Pasajes, historia, luz y cr贸nicas: cien a帽os de Coatzacoalcos
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Pasajes, historia, luz y crónicas: cien años de Coatzacoalcos Rosa Lotfe Calderón José Lemarroy Carrión Octavio Luis González Calderón José Ignacio Ordóñez Rodríguez COLECCIÓN CONMEMORATIVA DE LOS 100 AÑOS DE COATZACOALCOS
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Gobierno del Estado de Veracruz Dr. Javier Duarte de Ochoa Gobernador Constitucional
H. Ayuntamiento Constitucional de Coatzacoalcos, Veracruz. Ing. Marcos César Theurel Cotero Presidente Municipal Arq. Roberto Martín Chagra Nacif Síndico Lic. David Cornelio Gómez Regidor Primero Profra. María del Carmen Kuasicha Hipolito Regidor Segundo Lic. Salvador Hernández Castro Regidor Tercero C.P. María Inés Núñez Monreal Regidor Cuarto C. Víctor Pulido Aguilar Regidor Quinto Lic. Federico Lagunes Peña Regidor Sexto Dr. Alfredo Phinder Villalón Regidor Séptimo Lic. Alejandro Rafael García Carrillo Regidor Octavo C.P. Claudia Pérez de la Cruz Regidor Noveno Lic. Jesús Eliseo Flores Gómez Regidor Décimo Lic. Edgar Brito Molina Regidor Décimo Primero C. María de los Angeles Lara de León Regidor Décimo Segunda C. Ricardo López Carrera Regidor Décimo Tercero Fundación Pro-festejos de los 100 años de la ciudad de Coatzacoalcos, A.C. Sra. Ángela Pulido Guerrero Vice-presidenta Arq. Daniel Jiménez Medina Tesorero C.P. Ignacio Ordóñez Rodríguez Presidente Ejecutivo Lic. Angélica Carmona Jurado Secretaria Ejecutiva Dr. Moisés Alor Guzmán Vocal Lic. Juan Manuel Rodríguez Caamaño Vocal Sra. Teresa Kato de Valdés. Vocal Profra. Cecilia Aurora Martínez Vocal Lic. Felipe Ángel Hernández Pulido Vocal U
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PRESENTACIÓN La iniciativa de conmemorar la elevación a rango de ciudad de la muy antigua población de Coatzacoalcos, con una colección de libros que representen el esfuerzo de los pobladores por conocer su identidad y su historia, ha logrado presentar diversas obras de gran calidad.
Este libro, elaborado por varios autores: José Ignacio Ordoñez Rodríguez, Rosa Lotfe Calderón, José Lemarroy Carrión y Octavio Luis González Calderón, quienes representan la mejor categoria que ofrece la sociedad de Coatzacoalcos, aparece como la obra emblemática para recordar este centenario como ciudad y 130 años como municipio, pero 489 como población, ya que la villa española de Coatzacoalcos, conocida también como Villa del Espíritu Santo nos lleva al inicio mismo del virreinato.
Como vemos, hay muchos motivos para celebrar y, mientras mejor se conoce la historia local, más nos mueve a conmemorar fechas y mayores son las inquietudes por multiplicar esos logros de esfuerzos, dedicación y disciplina de los autores que va a tener ocasión de leer en este libro conmemorativo.
Como oriundo de Coatzacoalcos y con la resposabilidad que la ciudadanía me confirió para presidir el H. Ayuntamiento, es un gran honor presentar esta magnífica obra y ponerla a la consideración de los interesados, para que las nuevas generaciones se nutran de su propia identidad.
Ing. Marcos César Theurel Cotero Presidente Municipal 2011 - 2013
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INTRODUCCIÓN
Coatzacoalcos… un lugar donde se besan entrelazadas las aguas del mar y el río es una privilegiada cuenca que fuera refugio de aquellos seres que un día tuvieron que abandonar su terruño por distintas circunstancias, en su mayoría, agobiados por la furia de las pasiones humanas que engendran la guerra y el desaliento; que llegaron hasta aquí, a este punto situado en el Golfo de México, en la cintura de nuestra Patria, que a pesar de su clima inclemente se ofrecía como un hostal con un letrero luminoso que rezaba “bienvenidos”, señalado en el mapamundi por los cartógrafos como el “ombligo del mundo”. Quizá estos seres al elevar su mirada implorante fueron guiados por el “Lucero del Alba”, aquel personaje de cien mitos y leyendas quien, decepcionado de los hombres que se opusieron al desarrollo armónico de su doctrina humanista, partiera en su balsa de serpientes hacia el país de la sabiduría; el que se inmolara arrojándose a la hoguera para que su espíritu pudiera elevarse y convertirse en estrella; hablo del “Señor de la Aurora”, de la “Deidad Ignorada”, de “Quetzalcóatl”, cuyo escondite fue señalado por su pueblo en esta isla verde; origen del nombre del puerto y de su río. Pasajes —término que se puede interpretar en dos sentidos— pretende acompañar a tu imaginación a través de variados testimonios que ilustran breves espacios de la historia de esta ciudad-albergue que después de vanos intentos desde su descubrimiento, finalmente creció al amparo del trazo de Alcides Drumont, quien la dibujó sobre un papel, marcando con estacas las dunas para señalar las manzanas y así fraccionar la tierra. Este visionario ingeniero que fuera empleado de la Compañía Pearson & Son, encargada a fines del siglo XIX de la construcción del puerto, transformó lo que fueran sólo médanos agrestes en amplias avenidas que la atraviesan en todos los sentidos. La modernización del puerto, la inauguración del ferrocarril transístmico y la perforación de los primeros pozos petroleros propiciaron sin duda su desarrollo y el auge económico que atrajo a innumerables inmigrantes de todos los rincones del mundo así como a migrantes de los estados vecinos de Oaxaca, Chiapas y Tabasco en la etapa más próspera de nuestro país.
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PRIMEROS TESTIMONIOS
[Vueltos a embarcar, siguiendo la costa ade1ante, de allí a dos días vimos un pueblo junto a tierra que se dice el Ayagualulco. Y andaban muchos indios de aquel pueblo por la costa, con unas rodelas hechas con concha de tortuga, que relumbraban con el sol que daba en ellas, y algunos de nuestros soldados porfiaban que eran de oro bajo. Y los indios que las traían iban haciendo pernetas, como burlando de los navíos, como ellos estaban en salvo, por los arenales y costa adelante. Y pusimos por nombre a este pueblo La Rambla, y así está en las cartas de marear. Y yendo más adelante, costeando, vimos una ensenada, donde quedó el río de Tonalá, que a la vuelta que volvimos entramos en él, y le pusimos nombre de río de Santo Antón, y así está en las cartas de marear. Y yendo más adelante, navegando, vimos adónde quedaba el paraje del gran río de Guázacalco, y quisiéramos entrar en la ensenada, por saber qué cosa era, si no por ser el tiempo contrario. Y luego se parecieron las grandes sierras nevadas que en todo el año están cargadas de nieve, y también vimos otras sierras que están más junto a la mar, que se llaman de San Martín. Y pusímosle este nombre porque el primero que las vio desde los navíos fue un soldado que se decía San Martín y era vecino de la Habana, que iba con nosotros.] (1) Bernal Díaz del Castillo Este breve pasaje narrado por un soldado español participante en la mayoría de las jornadas de la Conquista de México en el siglo XVI, autor de la obra “La Verdadera Conquista de la Nueva España” es el primer testimonio escrito en el cual se hace mención del gran río al que llamaban Guázacualco, el cual nos ilustra que navegaban por estas latitudes al mencionar la cercanía del San Martín. En aquel entonces no se arriesgaron a entrar –por ser el tiempo contrario- pero años más tarde, en el año de 1522, Hernán Cortés, impresionado y convencido de la riqueza del gran río, manda al Capitán Gonzalo de Sandoval a fundar un poblado en las márgenes del río, al que pusieron por nombre “Villa del Espíritu Santo; según apunta el mismo Bernal, aunque en la “Historia de Veracruz” escrita por Manuel B. Trens y José Luis Melgarejo, se menciona que las intenciones de Cortés al fundar la villa eran parte de un proyecto planeado con un propósito específico. [Desde que Vasco Núñez de Balboa descubrió el Pacífico en 1513 (Mar del Sur), la noticia de este descubrimiento fue para el mundo un acontecimiento de grandísima importancia y así no era posible que esto pasara inadvertido a Cortés, en quien germinó la idea de buscar un paso o un estrecho entre ambos océanos, y de reconocer debidamente la Región Coatzacoalcos, a cuya vera fue fundada la Villa del Espíritu Santo y otros poblados de menor importancia.] (2)
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Istmo de Tehuantepec Dos siglos después, en el año de 1745, se malogró el proyecto de la Corte de España que tenía la intención de hacer en el Río Coatzacoalcos, un puerto de entrada para el comercio peninsular y de salida para los ricos productos de la región, asimismo la Villa del Espíritu Santo desapareció y la región quedó en el completo abandono. En 1774 se revivió la idea original de Cortés de comunicar los océanos, más por diversas razones, el proyecto se canceló nuevamente. A principios del siglo XIX, las cortes españolas expidieron un decreto en el cual se concedía un permiso para la construcción de un canal entre los ríos Chimalapa y Coatzacoalcos con el fin de facilitar el comercio entre el golfo y los puertos del Mar del Sur, el cual tampoco se llevó a cabo.(3) La finalidad de citar los textos anteriores se hace con la intención de que el lector visualice los primeros testimonios documentados sobre los intentos - inexplicablemente fallidosde poblar estas tierras. En el México independiente, los primeros gobiernos intentaron infructuosamente colonizar la región con individuos extranjeros o bien, mexicanos, dándoles todo género de facilidades. Al finalizar la Colonia, el país estaba deshabitado en su mayor parte, no sólo en las regiones desérticas del norte, sino también en las regiones insalubres de las costas o selvas. Los escasos habitantes estaban repartidos de manera desigual y con grandes diferencias sociales; la población era en su mayoría indígena, alejada económica y culturalmente del resto de la sociedad; en la región del Istmo de Tehuantepec la falta de móviles (incentivos) de colonización -como las minas- y lo insano del medio, dieron como resultado una escasa colonización hispana y una débil influencia de la cultura occidental. -*-
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LOS EXPEDICIONARIOS FRANCESES [¿Cómo expresar la dicha que sentimos al hollar con nuestros pies la tierra por la que habíamos suspirado por más de sesenta días. ¡Qué transportes de alegría!, ¡qué embriaguez! Las palabras no son suficientes para describir nuestras sensaciones. Nos parecía que renacíamos que teníamos nueva vida, al tocar esta tierra desconocida.] Pierre Charpenne Expedicionario francés Siglo XVIII.
En 1823 se intentó establecer una colonia en Coatzacoalcos con numerosos militares. Tadeo Ortiz de Ayala fue comisionado para hacer un reconocimiento del Istmo. El estudio –nuevamente- tenía como finalidad averiguar la construcción de un canal y señalar los lugares baldíos susceptibles de colonizar. A consecuencia de los trabajos de Tadeo Ortiz en Coatzacoalcos, se expidió la primer Ley Agraria del Estado de Veracruz, pero no fue sino hasta 1827 que apareció la primera ley de colonización. Alexander Martin, cónsul de Francia en México, presentó a Tadeo Ortiz con los representantes de una compañía de colonización francesa. Durante la reunión, los señores Chedeheux y Laroche, expresaron el interés de sus directores: Laîné de Villévêque y Francois Giordan, por traer colonos franceses y suizos para ocupar las tierras despobladas de Texas o de cualquier otro lugar susceptible de ser habitado. Lo único que pedían eran quinientas leguas de terreno para cultivar vid, olivo y gusano de seda. El resultado de las gestiones fue exitoso y el 3 de julio de 1828 se expidió el decreto que concedió a la compañía francesa quinientas leguas cuadradas en el alto Coatzacoalcos, con el compromiso de traer a 500 campesinos en el término de tres años bajo cuenta y riesgo de la compañía. En 1829 se hizo circular en París un folleto titulado: “Colonie du Guazacoalco dans L´Etat de Vera- Cruz au Mexique, Project de Societé en Commandite par Actions “, junto con varias cartas de gente que había estado en el lugar y que lo describía como el paraíso. Mientras en Francia Villévêque se encargaba de reclutar a los colonos, Giordan se trasladaba a Minatitlán donde Tadeo Ortiz personalmente le mostró el área donde se construirían las casas provisionales y los primeros cultivos, pero lejos de llevar a cabo los arreglos necesarios para la empresa que lo condujo hasta allí, se hizo cargo sólo de sus propios asuntos. Tadeo Ortiz fue nombrado cónsul de México en Francia y el 27 de noviembre de ese mismo año salió del Havre la primera expedición integrada por 103 colonos. Un segundo barco fue fletado el 2 de marzo de 1830 con 142 pasajeros. El éxito de la convocatoria se probaba con la cantidad y frecuencia de las expediciones. Por lo menos seis grupos más salieron de los puertos de Francia con alrededor de 550 personas. La cifra de colonos exigida por el Gobierno Mexicano para conceder el permiso de poblar las riberas del Coatzacoalcos, así como el plazo para traerlos, fue rebasada con facilidad. Entre noviembre de 1829 y mayo de 1831 arribaron a las costas del Istmo unos 800 inmigrantes. El proyecto de la colonización fue un fracaso rotundo. El naufragio de la primera embarcación frente a la desembocadura del Coatzacoalcos fue la primera evidencia de la operación fraudulenta de los organizadores de la colonización, puesto que, al no esperarlos, no se dio aviso al capitán de la nave de los peligros que presentaba la entrada al río. después de librar los riesgos del naufragio, los tripulantes del bergantín L´Amerique sólo alcanzaron la ribera para darse cuenta del engaño del que habían sido víctimas, pues no había ni casas, ni terrenos disponibles para la labranza, ni una infraestructura mínima con la cual pudieran sobrevivir en tanto se establecían con sus propios medios. Los promotores franceses actuaron con gran insensatez, y quizá hasta con mala fe, al engatusar a personas confiadas en una compañía prácticamente inexistente, puesto que no había sino promovido la emigración sin planear y ejecutar las acciones que se requerían para garantizar el arribo y seguridad de los colonos U 12 V
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a quienes la situación de Francia los había colocado en la necesidad de salir de su patria en busca de oportunidades, para conducirlos hacia una posición de mayor necesidad, con pérdida de su escaso patrimonio y hasta de la vida, como en efecto ocurrió a muchos. La compañía debía haber desmontado terrenos, fraccionarlos y cultivarlos para el autoconsumo de las familias que llegaran, construir vías de comunicación y embarcaciones, levantar casas provisionales y gestionar los permisos y exenciones correspondientes para el uso de máquinas e instrumentos que trajeran los colonos consigo para el trabajo. En lugar de esto, los dejaron abandonados a su suerte en una región desconocida hasta por los mexicanos, que no por bella era apta para los propósitos que se buscaban. Cuatrocientos franceses fallecieron como saldo de la aventura, unos azotados por las fiebres intermitentes y otros o devorados por los caimanes, según narra en su diario de viaje, Pierre Charpenne – un joven de 20 años- que aún a sabiendas del fracaso de las anteriores expediciones que habían arribado a las costas de Veracruz, se embarcó en la sexta expedición de colonos del Coatzacoalcos. Charpenne, entusiasmado por conocer “la América” y con los preparativos muy avanzados, no quiso dar crédito a las habladurías y partió de Marsella el 5 de febrero de 1831 a bordo de El Tiburón con 140 pasajeros. El joven provenzal entró a Minatitlán en abril y siete meses más tarde - enfermo y sin dinero -se embarcó en Veracruz de regreso a Francia, ya en casa, se dedica a ordenar su diario de viaje para preparar el libro que narra su amarga y desastrosa experiencia en México. No obstante, resulta muy atractivo conocer las primeras impresiones de su llegada al paraíso prometido, el cual, describe con todo detalle en este pasaje de su obra: Entrada al Coatzacoalcos Abril: A la mañana siguiente, al amanecer, estábamos detenidos frente a la desembocadura del Coatzacoalcos. El río Coatzacoalcos, situado al este de Veracruz, corre del sur al septentrión. Tiene su frente cerca de Tehuantepec, pequeña ciudad asentada en los bordes de un lago que se inclina hacia el océano Pacífico. Tras haber recorrido un espacio de cuarenta a cincuenta leguas medidas en línea recta, se vierte en el Golfo de México en el estado de Veracruz, a sesenta leguas aproximadamente de la ciudad del mismo nombre. Las naves de doscientas a trescientas toneladas pueden cruzar bien la barra del río y remontar su curso hasta quince o veinte leguas de su desembocadura, pero no más allá; subiendo algunas leguas más no se podría navegar ni siquiera con chalupas y los botes de los navíos. Se utilizan piraguas indias, llamadas en el país canoas, en las que se remonta el río hasta su fuente. La desembocadura del Coatzacoalcos tiene un cuarto de legua de ancho. Su lecho se estrecha a una o dos leguas tierra adentro, y en Minatitlán o La Fábrica, aldea construida a cuatro o cinco leguas del mar, es apenas más ancho que un tiro de piedra. El agua del río es límpida y corre con extrema lentitud, durante cinco o seis meses del año; pero como a partir del mes de junio, y a veces aún desde los últimos días de mayo, comienza la estación de lluvias para no detenerse hasta fines de octubre; durante seis meses es cenagosa, cubre las riberas y corre con ímpetu. La marejada que antes remontaba hasta más allá de Minatitlán, cesando del todo entonces, hace el agua tan salobre que no es potable hasta la misma desembocadura. Es notable que un río que durante seis meses no ha cesado de desbordarse a través de los bosques y pantanos que los rodean, no deje de percibir, una vez terminado el tiempo de lluvias, ningún rastro de sus furores y estragos. Por el contrario, todo sonríe en sus riberas que, en el mes de abril, ciñen estrechamente su lecho y no presentan en ninguna parte los montones de grava y piedras, las excavaciones profundas y tantos otros vestigios que, en los bordes de los ríos de Francia, anuncian las muchas desgracias del arruinado agricultor. En cambio, casi al nivel del agua, están cubiertos de árboles siempre verdes, muy distintos de los de Europa, entre los que se distingue aquí y allá, la palmera, la caoba y el cedro. Solo a intervalos el bosque está cortado por grandes claros bordeados por algunos árboles, praderas naturales donde pastan millares de bueyes y caballos. El método singular que empleó el capitán para pasar con más seguridad por la barra del río, merece ser descrito. Envió primero el bote para recoger en tierra al piloto; pero como este había muerto unos días antes, el esquife sólo trajo a su compañero y amigo, un mexicano de cuarenta a cincuenta años, que había perdido un brazo luchando contra los españoles. Este hombre tenía un hermoso rostro, aunque moreno. Era grande, bien hecho; sus vestidos, más que su persona, atrajeron la curiosidad de los pasajeros, si bien eran bastante simples. Un pañuelo le ceñía la cabeza, un sombrero de hojas de palma le daba sombra adicional con sus largas alas; un calzoncillo blanco y una camisa blanca por encima. Eso era todo. No llevaba zapatos, chaleco o chaqueta. Este atavío nos parecía tan ridículo que muchos estallaron en carcajadas. Sin embargo es esta la vestimenta de la mayoría de los indígenas en México. El piloto, o por lo menos el mexicano que ocupaba su lugar se llamaba Salomón. Enseguida nuestro capitán hizo cargar la chalupa con gran cantidad de toneles vacíos y de perdigones de plomo. Hizo colocar, de trecho en trecho, a todo lo largo de la corriente hasta más allá de la barra, los toneles, a los que había U 13 V
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atado un perdigón; luego, así marcada la ruta que debía seguir la nave, ayudado por los consejos del manco Salomón, franqueamos la barra sin tropiezos y echamos el ancla al abrigo de los vientos, tras la colina de arena sobre la que está construido el fuerte. ¡Ay! Numerosas naves que habían conducido otros colonos a las orillas del Coatzacoalcos no fueron tan afortunadas como la nuestra. Vimos dos quillas abandonadas sobre la arena de ambas riberas. Ignorábamos entonces los males que asaltaron a los colonos náufragos, y de los que, a nuestra vez, seríamos las víctimas. Nos complacíamos, por el contrario, en alimentar aún nuestras ilusiones, que pronto se convertirían en humo: o tal vez era que no pensábamos más que en huir de la realidad presente. En efecto ¡qué dicha nos provocaba contemplar esta tierra, apenas rozada por la civilización! Los montículos arenosos, coronados por árboles desconocidos, los millares de pájaros acuáticos de variados colores que cubrían las dos riberas y hacían sombra al sol; las chozas de bambú que forman la pequeña aldea india cerca de la cual echamos el ancla, las piraguas indias atadas a la orilla del río; los numerosos loros que, posados en lo más alto de los árboles hacían resonar en el bosque sus gritos agudos y ruidosos; los mirlos que más bien parecían cuervos, que lejos de buscar la soledad como en Europa, cantaban sobre los techos de las cabañas. ¡Ah!¡Realmente es un país encantador! Pero he ahí que venía el comandante del fuerte. Era bajo de estatura y tan moreno que se habría tomado por un mulato. Si no lo era, por lo menos era mestizo. Tenía la nariz chata, gruesos labios, los cabellos crespos. Su capa de paño azul y sus grandes hombreras de plata contrastaban con los andrajos de sus soldados, vestidos como el manco Salomón, Llegó a bordo con el aduanero. Todo el mundo saludó al comandante mexicano, quien, a su vez, saludó a todos. Dijo al capitán que para remontar el río hasta Minatitlán, donde nos proponíamos desembarcar, era necesario esperar un permiso que sería concedido en Acayucan, capital de la provincia y morada del comandante superior; que para este fin enviaría un corro urgente que estaría de regreso a más tardar, dos días después; pero que se comprometía el mismo a darnos permiso para cazar en las orillas del río, mientras esperábamos que volviese el mensajero. ¿Cómo expresar la dicha que sentimos al hollar con nuestros pies la tierra por la que habíamos suspirado por más de sesenta días. ¡Qué transportes de alegría!, ¡qué embriaguez! Las palabras no son suficientes para describir nuestras sensaciones. Nos parecía que renacíamos que teníamos nueva vida, al tocar esta tierra desconocida. Y es que el europeo que pisa el suelo americano renace verdaderamente. Ahí todo es nuevo para él: tierra, hombres, animales, vegetación; nada es como en el Viejo Mundo. La crisálida que rompe su capullo y siente por primera vez el aire en sus alas transparentes, se libra a sus jugueteos con menos placer que nosotros al salir de los límites de la nave. Los habitantes de la aldea no pudieron recibirnos mejor en sus chozas de bambú. Fraternizamos con ese pueblo semicivilizado. Todos cazaban, pues deseaban aprovechar el resto del día que pronto acabaría, para hacer provisión de piezas. Millares de disparos de fusil resonaron por todas partes. ¡Desdicha para los loros y otros pájaros, que confiados en los pacíficos hábitos de los mexicanos, por vivir en la vecindad de las chozas. Durante los tres días que permanecimos en la desembocadura del río no hicimos más que cazar y pescar; si la caza era abundante, la pesca no lo era menos. Se podía pescar con caña tanto como se quisiera; y con esparavel, echándolo donde aconsejaba el manco Salomón, se recogía (es la palabra exacta) en menos de una hora la provisión para todo el día. Más todavía, aunque los pescados por lo general tenían un sabor delicado, habíamos comido tantos que dos días después de nuestra entrada al río estábamos ya hartos. Algunos de nosotros fuimos a visitar el fuerte que domina la ribera izquierda del Coatzacoalcos. Su guardia ha sido confiada a una cincuentena de soldados cubiertos de harapos, vestidos más o menos como el manco que nos había servido de piloto. Una camisa desgarrada, un pantalón bajo la camisa, un sombrero de hojas de palma, un viejo cinturón para cartuchos, un enorme fusil con bayoneta, tal es el equipamiento de los soldados del fuerte. Por lo demás, esta singular guarnición es completamente digna de la fortaleza cuya guardia se le ha encomendado. Imagine el lector un cuadro largo, formado por cuatro murallas bastantes espesas, que sostienen un techo de bambú y hojas de palmera. Se entra, por el lado del mar, a través de tres o cuatro puertas abiertas a todos los vientos. Al pie del edificio, siempre frente al mar, sobre una pequeña explanada adoquinada, están clavados ocho diez cañones de hierro de grueso calibre. Junto a cada pieza hay, como esgrimiendo una razón, montones de balas. Una parte de la construcción cae en ruinas; a la izquierda hay una torre redonda sobre la que ondea la bandera nacional; al pie de la torre hay también clavadas dos piezas de artillería de hierro. Unas tapas de madera protegen sus bocas de la intemperie. Levanté las tapas de los cañones y vi que había pólvora; estaban cargados. Es así como cincuenta soldados, sin paga y mal armados, algunos malos cañones de hierro, cuatro muros y una pequeña torre de señales están encargados de defender la desembocadura del Coatzacoalcos, en caso de una invasión. ¡Qué Dios guarde a los estados mexicanos de ser atacados nunca por aquí, pues una corbeta o un velero de guerra, de por sí solos, podrían pronto dar cuenta de una guarnición tan endeble y de una igualmente endeble fortaleza! Sin embargo, desde lo alto de este cerrillo de arena coronado por el fuerte, un espectáculo sublime se ofrece al visitante. U 14 V
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Se contempla el mar intenso cuyas olas espumosas, avanzando y sucediéndose sin cesar, vienen a romper a los pies. ¡Qué bellas son estas dos cortinas azules formadas por el cielo y el océano que allá, en el horizonte, se tocan, se confunden, haciéndose una! Pero ¡qué terrible distancia separa al europeo de la patria! ¡Dios mío! ¡Dos mil quinientas leguas! Esto es muy triste, ¿no es así? En fin, demos la espalda al mar, olvidemos las ideas melancólicas y contemplemos la tierra. ¡Hola!, al buscar uno se asombra de no encontrar ninguna montaña que, deteniendo la mirada, limite el horizonte. Por todas partes llanuras inmensas, cubiertas de bosques aún más inmensos; y si estas llanuras estuviesen unidas; si no presentasen una sucesión sin fin de hondonadas y elevaciones, tan débiles en el espacio que el ojo apenas las distingue, lo que hace presumir que no son sino aluviones consecutivos, formados por el mar al retirarse; la tierra y la mar, una con sus verdes bosques y la otra con sus ondas azules, no ofrecerían al espíritu más que una misma idea, la de la inmensidad; sólo el color haría la diferencia. Veamos ahora la cabaña del comandante, construida un poco abajo del fuerte. Está como las otras, rodeada de una cerca de bambú. En el frente de la choza hay un cobertizo; bajo éste hay colgada una hamaca de cuerdas de maguery, (maguey) en la que el comandante del fuerte se mece gran parte del día. Ahora veamos a los soldados mexicanos montando guardia. Comparemos su fisonomía, su atavío, la manera en que portan las armas, con el equipamiento y la prestancia del soldado francés. Comparemos la naciente civilización con su madre, la civilización europea y preguntemos: ¿cuántos siglos tendrán que pasar para que la hija sea tan grande como la madre? ¿No lo sabe usted? Tampoco yo. ¡Paciencia! Ese día llegará sin duda. En estos tiempos las civilizaciones son precoces, véase a los Estados Unidos. (4) En 1831 las familias de colonos sobrevivientes regresaron a su país. El interés del gobierno mexicano por la comunicación interoceánica, por el poblamiento del istmo, por la inmigración extranjera parecía que podía haber arrancado un debate nacional sobre el fracaso de la colonización francesa. No fue así. Pronto se olvidó este expediente, aunque no la inmigración, que no dejó de buscarse hasta que se instauró en el país la monarquía de Maximiliano de Habsburgo. -*-
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LA TIERRA DE PROMISIÓN
A finales del siglo XIX, cientos de embarcaciones atravesaban los océanos con un destino: América. Nuestro continente considerado como una “tierra de oportunidades” y México que en particular gozaba entonces de un gran prestigio internacional y vivía una etapa de paz, orden y progreso, fue el punto de destino para inmigrantes chinos y coreanos. Se construían 20 mil kilómetros de vías ferroviarias, entre ellas, el ferrocarril transístmico que uniría el Golfo y el Pacífico. La migración de chinos a nuestro continente fue motivada por la difícil situación en que se encontraba su país. Las condiciones internas de China eran deplorables a causa de las constantes presiones políticas y económicas de las potencias europeas para controlar el país y así convertirla en una colonia receptora de su producción. El gobierno mexicano alentó la llegada de chinos como trabajadores en la construcción del ferrocarril de Tehuantepec fecha en la cual arribaron 500 coolies. De esta manera empezaron a llegar contingentes de chinos a nuestro país, posteriormente fueron alentados por una legislación favorable como el “Tratado de Amistad, Comercio y Navegación” con China en 1890. Según los datos del Archivo General de la Nación; Registro de Extranjeros en México, en la década de 1900-1910, la población china sumaba 3,442 habitantes, de los cuales, un treinta por ciento se quedaron en el Istmo de Tehuantepec una vez finalizado el tendido de las vías férreas. Durante el tiempo de la construcción se establecieron plantaciones de tabaco, café, algodón y caña de azúcar en la cuenca del Río Coatzacoalcos, lo que orilló a que decenas de familias decidieran establecerse en este lugar que además de trabajo, ofrecía alimento en abundancia. Años más tarde, sus descendientes se integraron a la actividad comercial de la ciudad abriendo negocios cuyo giro principal eran restaurantes y cafeterías. Por su parte los coreanos que en su mayoría estaban conformados en familias de campesinos, arribaron al Puerto de Salina Cruz en el año de 1905, con la esperanza de llegar a la llamada “Tierra de Promisión” y el objetivo de ganar dinero para regresar a casa. Se lanzaron a la aventura tras padecer una larga sequía en la aldea donde vivían que los dejó sin alimentos; es así que vendieron cuanto les quedaba para juntar el pasaje o la “cuota” de toda la familia, incluyendo niños y ancianos. No obstante, fueron víctimas de un engaño pues fueron recibidos como esclavos para trabajar en las haciendas henequeneras de Yucatán. Al llegar los llevaron al tren con destino al Puerto de Coatzacoalcos donde se haría el transbordo a un buque con rumbo a Puerto Progreso. El Gobierno de Corea, al enterarse de su precaria situación hizo varios intentos infructuosos para apoyarlos en su regreso al país. Al terminar los cuatro años de contrato y encontrarse nuevamente libres, se sorprendieron con la noticia de que no podían regresar a su patria por la ocupación japonesa. Entonces formaron varios grupos con el objetivo de encontrar un trabajo que les ofreciera una mejor calidad de vida. Algunos viajaron a la isla de Cuba a trabajar en las plantaciones de caña de azúcar pero la visión de un lugar que habían conocido en su travesía, muy semejante a su pueblo de origen, los hizo regresar al pueblo que en aquel entonces le llamaban La Barra. [Aquí se establecieron en la orilla del río y muy cerca del mar; levantaron sus casitas como pudieron, con madera y palos que recogían en las orillas de las aguas que las corrientes turbulentas arrojaban a la tierra; a nadie pidieron permiso para hacerlo, porque nadie vivía cerca de ahí y había demasiado espacio, cierto era que estaba lleno de zacate, nopaleras, rompe-platos, higuerillas y chintules, pero ellos se encargaron de limpiarlo y así se formó la colonia de los Coreanos, que después se llamó “Barrio de las Escolleras”. - La Colonia Coreana se instaló donde ahora son las calles; por el Norte, la calle de Madero; por el Sur, la calle Díaz Mirón; por el Este, el Río Coatzacoalcos y por el Oeste, la calle Corregidora. – Empezaron a trabajar en lo que sabían; pescar, ya que la tierra arenosa y cálida de Puerto México no era propicia para la hortaliza. – Pescaban con atarrayas, tendales, viveros, espineles y cordel con anzuelos. Tejían sus redes de cáñamo y las atarrayas con hilo blanco de carrete, cuando estaba lista, la empapaban con sangre de toro que recogían en baldes en el viejo rastro de matanza y una vez que estaba seca la sangre, cocían la atarraya a vapor; para completar le añadían unos plomos confeccionados por ellos mismos. Los tendales o chinchorros también llevaban plomos y corchos, los plomos para que bajara la red a tierra de un lado y el corcho para que flotara sobre el agua. Los corchos los hacían con palos de “jonote” que cortaban en los montes de Allende y Pajaritos.] (5) U 16 V
Pánfila Chee Reyes Descendiente de inmigrante coreano
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Al conmemorar el Gobierno de Corea los 100 años de la inmigración de los 1033 coreanos que arribaron a tierras mexicanas, en el año 2005, se conformó en Coatzacoalcos la Asociación México-Corea, de la que forman parte los descendientes de la otrora Colonia Coreana de “La Barra”, para preservar tanto su identidad cultural, como para promover y difundir su historia, costumbres y tradiciones. -*-
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“HACER LA AMÉRICA”
[“Riad Halabí era uno de esos seres derrotados por la compasión.(…) Había llegado al país a los quince años, solo y sin dinero, sin amigos y con una visa de turista estampada en un falso pasaporte turco, comprado por su padre a un cónsul traficante en el Cercano Oriente”.] Este pasaje, tomado de la novela Eva Luna, publicada en 1987 por la escritora Isabel Allende, nos habla de un personaje que bien puede representar la imagen de los cientos de inmigrantes que llegaron a nuestras costas con la intención de “hacer la América”. La inmigración árabe hacia América empezó a finales del siglo XIX, se desarrolló a lo largo del siglo XX, llegando hasta nuestros días. Los primeros árabes llegan a finales del siglo XIX. Son emigrantes cristianos u ortodoxos que vivían en territorio ocupado por el imperio otomano. Países como Siria, Líbano y Palestina fueron dominados por los turcos desde 1516 hasta 1917. Existen testimonios que cuentan que los turcos maltrataban a los sirio-libaneses y trataban de mantener al pueblo ignorante y analfabeto para ejercer un control total sobre estos pueblos. Esta situación fue la que los llevó a tomar la decisión de abandonar su país en busca de un mejor mañana. Las familias vendían todo cuanto tenían para conseguir que sus hijos obtuvieran un pasaje hacia otros países. Así es como empieza una emigración masiva de jóvenes solteros, que animados por los relatos en los que se hablaba de las grandes maravillas que existían en el continente de todas las oportunidades, se embarcaron hacia América. Debido a la invasión otomana, los emigrantes partían con un pasaporte turco. Esto causó confusión en los países de destino en donde recibieron el alías de “turco”. Este sobrenombre aún se utiliza para referirse a los sirio-libaneses. El principal destino de estos emigrantes era Norte América, seguida de Argentina, México y Brasil, países que representaban una protección contra todo tipo de persecución étnica y religiosa. Las primeras actividades de estos recién llegados fueron muy restringidas debido a la ignorancia del idioma español. La venta ambulante fue su principal actividad. Empiezan vendiendo cordones, telas y mercancías variadas. Al ver que las ganancias eran importantes empezaron a abrir pequeños almacenes en donde vendían los mismos productos de mercería. Al establecerse se ven en la necesidad de contratar a personas que los ayuden en sus pequeños comercios y surgen entonces las llamadas “cadenas de ayuda”. El emigrante enviaba dinero o un pasaje para facilitar el viaje de un miembro de su familia. Al llegar, éste se ocupaba del negocio para así poder devolver el dinero que debía a su pariente. La bonanza y el auge económico de Coatzacoalcos de 1907 a 1913 con las obras de modernización del puerto; la inauguración del Ferrocarril Transístmico; el desarrollo de la industria petrolera en 1908 con la primera refinería de la Compañía “El Águila” en Minatitlán; la explotación de productos tales como azúcar, cacao, café, tabaco, plátano entre otros y el tránsito de hasta sesenta trenes diarios transportando carbón, leña, algodón y madera, era sin duda un atractivo panorama para la llegada de un sinnúmero de inmigrantes sirio-libaneses a principios del siglo XX. Los que llegaban por sus propios medios no se encontraron con las dificultades de los pioneros, pues su adaptación se efectuaba muy rápidamente ya que encontraban a muchos paisanos muy bien instalados y esto les facilitaba la integración en un país con lengua y costumbres diferentes. Para los que decidieron quedarse lo más importante fue tratar de buscar la manera de triunfar económicamente; meta que logran alcanzar gracias a la devoción al trabajo y al dominio del arte del comercio que los caracteriza. La pujanza del puerto les abre oportunidades que ellos saben aprovechar instaurando un nuevo sistema de venta: el “crédito”, estimulando así el crecimiento del consumo y consolidándose como comerciantes establecidos en las principales calles de la ciudad. [Mi papá llegó del Líbano en el año de 1900 con tres hermanos, el más chico, que era el más guapo de todos ellos, murió aquí de fiebre amarilla. Él contaba con sólo con veinte años, era soltero. Aprendió el arte del comercio, ahorró sus centavos y un tiempo después abrió su primera tienda a la orilla del río, donde actualmente se encuentra el U 18 V
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Restaurant “La Flor del Istmo”, pero cada vez que llovía o llegaban los “nortes” se le inundaba su tendajón de madera. Entonces compró un terreno en la segunda calle de Hidalgo, construyó “La Estrella” y empezó a trabajar ahí. Más tarde abrió otra tienda en Minatitlán. Empezaron a llegar más hermanos y primos. Había muy pocos comercios en aquel entonces, casi se puede decir que eran los únicos. La mercancía llegaba por barco desde Nueva York, Roma, Londres y París.] (6) Alejandro Salvador Lotfe Descendiente de inmigrante libanés -*-
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OTROS TESTIMONIOS
Coatzacoalcos se convirtió en la tierra de oportunidades de inmigrantes norteamericanos, europeos y asiáticos conformando una población multicultural y cosmopolita. Comparto con el lector las impresiones de algunos descendientes de aquellos viajeros que consiguieron el pasaje hacia nuestra tierra, con los que tuve la oportunidad de conversar, tiempo atrás, en un trabajo periodístico: [Yo estoy muy orgullosa de la patria de mis antepasados, pero estoy más orgullosa de mi país, México y en particular de Coatzacoalcos porque es la tierra que recibió a mis padres Hideo y Tokiko Kato, les permitió trabajar, formar su familia y los hizo sentir como si estuvieran en casa. Mi papá decía que él fue un niño que creció muy feliz junto a sus seis hermanos, allá en su pueblo natal, en las afueras de Nagoya. El recordaba a sus papás, Tanesaburo y Haru, mis abuelitos, siempre trabajando. En Japón, desde entonces, el estudio era obligatorio. Me platicaba que él y sus hermanos tenían que caminar varios kilómetros para llegar hasta donde estaba la escuela, a veces con lluvia, otras con nieve o bajo el ardiente sol, pero ellos no podían faltar a clases. Al terminar la carrera de comercio, recibe la invitación de venir a trabajar a México por parte de un pariente de mi abuelo que residía en Coatzacoalcos. Así que a los 19 años toma la decisión de venir a probar suerte, por cierto que fue el único de los siete hermanos que se aventuró a conocer otros horizontes.] (7) Teresa Kato de Valdés Descendiente de inmigrante japonés. [Cornelius, miembro de la numerosa familia Veersteg, nace en Holanda en el año de 1919 y siendo muy joven le toca vivir las crueles vicisitudes de la Segunda Guerra Mundial; poco después de terminada la guerra comienza a trabajar en una compañía de remolcadores en Nigeria. El Gobierno de México adquiere una draga con esta empresa y el viaja hacia este país para entregarla. Conoce a Hans Matte y Alex Arens, alemanes, con quienes decide formar una compañía y quedarse en América. Un contrato lo lleva a realizar una obra que consistía en colocar los tretápodos de las escolleras en el Puerto de Salina Cruz. Una vez terminada, fueron contratados para realizar otra obra en el Puerto de Coatzacoalcos, lugar donde los tres deciden establecerse.] (8) Yolanda Zebadúa de Veersteg Viuda de inmigrante holandés. -*-
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AL PUERTO DE LA ESPERANZA
[Antes de nosotros vinieron otros que dicen que fueron conquistadores. Yo creo que no, yo creo que les pasó lo a que nosotros; fueron conquistados; porque en rigor yo nunca me sentí un extraño aquí. Me sentí siempre…no sé…me sentí en mi casa y espero que nadie se sienta o se horrorice de que yo diga esto, pero así es. ] (9) Valentín Mullor Singla Exiliado español.
México acogió a cerca de 25,000 refugiados españoles entre 1939-1942, la gran mayoría llegó al Puerto de Veracruz, durante el gobierno del Gral. Lázaro Cárdenas del Río. El 26 de julio de 1940 llegaron a Coatzacoalcos 600 exiliados españoles a bordo del Santo Domingo, evento estupendamente documentado por Alfonso Vera Canales en su libro “Al Puerto de la Esperanza” publicado en el año 2005, del cual, para concluir el tema, recojo un elocuente testimonio escrito por un agradecido inmigrante a tan sólo cinco días de haber pisado esta tierra. ¡Gracias Coatzacoalcos! Gracias, porque hiciste rico en esperanza a quien llegó a ti huérfano, mendigo de ella. Gracias, porque me enseñaste a olvidar los agravios y amarguras de un pasado atormentado. Gracias, porque ayudaste a que mi espíritu recobrara su valor y mi conciencia su memoria. Gracias, porque diste a mi sangre un nuevo pulso y pusiste en mi alma la pupila de un horizonte nuevo. Gracias, porque devolviste amorosamente a mis labios, con un beso salobre, el acento original de mi vida. Gracias, porque me abriste a la confianza generosa de un nuevo rumbo, injertando en él las raíces de mi destino. Gracias, porque trocaste en llanto el canto; la espina en espiga; el dolor en color…Gracias, a las luces de tu sol y tu mar, de tu luna y de tus estrellas. Puerto de Bonanza…. ¡Puerto de la Esperanza! Gracias, Coatzacoalcos; de frente te digo que tu signo en mi frente llevo y que en mi corazón tu nombre está, más que grabado, tallado. (10) Eulalio Ferrer Rodríguez Coatzacoalcos, 31 de julio de 1940
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BIBLIOGRAFÍA
(1)
(La Verdadera Conquista de la Nueva España/Bernal Díaz del Castillo/ Tomo I Capítulo VI
(2)
2008. RAMÓN FIGUEROLA RUIZ IN MEMORIAM/(La Verdadera Conquista de la Nueva España/Bernal Díaz del Castillo/ Tomo III Capítulo CIX, pág. 158)
(3)
2008. RAMÓN FIGUEROLA RUIZ IN MEMORIAM/ (Historia de Veracruz/ Dr. Manuel B. Trens-Prof. José Luis Melgarejo Vivanco/Tomo III Capítulo III, pág. 437)
(4)
2000/Mirada Viajera/Primera Edición/ Mi viaje a México o el colono del Coatzacoalcos/ Pierre Charpenne
(5)
1992/Revista Vitral No. 7 /La Colonia Coreana del Viejo Puerto México/ Pánfila Chee Reyes.
(6)
2007. Liberal del Sur/ Álbumes Porteños/ Edición de abril
(7)
2007. Liberal del Sur/ Álbumes Porteños/ Edición de julio.
(8)
2007. Liberal del Sur/ Álbumes Porteños/ Edición de febrero.
(9)
1991 Revista Vitral No. 6 /Coatzacoalcos Puerto de la Esperanza/Omar Béjar Gómez
(10)
2005. Al Puerto de la Esperanza /Alfonso Vera Canales
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CURRÍCULUM VITAE
Rosa Lotfe Calderón nace en Coatzacoalcos, Ver., el 16 de diciembre de 1954. Al finalizar la primaria parte a continuar sus estudios en el Queen Mary School de la ciudad de México. Estudia Idiomas y se especializa en gramática inglesa. Participa en talleres de capacitación y adiestramiento en la U.C.E.C.A., obteniendo en 1981 la certificación de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social en la especialidad de: Administración, Ventas, Turismo, Finanzas, Fiscal y Economía. En la rama literaria, su afición por la lectura y su pasión por las letras se manifiesta al participar a la edad de catorce años, en el concurso juvenil de cuento corto convocado por la librería “El Altillo” de la ciudad de México, con el relato “Desde mi encierro” donde obtiene el 2° lugar en el año de 1969. Diez años más tarde, don Rubén Pabello Acosta la invita a colaborar en el recién fundado Diario del Istmo de su ciudad natal, participa en talleres de periodismo y redacción de esta Casa Editorial y escribe en su columna “Desayunos Confidenciales”. En el año 2000 recibe un reconocimiento de la Secretaría General de Gobierno del Estado de Veracruz por el trabajo de investigación sobre Coatzacoalcos para la enciclopedia “Los Municipios de Veracruz”, publicada por el Centro estatal de Desarrollo Municipal. En el mismo año es invitada a colaborar en el periódico “Liberal del Sur” donde escribe artículos anecdóticos y posteriormente en su columna “Resonancias” y el suplemento “Álbumes Porteños”. En 1999 ingresa al Club de Escritoras de Coatzacoalcos y en su gestión como Presidenta (2002 y 2003) realiza la compilación del testimonio y los trabajos de las socias activas en el libro “La Pluma en el Tiempo” y en la edición de la “La Primeria Feria Nacional del Tamal” editados por el H. Ayuntamiento Municipal de Coatzacoalcos en 2004. En 2002 Ingresa al Taller Literario “Bernal Díaz del Castillo” de la Casa de la Cultura y publica en las plaquettes “Toque de Queda”. Es coautora del documento histórico “Ramón Figuerola Ruiz. In Memoriam” (2008) y de los libros “Esos Demonios Nuestros” (2005) y “El Suave Vuelo Circular” (2008) del Taller Bernal Díaz del Castillo. Sus textos y crónicas se publican en la Gaceta Cultural del Estado y en distintos periódicos y revistas locales. Ha participado en diversas ediciones del Gobierno del Estado de Veracruz como “El Encuentro Internacional del Mar” (2005-2007) y Veracruz Fiesta Viva (2010) entre otros. En 2009 obtiene el Nombramiento de “Ciudadana Distinguida” otorgado por el Gobierno Municipal por su contribución a la vida cultural de la ciudad, así como un “Reconocimiento” como promotora de la cultura por parte de los cronistas de la ciudad y ocho asociaciones sociales, culturales y artísticas. Es autora del guión del espectáculo artístico “Aires de Libertad” presentado en noviembre de 2010 en el “Teatro de la Ciudad” y del cuento inédito “El Canto del Zuluzúchil”. Participa activamente en los eventos, homenajes y certámenes literarios que organiza la Casa de la Cultura a la que representa en el (CCCC) Consejo Consultivo Ciudadano de Coatzacoalcos desde 2010.
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LIBROS PRESENTADOS
• Ponga en orden su vida y sea feliz. Controle su entropía. Edgar Hernández Cancino Quintero. 2011 • Apuntes de Endenantes. José Ignacio Ordóñez Rodríguez. 2010 • El libro que no escribí. Luis Madrazo Ledesma. 2010 • No me preguntes nada… Ariel Lemarroy. 2010 • Ramón Figuerola Ruiz. In Memoriam. Documento Histórico. Casa de la Cultura y Club de Escritoras y de Coatzacoalcos. 2009 • El Suave Vuelo Circular. Taller Bernal Díaz del Castillo.2008 • Preludio del Pecado. Francisco Uscanga. 2006 • Al Puerto de la Esperanza. Alfonso Vera Canales.2005 • Índigo Océano. Mauricio Chalons.2005 • Esos Demonios Nuestros. Taller Bernal Díaz del Castillo. 2005 • Coatzacoalcos. Francisco Morosini.2004 • Cambio de Piel. Mercedes Díaz Robles. 2004 • Destellos del Corazón. Nohemí Gil de Vivas. 2004 • La Pluma en el Tiempo. Club de Escritoras. 2004 • Evocando el Otoño. Lourdes Marín de Muñoz.2003 • Saudades. Andrés Bolaños.2003 • Viento de los Cabos. Luis Daccarett.2003 • Fragmentos de un pueblo perdido en el tiempo: Puerto México. María Fernanda . 2002 • El Unicornio Azul. María Fernanda.2002
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Nuestra historia Jos茅 Lemarroy Carri贸n
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EL NOMBRE
La palabra Coatzacoalcos se compone de las voces de origen náhuatl: Coatl, zacoal o tzacualli y la fracción locativa co; además contiene una letra S que sólo tiene una función eufónica. Coatl significa serpiente. En el caso particular se refiere la serpiente cascabel, emplumada, relacionada con la leyenda de Quetzalcóatl. Como se relaciona con una dualidad, la palabra coatl, en su variante cuate, significa también gemelo o mellizo.
Tzacoal, zacoal o yahual, significa base o basamento, apoyo, soporte, promontorio, altar, sostén o pirámide y se ha interpretado también como escondite, guardadero, encierro o recipiente. En el Escudo de la ciudad la pirámide está como una expresión precisa de base o de soporte. Alfonso Caso interpretó el glifo de Teozacoalco como “grande o divina pirámide o basamento” o “Tumba de dioses”. En el caso de Tzacoalco, el nombre primitivo de San Andrés Tuxtla, o Estancia de San Andrés Tzacualco, se interpreta como lugar de encierro, encerradero o refugio, porque ahí se refugiaron, en los comienzos de la colonia, los esclavos negros que huían del trapiche que poseía Cortés en Santiago Tuxtla. Cuando Fray Bernardino de Sahagún relata la formación de las luminarias que habían de alumbrar al mundo, refiriéndose a la Leyenda de los Soles y en particular a la formación del Quinto Sol, menciona que dos dioses tendrían que arrojarse al fuego; ellos fueron Tecuziztécatl y Nanahuatzin, Textualmente dice: “A cada uno de estos dioses se le edificó un promontorio como monte, que ahora llaman tzacualli, en donde hicieron penitencia cuatro días con sus cuatro noches. Desde esos tzacualis, hoy conocidos como la Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna, que están cerca del pueblo de San Juan Teotihuacán, desde esos tzacuallis dijo, salieron los astros de esos nombres”. “En esa penitencia sobre los zacoalis, hubo pelotas de heno y de oro, espinas ensangrentadas de maguey y de coral y el copal encendido que se ofrendó (gópal shíhuitl) era muy bueno, dio humo espeso y perfumado y subió con las oraciones al cielo”, dijeron los ancianos supervivientes aztecas a los que estaba interrogando. Cuando hubo que formar a la tercera luminaria del cielo, el lucero de la mañana, otro dios tuvo que sufrir el sacrificio del fuego y desde aquí, del Tzacoal de la serpiente, Quetzalcóatl se elevó a los cielos. La palabra yahual aún sigue viva en los pueblos de esta zona en donde quedan residuos del idioma U 27 V
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mexicano, como Jáltipan, Coacotla, Oteapan, Cosoleacaque, Zaragoza, Pajapan y otros lugares circunvecinos; ahí se llama en forma habitual “yahual” al lienzo suave y enrollado que se ponen las mujeres sobre la cabeza para cargar el cántaro del agua. Ahora posiblemente ya no se vea, pero todavía se tiene el recuerdo de cuando las mujeres se bañaban en los pocitos al aire libre, sin asomo de malicia, y de regreso llevaban a casa el agua en un cántaro que cargaban sobre la cabeza. Para lograr estabilidad, para suavizar y amortiguar la carga, se ponían bajo el cántaro un rodete suave, enrollado, como un arillo, una rodela blanda; eso es el yahual y lo siguen usando las vendedoras de frutas que llevan una canasta en la cabeza; ahí esa palabra yahual es de uso corriente. El espectáculo inocente del baño al aire libre junto a los pocitos naturales se ha perdido; ya no se ve a ninguna mujer regresar con el cántaro de agua en la cabeza, pero afortunadamente hay otro elemento que mantiene vigente al yagual: es la jícara de popo. El popo es una bebida prehispánica de tipo ceremonial. Su nombre significa humo y se llama así por ser espumoso. Es una bebida de carácter ritual, hecha para servirla sólo en acontecimientos importantes; en celebraciones, se prepara con agua, maíz, cacao y un componente que lo hace espumoso, un bejuco tierno: el ashquiote, si es elaborado según el estilo náhuatl, o el chopipi, si es preparado a la usanza popoluca. Actualmente lleva azúcar; antes se tomaba sin endulzar. Si se cumple con el ceremonial debe servirse en jícara, llamada zacoal en náhuatl, pero ésta, al quedar bien llena y rebosante de espuma, se derramaría si directamente se le pusiera sobre la mesa. Para evitarlo, se coloca sobre unos arillos especiales elaborados con un bejuco igual al que se usa para hacer las canastas, una variedad de mimbre, bambú o caña de otate que abunda todavía en la región. Ese aditamento también se llama yahual. El que se usa para el cántaro de agua es suave y blando; el que se usa para la jícara es rígido y resistente. La palabra yahual ha tenido más relación con el conjunto del popo; se extiende por todo él, se modifica y amplía su significado. De yahual se forman las palabras chicalé, jicali y jícara; en Papantla a la jícara se le llama tzacuali. Chicalé es un recipiente de tamaño grande, más resistente, de paredes gruesas y de forma alargada; la jícara es más elegante, armoniosa y de paredes delicadas, acorde con la bebida a la que va a ser destinada. La raíz es la misma. Tzacualli o zacuali, con doble ele, como la escribieron los religiosos que primero la registraron, con sonido de ele larga, doble, sostenida, pero no con sonido fuerte de ye; su significado es de apoyo, de base, soporte, asentamiento, recipiente, encierro o escondite. La palabra yahuali se usó en otra ocasión con relación a Quetzalcóatl, cuando el más antiguo dios, Ometéotl, procreó a sus cuatro hijos; uno de ellos fue Yahualli Ehécatl Quetzalcóatl; ahí encontramos esa misma voz. Ellos fueron Tezcatlipoca Rojo en el oriente, Tezcatlipoca Negro en el poniente, al sur Huitzilopochtli con el color azul, y al norte Yahualli Ehécatl Quetzalcóatl, con el color blanco. Hay otra referencia que relaciona a yahuali con el anillo o aro de los juegos primitivos de pelota. Está en el Teotihuacán de la Leyenda de los Soles; se relaciona con el paso de Venus por el disco solar. El astro humanizado, Quetzalcóatl, se llenó de pecados y se purificó arrojándose al disco solar. En un momento el astro, Venus, se apoya en el yagual, el aro del juego de pelota que es el anillo solar y pasa purificándose. Según los Anales de Cuauhtitlán eso ocurrió en un año lleno de magia pero verídico: Año Cé Acatl, como el año Cé Acatl en que Moctezuma confundió a Cortés con Quetzalcóatl, porque la llegada de los españoles a San Juan de Ulúa ocurrió en 1519, año Cé Acatl en el calendario indígena. Quizás por eso, todo lo relacionado con el yahual conserva algo de admiración, respeto o consideración especial. El agua de cántaro se usaba para tomar, o para hacer los alimentos, nunca para usos vulgares, para los cuales había otras formas de acarreo. Junto a los pocitos crecían unas plantas que daban unas flores que recuerdan el culto a las mariposas y a Xochiquétzal; les llaman palmónes o papalsúchil; aún existen, no se han extinguido; en Tabasco se conocen como las Blancas Mariposas que, con melodía, son el himno y flor de ese estado. En Jáltipan y la región hay dos tipos de estas flores: la blanca y la que es más apreciada y más afín a la ofrenda; la amarillenta o dorada que es más olorosa. La mariposa se relaciona con Quetzalcóatl por el símil de la serpiente que se transforma en estrella y la transformación de la oruga o cuétano, en algo sutil que se eleva. El popo no es una bebida hecha para saciar el hambre ni la sed, sino para celebrar, conmemorar o festejar; es ceremonial. Lleva teobroma cacao, alimento de dioses, quienes le dieron este nombre así lo U 28 V
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reconocieron. Todo está ennoblecido por el conjunto del bejuco, el yahual, la jícara y la espuma. La jícara de popo rebosante es el símbolo, glifo o emblema del nombre de la ciudad: el bejuco es la representación de la serpiente, el yahual es el apoyo, la jícara el recipiente donde ocurre la transformación, y el popo o humo es el espíritu que se eleva; así se entendió antes. Roberto Bencomo y Gutierre Tibón veían en el nido de la zacua cuánta capacidad de protección o escondite tenía y su relación con el nombre del pájaro y el de la ciudad. Otra parte de la palabra es Co; significa el lugar en donde ocurre la referencia. Es la traducción al náhuatl de la conjunción copulativa “en”. Hay además una letra S que no tiene razón de ser. Es posible que haya aparecido como un rasgo de elegancia en las caligrafías de la Colonia, pues ya se han localizado documentos de fines del siglo XVIII en que aparece el plural. Oficialmente aparece en el decreto de la fundación del Puerto de Coatzacoalcos del 8 de Octubre de 1825. La palabra Coatzacoalcos quedó en el año 999 de nuestra era como una constancia de que, lo de Quetzalcóatl, ocurrió aquí. Coatzacoalco (sin S) ha sido el nombre del río. Fue el nombre de la población a la cual los españoles llamaron Villa del Espíritu Santo a partir del ocho de junio de 1522, y que hoy se llama Barragantitlán. Con motivo de los descubrimientos derivados de las excavaciones del túnel sumergido en octubre del 2007, que ponen de manifiesto indiscutible la existencia de una ciudad prehispánica en la hoy Villa de Allende, más antigua que la encontrada por los españoles en 1522, cabe la posibilidad de que lo que ellos encontraron fue un traslado de la original, conservando el mismo nombre de Coatzacoalco. Fue el nombre de una de las cuatro provincias o Mitras que formaron, por Cédula Real del 20 de febrero de 1534 a la Nueva España, las cuales fueron: México, Michoacán, las Mixtecas y la de Guazacualco. Desde el 8 de octubre de 1825 es el nombre de este lugar, Coatzacoalcos, ya con la letra S al final; es el nombre de lo que era la congregación de La Barra y que es la actual ciudad; con un intervalo de 1900 a 1936 en que se llamó Puerto Méjico, con jota en lugar de la equis, para el uso internacional. Hubo el proyecto de ponerle el nombre de Ciudad Colón. Desde 1881 es el nombre del Municipio, que lo conservó en el intervalo en el cual la cabecera se llamó Puerto México. Isla Juliana es el nombre del lugar donde se aposenta la ciudad. Puerto era la mención regional y Puerto Nigua o Puerto Niguas —aunque no somos muy afectos a silbar las eses— fue el mote anterior a la pavimentación y al DDT. Se llamó Ciudad de las Avenidas hasta que el progreso rompió el trazo perfecto de sus calles. Sigue siendo La Llave del Sureste, aunque nadie lo sabe. Los conquistadores no oyeron bien la palabra Coatzacoalco, la pronunciaron distinto y la escribieron mal. Guazacualco fue el nombre más usado por ellos. Coatzacoalcos significa: “En el Zacoal de la Serpiente” La traducción literal es “El lugar de la serpiente”; la traducción más socorrida aunque incorrecta es “lugar donde se esconde la serpiente”, o “escondite de culebras”. La traducción libre del nombre, no literal, es: “Lugar desde donde Quetzalcóatl subió al cielo convertido en estrella”.
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COATZACOALCOS
NOMBRES Y LUGARES Coatzacoalcos ha estado en dos sitios distintos y su nombre no ha sido siempre el mismo. Primero estuvo en un lugar muy retirado de la costa y en la otra margen del río. Después ocupó el lugar que tiene ahora, en esta orilla y junto al mar.
COATZACOALCO
. El primer asentamiento estuvo a más de veintidós kilómetros de la bocana, en la margen derecha del río, en lo que ahora es la congregación de Barragantitlán, del municipio de Ixhuatlán del Sureste, muy cerca de la base poniente del puente Coatzacoalcos II “Antonio Dovalí Jaime”. Ahí estuvo la primera población de este nombre. En octubre del 2007 las excavaciones para el Túnel Sumergido revelaron que en Villa Allende hubo una gran ciudad antigua, que pudo haber sido el original Coatzacoalco. Lo que encontraron los españoles en 1522 vendría a ser un desplazamiento de la misma ciudad. Según la leyenda, la palabra Coatzacoalco se formó hace un milenio, cuando Quetzalcóatl se transformó en estrella. Entonces esa palabra quedó como una señal de lo ocurrido. Para entonces el esplendor de la cultura olmeca ya era historia antigua. La palabra nació en singular, sin la letra “S” final que ahora tiene y que se supone ser un exceso de adorno de la caligrafía colonial. Ese fue y es el nombre del río y fue el nombre del pueblo que encontraron los conquistadores; ellos lo oyeron mal, lo pronunciaron peor y distorsionaron la palabra. En los escritos se encontrarán muchas variantes; la más frecuente es Guazacualco, pero se pueden encontrar todas las deformaciones que se pueda imaginar. Es posible que haya tenido antes otros nombres; uno de ellos es Tzontépetl, otro Yécatl y como nombre antiguo del río se encuentra Cuitlaxcolapan o Cuetlxcolapan o Huetlashcolapan. Algunos autores mencionan a Tlapalan o Huehuetlapalan como nombres de ese punto o de la región, hoy reducidos a Tapalán, existente como una ranchería entre los municipios de Jáltipan y Cosoleacaque. Se ha mencionado también a Pechuguih como su nombre en zapoteco, el cual, según algunos estudiosos del zapoteco, ese nombre tiene significaciones de orden casi esotérico, relacionado con la divinidad, que lo relaciona con Quetzalcóatl. Su historia es grande. En la antigüedad, con uno de sus nombres anteriores, este pueblo fue testigo del florecer de la cultura olmeca y por su río pasaron las increíbles flotaciones de los bloques de basalto conteniendo las cabezas colosales. Se piensa que hubo cuando menos dos naufragios de esas megabalsas, pues se han localizado un gran bloque de piedra en el lecho del río y otro en lecho marino. Coatzacoalco fue pues el primer asentamiento con ese nombre; estuvo en la otra orilla del río y a cuatro leguas del mar. Tiene una antigüedad de más de un milenio y tuvo una duración de más de 500 años. Dejó una leyenda que está por encima del tiempo, la leyenda de Quetzalcóatl.
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Escudo Real de la Villa VILLA DEL ESPIRITU SANTO En 1520 Diego de Ordaz estuvo en ese lugar. En 1522, el 8 de junio, Gonzalo de Sandoval fundó ahí la Villa del Espíritu Santo. Le puso ese nombre porque ese día fue domingo de Pentecostés o día de la Pascua del Espíritu Santo. El río conservó el nombre antiguo y además lo adquirió una de las cuatro mitras o provincias que constituyeron a la naciente Nueva España. Ellas fueron México, Michoacán, las Mixtecas y la Provincia de Coatzacoalco. La cabecera de esta última era la Villa del Espíritu Santo, la cual por cédula real de 1524 tuvo su escudo, el de los dos jaguares apoyados en un arbusto de cacao. Duró poco la Villa: la falta de inmunidad a los microbios que trajeron los españoles, el genocidio de la conquista, las pestes, los piratas (en 1672 Lorencillo la saqueó e incendió), las plagas, las inclemencias del clima, etc. acabaron con ella. Para 1684 la Villa prácticamente había desaparecido. Los indígenas casi se acabaron o huyeron y los españoles se dispersaron en la región. La administración burocrática pasó a Acayucan, que vino a ser la cabecera de la provincia de Coatzacoalco. Pero dejó una gran historia. Ahí se inició el mestizaje del sur de México; de ahí partió la conquista de Chiapas, Oaxaca y Tabasco; muchos apellidos actuales de la región son los mismos que llevaron los fundadores de la Villa del Espíritu Santo. Algunos hechos guardan particular recuerdo: el sabor de las primeras naranjas que nacieron en la América Continental, las cuales fueron sembradas por Bernal Díaz del Castillo cuando en 1518, por un norte, recaló en Tonalá y él mismo las saboreó en 1525 cuando iba en la expedición a las Hibueras. Está registrada la llegada de la Marcaida, la esposa de Cortés, Catalina Juárez, que arribó también a Tonalá lanzada por otro norte; Tonalá pertenecía a la Villa Está el recuerdo conmovedor de cuando Bernal, a su regreso de las Hibueras, horrorizado por el salvajismo y la crueldad con que los españoles marcaban a los indígenas en las mejillas, como se marca al ganado al fuego, con una G o con una R, “quebró” los fierros y así lo avisó a los frailes jerónimos que tenían la autoridad en la isla de Santo Domingo y ellos ordenaron a la Audiencia en México que esto valiera para toda la Nueva España.
