SERMONES EVANGELISMO JUVENIL
16-23 DE MARZO 2013
El programa de Reavivamiento y Reforma en la División Interamericana además de hacer énfasis en una vida de oración y el estudio de la Palabra, incluye también el énfasis de compartir las Buenas Nuevas a aquellos que aún no conocen a Jesús. En nuestro Departamento de Ministerios Juveniles sabemos que la Generación Poderosa que lideramos también experimenta el gozo de testificar y de predicar el Evangelio. Nos unimos gozosamente al programa de nuestra Iglesia en Interamérica a través de la iniciativa Gana Con Jesús. De esta manera miles de evangelistas juveniles y líderes de grupos pequeños juveniles serán parte del millón de miembros de la Iglesia involucrados en el evangelismo Visión Un Millón. Los sermones contenidos en este folleto han sido compartidos por el Pastor Hiram Ruiz, pastor juvenil en la Universidad Adventista de Montemorelos, y sabemos que estos sermones serán una herramienta valiosa en las manos de nuestros jóvenes evangelistas. Agradecemos al Pastor Ruiz por su contribución para nuestro programa Gana Con Jesús. Seguros que el Señor dotará de su Santo Espíritu a cada uno de los jóvenes dedicados en esta misión, Agradecemos su participación y pedimos al cielo corone de éxito el trabajo que ustedes harán.
“El mensaje del advenimiento a todo el mundo en mi generación.”
Benjamín Carballo, Director Louise Nocandy, Asociada Departamento de Ministerios Juveniles División Interamericana
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INTRODUCCIÓN
16 DE MARZO
En el corazón del ser humano está puesto el deseo ferviente de ganar, no estamos diseñados para perder, sin embargo hemos sido puestos en un campo de batalla donde el enemigo se ha propuesto hacer de nuestra vida una experiencia de derrotas y frustraciones. La serie de sermones Gana con Jesús, es un recorrido maravilloso en jornadas de fe, esperanza e inspiración, de hombres y mujeres como tú y yo, con luchas, con sueños, con dudas, con incertidumbres, con necesidades y con respuestas maravillosas al encontrarse con Alguien poderoso que no conoce la derrota. Al compartir estos mensajes es necesario que tomes la experiencia de cada personaje y la traigas a tu propia vida. Lucha con él, vive sus alegrías y tristezas, sus frustraciones y aciertos, sufre con sus derrotas y goza sus triunfos y cuando te encuentres con el Dios de los vencedores dale otra vez tu corazón. Una vez que lo antes mencionado suceda entonces estarás listo para compartir con los demás, un mensaje de Dios, por medio de un siervo de Dios para el pueblo de Dios. Existen personas que te escucharán cada día de reunión, quizá sea este el último mensaje que escuche de parte de Dios, asegúrales que el Dios que les presentas es un ser que no patrocina fracasos y que quiere darles la experiencia de Ganar con Jesús. Solo somos instrumentos en las manos de un Dios grande, fuerte y poderoso que puede hacer que su Palabra no vuelva vacía. Permite ser un testigo fiel de esa promesa. Lutero dijo en una ocasión, refiriéndose al predicador, “Párate derecho, habla con valentía y siéntate rápido”.
Pastor Hiram Ruiz Director del Centro de Recursos Juveniles Montemorelos, México
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NOTAS
CONTENIDO 1 – SÁBADO ..................................................................................................... 6 Título: Cuando Dios llama a un discípulo Énfasis: Qué significa ser un discípulo. Personaje: Pedro 2 - DOMINGO.................................................................................................. 13 Título: Cómo dar sentido a la vida Énfasis: Cómo administrar sabiamente nuestra vida. Ilustración: Parábola de los talentos 3 – LUNES ...................................................................................................... 19 Título: El milagro tiene un precio Énfasis: Conversión. Personaje: Naamán 4 – MARTES .................................................................................................. 26 Título: ¿Estás listo? Énfasis: Segunda venida Ilustración: Parábola del vestido de bodas 5 - MIÉRCOLES ............................................................................................. 30 Título: ¿Qué quieres que haga? Énfasis: Conversión y entrega Personaje: Bartimeo 6 – JUEVES ................................................................................................... 36 Título: De la vergüenza a la honra Énfasis: Conversión y transformación Personaje: Zaqueo 7 – VIERNES.................................................................................................. 43 Título: Huyendo del amor de Dios Énfasis: Restauración y perdón Personaje: Oseas 8 – SÁBADO .................................................................................................. 50 Título: Sueños olvidados Énfasis: Dios tiene un sueño para tu vida Personaje: Sansón
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otro equipo estaba dispuesto a perder para permitirle a Herbert un gran momento en su vida. Así que se movió unos pasos al frente y tiró la bola muy suavemente para que Herbert pudiera al menos hacer contacto con ella. El primer tiro llegó y Herbert abanicó torpemente y falló. El lanzador de nuevo se adelantó unos pasos para tirar la bola suavemente hacia el bateador. Cuando el tiro se realizó, Herbert abanicó y golpeó la bola suavemente justo enfrente del 'pitcher'. El juego podría haber terminado. El 'pitcher' podría haber recogido la bola y haberla tirado a primera base. Herbert hubiera quedado fuera y habría sido el final del juego. Pero, el 'pitcher' tiró la bola fuera del alcance del niño en primera base y del resto de sus compañeros de equipo. Todos desde las graderías y los jugadores de ambos equipos empezaron a gritar “Herbert, corre a primera base, corre a primera”. Nunca en su vida Herbert había corrido esa distancia, pero logró llegar a primera base. Corrió justo sobre la línea, con los ojos muy abiertos y sobresaltados. Todos gritaban: “¡Corre a segunda!” Recobrando el aliento, Herbert, con dificultad, corrió hacia la segunda base. Para el momento en que Herbert llegó a segunda base, el niño del jardín derecho tenía la bola...era el niño más pequeño en el equipo y sabía que tenía la oportunidad de ser el héroe del día. Él podía haber tirado la bola a segunda base, pero entendió las intenciones del 'pitcher' y tiró la bola alta, sobre la cabeza del niño en tercera base. Herbert corrió a tercera base mientras que los corredores delante de él hicieron un círculo alrededor de la base. Cuando Herbert llegó a tercera, los niños de ambos equipos, y los espectadores, estaban de pie gritando “¡Corre a home! ¡Corre!”. Herbert corrió al 'home', se paró en la base y fue vitoreado como el héroe que bateó el 'grand slam' y ganó el juego para su equipo. “Ese día”, dijo el padre con lágrimas bajando por su rostro, “los niños de ambos equipos ayudaron dándole a este mundo un trozo de verdadero amor y humanismo”. Herbert no sobrevivió otro verano. Murió ese invierno, sin olvidar nunca haber sido el héroe y haber hecho a su padre muy feliz, haber llegado a casa y ver a su madre llorando de felicidad y abrazando a su héroe del día. El cielo ha hecho todo lo posible porque tú seas un héroe. No dejes pasar por alto esta oportunidad, dale toda tu vida a Dios y deja que Jesús y su Espíritu Santo te guíen hoy y siempre.
1 - CUANDO DIOS LLAMA A UN DISCÍPULO Orientaciones y herramientas para el predicador Enseñanza principal Dios llama a hombres y mujeres para que sean discípulos de Cristo. Es necesario creer que, si él nos ha llamado, nos capacitará para serlo. Idea principal para predicar Por la gracia y dirección de Dios en nuestras vidas es que hacemos las cosas que él desea que hagamos. Cuando Dios realiza el llamado, capacita. Ha usado a los jóvenes para perpetuar su verdad y los usará hoy también. Invitación para tomar una decisión Desafiar para llegar a ser un verdadero discípulo de Cristo. Reafirmar a los miembros bautizados y animar a los que no lo son; acercar a ambos grupos a la experiencia del discipulado. Anunciar la fecha del siguiente bautismo para iniciar a los nuevos discípulos que el cielo está llamando. Animar a aquellos que en el pasado aceptaron el llamado, pero que en el camino perdieron su confianza en Jesús. Presentar el privilegio de participar en la Gran Comisión y explicar que son llamados para hacer grandes cosas para el Señor.
CAMINANDO BAJO EL POLVO DEL RABÍ Mateo 11:28-30 Introducción Es muy común el olvidar: olvidamos citas, cumpleaños, pagos; sin embargo esos olvidos tienen sus consecuencias. Un desafío relevante en la vida del cristiano es el de no olvidar. La educación en el pueblo de Israel tenía claros recordatorios para no olvidarse de Dios, y lo leemos en Números 15:37-41 (donde hay indicaciones del uso de las borlas y una cenefa o fleco en los vestidos para no olvidarse de la Ley de Dios). Educación judía Los hebreos orientaban la educación religiosa a la acción de enseñar y vivir, no a la de informar. ¿A qué edad comenzaba la educación de los hijos? Los hijos menores de seis años eran atendidos en el hogar, para ser ingresados después en las sinagogas y ser educados por los maestros de la ley.
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Las escuelas constituían el centro de la vida de la comunidad. Los niños eran expuestos al conocimiento desde muy temprana edad, e inspirados para conocer y vivir según la voluntad de Jehová. Se preocupaban por cada generación y no deseaban que se olvidaran del Señor. Las enseñanzas y tradiciones subsistían gracias a la educación temprana de los niños. Estaban orgullosos de sus enseñanzas. Tenían el Talmud. A los seis años aprendían el Pentateuco en la sinagoga local (casa del libro). El rabí les daba miel mientras aprendían, y les recordaba que era un símbolo de las bendiciones de Dios: la disfrutaban como algo especial. “Nunca olvidéis que la Palabra de Dios, como la miel, se disfruta. Probad y ved que Dios es bueno”, les decían. El niño lo aprendía de manera visual, auditiva y por medio del gusto. De los 6 a los 10 años se memorizaba la Tora, (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). Hoy día los niños aprenden y memorizan, pero otras cosas. De los 10 a los 14 años sólo continuaban los mejores: pasaban a otra etapa de la educación, en la que habían de aprender hasta Malaquías, el resto de las escrituras hebreas. Partiendo de los 13 y 14 años se les enseñaba a procesar la información de forma interactiva usando diferentes métodos. Uno de ellos era el de preguntas como “¿Cuánto es 2+2?” A lo que al alumno respondía: “¿Qué es 16/4?” De esa manera, los alumnos estaban demostrando que entendían bien. Un día un experto de la ley le preguntó a Jesús ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? Y Jesús respondió ¿qué está escrito en la ley? (Lucas 10:25, 26) Por esa razón Jesús respondía con preguntas las preguntas que se le hacían. Cuando Jesús visitó el templo por primera vez, se quedó ahí sin que José y María lo supieran; estaba en la etapa de los doce años. Las autoridades religiosas se admiraban de la forma como Jesús hacía las preguntas. Otro hecho que confirma el conocimiento que los judíos tenían de las Escrituras se registra en las palabras que María expresa en su encuentro con Elizabeth, conocido como el “cántico de María” o el Magníficat, (Lucas 1:4653) que está compuesto de porciones del Antiguo Testamento que ella había memorizado en su infancia y juventud. En la actualidad, los judíos todavía siguen aprendiendo de memoria. ¿Cuándo fue la última vez que un muchacho de 12 años te pidió que se le permita leer las Escrituras? Eso era lo que más deseaban hacer los jóvenes en esa época. Jesús vivía en ese contexto educativo. Después de cumplidos los 14 años, los jovencitos tenían la posibilidad de seguir estudiando al ser invitados por un Rabí, quien le transmitiría sus enseñanzas. Pero los privilegiados solo eran los mejores estudiantes.
Ilustración de niño de beisbol En una cena de beneficencia para una escuela de niños con capacidades especiales, el padre de un estudiante pronunció un discurso que nunca será olvidado por las personas que lo escucharon. Después de felicitar y exaltar a la escuela y a todos los que trabajan en ella, este padre hizo una pregunta: “Cuando no hay agentes externos que interfieran con la naturaleza, el orden natural de las cosas alcanza la perfección, pero mi hijo, Herbert, no puede aprender como otros niños lo hacen. No puede entender las cosas como otros niños. ¿Dónde está el orden natural de las cosas en mi hijo?” La audiencia quedó impactada por la pregunta. El padre del niño continuó diciendo: “Yo creo que cuando un niño como Herbert, física y mentalmente discapacitado, viene al mundo, una oportunidad de ver la naturaleza humana se presenta, y se manifiesta en la forma en la que otras personas tratan a ese niño”. Entonces contó que un día caminaba con su hijo Herbert cerca de un parque donde algunos niños jugaban beisbol. Herbert le preguntó a su padre: “¿Crees que me dejen jugar?” Su padre sabía que a la mayoría de los niños no les gustaría que alguien como Herbert jugara en su equipo, pero el padre también entendió que si le permitían jugar a su hijo, le daría sentido de pertenencia muy necesario y la confianza de ser aceptado por otro a pesar de sus habilidades especiales. El padre se acercó a unos de los niños que estaba jugando y le preguntó, sin esperar mucho, si Herbert podría jugar. El niño miró alrededor como buscando a alguien que lo aconsejara, y luego le dijo: “Estamos perdiendo por seis carreras y el juego esté en la octava entrada. Supongo que puede unirse a nuestro equipo y trataremos de ponerlo al bate en la novena entrada”. Herbert se desplazó con dificultad hasta la banca y con una amplia sonrisa se puso la camisa del equipo mientras su padre lo contemplaba con lágrimas en los ojos por la emoción. Los otros niños vieron la felicidad del padre cuando su hijo fue aceptado. Al final de la octava entrada, el equipo de Herbert logró anotar algunas carreras pero aún estaban detrás en el marcador por tres carreras. Al inicio de la novena entrada, Herbert se puso un guante y jugó en el jardín derecho. Aunque ninguna pelota llegó a Herbert, estaba obviamente extasiado sólo por estar en el juego y en el campo, sonriendo de oreja a oreja mientras su padre lo animaba desde las graderías. Al final de la novena entrada, el equipo de Herbert anotó de nuevo. Ahora con dos ‘outs’, las bases llenas y a una carrera para obtener el triunfo. Ganar era una posibilidad y Herbert era el siguiente en batear. Con esta oportunidad, ¿dejarían a Herbert batear y renunciar a la posibilidad de ganar el juego? Sorprendentemente, Herbert estaba al bate. Todos sabían que un solo 'hit' era imposible porque Herbert no sabía ni como agarrar el bate correctamente, mucho menos pegarle a la bola. Sin embargo, mientras Herbert se paraba sobre la base, el 'pitcher', se dio cuenta que el
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confrontados con crisis que no previmos que vendrían, con eventos que no pensábamos se darían en nuestra experiencia y de pronto todo cambia. Vs. 21. La tragedia tocó su vida, lo tomaron preso y estaba sin fuerza. Los filisteos le sacaron los ojos y llevándolo a Gaza, fue puesto en un molino y, amarrado con cadenas, ocupa el lugar de una bestia. Nunca el sueño de Dios ha sido que seas mutilado, física o emocionalmente; nunca ha deseado verte sufrir, no quiere que sufras sin necesidad; por el contrario, quiere aclarar tu visión para que puedas ver el sueño que tiene para ti. Resolución Su cabello empezó a crecer. Fue llamado algún tiempo después para que sirviera de diversión en la fiesta que se celebraba al dios Dagón (dios pez), pues era el que había entregado en sus manos a su enemigo, según sus creencias. Mutilado, lastimado, herido física y emocionalmente, se presentó delante del pueblo en la fiesta, y estando allí elevó una oración a Dios, (Jueces 16:28) “Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios…” No sé dónde estás y cómo te sientes ahora, pero ojalá esta oración fuera tuya también y pudieras sentir el poder de Dios en tu vida para dejar que él haga su sueño realidad en tu vida Vs. 29. Sansón tomó las dos columnas principales donde descansaba el edificio lleno de gente importante de los filisteos y dijo: “Muera yo con los filisteos”. Qué final trágico tuvo la vida de un hombre que había sido llamado para ser el héroe de Israel y que finalmente murió en una condición muy triste. Vs. 31. Una delegación de israelitas, entre ellos sus familiares, llegó a buscar el cuerpo de quien debió haber sido vitoreado por el pueblo de Israel, pero de entre los escombros sacaron a un muchacho lastimado del rostro y el cuerpo y sin ojos. Ahora era llevado de regreso a casa; no había trompetas de júbilo ni algarabía del pueblo, sólo una procesión que lamenta que la vida de un héroe nacional terminara de esa manera. Conclusión ¿Qué harás con el sueño que Dios tiene para tu vida? Aún hay tiempo para darle sentido a tu vida. Quiera Dios que seas dirigido por su amor y hagas su voluntad en todo. Sí, él tiene un sueño para ti, nunca lo olvides. Recuerda que cada cuerda de la vida que rasgamos en esta tierra tiene consecuencias por la eternidad. Esta promesa es para ti: “No se deja solo al hombre para que venza el poder del mal mediante sus débiles esfuerzos. Hay ayuda puesta a su disposición, y ella le será dada a toda alma que realmente lo desee.” (Patriarcas y profetas, pág. 613)
