El canto del zuluzúchil

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El Canto del Zuluzúchil Rosa Lofte Calderón

COLECCIÓN CONMEMORATIVA DE LOS 100 AÑOS DE COATZACOALCOS

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Gobierno del Estado de Veracruz Dr. Javier Duarte de Ochoa Gobernador Constitucional Fundación Pro-festejos de los 100 años de la ciudad de Coatzacoalcos, A.C.

H. Ayuntamiento Constitucional de Coatzacoalcos, Veracruz. Ing. Marcos César Theurel Cotero Presidente Municipal Arq. Roberto Martín Chagra Nacif Síndico Lic. David Cornelio Gómez Regidor Primero Profra. María del Carmen Kuasicha Hipolito Regidor Segundo Lic. Salvador Hernández Castro Regidor Tercero C.P. María Inés Núñez Monreal Regidor Cuarto C. Víctor Pulido Aguilar Regidor Quinto Lic. Federico Lagunes Peña Regidor Sexto Dr. Alfredo Phinder Villalón Regidor Séptimo Lic. Alejandro Rafael García Carrillo Regidor Octavo C.P. Claudia Pérez de la Cruz Regidor Noveno Lic. Jesús Eliseo Flores Gómez Regidor Décimo Lic. Edgar Brito Molina Regidor Décimo Primero C. María de los Angeles Lara de León Regidor Décimo Segunda C. Ricardo López Carrera Regidor Décimo Tercero

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Sra. Ángela Pulido Guerrero Vice-presidenta Arq. Daniel Jiménez Medina Tesorero C.P. Ignacio Ordoñez Rodríguez Presidente Ejecutivo Lic. Angélica Carmona Jurado Secretaria Ejecutiva Dr. Moisés Alor Guzmán Vocal Lic. Juan Manuel Rodríguez Caamaño Vocal Sra. Teresa Kato de Valdés. Vocal Profra. Cecilia Aurora Martínez Vocal Lic. Felipe Ángel Hernández Pulido Vocal


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PRESENTACIÓN

Coatzacoalcos, cumple 100 años de haber sido elevada al rango de ciudad, cerrando un capitulo e iniciando una nueva etapa en la historia local y nacional. Este acontecimiento, coincide en tiempo y lugar con hechos que cambiaron la historia de México: como la Revolución Mexicana y la puesta en operación del Fe rrocarril Transístmico, así como la construcción del Puerto de Coatzacoalcos. Por su ubicación estratégica en el Istmo de Tehuantepec, por su geografía que facilita las comunicaciones terrestres y marítimas, la historia de Coatzacoalcos ha estado siempre ligada a la historia nacional. Desde siempre destinada a ser una ciudad importante y valiosa, mucho antes de su elevación a la categoría de ciudad hace 100 años, aquel primero de julio de 1911. El centenario de la ciudad y puerto de Coatzacoalcos, es un hecho que nos hace reflexionar y pone en consideración nuestro futuro, el futuro de la ciudad y de las próximas generaciones. Estamos hoy convocados por la historia a comprender nuestro presente, a revisar el pasado y revitalizar nuestra identidad. Convencidos de la importancia de legar a las nuevas generaciones de esta identidad autentica, propia, única; de la verdad histórica de quiénes somos y por qué somos, el Honorable Ayuntamiento de Coatzacoalcos realiza la edición del cuento titulado “El canto del Zuluzúchil” de la escritora Rosa Lotfe Calderón con motivo del Centenario de nuestra ciudad. Ing. Marco César Theurel Cotero Presidente Municipal 2011 - 2013 U

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a María Fernanda

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I El Canto del Zuluzúchil Hace muchos muchos años, una fresca mañana de invierno, los árboles de la frondosa Isla Verde estaban muy contentos, un viento suave los mecía y sus ramas se acariciaban en armoniosos susurros. La nana Felicia se asomó a la ventana de la casa y palpando con ternura el vientre de su niña exclamó: -¿Oyes el canto de los árboles Cuquita? - ¡La brisa los mece y ellos silban de alegría! ¡Es un hermoso día para nacer!Y una horas más tarde, en la pequeña casa de la loma junto al faro de la calle Miramar, el llanto de una pequeña de grandes ojos negros anunciaba su llegada al mundo. Cuando su mamá la tuvo entre sus brazos, dijo entusiasmada: U