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Cuauhtémoc estuvo en Coatzacoalco Y cómo olvidar que en 1524 Cortés pasó por aquí en su expedición a las Hibueras. Venía con la Malinche, nativa de esta región; traía sus vajillas de oro y plata, sus juglares, sus tamborileros, sus danzantes indígenas, chirimías, el huéhuetl y el teponaxtle, un malabarista, un titiritero, venían Fray Juan de Tecto, fray Juan de Ayora, Fray Miguel de Pedraza, cincuenta jinetes, cien soldados, tres mil indígenas y una gran provisión de alimentos, que pronto se acabó. Lo más importante, lo que hay que recalcar muy bien, es que Cuauhtémoc estuvo en la Villa del Espíritu Santo; venía en esa expedición, con los pies lastimados, después de no haber estado en ningún lecho de rosas. De aquí lo llevaron con rumbo a Izancanac, en donde moriría. El bombo de la expedición incluía competencias, torneos, carreras de caballos y danzas que se realizaron en la Villa. Los danzantes indígenas traían y pusieron en escena la Danza de Moros y Cristianos, y aquí, bajo arcos triunfales, estrenaron la Danza de la Malinche, una obra autóctona que se refiere a la Conquista; es una pieza de origen indígena que lleva 480 años, casi 500 de estarse poniendo ininterrumpidamente cada año en Jáltipan, Cosoleacaque y Oluta. La Danza de Moros y Cristianos, en la región, sólo se representa actualmente en Acayucan se refiere a la reconquista de Granada por Isabel La Católica. Los danzantes y autores, o danzautores, a su regreso de las Hibueras tomaron una ruta escondida por la preciosa carga que llevaban. En Ichcateopan estrenaron después la “Danza de la Peregrinación”, que relata la travesía desde Izancanac, en la región de Acalan, hasta el altar mayor de la iglesia de ese lugar, Ichcateopan, en donde depositaron los restos de Cuauhtémoc. Hasta la fecha la siguen representando allá. Esa danza fue una de las tantas pruebas que esgrimió doña Eulalia Guzmán en la discusión por la autenticidad de los restos de Cuauhtémoc. Cuauhtémoc estuvo en Coatzacoalco. Aquí en la Villa, Cortés vislumbró el proyecto de la comunicación entre los dos océanos; Sebastián Vizcaíno lo hizo realidad a principios del siglo XVII, movió cargas de Veracruz al Paso de La Fábrica, que después sería Minatitlán, de ahí por río y al final a hombro de indígenas hasta el Pacífico. Inexplicablemente el virrey lo mandó a Japón como embajador, para que no estuviera inquietando el solar. La Villa desapareció en 1659 quedando un vacío de población. Uno de los colonos franceses en 1830 y Charles Brasseur en 1859, la mencionan en sus libros como un rancho abandonado, pese a que en 1826 el gobernador Barragán decretó que se repoblara el lugar. U 32 V
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El 28 de abril de 1827 el gobernador Santa Anna le dio el nombre de Barragantitlán, en honor del gobernador Miguel Barragán, quien acabó con el último reducto de los españoles en San Juan de Ulúa. En 1853 la Provincia de Coatzacoalcos pasó a ser, por muy corto tiempo, el Territorio del Istmo de Tehuantepec con capital en Minatitlán. Entonces el lugar era conocido como Paso Nuevo. Ixhuatlán del Sureste, la cabecera del municipio al cual pertenece, conserva el aspecto de una villa castiza y antigua; su plazoleta central es muy típica y agradable; tiene una iglesia del siglo XVII con una campana también antigua con fecha grabada y teja marsellesa en su techo, de la que vino como lastre en el siglo XVIII. La población sigue celebrando el domingo de Pentecostés o de la Pascua del Espíritu Santo, como seguramente lo hicieron en la Villa del siglo dieciséis, por la fecha de la fundación. Tiene material para ser un buen sitio de turismo. Actualmente en el sitio que ocupó la Villa, está la congregación de Barragantitlán, del municipio de Ixhuatlán del Sureste. Está en la otra orilla del río y a cuatro leguas del mar. Ese es el punto de referencia de la leyenda de Quetzalcóatl.
LA BARRA, EL FORTÍN El otro lugar, el que ocupa la actual ciudad, es el que está en la margen izquierda del río y pegado al mar. Se dice que está en una isla, la Isla Juliana, porque sin interrupción el lugar está circundado por un límite de aguas formado por el mar, el río Coatzacoalcos, el río Calzadas, el Tliltzapóyotl y el Huazuntlán, con las lagunas del Tepache y del Ostión; es necesario cruzar un puente para poder entrar o salir de la ciudad, o hacerlo por aire. Casi en la desembocadura del río, en lo que hoy es la primera calle de Lerdo, entre Corregidora y Colegio Militar, antes Colón, hay un promontorio, un cerro de arena que siempre ha existido. Ese es el sitio donde nació la actual ciudad de Coatzacoalcos. Desde la Colonia ese lugar fue conocido como El Fuerte. Ese lugar es rico en historia: desde ahí los indígenas vieron pasar a los navíos de la conquista; en la Colonia fue preocupación del virreinato mantener ahí una fortificación contra los piratas franceses, ingleses, holandeses y el contrabando. Fue una elevación desde donde se vieron los múltiples naufragios que hubo y a muchos de los cuales se pudo auxiliar; durante la insurgencia fue punto de interés para uno u otro bando; frente a él se dio la batalla en la cual el navío insurgente “El Patriota”, el primero en ser enarbolado con banderas nacionales, en aquel entonces las de Puruarán; ese navío mexicano derrotó a la goleta española “La Numantina” Desde el comienzo de la Colonia y de la piratería hubo algún resguardo en ese lugar, pero fue hasta 1762 y 1777, con los virreyes Mayorga y Bucareli, cuando realmente se hizo la construcción del Fuerte y se le dotó de artillería pesada. Ahí llegaron los estragos de la invasión americana; el 12 de mayo de 1847 el comandante Perry, al frente de una flotilla con el “Mississippi” al mando, seguido del “Vixen” y el “Scorpio”, el “John Adams”, el “Decatur” y el “Stromboli” comandado por William S. Walker, toda una escuadra digna de mejores causas, destruyó el Fuerte y quemó las cureñas; los americanos destruyeron los cañones, incendiaron y demolieron la fortificación. Como invasores tomaron posesión de Minatitlán, Cosoleacaque y Jáltipan. Se fueron cuando quisieron, pero no arrancaron por esa vez el derecho al libre paso por el Istmo, sino hasta 1853 con el Tratado de La Mesilla, en que sí lo obtuvieron. Fue hasta 1937 cuando el Presidente Cárdenas logró la derogación de la fracción correspondiente del Tratado que les daba derecho de tránsito y de custodia a los americanos, con la anuencia del presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt y el Senado americano, quienes lo aprobaron el 26 de octubre de 1937. El tratado de Mac Lane Ocampo, que concedía lo mismo, no fue aprobado por el Senado americano. Los franceses también pasaron por el Fuerte, primero pidiendo auxilio en 1830 cuando llegaron a la bocana los barcos náufragos de la colonización francesa, de la cual sólo perduran algunos apellidos extranjeros. Después volvieron en 1863 cuando la invasión francesa. No destruyeron tanto en el fuerte, porque ya no había mucho que destruir; se fueron hacia Chinameca, Cosoleacaque y Jáltipan, donde no les fue nada bien: en Jáltipan les mataron al feroz y sanguinario comandante Stoeklim el 14 de agosto de 1863, por lo cual tuvieron que replegarse a Minatitlán, pero en Totoapan, municipio de Cosoleacaque, fueron U 33 V
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totalmente derrotados el 18 de octubre. Los invasores franceses fueron distintos de los norteamericanos; éstos fueron más destructores y no se dejaron vencer; los franceses fueron menos dañinos, fueron derrotados y dejaron descendencia. El lugar era conocido como la congregación de La Barra; en la loma estaba el Fortín que era, como ahora, el sitio oficial del gobierno federal
EL PUERTO El 8 de octubre de 1825, por decreto federal número 461, siendo presidente de la República don Guadalupe Victoria, se erigió el Puerto de Coatzacoalcos. El decreto, como para identificar el lugar, dice entre otros puntos: “Dos. — Se instalará por ahora una Receptoría en el paraje denominado El Fuerte”. El sitio no ha cambiado. Aunque es de arena el lugar, no se lo ha llevado el viento, ahí está, con la presencia del Ejército y la Armada. Lo que sí se ha llevado el tiempo es la memoria del nombre: para nada se le conoce como El Fuerte o La Barra, La Batería o con los nombres que tuvo después: Miramar o El Faro. En 1825, hace casi 180 años, no había ni premonición de la ciudad que sería hoy. Hay magníficas descripciones del lugar, una de 1830 de los colonos franceses, otra de 1859 del abate Brasseur y muchas relaciones más. Lo describen, desde el mar según se acercan, la imponente presencia de los cerros de San Martín y Santa Martha, la serranía llena de verdor y los médanos de arena, más dominantes conforme se acercan a la bocana, sobresaliendo notablemente la loma en donde está el Fortín, una construcción de cuatro paredes gruesas, varias ventanas amplias abiertas al mar, con la batería de ocho o diez cañones de grueso calibre y la torre de la aduana con el asta bandera. Al llegar descubren las cuatro chozas para unos cuantos empleados del gobierno y para algunos pescadores. Arena, médanos y dunas junto a mucha vegetación. En su fundación, el Puerto era sólo una caseta aduanal en el Fortín y unas cuantas chozas en las orillas del río. En 1843 el Puerto de Coatzacoalcos contaba tan sólo con un habitante: Gregorio Díaz. De hecho el Puerto de Coatzacoalcos funcionaba en Minatitlán, o antiguo Embarcadero de La Fábrica, a donde llegaba lo consignado a este lugar. A Minatitlán llegaron los colonizadores franceses en 1830; y en 1860 estuvo ahí la estación de enlace de la compañía Louisianesa de Tehuantepec, a donde llegó el abate Charles Brasseur a bordo del navío norteamericano Guazacualco. El puerto por muchos años lo fue Minatitlán.
CIUDAD COLÓN En 1857 el Presidente Comonfort propuso, como parte del proyecto de un canal, cambiar el nombre al puerto por el de Ciudad Colón, un proyecto que no salió del papel.
MUNICIPIO DE COATZACOALCOS Para la segunda mitad del siglo XIX ya se vislumbraba el auge y hubo gran afluencia de población, por eso, por decreto N° 118 dado en Orizaba por el gobernador Apolinar Castillo el 14 de diciembre de 1881, se constituyó el Municipio de Coatzacoalcos. El municipio constaba de dos congregaciones, la de Coatzacoalcos y la de Tonalá. En enero del 82 se instaló el Primer Ayuntamiento con don Ambrosio Solorza como Presidente Municipal. Poco después, el 8 de septiembre de 1888 hubo el único ciclón de que se tenga memoria hasta la fecha, que haya asolado a la región. Su trayectoria fue totalmente distinta a la de los vientos habituales de aquí. No ha habido otro después. Que no lo haya.
VILLA DE PUERTO MÉXICO En 1900 el progreso seguía, las plantaciones americanas habían proliferado en las riberas hasta bien arriba del río y su movimiento comercial repercutía en el puerto, estaban el ingenio azucarero San Carlos o Constanza, con ferrocarril y planta de energía eléctrica; el Amate, la Perla, la Oaxaqueña, Colombia, Dos U 34 V
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Ríos, las Flores, San Francisco, Sulusùchil y las monterías que desde Tabasco y Chiapas traían madera, café, chicle y otros productos de exportación. Don Porfirio había traído a los ingleses y holandeses, ya no tanto como corsarios como habían venido antes cuando eran piratas, sino ahora como inversionistas del ferrocarril y del petróleo; también vinieron americanos. Comenzaba la gran afluencia de población extranjera, japoneses, chinos y coreanos y la gran migración que llamaron de las “3T” por la que dijeron “llegaron Tecos, Turcos y Tabasqueños” que tan valiosos resultaron; propiamente no era turcos, sino siriolibaneses, les llamaron turcos por la documentación que traían del gobierno de Turquía. Ya funcionaban aquí la aduana y el puerto; aunque los muelles quedaron completamente terminados hasta 1905; había estación de ferrocarril, el proyecto del Templo de San José que sería inaugurado también en 1905, había tres escuelas, un hotel, un hospital civil en formación, oficinas del Registro Civil, notaría, alumbrado público, oficina de telégrafos y había comunicación por cable a Galveston. Curiosamente su cabo terminal, el del cable, quedaba —como lo señala Abel Cobián— precisamente frente a donde están ahora las oficinas de la Televisión por Cable. Entonces, por decreto del 2 de julio de ese año de 1900, firmado en Xalapa Enríquez por don Teodoro A. Dehesa, la Congregación de Coatzacoalcos se elevó a la categoría de Villa con el nombre de Puerto México; el Municipio conservó el nombre de Coatzacoalcos, siendo la Villa de Puerto México su cabecera. Circulaban monedas de plata de ocho reales, tostones de 50 centavos o dos reales, pesetas de veinticinco centavos, moneditas de cinco y diez centavos de plata, onzas de oro y libras esterlinas de fechas atrasadas. Los centenarios de cincuenta pesos salieron hasta 1921, año del centenario de la Consumación de la Independencia; hubo también una moneda de dos pesos en plata semejante al centenario; estas monedas ya no los vio don Porfirio: él había fallecido en 1915, el 2 de julio en París, pero sí vio la morralla de oro de dos, dos y medio, cinco, diez y veinte pesos que circuló en su tiempo. Cuenta don Viriato Da Silveira que el domingo 5 de octubre de 1902 llovió ceniza. Era una mañana clara cuando de pronto comenzó a caer la ceniza, como si fuera un aguacero; todo lo cubrió y provocó el clamor de toda la gente. Se debió a la erupción del volcán Santa María de Guatemala. Otra lluvia de cenizas ocurrió el 28 de marzo de 1982, debida a la erupción del Chichonal en Chiapas. Como en 1902, en el 82 se pudieron recoger botes de ceniza volcánica a discreción. Desde Villahermosa se veía el cielo como si fuera una noche del 15 de septiembre con su pirotecnia. En 1905, el 28 de enero, don Porfirio revisa las obras del puerto y personalmente abrió la llave de un pozo de petróleo en El Chapo. En 1906 se alarma un poco la población porque en Chinameca, Acayucan y Soteapan estalla el brote precursor de la Revolución, encabezado por Hilario C. Salas, Cándido Donato Padua y Enrique Novoa, en el cual Román Marín tomaría la plaza de Puerto México. Sin embargo, el 25 de enero de 1907 vino Don Porfirio a inaugurar el ferrocarril de Tehuantepec, con lo cual todo el comercio mundial estuvo pasando de un océano al otro por el Istmo, mejor que como lo soñó Cortés. Al mismo tiempo que se inauguró el ferrocarril, quedó diseñado el trazo perfectamente urbanizado, geométrico y funcional para una gran ciudad. Lo realizó el ingeniero Alcides Dreumont. En 1908 se inauguró el Faro de Miramar. Este faro reemplazó a otras señales construidas antes. En 1910 pasó el cometa Halley. Algunos lo describían como una penca o palma de coco en el cielo, pero más grande, blanca y luminosa; lo veían con el ánimo lleno de temor, de augurios y de presagios. Había un intenso movimiento comercial, ferroviario y marítimo, los muelles llenos y muchos barcos esperando turno, una floreciente actividad mercantil y una intensa vida social cosmopolita, con fiestas de alto postín con etiqueta inglesa, el Casino Puerto México relucía con brillo de aristocracia.
CIUDAD DE PUERTO MÉXICO El primero de julio de 1911, por decreto N° 14 del Gobernador León Aillaud, la Villa adquiere la categoría de Ciudad, viene a ser la Ciudad de Puerto México. Está en uno de sus grandes apogeos, es la Ciudad y Puerto, la Llave del Sureste, la Ciudad de las Grandes Avenidas. La ciudad estaba o se sentía en todo su esplendor, aunque le hubieran llamado Puerto Niguas. En mucha propaganda comercial, sobre todo extranjera y en particular española, se escribía Puerto Méjico con J, en vez de X. El 15 de agosto de 1914 se inauguró el Canal de Panamá y toda la carga mundial que pasaba por el Istmo U 35 V
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de Tehuantepec se desvió hacia allá con el súbito desplome comercial; afortunadamente ya se iniciaba el auge petrolero, que llegaría a formar el complejo industrial más grande de la América Latina. Eran los años de la Revolución; en julio de 1914 estuvieron en este puerto Victoriano Huerta, Aureliano Blanquet, el Gral. Gustavo Mass, el Lic. Querido Moheno y el Tesorero de la Nación; estuvieron alojados en el Hotel Colón, en donde por las prisas de la fuga dejaron la Bandera Nacional Presidencial, la cual durante varios años fue conservada por el doctor don Armando Castellanos de la Huerta, quien cuando fue Presidente Municipal la donó a la Sala de Banderas de Chapultepec. Huerta y su comitiva huyeron en el vapor alemán Dresden el 22 de julio del 14 con rumbo a Santander y Barcelona, lugares en donde Huerta no encontró acomodo, por lo que se fue a El Paso, Texas; ahí falleció el 14 de enero de 1916. Para Puerto México y la región estos años de 1916, 1917 y el siguiente fueron los más duros; el Gral. Raúl Maldonado con su jefe de Estado Mayor, el coronel Martínez por el lado de los federales y Cástulo Pérez y Álvaro Alor, entre otros, por los rebeldes, impusieron un régimen de sangre y terror, bárbaro por ambos lados. Como si fuera poco, ocurrió el caos financiero del papel moneda; vinieron los billetes grandotes carrancistas, “infalsificables”, los “bilimbiques” que tenían el mismo valor que los “vales” que daban tanto federales como rebeldes “pagaderos en efectivo al triunfo de la causa” y las enfermedades, las que ya teníamos más otras como el cólera y la influenza española que hicieron de las suyas despiadadamente; al final, muchos años después, cuando ya habían cedido esas plagas, llegó la Fundación Rockefeller a poner en orden al paludismo y a los parásitos; sus instalaciones, “la Sanidad” estaban en la primera calle de Juárez, frente al mercado. Si Puerto México andaba mal, los poblados de la región estaban peor, lo cual obligó a muchas familias a concentrarse aquí en busca de mayores garantías; así de Ixhuatlán vinieron los Rosaldo y los Riveroll; de Acayucan los Mortera y los Pavón; de Jáltipan los Lemarroy, Piquet, Alor, Salím, Franyuti y Revoulen; hubo inmigración de Chinameca, Corral Nuevo, los Tuxtlas y toda la región, Si en 1843 el lugar contaba tan sólo con un habitante, el señor Gregorio Díaz, tenemos que aceptar que la población de Puerto México era totalmente inmigrante, venida toda de fuera, una población que apenas comenzaba a retoñar aquí. En esos años de la nefasta Brigada Coahuila hubo un gesto de valor cívico: Julián Padua cayó en manos de esos militares, quienes en la misma cantina en que lo aprehendieron por insultos a la autoridad, lo ejecutaron y se dice que hasta el tiro de gracia le dispararon, y como aún se movía, lo iban a seguir balaceando, cuando don Pedro Rosaldo Palomino intervino y se los quitó con mucha hombría; pese al tiro de gracia aún estaba vivo, lo llevó a su rancho donde lo curó un médico amigo y tuvo aventuras por más tiempo. Años después don Pedro Rosaldo fue Presidente Municipal. En 1920 había luz eléctrica gracias a una planta termoeléctrica. Después vendría el Lic. Don Amado J. Trejo con la Cía. Hidroeléctrica de Minatitlán. . Puerto México fue teatro de la rebelión Delahuertista. El 12 de diciembre de 1923 Benito Torruco, rebelde, tomó la plaza. Fue una rebelión que produjo un inútil baño de sangre, de acciones militares, navales y aéreas. Desde Tacoteno el avión obregonista “El Diablito”, tripulado por Pablo Sidar, bombardeó a los barcos rebeldes surtos en las aguas del Puerto. El resultado fue que don Adolfo de la Huerta depuso las armas ante el contralmirante Hilario Rodríguez Malpica el día 10 de abril de 1924, y salió de aquí en el cañonero Agua Prieta con rumbo a Yucatán. La rebelión Delahuertista cobró innumerables vidas, entre otras la del Gobernador de Yucatán Felipe Carillo Puerto, que se idealizó con la periodista Alma Reed en la canción “Peregrina”, de Ricardo Palmerín. Perdió la vida también el general Salvador Alvarado, asesinado en Palenque en 1924. Él estuvo aquí en 1917 y protegió a la que fue reina del carnaval de Puerto México en 1920, Esperanza Torres Dávila; la defendió de un militar que la asediaba El 6 de agosto de 1924 estuvo en Puerto don Tomás Garrido Canabal; venía de Frontera, Tab. con rumbo a la Capital, para defender su credencial de senador; aquí no tuvo problemas, pero a su llegada a México, en el hotel Iturbide le mataron a tres de sus acompañantes y él recibió tres balazos que sólo le dejaron cicatrices en la piel ¡del cuello! También pasó por aquí César Augusto Sandino; estuvo en la cantina “La Marina” que estaba junto a la licorería de don Sabino Vega Carballedo, cerca del Callejón Brunet; debe haber entrado a tomarse una U 36 V
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copa. Otro día un adversario de don Tomás Garrido se metió a la misma cantina, también a tomar una copa; no se la tomó: sus asesinos no le dieron tiempo. En 1929 la rebelión Escobarista no conmocionó notablemente a la ya sufrida población. Algo impactante en toda la región fue la llegada del Señor de La Salud. Eran los tiempos de la persecución religiosa en Tabasco y aquí un poco menos con el coronel Adalberto Tejeda. Lo sacaron de Mecatepec como si fuera un enfermo, como se acostumbraba allá, en una hamaca sostenida de un palo que cargaban unos hombres. Su llegada fue un secreto a voces que se difundió por toda la región e hizo incontenible la avalancha de fieles que se hicieron presentes. Estaba en el en el pasillo central del templo de San José, protegido por una vitrina grande, mientras una fila interminable de creyentes iba pasando, bajo la vigilancia de los encargados para que no se tardaran y pudiera desfilar toda la multitud que estaba afuera de la iglesia. Aquí también había prohibición religiosa, pero no hubo conflicto. En unos cuantos días la imagen fue llevada a Cosoleacaque. Esto ocurrió en la época del padre Panchito. En los años 30s llegó “El Callao” a Puerto México, un barco con el nombre de un puerto peruano. Fue decomisado por llevar contrabando de madera o de licor y nunca resolvió su condición legal; estuvo anclado mucho tiempo en el muelle siete y cuando comenzó a hacer agua y resultar un estorbo, fue sacado al mar, desde donde los nortes lo arrastraron al lugar que ocupa ahora, formando parte de la fisonomía de la ciudad. Está en su historia, literatura, sobre todo en poesía y más que nada en su paisaje. La intranquilidad que había por la presencia de algunos rebeldes en la región se calmó con la llegada del general Lázaro Cárdenas del Río, quien vino como Jefe de las Operaciones Militares en el Istmo de Tehuantepec. Dejó gratos recuerdos; convivió con las familias del puerto; con su esposa doña Amalia Solórzano bautizó a Manolo, el hijo de doña Conchita y don Manuel Castellanos. Puerto México vivía días promisorios que después fueron recordados con nostalgia. Después estuvo aquí de paso, en 1934, como candidato a la Presidencia. Para entonces los trabajos de construcción del Ferrocarril del Sureste estaban bastante adelantados; así fue posible que en la gestión del licenciado Miguel Alemán, el 25 de mayo de 1950, se inaugurara; para recordarlo se acuñó entonces una moneda de plata de cinco pesos con la imagen del ferrocarril en una de sus caras, y en la estación Unión, entre Salto de Agua y Palenque, se colocó un clavo final “de oro” en las placas que unieron a los rieles en su encuentro, al mismo tiempo se inauguró la carretera que va desde el kilómetro 133 o Estación Chontalpa a Puerto Ceiba, pasando por Cárdenas, Comalcalco y Paraíso, con lo cual se incorporó a Puerto México una enorme área de acción; propiamente ya se incorporó a Coatzacoalcos.
ACTUAL CIUDAD DE COATZACOALCOS El día 8 de diciembre de 1936, por decreto del Estado N° 34, la Ciudad de Puerto México cambió su nombre por el de Ciudad de Coatzacoalcos. La iniciativa de ley la presentó en la Legislatura Local el diputado don José de Jesús Núñez y Domínguez quien, posteriormente en 1944 pronunciara el discurso inaugural de la Universidad Veracruzana en Jalapa. El Gobernador era el Lic. Miguel Alemán Valdés y el Presidente de la República el Gral. Lázaro Cárdenas; el presidente municipal era don Pablo Vidaña. Así viene a ser la gran Ciudad de Coatzacoalcos. Las discusiones por el cambio de nombre fueron casi sismológicas: Puerto México llevaba oficialmente en sí el nombre del país, como no lo tiene la misma nación, la cual se llama Estados Unidos Mexicanos, sin llevar la palabra México. La ciudad se sentía portadora y custodia de ese nombre y por lo mismo dueña de garbo y prosapia. Ni las monedas ni el Escudo ni la Constitución dicen México, como lo ostentaba el nombre del Puerto. Por eso pasó algún tiempo para que se comprendiera que se había rescatado su raíz original. Coatzacoalcos ya estaba acostumbrado a la grandeza: la primera vez que fue Villa tuvo el nombre del Espíritu Santo. El pueblo no usó de inmediato el nuevo nombre sino que siguió con el anterior, salvo en el trámite oficial, y por un tiempo mayor le llamó sencillamente “Puerto”. La ciudad tiene su Escudo: en 1939 la Cámara de Comercio solicitó al ingeniero Manlio Abel P. Dávila que lo diseñara, es el Escudo actualmente en uso. En 1985 la Legislatura lo aprobó con las modificaciones que le hiciera el Cronista de la Ciudad Lic. Roberto Bencomo Estrada. Así se formó Coatzacoalcos, en esos lugares y con esos nombres: Coatzacoalco, Villa del Espíritu Santo, La Barra, El Fortín, el Puerto de Coatzacoalcos, Puerto México y Coatzacoalcos. U 37 V
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A la mitad del siglo pasado, después de los cincuentas, el progreso la proyectó y aún no cesa el estallido; las carreteras, los puentes, Coatza Uno, Coatza Dos, el Calzadas, y las petroquímicas la hicieron el complejo industrial más grande de la América Latina. También después de los cincuenta la Dipasa, de la familia Pavón de Acayucan, desde la esquina de Juárez y Corregidora inició la llegada de las franquicias departamentales que ahora ya no caben ni en Plaza Cristal ni en Forum, convirtiendo al Puerto en una Mega ciudad. En 1940 apenas si nacía una Escuela Secundaria. Hoy tenemos varios Campus Universitarios, muchísimos colegios de primera categoría y muchas instituciones de cultura con una magnífica Casa de Cultura. Ahora es una ciudad sorprendentemente grande, en continuo crecimiento, como si quisiera llegar hasta el cerro de San Martín. Coatzacoalcos es un puerto abierto al mundo, al progreso y al futuro, nacido con el abolengo de la estrella que está en el cielo.
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LA JÍCARA DE POPO
En la entrada a la ciudad, por la carretera antigua, en la Avenida Universidad, está la escultura de la Jícara de Popo. Su significado es interesante. De hecho es como un letrero que dijera “COATZACOALCO”, la forma original de la palabra. Todo se deriva de la leyenda de la transformación de Quetzalcóatl en estrella, ocurrida en este lugar. Para constancia de que eso sucedió aquí, se formó la palabra COATZACOALCO, que en náhuatl significa “En el lugar de la serpiente” o “En el zacoal de la serpiente”, nombre dado al río, a la región y al antiguo poblado.
Además, para representar esa palabra, se elaboró una espuma a la que se le dio el nombre náhuatl de Popo, con acento prosódico en la primera O, (PÓPO), que significa espíritu, humo, espuma, aire o vapor y el cual, el popo, servido en la jícara y puesta ésta en una base especial, forma el glifo o logotipo de la palabra en cuestión: COATZACOALCO. Nuestros indígenas tenían mucha imaginación creativa y tendencia a materializar en forma objetiva algunos conceptos; por ejemplo, al Tiempo, en su medida de 52 años, o XIUMOLPILLI, atado de 52 cañas cada una de las cuales representaba a un xihuitl o año solar, lo representaron con lo que conocemos ahora como “Los Voladores de Papantla”. Al paso del planeta Venus, por el disco solar lo representaron con “El Juego de Pelota”, y a la palabra “Coatzacoalco” la materializaron con la espuma llamada “POPO”. Y es que el popo, hecho con agua, cacao y maíz, como muchas de las otras bebidas parecidas, por ejemplo: el chocolate, el pozol, el chorote, el taxcalate, el pinol, el champurrado, el atole y otras más, el popo se distingue de todas ellas porque lleva un ingrediente que le da una consistencia diferente: lo hace totalmente espumoso. Ese elemento es el retoño tierno de un bejuco llamado ASHQUIOTE, al cual, por su forma serpentina le dieron equivalencia gráfica de serpiente; le llamaron Coatl y pasó a formar la primera voz del glifo. La espuma aparece con la función activa y enérgica del molinillo, el cual tiene el significado froidiano relativo a lo viril, paralelo al de la guía tierna del bejuco, similar al de la vara del Caduceo de la mitología griega, en el cual también están las serpientes, ahí haciendo ellas el papel de yahual. U 39 V
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El popo y el chocolate prehispánico se distinguen únicamente por la presencia de la guía tierna del axquiote El popo sin el ashquiote es lo mismo que el pozol o el chocolate original, chocolate prehispánico sin leche ni azúcar. El chocolate actual, el superviviente de la mística del cacao, es otro; ese es el “chocolate a la francesa”, inventado por las monjitas de Morelia cuando las visitó el Virrey De La Croix; entonces le agregaron leche y azúcar de caña y le quedó el nombre de “a la francesa”. Por el chocolate hubo pleito entre Tabasco y Chiapas, sobre el origen del cacao, por lo que dijo don Marcelino Menéndez Pidal: “Hay dos Credos con sus dos Papas, que si fue en Tabasco o que si fue en Chiapas”. Por el popo no ha habido discusión, tiene su geografía bien definida, pequeña, limitada, únicamente lo que fue la región de Coatzacoalco es en donde se acostumbró. En Tabasco, en la Chontalpa, la capital del chorote, no lo conocen; por el sur sólo llega hasta Texistepec y la Isla de Tacamichapan y por el noroeste hasta Tlacotalpan. Existen algunas migraciones esporádicas y aisladas en Chiapas, Puebla, Oaxaca, y nada más. En ningún otro lugar reclaman su origen. Hay un grupo de gente que no habla mexicano sino popoluca; podríamos pensar que son la gente del popo, ellos lo toman, pero en la elaboración del suyo no usan el ashquiote, sino que usan una fruta de forma esférica llamada chupipi, con lo cual ese popo, también muy sabroso, ya no es el glifo que estamos analizando. El popo es una bebida ceremonial, no se usa para calmar la sed ni el hambre; sólo se sirve en las grandes celebraciones, junto a platillos especiales, como los tamales. Había una fiesta que era de máxima importancia: la fiesta de los días de Muertos, conmemorativa de la Noche de Quetzalcóatl, la noche de la transformación en estrella; entonces se servía popo y hueva de bobo; sólo una vez al año se hacía esa combinación; era la fiesta de Muertos,. El popo se sirve en jícara, llamada TZACOAL en mexicano y la base en que se apoya la jícara también se llama así: ZACOAL o YAHUAL. Ya tenemos entonces COAT ZACOAL, pero como la idea es “En el zacoal de la serpiente”, la voz “En” en náhuatl se dice CO y así quedó formada la palabra COATZACOALCO: “EN EL ZACOAL DE LA SERPIENTE”. Eso es lo que significa la jícara de popo, como si fuera un letrero o un logotipo de la palabra COATZACOALCO. La jícara de popo es rica en símbolos; la jícara misma está descrita en el Pópol Vuh, cuando uno de los gemelos precursores fue decapitado y su cabeza arrojada sobre un varejón seco, éste reverdece convertido en el árbol de la jícara, y esta misma, con su jugo, hace que una doncella se embarace y nazcan los Gemelos Preciosos; eso está deliciosamente descrito en el dicho Popol Vuh.
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El cacao, otro componente del popo, tiene condición divina: es el Teobroma, alimento de dioses; todavía en su cultivo se sigue repitiendo el ritual mítico, en su cultivo se requiere de otro árbol que le dé sombra, el moté o chichihua, que era el árbol que guardaba a los niños que habían muerto y permanecían pegados a los pezones de ese árbol; parte de esa savia o leche escurría y eso alimentaba a los arbustos de cacao cobijados a su sombra. Hasta hoy toda plantación de cacao debe tener esa sombra. De lo sagrado del maíz, ni hablar; de su masa está hecho el hombre. Los españoles cambiaron el nombre Coatzacoalco a la Villa que lo llevaba por el de Espíritu Santo, como una reminiscencia oportuna de “Popo”, que también es Espíritu. La palabra náhuatl zacoal tiene muchas variantes: Tzacoal que significa jícara, tzacualli o chicalé que aún es voz vigente en lugares de ascendencia náhuatl, como Jáltipan, Zaragoza, Oteapan y Cosoleacaque, y que se refiere a una vasija más grande, tosca, más gruesa y resistente. CUAUHCHICALIS eran las piedras que recibían la sangre de los sacrificios humanos, chicalés del Sol Águila. Yahual es una rueda de tela blanda, usada para acolchonar el cántaro o la canasta sobre la cabeza, o es rígida como la que se usa de base para la jícara del popo. Otras voces, como matayahual la llevan implícitas; matayahual es el aro con red para pescar o con red más grande para servir de cuna colgante de los niños. La variante más importante de esa palabra está en el nombre mismo de Quetzalcóatl, Yahuali Ehécatl Quetzalcóatl; él es uno de los cuatro dioses cardinales, con el color blanco en el norte; los otros dioses eran Tezcatlipoca Rojo en el oriente, Huitzilopochtli en el sur con el color azul, y Tezcatlipoca negro en el poniente. Eso según la versión azteca que nos dejaron Tlacaélel e Izcóatl cuando reescribieron la historia, pues antes eran los dos Tezcatlipoca, el Rojo y el Negro y los dos gemelos, Quetzalcóatl y Xólotl, como lucen ahora: Quetzalcóatl, el lucero de la mañana en el oriente; y Xólotl el lucero de la tarde en el poniente. Huitzilopochtli, entonces, andaba sobre las espaldas del sacerdote Tenoch en la Peregrinación Mexica. No estaba en el cielo sino hasta que Tlacaélel lo puso allí. Tzacoal se traduce como pirámide, promontorio, altar, apoyo, base, recipiente, escondite, encierro, mesa, sitio, cama, etc. Un sinónimo de zacoal fue el petate y tuvo una gran jerarquía simbólica; era también un elemento que separa del suelo y eleva; en él se nacía, ahí se amaba, ahí se curaba y se aliviaba, o se moría y al final servía de mortaja; por eso en los códices fue un símbolo de dignidad y jerarquía, pero eso no lo libró de la grosería del piropo: “Buena para el metate y más buena para el petate”, ni del dicho más lépero y procaz de “romper géneros y arruinar buenos petates por razones de gusto”, o algo así. “Jícara” es una voz de formación posterior; el náhuatl no tiene el sonido de la letra erre. En náhuatl la jícara es Tzacoal; el aro de apoyo es yahual. La escultura muestra a la jícara de popo sostenida por las manos de una mujer joven. Es una realización excelente del escultor Rigo Ramírez Villalobos; es una obra magnífica llena de superlativos, perfecta en todos sus detalles. La joven corresponde a las nativas típicas originarias de la región, vestida con su traje de gala original que consistía en el refajo ajustado y un ceñidor tejido, tal como todavía las pudimos ver en Jáltipan hasta antes de la llegada de los azufreros y en Cosoleacaque, Oteapan, Zaragoza y Coacotla hasta varios años después de llegar la carretera. Un velo de ingenuidad, inocencia y belleza las protegía. En los pocitos de Jáltipan únicamente el pudor y el aire libre las cubría. Ahora las seguiremos viendo en el logotipo del nombre de la Ciudad. Esas prendas eran hechas en Cosoleacaque; ahí había telares domésticos donde se tejía la tela con hilos de colores. Eran muy sencillos: cuatro varas de madera, dos de ellas con la inserción de los hilos, otra separaba los espacios y otra era la conductora del hilo, un extremo de los hilos sujeto a un poste, el otro a la cintura de la tejedora, una tonelada de paciencia y hoy de nostalgia por el candor de nuestros orígenes. Todavía por los años cincuenta del siglo pasado se pudieron filmar en Cosoleacaque. La escultura salió perfecta, tiene las medidas adecuadas, pero uno de los admiradores insinuó que había ocurrido como cuando en la época de la tiranía soviética un escultor ganó el concurso del homenaje a un escritor ruso: esculpió a Stalin, imponente, grandioso, sentado con un librito en la mano; la obra se llamó “Leyendo a Dostoievski”; o como en la pintura famosa de un colega de Salvador Dalí, llamada “La palmera”, la cual, la palmera se ve allá en pequeño, a lo lejos, entre los pasos de la novia del pintor. Aquí el escultor le dio el equilibrio perfecto a su obra. La jícara ocupa su lugar en lo más alto, llamativo, importante. El zacoal, el soporte que mantiene a la jícara es la mujer, es la Ciudad, es la Popera que resultó U 41 V
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magnífica, ubérrima, perfecta digno elemento del logotipo del nombre de la ciudad. Una escultura bien hecha. Tiene una placa con la traducción de la palabra COATZACOALCO que es: “En el Zacoal de la Serpiente Emplumada”, “EN EL LUGAR DESDE DONDE QUETZALCÓATL SE ELEVÓ AL CIELO CONVERTIDO EN ESTRELLA”. La escultura nos dice que ese lugar es aquí.
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LA FECHA
En 1972, con motivo de los cuatrocientos cincuenta años de la fundación de la Villa del Espíritu Santo, la fecha fue el tema de investigación entre las personas interesadas en la historia, entre las cuales estaba don Ramón Figuerola Ruiz y el licenciado Roberto Bencomo Estrada, quienes ya desde mucho antes trabajaban en eso; para ello contaban con la amplísima biblioteca del licenciado Bencomo y muchas relaciones personales de amigos eminentes, como el profesor José Luis Melgarejo Vivanco, Alfonso Medellín Zenil, Roberto Williams García y Gutierre Tibón, entre otros, que estuvieron varias veces en este puerto.
Gonzalo de Sandoval Se aceptó que la fuente verídica estaba en la Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo y que la fecha estaba en relación con la celebración de la Pascua del Espíritu Santo, la cual siempre ha sido una fiesta movible y conmemora el descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles cincuenta días después de la Pascua de Resurrección, con lo cual adquirieron ellos la luz de la expresión y comprensión: podían ser entendidos en el idioma de quien lo escuchara, cualquiera que fuera éste; fue el don de lenguas. También se llama día de Pentecostés, del griego pentekostós, pentekostos, quincuagésimo, Shavuos en hebreo, correspondiente al festejo del despertar de la tierra a la fertilidad, siete semanas después de la ofrenda al templo de una medida de semillas, un omer de cebada. Es el mismo día de la revelación del Sinaí, y del descenso de Espíritu Santo sobre los Apóstoles. Es la Pascua del Espíritu Santo. Había que investigar: en qué fecha cayó el Domingo de Pentecostés de 1522. Don Ramón Figuerola pidió al obispo de la Diócesis de San Andrés Tuxtla, doctor don Arturo A. Szymanski, quien asistía al Concilio Ecuménico II, su ayuda al respecto. Don Ramón hizo esta consulta mucho tiempo antes, diez años antes; la carta de respuesta está fechada en Roma el 23 de octubre de 1962 y dice: “En respuesta a su consulta sobre la fecha en que cayó el lunes de Pentecostés de año de 1522, le informo U 43 V
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que, consultando el Calendario Perpetuo Universal de la Iglesia en el Archivo del Vaticano, aquí tiene usted su dato: La pascua de Resurrección del año 1522 fue el domingo 20 de abril, así que Pentecostés fue el domingo ocho de junio, día que se llama Pascua del Espíritu Santo, y el lunes después de Pentecostés fue el día nueve de junio” El Domingo de pentecostés, o sea la Pascua del Espíritu Santo de 1522, ocurrió el día ocho de junio. Contaba don Ramón que cuando recibió la carta, se encontraba en su oficina el representante de las Naciones Unidad en México, el doctor don Miguel de Albornoz, y al mostrársela le dijo: “me ha dado usted una fuente muy valiosa, pues en las Naciones Unidas frecuentemente tenemos problemas como este y dificultades para resolverlos, debido a los cambios de calendario, pero ahora ya sé a dónde debemos dirigirnos”. Teniendo ya la fecha del día de Pentecostés, o sea el día de la Pascua del Espíritu Santo, los problemas siguieron con la interpretación del texto de Bernal Díaz del Castillos; él relata que después de pasar una región admirable en clima, vegetación, y en todo, la región de Los Tuxtlas, llega a la margen izquierda del rio Guazacualco: “y enviamos a llamar a los caciques de aquellos pueblos que eran cabeceras de aquellas provincias y estuvieron tres días que no vieron ni enviaron respuesta”, lo que les hace creer que estaban “de guerra”, en lo que no estaban muy equivocados, pues de paz no estaban ni contentos. “Y después —dice— tomaron acuerdo de venir de ahí a cinco días y trajeron de comer y oro y joyas y dijeron que cuando quisiéramos pasar, que ellos traerían muchas canoas grandes”. Y Sandoval se los agradeció mucho y tomó consejo con algunos de nosotros si nos atreviéramos a pasar todos juntos de una vez en todas las canoas; y lo que nos pareció y aconsejamos, que primero pasaran cuatro soldados y que viesen la manera, que había un poblado que estaba junto al rio y que mirasen y procurasen de inquirir y saber si estaban en guerra, y ante que pasásemos, estuviera con nosotros el cacique mayor que se dice Tochel (o Tochtecutli). Y así fueron los cuatro soldados y vieron todo a lo que les enviamos y se volvieron a dar relación a Sandoval cómo todo estaba de paz, y aun vino con ellos el hijo del mismo cacique y trajo otro presente de oro aunque no de mucha valía”. Luego siguió el motivo de la polémica: que si fue el mismo día o el día siguiente. Bencomo tomó partido por el ocho y don Ramón por el nueve, lo cual hasta fue festinado por la prensa; recuerdo un pie de foto que decía: “Don Ramón dice que fue el nueve, pero ya ven-cómo-no”. Dice Bernal Díaz del Castillo: “primero pasaron el río cuatro soldados que fueron de observadores, volvieron con la relación de que todo estaba de paz, y vino con ellos el hijo del mismo cacique Tochel. Entonces los halagó Sandoval y le mandó que trajesen cien canoas atadas de dos en dos, y pasamos los caballos un día después de la Pascua del Espíritu Santo, y poblamos en el pueblo que estaba junto al río, y era muy bueno para el trato de la mar, porque está el puerto de allí a cuatro leguas río abajo; y le pusimos por nombre Villa del Espíritu Santo. Y pusimos aquel sublimado nombre, lo uno porque en Pascua Santa del Espíritu Santo desbaratamos a Narváez, y lo otro, porque el santo nombre fue nuestro apellido cuando lo prendimos. Y lo otro, pasar ese río en ese mismo día y porque todas aquellas tierras vinieron en paz sin dar guerra; y así poblamos toda la flor de los caballeros y soldados que habíamos salido de México a poblar con Sandoval. Bencomo imagina la ceremonia: el esplendor de la vegetación y el río, los conquistadores victoriosos y la angustia y frustración de los indígenas, con la presencia de un niño de más de un año de edad, de tez más clara, llevado por la joven madre que busca entre los soldados al padre de su hijo, sin encontrarlo, pues Diego de Ordaz no vino en esta expedición. Volvemos a 1972; en un platillo de la balanza está: “Y pasaron los caballos un día después de la Pascua del Espíritu Santo” y en el otro: “pasar aquel río en ese mismo día”. Se gastó mucho tiempo en pláticas con eruditos, discusiones y publicaciones y se concluyó que, por el hecho de pasar aquel río en ese santo día, el Domingo de Pentecostés, o sea el día de la Pascua de Espíritu Santo, que fue el ocho de junio de mil quinientos veintidós, se tomó esa fecha y por eso se mandó a hacer así la placa conmemorativa que se descubrió el día ocho de junio de mil novecientos setenta y dos Influyó mucho el nombre que se le dio, pero se tomó la fecha, ocho de junio que fue ese día, y no la otra fecha movible, Domingo de Pentecostés, que es el séptimo domingo después de Semana Santa y cada año ocurre en fecha distinta. A una pregunta al profesor Melgarejo Vivanco, sobre la otra frase, “y pasamos los caballos un día después”, el profesor respondió: “Esa fecha que la celebren los caballos”. U 44 V
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Fue así como se consideró como buena esa fecha de la fundación de la Villa del Espíritu Santo el 22 de junio de mil quinientos veintidós. Después hubo otras fechas: En 1534 Coatzacoalcos pasó a ser una de las cuatro Mitras, Obispados o Provincias que conformaban a la Nueva España, las cuales eran México, Michoacán, Las Mixtecas y Coatzacoalco, o Guazacualco, el 8 de octubre de 1825 don Guadalupe Victoria fundó el Puerto de Coatzacoalcos, el 29 de julio de 1826 se decreta repoblar a lo que fue la Villa del Espíritu Santo misma que el 28 de abril de 1827 recibe el nombre de Barragantitlán en honor del Gobernador Miguel Barragán, quien expulsó el último reducto español de San Juan de Ulúa, el 14 de diciembre de 1881 se hace Municipio Libre y en enero de 1882 toma posesión su primer H. Ayuntamiento con don Ambrosio Solorza como Primer Presidente, en 1900 el Puerto de Coatzacoalcos, perteneciente a la Congregación de la Barra pasa a ser la Villa de Puerto México, el 2 de julio de 1911 recibe la categoría de Ciudad de Puerto México. Y el 8 de diciembre de 1936 recupera el nombre de Ciudad de Coatzacoalcos.
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PENTECOSTÉS
La Villa del Espíritu Santo se fundó el día 8 de junio, día Domingo de Pentecostés de 1522. En ese momento Coatzacoalco cambió de nombre, recibió otro, relacionado también con lo divino. El nombre original, Coatzacoalco, lo recibió después de ocurrir la transformación de Quetzalcóatl, Serpiente Emplumada, en estrella, y lo recibió para dejar constancia de ese prodigio, como una marca en el tiempo y en el lugar. Esa sola palabra. Coatzacoalco, señala algo que dominó la conciencia de todo el mundo indígena, y alrededor de lo cual giró toda su creencia; esa sola palabra señala el milagro de Quetzalcóatl: su ascensión al cielo en forma del lucero de la mañana. Eso sucedió en el final del primer milenio, cuando la lucha civil y de conciencia originada en Tula con la participación de sus dioses, motivó la retirada que culminó con el holocausto en la balsa de serpientes. A partir de entonces el nombre Coatzacoalco recordaría el acontecimiento. En 1522 llegó Gonzalo de Sandoval con su gente y después de estar varios días en la margen izquierda, después de parlamentar con los caciques de la región que se habían ausentado y negado a negociar, después de entrar en pláticas, de enviar a unos soldados a que cruzaran el río como observadores y después de que éstos regresaron con un hijo del cacique en prenda, fundaron la Villa y le dieron el nombre de Villa del Espíritu Santo. Explica Bernal Díaz del Castillo que le pusieron ese santo nombre, porque en ese día, Domingo de Pentecostés o día de la Pascua del Espíritu Santo, cruzaron el río, además, porque esa voz, “Espíritu Santo”, había sido el grito de guerra cuando la lucha contra Pánfilo de Narváez y porque también, en un día como ese, dos años antes, fue cuando lo derrotaron. En 1999 el Domingo de Pentecostés cayó el 23 de mayo. En ese año, en Ixhuatlán del Sureste, en la Misa del medio día, el señor Obispo, con una elocuencia sencilla pero clarísima, explicó la grandiosidad de esa celebración y la importancia que tiene para la Iglesia: los apóstoles estaban reunidos, dijo, celebrando el día de Pentecostés, o sea la conmemoración judía que corresponde a las siete semanas posteriores a la ofrenda de una medida de semillas, un omer de cebada al Templo, para festejar la apertura de la tierra a la fertilidad, una celebración ancestral, pero sobre todo, y mucho más importante, los apóstoles se reunieron porque también correspondía a la sacratísima entrega de las Tablas de la Ley en el Sinaí; de repente se oyó un estruendo y aparecieron en el cielo lenguas de fuego que descendían sobre cada uno de ellos. Era que habían sido bendecidos con la presencia del Espíritu Santo, el cual se había derramado sobre ellos y les había dado el don de la comprensión de la palabra, sin importar el idioma que cada quien hablara. Este hecho, que estaba ocurriendo cincuenta días después de la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, constituye por sí mismo una celebración primordial de la Iglesia, es la Pascua del Espíritu Santo. En las efemérides corresponde al Domingo de Pentecostés. El señor Obispo, usando esa misma bendición, explicó con asombrosa claridad que, cuando en el corazón se acepta a Dios, hay comprensión aun cuando no se hable, mientras que cuando no se le acepta, como ocurrió en la torre de Babel, en donde estuvieron en rebeldía contra Él, no hay entendimiento. Esa vez, en Babel, hubo confusión aun cuando todos hablaban el mismo idioma inicialmente. Cubría el altar, en 1999, una gran manta decorada con elegante sencillez: una paloma blanca descendía junto a flamas que también bajaban, y encima, una leyenda que decía: VEN ESPIRITU SANTO LLENA LOS CORAZONES DE TUS FIELES Y ENCIENDE EN ELLOS EL FUEGO DE TU AMOR. Sonaron las campanillas de la consagración y se sentía la misma devoción que llevó a los conquistadores a ponerle ese nombre a la Villa. En aquel momento, en 1522, los conquistadores se olvidaron de toda la destrucción que habían causado y de toda la sangre salvajemente derramada. Estaban llenos de fe, maravillados por el esplendor de la tierra y el momento histórico que vivían, quisieron consagrarlo dándole al lugar el nombre de la fecha tan solemne. Pudieron haber pasado el río un día antes o después, pero el fervor de ese día los atrajo y fue el que marcaron en la historia, con el nombre que le dieron al lugar: “Villa del Espíritu Santo”, ese día, en 1522, hubo Misa con el Santísimo expuesto, el Crucifijo en el pecho y la espada quieta, en su vaina, tan sólo en posición de alerta, los arcabuces callados, la brasa en el sahumerio, el humo del incienso elevándose, la pólvora apagada, los caballos tranquilos. U 46 V
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Hubo sangre, es cierto, pero en todo alumbramiento la hay; en ese momento nació el mestizaje de esta tierra, desde aquí surgió la colonización del Istmo y de todo el Sur con una nueva cultura y una nueva historia: estaba naciendo el Nuevo Mundo. La fantasía de un cronista amigo, el Lic. Roberto Bencomo Estrada, lleva a la Misa de Fundación a una muchacha indígena que va con la esperanza de ver al padre de su hijo, un niñito de tez clara, pero no, no lo logra; Diego de Ordaz no estuvo ahí. El domingo de Pentecostés es una fiesta movible, ocurre siete semanas después del Domingo de Resurrección. Si se tuviera la costumbre de Lolita del Río, que celebraba su cumpleaños los Viernes de Dolores, y lo hacía cada año en distinta fecha según cayera la Semana Santa, así lo estaríamos celebrando nosotros. Por ejemplo en el 2000 cayó el 11 de junio, pero en otros, como en el año 2003 y el 2008, coincidieron la fecha fija, 8 de junio, con la fiesta movible, domingo, como en el Domingo de Pentecostés de 1522 por el cual se le dio el nombre a la Villa del Espíritu Santo. En el año 2010 el Domingo de Pentecostés fue el día 23 de mayo; y en el 2011, el año que está corriendo, la fecha fue el domingo 12 de junio. Actualmente se celebran las dos fechas, oficialmente el ocho de junio con los presidentes de Coatzacoalcos y de Ixhuatlán del Sureste en Barragantitlán y Misa Solemne con el señor Obispo al medio día del Domingo de Pentecostés en Ixhuatlán, aun cuando ese día no sea 8 de junio. Coatzacoalcos siempre ha tenido gran cercanía con lo divino o lo religioso: su primer nombre, Coatzacoalco, lo relaciona con Quetzalcóatl; después se llamó Villa del Espíritu Santo, después, el 8 de octubre de 1825, Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, (Félix Fernández), se puso el manto de la Virgen y con el nombre de Guadalupe Victoria, como Primer Presidente de México, firmó el decreto de la fundación del Puerto de Coatzacoalcos; y el 25 de febrero de 1999, en el estadio Azteca de la ciudad de México, ante la Asamblea de Todas las Generaciones del Siglo, el Papa Juan Pablo II nos recordó que estábamos en el Milenio de Quetzalcóatl. Actualmente se promueve el cambio de nombre a la congregación de Barragantitlán, y devolverle el que tuvo antes: Villa del Espíritu Santo.
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LA PIRÁMIDE
Coatzacoalcos ya tiene su pirámide. Ya la había tenido en el nombre, la voz zacuali, uno de los componentes de la palabra; en mexicano significa pirámide, por lo mismo su escudo consiste en una pirámide con la serpiente en la cúspide, en traducción literal, la palabra Coatzacoalcos o como fue en su origen, en singular, sin la S final, significa “la Pirámide de la Serpiente” La voz zacuali tiene otras acepciones, sin excluirse entre sí. Asimismo tiene varias pronunciaciones, o varios timbres en su sonido que varían en cuanto a las variaciones de su significado.
Para el significado exclusivo de pirámide, varía de zacual a tzacualli o zacualli, la grafía de doble ele, como la escribieron los cronistas de Indias; nunca sonó como suena la Y griega, sino sólo como el sonido prolongado de una ele. En el análisis que hacen diversos lingüistas de la palabra Coatzacoalcos, algunos prefieren la voz Tzacual, aunque según otros, esa T corresponde a la voz Cóat y lo correcto sería zacual, derivado de zacuali. Fray Bernardino de Sahagún, quien hizo la más bella relación de la formación de la Pirámide del Sol y de la Pirámide de la Luna, “en este pueblo de San Juan que está entre Chiconautla y Otumba y que ahora se llama de Teotihuacán” usó la grafía “tzacualli” con el sonido suave de la doble ele, para decir “pirámide” y no hay duda, ahí están las pirámides y por ahí andan todavía, en algunos llaveros, algunas monedas de cobre de veinte centavos, con la efigie de la pirámide del sol. Por eso, por “tzacualli”, como escribiera Fray Bernardino de Sahagún, está la pirámide en el malecón. Él describió cómo se formaron el sol y la luna, y cómo a cada uno de los dioses que se inmolaron se le hizo un monte o tzacualli donde hicieron penitencia cuatro días con sus cuatro noches, y donde hubo espinas de maguey, de coral y de oro, y se incendió la sangre y el copal. Aquí apareció el más brillante de los astros después del sol y de la luna, el lucero del amanecer y del atardecer formado, como en Teotihuacán, por la inmolación de un dios en el fuego; y aquí también se le hizo su tzacualli, el cual se puso en el nombre del lugar para que nunca se olvidara que eso sucedió aquí. U 48 V
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Y lo más importante, que todo esto sirve para recordar el acontecimiento de la leyenda de Quetzalcóatl, que aquí es donde ocurrió y que fue conocido en todo el mundo indígena y por eso es que lleva el nombre que tiene, Coatzacoalcos. La voz tiene otras acepciones con otras desinencias: altar, recipiente, encierro, escondite, jícara, punto de apoyo, yahual, chicalé, etc., pero nunca, como en el Escudo y en el nombre de la ciudad; tzacualli deja de ser Pirámide, la pirámide de la Serpiente Emplumada.
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MILENIO
En el año de 1999 se cumplió el primer milenio del acontecimiento que dio origen a la palabra Coatzacoalco. Ese acontecimiento, la transformación de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada en estrella, dio motivo a que se señalara con ese nombre al sitio en donde ocurrió. Aquel acontecimiento sucedió casi al finalizar el primer milenio, en el año 999 según el Códice Chimalpopoca. Fue en un año Ce Acatl (uno caña) y quedó la promesa de que volvería en otro año también Ce Acatl. En el mismo códice, en la parte de los Anales de Cuauhtitlán, se tienen las fechas de entronización y desaparición del último de los sacerdotes de Quetzalcóatl, Ce Acatl Topiltzin y del tiempo que gobernó al pueblo de Tula. En la visita a México del Papa Juan Pablo II en este año, en el estadio Azteca, en el “Encuentro con Representantes de todas la Generaciones del Siglo”, S. Santidad dijo: “Hace ahora mil años, en el año 999 de nuestra era, el furor de quienes adoraban a un dios violento, diciéndose sus representantes, hizo desaparecer a Quetzalcóatl, el rey profeta de los toltecas, pues se oponía al uso de la fuerza para resolver los conflictos humanos. Al aproximarse a la muerte, llevaba en sus manos una cruz que para él y sus discípulos simbolizaba la coincidencia entre todas las ideas en búsqueda de la armonía. Había transmitido a su pueblo altas enseñanzas: “El bien se impondrá siempre sobre el mal”. “El hombre es el centro de todo lo creado”, “Las armas nunca serán compañeras de la palabra, es ésta la que despeja las nubes de la tormenta para que nos llene la claridad divina”. En estas y en otras enseñanzas de Quetzalcóatl podemos verlas “como una preparación al Evangelio que los antepasados de muchos de ustedes tendrían el gozo de acoger quinientos años más tarde”, dijo Su Santidad. Hay concordancia entre la leyenda y la historia, el regreso de Quetzalcóatl estaba profetizado para un año Cé Acatl como el de su sublimación. Cortés, que para Moctezuma era Quetzalcóatl, el hombre blanco y barbado que regresaba, llegó a Ulúa en 1519. Ya lo esperaban, pues ese era un año Cé Acatl. Si se hacen las cuentas retrospectivamente, quitando atados de años o xiumolpillis, según la cuenta aborigen de 52 años cada uno, al quitar 10 atados o sean 520 años a 1519, fecha histórica no discutible, corresponde a la llegada de Cortés a San Juan de Ulúa; nos da 999, el otro año Cé Acatl que ahora tiene un milenio. La historia se contagia con la magia de la leyenda: hay una cifra, el uno, que resulta cabalística y fatal. El número uno en náhuatl es Cé, como el año Cé Acatl en que nació Quetzalcóatl. El año 999, en el cual se sublima, es también un año Cé Acatl, año uno. El año de 1519 en que llega Cortés a las costas de Veracruz igualmente es un año Cé Acatl, lo cual acobarda a Moctezuma porque cree que es el cumplimiento de la profecía y no opone resistencia, como pudo hacerlo de no haber tenido miedo. De este año de 1999 en que estamos, si hacemos la suma de sus dígitos, el resultado es igual a uno (1+ 9 + 9 + 9 = 28, 2+8 = 10, 1+0 = 1). Este año del milenio es también un año uno, un año Cé en mexicano. Este lugar tiene relación con la divinidad. Su primer nombre fue Coatzacoalco, se relaciona con Quetzalcóatl. Que fue lo divino. Cuando en 1522 los españoles le cambiaron el nombre, le pusieron Villa del Espíritu Santo, de profundo sentido religioso. En octubre de 1825 en que el nombre de Coatzacoalcos pasa a la Congregación de La Barra para formar nuestro actual Puerto; el decreto lo firma don Félix Fernández (José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix), quien se cubre con el manto de la Virgen y lo firma con el nombre de Guadalupe Victoria, Primer Presidente de la República. Y por si fuera poco, quien nos dio luz sobre los mil años de Quetzalcóatl, con lujo de conocimiento sobre nuestra historia antigua, en el estadio Azteca el 25 de enero de este año de 1999 en que estamos, en el “Encuentro de Todas las Generaciones del Siglo” fue Su Santidad Juan Pablo II. U 50 V
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Una relación divina ha estado siempre con Coatzacoalcos. El mundo indígena hizo de ese acontecimiento su máxima celebración anual; cuando llegaron los españoles encontraron la fiesta de los dioses o de los muertos, realizada en los últimos días de octubre y primeros de noviembre con un fervor y sentimiento impresionantes. No la prohibieron, sino que la colocaron en el dos de noviembre, día de Muertos con otro día agregado, el día primero o día de Todos los Santos. Hace poco más de mil años ocurrió el prodigio de Quetzalcóatl, en una noche de tormenta eléctrica en la cual se puede ver en el cielo a la serpiente brillando en forma de rayos, como la que ocurre inexorablemente cada año en los días de la celebración de muertos, cuando el pez de la leyenda, el bobo, baja a desovar y que dio origen a la palabra COATZACOALCO, que significa que aquí fue donde ocurrió eso y que, por lo tanto, tiene la misma antigüedad, un milenio. Hace poco más de mil años apareció en la conciencia indígena un lucero que subió desde este lugar y hace un MILENIO nació la palabra COATZACOALCO.
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INMIGRACIÓN FRANCESA EN COATZACOALCOS
El día 12 de agosto de 1830 el navío La Diane cruzó la bocana del río Coatzacoalcos, sin práctico que lo guiara, pasó entre los restos destrozados de los dos navíos que le precedieron: L´ Amerique y el Hércules los cuales, meses anteriores encallaron al tratar de cruzar la barra, desafiando a los fuertes vientos del norte. En 1831 llegaron otros navíos más, La Glaneuse, La Petit Eugene y el Requin y en 1834 el Príncipe Eduardo.
Don Enrique P. Lemarroy No venían en plan de conquista sino a colonizar, de acuerdo con negociaciones previas, una parte del Istmo de Tehuantepec, una concesión de 500 leguas cuadradas localizada en Boca del Monte, en plena selva virgen sesenta leguas río arriba. Hubo varios factores en ese plan, que no fueron bien valorados y el proyecto adoleció de inconsistencia, falta de elaboración, desconocimiento de la realidad, engaño, imprevisión y falacia. El resultado fue un completo fracaso con un cuadro de desolación, un desastre que se pagó con hambre, dolor, enfermedades y un gran número de muertes que culminaron con el abandono del proyecto. El cementerio de Minatitlán llegó a tener más tumbas que habitantes tenía el poblado. El cuadro de miseria se extendió a los lugares vecinos y aún fue contemplado en la ciudad de Veracruz. Además de lo tormentoso del viaje, el naufragio de tres embarcaciones en la bocana del río, el decomiso por los representantes de la aduana de la mayor parte de sus bienes, el pasar noches a la intemperie a orillas del río, no encontrar los preparativos prometidos sino tan sólo la inclemencia del clima con todas sus plagas, mosquitos, chaquistes, rodadores, jejenes que incubaron sus larvas bajo la piel formando cultivos de gusanos llamados colmoyotes o moyocuiles y la falta de alimentos, sólo produjeron paludismo, dengue, fiebre amarilla, úlceras, vómito negro, hambre, angustia y defunciones a granel. U 52 V
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Doña Sara Piquet El plan de colonización se desintegró, de los ochocientos diez colonos que vinieron, una gran parte falleció, otros se dispersaron de Minatitlán a otros lugares, principalmente a Acayucan, Jáltipan, a los Tuxtlas, a Veracruz y a México. De Veracruz muchos fueron repatriados en la gabarra La Doré, enviada por el gobierno de Francia para rescatarlos; algunos fueron a Boston de donde partieron a su país; pocos fueron a Jamaica en la Diana, y muy pocos se quedaron en la región; son los vestigios que recuerdan ese intento de colonización... Minatitlán fue el centro de referencia del proyecto; ahí estuvo una casona, una galera en donde estaba la oficina de M. Francois Jordán, el nefasto representante de la Compañía de Colonización formada por M. Gabriel Jacques Laisné de Villevecque, el otro cómplice organizador, miembro de la Cámara de Diputados en Francia, quien permaneció todo el tiempo gozando de la vida en París. Desde Minatitlán, los colonos fueron a conocer las tierras otorgadas, eran selva virgen en donde fueron a padecer o a morir y desde donde, los que pudieron, regresaron para tratar de buscar algunas oportunidades de salvación. . Comenzó el hambre, siguieron las enfermedades, las defunciones y el desencanto. No fue de un día, fue definitivo. De inmediato se inició la deserción.
Enrique Lemarroy Flores y doña Tila U 53 V
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Coatzacoalcos prácticamente no existía como población, aun cuando oficialmente el puerto de este nombre ya había sido fundado el 8 de octubre de 1825; de hecho el puerto funcionaba en Minatitlán, por eso los náufragos, cuando estaban a la intemperie en las orillas del río, sólo fueron auxiliados por los habitantes de unas escasas chozas que había en las orillas de la barra, principalmente de lo que ahora es la villa de Allende. Paradójicamente, a pesar del desastre de la colonización en el Istmo, que conmocionó a la opinión francesa y hasta fue motivo de comentarios en la literatura de la época, (Balzac la menciona en su novela “La Piel de Zapa” en donde habla de un personaje sufrido, aniquilado, que está como “esos que regresan del infierno del Coasacoalco”), a pesar de eso, allá siguieron pensando en colonizar en México, y hubo después otro plan de colonización que afortunadamente, tuvo mejores resultados; este proyecto se enfocó a Jicaltepec, en lo que ahora es el municipio de Martínez de la Torre y se formaron las colonias de San Rafael y Santa Rosa, de gran prosperidad hasta la fecha; y no es que allá no haya habido problemas, tuvieron el vómito negro, la fiebre amarilla, las inclemencias del clima y sobre todo, la inestabilidad política del país, pero allá hubo organización, conocimiento del programa y sobre todo honestidad de los organizadores. El 25 de diciembre de 1833 el navío El Águila Mexicana estaba en Jicaltepec, como una avanzada de aquella colonización. Hubo generosidad de parte de los mexicanos: en Minatitlán el señor Baldwin, el señor Martín de Hoyos, los sacerdotes de Jáltipan y de Acayucan, don Bernardo en Corral Nuevo don José Ma. Iglesias de Acayucan, y muchos vecinos más, se significaron por su bondad y así son mencionados en las memorias escritas que se conservan. De ese ambiente de fracaso, pasados los años, a principios del siglo veinte, sólo se encontraban en la región algunos apellidos que recordaban la aventura; por ejemplo los Piquet, el doctor José Manuel Puig Casauranc que fue ministro de Relaciones, de Educación y embajador cuando Calles descendía de ese grupo, los Alor, Beauregard, Jammet, Revoulen, Marquet, los Parisot de Comalcalco, los Lemarroy y los Franyuti establecidos en Jáltipan, que están en los registros de pasajeros del tercer navío, llamado La Diane; los Bremond del primer navío, con Von Rougen de los navíos posteriores, se establecieron en Acayucan, todos estos apellidos persisten en la región, hubo una viuda de Reimond en la Villa del Espíritu Santo aun en 1860, mencionada por el abate Charles Brasseur en las memorias de su viaje por el Istmo, y Remontel, el dueño de una pastelería saqueada en Tacubaya, que casi fue el motivo de la Guerra de los Pasteles, fue colono en el Coatzacoalcos, o trató de serlo. Posteriormente llegaron los apellidos Maitrét, Thomé y Theurel y se establece relación con los Minvielle y Portepetit correspondientes a la colonización de Jicaltepec. Hasta antes del temblor, existían en Jáltipan las casas de don Emilio y de don Enrique Lemarroy y la del Güero Piquet, éste era el abuelo del popular Toni Férez Piquet fallecido hace apenas unos cuantos años. Eran unas casas grandes, de dos pisos, con tejas marsellesas traídas de Europa como lastre en los barcos madereros, eran unas tejas grandes, planas, moldeadas, muy elaboradas, con su sello y marca de origen y pisos rojos, también de Marsella, aquí en Coatzacoalcos aún hay una casa con techo de ese mismo tipo de teja, casi enfrente de la Cámara de Comercio en la calle de Carranza, casi esquina con Revolución.
