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Sumario Editorial
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El Taijiquan como sistema de autodefensa
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Los diez principios esenciales del Taijiquan (II)
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Sun: la suavidad en las artes marciales
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Cuentos clĂĄsicos orientales. Obediencia
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Yin y yang en la cocina
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El estilo Sun de Taijiquan
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Nuestra portada. El aĂąo del perro
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Kyuzo Mifune
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Meditaciones para encontrarse con uno mismo
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EDITORIAL En este número de nuestro boletín, hemos dedicado una atención especial a algunos de los maestros conocidos como Los clásicos del Taijiquan, que, como tales, son las verdaderas fuentes de las que seguiremos bebiendo una y otra vez en la práctica de este noble y maravilloso arte. Una de las cosas que enseñaron estas grandes figuras tiene que ver con el control del intelecto, con la pretensión –ilusa, por lo demás– de descubrir la verdad que late en el fondo de todas las cosas, acumulando más y más conocimiento. No. El conocimiento genera dudas, y las dudas provocan que tengamos hambre de más conocimiento: no podemos saciarnos comiendo de este modo. La sabiduría ancestral nos enseña que podemos alimentarnos de cosas más sutiles; que podemos alimentarnos de que lo que tiene nombre nació de lo que no tiene nombre, de que todo ser fluye del no ser, de que el mundo que se puede descubrir emana de una fuente indescriptible. Encontrando esta verdad sutil dentro de nuestro propio ser llegamos a estar completamente satisfechos. La insensatez se ha convertido en una especie de epidemia que se ha extendido peligrosamente, llegando a afectar, incluso, a quienes considerábamos poco menos que perfectamente inmunizados. Consecuencia de esta insensatez son los movimientos impulsivos –no podemos bajar la guardia ante el acoso del dragón emocional– que no conducen absolutamente a ninguna parte. Los sabios saben que la victoria y la derrota se deciden por algo más sutil. Saben que existe algo perfecto, inalterable, inmutable, que está antes de que se haga ningún movimiento. Esta perfección sutil se deteriora cuando emprendemos acciones artificiales que nos alejan del verdadero y profundo sentido de lo que realmente buscamos, por lo que lo más aconsejable es que nos contentemos con no alterar la paz, que sepamos estar en silencio para poder descubrir la armonía en nuestro propio ser, y, una vez descubierta, aceptarla totalmente. Siendo conscientes de que la verdad vibra en cada cosa y en cada no cosa, desde la mismísima punta de nuestra nariz, evitemos las sombras sin dejar de buscar la luz… LA LUZ DE UN MUNDO NUEVO Y MEJOR. José Antonio Vera de la Poza Presidente de Tao Tien
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EL TAIJIQUAN COMO SISTEMA DE AUTODEFENSA El
sistema de lucha (autodefensa) es el tercer pilar de este noble y maravilloso arte, siendo el Qi Gong (trabajo de la energía interna) y la meditación los otros dos. En el desarrollo del programa de nuestra escuela Tao Tien, cuando empezamos con el trabajo del empuje de manos (Tui shou) y de las aplicaciones marciales de los patrones que aparecen en las Formas (Tao lü), lo primero que recordamos –para volver a insistir en ello– a nuestros alumnos y discípulos es la importancia de mantener la conciencia del centro: la conciencia que se mueve en un espacio libre de las interferencias físicas, energéticas, emocionales y mentales. Esto que decimos tendría su auténtica prueba de fuego en una situación real de defensa personal –defendiendo nuestra integridad o la de quien fuese necesario– en la que tuviésemos que responder a una agresión. En relación con lo anterior, los antiguos textos exponen dos conceptos muy significativos: Hsin (mente, corazón) y I (conciencia), siendo ambas las cualidades que nos permiten estar en el aquí y ahora, controlando las reacciones que pudieran provocarse sin dejar de estar en nuestro centro. En el transcurso del tiempo, el practicante serio de artes marciales aprende que, en todos los niveles y tipos de combate, de lo que se trata es de percibir en qué estado se encuentran nuestra mente y nuestro corazón. Esto es válido tanto para los estilos internos como para los externos, y por dos motivos fundamentales: en primer lugar, que es evidente que en términos de rendimiento, si nos hallamos en un estado de TAO TIEN 3
agitación, ni nuestras técnicas ni nuestra fuerza nos van a servir de mucho. Si nuestras acciones surgen de la tensión y de la falta de armonía, carecerán de eficacia y resultarán inútiles. La tensión bloquea y agota nuestra energía. Quien enfrentándose a otro experimente rabia o miedo, lo más probable es que su rendimiento sea nulo. Todo esto se manifiesta claramente en una situación de combate. En segundo lugar, cuando nos movemos desde la «esfera mental», tenemos más posibilidades de actuar adecuadamente en cualquier situación. Pensamos con más claridad, sin que interfiera el «dragón emocional». No hay reacción, hay respuesta consciente. Y no es solo que dispongamos de más tiempo y espacio para dar lo mejor de nosotros mismos, sino que, incluso, podremos aprovechar la falta de armonía y la confusión de nuestro oponente.