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Para los padres judíos era un sueño que sus hijos fueran educados y llamados por un Rabí, quien reproduciría su doctrina para perpetuarla. Algunos rabíes, por la autoridad que tenían, habían llegado a hacer su propia interpretación de la Escritura (el Yugo Mateo 11:30), por lo que algunas veces llegaban a diferir con otros. El Rabí llegaba a adoptar un sistema de vida propio, demostrando, con su testimonio, cómo se debía vivir lo que enseñaba, y esperaba que los discípulos reprodujeran su vida. Estas autoridades religiosas tenían la posibilidad de permitir o prohibir. Jesús les dijo “yo os doy autoridad para…” (Marcos 6:7) La filosofía de vida basada en su interpretación era conocida como su yugo. Era una enseñanza particular de un Rabí. Éstos solían tener una lista de exagerados requerimientos religiosos. En contraposición, Jesús dijo: “Mi yugo es fácil”, es de libertad, no de opresión. (Mateo 11:29) El llamado Cuando alguien quería seguir a un Rabí, el discípulo potencial se ofrecía diciéndole que su enseñanza le gustaba y que quería reproducirla en su vida. En otras situaciones el Rabí lo buscaba para invitarlo a ser su discípulo. Una vez elegido o aceptado el discípulo, el Rabí indagaba cuánto sabía de las Escrituras por medio de preguntas. Se esperaba que las conociera y supiera a la perfección. El Rabí preguntaba sobre un texto, pero no se refería a ese versículo. Podría estar pensando en el anterior o el posterior, y se le debería responder usando el anterior o el posterior, comenzando así una disertación de lo que trataban. El formato de preguntas ayudaba en la argumentación del tema. En muchas ocasiones Jesús solo iniciaba un texto y lo dejaba inconcluso, pues se esperaba que los demás lo supieran. Además, respondía con otra pregunta a las preguntas que se le planteaban. ¿Quién llegaba a ser discípulo? El Rabí deseaba perpetuar su yugo (enseñanza), así que buscaría discípulos que tuvieran la capacidad de hacerlo. El maestro debía preguntarse: ¿Este estudiante tiene potencial para ser lo que yo soy y reproducir mi enseñanza en su vida, perpetuándola así, para las nuevas generaciones? ¿Tiene lo necesario para hacer lo que yo hago? Si él puede ser como yo, entonces le diré: “Sígueme”. El candidato a discípulo debería estar dispuesto a decir: “Dejaré familia, oficio y amigos; dedicaré mi vida para ser como mi maestro”. Todo lo que el Rabí hacía, el discípulo lo debía hacer, no importando la edad que éste tuviera. Si el maestro cortaba el pasto, el discípulo lo haría. También debía tomar conciencia para agradecer a Dios, aun por las cosas más comunes y elementales de la vida. Debía mantener una profunda y permanente adoración a Dios. 7
El discípulo estudiaba la enseñanza de su maestro, hablaba de ella; era su pasión seguirlo y aprendía mirando la manera como enseñaba. Cuando llegaba un Rabí a una sinagoga, le daban el rollo, y él lo besaba lleno de alegría. Cuando Jesús fue a la sinagoga, fue él quien dirigió la adoración. Al pasar el tiempo, el Rabí evaluaba a su seguidor. Pero si éste no tenía las posibilidades de ser como él, entonces le decía: “Ora para que tu hijo pueda ser un discípulo de un Rabí. En tanto regresa a tu casa y aprende el negocio de tu familia, aprende el oficio de tu padre y sé un buen hombre”. Jesús llama a sus discípulos (Mateo 4:18-22) Cuando Jesús caminaba por Galilea encontró a uno de estos muchachos, cuyos padres habían soñado con la posibilidad de que su hijo fuera seguidor de un gran Rabí, pero no había podido llegar a ser un discípulo y había aprendido el oficio de su padre. Muchas veces nos vemos retratados en ese cuadro: intentando seguir a Jesús y no podemos. Entonces regresamos desanimados a nuestra vida cotidiana, para hacer lo que comúnmente habíamos estado haciendo. Lo sucedido esa mañana, sin embargo, nos recuerda que tenemos un llamado y una oportunidad. Una familia de pescadores realiza las tareas comunes y cotidianas; a la distancia logran ver a un rabí caminando cerca de donde ellos están trabajando con las redes. ¿Cuántos suspiros saldrían de sus corazones, recordando cuánto habían anhelado llegar a ser discípulos de un rabí? Sorprendentemente todo cambió cuando una voz los sacó de sus absortos pensamientos. ¡Recibieron una invitación! Era para Pedro y Andrés, así como habría una para Juan y Jacobo, los hijos del Zebedeo. ¿Por qué eran ellos pescadores? Porque el papá lo era. Ellos esperaban procrear esperando que alguno de sus hijos fuera, con suerte, discípulo de un rabí, ya que ellos no habían sido elegidos. No entendían lo que sucedía y les era difícil dar crédito a lo que veían y, sobre todo, a lo que escuchaban: Jesús les estaba diciendo: “Síganme, que los voy a hacer pescadores de hombres”. ¡Los estaba invitando a ser sus discípulos! Piensa un poco en este momento. ¿Cómo sería la respuesta de Pedro, Andrés, Jacobo y Juan? Tendemos a pensar e imaginarnos que los discípulos salieron corriendo siguiendo a Jesús, como si estuvieran en un trance hipnótico; pero, ¿qué era en realidad lo que pasaba? Ellos ya habían escuchado hablar de Jesús y cuando él los llamó sabían que sus vidas cambiarían. “Sabían qué clase de hombre era y estaban dispuestos a seguirlo”. ¿Por qué lo siguieron inmediatamente? Porque les hizo una invitación, y ese hecho es garantía de que pueden llegar a ser como él es. Si no hubiera sido así, los habría dejado trabajando en la barca de su padre.
el futuro y sufrimos cuando vamos más allá de nuestros límites, o cuando no tenemos lo que queremos. Saber qué quieres o tener un propósito en la vida, le dará, en primer lugar, sentido a tu existencia; en segundo lugar, simplificará tu vida. Sin embargo, no hagas más de lo que Dios quiere que hagas, debes enfocar tu vida. En tercer lugar, dará un estímulo a tu vida; después de todo, el trabajo sin propósito acaba tu vida. Tener bien claro un propósito en tu vida te prepara para la eternidad. Recuerda que lo más importante es saber qué hiciste con Jesucristo y con lo que te entregó. Dios quiere que seas completamente feliz y la fuente de la felicidad es Jesús. Quiere hacer de ti un héroe; te quiere ver triunfar; desea que salgas adelante; que te prepares para prosperar; que no sufras la derrota que quebranta el alma y el espíritu. Sólo unas cuantas palabras para recordarte lo que te quiere decir: “Mío eres tú” (Isaías 43:1-4) y “No temas” (Isaías 41:10). Vs. 7-10. Volviendo a la carga Dalila, Sansón le dijo: “Si me atares con siete mimbre verde que aún no estén secos”. Dalila lo ató, hizo traer a los filisteos para poder comprobar lo que se le había dicho, pero Sansón se levantó para comprobar que no sucedía nada y poder seguir avanzando en su juego, pues había una fuerza sutil que lo ataba a ella. “Me has engañado” le reprochó Dalila y se engañaba a sí mismo olvidando el sueño que Dios tenía para su vida. Vs. 11-12. Ahora las instrucciones de Sansón fue de traer sogas nuevas, y Dalila repite el mismo procedimiento. Sansón se liberó de nuevo. Vs. 13-15. “Me has engañado” vuelve a lloriquear Dalila. Las instrucciones fueron, entonces, de utilizar siete trenzas aseguradas con una estaca de telar en el cabello de Sansón, llevando a Dalila muy cerca del secreto. “Tres veces tuvo Sansón la más clara manifestación de que los filisteos se habían aliado con su hechicera para destruirle; pero cuando ella fracasaba es su propósito hacía de ello un asunto de broma, y él ciegamente desterraba todo temor.” (Patriarcas y profetas, pág. 610) Vs. 16-18. Desarmada su voluntad, Sansón descubrió todo su corazón y confesó: “Nunca pasó navaja sobre mi cabeza, porque soy nazareo de Dios desde mi nacimiento, si soy rapado mi fuerza se apartará de mí.” Vs. 18-19. Sansón fue rapado y los filisteos se lanzaron sobre él. Vs. 20. “Esta vez saldré como las otras veces y me escaparé”, planeó Sansón, pero Jehová se había apartado de él. Quiero que pienses cuántas veces has jugado con el pecado y aparentemente has salido ileso; cuántas veces Dios te ha llamado para que le des tu corazón y no has podido ver su mano de amor anhelante que quiere hacer realidad el sueño que tiene para tu vida. De pronto, sin embargo, la tragedia visita nuestra vida, nos vemos
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Viene una nueva crisis mientras los días de la fiesta transcurrían y se acerca el plazo para resolverlo. Los acompañantes recurrieron a la esposa y amenazaron con quemarla si no obtenía la respuesta de Sansón, pues se sintieron burlados. Entonces, con Sansón, la mujer lloró, molestó y finalmente consiguió la respuesta de los labios de él. Sabiéndose engañado y traicionado, se llenó de ira y fue en busca de treinta filisteos, los mató y despojó para dar sus ropas a los acompañantes de la boda y pagarles, así, la apuesta. Molesto, no consumó la boda y se fue. Una vez tranquilo, regresó por su novia, y para su sorpresa encontró que se le habían dado como esposa a un amigo, pensando que él no tendría más interés de ella. Enfurecido cobró venganza prendiendo fuego por la cola a trescientas zorras, a las que soltó por los trigales secos, consumiendo toda la cosecha de grano de los filisteos. Cada vez que abandonamos los planes de Dios para nuestra vida lo único que conseguimos es complicar las cosas. Creyendo que había tomado venganza de los filisteos resultó que ellos tomaron venganza contra él, y en su ausencia quemaron a su esposa y su familia. Sin haber aprendido la lección, complicó aún más las cosas al enamorarse de Dalila, una mujer hermosa y pública del valle de Sorec. Comenzó de nuevo un diálogo con el pecado, el que lo llevó finalmente a una triste condición de vida. Dalila había aceptado la oferta de mil cien ciclos de plata ofrecidos por cada uno de los príncipes filisteos que la habían ido a entrevistar. Su ambición la llevó a luchar para descubrir cuál era la fuente de la fuerza física descomunal que poseía Sansón. “La verdadera grandeza de un hombre se mide por el poder de las emociones que él domina y no por las que lo dominan a él”. (Patriarcas y profetas, pág. 612) Jugó con el pecado pensando que en el momento que quisiera detenerse lo lograría. El tiempo invertido en su pasatiempo hizo que finalmente se olvidara del sueño que Dios tenía para su vida. Cuando Dalila preguntaba, él siempre tenía una pista para ella, pero no decía la verdad total. No todo era mentira, pero no todo era verdad. Vale la pena notar que Dalila, al igual que el pecado, ya no vino disfrazada, sino que le habló directo: “¿En qué consiste tu gran fuerza y cómo podrás ser atado para ser dominado?” (Jueces 16:6) Su gran fuerza tenía que ver con el sueño que Dios tenía para él y podría ser dominado sólo si dejaba de lado los planes de Dios para su vida. Su cabellera era sólo un símbolo, “no había virtud alguna en sus cabellos largos, sino que eran una señal de su lealtad a Dios…” ¿Cuál es el sueño que Dios tiene para ti? ¿Dónde te encuentras ahora? Y, lo más importante, ¿qué has hecho con el sueño que Dios tiene para tu vida? No olvides que Dios nos creó con la capacidad de hacer planes para
Pensemos en cuántas veces hemos escuchado una invitación a dejar las redes, para seguir a Jesús. “Ninguno de los cuatro habría sido considerado, por los sabios de la nación, poseedor de suficientes cualidades como para ser seguidor de un maestro. Eran humildes y les faltaba conocimiento, pero esas características eran los requisitos previos para ser discípulos de Jesús”. Ellos pensaban: “Él nos tiene confianza; cree que podemos ser como él”. Ellos no dudan en seguirlo, porque están seguros de que serán como el Rabí. ¿Qué te ha hecho pensar que tú no puedes ser como él cuando es él quien te está llamando? Habían estado en una barca con su padre; habían aprendido el oficio y reparaban las redes. Sin embargo, dejaron a su padre y a las redes, y lo siguieron con una ilusión y una garantía. Seremos discípulos de Jesús porque él cree que lo podemos ser, por eso fuimos llamados. No se registra un grito del padre, con el que empezara a reclamarles: “¡Oigan, muchachos! ¿Adónde van? ¡Tenemos mucho trabajo!”. Más bien, debieron haber aparecido lágrimas de alegría mezcladas con orgullo de padre al descubrir que su hijo es considerado digno de ser un discípulo. Imaginemos lo que sucedió después con Zebedeo. Al regresar a casa le dice a la esposa: “¿Ya te diste cuenta que los muchachos no están conmigo? No sé si te imaginas, pero ya no vendrán”. – ¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Tuvieron algún accidente? – pregunta preocupado el padre. –Ni te imaginas– dice con una sonrisa que desconcierta a todos, pues llora, pero lágrimas de alegría–. Se han ido, un rabí los llamó. El rabí Jesús los llamó para ser sus discípulos. Él dice que nuestros hijos tienen todo lo que se necesita para ser seguidores de él. ¿Te puedes imaginar cómo me siento? Se le hace una noche interminable, desea salir de su casa y pasear por la aldea y decir: “Mis hijos no estarán más conmigo. ¿Ya se dieron cuenta? ¿Y saben porque no están conmigo ahora? Porque un Rabí, el gran Maestro, los ha llamado para que estén con él. Y ahora ellos aprenderán y llevarán un nuevo yugo. Él creyó en mis hijos y los ha llamado para que aprendan, pues quiere que ellos se encarguen de perpetuar su enseñanza.
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Un nuevo yugo No era común que se enseñara un nuevo yugo. Tenía que pasar realmente mucho tiempo; y regularmente se hablaba lo que otros rabíes habían dicho. Era común que el rabí enseñara lo que otro había enseñado antes; sin embargo, en pocas ocasiones se decía: “¿Oíste que os fue dicho…? Ahora yo os digo…” ya que esta era una nueva enseñanza de alguien que interpretaba el texto de nuevas maneras.
Lecciones para aprender Mateo 14:22-33. Un incidente marcaría la vida de Pedro algunos años después de ser llamado para ser un discípulo: Jesús apareció caminando sobre el agua, mientras que los discípulos estaban en la barca en medio de una tormenta implacable. Y resulta que los discípulos se asustaron. Ellos veían el mar como un depósito de lo que no se quería: los puercos con demonios (Mar. 5:13), los que hacen caer a los pequeños, los pecados, para finalmente desaparecer (Apoc. 21:1). Temían ser tragados por esa tormenta. Cuando Jesús les dijo que no era un fantasma, como ellos pensaban, Pedro le pidió ir sobre el agua, pues deseaba hacer lo que su maestro hacía. Como buen discípulo, quería imitarlo en todo. Un descuido, sin embargo, le hizo perder de vista a Jesús y cuando se empezó a hundir, Pedro le grita: “¡Sálvame!” A lo que Jesús respondió: “¡Hombre de poca fe!, ¿por qué desconfiaste?” –Pedro, ¿no tienes fe en mí? Si yo no me hundo, ¿por qué tienes miedo? Lo que sucedió es que Pedro estaba perdiendo la confianza de ser como su maestro. Jesús le dice: “Tú lo puedes hacer; no digas que no se puede ser como tu maestro, el Rabí. Te he llamado porque sé que juntos lo podemos hacer. No te ofreciste; yo te llamé porque sabía que yo te podría ayudar y podrás. El Rabí sabe que Pedro ha perdido la confianza en que puede ser como su Maestro. Lo quiere ayudar. Pedro tiene que entender que sus logros no son para ser presumidos delante de los demás. Quizá Jesús está pensando lo mismo hoy de ti. Tú puedes ser como él, no para presumir, sino para resguardar su enseñanza. Su yugo es fácil y ligera es su carga. Quiero llamar tu atención a algo: “Él llamó a muchachos, a jóvenes”. Pedro era casado (recordemos que sanó a la suegra) mayor de 21 años, ya que es el único que discute sobre los impuestos, (solo los mayores de edad pagaban impuesto). Es posible que Pedro haya sido el mayor del grupo y el líder, por ende. Pero los demás eran muchachos jóvenes de la preparatoria o iniciando la universidad, y Jesús pensó que ellos serían capaces de hacer todo lo que se les propusiera. No tendrían límites para sus sueños. Por eso los quería. Este Rabí llamó a un grupo de muchachos que tal vez no eran los mejores; otro Rabí no los habría considerado como posibles candidatos; sin embargo, Jesús sabía que tendrían el carácter y el valor de cambiar al mundo. Había confiado en muchachos jóvenes, había creído en ellos; y con ellos y su enseñanza, cambió al mundo.
poder mantener en sujeción al héroe de Israel. Mujer ambiciosa, movida por sus propios intereses y motivada por el orgullo nacional de descubrir un secreto profesional de un soldado de los altos rangos del pueblo de Israel.
