Saideth

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En una mañana Lauryn caminaba como lo hacía los domingos. Sin embargo, no sentía agotamiento en absoluto. Mínimo 5 kilómetros. Ella para distraerse escuchaba música con su dispositivo móvil, con audífonos. Hacia el camino más relajado. Estar en buen estado físico, lo consideraba importante. El estrés que causaba el trabajo lo descargaba haciendo ejercicios, como caminar, trotar. A pesar de su edad (alrededor de los 36 años) seguía manteniendo su figura, llena de vida y tenía todo lo que una mujer deseaba. Trabajo, familia, y un lugar para vivir. Tomo un sorbo de agua fría en el termo. La vida le había producido una satisfacción enorme, por no mencionar los estudios académicos. Una infancia como cualquier otro niño, que conducía a optar valores y conocimientos adquiridos. Los padres solían darle una mejor educación, dentro y fuera del hogar, estando en universidades y colegios privados de alta categoría. Camino a casa, con delicadeza, ya un poco cansada, por el sol que producía fatiga. Ya el sol se había puesto en su mejor sitio. Entro a la casa, oyendo alborotos y gritos provenientes de la cocina, El Hijo mayor Danielle, un muchacho delgado, ojos verdosos como los de su padre, llevaba una camisa larga y pantalones grandes que solían verse su ropa íntima. No fumaba, ni bebía, pretendía hacerlo pero no era así. Su cabello rubio oscuro, pálido idéntico a su padre. Aparte de Danielle, Lauryn tenía otros tres hijos varones trillizos, con cabello rubio más claro, y los ojos verdosos, Michael, Chantui y Lenon. Habían cumplido 12 años.


El Esposo de Lauryn un hombre corpulento, grueso y alto, Trabajaba en una fábrica de Medias siendo el supervisor de menor rango. Danielle usualmente criticaba a su padre por su trabajo, y decía que eso era humillante. No quería que nadie se enterara. - Voy a irme a casa de Sam, creo que estaré mejor allí, ya que sus padres son un poco modernos comparado con ustedes. – Lauryn se hervía la sangre y mínimo agarrarlo por el cuello. - ¿sí? Es lo que tú digas. Pues te quedaras aquí con nosotros. Ya he tenido suficiente de ti. Dirígete a tu habitación. Negó con la cabeza y Salió de la casa. Jam (padre de Danielle) le llamo la atención y este obedeció sin decir ni una sola palabra. Estuvo encerrado por horas, maldiciendo la casa y todo aquello que le produjera en ese instante. Al frente vivía una muchacha particular e única, llena de grandes conocimientos y tímida. Cuando a Danielle le levantaron el castigo, este salió corriendo como su estuvieran regalando dinero en la calle. La chica llevaba un montón de libros de la biblioteca, para hacer un informe sobre las tortugas marinas, a diferencia de Danielle, ella era menor que él. - ¿Te ayudo con los libros?- Pregunto acercándose a la chica que parecía que le tuviera asco o miedo. Ella paso por al lado sin dirigirle la mirada, como si hubiese visto un fantasma que le decía algo.


- Oye espera. No puedes cargar eso tu sola, déjame ayudarte. - No- dijo con una mirada fría y soberbia. Y siguió caminando con el montón de libros, en ambos brazos. Llego un momento que la chica se cayó en medio de la calle, se quedó tendida allí con la esperanza de que alguien la ayudara y que no pasara ningún vehículo. Se acercó un chico, medio gordo que la ayudo a levantarse inmediatamente. - Gracias, eres muy amable- y le dirigió una sonrisa disimulada. - De nada. Si quieres te llevo tengo que ir a la bibliotecaacercándose a ver que los libros decían Propiedad de la Biblioteca New York. - Claro, seguro. – Danielle que se había aproximado a donde yacía la chica, frunció el entrecejo, enojado y lleno de ira. Casi se tropieza de un poste, al ver que la chica metía sus libros en el coche. Lo único que quería era hablarle y hacerle entender que le gustaba. - ¿Quién era ese chico que te perseguía? - No lo sé, supongo que vive en la misma calle que yo, pero no me agrada. Parece rapero o algo parecido. Creí que era un ladrón, por el aspecto que tenía. - Yo lo conozco, no es tan malo como parece. Llego el final del verano, Danielle seguía triste por lo ocurrido. Pensaba constantemente en ella, a ver si algún día podía encontrarla sola y así tener el chance de hablarle.


No fue hasta que en una tienda de antigüedades, poco inusual, se encontraba ella eligiendo a ver que compraba. - Ambos son bonitos, pero no se cual elegir, Cecilia.- le decía a la vendedora, mostrando unos objetos rarísimos, un reloj grande de oro macizo que llevaba una manilla para moverlo y hacia tic tac, tic tac cuando daba la hora. Parecía echo de puro oro y muy pero muy pesado. Y el otro objeto era un libro extraño, con la tapa de madera por ambos lados y una ilustración de un caballo hermoso de color gris. Contenía una serie de páginas asombrosas, el libro se notaba viejo, sin embargo con el mantenimiento que le hicieron estaba intacto, sin moho ni humedad. - Siempre eres así de indecisa, Saideth- un hombre alto entro a la tienda con un chaleco y vestido ejecutivo, una voz gruesa y llevaba un maletín de metal, al lado una señora baja, vestida elegantemente y miraba con asombro una estatua diminuta de Venus. Danielle prestaba con muchísima atención, a los dos seres que entraron. No se movió, estaba en el segundo piso de la tienda, viendo a la muchacha hablar y sin comprar nada.

- Chico no lo vi venir, ¿En qué le puedo ayudar?.- una señora salió de una puerta y se dirigía a él. Llevaba el vestido más raro y feo que haya visto nunca. Lleno de plumas de distintos colores. - Solo miraba esta radio. Gracias, luego vendré. – con voz seca y casi se atraganta con el chicle cuando la vio, le daba asco y quería vomitar. La señora olía a moho y a cebolla.


Escucho unos gritos y salió disparado hacia el primer piso, pero ya Saideth se había ido, dudoso de donde estará, le pregunto a la vendedora. Está señalando la puerta, sin hablar. - ¿Qué? No la entiendo. Disculpe - La señorita se fue, ¿porque tanto el interés? Yo que tu no me acercaría.- Por nada.- Mintió y cerró la puerta con cuidado. Estaba tan hambriento, que tuvo que comerse algo en la feria del centro comercial. - ¿Qué haces aquí, Hermano? Era Sam, su mejor amigo, que lo miraba como si le pasara algo. Él le explico lo sucedido, Sam se rio tanto que las personas que pasaban se le quedaban mirando como si estuviera loco. - Esa chica es imposible, es rara. De hecho estudia en la universidad de New York, la he visto varias veces. No se niega que es linda, se viste bien. - Genial . Danielle invito a Sam a comer algo, el estómago le rugía. Lleno de desespero, la comida le cayó pesada. Observaron a la multitud que entraba en un restaurante. - ¡Allí esta ella!- exclamo Sam conmovido.- tienes que decirle algo porque viene hacia nosotros. La emoción que tenía Danielle era tan evidente, que se sonrojo un poco. - Disculpe, en su mesa está mi celular. – ellos mismos ni se dieron cuenta que un IPhone estaba allí. Danielle


con la mano temblorosa se lo dio.- Gracias. Discúlpame por no haber aceptado tu ayuda con los libros.- una leve sonrisa en sus labios, un poco seca.- Sam, Nos vemos en clase. Adiós - ¿QUE? ¿Por qué NO ME DIJISTES NADA? - No sabía que te gustaba tanto. Pero te la dejo, no me gusta. En la noche helada, los padres de Danielle discutían. Y a lo lejos veía a Saideth tendida en la cama con varios periódicos encima. Pasaron unos días para el comienzo de una jornada un poco estresante: RUTINA DE ESTUDIAR Y TRABAJAR. Como los hermanos de Danielle, eran pequeños en cierto modo, tenía que llevarlos al colegio, con el auto de su madre.

Saideth iba en una Bicicleta, algo vieja y desgastada, conducía con tranquilidad. Se paró en un estacionamiento, donde estudiaban Michael, Chantui y Lenon. En segundos, el chico se bajó a toda velocidad, dejando a sus hermanos en el auto, y cuando se dio cuenta ya los tres se dirigían a su clase. - ¿Trabajas aquí?- Pregunto seguro de sí mismo. - No. Hago Pasantías.- con una voz diferente a la que había oído antes. – Y quien eres tú?.- Viéndolo con asombro. - La otra vez te vi con unos señores, en una tienda de antigüedades, y luego en la feria y te di tu celular. Y le


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dijiste a mi amigo que lo verías en la uní...- antes de que terminara la frase, no se concentró más que en sus ojos. Ella se quedó quieta, pensando que le pasara. Ohm! Estas confundido. No estudio en la universidad, ojala lo hiciera, será estupendo.- dijo en voz baja.Seguramente me confundiste, las antigüedades me fascinan pero no tengo ni siquiera para comprar todo eso. – dio un respiro.- ojala tenga celular y gente a mi alrededor. – añadió: Lo lamento, me tengo que ir. Te vi, en serio. No estoy loco, lo juro.- dijo nervioso todavía viendo sus ojos. No. Esa chica que vistes es una millonaria loca. ¡MUEVETE, MUJER!- Grito un señor alto con cara de rana. La muchacha nerviosa, se marchó detrás del señor. Dando pasos lentos y con la cabeza abajo.

Se quedó esperando a que la chica saliera de su trabajo, quería seguir hablando con ella, porque había algo que no le convencía y estaba intrigado. Las horas pasaron lentas, el sol se ocultaba. El frio espeso, era desagradable. Michael, Lenon y Chantui se fueron solos a casa, enfadados y molestos. Danielle se quedó dormido en la acera, recostándose del automóvil. Soñó cosas extrañas y oía una voz a lo lejos, dio un salto y ella estaba allí observándolo con pena. - ¿Qué estás haciendo? - Quería, ya sabes, verte.- contesto con entusiasmo, limpiándose la cara. - Vamos por un café, veo que no dormiste bien. El notaba algo diferente en ella, no parecía la misma. Su voz era dulce y tierna, y más amable.


Entraron a un cafetín, cercano al colegio. Estaba medio vacío, y se sentaron al final, arrinconados. - Dos latte, por favor. Con galletas de chocolate- le indicaba al mesero. - Aun no lo entiendo. No estoy loco, pero te vi con esas personas. - Ciertamente. Era yo. No hablo mucho con nadie y sé que estarás confundido al distorsionarte un poco. – trago saliva y continúo: Son mis padrinos, vivo con ellos desde que tenía 4 años, mis padres fallecieron, tenían cáncer en la piel y murieron juntos.- el mesonero les había traído los lattes. .- romántico, ¿no lo crees?, luego me criaron, son estupendos. No me gusta que me digan que soy millonaria ni nada de eso, de hecho soy simple, como todos. A juzgar por las apariencias, siempre es bueno ser humilde.- tomo un sorbo de café y continúo: a veces suelo ser antipática con los demás, me criaron así y así soy. Estudio en donde tu amigo estudia, a decir verdad casi nadie se me acerca, piensan que soy rara y eso. Te mentí, porque en la escuela donde doy talleres, nadie sabe lo que te dije, convencí a mis padrinos para trabajar y ganarme la vida haciendo algo útil, no es necesario trabajar me dijeron, pero no podía estar tanto tiempo encerrada o estar con gente de clase alta. El prestigio es bueno, conoces gente famosa y te tratan bien. .pidió otro café aún más grande y a Dani también se lo pidió. .- Mis padres me heredaron muchas cosas. Te preguntaras porque te comento esto, cierta persona me dijo que me veías desde tu casa y que me perseguías a menudo.- soltó una carcajada natural y este se puso más rojo de lo que estaba.-


- No tengo nada que decir en mi defensa, solo quería conocerte. E invitarte a algún sitio. - Voy esta semana a parís, tengo que arreglar algunas cosas, y me voy de vacaciones a mi país. - ¿TU PAIS? Pensé que eras americana- dijo con asombro. - Sí. Soy de Noruega. Por eso la palidez. – comento con alegría.- sal con otras chicas, y diviértete. Casi nunca estoy en new york, viajo mucho. Danielle sintió como si apuñalaran su estómago, se bebió todo el café de un solo sorbo y por fin hablo: -

Está Bien. ¿Te llevo a tu casa? No. Tengo mi auto. Y ¿por cierto tu nombre es? Soy Danielle.- dijo estrechándole la mano. Soy Saideth. Un poco extraño pero me gusta. Cuídate, se hace tarde.

Esa noche no durmió, pensando en todo lo que le dijo. Su madre estaba tan histérica que no hacía más que quejarse de todo. Su padre sin embargo, solía salir todas las noches y llegaba en la madrugada. Muerto de sed, salió de su habitación, y fue directo a la cocina. - No te interesan tus hijos, Jam. No eras así. - Me interesan más que a ti, Lauryn. Deja de inventar cosas. - Eres un Insolente y Sucio. No esperaba más de ti. Eres de lo Peor. Jam no le hizo caso, y fue a la cocina. Danielle yacía comiendo de todo y tomando agua como si llegara de un desierto.


