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Oaxaca y angola Red

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OAXACAN, ANGOLA RED Y RED LEBANON

Las zonas montañosas y accidentadas que rodean Oaxaca permiten que prosperen recias plantas de Cannabis donde la mayoría de cosechas fracasan (foto: Arcadio Buenaluna).

Una muestra de hash Rojo Libanés, directamente del valle de Bekaa (foto KWT Stoner).

En este número de la guía de variedades en peligro echaremos un vistazo a dos sativas autóctonas, la Angola Red y la Oaxacan Highland de México -y por primera vez, hablaremos de un reconocido tipo de hashish, el Rojo Libanés (Red Lebanon). Todos provienen de partes del mundo sumidas en la turbulencia en los últimos años, debida a la guerra contra las drogas, que ha desbaratado y distorsionado sus medios tradicionales de cultivo hasta que las variedades originales y más codiciadas se han perdido casi por completo. Kali Mist

Oaxacan Highland

La hierba Oaxacan Highland -llamada a menudo Gold a pesar del color beige de los cogollos (y de las puntas rojas del cáliz)- solía aparecer con mucha regularidad en el mercado de Estados Unidos. Se la conocía por su colocón potente y psiquedélico y por su sabor y olor

fuertes y dulces, así como por su patrón de crecimiento, alto y cónico y por su tendencia al hermafroditismo. Aunque la marihuana casi ha desaparecido en el mercado doméstico, se siguen cultivando especímenes en México, esparcidos alrededor del paisaje de las colinas que rodean Oaxaca. Suele crecer hasta unos 3 metros y medio -bastante altura para una variedad de tierras altas- y su propensión a desarrollar ramas bajas largas y fuertes le da su característica apariencia de árbol de Navidad. Las hojas son algo más anchas que las de muchas otras variedades mexicanas, como la Guerrera o la Michoaca, y las flores suelen estar densamente rodeadas por hojas pequeñas y resinosas. Las semillas de estas y otras variedades mexicanas son más grandes, de color más claro y menos moteadas que las de la mayoría de Sativas de las regiones sur y centro americanas..

A veces, unas cuantas semillas -supuestamente Sativas Oaxacan Highland originales- logran sobrevivir, y como

resultado se han creado un puñado de variedades híbridas que están disponibles en la actualidad, como la Eldorado del Sativa Seed Bank y Niagara de Dr. Greenthumb. Sin embargo, la probabilidad de que sobreviva una nueva reserva de semillas en el futuro no hace más que disminuir. El nivel de violencia relacionada con drogas en la región de Oaxaca es tan elevado que no se producen demasiado a menudo incursiones en busca de variedades, dicho suavemente. Además de esto, la introducción de nuevas genéticas híbridas en la región ha llevado a la disolución del linaje, como ha ocurrido con muchas otras grandes variedades, los ejemplares puros son aún más escasos. El aumento de semillas con mayor grado de moteado, quizás debido a la introducción de genéticas colombianas, se cree que es una prueba de esta hibridación en marcha.

Líbano

En el Líbano, gran parte de la producción nacional de hashish se da en la región del valle de Bekaa, que lleva mucho tiempo controlado por cárteles que operan en abierto desafío de la ley. El cannabis ha sido cultivado en el valle desde hace siglos, si no más, a menudo la producción repunta en tiempos de guerra y disturbios civiles (como en los años de la guerra civil, entre 1975 y 1990, cuando muchos agricultores pobres hicieron grandes fortunas con unas pocas cosechas). En tiempos de paz la policía y el ejército suelen unir fuerzas, enfrentándose al problema (y a veces a milicias populares hostiles y bien

armadas) por medio de destruir cosechas masivamente -lo que no sólo daña la economía local y las esperanzas de muchos, sino que es increíblemente destructivo para el paisaje, que a menudo queda despoblado y estéril tras las redadas-.