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Trama Todo está bien mientras nos sujetamos a los planes y sueños que Dios tiene para nuestra vida. Sansón debió haber crecido como un niño especial; los padres contaron al pueblo que mientras el niño crecía disminuían los días que vivirían bajo el azote de los filisteos. Más de una familia debió haber suspirado por la posibilidad de que su hija pudiera tener una relación sentimental con el joven que cada día daba más evidencias de poder llegar a ser un héroe nacional. Un buen día, sin embargo, las cosas tomaron un giro inesperado: los padres recibieron una noticia de los propios labios del hijo, quien había incursionado en los pueblos de los filisteos y se había enamorado de una bella mujer, con quien deseaba formalizar una relación de matrimonio. Los sueños se empiezan a desquebrajar cuando anteponemos nuestros propios intereses ante los intereses de Dios para nuestras vidas. (Jueces 14:1-20) Sucedió que yendo a casa de la novia, al apartarse del camino, tuvo un encuentro con un joven león al que mató, pero no lo reveló a sus padres. (Jueces 14:5,6) Varios días después, ya de regreso a casa de la novia, para consumar el matrimonio, se recordó del leoncillo y al ir a verlo descubrió que había un panal en el cadáver; tomó un trozo de aquel, lo comió y ofreció también a sus padres, sin decir de dónde lo había tomado. La ley de salud del pueblo prohibía que se tocara un animal muerto, pero él lo había tocado, tomado de la miel y llevado a sus padres, haciéndolos partícipes de su desobediencia. Jugaba con lo que Dios decía que no se hiciera y un mal paso preparaba el camino para otro. (Jueces 14:8,9) La decadencia moral carcome poco a poco el corazón hasta que finalmente se cede a la tentación y se cae. Pocas veces se le vio tan resuelto y puso en marcha un plan diferente al plan de Dios para su vida. Ahora pidió la mano, hizo los arreglos y regresó a la fiesta de bodas. Siendo la costumbre de poner a un acompañante al novio, fue sorprendido con el hecho de que le pusieron treinta compañeros para que estuvieran con él. Pudo haber servido esto como advertencia, pero sus ojos se enceguecían cada vez más. (Jueces 14:11) Los filisteos sabían que Sansón podía tomar venganza de los filisteos de un momento a otro, temían lo que pudiera hacer. Para su propia diversión, Sansón elaboró un enigma para sus acompañantes con la promesa de una recompensa si lo resolvían. (Vs. 12-14)
consecuencias, y cuando hacían lo que ofendía a Dios, los entregaba en manos de otras naciones. En esta ocasión, y ya había sucedido muchas veces, fueron entregados en manos de los filisteos por un período de cuarenta años. Cuando Dios veía que el pueblo había recapacitado y lo buscaba, entonces levantaba un líder entre ellos para liberarlos. El medio que Dios utilizaría era una familia que por alguna razón no habían podido tener un hijo. El milagro se daría en el vientre estéril de una mujer. Al igual que su concepción, este no sería un niño común del pueblo de Israel. Dios tenía un sueño surgido de la necesidad del pueblo de Israel, y les mostraría cuánto los amaba y sufría al verlos maltratados a causa de su desobediencia. Las manifestaciones del ángel de Jehová para con Manoa y su esposa para hacerle saber que tendrían un hijo fueron asombrosas. Así comenzaron a cumplirse los sueños y la promesa de que ese hijo sería un héroe nacional. Jueces 13:5 dice que sería nazareo (apartado), consagrado a Dios desde antes de nacer. Se prepararía para liberar a Israel del poder de los filisteos. Nacido para triunfar, con una misión y con la presencia de Dios garantizada en su vida. ¿Se parecerá esta historia a tu vida y la mía? PERSONAJES Sansón: nacido para ser un héroe nacional. Resultado de la intervención directa de parte del cielo para hacer una realidad su nacimiento; con indicaciones específicas en cuanto a cómo debía ser educado y las precauciones a tomarse durante el período de su gestación. Aun antes de nacer el cielo tenía un plan, un motivo y un propósito para su vida. Dotado de una fuerza extraordinaria y sobrenatural, que sería usada como una herramienta en la misión que se le había de colocar sobre sus hombros. Convino el cielo permitirle tomar sus propias decisiones en cuanto a la forma de llevar adelante el plan de la liberación del pueblo de Israel, no estaba obligado a seguir un plan; él podía y debía reconocer la estrategia que le sería mostrada de parte de Dios.
No sé qué estás pensando ahora mismo, pero Dios te llama para que seas un discípulo que será usado por su amor para llevar a un mundo desesperado su mensaje de amor y esperanza: el yugo nuevo del Rabí de Galilea. Seguir a Cristo Juan 1:43 y 44 Felipe, de Betsaida, una aldea pequeña, había sido llamado desde joven. Ya casado y con familia había sido enviado a evangelizar a Hierápolis, que era uno de los centros más importantes en la cultura Romana; ahí, Domiciano había erigido un arco grande, y cuantos pasaban por debajo de él decían: “Domiciano es mi dios”. Felipe tenía muy en claro lo que había aprendido de muchacho. Cuando llegó a la ciudad no pasó por el arco, ya que sabía que había un único Dios. Cuando se supo lo que había hecho, le fue quitada la vida a su familia, luego a él. Muchos de los discípulos sufrieron persecución y muerte pero nunca abandonaron las enseñanzas de su Maestro, porque no esperaban una recompensa aquí, en la tierra, sino en el cielo: “Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida” (Apoc. 2:10 u.p.). Hoy se repite el llamado para ser sus discípulos. El mismo Jesús ha venido para invitarte a reproducir su enseñanza en tu vida. No te detengas ahora porque él sabe que puedes ser fiel a Dios. Dios llama a los que han sido maltratados, a los que han tenido problemas, a los que se sienten solos o creen que no pueden. “Yo los elegí a ustedes, porque creo que pueden ser mis discípulos. Yo los voy a capacitar”. La invitación está hecha, sólo cree y decide ser un discípulo de Jesús. Los que en el pasado han decidido seguirlo, ¿quisieran en esta hora reafirmar esa decisión? ¿Te gustaría a ti ser su discípulo? Él te llama…ven. Si te está llamando es porque sabe que podrás serlo. “Mi yugo es fácil y ligera mi carga”. Ven y síguelo hoy y siempre…
Mujer: Joven filistea, mujer hermosa que llamó la atención y logró hacer nacer sentimientos de un distinguido joven israelita, denominado el héroe de Israel. Pertenecía a una familia que no midió los peligros de desafiar a un israelita como lo es Sansón, por lo que recibieron un castigo muy fuerte por no respetar los acuerdos hechos. Dalila: mujer que representaba los intereses del pueblo filisteo, puede considerársele el instrumento que aprovechan los dirigentes filisteos para 50
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2 - CÓMO DAR SENTIDO A LA VIDA
8 – Sueños Olvidados
Orientaciones y herramientas para el predicador
Orientaciones y herramientas para el predicador
Enseñanza principal Tenemos la responsabilidad de administrar sabiamente la vida. Las oportunidades diarias y los pequeños actos marcarán nuestro futuro eterno. Idea principal para predicar Somos llamados a administrar nuestras vidas y dar cuentas a Dios de los bienes confiados, lo que a su vez serán una prueba de reconocimiento y fidelidad a Dios. Invitación para tomar una decisión Darle todo lo que tenemos al Señor para que él nos ayude a administrar nuestros recursos en forma sabia: vida, tiempo, recursos, dones, oportunidades.
CÓMO DAR SENTIDO A LA VIDA El relato de los talentos Mateo 25:14-28 Hay una realidad que no podemos pasar por alto: tu manera de ver la vida influirá poderosamente en cómo empleas tu tiempo, tu dinero, tus talentos y cómo valoras tus relaciones. Algunos consideran que la vida es como un circo, un campo de minas, una montaña rusa, un rompecabezas, una sinfonía, un viaje, un baile, un carrusel, una bicicleta de diez velocidades que nunca usamos. Sin duda, todos tenemos nuestra propia descripción de lo que es la vida y lo que esperamos de ella. Es interesante notar que a menudo expresamos nuestra perspectiva de la vida en la forma en que vestimos, en el automóvil que tenemos, los peinados que usamos, las cosas que les pegamos a los carros en la defensa, y hasta en los tatuajes que tanto se usan. Lo que pensamos determina nuestras expectativas, nuestros valores, las relaciones que tenemos, las metas y prioridades. Pensemos en algunos ejemplos: • Si crees que la vida es una parranda, entonces tu valor primordial en la vida será pasarla bien. • Si crees que la vida es una carrera, le darás valor a la velocidad y es posible que siempre andes de prisa. • Si ves la vida como un maratón, la perseverancia será valiosa para ti. ¿Cuál es tu visión de la vida? 12
Enseñanza principal Dios tiene una misión y un sueño para cada uno, sólo tienes que estar dispuesto(a) a reconocerlos y hacerlos realidad. Idea principal para predicar La gracia de Dios te perseguirá y con paciente amor te guiará hasta que, consciente del propósito de tu vida, lo busques para hacer realidad el sueño que tiene para ti. Invitación para tomar una decisión No esperes a que las desgracias toquen a la puerta de tu vida para entonces reconocer los planes, sueños y propósitos que Dios tiene para ti. Él te necesita y quiere verte feliz. Materiales para reforzar el mensaje Una navaja de rasurar, una máquina de cortar el cabello o una señal de peluquería.
SUEÑOS OLVIDADOS Salmo 32:8 Una de las declaraciones más impactantes en la búsqueda de igualdad racial fue pronunciada ante una multitud en el año de 1963 en Washington, D.C. por Martín Lutero King: “Yo tengo un sueño”. Su sueño era ver a la raza de color tratada con dignidad. Dios también tiene un sueño; un sueño para ti. Todos en algún momento de la vida hemos soñado con ser alguien o tener algo, con conquistar una posición o hacer realidad un ideal. Finalmente son nuestras acciones las que construyen nuestros sueños. Quiera Dios que cada una de ellas esté encaminada a hacer realidad el sueño que Dios tiene para nuestras vidas. “En el cimiento de la vida de una persona están sus creencias. Lo que cree establece los valores y sus valores impulsan sus acciones” (Glenn Schultz). Ambiente (Jueces 13) El pueblo de Israel tenía dos opciones entre las cuales continuamente debían elegir: servir o no servir a Dios. Cada una de ellas tenía 49
Lo-Ruhama, “tú no eres amada” se dirá Ruhama, “eres amada”, porque el amor de Dios no te abandonará, te perseguirá todos los días de tu vida. Y donde Israel fue llamado Lo-Ammi, “tú no eres mi pueblo”, se dirá Ammi, “tú eres el pueblo del Dios viviente”, porque te perdonaré y te restauraré. Regresé a casa con mi frágil carga, pasamos por en medio de la multitud atónita que nos vio perdernos en el polvoriento camino. Le restauré su salud con tierno cuidado. A diario le leía los escritos de Dios, le enseñé a cantar el canto de arrepentimiento de David y luego juntos cantamos los cantos de alabanza de David a Dios. En medio del canto la restauré para Dios, para nuestro hogar y para nuestros hijos. Ella es hermosa, yo la he amado siempre aun cuando se hallaba en la profundidad de su desobediencia, porque mi Dios la amó. Gomer respondió al amor de Dios y al mío. El nombre de Baal nunca ha vuelto a estar en sus labios. Conclusión Ahora, pueblo mío, oye mi mensaje y da una respuesta. Pues soy un profeta que ha sido conmovido por una gran verdad. He llegado a comprender en lo profundo de mí ser cuán desesperadamente ama Dios a los pecadores. Cuán deliberadamente los busca. Cuán devotamente los atrae a sí. No sigas huyendo del amor de Dios. Recuerda: el amor de Dios te pide fidelidad. Habrá muchas razones para pensar en su amor. Llamado ¡No huyas del amor de Dios!
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Parábola Jesús está con sus discípulos en los últimos días antes de su crucifixión. Se ha enfrentado a los fariseos llamándoles la atención sobre la forma en la que llevan su vida y lo improductivo, vacío, falso y estéril que es el sistema que practican. Les cuenta la parábola de las diez vírgenes y destaca la preparación personal para el retorno prometido de Cristo. Entonces les cuenta otra parábola: Todo sucedió en el ambiente de una hacienda. La decisión tomada marcó poderosamente la vida de los empleados, al encontrarle a la vida un sentido que antes no le habían visto. El dueño de la hacienda, de manera sorpresiva, convoca a una reunión a todos sus empleados. Sin entrar en muchos detalles les hace saber que emprenderá un viaje largo, y sin más, de pronto se pone a repartir sus bienes. “Porque el reino de los cielos será semejante a un hombre que al emprender un viaje largo, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes”. (Mateo 25:14) ¿Qué tiene en la mente este hacendado? Tiene dos propósitos: 1. Incrementar sus bienes y 2. Probar a sus siervos responsabilidades.
antes
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confiarles
mayores
“Del mismo modo, Cristo ha confiado la obra del Evangelio a los hombres a fin de hacer progresar su reino en la tierra y preparar a sus siervos para llevar mayores responsabilidades” (Comentario Bíblico Adventista, pág. 498). Permítanme hacerles una propuesta partiendo de esta enseñanza: si quieren darle sentido a su vida deben entender en primer lugar, que la vida es una prueba: Mateo 25:15: “A uno dio cinco talentos, a otro dos, y a otro, uno. A cada uno dio conforme a su capacidad y se fue lejos”. El Comentario Bíblico Adventista menciona que “…la plata que había en una talento pesaba aproximadamente 34 kg., correspondiente al salario mínimo para un trabajador por 20 años de trabajo”. Dios prueba el carácter, la fe, la obediencia, el amor, la integridad y la lealtad de las personas. Como ejemplos podríamos mencionar a Abraham, al pedirle a su hijo. A Jacob, en la lucha con el ángel. El carácter se desarrolla y manifiesta por medio de las pruebas. La vida en sí es una prueba. Somos probados en cómo reaccionamos con la gente, los problemas, los éxitos, los conflictos, la enfermedad, el desaliento, incluso, el tiempo. En
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las cosas más sencillas somos probados. Pequeñas cortesías, como cuando recoges una basura. “El amo dividió el dinero entre sus siervos de acuerdo a sus capacidades: nadie recibió ni más ni menos dinero del que podía usar. En caso de que no pudiera cumplir con la tarea del amo no podría excusarse con que se sentía abrumado”. Como barro en sus manos, por Luis Gabriel César, pág. 94. Quizá Dios nos está probando con cambios drásticos, promesas retrasadas, pruebas difíciles, oraciones no contestadas, críticas no merecidas, e incluso, tragedias sin sentido. Cuando entendamos que la vida es una prueba, nada será insignificante para nosotros. Finalmente, todo lo que nos sucede sirve para la edificación de nuestro carácter. Cada día es una oportunidad para crecer y para forjar el carácter; para mostrar amor y depender de Dios. Por pequeña o grande que sea la prueba, todas tienen implicaciones eternas. Cuando Dios te llame a cuentas encontrarás que de cada oportunidad que te fue concedida se te pedirá cuentas y tendrás una recompensa. Vale la pena mencionar que el dinero, como se emplea en la parábola, representa cualquier clase de recurso que se nos confía. Dios nos da tiempo, capacidades, dones y otros recursos, de acuerdo a nuestras habilidades y espera que los usemos con sabiduría hasta que regrese. Apenas el dueño de la hacienda les entregó sus bienes, ellos salieron cavilando en su corazón qué harían con lo que habían recibido. En Tezopaco (antiguo colegio de internado en el estado de Sonora en México) cuando llegaban giros telegráficos, el que recibía el sobre lo abría con ansias por ver cuánto dinero le habían mandado. Era curioso, pero lo que hacíamos la gran mayoría era comprar comida y luego… pues se acabó el dinero. Noten, sin embargo lo que sucede en la parábola. Vs. 16. “Inmediatamente, el que había recibido cinco talentos se fue, negoció con ellos y ganó otros cinco talentos.” Vs. 17. “De la misma manera, el que había recibido dos ganó también otros dos.” Para darle sentido a la vida debemos de entender que: La vida en la tierra es un fideicomiso (una transferencia de bienes, para ser administrados). “Sin duda, el Señor no confió a sus siervos más de lo que pensaba que podían manejar sabiamente. Por otra parte les dio lo suficiente como para incentivar su ingenio y habilidad proporcionándoles así la oportunidad de adquirir experiencia”. (Comentario Bíblico Adventista, pág. 498) Dios nos ha dado tiempo, talentos, cuerpo, recursos; nos ha dado, además, inteligencia, oportunidades, relaciones. Todo ello con el propósito de que sea administrado.