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Para ilustrar esto, vamos a traer a colación un buen ejemplo que ya utilizamos en cierta ocasión: el famoso combate por el título mundial de los pesos pesados entre Muhammad Ali y George Foreman, que tuvo lugar en Kinshasa (Zaire) en 1974. A pesar de que el boxeo es una disciplina occidental enormemente competitiva, aquel combate fue un ejemplo memorable de alguien que, poniendo en juego sus cualidades innatas, logra vencer a un adversario que, desde el punto de vista de la fuerza bruta, podría haberle destrozado con facilidad. Según parece, lo que resultó ser el factor decisivo en aquel enfrentamiento fue la intención tranquila y la conciencia bien focalizada de las que hizo gala Ali. Su I (término muy utilizado en los estilos internos y que significa conciencia e intención) era claro. Cuando le llegaban los ataques de Foreman, no perdía ni su centro ni su TAO TIEN 4
intención, y así fue capaz de absorber –dio una auténtica lección de lo que esencialmente es lü, la segunda mano primaria– y, finalmente, agotar la fuerza de su adversario. Hemos de partir de tres supuestos básicos. En primer lugar, el cuerpo, más que duro y compacto, es flexible y elástico. En la práctica marcial tratamos con todas las capas de tensión que hemos ido acumulando a lo largo del tiempo, y lo hacemos mediante estiramientos, ejercicios respiratorios, el trabajo repetitivo de los patrones o el empuje de manos, y así hasta que desaparece la tensión, con lo que la energía interna (Qi) puede fluir libremente. En segundo lugar, la postura corporal tiene que ser estable y enraizada, lo cual no suele resultar nada fácil al principio, pues se trata de conseguir que la energía descienda desde la cabeza hasta las piernas y los pies: a partir de aquí, mediante la práctica de las Formas y los ejercicios de Qi Gong, en sus distintas modalidades, se logra el enraizamiento. En tercer lugar, respecto al ritmo y sentido del tiempo y del espacio que se hacen patentes en la práctica del empuje de manos (Tui Shou), y que nos permite recibir la energía del oponente utilizándola para rechazar su ataque, tenemos que mostrar una gran claridad mental y una intención inquebrantable. Esto nos conduciría, una vez más, a la importancia del trabajo de desarrollar nuestra conciencia meditativa y nuestro sentido de la presencia. A través de una práctica perseverante y constante, vamos perfeccionando los movimientos y las técnicas, desprendiéndonos de todo lo accesorio e innecesario, logrando que la acción sea cada vez más centrada y eficaz, realizada con el mínimo esfuerzo y la máxima eficacia, y en la que armonizamos la respiración, el movimiento y la intención. En el combate, esto nos permite mantener nuestra energía concentrada y poder dirigirla, en el momento justo y adecuado, al objetivo deseado. Así, de esta manera, es como llegamos a despertar y poner en juego la fuerza interior (Jing). El Taijiquan, como meditación en movimiento, nos permite desvelar y potenciar esa cualidad intuitiva de la conciencia, que es a un tiempo serena y relajada: el Wu Shin (en japonés, Mu Shin), que es la cualidad de la mente a la que aluden todas las artes marciales tradicionales de Oriente. Wu quiere decir literalmente «vacío» y Shin, «corazón»; se trata de un estado mental de claridad y orden en el que nuestras acciones se llevan a cabo de tal manera que los movimientos, surgiendo de un punto de quietud, se ejecutan con espontaneidad y precisión. Es la misma cualidad que el alfarero, el calígrafo o el músico persiguen en su arte: la meditación en acción. En la aplicación del Taijiquan como sistema de autodefensa, eso significa estar totalmente presentes, en un estado de conciencia continuo. José Antonio Vera de la Poza
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En
nuestro número anterior inicié el comentario de los diez principios esenciales del Taijiquan (dictados por Yang Cheng-Fu), piedra angular sobre la que se sustentan los distintos estilos, haciendo una breve introducción de su origen y poniendo énfasis en la importancia de trasladarlos a nuestra práctica. A continuación, paso a comentar los seis restantes. 5.- Bajar los hombros y dejar caer los codos. También se expresa como codos caen, hombros se hunden. Este principio significa que los codos han de estar relajados, apuntando hacia abajo, sin estar excesivamente pegados al cuerpo ni muy separados. Debemos mantener todas las articulaciones de los brazos relajadas, dejándolos caer naturalmente para que la energía se mantenga concentrada, y añadiendo solo el punto de tensión adecuado para la realización del movimiento. Esto hará que los hombros se hundan. Si levantamos excesivamente los codos, los hombros no pueden hundirse y el chi se eleva haciéndonos menos estables. Un buen indicador de este principio es tener la sensación de brazos pesados. La conciencia de este pequeño gesto puede sernos de utilidad en nuestro día a día. Hay muchas tareas y situaciones en las que tendemos a elevar los codos más de lo necesario, con el consiguiente gasto energético. Así, por ejemplo, al conducir, y debido a la propia tensión del tráfico, podemos tender a elevar los codos cuando tenemos las manos en el volante, intensificándose de este modo nuestra tensión. También puede ocurrir algo parecido en tareas cotidianas en la cocina como pelar una patata o fregar. TAO TIEN 6
6.- Usar la voluntad en lugar de la fuerza. Puede aparecer también como usar la energía y no la fuerza. Con esta frase se expresa la importancia de mantener relajado nuestro cuerpo durante la práctica. Si somos capaces de descubrir y eliminar la más mínima sensación de tensión, se desbloquearán los nervios, los tendones, los músculos y los huesos, permitiendo que la energía circule por los canales y consiguiendo mayor libertad de movimientos, siendo estos suaves, ligeros, circulares y continuos. De lo contrario, si tensamos el cuerpo con la fuerza, los meridianos estarán obstruidos, el chi no fluirá armoniosamente y nuestros movimientos serán torpes.
Ahora bien, podemos preguntarnos cómo es posible desarrollar fuerza o potencia si no aplicamos fuerza muscular. El maestro Cheng Man-ching (1) nos habla de la capacidad de desplegar energía: «La energía (chin) y la fuerza muscular (li) no son la misma cosa. La energía brota de los tendones, mientras que la fuerza surge de los huesos. Por tanto, la energía es una cualidad de lo blando, lo vivo y lo flexible. En cambio, la fuerza es una cualidad de lo duro, lo rígido y lo muerto. Desplegar energía es como disparar una flecha… El poder del arco y del cordel están en función de su suavidad, su vitalidad y su flexibilidad». Estar relajados nos proporciona flexibilidad asentada para afrontar los acontecimientos y nos permite adaptarnos mejor a su devenir. En todos los órdenes de la vida, la rigidez nos acarrea malestar y nos dificulta la conexión con lo que nos rodea. La flexibilidad permite la unión, la rigidez la destruye. 7.- Coordinación entre lo alto y lo bajo o enlazar lo alto y lo bajo. En los tratados de Taijiquan se dice que «la energía toma la raíz en los pies, se desarrolla en las piernas, es dirigida por la cintura y se manifiesta en los dedos». Este principio significa que los patrones de las formas debemos realizarlos como un solo movimiento, que responde a un solo impulso. El movimiento de la mano, el de la cintura, el de la pierna y la vista forman un movimiento unificado. Si una sola parte del cuerpo no está armonizada con el resto, existirá desorden y desunión. TAO TIEN 7
Este principio también debe ser tenido en cuenta para desplegar energía. Chen Man-ching nos dice, con palabras de Yang Ch´ien-hou: «La unión de los pies, las piernas y la cintura concentra nuestro poder permitiéndonos penetrar profundo»; de este modo, conseguimos «la maravillosa efectividad de desplegar energía». Esta última reflexión hace referencia a la idea de «la línea de poder», que tanto aparece en nuestras clases. En nuestra vida diaria es importante no disgregarnos, de forma que todas nuestras acciones estén regidas por nuestra unidad. Cuando nos dejamos llevar y actuamos, por ejemplo, de forma distinta a como verdaderamente sentimos o pensamos, se produce en nosotros un desorden que nos proporciona incomodidad y desequilibrio, perdiendo energía y poder.