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-¡Te llamarás Brisa, como este viento suave que acaricia!Pasaron los años. La pequeña Brisa jugaba horas y horas en el jardín de su casa hablando con los anturios, los jazmines, las gardenias y las rosas, pero al llegar el invierno, cuando las flores desaparecían, ella se ponía muy triste y se pasaba el día recostada en el borde de la ventana contemplando con pena las ramas vacías, hasta que un día, le preguntó a la nana: -¿Por qué se van todas las flores y por qué tardan tanto en volver? -¿Quién te dijo que se han ido todas? - Le respondió Felicia poniendo los brazos en jarras y agregó enseguida: -Muy cerca de aquí, hay un árbol, que en Chiapas, la tierra de tu mamá, es sagrado y es el único que florece en el invierno. Ponte la mañanita que vamos a salir a la calle y está fresco allá afuera. Te voy a enseñar una de las flores más lindas que has visto, es un capullo de Dios, que seguro te alegrará el alma. Brisa y Felicia salieron tomadas de la mano. El viento del norte soplaba con fuerza en la Isla Verde levantando las enaguas de la nana istmeña.

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Caminaron en silencio un corto tramo hasta que se detuvieron bajo un enorme árbol, el aire se filtraba entre sus ramas desnudas produciendo prolongados silbidos. - Mira mi niña, el Zuluzúchil está cantando porque está llenito de capullos. ¡Son florecitas de invierno como tú! -Son muy lindos nana.-Dijo Brisa muy emocionada.- Pero...¡Están muy altos!En eso, una ráfaga de viento agitó las ramas del árbol y los hermosos capullos de color solferino tapizaron la tierra. Una linda sonrisa se dibujó en el rostro de Brisa, que se apresuró a recogerlos, pero eran tantos, que tuvo que envolverlos en su falda para llevárselos todos.

Al llegar a casa, Felicia fue a buscar varios botecitos de cristal, les puso un poco de agua para que la niña colocara un capullo de Zuluzúchil en cada uno. U 11 V


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Brisa estaba feliz, habían vuelto las flores y la alegría a su casa. A la hora de la comida, el papá de Brisa, advirtió que había flores por todos los rincones. También en la mesa del comedor, entonces preguntó: -¿Quién ha traído todos estos capullos de Xolotlsúchitl? Brisa respondió muy contenta: -Fui yo papá, salí a buscarlos con la nana. Yo los traje, pero no se llaman así como tú dijiste, su nombre es Zuluzúchil. -No mi amor, así les dice Felicia.- Aclaró sonriente.- Pero se llama Xolotlsúchitl, que quiere decir capullo del dios Xólotl, el gemelo precioso de Quetzalcóatl, la estrella del atardecer. -Pe...pero a mí me gusta más, Zuluzúchil papá, además...- Agregó abriendo mucho sus grandes ojos negros. -¿Quieres que te cuente que pasó cuando el árbol me vio? -A ver, dime.- Le dijo enternecido. -¡Pues...se puso a silbar muy fuerte moviendo sus ramitas y me regaló todas estas flores para adornar la casa! - Exclamó señalando los botecitos a su alrededor. Cuando llegó la primavera, Brisa le platicó a los anturios y a las gardenias y los jazmines, que ya no se quedaba triste cuando ellas desaparecían, porque entonces, llegaban los capullos de Xólotl para hacerle compañía.