Me conmoví con un sentido de profunda esperanza. Vagué por las calles. Pronto me encontré de pie en el mercado de esclavos. Detestaba ese lugar; ahora entenderás por qué. Apareció un sacerdote de Baal que llevaba a una mujer a la subasta de esclavos. El corazón se me paralizó: era Gomer. Completamente desnuda, se paró en la plataforma de subasta. Ella estaba quebrantada, macilenta y muy delgada. Las costillas sobresalían de su piel. El rostro, que una vez había brillado de amor, estaba pálido y con arrugas. Su cabello, una vez bien peinado, tenía muchas hebras grises y caía desordenado sobre sus mejillas manchadas por las lágrimas. Los ojos, que una vez danzaron llenos de vida, clamaban por compasión. Y lloré. Luego el amor de Dios susurró a mi corazón. La subasta había comenzado: llegó a 13 siclos. Antes que yo comprendiera plenamente los propósitos de Dios, ofrecí 15 siclos de plata; alguien ofreció 15 siclos de plata y un homer de cebada. “15 siclos de plata y un homer y medio de cebada”, grité. La subasta había terminado. Cuando subí a la plataforma, un murmullo se despertó en la multitud: conocían a Gomer y me conocían a mí. Los curiosos se acercaron para ver qué haría con ella. Acaso la mataría ahí mismo por su desobediencia. Gomer necesitaba ayuda con desesperación, sentía soledad, vergüenza, esclavitud, afrontaba la muerte eterna (Rom. 6:23). El amor conquistó todo. El amor perdonó todo. El amor estuvo dispuesto a olvidar todo. Me paré frente a Gomer y clamé al pueblo: “Apartaos de vuestras fornicaciones, no sea que yo os despoje y desnude y los deje como tierra seca y los mate de sed”. La rodeé con mis brazos como para proteger su desnudez de los hombres que la miraban. Grité a un comerciante: “¡Tráeme el vestido blanco del fondo, el más costoso en exhibición!” Luego pagué el precio por el vestido y cubrí sus hombros temblorosos con ese manto impecable. Le dije: "Deja de huir de mi amor. Tú eres mía por el derecho natural del esposo; no olvides que un día me casé contigo y ahora también eres mía porque te compré por precio. Ya no andarás errante de mí. No temas, Gomer, eres mía, toda mía por fin. Te amo, no tienes nada que temer, vamos a casa. Tú serás mía durante muchos días; no fornicarás ni tomarás otro varón, lo mismo haré yo contigo (Oseas 3:3). Entonces, mirando al pueblo que quería saber lo que pasaría con ella en esa hora, les hablé diciendo: "Muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin serafines, después volverán los hijos de Israel y buscarán a Jehová su Dios y a David su rey, y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días y donde se dijo de Israel" (Oseas 3:4,5).
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Se me ocurrió, entonces, un plan: Fui al mercado, compré alimento, los cosméticos y ropa que a ella le gustaban, luego busqué en privado a su amado. Él sospechaba que yo lo buscaba para hacerle mal. Pero cuando le platiqué el plan, una sonrisa sarcástica se dibujó en su cara. Si yo no podía llevar a Gomer a casa, mi amor no me permitía verla en necesidad. Yo le proveería todo lo que ella necesitara, aunque pensara que tales provisiones venían del amante. Al despedirnos, nos estrechamos las manos. Con dificultad llevó las provisiones. Yo lo seguí en medio de las sombras. Ella salió a recibirlo y lo cubrió de amor. Le dijo que la esperara fuera de la casa, mientras ella se cambiaba la ropa sucia y desgarrada por la nueva. Después de un tiempo que parecieron horas, volvió a aparecer bien vestida con radiante esplendor, como la Gomer que vi el primer día en casa de su padre. Su amante se acercó para abrazarla, pero ella lo rechazó y la oí decir: “¡No! Ciertamente la comida, la ropa, los cosméticos no vienen de tu mano, sino de la mano de Baal que da todas las cosas. Estoy resuelta a expresar mi gratitud a él, sirviéndolo como sacerdotisa en el lugar alto”. Eso fue como si de repente me hubiesen encerrado entre piedras. No me podía mover. La vi cuando se retiró. Parecía la novilla rebelde que había visto en la juventud en el redil de mi padre. No podía evitar el andar extraviada. Tanto más trataba yo de restaurarla, más se alejaba de mí. Con la debilidad que me producía el dolor interno, me marche tambaleante a mi casa, para pasar noches de insomnio y días de confusión y dolor. Se entregó a su papel de sacerdotisa, prostituyó su cuerpo entregándolo a la perversa voluntad de los adoradores de Baal. Mi ministerio se convirtió en un peregrinaje de dolor. Me convertí en un objeto de escarnio; me parecía que el castigo del pecado de Gomer y de todo mi pueblo había caído sobre mí. Ahora comprendí que “tener amor es saber soportar”. Volví a acudir a Jehová, mis padres me ayudaron con la educación y el cuidado de los niños, quienes respondían con obediencia y llegaron a ser bálsamo de Galaad para mi herido corazón. Pasaban los años y yo proclamaba el mensaje de Dios a través de la tierra. Diariamente oraba por Gomer y mientras oraba, el amor cantaba en mi alma. Ella era mi sueño, y a veces era tan real, que sentía como si me acabara de abandonar. Los años pasaban pero los sacerdotes de Baal la tenían en sus mortales garras. Hace cerca de un año ocurrió algo extraordinario: el color de la primavera estaba tocando nuestra tierra. En la mitad de la meditación de la mañana, me pareció que Dios me llamaba a estar en medio del pueblo de Samaria.
Tenemos la obligación de usar bien lo que Dios nos ha dado. La cuestión no es cuánto tenemos, sino qué hacemos con lo que tenemos. Este principio de mayordomía comienza cuando reconocemos que Dios es el dueño de todos y de todo en la tierra. “Del Señor es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan.” (Salmo 24:1) No tenemos nada en esta tierra. A razón de nuestra corta estadía, Dios nos presta los bienes de la tierra, que son de él y que los prestó antes a otro antes de que llegáramos y cuando muramos se la prestará a otros más. Desde el mismo principio Dios le dio a administrar a Adán y a Eva el Edén. “Los bendijo Dios y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla; ejerced potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y todas las bestias que se mueven sobre la tierra". (Génesis 1:28) “Porque ¿quién te hace superior? ¿Y qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?” (1 Corintios 4:7) “Jesús volverá, sabemos que es así. ¿Significa esto que debemos abandonar nuestras ocupaciones a fin de servir a Dios? No; quiere decir que debemos usar con diligencia nuestro tiempo, talentos y pertenencias a fin de servir a Dios en todo lo que hagamos”. (Biblia del Diario Vivir, pág. 1272) “Ahora bien, lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado fiel”. (1 Corintios 4:2 versión Reina Valera) “A los que reciben un encargo se le exige que demuestren ser dignos de confianza” (paráfrasis). El Señor fue cuidadoso en decidir cuánto daría a cada uno y luego exigió fidelidad. “Los bienes que recibimos no son nuestros. El capital que se nos ha confiado debe usarse y las ganancias que se logren siempre son propiedad del Señor. No tenemos derecho de atesorar estos talentos. Cuando el Señor Jesús regrese, espera recibir lo que es suyo y además la ganancia”. (Diccionario Adventista del séptimo día 7-A pág. 219). Al final de tu vida en esta tierra serás evaluado y recompensado según cómo uses lo que Dios te confió. Eso significa todo lo que hagas. “El Señor no pedirá de los pobres lo que no tienen para dar. No exigirá de los enfermos las energías activas de las cuales carece la debilidad corporal. Nadie debe quejarse porque no puede glorificar a Dios con talentos que nunca le fueron confiados. Pero si tenéis un talento nada más, usadlo bien y aumentará. Si los talentos no se entierran, ganarán otros talentos” (Diccionario Bíblico Adventista, tomo 7-A, pág. 219). Mucha gente no logra darse cuenta de que el dinero es, tanto prueba como fideicomiso. Dios usa las finanzas para enseñarnos a confiar en él. Uno de los empleados salió temeroso, muy pensativo y sutilmente se perdió de la hacienda. Nadie supo a ciencia cierta a dónde había ido; sencillamente desapareció y luego de un tiempo fue encontrado dando vueltas de un lado a otro, sin hacer nada significativo con su vida y sus
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bienes. Parecía que deseaba que el tiempo pasara, tal vez no. Sólo le quedaba esperar que regresara su amo. El texto bíblico nos descubre qué fue lo que pasó: Vs. 18. “Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor”. Para darle sentido a la vida necesitamos entender que: Es una asignación temporal “Para hacer buen uso de la vida nunca debemos olvidar dos verdades: primero, la vida comparada con la eternidad es extremadamente breve. Segundo, la tierra es una residencia temporal”. (Una vida con propósito, por Rick Warren, pág. 48) Dice el himno: “No puede el mundo ser mi hogar, no puede el mundo ser mi hogar. En gloria tengo mi mansión, no puede el mundo ser mi hogar”. (Himnario Adventista #494) “Tu identidad está en Dios que es eterno y tu patria es el cielo”. Recuerda: “Soy peregrino aquí, no hallo do morar, en áurea playa está mi muy lejano hogar”. (Himnario Adventista #357) Esto explica por qué hay anhelos que no serán satisfechos de este lado de la eternidad. No somos completamente felices aquí porque no se espera que lo seamos. La tierra no es nuestro hogar final. Hemos sido creados para algo mucho mejor. “Cuando entendemos esto podemos darle sentido a la vida. Esto debería cambiar radicalmente nuestros valores. Los valores eternos, no los temporales, deben ser los factores determinantes que influyan en nuestras decisiones. C.S. Lewis observó: ‘Todo lo que no sea eterno es enteramente inútil’”. (Una vida con propósito, por Rick Warren, pág. 25) Vs. 19. “Después de mucho tiempo, vino el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. 20. Cuando se presentó el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos y dijo: ‘Señor, me entregaste cinco talentos; he aquí he ganado otros cinco talentos.’ 21. Su señor le dijo: ‘Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.’ 22. Y cuando se presentó el que había recibido dos talentos, dijo: ‘Señor, me entregaste dos talentos; he aquí he ganado otros dos talentos.’ 23. Su señor le dijo: ‘Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor.’ 24. Pero cuando se presentó el que había recibido un talento, dijo: ‘Señor, yo te conozco que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. 25. Y como tuve miedo, fui y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo.’ 26. Su señor respondió y le dijo: ‘¡Siervo malo y perezoso! ¿Sabías que cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí? 27. Por lo tanto, debías haber entregado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, habría recibido lo que es mío con los intereses. 28. Por tanto, quitadle el talento y dadlo al que tiene diez talentos. 29. Porque a
Pronto Gomer estaba esperando otro hijo. Esta vez fue niña y Dios me dijo que la llamara Lo-Ruhama, nombre extraño ya que significa "no compadecida". Jehová dijo: “No me compadeceré más de la casa de Israel, sino que los quitaré a todos." Después de esto, Gomer comenzó a retirarse de mí. A menudo, después de acostar a los niños, se iba y no volvía sino hasta el amanecer. Cada vez estaba más agotada, macilenta y rebelde. Busqué todas las maneras de conquistarla y que volviera a mí, pero de nada me servían. Dieciocho meses después nació otro varoncito. Dios me dijo que lo llamara Lo-Ammi, que significa "no pueblo mío". Dios le dijo a Israel: “Vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios”. De pronto, una noticia quebrantó mi corazón: supe que él no era hijo mío y que su hermana no era fruto de mi amor. Fueron días de profunda desesperación; ya no podía cantar los cánticos de David; tuve quebrantamiento de corazón. Poco tiempo después, cuando Lo-Ammi fue destetado, Gomer se alejó completamente de mí y no volvió. Siendo padre y madre a la vez, sentía que mi corazón se hundía en una noche obscura. Mi ministerio parecía paralizarse por la desobediencia de mi esposa. Aún mis oraciones me parecía que se hundían. Tiempo después el Señor me sacudió. Llegué a entender que él iba a usar mi experiencia como una ilustración de su amor por Israel. Dios anhelaba impresionar a su pueblo con el gran amor que él sentía por ellos. Me propuse hablarle al corazón de Gomer. (Oseas 2:14) Aún cuando las noches eran largas y angustiosas, mi amor por ella no conocía límite. No podía abandonarla. Estaba dispuesto hasta pedirle a mis hijos que le rogaran a su madre que abandonara su vida de pecado y que regresara al hogar. (Oseas 2:2) Le hablaré al corazón, haré todo lo posible por recuperarla (Oseas 2:14) tendré misericordia de ella (Oseas 2:23). La busqué por toda Samaria. La encontré en la destartalada casa de un israelita carnal y disoluto que no tenía medios para sostenerla. Le imploré a ella que regresara, pero ella despreció mi súplica. Con el corazón quebrantado, regresé a casa con los muchachos y gemí y oré. “Algún día responderá como en los tiempos de nuestra juventud” (ver.15) pensé. Dios puso en mi corazón amarla mucho. Tenía que ser así para seguir amándola a pesar de su descarrío. Tal vez era más fácil razonar: “La dejaré seguir sus caminos, no vale la pena salvarla; nunca cambiará". Pero Dios no me dejaba pensar eso. La amaría por gracia (Oseas 2:14; 14:14). Reproducía el amor de Dios que no abandona a la persona amada, no importa el trato que reciba de ella.
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Mi ministerio ha sido siempre difícil. Los primeros 10 años fueron los días ardientes de mi tercera década de vida. Mis sermones eran de fuego. Sentía dolor en mi corazón por mi pueblo; se me ponía muy poca atención y se burlaban de mí. Cuando tenía 32 años de vida Dios me dio una sacudida y pasé muchos días en meditación y oración. A partir de ahí me sentía sólo y necesitaba una compañía. Las actividades de mi ministerio me habían mantenido tan ocupado que no había podido ver a mi familia por varios años. Las primeras heladas del otoño habían teñido las hojas cuando fui con mis padres a visitar a Diblaim, un viejo amigo de la familia. Ahí sucedió algo que trastornó mi corazón: mientras platicábamos alegremente, pasó por la puerta una señorita, Gomer, hija de Diblaim. Yo la recordaba como una niña linda y algo malcriada, pero ahora ella era una joven de perturbadora belleza. Su cara de marfil estaba enmarcada por una espesa y negra cabellera. Su sorprendente belleza me fascinó y tuve gran dificultad para apartar mis ojos de ella. Aunque conversaba con mi padre de muchas cosas, no podía quitar de mi mente a la israelita de cabellera negra. Siendo que mi padre y Diblaim tenían muy bonita amistad, lo visitábamos frecuentemente. Ellos platicaban constantemente, hasta que un día mi padre me sorprendió con una propuesta: "Oseas, deseo que te cases con Gomer". Yo amaba a Gomer, pero había algo en ella que me afligía. Como a la mayoría de las mujeres de su tiempo, a ella le encantaban los vestidos costosos y los cosméticos, pero acepté eso como parte de su femineidad. Pero, para su edad, ella parecía estar demasiado experimentada en las cosas del mundo. Yo la amaba y sabía que mi amor ardiente hacia Jehová la rescataría a ella de cualquier camino errante. La cortejé con la pasión de un profeta. Dios me había dado el don de la poesía y yo inundé a Gomer con palabras de amor. Finalmente contrajimos matrimonio. Gomer parecía estar contenta con el amor de Dios y mío. Yo miraba el futuro con esperanza. Poco después de nuestro primer aniversario de bodas, Gomer me dio un hijo. Yo busqué el nombre con el Señor y supe que el niño se llamaría Jezreel, un nombre que constantemente le recordaría a Israel que ciertamente vendría el juicio de Dios. (Me hizo recordar la clase de tiempo en que vivíamos). Gomer empezó a cambiar, la sentía distante y distraída. Aquellos días estuve ocupado proclamando el mensaje de Dios por toda la tierra.