8.- Unidad interna y externa. Los clásicos expresan este principio de diferentes formas: «La energía espiritual es el amo y el cuerpo el criado» o «el aliento del Uno». Cuando practicamos las formas, no solo trabajamos con el cuerpo, sino, sobre todo, con la mente. Al practicar, nuestra mente debe estar en la ejecución de las formas. Parece evidente, pero a veces podemos vernos sorprendidos porque nuestra mente se distrae con los pensamientos que pueden llegarnos. Por esto, es importante mantener el «hilo mental» a lo largo de toda la ejecución de la forma que estemos realizando. Cuando se habla de lleno y vacío, de apertura y cierre, no TAO TIEN 8
se trata únicamente de los pies y de las manos, sino también del pensamiento y del espíritu. Si la mente está entrenada, los movimientos serán espontáneos, ligeros y ágiles. En nuestro día a día, ¿cuántas veces nuestra mente está separada de lo que hacemos? En el mundo de hoy, con la llegada de los móviles y las redes sociales, si no permanecemos alerta y nos dejamos llevar, estamos rompiendo nuestra unidad interna y externa. Cheng Man-ching nos dice: «Hay que mantener tanto la mente como el chi en tan-tien (recobrar la mente verdadera)… Al pasear o ir en coche, estar con amigos o familia, podemos aprovechar este tiempo para mantener la mente y el chi en tan-tien. 9.- Continuidad sin interrupción. Este principio significa que debemos encadenar los movimientos sin interrupción. Los tratados de Taijiquan dicen que «el boxeo lento es parecido a las olas del mar», y que debemos «hacer que se mueva la energía como un hilo de seda que sacamos de su capullo». En la realización de las formas, desde el principio al final, no debe haber interrupciones, y los movimientos debemos enlazarlos unos con otros de forma natural. De este modo, todo es completo, continuo, circular e interminable. Si en las acciones de cada día somos capaces de mantener el hilo de la continuidad y, sobre todo, sabemos discurrir por los acontecimientos sin apartarnos de lo esencial salvaguardándonos de las mil distracciones, podemos economizar energía y llegar a ser mucho más eficaces. 10.- Buscar la quietud en el movimiento. En el Taijiquan, la quietud y la calma dirigen los movimientos. Aunque al practicar nos movemos, debemos permanecer sosegados, siendo preferible ejecutar el encadenamiento de los movimientos lo más lento posible. Gracias a la lentitud, nuestra respiración se torna larga y profunda, el aliento se concentra en tan-tien y el pulso no se acelera. No obstante, debemos permanecer atentos, pues a veces, sobre todo cuando tenemos que enfrentarnos a un patrón que nos resulta más dificultoso, puede aparecer la ansiedad y tendemos a acelerar. En este punto, basta recordar las palabras de nuestro maestro Jorge TAO TIEN 9
Ruiz: «No hay mejor defensa que la serenidad». No hay mejor forma de afrontar el devenir y el pasaje de los días que manteniendo el sosiego. Aunque estos principios se unifican en la práctica, a la hora de comprenderlos y estudiarlos, puede sernos de ayuda el estructurarlos en las siguientes tres categorías: 1. Principios que tienen que ver con la estructura corporal y que ponen su atención en el tronco, los brazos y las manos: Subir el shen a lo alto. Bajar el pecho y subir la espalda. Aflojar la cintura. Bajar los hombros y dejar caer los codos. 2. Principios relacionados con la coordinación de movimientos y enfocados al trabajo con la cintura, las piernas y los pies: Diferenciar entre lo «aparente» y lo «sólido». Coordinación entre lo alto y lo bajo. Continuidad sin interrupción. 3. Principios concernientes a la armonización de la mente y a los aspectos más interiores del Taijiquan: usar la voluntad en lugar de la fuerza. Unidad interna y externa. Buscar la quietud en el movimiento.
Para finalizar, vuelvo a hacer hincapié en la importancia de ir incorporando estos principios a nuestra práctica. Para mejorar en esta, no es suficiente con sabernos los patrones de las formas y su encadenamiento, lo que sería su aspecto externo; además, debemos llenarlas con estos principios internos. Juan Guillén (1)Los trece capítulos del Tai-Chi Chüan del Maestro Cheng. Cheng Man-ching. Ediciones Tao.
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Para aquellos que no están familiarizados con el Nei Kung, el estilo marcial del arte del poder interno, diremos que este se basa en el desarrollo de forma natural del ser interior del hombre. Para ello, recurre a la plasmación de los 64 hexagramas del I Ching en la ejecución del arte. Esta ejecución trata de representar, en último caso, la propia Naturaleza. Por lo tanto, podemos decir que los movimientos que realizamos no son otra cosa que representaciones de la Naturaleza en un aspecto simbólico. Entender esto nos lleva a la comprensión íntima de la Naturaleza y, por tanto, del hombre y de uno mismo, pues no somos nada más que parte de la Naturaleza. Hoy nos centraremos en uno solo de estos hexagramas: SUN, la Suavidad, si bien es casi imposible no recurrir a otros hexagramas, como ya veremos más adelante, pues como la misma Naturaleza es un todo, también el I Ching es una unidad en sí mismo. La suavidad se representa en el Nei Kung mediante las técnicas bambú. Son técnicas de defensa personal realizadas con ausencia total de fuerza y violencia. Es un concepto parecido al del Aikido, donde prima lo esférico, suave y adherente. Llegados a este punto, quisiera decir que todo lo que aquí decimos, como el practicante podrá comprobar, es aplicable a cualquier arte marcial filosófico o interno, pues todos ellos beben de las mismas fuentes. ¿O acaso el Taijiquan no es pura suavidad, o el Aikido? Entender estos conceptos nos lleva a una percepción clara de lo que hacemos y por qué lo hacemos, algo fundamental para avanzar en TAO TIEN 11
el sendero de la práctica que nos lleve a lo verdaderamente esencial: LA EVOLUCIÓN. Sun, por lo tanto, al ser suavidad, requiere una serie de requisitos para poderse ejecutar de forma eficiente. En primer lugar, tendremos que recurrir a otro hexagrama, que si bien se escribe igual, no es lo mismo. SUN, Disminución, es el vaciamiento absoluto. A menor densidad interior de nosotros mismos, mayor vaciamiento. Eliminarlo todo de la mente hace que el cuerpo se relaje, se vacíe del todo. Un cuerpo vacío, solo puede hacer una cosa a continuación: llenarse. Pero ¿llenarse, de qué? La respuesta es: del ataque de nuestro oponente. Aquí entra en juego un tercer hexagrama fundamental: KUN, lo receptivo, la tierra, la madre. Este concepto es harto interesante y, por ello, nos detendremos un poco en él, pues quien entienda este concepto tendrá mucho recorrido. No hay nada más receptivo, más acogedor, más comprensivo, más amoroso que la Madre Tierra. Una madre (y la Tierra es la mayor de ellas) lo acepta todo. Esta idea de aceptación es la que debe tener el luchador en el combate. Todo es natural y, por ello, debe ser aceptado. Si el oponente es violento, aceptemos la violencia; si es suave, aceptemos la suavidad; si es duro, blando, grita, es rápido, lento, etc., aceptémoslo tal cual. Las cualidades, sean