar. Así trato de canalizar la rabia, el miedo o la vergüenza que me provocan algunas situaciones en hacer mejor mi trabajo”. Y habla de aquella vez en 1992 que decidió, ante la negativa de sus editores, viajar por su cuenta y con sus propios ahorros a documentar la hambruna en Somalia. Intuyó que era relevante mostrar aquello. Y ver la muerte por hambre fue algo que a él también le cambió para siempre. A su regreso, su historia fue portada en el The New York Times Magazine y sus imágenes tuvieron un impacto tan grande y directo que movilizaron un dispositivo de las Naciones Unidas y disparó la recaudación para la emergencia del Comité Internacional de Cruz Roja para ayudar a un millón y medio de personas, en la que fue entonces la mayor operación humanitaria desde la II Guerra Mundial. Al tiempo, un delegado de la Cruz Roja en Somalia le dio a Nachtwey personalmente las gracias por sus fotos. “Es el reconocimiento más valioso que he tenido jamás en mi carrera, más que ningún premio que me puedan dar, porque lo que hacemos en realidad es muy poco e insignificante, pero puede conseguir mediante el rigor y la empatía que la gente no quede indiferente”, narra. “Es por eso, que no he visto el tiempo ni el momento de tirar la toalla, precisamente porque he compartido tiempo con personas que lo han perdido todo, literalmente: sus casas, sus familias, su modo de vida, o sus ropas. Que han sufrido en una escala épica y no se han acobardado o dado por vencidos. Ser pobre no significa ser desesperanzado. Así que si ellos no abandonaron, si en esos lugares había espacio para la esperanza, el humor y la bondad, ¿Qué derecho tengo yo para rendirme? ¡Me queda tanto por aprender, me queda tanto por ver!”.
Una vida de Oscar Aunque es un profesional extremadamente humilde, sus publicaciones en TIME, The New York Times y las principales cabeceras del planeta, así como su apabullante lista de galardones y premios le certifica indudablemente como uno de los mejores reporteros de este siglo: cinco veces ganador de la medalla de oro Robert Capa, dos veces ganador de
la foto del año en el World Press Photo, dos veces ganador del premio Bayeaux a los corresponsales extranjeros, siete veces ganador del Magazine Photographer of the Year y otras tantas ganador del premio Leica. Y otras tantas distinciones a su compromisos social y humano como la beca Eugene Smith, el premio Martin Luther King, Alfred Eisenstaedt y ahora el Luka Brajnovic. Miembro de la Real Sociedad Fotográfica y doctor honoris causa en Bellas Artes por la Universidad de Massachusetts. Incluso estuvo nominado al Óscar un documental War Photographer que relataba cómo era su día a día.
"La sociedad no puede funcionar bien sin las historias que contamos"
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JAMES NATCHWEY, FOTOPERIODISTA DE GUERRA
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"La sociedad no puede funcionar bien sin las historias que contamos" Directorio: Redes Sociales
IRA
Irlanda
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Publicado 27/03/2015 13:10:49 CET
Cooperación y Desarrollo Derechos Humanos Dependencia
AGENDA
Foto: EUROPA PRESS MADRID, 27 Mar. (EUROPA PRESS) El fotógrafo de guerra y conflictos James Nachtwey ha presentado su y comentado parte de sus fotografías de su obra desde que comenzó a trabajar como reportero en conflictos internacionales, durante la huelga de hambre del IRA, en Irlanda del Norte, en 1981, hasta los atentados del 11 de marzo de 2001 en Nueva York, pasando por El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Líbano, Israel y Gaza, Afganistán, India, Sudán Ruanda, Sudáfrica, Kosovo, Rumania, entre otras regiones. En total, ha recorrido más de una veintena de países capturando imágenes de la guerra, de la población que la sufre o de situaciones sociales "críticas" para darlos a conocer al mundo; y ha sido galardonado con numerosos premios, entre los que figuran dos 'World Press Photo of the Year', por su cobertura del genocidio de Ruanda, en 1994, y del hambre en Somalia, en 1992. Además, el pasado miércoles recibió en España el galardón de la XIII edición del Premio Luka Brajnovic, que otorga