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todo el que tiene le será dado, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 30. Al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera.’ Allí habrá llanto y crujir de dientes”. La aprobación del Señor no era proporcional a la ganancia de cada uno, sino a la fidelidad demostrada. “El galardón por el servicio fiel había de ser una mayor oportunidad de servicio. Los que aprovecharon las pequeñas oportunidades se les dio oportunidades mayores. En parte, el galardón por el servicio fiel se recibe en esta vida. Pero Jesús se refiere aquí principalmente a la recompensa del mundo venidero” (Palabras de vida del Gran Maestro, pág. 295). Conclusión Relato Un misionero había pasado muchos años de su vida al otro lado del océano. Al jubilarse, volvió a casa en los EEUU en el mismo barco en el que viajaba el Presidente de la nación. Al ver la algarabía con la que recibían al Presidente sintió indignación contra Dios. Una voz tierna le dijo: “Pero, hijo mío, tu aún no has llegado a casa”. “A los ojos de Dios, los grandes héroes de la fe no son los que han logrado prosperidad, éxito y poder en esta vida, sino aquellos que la ven como una asignación temporal y sirven fielmente, esperando su recompensa en la eternidad” (Una vida con propósito, pág. 25). Para darle sentido a la vida es necesario entender que la vida es una prueba, una oportunidad para administrar los bienes asignados y es temporal. “En lo poco has sido fiel, sobre mucho te pondré…entra en el gozo de tu Señor”. (Mateo 25:23) Dios te bendiga.
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3 - EL MILAGRO TIENE UN PRECIO Orientaciones para el predicador
Enseñanza principal Dios puede hacer milagros en nuestra vida si tan sólo creemos en él y sus promesas. Es sólo la gracia de Dios la que nos puede sanar, no importa nuestra necesidad. Idea para predicar Esta narrativa requiere adentrarse en el personaje principal de la historia y darle vida propia al relato. Cuántas veces el Señor nos muestra su voluntad de una forma extraña donde menos esperamos y de quien menos nos imaginamos, pero está siempre presente para guiarnos a hacer su voluntad. No es el ser humano quien promueve la sanidad de nuestras almas, sino Dios. Invitación para tomar una decisión Hablar de los deseos que no se han cumplido, de los problemas que enfrentamos y no los sabemos cómo solucionar. Hablar acerca de las expectativas que generamos cuando buscamos a Dios y sentimos que no se alcanzan. Venimos a la iglesia y de pronto nos parece todo tan sencillo que ni siquiera lo queremos hacer, pues esperábamos algo grande y difícil de resolver. Creer en Dios y en que puede obrar un milagro en nuestra propia vida. No sé de qué tamaño sea el milagro que necesitas pero pídeselo a Dios.
EL MILAGRO TIENE UN PRECIO Texto clave: 2 Reyes 5 Marco histórico (Voz oculta) A toda alma sincera “que anda en tinieblas y carece de luz” se da la invitación: “Confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios”, “porque nunca jamás oyeron los hombres, ni con los oídos percibieron, ni ojo de nadie ha visto, fuera de ti, oh Dios, las cosas que hará el Señor por aquel que le espera. Sales al encuentro del que se regocija en obrar justicia, de los que en tus caminos se acuerdan de ti”. (Isa. 50:10; 64:4, 5) Deseado de todas las gentes, pág. 189. Todos, de alguna manera, necesitamos un milagro en nuestra vida.
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Jezreel tiene 18 años de edad, es joven, simpático y fuerte. Él está dedicado a Dios. Quien está sentada a sus pies es Ruhama, nuestra hija. Luce hermosa con su cabello negro. Es la viva imagen de su madre. Hace solo seis meses cumplió 16 años de edad. Ammi, su hermano, tiene 15 años. Es cálido y lleno de energía. Pensarás que es una bonita familia, pero ¿sabes...? No siempre fue así. Déjame contarte algunas cosas. Contexto histórico Comencé mi ministerio hace casi 30 años, durante el reinado de Jeroboam II. Había mucha prosperidad; caravanas muy grandes viajaban entre Asiria y Egipto, y pagaban impuestos para el tesoro de Jeroboam, a la vez que vendían sus bienes para nosotros. Hubo algo que sucedió durante ese tiempo. No sólo dejaron su mercancía aquí, también dejaron a sus hijos, hijas y dioses. Estos dioses, los de los antiguos cananeos y los de Jezabel, han tratado de conquistar los corazones de mi pueblo. Los altares que originalmente se construyeron para las ofrendas por el pecado se han convertido en lugares para pecar. Hoy, en todas las arboledas, se ven altares e imágenes. Aquí hay muchas ovejas y ganado y algunos piensan que Baal (dios de la fertilidad) es el que les da los corderos, becerros y frutos del campo. No es raro ver que cada ciudad tenga un lugar alto donde Baal es adorado. Cerca de aquí hay uno. Muchas veces, por la noche, se escucha el ritmo de la música de los sacerdotes y las carcajadas de las prostitutas que sirven en sus cultos. La semana pasada sucedió algo tremendo: un hombre y una mujer, que viven en la tercera casa, sacrificaron a su bebé en un culto a Baal. Quizá te preguntes cómo fue que se hundió el pueblo en ese camino tan impío. Se debe a que los sacerdotes se han apartado del camino de Dios. Pero de una cosa estoy seguro: el Dios de los cielos hará juicio pronto. En breves años será destruida esta nación –Israel– bajo la rueda del poderoso ejército de Asiria. Desenlace ¡Cuán rápido pasa el tiempo! Hace 30 años, Dios me escogió como profeta. Agradezco los esfuerzos que mi padre –Beeri– y mi honorable madre hicieron para enseñarme a temer a Jehová, el verdadero Dios de Israel. Me enseñaron a odiar al becerro de oro que hizo el primer Jeroboam, quien lo había convertido en deidad. Diariamente añorábamos el regreso al templo de Jerusalén. Cantábamos los cánticos de David y sentíamos un gran deseo de que viniera el Mesías. 43
7 - Huyendo del amor de Dios Orientaciones y herramientas para el predicador
Enseñanza principal Mostrar el gran amor de Dios y todo lo que está dispuesto a hacer por nosotros. Idea principal para predicar El amor de Dios es grande, significativo, paciente y dispuesto a transformar nuestras vidas. Él nos buscará hasta que volvamos a él. Invitación para tomar una decisión Por su gran amor, Dios no se cansará de buscarnos para restablecer la relación que un día tuvimos con él y por alguna razón se perdió. No huyas de ese amor; es tiempo de volver al hogar. Materiales para reforzar el mensaje Puede vestirse a la usanza de los tiempos de Oseas y poner un cuadro plástico. Se debe escoger un himno especial para el llamado. (Felipe Garibo tiene un canto que dice “Ya no huyas, por favor, ya tu huida terminó” o “Decídete, querido amigo”, que podrían ayudar a poner un ambiente propicio para el llamado o algún otro himno acerca del mismo tema.)
HUYENDO DEL AMOR DE DIOS Narrativa de Oseas Estoy en el lugar que más he odiado desde que lo conozco: es el mercado en donde se suelen hacer subastas para comprar y vender esclavos. Aquí son exhibidos desnudos esperando al mejor postor. Es denigrante, odioso y vil para un ser humano ser tratado así, pero estoy en medio de la subasta y, aunque te parezca raro, estoy ofertando por comprar un esclavo. Déjame contarte qué es lo que me ha traído hasta aquí. Quiero que vayas conmigo a casa, ven, pasa y siéntate por un momento aquí, bajo la sombra de este roble. Mi nombre es Oseas (Jehová ha salvado). Vivo aquí, en las afueras de Samaria. Soy un profeta que Dios envió a Israel, mi patria. No te conozco mucho, pero ya te estoy empezando a apreciar, por eso te he invitado a casa. Mira ese cuadro hermoso de mi familia. Ella es Gomer, mi esposa. La amo como a mi propia vida. Pronto entenderás por qué.
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Permíteme tomar el lugar de Naamán y decirte cómo nos relataría él su historia si tuviese que hacerlo en esta hora, para animarte a creer en un milagro. “Nací en un hogar nacionalista; crecí orgulloso de mi nación y mi gente. Lo recibí de mis padres como parte de mi educación diaria. El ejército y sus soldados llamaban mi atención y, mientras crecía, aumentaba en mi corazón el anhelo de ser un soldado fiel de mi país. Las cosas se fueron dando: el ejército del reino cada día hacía incursiones más grandes y llenas de riesgos. Escuchar esas historias alimentaba mis anhelos y me invitaban a soñar despierto. Cuando la oportunidad llegó, me enlisté para formar parte de ese ejército. Como todo aspirante a soldado, comencé con las tareas más simples y aparentemente insignificantes. En cada una de ellas fui fiel, pensando que sólo sería por poco tiempo, porque mi lugar estaba reservado entre los mejores. Nunca deje de pensar así. Mientras, los días transcurrían y las oportunidades se daban. Trabajé con ahínco hasta conseguir lo que quería. Fui reconocido por mi fidelidad y mi anhelo de superarme, y un buen día finalmente empecé a ascender. Se me concedieron, entonces, altos privilegios. Una mañana sucedió algo mejor al haber sido llamado para ser general del ejército del rey de Siria. Más honor no podía tener; la vida me sonreía. Me casé, entonces, con una mujer no sólo bella, sino de carácter noble y refinado. Los mejores días estaban por venir. En una de las incursiones a Israel logramos dar muerte a un temido rey llamado Acab y logramos tomar de los hijos de Israel siervos y siervas como trofeos para repartir como preseas después de la batalla. En esa ocasión llevé conmigo a casa una niña de corta edad, pero suficiente para que sirviera a mi esposa. De alguna manera su rostro sereno en medio de todo lo que estaba pasando me había despertado confianza, pues ella sabía que nunca más volvería a su hogar ni vería a sus padres, de cuyos brazos había sido arrancada apenas unos días atrás. Ahora sé que ella había crecido en un hogar feliz y que sus padres eran temerosos de Dios y practicaban su religión con alegría, pues confiados en él, reclamaban sus promesas para sus vidas. La llegué a admirar porque a pesar de su juventud, supo sobreponerse a una condición de vida muy triste. La vida no parecía ofrecerle gran cosa, y podría haberse amargado si se hubiera dedicado a pensar en sí misma y en su desgracia. (Comentario Bíblico Adventista, pág. 871) Quizá sea difícil entender por qué Dios permite circunstancias que lastiman nuestro corazón y que llenan nuestra vida de incertidumbre de que él dirija nuestros pasos. Una temporada difícil, un problema familiar, una enfermedad inesperada, la pérdida de un ser querido, el olvido de alguien que un día te prometió amor y hoy manifiesta entera indiferencia, pocos recursos 19
económicos cuando hemos hecho nuestros máximos esfuerzos, un hogar que se desintegra sin poder hacer nada para remediarlo. ¡Qué cosas! Yo lamentaba inconscientemente su condición, sin saber que muy pronto ella lamentaría la mía. Un día de esos cuando yo pensaba que todo estaba bien y que no podía desear algo más, una pequeña llaga se detectó en mi cuerpo y desencadenó lo que sería una tragedia en mi hogar y en mi vida profesional. Aunque las muestras de aprecio y de solidaridad no se hicieron esperar, prefería no encontrarme con la gente ni con mi ejército. Sumido en mi desesperación y desánimo, empecé a llevar la tristeza a dónde iba. No sólo eso estaba mal; también en mi hogar las cosas empezaron a ser difíciles. La pequeña sirvienta lo notó y su corazón fue conmovido. Ahora me doy cuenta que el primer milagro sucedió en su corazón, porque teniendo motivos para odiarme no lo hizo. Incluso, razones sobradas tenía para desconfiar de su Dios y olvidarlo; para pensar que me merecía lo que me pasaba como un castigo de Dios por haberla arrancado de su hogar. Si lo pensó nunca lo dijo. La lepra que yo tenía me estaba matando; los médicos no me podían curar. Habíamos probado de todo; además, temía contagiar a mi ejército. Mis músculos, una vez fuertes, se estaban atrofiando; mis fosas nasales estaban muy dañadas: se podía percibir la inflamación; los nervios empezaron a perder sensibilidad, no había dolor, pero me aterraba que las extremidades se mutilaran al igual que mi cara, especialmente la nariz. Comía sólo por insistencia de mi esposa, pero había perdido el apetito. Hoy hablan de sulfona para curar, pero nosotros no la conocimos. La prueba de una curación era la ausencia de llagas, aunque quedaran las cicatrices. Sin embargo, cada mañana las cosas eran peores. Mi esposa estaba en medio de los jardines, donde solía ir para no ser escuchada ni vista cuando lloraba. Pensaba en la situación por la que estábamos pasando y allí oraba a nuestros dioses. Cada día sufría más, pero delante de mí era fuerte y me animaba. Una mañana pasó algo que nunca podremos olvidar: la criada, con el cariño de una hija, se acercó a mi esposa y le dijo algo que revivió una esperanza que empezaba a morir por no tener con que alimentarla. “En mi tierra”, dijo ella, “hay un profeta de Jehová que puede sanar a su esposo”. Sería este el comienzo para que muchos supiéramos del gran poder del Dios de Israel, que era sin duda superior al de nuestros dioses, que nada habían podido hacer por mí. Cuando miramos a nuestro alrededor pensamos: “Caras vemos, pero corazones no sabemos”. Aunque nos parezca difícil aceptar, nos necesitamos unos a otros. Además, cuánto bien nos hace escuchar la forma como Dios ha guiado tu vida, así como también lo hizo conmigo. No dudes en expresarlo. Una palabra de aliento en un momento de necesidad es un bálsamo al corazón. No dejes pasar la oportunidad para hablar de las maravillas de Dios 20
Estando en casa con Jesús, repentinamente Zaqueo hizo callar a todos y “puesto en pie dijo al Señor: “He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (Lucas 19:8). La euforia se desató en el corazón de aquella mujer y sus labios pronunciaron alabanzas por lo que sus oídos acababan de escuchar y sus ojos acababan de ver. Después de todo, Jesús había cumplido. “Zaqueo, yo soy pobre, necesito lo que darás” piensa la mujer; “¿Cómo no me cobró más impuestos? los regresará cuadruplicados…” Y Jesús le respondió a Zaqueo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa por cuanto también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Conclusión Un hombre tuvo un sueño en el que Jesús se presentó para decirle que lo visitaría en su casa ese mismo día a las seis de la tarde. Muy temprano al levantarse empezó a mover las cosas de la casa y organizar de modo que pudieran estar las cosas en el mejor lugar. El tiempo pasó muy rápido y fue sorprendido, pues la hora de la cita se había cumplido. Al escuchar el timbre de la puerta, y no teniendo alternativa, abrió la puerta y para su sorpresa, Jesús estaba allí, mirando hacia adentro de la casa sobre el hombro de este hombre y mostró un rostro que denotaba asombro y admiración. Al voltear para ver qué había causado esa reacción de Jesús, se llevó una gran sorpresa al mirar la forma en que estaba acomodada la casa, sabiendo que él no lo había arreglado así; entonces escuchó decir a Jesús: “Te dije que vendría a tu casa hoy; te miré afanado poniendo los muebles y las cosas en el mejor lugar que tú pensabas, pero justamente yo venía para poner las cosas en el lugar donde deben estar y tú nunca las podrías poner”. Es necesario que hoy Jesús vaya contigo a casa. ¿Quieres expresar ese deseo personal de llevarlo contigo al hogar? Te ayudará a poner las cosas en el lugar donde deben de estar y debido a tus limitaciones no lo has podido lograr. Y seguramente se dirá de ti también: “Hoy ha venido la salvación a esta casa”. ¿Te gustaría tener ese encuentro con Jesús y dar tu testimonio público a través del bautismo? Él transformará tu vergüenza en honor, sólo ven a Jesús.
