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TUMOR, YA NO ESTÁS AHÍ

LA HISTORIA DE CLAUDIA, SOBREVIVIENTE DE CÁNCER DE MAMA

El diagnóstico de cáncer siempre te mueve el piso — dice Claudia Muñoz, esposa y mamá de dos hijas. Claudia fue diagnosticada con cáncer de mama a sus 47 años, cuando en diciembre del 2021 se realizó un chequeo de rutina que por la exhaustiva pandemia llevaba un tiempo aplazando.

Un par de meses antes me sentí una pequeña protuberancia al lado de la costilla, pero pensé que era porque venía haciendo mucho ejercicio. Me dije: ¡Estoy tan delgada que hasta me siento las costillas! — ríe al recordarlo. ¿Cómo es que desconocemos tanto del cáncer? ¿Cómo es que pensamos que puede ser cualquiera menos nosotros mismos a quien le toque?.

Recuerdo justamente preguntarle a mi ginecóloga sobre las probabilidades de tener cáncer para las mujeres que no tenían hijos y ella me cortó de golpe: “Silencio. Estoy tocando algo que no me gusta”. Y ahí comenzó todo.

Primero llegó la negación:

“No puede ser. Yo tengo dos hijas, yo amamanté. Nunca utilicé métodos anticonceptivos, hago ejercicio, no fumo, mantengo una dieta balanceada, ¿por qué a mí?”. No era posible. Toda su vida pasó frente a ella en cuestión de segundos, sus prioridades se acomodaron y en lo único que podía pensar era en sus hijas de 9 y 15 años. Dios, realmente quiero verlas de adultas — rezó.

Sabía que la palabra cáncer daba miedo, lo sentía en su cuerpo y por ello decidió no decir nada a su familia hasta no tener claro el diagnóstico.

Pero todo fue tan rápido, cuestión de días, para que los médicos le aclararan el panorama: tenía 95% de probabilidades de tener cáncer.

“Fue como ponerme la muerte al frente”.

Claudia es una persona radical y retadora, así se define a sí misma. Con el miedo y la incertidumbre por el futuro encima se planteó: “Sí, tengo cáncer. Y ahora, ¿cómo lo afronto?”.

El primero en conocer su diagnóstico fue su papá, quien vive en Colombia, su país natal, y también lucha contra el cáncer. Junto a su familia, sus hijas y su esposo en Guatemala; y el resto de su familia en Colombia, emprendió entonces su propia lucha un día a la vez.

El tiempo no la hizo esperar y el 2 de febrero se encontraba en el quirófano donde los médicos le pusieron la difícil decisión en sus manos: podían retirar únicamente el pequeño tumor o realizar una mastectomía completa. Hasta ese momento la biopsia había demostrado que su cáncer era “rarísimo, pero tranquilo”, sin embargo, ella optó por la mastectomía.

“Los médicos trataron de convencerme, pero tomé la decisión correcta. Al despertar de la operación me vi y pude decir: Tumor, ya no estás ahí, ya te fuiste”.

A veces nuestro instinto es el más sabio. Cuando los médicos realizaron la biopsia completa le dieron la noticia de que el tumor era más invasivo y agresivo de lo que creían al inicio. Claudia sintió una oleada de temor, sabía lo que eso significaba: quimioterapia. La historia no había terminado. Fue así como llegó al Hospital El Pilar.

“El doctor es un súper ángel, me llevó de la mano en todo el proceso”.

En la fotografía: Claudia, acompañada de su esposo Edgar y sus hijas Paula Daniela y María José.

Si la palabra cáncer asusta, la palabra quimioterapia no hizo más que aumentar los niveles de preocupación de toda su familia. Pero, en sus palabras, la quimioterapia no fue agresiva, pues su cáncer se encontraba en Fase I B (un tumor de tamaño pequeño, 1.2 cm al momento de la extracción, que respondía a hormonas). Además, el equipo médico y las instalaciones le brindaron la seguridad y comodidad que necesitaba.

Fue muy gracioso —cuenta—, tras la primera quimioterapia mi esposo me preguntó: “¿Qué sentís?” y yo respondí “nada”. Preocupada le escribí al doctor, que había creado un chat y estaba pendiente de mí a diario, porque creía que no había funcionado la quimio, pero los efectos se hicieron presentes al día siguiente. Y aunque el resto del camino no fue fácil, su valentía y ganas de vivir la mantuvieron de pie. Mi cabello comenzó a caerse a las dos semanas de iniciada la quimioterapia y decidí cortármelo todo.

Le encontré el gusto, no fue algo que me afectara realmente. Me adelantaron la menopausia, me mataron los ovarios a la fuerza por seguridad. Los calores son lo peor, pero trato de no ponerles atención. Mi mayor lección es “vive tu vida” — dice con una sonrisa y su cabello corto que ha dejado crecer.

Afrontar el cáncer es un trabajo de equipo, no se vive solo. El paciente, el doctor, las enfermeras y la familia completa se ven involucradas de distintas maneras. Claudia tuvo la fortuna de encontrar en el hospital y en su hogar el equipo que necesitaba para hacerla sentir segura y sobrellevar su enfermedad. Hoy, 9 meses después de que todo inició, festejó que sobrevivió a las quimioterapias y se encuentra libre de cáncer. Y aunque la anhelada remisión tiene que esperar, pues como sus doctores le han dicho: “sigues siendo paciente 5 años después del diagnóstico”, Claudia vive su vida día a día acompañada de sus pastillas que le recetó el médico y pensando siempre de forma positiva.

El cáncer te cambia. A Claudia la ha hecho más consciente y perceptiva, trata de leer y escuchar más las luchas de las personas. ¿No es esta una forma de cambiar el mundo? Su misión de vida siempre ha ido encaminada a buscar el bienestar de las personas y ahora tiene la clara intención de visibilizar a las personas el cáncer. Hablar sobre él, convertirlo en un tema cotidiano, porque así lo viven miles de personas, incluida ella. “Sé que desafortunadamente miles de mujeres no tienen la posibilidad del apoyo que yo tuve. Por eso me siento afortunada por el tiempo tan corto de manejo que tuvo mi proceso, solo puedo decir gracias. gracias, gracias”.

Isabel Velásquez

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