Sin decir nada, fregó todo lo que ensucio, su padre se arrancaba los pelos del cabello con angustia y rabia. Lauryn gritaba como loca, maldiciendo a Jam de todo. Es culpa tuya que Dani esta así, es culpa tuya que tus hijos no te quieran, no haces más que irte a festejar con tus amigas, seguramente tienes otra mujer. - ¡MALDITO, ERES UN MALDITO! – Gritaba más fuerte. – eres un mujeriego de segunda, por eso has estado bajando de peso, por eso llegas tarde. Nadie había visto así a Lauryn, Lenon se encontraba en la escalera, estupefacto, sollozaba. Michael estaba dormido, ni una música a todo volumen le impedía seguir durmiendo. Chantui al lado de Lenon lloraba con intensidad. Sus papas, parecían perros y gatos, discutían cada noche, cada madrugada, temprano por la mañana, en la tarde, era horrible como una pesadilla. Danielle seguía viendo a Saideth, cuando llegaba de viaje, la trataba más como una amiga. - He pensado mudarme de allí, ya no aguanto. Me llevare a los chicos. – decía. - No lo sé, es demasiada responsabilidad. Calma, todo estará bien.- Dijo positivamente Saideth que intentaba leer un artículo de periódicos sobre la familia. La casa de Saideth era el triple de grande, tenia de todo. Mesa de billar, Piscina, Bolwing, Cancha de Tenis Mini, Comedor grande, cocina grande, 5 Pisos. - ¿Por qué tan grande? Es exagerado. Solo viven ustedes tres nada mas.- asombrado de ver tantas cosas.- No es Necesario.- Opino.


- No, te equivocas. Vivimos más gente. - ¿Quiénes? - Los hijos de mis padrinos, Marshall, Annie y Basie. Dijo al ver la cara que ponía Danielle. – y Bueno esta la habitación de huéspedes, que parece una Suite. - Pero todavía sobra espacio, 6 habitaciones es pequeño. – Miro como si ella ocultaba algo que no quería decirlo, como un secreto quizás. - No te he comentado que pronto me mudare de aquí. – dijo con alegría, dándole un vaso con helado. - ¿Y eso? Aquí prácticamente tienes todo. No dijo más nada. Se sentaron en la sala. El silencio perturbaba por toda la sala. Las puertas se abrieron de golpe, eran Marshall y Annie. Miraron con asco a Danielle, como si fuera una bolsa de basura. Susurraban algo y luego lo miraban riéndose. - Nunca tendrás la oportunidad de ser algo más que amigo con mi querida hermana, Bobo.- Dijo Marshall en voz Alta. - Sí. Creo que aún no se lo has dicho. Pues bien, te diremos nosotros entonces.- Añadió Annie con voz maléfica. Antes de que abrieran nuevamente la boca, aparecieron los padrinos y Basie, un niño pequeño, muy tierno y llevaba varios carros en una bolsa. Marshall era el mayor de los hijos, un chico poco común, simpático y agradable. Solo que no quería ver de cerca de Danielle. Annie pecosa, cabello ondulado y rojizo. Todos en esa familia eran rojizos, menos Saideth, que era blanca como la nieve, y el cabello de negro intenso, ojos miel.


Le hizo señas y el mismo salió de allí, antes de que lo golpearan o le hicieran sentir mal. Lauryn había salido, dejando solos a los chicos. Al entrar había dejado una nota en un papel desplegable color crema. Y decía: Queridos Hijos:

Me alejo de ustedes, por la sencilla razón de no soportar a tu padre. Estarán bien con él. Lauryn. P.S: LOS AMO MUCHO. CUIDENSE Rompió inmediatamente la carta, tirándola al fuego de la chimenea. El enojo hizo que rompiera sin querer una muñeca de porcelana, todos los vidrios se esparcieron por toda la sala, causando mucho ruido. Lloraba tanto que no podía contenerlo. - ¿Qué está pasando aquí? Ah…- era el padre de Danielle que acaba de entrar a la casa, viendo rota la muñeca de porcelana, y a sus hijos tendidos en el sofá llorando.- No era gran cosa esa muñeca, menos mal que se partió. – no comprendía en realidad porque estaban sintiéndose así, dejo el maletín encima de la mesa del comedor y fue hasta ellos. Los tres hablaban al mismo tiempo, hasta que Jam, los interrogo a cada uno, para que explicara lo sucedido. Dani señalo la chimenea, diciendo que había tirado la carta que le escribió su madre hecha trizas, opino que no era injusto lo que hacía y por lo tanto afectaba mucho.


Si no sentía afecto por su madre, ¿para qué sentirse así?. ¿ Porque los iba a dejar por una estupidez? ¿ Acaso ellos tenían la culpa de lo que ocurría en su matrimonio?, ¿ Sentir vergüenza por abandonar a sus hijos? ¿Orgullo? ¿causa dolor? ¿Euforia? ¿Tristeza? Si los amaba ¿para que se iba?. Tantas preguntas, Pocas Respuestas. Al fin y al cabo no era tan malo. No había Gritos, Ni escándalos, Ni ruidos. Ni quejas ni reclamos. Toda decisión, causa un problema. Danielle tenía que trabajar y estudiar al mismo tiempo, Los Chicos estaban en actividades aparte del colegio, y como quedaban lejos, alguno tenía que llevarlos. Los fines de semana, eran los únicos días en que estaban libres. En la semana, un caos. Limpiar, Lavar, Cocinar, Sin compromisos con nadie. Por otro lado, Saideth se había ido. Sin dejar notas ni rastro. Hasta que un día, al salir de la entrada para buscar en el buzón, varias cartas estaban allí, envueltas en sobres de colores y al final del buzón yacían varios obsequios pequeños envueltos con papel de seda. Durante una fracción de segundo, se quedó mirando cada una de las cartas, todas decían para mi amigo dan. Se alegró un poco al saber que no se olvidó de él y que era importante. Fue corriendo a su habitación, su padre se quedó impresionado, porque nunca había visto a su hijo actuar de esa manera. La Primera que selecciono decía:


Para Dan: Primero quiero pedirte disculpas por no haberte avisado, creo que fue muy descortés de mi parte. Noruega hace más frio de lo que imagine, me hubiera encantado que vinieras. Fascinante es poder sentirme en casa de nuevo y recordar muchas cosas que había olvidado. Espero que todo esté bien, por favor escríbeme. Te envió cartas porque no tengo otro medio. Saideth. Abrió el segundo sobre que contenía dos cartas, una la dejo sobre la mesita y leyó la otra:

Mi dan, ha sido un placer haberte conocido. Eres una persona interesante. Todo está bien por aquí, mis padrinos han estado intensos últimamente, Annie está embarazada y eso les ha causado pánico y estrés. Supongo que no tomo precauciones. Ellos se van para new york, la semana próxima. No les gusta mucho noruega, dicen que el frio les congela el cerebro. Jajaja. Un poco gracioso. Estoy intentando montar un negocio, no se cual es. hice una nivelación en la universidad, es más corta que allá. Necesito contarte un montón de cosas, dan. Escríbeme. Un beso, Saideth. Conmovido por la carta, agarro la otra y la leyó:

Dan, no sé qué pasa con los correos. Ojala hayas recibido mis cartas. Paso algo que quizás nadie me lo perdona. Estuve con alguien, y estoy embarazada. Por consecuencia me dejo y ando más sola que nunca. Mis padrinos no me dirigen la


palabra, todo se echó para atrás. Mi futuro, mi vida, todo. Nunca imagine sentirme así tan desgastada. Lloro todos los días, te necesito más que a nadie. Me siento como una cucaracha. La universidad me exige demasiado y ando como loca. No puedo trabajar porque no lo permiten, casi vivo del sustento de mi familia, lo que he heredado lo vendí todo. Estoy a punto de comprarme un apartamento. Necesito verte, dan. Te extraño. Besos, Saideth A Danielle se le salieron las lágrimas, cuando en seguida vio unos boletos que se habían caído a propósito.

Mi hermana te necesita, Danielle. Compre estos boletos para que la visites. Marshall James. Hubo un silencio aterrador. No paraba de sudar y sudar, abrió las ventanas para que entrara frio. Las cartas encima de la cama, la ropa echa un desastre. Hasta que se quedó dormido, sin sentir nada, el cansancio se desvaneció. Soñaba que él era el padre de la criatura, y que todo estaba bien. Luego soñó que se dirigía hasta noruega, pero ella no se encontraba. Y un montón de sueños locos y confusos. El vuelo salía a las 13:00 Horas, del domingo. Ese día la emoción le corría por las venas. Preparo su maleta con ayuda de los trillizos, metiendo su ropa, aseo personal y obsequios para él bebe. Jam, lo llevo al aeropuerto en conjunto con los trillizos.


- Me llamas cuando llegues, Hijo.- Dijo Jam, estrujándose la nariz por una irritación. - Nos traes algo, hermano. –Dijeron los tres al mismo tiempo. Cerrando la puerta. El viaje a noruega es extenso, incluso se hace escalas para llegar al destino. Noruega está conectado con Europa por vía férrea. Hay dos rutas principales a Suecia con trenes diurnos y nocturnos desde Estocolmo. Sin embargo en la compañía de aeropuertos llegaba justo hasta Oslo, que es la Capital de Noruega. Así que Danielle no tenía que hacer escalas. Tantas horas le hacían perder la paciencia. Danielle no tuvo otro remedio que dormirse. El Piloto había anunciado que no habían llegado todavía. Nunca había salido de los estados unidos, su madre no los llevaba ni a él ni a sus hermanos a sus viajes de negocio o de ocio con su padre. Se limitó a sentirse pésimo por ese hecho, si su madre se había ido no era culpa suya. Y sin recordar todas aquellas peleas inútiles que frecuentemente ocurría. Durante ese tiempo sabia poco de su existencia. Mientras que la armonía reinaba en la casa. Su padre cambio de trabajo, más cómodo, agradable, sueldo bien remunerado. Lo asignaron ser Jefe de un pequeño departamento, a su cargo 5 empleados, personas capacitadas y profesionales, jóvenes apenas graduados de la universidad. Ese departamento pronto se convirtió en algo más grande. Muchos problemas trascurrieron, el tomo la decisión de abandonarlo. Construyo su propio negocio, un restaurante


pequeño, sin muchas sillas, espacioso a pesar de la limitación de tamaño. Danielle se despertó de un salto. Su compañero de al lado roncaba de una manera descomunal, y le caía baba de su boca. Asco pensó dan, al observar como la baba gruesa caía en sus pantalones. Su olor era tan desagradable, que no provocaba respirar. Si eso era lujo, prefirió aguantárselo. El hombre más feo del planeta, vestido con una bata vieja y sucia, parecía árabe. Danielle llamo a la azafata rápidamente, para indicarle que no soportaba el olor de aquel individuo. Solo rio y lo invito a levantarse para dirigirlo a otro asiento, sin ninguna persona que estuviera roncándole y echándole babas encima. Gruño con el ojo a la chica y esta se ruborizo. Volvió a caer en un sueño, esta vez más profundo, era como dormir en un sofá lleno de almohadas, calientito, acurrucado como un bebe. Seguía escuchando los ronquidos del hombre, y todos se despertaron molestos. Si era lujoso para que calárselo. Por el cambio de Hora, no sabía qué hora era. Miro el pequeño televisor táctil, e indicaba la hora exacta. Faltaba poco. Se acercó a la ventana para mirar de cerca, el avión descendía lentamente, en picada. El corazón se le acelero. No para darle un ataque, sino la emoción lo absorbía. El Piloto hablo en noruego, Danielle no entendió absolutamente nada. Tuvo que pedir a una persona del puesto del frente que le tradujera lo que escucho.


- Gracias. – Dijo Danielle a una señora, que su expresión era rara. Cuando salió del aeropuerto, lo esperaba un taxi. El señor tenía un cartel que decía Danielle, escrito en marcador fino, perfectamente. Se sorprendió, porque siempre se lo escribían mal. No dijo nada, puesto que esperaba a que hablara. El señor cortésmente le hizo una seña para que subiera al auto. Él se quedó inmóvil como una piedra, no confiaba mucho. - Buenas Tardes, Señor. – su inglés con acento británico y ligado con noruego.- Señor, lo llevare a su destino. La Señorita lo espera en su casa. - Gracias.¡UN TAXI! Pensó en voz baja. Auto restaurado, con aire acondicionado. Asientos de cuero, Mercedes Benz. ¿ Cómo se enteró que él iba a visitarla? ¿ Porque No vino ella? Una calle estrecha, y a la derecha un montón de casitas adornadas con una espesa nieve. Se puso tan pálido, que el cambio de horario le había afectado un poco. Mareado se tumbó en los asientos. El Chofer no se dio cuenta. Aun inconsciente, no lograba abrir los ojos. Completamente mareado, sin nadie que lo ayudara. El chofer iba a alta velocidad que este ni se enteró. Yacía en el suelo del automóvil, boca abajo.