Don Emilio y Doña Trini (sentados), Trinita, Fani y Emilio de pie U 54 V
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Eran casas de leyenda, con multitud de piezas, corredores y jardines, caballerizas y huertos; eran como una semblanza de lo que hubiera sido la colonia proyectada; eran como bodegas de lo que cultivaban en las fincas, Xochitanapan por ejemplo, la finca de don Emilio producía cacao, castañas, café, achiote, maderas finas, hule, con lo que hacían las mangas de hule para la lluvia, usadas por jinetes y que protegían también al caballo, la lista de frutos era interminable, Paqui, zapotes, mangos, pomarrosa, jinicule, marañón, ciruelas, nanches, caimitos, plátanos, anonas, ilamas, guanábanas, etc. Se cultivaba la caña de azúcar para el trapiche de donde salía el piloncillo con la melcocha previa que hacía el deleite de los menores y mayores, aunque éstos preferían el aguardiente de la caña, en el enorme patio de la casa del Güero Piquet había una cantidad interminable de cítricos, limón real, que era un limón agrio, grande como una naranja, que ya se extinguió; una variedad de toronjas con diversidad de forma, color del interior y sabor distinto; una llamada lima cereza que aún persiste en Tabasco; con ella preparan una conserva en dulce de gran éxito. La producción de café, cacao, miel de abejas y ganado, en mucho salían de esas fincas en los principios del siglo pasado. El temblor acabó con esas casas; lo que respetó fue las tumba de dos hermanos fundadores de una dinastía; están ahí en el panteón municipal; es fácil dar con ellas porque resulta que a don Emilio se le murió un hijo adolescente y para perpetuar su recuerdo, en su tumba se erigió una columna quebrada; el escultor pensó en una vida truncada y así está la columna; el temblor no la modificó; a su lado están las tumbas de los dos fundadores, rodeados de sus esposas e hijos. Es fácil encontrar la columna quebrada que sigue sirviendo de señal, casi de advertencia. Esa es la tumba de los dos fundadores. Los dos hermanos, don Enrique y don Emilio fundaron la prolífica dinastía Lemarroy. Ellos fueron los únicos hijos de doña Estefanía Lemarois y del señor José Casauranc. Ellos fueron los primeros en llevar el apellido como existe ahora. Don Enrique casó con doña Sara, hija del matrimonio que los adoptó a la temprana muerte de sus padres, y tuvieron a Enrique, Ana y Úrsula, que son Lemarroy Piquet; antes tuvo a otro Enrique con doña Fermina Flores, el cual, don Enrique Lemarroy Flores, casó con doña Otilia Carrión y tuvo otra familia con doña Juana Martínez, Don Enrique P. Lemarroy tuvo también a Elodia Lemarroy que casó con don Facho Carrillo. Don Emilio casó con doña Trinidad Franyuti y tuvieron a Emilio, Claudio, Roque, Catalina, Trinidad y Estefanía. Con doña Agustina Sánchez tuvo a Vicente; con la Güera Briseño tuvo a Magdalena.
Don Roque, Doña Simonita y familia U 55 V
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Si descontamos a Úrsula, Emilio, Claudio, Trinidad y Estefanía, que no se casaron, los restantes, don Enrique Lemarroy Flores, don Enrique Lemarroy Piquet, doña Catalina Lemarroy Franyuti, doña Elodia Lemarroy de Carrillo, don Roque Lemarroy Franyuti y don Vicente Lemarroy Sánchez, cumplieron con creces lo que creyeron una obligada tarea: realizar la explosión demográfica como meta de la colonización francesa.
La columna truncada
Teja marsellesa
Casa en Carranza, entre Revolución y Díaz Mirón U 56 V
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LA NOCHE DE QUETZALCÓATL
La transformación de Quetzalcóatl en estrella fue un acontecimiento de máxima trascendencia en la conciencia indígena y dio origen a la más grande de sus celebraciones, la que persiste con más profundas raíces autóctonas, la actual fiesta mexicana de muertos. Eso ocurrió aquí, en Coatzacoalcos; por eso se acuñó esa palabra A un acontecimiento de tal magnitud correspondió una fiesta de igual importancia. No hubo otra fiesta semejante ni que unificara el criterio en cuanto a fecha y abarcara toda su geografía.
La celebración del Fuego Nuevo se hacía cada cincuenta y dos años; debió haber sido la más importante pero no persistió después de la conquista. Era la fiesta de muertos. Era el más esperado y lleno de tremendo simbolismo y riquísimo en su ritual. No se hacía en un solo día, sino alrededor de veinte días, después de mediados de octubre hasta mediados de noviembre. Hoy sabemos que hubo un momento culminante para la celebración; lo hemos llamado La Noche de Quetzalcóatl, la noche de la primera tormenta eléctrica de la temporada, una noche fría, lluviosa y con mucho viento; el primer norte fuerte de noviembre. Lo sabemos por los vestigios de la tradición. La transformación de Quetzalcóatl en estrella ocurrió hace mil años y dio lugar a la mayor conmemoración religiosa en todo el mundo indígena, que nunca ha dejado de celebrarse; era la fiesta de los dioses y también de los muertos. Quinientos veintiún años después, cuando los españoles se enfrentaron a la memoria indígena, se encontraron esa grande y profunda celebración y le sobrepusieron la fiesta castiza de los muertos, en la misma fecha, reducida sólo a dos días, pero no pudieron minimizarla ni borrar las tradiciones que aún persisten bien arraigadas hasta hoy, U 57 V
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Papalsúchil - mariposa En los pueblos que tienen gran ascendencia nahua como Jáltipan, Coacotla, Cosoleacaque, Zaragoza y Oteapan, mantienen vivo el ceremonial de las comidas alusivas a la celebración de los muertos; desde mediados de octubre aparece un hongo, la cuananaga, una variedad del teonanácatl que permite hablar con los dioses y que María Sabina dio a conocer universalmente, que en el ceremonial antiguo solo era consumido por los sacerdotes y en poca cantidad porque era sagrado; la cuananaga (Cóat- nanácatl) se come libremente porque no tiene ningún efecto psicodélico; los tamales “de muertos” elaborados con un frijol que únicamente se cosecha en esta temporada; los tamales de maíz de colores: blanco, azul oscuro, amarillo y rojo, los cuatro colores alusivos. Cada tipo de maíz es de un color y cada tamal, tetamal, es también de un color y hay una gran variedad de platillos, En los días primero y dos de noviembre, se realiza la máxima celebración aparente y entonces se agrega la bebida ceremonial que es el popo, de profundo significado místico. El menú ritual variaba según la geografía así como los detalles de altares y costumbre; el motivo era el mismo. Lo que cierra el menú ritual es la hueva de bobo y la presencia del pez está relacionada con la noche del acontecimiento. El bobo o michícoatl en mexicano, es un pez que vive en los nacimientos del río, en la montaña y baja sólo una vez al año a desovar, inexorablemente en una noche de tormenta eléctrica, fría, con vientos y lluvia. Eso ocurre en los primeros días de noviembre, después del día dos de muertos; es una tormenta eléctrica de proporciones tremendas, con muchos rayos y truenos; es la presencia de Tezcatlipoca con sus espejos luminosos y humeantes, relámpagos y truenos interminables que parece que nunca van dejar de sonar; acude Ehécatl como un viento fuerte y frío, uno de los más fuertes de nuestros nortes, es la dualidad del mismo dios que se está inmolando; Tláloc con toda su lluvia helada y torrencial no logra apagar la pira que encendieron los rayos sobre la balsa de serpientes que se desliza sobre el río, en la que va Quetzalcóatl. Es un estallido y una conmoción en que ocurre el prodigio sideral. De las chispas que saltaron, algunas se lanzaron tan lejos que llegaron hasta Chiapas y Guatemala transformadas en quetzales; otras cayeron en el mar formando caracoles y estrellas marinas, una de las cuales cuelga en el pecho de sus imágenes. U 58 V
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Serpiente emplumada de fuego Es impresionante el estruendo de los rayos y la duración de los mismos, como si nunca fueran a terminar; si se mira hacia arriba se ve el reptar de su línea luminosa y tronante; está la serpiente en el cielo. En ese estallido su corazón se elevó a los cielos y formó el más luminoso de los luceros: Tlahiscalpantecutli que trae la promesa de que el mundo no se va a extinguir, que ya se puede encender el Fuego Nuevo y ya va a aparecer la aurora del Nuevo Sol. En el cortejo venía el pez, su nombre era michícoatl, pez de la serpiente, aunque ahora tiene el nombre nada elegante de Bobo. Vive en unas pozas en las montañas, en los nacimientos del río; sólo viene una vez al año y con la misma se regresa. No se le vuelve a ver en todo el año; algunos lo confunden con el jolote que aunque es muy parecido, tiene características distintas que lo hacen inmundo ante los versículos bíblicos; el jolote es solo un simulacro de Xólotl otra invocación de Quetzalcóatl... Al amanecer del día siguiente del acontecimiento se sabe de su presencia; es la noche en que baja el bobo por eso no se puede confundir esa tormenta con otra, es la única. El mismo pez nos marca el sitio exacto en que ocurrió el prodigio. Lo más preciado de él es su hueva y todo pescador sabe que hay una zona en que está vedada su captura, es una zona sagrada, marcada por la fuerza de Quetzalcóatl. De violar el tabú, la hueva obtenida sólo será una bolsa de atole sin ningún valor, lo cual es debido a la salinidad del agua con relación a la cercanía del mar, lo que desencadena el sistema hormonal del desove. Los pescadores saben que no lo deben capturar en la cercanía del mar, en la zona sagrada donde ocurrió el milagro.
La mítica balsa U 59 V
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El pez nos indica la fecha exacta en el año y nos marca el lugar donde ocurrió el milagro. La tormenta eléctrica en que parece que todas las baterías del cielo se descargan sobre nosotros nos estará recordando que esa es la noche de Quetzalcóatl. Junto a los arroyos y los manantiales para entonces florecen los papalsúchil o flores de la mariposa, las blancas que en Tabasco tienen música y forman el himno del estado o los “palmónes” de Jáltipan que son flores un tanto amarillas, más chicas pero muy perfumadas que son las asociadas a la ofrenda de Macuilxóchitl a Quetzalcóatl. Son flores, pero recuerdan el símil de la mariposa con el acontecimiento, algo que se arrastra, el gusano, la crisálida y que se transforma en algo que se eleva: la mariposa, o la estrella. En la primera noche despejada que siga, en el cielo estará brillando una estrella luminosa: es el corazón de Quetzalcóatl en el zenit nocturno; es Venus, con las Pléyades y Orión mostrando la presencia de la serpiente en el cielo. Este acontecimiento dio motivo a la máxima celebración del año en todo el mundo indígena; ahora la conocemos como la fiesta o culto a los muertos en sincretismo con la celebración cristiana, pero en la que podemos percibir los vestigios y mensajes de la tradición antigua llena de simbolismo y espiritualidad indígena; la fecha fue enmarcada por otros acontecimientos, los mayas erigieron la pirámide de Chichén Itzá para recibir a Kukulkan el 22 de septiembre y el 21 de marzo, para poner en el centro de ese lapso a la Noche de Quetzalcóatl y la llegada de las mariposas al santuario de Michoacán. Al terminar la celebración de los altares de muertos, en la primera quincena de noviembre, inexorablemente ocurre la tormenta de la noche de Quetzalcóatl. La celebración se estará llevando a cabo en todo México, en cada altar estarán brotando los vestigios de la tradición; entre más aislado esté el pueblo más huellas tendrá del pasado, aunque quizás ya quede en el olvido colectivo que se está celebrando el máximo acontecimiento que ocurrió cuando allá en su conciencia apareció una estrella, que es la que se elevó de aquí de Coatzacoalcos y por eso este lugar lleva ese nombre.
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EL LENGUAJE DE LA MALINCHE
Uno de los puntos importantes con relación al lugar de nacimiento de la Malinche es el idioma, o los idiomas que ella hablaba. Cuando la entregan en Tabasco a Cortés, en el grupo de las veinte doncellas que el cacique le regala, el idioma no es ningún problema, las negociaciones se hacen en dos lenguas; hay un traductor, Jerónimo de Aguilar que entiende maya y comprende perfectamente la variante maya chontal, y que por supuesto, habla español, pues no lo olvidó para nada en los siete años que estuvo cautivo en territorio maya.
No hay ninguna dificultad; Jerónimo de Aguilar es la clave de oro en las pláticas entre españoles y nativos, y todo marcha perfectamente bien. La Malinche, entonces, es parte del montón de las veinte doncellas; no se distingue para nada del grupo, acaso llame un tanto la atención por cierta altivez de su porte y de su apariencia, tanto que quizás eso haya influido para que en el reparto Cortés la asigne como algo especial para Alonso Hernández de Portocarrero, un miembro del grupo de los conquistadores que tiene influencias en la corte, y con quien hay que demostrar ciertas deferencias, pero nada más. Jerónimo de Aguilar es el dueño de la situación; qué haría Cortés si no lo tuviera a su lado; qué difícil hubiera sido la situación si no se hubiera contado con su providencial presencia. Fue una valiosa circunstancia haberlo rescatado del cautiverio maya en donde aprendió esa lengua, que ahora le abre las puertas de la conquista. Es la pieza más valiosa para las negociaciones. Sale la expedición de Tabasco; allí va el grupo de las veinte y llegan, en la mañana del Viernes Santo de ese año de 1519 a San Juan de Ulúa. Los tímpanos de Jerónimo de Aguilar están listos para escuchar a los indígenas que se acercan en unas canoas y pasar la información a Cortés. Lo que captan sus oídos ni remotamente lo entiende, choca con una tapia de confusiones, es otro idioma, está cortada la comunicación, no entiende nada, absolutamente nada. Es ahí, en San Juan de Ulúa, ese Viernes Santo, donde suenan los clarines de atención y la historia abre sus telones: aparece la Malinche en toda su grandeza; es entonces cuando ella se presenta, toma su lugar de importancia y se hace dueña de la situación. Ella sí entiende lo que dicen los indígenas en náhuatl, ese es el idioma que aprendió cuando era niña. Fernando de Alba Ixtlilxóchitl describe el episodio, dice: “Y no entendiendo Jerónimo de Aguilar aquella lengua, fue Dios servido de remediar a que este inconveniente, con que se halló una de las mujeres que el U 61 V
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señor de Pontonchán había dado a Cortés, que sabía muy bien la lengua, porque era la misma del pueblo en que nació”. La Malinche se yergue, se impone, le habla fuerte a Jerónimo de Aguilar, lo entendió en náhuatl, se lo dice en chontal, le explica todo y venciendo la sorpresa de Cortés y de todos, el religioso establece la comunicación en español. Ahora ella manda, ella es imprescindible, y ahora la miran, la observan bien, pues no está tan mal físicamente. Cortés reconsidera, mientras la tiene inseparablemente junto a él: ¿para qué se la habrá dado a Portocarrero?, habrá que eliminarlo, enviarlo al otro lado del océano con cualquier recado para su Majestad el Rey; así se hará, así se hizo, pero esta prenda no se aleja de su lado. Por unos días la comunicación se hace en mexicano, maya y español, doña Marina, Jerónimo de Aguilar y Cortés. Pero sólo por unos días más, pues desde que subieron al barco en Tabasco ya el “Castilla” comienza a sonar en los oídos de ella, para cuando lleguen a Cholula y ella sea enterada del complot para eliminar a los españoles, ella misma, directamente, en español se lo dirá a Cortés, sin mediación de Jerónimo de Aguilar. Ahí, en Ulúa, surgió la Malinche; ahora es Doña Marina. La Dama de la Conquista, porque fue la voz de la comunicación. De no haber sabido mexicano, esto habría sido diferente. Ella nació en Painala, en la región del Coatzacoalco, en un pueblo de habla náhuatl. Painala no existe hoy con ese nombre. En el libro de Francisco Xavier Clavijero hay un mapa en el cual aparece ese sitio, por interpolación ese punto, Painala, corresponde a Jáltipan. Del resumen de las informaciones de los cronistas de Indias, quedan como sitios posibles de su cuna Jáltipan y Oluta, Jalisco se descarta porque sólo fue una confusión por el parecido en náhuatl, entre Xalisco y Xáltipan por su relación con la palabra arena en mexicano que está en los dos vocablos. Aun cuando esté en el escudo de Tabasco, nunca se ha pensado en que haya nacido ahí. Veamos las dos posibilidades: en Jáltipan se habló y se habla náhuatl, En Oluta se hablaba y se habla popoluca. Si hubiera nacido en Oluta, no hubiera aprendido a hablar el náhuatl, porque ahí no lo hablaron; a algunos de los varones se les permitía ser bilingües y que en otro lugar aprendieran otra lengua, pero eso no era posible para una niña. De haber nacido en Oluta hubiera hablado popoluca y cuando estuvo en Tabasco hubiera aprendido maya, entonces, al llegar a Ulúa, hubiera quedado tan atónita ante el hablar de los nativos, como el resto de las demás doncellas que no entendían el náhuatl. Pero ella sí sabía mexicano porque nació en Jáltipan; ese es el comprobante de su origen y una de sus llaves del triunfo; otras fueron su inteligencia, su garbo, su espíritu, su grandeza de ánimo, su prestancia, pues además, estaba muy bien formada, maciza, perfecta; estaba “yacti mahuitic tilácti patátic”: estaba muy hermosa. Y es que había sido nutrida con tierra de la buena de Jáltipan: la chogosta.
Su estatua de Oluta, Ver. U 62 V
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OCTUBRE OCHO, ANIVERSARIO DE LA CIUDAD
El día ocho de octubre de 1825, por decreto federal No. 461, siendo Presidente de la República don Guadalupe Victoria y Gobernador del Estado don Miguel Barragán, se fundó el Puerto de Coatzacoalcos. Esa es la fecha de la fundación de esta ciudad. El Decreto publicado en la Gaceta Diaria de México dice: El Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, a los habitantes de la República sabed que el Congreso General ha decretado lo siguiente: 1.- Se habilita el Puerto de Guazacualco en el Estado de Veracruz. 2.- Se establece por ahora una Receptoría en el paraje denominado El Fuerte. 3.- Dentro de un año tendrá efecto esta Ley para el Comercio Exterior y desde su publicación para el cabotaje. Juan de Dios Rodríguez, Presidente del Senado, Ignacio Blanco Presidente de la Cámara de Diputados, Agustín Biesca, Senador Secretario, Pablo Frando Coronel, Diputado Secretario. Por lo tanto mando se imprima, se publique y circule se le dé el debido cumplimiento. - Palacio de Gobierno Federal en México a 8 de Octubre de 1825. Guadalupe Victoria. Presidente de la República. Esa fue la fecha de fundación. El punto de referencia fue el “paraje denominado el Fuerte”, el cerro de arena o médano en donde estuvo el Faro y en donde ahora se encuentran el Cuartel Militar y el Sector Naval, actual esquina de Lerdo y Heroico Colegio Militar, antes calle de Colón; a su alrededor había unas cuantas viviendas rústicas, abajo junto al río había otras escasas chozas de pescadores y otras más en el otro lado del río, en lo que ahora es Villa Allende, eso era todo lo que formaba la Congregación de La Barra, la esquina del río con el mar, todo lo demás eran médanos despoblados. Por eso es que de hecho, el Puerto comenzó a funcionar en lo que era Paso Nuevo o la Fábrica y en esos días recibiría el nombre de Minatitlán; allá estaba el muelle y ahí quedaron las oficinas del Puerto, en la actual primera calle de Hidalgo, en donde está el edificio del DIF, frente al Mercado Hidalgo, allá en Minatitlán. Se dijo que esa calle fue diseñada por el arrastre de las trozas de madera que venían de las monterías y llegaban hasta el muelle en la orilla del río. Como un complemento del decreto anterior, está el decreto federal del 3 de junio de 1826 que ordena fortificar la barra, habilitando con receptoría al puerto de Coatzacoalcos en el sitio llamado El Fuerte mediante edificios para el personal de aduana y resguardo. Se usó la palabra Guazacualco, una deformación de la voz indígena como la oyeron los conquistadores, pero desde entonces, oficialmente se comenzó a usar la palabra COATZACOALCOS, en plural, como la conservamos ahora. Eran los años que siguieron a la Consumación de la Independencia y ya se perfilaba un intenso movimiento portuario, por ahí salía el mejor añil del mundo, el cacao, los hilados y tejidos de los telares domésticos de Cosoleacaque, las mangase de hule de Jáltipan y Oteapan, los productos de cestería y palma, la magnífica cerámica de Oteapan y Oluta con sus ollas y comales que brillaban por los puntitos de oro de su barro, la producción agropecuaria que ya se perfilaba en grande y salía también la madera de las monterías que era llevada a Europa; ahí en esa oficina de Minatitlán se exhibía una foto de una gigantesca troza de caoba en una subasta en Liverpool y se pensaba en la trascendencia de un puerto en el Istmo. Estaba de Presidente don Guadalupe Victoria, el Primer Presidente de la República y de Gobernador don Miguel Barragán, que acababa de expulsar a los españoles de San Juan de Ulúa con lo cual la Consumación de la Independencia era total y, desde su rancho de Manga de Clavo ya comenzaba a sonar con sus apuestas de naipes y sus peleas de gallo, don Antonio López de Santa Anna, quien, en el juego de damas ya había enamorado en forma fallida a la hermana del también fallido Emperador Iturbide. Hay otras fechas y otros lugares; está el Coatzacoalcos de la cultura olmeca, que se formó como una marca en el tiempo y en el lugar en donde ocurrió la transformación de Quetzalcóatl en estrella; según los códices y las tradiciones que persisten, la fecha corresponde al año 999 de nuestra era; esa fecha la seguimos celebrando como la fiesta del Día de Muertos. Entonces los indígenas formaron el nombre COATZACOALCO y se lo dieron al río que se llamaba Coatlaxcolapan y al pueblo que se llamaba Tzontépetl o Tuzantépel. Es el pueblo del cual nos habla Bernal Díaz del Castillo... U 63 V
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Se creía que ahí comenzaba la historia, pero gracias a las excavaciones para la construcción del Túnel Sumergido, el cuatro de octubre del año 2007 se encontró material suficiente de piezas arqueológicas que indican, sin motivo de dudas, que en la margen derecha, en la actual Villa de Allende, existió una gran población prehispánica. Cabe la posibilidad de ser esa el original Coatzacoalco y que, lo que encontraron los conquistadores a cuatro leguas del mar, haya sido sólo un traslado de la misma población conservando el mismo nombre. Los investigadores tienen la última palabra. Otra fecha, el 8 de junio de 1522. Gonzalo de Sandoval funda la Villa del Espíritu Santo el día Domingo de Pentecostés allá en lo que es ahora la congregación de Barragantitlán; fue el Coatzacoalco que encontraron los españoles. Pasó a ser la Villa del Espíritu Santo. Dicha Villa tuvo una duración relativamente corta, fue fundada en 1522 y en 1682 dejó de existir; en cambio el nombre Coatzacoalco creció pues en 1534 pasó a ser el nombre de una de las cuatro Mitras o Provincias que formaban a la Nuevas España, eran México, Michoacán, las Mixtecas y Coatzacoalco que persistieron hasta la Independencia. El río, fiel a Quetzalcóatl, por siempre ha mantenido su nombre. En 1825 hay un intento fallido de establecer el Territorio del Istmo con capital en Coatzacoalcos, mismo que vuelve a decretarse, con cuatro Colonias Militares, sin éxito en 1853. El 8 de Octubre de 1825 se funda el Puerto de Coatzacoalcos. El 28 de abril de 1827 el Congreso del Estado le da el nombre de Barragantitlán al lugar en donde estuvo Coatzacoalco y después la Villa del Espíritu Santo. En 1881, el 14 de diciembre, por Decreto 118, Coatzacoalcos adquiere la categoría de Municipio Libre. El Primer Ayuntamiento toma posesión el día 14 de enero del siguiente año con don Ambrosio Solorza como Presidente, don Fernando Venero como Síndico y don Eduardo Rueda como Regidor. 1899.- Se termina la construcción de las obras del puerto por Don Porfirio y se hace definitiva la condición de Puerto de Altura y la instalación de la Aduana en su edificio de piedra junto al río. 1900 – Por Decreto del Gobernador don Teodoro A. Dehesa, del día primero y publicado el día dos de julio, el Puerto de Coatzacoalcos recibe el nombre de Puerto México y la categoría de Villa. Le cambiaron el nombre porque pensaron que el progreso así lo requería. El pueblo se sintió honrado y orgulloso por tener el privilegio de llevar ese nombre que solo el Estado de México, la ciudad de México y entonces el Puerto lo llevaban, la misma Nación no lo tenía ni lo tiene ahora, pues se llama Estados Unidos Mexicanos y no México como Puerto México. 1907.- El 25 de enero de 1907 Don Porfirio Díaz inaugura el Ferrocarril de Tehuantepec y las Obras del Puerto. 1911.- El día 1° de julio de 1911 la Villa de Puerto México es elevada a la categoría de Ciudad. Era gobernador del Estado León Aillaud. Y el 19 de noviembre de 1936, siendo Presidente de la República el Gral. Lázaro Cárdenas, Gobernador del Estado el Lic. Miguel Alemán y Presidente Municipal don Pablo Pestaña, la ciudad rescató su nombre de Coatzacoalcos. Esas son las fechas, pero por primera vez, oficialmente, este lugar recibió su nombre el día ocho de octubre de mil ochocientos veinticinco. No era Municipio, ni Villa ni Ciudad, era el Puerto de Coatzacoalcos, abierto al mundo, al progreso y al futuro.
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Pasajes, historia, luz y crónicas: cien años de Coatzacoalcos
COATZACOALCOS ES UNA ISLA
Coatzacoalcos es en una isla, su perímetro total es una continua línea de agua. Si seguimos su contorno partiendo por el oriente desde la bocana, tenemos al río Coatzacoalcos, enfrente, en la otra margen, está la laguna de Pajaritos, seguimos río arriba hasta encontrar la desembocadura del río Calzadas, que nos lleva al poniente y a nuestra derecha nos recreamos con los jardines del hotel Terranova, que lleva el mismo nombre que tenían antes estos terrenos, continuamos en la orilla y encontramos el puente de la carretera Transístmica sobre el río Calzadas, seguimos en nuestra orilla, avanzamos bastante y vemos los puentes del ferrocarril y el de la carretera vieja sobre el mismo río, la entrada del río Huazuntlán y la del río Tlilzapoyo, ya pasamos la laguna del Tepache o Colorada y estamos en la laguna del Ostión, ahora estamos en Las Barrillas, ahí está la playa, a la izquierda, al poniente se ve el Cerro del San Martín, enfrente está el mar. Seguimos a la derecha, todo al oriente sobre la playa y después sobre el malecón, hasta llegar a la escollera de la margen izquierda y la Bocana. Hemos llegado al punto de donde partimos sin interrumpir el hilo de agua de su perímetro. Todo está rodeado de agua, es una isla, la Isla Juliana, en ella está Coatzacoalcos. Hasta finalizar el siglo diecinueve no había comunicación por tierra con el Continente. Oficialmente el día 25 de enero de 1907 se inauguró el ferrocarril de Tehuantepec y su paso a la Isla lo hizo sobre el Puente Calzadas. Ese fue el primer el puente que nos comunicó con la tierra firme, lo construyó Don Porfirio Díaz. Era la única comunicación por tierra al resto del país. La Isla se llamaba y se sigue llamando Isla Juliana; la ciudad se llamaba Puerto Méjico. Aunque estábamos en una isla, no estábamos aislados, llegaban muchísimos barcos de todo el mundo, que era una fiesta cuando llegaba el Orinoco, al que acudía toda la ciudad a recibirlo, pues desde la bocana comenzaba a oírse la música de su orquesta. Y si digo “toda la ciudad” no miento mucho, porque la ciudad era tan pequeña, que casi toda ella llegaba. Las toninas no se perdían el espectáculo, ellas iban por delante saltando por encima del agua. Otro barco, el Sierra Ventana, también tenía orquesta pero por su calado, no entraba, se quedaba más allá de la bocana. Llegaban muchos barcos más. Había más comunicación con Europa y Estados Unidos que con Veracruz, Tabasco y la Península. A Minatitlán se iba en lanchas o paquebotes, o se tomaba la otra opción, el viaje por ferrocarril, el cual se hacía en dos etapas, se iba de aquí a la estación de Hibueras. Ahí se tomaba el ramal del ferrocarril que iba a Minatitlán, su estación allá, quedaba en el lugar en donde hoy está el crucero de las calles Hidalgo y Centenario. No había carretera de aquí a Mina. En mil novecientos cuarenta, los camiones brincaron la línea del agua y se estableció la comunicación, se hizo el puente de la carretera vieja a Mina. Uno de los primeros camiones que cruzó el río, de marca Reo, era de la firma González y Soberón. A partir de entonces ya teníamos dos puentes, el puente del ferrocarril y el puente de la carretera, ambos sobre el Calzadas, allá por el kilómetro catorce. Una moneda de plata de cinco pesos nos recuerda que, en 1950, el Presidente Miguel Alemán, con el ferrocarril, había acercado el Sureste hasta la otra orilla del río, y en un ferri, el tren salía de la estación del Ferrocarril de Tehuantepec, la cual estaba en la actual calle de General Anaya, donde hasta hace unos días estaba el Teatro al Aire Libre y hoy están los trabajos del Túnel Sumergido, y llegaba a la estación del Ferrocarril del Sureste en Allende. El ferri era exclusivo para el ferrocarril, no para otros vehículos. Ya teníamos dos puentes y el ferri. Al terminar la segunda guerra mundial la carretera nueva, la del pantano, la Transístmica, atravesó el río Calzadas, primero sobre una panga guiada por un cable de acero, después sobre unos pontones neumáticos que sobraron de la guerra y luego sobre un intento financiero que pretendió hacer un camino de arena sobre el río. La arena corrió como el dinero, una, la arena muy poca, se iba al agua, el otro, el dinero, muchísimo, iba a una cuenta bancaria. Don Adolfo Ruíz Cortines en 1958 hizo el puente Calzadas de la Transístmica, quitó el fraude y los pontones. Fue el tercer puente sobre el Calzadas. De los autores del proyecto de arena, Ruíz Cortines dijo que no eran tontos sino astutos y voraces. Son ahora tres puentes y el ferri. Don Adolfo Ruiz Cortines inauguró en 1956 la carretera del Paralelo 18 que llegaba hasta lo que sería el Puente Coatza Uno, que apenas era un proyecto, por lo que fue necesario poner una panga que llevara U 65 V
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todos los vehículos a través del río Coatzacoalcos, esa panga partía de un lugar llamado El Polvorín, en esta orilla y hacía el recorrido hacia Nanchital. De ahí, usando el mismo trazo actual, se llegaba a la carretera del Paralelo, a la altura de La Cangrejera; aún no estaba el complejo industrial, solo su nombre, y bien justificado, porque cuando era la época, un gran tramo de la carretera, se tapizaba de miles y miles de cangrejos, sólo se oía y sentía el crujir de las llantas al aplastarlos. La cuenta ahora es de tres puentes, el ferri y la panga y ¿cuántas lanchas rápidas? De hecho, la panga de Nanchital funcionó desde antes de la inauguración oficial. Siguiendo a Villahermosa había que atravesar el río Tonalá que separa a Veracruz de Tabasco, había que hacerlo en otra panga, que de este lado se llamaba así, panga y al bajarse, en Tabasco, cambiaba de nombre, se llamaba “falca”. El Presidente López Mateos, el 18 de marzo de l962 inauguró el puente levadizo Coatza Uno, con el cual, tanto el ferri como la panga de Nanchital, resultaron innecesarios. Es de anotar que el puente Coatza Uno incluye a otra isla en su tramo, pues poco antes de llegar a la otra orilla, se apoya en una islita, la Isla Pajaritos, en donde vive una familia, hay gallinas, un perro y una lancha. El 17 de octubre de 1984 el presidente De la Madrid inauguró el Coatza Dos, propiamente no establece comunicación con la Isla, pero no deja de repercutir en ella, es un puente sobre el río, mucho más allá de la Isla Juliana. A pesar de ser una Isla no estábamos tan aislados, teníamos El Cable, que nos comunicaba con todo el mundo, el cable, el alambre entraba a tierra en el punto en donde la calle Lerdo se une al río y de ahí seguía a las oficinas situadas en el sitio donde la misma calle Lerdo hace esquina con Allende, en donde se encuentra ahora una taquería, Tacolancia. Con el Cable teníamos comunicación a TODO EL MUNDO. Claro que teníamos teléfono, telégrafo y radio. ¿Cómo llegó el alambre del telégrafo y del teléfono a la isla? ¿Cómo cruzó de una a la otra orilla del río? Fue hasta 1907 en que entró por el puente del ferrocarril. Para José Juan Tablada el alambre de los postes era muy importante porque los pájaros los usaban como pentagrama, tanto que cuando vino la radiotelegrafía inalámbrica, hizo una de esas perlas japonesas llamadas Jai Káis, que decía: “Telegrafía sin hilos y quién recogerá la música de los caminos?” De radio, era en el sentido precursor, de radioaficionados, la comunicación era unidireccional, de hablas tú, cambio, hablo yo, cambio,” “positivo cambio.” El doctor Armando Castellanos de la Huerta tenía un buen equipo de radio de onda corta, se comunicaba con los barcos y con el extranjero. De estaciones radiodifusoras sólo las oíamos, eran la poderosa Voz de la América Latina desde México, la XEW y la XEQ, la Radio Nacional del Perú que se oía bien clara, la Voz de los Estados Unidos y la XEDW de Minatitlán de don Héctor Silva Canto. En 1940 tuvimos la primera estación radiodifusora de Coatzacoalcos, la XEFZ, La Voz de la Marina y después en 1945 la XEOM y después muchísimas. En Televisión: en 1964 la Torre del Tanque de Agua lanzó la primera señal con artistas locales y en 1973 Pancho King gestionó y trajo la señal de la Televisión Cultural de México. Ahora tenemos a Olmeca TV. Tenemos la promesa del Túnel Sumergido. No estamos tan aislados a pesar de estar en una isla, la Isla Juliana, que no es una isla solitaria. Lo que pasa es que ahora ya no cabemos.
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COATZACOALCOS Y QUETZALCÓATL
El nombre COATZACOALCOS tiene sus orígenes en el seno de la mitología indígena. Todo comenzó con la formación del Quinto Sol. Dos dioses habían de sufrir el sacrificio del fuego para formar, por quinta vez, al sol y a la luna, ellos fueron Nanahuatzin y Tecuziztécatl, el primero surgió de la hoguera sagrada como el sol y el segundo como la luna. Pocas veces se les vuelve a mencionar con esos nombres, en cambio, sus características corresponden a Quetzalcóatl el relacionado con el sol y a Tezcatlipoca el relativo a la luna. Reunidos los demás dioses ante el fuego sagrado, cada uno de los dos designados hizo ofrendas y oración a la divinidad en unos promontorios que hicieron ex profeso a cada uno.
El primero que se arrojó al fuego fue Nanahuatzin (Quetzalcóatl) y surgió como el sol, el segundo fue Tecuziztécatl (Tezcatlipoca), quien surgió como la luna. Así se formó el Quinto Sol con su Luna, que como dicen los códices, es el sol que estamos viviendo. A los promontorios en donde oraron los dos dioses, les llamaron Zacoalis , fueron el Zacoal del Sol y el Zacoal de la Luna, de los que dejó escrito Fray Bernardino de Sahagún, uno de los primeros evangelizadores en recoger la leyenda, “ahora esos zacoalis se llaman la Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna que están en el pueblo de San Juan Teotihuacán. Ese es el origen de la voz Tzacoal. Después Quetzalcóatl formó al hombre con los huesos que robó en el inframundo y con la sangre de su miembro; para alimentarlo le dio el maíz que sustrajo del Monte de la Providencia y así tuvo vida la Humanidad bajo la luz del Quinto Sol, que gozó de las virtudes del conocimiento que le dio Quetzalcóatl.
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Cuando se trató de formar el Lucero de la Mañana, la tercera luminaria en brillo de todos los astros, fue el mismo Quetzalcóatl quien realizó el sacrificio del fuego inmolándose a sí mismo para convertirse en estrella. Eso ocurrió en otro Zacoal, el Zacoal de la Serpiente que es el lugar en donde estamos ahora. Primero se hizo humano. Como hombre, nació en el pueblo de Pochotitla, en lo que hoy es el municipio de Amatlán en el estado de Morelos. La relación de su nacimiento y su vida quedó en el seno de la leyenda y de la poesía. Fue hijo de una doncella llamada Chimalma, quién, mientras se bañaba fue vista por el guerrero Mixcóatl, el cual trató de flecharla infructuosamente, pues sus dardos se rompieron ante su pudor, logrando ella escapar, entonces él tomó al pueblo por rehén y ordenó que ella fuera confinada bajo la responsabilidad de los sacerdotes del lugar. Mientras se bañaba en una poza, vio brillar algo en el fondo del agua, era un chalchihuite de jade lo trató de coger y un pez lo tomó con la boca y se lo dio, ella lo guardó en su boca pero sin intención, se lo tragó. De lo mismo quedó embarazada, concibió a Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl. . Actualmente ese lugar se llama la Barranca .del Pez. Quetzalcóatl nació en la fecha correspondiente al Uno Caña del calendario indígena, por lo que recibió el nombre de Ce Acatl Topiltzin, correspondiente al año 947 de nuestra era. Estuvo en Tulancingo, después en Xochicalco en donde hizo resplandecer las glorias del ya decadente imperio tolteca, de Teotihuacán solo quedaba el apagado resplandor de su gloria, ahí en Xochicalco recibió el emblema del caracol cortado, de procedencia huasteca y con sabios mayas hizo los ajustes del tiempo en el calendario, después pasó a Tula en donde hizo que la cultura tolteca volviera a brillar con todo su esplendor, Tula se convirtió en el mayor centro cultural y religioso de ese mundo. Pero como ya comenzaba a formarse lo que después sería el Imperio Azteca, hubo conflictos ideológicos, políticos y religiosos,. Tezcatlipoca, el dios antagónico logró su caída y lo condeno al exilio.
Quetzalcóatl tomó la ruta del oriente, hacia las costas de Huehuetlapalan- Su itinerario quedó marcado por huellas que persisten. En algunos lugares dejó las marcas de sus manos en la roca, en Cholula está la Pirámide de Quetzalcóatl, por la región de Orizaba entre Córdoba y Cuitlàhuac está la piedra de Quetzalcóatl, como atracción turística porque paradójicamente, se puede mover con impulsos mínimos pero no se mueve si se le empuja con mucha fuerza, en el cementerio municipal de Orizaba se encuentra la llamada Piedra del Gigante, una enorme piedra en forma de mesa, en donde se celebró el matrimonio de la Malinche con Jaramillo y en la cual está grabada la efigie de Quetzalcóatl y la de un pez, alusivo al pez de la gruta que le dio a Chimalma el chalchihuite de jade, el Pico de Orizaba lo recuerda con el nombre de la estrella, en Tajín deja innumerables huellas, el río Papaloapan hace referencia a las mariposas que son el símil de la estrella, sigue la ruta hacia Huehuetlapalan y a una laguna le da el nombre de Catemaco por su nombre de Ce A CAT Topiltzin CAT Catemaco y lo llena de topotes y mojarras alusivas al pez de la leyenda, está ya en la tierra que habitaron los olmecas. Ya está aquí- Uno de los historiadores antiguos, Fernando de Alba Ixtlilxóchitl indica con precisión el sitio de Til Tlapalan, Huehuetlapalan, o la Gran Tlapalan, es precisamente la región de Coatzacoalcos. De la palabra Tlapalan quedaron vestigios, en la relación de Suero y Cangas a Felipe Segundo está Güeytán, mencionada también por Gasco de Herrera, alcalde mayor de la provincia de Coatzacoalco en 1554 como Hueytlal, que el profesor J. L. Melgarejo Vivanco, en la “Historia de Coatzacoalco hasta 1599” analiza U 68 V
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minuciosamente y, por exploraciones que hizo, concluye que el lugar llamado Tapalán, localizado entre Jáltipan y Cosoleacaque es uno de los últimos vestigios de la gran Til Tlapalan. En la mítica balsa de serpientes, baja por el río desde la isla de Tacamichapan y al desembocar en el mar, en el punto marcado ahora por las dos escolleras, Quetzalcóatl realiza el holocausto divino. Es un estallido que llena bibliotecas enteras de historia, de leyenda y de poesía. Uno de los proyectiles apenas si alcanzó a elevarse muy cerca de la bocana del río y se apagó formando la Estrella de Mar, en los códices es el logotipo o signo del planeta Venus. Unas chispas apenas se elevaron, cayeron al agua y se apagaron, son las estrellas de mar, otras se volvieron madréporas marinas, otras aparentemente se apagaron, pero como hidras urticarias o aguamalas, siguen quemando a los bañistas de la playa. Otros proyectiles cruzaron Tabasco y Chiapas, llegaron hasta Guatemala y aún siguen volando, son el pájaro quetzal... Unas chispas se apagaron pero siguen arriba por inercia, Díaz Mirón hizo un retrato en Idilio: “y un vil zopilote resbala tendida e inmóvil el ala” y Otto González Rodríguez aún tiene a “los colibríes que entre las flores buscan fragmentos de rubíes”; quizás los rubíes son coágulos fundidos de la sangre de Quetzalcóatl. Todas las aves de colores y descoloridas se formaron allí.
Con mayor potencia, su presencia, con el nombre de Kukulkan, fue lanzada hasta Chichén Itzá en tal forma, que su llegada se repite hasta hoy, con cada equinoccio, allá en la península de Yucatán, los días 21 de marzo y 22 de septiembre de cada año. Lo más maravilloso es que su corazón o él mismo, se elevó hasta el cielo y ahí quedó como el Lucero de la Mañana, llamado Quetzalcóatl o Tlahiscalpantecutli por los indígenas. Así como en la formación del sol y de la luna hubo el Zacoal del Sol y el Zacoal de la Luna, a este lugar se le llamó Zacoal de la Serpiente o Cóat Zacoal Co, y se le dio ese nombre, COATZACOALCO para que nunca se olvidara que eso ocurrió aquí. Para mayor constancia de que eso ocurrió aquí, además de la palabra Coatzacoalco, se diseñó una bebida, el POPO, que es el glifo fonético de esa palabra COATZACOALCO, ya que es una bebida hecha con agua, maíz, cacao y un bejuco que por su forma de serpiente, en su dibujo en el códice la leían como CÓAT, serpiente, y a la base de la jícara y a la jícara misma, la leían como ZACOAL y al hecho de estar EN el yahual lo leían como la fracción locativa CO, así pues, tanto al popo como al glifo lo leían como COATZACOALCO. Como un complemento, el glifo lleva una estrella encima de la jícara de popo... El popo fue la insignia de la gente que habitaba aquí, en la región de región de Oluta y en las faldas del San Martín, aún existe, es el grupo de Popolucas, gente del popo, que todavía tiene ese nombre del pueblo U 69 V
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y del idioma que hablan, que es el fonoglifo de la palabra Coatzacoalco-. Quizás los olmecas, después de este acontecimiento, se llamaron popolucas y ese fue el idioma que hablaron. Los primitivos olmecas no se llamaron así, el POPO aparece dos mil años después de los olmecas prehistóricos. En algún momento, a fines de la Colonia, en algún documento muy garigoleado por la caligrafía, un giro de la pluma dejó la letra esa (S) del plural que ahora llevamos.
Así espicaron la aparición del lucero de la mañana, pero explicaron también lo relacionado con el lucero de la tarde. Lo hizo en función de la misma leyenda. Así explican la aparición del lucero de la tarde, al que llamaron Xólotl. Cuando ya estaba el lucero brillando con todas las estrellas en la oscuridad de la noche, apareció Itzpapálotj, la mariposa que brilla, con sus dardos de luz comenzó matar a cada uno de los cuatrocientos luceros, los cuales iban desapareciendo del cielo conforme ella los iba flechando, pero uno de ellos, el menor, llamado Mixcóatl Axocóyotl Xocoyotzin, se resistió a morir, él era el menor de los hijos gemelos de Mixcóatl, era Xólotl, el hermano cuate, el gemelo de Quetzalcóatl. Se refugió en la biznaga mientras el día avanzaba, se refugió en varios lugares dejando huellas. Xólotl dejó su recuerdo en el ajolote, en el pez jolote, en el xiutótol o pájaro de fuego, al que cambió el nombre por el de huauxólotl yahual de Xólotl o guajolote. Uno de los perros, un Escuintle, lo ayudó, por lo cual después lo convirtió en coyote, con la ferocidad del JAGUAR y quedó como guardián de la noche mientras Xólotl quedó como el corazón de la misma. . Estuvo en la mata de maíz, en la mazorca tierna por lo que ahora se llama jilote, lo mismo en el elote, en el olote y también en la hoja seca del maíz a la que llamaron joloche y a la que fumaron como si fuera tabaco. Desde el maguey Xólotl convocó a los cuatrocientos luceros, solo estaban apagados, no habían muerto, llamó a las mariposas de la noche que hicieron la oscuridad y, cuando ya todo estuvo listo, hizo que el maguey erigiera una enorme asta en cuya punta puso al izote como proclamación de que brillaría en el cielo, A Itzpapálotj la quemaron en el cerro de Mazatepec, por eso en las tardes se ve el crepúsculo rojo del incendio. Entonces apareció Xólotl en el cielo, el lucero de la tarde con todas las estrellas brillando. En memoria de eso, al jugo del maguey le dio las virtudes de la ebriedad, es el pulque. En los códices se registra la existencia de los gemelos divinos, los huicholes lo proclamaron pues también lo protegieron en su huída, y así como al mundo del maguey le regaló la ebriedad del pulque, del tequila y del mezcal, U 70 V
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a los huicholes les dio su presencia alucinante en la paronimia del peyote, por el parecido con coyote, aquí tenemos a los Gemelos del Azuzul como un recuerdo local. Los aztecas, casi quinientos años después hicieron su glifo sonoro o fonético, un trabajo hecho con plumas de quetzal y otras plumas de colores y rayos de oro, con la imagen del coyote, y lo leían pronunciando el nombre que ellos le daban, QUETZAL COYOTL o le decían Xocoyotzin, el pequeño, el menor, Ya estaban en el cielo Quetzalcóatl y Xólotl, ahora los gemelos están en Xalapa, los del Azuzul en el Museo y Quetzalcóatl en la estrella de su escudo. En toda la región de Coatzacoalco no se ignoró al árbol, zacoal que sirvió de apoyo a la oruga o cuétano, de donde brotó la mariposa que brilla, es el árbol de la overa o flor de mayo o cacalaxóchitl, a su flor la llamaron papálotl olín até o sea mariposa sin vuelo. Al zacoal de las mariposas de la noche lo llamaron aquí Sulusùchil o tumbilín, y hubo otra mata de flor que también sirvió de apoyo a los cuétanos u orugas de las mariposas de la noche, es la magnolia, llamada en mexicano Yoloxóchitl o flor de Xólotl o flor del corazón, la voz yólotl significa corazón, Xólotl era el corazón de la noche. La magnolia está en el escudo del Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez junto a la otra flor del corazón, la digital. La flor de mayo y el “Sulusùchil florecido de Oralia” son las flores de Coatzacoalcos.
El acontecimiento no fue olvidado, fue lo que más impactó a la conciencia del mundo indígena, por lo que lo celebró con la fiesta más grande que hubo y que aún en la actualidad se sigue celebrando casi en la misma forma, es la fiesta más grande de todo el México actual que conserva sus raíces indígenas, es la actual fiesta de Muertos. En la antigüedad eran quince días de celebración y culminaba con la noche de Quetzalcóatl que se sigue presentando. Había un ritual de celebraciones con un menú sagrado que culminaba con el popo y la hueva de bobo, en la primera quincena de noviembre, invariablemente había una noche de tempestad, con rayos y truenos escandalosos y relámpagos con la imagen de la serpiente bailando en el cielo, entonces como ahora, baja el pez de la poza de la montaña a desovar al mar, es la reminiscencia del pez de la leyenda que le dio el chalchihuite a la virgen doncella en la gruta de Amatlán. La fiesta de los Dioses o de los Muertos culminaba con el popo y la hueva de bobo, champaña y caviar. En la actualidad la Noche de Quetzalcóatl se sigue presentando. Noche de norte, de frío, de relámpagos, de truenos tremendos y prolongados y la llegada del pez, casi el dos de noviembre. La leyenda permite la localización de la fecha, todo ocurrió en el año 999 de nuestra era, en un año Cé Acatl, por eso en 1999 celebramos el Milenio de Quetzalcóatl, el Papa Juan Pablo Segundo, en el Estadio Azteca lo dijo ente todas las generaciones del siglo, e hizo el mejor elogio que se haya hecho a Quetzalcóatl, el año mismo de 1999 tuvo la magia matemática de sus dígitos, pues sumados, daban la cifra uno, los tres nueves y el uno dan el número 28 y la suma del 2 y el 8 dan el 10, que sumado es igual a uno, Cé en náhuatl, como el año Cé Acatl en que Moctezuma confundió a Cortés con Quetzalcóatl. U 71 V
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Quetzalcóatl ha sido confundido con Viracocha de los incas, con el vikingo Erick el Rojo, con Santo Tomás y hasta con Maximiliano por lo blanco y barbado. Los indígenas sabían bien que era el planeta Venus y sabían mucho acerca de los eclipses del planeta al pasar por el disco solar, por lo cual ellos hicieron la representación sideral en los juegos de pelota rituales.
Paso de Venus por el disco Los eclipses de Venus pueden ocurrir cada ocho años, el último fue el 8 de junio del 2004. Si nosotros, con algo fantasía pensamos, cuando ocurre ese eclipse, que un poco de la arena de nuestra playa con agua del río se adhirieron a las sandalias de Ce Acatl Topiltzin, podemos imaginar entonces, que una porción de Coatzacoalcos está pasando por el aro del disco solar.
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CRÓNICA DE LA SERPIENTE
La serpiente está presente en el acervo cultural de varias civilizaciones. En lo particular los habitantes de Coatzacoalcos, la encontramos en nuestro gentilicio, los médicos, la encontramos en el Escudo de Medicina, los mexicanos la encontramos en nuestro Escudo Nacional, y los cristianos la encontramos en el pecado original- En algunas culturas adopta la forma de dragón. Aparece en el Libro del Génesis de lo que resulta la expulsión del Paraíso, ahí mismo incita a Caín a cometer e primer delito y vuelve a ser mencionada muchísimas veces, siempre como representante de lo malo.
Caín, sierpe al fondo U 73 V
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Dragón, la misma Serpiente Excepcionalmente, en la misma Biblia, cuando se relata la salida del pueblo judío, guiado por Moisés, en una de las tantas veces que ese pueblo se rebeló, Dios le manda una plaga de serpientes que casi acaba con él, el pueblo se arrepintió, pidió a Moisés que pidiera clemencia, Moisés oró, Dios concedió el perdón, le dijo que hiciera una serpiente de bronce, la pusiera en su cayado y todo aquel que hubiera sido mordido por una serpiente y viera a ésta de bronce en cayado, sanaría, fue pues una serpiente benigna y salvadora.
Ese fue el primer signo de curación que existió, por lo cual, en la actualidad y en forma universal, ese símbolo es el Escudo de Medicina que todos los médicos usamos. No se llama Escudo de Moisés sino Escudo de Escolapio, porque inicialmente, esa serpiente puesta en la vara de Moisés, fue conservada y venerada como un fetiche, lo cual va contra las leyes de ese pueblo. Mucho tiempo después, Cuando Ezequías fue rey, la destruyó. Para entonces, la serpiente era venerada en muchísimos otros pueblos, era vista como portadora de la inteligencia y de la astucia. El pueblo griego la recibió y la tomó como símbolo de la Medicina. Fue Escolapio quien la hizo suya y difundió su doctrina de la Medicina, por eso el Escudo se relaciona con él, con el escudo que sólo tiene una serpiente en la vara. U 74 V
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Grecia dio otro escudo, el Caduceo, con dos serpientes. Mercurio vio el nacimiento de Venus, que brotó de una concha del mar, de la cual se apoderó. Le puso nueve cuerdas, por las nueve musas, y quedó formada la cítara, llamada así por el otro nombre de Venus: Anadiómene Citereia Krisis Afrodita- La pulsó y le arrancó sonidos de una dulce melodía fascinante. Apolo vio todo esto, con mayor atención a Venus de la que se prendó. Le pidió la cítara a Mercurio y después de discusiones comerciales de alta mercadotecnia, se hizo el negocio, Mercurio le dio la cítara a cambio del Caduceo, esto es, un regalo que Zeus le dio a su hijo adolescente, Apolo, para que se entrenara en algo que ya él dominaba, el juego de la Vara y el Aro, La Vara es el Ciber, lo masculino, de ahí viene cibernética, cuber, gobierno, etc., y el aro o Hístero, lo femenino. Eso es el Caduceo, es de Mercurio, símbolo del Comercio y de la Medicina, aunque rechazado por parte del gremio médico. Pero su génesis, la del Caduceo es bellísima, la mitología griega revela detalles del porqué de la presencia de Apolo, cuidando como boyero el ganado del rey Admeto, en castigo por haber matado, Apolo, a los cíclopes que hicieron el rayo con que Zeus fulminó a Escolapio que fue más allá de la Medicina al devolver la vida a Hipólito, que ya debía estar muerto. Todo el esplendor de la Mitología le da...la fuerza al Caduceo.
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Coatzacoalcos es el lugar de la Serpiente, la lleva en sí. Su presencia física la tuvimos por años en el Teatro al Aire Libre y después en la plaza Solidaridad, aunque por muy poco tiempo; el túnel la eliminó. La primera representación indígena de la Serpiente Emplumada fue de la cultura Olmeca.
A diferencia de la serpiente universal, que es la presencia de la inteligencia con astucia y maldad, la nuestra, la Serpiente Emplumada, Quetzalcóatl, es la esencia de la sabiduría, o sea el conocimiento, correctamente usado, con inteligencia y bondad.
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Pero eso no nos libra de la explicación de la Serpiente, que lucha contra uno mismo, pues aunque todos tenemos nuestro Ángel de la Guarda que nos aconseja que No, al mismo tiempo tenemos nuestra Serpiente que nos dice que sí.
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OFRENDA
Yo nací en Jáltipan. Ahí la celebración de muertos comenzaba desde el día primero de octubre, la casa de los abuelos se vestía de fiesta con la llegada de la tía que venía de Puerto México a hacer las flores. La esperábamos en la estación del ferrocarril, ya que entonces no había carretera, y nos alegraba verla llegar con su hermosa figura, ojos claros bellísimos, su sonrisa, su ánimo jovial y alegre, los paquetes llenos de regalos para todos, que a nadie olvidaba, aunque fuera una cajita redonda, de madera delgada, casi cartón con cajeta de Celaya, o los bombones de chocolate envueltos en papel de estaño de colores luminosos, donde brillaban las estrellas, además traía el equipo para confeccionar las flores de papel crepé.. Ella era elegante y muy bonita, siempre sonreía
El limoncillo de almíbar La casa se llenaba de alegría con la juventud del vecindario que, por horas y horas, se dedicaba a cortar papel crepé, forrar tallos de alambre, encarrujar pétalos y hacer flores en medio de una interminable charla. En la casa no se acostumbraba levantar un altar a los muertos, había una repisa con una veladora de aceite, flores naturales y una imagen en la recámara principal en forma permanente, pero no era el típico altar de muertos como se acostumbra en otros lugares. Las coronas se hacían para llevarlas al panteón. Los difuntos familiares eran recordados como personas ausentes sin ninguna relación macabra, no eran fantasmas ni espectros, eran partes de la familia que vivían en el recuerdo. Ahí en la casa teníamos fantasmas que sólo llegaban en las noches de espanto, además las chanecas que merodeaban en el piso de arriba, duendes y aparecidos que hacían de lo suyo en el callejón contiguo en las noches obscuras; en el patio tuvimos el espectro de un soldado que encontramos en la búsqueda de tesoros con un detector de metales, pero los deudos de la tía eran finados que no espantaban, eran ánimas benditas en paz con nosotros. Conforme avanzaban los días aparecían las comidas rituales: los tamales de frijol Francia o de chipo, un frijol que únicamente se cosecha en esa época del año, los tetamales hechos con maíz de colores, amarillo, azul casi negro, rojo o rosado y blanco, también exclusivos de esa temporada nunca de otra fecha, el pan de muertos, los rosquetes y canillas de Chinameca o de Cosoleacaque, los alfajores de maíz, las tortillas de frijol bien tostadas junto al fuego de leña en el fogón de la cocina, y otras tortillas tostadas de dulce, también exclusivas de esos días, las frutas abundantes para la juventud que reía y hacía flores, siempre había frutas jugosas y sabrosos, así como había también los caimitos insípidos y las pomarrosas que dejaban una sensación de promesa incumplida, porque tenían mucho aroma y apenas un ligero sabor nostálgico.. U 78 V
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La sopa borracha de marquesotes con alfajores de yema encima, hacía su entrada desde la llegada de la tía, renovándose constantemente. El ritual gastronómico terminaba con la primera tormenta de noviembre, después de los días de muertos, al siguiente de una noche fría, de rayos, truenos y de lluvia, en la cual por el río bajaba el bobo, un pez, y su hueva sería el platillo final de la fiesta de los muertos. A la tía se le preparaba desde su llegada, la ofrenda viva que era su predilección: el dulce de limoncillo, una fruta no muy conocida, una esferita roja como una cereza cuya mata, un limonero pequeño con cien mil espinas afiladas y repleta de azahares, parecía un precoz arbolito de Navidad encendido de deseos. En el pueblo solo había una mata al borde de una zanja vecina, cuajada de frutos y defendida por sus espinas, cuando había que cortarlos, regresábamos con la canasta llena y muchos rayones en las manos. De la cocina salía una paila de dulce que nunca se acababa porque siempre se reponía. Los días uno y dos de noviembre eran los días grandes de la celebración, llevar las velas y encenderlas, llevar las flores, las coronas, el ir y venir al panteón, visitar las tumbas de los abuelos, los tíos, demás familiares y conocidos, saludar a la gente que asistía, que era todo el pueblo, casi todos familiares o cuando menos conocidos entrañables, visitar el panteón era la fiesta del pueblo, después volver a casa y unos días más tarde, el retorno a Puerto México.. Quedaría incompleto el relato si no dijera que en el último año, las flores no llegaron al panteón. Como en los años anteriores, todo marchaba con la algarabía de siempre, la casa estaba pletórica de jóvenes, llena de la música de sus voces y su alegría, la lumbre ya estaba encendida y la cera derretida lista para bañar las flores, cuando la tía estalló en júbilo y anunció que se casaría. Él era un joven asistente al grupo, era ingeniero, inventor inteligente y acababa de diseñar el autogiro, algo así como una avioneta movida por pedales que desarrollaba una velocidad igual a la de la imaginación. Ya habían intercambiado anillos de compromiso, ella le dio uno de brillantes y él le dio uno de abalorios. La familia proclamó la alarma, vinieron la otra tía, el tío, mi padre y ordenaron el regreso a Puerto México. No hubo boda. Él no era ingeniero ni inventor ni existía el autogiro. Nadie vio que él sí existía y que ella lo adoraba. La tía enfermó, sentía en la cabeza un tremendo zumbido, como un girar de aspas de autogiro. La llevaron a México, la radiografía de cráneo mostró una calavera de azúcar con su nombre dibujado en la frente con pedacitos de papel de chocolate. El médico le aplicó una dosis generosa de insulina, con lo cual se le quitaron absolutamente todos sus males, no le quedó ni un sólo síntoma ni uno solo, ninguno de los signos vitales. Ahora pudo dialogar con sus fieles difuntos. No se volvió a hacer flores en la casa, pensando en ella se le compraron unas coronas de porcelana que duraron todo el tiempo. Después el temblor derrumbó las paredes en donde se colgaban las flores bañadas de parafina, borró el callejón en donde aparecían los espantos en las noches obscuras y hasta el familiar fantasma se perdió cuando hicieron las calles modernas, sin callejones ni leyendas ni aparecidos. La mata del limoncillo sucumbió ante las orugas del tractor y ante el avance del pavimento. Fue declarada especie extinguida. Murió como la Tía. Pasó el tiempo, muchos años después el licenciado Bencomo localizó una mata en Agua Dulce, en la casa del ingeniero Walter Wagner y me trajo unas semillas. Esto lo pagó caro pues pasó a ser su suegro, a pesar de la aversión que sentía por todo lo que no fuera indígena, pero logró salvar la especie, la del limoncillo por supuesto. No se logró recuperar los duendes ni las chanecas ni los fantasmas ni las leyendas, solo al limoncillo, que cuando florece, me recuerda que los días de la celebración están por llegar.
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SOLSTICIO DE VERANO
Solsticio es cada uno de los dos puntos más alejados del ecuador celeste. Se llama también así al momento en que el sol está en cada uno de esos puntos. Hay dos solsticios, el de verano y el de invierno. El día 21 de junio, a las siete horas con veinticuatro minutos, ocurre el solsticio de verano. Por razones de la inclinación del eje de la tierra sobre el plano de la elíptica solar, el sol aparenta hacer un recorrido de un trópico al otro durante el año. Por tal motivo, al amanecer o al anochecer, el está sobre un punto distinto del horizonte cada día, hasta alcanzar la latitud de 23 grados 27 minutos, norte o sur. En el solsticio de verano el sol está sobre el trópico de Cáncer, en el hemisferio norte, y en el solsticio de invierno está sobre el Trópico de Capricornio, en el hemisferio sur. El día 20 de marzo estuvo precisamente sobre el ecuador, otros años ha sido el 21, y ese día fue el equinoccio de primavera. El 12 de mayo, en su recorrido hacia el norte, estuvo sobre Coatzacoalcos, el día 21 estará sobre el trópico de Cáncer, corresponde al solsticio de verano. Ese día corresponde a la noche más corta del año y al día más largo. Esta relación es más acentuada tanto más lejos se esté del ecuador y va ocurriendo en forma muy gradual, casi imperceptible de un día al otro. Los efectos de este desplazamiento son importantísimos, son los causantes de la existencia de las estaciones climáticas y todas las variaciones que hacen posible la vida. Sus efectos sobre la tierra son incalculables y ni qué decir sobre el ser humano, en particular sobre su espíritu, sin ello no habría la alegría de la primavera ni la sensibilidad y belleza del invierno. Sin los solsticios de verano, quizás no hubiera sido posible el paso de los primeros pobladores de América, los datos que dejaron los vikingos, en sus incursiones a Islandia y al Labrador, nos hablan de las noches cada vez más cortas, de dos a tres horas, donde pudieron actuar con clima tolerable, a diferencia de cuando el sol se fue al sur y les vino el invierno que los inmovilizó. En la antigüedad estas fechas fueron motivo de mucha celebración, los mayas tenían perfectamente conocido este movimiento astronómico y sus observatorios siguen funcionando, los equinoccios, tanto el de primavera como el de otoño, ahora son motivo de intensa atracción turística, en los equinoccios exhiben a la serpiente solar en la pirámide de Chichén Itzá. Actualmente casi las hemos olvidado, salvo en las tenidas blancas de la Logias. La calandria, también llamada primavera, es muy fiel, comienza a cantar el 20 de marzo y deja de hacerlo el 21 de junio, por eso lleva también el mismo nombre de la estación.