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al río, los muchachos empezaron a presionar para hacer que el primer clavado se pudiera consumar, pero mirando la altura, aquel jovencito decidió no tirarse y ceder el lugar a los demás para después bajar por donde había subido. El grupo, sin embargo, decidió que la única forma de bajar era saltando al agua. Nadie bajaría de otra forma, así que todos a la vez columpiaban la rama, haciendo que bajara y subiera. Cuando bajaba, él observaba cuán cerca estaba del agua y decidió saltar sin percatarse de que la rama lo empujaba aún más alto de donde en un principio estaba. Su cuerpo fue impulsado al vacío, y luego cayó en el agua. El problema fue que no supo cómo entrar al agua, así que lo vieron caer como una plancha. El evento vergonzoso presentaba un problema mayor, salir del agua y ser objeto de burla, no duelo lo físico sino lo emocional. Cualquiera sube a un árbol pero no cualquiera baja con dignidad. La mujer vio que Jesús detenía su paso bajo la sombra de un sicomoro. Ella levantó la vista hacía una rama, y al observar detenidamente, se sorprendió al ver arriba al mismo Zaqueo. Qué oportunidad para burlarse por su atrevimiento de subir y exhibirse en la rama de ese árbol; pero antes que de sus labios saliera algún comentario, se escuchó la voz de Jesús, quien, habiendo mirado hacia arriba, fijó sus ojos en los ojos de Zaqueo, y le dijo: “Zaqueo, date prisa, desciende; porque hoy es necesario que me quede en tu casa” (Lucas 19:5). La mujer, sin entender lo que estaba sucediendo, pensó que no era justo que a él lo reconociera hasta de nombre, y a ellos, que lo habían seguido todo este tiempo, no hubieran recibido ni reconocimiento ni el privilegio de ser visitados en su hogar. Si realmente fuera el Mesías, sabría quién era ese pecador. Lejos de lo que todos hubieran apostado que sería el momento más vergonzoso de su vida al verlo bajar, descubrieron que para Zaqueo era el evento más significativo y de gran honra en su vida que hubiera imaginado. Lucas 19:6 comenta el estado anímico de Zaqueo al escribir: “Entonces él descendió aprisa y le recibió gozoso”. No tenía vergüenza ni orgullo; quería verlo, pero no se imaginaba que sería en el mismo seno de su hogar. Había empezado a poner en práctica algunas cosas, pero ahora tenía la oportunidad de hacer un cambio radical y darlo a conocer para que todos lo supieran. Había llegado el momento de dar su testimonio público a favor de Jesús; pero la multitud disgustada pensaba que no era justo que Jesús fuera a la casa de un hombre pecador. La mujer se unió a muchos que esa noche se dieron cita, a la distancia, en la casa de Zaqueo; descubre que Jesús cumplió su palabra y llegó a la inesperada cita. “¿Hasta dónde puede llegar Jesús?”, pensó la mujer desesperada porque el actuar de Jesús ahora era contrario a la promesa que había alentado su corazón.
y alentar a otros. Cuando veas a alguien en necesidad, no dudes en hablarle de ese Dios maravilloso y de las promesas que te han sostenido. Comenzó una serie de eventos, con tonos llenos de esperanzas. Mi esposa me contó lo que la criada le había dicho. Yo no podía dejar de intentarlo y rápidamente, con la ayuda de mis hombres de confianza, me dirigí al palacio del rey para pedir su venia e ir a la tierra del profeta. Era tanta mi emoción que le dije al rey de Samaria: “Tú que eres de gran influencia, mándale una carta al rey de Israel para que me atiendan bien”. Entre ellos se comunicaban. El rey, sin entender por completo la petición que le hacía, pero envuelto por mi euforia, envió una misiva dirigida al rey de Israel, Joram, quien, cuando leyó el pedido, se angustió por lo que ésta decía (2 Reyes 5:6): “Cuando te lleguen a ti estas cartas, entiende por ellas que te envío a mi siervo Naamán para que lo sanes de su lepra”. Vs. 7. El rey Joram rasgó sus ropas preocupado porque sabía que escapaba de sus manos esa petición. De pronto todo se desmoronaba delante de mis propios ojos, sin entender por qué se me negaba la oportunidad de encontrarme con el profeta de quien aquella niña me había hablado. Estaba muy cerca de recibir una grande bendición, pero la estaba solicitando en el lugar equivocado. ¿No sé si te ha pasado a ti? Vs. 8. Fue entonces que algo volvió a revivir la esperanza: Eliseo se dio cuenta de que el rey Joram tenía una situación complicada y necesitaba ayuda. “Mándamelo”, dijo Eliseo, “y sabrá que hay profeta en Israel”. Supe después que el mensaje no era sólo para mí, sino también para recordarle al Rey, hijo de Acab, que los pasos que seguía eran equivocados, como lo había hecho su padre. Ambos debíamos reconocer que hay un Dios poderoso en Israel que puede atender las necesidades de quien lo busque. En ese momento, lo único que yo quería era ver al profeta y, entonces, esperaba que él hiciera un milagro delante de mis propios ojos.
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Expectativas y desengaños Caminamos a casa del profeta con los músculos cansados, pero con la esperanza viva. Cada vuelta que las ruedas del carruaje daban, hacían que las expectativas crecieran. “Saldrá y me sanará, me estará esperando para atenderme”, pensaba ya. Vs. 9. Llegamos a casa del profeta con grandes ilusiones. Vs. 11. Las expectativas que tenía eran grandes, espectaculares; no quería que ninguno perdiera detalle. Después de haberme anunciado cuál no sería mi sorpresa: la casa contrastaba con el palacio del rey, era sencilla y retirada de las construcciones hermosas y elegantes del Rey. Todo se veía demasiado sencillo; mi corazón empezó a dudar.
La puerta de esa vivienda humilde debería ser una puerta abierta a la vida y la esperanza; pero mi corazón se resistía. Las expectativas se derrumbaban delante de mí, sin poder hacer nada. Otro detalle que minó mis esperanzas fue que el profeta no salió a recibirme; ni siquiera me vio. El único recibimiento lo tuve por parte de un hombre parado en la entrada de la puerta, quien traía un mensaje del Profeta en sus labios. Era su criado, Giezi. Qué irónico: una criada me había mandado a buscar al profeta; ahora un criado salía a recibirme. ¿Acaso no merecía más atención mi persona? La situación era curiosa: eso no me debería importar, ya que mi salud era prioridad; sin embargo, de pronto le di importancia. Vs. 10. Sin poder salir aún de mi asombro por lo que estaba pasando, él sólo dijo firme y tajantemente: “Ve, lávate siete veces en el Jordán y tu carne se te restaurará y será limpia”. (2 Reyes 5:10) Allí estaba la respuesta para mi necesidad; no obstante, como ser humano, soy muy complejo y en lugar de aceptar la oferta que se me hacía me puse a pelear por no haberme recibido como yo creía merecer. En otras palabras: yo llevaba mi propia agenda, había formulado mi propio plan y esperaba que Dios lo aceptara. Y no siendo las cosas como lo había imaginado, cualquier pretexto serviría para quejarme, aun cuando el aceptar la orden redundaría en mi beneficio. No cabe duda que somos complejos. Sin embargo, hay algo que no olvidaré: “Hay sabiduría en obedecer las órdenes del Señor”. Quien desea ser salvo y quiere andar en los caminos del Señor, debe aprender que estos caminos son infinitamente más altos y mejores que los caminos de los hombres”. (Isa. 55:8,9.) No te rías, más bien ten cuidado, pues te puede pasar lo mismo. No sé cuantas veces Giezi, el criado del Profeta, se asomó por la puerta y me vio ahí, parado. Es que yo no salía de mi asombro: ¡No vino el profeta para decírmelo! ¡Envió a su criado! Giezi quizá pensó que yo no había entendido el mensaje y que por eso no me movía. Vs. 11 y 12. Me retiré enojado ya que no era como me lo había imaginado. Les pregunté a mis soldados que si los ríos que nacían en las montañas de Amana y Hermón y llegaban hasta Damasco el Abana y el Farfar no eran mejores que el Jordán adonde me había mandado: un río lodoso y lleno de fango en sus orillas. Como yo estaba tan cansado y muy desilusionado, emprendí el camino de vuelta a casa sin ser curado, razón por la cual había ido hasta esas tierras. Me da la impresión de que a veces también tú te quejas y de pronto, al comparar el lugar de donde vienes, llegas a la conclusión de que no vale la pena estar en este lugar, buscando a Dios.
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Víctima de sus prejuicios, levantó la mano para señalar algo y calculó bajarla cuando Zaqueo estuviera cerca, quizá para sacar un poco su frustración por todo lo que él representaba en sus vidas. Se había propuesto, además, no dejarlo ver a Jesús, mucho menos que se pudiera acercar… después de todo, Jesús no atendería a alguien como él. Lo que la mujer hizo lo imitan varios más, pisando los pies de Zaqueo y provocándolo, pues él los había lastimado con sus acciones. Zaqueo “comenzaba a comprender cuán amargos eran los frutos del pecado, y cuán difícil el camino del que procura volver de una conducta incorrecta. El ser mal entendido, el tropezar con la sospecha y desconfianza en el esfuerzo de corregir sus errores, era difícil de soportar. El jefe de los publicanos anhelaba ver el rostro de Aquel cuyas palabras habían hecho nacer la esperanza en su corazón”. Obstáculos ¿Cuál era el problema que no le permitía a Zaqueo ver a Jesús? La Biblia registra en el versículo tres que no podía, en primer lugar, a causa de la multitud…Es interesante notar que la multitud sea el obstáculo número uno en su búsqueda de Jesús… ¿Quién no te deja ver a Jesús? ¿Tu familia, tus amigos, tus vecinos, los que no conoces? ¿Te avergonzarías si te vieran caminando a la iglesia buscando a Jesús? Se registra en la última parte del versículo, que su corta estatura era la segunda razón. ¿Qué hacemos cuando no podemos ver a Jesús? ¿Permaneces con tu frustración? ¿Te conformas con el hecho de que nada se puede cambiar? ¿O retas las circunstancias y piensas en la mejor alternativa para conseguir lo que has puesto en tu corazón? Zaqueo salió corriendo…pocas veces le diríamos a alguien que ante una imposibilidad salga corriendo, pero él lo hizo. La multitud se había propuesto no dejarlo ver a Jesús, así que él salió corriendo, no para huir ni para esconderse ni para justificar que la multitud se lo había impedido; corrió porque más adelante estaba su mejor opción: un lugar donde podría ver a Jesús. ¿Qué hubieras hecho tú? Él hizo todo lo posible para poder ver a Jesús. Me viene a la mente algo que quizá todos algún día intentamos hacer…o hicimos: subir a un árbol. Intuyendo la ruta que Jesús tomaría, subió a un árbol, pues al pasar por allí Jesús, él podría ver su rostro. El jovencito había llegado a vivir a una casa ubicada a las orillas de un río, y todos los que habían crecido allí sabían nadar y disfrutaban la actividad; cuando llegó nadie se imaginaba que él no sabía nadar. Después de la sorpresa le dieron las primeras lecciones y pronto lograron hacerlo flotar y poco tiempo después nadar. La siguiente lección sería subirse a los sauces para tirarse un clavado. Subir a un árbol no es complicado, todo se dificulta cuando uno no se puede bajar o no sabe cómo hacerlo. Estando en la rama del árbol que daba 39
Personaje (alterno) Mujer Veamos con los ojos de la imaginación, con el fin de entender mejor lo que sucedió: una mujer que ha estado entre la multitud que ha seguido a Jesús. En esta situación hay lecciones espirituales para aprender. Trama Zaqueo es el prototipo de nuestras propias vidas. Estamos inmersos en una carrera loca buscando posición, estatus, riqueza, y en cierta medida, aceptación de algún grupo al cual se quiere pertenecer. Pero en el fondo tenemos un vacío que nada ni nadie puede llenar, y entonces hemos llegado a tomar una decisión: es necesario ver a Jesús. Qué bueno que estás aquí en esta hora. Aquella mañana, sabiendo que Jesús estaría en las cercanías de su comunidad y que habría de pasar por allí, hizo los arreglos necesarios para conseguir una bendición de parte de él. Ella, la mujer que lo sigue entre la multitud, es una pobre viuda y anhela que los dichos de la boca de Jesús se hagan realidad. Ha escuchado que en la sinagoga ha hecho una declaración de liberación: “El Espíritu del Señor está sobre mí. Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.” (Lucas 4:18 y 19) Mientras lo sigue y lo escucha hablar, su fe crece y sus esperanzas son alimentadas…Pero de pronto, al entrar en Jericó, es impactada por la realidad del cobro de los impuestos por cruzar la ciudad, y de los impuestos a pagar por el uso de los puentes que los romanos continuamente ponían para poder cobrar cuotas por su uso. En tanto, Zaqueo procura ver quién es Jesús. (Lucas 19:3) “Zaqueo había oído hablar de Jesús. Se habían divulgado extensamente las noticias recientes de uno que se había comportado con bondad y cortesía con las clases proscritas.” En este jefe de los publicanos se había despertado el anhelo de vivir una vida mejor. A su mente venían las palabras que Juan el Bautista había predicado a orillas del Jordán y habían oído su invitación al arrepentimiento. Lo que había oído respecto a Jesús encendía la esperanza en su corazón. De hecho, ya había empezado a tomar algunas acciones para dar marcha atrás en cuanto a su actitud cuando corrió la voz de que Jesús estaba entrando por la ciudad. Zaqueo resolvió verlo. Las calles estaban atestadas, pero Zaqueo salió al encuentro de Jesús. Se enfrenta con dificultades: no alcanza a ver a Jesús. Mientras se acerca para intentar verle, descubre que la gente empieza a cerrar filas para no dejarlo entrar. La mujer percibe algo extraño en el ambiente: es el perfume caro de Zaqueo que se distingue de entre el olor de la multitud humilde, que huele a campo y mar; la mujer lo mira. 38
Yo no lo quería entender, pero el Dios de los cielos había guiado mis pasos hasta ese lugar porque tenía preparado para mí algo muy especial, como lo tiene para ti también. Ahora lo veo así: el Señor quiere nuestra felicidad y en otro lugar no la encontraremos. Gracias a Dios que aún hay quien ve con optimismo nuestras vidas y posibilidades y nos ayuda a seguir adelante. Y, ¿por qué no decirlo? Miserable el que desanima a alguien a no cumplir la voluntad de Dios en su vida. Busca, lucha, pero no desistas Vs. 13. Otra vez mis “criados”, demostrando que eran más sabios que su propio amo, se acercaron diciéndome: “¿Te parece mucho hacer lo que te pide el profeta? Anda y prueba; no pierdes nada. Quizá ésta sea tu solución. No te vayas sin antes haber probado lo que se te propone”. Otra vez los criados, guiados sin duda por Dios, estaban diciéndome qué hacer. Mi orgulloso corazón debía de doblegarse y ganar la victoria sobre mi voluntad terca y egoísta. Entonces acepté; probé la alternativa que se presentaba delante de mí y, sin pensarlo más, fui al Jordán y me sumergí en sus aguas. El fango de la orilla del río turbio del Jordán acabó con lo último que de mi orgullo quedaba. El lodo se pegaba en mis piernas y cubría mis llagas. Pensaba para mis adentros: “Si no sano moriré más rápido por la infección que agarraré con este lodo maloliente”. Ante la mirada incrédula de mis siervos y soldados, empecé un rito desconocido para todos: sumergirme en el agua y salir. No bastó una ni dos veces, hubo que sumergirse las siete veces que el profeta había indicado porque, aun en la sexta ocasión, no había cambios. Si hay algo desesperante es desear algo, hacer todo lo posible para que suceda y que no se cumpla. Y peor aún: qué terrible y vergonzoso es cuando los demás esperan que se cumpla y no sucede. Esto me enseñó que si he comenzado un proyecto o plan no puedo desistir; si quiero gozar del beneficio que se me quiere dar, es necesario llegar hasta el final. Vs.14. Llegó la séptima vez, ésa es la que nunca olvidaré. Tomando todo el aire posible me volví a sumergir. ¿Puedes imaginarte el cuadro; lo que estaba viviendo? Cuántas cosas dentro de mi mente: ¿Acaso esto era sólo una farsa para reírse de mí? ¿Qué pensarían la servidumbre de mi casa, la del profeta y hasta mis propios hombres de confianza? Pensaba en lo que yo haría al salir del agua si descubriera que mi lepra estaba allí; qué historia debía contar de regreso a casa si esto no funcionaba. No había más aire en mis pulmones así que salí para enfrentarme a la realidad, fuera cual fuese.