buenas o malas, del oponente no dependen de nosotros y, por lo tanto, no podemos intervenir en ello. Por lo tanto, preocuparse por ello es absurdo, pues solo nos llevará a ocupar nuestra mente en cosas que nos distraerán, tratando de adivinar tal o cual cosa que el oponente hará en función de su estatura, su gesto, etc. Esto, finalmente, nos llevará a la derrota, pues no ejecutaremos las técnicas con eficacia. Por todo esto, la aceptación, lo receptivo, es fundamental. Esta aceptación nos permitirá percibir todo lo anterior de golpe y sin pensar en ello, pero a la vez, entendiéndolo todo. Para ello, debemos descondicionar el cuerpo, vaciar la mente y calmar nuestro corazón. La respiración baja y profunda. Todo en nosotros ha de estar sereno, como el lago en la montaña en un día cálido de verano, de forma que el cielo pueda reflejarse en nosotros, y también su luz clara y vivificadora. Esta luz se manifestará en el momento justo y con la técnica precisa, de forma eficaz como el rayo que cae de manera repentina y libre. Porque no hay obstáculos ni en la mente ni en el cuerpo. Porque quien acepta, es libre. Entonces seremos como el bambú, que acepta la carga y la embestida, pero siempre se levanta, y golpea entonces con una fuerza inusitada, pero sin rigidez. TAO TIEN 12
Decía antes que debemos aceptar. Aceptar lo que el oponente nos ofrece es llenarnos de su energía. Este es el principio que impera en el Aikido. Armonizamos la energía, la suya, yang, y la nuestra, yin. Esto permite que la suya se haga nuestra y, por eso, la podemos canalizar «robándosela» a él. Pero no para quedárnosla, sino para manejarla y canalizarla del mejor modo posible. Esto es aceptación y llenado. Esto es eficacia. Esto es armonía. Nos unimos con nuestro oponente y somos uno, pero al ser nosotros libres del todo, llevamos la iniciativa y tenemos el control. No del pensamiento en estas cosas, sino de su profunda comprensión. A veces y preferiblemente de un modo intuitivo, surgirán las técnicas simples y eficaces, sin desperdicio de energía, y siempre en el momento justo. Otro hexagrama del que podemos hablar, para terminar, y que nos permite armonizarnos por completo con nosotros mismos y con nuestro oponente, en el momento de la ejecución de estas técnicas, es FU, el retorno, las respiraciones. Es fundamental respirar bien. Si nos quedamos bloqueados y la respiración no fluye, la energía se quedará del mismo modo bloqueada y, por lo tanto, hará aparición la rigidez. Una forma eficaz de aprender a manejar este concepto durante la aplicación de las técnicas es armonizarlo con Kun. Cuando el oponente ataca, al estar vacíos, podemos aceptar todo, y parte de lo que aceptaremos será el aire. Aspiramos al recibir el ataque sin flickr.com/lucidpanther retener el aire. El aire irá saliendo conforme ejecutamos la técnica, de forma suave y prolongada, sin brusquedad ni resoplar, sin cambiar el ritmo de la respiración. Uno de los principios del Taijiquan nos dice que la energía cabalga sobre el aire. Poco más hay que decir. Una buena respiración nos ayuda a canalizar de la mejor manera la energía y, por lo tanto, nos permite ser eficaces. Poco nos queda por decir, pues el espacio es limitado, si bien el tema da para mucho más, pero creo que alguien, quien fue maestro marcial y filósofo también, resumió todo esto en una frase muy famosa. Quien pase por encima de la anécdota de cómo se usa la frase y la comprenda en su más profundo significado, habrá entendido muchas cosas que le servirán en su práctica y en su evolución. Es muy corta, pero reflexionad sobre ella: «Be water, my friend» (Bruce Lee). Jesús Curquejo
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las charlas del maestro Bankei, que fueron muy populares durante el régimen de Tokugawa en Japón, asistían no solo estudiantes de zen, sino personas de toda condición y creencia. Bankei no recurría jamás a citas de los sutras ni se enzarzaba en discusiones escolásticas. Sus palabras le salían directamente del corazón e iban dirigidas a los corazones de sus oyentes. Sus largas audiencias acabaron irritando a un sacerdote de la escuela Nichiren, de carácter militar, cuyos adeptos le habían abandonado para ir a escuchar sobre zen. Cierto día, este egocéntrico sacerdote se encaminó hacia el templo donde disertaba Bankei con el propósito de entablar con él un duro debate. –¡Eh, tú, maestro zen! –gritó–, ¡atiende a esto! Quienquiera que te respete, te obedecerá en cuanto digas, pero con un hombre como yo, que no te profeso respeto alguno, ¿cómo puedes hacer para que te obedezca? –Acércate a mi lado y te lo mostraré –dijo Bankei. Orgullosamente, el sacerdote avanzó entre la multitud hasta llegar al lugar donde estaba el maestro. Este sonreía. –Colócate a mi izquierda. El sacerdote obedeció. –No, espera –se retractó Bankei–. Hablaremos mejor si estás a mi derecha. Ponte aquí. El sacerdote se dirigió altivamente hacia la derecha. –¿Lo ves? –observó Bankei–. Estás obedeciéndome y, la verdad, pienso que eres una persona muy dócil. Ahora siéntate y escucha. Recopilado por Fidel Iglesias Quintero
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Hay
una fuerza universal que mueve mareas y galaxias, que mueve la Tierra y que hace posible que exista todo lo que vemos e intuimos cuando miramos al cielo e imaginamos todo lo que allí hay. Hay una fuerza, es indiscutible, y hemos de partir de cosas que sean indiscutibles para poder construir. Pues bien… ¿qué hace esa fuerza? Hace que las cosas se muevan, y ella también se mueve, más deprisa o más lento, y estos son términos que se definen por oposición. Pero lo evidente e indiscutible es que todo está en constante y permanente movimiento. También es indiscutible que el ser humano, para poder seguir moviéndose interna y externamente en todo el amplio sentido del concepto, ha de respirar y alimentarse. El representante del alimento es el agua, sin la cual no se puede originar la vida. Desde el punto de vista de la supervivencia, el oxígeno es mucho más importante que el agua, y esta, mucho más importante que el alimento sólido. Sabemos que sin oxígeno no se sobrevive más allá de unos minutos. Sin agua no se sobrevive más allá de unos días, pocos (dos, quizás tres), pero sin alimento sólido sí que se puede sobrevivir mucho más. Paradójicamente es sobre aquel elemento más importante sobre el que menos control individual tenemos, y es sobre el factor menos importante sobre el que más influencia positiva podemos ejercer. Es decir, no podemos elegir el aire que respiramos, pero sí podemos elegir la forma en la que nos alimentamos. También es cierto que podemos elegir no alimentarnos, pero es imposible elegir no respirar, aunque hay un instinto que nos lleva a comer y beber. Pero… ¿qué comer y qué beber…? TAO TIEN 15
Desde la óptica de la medicina tradicional china, se recomienda que se coma y se beba lo que se mueva, ya que eso tiene Chi, energía fundamental. Nadie toma agua estancada si puede tomarla de una fuente en movimiento. En ese sentido, en cuanto a la alimentación, que algo tenga movimiento es que algo esté crudo.