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EL PUENTE ROTO
El día 6 de octubre de 1972 en la mañana, casi al medio día, el buque tanque Lázaro Cárdenas, cargado de combustible, fuera de control, chocó contra el puente levadizo Coatza Uno, no hubo manera de impedirlo y rompió su estructura en la porción extrema que está en la margen izquierda, parte de la cual cayó al río, con los vehículos que estaban esperando que pasara el barco, la parte levadiza, por supuesto, estaba levantada, la vía del ferrocarril también quedó dañada. Con eso geográficamente la nación se partió en dos. Para ir por carretera al otro lado del río, a la porción que quedó allá, hubiera sido necesario ir hasta La Venta, allá por Tehuantepec, de ahí a Tuxtla Gutiérrez, Villahermosa y de ahí a Nanchital, o lo mismo en sentido inverso, algo ilógico, pero no había otra posibilidad, o pasas por donde el ferrocarril hace, en el puente de Jesús Carranza, la antigua Santa Lucrecia. Por más que de inmediato la Policía Federal de Caminos alertó a todos los vehículos, en uno y otro lado, que no había paso en el puente Coatza Uno, la cantidad de tráilers, camiones de carga y de pasaje y automóviles que quedaron bloqueados, fue enorme, contenedores de mariscos, frutas y todo alimento perecedero, fueron regalados a los vecinos de la carretera en Tabasco la parte veracruzana de la carretera, todo lo que iba a la Central de Abastos del D.F. quedó como basura o a disposición de los vecinos. Algunos vehículos que estaban esperando el paso de este lado, cayeron al río, la gente tuvo tiempo de huir, pues el piloto hizo sonar la sirena cuando se dio cuenta del peligro, pero no hubo tiempo de quitar los vehículos. El barco se convirtió en un proyectil que rompió el puente. La corriente del río fue mayor que la potencia del barco, lo sacó del canal de navegación y lo lanzó contra el puente, al cual dañó en la porción extrema de la margen izquierda del río. Quedaron interrumpidos el paso vehicular y las vías del ferrocarril. El Capitán de Altura, Piloto del Puerto Gonzalo Díaz Fonseca era quien llevaba la B.T Lázaro Cárdenas. Del puerto de Nanchital, a poco de salir, el barco fue dominado por la corriente y se dio cuenta de que lo más desastroso iba a ocurrir y eso se acercaba cada vez más, peligrosamente. El resultado fue el daño a una de las pilastras estructurales, la caída de dos tramos de treinta metros de claro, incluyendo las vías de ferrocarril, la caída de doce vehículos al río, y daños en la cubierta del castillo de proa del barco. No hubo daños a personas, pero las consecuencias fueron tremendas, se había partido a la Nación, no sólo al puente. Esa misma tarde estuvieron aquí la secretaría de Marina, de Comunicaciones y de Transportes, de la Defensa Nacional, el Secretario de Gobernación, y el Director General de Petróleos Mexicanos. Se tomaron todas las medidas necesarias para restablecer la situación, se volvió a restablecer el servicio de la panga por Nanchital y por Allende, con unidades traídas de otros lugares y vino la grúa Cheroqui, una barcaza con capacidad de 500 toneladas para trabajar en la reparación. No se restableció el servicio del ferrocarril por ferri como estaba antes de que existiera el puente porque el trazo de las vías y el acceso al ferri ya habían sido modificados. Tanto el gobierno, en sus tres niveles, federal, estatal y municipal, como la iniciativa privada, en unión y plan de colaboración ejemplar, lograron que en un mes y medio estuviera restablecido el tránsito por el puente. El Capitán Díaz Fonseca sufrió la pesadilla de su vida, sentía la responsabilidad de haber partido a la nación. Contantemente hacia recuento de todos los tráilers, camiones, vehículos cargados de alimentos perecederos que se perdieron. Recordaba haber visto una foto de un puente similar que caía dejando a vehículos y a personas, con el calosfrío de que a él le sucediera algo parecido. Recordaba casi con sonrisa el periódico que daba la reseña de cuando el crucero insignia de Brasil medio choco con el muelle, sin ninguna consecuencia y la prensa publicó a ocho columnas: “O CRUZ DO SUR EMBISTE A CONTINENTE”. Eso era nada comparado con lo suyo. Las diligencias oficiales para deslindar responsabilidades y las entrevistas con la prensa nacional y extranjera, fueron largas y pesadas. Librado de responsabilidad siguió realizando su trabajo de Piloto del Puerto y conduciendo a los barcos. La revista Siempre! de Pagés Llergo, en su editorial publicado a raíz de su accidente dijo que el Secretario de Comunicaciones y Transportes, le preguntó al Secretario de Marina, aquí en Coatzacoalcos:¿y tu Piloto ya se suicidó? El día 10 de julio de 1973, nueve meses después del accidente, el mismo B.T. Lázaro Cárdenas desde el U 81 V
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mar, pidió un Práctico que lo condujera. Por alguna razón, el Capitán Díaz Fonseca fue el designado para realizar la maniobra. La lancha de Prácticos lo condujo al barco, subió la escalera de gatos, tomo el mando del mismo barco del la pesadilla y cuando ya venía entre las dos escolleras, se desplomo, había muerto, su corazón había dejado de funcionar. En un saco de lona, el ataúd del mar, lo trajeron al sanatorio del doctor Castellanos. El Capitán de Altura, Piloto del Puerto Gonzalo Díaz Fonseca innecesariamente cumplió con el Código de Honor del Mar. Murió en su barco.
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EL HÉROE DE COATZACOALCOS
El día 31 de diciembre de 1973 iba un taxi sobre el puente Coatza Uno con rumbo a Pueblo Nuevo, en él iban Isaías Sánchez Ávila, un muchacho de 20 años, su papá y su hermanito menor, eran las nueve y media de la mañana y ya habían pasado la parte levadiza del puente, manejaba el papá, en eso vieron a un vehículo en sentido contrario que evidentemente había perdido el control, delante del carro de Isaías iba una camioneta blanca, frente a ella, otra camioneta, la que venía descontrolada, cruzó el carril contrario y cayó al río después de atravesar las vías del ferrocarril. La circulación de vehículos se paralizó. La gente salía de los vehículos, se asomaba y gritaba señalando al río. Isaías también salió del coche y se asomó por el lado de las vías, luego se fue al otro lado en donde vio a la camioneta de la que surgió una señora que flotó boca abajo tiñendo de sangre, y vio además a una niña que manoteaba con desesperación. La vio luchar para sobrevivir y desde ahí, se lanzó a salvarla. Él sabía nadar y no lo pensó mucho y se tiró al agua. Tuvo que nadar para alcanzarla y luego nadó con ella buscando una orilla. De arriba le echaron una cámara inflada que cayó muy lejos de donde él estaba y toda orilla le quedaba distante mientras ya se le iban agotando las fuerzas. Sintió que la niña había tragado agua y se había desmayado. Tiraron una cuerda que resultó corta. Casi al punto del agotamiento una lancha de pescadores los rescató, pronto llegó personal con equipo de salvamento, mientras él mismo, Isaías le hizo maniobras de resucitación, en tanto los llevaron a la Cruz Roja. Los primeros que llegaron la habían cubierto con lirios y la habían puesto boca arriba, él le quitó los lirios y la puso boca abajo y la hizo expulsar agua, recordó lo que sabía de maniobras de resucitación. La niña, de seis años, se salvó. Fallecieron dos niños y la mamá de ellos, el cadáver de un niño fue rescatado el mismo día, lo llevaron a la Funeraria Villalobos, en Bravo y Zaragoza en donde solo estuvo unas horas y después fue velado en el domicilio de la familia, en las calles de Uruguay, los cadáveres de la mamá y el otro niño fueron rescatados al siguiente día por el muelle de la Azufrera. La ciudad quedó impactada por el acontecimiento, tanto por la desgracia ocurrida como por la acción de valor y arrojo, con riesgo de su vida, del joven Isaías Sánchez Ávila, El clamor popular y los medios de comunicación le dieron amplísima cobertura y pronto surgieron los actos de reconocimiento. La Unión Médica del Istmo le dedicó su sesión ordinaria del viernes once de enero de 1974. En el salón de actos de la misma, el presidente de ella le entregó un diploma, que, por ofrecimiento del Departamento Jurídico de PEMEX, lo hizo, con mucho empeño, un dibujante de apellido Cordero, con la imagen del puente y la leyenda alusiva al valor con que expuso su vida por salvar a la niña. Varios médicos hablaron en esa sesión, en particular los doctores Benjamín Cámara y Gómez y Juan de Dios Rodríguez Gómez, quien hizo resaltar el valor del acto, cuántas veces, dijo, nos enteramos de alguien que muere al tratar de salvar a otro, de morir ahogado, todo desde la altura misma de la arena de la playa, aquí este muchacho se lanzó desde lo alto del puente con valor y entrega, este muchacho es un héroe, es el Héroe de Coatzacoalcos. Paradójicamente la emoción ahogó en llanto a doctor Rodríguez. Además del diploma, hubo un generoso premio en efectivo. En la siguiente semana Pancho King, Presidente Municipal, con las Comandancias del Sector Naval, del Sector Militar y algunas escuelas, organizó un homenaje en la Sala de Cabildos, la cual resultó rebasada en su capacidad. Ahí se le entregó la Libreta del Mar, la Cartilla Militar y muchos regalos más, una casa comercial de productos del mar que está en Colón y Zaragoza le dio un paquete de navegar en que venía una navaja de mar de origen suizo que mucho le agradó, Chico Balderas le ofreció oportunidad para que trabajara en PEMEX. La Capitanía del Puerto le hizo otro homenaje con la presencia de alumnos de otras escuelas en el Club de Pesca, en donde El Club Rotario le dio un reloj Rolex, El señor Paneco Vargas, de la Liga de Béisbol, hizo un juego de homenaje, las entradas fueron en su beneficio. En México le hicieron homenaje en dos programas de Televicentro. Uno con Ruiz Healy y otro con Lolita U 83 V
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Ayala, Uno de los programas fue “El Personaje del Mes” y el otro “En favor de sus Semejantes” Mientras vivió el señor Andrés Bezares, padre de la niña, Isaías gozó de su protección como si fuera su hijo. Toda la región le mostró su admiración y desde entonces, la ciudad tiene la satisfacción de contar entre sí a un héroe, el Héroe de Coatzacoalcos.
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CURRÍCULUM VITAE
Nacido en Jáltipan, Ver., el 8 de diciembre de 1925. Primaria: Escuela Primaria Elemental “José María Morelos y Pavón” 1934-37 Jáltipan, Ver. Primaria Superior: “Vicente Guerrero” 1938-39 Coatzacoalcos, Ver. Secundaria: Escuela Secundaria “Octaviano Corro Ramos”, Minatitlán, Ver. 1940-42. Preparatoria: Colegio de Bachilleres de Xalapa, Ver. 1943-44. Consejero Alumno. Miembro del Consejo Universitario Fundador de la Universidad Veracruzana. 1944. Xalapa, Ver. Medicina: Universidad Nacional Autónoma de México. 1945-50. Premio “Justo Sierra” de la Universidad Nacional Autónoma de México, 1946. Servicio Social en Cárdenas, Tab. 1950-51 Recepción profesional: Facultad de Medicina de la UNAM, abril 1952. Fundador de la primera escuela secundaria en Cárdenas, Tab. 1952. Especialidad en Cardiología. Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez”. México 195658. Miembro de la Sociedad Mexicana de Cardiología. Certificado por el Consejo Mexicano de Cardiología. Presidente de la Sociedad de Cardiología del Sur de Veracruz, 1996-97. Miembro de la Unión Médica del Istmo 1961-2003. Presidente de la misma 1973-74. Catedrático de Biología en la Escuela de Bachilleres “Gral. Miguel Alemán González”, Coatzacoalcos, Ver. 1970-1973. Director de la Clínica de Especialidades del ISSSTE en Coatzacoalcos, Ver, 1971 a 1974. Miembro del Consejo Consultivo de la Ciudad en las Administraciones Municipales de don Pompeyo Figueroa (1986-88) y de don Juan Osorio López (1989-1990). Es Cronista de la Ciudad de Coatzacoalcos desde 1994. Miembro de la Asociación de Cronistas de Veracruz y de la Asociación Nacional de Cronistas.
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Luz en las Sombras Octavio Luis Gonz谩lez Calder贸n
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UNAS PALABRAS
La siguiente es una recopilación de hechos verídicos vividos por un médico en los cuales siempre hubo “algo” increíble y a la vez tan real, que de ello precisamente dependió que una vida no se extinguiera. Tales acontecimientos aquí narrados inquietaron tan positivamente al médico que lo ha llevado a meditar profundamente. ¿Es la oración del ser humano una fuerza energética tan grandemente positiva, capaz de lograr increíbles cambios en situaciones irremisiblemente perdidas? ¿Es la fe una forma de energía tan poderosa que pueda causar en el organismo humano efectos benéficos superiores a los logrados con los mejores recursos médicos? La fuerza de voluntad, el deseo interno de vivir, son también formas de energía de la mente humana poco conocidas científicamente, por lo tanto se impone la pregunta final. ¿Estas fuerzas son manifestaciones de la actividad de la mente al ponerse en contacto con la energía de Dios, que existe dentro te todo ser humano? Todos los casos narrados en este libro son verídicos; las personas existen y no se mencionan sus nombres por simple reserva profesional. Cuando ellos sepan, o los testigos les digan, que fueron heroínas de un relato novelesco, sentirán junto conmigo la satisfacción de haber participado en un acontecimiento real en el que sintió la presencia de una fuerza superior que ayudó y decidió, siempre en forma positiva, a que una vida humana prolongara su existencia en este mundo. Todos los médicos han vivido hechos similares; esta profesión noble y a veces abnegada tiene sobre casi todas las demás actividades humana la característica de hacer vivir, al médico verdadero, las más intensas emociones humanas, la mayor de las cuales consiste en sentir, en palpar la existencia y la presencia de una fuerza superior, de una voluntad omnipotente que en última instancia decide el acontecer de nuestras vidas y el momento inevitable de su final. Esta evidencia es más apreciable en la lucha diaria con enfermos en peligro de muerte inminente, algunos de cuyos casos más asombrosos son aquí relatados. En estos tiempos de gran pesadumbre espiritual, en esta época de crisis para los grandes valores tradicionales del hombre y de deudas sobre su incierto porvenir, se plantea la necesidad de meditar y de reflexionar sobre los verdaderos objetivos de una vida y muy especialmente sobre la perenne búsqueda de la felicidad durante ella y los medios utilizados para lograrla. El hombre idealista persiste siempre en la búsqueda de la verdad en la ciencia, en la búsqueda de la virtud en su moral y en la búsqueda de la belleza en el arte. Para alcanzar tan bellos logros tiene que apoyarse en una fe inmensa que refuerce sus naturales deficiencias humanas. Al vivir los hechos aquí relatados, tuve el privilegio de sentir y de comprobar en momentos difíciles, la existencia palpable de unas manos divinas y una voluntad poderosa, que me ayudaron a salvar una vida, llenándome de una fe infinita y de convicción absoluta.
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NOCHE DE NORTE
Fue una noche de norte. Unos de esos nortes bruscos de Octubre en los que después de un día o dos de calor sofocante y pegajoso, el viento empieza a soplar desde el mar, primero con brisa fresca, agradable; luego en unos cuantos minutos sopla a lo lejos su cuerno una racha brusca,.. Anuncia la entrada avasalladora del bravo guerrero que desata su furia ordenando a todos los prudentes guardarse de su enojo… y empieza a caer la lluvia, esa su gran escolta que lanza sus finas agujas horizontales hostigando la piel. El doctor se había acostado muy tarde esa noche, a pesar de un día cansado, para conciliar el sueño se puso a estudiar un libro de Arqueología, esa su amada búsqueda en lo antiguo, en la que había encontrado respuesta a tantos enemigos del presente. Pronto lo venció el sueño, el zumbar del norte y la ligera vibración de las vidrieras fueron excelente narcótico. En el momento en que se perdía en el tibio refugio del sueño profundo, lo despertó cruelmente un ruido, fue como un estallido, como un chicotazo en el aire, no era el norte golpeando sus ventanas. Agitado se puso de pie, reconoció que era un golpe en la puerta de la casa y se acercó a la ventana. A través de la lluvia que tamborileaba casi rítmicamente sobre el cristal, vio su silueta por primera vez, era una muchacha esbelta de largo cabello negro alborotado por el viento, abrió el cancel corredizo, saboreó la fresca lluvia horizontal en la cara y con pocas palabras se entendieron; visita urgente a Quevedo 405, una mujer estaba a punto de dar a luz, algo venía mal y la partera pedía un médico, prometió ir enseguida. Se sentó en la orilla de la tibia y mullida cama con la intención de vestirse, pero… casi habiendo terminado su propósito, se dejó caer suavemente y se quedó plácidamente dormido. No supo cuanto tiempo transcurrió. Se despertó sobresaltado por una serie de estallidos; reaccionó de inmediato, eran las manos de la misma muchacha que golpeaba desesperadamente con algún objeto la gran puerta de lámina de aluminio de la entrada de la casa. Se asomó por la ventana para indicar apenado que ya salía logrando captar entre el fuerte zumbido del viento y caer de la lluvia los ademanes desesperados de la muchacha por tratar de darse a entender, de lo grave del caso y la premura. El doctor contestó, con fuerza para ser oído un… ¡enseguida voy! Y se acabó de vestir rápidamente, protegiéndose con una gruesa chamarra “de norte”. Bajó a la cochera, abrió con gran esfuerzo la gran puerta corrediza, venciendo la tremenda presión del viento que la pegaba al marco firmemente y al fin logró acabar de despertar con tres fuertes estornudos. Sacó su fiel palomo, su cumplidor y añoso mustang, compañero en la lucha diaria, cuyas huellas se hallaban grabadas en sus abolladuras y raspones, desluciendo el color blanco. Quevedo 405 no quedaba lejos, eran sólo 4 cuadras. Se fue por la vía más corta y se estacionó frente al 405, aunque quedando en la acera contraria, al comienzo de la avenida. Cruzó la calle con el viento a su favor; se sintió como frágil navío empujado por el viento norte, ayudado verdaderamente a caminar más rápido; encogió los hombros al sentir el frío húmedo en la nuca y sintió casi como un consuelo el peso del maletín en su mano derecha, que como ancla colgante frenaba un poco el impulso que sentía en toda su espalda y pierna. Tocó no muy moderadamente con los nudillos de la mano; era una casa de lámina pintada de rojo y oxidado, toda la pared era buena para tocar en las curvas verticales pues era de lámina acanalada. Salió un señor mal encarado, amenazó que no siguiera molestando, que allí no lo habían llamado y que no había enfermos y mucho menos parto. Se alejó sintiendo una mezcla de pena y coraje, hasta sus oídos traía el viento todo un puñado de groserías exclamadas a viva voz por el mencionado antecesor del homo sapiens. Pensó para sí: —Ni modo, eso me pasa por flojo, seguro que no oí bien el número que me dijo la muchacha. Regresó al coche sintiendo la contrariedad causada por su inconsciente descuido al no haber oído con claridad la voz de la muchacha, ahora la ventisca le daba en la cara, de frente, haciéndole sentir como pequeños alfilercillos las finas gotas de agua que con la fuerza del viento se clavaban en su piel. Metió su maletín en el piso de atrás del coche y arrancó el motor pensando en salir en reversa. Puso el automático en R. y aceleró; el coche se movió un poco, pero las llantas toparon con algo y el coche U 90 V
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se detuvo. —¿Qué será? seguramente debe ser una piedra pensó. Puso primera, se hecho hacia delante un poco, se quebró para librar la supuesta piedra y de nuevo metió reversa. Otra vez se atoraron las llantas pues el golpe no fue seco, de defensas, sino acojinado, de llantas. —Bueno, qué raro, cuando yo llegué estoy seguro de que no había nada. Se bajó a revisar y con la luz del foco de la esquina vio claramente debajo y detrás del coche. No había nada en el piso, estaba liso; sintió entonces un temor repentino… volteó para todos lados… y no vio nada, una suave emoción de lo misterioso y desconocido lo invadió; pero las 2 de la mañana, con Norte, no eran horas buenas para esas emociones. Se subió rápidamente y decidió salir de frente aunque recorriera toda la cuadra. Así llegó a la esquina y al dar vuelta a la derecha la luz del carro alumbró el crucero ampliamente, entonces se detuvo en seco: a media calle estaba parada la muchacha con los brazos estirados y las manos en alto, como queriendo detener el tránsito del mundo entero; su cuerpo esbelto se dibujaba a través del descolorido vestido que empapado por la lluvia se adhería a su carne, sus pies descalzos, su pelo escurrido sobre la cara y agitado por el viento le recordaron a la estatua de Palas Atenea orientando desde la Acrópolis a los navegantes, a la entrada del puerto del Pireo. Su cara, al verlo, se iluminó y haciéndole señas que la siguiera, se fue corriendo sin librar los hondos charcos con el afán de llegar más rápido. La siguió en el coche hasta llegar a la puerta del 505; apenas se bajó del coche, en su desesperación, ella lo jaló de la mano que no llevaba maletín y lo metió de prisa a la casa. Un cuarto más bien chico, era toda la casa. En la penumbra adivinó a otras 2 mujeres de largas enaguas y algunos muebles sencillos. Al fondo a la izquierda estaba un catre de lona y sobre de él yacía una mujer acostada, semidesnuda, y con las piernas medio dobladas: se acercó al catre…entre las piernas de la mujer estaba el cuerpo inerte, inmóvil, de un niño que habiendo nacido en posición de pelvis, los pies, piernas y cuerpo estaban afuera y la cabeza estaba aún dentro del organismo de la madre. Oyó una voz llorosa detrás de él que dijo: —La partera no pudo sacar al niño doctor, claro que ya se murió, ¡pero sáquela a ella de su apuro, por favor, por lo que más quiera! Abrió rápidamente su maletín apoyado en una rústica mesa, enguantó sus manos y se dispuso a ayudar a la angustiada mujer; ella estaba tensa, respirando agitada, su cara cubierta de gruesas gotas de sudor, con una expresión mezcla de angustia, de frustración, de desamparo: —Estése tranquila señora, esto es fácil, ahorita salimos de esta situación, me va ayudar quedándose tranquila, deje su cuerpo flojito... le dijo con mayor calma. El cuerpo del niño se encontraba boca abajo, colgando de su propio cuello sin que se viera la cabecita; los bracitos y piernas yacían flácidos, como si fuera un muñeco de trapo, torcidos grotescamente al quedar caídos sobre la lona del catre, inmóviles, de color lívido violáceo. Procedió a efectuar la clásica maniobra de Moriceau. Tomó con cuidado y firmeza aquel muñeco montándolo sobre su musculoso antebrazo derecho y al mismo tiempo introduciendo sus dedos en el conducto de la madre, buscando con el dedo medio la boquita de la criatura. Al hallarla le introdujo el dedo haciendo una especie de gancho blando y firme para traccionar y a la vez provocar un giro simultáneo hacia arriba, de cabeza y cuerpo, logrando que así, la cabeza, actuando como eje, siguiera el contorno curvo del conducto materno, hasta quedar al final del giro boca arriba y ya apoyado casi el niño sobre el vientre de la madre; en esa forma logró el parto de la cabeza fetal aunque con algo de dificultad por la hinchazón que había en los tejidos maternos y por el tamaño realmente grande de la criatura. Ya no latía el cordón umbilical... era obvio que el niño había fallecido; cortó y ató el cordón se enderezó lentamente con el flácido cuerpo en brazos y lo puso en forma displicente sobre la mesa Para él en ese momento, lo importante era la madre, la que tenía vida; al niño a fuerza de ver muerte tras muerte, lo vio únicamente como lo que era, un pedazo de materia inerte, insensible... muerta, e inconscientemente lo exteriorizó así en un acto poco delicado. Al momento se sintió cohibido bajo la mirada de las mujeres, que reprobaron esa acción. Sobre todo de las protagonistas principales del desafortunado parto, madre y partera, que mostraron su desagrado al ver la manera, como casi dejó caer al niño sobre la mesa. Realmente apenado, trato de acomodar el cuerpecito para remediar su impío gesto. Colocó al niño derechito, boca arriba tomando entre sus toscas manos aquellas manitas, que, inertes, recién habían venido al mundo; colocó suavemente sus bracitos sobre el pecho... y, en ese momento... aquel U 91 V
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cuerpecito estático, como de cera, hizo un leve movimiento espontáneo, un sacudimiento repentino en su cuerpo y enseguida... se oyó un leve gemido, como de un pajarillo herido. Las 2 mujeres se acercaron de un salto y sintió clavados sobre él, desde el catre, los negros ojos de la madre que lo miraban emocionados, incrédulos, muy abiertos, suplicando, exigiendo, ordenando... Al instante se dispuso ayudarlos a tomar el aire de vida de este mundo; se puso a darle respiración artificial, primero con movimientos rítmicos de sus bracitos presionando sobre el tórax, después, al sentir una débil respuesta, soplando un poco de su vida directamente sobre su inmóvil boquita. Sopló suavemente varias veces su respiración dentro del cuerpecito y observó con alegría que el color de su piel cambiaba rápidamente del deprimente gris azuloso mortecino al sonrosado optimista, color de vida. El efecto fue espectacular, el llanto agudo, fino, limpio, del niño, provocó exclamaciones festivas de las mujeres, el silencio angustioso previo, se cambio por frases, casi gritos de júbilo. Solo la madre permaneció callada, en su rostro ahora sereno se adivinaba una oración de gracias. El doctor atendió el alumbramiento de la placenta y la revisión de la contracción uterina, luego le inyectó a la madre una sustancia que causara contracción enérgica y firme de su matriz para prevenirla de una posible hemorragia, pues era obvio que había sido lastimada grandemente por los esfuerzos infructuosos que la partera había efectuado. Las mujeres se hicieron cargo de la fajita, de la camisetita, de los pañales, en fin, animadas con la alegre música del llanto incontenible del niño. Terminando estos menesteres piadosos que hacen a diario las mujeres de todo el mundo una de ellas le pregunto con palabras entrecortadas, tímidas: —¿Cuánto se le debe doctor? La emoción vivida no le permitió contestar rápido, meditó, un momento, iba a decir algo cuando oyó por primera vez la voz cálida, calmada de la madre: —No hay dinero que le pague, esto no tiene precio material, yo sólo puedo pagarle con la vida de mi hijo doctor,... es suya. Regresó a dormir satisfecho. Pensaba que realmente al médico se le concede sentir satisfacciones que no tienen precio, que valen más que cualquier pago material. El norte ya había amainado, abrió la reja de aluminio y metió el coche en reversa. Entonces... súbitamente recordó el incidente. Un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar las llantas del coche atoradas en algo que no existía. Y en efecto habían estado trabadas completamente, él lo había comprobado. Cruzó el jardín, subió las escaleras y se detuvo en la ventana; apoyó su frente en el gran vidrio que da a la terraza... El sol anunciaba su nacimiento, tenues reflejos se extendían perezosos en el lecho del mar que se veía claramente desde ahí. El norte y sus guerreros, ya se habían retirado, ahora reinaba un silencio absoluto, casi se oía el suave y tibio llegar de los rayos celestes calentando el frío cristal que helaba su frente. Se retiro del ventanal y fue a refugiarse en el cómodo sillón reclinable de su suave piel negra que estaba a dos pasos. Sus ojos fijos, veían sin mirar el globo terráqueo tipo antiguo que formaba parte de su mesa de trabajo y estudio; mientras, su índice se empeñaba en marearlo, dándole vuelta sin parar. Su razón no asimilaba lo “increíble” del incidente, intrigado analizaba los hechos y se daba cuenta con certeza de qué, si no se hubieran amarrado las llantas con aquello “que no existió nunca”, hubiera salido en reversa, y por lo tanto no se hubiera encontrado con aquella mujer que le indicó el camino tan oportunamente, y para las vidas de madre e hijo unos minutos más de demora, hubieran sido fatalmente decisivos, el niño habría perecido irremediablemente. Nuevamente su cuerpo fue recorrido por un escalofrío mezcla de miedo, de incredulidad, de emoción por lo desconocido. En fin,... era la primera vez que le sucedía algo así; el sol bañaba ya completamente la guarida de su escepticismo. No se había percatado del largo tiempo de meditación transcurrido, los 6 cantos del cu-cú que colgaba de la pared lo hicieron volver al tiempo presente. Dentro de una hora tenía que empezar una delicada operación, se paró de un brinco y en menos de lo acaba este relato se encontraba duchándose y rasurándose para quedar como nuevo, listo para iniciar una vez más la lucha. ...Un nuevo día comenzando y una primera, inexplicable experiencia, se había manifestado. U 92 V
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PREMATURO
La operación recién concluida había sido muy pesada, había durado algo más de 3 horas…era probablemente la vesícula más difícil que recordaba. Sentía aún impregnado el aroma dulzón del gas anestésico, que, inevitablemente, escapaba de los tejidos y órganos internos expuestos en la gran incisión quirúrgica y era aspirado en alguna proporción por los doctores y enfermeras que encerrados en la pequeña hermética sala de operaciones, trabajaban ardua y pacientemente empeñados en desarrollar con la mayor precisión su delicado trabajo. Tenía tal ardor en su espalda, que esta tarde, decidió irse caminando a su casa para relajarse un poco. Cerró su consultorio y cruzó la calle. Sintió un alivio tan confortable al llenarse de brisa su cuerpo… que por un momento olvidó su cansancio. Antes de empezar la caminata estiró los brazos extendiéndolos al cielo, echó la cabeza hacia atrás buscando consuelo a su cuello, y así, sus ojos se deleitaron en el vaivén de los pinos que gigantescos se elevaban al cielo, precisamente en la loma más alta de esa súper acelerada y ya casi imposible ciudad de Coatzacoalcos, donde se encontraba situado su sanatorio. Caminó cuesta abajo. De vez en cuando subía y bajaba los brazos rítmicamente, y aspiraba profundo... queriendo impregnar su alma de aquella renovadora brisa de mar. Llegó a la irilla del río, y olvidando la ruta de su casa, atraído por el atardecer, se siguió de largo hasta llegar a donde comienzan las escolleras. Se sentó en una roca. Y en estado de hipnosis por el vaivén de las olas, sus sentidos excitados se deleitaban viendo, escuchando sintiendo aquella impresionante marina que parecía haber sido concebida en la fantasía de una gran artista y plasmada en el lienzo con los más bellos y excitantes naranjas, rojo y amarillo, que en ese momento del ocaso, agonizaban. Esperó ver morir la tarde... Y llegó la noche... Y ahí, desde el palco de honor de su roca, vio cambiar el escenario. Algún anciano alquimista conocedor de profundos secretos debió haber preparado los grises y azules que en mil matices vanidosos luchaban inútilmente por opacar el intenso brillo ascendente de la luna. Y se inició el primer acto... La brisa sopló más fuerte. Allá de los lejos, tras el claro horizonte el limpio cielo varía un violento norte. Docenas de barcos pesqueros llegaban presurosos y exhaustos acicateados por sus navegantes... Viejos lobos de mares inhóspitos, aventureros audaces, incansables viajeros de bronceados cuerpos, hombres ignorantes de ciencia, sabios de vivencias, pobres de vestido, ricos de tesoros que los sentidos guardan. Anclaron sus barcos, muy cerca de su vista, atravesando el cuerpo del mar con el picudo fierro; y va en descanso, ya tranquilos guarecidos del norte... oyó que algunos pescadores cantaban roncos himnos acompañados de armónicas y del golpe sonoro y rítmico de algún fierro. Así, sentado en roca, presenció una escena de amor y ternura... El norte con su viento huracanado, entraba triunfante azotando lo que encontraba a su paso. Los pescadores dejaron sus cantos, las gaviotas que volaban en círculo esperando el desecho de la pesca, huyeron a refugiarse; los azules y grises se tornaron negros y las olas furiosas hostigadas por el látigo del viento, se estrellaban en las rocas, fraccionándose en mil partes. Al sentirse de repente en medio de esa gran lucha, presenciando ese tremendo combate lucha, presenciando ese tremendo combate de titanes… encogió su cuerpo. Emocionado y temeroso, sintió la furia del mar azotar en su cara. Así se encontraba… cuando de repente, en una roca cercana a la suya, vio que una gaviota aleteaba insistente en un mismo punto… algún pescado seguramente, pensó; - ¡pero no era momento para preocuparse por un pescado!, ya ninguna gaviota se veía alrededor, todas habían ido a buscar un refugio para protegerse del violento norte. El fuerte viento la arrastraba unos metros, pero luchando y luchando regresaba al mismo punto. Los graznidos desesperados y las plumas alborotadas le hicieron suponer que algo grave pasaba. Se bajó una roca y estirando su cuerpo logró ver el tierno motivo de su desesperación. Era un polluelo… era su hijo, que aún infante e inexperto, se negaba a luchar con el viento. La gran gaviota subía, bajaba, ya graznada, ya revoloteaba y con su pico de repente lo empujaba. U 93 V
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Parecía con su actitud gritarle: ¡¡ Vuela, lucha por vivir, adelante!!... al pobre polluelo, medio ahogado y asustado, que prendido de la roca, cada vez le era más difícil detenerse, cuando le llegaba una ola de la creciente marejada. La madre parecía volverse loca de suponerse por instinto que a la siguiente ola podría perder a su hijo. Por fin con los ojos asustados y las patas temblorosas, el pequeño pareció decidirse a emprender el vuelo. Aleteó con energía y se elevó. El doctor sintió que por su cuerpo corrió una gran emoción que anidó en la garganta… Madre e hijo levantaban el vuelo. Con graznidos de triunfo se perdieron entre la bruma, y con ellos su anonadamiento. Hasta entonces se percató de que si no se iba inmediatamente, pescaría una pulmonía. Empapado, helado y feliz tomó el camino a su casa. Un baño bien caliente, un té y una confortable pijama lo dejaron como nuevo… y listo para la tibia cama. Desde su cuarto oyó que lo llamaban. —¡Doctor, doctor, le hablan por teléfono del Sanatorio, que es urgente! —(Mal asunto, pensó.) —Si Soco, dígame. —Doctor, disculpe la molestia, pero está aquí una paciente suya que ya viene de Pajaritos, los dolores de parto ya los tiene muy seguidos y aún no está en término, dice que le faltan 2 meses. —Está bien… enseguida voy, le dijo suspirando… Con todo el dolor de su corazón, se quitó su tibia pijama, se vistió rápidamente y volvió al fuerte norte. Nuevamente helado, llegó al Sanatorio. —A ver señora, qué es lo que le pasa. —Doctor, me siento muy mal, desde hoy en la mañana empecé con unos dolores, que han ido aumentando en el día, y desde hace una hora son como cada 5 minutos, no había podido venir más temprano porque mi esposo sale de trabajar de Pajaritos hasta las 8 de la noche y no había quién me trajera, estamos muy asustados, apenas tengo 7 meses. —Llorando le dijo: —¡No quiero perder a mi niño, doctor! —Bueno, bueno, la voy a examinar, es posible que aún podamos detener su parto; pase para acá, la enfermera le preparará para examinarla. Después del examen le dijo tratando de calmarla: —Mire señora, el parto prematuro ya es inevitable, tiene 5 centímetros de dilatación el cuello uterino y la cabecita ya está muy abajo. La van a encamar y a prepararla, y en un rato más, en una hora, la pasamos a la Sala de Partos; le vamos a ayudar para que sea todo fácil, procure estar tranquila, no se preocupe que su hijo aunque prematuro ya puede vivir por sí solo. —Si doctor, muchas gracias, decía llorando. Y así se inició un parto prematuro, en circunstancias imprevistas, de causa no precisada, pero dentro de condiciones generales normales, excepto la gran anticipación al término normal del embarazo. El doctor, ya en el alumbramiento, sintió una vez más esa suave emoción tantas veces vivida, de participar en el recibimiento de un nuevo ser, de un niño que llegaba al iniciar el ministerio inescrutable de una vida… el empiezo de un destino. Pensó, que aunque cada día nacieran miles de niños, cada nacimiento era y seguiría siendo una manifestación asombrosa del maravilloso mecanismo que funciona en cada madre. Mientras así pensaba iba actuando y confirmando los pasos sucesivos del parto; el cuello de la matriz cual pequeña ruedita de blando hule iba abriéndose demostrando una elasticidad que parecería increíble; en un lapso de tiempo que variaba de unos minutos a unas pocas horas, su orificio central aumentaba su diámetro de 3 milímetros a 100, permitiendo entonces el descenso de la cabecita del bebé impulsada por las enérgicas y rítmicas contracciones de la matriz. Al mismo tiempo los tejidos vecinos adoptaban esa misma elasticidad y permitían el progreso del viajero. En el último momento, el médico percibía el aparecer del fino cabello de la cabecita, iniciándose la parte final y más emocionante, acompañada de sus preguntas tradicionales, desde… el color del pelo, a quién se parecería, y el gran dilema del último instante:¿Será niño ó niña? ¿Sería hombre que llegaba a la vida a luchar, ó sería mujer que además de la misma lucha llevaba en su destino biológico la misión cósmica de perpetuar la especie humana, y por ello nacía dotada de fuerza, de valor, de resistencia y de amor, superiores a los del hombre? Mientras esto pensaba, recibía en sus manos U 94 V
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seguras y expertas la cabecita del bebé y procedía a limpiarle con suavidad la carita y especialmente la nariz y la boca, para permitirle fácil respiración; en unos segundos más el último y enérgico impulso de aquellas matriz joven producía el nacimiento de todo el cuerpo del bebé, más fácil y suavemente, por ser el cuerpecito blando y amoldarse más fácilmente al organismo de la madre. El recién llegado era un niño de aspecto normal; aunque ostensiblemente pequeño por su prematurez, el doctor revisó rápidamente sus condiciones generales, siempre era necesario valorar tales condiciones para tener un diagnóstico y un pronóstico inmediatos para su capacidad de vivir. Se toman en cuenta 5 factores, cada uno con valor de 2 unidades, siendo el ideal que llegue con 10. Tales factores son: color que indique buena oxigenación de su sangre, tonicidad muscular, respiración, latidos del corazón y movimientos, se le llama a esta valoración el APGAR, en honor de una famosa partera que propuso dicha clasificación, Virginia Apgar. El bebé tenía 2 en todos los factores, excepto en la respiración; la valoración se hace al minuto de haber nacido; en este caso no había respiración espontánea. Aspiró las flemas de garganta y nariz con una perilla, notando de inmediato falta de reflejos al excitar la faringe y la nariz; lo normal es que haya protesta, estornudos, tos, etc. — ¡Caray Soco! este chavito no tiene reflejos,… Pero está de buen color, hizo la observación a su enfermera. Procedió a cortar y ligar el cordón, no respiraba aún, llevaba casi 2 minutos que había nacido y no respiraba; apareció ligera cianosis (color amoratado, en boca y extremidades). Hubo de ayudarlo a respirar; primero con una presión muy suave, rítmica, en base del tórax, con la mano, sin lastimar, como apretado una jaletina sin romperla; así, suave y firme a la vez; un solo apretón brusco con los dedos podría reventar el hígado, luxar una costilla ó lesionar los tiernos pulmones, suave…¡No responde! Rectificó que estuviera limpia la faringe; aplicó una sonda estéril de número 16 a tráquea, aspiró…están limpias las vías aéreas. —Soco, es necesario darle respiración con presión positiva. El cordón ya late muy lento- ¡Páseme una gasita… Lo primero fue insuflar aire en sus pulmones soplando suavemente en su boca, una, dos, tres, diez veces, sopló a través de la gasita estéril, sin mucha fuerza, muy corto; el cordón latió más a prisa, desapareció la cianosis ¡a ver si ya se arranca solito! observaron un minuto, dos… apareció la cianosis otra vez ¡Vamos a ayudarlo de nuevo Soco, no quiere respirar espontáneamente! Así pasan los minutos; largos, muy largos, primero cinco, luego diez, luego treinta; no quiere respirar. —En fin, vamos a insistir, se dijo a si mismo reacio a dejarse derrotar viendo la nula respuesta del pequeño. La lucha continúa, ¿Cuánto tiempo? no ha habido cianosis prolongada más de 10 a 20 segundos, no hay que permitir que ocurra anoxia cerebral prolongada, ó sea falta de oxígeno a su cerebro; se sabe que una deficiencia de oxigenación al cerebro humano por más de 5 a 7 minutos causa lesión definitiva de sus células; lo que acarrearía severas deficiencias mentales y funcionales; no hay evidencia de lesión cerebral en este caso, pero no parece que vaya a respirar por sí sólo. Hay pocas probabilidades considerando el tiempo transcurrido. Así batallando con calma y con urgencia a la vez, la angustia es real; el doctor Calderón siente esa terrible sensación de muerte inminente vivida tantas veces en la sala de partos, en la sala de operaciones. Siente que la puerta de la sala se abre lentamente, algo pesado grande y oscuro cae sobre sus hombros, es algo pegajoso y angustioso, es algo que quiere paralizar sus manos a base de terror de pánico; la ha sentido tantas veces, es vieja conocida para él está cansado, hay una especie de náusea, de desamparo en el ambiente, sigue soplando suave, rítmicamente y observando,... no hay respuesta. Casi está vencido, su enemiga es más fuerte que él, lo quiere anular. En ese momento la enfermera agrega: —Doctor voy a apagar la incubadora, ya no tiene caso. Se acercó a la madre que había estado presenciado todo en silencio; con estoicismo había seguido paso a paso la paciente lucha del doctor por animar aquella vida en potencia, sin importarle el sufrimiento, sus órganos lastimados... su dolor, —Señora, —le vio con mirada derrotada y le dijo con gran desaliento— ya hace una hora que nació el niño, creo que ya no va a respirar, usted se ha dado cuenta de todos los esfuerzos por qué reacciones, su centro respiratorio no parece funcionar, no quiere arrancar la respiración espontánea, tal vez por la prematurez,... a veces no está bien desarrollado dicho centro. Ella lo mira con sus ojos acuosos, no dice nada, pero lo mira fijamente sin pestañear algo hay en lo negro U 95 V
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de sus ojos, en la profundidad de sus pupilas, es como una orden y una súplica a la vez, producen una luz que parece transformarse en llamarada, que quema el monstruo sombrío que él sentía en sus espaldas y que lo había hecho rendirse. En ese momento pasó en su mente como una película, lo que hacía unas horas había presenciado en las escolleras: la lucha desesperada de una gaviota por salvar a su polluelo, ¿y como lo había logrado? pero esa gaviota solamente tenía instinto para comprender lo que pasaba su hijo en peligro, no razonaba, no sabía el valor real de una vida, no sabía lo que significaba la inmensa responsabilidad de tener la vida de un niño en las manos y conocer todos los recursos técnicos para hacerlo respirar. Por un instante se sintió avergonzado de su debilidad, de la facilidad con que se había dejado vencer, ahora captó con claridad que no había límites de tiempo, se pasaría la noche entera ayudando al niño si fuera necesario. Se sintió de repente ligero. Volvió al niño e insistió en la respiración artificial. Sopló nuevamente a través de la gasita. Le parecía ver en el niño, al polluelo temeroso de luchar por la vida. Con toda calma y toda su concentración repetía mentalmente las palabras que creyó oír en la gaviota madre: ¡respira, lucha por vivir, adelante! En el primer intervalo de descanso, un suave movimiento respiratorio espontáneo se percibió en el abdomen del niño,.. ¡El diafragma se había movido! ánimo, insistió, otro movimiento, ahora se movió una piernita, ánimo y calma, despacio, seguro, ahora un leve gemido, parece un chillido de ratón, ¡qué maravilla! por fin… ya se va solito; inicia una respiración espontánea muy superficial, que rápidamente se va normalizando y luego, en 1 ó 2 minutos, el llanto tenue, señal eterna de vida. Percibió entonces que la puerta de la Sala se abrió; algo así como una racha de aire fresco que solamente él sentía, penetró como aire de mar, como aire de bosque; ya no le pasaba ni le dolía esa carga sobre sus hombros, se la llevó esa racha de aire, su vieja conocida se escurrió rápidamente y se fue, hoy no ganó. Sintió que la puerta se cerraba, vio la expresión de paz, de dulzura en la boca de la madre, sus ojos estaban cerrados, en calma, tal vez orando. Tomó con suavidad al niño, envolviéndolo con una compresa esterilizada lo llevo al tibio refugio de la incubadora; luego, lo contempló a través del cristal, ¡qué hermoso era! respiraba tranquilamente; vio como se llevó una manita a la cara y puso sus dedos en la minúscula boca, sintió que le decía... Gracias por ayudarme a vivir. Lo siguió contemplando unos minutos, sintió muy dentro de su ser esa manifestación maravillosa de vida, de vida nueva, de vida con futuro inmenso, y se estremeció de pensar que hacía solamente unos minutos no era ya casi nada. Salió del Sanatorio, no se fijó en el fuerte viento norte, la lluvia fresca y violente le sabía agradabilísimo, iba lleno de algo que no podría describir en palabras, tal vez la mejor usada sería gratitud. Él sabía de dónde había venido esa luz que vio en los ojos de la madre angustiada. Sabía bien quién le había ayudado una vez más dando fuerza y voluntad nuevas a su debilidad humana.
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OPERACIÓN COATZACOALCOS
Su gusto y afición por la Arqueología era cada vez mayor; ese día, su magnífico estado de ánimo le hacía reír a carcajadas con su viejo amigo, un ranchero humilde y sencillo que venía desde “Tres Zapotes” a ofrecer unas figurillas arqueológicas de barro. Su risa se debía al ver su astucia de indio noble, esa astucia comparable a la del conejo ó del cervatillo que busca la rama y no se mueve por instinto de conservación para no ser descubierto. Así su amigo, auténtico indígena bilingüe, con sus ladinos ojos negros muy abiertos, sus callosas manos gesticulando y su ancha boca tragando bocanadas de aire, narraba emocionado, viviendo nuevamente su audaz e inocente aventura, que le valió para conseguir las apreciadas piezas. —Le juro Doctorcito, por mi jefecita santa que ya está bajo tierra, que en lo oscuro, cuando yo ya estaba sacando la cabecita que le cuento —¡Ay mire, hasta se me pone la carne de gallina! —¡Se me apareció el alma del difunto! Reía de buen agrado al ver la palidez del rostro de Epifanio, cuando les interrumpió el timbre del teléfono. —Larga distancia de Salina Cruz, para el doctor Calderón de parte del doctor Lemarroy: —A sus ordenes señorita. —Listo, favor de hablar. —¿Bueno? doctor, Buenos días, me encuentro en Salina Cruz, estoy atendiendo un paciente con infarto del miocardio. Hace 12 horas presentó un cuadro abdominal agudo que nos hace pensar en trombosis mesentérica y él quiere que usted lo atienda, podemos llevarlo a su clínica? —Por supuesto, los espero cuanto antes. Adiós. Era media mañana. —Bueno, a ver Epifanio, déjame pues las figuras, me has ganado con tu relato, —me quedo con todas. —¡¿De verdad doctorcito?! —respingó de gusto. —Si hombre, toma tu dinero. —¡Huy, qué gusto le va a dar a María cuando le cuente! —Ándale, ándale pues, que tengo mucho trabajo. Le contestó un poco impaciente, pero riendo de sus ocurrencias. —Adiós Doctorcito, muchas gracias doctorcito (inclinaba repetidamente la cabeza) que Dios lo bendiga, y que le dé más para que me compre más, Doctorcito. —Adiós, adiós Epifanio, que te vaya bien. Por la ventana lo vio irse caminando y perderse entre la gente de la calle. Epifanio pensaba lleno de contento: —¡Ah que doctor!.. Hoy me pago mis muy buenos pesos por esos tepalcates, ¡Bah!... son puros pedazos de barro con carita, ¡no sirven para nada! En cambio cuánto me va servir este dinerito, sonreía cual niño que acabara de hacer una travesura, cuantas cositas voy a comprarme y me alcanza... ¡hasta para unos tragos! ¿Cómo será que haya gente tan burra que pague tan buena lana por unos pedazos de lodo cocido?... Al mismo tiempo, el doctor, mientras observaba emocionado, en la claridad de la ventana cada una de las cabecitas, se decía asombrado: —¡Qué hermosa expresiones tienen estas caritas de barro!... indudablemente son Olmecas, ... Ah, cuánto voy a gozar limpiándolas y estudiando sus rasgos faciales ¡que emocionante¡ ¿quién sería el artista que las esculpió hace dos mil años? ¡Qué sensibilidad, cuánta vida hay en ellas! parece mentira que haya gente que venda estas maravillas por un puñado de dinero... Paso un día... rutinario. Su única preocupación era el paciente con supuesta trombosis mesentérica que venía en camino. Como a las 8 de la noche llegaron a Coatzacoalcos, lo instalaron en el cuarto 2 y se dispuso para la auscultación. Efectivamente todos los síntomas del enfermo los hallazgos al examinarlo coincidían con la suposición diagnóstica del doctor Lemarroy. La situación era bastante sombría, casi no había nada que hacer, todos los datos apoyaban el diagnóstico de trombosis mesentérica extensa. Un coágulo ó trombo formado en el interior del corazón enfermo, fibrilante, se había desprendido y arrastrado por la corriente sanguínea, había llegado a las arterias del abdomen y había obstruido la arteria principal que da circulación sanguínea U 97 V
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al intestino. Las condiciones del enfermo eran muy malas para pensar en una operación y su corazón estaba en los primeros días de evolución de un ataque de infarto extenso; esto lo hacía muy mal paciente para la anestesia, por el gran riesgo de un paro cardíaco definitivo durante la operación. Por otra parte ya tenía casi 24 horas de haberse iniciado los síntomas de la trombosis mesentérica lo que implicaba que ya se había establecido gangrena del intestino en toda el área que hubiera quedado sin circulación, lo que acarreaba un severo estado de intoxicación de todo el organismo por la absorción de substancias tóxicas que se producen en los tejidos gangrenados. No podía haber más demora en la decisión. Se advirtió a la familia del gran riesgo de una operación en esas condiciones así como el enfermo; aún cuando el riesgo quirúrgico y anestésico era muy elevado, cualquier demora lo aumentaba momento a momento y si existía una posibilidad favorable entre mil, debía aprovecharse de inmediato. Se le explicó a Don Armando su situación, con calma, con seriedad, y él habló con un valor y una fe que le impactaron. Su voz era tranquila a pesar de su delicado estado: hombre corpulento, de aspecto recio... enérgico, pero con la amabilidad natural del hombre costeño. La piel tostada por el sol, los ojos vidriosos que miran fijamente... profundamente. El cuello robusto, los músculos hinchados bajo la piel, el pelo entrecano… sobre aquel fondo oscuro de la noche, de sus ojos, hacían imaginar al patriarca de una tribu, que en el lecho de su muerte, guardaba toda la gallardía propia de su abolengo. —Doctor… yo soy hombre de mar, de los hombres que a diario estamos entre la vida y la muerte, de esos a los que Dios les habla al oído con el rumor de las olas cuando se encuentran en una frágil barca en medio de esa inmensidad. Yo soy del país de la sal, de donde cuando la furia del norte hostiga nuestra barca… solo la fe nos salva. — ¿Sabe?... yo le tengo absoluta confianza,… ¿sabes porque?- porque cuando me iban a llevar a México, que bien sabía Dios que hubiera llegado muerto, llegó mi médico de confianza y me insistió que viniera a verlo, que usted me podía salvar. Y ¿sabe doctor? aunque todo parece indicar que me voy a morir, no va a ser así. Yo sé entender muy bien cuando Dios me manda un recado y usted me va a salvar, de eso estoy seguro. Verdaderamente le impactó la fe y la seguridad de sus palabras… demostraban claramente que era un hombre dotado de gran fortaleza espiritual. Era un hombre de lucha, desde niño había empezado a ganarse la vida buceando y pescando en sus costas nativas hasta llegar a tener un gran negocio de barcos pesqueros. Y su proceder, era para él un gran estímulo que le llenó de confianza y decisión. Otro gran estímulo, no por rutinario menos valioso, era la compañía y asesoría, el consejo sabio y experto de sus compañeros en estas grandes intervenciones. Con ese equipo siempre se sintió capaz de realizar las mejore hazañas en sus azarosa actividad de cirujano de emergencias. Ahora, era uno de los casos en que todos juntos uniendo sus conocimientos, podían intentar una hazaña más. Don Armando fue conducido sin más demora a la sala de operaciones. El doctor Maciel, gran experto, se hizo cargo con su habilidad tradicional en dar la anestesia adecuada, el doctor Lemarroy, eminencia en cardiología, con gran experiencia y prestigio, indicó los medicamentos que ayudarían a dar más resistencia a ese corazón tan seriamente dañado. Una amplia incisión media les dio acceso a la gran cavidad abdominal. La confirmación del diagnóstico fue desalentadora por una circunstancia terrible inesperada. Sí había trombosis mesentérica, sí había gangrena intestinal; pero el daño era mucho mayor de lo calculado, en realidad existía el daño más extenso que pudiera haberse supuesto. El intestino delgado estaba gangrenado en toda su larga extensión, estaba negro, frío macerado, distendido, transparentándose su contenido negro sanguíneo, cuya absorción producía gran intoxicación. Se oyó decir—¡Qué barbaridad! —este hombre está irremisiblemente perdido! —¡Se puede decir que ya está muerto! El desaliento fue general en el equipo quirúrgico…Teórica y prácticamente era imposible extirpar todo el intestino al paciente. No soportaría una intervención tan agresiva a sus ya muy malas condiciones, y a sus años; además, no era técnicamente posible unir el estómago al colón, y si lo fuera la persona no podía sobrevivir en esas condiciones. Se discutió rápida y angustiosamente la irremediable situación del enfermo, las opiniones coincidían en U 98 V
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que podría vivir solamente unas horas más, seguramente ya no vería el nuevo día. El corazón se encontraba en estado de fibrilación, la frecuencia aceleradísima de sus latidos llevaría con inminencia a un paro en cualquier instante, la extensión total de la gangrena intestinal les hacía saber que la intoxicación general por si sola era gravísima. En pocas palabras, Don Armando, estaba irremisiblemente perdido, podría decirse fríamente que ese hombre estaba muerto. Las 2 últimas palabras pronunciadas tan enfáticamente por uno de sus colegas… ”está muerto”, le hicieron tomar una rápida decisión, intentaría la resección total del intestino, dejaría unos cuantos centímetros en cada extremo, su circulación podría mejorar al extirpar toda la gran área dañada y podría llegar a cicatrizar, aunque era una remota posibilidad. Sus colegas se sorprendieron de su decisión, pero de inmediato la aceptaron y ayudaron con toda su capacidad. En realidad no se trataba de una decisión audaz, heroica, desesperada. Era un razonamiento tranquilo, lógico, basado en que si todo estaba perdido, si realmente no había nada que perder, tenían la obligación de conciencia, como médicos, de trabajar unas horas, la cual era técnicamente posible, y darían a ese hombre una posibilidad de sobrevivir en momentos en que no había prácticamente ninguna. Si falleciera durante la intervención, era un riesgo ya aceptado, de algo que de todas maneras ocurriría en unas cuantas horas más, y si sobrevivía a ésta ya vería qué se podría hacer después. Además, la fé que él tenía, la confianza que tuvo en ellos, el deseo de vivir que demostró, todo esto era algo muy valioso que no podía menospreciar. En resumen, actuarían de acuerdo con su conciencia médica y humana y dejarían como siempre el resultado final en manos de esa Voluntad omnipotente en la que creían y a la que imploraban. Comenzó con la extirpación del intestino. Se llevó a cabo sin incidentes. El corazón débil, ayudado con los medicamentos que lo forzaban, resistió a la mutilante y cruenta extirpación. Enseguida procedieron a unir los cabos de intestino que se dejaron en los extremos, de unos 8 centímetros de extensión cada uno, los cuales permitieron una anastomosis —lateral o sea una unión y comunicación por sus lados, la cual es más segura que si se unieran por los extremos. Durante unos minutos aplicaron compresas húmedas calientes en esos cabos intestinales amoratados, casi negros. Con agrado observaron cómo cambiaba su color a un rojo oscuro y luego a un rojo claro, casi natural. Observaron por unos momentos más aquellos cortos segmentos de intestino, con la incertidumbre de si su escasa circulación permitiría una cicatrización adecuada; enseguida suturaron la gran herida quirúrgica cuidadosamente. El corazón resistió la gran intervención. Una ráfaga fresca de optimismo y esperanza invadió la Sala, atenuando su tensión… Tensión de un grupo de seres humanos empeñados en un esfuerzos común por salvar a un ser desvalido que entregó en sus manos, su moribunda vida, con una fé y una convicción absoluta de que se salvaría. Empezaron a oírse palabras optimistas y alguna guasa que aliviaba la pesadilla vivida en esos momentos. Se felicitaban mutuamente por el gran éxito. ¡Qué caso tan interesante! ¡Qué buena suerte tuvimos! ¡Cómo resistió ese corazón! El Doctor Calderón salió cuanto antes para informar a los ansiosos familiares y amigos de Don Armando de su estado en ese momento y de la operación realizada. Su inesperable esposa era la persona indicada para comunicarles el delicadísimo estado post—operatorio que necesariamente deberían saber. —Sí señora, su esposo ha tenido una resistencia fabulosa, su corazón se encuentra al menos hasta ahorita, en buenas condiciones, mostrando buen signos de resistencia y de recuperación progresiva. Sin embargo, sus sistema digestivo ha sufrido una gran alteración, su digestión ha quedado seriamente dañada pues la fase más importante de la misma se realiza en el intestino delgado y este, ya no existe. Por lo tanto, lo más delicado de su nueva situación consiste en el aspecto nutricional, es decir, la absorción de la mayoría de los elementos nutritivos, se realiza por el mismo intestino, y es de esperarse graves consecuencias al no existir ya definitivamente esa gran superficie interna del intestino por la que se absorben casi todos los alimentos que ingerimos, con la preparación y los cambios que la digestión en el mismo les produce. Es de esperar que los más simples alimentos, al paso por su tubo digestivo ahora tan corto, sea dicho paso tan rápido, que seguramente en cuestión de minutos de haberlos ingeridos serán expulsado sin digestión. Por lo tanto, yo le aconsejo llevar a su esposo, en cuanto la situación lo permita, a un centro hospitalario donde haya especialistas que lo puedan ayudar en su serio problema nutricional. Por lo pronto, su esposo U 99 V
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estará siendo vigilado constantemente por nosotros. En este momento el estado de shock quirúrgico causado por la gran extirpación y las condiciones de su corazón enfermo, estarán siendo atendidas continuamente. Decían todo esto mientras los llorosos ojos de la agradecida señora atendían sin pestañear. A pesar de las avanzadas horas de la noche en que esta plática ocurría, o mejor dichos primeras de la madrugada, el Doctor subió a su consultorio. Sentía necesidad de descansar y a la vez de permanecer en estado de alerta por cualquier complicación inmediata. Se retiró de las personas que lo asediaban con preguntas y entró al consultorio. Abrió la ventana... entró una brisa muy fresca, estaba la luz apagada. Sólo la pecera se encontraba iluminada,... se había quedado prendida. El inquieto pececillo color plateado y bermellón con su fantástica cola de amplios y vaporosos velos, se agitó al verlo y con un alegre giro le expresó su ritual saludo. El susurro de los pinos acariciados por el viento y el rumor de las burbujas de la pecera eran como una sonata que le relajaba, que lo calmaba, que lo invitaba a meditar. Su espalda cansada sintió gran alivio al dejarse caer con la cabeza hacia atrás con la cabeza hacia atrás en el sillón,... los pies en lo alto. Observó sobre el escritorio las dos pequeñas gaviotas de porcelana detenidas en el aire por un fino alambre, que al moverse con el viento lograban el efecto de estar volando. Se halló muy a gusto en ese ambiente,... en su refugio, su mente empezó a repasar los incidentes de la última hora. Se preguntaba sin salir aún de su asombro: —¿Cómo fue que resistió y sobrevivió a esta operación tan grave Don Armando, y cuanto influyó en ello su enorme fé? En un caso como éste podía palparse cómo el deseo intenso de vivir y una voluntad enérgica, ayudaban a salir de una grave enfermedad y tenían una fuerza e influencia favorables, definitivas. Aceptó que nadie conoce realmente en su verdadera magnitud, el efecto benéfico en el cuerpo humano de su propia voluntad y de su fé, cuando estas fuerzas son tan intensas y poderosas que logran resultados increíbles, muchas veces superiores a los alcanzados con la mejor técnica quirúrgica y con lo más adelantados recursos médicos. En los primeros días post-operatorios se pudo observar que los cabos intestinales daban muestras de ir cicatrizando bien, pues había signos de que funcionaban. Al mismo tiempo se iniciaba el largo vía crucis de Don Armando para encontrar la manera de proporcionarle alimentación adecuada. Unos pocos días después lo acompañaron a Minatitlán a tomar un jet privado que lo traslado a Mérida, primera etapa de varios viajes subsecuentes. Por un tiempo largo no supieron más de Don Armando. Muchos meses después el doctor tuvo la grata sorpresa de encontrárselo inesperadamente en el pasillo del Sanatorio, le dio un fuerte abrazo y le obsequió una caja de camarones que le traía de Salina Cruz, de su empacadora. Con su amena charla, en el consultorio le fue contando un resumen de todas sus peripecias. Había perdido más de 40 kilos de peso, estaba notablemente delgado pero su agradable carácter no había cambiado; tanto él como su gentil esposa habían aprendido ya, qué alimentos eran los más adecuados para sus delicadas condiciones y se veía que eran ya unos expertos, pues no habían hallado ningún médico que por sí solo hubiera podido resolver el problema, pero de todos los que consultaron fueron tomando datos y formando un plan adecuado que iba dándoles buen resultado paulatinamente. Estuvieron en Houston, lugar famoso por la seriedad profesional y la capacidad de los médicos de sus clínicas. En el caso del Don Armando no pudieron hacer nada, le dijeron que no tenían experiencia en un caso así; al presentar su caso en juntas médicas, por lo inusitado del mismo, le contó que le llamaban; “La Operación Coatzacoalcos”.
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EL INGENIERO
Era un día... como cualquier otro. La rutina había hecho de él un autómata. Pronto las manecillas del reloj serían una sola línea vertical... las 6 de la tarde. Durante 25 años había empezado su consulta vespertina... a las 6 de la tarde. Su coche se deslizó por la rampa de la cochera y tomó casi por sí solo el camino acostumbrado; su color desteñido, sus golpes y remiendos le identificaban plenamente con él; su leal compañero de aventuras... ¡Si tú escribieras, harías un libro mejor que el mío! —le decía acariciando el descolorido metal. A unas cuantas calles del consultorio su pensamiento se rebelaba... siempre a las 6 de la tarde; ¡esta vez no será así, me tendrán que esperar! Decidido dobló la calle; el aparato para esterilizar el instrumental médico estaba en reparación y convenía apresurar un poco la lentitud del mecánico. Iba distraída su mente en suponer el sin-número de disculpas que le daría el maestro mecánico, para decirle que aún no estaba listo el autoclave; cuando de repente, le sacó de su distracción un camión de pasajeros que estaba parado a media calle y le impedía el paso. Hizo sonar varias veces el claxon. —¡Hey, a un lado que tengo prisa! (Nadie le tomó en cuenta) En ese momento empezaron a descender los pasajeros del camión. —¡Caray que contrariedad! El muy infeliz se había descompuesto. Metió reversa hasta salir del atajo y entrar en la calle siguiente; y ya en ella,... lo mismo. ¡Pero por Dios, creo que todo se opone a que llegue tarde a mi consulta! En ese preciso momento unos hombres armaban los juegos mecánicos de la feria que se iba a inaugurar próximamente y le impedían el paso con una cuerda... y una mala cara. —¡Esta bien está bien, ya no voy a ningún lado, un día me condecoraré yo mismo por mi puntualidad! Así llegó al sanatorio puntual. La primera paciente tenía cita a las 6 lógicamente, ¡como desde hacía un cuarto de siglo! Entró sin prisa, pasó frente al cuarto 9 y... le llamó la atención la puerta abierta. Rosario la enfermera está recogiendo unas sábanas que estaban muy manchadas de sangre; sobre la cama y en el piso había también grandes manchones. . . no había nadie en la cama. —¿Qué pasó Rosario? seguramente una señora dio a luz en la cama, ¿verdad? —¡Ay, estos Internos! ... en fin, no es la primera ni la última, ¿la pasaron a la sala después? —No doctor, fíjese que es el ingeniero que operaron en la mañana de amigdalotomía, estuvo sangrando toda la mañana y ahorita en la tarde empeoró... —¿Cómo es posible? si se veía muy bien en la mañana ¿Dónde está? —Está en la sala de operaciones. El médico interno llamó al especialista y también al médico anestesista, acaban de llegar. —¡Qué barbaridad, vuelo a ver en que puedo ayudar! Apresurado entró a la sala de operaciones y en un instante se dio cuenta de la situación. Sobre la mesa de operaciones estaba el paciente; era un individuo alto y delgado, presentaba un aspecto fatal, su palidez era muy alarmante, contrastaba en forma notable su color blanco de cera sobre el color negro de la piel de los cojines que cubrían la mesa; su respiración era pálida y superficial, los médicos empezaban a tomar providencias sacando instrumentos y equipos con rapidez. Le preguntó al médico anestesista. —¿Ya tienen sangre lista doctor? —No, la fueron a traer al seguro, la ambulancia fue por ella pero, está muy mal, está inconsciente y no hay pulso radial, solo hay pulso carotideo muy débil. La respiración es muy superficial, creo que no va a dar tiempo... Oyó esto el doctor Calderón y su temor se multiplicó, recordó con angustia que al estacionar su coche estaban tratando de arrancar la ambulancia, seguramente que aún había salido, pues parecía que tenía alguna falla en el motor. U101 V
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El cirujano especialista, tenso, ante aquel enfermo que luchaba entre la vida y la muerte, aspiraba la sangre que aún fluía por su boca y nariz. No podía entrar a ligar la arteria que sangraba hasta que le dieran anestesia general y relajante para poder trabajar en la profundidad de la faringe. La situación era desesperada, la muerte podía ocurrir en solo unos segundos más... El doctor Calderón observando en los ojos del cirujano especialista una sombra de angustia, le dijo al médico anestesista: —La ambulancia aún no ha salido, tómele una vena como sea y ahorita le consigo sangre. Y dirigiéndose a la jefa de operaciones: —Soco, lléveme rápido un transfuso—vac al vestidor de médicos, ligaduras y torundas, ¡pero vuélele! Salió corriendo por el lardo pasillo para conseguir sangre, a como diera lugar; pero ¿Dónde? Subió de 2 en 2 los escalones al piso de consultorios y oficinas, pasó por su amplia sala de espera, en donde una paciente sentada cómodamente en un ancho sillón le sonrió beatíficamente; sin contestarle cruzo el pasillo central y entró a la primera oficina, habían varias personas en los escritorios ocupadas en su trabajo de mecanógrafas; voltearon sorprendidas por su brusca entrada. El preguntó de golpe: —¿Quién es donador universal?, un hombre se está muriendo por una fuerte hemorragia, ¿Quién quiere donarle un poco de sangre? De un escritorio, a la izquierda, salió una voz fresca y sincera era la Srita. Toña Morales Alor, quién interrumpió el tecleo de su máquina y sin pestañear dijo, dirigiéndole una mirada franca: —Yo doctor, si es necesario. —¡Órale pues, Toña, pero córrale...! Materialmente le aprisionó de la muñeca ante la mirada atónita de las demás compañeras y salieron corriendo, bajaron las escaleras casi volando y así siguieron por el largo pasillo que les hacía ahora más largo; Soco los esperaba a la puerta de los quirófanos: —El equipo está aquí doctor, sobre el sofá. El doctor Calderón hablaba y accionaba al mismo tiempo: —Toña, recuéstese por favor, a ver su brazo... Tiene buenas venas, estos equipos tiene vacío, la toma es rápida, aguántese es un agujón. ... Ya está. El chorro vital fluyó dentro del frasco, su color rojo intenso, color de vida, se mezclaba con el anticoagulante. Lo agitó con suavidad para lograr una mezcla gradual, procurando evitar movimientos bruscos para no romper glóbulos rojos, logrando en menos de 3 minutos llenar el frasco. —Listo Toña, le tomé 600 centímetros cúbicos lo que más le cabe al frasco, no se levante enseguida, quédese acostada un rato... Apresurando el paso, con su preciosa carga en las manos entró a la sala de operaciones. La situación era peor, aunque vio con alivio que el médico anestesista había tomado con una aguja una gruesa vena de un pié y estaba empezando a pasar solución glucosada al exhausto enfermo. Conectaron el frasco de sangre a un equipo con filtro y sin más palabras actuaron todos; el doctor Calderón conectó una perilla y tubo baumanómetro a la toma de aire del frasco de sangre para hacerla pasar con presión a chorro hacia la vena, el médico anestesista indujo rápidamente la anestesia al paciente con una activa substancia administrada en inyección intravenosa y le conectó de inmediato con gran habilidad un tubo endotráqueal por la nariz y solo dijo 2 palabras al especialista cirujano: —¡Ahora, éntrele! La sutura se efectuó enseguida con precisión y seguridad y la arteria culpable de tan tremenda hemorragia quedó de inmediato ligada. En ese momento les informaron que la ambulancia ya había salido, y en unos 20 ó 25 minutos estaría aquí con sangre suficiente. Oyó al médico anestesista decir con calma: —Ya hay pulso radial, ya salió del peligro mayor, asegura tus puntos. Sin interrumpirles la labor salió quedamente de la sala de operaciones lleno de sensación difícil de describir, mezcla de gratitud y de alegría, con ganas de correr y brincar como un niño. Toña ya había regresado a su oficina y tecleaba su máquina como si nada le hubiera ocurrido; ¡que fortaleza de mujer! —Pensó. Aceleró el paso al recordar sus consultas retrasadas. U102 V
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Esa noche, más tarde, ya en calma y a solas, el médico cirujano del incidente vespertino llamó por teléfono al doctor Calderón. Dijo solamente unas cuantas palabras, que él nunca olvidaría: —Doctor, es usted un caballero, le agradezco enormemente su ayuda. Él le contesto: —Es usted muy amable doctor, estoy seguro que usted hubiera hecho exactamente lo mismo por mí... —Buenas noches... —¡Buenas noches! En ese instante, con esas cortas palabras, su vieja amistad soldó abretaduras que años antes se hicieran, por un incidente baladí. Apagó la luz, y tranquilamente caminó por los pasillos por donde horas antes pasó desbocado. Subió a su coche y tomó su rumbo de rutina; ya era muy tarde y todo se hallaba en silencio, en esos momentos el movimiento, el ruido. . . la vida, dormían. El aire fresco de la noche que agradable pegaba en su cara se agregaba a la gran satisfacción que sentía su pecho... se le había permitido ayudar a salvar una vida, que por segundos se extinguía y además aún sonaba el eco de las sentidas palabras de su nuevamente amigo: ¡Es usted un caballero! en eso meditaba cuando de repente, al pasar por la calle en que se le impidió el paso esa tarde, paró bruscamente el coche. Sus ojos veían como en un cine mudo trabajar los juegos mecánicos que en silencio eran probados a esas horas de la noche. Una rara sensación recorrió su cuerpo; su corazón se agitó, y en su cara se agolpó una suave emoción que desembocó en un profundo suspiro...ahí estaban las 2 calles, y nadie ni nada impedían el paso. Bueno, era lógico, el camión habría sido reparado y los juegos mecánicos terminados de armar... Pero precisamente en ese instante, a él... ¡A él le era revelado de golpe algo muy grande!: Estaba todo tan claro viéndolo ahora. Sintió una paz interior que le era dada por el sentimiento de saber que había sido detenido en la calle, que había sido materialmente enviado sin más demora al sanatorio, sin perder un minuto más, cuando su presencia era importante para ayudar a salvar la vida de un hombre. Sintió que una inmensa gratitud lo invadía, qué hermoso era haber sido instrumento de ese llamado... Su cabeza se inclinó hacia el volante y cerrando los ojos balbuceó quedamente... ¡Gracias... Señor Mío!
