Introducción
l don de observación de Toulouse-Lautrec superaba la reproducción naturalista en este sentido temporal que salvaba la discrepancia entre lo fáctico y lo alegórico y que es el único que estaba en condiciones de concebir los auténticos cuadros de historia de una época. Puesto que la inteligencia plástica necesitaba un motivo exterior para la creación, Lautrec se ve obligado a ponerse en un contacto vital directo con su ambiente y a trabajar en concordancia directa con él. Paris, la metrópoli en la que entonces tenían su origen los movimientos estilísticos de toda Europa, ofrece las condiciones necesarias en el ritual de una industria del placer recientemente descubierta, cuyas formas cúlticas y sus desarrollos ceremoniales se condensan en Lautrec, para formar el ritmo excesivo de la vida. El fin de siglo, marcado por signos de decadencia materialista, estaba lleno de anacronismos y Lautrec, que despreciaba tanto a los parvenus que había legado el Segundo Imperio como al burgués que siguiendo su modelo toma la figura del decadente, de la mundianalidad no comprometida del flaneur y el dandy, enfrenta su frágil existencia a la convención hasta el punto en el que ésta ya no está dispuesta a considerar socialmente aceptables las tensiones polarizadas a partir de las cuales él genera su fuerza tan artística. Él mismo es la primera víctima de su burla.
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Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec-Monfa Conde de Toulouse-Lautrec-Montfa (Albi, 24 de noviembre de 1864 - MalromĂŠ, 9 de septiembre de 1901)
enri Marie Raymond de Toulouse-LautrecMonfa nació en el castillo de Albi en el seno de una familia de la nobleza. Su casa natal es el Palais du Bosc, situado entre la muralla de la ciudad y la antigua rue de l’Ecole Mage. Henri creció protegido por un amplio clan familiar, llevando una vida determinada exclusivamente por el ritmo de la caza, por los halcones criados especialmente por el conde, por caballos y perros, por batidores de caza, armas y carruajes. Además pasa el tiempo dibujando, pintando con acuarelas y modelando. Tenía una gran admiración por su padre; su amor por los animales, su pasión por la caza y sobre todo su excentricidad le son familiares desde niño y adquieren por eso ese grado de obviedad que se mantendrá posteriormente en los excesos de su propia vida. Algo más que caracteriza a su padre, es su amistad con artistas especialmente apreciados de aquel entonces. Con frecuencia llevaba a su hijo al taller del vecino René Princeteau (1839-1914), pintor sordomudo y experto en caballos. En su familia, como era habitual en muchas sagas de la gran aristocracia, los matrimonios se realizaban entre parientes para evitar las divisiones territoriales y la dispersión de la fortuna. Éste fue el caso de sus padres, el conde Alphonse de Toulouse-Lautrec-Monfa y Adèle Tapié de Celeyran, que eran primos en primer grado. La endogamia hubo de condicionar la salud del artista.
Henri fue el primogénito y cuando tenía cuatro años, nació su hermano Richard-Constantine, que falleció un año después. Por desavenencias, sus padres se separaron en 1868 y quedó bajo el cuidado de su madre. Su infancia fue feliz a pesar de que ToulouseLautrec padeció una enfermedad que afectaba al desarrollo de los huesos y que comenzó a manifestarse en él en 1874. Su constitución ósea era débil y entre mayo de1878 y agosto de 1879 sufrió dos fracturas en los fémures de ambas piernas, que le impidieron crecer más, alcanzando una altura de 1,52 m.
Retrato de Henri (1877)
Perros, caballos y coches, junto con unos pocos retratos y fragmentos de paisajes de pequeño formato, marinas y escenas de barcos, son los principales temas de los óleos y acuarelas de los años 1876 a 1881, que están acompañados por una cantidad de esbozos en lápiz, grafito y tinta china. No van más allá de la producción de un niño no poco dotado para el dibujo, muy pronto se cristaliza un don de observación para divertidos detalles fisionómicos y la captación rápida de detalles caracterizadores del movimiento.