Al abrir los ojos, se encontraba en una habitación colorida, una cama King cómoda, y varias almohadas a su lado. La habitación era espaciosa, un poco antigua por la forma en como estaban las ventanas. Y las lámparas de araña cristal amarillento. Miro alrededor y comprobó en un instante que había tenido un sueño, un sueño donde iba a noruega y viajaba para ver al amor de su vida. Ese sueño era realidad, noruega hacia mucho frio y seguramente estaba en casa de ella. No veía señales por ningún lado, duro varias horas mirando el techo. ¿Será que ella no se encontraba allí? ¿Quizás fue una mala jugada por parte de su hermana quien le había dado los pasajes y era una trampa de mal gusto? Se volvió a dormir. Sintió que alguien lo estaba tocando, que decía su nombre una y otra vez. - Esta inconsciente, madre. Suda mucho, eso me preocupa.- decía una voz familiar. - Tranquila, dejaremos que descanse un poco más. – la voz de la mujer sonaba melodiosa, una voz agradable y fina. – se pondrá bien, ya sabes que este cambio de horario debió de afectarlo un poco.- añadió al cerrar la puerta, para que ambas mujeres salieran del cuarto. Al cabo de unas horas, Danielle se levantó, ya se sentía un poco mejor, tenía muchísima sed, y hambre. Pensó que estaba en su casa y su madre le tenía el desayuno listo, pero no era así. Su madre los había abandonado, Lauryn tenía otra vida lejos de ellos, y su padre asumió el cargo de madre-padre.


Cuando se levantó por fin de la cama, noto que tenía una pijama azul y unas medias cómodas, que mantenían sus pies calientes. ¿Qué demonios es esto? ¿Dónde estoy? Se dijo así mismo. Abrió las cortinas para comprobar, la nieve espesa caía sobre el suelo, todo estaba lleno de nieve. Y el frio tenso. Cerro de golpe las ventanas. En eso la puerta se abrió, una muchacha de cabello rojizo llevaba una bandeja con pan y huevos fritos, un vaso con un líquido extraño. - Ten, tu desayuno.- la niña tendría unos 12 años, le dejo la bandeja en su cama y salió corriendo, dejando la puerta entreabierta. ¿Dónde estoy? Pensó en voz alta, al ver la bandeja llena de alimentos. Aparte de comida, frutas extrañas y una jarra llena de jugo de naranja. - Supuse que te despertarías en cualquier momentoUna chica igual de Pelirroja que la niña. Pecas por toda la cara. - ¿Quién eres tú?- fue lo que llego a preguntar. La chica extremadamente hermosa y guapa, lo miraba con pasión. - ¿QUEEEE? No sabes quién soy. – la chica se cruzó los brazos e intento no mirarlo. - Disculpa, pero en realidad no sé quién eres ni en donde estoy, y porque estoy en esta casa. – le explico que iba a visitar a su amiga y un chofer lo busco en el aeropuerto, luego se mareo y de allí no supo más nada. - Te refieres a mi cuñada. Se encuentra abajo.


- ¿Cuñada? ¿A qué te refieres con eso? Hizo un gesto como si no entendiera lo que está diciendo. - Se va a casar. Su prometido es mi hermano. Sé que tienes muchas preguntas y te las responderé. Resulta que te desmayaste en el auto y cuando llegaste aquí estas sudando y pálido. Mi hermano te trajo a esta habitación, vino un doctor y te reviso para ver que tenías. – hizo una pausa y añadió: Lo lamento muchísimo- se disculpó por enésima vez. - Voy a dar un paseo.- cerró la puerta y fue caminando al vestíbulo, no quería encontrársela porque el dolor podría ser causante de una enfermedad de corazón, no soportaba nada de lo que veía en los preparativos. Toda la sala estaba llena de flores, manteles, sillas, telas, mucha gente alrededor organizando, otros gritando y otros tomando café o cerveza. Salió por la puerta trasera para que nadie lo notara, sin embargo cuando había pasado por aquella sala desordenada nadie se percató de que el paso por allí Noto que había varias casas coloridas, llenas de nieve. El Frio era tan fuerte, que sintió que le llegaba a la cabeza. El suelo estaba muy húmedo. Siguió caminando despacio y cabizbajo. No sabía hacia donde se dirigía pero en algún momento descubriría. Llego a un pequeño cafetín donde había poca gente, se sentó en una de las mesas. La mesonera le dijo algo, pero él no entendió nada, molesta lo miro feo y fue a limpiar otras mesas. Dio un pequeño vistazo, no era el mejor cafetín del mundo, un poco pintoresco y las sillas antiguas. Un cuadro de un hombre


barbudo y de cabello lacio pelirrojo, sentado en una butaca marrón y sonriendo alegremente. Tenía sed, hambre, rabia, le dolía un poco la cabeza, y al ver a gente con su chocolate caliente, el olor se le iba por los poros. Una persona se sentó junto a él en la mesa, la mesonera volvió y le pregunto educadamente que quería, esta le respondió dos chocolates calientes con galletas de chocolate y varios croissant, y pastelitos de hojaldre con queso crema y espinaca. - Gracias. – contesto la chica ambiente y la mesonera se retiró.- Danielle te estaba siguiendo porque por lo visto estas perdido. – el chico no la oía estaba concentrado viendo un periódico antiguo y un poco viejo, olía a moho y a ropa vieja. Contemplaba una fotografía de una catedral de Oslo muy bella, a blanco y negro. Se preguntaba si podía ir allá aunque no supiera como regresar después. Dejo el periódico encima y miro a la chica desconcertado.- Soy Emily, estudiamos juntos. - Ah! No te vi, lo siento. ¿Qué haces aquí en noruega? - Vivo aquí desde hace 9 años, me mude con mi mama y mi hermana. Lo mismo te pregunto a ti- sonriente la muchacha tiro el periódico viejo a la basura- No lo necesitas. Si quieres saber sobre el turismo aquí te puedo llevar a varios sitios, ese periódico es muy viejo. – al ver que el chico se lamentaba por haberle tirado su periódico añadió: Te conseguiré uno. No te preocupes. Y entonces ¿ qué haces aquí en Oslo? Danielle no dijo nada, tenía tanta hambre que los croissant se los comió todos. Emily no decía nada tampoco, el largo silencio se vio interrumpido cuando dan hablo:


- Vine a visitar a una amiga. - Si claro. Un hombre no viaja tantas horas para ver a una amiga. Es más que amiga si se puede decir así. – hizo una pausa: adivinare, te enteraste que tu querida chica se va a casar, como cosa rara decidiste caminar para calmar tu dolor.- lo decía tan cruel que Danielle se limitaba a escucharla.- se cómo te sientes, dan. No te culpo. Lo supe hace días y se suponía que éramos amigas. - ¿Ustedes Amigas? Eso es raro.- Dijo casi atragantándose una galleta - Si desde secundaria. Sus padres nos enseñaron muchas cosas, y cuando los perdió no volvió a ser la misma. Y si sabias que estaba comprometida ¿Para qué viniste a verla? - Me mando varias cartas, em. Estaba emocionado, y decidí viajar, su hermana me mando los boletos. – Em hizo un gesto de repugnancia. - Yo las escribí por ella. lo que no se es quien te mando los boletos, luego de esas cartas supongo que Marshall las escribió. Saideth perdió al niño que tenía en el vientre, no le dolió mucho que digamos, el prometido un príncipe o algo tiene influencia sobre Europa y por eso ella se va a casar con él. No obstante es reprobó que no te digiera la verdad. No me invito a su boda, según sus padrinos soy mala influencia para ella.- Dijo con un Hilo de voz - Conocí a sus dos hermanas, la del tal príncipe.- con tono depresivo.- no parecen de la realeza. Son un poco extrañas. - No es común que se vistan como civiles, sin duda ella se enamoró de el sin saber que era príncipe. Al Principio hablaba mucho de ti, te extrañaba. – Hizo


una pausa.- Eso no es amor, dan. Es interés, si lo ves desde mi punto de vista. Se tomó un sorbo de café latte, pensando que lo vería invisible al volver a esa casa. - Sé cómo te sientes. Haz durado mucho tiempo allí, no soy tan valiente como tú. Ese comentario le produjo gracia, se rio sin saber que entre los dientes tenia trocitos de galletas entrelazados. Em se rio, casi se le cae lo que tenía en la mano. Danielle fue al baño a lavarse la boca, mientras em esperaba leyendo un periódico que la mesera le acaba de obsequiar. El chico volvió con los dientes limpios. Seguía riéndose dentro de sí, evitando de nuevo el accidente ocurrido. Emily se introdujo en el periódico, cuando veía algo interesante se reía en voz baja. Una belleza de mujer que pocas veces dan había visto, era rara en su aspecto, y un tanto simpática al reírse, sonreía como si todo fuera maravilloso. Llevaba una cadena de oro con su nombre grabado en él, su cabello reluciente. Llevaba también una pulsera medio rara, con varios ojos de color negro escrutados en él. En la mano derecha su reloj, un poco antiguo y pequeño. Pasaba las páginas con suavidad, el papel del periódico era fino, delicado y tenía muchos colores en cada una de las páginas. Imágenes sorprendentes y reseñas de noticias durante la semana. Bostezaba con elegancia, termino de leer el periódico y lo guardo.


- Lo siento, no te vi llegar.- Con tono amable y Cortez.Es un periódico extraño y fascinante. Él todavía se fijaba en la pulsera con el montón de ojos. Estornudo tan fuerte que sintió que se le caían los dientes, él se volvió a reír con intensidad. - Bueno Danielle, tengo que regresar. ¿Sabes cómo regresar a esa casa? – El negó la cabeza, se le había olvidado que tenía que volver. El camino se le olvido y sintió remordimiento. - Buscare mis cosas y me iré. No creo que soporte estar allí tanto, me duele mucho.Em le explico la dirección exacta y precisa, tanto así que le dibujo un croquis perfecto y este no se perdió. Las personas seguían decorando, amontonadas como sardinas en lata. Fue directo a la habitación, con calma empezó a recoger todas sus cosas. El maletín estaba intacto, solo saco sus zapatos, que los puso nuevamente en la maleta. El pequeño bolsito lo metió allí también. En ese instante, la puerta se abrió y estaba plantada la misma Saideth con un vestido en mano. - ¿Qué estás haciendo?- Pregunto sorprendida, él pensó que quizás había ensayado esa pregunta tantas veces que le pareció falsa de su parte. No dijo nada, cogió la maleta y la echo andar, viendo sus ojos verdosos y se fue. - Espera. ¿ Porque te vas? - Duele verte. Lo importante es que seas feliz.


- ¿ De qué hablas?.- dijo ella sorprendida por la respuesta. - Olvídalo, ya no importa. - Dan espera por favor. El chico no la escucho y ya iba por una calle desierta, tratando de ver por dónde ir. - Quiero decirte algo que no sabes.- la chica se detuvo, estaba un poco cansada. Y luego de unos segundos dijo: la persona a la que buscas no está aquí. - ¿ COMO DICES? .- Hablo un poco fuerte.- eres tú, porque te haces la difícil ahora. No mientas - Soy su hermana gemela. Te contestare cualquier pregunta que quieras saber. – - ¿ Dónde está? - En Alemania con su esposo. Se mudó hace meses. Danielle no sabía que decir, se quedó atónico. Sus ojos mostraban tristeza y un tiempo perdido. Em lo invito a tomarse un trago en su casa. - Gracias por la Invitación, pero no estoy de humor para ir, em. En serio. – No quería rechazarla, sin embargo su dolor continuaba y tarde o temprano tenía que olvidarse de ella como sea. - Vamos Dan. Vienen unos amigos, necesitas divertirte, tomarte un tiempo.- Necesito irme a mi casa, lo más pronto posible.Em se decepciono y no tuvo otro remedio que acompañarlo hasta aeropuerto Dan y Emily llegaron justo a tiempo, para que el tomara el vuelo directo a New York.


Emily se despidió con tristeza y le dijo: - Te Mereces lo mejor, dan. - ella lo abrazo y él se marchó. Es increíble como todo va cambiando, y sin duda se veía obligado a guardar silencio y no contar aquella experiencia que por primera vez lo destrozara tanto. ¿Qué era todo eso que le escribió en aquellas cartas tan apasionadas? O ¿Acaso jugaba de nuevo con sus sentimientos? Quizás sería mejor abandonar la vida y llegar a la muerte. ¿Por alguien? Pensó, No lo creo. En el avión, estaba lleno. La mayoría eran extranjeros que sus vacaciones fueron un éxito, y los demás altos ejecutivos cuyos negocios pudieron darse y otros no. Dan pensaba en Emily de manera particular, hubiera aceptado un trago en su casa y estaría divirtiéndose. Llamo a su padre para decirle que llegaría pronto, él lo esperaría allí junto a sus hermanos.