Obviamente, no todo se puede comer crudo. Esta es la razón por la que se recurre a la alquimia del fuego para transformar el alimento. Esa transformación nos introduce directamente en el cambio de yin a yang, las polaridades complementarias que hacen que el Chi fluya. De la misma manera que hay personas más yin o más yang (se habla conceptualmente de que la mujer es yin y el hombre, yang, aunque a lo largo de la vida y como todo es movimiento, esto se puede ir modificando), también nos encontramos con alimentos de categoría yin y de categoría yang. La pérdida de equilibrio entre yin y yang puede suponer la pérdida de la salud, la aparición de la enfermedad. Desde esta perspectiva, y teniendo en cuenta que es otra verdad indiscutible que no hay cosa más importante que la salud, tomar conciencia de que el estado de esta es responsabilidad de cada cual y no de la Seguridad Social nos puede incentivar a querer ser más conscientes de nuestros flujos energéticos internos, y conocer, investigar desarrollar y aplicar métodos más o menos simples que hagan que nuestra salud y, por tanto, nuestra vida sea más dichosa. Es por eso por lo que ser consciente de lo que se come y sus consecuencias acaban por ser una responsabilidad individual e ineludible. También es otra verdad indiscutible que se puede ser más feliz, más dichoso, dependiendo de los hábitos alimenticios. Hay muchas líneas de investigación de perspectiva mecanicista que así lo afirman. En la actualidad, y desde la TAO TIEN 16
perspectiva de la medicina oficial mecanicista, no se tiene duda de que la obesidad es un gran problema para la persona que la padece, pero también un gran problema para las sociedades de las que forman parte. En este punto, habría que hacer especial hincapié en el problema capital que supone la obesidad infantil, ya que, entre otras cosas, genera hábitos que se transmiten de generación en generación y, por tanto, actúan como una plaga. Pero ¿qué son buenos hábitos alimenticios? En esencia, todas las culturas tienen en sus orígenes buenos hábitos alimenticios. En nuestro caso, tenemos la renombrada dieta mediterránea, y fueron los antiguos egipcios los primeros en aplicarla. Hay una cuestión más elevada y que en las filosofías orientales se tiene en cuenta, no tanto en la occidental, y es el carácter bioenergético de los alimentos, saber si son yin o yang y consumirlos en función de si la persona es o se siente más yin o yang, siempre buscando el equilibrio que haga que el fluir del chi (la energía universal) sea más fácil y eficaz. Según la sabiduría tradicional oriental, el yin representa la energía lenta y los materiales más fríos, húmedos y suaves, mientras que el yang representa la energía más rápida y los materiales más cálidos, secos, pequeños y duros. No es necesario dejarse impresionar excesivamente por estos términos. De hecho, todos hemos estado usando de manera inconsciente los principios yin y yang a lo largo de nuestra vida. Sabemos que cuando hemos estado trabajando mucho, necesitamos descansar; sabemos que cuando la comida es muy sabrosa, hemos de tomar más líquido; sabemos que cuando nos quedamos fríos, necesitamos calor, y también sabemos que cuando estamos bajo presión, necesitamos nuestro espacio personal. Estos son algunos ejemplos básicos de como aplicamos el yin y el yang. En cuanto a los alimentos, podemos ir descubriendo su categoría yin o yang por sus características y los efectos que tienen, de tal manera que hemos de ir consumiendo alimentos en función de cómo nos encontremos y cuál sea nuestra necesidad. Un estado más yin puede ser estar más cansado, retirado, lento, mientras que un estado más yang podría ser un estado más agresivo, impaciente, obstinado. Los alimentos más fríos y relajantes suelen ser más yin, mientras que los más cálidos y secos pueden ser considerados más yang. TAO TIEN 17
Para determinar en qué estado se encuentra un individuo, es indispensable observar las emociones que predominan y así determinar si ese estado es más yin o más yang. A modo de ejemplo, diríamos que estar nervioso, preocupado, falto de concentración, de memoria o indeciso es estar en un estado yin, por lo que consumir alimentos yang (huevos, miso, sal, pescado…) ayudaría a recuperar el equilibrio. Por el contrario, serían emociones yang ser inflexible, exigente, impaciente, agresivo, irritable, impulsivo…, y se podrían equilibrar consumiendo alimentos de marcado carácter yin (frutas tropicales, helado, leche...). Desde el punto de vista culinario, no podemos pasar por alto el hecho de que la acción de cocinar también puede ser más yin o más yang en función de cómo elaboremos los alimentos. En todo el mundo, la cocina se basa fundamentalmente en cuatro factores, que son: fuego (el uso y calidad de la llama), tiempo (el tiempo de cocción de los alimentos), presión (si usamos o no usamos una tapadera, un horno e incluso una olla a presión) y sal (cuánta sal usamos, si es que la usamos en el proceso de cocción). La combinación de estos cuatro factores es lo que acaba transmutando los ingredientes crudos en una comida. En esencia, cuanto más se use cualesquiera de estos factores, mas yang será el alimento, y cuanto menos emplees (fuego, tiempo, presión y sal), más yin será el resultado. Cuando mejor puede verse el funcionamiento de los principios yin y yang es cuando empiezan a combinarse los cuatro factores. Por ejemplo, un plato extremadamente yang sería el cocinado con una llama alta, durante mucho tiempo, bajo una presión extrema y con mucha sal. En el otro extremo, un plato crudo que no necesitara llama, preparado rápidamente y sin presión ni sal sería el extremadamente yin. Entre estos dos extremos caben una gran variedad de estilos de cocinado que, en su conjunto, constituyen el arte de la cocina macrobiótica. Desde el punto de vista macrobiótico, se debe reflexionar sobre nuestra evolución humana e intentar ajustar lo que comemos a nuestro desarrollo evolutivo. Esto significa basar nuestra dieta diaria en el empleo de cereales integrales cocinados. Curiosamente, en todas las partes del mundo las dietas originarias han sido muy parecidas en esencia, TAO TIEN 18