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autrec había decidido ser pintor, con el apoyo de su tío Charles y unos pintores amigos de la familia, como Princetau, John Lewis Brown y Jean-Louis Forain. Por esa razón, se fue a vivir a París en 1881. Allí, fue alumno de Léon Bonnat, que era un retratista de moda, y cuando se cerró el taller de Bonnat en septiembre de 1882, tuvo que buscar un nuevo maestro, Fernand Cormon. En el estudio de Cormon se hizo amigo de Van Gogh. En 1884 Henri fue a vivir al barrio de Montmartre, donde tuvo vecinos como Degas. La fascinación que sentía por los locales de diversión nocturnos le llevó a frecuentarlos con asiduidad y hacerse cliente habitual de algunos de ellos como el Salon de la Rue des Moulins, el Moulin de la Galette, el Moulin Rouge, Le Chat Noir o el Folies Bergère. Todo lo relacionado con este mundo, incluida la prostitución, constituyó uno de los temas principales en su obra. En sus obras de los bajos fondos de París pintaba a los actores, bailarines, burgueses y prostitutas. A éstas las pintaba mientras se cambiaban, cuando acababan cada servicio o cuando esperaban una inspección médica. Tuvo grandes amigas como la bailarina Jane Avril, a la cual dedicó varios cuadros y carteles. Conoció a bailarines reconocidos como Valentín El descoyuntado, payasos y demás personajes de las fiestas y espectáculos por los suburbios. Este mundillo de vicio
y extravagancia fue un refugio para Lautrec, quien se sentía rechazado por la nobleza a la que pertenecía por origen. Su minusvalía causaba rechazo en los salones chic, y en Montmartre pudo pasar desapercibido y dar rienda suelta a su bohemia.
Retrato de Oscar Wilde
En 1886 abandonó el estudio de Cormon y arrendó el suyo propio. En la década de los 90 viajó hasta Londres donde conoció y retrató a Oscar Wilde. Poco a poco, el alcoholismo fue deteriorando su salud. A partir de 1897 padeció manías, depresiones y neurosis, además de ataques de parálisis en las piernas. En 1897 tuvo que ser recogido de las calles a causa de una borrachera y poco después en un delírium trémens, llegó a disparar a las paredes de su casa creyendo que estaban llenas de arañas. Sin embargo seguía pintando de forma firme y rápida; pero lo volvieron a recoger alcoholizado en 1899 y lo internaron en un sanatorio mental. Allí realizó una colección de pinturas sobre el circo. Le dejaron ir a casa de su madre en las posesiones de ésta cerca de Burdeos, y el 9 de septiembre de 1901 murió postrado en su cama. En 1922 su madre y su tratante abrieron el Museo Toulouse-Lautrec en el Palacio de Berbie (Albi), muy visitado y reconocido por su amplia colección.
Palais de Berbie (Albi, Francia) Antiguo castillo de la noble familia Toulouse-Lautrec. Actualmente, es un museo donde albergan todas las obras de Henri.
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l contrario que los artistas impresionistas, apenas le interesó el género del paisaje, y prefirió ambientes cerrados, iluminados con luz artificial, que le permitían jugar con los colores y encuadres de forma subjetiva. Era muy observador, le atraían la gestualidad de los cantantes y comediantes, y le gustaba ridiculizar la hipocresía de los poderosos, que rechazaban en voz alta los mismos vicios y ambientes que degustaban en privado. Criticaba a todos aquellos que reflejaban paisajes en sus cuadros, ya que él opinaba que lo que verdaderamente valía la pena eran las personas, el pueblo. Se consideraba a sí mismo un cronista social y se mezcló, pintó y fue como el pueblo. Al contrario que Vincent van Gogh, llegó a vender obras y fue reconocido, si bien su popularidad radicó en sus ilustraciones para revistas y carteles publicitarios más que en la pintura al óleo. Los retratos de trabajadores rurales en el campo del castillo Céleyran, pintados en 1882 al aire libre bajo el visible influjo de Manet, forman parte de una experimentada técnica pictórica, que fueron comenzados casi al mismo tiempo que los torpes intentos de Van Gogh de retratar la imagen del hombre sencillo, pueden considerarse ya representantes de su marcado interés por el individuo, que se basa exclusivamente en la observación. A través de los Grenier y otros compañeros de estudios, conoció un medio que hasta entonces le estaba cerrado. Empezó a frecuentar el cabaret de
artistas “Chat Noir”, el “Moulin de la Galette, el Elysée Montmartre, entre otros. Allí tomaba nota con frecuencia cada vez mayor de la mímica de lo más florido de la gran ciudad, de la aglomeración de las salas y del juego libre de las enaguas. Esto contribuía a demostrarle a Lautrec su destino con mayor crudeza que nunca. Era ahora perfectamente consciente de que sus modelos ya no podían ser académicos como Bonnat o Cormon, sino sólo como aquellos artistas que estaban en condiciones de dar forma al sujeto contemporáneo: Pisarro, cuya pincelada imita, y Renoir, cuyo colorido aprecia extraordinariamente, Raffaelli, cuya técnica de aplicar suavemente el color sobre un fondo no preparado lo inspira, y Forain, al que conoce desde su niñez. Pero por encima de todos ellos está Edgar Degas, al que admira más que a ninguno. Jinete sobre un caballo blanco
Las finalidades formales y de contenido son las que más corresponden a la propia concepción de la realidad de Lautrec. No sólo le preocupa una forma de vida adecuada, que espera encontrar en el círculo de sus amigos, sino también el motivo correspondiente que tiene que ser llevado a la forma más acertada y concisa. Degas por su parte, había presentado sus trabajos en siete de las ocho exposiciones de los impresionistas, brinda el primer punto de partida para la constitución de un objeto propio con la reproducción de carreras de caballos, divas de los teatros y los cafe-concierto, bailarinas y modistas, mujeres de burdel.