Una vida vacía, una vida sin amor es como un beso sin amor, un beso sin esperanza junto a una vida. Quizás un poco exagerado, pero dan se sentía inútil, y nada de lo que pueda hacer no es en vano. La realidad lo llevaba a convertirse en un demente, porque no encontraba forma ni manera de hallarla y decirle que la ama tanto que duele.


Si él consideraba ser demente, no hubiese tenido educación. De que serviría eso y su propia madre lo abandono y no le dio la educación que se merece, ni consejos de madre sobre el amor. ¿y el papa qué? Es un hombre y de repente sabe de sentimientos, a el mismo el rompieron el corazón y no tuvo la valentía de ir hacia su ex esposa y decirle que regrese. ¿Entonces, quien le podría decir que hacer ante semejante situación? ¿Quién de su familia, si a ninguno le hablase? Durante el retorno a New York, dan se sentía mucho peor, y dudaba que algún día la encontrara. A su lado se sentó una señorita peculiar, pelirroja con pecas, una belleza natural. Ella le sonrió y el hizo un gesto de agrado. Su encanto podría enamorar a todo el que se le tropezara. Sonreía como un ángel. De tantos pensamientos, dan no se fijó quien era la persona que estaba junto a él. Llevaba varios bolsos de diferentes colores, y una gran cartera de maquillaje y artículos de belleza, el supuso que era modelo o algo por el estilo. No hallo la forma de decirle, sin embargo no quería desilusionarse más con ninguna mujer hasta que allá superado todo lo que el amor de su vida le hizo. La azafata le llevo un tarro de nutella mediano, con varias galletas de soda y una botella de agua. Lo agarro y empezó a untar las galletas con el chocolate. - Luces triste. Sé que no es de mi incumbencia pero no me gusta ver a las personas así. – dijo con una dulce voz, y seguía comiendo galletas. - No es nada.- Respondió el, buscando su dispositivo móvil en su bolso.


- Me pareces familiar.- puso cara de sorprendida y siguió untando el chocolate con galleta.- Creo que estudiamos juntos, verdad?- él se asustó tanto, que fue directo al baño, como haciendo que se iba a cambiar, antes de llegar a su destino. Para mala suerte de él, el baño estaba ocupado. Se sentó en una butaca cerca, se puso las manos en la cabeza y respiro hondo por varios segundos. Para su suerte, la señorita se cambió de puesto y se puso a besar a un completo extraño, apasionadamente. Nada podía ser más raro, y más delirante que eso. Cuando retorno a su puesto, porque la persona no había desocupado el baño para fingir cambiarse y que la loca se quedara sola. Emocionante cuando no tiene a nadie que lo fastidiara ni le digiera nada. Lo emocionante no duro tanto como quería. Una chica se sentó a su lado, llorando en silencio y las lágrimas le rebosaban en todo su rostro. - ¿ Porque una mujer tan bella, llora?- Dijo Naturalmente, con su voz sexy y tímida. - Soy la única a la que engañan.- tomo un sorbo de agua de la botella de la loca. Se secó las lágrimas poco a poco. Sus ojos hinchados y rojos. - No eres la única persona, yo viaje para nada. – El piloto indico que faltaba menos de una hora para llegar. Miro por la ventanilla, montones de nubes blancas, y un cielo de colores hermosos. El aroma de la chica, la atraía más, su piel suave y esponjosa, su cabello canela con rizos definidos. Su boca


ardiente y con poco color. Los ojos más hermosos que él había visto, brillantes y de color miel. No dejaba de mirarla, una belleza delante de él. Su corazón le latía tanto que no podía detenerlo. - ¿Cuál es tu nombre?- Pregunto ella con un hilo de voz - Danielle.- el seguía mirando hacia la ventana, imaginándose un mundo diferente. El avión aterrizo enseguida. La chica se bajó de allí, y una señora la esperaba ansiosamente. - Dan. Estamos aquí- Grito Chantui. Su padre lucia cansado, mas canoso. Sus hermanos crecieron unos centímetros. Como era solo una maleta y un bolso, dan lo podía llevar tranquilamente. Cerca del carro, una mujer estaba allí dentro. Parecía una muñeca. - ¿Esa mujer quien es, papa?- Pregunto a dan al ver que la mujer se limaba las uñas y se echaba esmalte. - Mi Esposa. Luego te explico, hijo. – haciéndole una seña para que sea cortes con ella. La chica a la que dan conoció, caminaba sola hacia la estación de taxi. Seguía lagrimando, con unos audífonos en sus oídos. No le pregunte como se llamaba- Pensó con detenimiento mirando feo a la nueva esposa de papa. La mujer no parecía mala persona, su aspecto y su vestimenta la hacían humilde.


Dan lo menos que deseaba era que no le preguntaran absolutamente nada sobre su viaje a Noruega. Bastante doloroso y mucho sufrimiento. Su viaje a pesar de lo malo, fue interesante. Y le dio una lección de vida. Entre su cartera, mientras hojeaba todos sus documentos, vio una foto que alguien le había puesto allí, y aparte tenía una nota. De ser curioso como su padre, la ley para sí, mientras estos charlaban y parloteaban sobre un almuerzo especial para dan. La nota decía: “Hola Dan. Es Saideth, lamento todo lo que sucedió con el viaje. Mi hermana es un poco exagerada, y bueno generalmente no quería decírtelo así tan franca como es ella. mis cartas eran verdaderas. Sé que no tuve la oportunidad de decírtelo personalmente. Te echo mucho de menos, y hoy me alegraste el día. No sé si me reconociste o no, sin duda al verte mi corazón volvió a funcionar. Me desaparecí inmediatamente que te vi con tu familia, los escándalos no me gustan. Sabes que soy un poco precavida en eso. Sé que no me llegaste a conocer, y dentro de mí me duele. Voy camino a Nueva Zelanda, si me vistes agarrando un taxi, fue un parapeto, mi vuelo sale esta noche. Por favor no rompas esta foto, es la única que salgo bien.

Si lo piensas de ese modo, no soy cruel. La vida me ha dado oportunidades que no la puedo despreciar. Me he casado con un hombre maravilloso, y tenemos un hijo estupendo.


¿Porque nuestro destino no es estar juntos? ¿Tendría que ser así? No lo sé. Pero hoy me alegraste el día. Mi llanto en el avión no fue en vano, mi primer hijo falleció ayer, y mi dolor y mi pena no pueden más con mi cuerpo. Ese hijo estupendo era el, todavía seguiré llorando por él y no me cansare de hacerlo. De hecho era igual a ti, mismo carácter, rebelde y sin vergüenza. Dan, me tengo que despedir. Espero volver a verte de nuevo.”

Besos Saideth.

Al terminar de leer la carta y ver la foto, la doblo por la mitad y la guardo. Sus lágrimas rebosaban todo su pantalón. Nadie se percató de que él estaba sollozando en silencio. Su belleza no se compara con nada-pensó sonriendo y viendo la foto de ella, en Noruega. Los días, meses, años volaron rápidamente. Dan consiguió trabajo en el cual tenía más de 5 años allí.

Ella le escribía todos los años, cada mes recibía una carta suya. Saideth contemplaba el océano, como las olas alcanzaban su mayor altura. Luego de haberse mudado a Sídney, su vida cambio y dio un giro.


- Es hermoso este lugar, cariño. – Dijo su mama sentaba en un sillón cómodo y con los pies en una ponchera. - Sí. Lástima que mi padre no pueda verlo. Es muy trabajador después de todo. - Igual que tú. Pero estas pendiente de tu madre y eso me alegra. Ahora cuéntame que sucedió con el chico de las cartas. Le has escrito todo este tiempo. Cuando lo vas a ver. Y no me digas que te gustaría volverte a enamorar. - Bah! Solo es una amistad madre, además no puedo dejarte sola sin tener el presentimiento de que te suceda algo y te coma la soledad.- dijo sarcásticamente y la madre quería sonsacarle más información. Algunos barcos zarpaban con rapidez, otros desembarcaban trayendo nuevos productos pesqueros. La madre de Saideth, ya estaba a punto de cumplir sus 70 años, se veía joven y atractiva. Con experiencia en el arte culinario y costura. La herencia de su madre, la abuela de Saideth, dejo varios restaurantes de alta cocina en quiebra y fue ella quien siguió el negocio familiar. Su padre por otro lado, ingeniero civil e infante de la marina, una persona que vivió las guerras y participo. Estando consciente de todo el acontecimiento histórico de Alemania. La suerte de tener dos grandes hijas, y cuatro varones. Dan se había confundido y le habían mentido sobre la vida de ella.


Una casa bien situada, vista panorámica del mar y océano. Ella bajaba todos los meses, al buzón. Tenía como dos días que no se presentó allí, y el mismo cartero se las llevó a su casa. La caligrafía de dan, mejoro un poco. Escribía pausado y entendible. Varias gotas de lágrimas se veían invisibles y ella se sintió un poco mal. La primera envuelta en un pergamino antiguo y con un obsequio adentro. Sonrió y se echó en el sofá, dejando a su madre sola.

Genial. Te mudaste de nuevo. Me parece irónico que no vinieras aquí a new york a visitarme. Está todo muy tranquilo. Ando un poco confundido por los momentos, siempre supe que tenías una vida diferente. Espero estés bien. No soy un hombre de muchas palabras, me cuesta un poco. Saludos. Danielle.

Las demás cartas eran más cortas, y su decepción no valió la pena. La distancia rompe corazones y ambos sabían lo mucho que se amaban sin haberse conocido del todo. Las costumbres y deseos permanecían aisladas, nadie sabía lo que el otro quería, su emoción por cumplir promesas que


nunca las iba a hacer, y la realidad de no poder estar cerca y tolerarse por lo menos. Arrugo la frente, y tiro las cartas en el fuego de la chimenea. Dan le volvió a escribir, y viendo la nota era más larga de lo que parecía.

Espero que estés bien. Disculparme no es suficiente para mí, si solo me digieras donde vives y te buscaría. No sé porque empezó este amor por ti, no se necesita tiempo para conocerte, porque ya siento que te conozco. Dentro de mi hay esperanzas, pero no las veo de parte de ti. No quiero entrometerme con tu matrimonio y mucho menos sentirte culpable por algo que no has hecho. Hay que sincerarnos con todo esto. No soy muy bueno escribiendo, soy un hombre de palabras, de realidades. Me mude a Italia, me salió un negocio y ando viviendo aquí con mis hermanos. Mi padre aún vive en new york, siempre me pregunta por ti. Mi madrastra esta con él, piensan quedarse allí. Solo deseo que me digas la verdad, solo eso es lo que espero. No sufro más por ti y lo sabes, me rendí hace años. no pretendo pasar el resto de mis días, esperando una carta tuya o tu esperando una mía. Cuando no hay remedio en esta enfermedad. Sé que no lo vas a dejar por mí. Saludos Danielle.


El esposo de Saideth, la miraba con enojo. - Ese amigo tuyo es raro.- fue lo que alcanzo a oír ella. Otra tragedia cayó ante ellos, el esposo Hazle, en un intento de salvarla, murió de un infarto cuando llego al hospital. Ella quedo gravemente herida, dan recibió la carta dos días después, nadie sabía dónde vivía, por fortuna consiguió su dirección. Y salió inmediatamente a Sídney con sus hermanos. Su conciencia estaba perfecta, pero sus recuerdos desaparecieron. El accidente empeoro la situación financiera de la familia. Tuvo que llamar varias veces, para que le contestaran y el poder justo a tiempo ir al hospital. Su madre reconoció a dan, por el aspecto. Siempre se vestía igual y lo recordaba por la foto que Saideth tenía en su armario. Montones de enfermeras en la habitación de ella, resucitándola. Parte de su intelecto se desapareció, es como si estuviera naciendo. Empezó a respirar y respirar. Fue el momento en que la chequearon para ver cómo estaba. Le dieron una aspirina para que pudiera descansar. Casi sin hablar, dan se quedó afuera esperando. Las horas del viaje sin poder dormir, su cuerpo no aguantaba. Necesitaba dormir también.


El cielo azul y rojo, mezclados ambos colores, lucían inolvidables. Los padres ya ancianos, murieron luego de haber salido del hospital en el carro que alquilo Danielle. La miseria, el dolor, más sufrimiento y desilusión. Sus tumbas juntas, como ellos lo querían. Grabados sus nombres, fecha de nacimiento y fecha de fallecimiento. Saideth se quedó a mirar las tumbas de sus papas, llorando a viva voz, dejo unas flores rosas y rojas como especie de arco. Mucha gente estuvo presente, ella no le interesaba nadie. Y es difícil imaginar cómo estaría su corazón de destrozado. Dan había ayudado mucho a sus hermanos, Junto con Lenon y Chantui. Los recursos monetarios y la herencia, no están tan mal. Los restaurantes se recuperan en varios meses y el negocio comenzaba a dar frutos. La lapida, hermosa y resistente. Aún estaba mal, por el accidente. Hazel no era el mejor esposo, pero la hacía feliz. En su testamento la nombro a ella y a su mama, dejando una parte de su herencia. La lapida de él, yacía al otro extremo. Se levantó cuidadosamente, y se volvió a sentar como lo hizo frente a sus papas. Te fuiste antes de tiempo.- pensó ella sonriendo. Paseo por todo el cementerio, y fue a visitar a su hijo querido, a quien le dio la bendición de ser madre. Lloro más que con los otros, la debilidad la hacía más sentimental.