la Universidad de Navarra (UNAV). El fotógrafo estadounidense ha participado este viernes en un encuentro organizado por la Fashion Business School (ISEM) de la UNAV, en Madrid, y presentado por el fotoperiodista español Gervasio Sánchez, donde ha expuesto su visión particular sobre su trabajo: "Creo que la sociedad no puede funcionar adecuadamente sin conocer las historias que contamos". "Ojalá no hubiera tenido que tomar ninguna de ellas --asegura, en respuesta a la pregunta de si renuncia a alguna de las imágenes que ha tomado-- Como decía Robert Capa, el deseo más profundo oculto de cualquier fotógrafo de guerra es quedarse sin trabajo". Aún así, reconoce que el trabajo de los fotoperiodistas sirve y, durante su exposición, ha asegurado que la visibilización por parte de estos profesionales del hambre en Somalia provocó una movilización de recursos y organizaciones que salvó 1,5 millones de vidas humanas. "Ese es el precio del Periodismo, un millón y medio de vidas humanas", ha asegurado. Además, ha subrayado que, más allá de las tragedias e historias particulares, el fotoperiodismo de guerra muestra "un significado mucho mayor". "Es como un abrir y cerrar de ojos en el gran esquema de las cosas. En ese nanosegundo de eternidad hay mucho más que aprender, somos testigos de la injusticia, de la crueldad, del sufrimiento, de la tortura y la tragedia, de la envidia, de la arrogancia, pero también aprendemos el valor de la tolerancia, de la integridad, del respeto, de la amabilidad, del coraje, de la compasión, de la amistad, del humor y del perdón".
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Para él, el periodismo, el fotoperiodismo, y la fotografía son "una manera de descubrir qué es la verdad, un intento por ser sincero y honesto y por transmitir la lucha y el sufrimiento de las personas". De hecho, ante la pregunta de si, después de haber visto la mayor parte de los conflictos armados de los últimos 30 años, genocidios y el hambre, sigue creyendo en la capacidad del ser humano, Natchwey responde: "¡Por supuesto que lo hago!".
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"La sociedad no puede funcionar bien sin las historias que contamos"
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"Todo lo que tenemos es unos a otros, no podemos renunciar unos a otros, es nuestro mundo. Si hubiera renunciado a las personas a las que fotografío, y hubiera perdido la esperanza ¿Por qué iba a retratarlas?".
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Por otra parte, en relación a la generalización del consumo de imágenes y de fotografías debido a las redes sociales e Internet, confiesa que "no sabe" cómo mantener la validez de este formato para "atraer interés hacia una causa". "Es un reto, eso es todo. ¿Cómo creas imágenes que hagan levantarse a la gente, que tengan impacto? Se puede hacer y es el reto de cualquier fotógrafo --ha subrayado-- Creo que se trata de dar lo mejor de uno mismo y esforzarse todo lo que uno pueda, ponerlo ahí fuera. Creo que los buenos trabajos siempre destacan por encima de todo". Además en relación al peligro de caer en el "morbo" a la hora de fotografiar, ha expresado que él trata de tener siempre "sentido del propósito" con el que toma las imágenes. "Hay un valor en el Periodismo. La sociedad no puede funcionar bien sin las historias que contamos y eso es lo que me guía. Todos los obstáculos físicos y emocionales a los que he tenido que enfrentarme y superar, eso es lo que me ayuda a superarlos", ha concluido. Seguir a @EP_Social
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Nachtwey: Ojalá no hubiera tenido que sacar ninguna de las fotografías que he hecho JAMES NACHTWEY | 27 de marzo de 2015
El fotoperiodista James Nachtwey, en la sede de la Universidad de Navarra en Madrid, donde hace un repaso de su trayectoria. EFE Madrid, 27 mar (EFE).- Dos veces ganador del World Press Photo y cinco Medallas de Oro Robert Capa, James Nachtwey ha recorrido el mundo las últimas tres décadas tomando imágenes de guerras y problemas humanitarios, una realidad que resulta necesario mostrar a la sociedad pero que hubiera preferido no tener que captar.