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Cuando salí y quité el agua de mi rostro y ojos para poder ver, descubrí el rostro asombrado de mis siervos por el milagro que contemplaban. Mi piel era como la de un niño. Cumplí las indicaciones y entonces hubo sanidad. Con cuanta gratitud miraba yo a los criados que me habían animado a seguir adelante. ¡Finalmente tenía lo que había venido a buscar! Todos, en algún momento de nuestra existencia, hemos sido alcanzados por la lepra del pecado y el Señor desea curarnos. No menosprecies su ofrecimiento. Si hay nervios atrofiados, insensibles al pecado; si ha sido mutilado tu carácter; si has perdido el apetito por Cristo, la medicina, la sulfona, es Cristo. Toma la dosis de su amor. Recuerda: todos necesitamos un milagro. No sé de qué tamaño es el que tú necesites. Si escuchas su voz, no te resistas a su amor. Sigue sus indicaciones en tu vida y tendrás un final feliz. Podrás regresar a casa y contar cuántas cosas grandes ha hecho Jesús por ti. De regreso en casa, agradecí enormemente a esa niña que se atrevió a mostrarme un camino diferente para que un milagro sucediera en mi vida. Conclusión (Ilustración personal) Boleto Seaworld Había salido de vacaciones con mi familia y ellos querían entrar al parque acuático de Seaworld, pero yo no quería pagar los 45.00 dólares de la entrada porque ya no traíamos casi dinero. Mis hijos, la tía y la abuelita insistían que fuéramos. Cuando finalmente me convencieron, empecé a orar para que Dios hiciera un milagro y pudiera entrar sin pagar. Al mirar hacia abajo, noté que había en el suelo algo que parecía un boleto. Como dudé, le dije a mi hija Dulce: “Levanta esa cosa”. Ella lo vio y descubrió que era un boleto vigente para entrar. Lo más significativo sucedió cuando me acerque a la entrada del parque con temor que me dijeran que no servía y mi suegra tomó el boleto que traía en la mano y entró diciéndome “si ya lo tienes en la mano úsalo sin dudar”. Así somos muchas veces. Le pedimos a Dios un milagro y cuando él lo realiza, nosotros no creemos. Agradece a Dios por haberte traído aquí y a quien te animó a venir. Disfruta tu estadía y permite que tu vida sea transformada por el amor renovador de Dios. No sé de qué tamaño es el milagro que necesitas, pero pídeselo a Dios, cree en él, obedece sus indicaciones y él los hará realidad. Que Dios te bendiga.
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desea los beneficios que los romanos le pueden dar, muy dentro de sus pensamientos aparece la posibilidad de encontrarse con el Mesías prometido, Liberador y Salvador de los que esperan en él. No sé dónde estás tú ni qué posición tienes en el ambiente en donde vives, pero es posible que te hayas rodeado de los beneficios que te puede ofrecer un puesto, un lugar, una carrera, el dinero, y has corrido detrás de una posición para poder sentirte bien; o lo que es más común, refugiado en los logros y cosas materiales te has olvidado de poner a Dios en tu vida, en tus planes del presente y del futuro. Piensa en lo que ha sucedido cuando has logrado el éxito que deseabas; cuando has conseguido lo que pensabas que valía la pena tener…Vale la pena pensar “¿qué es lo que sigue ahora?” Aparentemente él lo tenía todo: era jefe, y eso lo había llenado de los privilegios y bienes que muchas veces perseguimos; y somos capaces de pagar altos precios de salud y sacrificio de la propia familia para lograrlo; pero cuando no resulta como lo deseamos, entonces descubrimos nuestra verdadera necesidad. De los publicanos Cabe considerar que no era un jefe entre su propia gente, sino que había ganado influencia y respeto dentro de la sociedad romana, y eso le ganó el recelo y rechazo de su propio pueblo. No era extraño notar que era odiado por la gente que lo rodeaba debido al giro de su profesión y por los logros obtenidos a costillas de las penurias de su propio pueblo oprimido por la nación romana. Rico Quizá algunos de nosotros somos jefes de un grupo, pero está lejos de decirse que somos ricos. Pero él lo tenía “todo” aparentemente, porque, al parecer, el dinero no le había podido comprar la paz que su corazón tanto necesitaba. Ambiente Piensa en todo lo que implica socialmente lo que está sucediendo. Si lo ves por las calles reconoces al hombre de corta estatura pero de alta arrogancia al caminar; y al ver su atuendo de alta calidad, es inevitable no pensar que lo que tiene es gracias a que tú has contribuido con tus impuestos; tiene la casa hermosa de donde lo has visto salir porque buena parte de ese dinero viene de una fuente no muy clara ni deseable. Y, por si fuera poco, aunque en el fondo te gustaría estar en su lugar por todo lo que tiene y puede disfrutar, reconoces que no hay felicidad en su vida, pues es despreciado por su pueblo; es símbolo de traición a su nación, a su gente y a su Dios.
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Quienes más sufrían estas circunstancias eran los pobres y las viudas en especial, ya que el sustento se veía menguado por los innumerables pagos e impuestos exigidos por el gobierno. Lucas 19:1. “Entrando Jesús a Jericó. . .” Jericó Cuidad enclavada en el desierto, pero llena de belleza, creada para la comodidad de quienes podían pagar el precio de vivir allí. Estaba cercana a Jerusalén y era conocida también como la “Ciudad de las palmeras”. “Jericó era una de las ciudades apartadas antiguamente para los sacerdotes, y a la sazón un gran número de ellos vivía allí, pero la cuidad tenía también una población de un carácter muy distinto. Era allí un gran centro de tráfico, y había allí oficiales, soldados romanos y extranjeros de diferentes regiones. A la vez que la recaudación de los derechos de aduana la convertía en la residencia de muchos publicanos.” Hay que notar que Lucas menciona que Jesús iba sólo pasando por la cuidad; no tenía planes de permanecer en ella. Personaje Un judío que se ha integrado en el ambiente de los romanos y empieza a sobresalir por sus habilidades al punto de formar parte, no sólo del grupo de los cobradores, sino que ha llegado a ser jefe de los publicanos (cobradores de impuestos). Un varón cuyo nombre era Zaqueo. Noten las características con las que es descrito.
4 - ¿ESTÁS LISTO? Orientaciones y herramientas para el predicador Enseñanza principal Jesús nos invita a vivir con él por la eternidad pero debemos aceptar su vestido de bodas, tejido en el telar del cielo. Idea principal para predicar Seremos juzgados por las decisiones que tomamos y por las oportunidades que tuvimos de aceptar a Dios como nuestro Salvador personal. La provisión de su justicia está hecha, pero debemos echar mano de ella para ser salvos. Invitación para tomar una decisión Aceptar la invitación para participar en la boda que Jesús está preparando para nosotros. No desea que nadie falte, por eso te extiende la invitación a participar. Prepárate hoy para encontrarte con él. Materiales para reforzar el mensaje Una túnica blanca que ilustre el vestido de bodas que Cristo ha preparado para que los invitados la puedan portar.
JESÚS PRONTO VOLVERÁ
Jefe
Mateo 22:1-14
El mismo hecho de ser un jefe lo pone en una posición deseada por muchos; está rodeado de grandes privilegios: el jefe, finalmente, tiene oportunidades que otros no pueden tener. Al ser jefe se le ha privilegiado del servicio que otros le pueden dar; está acostumbrado a mandar y que se le obedezca; acostumbrado a tener iniciativas para mejorar las formas de hacer su trabajo. Un día, sin embargo, se le encuentra sumido en sus pensamientos y su rostro denota una preocupación que antes no se había manifestado en él. Es extraño, pero hay algo que lo ha venido afligiendo en los últimos días. Como resultado de sus días llenos de actividad y de sus noches de insomnio, pensando en lo que puede tener por delante, evalúa todo sus logros, revisa todos sus bienes, mira todo lo que ha llegado a hacer y ser, pero tiene un serio problema…Hay un vacío en su corazón y ni todo lo que ha intentado, ni todo lo que ha logrado lo ha podido llenar. En el fondo entiende que es necesario poner su corazón en paz consigo mismo y con los demás, y, aún más importante, poner en su corazón la paz de un encuentro con su Dios. Educado como judío que es, sabe de las promesas hechas para el pueblo de Israel y aunque ha renunciado a la bendición de ser un judío y
“Jesús pronto volverá al mundo con gran poder. Promesa nos dio y la cumplirá; su rostro podremos ver”, Himnario Adventista #170. Tengo una convicción, una esperanza y una preocupación. Mi convicción está basada en las promesas de la Biblia: es la pronto venida de Cristo en gloria y majestad. Lo he creído por mucho tiempo y lo he esperado con gran entusiasmo, sabiendo que el Señor no tarda en cumplir su promesa. Sin embargo, no dudo que muchos de los presentes a veces dudamos y olvidamos esta promesa. No sé cómo te sientas en esta hora, pero quiero animarte a reavivar esta bendita esperanza en tu corazón. Vivimos en la época de la información. Y es increíble que la información que contiene el periódico de una ciudad tenga más información que la que tus bisabuelos recibieron en toda su vida. No obstante el cúmulo de conocimientos, ¿qué es lo más importante que debes saber? No tengo la menor duda al respecto y quiero recordártelo esta mañana.
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Ilustración El rey de un gran imperio -mirando las muchas ocupaciones que tenía y frustrado por todas las tareas que tenía que realizar- hizo llamar un día a los 50 sabios de su reino y les pidió que se dedicaran a la tarea de investigar y resumir lo más importante que consideraran que él debería saber. Después de casi 10 años, se presentaron ante él 25 de los 50 sabios a quienes se les había encomendado la tarea. Traían 10 tomos con el conocimiento condensado de lo que consideraban que el rey debía saber. Todavía era demasiado extenso para sus múltiples ocupaciones, así que el rey les pidió que continuaran con la labor de condensar aún más la información. Diez años después, volvieron sólo 5 sabios, trayendo con ellos un solo libro. Viéndolo el rey, pidió que lo resumieran todavía más, ya que era ya viejo, y no le podía dedicar tanto tiempo a la lectura. Al cabo de diez años, regresó un solo sabio ya muy anciano y con ropas desgastadas. Era el único sabio sobreviviente y traía un informe al rey, quien ya estaba muy enfermo y agotado. El informe final de lo que necesitaba saber estaba inscrito en un anillo: “El Rey del cielo establecerá un reino”. Esto es lo que debemos saber todos y no olvidar nunca. Me temo que las muchas ocupaciones nos tienen atrapados con falsas esperanzas y muchas metas y sueños por alcanzar; sin embargo, hemos dejado de creer con entusiasmo, hemos dejado de hablar con preocupación. Consideramos más importantes otras cosas que están a nuestro alrededor, y aunque sean dignas, nos han hecho olvidar el pronto retorno de Cristo en gloria y majestad. Estamos en la búsqueda de muchas otras cosas que han ocupado el lugar de Cristo en nuestros corazones. Promesas de la segunda venida Te presento un ramillete de promesas para reavivar la idea de su pronta venida: • En Juan 14:1-3 es anunciada por Cristo mismo. • En Hechos 1:9-11 es anunciada por los ángeles. • En Hebreos 9:28 es anunciada por el gran predicador Pablo. • En 2 Pedro 3:11 y 12 nunca es olvidada por Pedro, un hombre que conoció y vivió muy cerca de Jesús. Tengo una esperanza Y deseo que pueda ser tuya también. Cuando Cristo venga seremos evaluados, examinados y habrá una sentencia. Salir aprobado. Mateo 25: 32 y 33 nos recuerdan de una manera muy gráfica lo que hará. Mi esperanza es poder vivir con Jesús por la eternidad; sin embargo, para alcanzarlo se requiere una preparación, una decisión, una constante preocupación por estar a cuentas con él cada día de nuestra vida. 26
6 - De la vergüenza al honor Orientaciones y herramientas para el predicador
Enseñanza principal La más leve señal por buscar a Dios es transformada en la gran oportunidad del cielo. Su gracia nos alcanza y transforma si tan sólo lo buscamos a él. Idea principal para predicar Al buscar a Dios y el perdón divino pueden surgir situaciones inesperadas y no gratas; pero Jesús, atento a nuestra necesidad, transforma la vergüenza en honor y gracia. Invitación para tomar una decisión Hay cosas que no puedes cambiar, sin embargo, hoy Jesús quiere ir contigo a casa a poner las cosas en el lugar donde deben estar y que debido a tus limitaciones, no lo has podido hacer.
DE LA VERGÜENZA AL HONOR Lucas 19:1-10 La casa es el único lugar en donde manifestamos quién realmente somos: no hay fingimientos, no hay dobleces; sencillamente eres tú o soy yo, tal cual somos. En ella solemos enfrentar nuestra realidad y a diario decidimos qué hacer con la misma. Le sucedía a menudo que al llegar a casa afloraba en él la frustración, el cansancio y el agotamiento por buscar algo que pudiera llenar un vacío en su vida y corazón. Lo había intentado de muchas formas, pero nada ni nadie lo había podido llenar. Él “no era del todo el endurecido hombre de mundo que parecía ser. Bajo su apariencia de mundanalidad y orgullo, había un corazón susceptible a las influencias divinas.” Contexto histórico El pueblo romano había sobrecargado a los judíos –el pueblo conquistado– con una serie de demandas e impuestos para tener los recursos necesarios y sostener el sistema de gobierno existente. Los cobradores de estos impuestos –publicanos- habían llegado a ser gente odiada por los judíos debido a su trabajo. Luchaban, además, por tener los más altos puestos y acumular riquezas extraordinarias, ya que les permitía vivir en las mejores ciudades con privilegios que de otra forma no podían tener. 35
Ponte en su lugar… dime con honestidad, ¿Qué le hubieras pedido? Sólo piensa en tu necesidad, ojalá que no antepongas tu necedad y tú visión se nuble por un sueño equivocado. La multitud quiere atrapar el momento; han dejado de respirar para poder escuchar sin equívocos lo que él pedirá. Estoy seguro que si hubiera habido celulares todos hubieran querido grabar la escena y subirla a “YouTube”: la ocasión lo ameritaba. Todos tienen una propuesta en mente, pero la de él va más allá de lo que siquiera había soñado que podía ser realidad. Su voz parece cortar el silencio y desgarrarlo. No hay luz en sus ojos, pero su corazón se ha iluminado con una idea. –“Maestro”–, una pausa y un suspiro, entonces la fe crece como una montaña e ilumina el momento como el sol al amanecer – “que recobre la vista”. “No era para menos”, piensa quien lo llevó hasta Jesús. “Atrevido”, dice otro en silencio, pero en su expresión pareciera fulminarlo como si hubiera dicho una herejía. Y una mujer deja llenar sus ojos de lágrimas, esperando el momento para dejarlas correr por sus mejillas como una cascada que se une al son de un festejo de felicidad. De pronto Jesús lo mira. ¿Cuántas cosas no pasarían por su mente? Es un momento en que el silencio se puede tocar. Ha llegado la hora de pasar de las palabras a los hechos. Y Jesús le dijo: “Vete”. Casi se desmorona delante de él pensando: “¿Para esto me has llamado?”…Pero la frase que sigue, lo levanta para hacerlo un vencedor, un héroe de la fe, una inspiración para el que duda. Será recompensado por haberse atrevido a salir de su zona de comodidad y atreverse a pedir casi lo imposible. “Tu fe te ha salvado”… ¿Lo harás?… Sólo una fracción de segundos bastó para confirmar que el milagro era una realidad; que sus palabras eran un hecho. Jesús había pasado de las palabras a los hechos, había dejado de hablar para actuar. Y lo había hecho con él. Y en seguida recobró la vista. Al ver a la multitud descubrió los ojos de aquella mujer que derramaban lágrimas de felicidad. Conoció el rostro de aquel que lo había animado a venir a Jesús. Confrontó el rostro del incrédulo que aun viendo, no creyó. Y el rostro de Jesús que ahora podía seguir de cerca y verlo cara a cara. Y la Biblia registra que “seguía a Jesús en el camino”.
No estoy seguro de cómo te fue esta semana. Yo te la describiría como una semana de locura debido a las tantas actividades y cosas para hacer. En medio de todo el trajinar, ¿cuál ha sido la respuesta a la invitación y llamado para poder estar con él en esa fiesta por la eternidad? Un recordatorio más basado en la Biblia, la Palabra de Dios la única regla de fe y conducta para el cristiano: Mateo 22:1-14 registra la parábola del banquete de la boda. “Una lección del más alto significado” enfatiza Elena G. de White (Palabras de vida del Gran Maestro, pág. 249). ¿Cuál es la razón de este comentario? Por el hecho de que simboliza la unión de la humanidad con la divinidad. Nadie se casa si no quiere. No hay novio triste o desanimado, o que se haya olvidado de ese momento crucial en su vida. El vestido de boda representa el carácter que todos debemos poseer para ser tenidos por dignos convidados a las bodas. La invitación a la fiesta deja por sentado que quienes han de asistir deben hacer cierta preparación, de no ser así serán echados fuera. No sé si alguna vez te han sacado de una fiesta por no estar en condiciones adecuadas para permanecer allí. A mí nunca me ha sucedido, pero me imagino que ha de ser vergonzoso. Imaginemos esta otra situación: Hay una tensión muy grande en el ambiente. Ha llegado una invitación, pero los invitados no tienen ganas de participar del festejo, así que hacen caso omiso a la invitación. Incluso hay quienes han ido más lejos y han maltratado a los portadores de la invitación. No olvides que hay evidencia clara de lo que sucederá a los que rechazan esta invitación. Así selló el pueblo judío su rechazo de la misericordia de Dios. El resultado fue predicho por Cristo en la parábola. El rey, enviando a sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas y puso fuego a su ciudad. El juicio pronunciado vino sobre los judíos en la destrucción de Jerusalén y la dispersión de la nación. Delante de nosotros se presenta una oportunidad. “Los que fueron primeramente invitados no podían consentir, pensaban ellos en sacrificar ninguna ventaja mundanal para asistir al banquete del rey. Y entre los que aceptaron la invitación había algunos que sólo pensaban en su propio beneficio. Vinieron para disfrutar el banquete pero no por el deseo de honrar al rey” (Palabras de vida del Gran Maestro, pág. 251).