Sus ojos hinchados y llenos de lágrimas, y su fe en que volvieran, era irremediable. Por más que llorase, dios no los devolvería. Casi estaba oscureciendo, y dan la vio desde lejos. Camino con nerviosismo pensando que no lo recordaría. Ver de nuevo al amor de tu vida en un funeral era como raro incluso menos romántico. Pero no importase la ocasión él quería verla desde hace mucho tiempo, deseando estar allí con ella. Dan había engordado un poco, o mejor dicho le salió barriga. Sin embargo seguía siendo atractivo. - Lo lamento mucho.- dijo sin tener otras palabras que decir. Ella se voltio como si hubiese visto a su propio hijo en persona, el parecido era impresionante. Saideth se le quedo viendo por minutos. Aun con las lágrimas a flote. No contenía lo suficiente para demostrar sus sentimientos. Como estaba débil no podía hablar mucho. Hizo un gesto poco cordial, y el capto la seña. Se despidió de sus familiares, y fueron rumbo a su casa. - Dan, no es necesario que te quedes en un hotel. Hay suficiente habitación para ti y tus hermanos. – Dijo la Tía de Saideth. El acepto la invitación, le quedaba poco dinero en efectivo. Y quería mantener su cuenta al margen.


- ¿Estás bien, dan?- Pregunto Emily. Él se sorprendió un poco e hizo una sonrisa forzada. Asintió con la cabeza, y llevo a Saideth a su habitación. Lenon y Chantui, junto con los hermanos pequeños de Saideth, salieron a dar un paseo por la ciudad - ¿Hace cuánto llegaste?.- Dijo Emily observando a su hermana. - Hoy, de hecho. - Qué bueno verte apoyando a mi hermana. Necesita despejar su mente.- Gruñéndole un ojo y se retiró. Saideth, sentaba en un puf leyendo un pequeño libro dorado, sin título. Ella lo miraba como si nunca lo hubiese visto Jamás en su vida. - ¿Qué libro lees? - Ohm! No es un libro, es un diario. - con tono depresivo y arrogante. - ¿ Qué quieres de mí? Dime. Solo dime. He querido verte desde hace tiempo, no tenía suficiente ahorrado y no conseguía tu dirección. Me podrías decir, Por favor. Ella dejo el diario en el puf y se fue. ¿Qué hago aquí, tratando de ser sentimental? ¿Tratando de lucirme y parecer el héroe?- Pensando en irse y no volver. Emily le trajo café y panes. - Mañana salgo a new york, em. No puedo seguir en esto. Quizás la distancia es mejor que estar juntos. Luce como adolescente.


- Es posible, dan. Desde ayer esta distinta. La edad puede ser.- dijo riéndose y el café se le chorreo por la camisa. - No lo creo. De repente necesita recuperarse y yo estoy atosigándola mucho. - No eres culpable de lo que le sucede. Ha dejado de amar. No obstante es incapaz de decírtelo y no juguetear contigo. Hace unos meses me case, todo perfecto, un día me levante y me pregunte si esto es lo que quiero por el resto de mi vida. Una rutina cansante, un espejo sin espejo, un esposo o un amigo. fui lo bastante tranquila para soportar cada una de las cosas, los celos no llegan a nada, le dije un día. Simplemente me fui y no quería verlo más. Soy tolerante en cierto aspecto, pero que me hagan sufrir por complacencia no es bueno. Fingir que te agrada, no es bueno. Decidí cortarme el cabello y teñírmelo, entonces para él no era bueno. Quizás mi vida sea diferente ahora, tengo que cuidar a mi hermana y a mis hermanos pequeños. Es difícil, dan muy difícil. Tienes la intención y las agallas, pero cuando se está enamorado uno es uno mismo. Puedes ser lo que quieras y la persona te lo va a respetar, hueles mal luces mal porque un día no quisiste bañarte y no te critica. Obviamente no es higiénico, pero eres tú mismo. Haces lo que te gusta hacer, lo que te agrada, te ríes de sus chistes malos, de los buenos también. - Tomo mi vaso de café, y lo llevo a la cocina. Esa reflexión no lo dejo dormir, pesadillas tras pesadillas. Lo lógico sería que ella se disculpara por la manera en como lo


había tratado, sin embargo no fue así. Lo ignoro a la mañana siguiente, pasando por al lado de el sin decir nada. Dan haciendo nuevamente su maleta, ya que los chicos utilizaron ropa, y la fue metiendo poco a poco. Cerca de la casa, la playa resplandeciente y las olas fenomenales. Se acordó cuando su mama lo llevo por primera vez. ¿Y qué sería de ella? ¿Se recordara que tiene hijos? No lo sabían. A la orilla de la playa, le caían bajo sus pies piedritas minúsculas que rosaban con sus dedos. La oportunidad de sentirse libre, no fue en vano. Con desesperación no quería pretender hablarle o dirigirle la palabra. Chantui y Lenon se sentaron junto a él. Tratando de no tocar el tema. - Mama nos llevaba mucho a la playa. - dijo Lenon jugando con la arena. El sol más brillante, se posó sobre ellos. Maldita sea.- Decía una y otra vez dan en sus pensamientos. Su mentalidad no se controlaba, decía lo que le apetecía. Un corazón más roto que un vidrio cuando se rompe, quedo esparcido por el mundo. Un deseo de sentirse amado por alguien, o un simple gesto era suficiente. La manera en como llevaba su vida, no era apropiada. Saideth apareció en la playa, tirando varias piedras al mar. Y gozando de ello.


- Que te dije sobre lanzar piedras. Puedes venir para acá, ya el desayuno estará listo. Dan, que se había concentrado en el sonido del mar y los pájaros. Emily era la que estaba gritando. Dio un giro, y Saideth recogió cada una de las piedras y las puso en un envase pequeño. Frunció el entrecejo, como si estuviera enojado consigo mismo. Resultaba que era completamente extraño ver esa escena. La verdad se sentía extraño en un mundo paralelo, donde todo es una mentira y no sabría cómo escapar. - Emily puedo hablar contigo, Por favor. Necesito preguntarte algo. Emily accedió, se sentó en la arena. Y miro a dan a los ojos. - ¿Qué pasa con Saideth?, Dime la verdad, em. - Él tenía la esperanza de que le respondiese de una manera sincera y sin rodeos. - Sabía que lo preguntarías. Ella tiene una enfermedad psicológica, y con el accidente empeoro un poco. – lentamente fue contándole paso por paso.- Un día es mujer de 30 años y al siguiente es de 20 años. Danielle se quería reír. Nunca había visto una enfermedad así, que ni siquiera lo fuera. Simplemente no veía un motivo que la satisficiera, sino veía puras excusas. - Me estas mintiendo, Emily. Eso no puede ser. - su voz sonaba melancólica.- No tiene sentido a nada. Es un poco raro ¿no lo crees?- No sería capaz de hacerte daño, Danielle.


- Si lo serias. Mañana parto a new york. He tenido suficiente, Emily. Cumplió su promesa de no comentar nada a nadie, y su vuelo salió temprano por la mañana. Si era de sufrir o hablar de sufrimientos, ya no tendría que amar a mas nadie ni complicarse tanto la vida. Durante un tiempo se olvidó de ella. Su rutina variaba de vez en cuando, de tanto comer había engordado 2kg de más. Su negocio se fue al desastre, y los pocos ingresos que tenía se iban disminuyendo a cada mes. La quiebra y la soledad se unían en uno solo. Danielle, gracias a su padre consiguió rentar un apartamento. Y luego lo compro con su ayuda. Lo único que tenía el apartamento era un mueble, un sofá cama, un baño y dos cuartos. Una cocina eléctrica y una nevera ejecutiva parecida a los mini bares de los hoteles. Si del fracaso se aprende y del éxito no mucho, entonces podría valorar lo poco que tenía y aprender de ello. Cerca de su casa, un mini supermercado se situaba. Varias personas de la localidad, compraban la mayoría de sus alimentos. Los pasillos eran largos y se preguntó porque le decían mini supermercado, si era el supermercado más grande de allí. Las frutas siempre frescas, las hierbas y los montes lo estaban también.


Como tenía que mantener su figura, porque si no parecía una vaca. Compro lo necesario y lo más económico posible. Una muchacha de cabello corto, liso y ojos de color crema, la distinguía entre varias. Demostraba su belleza de manera peculiar, con toque sensual y carismático. Se tropezó con él y esta se disculpó. - Ah! Lo lamento. - dijo y otra muchacha de estatura un poco más alta, sostenía sus compras. El hambre le absorbía su nervio interior, y decidió ir al cafetín de allí para comerse algo. - Un té y unos panecillos, Por Favor. Al lado de él, una chica hablaba por celular y la otra masticando chicle, asquerosamente. Duro más de lo que imaginaba, la cola para pagar era tan larga, debido a las cajeras que se quedaban charlando con el cliente, sobre si yo fuera millonaria y tuviera un marido exitoso. Avanzo un poco más, pago y se fue. Su desilusión con las mujeres, le hacía perder la paciencia. Oyó una conversación mientras agarraba cada una de las bolas, para meterlas en el carrito de mercado. - Si, como es que degastes pasar ese momento. ¿No querías ser gerente de mercadeo?- Su amiga lucía un traje de gala ejecutivo, una falda, un bléiser, una camisa corta y medias pantis. - Sí. Solo que es mucho para mí. Desde luego le dije que lo iba a pensar, no fue una respuesta


negativa. - Ella estaba igual, lo único a diferencia de su compañera, era que tenía pantalón. Ambas caminaban despacio, dan pidió permiso y acelero el paso. Odiaba que la gente caminara con tanta lentitud y flojera. - Asco, es tan obeso y gordo. – - Siempre con tus críticas, deberías verte en el espejo. - la amiga de sai quería saber quién era, levanto la ceja y esta le respondió: Es mi nuevo vecino. Se mudó hace poco. Y si quieres saberlo, aquí todo es un chisme. Dan esperaba ansiosamente el ascensor. Maldito ascensor no llega.- Pensó detenidamente y ambas amigas se acercaron. Solo bastaba que me calaría esto.- pensó de nuevo. Su rendimiento fue tanto, que subió por las escaleras. Y prometió salir a caminar todos los días. Al llegar a su piso, se acordó que su familia lo visitaría, tuvo que salir de nuevo para comprar otras cosas. - Buena influencia tienes. Conoces a todos los miembros más famosos, y ninguno te ha invitado a salir, es vergonzoso. - Eso que tiene que ver. Tu eres la que necesita casarse o salir, no yo.- Dijo con tono desafiante. Dan al bajar las escaleras y llegar a PB, Todavía se escuchaban las voces. Salió por el otro extremo del edificio y camino despacio.


A pesar de haber tenido kilitos de más, seguía siendo atractivo y elegante, su cara sin ningún acné y sin nada que lo viera más viejo. - Deberías largarte si eso piensas.! Y PUDRETE! – Grito una muchacha joven a su novio, golpeándolo con un bate de plástico. Esta vez, fue un poco más lejos, a la ciudad. Su vehículo esta mejorado, Sam su mejor amigo lo apoyo en eso, y no le cobro nada. El centro comercial, repleto de gente que casi no se podía caminar. - Dan, DANNNNNNNNNNNN! – Grito una mujer desde lejos. - ¿ Qué haces aquí? - Como que hago aquí. Estas desaparecido, no te parece? Anna una antigua amiga de él, estaba radiante. Sostenía un coche con una criatura de ojos azules, y con un chupón. - Veo que tienes una bebe. Genial. - Sí. Tiene un mes apenas.- la bebe una hermosura, con cabello apenitas.- Sam me dijo que fuiste al exterior de vacaciones.- cambiando un poco el tema, y el peor tema para él. - Sí, sí. Bueno te tengo que dejar. Compras y más compras. – Anna le dio un abrazo y se despidieron. Encontrarse amigos, es una bendición. Recuerdos de todo tipo y más cuando se vive experiencias malas y buenas.


La chica que había visto en frente del ascensor, miraba fijamente unos tacones altos. Y junto a ella otra amiga. Paso desapercibido y continuo su camino. Las escaleras mecánicas eran tan grandes que el camino se hacía más largo. Ese día dan se encontró con casi todos los que estudiaron con él en la secundaria. Malcolm, otro amigo de él. Se casó y tuvo tres lindos trillizos de color castaño el cabello. - Sigo Soltero y feliz.- le decía a todos cuando le preguntaba donde estaba su esposa e hijos. Compro cubiertos, vasos, servilletas, tortas, gelatinas, jugos, verduras, especias, panes, champiñones, calamares, pulpo, entre otras cosas más. - Maldito ascensor. Lo odio. – Susurro Saideth toda empapada de sudor y como no llevo paraguas se mojó toda.- Hola Saideth ¿cómo estás?. Otra vez te mojaste.Dijo un chico más joven que ella, mandando mensajes de texto. - Sí, es horrible. Mi madre se lo llevo hoy, e iba en carro. – dijo sai respirando profundo, al parecer tenia calor. - Subiré por las escaleras, es solo dos pisos. Dan permaneció inmóvil, como si no hubiera nadie. A los tres días, lo llamaron de una empresa periodística. Si su suerte cambiaba, podría tener éxito.