Acaba de recibir el XIII Premio Luka Brajnovic de Comunicación que otorga la Universidad de Navarra a aquellos profesionales cuya trayectoria destaca por defender la dignidad de las personas y la libertad, y hoy ha ofrecido una conferencia en la sede madrileña de la facultad, donde ha opinado que "sin conocer las historias" que cuentan los fotoperiodistas, la sociedad no funciona adecuadamente. En una entrevista concedida a Efe tras el coloquio que ha moderado Gervasio Sánchez, el fotógrafo estadounidense ha sostenido que una fotografía no cumple su propósito si no se publica, y ha advertido de que son las "publicaciones influyentes las que tienen que ofrecer más espacio a las imágenes y las coberturas" que denuncian los horrores de la guerra y desastres humanitarios. Nachtwey (Siracusa, Nueva York, 1948), cuyo interés por la fotografía comenzó en la década de los sesenta al darse cuenta de que "una imagen podía cambiar las cosas", ha reconocido que distribuir esas fotografías no resulta muy atractivo para los anunciantes en los medios, pero ha recordado que su trabajo sobre la hambruna en Somalia en 1992 generó una movilización que "salvó" un millón y medio de vidas humanas. "Por fin todo el mundo se dio cuenta y esto hizo que valiera la pena toda mi carrera", ha dicho durante su conferencia, en la que ha recalcado que su primera reacción al captar una instantánea siempre es decir la verdad; "el fotógrafo busca descubrir la verdad y transmitir el sufrimiento y la lucha de quienes fotografiamos". Rumanía, Afganistán, Kosovo, Líbano, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, India, Ruanda, Sudán, los atentados del 11S... son muchos los lugares que ha pisado este fotoperiodista y no se arrepiente de ninguna de sus coberturas: "Ojalá no hubiera tenido que sacar ninguna de las fotografías que he hecho". Sin complejos ha admitido que la fotografía le ha hecho mejor persona porque, además de ser testigo "de la injusticia, de la tragedia, del sufrimiento, de la crueldad y de la envidia", ha aprendido valores de "tolerancia, respeto, integridad, coraje, amistad, compasión, humor y perdón". Es imposible para Nachtwey establecer una jerarquía sobre la dificultad de fotografiar una guerra o el hambre, ya que, ha opinado, las "armas de guerra" han sido creadas con el único propósito "de matar y destruir civilizaciones", y eso tiene "algo en común" con "otro tipo de armas que afectan" a las personas.
"Muere mucha gente en los bombardeos, pero el proceso de morir de hambre, que es extremadamente doloroso, te lleva a otro nivel de sufrimiento", ha reflexionado. Ha valorado la formación y experiencia del periodista a la hora de trabajar sobre el terreno, y ha aceptado que sólo cuando no se permite acceder al profesional a determinadas zonas "porque el riesgo es extremo", las imágenes captadas por ciudadanos "pueden rellenar ese vacío". "Exclusivamente ahí", ha alertado Nachtwey, quien no obstante ha señalado que ese trabajo no tiene por qué ser "excluyente" con el del profesional y "pueden darse las dos cosas", pero ha considerado que con imágenes de fuentes desconocidas, hay que ser "escépticos". Para el fotógrafo estadounidense, hoy en día existe una tendencia a "alabar" el hecho de que la gente tome fotos y las difunda en internet, "y no necesariamente tiene que haber algo mejor en eso". "No tienen la ética de un fotógrafo", ha recalcado el fotoperiodista que antes de la entrevista con Efe ha reconocido que el reto del profesional ante la abundancia de imágenes en las redes sociales e internet, no es otro que "intentar crear imágenes que despierten la conciencia" dando lo mejor de uno mismo; "un buen trabajo siempre sube a la superficie", ha aseverado.