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TUMOR INOPERABLE
La estrella de este relato, no era, sino es, ya que Dios le permitió vivir para contarlo, una mujer que vivía en las Choapas, Ver., población cercana a Coatzacoalcos. Una tarde de invierno vino a consultarlo por vez primera a su sanatorio; y le relató cómo, desde hacía ya varios años, se había ido desarrollando ese inmenso tumor en su vientre. El doctor Calderón, observó que éste, ocupaba desde la parte más baja del abdomen, hasta sobrepasar la altura del ombligo, siendo en tamaño, comparado a un embarazo de 7 meses, aunque mucho más ancho y de dureza tumoral. El examen pélvico permitió fácilmente hacer el diagnóstico “un gran fibromioma uterino”, que por su tamaño, materialmente comprimía los órganos internos vecinos de tal manera, que la molestia había hecho decidirse a la enferma a extirpárselo. Después de efectuarse las pruebas preoperatorios rutinarias de laboratorio, se programó la fecha de operación. Este tipo de operaciones, aunque bastante laboriosas son en realidad sencillas, y su experiencia fruto de la práctica en la extirpación de fibromiomas gigantes (de 8 a 10 Kg. de peso) le daba al doctor una tranquilidad absoluta de llevar la operación a feliz término. Así, con esa confianza, el día fijado, se empezó a preparar todo, checando y rechecando el menor detalle antes de comenzar...sin imaginar en ningún momento la angustia que vivirían ese día... Ya todos y todo listo, el doctor Calderón, cirujano, el doctor Maciel, anestesista; el doctor Lemarroy, cardiólogo; el doctor Lerma, ayudante; Soco, jefa de enfermeras, Instrumentista, y 2 enfermeras más; iniciaron cada quién en su ramo lo necesario para la extirpación. Abrió la cavidad abdominal e hicieron como primer paso rutinario una exploración cuidadosa de toda el área afectada, en especial del tumor en sí, observando su naturaleza y su extensión. El resultado de dicha exploración fue desalentador. Asombrado al ver aquello parecido a una gran masa de hule compacta y callosa, balbuceó viéndolo fijamente, siendo escuchado por sus compañeros. —¡Es un fibromioma lacunar! Todos se miraron entre sí. Este tipo de tumores está formado por porciones de tejido duro, fibroso, alternadas con grandes dilataciones venosas repartidas en toda la gran tumoración en la forma más irregular e impredecible. Entre colegas, por experiencias anteriores de decían al hacer un diagnóstico así, que daba miedo nada más de verlo, pues los lagos venosos sangran profusamente durante la extirpación. Lo más desalentador en este caso era su colocación entre los órganos internos. Esa enorme mole estaba situada en posición desconcertante. La matriz aparentemente sana, quedaba situada precisamente detrás del tumor, en un sitio prácticamente inaccesible; la vejiga urinaria quedaba por delante del mismo sin apreciarse el sitio de unión, como formando parte de él; a los lados, el tumor se extendía soberbio, sin límite preciso, hasta las paredes laterales de la pelvis, sin una demarcación que señalara a la vista ó al tacto su límite real. Por todas estas circunstancias juntas, se vio en la necesidad de hacer rápidamente una valoración justa de la situación. Intentar en ese momento la extirpación del tumor, implicaba un riesgo especial por la característica de su situación y su naturaleza. Por otra parte el daño que causaba éste, evidentemente no maligno ó canceroso, a la salud de la enferma, era de poca cuantía si lo comparaban con la muy probable complicación que pondría en peligro su vida al tratar de extirpárselo; pudiéndose presentar una hemorragia incontrolable al despegarlo de los órganos vecinos... y en ese momento disponían solamente de las habituales 2 unidades de sangre de 500 centímetros cúbicos cada una. En resumen la conclusión del doctor, aunque insólita para su equipo quirúrgico, fue, que se trataba de un tumor inoperable, decisión que por primera vez tenía que hacer en su ya muy larga carrera de cirujano. Pensativo repetía para sí en la mente los conceptos adquiridos en el caminar por la vida: sostenía que el verdadero médico, el hombre con auténtica responsabilidad profesional, podía, llegado el caso, quedar mal con sus colegas; ellos podrían criticarlos por su falta de valor, por su falta de audacia ó agresividad, todas éstas, características ideales de un buen cirujano; podía quedar mal también con el paciente ó con los familiares y amistades, exponiéndose a las mismas críticas. Lo que nunca debía permitir era quedar mal U104 V
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con su conciencia, con su sentimiento de verdadera responsabilidad profesional; si el cirujano siente que está actuando de acuerdo con su conciencia, puede estar seguro de que hizo lo debido,... salieran como salieran las cosas. Y así, reafirmando mentalmente durante unos segundos estos conceptos, dijo categóricamente a sus compañeros: —colegas, este tumor es... ¡Inoperable! Los demás médicos asintieron, estaban de acuerdo con esa decisión y además compartían por experiencia, el mismo temor a una segura complicación... el riesgo de una hemorragia incontrolable. Antes de cerrar la cavidad abdominal, el doctor Calderón, en un instante de coraje, en actitud de reto, alternando la prudencia oportuna y la audacia razonable, tocó el gran tumor con su mano derecha y en forma suave la deslizó sobre él hacia atrás, tratando de sentir, de ver con las puntas de sus dedos si hubiera un plano de despegamiento en la parte posterior del mismo, entre éste y la matriz que se tocaba detrás, casi debajo de él. Se percató que latía en su ser, esa llama que es como una especie de curiosidad ó inquietud propia de todo cirujano que consiste en buscar ó averiguar hasta el último momento cualquier posibilidad por remota que pudiera ser, de resolver un problema quirúrgico difícil. . . y se había dispuesto a obedecer ese llamado. Con sorpresa sintió que su mano abrió suavemente la fina tela peritoneal que lo envolvía y se deslizó sin ningún esfuerzo por detrás y hacia abajo del gran balón. Sus colegas le animaron al darse cuenta de ello; uno de ellos dijo: —¡doctor, si se puede despegar, por allí no sangró! Emocionado quiso aprovechar lo más posible esa gran área de despegamiento y siguió deslizando su mano con suavidad en todas direcciones mientras no encontrara resistencia de los tejidos. Cuando consideró que había aprovechado la máxima área de despegamiento retiró su mano enguantada de esa gran ranura por donde había introducido un minuto antes. Entonces ocurrió lo inesperado y temible de ese día. En el instante preciso en que su mano salía del hueco, apareció por el mismo, un enorme chorro de sangre a presión, del tamaño del ancho de su mano. A la vista de él sintió bruscamente la angustia de la muerte inminente, no era posible que nadie soportara ese volumen de sangrado más de unos cuantos segundos; haciendo acopio de toda su serenidad, no permitió que el terror paralizará sus manos ni nublara su mente; inmediatamente intentó taponar con gasas el gran hueco, pero una vez taponado, el chorro seguí igual inundando rápidamente la pelvis y la cavidad abdominal. Procedí rápidamente, como único recurso de emergencia, a localizar la gran arteria aorta abdominal y a comprimirla contra la columna vertebral con unas gasas sostenidas firmemente por una pinza de anillos. El efecto fue inmediato, el sangrado se interrumpió y les dio un momento de calma para normar la conducta a seguir. Su mano había penetrado dentro de un gran lago venoso que no era posible ya cerrar o sutura, cualquier intento de sutura lo abriría más. Captó entonces la única posibilidad u opción que quedaba. El tumor inoperable tenía que ser extirpado forzosamente ahora que había ocurrido este incidente; solamente extirpándolo podían ligarse las profundas y grandes arterias que lo nutrían y que ya estaban abiertas. Dirigiéndose al médico anestesista ordenó apresurado: —¡doctor Maciel, la sangre, aplíquela inmediatamente... toda! —Sólo eran 2 frascos lo que se tenía... no servía de nada, más que para reponer la pérdida brusca que había ocurrido. El doctor Calderón, ante la imposibilidad de sacar adelante el problema, se decía angustiado en voz alta como esperando una señal que le diera la solución. ¡Estamos desarmados colegas! sin más sangre no puedo proseguir el despegamiento, ni dejar de comprimir la aorta; y si la compresión dura mucho tiempo... podría quedar paralítica. (Esta gran arteria es la que da la circulación a todos los órganos de la pelvis y a las 2 piernas.) Se pidió con urgencia sangre a los laboratorios que funcionaban como bancos de sangre. La enviaron inmediatamente... 3 frascos de 500 centímetros cúbicos ¡Eso era toda la existencia en toda la ciudad! y reportaron que en aproximadamente 2 horas o algo más de tiempo ya tendrían los donadores para poder enviarle un poco más de sangre, del tipo sanguíneo de la paciente. Pero la necesitaban ahora, en ese momento! Y para poder hacer una rápida extirpación del tumor se necesitaba el doble, quizás el triple de la cantidad que enviaron. El doctor sintió profundamente que una angustia inmensa lo invadía, un temor de muerte inminente lo U105 V
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rodeaba, una sensación de soledad, de desamparo, algo como una opresión angustiosa en la boca del estómago, era el miedo a la muerte, su vieja enemiga, la intrusa que tantas veces había venido a pelear contra él y sus compañeros, para llevarse así de golpe una preciosa vida, la de su enferma, que en ese momento, bajo el bendito sueño de la anestesia no sabía el gran peligro en que se encontraba. Tenía que actuar rápidamente... él era el capitán del equipo. Sus decisiones y su voluntad eran más estrictas y firmes que una disciplina militar; su actividad en la Sala de Operaciones era una especie de ceremonia sagrada en la que no se permitía un error mínimo, una desobediencia, un titubeo... El sabía que su carácter natural, de por sí sentimental, tenía que ser substituido en estos momentos por un razonamiento frío, seguro, con voluntad de acero y habilidad de orfebre. No había otra alternativa... pero ¿Y la sensación de soledad? Era porque estaban en un pequeño recinto, en una ciudad con recursos escasos, casi desarmados. No, ese sentimiento no debía desquiciarlo y llevarlo al pánico, pues todo estaría perdido. Meditó unos instantes. Aclaró su mente y se llenó de una valerosa y consciente decisión: ¡Inició el procedimiento de extirpación radical del tumor!... Era fundamental la mayor habilidad posible y eso significaba rapidez con precisión, acopio de toda la experiencia y de todos los conocimientos que ayudaran a ahorrar tiempo operatorio y a evitar pérdida de sangre a la enferma. Los primeros movimientos siguientes fueron desesperantes, lograron en pocos minutos despegar una extensa área, casi la mitad necesaria, ligando las grandes venas que se iban hallando al paso, pero el tamaño enorme del tumor obligaba en momentos a descomprimir la arteria aorta y entonces en unos segundos la profusa hemorragia inundaba el campo operatorio y les consumía casi un frasco más, cada vez, de la poca sangre de que disponían. A las 3 ó 4 veces sucesivas que esto aconteció, se dieron cuenta que les quedaba solamente un frasco de sangre, cuya transfusión se iniciaba en ese momento; los invadió entonces la más real sensación de que no podrían salir con éxito de la situación. La aorta se descomprimía inevitablemente por instante debido a los movimientos en el campo operatorio, y entonces, la hemorragia paralizaba el despegamiento para tener que dedicarse nuevamente a comprimirla, teniéndolo que hacer con gran cuidado, pues, el más leve daño que le causaran sería fatal. Así, sometidos a una tremenda tensión y actuando las manos con febril celeridad, llegaron al momento de situación irremediable, de angustia mayor. Se les terminaba la sangre de reserva y aún faltaba una extensa área tumoral que no había sido despegada, y era la parte posterior del tumor, la parte no visible, la más difícil. Dentro de la desesperación que quería obscurecer su entendimiento, el doctor se decía en su mente: Necesito lucidez completa, tiene que haber algo... un recurso último; no puede terminar todo así después de luchar técnica y humanamente, con toda nuestra energía y nuestra voluntad; no puede escapársenos así una vida de nuestras manos atribuladas, ante nuestros ojos espantados. Imploró que apareciera una luz en la penumbra de su mente angustiada, incapaz de rendir más,... No estaban solos; tenían que sentir como seres humanos, como médicos, que sí podían pedir ayuda; que dentro de estas sombras que los empezaban a envolver poco a poco, acudiera de nuevo la luz que siempre podía iluminarlos, tal vez más si la pedían con una gran fé. Demandó esa ayuda en su desesperación, ofreciendo cualquier sacrificio que le fuera pedido si fuera necesario; rogó, que no ganara su enemiga ¡Que la pudiera derrotar una vez más!, que se le concediera una vez más ser instrumento de esa voluntad omnipotente para que ésta vida que estaba entre sus manos no se perdiera. De una manera sorprendente para él, percibió tras la breve oración una claridad en su entendimiento, Sí, una clara y lógica idea. Era posible y razonable que el gran tumor tuviera sus principales arterias en la parte posterior; si las encontrara y las pudiera ligar ó pinzar al tacto el problema estaría resuelto. Pasó la mano izquierda entre el tumor y la pared lateral derecha de la pelvis y la deslizó hacía la parte más profunda y más oculta de la cavidad pelviana,...detrás y debajo del gran tumor. Sin ninguna visibilidad, entonces los dedos tocaban, despegaban suavemente los tejidos, viendo en la oscuridad con el fino tacto, con la sensibilidad que da la larga experiencia; así tocando, sintiendo, viendo y encontrando, muy al fondo sintió un grueso y resistente pedículo que iba hacía el tumor; a ciegas lo analizó y palpándolo descubrió que en su espesor se tocaban dos cordones del grueso de un popote de refresco; esos cordones latían, eran gruesas arterias; entonces, una fuerte y segura pinza hemostática la colocó al tacto y cerró sobre ellos, con U106 V
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los diez dedos actuando como diez ojos de mirada precisa, exacta. Terminada esta fase, descomprimió la aorta temerosamente... No se oía un solo ruido, todos contenían el aliento, la angustia de ver pararse de nuevo el grueso chorro de sangre les oprimía el pecho. Al instante se oyó una voz triunfal y emocionada que dijo — ¡Ya ganamos! ¡No sangró! Renació la confianza, se fortaleció la esperanza que estaba ya casi pérdida y se procedió a despegar rápidamente el resto del tumor, ahora si ya no sangraba, su circulación había sido cortada totalmente al pinzar las gruesas arterias. Terminada la extirpación, cerró la cavidad sin contratiempo. Todos respirando con alivio salieron a tomar aire fresco para equilibrar los nervios y la tensión. Mientras el eco de los comentarios vibraba en las paredes, el grupo de médicos caminaba por el pasillo liberándose de los gorros y cubre bocas que en ese momento les asfixiaban. Después de unos minutos, el doctor Calderón regresó a la sala de operaciones y pasó al vestidor de médicos a cambiarse la ropa de cirugía. Al quitarse la cómoda camisa sin mangas se le soltó la cadenita que llevaba al cuello y la pescó en el aire con la mano, la prendió de la cruz de coral negro que traía desde hacía años, aquella cruz que saco del mar y la trabajó para él su hijo Lalo, la contempló un instante la aprisionó en su mano y terminó de vestirse. Respiró profundo, casi fue un suspiro... cruzó felizmente el pasillo, llevaba en el corazón un sentimiento de alegría muy grande y en su mano... En su mano llevaba materializada la fé... la fé que momentos antes le ayudó a salvar una vida.
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MATRIZ ROTA
Existe una gran emergencia en la especialidad de Gineco—Obstetricia, que no por rara es menos temida por cirujanos. Consiste, en la ruptura ó desgarro de las paredes de la matriz durante un parto ó un embarazo avanzado. Dicha ruptura ocurre casi únicamente en mujeres que han sido operadas anteriormente de cesárea, y que ésta, ha sido hecha en tales circunstanciarías desfavorables, que dejaron débil la cicatriz uterina; la circunstancia más frecuente es la poca experiencia del cirujano que utiliza una técnica inadecuada ó bien factores debilitantes de la pared uterina... como infección ó sutura defectuosa. La mejor manera de evitar esta emergencia cuando se teme que pueda presentarse, es operar a la paciente antes de que se presente el trabajo de parto ó apenas iniciado éste; de esta manera se logran evitar las graves consecuencias de la misma como son la muerte casi instantánea del niño al salir de matriz y quedar dentro del vientre de la madre. El caso aquí narrado es típico de todas las circunstancias favorables mencionadas. La enferma de este relato es una maestra joven de largo y sedoso cabello negro, quién se presentó a consulta por primera vez, muy angustiada el 27 de febrero de 1976. Le narró su caso sollozando. —Doctor, me siento muy mal, ya no puedo ni sostenerme parada. Hace tres meses me hicieron cesárea después de 5 días de estar sufriendo muchísimo los dolores de parto. Mi niño — emitió un triste suspiro y secó una silenciosa lágrima — nació muerto. La herida se me infectó y durante un mes estuvo abierta; desde entonces, ¡y ya tengo tres meses! tengo calenturas muy altas y dolores, muy fuertes en el vientre. —Muy bien señora, sería tan amable de preparase para examinarla… le dijo mientras colocaba una blanca sábana y se ponía los guantes. —Correcto, eso es todo. Una vez examinada se llegó al diagnóstico de infección uterina que había ocasionado secundariamente un absceso del anexo derecho, término que comprende el ovario y la trompa derechos, siendo esta última complicación la que causaba el dolor y la fiebre rebelde. Se le planteó la necesidad de una intervención quirúrgica para solucionar su problema. Fue internada y previos análisis y preparación necesarios fue operada. Al realizarse la operación se encontró, en efecto, el gran absceso que abarcaba toda la trompa y el ovario derechos, los cuales tuvieron que ser extirpados. Al mismo tiempo se encontró la matriz abierta a lo largo de su cara anterior y fuertemente adherida a la pared anterior del abdomen; se corrigió esta condición y se insistió, con el mayor cuidado, en cerrar esa matriz tan estropeada, dejándola en las mejores condiciones posibles, considerando que había que dar a esta joven señora la oportunidad de tener un hijo. En esta ocasión, su operación tuvo feliz términos y sanó en poco tiempo de sus padecimientos anteriores. La fiebre y el dolor desaparecieron radicalmente y unos días más tarde fue dada de alta con precisas recomendaciones anticonceptivas, pues aunque no era seguro que pudiera concebir de nuevo, debería evitarse que esto ocurriera al menos en dos años… debía tenerlo mucho en cuenta, ya que lo contrario llevaba gran riesgo la vida de madre e hijo. Así, transcurrieron algunos meses, y un día, aproximadamente a los seis meses de haberse dado de alta, se presentó a consulta. —¡Buenos días doctor! —Buenos días señora, adelante, siéntese por favor, cuénteme, ¿cómo ha estado? ¿Cómo se ha sentido? —Bien doctor, con el favor de Dios, muy bien—bajó la cabeza—sólo que… tengo tres meses de embarazo. El doctor movió la cabeza en actitud de desaprobación y de asombro. Se esperaba que transcurrieran dos años cuando menos para tener la mayor seguridad de que la cicatrización de la matriz estaría en mejores condiciones para ser albergue seguro del indefenso ser. ¿Cómo era posible…? pero si le dije muy claro… gruesas lágrimas iban a caer a su vestido resbalando por las mejillas. —En fin; señora, lo hecho, hecho está, así es que confiemos en la ayuda de Dios ¡qué vamos a necesitar mucha! —Necesita esperar la llegada de su hijo con las máximas precauciones y cuidados, no sabemos que tanto vaya a aguantar su débil matriz. Usted comprende que existe la posibilidad de que pueda resistir el crecimiento y se rompa, ¿verdad? Por las condiciones especiales en que quedó, no sabemos cuánto resistirá, pero en los últimos meses el riesgo será mayor. U108 V
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—Y por el contrario, si Dios nos ayuda y progresa bien el embarazo, será necesario operarla como a los ochos meses y medio, según, desde luego, el peso y condiciones de usted y la criatura. —En fin, — caminaba por el consultorio moviendo con escepticismo su cabeza. Y así con todas las recordaciones y medicamentos adecuados para su delicado estado, se regresó a su pueblo, Mogoñé, Oaxaca. Un sábado en la mañana. El doctor Calderón fue llamado de urgencia al sanatorio; la señora acababa de llegar con intensos dolores de parto. Le relató que a las tres de la mañana la despertaron unos dolores repentinos, agudos e intermitentes en su vientre y que ya no se le calmaron. (Iba en ese tiempo completando apenas siete meses de embarazo). A esas horas de la noche, muy alarmados, salieron en automóvil rumbo a Coatzacoalcos, haciendo media hora de Mogoñé a Matías Romero y luego tres horas y media interminables de ahí a Coatzacoalcos. Todo el camino los dolores fueron aumentando de intensidad, lo cual la atemorizaba más a cada momento pues ella sabía lo que podría ocurrir en cualquier instante, el estallamiento ó desgarro de su matriz, la muerte del niño y el grave peligro de hemorragia interna para ella. Dentro de su angustia, hizo varias promesas apoyada en su inmensa fe religiosa. Cuando ella le contaba esto al doctor eran ya las ocho de la mañana, ¡tenía 5 horas de trabajo de parto intenso! no se auscultaban latidos fetales y había dolor continuo y gran sensibilidad en la parte baja del vientre… signos que hacían pensar en rotura de la matriz y en muerte fetal. —¡Soco, vuélele a avisarle al doctor Lerma y Maciel! yo voy a ver que todo esté listo… Dígales que es urgentísimo. Se le trasladó inmediatamente a la sala de operaciones y previa anestesia con bloqueo epidural, se inició la intervención con la mayor celeridad posible. El pulso y la presión arterial de la paciente, estaban dentro de cifras cercanas a las normales, lo que hacía pensar que no hubiera hemorragia interna ó que si la había, no fuera de consideración. Al entrar a cavidad abdominal, se confirmó lo temido: El diagnóstico de emergencia era acertado, la matriz estaba abierta en toda su longitud, con una abertura de 30 centímetros de largo por unos 10 de ancho en el centro de la misma, teniendo dicha abertura, la forma de un gran huso. Asombrado el doctor Calderón de lo que sus ojos veían dijo emocionado: —¡doctor Lerma, doctor Maciel… miren esto! El alarmante hallazgo era compensado simultáneamente con otro que parecía increíble. El gran desgarro de la pared uterina estaba cubierto de lado a lado por la fina tela peritoneal, tan transparente y tan delgada que simulaba un papel celofán; y lo más increíble,… a través de dicha fina hoja, se veía al niño, acurrucado, en la clásica posición fetal, con los bracitos y piernas encogidos… como si tuvieran frío, dentro de aquel nicho que formaba como una concha, la gran matriz abierta. ¡Era increíble! el niño no había sido expulsado, todo hacía sentir como si en la próxima contracción el tenue velo se rasgara y saliera, pero en forma inexplicable las enérgicas contracciones uterinas no había hecho el efecto en todas las horas transcurridas de expulsar su producto fuera de la matriz abierta, hacia una muerte segura. Aún sin salir de asombro, el doctor procedió a abrir la fina tela ó bolsa que cubría al niño. Bastó un pellizco con los dedos enguantados para abrirla, aspiró enseguida el liquido amniótico abundante del interior, con los dedos corrió la abertura de la fina tela y en forma suave y ágil hizo la extracción del bebe, el cual lloró instantáneamente, anunciado su llegada feliz a este frió mundo. Era un hermoso caballerito que dejo de serlo en cuanto paró un chorrito que fué a caer en la cara de la eficiente enfermera. Este varoncito de aspecto sano, aunque muy pequeño; fué colocado en la incubadora, pues tenía un peso de 1 kilo setecientos gramos, debido a su prematurez. Enseguida se llamó al médico pediatra para que se hiciera cargo del precioso regalo que acababan de desenvolver. El “regalito” como le llamaban cariñosamente las enfermeras fué muy famoso y querido en la Clínica, pues tuvo que permanecer en la incubadora durante un mes, hasta que el pediatra tratante consideró que estaba en condiciones satisfactorias para ir a su hogar, a las seguras y amorosas manos de su mamá. Unos meses después, el doctor se encontraba discutiendo con Epifanio el precio de unas figurillas de barro, cuando tuvo la agradable sorpresa de ver a la mamá con el rollizo y vivaracho hijo en sus brazos. Venía a saludarlo. La joven profesora y mamá, traía ahora un corte de pelo de moda, muy corto con el U109 V
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que lucía muy bien. No pudo el doctor evitar preguntarle por su larga y sedosa cabellera, con la que la había visto siempre. Ella le contestó con la naturalidad y sencillez con que habla la gente buena, la gente de corazón humilde… la gente que tiene gran fe: —¡Hay doctor! aquella noche cuando veníamos en la carretera, cuando para mí los segundos eran como horas y las horas parecían no tener fin… mientras sentía como mi vientre se desgarraba por dentro y sabía que mi hijo podría estarse asfixiando... le pedí con tanta fe al todo poderoso que me ayudara... —¿Sabe? yo sabía que sólo El podría salvar la vida de mi hijo... Así que con los ojos cerrados y abrazando fuertemente mi vientre, esa noche oré sin cesar las 5 horas de interminable camino; y entre tantas otras cosas, le dije que quería con la mayor humildad de corazón, pedirle en esos momentos desesperados, aceptara un regalo para su bendita madre... para ella que lo llevo en su seno y sintió como yo la emoción inmensa de llevar un hijo en vientre... Y entre las cosas menos valiosas que le ofrecí esa noche, fue precisamente... Mi larga cabellera... mi trenza. Interrumpió su charla por unos momentos... se hizo un silencio, levanto sus ojos emocionados que habían permanecido fijos en un punto del suelo y tras pasar por su garganta aquel sentimiento, exhaló un suspiro y dijo: —Quién e iba a decir doctor, que antes de entregarle yo mi regalo. El habría hecho uno a mí, el mejor que puede recibir un ser humano... un hijo... ¡Y venía envuelto como regalo!
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APENDICITIS AGUDA
Salió de su casa esa tarde anticipadamente, había una emergencia en su consultorio. Al arrancar su coche empezó a recordar con agrado los acontecimientos de los últimos días, acaba de regresar de akumal y se sentía en magníficas condiciones, su cuerpo tostado por el sol y por el brillo de la blanca arena, tenía la elasticidad lograda por la intensa actividad en el mar. Nadar y bucear eran excelentes deportes para conservar un buen estado físico y perpetuar aún sus aires de juventud. Mentalmente venía como nuevo, en esas escasas semanas descansando en las paradisíacas playas del mar caribe, su espíritu se había saciado de sensaciones que solamente se lograban gozando de una naturaleza pródiga y exuberante como la de esas playas y de ese mar. El aislamiento de ese remoto lugar le permitía sentir la soledad que tanto disfrutaba y el clima tropical… siempre tibio, le concedía a la vez la fabulosa comodidad de vestir todo el día con un escaso calzón de baño. Pero era en el buceo donde lograba sus máximas satisfacciones, había logrado bajar hasta los 150 pies de profundidad y seguir descubriendo, cada vez, las maravillas guardadas en ese inmenso e imponente mundo del silencio. Comparaba el fondo del mar con un inmenso jardín…lleno de arreglos monumentales producidos por el extensos arrecifes de coral, los que lograban los más variados efectos de formas y de colores; podía ver a su alrededor lo mismo catedrales fantásticas, que grandiosos abanicos de múltiples formas y colores, los que se movían pausada y rítmicamente agitados por las calladas corrientes submarinas. Había corales con forma de astas de venado y de caribú, arregladas bellas y armoniosamente en grandes montículos; eran tan emocionante disfrutar con esa indescriptible sensación de imperantes, ese verdadero flotar, inmóvil, a media agua, y desplazarse con un suave movimiento en cualquier dirección. Recorrer así los largos y misteriosos desfiladeros, las cuevas y grietas desconocidas, y sobre todo, gracias a esas aguas de transparencia increíble, extasiarse en la observación y admiración de los hermosos habitantes de los arrecifes… toda la gran variedad de peces tropicales, desde lo más pequeñito, de colores tan vivos, que cual flores en movimiento adornan con su alegría los arrecifes; hasta la esbelta e inquisitiva barracuda o el gran tiburón, soberano absoluto de ese país del silencio… la más perfecta criatura de los mares, de aerodinámico diseño, dotado de fuerza y velocidad no igualada por ninguno de sus vasallos. Sus recuerdos se agolpaban inquietantes haciéndole añorar esos días vividos totalmente a su manera; como el desearía vivir siempre, con escasa vestimenta, con parca alimentación; sintiendo todo el tiempo en la belleza de la naturaleza la magnificencia de la creación. Recordaba a Madaleno, su gran amigo y su médico a la vez; sí, Madaleno lo había curado de una grave quemadura causada por un coral de fuego. Recordaba cómo, aquel día, al estar tomando fotografías en los arrecifes, rozó con una rodilla inadvertidamente una rama del terrible coral de fuego. Se había acercado lo más posible a un hermoso pez, el cual, vestido de terciopelo azul intenso y tachonado geométricamente de brillantes, lo tenía hechizado con su belleza, cuando de repente, sintió la puñalada en su rodilla… como una herida profunda. Se tocó instintivamente y sólo sintió el dolor punzante de quemadura y una substancia gelatinosa adherida a su piel; se hallaba casi hincado en el fondo, a unos 40 pies de profundidad; volteó buscando a su agresor y solamente vio al pequeño arbolillo de inocente aspecto que causaba graves quemaduras a los buzos incautos; se frotó con su mano fuertemente la piel para disolver el veneno y subió rápidamente a la superficie buscando el bote para volver cuanto antes a tierra. Por minutos su rodilla fué hinchándose y enrojeciéndose hasta no permitirle dar un paso más, en 2 horas era un gran bulto color rojo intenso amoratado, con grandes ganglios hinchados y dolorosos en la región de la ingle. Entonces se acordó de Madaleno, el famoso curandero maya que conocía desde hacía varios años, con el cual, llevaba una antigua e interesante amistad. Lo mandó llamar con unos de sus hijos. Le tenía mucha confianza y además, él ya había comprobado la efectividad de su medicina empírica, basada en yerbas medicinales y aplicadas en muchos enfermos y heridos atendidos en ese remoto lugar. Su hijo Lalo se fué rápidamente en su busca. U111 V
Pasajes, historia, luz y crónicas: cien años de Coatzacoalcos
Lo encontró en su casita hecha de palma y tablas de desecho, estaba atareado dando de comer a sus gansos. Aún no se bajaba el muchacho del coche y ya le estaba gritando mientras daba largas zancadas hasta llegar al patio trasero ¡Madaleno, Madaleno! La gran iguana que moraba en el techo de la casita, color gris verdoso brillante por el sol, cruzó por un extremo al otro el techo para no perder detalle. Al verlo, Madaleno pegó un brinco sobresaltado, —¡Ah, eres tú muchacho — ¡le digo con alivio viendo sin pestañear al atlético gigante, bronceado intensamente por el sol; reconociendo entre la espesa barba y la larga melena, la verde mirada del flaco chiquillo que le visitara hacía 2 veranos. —¿Qué te pasa, porqué tan apurado? —Le dijo impaciente. —Mi papá está muy malo de una pierna, se quemó con un coral de fuego y no la soporta, dame unas yerbas para llevárselas y curarlo, —le dijo inquieto, con la actitud de ya querer regresarse. El otro le contestó calmadamente, herido en su celo profesional; —Ah, sí tú lo vas a curar, bueno, éntrale a mi jardín, coge las yerbas y llévatelas. Bueno Madaleno… yo no sé cuáles son, yo no sé cuáles son, yo no las conozco, - replicó captando el sentir del viejo brujo. —¡Ah! entonces si quieres que lo cure, tengo que ser yo el que lo haga, ¡no! dijo muy digno pero ya dirigiéndose a cortar las yerbas para acudir de inmediato a atender a su querido amigo… a su colega. Llegó a su habitual vestimenta, formada únicamente por un viejo y raído pantalón de kaki recortado debajo de las rodillas y amarrado a la cintura con un cordel. Llamaba la atención su especial constitución física. Su baja estatura, como todos los mayas de esa área, su tórax moreno, fornido, y sus largos brazos musculosos, hablaban a leguas de un hombre rudo que desde niño trepaban con gran habilidad a los árboles; había sido chiclero en sus mocedades y ahora era el más hábil coquero de la región. Era un espectáculo verlo subir a las altas palmeras con la habilidad de un simio y bajar grandes racimos de coco. Su cabeza, con las características típicas de su raza, mostraba un rostro surcado de arrugas y cicatrices en irregular profusión, contrastando con su pelo negro brillante como las alas de un cuervo. Nadie conocía su edad, era indefinida y misteriosa… como sus secretos para curar. —¿Qué te pasa doctor? le dijo con voz sencilla al llegar. ¡Ay, Madaleno! Mira nada más como estoy. Retiro la sábana al tiempo que explicaba —Hace unas horas me rocé la pierna con un coral venenoso y ya no aguanto el dolor ni puedo caminar, quiero que tú me cures, lo puedes hacer ¿verdad? —Sí doctorcito, dijo con aires de gran filósofo, yo te alivio…el veneno del mar yo lo curo con veneno de la tierra, ahorita regreso, voy a prepararte la medicina. El tratamiento consistió en una cataplasma de hojas húmedas de un arbusto, que después logró sacarle el secreto de su nombre, llamado “dominguillo”, amarradas con un pañuelo y desde luego acompañadas de oraciones en lengua maya que Madaleno rezó muy serio mientras acomodaba las olorosas hojas sobre la rodilla tumefacta. — Hoy es sábado doctor, no camines más, mañana a las seis de la mañana en punto, te quitas la medicina, te estás quieto todo el día. El lunes ya puedes ir a bucear. Mientras conducía su automóvil por las avenidas de Coatzacoalcos, el doctor iba recordando cómo, en forma increíble, el pronóstico de su “colega” se había cumplido, en menos de 24 horas se había aliviado completamente de aquella seria quemadura por el coral venenoso. Esas hojitas debían contener algunas substancias anti-inflamatoria poderosísima que los médicos científicos no conocían. El sabía con toda certeza que el alivio de su pierna tan inflamada se hubiera llevado una semana utilizando todos los medicamentos adecuados de que disponía la ciencia médica y que eran hasta cierto punto riesgosos para la salud. Continuó pensando mientras estacionaba su coche en el Sanatorio —qué interesante y útil sería poder estudiar a fondo la medicina indígena, tan efectiva, tan inofensiva y tan barata. Qué desgracia para nuestro pueblo tener que depender para recobrar su salud, de medicamentos caros, comercializados y casi todos de origen extranjero. Se bajó del coche y volvió a su realidad cotidiana… lo esperaba una emergencia. Lo recibieron en la Sala de Espera los atribulados padres de una joven adolescente que venía muy delicada. Ya había sido atendida por médicos de una empresa de la ciudad, quienes dictaminaron que ameritaba ser operada de emergencia pero sus padres deseaban que fuera operada por el doctor Calderón. U112 V
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Una vez examinada y checados los datos de laboratorio el doctor confirmó el diagnóstico, era un caso típico de apendicitis aguda. Fué encamada de inmediato en la clínica, tiempo que el doctor subía a su consultorio a llamar a su compañero anestesista. Le dijo a su secretaria mientras rápidamente abría la puerta: —Hilda por favor comuníqueme con el hospital de concentración de Minatitlán. —Sí doctor, enseguida – contestó eficientemente. —Listo doctor, le avisó después de unos momentos. — ¿bueno? disculpe ¿hospital de concentración? —Sí señor. —¿Sería tan amable de comunicarme rápidamente con el doctor Luis Calderón? es muy urgente. —Un momento por favor, enseguida le llamo. —¿Bueno? —¡César, hermano, qué bueno que te localizo, tengo una emergencia y necesito que me ayudes! ¿Puedo contar contigo? —Claro que sí, ¿de qué se trata?... —Mira, es una apendicitis aguda que lleva 10 horas de evolución el cuadro doloroso... Hay una síndrome abdominal agudo en fosa ilíaca derecha y tiene 16,000 leucocitos, tenemos que entrarle lo más pronto posible... sí, ya le pregunté, es virgen... —De acuerdo. Por allá estoy a las 8, chao. Empezaron la intervención a la hora programada, y desde esa hora comenzó la ardua —búsqueda del bendito apéndice. —¡Caray César!, de verdad que no le encuentro... no es posible. Mira acércate: El ciego lo tengo localizado desde que entré, aquí sigo la bandeleta ileo-pectinea... y nada, mira, ahora sigo íleon hasta la válvula íleocecal... y tampoco, es el colmo, ya he repetido 3 veces lo mismo. Revisó y volvió a revisar con sumo cuidado y sin ningún éxito; llegara a pensar que la paciente no tenía apéndice... pero los anales estaban muy claros... Bueno, pensó... un poco de calma. Otra vez a rechecar todo. —Ya ciérrele doc., llevamos más de media hora en cavidad buscándolo... Esta chava no tiene apéndice, dijo el médico ayudante. —Pues yo también ya lo estoy creyendo así. Voy a revisar anexos. Rechazamos intestinos hacia arriba, posición de Tredelenburg... —...Vaya, vaya... Mire doctor, acérquese a ver lo que mis ojos ven... ¿Qué sorpresa! Era un embarazo extrauterino a media trompa derecha... reventándose. El embarazo extrauterino es una de las más desconcertantes y graves emergencias en la cirugía ginecológica. Normalmente todo el embarazo se origina en la llamada trompa de falopio, éste es un fino conducto que sale a cada lado de la matriz, desde el fondo de la misa, dirigiéndose hacia su ovario correspondiente, derecho ó izquierdo; en el extremo está abierta en forma de alcatraz, su misión es recoger ó captar el óvulo producido por el ovario y hacer progresar en dirección a la matriz. A la mitad de la longitud de la trompa ocurre el encuentro del óvulo con un espermatozoide, ocurriendo la unión o fecundación; primer paso del comienzo de un nuevo ser... de una nueva vida. El microscópico óvulo ya fecundado, del tamaño de una punta de alfiler continúa desplazándose hacia la matriz, a donde llega 4 ó 5 días después; se adhiere a las paredes internas de la misma y allí crece en cantidades astronómicas hasta formar un bebé de de 3 kilos y medio de peso ó más, según se cumplan, desde luego, las condiciones necesarias para un normal desarrollo. El embarazo extrauterino, consiste en que por alguna causa patológica, el óvulo fecundado ó embrión no continúa su camino hacia la matriz sino que se queda atorado en alguna parte de la trompa y allí continúa creciendo. La trompa no tiene la elasticidad y capacidad de crecimiento de la matriz por lo que en poco tiempo, por lo general unas cuantas semanas, se revienta ó rompe debido al crecimiento rápido e incontenible del embarazo retenido. Dicha rotura es una grave emergencia por qué ocurre con profusa hemorragia interna. Procedieron inmediatamente a la resección de la trompa; hicieron hemostasia cuidadosa, había que preservar el ovario que estaba algo inflamado. —¡Ya está listo!-dijo el doctor Calderón satisfecho. Observó un minuto las suturas para asegurarse de que U113 V
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no sangraran y al ver que todo estaba perfectamente, se dispuso a cerrar. A eso se disponía, cuando algo le llamó la atención... —¡No es posible, miren quién está aquí! Uno de los apéndices más grandes e inflamados que había visto, se mostraba orgulloso y burlón ante sus ojos. Le hizo recordar a un odioso compañero de infancia que rechoncho y colorado salía de repente de los lugares menos esperados cuando jugaban a las escondidas... y muerto de la risa. Así sentía él que lo veía el apéndice... muerto de la risa. —Bueno pero... ¡no lo puedo creer! dijo asombrado. ¡Pero si está casi encima del Ciego! Comentó el anestesista metiendo su cara entre la del cirujano y el ayudante; es uno de los apéndices más fáciles que he visto —replicó el ayudante —no tiene chiste. Se cruzaron por un momento miradas de “no es posible”; hasta que el doctor Calderón, dijo, alzando hombros y cejas... En fin, ahorita terminamos con éste... Pásame un catgut atraumático del O Jorge. Mientras lo extirpaba comentó: —Oye Jorge, es increíble que ninguno de nosotros tres, con la experiencia que tenemos, no lo hayamos visto entrar — lo sacaba con la pinza en ese momento y lo mantenía en alto como quien muestra la oreja y el rabo después de una faena, y luego tanto tiempo que lo buscamos — prosiguió ¡Ya hasta tú habías dicho que le cerráramos!... que no tenía apéndice. Yo creo que llevamos aquí ya más de cien apéndices operados ¿no? —...¡Caray, caray...! que incidente tan especial movía la cabeza a un lado y otro con incredulidad. Entonces oyó la voz de César, el gran anestesiólogo de vastísima experiencia, que en silencio los había estado escuchando mientras desempeñaba su función. Con voz amable y risueña le dijo. —Oye Luis, ponte a pensar... ¡Quién te lo escondió? Fíjate. Si analizas te darás cuenta... el apéndice se veía tan inflamado que si al entrar lo ves, se explica el cuadro, lo extirpas... y asunto terminado. La niña se hubiera ido a su cuarto anestesiada, dormida; se está reventando ya la trompa y entonces deja de doler; se presenta la hemorragia interna, sangra, es de noche; es posible que al principio no se detectara la intensidad del sangrado que a veces es brusco y masivo, luego ya mañana no diera tiempo. Y luego Y luego ¡como es señorita! quién iba a pensar. Sinceramente, ¡Qué suerte de chava! —Si hermano - le contestó el doctor Calderón ya habiendo concluido y dirigiéndose al vestidor de médicos mientras se quitaba los guantes definitivamente, — aún no le tocaba. Hay cosas que te encuentras en el camino de la vida que se antojan increíbles, sucesos que parecen haber sido manejados cual marionetas por un poder superior. Es como una fuerza extraña a nuestro entendimiento… algo que, cuando queremos devanar, nos muestra como en una copa de agua cristalina, la evidente limitación del entendimiento del hombre. —Si Luís, tienes razón - contestó confirmando la veracidad de lo que decía, su colega. —Bueno, yo me voy; me; tocó guardia en el Hospital de Concentración, y ya se me hizo tarde, nos vemos —. —¡Adiós César, que te vaya bien!
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ÚLCERA SANGRANTE
Ese día había tenido pocas consultas, las de sus pacientes citadas habían sido necesariamente canceladas y sólo había atendido a una que otra persona que sin saber que salía de viaje, llegó sin previa cita. En realidad el trabajo había sido poco pero un percance, ocurrido esa mañana le había mantenido contrariado y de mal humor hasta esas horas de la noche. El en esos momentos, debía de estar cumpliendo con un compromiso muy importante en México. Sus hijos habían salido esa mañana en el coche para Akumal, en donde se encontrarían al día siguiente. Había sido muy difícil conseguir los boletos del avión Minatitlán-México, y aún más México-Cozumel pues era un fin de semana que hacía puente con un día de fiesta nacional (uno de esos tantos puentes de los que gozamos los mexicanos y que “benefician” tanto a la economía nacional) Y todo… todo se había desorganizado por un bárbaro camión de volteo, que atravesándose imprudentemente en la desviación que lleva al aeropuerto permitió, que el taxi en donde iba, después de haber frenado, patinado y derrapado sobre la arena suelta, quedará incrustado debajo del camión, trabado e inutilizado, sin más daño que lamentar que la pérdida del vuelo, aparte de los fierros rotos. Aún sentía un gran coraje al recordarse en la carretera, con los velices en el pavimento y sufriendo la vergüenza de estar pidiendo el aventón, mientras veía a lo lejos cómo despegaba el deseado avión. Cuando llegó de nuevo a Coatzacoalcos, se fué a rumiar su coraje al consultorio. Eran ya pasadas las diez de la noche, cuando decidió irse a descansar. Su secretaria como de costumbre se había ido a las ocho. Guardó la correspondencia atrasada que había estado revisando, y así, un poco soñoliento apagó la luz del consultorio, pasó por el pequeño recibidor, echó doble llave y salió a la amplia sala de espera. En el instante en que apago la luz de allí, notó que por la escalera que sube de la clínica venía un grupo de personas subiendo con paso lento, hablando entre sí, como apesadumbrados. Era una curiosa procesión que les sorprendió por la hora y por los integrantes de ella; todos eran médicos de la clínica de especialidades de una conocida Institución de la ciudad. Más se sorprendió cuando vio que la ilustre procesión se dirigía hacia él. Prendió la luz y los saludó con la mayor amabilidad que permitían sus ojos con sueño y su mal humor. Uno de los médicos tomó la voz en nombre del grupo. —doctor Calderón, antes que nada disculpe que lo molestemos a estas horas, pero se trata de algo especial; venimos a pedirle su ayuda para intervenir en un caso muy grave que tenemos aquí en el sanatorio. Se trata de un estimado funcionario y compañero de la clínica que tiene una úlcera péptica sangrante la cual lo han puesto ya en muy graves condiciones. —Se le hospitalizó ayer con vómitos intensos de sangre fresca y evacuaciones abundantes de sangre obscura, fue diagnosticado recientemente de úlcera péptica activa; pero, esta actual complicación de fuerte hemorragia, se presentó repentinamente ayer…lo grave es, que a pesar del tratamiento administrado, no hay ninguna señal de mejoraría. —Yo creo que la solución está en pedir la colaboración del especialista, de la otra Institución que tiene médicos sonrieron satisfechos. La única condición que pongo, —agregó el doctor Maciel y por el doctor Caballero, que como ustedes saben trabajamos juntos Hace varios años; ¡por supuesto! ¡No faltaba más ¡… ¡desde luego! —Decían unos y otros. —Correcto, entonces necesitamos localizarlo urgentemente para empezar a trabajar cuanto antes. —De acuerdo doctor, ahorita nos movilizamos para conseguirlos —se despidieron agradecidos y cada quién se subió a su coche tomando rumbos diferente después de haberse puesto de acuerdo. El doctor Calderón se dirigió de nuevo al consultorio; con un poco de trabajo localizó en su habitado llavero, la llave de la puerta, por fin abrió y entró un poco desconcertado y un mucho preocupado. Se trataba en realidad de una situación muy grave, había riesgo de que el enfermo falleciera durante la intervención e inclusive antes de ella, pues, no había manera de cuantificar la perdida sanguínea con exactitud y menos aun de conocer la capacidad de resistencia del organismo del enfermo que ya llevaba casi dos días, según las regencias, en estado de hemorragia aguda profusa con los grandes cambios hemodinámicas y fisicoquímicos tan peligroso, causados por la administración abundante de sangre extraña a su sistema circulatorios. U115 V
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La operación curativa radical, —pensó —era la gastrectomía, gran operación mutílate que consistía en extirpar el estómago del paciente, resolviendo el problema de inmediato de la úlcera sangrante y a la vez proporcionando al paciente la mayor seguridad de que no volviera a recaer de esa grave enfermedad. Sin embargo —deducía preocupado—era difícil aceptar la idea de que resistiera dicha operación en las condiciones en que estaba. Lo razonable era operar con la intención únicamente de controlar la hemorragia, yendo directo a la arteria sangrante y no intentar la gastrectomía. Pero… no, lo mejor era ir con la seguridad y confianza de haber sido asesorado por alguien, con una vasta experiencia en esta clase de emergencias. Pero… ¿quién le podría orientar? Tronó un dedo en señal de haber hallado la respuesta, su cara se llenó de optimismo al llegar a su mente la imagen del doctor Echeverría, su amado y admirado maestro de la escuela médico-militar. ¡Pues claro!... él es el indicado… como no se me ocurrió antes —pensó satisfecho. El doctor Eduardo Echeverría, era, nada menos, considerado uno de los mejores Gastroenterólogos del país; un médico con una vastísima experiencia… y además, del cual guardaba un bello recuerdo de estimación recíproca. Se dirigió a su escritorio y abriendo un cajón, sacó su directorio telefónico personal. Hacía tiempo que no le hablaba ni lo veía. Ojalá aún tenga el mismo número telefónico – pensó. El sabía que lo inoportuno de la hora no era obstáculo para pedir orientación a su maestro. Le contestaron en su casa con todo cortesía, informándole que el doctor se encontraba de fin de semana en la hacienda de cocoyoc. Llamó a la hacienda y fue localizado enseguida; en ese momento cenaba en compañía de su familia. Contestó el teléfono con su habitual voz suave y tranquila, pensando que el doctor iba llegando a ese lugar. —¡Hola Luis! que gusto de oírte, ¿A qué hora llegaste? —No estoy en Cocoyoc, Maestro, le estoy hablando de Coatzacoalcos, tengo una emergencia y me atreví a llamarle para que me haga favor de orientarme. Le relató en forma concisa los principales datos del caso y el estado del enfermo. Él le contestó en la misma manera gentil y docta con que siempre le había hablado desde sus años de estudiante, haciéndole sentir la seguridad que solamente una gran calidad humana y profesional como la de él podía dar. —Mira, en primer lugar no deberías estar hablando por teléfono en este momento. Ya debías estar operando. No intentes la extirpación del estómago porque se te queda en la mesa de operaciones. Abre el estómago en la parte distal, aspira el contenido, busca la ulcera y sutúrala ligando así el vaso sangrante. Si no lo hallas síguete abriendo hacia el píloro y duodeno, seguro que ahí lo hallarás. Ya no le pongas más sangre, el riesgo por tantas transfusiones es mucha importancia, sostenlo con soluciones isotónicas. Apresúrate pues y mañana me llamas al consultorio para que me cuentes como te fue... Apenas colgó el teléfono, llamó a la enfermera de turno. —Hilda si ya llegaron mis ayudantes pase al enfermo del cuarto 3 a la sala de operaciones. —Si doctor, ya están aquí. Bajó rápidamente el vestidor de médicos donde encontró a sus compañeros cambiándose la ropa de calle por la cirugía. Les hizo un breve resumen del caso y les transmitió la seguridad que sentía... después de la plática telefónica con su maestro; les hizo ver que ya tenía el plan de trabajo definido y preciso. La intervención debería durar el menor tiempo posible para dar al enfermo las mayores posibilidades de resistir dicha operación. Pasaron a la sala de operaciones. En ese momento era introducido el enfermo. Lo acompañaba su esposa; él estaba pálido y demacrado, en evidentes malas condiciones; en una de sus manos llevaba puesto el catéter con el tubo por el que pasaba la sangre del frasco de transfusión en turno, quizás el último. La otra mano iba tomada amorosamente por las de su esposa, quien con los ojos irritados por el llanto le decía palabras de aliento. Hasta que el carro de operaciones que lo llevaba transpuso la puerta de la sala, le soltó la mano. Una laparotomía media supra umbilical dio acceso a la parte superior del abdomen, cayendo el centro de la incisión en la parte baja del estómago. De inmediato se hizo la abertura del mismo, encontrándolo con gran cantidad de contenido sanguíneo, en su mayor parte coágulos obscuros. Fue aspirando dicho contenido, hasta dejar limpio el estómago, fue revisado entonces cuidadosamente en su superficie interior U116 V
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sin encontrar la zona sangrante. La abertura fue prolongada en sentido longitudinal hacia el duodeno, primera porción del intestino. A escasos 2 centímetros del límite con el estomago descubrieron un pequeño cráter de unos 4 milímetros de diámetro, de bordes limpios. En el fondo del mismo observaron entre asombrados y satisfechos el fino chorro de sangre, tan delgado como un hilo, que saltaba al aire en forma intermitente, casi continua, como surtidor de fuentecilla en miniatura. En unos cuantos segundos y mediante un punto en equis de seda fina fue la pequeña úlcera. El enfermo, gracias a su fortaleza física y a su juventud, se mantenía con buenas cifras de pulso y de presión arterial, circunstancias favorables que se aprovecharon para cerrar con precisión el duodeno y el estómago siguiendo una técnica llamada de piloroplastía y vanguectomía, la cual daba además muchas posibilidades de curación definitiva del problema de la úlcera. Terminaron de operar a las 5 de la mañana. —¡Ah, Maestro! Volteó... ya sabía quién era. —¡Ea Don Chicho, que dice esa úlcera! —Pues nada, aquí vivito y coleando, gracias a usted. —No, Don Chicho, gracias a Dios y a un desgraciado camión que el mandó para que me estrellara ese día, es que está usted todavía dando guerra... yo sólo cumplí una vez más con mi deber.
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EL FRASCO DE LECHE
Ese día terminó de operar temprano. Ya tenían la rutina de comenzar en los casos quirúrgicos sencillos a las 8:30 horas para que terminando siempre entre 10 y 11 de la mañana, el doctor tuviera tiempo de comenzar a las 11 la consulta después de pasar visita a los pacientes encamados. Terminando su rutina hospitalaria matutina, se dirigió a la escalera que sube de la clínica al piso de consultorios. Su primera paciente estaba citada para las 11 de la mañana y su reloj marcaba las 11 con 10 minutos; debía por lo tanto ir inmediatamente pues ya estaba retrasado. Se disponía a subir las escaleras... pero, al poner el pie sobre el primer escalón, sintió algo extraño... era una sensación muy clara de no querer subir; y lo más notable, aceptó fácilmente esa sensación a pesar de la evidente necesidad que había de llegar a la primera consulta. Seguía inmóvil... apoyó su espalda en la pared. Hasta el llegaba un poco de resolana que le envolvía tibia y agradablemente. No era pereza, ni cansancio... era algo raro, un... simplemente, no sentir deseos de subir. Recordó durante unos segundos sus años de escuela. Que melancólicos recuerdos guardaba de esos años. Así en esa actitud, recargado en una pared, con los libros en el pecho, entumecidos de frío pasaban sus desnudos brazos los inviernos, buscando una pared y un tibio rayo; buscando en la naturaleza protección y calor. Volteo la cabeza a su derecha y solamente vio el solitario pasillo del hospital color verde claro, alumbrado por la luz blanca de las lámparas; y al fondo a la derecha, el puesto de enfermeras en donde una ayudante ordenaba los expedientes. Nada había de especial, nada le llamó la atención. Volteo a la izquierda y vio el mismo pasillo central,... largo, verde claro; y al fondo, estaba entreabierta la puerta del cancel que daba al área de quirófanos, A través de la abertura de la puerta vio que dos enfermeras se ocupaban de arreglar equipos de ropa e instrumental para esterilización, algo normal después de terminada una intervención quirúrgica. La actividad de ellas le sacó de su marasmo y casi sin darse cuenta camino hacia el cancel, sintiendo la necesidad de ocuparse unos minutos en algo trivial... aunque fuera solamente ver como preparaban los equipos. Cruzó el cancel y se dirigió hacia ellas que volvieron a verle con extrañeza; ya que siempre andaba exageradamente ocupado. Sin decir palabra se acerco con curiosidad. Efectivamente, Soco, la eficiente jefa de operaciones, empacaba en medidas paquete de tela, los instrumentos de cirugía de fino acero inoxidable, hasta darle a los paquetes el tamaño y forma adecuados para ser introducidos en las cámaras de las autoclaves para su esterilización. Rosa, las otras enfermeras, hacía algo diferente, en ese momento sacaba con jeringa y aguja un líquido blanco como leche de un pequeño frasco, y acto seguido, lo introducía en un frasco grande que tenía un contenido líquido de aspecto igual pero con capacidad de 1 litro. Era un conocido frasco de solución glucosada. La primera impresión que tuvo sobre dicho líquido y los frascos, fue que ella estaba lavando los frasquitos pequeños y el líquido del lavado lo vertía en el frasco grande, ¿para qué lavaría frasquitos? probablemente serían para guardar muestras para estudio de anatomía patológica. Ya se veían sobre el carrito de curaciones unos diez frasquitos vacíos. Dentro de la especie de indiferencia que le invadía por todo lo que le rodeaba, predominó un instante la curiosidad, y le preguntó en el momento en que se alejaba llevando el frasco grande de líquido lechoso en sus manos, —¿para qué lavó los frascos Rosa? ¿A dónde lleva ese frasco grande? —Ella apresurada, casi corriendo le contestó ya desde el otro lado del cancel, pues siempre fue de paso ligero. —No los lavé doctor, es la penicilina que se le va aplicar al enfermo del cuarto 10... —El doctor acepto la respuesta indiferente. Aún esa rara sensación de no querer hacer nada prevalecía sobre su voluntad. Pensó, —claro, qué pregunta la mía tan tonta, era ilógico que estuviera lavando pomitos. —Bueno —pensó reaccionando —creo que ya está bueno de hacerle al tonto —habían transcurrido 15 minutos y ya casi daban las 11:30. Acabaré aburriendo a mis pacientes si no voy a empezar la consulta, se dijo tratándose de animar. U118 V
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Subió por fin las escaleras, saludo respetuosamente a sus pacientes, pidió disculpas por el retraso y metió la llave en el cerrojo dispuesto a entrar. Al instante de darle la vuelta a la llave, repentinamente se le revelaron en la mente los 10 frasquitos y el gran frasco de leche. —A menudo en la alta montaña la espesa neblina no permite ver más allá del propio cuerpo. El gris oscuro... pesado, denso, crea el riego de caer en un precipicio. Así su mente, en esa espesa niebla, de momento sintió una racha de viento frío que la rasgó, un aparecer de la luz del sol en plenitud, un mostrar la vereda, enseñar el camino. Su mente captó la realidad en un instante, la increíble y peligrosa realidad, bajó a zancadas las escaleras, corrió desesperadamente por el pasillo y atravesó el cancel, cogió en rápido impulso un frasquito vacío y leyó: penicilina bencílica. Un millón de unidades; en ese momento, su angustia repentina se comprobó; se debía al hecho de saber que unas cuantas gotas de penicilina bencílica inyectadas en la vena causaba embolia pulmonar y muerte inmediata, ¡y se le iba a inyectar al paciente un litro de dicha preparación en la vena! Ese sobresalto angustioso le hizo gritar el nombre de la enfermera —Rosa! casi fue un gemido desesperado al mismo tiempo que salía corriendo al pasillo del Sanatorio buscando a Rosa. No la vio ya, su silueta había desaparecido. Agitado y con la boca seca se detuvo petrificado en la puerta del cuarto, el enfermo cargando su palidez... parecía dormir; y a su lado colgando del soporte, riéndose de él, se mecía levemente el veneno mortal. Recorrió todo su cuerpo agolpándose en la cabeza un sentimiento de coraje, un sentimiento de desesperación de saber que estuvo en sus manos el haberlo salvado; cuando oyó atrás de él —¿me hablaba doctor? —era Rosa que había olvidado algo y aún no funcionaba la vena para iniciar la venoclisis. Sintió que le echaban un balde de agua fría en su cara ardiente. Pasando el susto grito alterado —¡pero cómo es posible este error Rosa! - ¡es que, no se dan cuenta! —¡Acompáñame inmediatamente por favor! Y así, fueron, la enfermera cargando su frasco de leche y él con su gran alivio mezclado con indignación, al revisar el expediente del enfermo para averiguar la causa del error. Allí estaba claramente escrito: aplicar 10 frasquitos de un millón de unidades de penicilina cristalina en la vena, disuelta en 1 litro de solución glucosada al 5 por ciento. Esto estaba correcto, la penicilina cristalina como es su nombre lo dice, ya disuelta, es un líquido transparente como el agua limpia, cristalina; y se puede inyectar así diluida en la vena sin peligro de embolia. Entonces ¿quién había cambiado los 10 frascos. Llamaron al médico interno y se confirmó que la receta suya estaba correcta, entonces subieron a la farmacia. El pedido había sido entregado equivocadamente. Al fin encontraron la causa del terrible error que pudo haber costado una vida. El boticario ó encargado de la farmacia no se había presentado a trabajar ese día, se reportó enfermo y de emergencia se nombró para sustituirlo a otro empleado sin la experiencia suficiente, y según él, un frasco de 1 millón de unidades de penicilina cristalina era lo mismo que un frasco de 1 millón de unidades de penicilina Bencílica. Llamado el doctor director de la clínica todo terminó por buenaventura, en un regaño, en un bochorno y en un “usted perdone”. Al fin, ya vuelto todo al orden y a la normalidad, se dio cuenta de su tiempo atrasado, ahora se sentía tan ligero como siempre y con una gran urgencia de empezar la consulta. Subió las escaleras optimista... con gran satisfacción de saber que el enfermo del cuarto No. 10, se había salvado. Terminó la consulta a las 4 de la tarde: En el trayecto de su casa pensaba incrédulo: ¿Qué me habría detenido tan ilógicamente cuando iba a subir unas horas antes? ¿Qué fuerza tan misteriosa y tan potente habrá paralizado mis piernas y mi voluntad? —suspiró... Nadie me creería que materialmente sentí esa fuerza que me paró en la escalera. Mejor no lo comento con nadie, es... tan increíble. Llegó a su casa. Nadó un rato antes de la comida, y, después de un delicioso pámpano, ya en la sobremesa, se acercó su hijo menor con varios libros abiertos: —Oye papá, ¡me ayudas a buscar algo en tus libros sobre el filósofo tertuliano, me lo encargaron para U119 V
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mañana? dijo mientras invadía la mesa con los libros. —Momento chavo, levanta tus libros. A ver, vente vamos a buscar. Se dirigió a la biblioteca y escogió el libro que creyó adecuado. …A ver yo te dicto y tú escribes. —Tertuliano Apologeta latino que vivió en los siglos II y III. En su máxima obra “De carne Christi” Expone: ¡Lo increíble, lo imposible... es señal Divina.