Acepto gratamente el trabajo, un sueldo decente y unos bonos. No era mal. Como alto ejecutivo, supervisando a los escritores, cosa que Jamás había hecho en su vida y que nunca tuvo ninguna experiencia en nada de aquello. - Saideth, ven un momento por favor.- Uno de los que estaba explicándole el trabajo a dan, se levantó de su escritorio. Ella obedientemente, se acercó. - ¿Cómo van tus reportes? Los quiero antes del jueves, y se los das a este señor, de acuerdo.Asintió con la cabeza y se marchó enfadada. - NO SOY ELLA, IMBECIL.- la ofensa fue tan grave que con solo verle la cara a dan, le daba asco. Volvió a tomar su asiento, y siguió explicándole. El jefe siempre se equivocaba de nombre, y eso era con todos. A cualquiera le molestase que no te llamen así. Las noticias salían como pan. A cada rato. Un trabajo bastante cansón, pero efectivo y emocionante. - Oye, te vi el otro día en el diario.- Dijo Saideth cogiendo una manzana de su bolso envuelta en papel de aluminio. - Si, trabajo allí. Con permiso.- un señor más alto que dan, la miraba como si fuera la cosa más horrenda. - Bah! Pobre viejo, se morirá antes de tiempo en ese diario loco. Sin hacer caso omiso a su opinión, dan observaba que todo el mundo le caía mal. Y despreciable.


Danielle con valor, toco la puerta de su casa. Ella accedió a abrir sin ningún inconveniente. - Disculpa que te moleste. Pero me han llegado cartas que no son mías a mi buzón y dicen tu nombre. Ten- dan le extendió las cartas y de los labios de ella salieron Gracias. Dos Años más Tarde………. - Decidiste venir a buscarme – Lauryn deslumbraba con su belleza, aun siendo anciana. - Madre, por favor.- Dan tomo un poco de brandy y añadió: No empieces con tu sentimentalismo. Es obvio que tarde o temprano tenía que buscarte. Eres mi Madre. - Lo sé. No me queda mucho tiempo en la tierra y moriré. Lauryn tomo tanto que dan la tuvo que llevar a su casa, antes de que empezara su espectáculo. Ella se alegró mucho al verlo, siendo un hombre. Luego de años, lo lógico de volver a perdonar no resultaba beneficioso. Se guarda mucho rencor y el orgullo se apodera. Lenon, con un esmoquin y su mejor traje, abrazo a su mama con pasión. - Vas a ser padre, mi pequeño hombrecito. La madre bostezo y la acostaron en una cama, para que descansara. Dan pensaba que si dios no pudo amar, por lo menos a su familia era suficiente.


Pensaba en Sídney, en Noruega. Tanto que se esforzó y nada. Sin obtener noticias de ella. ¿ Correr junto a ella, y abrazarla? ¿ Besarla? ¿ Buscar la felicidad que le faltase? ¿ Buscar y buscar, que obtendría a cambio? Lloraba en silencio, en una mesa. - Vecino, ¿Por qué Lloras?- Saideth había aparecido con un plato lleno de frutas secas. Sin importarle, lloro más fuerte. Ella se quedó comiéndose sus frutas. - Come frutas, eso te aliviara. - Alcohol es lo que necesito. - Jajajajaja! Tendrás problemas con el hígado. Es mejor que te calmes. Comer es lo mejor para el corazón. De nuevo, él se quedó solo y ella tranquilamente salió a bailar. ¿De dónde mi hermano la conoce?- Se dijo a sí mismo. Si llorar era de valientes, entonces se consideraba un maestro. - Bailar es otro remedio para el corazón. Y dime quien era esa chica. - Una chica como cualquiera. Tenía tu nombre, por cierto. - ¿Sí? - dudo un poco y le pregunto: ¿De donde era? - De aquí.


- Imposible. Soy la única en esta ciudad que tiene ese nombre y he vivido toda mi vida aquí en new york. No lo sé, Vecino. ¿Estás seguro? ¿Cuál es su Apellido?- Pregunto dudosa. - No sé. Todo es un misterio en esa familia. Nadie me dijo nada. - Cálmate, todo pasa por algo. - un chico de estatura baja se acercó a la mesa y saludo a Saideth con aprecio. - ¡Ralph! – Exclamo con emoción, como si fuera alguien famoso. Dan le estrecho la mano como símbolo de presentarse. - ¿Conoces a alguna Saideth que viva por aquí, aparte de mí? - Le decían así, por una broma. Ella se mudó hace mucho tiempo cuando sus papas se divorciaron, resulto que la mama tenía daño cardiaco y él no quería hacerse responsable de ella e incluso la despojo de la casa. Emily su hermana, cayó en drogas e hizo desastre mundial, le afecto tanto que hasta quería suicidarse y todo. Y sus hermanos fueron llevados a un Orfanatorio, cuando su madre murió en el hospital. Su padre aún vive, pero en Australia. – Hizo una breve pausa, tomándose un trago de cerveza, y continúo: hace poco me entere que contrae matrimonio con un príncipe o duque. Esa familia está en desgracia y me supongo que de alguna manera tendrían que escapar de ello, y la solución perfecta, ella casándose con uno de la realeza. – Danielle se manchó un poco el saco que llevaba puesto, su impresión al fin no fue agradable.


- ¿Cómo sabes todo eso?- Pregunto impaciente por saber la respuesta. - Trabaje muchos años con ellos. Son una familia adinerada, vienen de la realeza antigua. Su padre gastando toda su fortuna, permanecieron en quiebra por unos años. Ese príncipe debe tener influencia económica y de oro macizo. Ralph volvió a tomarse otra cerveza más. Su antiguo trabajo era de Taxista ejecutivo, portando una Hummer H2, con aparatos lujosos y bastante cómoda. Danielle esa noche no volvió a tomar más, su ira permanecía sin explotar. Sus ojos lagrimosos, su deseo de amar no solucionaban nada. Saideth luego de que Ralph contara todo aquello, las manos le temblaban mucho. Lo difícil de la situación no era si la chica se iba a casar o no, sino las mentiras y el desengaño, para el bastaba solo la verdad y nada más que la verdad. Poco a poco llegaba más gente, y aún quedaba mucha comida y bebida. - ¿Por qué me lo preguntaste?- Luego de que dan se fuera a ver que comía. - Él dice que la conoció, Ralph. Me entristece ver a las personas que aman y encuentra son puras falsedades. Lo vi llorando y me acerque. - se sonó la nariz. - Si él estaba en Noruega, con ellos. Pero ella no. Y luego lo vi en Australia en el funeral de su madre. Ya habían hecho un funeral a su padre, lo cual me pareció terrorífico y a su prometido. – Saideth


se quedó con la boca entreabierta. - tiene que dejarlos en paz, no lograra nada. Charlaron y cambiaron de tema espontáneamente, dan se acercó y trajo varios platos repletos de diferentes tipos de comida. Y una bandeja de dulces. Llego un grupo de merengue, a eso de las doce y se formó el fiestón. Danielle que no estaba de humor, se quedó paralitico. - Lo lamento, en serio.- Dijo Saideth - No te preocupes. Me da rabia que no me lo diga ella.- sus pensamientos confusos le impedían pensar bien.- ¡ Quiero Oírlo de ella! ¡Quiero Oírlo de ella! – Repetía y repetía gritando agitadamente. - ¡ QUIERO OIRLO DE ELLA! – Todos los que bailaban se quedaron viéndolo. Los músicos dejaron de tocar. Su madre se acercó a ellos, le pidió a Ralph y a Saideth que los dejara solos por unos minutos, necesitaba hablar con su hijo. Lauryn, pidió al mesonero que les trajera una jarra de jugo natural. Dan se tapó la cara entre ambas manos, y sus lágrimas fluían con lentitud. - Hace algunos años, la vi. Como no me decías nada la busque, tenía el interés de conocerla. Resulto ser una muchacha educada, con principios y valores. Viniendo de la alta realeza, su educación era muy diferente a la que yo les enseñe a ustedes. Sus padres, unos señores con ínfulas de reyes. – Hizo una pausa y continuo: me


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invitaron a tomar té con ellos y pues acepte. Cuando la reconocí por su cabello liso y pelirrojo, supe que era ella. la salude cordialmente y me invito a sentarnos afuera en los jardines. Le comente que estudiaban juntos. Ella me negó con la cabeza, Danielle. Con sus propias palabras, salía la verdad pura. Solo te había visto una vez, con tus amigos. – Dan que escuchaba atento, se secaba las lágrimas con un pañuelo blanco. - su acento era inglés, y me supongo que se ha mantenido así desde que era pequeña. Siendo princesa de alta sociedad. - Ralph se incorporó a la conversación, debido a que Lauryn lo señalo, al igual que Saideth.No lo comprendo, Señora. Si es cierto que dan la conoció, porque mentiría de esa forma. En vez de enfrentar la situación. No me parece de alta sociedad su actitud. Cualquiera reconocería a alguien que ha amado toda su vida. – Repuso Saideth alterada.Seguramente se habrá confundido con alguien más. – Opino Ralph, desconcertado. Dan, ¿cuándo fue la última vez que la vistes? Pregunto Saideth mirándolo a los ojos directamente. En una tienda de Antigüedades con sus padrinos. Respondió Dan y a Saideth la cara se le puso colorada y se empezó a reír. ¿Qué te parece gracioso? ¿No me crees? Cada año voy con mis padrinos a una tienda de antigüedades en la ciudad, le damos mercancía vieja y nos dan un descuento. Colecciono muchas cosas antiguas, me fascinan. De hecho, hay otras


familias que también lo hacen, solo por donaciones en navidad.- Saideth dejo de hablar y dan la miraba fijamente, a cada segundo. Luego, Ralph quería opinar y antes de eso, ella dijo: En ese tiempo mis papas viajaban frecuentemente, y me quedaba con ellos. Dan como terror, y en el fondo son personas amables. La última vez que fui, acababa de cumplir 17 años. Y me llevaron allí, a comprar un reloj. - Es imposible que fueras tú, no te pareces en nada.- fríamente dan lo dijo como si estuviera hablando con un fantasma. - No lo sé, dan. He cambiado mucho. La verdad es que nunca te he visto. O al menos si te vi, no recuerdo. Tengo mala memoria. Y fue hace más de 10 años. Lauryn que ansiosamente esperaba su jugo, observando a su hijo besándose apasionadamente con su esposa. Danielle trato de memorizar donde quedaba dicha tienda. Y la penúltima vez que la vio, fue cuando un muchacho gordo la llevo con su carro. - ¿Conoces a un muchacho que era gordo y tenía carro?- Caminaba, no muy cerca de donde vivía. Me aterraba la ciudad. – al oír la respuesta, respiro hondo. - lo lamento, pero tengo que irme. Mañana trabajo.- la chica desilusionada se marchó. Los días siguientes, dan no podía verla. Porque la observaba detallando cada centímetro de su cuerpo, sus labios, sus orejas, su cuero cabelludo, sus uñas, pies, manos, altura,


cintura. La obsesión no duro tanto, ella llegaba cansada todos los días de lunes a viernes y no podía con nada. Saideth luego de darse una ducha, caminaba 5 km todas las noches. Su trasero había crecido unos centímetros. Su casa, repleta de objetos extraños, con decoraciones estrambóticas. - ¿Crees que sea ella, Sam?- Pregunto dan, en un bar con su mejor amigo. - Es rara. Oh dios mío, allí esta con su hermano. Seguro vinieron al Karaoke. – Viéndole la facha, no parecían tan fea. Ella se subió a la tarima, el animador le dio un micrófono. Todos le aplaudían y gritando su nombre. El animador le dio otro micrófono a un chico y ambos empezaron a cantar. Aquella melodiosa voz, era dulce y tierna, un dúo perfecto. Ella se esmeraba y el también. Dan se supo más cerca para verla mejor. Su canto y su voz un espectáculo. Su canción un éxito, Empire State of Mind Jay Z Feat Alicia Keys. Cuando terminaron, ambos hicieron una reverencia. ¡Otra, Otra! El público gritaba emocionados. Canto una canción de Rachelle Ferrell Im Special. Y la última canción de Sade - No ordinary Love. - ¿Vienes aquí todos los días?- Pregunto Sam, atrevido cuando ella se bajó del escenario. - No. Solo los karaokes. -


- Guaoo! Cantas espectacular, en serio – Hablando entrecortado, con pena. Dan le estrecho la mano.- Tienes dones ocultos, vecina. - Estudie Música y Canto en Julliard. También toco varios instrumentos, pero eso no te interesa. Me voy. – Danielle retomo la conversación que tenía con Sam. La noche, iluminada de estrellas y la luna redondita. Mientras limpiaba el escritorio de la computadora, observaba el exterior. Quiso salir al balcón y se llevó consigo una copa y una botella de Whisky de Malta. Hermosa Noche- Pensó sirviéndose un poco. La musiquita de fondo, el ambiente perfecto, hasta que alguien toco la puerta. Los zapatos los había dejado en la sala. - Voy- poniendo la copa encima de la mesa de comedor. La conserje le pedía urgente el condominio retrasado, esta se los entrego en sus manos. Una muchacha con pijama saco la basura y la tiro por el depósito central. Danielle en ese momento salió también de su apartamento a botar la basura. Saideth que hablaba con la conserje, que le chismeaba algo. - Podrías bajarle al equipo, hace mucho ruido.- Con arrogancia. Este no le hizo el menor caso. Veía a Saideth reluciente, y de reojos.


