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La María
“Es como quien tiene un rebaño de vacas, echarle un ojo todos los días y revisión los fines de semana” Monseñor Jose María
Javier y Pilar son dos cultivadores gallegos, afincados en la provincia de Lugo. Como a Pilar no le gusta vivir siempre con el cultivo de interior, después de cada cosecha desmontan el equipo y no lo vuelven a poner en marcha hasta que necesitan reponer reservas. “A veces aparecen visitas, amigos, familiares, gente que te viene a poner una ventana, tener un cultivo de marihuana puede ser un engorro. A mí no me gusta tenerlo siempre en marcha. Para fumarte en paz la última cosecha lo mejor es no tener que estar preocupada por la nueva. En vez de convivir todo el año con un armario de cultivo, prefiero dedicar una habitación, hacer toda la yerba que pueda de golpe y luego quitarlo todo” explica Pilar sobre su sistema intermitente.
El crecimiento de los esquejes se hace con lámparas de 250 vatios.
Cada esqueje se entutora con un palo de bambú para que crezcan erguidos
Hacen una buena cantidad de yerba en cada campaña al emplear tres focos. Para desmontar con facilidad Javier ha diseñado un bastidor de madera, por un lado lo apoya en un armario, por el otro en dos agujeros de la pared. Cuando el cultivo no está en funcionamiento, solo deja como huella ese par de agujeros, cualquiera los confundiría con el rastro de cuadros descolgados. Encima del armario tiene también colocado el equipo de ventilación. Junto a la ventana un intractor mete aire al cultivo después de pasarlo por un filtro que impide a las plagas atacar en este flanco. Por el lado de la puerta han dispuesto el extractor que saca el aire al pasillo de la casa después de pasarlo por un filtro para eliminar los olores. Como ambos equipos están dispuestos uno enfrente del otro, cuelgan en uno de los bastidores un ventilador de gran tamaño para mezclar bien el aire de toda la habitación. Con una caja de control automatizan la potencia del equipo, de esta forma mantienen la temperatura y humedad bajo control con la mínima producción de ruido. “Si quieres sacar gramos rápido tienes que invertir en tecnología, lo que te ahorras en material lo pagas después con una producción menor que te lleva a la calle a comprar hachís otra vez. Prefiero pagar primero a que me falte marihuana luego”. Tienen distribuidos por el cultivo tres termohigrómetros de máximas y mínimas, con una sonda para control de segunda temperatura. Pilar es una rigurosa registradora de datos: “Si esperas a ver los problemas por los síntomas, muchas veces cuando consigues reaccionar ya están tocadas y se arruina la cosecha. Un solo termohigrómetro no basta, es necesario controlar la situación en varios lugares, los valores que muestran las partes altas, no tienen nada que ver con los que hay en la maceta. Registrar todos los datos también sirve para compararlos y sacar conclusiones con vistas al siguiente intento” .
Usan macetas cuadradas para aprovechar el espacio al máximo.
Con el cambio a floración se colocan los focos de 600 vatios
Pilar y Javier cultivan en tierra con abonos biológicos, pues su fin es el autoconsumo y creen que así consiguen yerba de calidad. Usan macetas cuadradas para meter el máximo posible en el espacio iluminado. En su última cosecha consiguieron de su amigo Pablo esquejes de Hindu Kush (Sensi Seeds) y Buble Gum (Serius Seeds). Para las Hindu Kush usaron macetas de 5 litros , las Buble Gum con mayores necesidades de sustrato, comida y bebida las colocaron en tiestos de 6 litros. En el periodo de crecimiento Javier montó tres bombillas de 250 vatios, colocó 24 esquejes de Hindu Kush debajo de un foco, 30 esquejes de Buble Gum en el segundo y otros 24 esquejes de Hindu Kush en el tercero. Los esquejes, de buen tamaño, fueron transplantados al sustrato ecológico Astursustrato, al que añadieron un 20% de humus de lombriz. Antes de la operación se paso cada uno por
un baño de agua con jabón de potasa para eliminar posibles inquilinos no deseados. Los entutoraron con bambú para mantenerlos bien erguidos Se podaron todos los esquejes apicalmente, de forma que desarrollaran al menos tres brazos principales. Para abonar las plantas han elegido la gama de Plagron, unos abonos ecológicos que consideran de buenos rendimientos. Después del transplante empiezan a añadir “Roots” en cada riego para asegurar unas raíces grandes y fuertes, a la segunda semana combina el Roots con el alga de crecimiento que les da la dosis de nitrógeno que necesitan. Al final del crecimiento cambia la luminaria de 250 vatios del centro por uno de 600 vatios. Durante el periodo de alimentación añaden a los fertirriegos Phyt-amin, mezcla biológica que proporciona a la planta vitaminas, aminoácidos, minerales y hormonas naturales de crecimiento. Después del transplante y antes de regar Pilar coge las macetas. Al proporcionarles agua aumentan su peso, cuando las macetas vuelven a tener la misma masa al levantarlas significa que han evaporado el liquido y de nuevo es hora de darles de beber. Sobre los periodos de riego Pilar comenta: “Es mejor ir muy poco a poco, prefiero ir proporcionándoles un vasito de agua cada día a medida que tienen sed. Al principio es importante regar bien porque la raíz es pequeña y se pueden deshidratar; pero con cuidado porque si empapas una maceta de 6 litros con una plantita muy pequeña el sistema radicular no se va a desarrollar bien, con lo que no podrá asimilar todo el liquido que les has echado y aumentan las posibilidades de pudrir las plantas. Una vez que están desarrolladas se les puede hacer pasar un poquito más de sed. El último mes de floración si quieres que el cogollo engorde tienes que regarlas con más abundancia, esto tampoco significa que haya que ahogarlas, sino que hay que regar con frecuencia, pero de poco en poco”. A la segunda semana Javier cambio los balastros y los focos, el montaje pasa a estar iluminado con tres lámparas de 600 vatios. Las primeras semanas combinan el alga de crecimiento y el Phyt Amin con el alga de floración. En función del estado y necesidades de las plantas aumentan el alga de floración y disminuyen la de crecimiento. También añaden puñados de humus de lombriz con regularidad. Las plantas se mantienen verdes y frondosas con todo este régimen generoso de alimentación y cuidados. “A mi me gusta visitarlas todos los días, por lo menos una vez a la semana las saco de su sitio, miro como están de tierra, si tienen algún problema en las hojas o si necesitan algo. Es un poco como el que tiene un rebaño de vacas, echarle un ojo todos los días y revisión los fines de semana. Las plantas no son iguales, ni siquiera los esquejes son iguales, parecidos si, pero no idénticos; pueden tener distintas necesidades de agua por ejemplo” explica Javier. Monitorean posibles plagas con trozos de cinta adhesiva amarilla distribuidos por el cultivo. Mientras revisan con lupa las trampas, aprovechan para inspeccionar las hojas en busca de daños. Cuando en el follaje surgieron marcas de succión, en forma de lagunas transparentes, se supieron ante un vampiro vegetal. Una vez identificado como trip se aplicaron dos fumigaciones con jabón de potasio para atacar a la población adulta, los nidos de Amblyseius Cucumeris eliminaron los primeros estadios. Con estas medidas las plaga se controló sin que causara mermas en la producción y calidad.