Nachtwey: Ojalá no hubiera tenido que sacar ninguna de las fotos que he hecho 27-03-2015 / 16:20 h EFE Dos veces ganador del World Press Photo y cinco Medallas de Oro Robert Capa, James Nachtwey ha recorrido el mundo las últimas tres décadas tomando imágenes de guerras y problemas humanitarios, una realidad que resulta necesario mostrar a la sociedad pero que hubiera preferido no tener que captar. Acaba de recibir el XIII Premio Luka Brajnovic de Comunicación que otorga la Universidad de Navarra a aquellos profesionales cuya trayectoria destaca por defender la dignidad de las personas y la libertad, y hoy ha ofrecido una conferencia en la sede madrileña de la facultad, donde ha opinado que "sin conocer las historias" que cuentan los fotoperiodistas, la sociedad no funciona adecuadamente. En una entrevista concedida a Efe tras el coloquio que ha moderado Gervasio Sánchez, el fotógrafo estadounidense ha sostenido que una fotografía no cumple su propósito si no se publica, y ha advertido de que son las "publicaciones influyentes las que tienen que ofrecer más espacio a las imágenes y las coberturas" que denuncian los horrores de la guerra y desastres humanitarios. Nachtwey (Siracusa, Nueva York, 1948), cuyo interés por la fotografía comenzó en la década de los sesenta al darse cuenta de que "una imagen podía cambiar las cosas", ha reconocido que distribuir esas fotografías no resulta muy atractivo para los anunciantes en los medios, pero ha recordado que su trabajo sobre la hambruna en Somalia en 1992 generó una movilización que "salvó" un millón y medio de vidas humanas. "Por fin todo el mundo se dio cuenta y esto hizo que valiera la pena toda mi carrera", ha dicho durante su conferencia, en la que ha recalcado que su primera reacción al captar una instantánea siempre es decir la verdad; "el fotógrafo busca descubrir la verdad y transmitir el sufrimiento y la lucha de quienes fotografiamos". Rumanía, Afganistán, Kosovo, Líbano, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, India, Ruanda, Sudán, los atentados del 11S... son muchos los lugares que ha pisado este fotoperiodista y no se arrepiente de ninguna de sus coberturas: "Ojalá no hubiera tenido que sacar ninguna de las fotografías que he hecho". Sin complejos ha admitido que la fotografía le ha hecho mejor persona porque, además de ser testigo "de la injusticia, de la tragedia, del sufrimiento, de la crueldad y de la envidia", ha aprendido valores de "tolerancia, respeto, integridad, coraje, amistad, compasión, humor y perdón". Es imposible para Nachtwey establecer una jerarquía sobre la dificultad de fotografiar una guerra o el hambre, ya que, ha opinado, las "armas de guerra" han sido creadas con
el único propósito "de matar y destruir civilizaciones", y eso tiene "algo en común" con "otro tipo de armas que afectan" a las personas. "Muere mucha gente en los bombardeos, pero el proceso de morir de hambre, que es extremadamente doloroso, te lleva a otro nivel de sufrimiento", ha reflexionado. Ha valorado la formación y experiencia del periodista a la hora de trabajar sobre el terreno, y ha aceptado que sólo cuando no se permite acceder al profesional a determinadas zonas "porque el riesgo es extremo", las imágenes captadas por ciudadanos "pueden rellenar ese vacío". "Exclusivamente ahí", ha alertado Nachtwey, quien no obstante ha señalado que ese trabajo no tiene por qué ser "excluyente" con el del profesional y "pueden darse las dos cosas", pero ha considerado que con imágenes de fuentes desconocidas, hay que ser "escépticos". Para el fotógrafo estadounidense, hoy en día existe una tendencia a "alabar" el hecho de que la gente tome fotos y las difunda en internet, "y no necesariamente tiene que haber algo mejor en eso". "No tienen la ética de un fotógrafo", ha recalcado el fotoperiodista que antes de la entrevista con Efe ha reconocido que el reto del profesional ante la abundancia de imágenes en las redes sociales e internet, no es otro que "intentar crear imágenes que despierten la conciencia" dando lo mejor de uno mismo; "un buen trabajo siempre sube a la superficie", ha aseverado.
James Natchwey, fotoperiodista de guerra
James Nachtwey, ganador del World Press Photo: "La sociedad no puede funcionar bien sin las historias que contamos" 27 de marzo de 2015 (EUROPA PRESS)
El fotógrafo de guerra y conflictos James Nachtwey ha presentado su y comentado parte de sus fotografías de su obra desde que comenzó a trabajar como reportero en conflictos internacionales, durante la huelga de hambre del IRA, en Irlanda del Norte, en 1981, hasta los atentados del 11 de marzo de 2001 en Nueva York, pasando por El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Líbano, Israel y Gaza, Afganistán, India, Sudán Ruanda, Sudáfrica, Kosovo, Rumania, entre otras regiones.