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EL DÍA MÁS LARGO
Estaba el equipo quirúrgico de médicos en el vestidor, la charla era intrascendente, hablaban de las próximas vacaciones, del fútbol, de la película del día, en fin. Se cambiaron de ropa de calle por la ropa ligera y cómoda de cirugía, se colocaron el gorro y el cubre boca y enseguida pasaron a lavarse las manos en el lavabo del quirófano. El doctor Calderón explicó a sus compañeros: —Es un caso de rutina lo que vamos a operar esta mañana. Se trata de una operación cesárea selectiva, la paciente ha sido operada 3 veces de lo mismo por estrechez pélvica. Ahora espera su cuarto bebé y su embarazo se encuentra a término, ha tenido una evolución normal y su estado en general es ampliamente satisfactorio. Así, con calma, los demás médicos observaron la habilidad del médico anestesista para poner el bloqueo epidural. Esta magnífica anestesia quita la sensibilidad del dolor de la cintura para abajo y es inofensiva para el bebé. Verdaderamente es una bendición para la madre que cumple su noble misión de traer un hijo al mundo y merece todas las consideraciones humanas y recursos médicos para evitarle dolor. Se preparó el campo operatorio, se hizo antisepsia de la piel, se colocaron los lienzos estériles de suave color azul para descanso de la vista de los cirujanos, se encendió la gran lámpara de múltiples luces concéntricas sin sombra y comenzaron la operación. En unos cuantos minutos extrajo el cirujano con suavidad una preciosa nenita de unos tres kilos y medio de peso; aún no acababa de nacer y ya su llanto era claro e intenso. Pinzó el cordón umbilical, fue cortado por el médico ayudante y pasaron a la bella recién llegada a una mesa cubierta de ropas esterilizadas, quedando en muy buenas manos para arreglarla y vestirla. Procedieron a extraer la placenta: normalmente es expulsada por contracción enérgica de la matriz ó útero, que la hace salir casi de inmediato, ayudada la contracción uterina por una substancia muy activa, que aplica el anestesista en la solución glucosada que tiene la paciente recibiendo en una vena de su brazo. En cuestión de segundos se logra la expulsión, pero no funcionó así en este caso, la matriz se contrajo y no fue expulsada la placenta. Tomaron con pinzas finas los bordes de la herida uterina y al levantarlas pudieron examinar el interior de esa gran bolsa que había alojado durante 9 meses a una criatura y siguiendo el cordón umbilical ya seccionado, hacia el interior de la cavidad, descubrieron la causa de la falta de expulsión de la placenta. Se trataba de algo muy temido por un ginecólogo, se trataba de…una placenta previa acreta. En estos casos la placenta se encuentra situada hacia la parte baja de la matriz, como si en un parto normal naciera la placenta antes que el bebé, y además está íntimamente pegada a las paredes uterinas como formando una sola materia, un solo tejido. No existe plano de despegamiento entre ambas, y el lugar donde se sitúa es precisamente la parte más angosta del embudo uterino… la parte no contráctil de la matriz, por lo demás de por estar fuertemente adherida, lógicamente no se despegaba con la contracción El doctor Calderón tuvo que hacer el despegamiento manual, utilizando las puntas de los dedos como suaves bisturís romos; sin romper, ni la blanda pared uterina por un lado, ni la blanda placenta por el otro. Es la única manera de arrancar dicha hiedra a su inseparable muro. El despegamiento se realizó en unos minutos, con una ligera pérdida de sangre mayor de lo habitual en tal operación. Se logró la extracción total y procedieron a suturar la elástica pared uterina, luego la fina tela peritoneal que cubre todos los órganos internos del abdomen y por fin la pared abdominal en todos sus planos. Así, dicha complicación se sacó fácilmente adelante y la operación se concluyó satisfactoriamente. La bebé ya estaba en su cuna, la familia de la paciente ya había recibido la noticia y todas eran caras alegres. La paciente fue llevada a su cuarto y los parabienes de familiares y amistades no se hicieron esperar El júbilo aumentó al llegar la enfermera al cuarto con su preciosa carga, la cuna que traía a la pequeña durmiente… muy hermosa, pues su carita no mostraba las hinchazones transitorias que se presentan debido a el parto. Sus colegas se retiraron y todos volvieron a sus quehaceres habituales. Cuando el doctor Calderón se dirigió al cuarto de la paciente, la enfermera lo recibió con cara de preocupación. Era la primera señal de alarma de ese largo día; le dijo. U121 V
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—Doctor la paciente está sangrando más de lo normal, ya le inyecté todos los medicamentos ordenados y no cesa de sangrar. No es muy abundante peso si es constante Doctor, mire. —Se acercó a verla y comprobó al instante lo que decía la enfermera —Correcto —le dijo un poco preocupado —vamos a examinarla. El doctor procedió a examinar a la enferma y encontró que su matriz estaba contraída firmemente, lo cual descartaba que la causa del sangrado se debiera a un relajamiento o inercia de la misma, lo cual es un incidente si no frecuente, tampoco raro. ¿Entonces, por qué sangraba así? El doctor dedujo que el sangrado podía venir de la parte no contráctil, del extremo inferior del embudo, donde despegaron la placenta. Un recurso práctico es hacer un taponamiento cuidadoso por vía inferior para bloquear esa área entre dos zonas de presión física y así detener el sangrado. Se procedió a llevar a cabo dicho método, pero… solo momentáneamente se resolvió el problema. Se le aplicó una transfusión de sangre para restituirle la pérdida que había tenido, y se observó su evolución. Los largos minutos sucesivos de vigilancia se volvieron pronto horas, el sangrado continuo, lento, sordo, pero definitivamente anormal, persistente y de gran riesgo. Se planteó la conveniencia de operar de nuevo a la paciente para extirpar la matriz, única manera de controlar su porción no contráctil, es decir quitando dicha porción con todo el útero. De repente, en ese momento, se percataron de un hecho que aumentó tremendamente la preocupación del doctor…En todos los lienzos que se cambiaban a la enferma no se observaba un solo coágulo, ni siquiera pequeño. Entonces, por primera vez en ese largo día tuvo la idea completa de la grave situación que afrontaban. Cerró los ojos, hacia atrás la cabeza, aspiro profundo, y se dijo en la mente. . . ¡afibrinogenemía! Se trataba de un área sangrante en una persona cuya sangre ha perdido su capacidad de coagular. Hasta entonces supo con claridad a qué tipo de diagnóstico se enfrentaba. Recordó con angustia, con terror los datos estadísticos de los grandes centros hospitalarios con sus grandes recursos, los cuales tenían una mortalidad de 96 por ciento ó sea… casi el 100 por ciento. La deducción mental de la situación tan grave lo conectó a una corriente de pavor; era un caso de afibrinogenemia causado por una placenta previa acreta; el trastorno es causado por una substancia que hace incoagulable la sangre; dicha substancia se produce al despegarse manualmente la placenta, tal despegamiento causa rotura de tejidos y células, las que liberan un activo principio químico que es un anticoagulante, es una especie de enzima que detiene la formación del fibrinógeno… en estos días, pero… ¿lo habría en el área de Coatzacoalcos? no lo sabía. Mientras tanto el problema inmediato era conseguir más sangre para la enferma, quién ya había descubierto las caras de angustia y el ir y venir por su cuarto de médicos y enfermeras en forma alarmante. Ella en general se sentía bien… no se daba cuenta que tal vez eran sus últimos minutos de vida. Los familiares que tenían su mismo tipo de sangre, donaron lo más posible de su preciosa savia con la esperanza de que se le introducía, ella la expulsaba, la perdía. Pronto se acabó la sangre donada por la familia, y se necesitaba urgentemente conseguir más. Antes la desesperada situación, un amigo que compartía con ellos esos apuros, el Doctor Félix Fortuna, en forma servicial y eficaz se prestó a conseguir de inmediato personas como posibles donadores, El tiempo trascurría inexorable y la situación de la paciente estaba llegando por minutos a un momento crítico fatalmente definitivo. No se consiguió fibrinógeno en ninguna parte; los donadores conseguidos por el doctor Fortuna se iban escaseando; les trajeron sangre de un hospital de concentración cercano, pero era sangre de banco que ellos les traían del D.F. y no había seguridad de su calidad, podía ser más nociva que benéfica. El cardiólogo que los asesoraba en su especialidad les informó que la enfermera presentaba fibrilación, un grave trastorno de su corazón, causado por los cambios de volúmenes de su sangre y de la consistencia ó calidad de la misma, y en ese estado no estaba en condiciones de ser operada de nuevo. En esta situación desesperada la enferma fue llevada la sala de operaciones, hora ya la pérdida de sangre, pero ya no había más sangre fresca y la fibrilación continuaba. En el piso de la sala de operaciones se había formando una gran charco de líquido rojo y vivo, ominoso, que aumentaba de superficie momento a momento, no se veía ni un pequeño coágulo en esa gran lago que se extendía ante su vista, cada vez más. La tensión era tremenda… el riesgo de que no aguantara la intervención era grave, pero de lo contrario moriría en menos tiempo desangrada. U122 V
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Definitivamente ¡había que operar! Confortado con la compañía emocional y profesional de sus colegas médicos el doctor Calderón musitó una plegaria, pidiendo ayuda a su debilidad humana, a su limitación como médico. —Yo sé, Señor, y siento, que con toda la sabiduría que pudiera acumular en vida y con la habilidad de cirujano que pudiera adquirir en miles de intervenciones quirúrgicas, en última instancia solamente soy un instrumento de tu voluntad omnipotente, la cual decide el resultado de todas las cosas. Sé y siento que en toda mi vida de médico nunca podré decir: Yo salvé esta vida. Siempre diré: yo salvé esta vida. Siempre diré: fui de nuevo… simplemente un hombre, y nada más. Un hombre… con la preparación técnica necesaria para saber actuar con todas las normas que marcan los cánones, para hacer correctamente, desde una delicada intervención quirúrgica. —Estoy obligado a trabajar con el máximo cuidado, a no cometer ningún error; el material con que yo trabajo es el más hermoso y valioso de tu creación; la vida humana. Por esto estoy obligado a trabajar siempre con un solo objetivo: Buscar la perfección, lograr la excelencia!... y así aspirar a merecer esa ayuda poderosa que he recibido tantas veces de Ti Así, oraba en silencio cuando lo sacó de su breve meditación el cardiólogo: —doctor, haya una ligera mejoría en la frecuencia cardiaca. Le contestó inmediatamente y avisó a los compañeros de su equipo quirúrgico: ¡Ahora! Con toda la celeridad con sus manos y su mente podían actuar, procedió a abrir rápidamente la incisión que tan cuidadosamente había cerrado antes, llegó a la cavidad abdominal y busco los bordes laterales de la gran matriz que a manera de reto se situaba en el centro del vientre, imponente, roja obscura. Localizó el sitio de la arteria uterina de un lado, sintió en la punta de su dedo índice su latido rápido y débil y le aplicó una fuerte pinza hemostática, rápidamente buscó la arteria uterina del otro lado y la pinzó también con seguridad. Toda su esperanza la puso en esa maniobra de emergencia como recuso último para resolver la situación: cortar la circulación de la matriz. Los segundos siguientes fueron de un silencio absoluto, parecía haberse detenido el tiempo, sus manos tensas, paralizadas, esperaban una señal que lo alentara a seguir. Entonces se oyeron dos palabras del cardiólogo que sonaron a salvación: ¡ya estuvo! Seguidas de una breve explicación, la frecuencia cardiaca había mejorado casi instantáneamente al detenerse la pérdida de sangre por vía inferior, el corazón mejoró rápidamente y ahora permitiría hacer la operación salvadora: extirpar la matriz. Con la rapidez y seguridad que el caso ameritaba siguió paso a paso la técnica para histerectomía y en muy poco tiempo se concluyó la intervención, ahora sí, con completa felicidad. Ya no había pérdida de sangre en absoluto y el corazón de la enferma se recuperaba rápidamente. Salió de la sala de operaciones hacia los lavabos quitándose el gorro y el cubre-boca; le acompañaba el cardiólogo que aún no salía de su asombro y le dijo. -Oiga doctor, ¡que increíble evolucionó esto! Teóricamente la paciente debía haber fallecido en el momento en que la pasamos a la sala, no me explico cómo pudo resistir tanto su corazón. La fibrilación ventricular por la anemia aguda a causa de la hemorragia masiva incontrolable, era gravísima, ¡mortal! sin embargo en forma inexplicable, su corazón mejoró los minutos, necesarios para que usted llegara a las arterias uterinas… ¡Qué increíble! Así, aún con la ropa de cirugía, entró al vestidor, se sentó en el piso desfallecido por el cansancio y la tensión del día más largo de su vida… en ese momento, con los ojos cerrados, mudo, inerte, sintiendo únicamente como resbalaban en su espalda gotas de sudor parecía “mirar” en el diccionario de su vida, las palabras de asombro que expresaba su colega. Decía en su mente:.. increíble,… lo increíble es igual a… el canto de un cuerno tocado a lo lejos, es una respuesta del pastor al bramido de la oveja que pide ayuda, es la señal de haber sido escuchada esa desconocida forma de energía humana, esa portentosa facultad siempre positiva y benefactora comúnmente llamada… oración. Salió de su marasmo al acordarse de los atribulados familiares y con dificultad se paró nuevamente; había que avisarles de la enferma, la cual aún se encontraba en el quirófano bajo estricta vigilancia. Salió de la sala y se dirigió al pasillo donde un maremagno de familiares y amigos lo arrasó. Un poco molesto por esa actitud preguntó por el principal interesado. —No se preocupen, pueden sonreír con confianza que la lucha ha sido ganada, ya la señora está fuera de peligro… U123 V
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—Necesito hablar con su esposo. Preguntó recorriendo con su vista a las personas, sintiendo su deber de informar a la persona directamente más afectada. —No está doctor, —contestó una voz llorosa por la emoción de la buena nueva. —¡No está! ¿Cómo que no está? —dijo incrédulo y molesto. —No doctor, (las lagrimas le rebasaban y su voz se entrecortaba) ahorita vamos a ir corriendo a avisarle a la iglesia, que ya su Chatita se salvó, Desde que usted le dijo en el peligro que estaba, en el momento en que la pasaban a la sala de operaciones, se fue debocado a la parroquia y desde entonces, está gritando con los brazos en cruz pidiéndole a Dios desesperado que no se lleve a su chatita… que no se lleve a la mitad de su vida… a la vida de la madre de sus hijos.
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CURRÍCULUM VITAE
Cirujano Gineco-Obstetra. Es originario de la Ciudad de Guanajuato, donde hizo sus primeros estudios en el Colegio del Estado, hoy Universidad de Guanajuato. Ingresó en la Escuela Médico Militar en el año 1945; se graduó en el año 1950. Sirvió en el Ejército Mexicano durante 20 años; sus servicios en el 22º Batallón de Infantería le permitió conocer a fondo el área olmeca y el área maya. Arqueólogo autodidacta, se ha dedicado con pasión al estudio de la cultura olmeca, buscando posibles contactos en todas las zonas arqueológicas del mundo, que expliquen razonadamente, las características de las mismas. En el año 1976 fue comisionado por el gobierno mexicano para continuar con sus estudios sobre arqueología a nivel mundial, en el continente asiático. A solicitud del gobierno mexicano, fue aceptado e invitado para continuar sus estudios en China, siendo el primer investigador que estudia la arqueología china en sus relaciones con las culturas prehispánicas. 1.- Ha efectuado investigación histórica durante 35 años, sobre los orígenes de la civilización olmeca, en los centros olmecas y en varios países. Ha visitado varias veces la República Popular de China y la ciudad de Taipei en Taiwán; ha sido atendido de manera personal por el profesor Wang Xue Li, quien es actualmente, el más prestigiado arqueólogo de China descubridor del Mausoleo de Quing Shi Wang Di y Director del Museo de Arqueología del Xian, quien le ha propuesto escribir una obra mancomunada sobre el tema de que se trata. En el año 1976 en la segunda visita a China, fue acompañado y atendido personalmente por el Dr. Hsia Nai, Director del Instituto de Arqueología, de la Academia de Ciencias de China. 2.- Ha producido 4 libros como resultado de dicha investigación: “Cabecitas Olmecas”, 1977; “Los Señores de Jade” con una edición en inglés, 1991; “El Arte de Asia en el Arte Olmeca y Maya”, 1996, en este último libro se mencionan nuevos hallazgos culturales, uno de ellos, tal vez el más importante, es la comprobación documental y física de que los primeros códices prehispánicos fueron escritos por los olmecas. 3.- Ha recibido un inesperado y muy estimulante reconocimiento internacional a su trabajo a lo largo de los años, de arqueólogos e historiadores de las principales universidades de varios países, habiéndoles visitado personalmente y teniendo en el momento más de 25 cartas que lo comprueban; las más conocidas son Harvard, Yale, Washington, Texas, Pensilvania, Notredam, de los Estados Unidos, así como Leiden, Munich, Oxford, de Europa, Tokio, Pekín y Xian de Asia. 4.- En el año 1976 mandó a efectuar las primeras pruebas de termoluminiscencia hechas en México de piezas olmecas de cerámica, en la Universidad de Oxford, que han sido el apoyo científico de su trabajo. en 1996, mandó hacer de nuevo pruebas con la misma técnica en la Universidad de Washington, USA. Esta prueba de radioactividad permite saber la edad de las esculturas de terracota. 5.- Ha dado múltiples conferencias en las escuelas superiores, casas de cultura y asociaciones culturales como la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, el Museo Nacional de Antropología e Historia, el CEDAM (Centro de Exploraciones y Deportes Acuáticos de México) y en varios institutos y asociaciones de profesionistas, algunas de ellas en idioma inglés. Presentó su ponencia sobre el mismo tema en el Congreso Internacional de Historia celebrado en el puerto de Veracruz en septiembre de 1992. 6.- Ha hecho algunos trabajos literarios, habiendo publicado dos libros de cuentos y un libro de sociobiología de la mujer mexicana, relacionado con su larga actividad profesional, más de 55 años, en la gineco-obstreticia. Sobre esta actividad publicó un libro llamado “La cesárea”, en el que trata sobre las ventajas de esta intervención quirúrgica, basado en su experiencia de mil operaciones ya realizadas, con resultados siempre positivos. 7.- Ha recibido cartas de encomio sobre su trabajo de los señores. expresidentes Ernesto Zedillo, Miguel de la Madrid y Luís Echeverría Álvarez. 8.- Ha visitado los principales museos de arqueología de América, de Europa, de Asía y África, investigando semejanzas o pruebas de contactos culturales antiguos. 9.- Todos los gastos de las investigaciones y la producción de las publicaciones han sido pagadas por cuenta propia, lo que le ha permitido libertad de acción e independencia de criterio, en un campo cultural propicio para controversias e influencias externas e internas, a veces poco razonadas. 10.- Ha logrado reunir una colección de más de mil piezas de escultura olmeca, menor, de un gran valor U125 V
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cultural registradas en el INAH con el No. de Colección 115; dicha colección es la base y origen de toda la investigación realizada y la ha donado ante Notario Público a la ciudad de Coatzacoalcos. 11.- Ha recibido la medalla “Quetzalcóatl” del prestigiado Club de Escritoras de Coatzacoalcos, en el año de 1978, así como la medalla al Mérito Ciudadano del Gobierno del Estado de Veracruz en el año 1992, ambas preseas otorgadas por sus investigaciones. 12.- En el año de 1985 logró rescatar una invaluable escultura olmeca monumental procedente de San Lorenzo, la cual estaba a punto de ser subida a un barco extranjero en un muelle del Puerto de Coatzacoalcos. Dicha escultura representa a un sacerdote o rey olmeca, de tamaño natural, en posición sedente, de rostro impresionante. Actualmente es exhibida en el Museo de Arqueología de Xalapa; contó entonces con la valiosa ayuda del extinto maestro arqueólogo Alfonso Medellín Senil, del también extinto Lic. Roberto Bencomo Estrada y de las autoridades estatales. 13.- En el año 1994 fue invitado al Symposium sobre Esculturas Antiguas de Jade efectuado en el Asian Arts Museum de San Francisco, California; como consecuencia de dicha asistencia, se publican por primera vez en México las pruebas de tecnología más avanzadas para detectar la autenticidad de jades prehispánicos, en el Libro “El Arte de Asia en el Arte Olmeca”. Fue el único investigador mexicano que asistió a dicho symposium internacional, al que asistieron, además de los americanos, expertos en jade de Hong Kong, Singapur, Alemania, Japón, China, Australia y Canadá. 14.- Como resultado de todo lo ya señalado, puede afirmarse que las hipótesis iníciales han encontrado claros y múltiples apoyos. La notable semejanza entre varios hechos culturales de las antiguas civilizaciones del viejo mundo, de Asia y del Mar Mediterráneo, comparados con los hechos culturales de las jóvenes civilizaciones prehispánicas permite aseverar de manera definitiva que sí existieron contactos físicos transoceánicos, que fueron involuntarios, accidentales esporádicos. Son tan abundantes los hechos señalados y comparados que ya puede descartarse un paralelismo cultural. El origen de la civilización olmeca ya puede explicarse de manera sencilla y lógica: los primitivos habitantes del Istmo de Tehuantepec, recibieron hace unos dos mil años una definitiva y radical influencia cultural, que ocasionó la aparición del fenómeno olmeca, consistente en un arte escultórico magnifico producido por una sociedad teocrática y duradera. Dicha intensa influencia cultural, fue traída por inmigrantes transoceánicos del Asia por las corrientes del Océano Pacifico y por inmigrantes del Mar Mediterráneo, por las corrientes del Océano Atlántico, habiendo podido ser detectada dicha influencia en múltiples objetos arqueológicos y en hechos culturales concomitantes. Existen pruebas culturales científicas suficientes para que la hipótesis llegue a convertirse en hechos históricos. Los dos últimos libros están dedicados a las influencias provenientes del Japón, de Corea y de China, así mismo como a las influencias provenientes de las antiguas civilizaciones del Mar Mediterráneo. 15.- En el año 2001, la Casa de la Cultura de Coatzacoalcos le otorgó la presea “Netzahualcóyotl” por su labor cultural. En la ceremonia respectiva recibió varios diplomas (12) como reconocimiento de las diversas asociaciones civiles de la ciudad (clubes de servicios, diarios locales, radiodifusoras, televisoras, la Administración Portuaria, Ayuntamiento de la ciudad, etc.) Por iniciativa del licenciado Marcelo Montiel Presidente Municipal de la ciudad de Coatzacoalcos, se construyó en el Malecón Costero una Pirámide estilo Tajín, en cuyo interior se colocaron 1000 piezas de la colección de escultura olmecas registradas en el INAH bajo el No. 115. 16.- Recibió el primer “Patito de Bronce” otorgado por el Club Britania por su actividad cultural; éste consiste en una réplica en bronce de un Patito Olmeca de terracota, que era la representación simbólica de un calendario anual de los olmecas; la migración anual de los patos en primavera y en otoño indicaba los tiempos adecuados para la agricultura. El Club Britania otorga esta presea a los tenistas extranjeros que cada año llegan y se van en los torneos de tenis. 17.- La Cámara de Comercio de Coatzacoalcos le otorgó la Presea de Ciudadano Distinguido del año, por su actividad cultural. U126 V
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Crónicas de Coatzacoalcos José Ignacio Ordóñez Rodríguez
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Pasajes, historia, luz y crónicas: cien años de Coatzacoalcos
COATZACOALCOS, CIEN AÑOS
Coatzacoalcos, nuestra Ciudad y Puerto, en este año 2011 festeja un aniversario muy importante: sus primeros Cien Años como Ciudad. Para precisar este centenario que ahora celebramos, sirva la siguiente información: 1.- La fundación del antiguo Guazacualco no tiene una fecha definida ya que es milenaria (de acuerdo a los últimos descubrimientos en el Dique Seco del Túnel Sumergido, en Allende); pero si tomamos en cuenta uno de sus principales antecedentes, la Villa del Espíritu Santo, fundada por los españoles, sería el 8 de junio de 1522, por lo que en este año se cumplen 489 años, y no cien. 2.- La fundación del Puerto de Coatzacoalcos, en el sitio denominado La Barra, fue el 8 de octubre de 1825 con el Decreto 461 firmado por don Guadalupe Victoria, el primer Presidente de nuestro país después de la guerra de Independencia, por lo que se estarían cumpliendo 186 años, y no cien. 3.- La fundación del Municipio, o cuando se adquiere esta categoría, bajo el Decreto No. 118, fue el 14 de diciembre de 1881, por lo que ahora estaremos cumpliendo 130 años, y no cien. Y es que lo que estamos celebrando ahora, repetimos, es cuando Coatzacoalcos adquirió el rango o categoría de Ciudad. Es decir, que se elevó de Villa a Ciudad, porque en ese año de 1911 éramos Villa, y se llamaba Puerto México: Villa de Puerto México, ya que de 1900 a 1936 así se denominó porque resultó que como los extranjeros (ingleses, americanos, etc.) no podían pronunciar bien el nombre de Coat-za-coal-cos, se les dio gusto a éstos cambiándoselo, aunque fue únicamente a la cabecera municipal —nuestra ciudad— ya que el resto del Municipio se siguió llamando Coatzacoalcos porque nunca cambió de nombre. (Se llamó Puerto México del 2 de julio de 1900 al 8 de diciembre de 1936). Así pues, fue en ese año de 1911 cuando el XIX gobernador de Veracruz (interino), don León Aillaud Barreiro, sancionó el Decreto No. 14 —emitido el 30 de junio y promulgado un día después, el 1 de julio— donde se decretaba tal disposición. León Aillaud, nacido en el puerto de Veracruz en 1880 y quien gobernó el estado únicamente del 22 de junio al 12 de diciembre de 1911 es entonces a quien le tocó darle el ‘‘visto bueno’’ al citado Decreto. Aquí en Coatzacoalcos el alcalde en 1911 era don Francisco Orozco. Así entonces celebramos 100 años de que Coatzacoalcos recibió el título de Ciudad.
¿QUIÉN FUE LEÓN AILLAUD? En 1911 la entidad veracruzana tuvo cuatro gobernadores: Teodoro A. Dehesa, quien renunció, nombrándose como gobernador interino a Emilio Leycegui. A la renuncia de éste entró don León Aillaud, quien también renunció, dejando su puesto a Manuel M. Alegre. El Decreto No. 14, a la letra dice: “León Aillaud, Gobernador Interino del Estado Libre y Soberano de Veracruz-Llave, á sus habitantes, sabed: Que la H. Legislatura del mismo se ha servido expedir el siguiente decreto: ‘‘Número 14.— La H. Legislatura del Estado Libre y Soberano de Veracruz-Llave, en nombre del pueblo, decreta: “Artículo único. Se eleva a la categoría de Ciudad la villa de PUERTO MÉXICO, cabecera del Municipio de Coatzacoalcos, Cantón de Minatitlán. “Dado en Jalapa-Enríquez, el 30 de junio de 1911.— JULIO J. GUTIÉRREZ, Diputado “Presidente.— LUIS MUÑOZ PÉREZ, Diputado Secretario.’’ “Por tanto, mando se imprima, publique y circule para su debido cumplimiento. “Jalapa-Enríquez, á 1 de julio de 1911. “L. Aillaud M. A. Huidobro de Azúa, Secretario.”.
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Le贸n Aillaud Barreiro
El Decreto No. 14
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LA VILLA DEL ESPÍRITU SANTO
Cada año, el 8 de junio se celebra la fundación de la Villa del Espíritu Santo, realizada por Gonzalo de Sandoval en 1522 por órdenes del propio Cortés, en las riberas del río Coatzacoalco y sobre su margen derecha. Este asentamiento sirvió para dominar y pacificar toda la provincia y estuvo al cuidado de Luis Marín y 10 soldados españoles, con 80 nativos del lugar. El patrón de la época seguía un plano de cuadrículas, con un centro cívico ceremonial compuesto de una pieza cuadrangular, a cuyos lados estaban los edificios públicos principales, iglesia y oficinas de cabildo.
Gonzalo de Sandoval
Bernal Díaz del Castillo
Sin embargo, la Villa se despobló por diversas circunstancias —impuestos, encomiendas, lo inhóspito del lugar— y fue hasta 1826 cuando se ordena repoblarla, adquiriendo el nombre de Barragantitlán —1827— en honor del entonces gobernador de Veracruz, Miguel Barragán Andrade. Hoy pertenece al municipio de Ixhuatlán del Sureste y el sitio es más conocido como Paso Nuevo. Se han manejado diversas fechas sobre la fundación. Unos la ubican el 17 de mayo (Tierra Sublevada. La rebelión indígena, Alfredo Delgado Calderón, Unidad Regional Sur de Culturas Populares, 1989 / y Geografía Histórica de la Nueva España, Peter Gerhard, UNAM, 1986); otros, el día 8 de junio y, otros más, el 9 del mismo mes. Sin embargo, el dato más preciso para ubicar la fecha lo encontramos en la Historia Verdadera de la Conquista de Nueva España, del soldado-cronista Bernal Díaz del Castillo (Edit. Porrúa, Colección Sepan Cuántos, 1986), ya que en el Capítulo CLX se lee: ‘‘…y pasamos los caballos un día después de Pascua del Espíritu Santo; y, por acortar palabras (…) pusimos nombre la Villa de Espíritu Santo, y pusimos aquel sublimado nombre, lo uno, porque en Pascua Santa del Espíritu Santo desbaratamos a Narváez; y lo otro, porque el santo nombre fue nuestro apellido cuando le prendimos y desbaratamos; lo otro, pasar aquel en este mismo día, y porque todas las tierras vinieron de paz sin dar guerra’’. Así pues, de acuerdo a Díaz del Castillo la fundación fue un día después de la Pascua del Espíritu Santo (o de Pentecostés) de 1522. Ahora bien, habría que ubicar en qué día y mes correspondió aquello de “un día después de Pascua”. Antes recordemos qué el Espíritu Santo es la tercera persona que, según el dogma católico, integra el misterio de la Santísima Trinidad; y la Pascua de Espíritu Santo (o de Pentecostés) es la fiesta que se celebra en memoria de la venida del Espíritu Santo 50 días después de la Pascua de Resurrección (entre el 10 de mayo y el 13 de junio, sin excepción). U133 V
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En el año de 1972, al celebrarse los 450 años de la fundación de la villa, se buscó precisar la fecha exacta. Para ello se reunieron en Coatzacoalcos eminentes personajes, como José Luis Melgarejo Vivanco, Alfonso Medellín Zenil y Gutierre Tibón, junto con don Ramón Figuerola Ruiz —cronista de la ciudad 1976 a 1990— y el licenciado Roberto Bencomo Estrada —quien lo sucedería en el cargo. Todos ellos estuvieron de acuerdo en que la fuente fidedigna estaba en Bernal Díaz del Castillo y también con que la fecha tenía mucho que ver con la celebración de la Pascua de Pentecostés, una fecha movible de la Iglesia. Así entonces, en esa ocasión se tomó la determinación de establecer la fecha del 8 de junio de 1522 como la “oficial” de la fundación. Pero mucho antes de ese año de 1972, precisamente en 1962, don Ramón Figuerola Ruiz ya había establecido la fecha, gracias a sus investigaciones. En su Monografía de la Ciudad de Coatzacoalcos (1960) así nos lo informa: ‘‘Después de dos años de infructuosas investigaciones, tratando de investigar la fecha exacta de la fundación de la ciudad, me dirigí al Excmo y Revmo. Sr. Obispo Dr. Arturo A. Szymanski, Admor. Apostólico de la Diócesis de San Andrés Tuxtla, a la sazón asistente al Concilio Ecuménico Vaticano II, quien en carta fechada en Roma, Italia, el 23 de octubre de 1962, me dijo lo siguiente: ‘En respuesta a su consulta sobre la fecha en que cayó el lunes de Pentecostés del año de 1522, le informo que consultado el Calendario Universal de la Iglesia del Archivo del Vaticano, aquí tiene usted su dato: La Pascua de Resurrección del año de 1522 fue el domingo 20 de abril, así que Pentecostés fue el domingo 8 de junio y el lunes de Pentecostés (día en que se le llama Pascua del Espíritu Santo) fue el lunes 9 de junio’ ’’. (Figuerola, 1983: 308-398 / Fundación de la Villa del Espíritu Santo, en Guido Munch / Etnología del Istmo Veracruzano, UNAM / y Florentino Cruz Martínez). Según esto, entonces, la Villa de Espíritu Santo se fundó el lunes 9 de junio de 1522, como lo dejó muy bien asentado Figuerola Ruiz. Por ello, no se entiende por qué en 1972 se dio como fecha “oficial” la del domingo 8 de junio en 1522, aun cuando el mismo Figuerola había establecido que fue un día después, es decir, el lunes 9 de junio. Y lo más insólito: que el propio don Ramón estuvo de acuerdo con esto. Así es que desde entonces se viene celebrando cada año el aniversario de la fundación de la Villa, el día 8 y no el 9, como debiera ser.
Don Ramón Figuerola ya había establecido la fecha en 1962
Monumento erigido en Paso Nuevo en 1972
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En el 2009 fue inaugurado en Paso Nuevo (o Barragantitlán) un nuevo monumento por las autoridades de Coatzacoalcos e Ixhuatlán del Sureste
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EL TÚNEL Y EL PRIMER PUERTO DE COATZACOALCO
Dos aspectos muy importantes han ocurrido en el pasado inmediato de Coatzacoalcos, de los cuales estamos muy orgullosos. El primero es que, como parte de los proyectos viales que el Gobierno de Veracruz impulsa en el estado, en octubre de 2007 iniciaron los trabajos para construir un Túnel Sumergido, que tendrá una profundidad de 20 metros bajo el lecho del río Coatzacoalcos y comunicará esta cabecera municipal con la Villa de Allende. La magna obra, que dejará una profundidad operativa de 30 metros para el tránsito ininterrumpido de buques por el canal de navegación, tendrá una extensión de mil 681 metros de largo, 820 de ellos bajo el agua, siendo el primer Túnel Sumergido de Latinoamérica. Los especialistas se inclinaron por él en lugar de un túnel perforado, o un puente con tirantes, por las ventajas que representa en caso de un sismo, huracán, explosiones y hasta por un posible ataque terrorista. La concesión para construir el Túnel Sumergido fue obtenida por la empresa española Global Vía Infraestructuras (GVI), que podrá explotarla por un lapso de 30 años, luego de que en su construcción se invertirán más de 2 mil 500 millones de pesos, importe que se elevó debido a la crisis financiera mundial y a la desestabilización del peso frente al euro. La obra se localiza entre la Villa de Allende y la Laguna de Pajaritos, frente a Coatzacoalcos, a la orilla del río en su margen derecha. Se contempla que la inauguración sea a finales del 2012. Los trabajos iniciaron con la perforación de un Dique Seco necesario para construir y colar ahí las secciones de concreto prefabricado que formarán la estructura del túnel. El Dique Seco es impresionante: mide 451 metros de largo por 262 de ancho y alcanzó los 14 m de profundidad, por lo que para construirlo se requirió movilizar un millón doscientos mil metros cúbicos de tierra aproximadamente. Este es el primer aspecto importante. El segundo aspecto es que el 4 de octubre de ese 2007, la Compañía Constructora Túnel de Coatzacoalcos suspendió provisionalmente las obras de construcción del Dique Seco debido al hallazgo de elementos arqueológicos durante las excavaciones. Esta actitud es poco frecuente en las constructoras, ya que, casi siempre, cuando se encuentra algún objeto arqueológico o se afecta un sitio prehispánico, éstas tratan de ocultar la información, o sobornar al arqueólogo que hace el peritaje, para no pagar el rescate y proseguir las obras y éstas no se detengan. Qué bueno que éste no fue el caso del Túnel Sumergido, pues tanto la Concesionaria como la Compañía Constructora notificaron de inmediato al Centro INAH Veracruz para que determinara lo conducente. Y aunque primero se dijo que la parte donde se construía el Dique fue rellenada años atrás con material procedente del dragado del río, todas esas dudas sólo serían contestadas total o parcialmente a través de excavaciones arqueológicas controladas. Para evaluar la importancia del hallazgo el 12 de octubre fue comisionado el doctor en Historia, antropólogo y arqueólogo Alfredo Delgado Calderón por el entonces director del Centro INAH Veracruz, Jacinto Chacha Antele. Este gran éxito profesional le llegó a Delgado Calderón de manera fortuita, ya que quien iba a ser comisionado para los trabajos era el arqueólogo Jaime Cortés, quien no pudo venir porque estaba enfermo. Pero qué bueno que fue así, dado el profesionalismo de Delgado Calderón. La supervisión arqueológica en cuestión se realizó lamentablemente cuando ya se había excavado la primera capa de cuatro metros en todo el Dique y se estaban rebajando otros cuatro metros más; es decir, casi la mitad del Dique Seco ya tenía unos 8 metros de profundidad. La afectación del lugar era irreversible, por lo que no había posibilidad de suspender la obra o cambiarla de lugar. Además, tanto la Concesionaria como la Constructora estaban con el tiempo encima para proseguir con los trabajos del Túnel Sumergido en los tiempos establecidos, pues de lo contrario se podría cancelar definitivamente esta importante obra. U136 V
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Un acierto la llegada de Alfredo Delgado Calderón al sitio Ante los hechos consumados, el arqueólogo Delgado Calderón propuso un rescate arqueológico con el fin de recuperar la mayor cantidad posible de información sobre este nuevo sitio, hasta entonces desconocido para la arqueología. A pesar de las afectaciones tan graves, ciertas áreas del Dique resaltaban por la cantidad y diversidad de material arqueológico expuesto entre la arena removida. Por todos lados eran visibles toneladas de tiestos con una gran variedad de tipos cerámicos, formas, tamaños, decoración, temporalidad y origen, de acuerdo a lo informado por Delgado Calderón. Pero lo más sorprendente, lo más sensacional, era que había restos de la sierra de Soteapan y de los Tuxtlas; había vasijas mayas, teotihuacanas, totonacas y hasta de la cultura de Remojadas y, desde luego, se encontró cerámica olmeca —olmecas tardíos—, hallazgo con lo que se comprobó —¡por fin!— que aquí fue un asentamiento de esa cultura y que formó parte de su zona nuclear.
Una variedad de restos de cerámica antigua fue encontrada U137 V
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Así entonces se encontraron tipos cerámicos del Preclásico tardío, de todo el periodo Clásico y del Postclásico temprano. Y aunque se buscaron elementos de los periodos de la Conquista y de la Colonia no fue posible encontrarlos, pues como ya dijimos, los primeros cuatro metros de suelo ya habían desaparecido. A la riqueza cerámica se sumaba la diversidad de materiales arqueológicos. Entre la arena removida había toneladas de conchas marinas, de almeja y de ostión; huesos de grandes pescados y de manatí; miles de contrapesos de redes de pescar; grandes cantidades —toneladas— de chapopote arqueológico; figurillas de barro; restos de molienda; artefactos de obsidiana y lascas de piedra verde, probablemente serpentinita y serpentina (que traían de Oaxaca), y hasta dos piraguas o cayucos, aunque éstos ya sin la madera, pero sí su molde, debido a que los antiguos lo recubrieron de chapopote y esto fue sólo lo que quedó, el molde. ¿Pero cómo pudo haber sido esto, donde se encontraron piezas de diferentes fechas y de muy diversas culturas?
Piezas de diferentes culturas
A gran profundidad fueron encontrados los objetos U138 V
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Siempre a lo informado por Alfredo Delgado Calderón, la respuesta probable es que nos encontramos ante lo que seguramente fue un floreciente y activo puerto costero, que funcionó durante varios cientos de años. La primera hipótesis que se pensó fue que éste debió funcionar como un centro de enlace entre la gran Ciudad-Estado de Teotihuacán, y el Imperio Maya. Fue así como unos cuantos días se arrojó luz sobre el sitio donde parecen estar las verdaderas raíces de Coatzacoalcos, que datan de hace 2 mil 200 años. Los impresionantes hallazgos del Dique Seco han venido a develar en la oscuridad del pasado un sitio cuya existencia nadie sabía, aunque muchos intuían; pero que estuvo ahí al menos durante esa cantidad de años —2 mil 200—, sepultado. El descubrimiento más importante y único en la historia de la arqueología fue el rescate de los moldes de chapopote de dos canoas, una de 5.10 metros y la otra de 7.40 metros de largo, ambas de 75 centímetros de ancho. Los moldes obedecen a que las canoas las impermeabilizaban untando sucesivas capas de chapopote, formando una corteza de entre 1 y 8 centímetros de espesor, que fue lo que sobrevivió al paso del tiempo y la humedad, luego de que la madera se pudrió.
El molde de los dos cayucos recubiertos con chapopote Los nativos también usaban el chapopote para impermeabilizar sus ollas por fuera y es probable que también les sirviera para encender candiles, pues algunos fragmentos de vasijas presentan distintas capas de ese hidrocarburo en su interior. Otro hallazgo importante es que se encontraron apaztles, que son grandes ollas de barro, de entre 40 y 50 centímetros de altura, cajetes, figurillas, silbatos, fragmentos de metates y hasta juguetes. Asimismo se desenterraron cinco tipos diferentes de contrapesos de redes, así como vértebras de pescados de gran tamaño aún no identificados (no tiburones, pero bien podrían ser marlines, pez vela o sábalo). Esto revela que los nativos pescaban en el río y la laguna, pero también en el mar, lo que permite presumir que probablemente también practicaban el comercio marino, siguiendo el litoral, lo que derrumbaría la U139 V
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idea de una sola ruta, la terrestre, entre el sureste y el altiplano. Era un puerto donde se manufacturaban artículos, se comerciaba con minerales, incluido el chapopote; que estuvo habitado por lo menos en un periodo que va del año 200 antes de Cristo hasta el 1200 después de Cristo; que abarca desde los últimos olmecas hasta el Clásico, cuando florecieron las culturas maya, en el sureste, y teotihuacana, en el altiplano. Un pueblo cuyos habitantes vivían en casas hechas de varas, con repello de barro revuelto con fibras vegetales, techadas con palma de coyol. Que tenían una alimentación rica, sobre todo en carnes de especies acuáticas y terrestres; que fabricaban artesanías, redes pesqueras y probablemente telas. Un lugar que fue clave en el final de la cultura olmeca, que se dispersó, evolucionó y fusionó ante el acoso de otros pueblos, principalmente nahuas y tenochcas, para convertirse en popolucas, mixes, zoques y ahualulcos. Justo en el centro del lugar elegido en la actualidad por los técnicos para construir el Dique Seco, donde se cuelan las piezas que conformarán el Túnel Sumergido, estuvo el centro de un pueblo en el que llegaron a habitar entre 500 y dos mil personas aproximadamente, al parecer extendidas sobre buena parte del territorio que actualmente ocupa Allende. Un pueblo de navegantes que entraba con sus cayucos por un canal de 20 metros de ancho y 150 metros de largo, por donde metían sus canoas para resguardarlas de los fuertes nortes. Un pueblo grande, quizá la capital del Señorío de Coatzacoalco, que abarcaba todo el sur de Veracruz y parte de Oaxaca y Tabasco. Quizá la antigua Villa del Espíritu Santo. Eso a lo mejor nunca se llegue a saberse, porque las máquinas, irónicamente de un consorcio español, arrancaron justo las capas superiores, las que corresponden a partir de los 300 años previos a la llegada a estas tierras de los primeros españoles, que fueron los que dejaron testimonios escritos del viejo Coatzacoalco, o Guazacualco, pero que tampoco mencionan con precisión la ubicación de ese asentamiento, que pudo haber estado ahí, o para entonces ya había desaparecido como asentamiento humano.
Avance del Túnel Sumergido La zona descubierta, que funcionó como puerto pesquero-comercial desde la época de los olmecas, obliga a replantear la cronología de la población del lugar que se creía había iniciado en 1522 de nuestra era. Y U140 V
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todo esto confirma que Coatzacoalcos no fue un lugar despoblado. Lo hallado en el Dique Seco sorprendió a los investigadores, pues se descubrió material que les servirá para modificar los datos históricos sobre el poblamiento de la zona y confirmar los lazos comerciales entre las culturas olmeca, maya y teotihuacana desde el año 200 a C. Por lo pronto, el antiguo Coatzacoalco, hasta donde se está comprobando, parece ser estuvo donde se cavó el Dique Seco. Mientras tanto, algunas de las piezas encontradas serán expuestas en el nuevo Museo de Historia Regional que se acondiciona en el antiguo edificio de los FF. CC., en Colón 212, de la colonia Esfuerzo de los Hermanos del Trabajo. (Con información de Alfredo Delgado Calderón; del Suplemento Tiempo Libre de Diario del Istmo - Ene. 12, 2008; y de Coatza Digital y/o Denisse Carrión Córdova y Crispín Garrido Mancilla).
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¿EN EL DIQUE SECO ESTUVO ESPÍRITU SANTO?
Cuando Bernal Díaz del Castillo (1492-1585) habla de Guazacualco (lugar donde residió después de participar en la conquista de México-Tenochtitlán y antes de avecindarse en Santiago de Guatemala, donde murió) en su Historia Verdadera de la Conquista de Nueva España lo hace refiriéndose a este lugar ya como una villa: “...y estando Cortés en la villa de Guazacualco, envió llamar a todos los caciques de aquella provincia para hacerles un parlamento de la santa doctrina, y sobre su buen tratamiento, y entonces vino la madre de doña Marina y su hermano de madre, Lázaro, con otros caciques...”. Como a muchos otros sitios que iban siendo descubiertos durante la conquista los españoles dieron al poblado el nombre que les parecía escuchar; pero es un hecho que hablaba de Coatzacoalco. Sin embargo nunca hace una descripción de donde estaba ubicado. Por eso se dio como un hecho que los vestigios encontrados en Paso Nuevo o Barragantitlán, municipio de Ixhuatlán del Sureste —aledaño al puente “Antonio Dovalí Jaime”, más conocido como “Coatzacoalcos II”—, correspondían a la Villa del Espíritu Santo.
Bajo el “Coatza II” se dice estuvo la Villa del Espíritu Santo
En Barragantitlán cada año se hace la celebración de la fundación
Sin embargo, las dimensiones del hallazgo del Dique Seco y la pequeñez de los vestigios de Paso Nuevo, tambalean fuertemente el valor histórico de este último, de acuerdo al arqueólogo Alfredo Delgado Calderón, quien estuvo a cargo del rescate arqueológico en ese lugar, donde hoy se construye el Túnel Sumergido. Alfredo Delgado cree que esa es la parte que falta enlazar, porque precisamente es el periodo que destruyeron las máquinas porque —como ya se ha dicho— cuando ellos llegaron faltaban los primeros metros; ya no estaba lo correspondiente al periodo posclásico, que corresponde más o U142 V
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menos del 1200 ddC, al año 1522, que es cuando se da la fundación de la Villa por Gonzalo de Sandoval.
Las piezas del Dique Seco, nada que ver con las encontradas en Paso Nuevo Y es que Coatzacoalco era la cabecera de un extenso señorío que abarcaba los Ahualulcos (en Tabasco) y todo el sur de Veracruz; y al interior de éste había otros señoríos más pequeños, dependientes de él, como el de Jáltipan-Oluta, de donde supuestamente era la Malinche. Pero si ese antiguo Coatzacoalco en que se fundó la Villa del Espíritu Santo, era la cabecera de un señorío, los vestigios arqueológicos de Paso Nuevo son muy pobres, ya que no reflejan esa posición política-militar, ni mucho menos económica, que debe tener todo un señorío. Entonces, quien cumple esos requisitos es el Dique Seco, por lo que pudo haber sucedido que el puerto prehispánico que funcionaba al momento de la conquista durante el periodo posclásico se haya movido a donde hoy está Paso Nuevo, por equis razones; es muy posible que así haya sido, que se haya movido, asegura Delgado Calderón. De acuerdo a éste, Espíritu Santo se tiene desde prácticamente el momento de la llegada de Juan de Grijalva, antes de Cortés, porque él menciona que los de Coatzacoalcos van a tributar a Tonalá, cuando ellos desembarcan ahí. Posteriormente, cuando regresa Cortés y le dan a la Malinche, menciona la presencia de gente de Coatzacoalcos, pero los primeros que llegan —ya en plan de conquista— son las huestes de Gonzalo de Sandoval y de Bernal Díaz del Castillo. Es por eso que Delgado Calderón tiene esa duda: ¿dónde estuvo el Coatzacoalcos original? ¿En el Dique Seco y se mueve hacia Paso Nuevo?; sobre todo porque en 1584 aproximadamente se pide que la Villa se mueva una legua río arriba, hacia un área con mayores pasturas, porque el sitio donde está es insalubre. Empero, si iban buscando mayores pasturas, el Dique Seco, que estaba funcionando en esos momentos como Villa del Espíritu Santo, no tenía tampoco pastura, por lo que esa condición sí la cumplían otros dos lugares, como Nanchital y Paso Nuevo. Porque si se sube más arriba, nuevamente se encuentran partes bajas, pantanos, y no hay pasturas. Entonces, ¿se mueve de dónde a dónde? ¿de Paso Nuevo a Capoacán, o del Dique Seco a Paso Nuevo? O nada más se propuso que se moviera y nunca se llevó a cabo. Eso es lo que Alfredo Delgado y su equipo están tratando de resolver. Ahora bien, como apuntamos líneas arriba, el material arqueológico encontrado en Paso Nuevo es muy pobre en comparación con el del Dique Seco. Aquello no es ni el 10 por ciento de lo que se encontró por acá. Muy pobre en materiales, pobre en tipos cerámicos y muy pobre en todo. Pero en el Dique Seco ellos le dieron exactamente al punto que estaba ocupado en el México antiguo. En sus alrededores no se encontró nada. Hacia el sur es una antigua laguna azolvada; no se encontró evidencia alguna de asentamiento prehispánico. Hacia el norte se encontró una especie de pantano azolvado en la actualidad o se rellenó posteriormente y no hubo asentamiento. Hacia el este los médanos, que no dieron mucho material y, hacia el oeste, la draga removió una franja de 50 metros. O sea que no se encontró una columna U143 V
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estratigráfica completa. La única opción que queda es el pueblo de Allende, donde lamentablemente los puntos estudiados estaban muy alterados. Del señorío de Coatzacoalco cabe apuntar que estableció sus límites por el río San Juan y siempre estaban en guerra contra las huestes aztecas, tenochcas. Abarcaba desde la zona de los Ahualulcos (Huimanguillo, La Venta, toda la cuenca del Tonalá), la cuenca del Coatzacoalcos, la sierra de Soteapan, hasta el río San Juan Evangelista; Oluta, Jáltipan, colindando con la zona mixe, de Jaltepec, Oaxaca. Hasta allá llegaba el señorío de Coatzacoalco, un señorío muy extenso, que si su capital estuvo en algún momento donde hoy está el Dique Seco, estaba muy accesible para que lo conquistaran, por lo que es de suponer que al momento de la conquista ya no estaba en el Dique Seco, porque se tuvo que replegarse río adentro, a una zona rodeada de pantanos, para protegerse más.
De acuerdo a este mapa de William P. English, se indica claramente el cambio de la Villa del Espíritu Santo —antes y después de 1685— del actual Allende, a Paso Nuevo (o Barragantitlán) Pero en sentido estricto Alfredo Delgado piensa que el viejo Coatzacoalco inició allí, en el Dique Seco, donde sus primeros pobladores fueron olmecas tardíos, quienes al parecer luego se convirtieron en mixes y popolucas. Posiblemente llegaron ahí los primeros teotihuacanos y los desplazaron por una parte hacia los pantanos de Tabasco y, por otra, a las montañas de Soteapan, porque entran como si fuera una cuña, los dividen; y entonces los mixes se quedan aislados en Oaxaca, los zoques aislados en Chiapas, los popolucas en Soteapan, y una buena parte se queda en los pantanos de Tabasco. U144 V
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Mapa del siglo XVI, donde aparece que en Allende ya había un asentamiento humano en la margen derecha del río, antes que en la izquierda, donde está el actual Coatzacoalcos De hecho una zona importante de Tabasco era popoluca; todo lo que eran los Ahualulcos, hasta 1600, hablaban nahua y popoluca. Posiblemente el Dique Seco fue un pueblo que hablaba ambas lenguas, que debieron ser conquistados por estos teotihuacanos que llegaron de fuera, aunque suponemos fue un espacio compartido por nahuas y popolucas, conviviendo por muchos años luego de llegar seguramente a algún arreglo político. Entonces la pregunta sigue al aire: ¿La Villa del Espíritu Santo estuvo inicialmente en el Dique Seco y luego se pasó a Paso Nuevo o Barragantitlán? Eso también el tiempo nos lo dirá. Mientras tanto, cada 8 de junio su fundación se seguirá celebrando allá por Ixhuatlán del Sureste, un sitio muy lejos del actual Coatzacoalcos. (Con información de Alfredo Delgado Calderón / Coatza Digital / Denisse Carrión Córdova y Crispín Garrido Mancilla)
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LA RUTA DEL ISTMO Y DEL FERROCARRIL
La idea de establecer una vía de comunicación a través del Istmo data de muchos años. Hernán Cortés reconoció la conveniencia de encontrar un paso que conforme a los deseos del rey Carlos V pudiese conectar costas orientales y occidentales del Nuevo Mundo; y creyendo que en un periodo más o menos corto llegaría a hacerse el camino, solicitó y obtuvo de la Corona se le concedieran los terrenos al respecto. Posteriormente, bajo los gobiernos de Felipe II y de Carlos III se practicaron algunos levantamientos de planos en el Istmo, y a principios del siglo XIX el Barón de Humboldt procuró interesar a las cortes españolas del establecimiento de una vía que comunicara los dos océanos. Desde entonces se hicieron diversas tentativas para llegar a una solución satisfactoria del asunto, siendo la primera de ellas el paso dado por el Congreso Nacional Constituyente el 4 de Noviembre de 1824, al convocar a contratistas para la construcción de un canal en Tehuantepec. Santa Anna concedió después a José de Garay autorización para establecer una vía en que el tráfico fuera practicable, parte por agua y parte por ferrocarril; pero como el contratista no cumpliera a su debido tiempo lo estipulado, la concesión fue traspasada a una compañía de ingleses y americanos, que a su vez la dejó caducar.
Carta de los FF. CC. de los Estados Unidos Mexicanos Los Estados Unidos, al concluir su invasión a México, tomaron por su cuenta el proyecto, pero nada llegó a arreglarse de manera definitiva. Sin embargo, la Tehuantepec Railroad Company emprendió algunos estudios de las condiciones del Istmo, mas como tampoco se llegara a ningún resultado práctico, el gobierno otorgó en 1857 a otra empresa americana, la Louisiana Tehuantepec Co. una concesión para el establecimiento de un camino, aprovechando el río Coatzacoalcos. Conforme a los términos de la concesión debería proceder a la construcción de la vía férrea, una carretera, y ésta se inauguro en parte en 1868, en conexión con una línea de vapores que hacia el servicio entre Nueva Orleáns y Minatitlán. La concesión caducó también. U146 V
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Porfirio Díaz Los Estados Unidos nombraron en 1870 una comisión que explorara el Istmo mexicano, y el de Nicaragua, poniendo al frente de ella al almirante Shfeldt. Nuestro gobierno auxilió los trabajos de la referida comisión nombrando otra que presidió el ingeniero Manuel Fernández Leal, dedicada principalmente al levantamiento de planos. En su primer periodo presidencial, el general Díaz rescindió el contrato con Mr. Edward Leadner, mediante la respectiva indemnización, por los 35 kilómetros de vía terminados. El Ejecutivo decidió proseguir las obras y ajustó un contrato con don Delfín Sánchez, que luego —como otros— quedó sin efecto, originando de nuevo la suspensión de las obras. Después en 1882, se contrató en Londres un empréstito por dos millones 700 mil libras esterlinas destinadas a llegar al término de los trabajos, fracasando otra vez dichos propósitos. Empero, en 1894 pudo el gobierno, después de años de tentativas infructuosas, abrir el tráfico del ferrocarril desde Coatzacoalcos hasta Salina Cruz, y viceversa. De manera definitiva se acordó encargar de la reconstrucción del ferrocarril y de las obras de los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos a la casa S. Pearson and Son Limited, a cargo de sir Weetman Dickinson Pearson, las que con el beneplácito general de la República fueron terminadas. El viernes 25 de enero de 1907, el presidente Porfirio Díaz Mori inauguró oficialmente las obras del puerto de Coatzacoalcos, así como las de reconstrucción del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, abriendo así al comercio del mundo la Ruta del Istmo mexicano. A bordo de cuatro trenes especiales, partieron al Istmo el Presidente de la República y un numeroso grupo de invitados —entre ellos Mr. Pearson— a las ceremonias, conforme a un extenso programa elaborado. En Santa Lucrecia —hoy Jesús Carranza— había un soberbio arco de triunfo con esta inscripción: “La ruta comercial del mundo, profecía del Barón de Humboldt, ratificada por el general Porfirio Díaz”. U147 V
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Weetman D. Pearson Las obras en el entonces Puerto México constaban de la estación terminal del Golfo, vías necesarias y Casa Redonda; vías en los siete muelles, cada uno con una bodega de dos naves y cuatro grúas en cada muelle; tanque de combustible para el servicio ferroviario y una larguísima cerca —como la barda que hoy nos limita la API— marcando el perímetro de los terrenos del ferrocarril; esta cerca era de varillas de fierro redondo, en bastidores angulares del mismo material, montados entre postes de concreto armado cada tres metros aproximadamente. El terreno citado, que antes fue pantano, hubo necesidad de rellenarlo con arena y terminarlo con carpeta de grava-arcilla, consolidado a la altura necesaria. El patio de vías de la estación de Coatzacoalcos era una amplia cuchilla de terreno artificial, protegida contra la erosión de la superficie por medio de una capa de 15 centímetros de espesor, formada con grava de cuarzo traída por el ferrocarril. Como este patio había sido construido artificialmente, se arregló su pendiente de tal manera que la formación de los trenes se pudiera hacer por gravedad, para lo cual se construyeron las vías en forma de cuatro rombos, o peines, en el centro de los cuales estaba la báscula. Las bodegas de los muelles eran estructuras de fierro, con paredes de ladrillo y techos forrados con lámina de fierro galvanizado, teja marsellesa y teja de vidrio. En la nave que daba al río se levantaba parte del techo, así como un portalón por donde descargaban las cuatro grúas eléctricas que tenía cada muelle. Los muelles estaban construidos sobre pilotes de acero macizo de 15 centímetros de diámetro, con excepción del muelle número uno, que está sobre pilotes de madera; los otros ocho muelles estaban trazados sobre el mismo alineamiento en el margen izquierda del río. Sobre los muelles, que tienen piso de madera, había una vía férrea por la cual se podían transportar las grúas y, además, otras vías para movimiento de trenes. Había una bodega para el servicio de cada muelle; cada bodega con una superficie de cuatro mil metros cuadrados, cubiertos con una doble crujía, con techo de dos aguas; las bodegas eran totalmente metálicas; con excepción, como dijimos, de los pisos, que eran de madera.
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Los barcos cargando en el muelle Las grúas para la carga y descarga de las embarcaciones eran movidas por electricidad que se producía en un edificio especial construido cerca de la bodega número 3, con una termoeléctrica, para servicio del mismo ferrocarril y parte de la ciudad. Las maquinas para producir esta electricidad eran de la casa Westinghouse y tenía un total de carga de dos mil caballos de fuerza. Estas magnas obras hicieron incluso pensar en la conveniencia de un artillamiento con el objeto de proteger el tráfico internacional: pero aun cuando los cañones especiales se encargaron a Europa, éstos nunca se instalaron para agradar a los Estados Unidos, quienes sintieron “inquietud” ante nuestras medidas defensivas.
La antigua estación del ferrocarril U149 V
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MODERNIZACIÓN DEL PUERTO Y FF. CC.
Como ya dijimos, el interés por realizar una ruta que uniera los océanos Atlántico tiene sus inicios desde la Conquista española con Hernán Cortés, pero muchos factores políticos y económicos impidieron que este proyecto se llevara a cabo. Durante los siguientes siglos se autorizaron múltiples concesiones a ingleses, norteamericanos, franceses, etc., sin realizar nada concreto, hasta 1894, cuando la compañía del británico Stanhope inauguró el Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, de 304 kilómetros, cuyos puntos terminales eran Coatzacoalcos, y Salina Cruz, en Oaxaca. Sin embargo, las condiciones de infraestructura no eran las proyectadas por el gobierno del general Porfirio Díaz para el mantenimiento del tráfico comercial internacional. Por ello, a fines del siglo XIX, Díaz da la concesión al contratista inglés Weetman Dickinson Pearson, con su compañía Pearson & Son Limited, para la reconstrucción del ferrocarril y la modernización de ambos puertos. En 1905 don Porfirio inspecciona las obras realizadas en el Istmo; y el gran acontecimiento de apertura tiene lugar dos años después, en 1907.
En Puerto México, don Porfirio, Pearson, y comitiva En enero de 1907, con gran solemnidad Díaz inaugura las obras del puerto de Coatzacoalcos y Salina Cruz, así como el Ferrocarril istmeño. Una gran comitiva lo acompaña, distribuida en cuatro trenes: en el primero, en el carro “Tehuantepec”, viajan John B. Body, secretario de la casa Pearson, Harold Pearson y otros más; y en el pullman “Winton” la prensa integrada; en el segundo, el tren Presidencial, van Porfirio Díaz, José Yves Limantour, Leandro Fernández, Justo Sierra y muchos miembros más del gobierno, aparte sir Weetman D. Pearson y Guillermo de Landa y Escandón; en el tercero, Chandos S. Stanhope, Julio Limantour, Pablo Macedo, en el carro del señor Brown, además de Fenton R. Mc Creery y algunos diplomáticos en el “Kemble”, y la servidumbre en el “Durham”; en el cuarto carro van Emilio Lavit, Ángel Peimbert, Norberto Domínguez, Eduardo Liceaga, y el resto de los invitados en los carros “Signet”, “Indostán” y “María”. Al tren presidencial se le agrega el carro “Thompsonia”, perteneciente al embajador de los Estados Unidos de América; en él, aparte del propio embajador David E. Thompson, van los ministros de Alemania, Bélgica, Inglaterra, Cuba, Guatemala, El Salvador, Honduras, Japón y Rusia. U150 V
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Ya para el 20 de enero esperan en las terminales los vapores que han de intercambiar carga: a Coatzacoalcos arriba, brillantemente empavesado, el vapor “Lewis Luckenbach”, su capitán J. N. Cay, con siete mil toneladas de mercancía procedente de Nueva York y con destino a San Francisco, y a Salina Cruz el “Arizonian”, con 11 mil 500 toneladas de azúcar procedentes de Hawái, destinadas a Filadelfia. El 21 de enero parten los trenes de la estación del Ferrocarril Mexicano. El primer tren de invitados sale a las 8 a.m.; el Presidencial, al cuidado del maquinista William George, a la 9. 10; los otros carros, algo más tarde. En el camino, las estaciones están adornadas con banderolas y arcos; por la noche el descanso se hace en Córdoba; el tren presidencial pernocta en Cuichapa. El 22, muy temprano, el grupo sale hacia Tierra Blanca, el cruce del Papaloapan, Santa Lucrecia —hoy Jesús Carranza— y Rincón Antonio —actual Matías Romero—, donde se duerme. El 23 llegan a Salina Cruz, henchido de visitantes. Frente al primer arco queda la puerta del muelle, en tal momento cerrada. El Presidente de la República la abre con una llave de plata, desatando los lazos tricolores que enlazan las dos hojas. A la entrada de los almacenes, Emilio Pimentel, gobernador de Oaxaca, dirige un breve discurso, contestado por Porfirio Díaz.
Porfirio Díaz en Salina Cruz, Oax. La ceremonia mayor ocurre en el almacén número uno: W. D. Pearson habla de la enorme importancia del Ferrocarril de Tehuantepec, y el Presidente relata a grandes rasgos la historia de la comunicación interoceánica. Terminada la imponente ceremonia, el señor Díaz y todas las personas de su comitiva se dirigieron al muelle, donde todo estaba listo para efectuar el alijo del “Arizonian”. El Presidente dio la señal, y la grúa número 5 comenzó a funcionar, en medio de la expectación de los presentes; sacó alguna carga del vapor —azúcar, que es lo que trajo— y la depositó cerca de un carro del ferrocarril. Cuando se había extraído parte de la carga, Díaz subió a bordo para presenciar la maniobra y recorrió diversos departamentos del barco; enseguida volvió a tierra. Porfirio Díaz coloca luego los sellos fiscales al furgón que contiene la carga para Coatzacoalcos, que es el carro número 2449; ve descargar el carro número 2101, proveniente del Golfo, con mercancías del “Luckenbach”; y por la tarde visita el dique seco y el muelle. Por la noche la comitiva se halla en Tehuantepec; allí se ofrece a todos una serenata y baile. Don Porfirio se da tiempo para visitar a doña Juana C. Romero, quien le prestara importantes “servicios” durante la Intervención. El día 24, el convoy parte temprano para Rincón Antonio. La visita a los talleres resulta obligada; luego, la del patio de máquinas, planta eléctrica y fundición complementan la primera.
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Las ceremonias fueron fastuosas en Oaxaca El señor Dirham, jefe de talleres, acompaña a la comitiva y le muestra la Casa Redonda. Terminada la comida, el viaje se reanuda rumbo a Coatzacoalcos. Llegan los trenes a Jáltipan a las 9 p.m., excepción hecha del tren Presidencial que permanece en Almagres. Don Francisco Carrión ofrece una cena-baile a quienes quedan en Jáltipan.
LOS PREPARATIVOS Y LA LLEGADA A PUERTO MÉXICO La Villa de Puerto México iba a ser visitada por un Presidente de la Republica por primera vez: por el general Díaz. Las damas rebuscan hasta el fondo de sus baúles sus mejores vestidos, aquellos para los días grandes. El comercio vende telas, zapatos, sombreros, etc. (en aquellos tiempos los hombres siempre usaban sombrero). Cuando llega el día en que muchos mexicanos van a conocer a don Porfirio, que viene a inaugurar las obras, la población está en espera del momento. Amanece un día lleno de sol, caluroso. En las calles de arena la gente camina con precipitación; las señoras con sus largos vestidos de colores oscuros, las señoritas con vestidos de seda de colores alegres. Los señores “de importancia” de la Villa, con sus trajes de lino blanco y sombreros de “jipi-japa”, (Panamás), como se llamaban entonces. Los trabajadores luciendo sus pantalones de legítimo casimir inglés, sus camisas de seda o de céfiros importados, buenos sombreros Borsalino y zapatos americanos y, por último, la gente de los ranchos inmediatos, en sus briosos caballos enjaezados con sencillez.