No se dio cuenta, cuando la conserje corría hacia otra puerta del piso de abajo. Y Saideth hojeaba una hoja llena de instrucciones sobre el uso moderado de agua. Tranco la puerta, y dan toco una pequeña campana que tenía en la manilla. - Ya te di el dinero del condominio. No me fastidies más, señora.- Cuando giro, su rostro se puso colorado. – Ah, Dan. Discúlpame, es que esa mujer es detestable. - Tranquila. ¿Puedo pasar? - Sí. Adelante. Y disculpa nuevamente por el desorden. Me han llegado muchas cosas de mi familia y no las puedo despreciar.

Dan recordó como era su habitación cuando a los 15 años, la desordeno para que su mama lo regañara. Y la idea le gusto, de volver a su infancia y adolescencia, sin preocupaciones sin estrés y sobre todo sin estar pendiente de amar. Envuelto en sus pensamientos y recordando su infancia, Saideth arreglaba las cajas y las ponía en orden. Simplemente con solo mirarla provocaba besarla, se detuvo a mirarla y observarla. - ¿Con que vives sola? - Pregunto de repente. - Sí. ¿tú también no? - Lastimosamente sí. Es triste decirlo, pero es la realidad. Todos casándose y yo soltero. Memorizo el número de novias que tuvo en secundaria.


- Dan, ¿Estás enamorado? – Su voz fue disminuyendo. - Lo único que quiero es la verdad, solo la verdad. Y estaré en paz conmigo mismo. – - ¿Estás enamorado? – Volvió a preguntar pausadamente. - Todo es confuso y no veo la claridad de la situación. ¿De verdad eras tú la que estabas en esa tienda de antigüedades? - Fue hace mucho, dan. Pero ya que lo mencionas, me gustaría saber cuáles eran los nombres de los padrinos y como eran, sin duda es difícil recordar su aspecto físico. Danielle por más que intentara, no pudo. Negó con la cabeza. - No era yo, Danielle. – Primera vez que pronunciaba su nombre con ese tono cordial.Ese reloj, me lo regalaron en mis quince. Sacando las cajas, vi un álbum donde las fotos de mi fiesta, me vi a mi misma posando ese reloj con elegancia y cordura. Mis papas estaban orgullosos de mí. No era tan paciente para que otras personas le contaban una historia sin importancia, pero dan disfrutaba cuando ella hablaba.- El reloj lo tengo guardado, en un cajón enorme con objetos valiosos. El silencio surgió en la sala, se escuchaban los gritos de un bebe que lloraba intensamente más el grito de su mama desesperada y él bebe se acostara a dormir. - Me tengo que ir, me dio sueño. Buenas Noches. Descansa- Dijo Danielle bostezando


seguidamente. Y añadió antes de abrir la puerta: Nos vemos mañana. - eso no lo quería decir, no se atrevió a invitarla a algún sitio. - Descansa. Buenas Noches. – Contesto ella. - Me encantaría que fueras conmigo a ver un musical. Si tienes algo que hacer lo entenderé perfectamente.- Se sentía aliviado, y un poco seguro. - Seguro. Cuídate. - Saideth tomo un papel, donde decía la hora y el lugar, ya que él no podía llevarla, porque tenía diligencias con sus hermanos antes del musical. Saideth termino de organizar su apartamento. Deshaciéndose de basura, trapos viejos y adornos rotos. En medio de aquel silencio, se puso a hojear algunas páginas de una revista musical. Preparo su cena y luego se acostó a dormir. A la mañana siguiente se levantó con bastante ánimo, era la tercera vez que iba a un musical pero sin un acompañante. Rápidamente se ducho, se vistió con su mejor pinta, un vestido crema que su hermana le había obsequiado hace meses, cuando vino a visitarla. Los tacones bajitos y cómodos, con su cartera que combinaba con su vestido. Paro un taxi, que le indico el lugar a donde se dirigía. Saco su celular de su cartera y le mando un texto a Danielle. “Dan, ando en un taxi hacia allá. Llegare en unos minutos. Saideth” Escribió.


A cada momento veía su celular a ver si este había respondido y nada. Bajo la desesperación, empezó a maquillarse. - Tenga, Señor. – Contesto Saideth dándole el dinero al taxista. Cuando llego no hubo rastros de Dan. Se preguntaba porque no habría llegado o algo por el estilo. En ese momento su teléfono vibro y ella supuso que le envió un mensaje. Decía: Estoy adentro de la sala, y allí me encontraras. ¿Cuál sala? – Pensó ella y se dirigió hacia un vigilante poco inusual. - Disculpe Señor, ¿ Cuál es la sala donde se presentara el musical? El vigilante rápidamente le respondió, y ella a grandes zancadas, recorría el lugar con interés. Cansada de estar en tacones, camino más lento. Y vio un cartel que decía “ MUSICAL” en letras mayúsculas y con varios dibujos animados de fondo. Entro, y la sala repleta de gente, casi que no cabía ni una persona. Este le hizo señas al verla llegar. Los escalones eran grandes y un poco incomodos. La gente la miraba como si fuera la cosa más hermosa que alguien haya visto. Varios hombres le lanzaron piropos. - Deberías ser más específico en los mensajes de texto. – Opino ella, sentándose en la única silla vacía de la fila.


- Nunca lo soy. Te presento a mis hermanos.Primero Lenon sonrió y le estrecho la mano. – Lenon.- luego señalo a Michael E hizo lo mismo que su hermano. Ella se fijó y ambos eran idénticos, una perfección de su madre, en absoluto. Dan se parecía más a su papa con el tiempo, claro está que ella no lo conocía pero se imaginó que era tal cual. - Mucho gusto. ¿ Que tal la diligencia que tenías que hacer?- Nos atendieron tarde. Esa universidad es un poco exagerada en cuanto a los requisitos, piden mucho. - ¿Universidad? – Se rio entre dientes. Dan le explico que sus hermanos, iban a la Universidad y el los acompaño debido a que Jam no podría, tenía una junta importante con un cliente. Saideth, recordó que en Julliard constantemente asistían a muchos conciertos de los mismos alumnos, casi llora ver cantar a una niña de unos 14 años. Su voz sonaba tan calmada y muy profesional. Salieron al terminar, desde esa vez no veía a Danielle muy seguido. Ella tenía mucho trabajo y no tenía tiempo de salir. Y el resolvía problemas económicos. El renuncio a su empleo, buscando otro mejor. - Ese chico es simpático, Sai. – - ¿Qué edad crees que tengo? – La amiga se retiró del restaurante dejando a Saideth sola. Alguien desde lejos gritaba su nombre. Siguió comiendo y tomando un poco de brandy.


- ¡Sai!- Gritaba Danielle emocionado. - ¿Qué haces aquí? – - Me dijeron que estabas aquí sola. – Dan de la emoción pidió un coctel – te tengo buenas noticias, Sai. – se traqueaba los dedos con nerviosismo. - Dime. Me tienes angustiada, Dani. - Me voy a casar. – Saideth lo abrazo felicitándolo.la encontré hace meses, aquí en New York. Salimos y nos divertimos un rato. Luego se lo pedí en el Central Park, mientras caminábamos. Saideth no sabía qué hacer, su impresión le causó pánico. Si bien la encontró, ¿Porque ella aceptaría, si se suponía que estaba casada con un príncipe? Sus pensamientos se confundieron, miraba la copa de brandy, plateada y fina. Con algunos colores alrededor. Él sin embargo esperaba alguna reacción de Saideth. No solo se encariño con él, sino que estaba enamorada de él, y ese sentimiento nadie se lo podía quitar así le rompan el corazón en mil pedazos. - Felicidades Dan. De verdad, eso me enorgullece. – Opino ella y le dio un abrazo. - Gracias, tu siempre tan tierna.- Saideth bajo la cabeza, no tenía ganas de seguir hablando, su mentalidad la hacía perder el control de sí misma. - Quiero que asistas a mi concierto, es dentro de dos semanas en el central par. La entrada es gratuita y puedes llevar a tu futura esposa. - ¿Te llamaron? Qué bien mi sai. Te dije que tenías talento, es una sorpresa igual que la mía, no te


parece genial, Ambos cumpliendo nuestros sueños.- medio sonrió, cuando vio a la mojigata llegar con un elegante traje rosado y un moño tan grande que caminaba raro. Saideth hizo una mueca de horror, puso una cara como si estuviera en una pocilga llena de moscas y marginalidad. - ¿ Es ella?- Horrorizada, no dijo más nada para que este no se sintiera mal. - No chica estás loca, es horrible. Esa es su madre. - Ahhhh! Pensé que era ella. ya te decía que tenías malos gustos. ¿ Y dónde está? Al mirar, vio a una chica blanca con un elegante vestido de campana blanco con negro, unos tacones puntiagudos con finos lazos a su alrededor, iba acompañada de un chico un poco más alto que Danielle y lucía un traje Armani elegante con un lazo como corbatín. Detrás de ellos, un señor con cara de rana, parecía molesto y le gritaba al vigilante maldiciones por el mal servicio. Dos chicas más con pequeños trajes de tela, le gritaban al unísono a una muchacha con trapos viejos, sentaba en una mesa con sus familiares. - ¿Dan, esa es su familia? Y una pregunta más ¿Porque todos vinieron aquí? – Saideth no esperaba aquella compañía tan extraña. - Sí. Ellos van a cenar conmigo en este lugar. No pensé en encontrarte aquí, y cuando te vi quería darte la noticia.- le dio a Sai un sobre morado con lazos verdes, y adentro una invitación con fondo azul. Se lo metió en su cartera y se despidió de Dan.


Saideth se fue corriendo hasta la parada de taxis, y cuando llego exploto. Su llanto emergía silenciosamente de sus ojos. Pasaron varias personas, viéndola con resentimiento. ¿Por qué? ¿Por qué ella tuvo que aparecer? ¿Por qué después de que el sufrió tanto, viene y la perdona? – Pensó en voz alta. Ralph caminaba de lo más tranquilo, cargado de bolsas y bolsas en su carrito de mercado. No se fijó que Saideth estaba allí esperando un taxi o más bien desahogándose en la parada. Su maquillaje se le rego por toda la cara, y tuvo que sacar un pañito para limpiársela. Recordó que cuando se sentía así, lo mejor era cantar para descargar toda esa mala energía. Ralph se sentó junto a ella, la esposa de Ralph le hizo señas de que tenían un compromiso en una hora. Saideth la saludo con cortesía y esta agarro un taxi y se fue. Llego y el ascensor no servía, y lo tenían en mantenimiento, unos ingenieros con sus trajes sucios y manchados de grasa trataban de solucionarlo. Las escaleras para rematar en mal estado, y casi se cae de boca, sino fuera porque apoyo sus manos en ella. La cabeza le dolía fuertemente, y capaz de imaginarse a Dan casado, su autoestima y su sensibilidad entraron como agua en un desierto. El silencio invadía su deseo de seguir viviendo, no obstante quería pensar positivamente, pero aquellos pensamientos le frustraban mas. Toda sudaba de tanto subir, abrió la puerta


de su apartamento como un rayo y se deslizo sobre su único y cómodo sillón. Ahí permaneció por horas, intentando calmar su estado de ánimos. En su reproductor, Puso a Beethoven 9na Sinfonía y eso la calmo un poco. Escuchar música clásica era lo que le fascinaba, y como en la universidad le enseñaron tantas cosas, cogió consejo de los profesores y alumnos. Debajo del mueble yacía su guitarra, su única guitarra que le regalaron sus padres, antes de fallecer. Su único recuerdo viviente de ellos. Su deseo de tener a su madre cerca y pedirle consejos. Su deseo de que la consolaran, así le digan que es tonta y terca. Su deseo de tener todo aquello a su lado, y no sentirse mal. Su deseo de tocar y tocar hasta que sus manos no pudieran más. Su deseo de Cantar a viva voz y matar su antojo. Deseo tener a mis padres, apoyándome – Decía una y otra vez. Todas las canciones de su reproductor, sus padres se la obsequiaron, cuando entro en Julliard. Pasaron las dos semanas, antes de eso practicaba mucho su canto, mejorándolo y poniendo su empeño. Su antiguo profesor, la ayudo en la última semana. Al principio tomar el hilo de volver a cantar, no resulto tan difícil como imaginaba. Su natural talento y armonía la hacían interesante y más viva que nunca. Escuchar a maestros y grandes artistas locales, lo disfruto mucho y se olvidó del asunto de Dan.