Llamado No sé a quién le grita tu corazón y cuál es tu necesidad, pero quiero animarte a salir de tu zona de comodidad. Ten confianza, levántate, él te llama. Ven a él y permite que ese sueño de tu corazón se haga realidad, para que lo sigas de hoy en adelante por el camino de la verdad y la vida. Ven a él.
Tengo una preocupación El rey se acerca a los convidados y nota algo: “Se reveló el verdadero carácter de todos” (Ibíd.). El rey había provisto un regalo especial para todos los invitados: un vestido de bodas; sin embargo había alguien que no lo traía puesto y el rey lo notó inmediatamente e indaga la razón por la cual no lo trae…después de un silencio viene una sentencia.
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Escuchen esto: “No todos los que profesan ser cristianos son verdaderos discípulos. Antes que se dé la recompensa final debe decidirse quiénes son idóneos para compartir la herencia de los justos” (Ibíd.). Habrá un juicio…sin embargo lo que me preocupa ahora son nuestras obras: “Nuestros caracteres se revelan por lo que hacemos. Las obras muestran si la fe es genuina o no”. Podemos creer que el nombre de Jesús es el único nombre debajo del cielo por el cual el hombre puede ser salvo y sin embargo, no hacer de él nuestro Salvador personal…Cada jota y tilde de la Palabra de Dios debe ser puesta en práctica en la vida diaria.” (Ibíd. 254). La siguiente declaración es dura pero necesitamos escucharla, familia: “Él no tolerará nuestros pecados ni pasará por alto nuestros defectos de carácter. Espera que los venzamos en su nombre…puede ser considerado por el mundo como un hombre de gran integridad, pero la ley de Dios mira los secretos del corazón.” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 257) Triste será la visión retrospectiva en aquel día cuando los hombres se hallen cara a cara con la eternidad. Su vida entera se presentará tal cual haya sido. Los placeres mundanos, las riquezas y los honores no parecerán entonces tan importantes. Los hombres verán que únicamente la justicia que despreciaron es de valor.” (Palabras de vida del Gran Maestro, pág. 259) Conclusión Los días de gracia que tenemos se están terminando rápidamente. El fin está cerca. “Mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez y de los cuidados de esta vida y venga de repente sobre vosotros aquel día.” (Lucas 21:34) “Porque el hijo del hombre ha de venir a la hora que no penséis.” (Mateo 24:44) “Bienaventurado el que vela, y guarda sus vestiduras, para que no ande desnudo y vean su vergüenza.” (Apoc. 16:15) Un joven enfermo de cáncer terminal buscó a uno de sus amigos y le pidió que lo ayudara a repasar lo que la Biblia dice sobre los eventos anteriores a que Cristo venga a esta tierra por segunda vez. Cuando terminaron los estudios el joven enfermo le dijo: “¿Sabes? Estoy listo para encontrarme con mi Dios. Mi cuerpo está cansado y muy deteriorado. Ora, por favor, y pídele a Dios que me deje descansar. Ya estoy listo para partir”. Después de orar por su amigo, el joven amigo salió del cuarto pensando: “Él estaba listo, pero yo…” Te pregunto a ti en esta oportunidad: ¿Estás listo para partir? ¿Cómo estás para encontrarte con tu Dios? En el nombre del Señor que ha de venir te animo a prepárate para su gloriosa venida. Dios te bendiga.
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Como quien quiere dejar una muestra de confianza en sí mismo y se desabrocha el traje antes de hablar ante la multitud, Bartimeo da una muestra de confianza, y arroja su capa. Aquella frazada amiga que estaba cubierta del polvo del camino; fiel compañera y refugio en su oscuridad; amiga inseparable que le había ayudado a pelear con el frío de la mañana y del atardecer; fiel testimonio de su pobreza y vicisitudes. Ahora, sin embargo, debe ir sólo delante de él. ¿Quiere, acaso, hacerle sentir que él será su refugio? ¿Querrá que, al caminar cerca de él, el polvo que levanten sus pies cubra su rostro y su cuerpo? ¿Quiere, quizá, que el invierno de su soledad se escurra y nunca más su corazón sienta frío? ¿Que al amanecer sea su Sol de justicia que le dé calor y al atardecer refugiarse en él? Salió de su zona de comodidad, salió de su refugio, perdió su manto en medio de la multitud. Sería recordado como un fracaso total o como un éxito sin precedentes, pero debía ir a él. ¿Qué te ha hecho dudar para venir a Jesús? ¿Qué te ha detenido para tirar tu capa de comodidad? Bartimeo sabe que ha perdido la capa para siempre, porque en medio de la multitud no la volverá a encontrar. Aunque la distancia es corta, los pasos parecen ser los de un bebé aprendiendo a caminar; su respiración es rápida; sus manos sudan; su piel casi siente su presencia y la multitud ha enmudecido. Ese sentimiento de necesidad que lo hizo gritar lo hace ahora caminar y confiar. Y su fe es confrontada con una pregunta que no imaginaba que llegaría. Jesús lo cuestiona: “¿Qué quieres que haga?” Pudo haber pedido una limosna sin precedentes para un pobre ciego que mendigaba pan. Pudo haber pedido ser llevado en medio de la multitud a Jerusalén para celebrar con él la pascua. Después de todo, Jesús iba a la celebración. Pudo haber pedido ser aceptado como un discípulo para ser protegido por su amor y cuidado; pero fue al extremo. Tomó el mayor de los riesgos, saliendo de su zona de comodidad. Pidió como convenía a la ocasión, pues la oportunidad no se volvería a presentar. Qué mezquinos somos cuando doblamos nuestras rodillas. Qué visión tan corta tenemos aún cuando podemos ver. Qué lejos estamos de sus sueños y sus ambiciones para nuestras vidas. Conclusión Qué difícil nos es creer. Y, sobre todo, qué duro es dejar nuestra zona de comodidad para entonces entrar en la zona de la fe, de la esperanza, de los retos, de lo imposible. De aquello que no hemos soñado, de aquello que está por suceder, pero nuestro corazón no lo ha vivido y nuestros ojos no lo han visto.
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Podemos descubrir en esta acción cómo Jesús quiere bendecir a muchos a través de nosotros. Acércate tú a ese hombre a esa mujer, a ese niño a esa niña, a ese joven a esa señorita que no esperan encontrarse con Jesús. Pregúntate: “¿Qué hago con alguien que grita desesperadamente para que lo volteen a ver?” ¿Qué le hubieras dicho tú? “Oye, amigo, ya te escuchamos todos; calma, como sea no te va a dar una audiencia; ahora cállate”. La multitud es sorprendida, sin embargo, cuando el discurso y la enseñanza de Jesús cambian de tema y atiende la necesidad específica del ciego. Descubrimos que Jesús ha dejado de hablar para actuar. Al detenerse el Maestro, la multitud se acerca más a él. Algo quiere decir, pero su voz se ahoga ante el griterío de aquel hombre, así que Jesús dice: “Díganle que venga”. Dice la Biblia que alguien lo llevó a su presencia. Quien caminó para traerlo, sospechaba que podía ser testigos de algo que nunca olvidaría; sería el eslabón que uniría un grito de angustia con una oportunidad, una necesidad con una provisión, un abismo de oscuridad con un rayo de luz. No hay tiempo para nada, sólo unas palabras breves deben poner la plataforma para que su fe se pueda sostener. Son los últimos segundos del juego de básquetbol. Has pedido tiempo fuera para decirle algo al jugador antes de que se presente delante de la canasta para hacer ese último tiro que puede significar la diferencia. Es la última frase que le puedes decir a alguien que, con la respiración entrecortada, trata de mantener su último aliento. Son las últimas palabras que puedes grabar antes de un examen y el maestro ha dicho guarden sus apuntes. Es el abrazo de tus padres antes de verte partir. ¿Cuántas cosas debía tener en su mente para decir lo que dijo…? ¿Cuántas oraciones habrían sido contestadas en su propia vida para poder transmitir sólo en unos segundos una inyección de ánimo, de fe, de valor y de esperanza? ¿Con qué tono debió haber hablado para que creyera y, aunque no lo miraba, pudiera percibir un rostro lleno de confianza, ternura y de fina compasión hacia él, que sufría? Sólo su tono de voz debía edificar una escalera de fe que lo presentaría ante el trono del Rey del universo. Bartimeo no lo conoce ni lo ha escuchado hablar antes; pero le da una orden con tal convicción que no puede dudar. Es el sermón más corto que ha escuchado, pero es el más convincente; es una orden, un llamado y una misión: “Ten confianza, levántate, te llama”. ¿Cómo puedes confiar en alguien a quien nunca has visto? ¿Cómo puedes creer en algo que no has vivido? ¿Cómo hacer desaparecer la duda cuando sabes que es tu única oportunidad? ¿Cómo hacer crecer tu fe por el testimonio y la palabra de ánimo que alguien te da?
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5 - ¿Qué quieres que haga? Orientaciones y herramientas para el predicador Enseñanza principal La seguridad tiene su fundamento en creer lo que Jesús puede hacer. Confiar significa creer en su Palabra y permitir que él haga lo demás. Idea principal para predicar Todos tenemos una zona de comodidad de donde nos es difícil salir porque representa nuestra seguridad, estemos bien o estemos mal. Pero al presentarnos delante de Jesús es nuestra oportunidad que no debemos dejar pasar si queremos realmente cambiar. Hoy tendrás un encuentro personal con Dios. ¿Qué quieres que haga por ti? Para Dios no hay imposibles. Si crees y se lo pides, él te concederá los deseos de tu corazón. Sólo ven a él y cree. Invitación para tomar una decisión Es ahora una gran oportunidad para invitar a los que están luchando en el valle de la decisión por Jesús. Éste es el paso de la fe que debes dar; es el tiempo de tirar la capa que te ha dado seguridad; es tiempo de confiar, creer y actuar. Si se lo pides te lo dará. Materiales para reforzar el mensaje Use una capa vieja para ilustrar la capa del ciego Bartimeo y, si fuera posible, que alguien se vista a la usanza de los tiempos bíblicos y haga un cuadro plástico del personaje.
MILAGRO AL COSTADO DEL CAMINO Lucas 18:35-43 Cuenta la historia que una mañana en el pasillo que daba a la oficina de Abraham Lincoln, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, se escucharon los pasos cortos de un niño que ante la mirada de los que esperaban su turno para tener una entrevista con el mandatario, pasó delante de ellos y sin saludar a la guardia abrió la puerta y se presentó delante de Lincoln para hacerle una petición, que le fue inmediatamente concedida…se trataba de Ted el hijo del presidente Lincoln. ¿Puedes imaginarte haciendo lo mismo? Salir de tu zona de comodidad quizá sea lo más difícil que tengas que enfrentar en tu vida; sin embargo, será lo más significativo cuando lo logres hacer para probar nuevos horizontes. Encontramos a Jesús a 25 Km de Jerusalén. El final de su camino no estaba lejos. 29
Por el camino principal que llevaba a Jerusalén se habían congregado las multitudes, algunos sólo llenos de curiosidad y otros más lo hacían para ver a los grandes y distinguidos maestros religiosos que se dirigían hacia la Ciudad Santa a celebrar alguna de las festividades. En esta ocasión se celebraba la Pascua. Era normal ver a una gran multitud compuesta por estudiantes y seguidores alrededor de Jesús; querían escuchar sus enseñanzas. Así sucedía con los rabíes. Mientras Jesús caminaba, enseñaba. Esta era una de las maneras más comunes de transmitir los conocimientos. Otro factor que contribuía a lo que estaba pasando era la ley que establecía que todo varón mayor de doce años que viviera dentro de un radio de 25 Km de Jerusalén estaba obligado a asistir a la fiesta de la Pascua. Para muchos era imposible cumplir con esta ley porque no estaban en condiciones para viajar, así que se colocaban a la vera del camino para saludar a los peregrinos y desearles buen viaje. Teniendo en mente esto, es entendible que las calles de Jericó, por donde Jesús estaba pasando, estuvieran llenas de peregrinos y curiosos. Imaginemos la gran cantidad de personas que se apretujaban contra las paredes. Era inusual ver esta situación en otra época del año. Se había corrido la voz de que el joven y audaz galileo, quien se había atrevido a desafiar el poder combinado de todos los grupos ortodoxos, pasaría por allí. Esta era sobrada razón para que en las calles se congregara aún más gente. Notemos algo interesante: el templo tenía asignados casi 20,000 sacerdotes y otros tantos levitas, que estaban divididos en 26 turnos para prestar sus servicios en forma rotativa en el templo. Muchos de estos sacerdotes y levitas vivían en Jericó cuando no estaban en servicio (Barclay, 1983). Aunque a la Pascua iban todos, quizá no se habían ido aún a Jerusalén porque la festividad no había comenzado. Las miradas de la gente hacia este joven rebelde eran de todo tipo: algunas llenas de curiosidad, otras llenas de frialdad, otras manifestaban una actitud hostil. La razón era muy sencilla: si Jesús tenía razón, todo lo que se hacía en el templo no servía para nada. Vamos a la puerta norte de la ciudad de Jericó; allí está sentado un mendigo de nombre Bartimeo. Reconstruyamos la escena Esa mañana, como pocas, había una emoción natural en el corazón de Bartimeo por lo que significaba poder estar a la orilla del camino mendigando cuando tantas personas pasarían por allí. Sería un día bastante productivo; después de todo, esto no sucedía muy a menudo. Un buen amigo, de corazón noble y actitud paciente, lo ha ido a buscar muy temprano a su humilde hogar para llevarlo a la entrada norte de Jericó. Él se ha sobrepuesto a la crítica de ayudar a un rechazado ciego que
carga el castigo de algún pecado cometido por sus padres. Según dice la tradición, ésa es la razón por lo que ha nacido ciego (Juan 9:2). “–Bartimeo–”, le dice su amigo –“no puedo hacer más por ti hoy. Espero que sea un día venturoso y puedas tener claras bendiciones–” y retirándose, dejó a su amigo sentado a la orilla del camino. Cuantos, sin saber, hoy han venido a la casa de Dios y deseamos pueda ser un día lleno de bendiciones en tu vida. Nosotros no podemos hacer nada por ti pero estás en el mejor lugar por donde Jesús va a pasar. Cuántas veces había llegado Bartimeo hasta aquel lugar para pedir limosna; muchos de los que pasaban lo reconocían y esperaban verlo muchos días más, hasta que muriera o se cansara de pedir. Lo que sería un día productivo de pronto se convirtió en un día misterioso. El ruido que llegaba hasta sus oídos era inusual. Debajo de sus piernas retumbaba el ruido que se provoca cuando una enorme multitud se acerca. Sabiendo que esto no era normal, preguntó a alguien qué era lo que pasaba y quién era el que venía. Le dijeron que era Jesús. Movido como por un resorte empezó a gritar para que pusieran atención en él: “¡Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí!”. Esto significaba que lo reconocía como el Rey prometido que establecería un reino en este mundo y que él podía ser favorecido por su autoridad. Vinieron las reacciones de todos lados. Para quienes escuchaban las enseñanzas de Jesús, todos esos gritos eran una ofensa y trataron que Bartimeo se callara, pero nada le iba a quitar la oportunidad de conseguir un favor de Jesús y siguió gritando. Los curiosos presentes estaban a la expectativa de cuál sería la respuesta que un pobre ciego recibiría como recompensa a sus gritos desesperados. Los fuertes gritos para llamar la atención cesaron por unos segundos, sólo los suficientes para alimentar la esperanza de que se hubiera callado. Pero volvió de nuevo y los gritos se convirtieron en una emoción incontrolable. Podríamos llamarlo un alarido, un grito desesperado –y desesperante– mientras repetía vez tras vez: “¡Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí!” Ese grito no mostraba más que la desesperación total de ese ser. Esto nos dice que Bartimeo estaba determinado a enfrentar a Jesús, nada lo detendría; se resistió a hacer silenciar su voz y a contenerse. La magnitud de su necesidad lo llevó a Jesús. Podría decirles que si alguien quiere un milagro, éste es el espíritu que debe mostrar. El anhelo apasionado e intenso procedente del fondo mismo del corazón humano jamás será defraudado. Jesús escuchó un grito desesperado que debía atender. Los gritos eran tan fuertes y con tal desesperación, que el mismo Jesús se detuvo y junto con él, la multitud. Sin embargo, Jesús no se acercó a él. ¿Por qué no lo hizo?
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