aunque con diferencias en los elementos. De esta forma, podemos encontrar el amaranto y la quinoa en América, el trigo sarraceno en Europa y el teff en África. La importancia capital de cada uno de los ingredientes es similar en cada cultura. Algo parecido ocurre con las legumbres, cocinándose las leguminosas de forma similar en todo el mundo (sopas y cocidos). Los ejemplos a nuestro alcance son muchos, desde el cocido maragato en España, donde son los garbanzos junto con la verdura los protagonistas, a la harira marroquí, donde se combinan las legumbres con los cereales, pasando por el pepesup centroafricano, en el que además de la combinación de ingredientes aparece el sabor picante como elemento fundamental. Si se examinan las dietas tradicionales del mundo entero, descubriremos que estos son los elementos centrales. También son elementos importantes de la dieta de todas las regiones del mundo las verduras estacionales locales, junto con la fruta fresca. Dependiendo del clima, algunas culturas incluyen además alimentos de origen animal, tanto piezas de caza como animales domésticos, y los productos de ellos derivados (queso, yogur) o pescado. El principal cambio que se ha producido recientemente en nuestros hábitos dietéticos ha sido el alejamiento de los cereales integrales, reemplazándolos por tubérculos (patatas) y una creciente cantidad de hidratos de carbono refinados, principalmente azúcar y harina refinada (blanca). Estos cambios, que no son producidos por una evolución natural sino más bien por razones económicas, alteran el natural desarrollo de las personas apareciendo enfermedades. No en vano, en Europa no hubo diabéticos hasta el siglo XVII con la llegada del azúcar, o más recientemente, la alarmante aparición de intolerancias y alergias alimenticias fundamentalmente en niños y niñas, probablemente producidas entre otros factores por el consumo abusivo de comida precocinada y altamente elaborada industrialmente. Desde una perspectiva más holística, lo importante no es únicamente el origen bioquímico del alimento, sino la calidad de la energía que la comida nos proporciona. La comida casera, fresca y preparada con amor, es mucho más satisfactoria sensorial, emocional y espiritualmente que las comidas congeladas producidas en masa en una fábrica y pasadas por el horno microondas de tu casa o de un restaurante. Sergio Casado
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El estilo Sun de Taijiquan fue creado por el maestro Sun Lu Tang, que vivió entre los años 1860 y 1933. Nacido en una familia pobre en el condado de Wanxian, provincia de Hebei, Sun quedó huérfano desde muy pequeño debido a la prematura muerte de su padre. De complexión débil y enfermiza, tuvo una infancia desgraciada debido a la falta de recursos económicos familiares, y comenzó a trabajar desde niño como sirviente en casa de un amo cruel con un hijo aún más cruel. Trabajó duro y aguantó silenciosamente los malos tratos hasta que un día, mientras pastoreaba ovejas fuera de la casa, vio a un grupo de hombres que practican artes marciales y decidió seguir su ejemplo. Así, ingresó muy joven como aprendiz en la escuela de artes marciales de la ciudad de Baoding, y comenzó aprendiendo Kung Fu con el maestro Li Kui Yan, el cual, viendo sus facultades técnicas y su desarrollo de habilidades a un nivel más rápido de lo habitual, después de tres años llegó a la conclusión de que, como alumno, lo había superado, por lo cual lo recomendó al famoso maestro Guo Yunshen para seguir formándose y progresando en Pekín. Durante su estancia en Pekín, tuvo la oportunidad de aprender distintos estilos, sobresaliendo en el arte de Bagua Zhang o Palma de los Ocho Trigramas, y en el Xign Xi, proveniente del Kung Fu de Shaolín. Además del entrenamiento marcial, Sun Lu Tang se propuso alcanzar objetivos académicos, ya que sostenía
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la idea de que con mucho trabajo físico SUN LU TANG pero poco cultivo intelectual, nunca llegaría a ser un hombre completo. Leyó, estudió y meditó extensamente la filosofía del I Ching, del taoísmo, y del confucionismo, apuntando cada refrán sabio y reflexionando sobre ello una y otra vez; también fue un erudito en el arte de la caligrafía, la cual supuso una fuente de disfrute e inspiración: «Blando un pincel como una espada y blando una espada como un pincel», solía decir. En los siguientes años, continuó practicando intensamente y profundizando en los principios del Bagua Zhang y del Xign Xi en relación con el desarrollo y circulación de la energía interna. Se cuenta que, después de largos y agotadores ejercicios hasta altas horas de la noche, Sun quemaba una varita de incienso y ataba el otro extremo a su mano antes de acostarse. Cuando el calor tocaba su piel, saltaba de la cama y se preparaba de nuevo para iniciar la sesión de estudio y entrenamiento matinal. En 1914 fue invitado por Yang Shao-hou, Yang Chengfu y Wu Chien-Ch'uan para unirse a ellos en la Facultad del Instituto de Investigación de Educación Física de Pekín, donde ejerció como instructor hasta 1928. Durante su periodo de enseñanza, y ya como renombrado maestro, Sun Lu Tang tuvo muchos alumnos que llegaban de todas partes de China; incluso algunos monarcas contactaban con él para que enseñara a sus hijos. Cumplidos ya los cincuenta años, un día se cruzó con un hombre enfermo que vagaba por una calle en Pekín. Lo llevó a su propio hogar y estuvo cuidándolo y atendiéndolo durante tres meses hasta que sanó. A cambio de su amabilidad y compasión, Hao Weizhen, que así se llamaba este hombre, se ofreció a enseñarle el estilo Wu de Taijiquan, que él había heredado directamente de su fundador, Wu Yu Xiang. A partir de ese momento, Sun Lu Tang concentró sus energías en practicar el estilo Wu, y a medida que profundizaba, comenzó a hacer sutiles modificaciones de acuerdo a su concepto y a su forma de entender los movimientos, lo que dio como resultado la creación de un nuevo estilo de Taijiquan que lleva su nombre, fruto de la combinación de agilidad y velocidad del Bagua Zang, la fortaleza del uso de las piernas de Xing Xi y la complementación de la suavidad propia del Taijiquan. Huelga decir que esto no hubiera sido posible sin la combinación de un conocimiento profundo en artes marciales, una gran creatividad y una amplia visión como investigador, coincidiendo además con el momento en que sus ideas filosóficas alcanzaron toda su madurez. TAO TIEN 21