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La planta eléctrica del ferrocarril inaugurada por don Porfirio Díaz Mori Ha llegado la hora, todo es ajetreo; las autoridades dictan medidas para el caso, la gente corre de un lado para otro, los niños de las escuelas forman grupos inquietos portando banderitas de papel de China tricolor. En el cielo estallan cohetes, pitan las maquinas del ferrocarril y truenan los cañones. La atmósfera se satura de olor a pólvora, a flores frescas, agua de Kananga y alcanforina. En el río se mecen las naves. Las piraguas de los pescadores y los cayucos de los campesinos reman, inquietos por el deseo de ver el acto y conocer al general Díaz. El viernes 25 de enero el arribo a Coatzacoalcos por fin acontece a las 8:30 a. m. Los trenes se detienen ante la puerta de la estación. Limantour desata el listón que ata la entrada y da paso a la comitiva. W. D. Pearson entrega al Presidente unas llaves de oro y plata, colocadas en estuche de seda, simbólico recuerdo del término de las obras. Cuando el tren presidencial pasó frente a la Casa Redonda, se dejó oír una salva de 21 disparos, hechos por una batería de montaña del 1er. Regimiento.
Instalaciones ferroviarias en Puerto México U153 V
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Las campanas se echaron a vuelo, sonaron los silbatos de las locomotoras, los músicos tocaron el Himno Nacional y estallaron en el aire muchos cohetes. Las casas estaban casi todas adornadas. La marinería de la corbeta “Zaragoza”, situada en correcta formación, lanzan vivas, en tanto sus cañones lanzan una salva. En el muelle, el Presidente se acerca al furgón que había sellado en Salina Cruz, rompe los mismos sellos y abre el carro el gerente del Ferrocarril de Tehuantepec, J. N. Galbraith, quien toma del interior un saco de azúcar y lo entrega a Porfirio Díaz; éste mueve la palanca que hace funcionar la grúa, y el primer bulto pasa a la bodega del “Luckenbach”. Ya en el barco, los asistentes presencian las operaciones de carga y descarga simultáneas. Los barcos, surtos en la bahía, empavesados con banderas multinacionales, ofrecen un espectáculo pintoresco. Se visita luego la planta eléctrica y algunas de las bodegas. Don Manuel D. Santibáñez, jefe político, es el orador en turno. La comida se efectúa en el carro “Thompsonia”, ofrecida por el embajador estadounidense. Los sellos del carro que inaugura el tráfico interoceánico son obsequiados por Carlos G. Martens —general de aduanas— al Presidente y personas relevantes. Por la tarde tiene lugar un paseo en barco: el yate “Beryl”, propiedad de Pearson, la draga “Donato Guerra” y el remolcador “Roberto Núñez” salen de la bahía y observan los trabajos de la draga “San José”; al pasar frente a los barcos surtos, intercambian saludos; la marinería del “Zaragoza” saluda subida en las escalas. Porfirio Díaz vuelve a Almagres por la noche, y el 26 emprende, vía Córdoba, el regreso a la capital. El 27 llega por la mañana y desciende del tren presidencial entre vítores y honores militares.
La plazoleta de la terminal ferrocarrilera en Coatzacoalcos El auge económico corre en Coatzacoalcos de 1907 a 1913 donde el tránsito llega a ser tan ostensible que hasta 60 trenes diarios atraviesan Tehuantepec, transportando carbón, leña, madera, algodón, arroz, azúcar, cacao y café como artículos sustanciales. La Revolución en sus principios no afecta tanto, sin embargo la economía decae cuando los estadounidenses olvidan el paso transístmico de Tehuantepec, ocupándose sólo del Canal de Panamá. En lugar de 60, un solo tren diario atraviesa el tramo Coatzacoalcos-Salina Cruz, pero con comercio interregional, ya no extranjero. La franja prácticamente muere
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LAS ESTACIONES DEL FERROCARRIL NACIONAL DE TEHUANTEPEC
El Ferrocarril Nacional de Tehuantepec ha sido tema de investigación durante muchos años. Su ruta cambió con el tiempo: muchas fueron abandonadas al desaparecer el servicio de pasajeros y, con ello, la actividad y cultura ferrocarrilera que se vino creando a partir del Porfiriato. Sólo queda en el recuerdo de quienes lo vivieron. Hagamos entonces un recordatorio de la ruta que seguía este ferrocarril.
En Puerto México, en la estación de salida estaba el Kilómetro 0.0 La vía principal del Ferrocarril ocupaba una longitud equivalente a 304 kilómetros; la completaban los escapes y laderas, con 37.766 kilómetros, las “Ys”, con 4.041, y las balastreras, con 2.733; o sea de un total de 345.540 kilómetros exactamente. Los patios de los puertos terminales comprendían, en Coatzacoalcos, 36.445 kilómetros; y en Salina Cruz, 28.805, es decir, 62.250 kilómetros en conjunto. La ruta comprendía las estaciones siguientes: Puerto México, kilómetro 0.0.; Bertha, Km. 8.5 —sitio donde había un “nacedero” u “ojo de agua”—; el recorrido proseguía a la espuela Bernal Díaz, del kilómetro 14; seguía Calzadas, Km. 16.8; Limones, 27.6: Hibueras, 30.0 —empalme a El Carmen—; Chinameca, 36.5; Jáltipan, 42.4; Velasco, 50.1; Mina Mana 60.0 —donde desde un tanque elevado se abastecía de agua a la maquina, que operaba con caldera de vapor—; Ojapa, 63.1; Almagres, 74.5 —aquí vendían ricos tacos de carne de venado. El recorrido seguía a El Juile, 86.4 —empalme a San Juan Evangelista, donde a su vez se podía viajar hasta Juanita en el “carro del correo”, para pasaje y carga—; continuaba la estación de Medias Aguas, 96.7; Tortugas, 105.1; Súchil, 116.0; Santa Lucrecia, 125.9 (actual Jesús Carranza) donde se dormía; era el empalme a Córdoba, del Ferrocarril Veracruz-Istmo. Continuaba la espuela Parachini, 127.4; luego otra espuela, la del Km. 131; Cárdenas, 134.0; Ubero, 143.3; Tolosa, 154.9; Paso de Buques, 163.7; Palomares, 165.1; Sarabia, 175.8; Mogoñé, 186.0; Ives, 195.7; Rincón Antonio, 203.1 —hoy Matías Romero—; Lagunas, 213.0; Almoloya, 217.5; Chivela, 226.6; Mena, 237.4; U155 V
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Río Verde, 242.8; empalme con el Ferrocarril Panamericano, ramal Picacho-Suchiate, 254.1; San Jerónimo, 255.4; Comitancillo, 264.6; Jordán, 274.2; Tehuantepec, 284.5; Santa Cruz, 286.5; Pearson, 292.8; Salina Cruz, 303.2 km. El ramal Minatitlán-El Carmen, a partir de la estación de Hibueras, 0.0. km., cuenta con La Bomba, 8.5; y Minatitlán, 10.7 km.
La Estación Bertha, en el Kilómetro 8.5 Detengámonos un poco en la primera estación, conocida como Estación “Bertha”, que resultaba el primer punto en que hacía escala el tren al partir de la antigua terminal, quedando en la afueras de nuestra ciudad, mismo sitio donde cercano había un “nacedero” u “ojo de agua”, siendo este edificio una construcción rectangular, maciza, de una planta. Los cimientos y paredes hechos a base de piedra grande, unida con argamasa y que hasta hace pocos años aún contaba con las aberturas de sus puertas y ventanas originales según el estilo de aquella época.
Mapa donde se aprecian las estaciones “Bertha” y “Bernal Díaz” U156 V
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Dicha construcción se halla ahora comprendida dentro del perímetro de nuestra moderna población, enclavado sobre la calle del General Anaya, que se construyó al ser levantada la vía del ferrocarril para correrla de lugar varios metros al sur de su emplazamiento original, quedando casi esquina noroeste con la calle Cristóbal Colón, que da acceso a la colonia Hernández Ochoa, por el parquecito conocido como “La Noria”. Sin embargo la otrora Estación “Bertha” se encuentra actualmente transformada en cuatro o cinco accesorias habilitadas como casa-habitación y que ocupan diferentes familias provenientes del gremio ferrocarrilero, ignorando quizá la trascendencia social e histórica del inmueble, ya que inclusive le han hecho una serie de graves adecuaciones que hacen temer su virtual destrucción. Esperemos que esta edificación se rescate ya que es un testimonio arquitectónico de aquella gloriosa época del ferrocarril, y luego sea convertirlo en un centro cultural, una galería de exposiciones, una sala para cine de arte, biblioteca, etc. Para ello desde luego habría que reubicar primero a sus actuales moradores, por lo que creemos no es muy difícil el asunto.
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LAS ESCOLLERAS DE COATZACOALCOS
En la historia del puerto, cuando aún no existían las escolleras, infinidad de barcos encallaron por los constantes movimientos de sedimentos que acarreaba el río Coatzacoalcos en su desembocadura al mar.
Un barco encallado en la playa, cuando aún no había escolleras Para 1896 el puerto de Coatzacoalcos sólo contaba como señalamiento marítimo con dos luces rojas fijas, provisionales, que marcaban la enfilación del eje del canal de entrada al puerto. El encendido inaugural de éstas ocurre la noche del 16 de septiembre de ese año; su costo de operación fue de 100 pesos. Al realizarse en 1896 un contrato entre la empresa Samuel Pearson & Son Ltd. —a cargo de Weetman Dickinson Pearson— y el gobierno mexicano, el cual fue aprobado por el H. Congreso de la Unión bajo decreto federal del 11 de noviembre de 1899, a través de un contrato ley. En este contrato se otorgaban las más amplias facultades a la empresa, mismo que fue reformado en 1905 y ratificado al máximo en 1902, que es cuando empieza la solución a todos los problemas del tráfico interoceánico existentes entre el entonces Puerto México y Salina Cruz, Oax. Estas obras fueron: la terminación y mejoramiento de la vía del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec; la administración y conservación del citado ferrocarril; la construcción de las escolleras, muelles, bodegas y demás obras marítimas en ambos puertos. Entonces, es a la empresa de Pearson a quien se le deben las formidables —para la época— escolleras, construidas con rocas traídas de Paso de Buques, Oax., con una vía de ferrocarril que llegaba hasta la punta de la escollera occidental.
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El tren iba hasta las escolleras Durante 1903, al avanzar dichas obras, quedaron fijas las señales que marcaban la dirección de las escolleras. En el faro existente, la luz roja anterior, de fija se cambia a fija roja, con dos ocultaciones; se renuevan además la torre y el mástil que le sirve de mira. Para el 30 de junio de 1905 la escollera oeste alcanza una longitud de 964.70 metros y es cuando los fanales de entrada son reparados. En 1905, cuando vino Porfirio Díaz a Puerto México (Coatzacoalcos) sólo existía la escollera oriente, ubicada del lado de la actual villa de Allende, en tanto que en etapa de construcción se encontraba la del lado poniente, de este lado de la ciudad, en la margen izquierda del río. En el invierno de 1906, cuando ya se habían dado por terminadas las escolleras, se presentó una temporada de lluvias y crecientes, al mismo tiempo que soplaron fuertes vientos del norte, confirmándose la observación hecha por conocedores de que las escolleras convergentes no eran lo suficientemente eficaces para evitar los depósitos de azolve, pues aunque éstos eran notablemente menores, siempre se formaba un banco peligroso en la bocana que iba desde la escollera este, hasta el canal. Para evitar que este banco se siguiera formando, se proyectó ampliar las escolleras en su misma dirección, hasta que tuviera una bocana de 200 metros, para luego seguirlas paralelamente a la dirección del canal, esperando con ello que se aumentara la velocidad de la corriente. A la vez, se trajo de Rotterdam la draga-bomba Shoonel, de 350 m3 de capacidad, que se dedicó —junto con la nacional “Don José”— a destruir dicho banco, arreglar los taludes y conservar el fondo del canal al azolvamiento desde la bocana; contribuyó seguramente la poca corriente del río y la falta de corrientes que arrastraran los litorales en suspensión. Lejos del lugar la extensión se empezó a construir en marzo de 1907 y se terminó en diciembre de 1908. En 1906 la margen derecha es reconocida con el propósito de erigir el faro definitivo. Para ese entonces el alumbrado del puerto estaba constituido por un faro de recalada y otro de luz blanca, colocados ya sobre la loma de la margen izquierda del río —en el arriate o camellón de la actual segunda calle de Lerdo, en bocacalle con Corregidora—, de manera que al verse desde alta mar, sobrepuestos el uno al otro, marcaban la entrada del puerto. U159 V
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El Faro de Miramar Este era el derrotero que seguían las embarcaciones hasta quedar al centro de los dos extremos de ambas escolleras, en los que años más tarde se colocaron luces de situación. Desde este lugar se distinguían claramente dos faros de luz roja que fueron colocados en la margen derecha del río —frente a la bodega y muelles fiscales—, los que marcaban la dirección del canal de entrada en el eje del río. En 1909, en el canal son colocadas las boyas necesarias.
Vista aérea en 1950 de las escolleras U160 V
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Como queda dicho, las escolleras son convergentes, simétricas con relación al canal, cuyo eje queda señalado por la enfilación de luces que marcan a los navegantes la entrada al puerto, conforme al proyecto. El núcleo se formó con piedras con peso variable, entre 25 y 5 mil kilos; los taludes se hicieron de 3 x 1 del lado del mar y de 2 x 1 del lado del río y el coronamiento —que nunca se ha construido— iba a ser de piedra cortada de 4 m de ancho y 2.5 m. de altura, suficiente para contener tres carros enganchados en cada una de ellas, con una especie de tropezones en sus extremidades para evitar que éstos se salieran. Por medio de un puente levadizo con goznes del lado del muelle y con una pieza de hierro fundido de lado del ferry boat, se establecía continuidad entre las vías del muelle y los de la embarcación, de manera que los carros podían embarcarse en cualquier estado. Estos puentes levadizos se levantaban y se bajaban por medio de un winche de un muelle al otro; pasaban por el río dos cables de acero tendidos en el fondo para no estorbar el paso de las embarcaciones que estaban ancladas en bloques de concreto construidos en las orillas. En la cubierta del ferry boat había de un lado una caldera y una máquina de vapor que imprimía movimiento a dos poleas de garganta irregular colocadas una en cada lado de las embarcaciones, sobre cada una de las cuales daba vuelta uno de los cables atados antes. De esta manera se hizo rápido y fácil el paso de la piedra, sin tener que descargarlos. Del muelle este se tendió una vía a la escollera, con sus respectivas laderas a la mitad del camino para facilitar el tránsito. Los carros eran transportados por una locomotora hasta el punto donde iba el trabajo, lugar en que una grúa igual a la que trabajaba en la escollera oeste tomaba la piedra para depositarla en su lugar.
LA RECONSTRUCCIÓN DE LAS ESCOLLERAS A principios de la década de 1940, siendo don Modesto Rolland gerente de Puertos Libres Mexicanos en Coatzacoalcos, se inició la reconstrucción de las escolleras marinas, obras que databan —como ya dijimos— de finales del siglo XIX y principios del XX, realizadas por la compañía Pearson por órdenes de Díaz. Las rocas se trajeron de nuevo de Paso de Buques, Oax. y, al concluirse las obras, ejecutadas bajo las órdenes del ingeniero civil Roberto Mendoza Franco, para conmemorar su finalización este mismo ingeniero construyó la primera escalinata —de cuatro que se construyeron a través de los años— que colinda con el Boulevard Manuel Ávila Camacho, que inicia donde comienza la avenida Juárez, con el beneplácito de los vecinos quienes así tuvieron un acceso hacia el río, y que éste era un peligroso barranco. Cabe decir que el ingeniero Mendoza Franco fue el que construyó el faro “Lucio Gallardo y Pavón”, ubicado en la entonces congregación —hoy villa— de Allende. Dicho faro fue inaugurado el 1 de junio de 1943, cuando se celebró aquí el primer Día de la Marina Nacional, a poco más de un año de haberse promulgado el decreto del 11 de abril de 1942 que establecía dicho ordenamiento. En esa ocasión estuvieron presentes el Presidente de la República, General de División Manuel Ávila Camacho, así como el secretario de Marina de entonces, el también general Heriberto Jara Corona.
LO ROMÁNTICO DE LAS ESCOLLERAS La pesca de la cherna se efectuaba al anzuelo en la punta de las escolleras, en cayucos de remo, así como la pesca del pez plata o sábalo y la pesca del guachinango, el pargo mulato, embarcado en lanchas a motor en la bocana. Era maravillosa e interesante la pesca del robalo blanco al arpón, efectuado por dos personas a bordo de cayucos a remo, con el latente peligro de caer al agua, ya que también había tiburones.
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Trabajos de reconstrucción de 1940 En época de cuaresma era maravilloso el paisaje al ver en la playa, a todo lo largo del río, desde las escolleras hasta la altura de la calle Díaz Mirón; el colorido de las piraguas de los pescadores, fondeados a una braza de agua, esperando oír el grito de los vigías o miradores apostados en las partes altas, donde podían observar a buena distancia del río la sombra de cualquier objeto que se moviera casi a superficie del agua, así fuera “agua mala”, barbasco, robalo o pescado menudo. Otro recuerdo junto a las escolleras era observar cómo lucía, muy hermoso y semihundido el barco velero peruano conocido como ‘‘El Callao’’, nave con casco de fierro de tres mástiles que, al paso de los años, se fue desintegrando a nuestra vista. En la actualidad solamente nos queda el recuerdo de cuando los bañistas porteños se recreaban buceando en su interior y se lanzaban de clavados desde su bopres en la proa del barco, sobre una rejolla que se formaba al entrar las olas altas, mismas que se desvanecían al chocar con las rocas. Hoy sigue el romanticismo, donde muchas familias, adultos mayores, y en especial parejas, suelen acudir para platicar, caminar sobre la calzada y pasar, como en el ayer, momentos muy agradables. EL PASEO DE LAS ESCOLLERAS En el cuatrienio 2001-2004, el Gobierno de la Ciudad y la Administración Portuaria Integral de Coatzacoalcos (API--Coat), unieron esfuerzos económicos y se construyó, sobre las antiguas escolleras, el moderno Paseo de las Escolleras, consistente en un andador de concreto estampado de 900 metros de longitud y 8 metros de ancho, cerca de 2 kilómetros de barandal, una glorieta de 14 metros de ancho al final del paseo, luminarias y módulo de seguridad. Para su protección se colocaron 37 mil toneladas de roca, sumadas a las ya existentes en las escolleras. Así, las escolleras siguen vigentes en la vida del puerto de Coatzacoalcos. U162 V
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El moderno Paseo de las Escolleras “Francisco Morosini Cordero”
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Pasajes, historia, luz y crónicas: cien años de Coatzacoalcos
EL TRAJE REPRESENTATIVO LOCAL
Coatzacoalcos tiene su traje típico, el cual fue diseñado por la señora Hebe Silvina Pavón Flores Leyva, quien obtuvo el Primer Lugar en el concurso celebrado en la Sala de Cabildo el 7 de febrero de 1981. El Jurado Calificador lo integraron doña Oralia Bringas de García, el doctor Octavio Luis González Calderón, el licenciado Roberto Bencomo Estrada, el etnólogo Roberto Williams García, el antropólogo Rubén Leyton Ovando, así como por don Luis Chagra Chagra y Juan Sánchez Bonilla, personas de reconocida solvencia moral y ampliamente conocedores de la tradición e historia de Coatzacoalcos. El traje fue modelado por la señorita Adelita Cervantes Segovia.
Doña Hebe, con su diploma En esa ocasión, la diseñadora, doña Hebe Pavón, dirigió el siguiente mensaje, en el que explica detalladamente el vestido: Es un honor para mí el presentar ante ustedes el traje representativo de la ciudad y puerto de Coatzacoalcos, el cual obtuvo el primer lugar en el concurso al que convocó el H. Ayuntamiento presidido por el señor Juan Osorio López, de fecha 7 de febrero de 1981. Como ustedes pueden ver la blusa es en blanco, con tejido de gancho en flores y grecas, que forman el cabezal de la blusa. Esta se usa dentro de la falda, lo que le da prestancia y resalta la belleza de la mujer porteña. La falda presenta por el uso del terciopelo una influencia española-árabe; lleva dos tablones para darle amplitud. El uso del terciopelo se ve solamente en la región del Istmo de Tehuantepec y Coatzacoalcos, que pertenece a esta región. La influencia indígena istmeña olmeca está en el colorido de las franjas y en el dibujo de las grecas, así como en el enredo, que es netamente mesoamericano y sus usos se remontan a los pueblos que poblaron Copilco y está extendido en la actualidad a muchas partes de la república. Acompaña a la falda un ceñidor de algodón blanco, elaborado en Cosoleacaque, Veracruz, en telar de cintura, lo mismo que el tejido de la U164 V
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blusa. El ceñidor es una prenda de carácter utilitario, más que decorativo, que siempre se usa en blanco. Es una prenda de uso indígena que no sólo se limita al traje femenino sino que también el sexo masculino lo emplea con relativa frecuencia. El pañuelo es más bien un cuadrado de tela, sin dobladillo, de color contrastante al listón de la cabeza. Los colores más usados son el rosa mexicano, el amarillo y el azul eléctrico.
El traje típico de Coatzacoalcos Los collares que complementan el traje son en coral, azabache y oro. Los que presenta este traje son netamente indígenas, pero se pueden usar en diferentes materiales. Las flores en la cabeza, por lo general, son rosas o gardenias, aunque pueden usarse otras.
EL TRAJE DE GALA Cabe decir que Coatzacoalcos también cuenta con otro traje representativo, creado por el destacado diseñador Ramón Valdiosera, el cual fue una iniciativa —1974— de la entusiasta dama doña Isabel “Chabelita” Cantillo de Herrera y diseñado para simbolizar la Leyenda de Quetzalcóatl. A este diseño bien se le ha llamado “el traje de gala” de Coatzacoalcos, dada su elegancia y el cual también ha recorrido diversas partes del mundo.
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El Traje de Gala de Coatzacoalcos
Doña Isabel Cantillo de H.
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LOS CARNAVALES DE ANTAÑO
El primer Carnaval porteño se celebró en el año de 1916, aunque el más antiguo que se tiene registrado documentalmente es el de 1920, en que la reina fue Esperanza Torres y el rey feo el “Negro” Guevara. El Carnaval se programaba tres meses antes de la fecha prevista. A partir de entonces se formaba un Comité Central cuyos integrantes hacían visitas a las familias porteñas para invitarlas a que sus hijas fueran candidatas a Reina. Había una alegría general. Con bastante anticipación se hacía la presentación de las candidatas en un baile efectuado en el elegante Casino Puerto México, recinto de mucho abolengo y donde únicamente socios podían asistir.
Los soberanos de 1920, en el balcón del Casino Puerto México Se repartía propaganda a toda la población, con la foto de las candidatas a elegir. Las jóvenes eran presentadas en el antiguo Teatro Estévez —que luego sería el Cine Ideal—, donde las jóvenes cantaban o tocaban algún instrumento, que generalmente era el piano. Las colonias de inmigrantes residentes aquí, como la china, libanesa, española, zapoteca, chiapaneca, tabasqueña, sanandrescana, etc. se programaban para que en el transcurso de esos tres meses cada una organizara un baile —un sábado por colonia— donde se expendían sus antojitos típicos, con música y atuendos del lugar de origen de cada quien. También se efectuaban papaquis, kermeses, bailes y la recolección de fondos por medio de “boteos” y, desde luego, la venta de votos.
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El Carnaval era, y es, la fiesta del pueblo Ocho días antes de iniciar las fiestas del Rey Momo, en el parque Independencia —a las 11 de la noche en punto— se hacía el cómputo final para la elección de la Reina, así como del Rey Feo —así se llamaba antes, no “Rey de la Alegría” como ahora—; tampoco había “Reyes Infantiles” y entonces sí se hacía la elección del rey, cosa que ahora no sucede ya que se trae a algún “renombrado artista” de la televisión contratado exprofeso para ello. El miércoles comenzaba el Carnaval en sí, con el entierro del “Mal Humor”, que consistía en llevar una caja fúnebre simulando que iba alguien dentro, en un recorrido por las principales calles, hasta llegar al parque, donde se efectuaban los “ritos funerarios” que simbolizaban la renuncia de todos a la tristeza. El sábado se coronaba a la reina electa, entre música, algarabía y gran vistosidad. El trono se adornaba con un arco de focos de colores, donde se leía el nombre de la soberana. El domingo por la mañana, en el Astillero de Marina, un remolcador bellamente adornado llevaba consigo a la soberana del Carnaval, acompañada de cadetes, los cuales hacían valla y, entre flautines y voces de alegría, dicho remolcador atracaba en el muelle central —actual Club de Pesca—, donde el presidente municipal en turno esperaba a la corte real. Ahí, el alcalde entregaba a la reina una caja detalladamente decorada, la cual contenía las llaves de la ciudad; luego, ella iba a la cárcel municipal y liberaba a algunos presos, detenidos por delitos no graves. Concluido este acto daba inicio el desfile, el cual ese día se realizaba en dos etapas: en la mañana y por la tarde, por las calles de Zaragoza, Juárez y Gutiérrez Zamora, así como por el antiguo malecón (Manuel Ávila Camacho), dando por terminadas las alegres y bullangueras actividades el miércoles, cuando se realizaba el entierro de “Juan Carnaval” quien, al morir, dejaba como testamento ¡la amenaza de regresar al año siguiente! Hagamos ahora un recuento —incompleto desde luego— de algunas de las reinas, princesas y reyes feos que participaron en los más recordados carnavales de ayer: U168 V
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Alice Hampton
Oralia Bringas Cruz
Gilma Lemarroy
En 1929 la reina fue Teresita Alor y, años más tarde, en 1938, la reina fue Marina Palma, quien tuvo como chambelán al joven Luis Madrazo Ledesma —con quien después se casaría. En esa ocasión fueron princesas María Luisa Lemarroy —quien llevó como chambelán al doctor Pedro Torres Enríquez—, así como la bella Oralia Bringas Cruz —nuestra poeta—, teniendo como acompañante a Plinio Priego Gutiérrez; parte de su corte fueron Arcelia González Balanzar y Rosa Absalón. En 1944 Chabelita del Campo fue la soberana, quien representó a la colonia tabasqueña; en 1951 Rosa del Carmen Ladrón de Guevara Bayolo —Rosita I—, llevando como rey al joven Miguel Rojas Rosas, el “Rey del Mambo”. En 1952 fue reina Gilma Lemarroy y su corte real fue integrada por Winnie Gilmore como princesa, Ma. Luisa Carrión fue duquesa, marquesa Sarita Linares, y Norma Hamilton, dama. El “Cara de Hacha” fue el Rey Feo. Doña Anita Esparza de Noyola nos contaba la anécdota de que a Gilma Lemarroy le llamaban “Gilma Chevrolet”, ya que su papá era el dueño de esa agencia automotriz; en tanto que a Winnie Gilmore le decían “Winnie Ford”, porque su novio era el señor Osorio, dueño de esa distribuidora de carros. En esa ocasión vino como variedad artística María Victoria y los Hermanos Martínez Gil. En 1960 fue elegida reina Alice Hampton, llevando como rey al “Potro” Rafael Ladrón de Guevara, también un carnaval inolvidable para muchos. En éste hubo una charreada con gente de México, quienes salieron en un convertible; Alice salió de cordobesa y posteriormente hasta toreó. En el carnaval de 1961 la reina fue Gela Zamudio León; en 1962 la que ganó el reinado fue Ruth Lavie Zedillo; en 1964 tocó el turno a “Conchita” Ferreiro López y a su rey “El Cartero Tapado”; en 1965 eligieron a Ma. Inés “Necha” González Absalón y como rey a Hugo Díaz; en 1966 fue reina “Coyo” Jiménez y a “El Pescador”; y en 1967 —el último carnaval de la época antigua— nuestra reina fue Yolanda Santana Vega, llevando como Rey Feo a Ricardo Kim “El Jaibero”. También fueron reinas de los carnavales de antaño Teodorita Figuerola Ruiz, Ofelia Granados y Martha Merino, entre otras. Lo mismo participaron como candidatas: Nacira Chagra, “Chabelita” Padrón, Angelita Zamudio, Hortensia Arjona, Rosita Carrillo, Fita Quintal, Chabela del Campo, Velia Núñez, Blanca Montanaro, Ofelia Férez, Yolanda Zea Salas, “Lucha” Montalvo, Lidia Ávila Cobos, Teresa Sepúlveda, Leonor Escobar Quintana, Arcenia Cházaro, “Chery” García, Sarita Linares, Rosita Absalón, Arcelia González, Ma. Luisa Carrión, Norma Hayek, Ana Ma. Zenteno, entre muchas, muchísimas más, donde siempre resultaban muy reñidos los cómputos. El Carnaval fue considerado la fiesta más importante de Coatzacoalcos. El último de la antigua época, como dijimos, fue en 1967. Posteriormente, en 1971 y en sustitución de éste se organizaron las Fiestas Titulares de Coatzacoalcos, lo que más tarde sería la Expo Feria. Desde el 2002 el Carnaval ha vuelto, para beneplácito de todos los porteños. U169 V
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“El Carnavaaaal llegoooó, llegoooó…”
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HISTORIA DE LOS CINES PORTEÑOS Hagamos un poco de historia de los teatros y cines que han existido en nuestra ciudad, desde el antiguo Puerto México hasta la actualidad. El primer cine en la ciudad se ubicó en la segunda calle del Ferrocarril (hoy Hilario Rodríguez Malpica). Más adelante, en 1908, don Manuel Estévez construyó el Teatro Estévez, en la tercera de Juárez, mismo que cambiaba de nombre según iban cambiando sus propietarios, como sigue: Teatro Juárez, Teatro Bringas, Teatro Castillo, Teatro Lux y finalmente Teatro Ideal. En 1909, mientras se construía el mencionado Teatro Estévez, en los solares que años más tarde (finales de la década de los 40’s) ocupó la terminal de los Autobuses de Oriente (ADO), en la primera calle de Hidalgo, existió por algún tiempo una plaza de toros, donde también se hacían funciones teatrales y de cine. En 1920, don Manuel Dávila Madrid instaló, también en la primera de Hidalgo pero en su acera sur, el Cine Madrid, en un local construido especialmente para este fin, mismo que lamentablemente duró poco tiempo. Tres años más tarde, en 1923, fue construido en la acera norte de la segunda de Ignacio de la Llave el Teatro Chapultepec, propiedad de don Juan Absalón y del acayuqueño Fidel Lara. Esta sala estableció la modalidad de obsequiar al público, cuando se trataba de cintas de ‘‘hasta’’ quince episodios, de uno más, que se proyectaba a media calle en una pantalla provisional. Sin embargo, esta novedosa sala sólo duró hasta 1930, en que fue desmantelada por sus propietarios.
EL CINE IDEAL Corría el año de 1932 y uno de los ex propietarios del cerrado Teatro Chapultepec, don Fidel Lara, tomó en renta el local donde funcionó la casa de huéspedes La Central, en la segunda calle de Corregidora (frente a las barracas del mercado y junto a la botica del mismo nombre) y abrió por un tiempo un salón para funciones teatrales y cinematográficas; a este salón lo llamó Teatro Ideal.
En 1933 este teatro se pasó al local que ocupaba el Teatro Lux, en la tercera calle de Juárez, por lo que a partir de entonces se llamó Teatro Ideal. En sus principios, antes de tomar el nombre de Ideal, además de la sala de luneta tenía palcos en ambos lados, entre ellos el destinado a las autoridades municipales; en la parte superior de los palcos estaba la galería. Este teatro tuvo diversos arrendadores, ya que después del señor Estévez lo administraron el señor Guillermo Clemow y más adelante don Jorge Aguirre; fue con este último cuando la sala fue objeto de su primer remozamiento. Como las películas de entonces eran mudas, en el primer teatro Estévez las funciones de los domingos eran amenizadas por la orquesta del maestro Fajardo. Luego, cuando se llamó Teatro Ideal y estuvo administrado por don Jorge Aguirre, en diversas ocasiones se contrató con el mismo objeto a las orquestas de los buques alemanes Holsatia y Toledo. Más adelante esta tarea le correspondió ejecutar a la popular marimba “La Santa”, de don Semei Roque Reyes, que se situaba primero sobre la banqueta, donde ejecutaba varias melodías para atraer a la gente, pero a la tercera llamada, la que anunciaba el inicio de la función, los músicos se metían a toda prisa a la sala, con todo y marimba, para amenizar el espectáculo desde adentro.
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El antiguo Cine Ideal, de madera y lámina, junto a la “Vicente Guerrero” Y es que en verdad las funciones del Ideal eran todo un espectáculo, que iniciaba desde que se repartían a la población cientos de volantes, mandados a imprimir ex profeso en “El Lápiz Rojo”, imprenta de don José Vicente Valdés, y continuaba cuando se instalaban a media calle, frente al cine, los vendedores de dulces, refrescos y fritangas, quienes luego de concluir las funciones se retiraban tras cumplir con su cometido. Cabe añadir que en este cine se representaron famosas obras de teatro, ejecutadas tanto por aficionados locales como nacionales y de renombre, así como se llevó a cabo la presentación de famosos artistas —del cine, radio, teatro y televisión, como se anunciaba entonces— que formaban parte de las inolvidables caravanas artísticas, mismas que cada determinado tiempo llegaban a esta ciudad a alegrar a la población porteña.
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El Cine Ideal, en la tercera de Juárez, ya remodelado
Asimismo, en este mismo cine fue velado, en su paso desde Sudamérica, el cuerpo del poeta mexicano Jesús Urueta, lo mismo que ahí quedó preparado el catafalco para que fueran velados los restos de los aviadores españoles del accidentado “Cuatro Vientos”, que según un rumor habían sido localizados en la región y aquí se velarían, cosa que nunca sucedió porque todo fue un falso rumor. El Teatro Ideal fue desmantelado para su remodelación en 1950, construyéndose mientras un salón, en la tercera de Zaragoza, que se denominó Cine Provisional. Posteriormente, con su nuevo propietario, el señor Francisco Sumohano Hernández, fue reinaugurado en 1954 ya sólo bajo el nombre de Cine Ideal y con el edificio que conocimos hasta antes de su muy lamentable cierre, para dar paso a la instalación de una sucursal de conocida cadena mueblera nacional.
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Al fondo, atrás de la familia Sánchez Pérez, se aprecia el Cine Provisional
EL CINE IMPERIAL En 1934, don Alejandro Bringas construyó un edificio de mampostería, aunque con techo de lámina, al que puso por nombre Teatro Imperial, situado en la esquina de las calles Zaragoza y 5 de Mayo (hoy Carranza), brindando así al público un salón con más comodidades de los existentes hasta entonces y con los últimos adelantos en cinematografía. Esta nueva sala fue considerada en esa época la más moderna del puerto, ya que contaba con un amplio foro para representaciones teatrales, una inmensa sala de luneta, con ventiladores eléctricos, además de galería. Este inmueble es de muy gratos recuerdos para los habitantes del Coatzacoalcos de ayer, toda vez que fue una de las mejores salas de la época y en él se exhibieron los mejores filmes del cine nacional. Como ya dijimos líneas arriba fue en el año de 1934 cuando don Alejandro Bringas Palacio, luego de comprar el terreno, construyó este edificio totalmente de mampostería, aunque con techo de lámina y al que puso por nombre Teatro Imperial, en la esquina de la calle entonces llamada 5 de Mayo —hoy Carranza— e Ignacio Zaragoza, brindando así al público un salón con más comodidades de los existentes y con los últimos adelantos en cinematografía. U174 V
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Visto desde el parque Independencia, el Cine Teatro Imperial Esta nueva sala fue considerada en esa época la más moderna del puerto, ya que contaba con un amplio foro para representaciones teatrales, confortables butacas compradas en el DF al señor Letaif —padre de doña Lily Tubilla—, además de contar con ventiladores eléctricos de techo, una amplia sala de luneta y un enorme telón rojo que lo hacía más elegante. El gerente del cine era don Luis Castillo, pionero de la radiodifusión en nuestra ciudad, quien como anécdota cada vez que se estrenaba alguna cinta de importancia, organizaba vistosas caravanas para anunciar la función y en donde se hacía una representación o sátira de la misma; participaba toda la familia Bringas, la mayoría de ellos muy jóvenes. Cabe decir también que en ese recinto se presentaron innumerables eventos, obras teatrales y festivales artísticos, tanto nacionales como locales, además de muchas de las muy famosas caravanas artísticas itinerantes que una comnocida marca cervecera llevaba por todo el interior del país.
Las caravanas que se hacían para promover las películas de estreno U175 V
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Así entonces, el Cine Teatro Imperial fue durante muchos años el mejor de la ciudad. Sin embargo, por diversas circunstancias —en especial las económicas— la sala cinematográfica cerró sus puertas. Luego fue transformado en locales comerciales, rentándolos, hasta que fue vendido a empresarios de Monterrey, los que lo han derribado para construir un moderno establecimiento.
Ya convertido en locales comerciales, aunque con la misma fachada
LOS CINES MODERNOS Con el correr de los años y ante el aumento de la población hubo la necesidad de abrir más salas cinematográficas. Fue durante el primer período presidencial de don Taurino Caamaño Ramos (1959-1961) que, tratando de apoyar a las clases más necesitadas de la ciudad debido a que los cines en ese entonces ya cobraban el precio de entrada a cuatro y hasta cinco pesos, se decidió construir una sala municipal. Para ello se hizo uso de los 3 millones de pesos que el Ayuntamiento obtuvo de la primera expropiación del ejido Palma Sola, por lo que en la 4ª. calle de Ignacio de la Llave —a un costado del Palacio Municipal y justo donde hace muchos años funcionó una plaza de toros— se construyó el Cine Auditorio Municipal, mismo que fue inaugurado en octubre de 1960 por el Presidente Adolfo López Mateos.
El Cine Auditorio Municipal U176 V
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Sin embargo, el alto costo del alquiler de las películas (30, 40 y hasta el 60% de la entrada bruta), orillaron a la administración municipal a dejar en manos de la iniciativa privada el negocio, ya que reportaba pérdidas. Pero resultó que los nuevos propietarios (la Compañía Operadora de Teatros) tampoco pudieron con la crisis que ya se avecinaba y el Auditorio Municipal tuvo que cerrar sus puertas. En la actualidad, donde se encontraba este cine, se encuentra el Edificio Anexo al Palacio Municipal. Años más tarde surgieron más cines, como el Puerto, ubicado en la 6ª. de Zaragoza; el Cine Teatro Juárez, anexo al edificio de la Unión Ganadera Regional del Sur de Veracruz (UGRSV); y los Petrocinemas, muy novedosos para la época porque contaban ¡hasta con cuatro salas! y así llamados porque su edificio colinda con la colonia Petrolera.
Los Petrocinemas, una novedad para la época Luego vinieron el Real Cinema Plus, el Cinema 2000 y el Cinema Miramar Plus. Y ya, en las últimas épocas, se instalaron los Multicinemas, en Plaza Crystal, con tres salas, así como los Hollywood Cinemás, en el centro comercial Soriana; los de Plaza Fórum, con ocho salas con asientos estilo estadio; y, por último, ocho salas más en Plaza Patio, en el malecón costero, que incluye dos salas con macro pantalla, para cintas en Tercera Dimensión, y todas también tipo estadio. Todo estas nuevas salas, junto con los negocios de videocasetes —formato Beta, primero, y VHS, después—, y ahora los DVD´s y la televisión por cable y por satélite, vinieron a darle la puntilla a los cines del centro de la ciudad, los que poco a poco fueron desapareciendo y hoy ya todos están ya cerrados; el último en desaparecer fue el Cinema 2000, que ahora es el recinto de una iglesia cristiana.
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El Real Cinema; hoy ahí es un negocio de muebles para oficina y papelería Ojalá que este cierre de cines sea temporal y surjan empresarios que se arriesguen a invertir e instalar nuevas salas en el centro, para que así no tengamos que extrañar los románticos momentos que se viven viendo una buena película, disfrutando de las tradicionales ‘‘palomitas’’ y gritando y chiflando: ‘‘¡¡viejo cácaro!!’’ al operador de la cámara, para que deje la botella y no se duerma.
Lo que quedó del Cine Puerto
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EL TEATRO “VENUSTIANO CARRANZA”
Una de las obras más importantes y recordada del Coatzacoalcos del ayer es el teatro al aire libre “Venustiano Carranza”, construcción del ingeniero Abelardo Juan de Dios Figueroa Quíntela (1892-1983), el cual estuvo ubicado en el parque Independencia, construido a instancias del entonces alcalde don Benjamín García. Este teatro fue inaugurado el 15 de septiembre de 1934 con un valioso estilo prehispánico. Su techo se apoyaba sobre cuatro enormes pilastras o columnas, rematadas con unas bien elaboradas cabezas de serpiente en memoria de Quetzalcóatl, la divinidad tolteca que en nuestro río se perdió. Las gradas las adornaba un bajorrelieve, con grecas labradas, donde destacaban las plumas estilizadas de esa mitológica divinidad. Estos detalles fueron ejecutados con mucha dedicación por el maestro don Miguel Santos Piquet, destacado carpintero y modelista, además de propietario de una de las primeras funerarias del puerto; era también “muertero”. La construcción del teatro fue un paso importante para el progreso de la ciudad, en él se presentaron obras teatrales —en sus inicios tuvo telón y elegantes cortinas—, así como infinidad de artistas, lo que sirvió para promover las bellas artes y brindar cultura.
El teatro, con su color original Inicialmente su color era de una textura caliza, grisácea; sin embargo a alguien se le ocurrió darle color y así se creyó por años que había sido concebido: pintado con chillantes colores. Toda esa manipulación ocurrió cuando su constructor —el Ing. Figueroa— aún vivía en la ciudad, el que siempre demostró su desacuerdo.
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Ing. A. J. Figueroa Por ello en 1962, el H. Ayuntamiento presidido por don Luis Toledo Barradas devolvió su color original al teatro, sin embargo, otras administraciones volvieron a embadurnarlo de colores, los que se le quedaron hasta ser demolido en 1971, en el trienio de Cristóbal de Castro Palomino Ruiz, argumentando su deterioro.
Ya con sus chillantes colores, en el parque “Independencia” La ciudadanía de entonces inexplicablemente no protestó o impidió que la picota acabara con esa magna obra, aunque luego se lamentó no haber levantado la voz a tiempo para evitar se demoliera el que ya era considerado un símbolo de la ciudad. Tratando de enmendar este error fue que en 1993, durante la Administración Municipal presidida por el licenciado Edel Humberto Álvarez Peña, este teatro fue reconstruido en la Plaza de la Solidaridad —antigua estación del FF. CC.— con características similares, pero incluyendo ¡otra vez! los chillantes colores. U180 V
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La réplica del teatro, en la Plaza o Parque de la Solidaridad Y así estuvo el teatro hasta hace unos años, donde por las obras de acceso al Túnel Sumergido que unirá este puerto con la hoy villa de Allende, la réplica del malogrado “Venustiano Carranza” fue demolida — ahora sí— para siempre.
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EL PUENTE MIXTO COATZACOALCOS
El puente Coatzacoalcos, o como le llaman, Coatza I, del cual últimamente se ha hablado mucho, mas no tanto por su majestuosidad que siempre ha tenido, sino por las condiciones físicas en que se encuentra, por lo que se aplican medidas para su reparación, destinándose un presupuesto inicial de recursos del orden de los 120 millones de pesos para su rehabilitación integral.
El majestuoso puente sobre el Coatzacoalcos; aquí cuando acababa de pasar “La Marigalante”, réplica de la carabela “Santa María” de Colón Estos trabajos fueron una concertación del Gobierno del Estado ante la Federación, y los recursos se tomarán del Fideicomiso del Túnel Sumergido de Coatzacoalcos. El puente Coatzacoalcos I fue sometido a diversos estudios, entre ellos un dictamen por computadora de la estructura, así como pruebas de laboratorio de muestras tomadas al puente y la medición con instrumentos especiales para conocer los esfuerzos a los que es sometida esta importante vía de comunicación. Los resultados coinciden al señalar que el acero se encontraba envejecido y falto de flexibilidad. Además se le hizo a nuestro añejo puente hizo un análisis de las piezas metálicas y cimientos estructurales y la revisión de sus pilotes de acero. Este último dictamen arrojó que se deben reconstruir 48 pilotes que sostienen el puente, además de 12 vigas y algunas partes del pavimento del arroyo vehicular que registran un alto grado de corrosión, aunado a que no cuenta con sistema eléctrico, entre otros detalles. Los trabajos iniciaron con la reconstrucción de la cimentación submarina, seguida del reforzamiento de las torres, la sustitución del sistema mecánico y eléctrico, lo mismo que la consiguiente protección con materiales anticorrosivos de toda la estructura. La parte levadiza se construyó de nuevo en una sola pieza en uno de los muelles de la API y cuenta con un novedoso sistema de piso a base de acero con mayor resistencia mecánica y corrosión, más ligero que el actual, lo que le dará por lo menos 30 años más de vida útil.
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La antigua panga sobre el río Coatzacoalcos La historia de puente Coatzacoalcos inicia durante el gobierno de don Adolfo Ruiz Cortines y termina en el de don Adolfo López Mateos, que es cuando se inauguró. Y es que con el fin de comunicar debidamente al sureste con el altiplano, en aquella época se planteó construir un puente sobre el río Coatzacoalcos, con la condición que se permitiera el paso de buques de gran tonelaje y calado primordiales para la incipiente industria petrolera de la región. Había dos alternativas: una, construirlo entre Allende y Coatzacoalcos; y la otra, en un punto más al sur, unos 20 ó 30 km. aguas arriba. La decisión última fue ubicarlo en el Km. 2+100 del tramo Coatzacoalcos-Tonalá y que éste debería contar con un tramo levadizo. Así, en 1952 y 1953 se practican las primeras pruebas físicas del terreno, hincando pilotes de concreto hasta una profundidad de 30 metros. El 15 de enero de 1957 inicia su construcción, concluyéndose las obras en 1962. La estructura metálica principal fue construida en Alemania por la Casa Man Ferrostaal. Por tanto, el puente fue totalmente nuevo, construido ex profeso y no traído usado de Europa, como erróneamente se ha dicho. Con este puente desaparecen los transbordadores en el río, dejándose de usar la navegación de cabotaje con pailebotes y el ferrocarril cierra su terminal en Allende para embarcar la carga directamente en Coatzacoalcos. Esta condición permitió proyectar la instalación de los grandes complejos petroquímicos Pajaritos, La Cangrejera y Morelos. En la década de los 60s el atractivo turístico era pues el puente levadizo sobre el río Coatzacoalcos. Ver pasar los buques con rumbo a Minatitlán y verlos bajar cargados de petróleo, fue una novedad y símbolo de progreso. El proyecto original era aprovechar la isla de Pajaritos, que tiene casi 200 metros de ancho, para disminuir la longitud del puente, por lo que de hecho el puente se convertiría en dos tramos independientes; uno principal de 422 metros desde la margen izquierda hasta la mencionada isla, y otro secundario de 174 metros, desde la isla hasta la margen derecha del Coatzacoalcos, aprovechando los 200 metros de ancho de la citada isla, con terracería. Pero definitivamente el puente fue construido en un solo tramo, de 965.87 metros de longitud — en el que quedó incluida la extensión de la isla de Pajaritos—, con altura media de 7.50 metros y corona de 13 metros.
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El presidente López Mateos devela la placa inaugural del puente El puente fue inaugurado el 18 de marzo de 1962 por el presidente Adolfo López Mateos y entregado a Caminos y Puentes Federales de Ingresos (actualmente lo administra la empresa Ocacsa); la inversión global de la obra ascendió a los 73 millones de pesos. Este puente fue de los más importantes de la época y que se haya construido en la República, ya que proporcionaba tres servicios viales, dos bandas de circulación para vehículos con ruedas neumáticas — una banda en cada sentido de 3.50 metros de ancho—; una vía ancha de ferrocarril alojada en 3.25 metros de cubeta; y 1.25 metros para guarniciones y ductos, además de una banqueta de circulación para peatones de 1.50 metros de ancho. Para permitir el paso de los barcos de gran calado, en el claro principal está la trabe metálica de alta resistencia, de 68 metros de claro, apoyada sobre torres también de acero, que permitía su elevación a una altura libre de 38 metros sobre el nivel de la marea máxima, hasta la parte inferior de la citada trabe. Este sistema levadizo de 400 toneladas estaba movido por un sistema mecánico-eléctrico de poca potencia, dado que la trabe estaba perfectamente balanceada con dos contrapesos de 200 toneladas cada uno en ambos extremos. Se dice que con las actuales reparaciones al puente, éste volverá a ser levadizo. El Puente Mixto sobre el río Coatzacoalcos constituyó una obra de ingeniería avanzadísima técnicamente, siendo el único en su género en la Republica y en la América Latina y constituyó un orgullo para México.
Un atractivo turístico fue el puente desde su inauguración U184 V
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Los primeros ADO´s casi inauguraron el puente
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Pasajes, historia, luz y crónicas: cien años de Coatzacoalcos
LOS FAROS DEL PUERTO
Los faros son los conductos indispensables que guían a los barcos hacia puerto seguro. Son los guías insustituibles que llevan de la mano a los navegantes y su función es importantísima para que éstos puedan atracar. Como es sabido, el primer faro que se erigió en América, para orgullo de los veracruzanos, se ubicó en las inmediaciones de San Juan de Ulúa, en el puerto de Veracruz. Los coatzacoalquenses también debemos sentirnos orgullosos de nuestro faro, mejor dicho, de todos los faros que el puerto ha tenido, tema del cual poco se sabe y es por ello que a continuación haremos una breve historia de ellos. En la última década del siglo XIX dependían de Coatzacoalcos los faros de Zapotitlán (o “la punta”, una localidad cercana a Pajapan), que tenían un alcance de 20 millas. Más adelante (según las “Memorias de Comunicaciones y Obras Públicas” / 1896-1907), Coatzacoalcos contaba como señalamiento marítimo con dos luces rojas fijas, provisionales, que marcaban la enfilación del eje del canal de entrada al puerto. El encendido de éstas ocurre desde la noche del 16 de septiembre de 1896; su costo de operación fue de 100 pesos. Luego iniciaron, en diciembre de 1899, las obras del puerto a cargo de la compañía S. Pearson and Son Ltd. Durante 1903, al avanzar dichas obras, quedaron fijas las señales que marcaban la dirección de las escolleras. En el faro existente, la luz roja anterior, de fija se cambia a fija roja, con dos ocultaciones; se renuevan además la torre y el mástil que le sirve de mira. Para el 30 de junio de 1905 la escollera oeste alcanza una longitud de 964.70 metros y es cuando los fanales de entrada son reparados. En 1906 la margen derecha es reconocida con el propósito de erigir el faro definitivo. Un documento firmado en diciembre de 1908 por el ingeniero Gabriel M. Oropeza nos dice que para ese entonces el alumbrado del puerto estaba constituido por un faro de recalada y otro de luz blanca, colocados ya sobre la loma de la margen izquierda del río (hoy Lerdo y la Corregidora), de manera que al verse desde alta mar, sobrepuestos el uno al otro, marcaban la entrada del puerto. Este era el derrotero que seguían las embarcaciones hasta quedar al centro de los dos extremos de ambas escolleras, en los que años más tarde se colocaron luces de situación. Desde este lugar se distinguían claramente dos faros de luz roja que fueron colocados en la margen derecha del río (frente a la bodega y muelles fiscales), los que marcaban la dirección del canal de entrada en el eje del río. En 1909, en el canal son colocadas las boyas necesarias. Hubo luego, entre 1911 y 1915, un proyecto para edificar un faro, todo de mampostería, por parte del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, mismo que se ubicaría en la parte más alta de la ciudad; esto es, en la llamada Plaza del Fuerte (Lerdo y La Corregidora); dicho proyecto incluso fue aprobado por la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas. Empero, éste nunca llegó a construirse y sólo se levantó una sencilla estructura que, sin embargo, sí sirvió, y de mucho, para las necesidades de la época. A este faro la población lo conoció como el ‘‘Faro de Miramar’’ ya que se encontraba enfrente del antiguo palacio municipal, conocido también con ese nombre, que era una casona hecha de madera y lámina, sobre pilotes de madera y piedra, contiguo al cuartel de la guarnición militar (todo esto hoy desaparecido). El faro se encontraba en lo que actualmente es el ‘‘arriate’’ o camellón central de la 2ª. calle de Lerdo, esquina con La Corregidora, entre el viceconsulado inglés a cargo del doctor John James Sparks y la casa construida para los empleados de Marina, que estaba contigua al observatorio de la Secretaría de Agricultura.
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El “Faro de Miramar” en la 2ª. de Lerdo El ‘‘Faro de Miramar’’ es de mucha añoranza para los pobladores del antiguo Puerto México y puede considerarse, propiamente dicho, como el primer faro de la época moderna del puerto, el que posteriormente, debido a su avanzado deterioro y al falsear su base por la erosión de la arena, fue sustituido por una torre de madera (1930), construida anexa a éste y a donde se pasó la linterna de iluminación. El guarda faros en ese entonces era don Gerardo Pérez, mejor conocido como ‘‘El Tampico’’. Al lado de estas construcciones había una caseta de madera que servía de dormitorio y de servicio sanitario para el encargado.
EL FARO ‘‘LUCIO GALLARDO Y PAVON’’ Años más tarde se construyó un nuevo faro, aunque éste ya ubicado en la vecina congregación de Allende, precisamente sobre el llamado ‘‘Cerro del Gavilán’’ y al cual se le denominó ‘‘Lucio Gallardo y Pavón’’. Dicho faro fue inaugurado el 1 de junio de 1943, cuando se celebró aquí el primer Día de la Marina Nacional, a poco más de un año de haberse promulgado el decreto del 11 de abril de 1942 que establecía dicho ordenamiento. En esa ocasión estuvieron presentes el Presidente de la República el General de Div. Manuel Ávila Camacho, y el secretario de Marina de entonces, Heriberto Jara Corona. Su constructor fue el ingeniero civil don Roberto Mendoza Franco. Este faro (aún existe, aunque sin uso) está construido de mampostería (23 metros de construcción real) y recubierto de cintillas de azulejo blanco. Su situación geográfica es de 18º, 08’, 56’’ latitud norte y 105º, 94’, 58’’ longitud oeste. Contaba con dos destellos blancos cada 19 segundos, y 9 segundos de eclipse con alcance de 19 millas y visible en los 360 grados. Cabe mencionar que este antiguo faro contaba con lo último de la tecnología de entonces, como un radio de VHF, que estaba pendiente las 24 horas del día en el canal internacional para controlar todos los buques que arribaban, salieran o transitaran en las proximidades del puerto y áreas de maniobras, mismos que deberían de reportarse ineludiblemente a la torre de control, debiendo reportar el nombre del buque, numeral, bandera, procedencia, características generales, eslora, manga puntual, carga que transportaba, U187 V
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hora de arribo, fondeo y situación al ancla, así como su procedencia. Todos los buques deberían reportarse con una hora de anticipación a su arribo, cuando menos, obedeciendo las instrucciones de la torre de control para fondear en el área que se le designara.
El antiguo faro Años más tarde, el 15 de octubre de 1982, fue inaugurado un nuevo faro (aunque entró en funciones hasta el 30 de noviembre de ese mismo año), también de mampostería, con una elevación de 54 metros sobre el nivel del mar y con el mismo nombre (‘‘Lucio Gallardo y Pavón’’), aunque oficialmente fue denominado como ‘‘Torre de Control de Tráfico Marítimo’’, construido por la Subsecretaría de Puertos y Marina Mercante y la Dirección General de Señalamiento Marítimo, dependientes de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT). Este faro cuenta con las mismas características técnicas que el anterior, aunque equipado con un equipo más moderno. Sus características son las siguientes: El número de asignación es el 30-010-JA336, con una longitud oeste de 18º, 09’. Tiene una altitud de luz de 54 metros y un poste de señales de 14 metros de altura, un reflector de radar con un horizonte de 180º y una óptica giratoria de 250 mm. de distancia focal. Su funcionamiento es a base de energía comercial, pero cuando ésta falla o surge alguna avería, hay uno pequeño en la parta alta, de 12 v. que lo sustituye temporalmente mientras es reparado, que por lo regular nunca pasa de un día. Posee unos cristales triangulares de fabricación francesa que datan de 1933, mismos que irradian dos haces o destellos de luz cada 18 segundos y medio. El foco principal tiene una potencia de mil watts y un alcance luminoso de 20 millas náuticas (aproximadamente 37 kilómetros), que a veces hace que en las noches claras sea posible ver su luz más allá de Minatitlán. Su diseño, que es una torre prismática octagonal de color blanco, se debe a que inicialmente estaba contemplado para albergar la torre de control; sin embargo, esta decisión fue cambiada posteriormente; es por ello que tiene como una especie de ‘‘hongo’’ en su parte alta.
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Las instalaciones de los faros de la villa de Allende Todos los faros del mundo emiten luces diferentes; esto, para identificar al puerto al que se llega. La diferencia estriba en los tiempos de sus destellos; es por ello que se debe consultar un libro de faros para no equivocarse de puerto al existir dos faros cercanos, como es el caso del que se encuentra en Tonalá, el cual tiene un destello diferente al de Coatzacoalcos. Actualmente, y para evitar lo anterior, sus tareas son auxiliadas en forma coordinada por la Torre de Señalamiento Marítimo que se encuentra ubicada en la Terminal Marítima de Pajaritos, de Petróleos Mexicanos, donde con señales vía satélite se puede abarcar una mayor área de visibilidad, para un mejor resultado para la navegación.
¿QUIÉN FUE LUCIO GALLARDO Y PAVÓN? El teniente de navío Lucio Gallardo y Pavó nació en Acayucan, aunque vivió y creció en Coatzacoalcos. Fue hijo único de don Lucio Gallardo y de doña Adelfa Pavón Moscoso. Realizó sus estudios en la Escuela Naval de Antón Lizardo, Ver. Al terminar su educación en esa escuela estuvo varios años en los guardacostas de la Armada de México; de la naval pasó a la marina mercante y empezó a navegar en los barcos petroleros. Posteriormente se casó con una joven del puerto de Veracruz, Georgina Maraboto; no tuvieron familia. Con motivo de la Segunda Guerra Mundial y luego al artero ataque por parte de un submarino nazi contra el buque tanque ‘‘Potrero del Llano’’, cuando navegaba de Tampico a Nueva York con un cargamento de 40 mil barriles de petróleo, el Presidente Manuel Ávila Camacho pidió al Congreso de la Unión, el 22 de mayo de 1942, declarara la guerra a los países atacantes.
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Lucio Gallardo y Pavón Nueve barcos fueron incautados por una comisión especial y se destinaron al uso del gobierno mexicano, entre ellos el buque ‘‘Las Choapas’’, que fue donde el joven Lucio Gallardo se embarcó. Posteriormente, el 20 de junio fue torpedeado en el estrecho de Florida el buque ‘‘Faja de Oro’’; el 26 fue atacado el ‘‘Tuxpan’’, y el día 27 el buque ‘‘Las Choapas’’, donde heroicamente y en el cumplimiento de su deber Lucio Gallardo perdió la vida, luego de intentar ayudar a sus compañeros de infortunio. Aquí en Coatzacoalcos le sobrevive su prima, la apreciable dama Hebe Silvina Pavón Flores Leyva, creadora del Traje Típico de Coatzacoalcos. Esa es la historia de Lucio Gallardo y Pavón, un héroe más de nuestra región sur de Veracruz.
EL MUSEO DEL FARO No podíamos dejar de mencionar en este texto al Museo del Faro, así como al licenciado Carlos Guillermo Miranda Sánchez, director de la Administración Portuaria Integral de Coatzacoalcos (API-Coat), principal impulsor para la instalación de dicho museo, ya que gracias a su iniciativa fue posible integrar un patronato ciudadano que fue el encargado de desarrollar, por espacio de dos años, el proyecto para su integración y posterior puesta en funcionamiento, toda vez que Coatzacoalcos adolecía de un museo, cosa inadmisible e imperdonable en nuestra ciudad dada la importancia e historia que tiene. Las inquietudes y gestiones de dicho grupo se vieron fructificadas al inaugurarse como tal el jueves 26 de abril de 2001, durante la primer visita que hizo al puerto, ya como gobernador, el licenciado Miguel Alemán Velazco y donde estuvo presente el alcalde porteño Marcelo Montiel Montiel, cuya administración municipal en gran medida colaboró en la fase final del proyecto.
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Los dos faros y el museo En dicho acto inaugural, el Cronista de la Ciudad, doctor José Lemarroy Carrión, leyó ante el Gobernador del Estado el texto siguiente: ‘‘Hace mil años, desde este lugar, se elevó a los cielos el corazón de Quetzalcóatl convertido en estrella para llenar con su luz a la conciencia del mundo indígena. Ahora, a los 26 días del mes de abril del año 2001, en este mismo sitio, se inaugura el Museo del Faro, para guardar la huella dejada por el hombre en la historia de su continuo navegar. Que este museo sea el faro que, con la luz de la misma estrella, ilumine por siempre a los caminos del porvenir’’. Y aunque las instalaciones del Museo del Faro no son nuevas, tienen el buen gusto de la arquitectura de su época, la década de los años 40’ del siglo XX, de importante estilo mediterráneo y con una sobriedad impresionante. Es así como Coatzacoalcos tiene su primer museo (queda pendiente aún el gran Museo de la Ciudad, a ubicarse aquí, de este lado del río, aparte del Museo Olmeca que está bajo la pirámide del malecón), el que a partir de entonces es uno más de los atractivos que tiene el puerto y quizás el único museo en el mundo que, por su ubicación, tiene una vista como no la tiene ningún otro, ya que desde sus instalaciones, desde su remodelada terraza, se logra una vista excelente: desde ahí se domina el panorama del mar, del río, de la ciudad y su zona industrial que resultan, en conjunto, una maravilla, por lo que lo más valioso del museo no está en sus vitrinas, sino afuera, en la vista, en el paisaje que se observa. El Museo del Faro será siempre el de más bello panorama. Y está esperando a todos los porteños, a los de la Villa de Allende y, desde luego, a todos los que viven y vienen de fuera, a que vengan a visitarlo. Enhorabuena, Coatzacoalcos, por contar con este museo. Para nosotros ¡¡el mejor del mundo!!
EL PARQUE DEL BICENTENARIO Las instalaciones del Faro albergan desde el 2010 al Parque del Bicentenario, construido para conmemorar los 200 años del inicio de la guerra de Independencia. En ese terreno, de 1.7 hectáreas, la API de Coatzacoalcos, con una inversión de más de 46 millones de pesos, construyó un bello lugar de esparcimiento, con áreas verdes, plazoleta, un vivero, una cafetería, portadas y casetas, así como andadores y estacionamiento y, desde luego, un zoológico —Unidad de Manejo para la Conservación de Vida Silvestre (UMA)—, con jaulas para mamíferos, fosa para jaguares, un cocodrilario, estanques, etc. U191 V
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Cabe decir que para poblar este zoológico se hizo el traslado de los animales en cautiverio y en peligro de extinción que se encontraban en el Parque Ecológico de API. Esto fue por el requerimiento de más espacios para la instalación de nuevas industrias, así como por causa del Código PBIP —Código Internacional para la Protección de los Buques y de las Instalaciones Portuarias— que estipula que todos los puertos con tráfico internacional deben restringir su acceso a personas que no tengan que ver con la actividad. Ambas cuestiones impedían al grueso de la gente visitar el zoológico ubicado en el Recinto Portuario. Ahora, al Parque del Bicentenario cualquiera puede acudir sin permiso alguno. Por su parte, el Museo del Faro fue totalmente remodelado, cambiándose su museografía y museología, ejecutada por expertos en la materia, con un nuevo guión científico.
Colocación de la primera piedra del Parque Así, el miércoles 29 de octubre de 2008 se colocó la primera piedra de lo que sería este Parque, por el ingeniero Gilberto Antonio Ríos Ruiz, director general de la API-Coat, y el alcalde Marcelo Montiel Montiel, ceremonia con la que iniciaron los trabajos de construcción que consistieron, primero, en nivelar y rellenar el terreno, y estudios de topografía. Posteriormente —2009— se construyeron los accesos al área destinada al zoológico y se inició la obra de la cafetería. Ya en el 2010 concluyeron los detalles y siguió la remodelación del museo. Los trabajos totales terminaron en la tercera mitad de ese año. El parque fue inaugurado el domingo 19 de diciembre de 2010 a las 13:20 horas, por la alcaldesa Ángela Pulido Guerrero, con la presencia de los funcionarios de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, el coordinador de Puertos y Marina Mercante, Alejandro Chacón Martínez; y el director general de Puertos, Alejandro Hernández Cervantes, respectivamente, así como por el director de API-Coat, ingeniero Gilberto Ríos Ruiz.
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Inicio de construcción de obras atrás del museo
En el Día Mundial de los Museos 2011, posan ante el árbol de ahuehuete sembrado precisamente el día de la inauguración del Parque, el Director del Museo del Faro, José Ignacio Ordóñez; la Vicepresidenta de la Fundación Pro Festejos de los 100 Años de Coatzacoalcos, Angelita Pulido de Hernández; el regidor tercero licenciado Salvador Hernández Castro, así como funcionarios de la API y alumnos de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI)-Las Selvas.
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LA ORQUESTA “COATZACOALCOS”
La fundación de esta orquesta ocurre entre 1962 y 1963. Anteriormente había sido la famosa orquesta “Águilas de México” y los elementos que la formaban hicieron esta nueva, la Orquesta “Coatzacoalcos”, porque tuvieron dificultades con los arreglistas y se separaron. Los que iniciaron formalmente la orquesta fueron: Martín Gorra, vocalista; Jorge Güemes, --era Gómez pero le decían Güemes—; Emeterio y Manuel Ruiz Cupil; Raúl Ruiz, saxofonista; Andrés Ney, Daniel Chang (originario de Nacajuca), Irving Flores y Francisco Piñón G. Después empezaron a buscar más elementos; entonces ya se había salido Jorge “Güemes” y entró Humberto Campos, que fue quien hizo las grabaciones del primer elepé para la marca Maya, de Mérida, Yuc.