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II Bajo la sombra de los árboles de Zuluzúchil Era el mes de abril. Brisa caminaba por las arenosas calles de la isla acompañada de su nana cuando descubrió que las ramas del Xolotlsúchitl estaban ahora cubiertas de pequeños brotes de color rojizo. -¡Mira nana, el Zuluzúchil ahora se ve rojo! - Exclamó. -Sí, ya están brotando sus primeras hojas, son coloraditas cuando están tiernas, pero ya verás que crecen muy rápido y se ponen muy verdes con los rayos del sol. Cuando dieron la vuelta en la esquina para tomar el camino hacia el mercado, Brisa se emocionó al ver un sendero llenito de árboles de Xolotlsúchitl. -Nana, no me habías dicho que había tantos. ¡Son muchísimos!U 13 V


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dijo la niña sorprendida. -Y ya verás cuando estén tupidos, dan tan buena sombra, que sus ramas no dejan pasar ni un rayito de sol. Por eso, desde muy temprano, esto se llena de vendedores que llegan en cayuco por el río, o de lecheros que vienen a caballo de los ranchos y...hasta los peluqueros se salen para atender a sus clientes bajo los árboles. Ya por la tarde, a la gente le gusta reunirse a platicar o jugar dominó en el fresco y sacan mesas, sillas, mecedoras y hasta cuelgan hamacas, mientras los niños corren de un lado a otro. -¡Qué bonito!-Si niña, si no fuera por los árboles, la leche y el queso se echarían a perder, la fruta se maduraría rapidito bajo el sol y los caballos no tendrían donde descansar antes de volver al rancho. Bajo la sombra del Zuluzúchil la gente siempre se mira muy contenta.-¡Me tienes que traer cuando se pongan verdes! - ¿Falta mucho?-No.- Le respondió Felicia muy animada.- Si se tupen rapidito, en menos de una semana, ya lo verás.

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Unos días más tarde, Brisa pudo ver que todo lo que le había contado la nana, era verdad. Los árboles habían extendido sus ramas como queriendo abrazarse formando un enorme arco y estaban tan tupidas que no pasaba ni un rayito de sol entre ellas. La gente se paseaba alegremente comprando pues había de todo: frutas y verduras de todos los colores, hierbas de olor y flores blancas; nardos, azucenas y gardenias, grandes peroles de leche, cuartillo de crema y quesos envueltos en hoja de plátano. Totopos, pan de sal y de dulce, tamales, elotes, agua de coco, de jamaica y de horchata, ciruelas y nanches curtidos, frutas en miel de piloncillo, canastas, vasijas de barro, hamacas, huaraches y sombreros de paja. También vio a los caballos de los lecheros bajo los troncos, las enormes sillas de los peluqueros, a los niños correteando mientras sus padres platicaban con los amigos. Todo era más bonito que cuando su nana se lo había platicado. La gente en verdad sonreía bajo la sombra de los árboles de Zuluzúchil.

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III El Sendero de los Zuluzúchils Diez años habían pasado ya, cuando al regresar de la escuela, Brisa vio que unos hombres con machete estaban tirando sus amados árboles. Horrorizada y con lágrimas en los ojos, corrió hasta su casa. -¡Papá, papá. Están matando los árboles, están matando los árboles!- Gritó agitada. -Cálmate, Brisa, cálmate. A ver, dime qué te pasa.¿Por qué estás llorando así?-Es que...están tirando los árboles papá, todos, todos los árboles de Zuluzúchil están en el suelo.- Le contestó entre sollozos. U 16 V


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-Mira hija, es necesario que derriben algunos para poder trazar las calles que van a pavimentar. No los van a tirar todos, van a construir jardineras para resguardar los que están en el medio, la ciudad necesita de su sombra. ¿Entiendes? Brisa lo entendió. Era una niña inteligente, pero de cualquier manera no podía evitar la tristeza al ver que el fresco y hermoso sendero de los Zuluzúchils, había desaparecido.