Además de un mayor control de la respiración y el manejo de la energía interna, los movimientos del estilo Sun se caracterizan por otorgar una gran importancia a la cintura a la hora de esquivar, estirar y sujetar; al mismo tiempo, hay cargas y giros del cuerpo, así como determinados movimientos con una fuerza explosiva que se alejan de la forma de Taijiquan del estilo Wu que había aprendido de Hao Weizhen. Pero sin embargo, sigue siendo Taijiquan en esencia, con movimientos flexibles, circulares, agraciados y continuos, en los cuales la movilidad se combina con la quietud, y lo lleno y lo vacío se alternan armoniosamente, derivando hacia una combinación de nociones técnicas, cambios de ritmo y golpes más potentes propios de los estilos internos del Kung Fu, lo que demuestra su contundencia. Así pues, a diferencia de otros maestros de mentes más conservadoras y con prejuicios en contra de otras escuelas, Sun Lu Tang tuvo la inquietud de crear algo nuevo basándose en sus amplios conocimientos de las artes internas antes mencionadas, por lo que se trata de uno de los estilos de Taijiquan más jóvenes de los cuatro principales. A lo largo de su vida, el maestro Sun Lu Tang fue conocido por su gran ética y humildad, y sobre todo, por su generosidad. Ejemplo de ello es el siguiente hecho: cuando una gran sequía asoló su tierra natal en el año 1922, regresó a ella desde Pekín con todos sus ahorros y se los prestó a sus amigos y vecinos más necesitados. En la primavera del año siguiente, reunió a sus deudores y quemó todos los contratos de préstamo en su presencia, para así quedar saldadas las deudas. Otra anécdota cuenta lo siguiente: según los anales del condado de Wanxian, una mujer a la que su anterior marido había abandonado hacía tiempo iba a casarse de nuevo, y no tenía medios para atender a sus hijos. Entonces Sun le entregó una gran suma de dinero, y le dijo que era un adelanto de su futuro marido, el cual se encontraba de viaje. Al regresar el marido, la mujer supo que él nunca había pedido a nadie que le entregara ese dinero. En el aspecto marcial, el maestro Sun salió siempre victorioso de los muchos enfrentamientos que tuvo con adversarios de otras escuelas que acudían a su casa a retarlo; y también con aquellos que se burlaban de él y lo menospreciaban debido a su delgada figura. Comentaba a menudo a sus discípulos que un verdadero practicante del Wushu tiene «una lengua virtuosa y unas manos virtuosas», lo que significa no hablar mal de otros a sus espaldas y tampoco herir
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ni hacer daño a nadie, excepto cuando alguna persona lo fuerza a contraatacar en defensa propia. Ya al final de su vida, trabajó también como director de la Academia Central de Wushu en Nanjing y en la Academia de Jiangsu Wushu en Zhenjiang. Cierto día del verano de 1933, dijo a sus hijos que tenía mucha añoranza, porque «todas las hojas caen para unirse a las raíces», como dice el refrán. El día 30 de noviembre de ese mismo año, anunció que quería regresar a su lugar de nacimiento porque iba a morir al mes siguiente, pero no le creyeron. Exactamente treinta días después, los reunió de nuevo y estuvo hablando animadamente con ellos, rememorando y contando historias de familia; entonces cerró los ojos plácidamente, para nunca volverlos a abrir, en un sueño eterno. El maestro Sun nos ha dejado como legado un gran número de trabajos: estudios sobre el Taijiquan, los ejercicios de la Forma, los ejercicios de la Palma de Ocho-Diagrama, la espada de Ocho-Diagrama, y distintos tratados donde expone los principios de distintas artes marciales. En la actualidad, sigue siendo uno de los grandes referentes marciales del siglo XX, no solo por todo el material que dejó escrito, sino también por sus impresionantes habilidades técnicas y por su profundo cultivo espiritual y filosófico. Entre los discípulos excepcionales de Sun Lu Tang se encuentra su propia hija, Jian Yun (19142003), que comenzó a aprender a la edad de nueve años, compaginándolo con sus estudios de literatura y pintura china tradicional en Pekín, ya que, igual que su padre, sostenía la idea de que las artes marciales y las bellas artes están estrechamente relacionadas y se suplen mutuamente. Cuando la familia Sun vivió en Zhenjiang, Jian Yun fue contratada como instructora de la academia de Jiangsu Wushu, de la que su padre era el director. Asimismo, en 1959 ejerció como juez principal de distintas competiciones en los primeros Juegos Nacionales de Wushu. En el otoño de 1985, Eiji Goto, presidente de una sociedad especializada en el estilo Sun de Taijiquan, la invitó a Japón. Allí visitó muchas ciudades, dando conferencias y exhibiciones y contando anécdotas e historias sobre su padre, incidiendo en que este antepuso la moral, la honestidad y la ética sobre la técnica como maestro de artes marciales, y constituyó un ejemplo claro de que la edad no es una limitación a la hora de seguir aprendiendo y perfeccionándose. Al igual que su padre, Jian Yun fue una erudita en el estilo Sun y se la considera igualmente una de las grandes innovadoras del arte marcial Taijiquan. También nos ha dejado muchos escritos y libros sobre el estilo Sun, incluyendo una forma simplificada y otra forma de espada para principiantes. Acisclo Bujalance Priego
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El 16 de febrero de 2018 ha comenzado el Año del Perro, que comprende hasta el 4 de febrero de 2019. Constituye el inicio del año 4716 según el calendario chino. El comienzo del año nuevo chino es conocido popularmente como el Festival de Primavera. Es un período lleno de celebraciones, visitas a familiares, comidas especiales y fuegos artificiales. Es el festival más importante de China y se celebra sobre todo durante los tres primeros días. El perro, en la astrología china, es considerado, como en otras culturas, uno de los animales más queridos y preferidos por el ser humano. Representa la ternura y la fidelidad, como también la felicidad. Al igual que en el Antiguo Egipto con el gato, la cultura milenaria china tiene mucho respeto a este animal. Las personas que nacen bajo este signo son consideradas como amables, directas, tiernas, sinceras e inteligentes. Los perros pueden dar amor y devoción incondicional, siendo muy leales. Pero, cuando son provocados, pueden ser malvados, testarudos y muy duros en sus críticas. Cuandopasa.com
Recopilado por Fidel Iglesias Quintero