La portada del primer LP de 33 RPM En el bajo estaba Juan Chontal; en el saxofón tenor René Rojas Cruz (actual director de la Orquesta Municipal); en el otro saxofón Isaías Lara. En la trompeta estaba Everardo Rey, hijo de un músico de Veracruz. A éste lo trajeron de allá porque era muy bueno y una vez que fueron a tocar a Villa del Mar lo convencieron. También estaba Cirilo Ramírez. Tenían en el trombón a David Camacho, de Villahermosa; en la batería estaba Agustín Mendoza; vocalizaba también al que llamaban “El Cachorro”, de apellido Nicolás. Con estos elementos se hizo la primera grabación. La orquesta tenía un estilo muy especial, porque había elementos muy capaces y todo el repertorio que se interpretaba eran arreglos de los mismos elementos, de melodías ya famosas, pero con el estilo de la orquesta. Lo que la diferenciaba de otras orquestas era el sax y el trombón; en síntesis todo, porque ya al final la orquesta tenía tres trombones, cuatro trompetas y cinco saxofones. Y se combinaban los sonidos: por ejemplo el que tocaba el sax barítono tocaba el clarinete, etc.; entonces se producía un sonido muy especial. Tocaban mucha música americana, como “Jarrito Pardo”, “Patrulla Americana”, “De buen humor”, “Terciopelo azul” y toda lo de Glenn Miller y Stan Kenton. Cuando ésta iba a hacer la grabación, vinieron los de la casa grabadora a dar el visto bueno, ya que ellos decidirían si se iba a poder grabar o no; ellos pagaron todos los gastos. U194 V
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Durante el tiempo que duró integrada la orquesta se grabaron tres elepés, con los 16 elementos que la conformaban y que duró unos diez años. Entre sus logros principales se puede mencionar el haber recorrido todo el sureste de México, alternando con orquestas de fama, como la de Pablo Beltrán Ruiz, Acerina y su Danzonera, Chico O´Farril, Carlos Campos y Luis Alcaraz en los famosos bailes que se llevaban en la Escuela Secundaria y de Bachilleres “Miguel Alemán González”, entre otros. Todos esos grupos se llevaron una muy buena impresión de la orquesta porteña. Alternaron también con la orquesta de Ponciano Blanqueto, de Mérida; la muy famosa “Tampico”, don Claudio Rosas, y la orquesta de Arturo Núñez. Hubo problemas con el sindicato para la primera grabación, ya que se fueron como “piratas”: grabaron en la madrugada, pensando que el sindicato los fuera a suspender. Pero ya en las siguientes grabaciones sí fueron con permiso del sindicato, ya que hablaron con Venus Rey, en el DF, ya que era el secretario general nacional. Por cada grabación se editaron mil discos. El primer LP fue en 1965 y contiene las siguientes melodías: “Laguna soñadora”, “Perfidia”, “Al di lá”, “La Virgen de la Macarena”, “La sitiera”, “Voy”, “Tiernamente”, “Arrullo de pájaros”, “El cha cha chá de los meseros” —una composición original de Nicolás Alfonso. El segundo long play comprende: “Granada”, “Deseo ser feliz”, “Falsa”, “A Coatzacoalcos” —canción que compuso Manuel Ruiz a la ciudad—; “Aquellos fueron los días”, “El amor está en cada habitación”, “Pandilla de cadeneros”, “Villahermosa”, “Vivir por vivir” y “Pocas como tú”. Y en el último acetato se encuentran: “Mi viejo”, “México 70” —con música, letra y arreglos de Manuel Ruiz—; “Tehuantepec”, “Gente”, “Quiéreme mucho”, “Samba de Orfeo”, “¿Sabes de qué tengo ganas?”, “Vamos a la luna” —de Manolo Ruiz también—, “El cayuco”, “Blancas mariposas” y “Ca chi chí —original de Andrés Quiroz. La orquesta se acabó porque, como eran 16 elementos, había que cobrar en esa época de 3 mil a 4 mil pesos por tocada, por lo que a la gente se le hacía muy caro. Y más cuando empezaron a surgir los aparatos y guitarras eléctricas y ya no se formaban los grupos con tantas personas, ya que con tres o cuatro músicos bastaba, y cobrando más barato. Después se fueron saliendo los elementos al escasear el trabajo y vinieron orquestas, vieron a los elementos más buenos desempleados y se los fueron llevando. Uno de ellos fue Isaías Lara, que se fue a Tampico y luego estuvo en Estados Unidos, con mucho éxito. Esta fue una breve semblanza de la famosa Orquesta “Coatzacoalcos”, la que muchos porteños de ayer deben gratamente recordar.
La inolvidable Orquesta “Coatzacoalcos”. U195 V
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EL CASINO PUERTO MÉXICO
El Casino Puerto México, de mucha tradición y añoranza en el puerto, fue fundado el 19 de marzo de 1911. Este famoso casino funcionó en el primer piso del edificio que aún se ubica en Hidalgo 201 y hace esquina con el 107 de la calle La Corregidora, precisamente en el lote número 7 de la manzana 2. Su interior era muy elegante y sus pisos de duela de finas maderas.
El Edificio Brunet; arriba funcionó un hotel; enmedio el Casino Puerto México; y en la planta baja el almacén ‘‘La Valenciana’’ y posteriormente el bar “La Ópera” En sus inicios, el Casino Puerto México llegó a significarse como una institución que en su estructura consideraba sólo a lo mejor de la sociedad, ya que sus estatutos establecían que nadie que no fuera socio podría concurrir a sus actos y bailes, a menos que un miembro se responsabilizara de la conducta de la persona invitada. Ahí se celebraron fastuosas celebraciones, como las que acontecían cada año nuevo, durante el carnaval y en el aniversario del casino, mismo que coincidía con la del santo patrono de la ciudad, el Señor San José, el 19 de marzo. Uno de los socios —y presidente un par de veces— de este casino fue el doctor John James Sparks, quien acudía a dicha celebración elegantemente vestido con un smoking blanco). Estas fiestas adquirieron fama por el entusiasmo demostrado por la concurrencia, donde no se escatimaba ningún detalle. Los bailes y tertulias eran amenizadas por las mejores marimba-orquestas de la época, como ‘‘La Santa’’, de don Semeí Roque Reyes, donde las damas aprovechaban la ocasión para lucir los vestidos a la última moda, confeccionados con materiales —en especial europeos— provenientes de los barcos atracados en el puerto. Pero nos quedaríamos cortos si narráramos cómo eran estos eventos, además de que ello ya lo han realizado —y muy bien— en sus diversas crónicas nuestra apreciable amiga Anita Esparza de Noyola, así como la Poeta de Coatzacoalcos, doña Oralia Bringas de García, “Ma. Fernanda”. Sin embargo, no todo fue felicidad en dicho recinto, ya que en 1929 hubo un cisma entre sus miembros, originado por la escasez de fiestas. Fue cuando se formó el “Club Ilusión”, con socios del mismo casino, quienes celebraron sus bailes en el amplio comedor del hotel Colón —ubicado en lo que hoy es H. Colegio Militar e Hidalgo. Empero, al reorganizarse el Puerto México, todo volvió a la normalidad y el nuevo club desapareció. U196 V
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El Hotel Colón, donde el “Club Ilusión” celebraba sus bailes Este edificio, que data de la primera década del siglo XX, fue propiedad y asiento de la empresa consignataria A. Brunet y Cía., a cuya cabeza estuvo don Agustín Brunet, concesionario entonces de la cerveza Carta Blanca y de productos importados como los jabones Bold Band y Woodchuck, la harina americana Patente, las sardinas marca Balboa, el vinagre Swan, la sal fina para mesa “en saquitos de 1 libra” y el azúcar Pantaleón “completamente seca” (como se anunciaba en su publicidad), así como las hachas Collins, el cemento Atlas, pinturas y finas maderas americanas, aguarrás, aceite de linaza “triple cocido”, atíncar “en barricas de 100 libras”, etc., etc. Precisamente, en un tercer nivel de este edificio (hoy desaparecido) funcionó un hotel, que llevó el apellido de dicha familia —Hotel Brunet—, el cual tenía un estilo arquitectónico regiamente europeo, específicamente de corte afrancesado y de tipo mansarda (Mansard fue un arquitecto francés —15981666— que popularizó el uso de buhardillas). En la actualidad, en su azotea, aún se conservan los balcones balaustres de lo que fueran las ventanas de dicho hotel. El edificio en sí es de inconfundible aire caribeño, con paredes con callejones o almohadillado y círculos sobrepuestos entre las ventanas de arco de medio punto, aisladas y compuestas por tres vanos.
Otro aspecto del Edificio Brunet, visto desde Corregidora y Malpica U197 V
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En esta construcción además funcionaron importantes oficinas como la Cámara Nacional de Comercio; la Notaría Pública No. 2 del licenciado Amado Juvencio Trejo Patraca, así como la primera biblioteca que se instaló en la ciudad. En el nivel inferior, o planta baja, funcionó desde principios del siglo pasado el almacén de ropa y novedades ‘‘La Valenciana’’, propiedad de don Amín Seman y hermano, donde se expendía sedería y mercería, además de ser bonetería, peletería y sombrerería. Este negocio pasó por diversas manos, como las de don Said Tanús y don Juan Simón. Al lado, sobre la segunda calle de Hidalgo, funcionó la sastrería de don Pedro H. León, así como la peluquería “El Jockey Club” de don Narciso Méndez, quien fuera alcalde (1922-1923) en el entonces Puerto México. Años más tarde, donde estuvo ‘‘La Valenciana’’, don Mardonio L. del Ángel instaló a todo lujo el bar “La Ópera”, el mismo que había funcionado por muchos años enfrente, pero bajo el nombre de “Salón Trianón” (contiguo al “Salón Hidalgo”, o “La Imperial”, la cantina-billar de don Celso E. Lavié y de don José Ma. y Alejandro Bringas Palacio).
El ‘‘Conjunto Coral Coatzacoalcos’’, dirigido por el maestro don José Ordóñez Ángeles, en un evento al interior del Casino Puerto México En el bar “La Ópera”, además de ofrecer licores importados y del país (“finos y corrientes” se anunciaba), así como la cerveza importada Cold Beer y la nacional Carta Blanca, se vendían conservas alimenticias y dulces “de superior calidad”, artículos para regalo (como las plumas fuentes Parker) y era la agencia autorizada de máquinas de escribir Remington, además de representante “exclusivo” de los productos Kodak. Cabe decir que en sus afueras, en la esquina de este bar, el capitán del ejército don Buenaventura Baselis Mena estableció un sitio de automóviles de alquiler, conocido precisamente como “Sitio Ópera”, donde esperaba a su clientela con el primer vehículo para servicio público que trajo al puerto: una camioneta Dodge (parecida a las pick up de hoy), acondicionada con capacete y un par de bancas laterales para que se sentara la gente. La vida activa del Casino Puerto México perduró hasta la década de los 60’s. Posteriormente funcionó ahí un centro para bailes populares que se llamó “Salón Gloria”, administrado por doña Severina Escudero, misma propietaria de un restaurante instalado en sus bajos, sobre Hidalgo, llamado “Restaurant Gloria”. U198 V
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Con esta actividad —los bailes— este salón duró poco tiempo dado que fue escenario de semanales riñas, protagonizadas por elementos militares y marinos que se disputaban los amores de las muchachas del servicio doméstico que en abundancia ahí acudían, lo que vino a desmerecer aún más el recinto. Después, por algún tiempo, fue rentado para eventos sociales, hasta su cierre definitivo. En la actualidad la fachada de la planta baja está modificada —y afeada— por burdas cortinas metálicas, a raíz de que ahí funcionan un negocio de conocida marca de pinturas, una zapatería, una tienda de novedades y una papelería con nombre oriental, aquella cuyo propietario se “suicidara”, inmolándose al estilo bonzo, según argumentaron sus familiares. Por su parte, lo que era el antiguo Casino Puerto México, por muchos años sirvió como bodega de la citada papelería. Hoy funciona ahí, en toda esa primera planta, una escuela de computación. La propiedad en su conjunto está registrada a nombre de Ma. Leticia Quintero Castillo, cuyos familiares radican en la península yucateca. Es así como con lo anteriormente escrito quisimos hacer una remembranza del —para muchos— inolvidable Casino Puerto México.
Emblema del Casino
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Pasajes, historia, luz y crónicas: cien años de Coatzacoalcos
HISTORIA DE LA CRUZ ROJA
A fines del año de 1941, la Cámara Nacional de Comercio de Coatzacoalcos, que tenía sus oficinas en un local del edificio “Brunet”, contiguo al Casino Puerto México (esquina de M. Hidalgo y La Corregidora) y donde fungía como Presidente don Miguel J. Guzmán Pérez, y el profesor José María López Pavón como Secretario —mismos que habían creado la Federación de Cámaras de Comercio del Istmo de Tehuantepec—, se encontraron frente al problema que aquí no había una institución que gratuitamente prestara los primeros auxilios a enfermos o accidentados. Tal necesidad la marcó el caso del joven Alberto Romanillos, quien habiendo sido herido por un policía municipal fue llevado de emergencia al sanatorio del doctor Pedro Torres Enríquez --que se ubicaba en Zaragoza y Morelos, hoy Galerías Margón--, pero fue aceptado hasta varias horas después del accidente porque no había de momento quién respondiera por el importe de la operación de emergencia que habría de practicársele, muriendo éste antes de que se le prestara auxilio alguno. Ante esta penosa realidad, el señor Miguel J. Guzmán Pérez convocó a una sesión extraordinaria a los miembros de la Directiva de dicha Cámara, a la cual acudió también el general Antonio A. Ochoa y Ochoa, jefe de la Guarnición de la Plaza. En esa reunión se acordó comisionar al doctor Ricardo López Pavón para que se dirigiera al Comité Central de la Asociación Mexicana de la Cruz Roja, en el DF, y le indicaran los requisitos para establecer una delegación en esta ciudad. (Minatitlán ya contaba con una desde el año de 1934). Esta comisión inmediatamente la desempeñó el doctor Ricardo López Pavón, quien con fecha 19 de diciembre de 1941 envió una carta al doctor Alfonso Díaz Infante, director médico de la Asociación Mexicana de la Cruz Roja, habiendo recibido contestación de éste con fecha del 19 de enero de 1942, misiva que a la letra dice: “Al margen izquierdo el logotipo de la Asociación Mexicana de la Cruz Roja, con la frase que dice “Caridad y Patriotismo”.- Comité Central.- Al margen derecho se lee: Secretaría General.- Esq. Monterrey y Durango.- México, D. F.“Sr. Dr. Ricardo López Pavón.- Muy apreciable compañero:.- Debido a unas cortas vacaciones que disfruté fuera de esta capital y durante las cuales llegó a esta Dirección Médica a mi cargo, su atenta nota de fecha de 19 de diciembre próximo pasado, es por lo que hasta la fecha doy contestación a la atenta suya, donde se sirve pedirme informes sobre los trámites necesarios para establecer en el lugar donde usted reside, una Delegación de esta Asociación de la Cruz Roja.“En contestación, tengo a bien manifestarle que la persona a quien está asignado el trámite relativo a todo lo de Delegaciones es el C. Secretario General de la Asociación Mexicana, cargo que en la actualidad está desempeñado con toda atingencia por el Sr. Lic. Dn. Guillermo Obregón, y a quien puede usted dirigirse en solicitud de los datos necesarios y que yo creo, con mucho gusto le facilitará y además le prestará su valiosa ayuda en la obra que piensa usted iniciar.“Agradeciéndole sus buenos deseos para mí, me es grato retornárselos y desearle un feliz éxito en sus labores profesionales y en pro de la Cruz Roja Mexicana.- Caridad y Patriotismo.- México, D. F.- A 19 de enero de 1942.- El Director Médico.- Dr. Alfonso Díaz Infante.- c. c. Sr. Lic. Dn. Guillermo Obregón, Secretario General de esta Asociación, con la atenta súplica de tomar en cuenta lo anterior, para cuando el Sr. Dr. López Pavón se dirija a él para tratar lo conducente.-”. El doctor López Pavón, escribió entonces al licenciado Obregón, quien le contestó favorablemente en una carta fechada el 19 de febrero de 1942. Tras ese beneplácito, la Cámara de Comercio pidió a la apreciable señora, doña Carmen Zenteno de Pavón, reuniera a las damas que supiera tuvieran mayor espíritu de servicio, a fin de integrar el Comité de Damas de la Delegación. En posterior correspondencia, el licenciado Guillermo Obregón le envió otro escrito, con fecha 23 de marzo del mismo 1942, al doctor López Pavón, cuyo texto gira en torno a una petición hecha en busca de mayor información, y el cual dice: “Sr. Dr. Ricardo López Pavón.- Botica Económica.- Coatzacoalcos, Ver.- Por correo separado estamos U200 V
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enviando a Ud. cinco ejemplares de nuestros Estatutos, esperando se sirva Ud. proceder de acuerdo con nuestra correspondencia relativa a la organización de la Delegación en ese lugar, que seguramente Ud. presidirá.- Quedo en espera de sus órdenes, reiterándole mi más atenta y distinguida consideración.-”. Sin embargo, el doctor López Pavón no fue el primer Presidente de la Delegación local, como suponía el doctor Obregón, ya que él modestamente declinó cuando, un poco más de tres meses después, el 1 de julio de 1942 a las 11:00 horas, en el local de la Cámara de Comercio, se celebró la reunión en que quedó constituida la Directiva de la Delegación de la Asociación de la Cruz Roja Mexicana de Coatzacoalcos, a la cual se le dio el Número Nacional 7. El Acta Constitutiva de la naciente delegación, a la letra dice: Cámara Nacional de Comercio de Coatzacoalcos.- Confederada.- Edificio “Brunet”.- Apartado Post. 66.Coatzacoalcos, Ver.“En la Ciudad y Puerto de Coatzacoalcos, Estado de Veracruz-Llave, siendo las once horas del día 1o. de Julio del año de 1942, reunidos previo citatorio girado por la Cámara Nacional de Comercio de Coatzacoalcos en las oficinas de la misma los señores Miguel J. Guzmán, José Ma. López Jr., Pedro Rosaldo P., Luis Madrazo, Ing. Abelardo Figueroa, Pedro Ruiz Ruiz, Juan J. Madrazo, Dr. Ricardo López Pavón, Dr. Julio Zamora, Dr. Rafael Ruiz Pavón, Dr. José Ma. García Sánchez, Dr. Juan Torres Septién y las damas siguientes: señoras Rosario de Casanova, Blanca C. de Cole, Carmen Z. de Pavón, Sofía C. Vda. de Colón, Josefa P. de Guzmán, Concepción O. de Arroyo, Luz Ma. de Torres Septién, Ernestina M. de Esquivar, Petronila F. Vda. de Castillejos, Estela R. de Ramos, Hortensia R. de Ruiz, y Georgina L. Vda. de Pavón; con el objeto de fundar en este Puerto la Delegación de la Cruz Roja Mexicana con Subdelegaciones en la jurisdicción de la Cámara Nacional de Comercio de Coatzacoalcos de acuerdo con las instrucciones que se consignan en correspondencia recibida con fecha 19 de febrero girada por el Lic. Guillermo Obregón Secretario General de la Asociación Mexicana de la Cruz Roja, Comité Central, al señor Dr. Ricardo López Pavón y en concordancia con lo que dispone el Artículo 81 de los Estatutos de la Asociación de la Cruz Roja mencionada; en primer término todos los asistentes se comprometen formalmente a constituir la Delegación de la Cruz Roja Mexicana en este puerto con Sub-Delegaciones en todas las ciudades y pueblos que requieran este servicio; prestando su colaboración decidida y ayuda moral y material sin percibir estipendio alguno.- Seguidamente se procede a la elección del Consejo Directivo de caballeros quedando formado como sigue: PRESIDENTE: Ing. Abelardo Figueroa, SECRETARIO: Dr. Juan Torres Septién, TESORERO: José Ma. López Jr., DIRECTOR MEDICO: Dr. Ricardo López Pavón, SUB-DIRECTOR MEDICO: Dr. Julio Zamora, PRIMER VOCAL: Miguel J. Guzmán, SEGUNDO VOCAL: Dr. José M. García Sánchez, TERCER VOCAL: Luis Madrazo, CUARTO VOCAL: Dr. Rafael Ruiz Pavón, QUINTO VOCAL: Pedro Rosaldo P. SEXTO VOCAL Y JEFE DE AMBULANCIAS: Juan Madrazo Jr. y SEPTIMO VOCAL: Pedro Ruiz Ruiz.- El Comité de Damas quedó integrado en la forma siguiente: PRESIDENTE: Rosario Z. de Casanova, VICE-PRESIDENTE: Blanca C. de Cole, TESORERO: M. Carmen Z. de Pavón, PRO-TESORERO: Sofía C. Vda. de Colón, SECRETARIA: Josefa P. de Guzmán, PRIMER VOCAL: Concepción O. de Arroyo, y SEGUNDO VOCAL: Luz E. M. de Torres Septién.- Se acuerda además girar atenta comunicación al Comité Central de la Cruz Roja acompañándole un tanto de la presente acta para que sea reconocida esta Delegación por el citado Comité.- Se acuerda también solicitar de la Cruz Roja el envío de papel timbrado, banderines, banderas, distintivos, brazaletes, y solicitar precios de uniformes para señoras y caballeros.- No habiendo otro asunto que hacer constar firman la presente acta los asistentes para constancia”. En la hoja número dos del acta, se encuentran estampadas las firmas de todas las personas mencionadas, incluyendo las de las damas Petronila F. Vda. de Castillejos, Ernestina M. de Esquivar, Estela R. de Ramos, Georgina Leyva Vda. de Pavón y Hortensia R. de Ruiz. El Cuerpo de Socorristas Voluntarios lo integraron Juan José Madrazo Ledesma (Jefe del Cuerpo); César Rivera, Alfonso Rivera, Santiago Ávalos, Fausto Ávalos, Fidel Fernández, Julián Férez, Vicente Pavón Bremont y Raymundo Gutiérrez Sánchez. La Jefa de Enfermeras fue doña María Fuente G. U201 V
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Documento original con las firmas de los miembros del primer Comité Directivo Inmediatamente se enviaron copias del acta levantada al Comité Central de la Asociación de la Cruz Roja, quien con fecha 27 de julio de 1942 reconoció oficialmente a la Directiva con una carta cuyo texto es el siguiente: “C. Secretario de Gobernación.- Ciudad.- Sírvase Ud. tomar nota de que el Consejo de Administración de esta Asociación Mexicana de la Cruz Roja, se ha servido reconocer el establecimiento de nuestra Delegación en Coatzacoalcos, Ver. que preside el señor Ing. Abelardo Figueroa y de la que es Secretario el señor Dr. Juan Torres Septién. “Rogando a Ud. atentamente tome nota de lo expuesto para prestar a nuestra Delegación la ayuda y protección que juzgue conveniente, me es grato reiterarle las seguridades de mi más atenta y distinguida consideración. “Caridad y Patriotismo.- México, D. F. a 27 de Julio de 1942.- El Secretario General.- Lic. Guillermo Obregón.- c.c.p. Presidente de la Delegación.- Coatzacoalcos, Ver.-”.
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Instalación de la Cruz Roja en el edificio de la Sección 31 del STPRM, el 22 de julio de 1942, por el gobernador Jorge Cerdán Por su parte, la respuesta al oficio del Comité Central es la siguiente: “Al margen izquierdo: el Escudo Nacional.- Poder Ejecutivo Nacional.- México, D. F.- Secretaría de Gobernación.- Al margen derecho: Depto. de Gobierno.- Sección II.- Mesa VI.- Expediente 2/331.9 (26) /22.- Asunto: Acuse de recibo.- No. 7429.“C. Secretario General de la Asociación Mexicana de la Cruz Roja.- Esq. Durango y Monterrey.- Ciudad.Acuso a usted recibo de su atenta nota de fecha 27 de julio próximo anterior, en la que comunica a esta Secretaría el reconocimiento de la Delegación de la Cruz Roja en Coatzacoalcos, Ver., presidida por el C. Ing. Abelardo Figueroa, de lo cual se toma nota.- Reitero a usted mi atenta consideración.“Sufragio Efectivo, No Reelección.- México, D. F., 6 de agosto de 1942.- Por Ac. del C. Secretario.- El Jefe del Departamento.- Lic. Rafael Murillo Vidal.- Firmado por ausencia: Marco Antonio Muñoz Turnbull.-”. Hasta ahí el texto de respuesta de Gobernación. Cabe destacar que el anterior oficio involucra a tres personajes veracruzanos, que desempeñaron importantes puestos en nuestra entidad, como fueron los licenciados Miguel Alemán Valdés, quien era entonces Secretario de Gobernación y fuera Gobernador del Estado (1936-1940) y quien posteriormente sería Presidente de la República (1946-1952); Marco Antonio Muñoz Turnbull, que fue también Gobernador de Veracruz (1950-1956); así como el don Rafael Murillo Vidal, que de igual modo fue gobernante de la entidad (1968-1974). De este modo, todo ello le da una mayor importancia al documento de reconocimiento a la Delegación No. 7 de Coatzacoalcos. A partir de ese acuse de recibo, los dirigentes se pusieron en acción, habiendo conseguido que la Sección No. 31 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), prestara su local ubicado en la esquina de I. de la Llave y José Ma. Morelos, donde se estableció el primer Puesto de Socorros, mismo que fue dotado de lo más indispensable por la H. Cámara de Comercio local, a través de la Comisión Coordinadora de Producción y Consumo que presidía el Profe. José María López Pavón. Ya con el reconocimiento del Comité Central, se iniciaron los trabajos el día 22 de julio de 1942, cuando de paso por Coatzacoalcos el C. Gobernador del Estado, licenciado Jorge Cerdán, declaró la solemne apertura del puesto de socorros, dando comienzo a partir de entonces la prestación de sus servicios. Un dato curioso se consigna en el libro del ingeniero A. J. Figueroa, donde dice que la primer paciente en ser atendida en dicho puesto de socorros fue una señora que dio a luz a una niña, a quien tanto su madre como los integrantes de la Delegación decidieron de común acuerdo imponerle el nombre de Cruz, en U203 V
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honor a la Benemérita Institución. Dicho parto fue eficientemente atendido por los doctores Julio Zamora y Juan Antonio Torres Septién, llevando como asistente a la señora Carmen Zenteno de Pavón y, como enfermeras voluntarias, a las damas Concepción Palafox, Edith Carrillo y tres jóvenes hermanas de apellido Villegas, dos de ellas gemelas, hijas naturales de don Francisco Sánchez Hipólito. Cabe decir que las damas voluntarias, así como las apreciables esposas de los miembros del Consejo Directivo, prodigaron a la madre del bebé de ropa y toda clase de víveres. Ya en franco servicio, la Delegación de la Cruz Roja organizó un desfile en el siguiente mes de agosto del mismo 1942, con la intervención de las autoridades civiles y militares, desfile que dejó recuerdos imborrables a quienes tuvieron la oportunidad de presenciarlo y en el que se pudo aquilatar el alto grado de civismo de los habitantes de Coatzacoalcos de aquellos tiempos. Asimismo, en el mes de octubre de ese año, se llevó a cabo un festival en el entonces Cine-Teatro Imperial, a fin de reunir fondos para la proyectada construcción del edificio. En esa ocasión se vio la entusiasta cooperación de un selecto grupo de damas y caballeros y, con ellos, la desinteresada presentación de la destacada maestra de baile, señorita Eva Duplán, que casualmente estaba de paso por la ciudad. En el año de 1943 se inició la construcción del edificio, ya en el terreno cedido por el H. Ayuntamiento Constitucional de Coatzacoalcos que presidió don Abel Numa Toache Canepa, según escritura protocolizada el 6 de abril del año 1943, en la sección uno, apéndice 158, folios 617 al 619 y presentaciones número 218, donde se estipula la donación gratuita ‘‘pura, perfecta e irrevocable a favor de la Delegación que tiene instalada en esta ciudad la Asociación Mexicana de la Cruz Roja (…) de una fracción de terreno compuesta de 15 metros cuadrados de frente por 16 de fondo que se localizará al Sur de la Cárcel Municipal y la cuarta calle de Zaragoza (…) y con una superficie de 240 metros cuadrados’’, quedándose entendido ‘‘que si por alguna causa desaparece la Delegación Mexicana de la Cruz Roja que representan, el Municipio recuperará automáticamente su
Maqueta del antiguo edificio; nótese que desde arriba semeja una gran cruz U204 V
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primitivo dominio sobre el terreno y lo que en él se haya construido, conservándolo bajo su responsabilidad’’. Cabe decir que el alcalde Toache Canepa no participó personalmente en la firma de dicha escritura por encontrarse ese día en la ciudad de Xalapa, por lo que quien realizó tal donación, por ministerio de ley, fue el Síndico Primero, precisamente el Dr. Ricardo López Pavón, quien junto con el ingeniero Abelardo J. Figueroa y el doctor Juan Antonio Torres Septién, Presidente y Secretario de la nueva Delegación local, respectivamente, firmaron toda la documentación.
El terreno donde se construyó el antiguo edificio de la Cruz Roja, en la cuarta de Zaragoza El diseño de la construcción del edificio lo realizó el propio ingeniero Abelardo J. Figueroa, y originalmente éste era de características muy novedosas, ya que tenía un diseño que, visto desde arriba, semejaba una enorme cruz, desde luego por ser el emblema de la Benemérita Institución. En 1944, el avance de la construcción fue suficiente para cambiarse al nuevo edificio, desocupando el local que hasta esa fecha facilitó la Sección No. 31 del sindicato petrolero, para posteriormente continuar la obra hasta el final. Se sucedieron varias directivas que trabajaron con todo entusiasmo y, en diciembre de 1951, siendo Presidente el referido Profe. José Ma. López Pavón y la señora Georgina Leyva Vda. de Pavón Flores Presidenta del Comité de Damas, quedó totalmente terminado el local y equipado como mejor se pudo. Al informar al Comité Central el resultado obtenido en la Delegación, con fecha 25 de diciembre éste se sirvió dirigirse al profesor López Pavón para que dijera quiénes se habían distinguido en la labor realizada, habiendo mandado inmediatamente la siguiente lista: U205 V
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El antiguo edificio de la Cruz Roja en Coatzacoalcos, con mucha historia Lic. Miguel Alemán Valdés, Lic. Marco Antonio Muñoz Turnbull, Lic. Ángel Carvajal, Lic. Fernando López Arias y Lic. Francisco Rincón; Empresa Hidroeléctrica de Minatitlán, S. C. de R. L., H. Ayuntamiento de Coatzacoalcos, Dr. Rafael P. Gamboa, Miguel J. Guzmán, Dr. Ricardo López Pavón, Dr. Juan Antonio Torres Septién, Dr. Rafael Ruiz Pavón, Dr. Julio Zamora, Dr. Francisco Ruiz Flores, Dr. José Manuel García Sánchez, Ing. Abelardo Juan de Dios Figueroa Quíntela, Ing. Roberto Mendoza Franco, Sección 31 del STPRM, Carlos Grossman y don Amadeo González Caballero. Se encontraban también Abel Numa Toache Canepa, Manuel Chacón, Luis Roldán, Manuel Ponce, Carlos Mortera, H. Cámara Nacional de Comercio de Coatzacoalcos, A. Brunet y Cía., González y Cadenas, General José María Rosado, Sanborns Hnos., S. A., Miguel Rebolledo, Club de Leones, Casino Puerto México, Club Rotario, Ing. Eduardo Forcada, Ing. Edmundo Bravo Arredondo, Juan Osorio López, J. R. Lemarroy, Casa Tubilla, Productos Urquiola, S. A., Gilberto Chiu, Héctor Sen, Rafael Martínez Barón, Sras. Amelia y Blanca Candanedo, Sr. Manuel Candanedo, Sres. Carriles, Muerza y Casab Turquie, José García N., Carlos Pallás, Alfonso Barbosa, Sra. Amparo C. Vda. de David, María Cortez, Rosario Z. de Casanova, Georgina Leyva Vda. de Pavón Flores, Carmen Z. de Pavón, Vicente Pavón, Víctor Pavón, Pipi Ferrando Vda. de Castillejos, Sindicato de Albañiles, Ing. Miguel Beltrán Valenzuela, Isidoro Maceda, Joaquín Navarro, Joaquín Morfín, Eloy Castellanos, Francisca de Quintas, José Núñez, José Ruiz, Pedro Ruiz, María Consuelo de Alemán, José Macías, Castillo Chagoya, José González Estévez, Carlos Guzmán, Juana C. de Lara, Dr. Horacio Bravo Soto, Irma M. de Carrillo, Isabel M. de Carrillo, Máximo Ávila R., y don Luis Madrazo. Asimismo, el doctor Alonso Ramos, Josefina G. de Álvarez, Alfredo Montanaro Pereyra, Mercedes C. de Hernández, Belia Muñoz de Riquer, Elpidio López R., Emilio Chow, Adela U. de Ortiz, Altagracia P. de Absalón, Virginia M. de Castillo, Alfonso Hernández Bichurria, Automotriz del Istmo, Josefa P. de Guzmán, Manuel M. Castellanos, Ramón Figuerola Ruiz, Javier Anaya Villazón, José González Maroto, Hipólito González Pérez, Iris Hermanos, D. Valencia, Luz E. Mortera de Torres Septién, Concepción O. de Arroyo, Sras. Ernestina M. de Esquivar, Sofía Camacho Vda. de Colón, Elisa Brunet de Rentería, Alfredo U206 V
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Zaráchaga, Luis Broissin, Juan José Madrazo Ledesma, hermanos Rivera, Cía. Constructora, S. A., José Gómez, Ayache hermanos, y fuerzas vivas. (Diario La Opinión de Minatitlán / 1 de julio de 1963). Colaboraron en la edificación de las nuevas instalaciones, además de los particulares y comerciantes mencionados, que obsequiaron materiales y dinero en efectivo, un grupo de albañiles encabezados por los maestros de obras don Abundio Ortiz y don Carlos Mortera, quienes aportaron su mano de obra desinteresadamente. También destacaron con su colaboración en la construcción del edificio, de manera especial el señor Hideo Kato Kato, quien obsequió todo el material necesario para la instalación eléctrica; la Residencia de Recursos Hidráulicos, por intercesión de su titular, quien dotó al local de la instalación de la red de agua potable; y el señor José M. Chacón, quien elaboró en su taller de herrería la totalidad de las ventanas de hierro de la planta baja del edificio. Con relación a esta Delegación consignamos enseguida un acto que demostró la sencillez y civismo de aquel grupo que la fundó: a raíz de instalarse en su nuevo edificio se recibió una comunicación del Comité Central Nacional, en la que se pedía el nombre de los miembros que se estimaron acreedores, por su trabajo y entusiasmo, a una mención honorífica, habiendo contestado la Delegación local que ‘‘todos sus miembros habían trabajado con igual gusto y que ninguno se consideraba acreedor al premio alguno, pues su dedicación a este servicio lo consideraban un deber ciudadano’’. Otra importante aportación se dio años después, cuando el doctor inglés John James Sparks se fue de la ciudad y quiso dejar, como un legado a la ciudad donde desempeñó ejemplarmente su profesión, todo su instrumental médico a la Benemérita Institución, mismo que sirvió para cubrir las carencias que en ese renglón se tenía en esa época.
SE INAUGURA UN NUEVO EDIFICIO El viernes 9 de noviembre de 2001, el gobernador del estado de Veracruz, licenciado Miguel Alemán Velazco, inauguró unas nuevas instalaciones de la Delegación de la Cruz Roja local, ubicadas éstas en la avenida Constitución No. 100, entre Pino Suárez y Aquiles Serdán, en la colonia Palma Sola. Y hasta el número telefónico cambió: del histórico 2-02-85, al 21-4-04-05.
Inaugurando las nuevas instalaciones de la Cruz Roja, el gobernador Miguel Alemán Velazco; el alcalde Marcelo Montiel Montiel y don Rodolfo de la Guardia Cueto, Presidente de la Benemérita Institución U207 V
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Dichas instalaciones se levantan sobre una superficie de 3 mil 200 metros cuadrados, en el terreno adquirido durante la gestión de don Desiderio Cadenas Granados, quien realizara una loable labor al frente de la Institución de 1989 a 1993. Los recursos para la construcción del nuevo edificio fueron del orden de los 12 millones 590 mil pesos, aportados tanto por el Gobierno del Estado, el DIF estatal y la ciudadanía porteña. En la ceremonia de inauguración, el gobernador del estado estuvo acompañado, entre otros funcionarios, por el entonces director de Maniobras Tomás Ruiz González; del alcalde de Coatzacoalcos, Marcelo Montiel Montiel; por el delegado estatal de la Cruz Roja, Vicente Ferrer y, por la delegación local, don Rodolfo de la Guardia Cueto.
El moderno edificio de la Cruz Roja en Coatzacoalcos, que sustituyó al que funcionaba en el centro de la ciudad
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LA PLAYA EN EL ANTIGUO PUERTO MÉXICO
Al llegar la Semana Santa, las vacaciones y el verano los porteños en el Coatzacoalcos de ayer —como también ahora— se sentían atraídos por el mar. Las familias enteras se congregaban en la playa en busca del contacto con las olas marinas, que les producían placer y descanso. Con la entrada del verano las familias acostumbraban irse a bañar a la playa. Entonces las abuelas decían que los baños de mar eran tonificantes, que tenían mucho yodo y que esto era muy bueno para el cuerpo. Los domingos por la tarde otros grupos iban de paseo, también a la playa pero sólo a disfrutar la brisa del mar, a corretear en la orilla y admirar al oeste, entre la bruma, la silueta majestuosa del cerro de San Martín, fiel guardián de nuestra costa, recreándose en el horizonte con el paisaje de la sierra de Los Tuxtlas.
La juventud de antaño en la playa Sin embargo, los baños en la playa sólo se hacían durante esta época del año, la veraniega, además de la Primavera y en Semana Santa, donde los padres de familia —por cierto— prohibían y asustaban a sus hijos que no se bañaran, con el riesgo de convertirse en “sirenas” o en “pescados”, según el caso si era niña o niño. Esta ciudad en sí carecía de lugares naturales adecuados donde recrearse, aun teniendo costa de mar, ya que por la proximidad de la barra el producto de los pantanos en tiempos de lluvia se descargaba tanto al río y a la playa. Además, las corrientes marinas, al detenerse contra la escollera formaban peligrosos cantiles en zonas donde el público se bañaba. Era cuando el Cuerpo de Salvavidas de la Cruz Roja local prestaba un magnífico servicio protector al bañista. Una afición aparte era echarse clavados desde la proa del buque peruano hundido “El Callao”, cuya presencia tenemos en nuestra playa mar desde 1921. U209 V
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“El Callao” es parte del paisaje cotidiano Otro atractivo más era acudir a las enramadas o al centro recreativo “Miramar”, de don Luis Madrazo, a bailar y refrescarse del calor con heladas bebidas espirituosas.
El “Miramar”, muy frecuentado por los porteños Algunas familias, por su parte, iban de paseo a los muelles para disfrutar la brisa del río, a veces esperando el tiempo necesario para ver la salida de los buques de carga y pasaje y, casi al caer la tarde, verlos zarpar iluminados totalmente, lo que ofrecía un espectáculo maravilloso; algo verdaderamente grato a la vista.
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Quién no recuerda las enramadas de la playa porteña Julio y agosto era también la temporada de pescar robalo y cherna, donde la pesca era abundante, con red, a la tarraya, al anzuelo o con arpón. La pesca del robalo era un fuerte ingreso para la economía de cientos de pescadores, agrupados en cooperativas, sindicatos y libres. Era maravilloso y muy interesante la pesca del robalo blanco al arpón, a cargo de dos personas a bordo de cayucos a remo, aunque con el peligro de caer al agua, ya que también había demasiados tiburones. La pesca de la cherna se efectuaba al anzuelo en la punta de las escolleras, en cayucos, así como la pesca del pez plata o sábalo; y la del huachinango, el pargo mulato, embarcado en lanchas a motor en la bocana. En fin que sería interminable narrar todo lo que acontecía durante el verano en el Coatzacoalcos de antaño, mas valga lo anterior para darnos una idea de cómo fue.
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NAVIDADES DE ANTAÑO
¿Antaño, cómo se celebraban las fiestas navideñas y de fin de año? Comenzando diciembre la mayoría de los niños con mucha algarabía salían con sus “casitas”, elaboradas ingeniosamente con el Nacimiento adentro, con San José y la Virgen, así como un buey, un asno y varios borreguitos y pastores. Para acompañarse los cánticos usaban sonajas hechas de corcho latas aplastadas, dentro de un alambre galvanizado...
Las Casitas recorrían las calles También se acostumbraba la Rama, que consistía en una rama de pino adornada con faroles, serpentinas y globos colgando. Incluso algunas ramas se hacían acompañar por jaraneros provenientes de la Sierra. Por la noche, tanto los integrantes de las Casitas como de las Ramas se repartían equitativamente el dinero —o “aguinaldo”— recolectado. También eran muy animadas las tradicionales Posadas, entonces sí con letanías, cánticos, velitas y faroles encendidos, no como ahora que es sólo fiesta y baile, donde luego de “pedir” y “dar” posada venía la rompedera de piñatas, llenas de frutas de temporada, como cacahuates, tejocotes y la colación de dulces. Se acostumbraba repartir ponche caliente de frutas —con “piquete”, por aquello del frío—, para dar paso luego al —ahora sí— rumboso baile. La mayoría de las casas tenían su Nacimiento en la sala y algunas ponían ya su árbol de Navidad. Para el 24, antes de la tradicional cena se asistía a la Parroquia de San José a dar gracias a Dios y a participar de la Misa de Gallo. Ya de regreso a casa, en el Nacimiento se acostaba al Niño Jesús, luego de arrullarlo, cantarle y ser besado por cada uno de los miembros de la familia. Enseguida venían los brindis, los buenos deseos y parabienes, con el intercambio de regalos —como hoy se hace. U212 V
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El tradicional “Nacimiento” En la cena se servía desde una gallina, pollo o pavo horneado, hasta lomo, pierna de cerdo o lechón y bacalao noruego, según las posibilidades de cada quien. Según nos cuenta doña Anita Esparza de Noyola, todo esto se mandaba a hornear a las panaderías y, quienes no tenían el molde de barro, peltre o aluminio, hacían una pavera comprando en las farmacias una lata alcoholera vacía, la que partían las abuelas a la mitad, remachándola bien. Hoy en día hasta venden moldes desechables en los supermercados. Se acostumbraba hacer la ensalada Nochebuena, con betabel, jícama, cacahuates, etc. Lo que era riquísimo también eran aquellos emparedados con pollo, puerco deshebrado o jamón, con mantequilla, mostaza y aquél pan de caja cocido con leña, tan sabroso que traían de otros pueblos. Todo se cocinaba en casa con petróleo o carbón; había braceros de cemento con varias hornillas. En aquellos tiempos no se acostumbraba la ensalada con mayonesa, hasta en años posteriores a los 50’ que se hacía en casa. Se degustaban ricos pasteles o las famosas carlotas con soletas; luego comenzaron a hacerse con galletas Marías. Había nueces del Brasil; también las encarceladas, que eran bastante duras. Hoy ya hay las nombradas “de papel”, que son blanditas; y las de Castilla, que son redondas y muy buenas. Otras delicias eran las avellanas y castañas, asadas o hervidas, que se le ponían al relleno de los pavos, junto con la carne molida. En esos días también traían mucho las frutas secas y cristalizadas, además de chocolates finos con licor adentro y las peladillas y galletas “surtido rico”; los pistaches eran muy blancos por la sal. El fin de año era todo un acontecimiento. Desde la tarde del 31 salían las comparsas que traían al famoso Viejo, lleno de cohetes. Llevaban una silla para ir sentándolo en cada lugar, ya sea negocios o casas. Iba todo un séquito con la viuda muy triste, quien llevaba un rebozo para secarse las lágrimas, además del diablo, la muerte, los hijos y, desde luego, el juez con su gran libro, el cual en cada lugar leía el Testamento con textos muy simpáticos. En todos lados les daban buenas propinas. Cuando quemaban al Viejo era un lloradero de la viuda, los hijos y de toda la comparsa. Se oía el silbato del tren y hasta se iba la luz. Los señores emocionados descargaban sus pistolas, apuntando hacia arriba. Golpeaban los postes de luz y quemaban cohetes; el caso era festejar haciendo mucho ruido. Pasando la cena y los abrazos se iba a visitar a familiares o amistades a sus respectivas casas, donde seguía el festejo. Siempre los recibían con regocijo y esplendidez e invitándoles de todo, como buenos anfitriones. En la mayoría de las casas tenían platones de hojuelas y buñuelos hechos con más de 30 yemas; había U213 V
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también de yuca y de malanga. Y qué decir de la miel, que era de piloncillo con anís, de caña o de abeja. A los niños siempre se les daban gaseosas muy sabrosas, hechas en la fábrica de don Fausto Fernández, padre del reconocido periodista del mismo nombre fallecido en el 2010. Esta fábrica estaba ubicada en el actual terreno del hotel Enríquez. Así era como se festejaban las fiestas decembrinas en el Coatzacoalcos de ayer. Bien dicen algunos que tiempos pasados fueron mejores.
Cada año es su “muerte”
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LA DIÓCESIS DE COATZACOALCOS
En 1984 fue erigida la Diócesis de Coatzacoalcos, nombrándose como primer obispo a monseñor Carlos Talavera Ramírez, hasta entonces obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México, ya ordenado episcopalmente el 25 de marzo de 1980. Mas no era la primera vez en Coatzacoalcos que se instalaba una diócesis, puesto que en 1534, por Cédula Real emitida el 14 de mayo, se decretaba la erección de un primer obispado en las tierras recién conquistadas por Hernán Cortés, con cabecera en la Villa del Espíritu Santo, nombrándose como primer obispo a fray Francisco Jiménez, comprendiendo las regiones novohispanas de Acayucan, Río Guazacualco, Villa del Espíritu Santo y Ahualulcos. Empero, esta diócesis tuvo una vida efímera ya que hubo que ser transferida a la Diócesis de Antequera, Oaxaca, erigida el 21 de junio de 1535 por renuncia del obispo Jiménez y por ordenamiento del Papa Clemente VII, quien consideró que en esa época (siglo XVI) ya había demasiadas diócesis por estos rumbos, como la mencionada de Oaxaca, así como la de Chiapas y Yucatán; el primer obispo de Antequera fue Juan López de Zárate (1535-1555) Muchos años más tarde, al erigirse la Diócesis de Tehuantepec (23 de junio de 1891), Coatzacoalcos, entonces perteneciente a la parroquia de Chinameca, fue asignado como parte de su territorio. En el tiempo que nos atañe esta diócesis la presidieron José Mora y del Río (1893-1901), Carlos de Jesús Mejía y Laguana (1902-1907), Ignacio Plascencia y Moreira (1907-1922), Jenaro Méndez del Río (1907-1933) y Jesús Villareal y Fierro (1933-1959). Tiempo después, al erigir el Papa Juan XXIII la Diócesis de San Andrés Tuxtla, el 23 de mayo de 1959, Coatzacoalcos se anexó a ella. Su primer obispo fue Jesús Villarreal y Fierro (1959-1965), quien pasó de la de Tehuantepec a ésta. Le siguió Arturo Antonio Szymanski Ramírez (1965-1968), que antes había sido Coadjutor.
Arturo Zsymanski
Guillermo Ranzahuer
C. Talavera
En febrero 15 de 1969 monseñor Guillermo Ranzahuer González fue designado por Paulo VI como su obispo, tomando posesión el 21 de marzo de 1969. Fue precisamente este último prelado quien, al realizar un estudio de su diócesis, vio la necesidad de dividirla para brindar una mejor atención. Tras consultar a la Conferencia Episcopal Mexicana, hizo la debida petición a la Santa Sede, proponiendo se erigiera una nueva diócesis. Fue el 14 de marzo de 1984 que a través de la bula “Plene Conscii” el Papa Juan Pablo II erige la Diócesis de Coatzacoalcos, sufragánea de la Arquidiócesis de Xalapa y con sede en esta ciudad, “cuyo templo parroquial dedicado a San José, esposo de la Bienaventurada Virgen María, enaltecemos con la dignidad de Iglesia Catedral, concediéndose todos los privilegios que le son propios”, dice la bula. Esto último causó gran satisfacción a la feligresía porteña, quien vio con orgullo que su antiguo y muy U215 V
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querido templo parroquial fuera enaltecido, a partir de entonces, con la categoría de Catedral, aun con su sencillez de línea, estilo y modesta construcción, lograda a través de los años con mucho esfuerzo. Hoy lamentablemente este recinto ha sido derruido. La Dedicación de la Catedral de Coatzacoalcos es cada 18 de marzo, víspera de la fiesta del Señor San José. El 1 de mayo de 1984 fue formalmente ejecutado el ordenamiento de instalar la Diócesis de Coatzacoalcos, en un ceremonia litúrgica masiva donde se congregaron alrededor de 30 mil feligreses en el derruido Campo Deportivo “Miguel Hidalgo” —en el antiguo, no el que recientemente demolieron—, donde se contó con la presencia del alcalde Juan Osorio López, del entonces delegado apostólico Girolamo Prigione, del cardenal Ernesto Corripio Ahumada, del arzobispo de Xalapa Sergio Obeso Rivera, del obispo de San Andrés Tuxtla Guillermo Ranzahuer González, entre otros jerarcas de la Iglesia y centenares de sacerdotes y religiosas de todo el país. Ese día, en un enorme altar, destacaba un crucifijo, la imagen de la Virgen de Guadalupe y dos grandes pinturas, una con el rostro del obispo Talavera y, la otra, con el escudo de la nueva diócesis, en colores azul y amarillo y con la leyenda “Justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. A la hora establecida, los prelados oficiantes fueron ocupando su lugar en el estrado instalado exprofeso. Luego empezó la misa y, tras la homilía, el entonces párroco de San José, Juan Robledo Campos, leyó la bula “Plene Conscii”, para después monseñor Talavera hacer su juramento de fidelidad a la Sede Apostólica, mostrando dicha bula al delegado Prigione, al cardenal Corripio Ahumada, a los 24 obispos presentes y al pueblo ahí congregado. En todo el estadio se escuchó al unísono un clamor: “¡Tenemos obispo!”, convirtiéndose en una gigantesca catedral de fe y fervor. El territorio de esta diócesis abarcaba unos 10 mil 500 kilómetros cuadrados e inicialmente comprendía los municipios de Coatzacoalcos, Cosoleacaque, Ixhuatlán del Sureste, Hidalgotitlán, Minatitlán, Moloacán, Las Choapas, Pajapan y Zaragoza. Empezó con 23 sacerdotes, de los cuales 15 eran diocesanos, tres extraordinarios y cinco religiosos, además de tres seminaristas en el Mayor de Xalapa y ocho en el Menor de Santiago Tuxtla. Contaba únicamente con ocho parroquias y 10 vicarías. Monseñor Carlos Talavera se retiró del obispado el 24 de septiembre de 2002 por cuestiones de edad, falleciendo el 2 de julio de 2006, por lo que monseñor Rutilo Muñoz Zamora fue nombrado segundo obispo de Coatzacoalcos por Juan Pablo II el 24 de septiembre de 2002. Éste tomó posesión de su apostolado el 20 de noviembre de ese año en otro multitudinario evento celebrado en el Centro de Convenciones de Minatitlán.
Mons. Rutilo Muñoz Zamora asumió el obispado en el 2002. U216 V
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El Papa Juan Pablo II y los dos obispos de Coatzacoalcos
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GENERALIDADES
GUAZACUALCO O COATZACOALCO. Originalmente era en singular, sin la “s” final, como muchas ciudades con el locativo “co”: Comalcalco, Pichucalco, etc. Es una palabra del idioma náhuatl que significa “Lugar donde se esconde la serpiente” o “La pirámide de la serpiente”. Hace alusión al sitio donde Quetzalcóatl se incineró, se elevó a los cielos, transformó en estrella y hoy es el planeta Venus. El nombre correspondió al río y a un poblado que así se llamaba, cuya localización aún es incierta, aunque algunos lo sitúan donde hoy es la congregación de Barragantitlán, del municipio de Ixhuatlán del Sureste, Ver., y últimamente en la villa de Allende. VILLA DEL ESPIRITU SANTO. Gonzalo de Sandoval la funda el 8 de junio de 1522 en el poblado de Coatzacoalco, cambiándole el nombre. En 1518 Juan de Grijalva exploró el río y estuvo en el mismo poblado. En 1521 Diego de Ordaz estuvo ahí en una visita de reconocimiento. PROVINCIA DE COATZACOALCO. Por Cédula Real del 24 de febrero de 1534 se establece la primera división territorial de la Nueva España que crea cuatro Provincias o Mitras: México, Michoacán, la de las Mixtecas y la de Coatzacoalco. PUERTO DE COATZACOALCOS. Por Decreto del 8 de octubre de 1825 se erige el Puerto de Coatzacoalcos en el sitio que ocupaba la ranchería de La Barra. Esta fecha es la de la fundación oficial de lo que actualmente es nuestra ciudad. MUNICIPIO DE COATZACOALCOS. El 14 de diciembre de 1881 adquiere la categoría de Municipio. El primer Ayuntamiento toma posesión en enero de 1882; su primer alcalde es don Ambrosio Solorza, práctico de puerto. VILLA DE PUERTO MÉXICO. El 2 de julio de 1900, por decreto número 10 del Gobierno del Estado, siendo gobernador don Teodoro A. Dehesa, adquiere la categoría de Villa con el nombre de Puerto México, la mayoría de las veces escrito con J en lugar de la X; así se le dio gusto a los extranjeros que no podían pronunciar la palabra Coatzacoalcos. El nuevo nombre es sólo para la cabecera municipal, ya que el municipio conservó el mismo nombre de Coatzacoalcos. CIUDAD DE PUERTO MÉXICO. Por decreto No. 14 de julio 1 de 1911, siendo gobernador León Aillaud Barreiro, la cabecera adquiere la categoría de Ciudad. CIUDAD DE COATZACOALCOS. Por decreto No. 34 del 8 de diciembre de 1936, siendo gobernador del Estado don Miguel Alemán Valdés y Presidente de la República el Gral. Lázaro Cárdenas del Río, nuestra ciudad recupera su nombre de Coatzacoalcos.
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CRÉDITOS
Science Museum Archive / Science & Society Picture Library. Archivo General del Estado de Veracruz (AGEV). Instituto Nacional de Antropología e Historia / Centro INAH Veracruz. Comité del Archivo Histórico Municipal de Coatzacoalcos. Asociación Historiográfica de Coatzacoalco, A. C. Asociación Portuaria Integral de Coatzacoalcos (API-Coat) Escondite de Culebras. Enrique Cárdenas de la Peña. 1983. Semblanzas Porteñas. Ricardo Castro Arana. 1930. La Ciudad de Coatzacoalcos. A. J. Figueroa. 1967. Del Coatzacoalcos de Ayer. Desiderio Cadenas Granados. 1997. Vías férreas en explotación. Víctor F. Lescale. 30 de junio de 1928. Banamex en Coatzacoalcos. 1881 / 1981 - Monografía Conmemorativa No. 14. 1981. Breve Historia de la Fundación de Coatzacoalcos. Ramón Figuerola Ruiz. 1960. “El Imparcial”. Núms. 3763-3772, del sábado 19 al lunes 28 de enero de 1907. Diario Excélsior. 8 de marzo de 1988. Diario El Universal (May. 18/99, y diversas fechas). Diario La Opinión de Minatitlán (diversas fechas). Diario de Sotavento Nos. 6817, 6818, 6819 y 6820. Diario del Istmo / Semanario Tiempo Libre (diversas fechas). Diario Liberal del Sur (diversas fechas). Contacto de Coatzacoalcos Nos. 380 (Ago. 96); 383 (Nov. 96); 421 (May. 99). Semanario Gráfico de Coatzacoalcos. Nos. 496 y 497, y diversas fechas. Semanario Cevejara (diversas fechas). Revista Raíces. Vols. 42 y 43. Año VI., y diversas fechas. Coatza Digital / Crispín Garrido Mancilla y Denisse Carrión. Arqlog. Antrop. y Dr. Alfredo Delgado Calderón. Antrop. Florentino Cruz Martínez. Mr. Charles B. Waite. Mr. Emil Witschi. Dr. José Lemarroy Carrión. Dr. Joaquín Cadenas Cristiá. Lic. Francisco Javier Pulido Biosca. Lic. César Primo Aguirre. Doña Anita Esparza Padua de Noyola. Don Esteban Urbina Romero. Don Víctor Paulino Ordaz Hernández. Don Rafael Alcántara Conde. Acervo Fam. Ordóñez Rodríguez. Acervo Fam. Morales Magaña.
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CURRÍCULUM VÍTAE
Originario de Coatzacoalcos, donde nació el 28 de julio de 1956. Contador de profesión, aunque con más de 30 años —desde 1979— de ejercer el periodismo cultura escrito, radiofónico y televisivo. Sus textos se han publicado en los periódicos Matutino de Coatzacoalcos, La Opinión de Minatitlán, Edición Enlace de Contacto, Diario 21, Diario del Istmo, Liberal del Sur, Diario Acayucan, Diario de Minatitlán, Diario de Coatzacoalcos, NotiSur y Tiempo Regional; en las revistas Contacto de Coatzacoalcos, Tribuna Deportiva, Coatza Tour, Encuentro, Espacio Urbano, Imagen y Política, Perfiles de Acayucan, y muchos medios de comunicación más. Tiene cinco Premios Estatales en Literatura y un Tercer Lugar Nacional de los Juegos Nacionales Culturales “Ricardo Flores Magón” del Congreso del Trabajo. En el 2000 obtuvo los Juegos Florales de Coatzacoalcos (poesía). En junio de 2011, la Academia de Historia Regional de Texcoco y la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, durante el XIX Congreso Internacional de la Crónica le otorgaron la Presea “Tepuztlahcuilolli” (Los Escritos en Cobre), máximo galardón brindado a los más destacados cronistas, historiadores e investigadores nacionales y extranjeros. Integró el Consejo Editorial de la página Diario del Istmo en la Cultura de ese rotativo; y coordinó el suplemento cultural De proa a popa del diario El Liberal de Coatzacoalcos. Actualmente coedita junto con su esposa Claudia Morales Magaña la página cultural Ex Libris que publica semanalmente el Diario del Istmo de Coatzacoalcos —por la que obtuvieron el Premio Estatal de Periodismo “Presea de la Libertad 2009” otorgado por el Club de Periodistas de México y la Organización de Comunicadores de los Estados—, así como la página histórica Memoria Oral de Coatzacoalcos de dicho diario. Fue parte de la coordinación en los programas radiofónicos Nocturno a Quetzalcóatl y Orígenes, que se transmitieron por la XEGB Radio Éxitos y XHTD La Romántica de Coatzacoalcos. Es autor del libro Apuntes de Endenantes (Conaculta/IVEC-2010); y ha participado en las siguientes antologías y ediciones colectivas: Una Navidad en Coatzacoalcos (PRI Municipal de Coatzacoalcos-1993); La Educación en México (Academia de Historia Regional de Texcoco-1999); Memoria Oral de Coatzacoalcos (Sedesol y Asociación Historiográfica de Coatzacoalco-2004); La Fiesta de las Letras (Universidad de Sotavento-2004); Raudal de Palabras (H. Ayuntamiento de Córdoba-(2007); Museo del Faro de Allende (Gobierno del Estado de Veracruz de Ignacio de la Llave-2007); Encuentro Internacional del Mar (H. Ayuntamiento de Coatzacoalcos-2007); Testimonio de una Década (UNAM/UEEV-2010); y Vibración de Voces en una Década (UNAM/UEEV-2010). Es promotor cultural y tiene a su cargo la Sala de Lectura “Rubén Salazar Mallén” del Programa de Fomento a la Lectura del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC). El 9 de febrero de 2005 fue nombrado unánimemente por el Cabildo Municipal como Cronista Adjunto de Coatzacoalcos, responsabilidad a la que se dedica en el rescate de la identidad local e investigación histórica y ejerciendo la crónica narrativa, además de sus tareas como Director del Museo del Faro de Allende; Presidente del Comité del Archivo Histórico Municipal; Presidente de la Asociación Historiográfica de Coatzacoalco; Presidente Fundador del Ateneo Puerto México; Presidente Ejecutivo de la Fundación Pro Festejos de los Cien Años de Coatzacoalcos; Secretario de la Unión Estatal de Escritores Veracruzanos; Coordinador Zona Sur de la Asociación de Cronistas de Veracruz; Delegado Zona Golfo de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas; miembro de la Asociación de Periodistas de Coatzacoalcos (APEC); y miembro del Consejo Consultivo Ciudadano de Coatzacoalcos.
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ÍNDICES
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PASAJES
ROSA LOTFE CALDERÓN
INTRODUCCIÓN ......................................................................................................... 9 PRIMEROS TESTIMONIOS ........................................................................................ 10 LOS EXPEDICIONARIOS FRANCESES ................................................................... 12 LA TIERRA DE PROMISIÓN ..................................................................................... 16 “HACER LA AMÉRICA” ............................................................................................ 18 OTROS TESTIMONIOS ............................................................................................... 20 AL PUERTO DE LA ESPERANZA ............................................................................ 21 BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................ 22 CURRÍCULUM VITAE ................................................................................................ 23
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NUESTRA HISTORIA JOSÉ LEMARROY CARRIÓN
EL NOMBRE ...................................................................................................................... 27 COATZACOALCOS ........................................................................................................ 30 LA JÍCARA DE POPO ...................................................................................................... 39 LA FECHA ......................................................................................................................... 43 PENTECOSTÉS ................................................................................................................. 46 LA PIRÁMIDE .................................................................................................................. 48 MILENIO............................................................................................................................ 50 INMIGRACIÓN FRANCESA EN COATZACOALCOS ............................................ 52 LA NOCHE DE QUETZACÓALTL .............................................................................. 57 EL LENGUAJE DE LA MALINCHE ............................................................................. 61 OCTUBRE OCHO, ANIVERSARIO DE LA CIUDAD ............................................... 63 COATZACOALCOS ES UNA ISLA .............................................................................. 65 COATZACOALCOS Y QUETZALCÓATL ................................................................. 67 CRÓNICA DE LA SERPIENTE ...................................................................................... 73 OFRENDA ......................................................................................................................... 78 SOLSTICIO DE VERANO ............................................................................................... 80 EL PUENTE ROTO ........................................................................................................... 81 EL HÉROE DE COATZACOALCOS ............................................................................. 83 CURRÍCULUM VITAE ................................................................................................... 85
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LUZ EN LAS SOMBRAS
OCTAVIO LUIS GONZÁLEZ CALDERÓN
PRÓLOGO ....................................................................................................................... 89 NOCHE DE NORTE ....................................................................................................... 90 PREMATURO .................................................................................................................. 93 OPERACIÓN COATZACOALCOS .............................................................................. 97 EL INGENIERO ............................................................................................................... 101 TUMOR INOPERABLE .................................................................................................. 104 MATRIZ ROTA ............................................................................................................... 108 APENDICITIS AGUDA ................................................................................................. 111 ÚLCERA SANGRANTE ................................................................................................ 115 EL FRASCO DE LECHE ................................................................................................ 118 EL DÍA MÁS LARGO .................................................................................................... 121 CURRÍCULUM VITAE .................................................................................................. 125
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CRÓNICAS DE COATZACOALCOS JOSÉ IGNACIO ORDÓÑEZ RODRÍGUEZ
COATZACOALCOS 100 AÑOS ............................................................................... 131 LA VILLA DEL ESPÍRITU SANTO .......................................................................... 133 EL TÚNEL Y EL PRIMER PUERTO DE COATZACOALCO ............................... 136 ¿EN EL DIQUE SECO ESTUVO ESPÍRITU SANTO? ............................................ 142 LA RUTA DEL ISTMO Y DEL FERROCARRIL ...................................................... 146 MODERNIZACIÓN PORTUARIA Y DEL FF. CC. ................................................. 150 LAS ESTACIONES DEL FF. CC. NACIONAL DE TEHUANTEPEC. ................. 155 LAS ESCOLLERAS DE COATZACOALCOS .......................................................... 158 EL TRAJE REPRESENTATIVO LOCAL ................................................................... 164 LOS CARNAVALES DE ANTAÑO .......................................................................... 167 HISTORIA DE LOS CINES PORTEÑOS .................................................................. 171 EL TEATRO “VENUSTIANO CARRANZA” .......................................................... 179 EL PUENTE MIXTO COATZACOALCOS ...............................................................182 LOS FAROS DEL PUERTO ........................................................................................ 186 LA ORQUESTA “COATZACOALCOS” .................................................................. 194 EL CASINO PUERTO MÉXICO ................................................................................ 196 HISTORIA DE LA CRUZ ROJA ................................................................................ 200 LA PLAYA EN EL ANTIGUO PUERTO MÉXICO ................................................ 209 NAVIDADES DE ANTAÑO ...................................................................................... 212 LA DIÓCESIS DE COATZACOALCOS ................................................................... 215 GENERALIDADES ...................................................................................................... 218 CRÉDITOS .................................................................................................................... 228 CURRÍCULUM VÍTAE ............................................................................................... 220
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Esquina de Corregidora e Hidalgo en 1937
4ª. de Zaragoza, con Parque Independencia, Parroquia San José y Casa Cadenas U227 V
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Pasajes, historia, luz y crónicas: 100 Años de Coatzacoalcos, se terminó de imprimir en Julio de 2011, en Editora La Voz Del Istmo, S. A. de C. V., Editorial Robles (MR) Cuauhtémoc No. 1608 Col. Puerto México, Coatzacoalcos, Ver. El tiraje consta de 1000 ejemplares. Impreso y Hecho en México U229 V
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