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IV La nobleza de un árbol El papá de Brisa, conmovido con el llanto de su pequeña, salió a la calle a buscar al ingeniero que estaba encargado de la obra y le pidió le permitiera llevarse los árboles que estaban tirados. Después de varios viajes en una carreta que era jalada por un caballo, se llevó todos los árboles derribados al cementerio de la cuidad. Li, el alegre y trabajador jardinero del panteón que sabía todos los secretos de las plantas, aceptó gustoso hacer un almácigo para que nacieran nuevos arbolitos de los troncos rugosos de los Xolotlsúchitls. Preparó la composta, los cortó en gajos para hacer esquejes y los fue enterrando uno por uno. Cuando terminó, regó bien la tierra y los cubrió con costales para que guardaran la humedad. Tres semanas después, cientos de nuevas plantitas comenzaron a brotar del suelo. El buen Li se puso su sombrero de paja pintado U 18 V


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de sol y lluvia* y bajó sonriente la cuesta del panteón para llevar la buena nueva.

Cuando Brisa contempló los retoños de color verde pálido, abrazó a su padre agradecida, llenándolo de besos y le pidió: -Por favor papá, que se queden aquí, todos juntos, aquí no van a hacer calles y así, cuando la gente venga a traerle flores a sus muertitos, se podrá cobijar a la sombra de los Zuluzúchils.-Así será cariño, la nobleza de estos árboles y los cuidados del viejo Li, harán que se cumplan tus buenos deseos.

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V “Coatzacoalcos, Zuluzúchil Florecido” Los buenos deseos de la niña de los grandes ojos negros se cumplieron. Aquellos pequeños retoños, hoy son enormes y viejos árboles que siguen de pie en el antiguo cementerio, pero, no sólo ahí. Cada vez que un árbol era derribado, Brisa corría en búsqueda de Li para crear almácigos y juntos sembraron Xolotlsúchitls en muchos jardines y camellones de la ciudad. La hermosa Isla Verde se transformó en una próspera ciudad, se hicieron carreteras rellenando los pantanos, se construyeron puentes y más tarde...llegaron las industrias.

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A consecuencia de esto, los árboles se fueron extiguiendo poco a poco, unos fueron derribados para pavimentar nuevas calles y otros se secaron, pues los pajarillos que se alimentaban del hongo que cubría los troncos del Xolotlsúchil (en tiempo), también desaparecieron con la contaminación del aire. Brisa promovió ante las autoridades que se fumigaran todos los árboles que aún quedaban vivos en las calles, en el panteón y en los patios de las casas para evitar que murieran. Ella los visitaba a todos, les cantaba y les escribía bellos poemas para tratar de contagiar a los nuevos habitantes de la isla de su gran amor por los Zuluzúchils, como ella prefería nombrarles. Les contaba la historia de Xólotl y de su gemelo Quetzalcoatl, de la leyenda que dio origen al nombre de la cuidad y de su río y siempre que se presentaba la oportunidad solía repetir: U 21 V


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“Si yo pudiera devolverle a mi ciudad sus Zuluzúchils, regresaría con ellos el ambiente de armonía y amistad que reinaba entre sus habitantes” Cuando ella se fue al país de los sueños, sólo quedaban vivos once Zuluzúchils: tres de color blanco y ocho color solferino, más con las enseñanzas de Li, aquel alegre jardinero del panteón, han nacido nuevos arbolitos que ya han encontrado un hogar entre los nuevos habitantes de aquella hermosa isla verde que es hoy la pujante ciudad de Coatzacoalcos, a la que Brisa bautizó como: “Sitio del Viento”. Más llegará el día en que todos los rincones de esta noble tierra de profecías y leyendas - con la brisa suave del invierno - se escuchen de nuevo los susurros armoniosos del canto del Zuluzúchil.

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El Canto del Zuluzúchil, de Rosa Lotfe Calderón, se terminó de imprimir en Julio del 2011, en Editora La Voz del Istmo S.A. de C.V., Editorial Robles (MR) Cuauhtémoc No. 1608 Col. Puerto México, Coatzacoalcos Ver. El tiraje consta de 1000 ejemplares. Impreso y hecho en México.

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