El fotógrafo de guerra y conflictos James Nachtwey ha presentado su y comentado parte de sus fotografías de su obra desde que comenzó a trabajar como reportero en conflictos internacionales, durante la huelga de hambre del
IRA, en Irlanda del Norte, en 1981, hasta los atentados del 11 de marzo de 2001 en Nueva York, pasando por El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Líbano, Israel y Gaza, Afganistán, India, Sudán Ruanda, Sudáfrica, Kosovo, Rumania, entre otras regiones. En total, ha recorrido más de una veintena de países capturando imágenes de la guerra, de la población que la sufre o de situaciones sociales "críticas" para darlos a conocer al mundo; y ha sido galardonado con numerosos premios, entre los que figuran dos ´World Press Photo of the Year´, por su cobertura del genocidio de Ruanda, en 1994, y del hambre en Somalia, en 1992. Además, el pasado miércoles recibió en España el galardón de la XIII edición del Premio Luka Brajnovic, que otorga la Universidad de Navarra (UNAV). El fotógrafo estadounidense ha participado este viernes en un encuentro organizado por la Fashion Business School (ISEM) de la UNAV, en Madrid, y presentado por el fotoperiodista español Gervasio Sánchez, donde ha expuesto su visión particular sobre su trabajo: "Creo que la sociedad no puede funcionar adecuadamente sin conocer las historias que contamos". "Ojalá no hubiera tenido que tomar ninguna de ellas --asegura, en respuesta a la pregunta de si renuncia a alguna de las imágenes que ha tomado-- Como decía Robert Capa, el deseo más profundo oculto de cualquier fotógrafo de guerra es quedarse sin trabajo". Aún así, reconoce que el trabajo de los fotoperiodistas sirve y, durante su exposición, ha asegurado que la visibilización por parte de estos profesionales del hambre en Somalia provocó una movilización de recursos y organizaciones que salvó 1,5 millones de vidas humanas. "Ese es el precio del Periodismo, un millón y medio de vidas humanas", ha asegurado. Además, ha subrayado que, más allá de las tragedias e historias particulares, el fotoperiodismo de guerra muestra "un significado mucho mayor". "Es como un abrir y cerrar de ojos en el gran esquema de las cosas. En ese nanosegundo de eternidad hay mucho más que aprender, somos testigos de la injusticia, de la crueldad, del sufrimiento, de la tortura y la tragedia, de la envidia, de la arrogancia, pero también aprendemos el valor de la tolerancia, de la integridad, del respeto, de la amabilidad, del coraje, de la compasión, de la amistad, del humor y del perdón". Para él, el periodismo, el fotoperiodismo, y la fotografía son "una manera de descubrir qué es la verdad, un intento por ser sincero y honesto y por transmitir la lucha y el sufrimiento de las personas". De hecho, ante la pregunta de si, después de haber visto la mayor parte de los conflictos armados de los últimos 30 años, genocidios y el hambre, sigue creyendo en la capacidad del ser humano, Natchwey responde: "¡Por supuesto que lo hago!".
"Todo lo que tenemos es unos a otros, no podemos renunciar unos a otros, es nuestro mundo. Si hubiera renunciado a las personas a las que fotografío, y hubiera perdido la esperanza ¿Por qué iba a retratarlas?". SENSIBILIZAR EN LA ERA DE LAS REDES SOCIALES Por otra parte, en relación a la generalización del consumo de imágenes y de fotografías debido a las redes sociales e Internet, confiesa que "no sabe" cómo mantener la validez de este formato para "atraer interés hacia una causa". "Es un reto, eso es todo. ¿Cómo creas imágenes que hagan levantarse a la gente, que tengan impacto? Se puede hacer y es el reto de cualquier fotógrafo --ha subrayado-- Creo que se trata de dar lo mejor de uno mismo y esforzarse todo lo que uno pueda, ponerlo ahí fuera. Creo que los buenos trabajos siempre destacan por encima de todo". Además en relación al peligro de caer en el "morbo" a la hora de fotografiar, ha expresado que él trata de tener siempre "sentido del propósito" con el que toma las imágenes. "Hay un valor en el Periodismo. La sociedad no puede funcionar bien sin las historias que contamos y eso es lo que me guía. Todos los obstáculos físicos y emocionales a los que he tenido que enfrentarme y superar, eso es lo que me ayuda a superarlos", ha concluido.