A Lautrec, que no estaba en armonía con la naturalza, le estaba negada la liberación que encontraban en ella los impresionistas. Su edad de oro lo encontró en los salones, en los centros de un culto quimérico del goce de la vida. A esto correspondía su posición ante la pintura paisajista, para él sólo existía la figura humana; el paisaje no era ni debería ser más que un agregado; el pintor puramente paisajista era un individuo grosero. El paisaje sólo debía servir para hacer más comprensible la esencia de una figura. Mientras que los demás se ocupaban con motivos de los alrededores, Lautrec piutaba en el Hotel del viejo Ancelin cuatro murales inspirados por Degas que ya dejan reconocer un estilo propio. Por primera vez se mostraba su predilección por la mirada detrás de las bambalinas. Al mismo tiempo comenzaba a desarrollar una técnica pictórica en forma de dibujo o boceto, compuesta por pinceladas cortas y enérgicas contenidas por un pronunciado armazón de contornos.
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El origen del moderno
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ruant fue el primero en apreciar al pequeño marqués como artista y lo dió a conocer en el marco de sus posibilidades. A Lautrec le interesaba mucho ser conocido. Le era bienvenida toda publicación apropiada para difundir sus dibujos en gran tirada; una vez que ya se habían desarrollado procedimientos de reproducción adecuados, como el heliograbado, por el que se interesaba especialmente. Jules Roques, editor de Le Courrier Francais, órgano fundado en 1884 y que se ocupaba exclusivamente de los sucesos de Montmartre, le pidió en 1885 dibujos, de los cuales el primero en publicarse el 26 de septiembre de 1886 es la escena de bar “Gin-Cocktail”, que es el primer trabajo reproducido de Lautrec. El inconstante modo de vida, la falta de sueño, el continuo aumento del consumo de alcohol y el trato demasiado descuidado con prostitutas no son precisamente propicios para la conformación física de Lautrec. Había encontrado su estilo específico. La sugestión de una experiencia espacial y de movimiento integrada en la elaborada estructura del cuadro se potencia en favor de la expresión con reducciones exageradas y proporciones en parte deformadas respecto de las figuras de las bailarinas; el color había ganado luminosidad. Con sus contornos marcados, las figuras se separaban del fondo claro, mientras que el dibujo interior estaba
realidazado con sombreados de anchas pinceladas. Vistas desde abajo, con una perspectiva típica del artista y que determina también en gran medida su obra gráfica, las figuras de primer plano, vistas de cerca, se colocan sin solución de contuinuidad contra el fondo medio y posterior. Su técnica aplicaba sin base previa las pinturas diluidas con aguarrás sobre el lienzo o el cartón. Los colores adquieren por el rápido secado un tono mate que recuerda casi al pastel y deja traslucir el fondo con múltiples transparencias, posee medios lineales muy marcados que no muestran ya ninguna influencia del modo de pintar impresionista o neoimpresionista. Los dueños de los cabarets a los cuales Henri frecuentaba le pedían que dibujara carteles para promocionar sus espectáculos, algo que entusiasmó mucho a Lautrec ya que en sus largas noches en estos locales dibujaba todo lo que veía y lo dejaba por las mesas. Más precisamente en el verano de 1891, recibió el encargo de Zidler de concebir un cartel para el comienzo de la temporada de otoño del Moulin Rouge Por fin se le ofrecía la posibilidad de actuar en un sector que debía atraerle hacía tiempo, y de poder competir también en ese aspecto y con los mismos temas con Jules Chéret, el reconocido maestro de los Fresques du trottoir. Con esto, Lautrec había creado una nueva rama artística al trasladar el arte a productos gráficos comerciales e industriales. El cartel tomado en serio
por el público y los críticos, comenzó a estar de moda como objeto de colección. Aquí yace un campo que prometía éxito, y Lautrec aprovechó la posibilidad que se le ofrecía, cuanto más que su reconocimiento como ilustrador se mantuvo dentro de límites modestos frente a sus colegas mucho más populares.