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Mifune fue uno de los grandes maestros que han existido a lo largo de la historia del Judo, discípulo a la vez del maestro y fundador del Judo, Jigoro Kano. Se ha convertido en figura histórica, siendo uno de los artistas marciales más respetados dentro de Japón, reconocido mundialmente por su forma de hacer y enseñar el arte del Judo. Nació el 21 de abril de 1883, un año después de que se fundara el Dojo mundial del kodokan, instituido en la ciudad de Kuji, prefectura de Iwate, en la isla de Honshu. Parece que fue un niño revoltoso, aunque brillante, hijo de una familia compuesta de siete hermanos. Mifune se inició a la edad de trece años en el arte del Judo. Empezó a practicarlo en la escuela secundaria en Sendai, en el norte de Japón, donde fue enviado por su padre. Allí descubriría su vocación por el Judo, por este noble arte de la suavidad. A la edad de catorce años venció a nueve oponentes en un torneo contra otra escuela. Después de su graduación iría a Tokio a una escuela preparatoria para continuar sus estudios en la universidad de Waseda. Allí, en Tokio, tendría su primer contacto con el Instituto Kodokan. Fue a través de un joven judoca, Yakujiro Yokayama, quien sería su presentador del joven Mifune, de entonces veinte años, ante Jigoro Kano, como fue aceptado para su formación en el Kodokan. Fue tan extraordinaria la técnica que desarrollaría a través del tiempo, que le llamaban «el dios del Judo»; a los TAO TIEN 25
veintinueve años ya era 6º dan. Durante los veinte años siguientes, la fama de Mifune siguió creciendo, dedicándose a enseñar el Judo como una vía de conocimiento y sendero de autoperfección. A la edad de cuarenta años, fue desafiado por un luchador de sumo, con más de cien kilos de peso y 1,80 m de altura. Mifune, con su escasa altura y con apenas un peso de sesenta kilos, venció a este luchador de renombrada fama. A la edad de sesenta y dos años fue promovido para el 10º dan. Solo tres judocas más habían recibido tal distinción hasta entonces en el Kodokan. A lo largo de su carrera como artista marcial, fue instructor jefe del Kodokan, además de enseñar el Judo en universidades, academias militares y policiales. Recibió la Orden del Sol Naciente, de manos del emperador de Japón, por su servicio a su país a través del Judo. Pero, sobre todo, Mifune era conocido por su extraordinaria generosidad y la amabilidad en su trato con los alumnos y discípulos. Disciplinado en extremo y un gran amante de su arte, ligero, flexible y de muy baja estatura, convirtió esta característica suya en una ventaja, moviéndose con rapidez, agilidad y desarrollando un gran sentido del Ki, siendo capaz de derrotar a oponentes mucho más pesados y fuertes.
En la aplicación de las técnicas, Mifune desequilibraba a sus oponentes con una impresionante facilidad, aplicando tiempo, ángulo, distancia, rotación, traslación, dirección y sentido. Para él, lo más importante no era la competición, sino la esencia y el mensaje del Judo. Escribió un texto, El canon del Judo, además de numerosos escritos donde habla de lo esencial del Judo. Mifune enseñaba que el Judo no debía utilizarse jamás para ganar combates o campeonatos, o para engrandecer el ego de la personalidad, sino para perfeccionarse como personas y comprender la Naturaleza, fuente del entrenamiento marcial. El Judo debía servir al individuo para encontrar calma, paz y salud y personificar la verdadera libertad en el pensamiento y en la acción. Por su sentido profundo del Judo y su filosofía, muchos consideran a Mifune sensei como el TAO TIEN 26
último gran maestro del Judo dentro de la idea del Budo como camino de realización, verdadera vía marcial, y no como un deporte competitivo. Mifune contribuyó en gran medida a la difusión del Judo atrayendo a individuos de otras culturas. Entrenó a muchos extranjeros que pasaron por el Kodokan. Su mentalidad flexible hizo que enseñara el arte del Judo como la vía de la suavidad. Mifune decía que «el verdadero espíritu del Judo no es otra cosa que un espíritu amable, flexible y diligente. El Judo descansa en la flexibilidad de la mente y el cuerpo. La palabra “flexible”, sin embargo, nunca significa debilidad o laxitud, sino más bien adaptabilidad y apertura mental. La amabilidad y suavidad siempre superan a la fuerza».
Decía que «ser flexible requiere la superación de la vida y de la muerte. Si un oponente más fuerte no te produce temor, sino que mantienes una mente pura libre de ego, tu actividad no se verá entorpecida por nada y mostrarás una adaptabilidad infinita y una capacidad infinita para el cambio». Enseñaba también que ser descuidado es igual a perder el principio esencial, y que los peligros tienden a ser imprevistos, y en muchos casos nos encontraremos con la peor situación posible. Y que en estos casos, el Judo debería mostrar claramente su significado esencial. Que la especialidad del Judo es la transformación de la desventaja en ventaja y la libertad de acción en las situaciones difíciles, detectando rápidamente los puntos débiles del oponente y cambiando de posición, superando el peligro. Sobre el combate decía: «Si estás centrado en ganar el combate, no podrás aprehender la verdad del momento presente. La verdad es un factor libre, no planeado, pero que se encuentra cuando la mente está en su estado natural». No cabe duda de que fue un maestro de la suavidad y de la libertad, enseñanzas que se reflejaron en su manera de vivir y practicar el arte del Judo. Miguel Montes López
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Honra ante todo a los dioses inmortales según establece la ley. Respeta la palabra dada. Honra luego a los héroes glorificados, y consagra, por fin, a los genios terrestres, rindiéndoles también debido culto. Honra a tu padre y a tu madre y a tus próximos parientes. Escoge por amigo al más destacado en virtud, atiende sus dulces advertencias y aprende de sus ejemplos. Discúlpale sus faltas mientras puedas evitando todo juicio severo. Ya que lo posible se halla cerca de lo necesario. Sé razonable. Acepta las cosas como son. Acostúmbrate a vencerte. Sé sobrio en el comer, activo y casto. Nunca cometas actos deshonestos de los que puedas luego avergonzarte, ni en privado ni en público. Ante todo, respétate a ti mismo.
LOS VERSOS ÁUREOS DE PITÁGORAS (580-496 a.C.), recopilado por José Antonio Vera de la Poza
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TAO TIEN ASOCIACIÓN DE ARTES MARCIALES INTERNAS VINCULADA AL INSTITUTO DE AA. MM. FILOSÓFICAS BODHIDHARMA PRÁCTICAS DE TAI CHI CHUAN ESTILO YANG: CENTRO HISPALIA C/ DEL ACEITUNO, 5 41003 SEVILLA. TELÉFONO 854 52 43 03 CENTRO CÍVICO "LAS COLUMNAS" C/ PUREZA, 79. SEVILLA TELÉFONO 955 47 15 60 UNIVERSIDAD POPULAR. CASA DE LA CULTURA. ALCALÁ DE GUADAIRA. SEVILLA. TELÉFONO 955 79 63 85 INSTRUCTOR: JOSÉ ANTONIO VERA DE LA POZA josanvera@yahoo.es TELÉFONOS 651 02 86 31 Y 955 31 22 29
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