En una oportunidad, ella le escribió diciéndole que todo resultaba bien y preguntándole como estaban los preparativos para la boda. Dan, le respondió diciéndole que todo marchaba a buen paso, estaba tan feliz que se le notaba en sus mensajes. - Te presentaras de última, para el acto final. Sera estupendo volver a verte en el escenarioComento uno de los maestros. - Éxitos mi pequeña- Le dio ánimos otro maestro de larga barba y de estatura alta. - Tu talento es invaluable, es extraordinario y excepcional.- Comento una maestra, abrazándola con cariñoDio una reverencia a los tres, y se dirigió a practicar en uno de los salones de Julliard vacíos. Dan, se vestía alegremente para asistir al concierto de Saideth. A samantha, su prometida no le gustaba la idea. Sus celos retumbaban en toda la casa. Daba pasos como si estuviera matando cucarachas. - ¿ Quién es esa? - Es una amiga, mujer. Relájate. - ¿Se llama así? Es una copiona.- Samanta tenía 25 años y se comportaba como una niña, él no la recordaba así. - Por dios, Samantha. Tú me engañaste a mí, me dijiste mentiras y aun así te perdone. ¿Quieres que te siga sacando todo lo que me hiciste?- Esta se quedó callada, y siguió caminando pisando fuerte en el piso.


Las hermanas de Samantha, criticaban a sus vecinos gritándoles asquerosos mocosos, marginales inservibles. Emily era la única que permanecía callada, leyendo un libro de manualidades. - ¿Iras Emily? – Le pregunto Samantha con tono pedante. - ¡NO! ESTAS LOCA- Le grito y sonó en toda la casa. - Menos mal y me apoyas. Esa mujercita me resulta familiar, no la soporto. Ella que se apartó de donde estaba Danielle vistiéndose y chismeando con sus hermanas a voces, no vio cuando Dan salió de la sala hacia su coche. - Es una más del montón. – Opino el viejo regordete, con la panza afuera y tomando curda como si se fuera a acabar el mundo. Dan no le hizo el menor caso, y calentó su carro. Samantha, salió de la casa para el garaje. Su vestido era bonito comparado con el otro que se puso en el restaurante de aquella cena. Su cabello recogido y menos exagerado, con un solo lazo. - Luces preciosa, amor. – Dijo Dan dándole un beso en la mejilla. - ¿No es demasiado elegante para un concierto? - Siempre quiero lucir mejor que los demás- Opino burlándose de una chica, hippie con varios collares encima. Salieron apresurados, el concierto debió de empezar y ellos aun besándose frente a todo el vecindario.


Sus besos sabían diferente, de hace una semana. Sentía culpa en su interior, y no supo porque le llego de repente esa sensación. No sabía si era amor o ilusión. Enamoramiento tampoco. Mientras manejaba, Samantha le acariciaba el brazo con suavidad. Él aparto su mano, y ella se quejó. En la radio encendida, promocionaban el concierto y llamaban a las personas para que asistan sin ningún compromiso. Al llegar, estacionaron en un centro comercial y de allí caminaron un poco hasta localizar al montón de gente, con sillas y toldos. - Será la última en presentarse- Susurro uno de los chicos que se situaba al lado de Samantha y Danielle. Dan se les quedo viendo con rabia, y diciendo cosas entre dientes. En uno de los banquitos del parque, se desocupo y Dan llevo a su novia a sentarse. Tanto tiempo parado era un martirio. Al pasar una cuarta hora, Saideth subió al escenario. La gente gritaba como loca, y gritaban su nombre una y otra vez. Se reverencio como acto de honor y acerco su micrófono a la boca. Las manos le temblaban y sus labios estaban pálidos. - Buenas Noches. Mi nombre es Saideth Wayne. La canción se Titula Who are you de Jessie J. Una


gran cantante. Espero que les guste– Dijo aun con nervios calmada y sonriente. Se escucharon los aplausos en todo el parque. – “I stare at my reflection in the mirror Why am I doing this to myself? Losing my mind on a tiny error, I nearly left the real me on the shelf. No, no, no, no, no... Don't lose who you are in the blur of the stars! Seeing is deceiving, dreaming is believing, It's okay not to be okay. Sometimes it's hard to follow your heart. Tears don't mean you're losing, everybody's bruising, Just be true to who you are! (who you are [x11] ) No, no ,no, no, no, no, no... Brushing my hair, do I look perfect? I forgot what to do to fit the mold, yeah! The more I try the less is working, yeah yeah 'Cause everything aside me screams No, no, no, no, no... Don't lose who you are in the blur of the stars! Seeing is deceiving, dreaming is believing, It's okay not to be okay. Sometimes it's hard to follow your heart. But tears don't mean you're losing, everybody's bruising, There's nothing wrong with who you are! Yes, no's, egos, fake shows, like BOOM, Just go and leave me alone! Real talk, real life, good luck, goodnight, With a smile, that's my home! That's my home, no... No, no, no, no, no, no, no, no... Don't lose who you are in the blur of the stars! Seeing is deceiving, dreaming is believing, It's okay not to be okay... Sometimes it's hard to follow your heart.


Tears don't mean you're losing, everybody's bruising, Just be true to who you are! yeah yeah yeah”

La gente gritaba por más y más, Saideth los complació con otra canción. - Se llama Best Man de Faith Evans Dan casi llora con la canción, cuando Sai termino de cantar. Mucha gente le lanzo flores, camisas, de todo. Volvió a realizar una reverencia y se despidió contenta. Su primer concierto y un éxito. Samantha no quiso opinar, la odiaba tanto que no le importó. Luego de unos minutos en que la gente atosigaba a la cantante, ella se marchó de allí. Camino unos metros y se sentó en un lugar apartado de tanta gente. Dan, quería felicitarla. Ella se encontraba con su guitarra en una plaza lejos de todos. Lloraba con emoción y acariciaba el instrumento como un objeto de valor más allá de lo comercial. - Te luciste. Eres excelente- Dijo el casi asustándola, y pego un brinco. - Sí. ¿Y tu novia donde la dejaste? - Eso no importa. Supe que eras tú, la primera canción que cantaste la escuche en un sitio, cerca de donde vivías. ¿Podrías cantármela a capela? – Rogo y Saideth acepto.


La guitarra sonaba delicadamente, y los dedos de ella temblaban. Su voz tan suave y tenía su propio ritmo y melodía. Las lágrimas casi empapan la guitarra. Aun así se mantenía firme y sin dejar de mirarlo. Dejo de cantar. Dan se quedó mirándola sin besarla ni nada. Solo mirarla y contemplarla. - ¿Dan, creo que tu novia está enojada? Deberías estar con ella- Siempre fuiste tú. ¿Por qué no me lo dijiste? - No comprendo. – puso una cara de confundida, frunciendo el entrecejo. - El día en que te vi con el chico gordo, era Ralph. El día en que te vi en la tienda de antigüedades, eras tú y tus padrinos. Conocías a Samantha, ella es tu hermana ¿verdad?- Ansioso por seguir hablando, y ella simplemente lo escuchaba sin opinar.- Annie y Marshall…. – tardo varios minutos en analizar. - Samantha era mi mejor amiga, Dan. No te lo dije porque cambio mucho, de hecho ahorita fue que la reconocí. Éramos inseparables, viajamos juntas. – agarro su guitarra y la puso en su estuche, la puso acostaba boca abajo y continúo: Annie y Marshall, son las hijas de los padrinos de ella. se han vuelto simpáticas últimamente, y Emily es mi hermana. Samantha es hija única, Dan. Los padrinos de ella la adoptaron cuando sus padres la abandonaron en un Orfanato. Dice que sus padres están vivos, no lo sé. Es una familia poco extraña.


- Pero Ralph lo dijo, que Emily era su hermana y drogadicta de paso. - No lo es. Emily es buena persona, y solamente me dejo de hablar cuando mis padres murieron. Tengo mucho tiempo que no la veo, y su decisión fue estar con la familia de Samantha. No la culpo, No la culpo. - ¿De verdad? Asintió con la cabeza, y rascándose una ceja. - No te lo dije, porque no me gusta hablar de mi vida privada. Lo de samantha me entere por ti, en este momento. Ella fingió ser yo, por un buen tiempo. Le daba celos que fuera buena estudiante y lo hizo. - Comprendo. ¿Viaje para Noruega por celos? - Ese año termine en Julliard, y me puse a trabajar. No sé qué te habrían dicho ellas. - ¡ ERES MENTIROSA! - Actúas como niño, Dan. Tienes 30 años. – Saideth cogió su instrumento y se fue caminando, alejándose de él. - ¡Espera, Por favor! Grito Dan a lo lejos. Ella se detuvo en seco, con los brazos cruzados. - No lo digas.- Dijo Sai antes que el comentara o dijera lo siento y la cursilería. - No lo supero, no puedo creerle. – tenía el discurso preparado y no se acordaba de nada, hasta que por fin lo dijo y no era eso: Mi meta se hace realidad Mis sueños son locos deseos del cuerpo y la pasión. Mis locuras son ansias inservibles del odio.


Mi sentido del humor sube y baja como un Misil. Las Palabras Sobran y bastan para encantar o seducir. El Dulce Aroma de la Paz vibra en mi interior. Sigo sin comprender nada de lo que se dice, sigo sin pensar en nuestro amor como una flor cuando está empezando a crecer, desde una semilla hasta una Rosa Roja, azul, verde, plateada, rosada. No son Más QUE MIS LOCURAS, MIS PENSAMIENTOS ME VUELVEN LOCA TE AMO PORQUE SOS UNA BENDICION PARA MI CUERPO Y MI ALMA. TE AMO PORQUE DENTRO DE MI NACE UNA LLAMA QUE SE AGITA CON TERNURA. TE ADORO PORQUE A LOS LEJOS TE OIGO SUSPIRAR Y TEMBLAR. - No sabía que eras poeta. – Comento riéndose. - El Silencio me desborda de mis Pensamientos, El Silencio se Opone a mi como a un árbol cuando quieren cortarlo en pedazos y sufre por ello. El Silencio es El Alma de Mis Deseos. El Deseo se apodera DE TI. Cuando a lo lejos y a lo cerca, ERES MI SILENCIO. Que me persigue que me persigue sin ningún motivo. Mi Ira se apodera de mi Corazón. Mi Rabia armoniza mi calma. El Silencio es el silencio, no es otra cosa que escuchar Saideth, no tenía palabras. Esas palabras hermosas, la hicieron llorar.


Lo primero que pensó cuando lo vio por primera vez, es que debía de ser un nefasto, un ser sin sentimientos ni amor. Y resulto ser romántico. - El crédito es para mis hermanos, me ayudaron un poco. - Jajaja. – riéndose y llorando a la vez.- ¿Quién te dijo la verdad? - Tú hermana. Hable con ella hace poco, a solas. Y confeso, Samantha ni se enteró. - Danielle, tienes que volver. Seguro estará esperándote, Por favor no lo hagas difícil. - Sí, es verdad. - ¿Tú la amas? – Dijo y siguió llorando. - Lo sabré luego. Ella siguió su rumbo, sus padrinos la esperaban en el cine. No fue complicado seguir llorando, en la acera lloraba en silencio. Quería recordar los momentos buenos con él, con el que verdaderamente sintió algo por primera vez. Ella tiene suerte- Pensó. Caminando hacia el cine, las calles limpias y sin tanta gente. Con el suéter se secó las lágrimas. El maquillaje lo mejoro y no se veía tan mal. Dan desde lejos la observaba, era ella, siempre fue ella. Las preguntas y respuestas, son confusas y sin duda no negaba que le gustaría estar con ella. Cruzo la calle y aún estaba allí, en la acera con el bolso abierto y la guitarra a un lado. - Después dices que el inmaduro soy yo.Sarcásticamente y sonriendo.


¿Qué haces aquí? Acompañándote, Tu energía es buena. ¿Energía? ¿Te volviste loco? Qué graciosa, la madura. Jajaja Jajajajaja.- El suéter se lo puso, el frio le pegaba en los brazos - Te amo.- Ella se quedó estática y lo abrazo. - Yo también. Sabes pareces un peluche. – y se rio. -

Los padrinos de Saideth, muy diferentes. Ambos vestidos sencillos y sin tanto escándalo. La madrina Karen, con aspecto de enfermera, lo cual era su trabajo y el padrino Ianteh, barbudo y flaco, musculoso y alto.

- Te amo- Dan se puso de todos los colores, cuando se lo dijo nuevamente a ella. Saideth lo que hacía era reírse y lo que le salía era “Yo también”, mas allá de eso, le costó un par de meses, luego de que se mudaran juntos a Memphis.


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