Moulin Rouge La Goulue (1891)
Partiendo de una gran capacidad de dibujante, llegó evidentemente sin grandes dificultades iniciales a la grandiosa creación de su primer y mayor cartel: “Moulin Rouge, La Goulue”. Un estilo basado en una concisa información textual de su gran superficie, la extrema economía y la estricta unidad vuelven duro y brutal, un estilo que recorta al sujeto sin consideración, machaca la formación inicial, repetida tres veces en un rojo subido. Nunca lo individual había sido lineado de un modo tan llamativo. Esta acentuación de lo individual, en la que precisamente la estilización de la expresión no tiene lugar nunca a costas de la simple disposición formal, debe destacarse como una innovación decisiva de todos los carteles de Lautrec. El hecho sorprendente de que haya llegado al dominio inmediato de un oficio que hasta entonces le era desconocido se atribuyó a la circunstancia de que se dirigió a la gráfica en un momento en el que su capacidad había alcanzado su maduración total y en el que la seguridad del dibujo permitió cualquier experimento sobre la piedra.
The Ault & Wiborg Co. (1896) Las figuras que protagonizan la composición son Misia Natanson y Gabriel Tapié de Céleyran, repitiendo una composición realizada anteriormente titulada Palco en el teatro, sintonizando con las escenas de teatro que tanto gustaban a los impresionistas. La influencia de la estampa japonesa está dejando paso a un estilo más maduro que adelanta el modernismo.
The Chap Book (1896) Lautrec recibió como encargo diseñar un cartel publicitario para la revista literaria“The Chap Book”, eligiendo como ambiente el “Irish and American Bar”. La atracción del bar era el camarero Ralph, famoso por sus potentes cócteles. Ralph se ubica tras la barra, destacando sus rasgos orientales sirviendo uno de sus. Como ocurre en los carteles de Lautrec, la línea domina una composición en la que el color ha perdido la planitud de otras escenas, creando un excelente efecto de perspectiva al colocar a un hombre al fondo, tras la barra. Los rostros de los diversos personajes están captados con absoluta naturalidad, mostrando Henri su capacidad como retratista.
Jane Avril (1893) La bailarina aparece sobre el escenario en su frenético movimiento mientras que en primer plano hallamos el cuello de un violonchelo y la mano del músico, sirviendo una orla en la que se aprecian ciertos aires modernistas para enmarcar la figura de Jane Avril. Henri ha conseguido otorgar profundidad al cartel de manera muy sutil al manifestar las tablas y la tramoya del escenario, colocando las letras en la parte superior para que la bailarina llame más nuestra atención que la literatura del cartel.
Cardieux (1895) La fama del cantante cómico Caudieux alcanzó su cenit en 1893, momento en el que fue retratado por ToulouseLautrec, sirviendo ese retrato como base de la litografía para publicitar su actuación en el “Petit Casino”. La influencia de la estampa japonesa la encontramos en la utilización de colores planos mientras que el empleo de líneas curvas supone un avance hacia el modernismo.
Aristide Bruant (1895) Toda la ciudad fue empapelada con los carteles, lo que contribuyó al éxito de Lautrec. La dureza del cantautor ha sido perfectamente interpretada por Henri en esta imagen donde se pone de manifiesto su relación con los grabados japoneses a los que tanto debían los pintores impresionistas y post-impresionistas.
Diván Japonés (1893) Se intentaba crear un ambiente pseudo-oriental cuando todo lo que procedía de Oriente llamaba la atención. En primer plano están Jane Avril y el crítico simbolista Edouard du Jardin. Tras ellos aparecen los cuellos de los contrabajos, los brazos del director de orquesta y, sobre el escenario, la silueta inconfundible de Yvette Guilbert. La influencia de la fotografía es muy marcada, como observamos al cortar los planos.
El pintor y litógrafo Henri de Toulouse-Lautrec se instaló en Montmartre iniciando una vida bohemia. Trabajó para la mayoría de cabarets parisinos, cultivó la técnica del pastel y la ilustración en revistas humorísticas. El abuso del alcohol le llevó a retirarse a una clínica de Neuilly y, más tarde, al castillo de Malromé, donde murió en 1901.