Un tema recurrente es la necesidad de invertir fuertemente en el desarrollo rural de la región: los primeros programas comenzaron en los noventa, con la ayuda del Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas, y con la pretensión de invertir cientos de millones para reemplazar las plantaciones de cannabis por cultivos legales. Cuando los fondos prometidos no llegaron, muchos agricultores corrientes se quedaron sin otra opción que tratar de cultivar más cannabis. Este ha sido el patrón durante muchos años (de nuevo hubo un cierto respiro para los cultivadores en los tres años que siguieron al conflicto Líbano-Israel de 2006, ya que las autoridades estaban lidiando con el asunto mucho más apremiante de las secuelas de la guerra), pero en septiembre de 2009 reanudaron la erradicación, y desde entonces han continuado cada verano. Muchos libaneses apoyan la legalización de la industria, en la creencia de que una industria regulada sería más segura y más beneficiosa económicamente; otros piensan que los niveles de violencia y corrupción están tan enquistados

que se necesita un enfoque de mano dura para eliminar los problemas de una vez por todas. Las familias más poderosas y las bandas que forman los cárteles constituyen una voz política potente por derecho propio, y muchos políticos se resisten a implementar políticas demasiado duras por el temor a perder su trabajo o, peor, su seguridad personal.

El nivel de violencia relacionada con drogas en la región de Oaxaca es tan elevado que no se producen demasiado a menudo incursiones en busca de variedades.

Las suaves pendientes del valle de Bekaa son ideales para cultivar Cannabis (foto: jiangkeren).

do al alto nivel de THC y al bajo nivel de CBN característicos de cosechar en esa etapa; y rojo, que procede de plantas más maduras, y que tiene un contenido más alto en CBN, y se parece mucho al hash marroquí (aunque produce un colocón más “pétreo”). Las plantas se estiran para secarlas al sol antes de sacudirlas sobre mallas finas para capturar los tricomas, y el polvo resultante se guarda en bolsas selladas y se almacena hasta el invierno,

cuando volverá el prensado. La forma amarilla es mucho más rara que la roja, tradicionalmente se producen calidades variables de ambas, siendo las de grado más alto extremadamente potentes.

Desde la guerra con Israel, los controles fronterizos son muy estrechos, y buena parte del hash libanés ha sido absorbido por el mercado doméstico -aunque los precios sufren debido al superávit-. A nivel internacional es difícil conseguir incluso cantidades pequeñas de hash libanés bueno y fresco, a pesar de que abundan las imitaciones pobres (muchas veces procedentes de Turquía que produce un hashish similar de variedades de cannabis emparentadas con estas, pero que generalmente se considera inferior).

El nivel de violencia relacionada con drogas en la región de Oaxaca es tan elevado que no se producen demasiado a menudo incursiones en busca de variedades.

Angola Red

Otro país donde el cultivo de cannabis ha sido un medio de subsistencia durante siglos es Angola, en el sudoeste de África. Las variedades autóctonas de Sativas que crecen allí están muy extendidas en las tierras altas del centro y el noreste del país. Se establecieron antes de la ocupación portuguesa, que comenzó en 1575 y terminó oficialmente en 1975. Antes de la independencia, (y de la subsiguiente guerra civil) los barcos que llegaban al puerto de Luanda, capital del país y un importante puerto comercial, podían comprar Cannabis libremente a los comerciantes locales. Parece que los primeros colonos portugueses podrían haber ayudado a su ascenso a la fama al transportarlo hasta el Nuevo Mundo; los esclavos angoleños capturados y transportados a las plantaciones en aquella época pudieron llevar

también provisiones ocultas. Es muy posible que muchas de las famosas variedades Red de América Central y del Sur sean de hecho descendientes de la Angola Red.

A pesar de la ilegalidad del Cannabis en Angola, los agricultores se las han arreglado para producir cosechas con bastante regularidad a lo largo de los años, aunque allí, como en el Líbano, se enfrentan constantemente a la posibilidad de que se descubra su cultivo y sea quemado por las fuerzas policiales y militares. El distrito de Balombo, en la costa noreste de Angola, mostraba recientemente la captura de 3.500 plantas en un pequeño pueblo llamado Ngolo -una cantidad significativa para un país cuya producción total rara vez es suficiente para satisfacer algo más que al mercado doméstico-. Se ha señalado que el fenotipo rojo ha disminuido masivamente y quizás desaparecido por completo, ya que empiezan a introducirse genéticas de todas partes para suplir las pérdidas sufridas durante las actuaciones policiales. Los granjeros de zonas vecinas, como la provincia de Huíla, donde se ha documentado el conocimiento popular de las propiedades del cannabis entre las tribus locales, han logrado hasta ahora garantizar que siga produciéndose algún cultivo. Sin embargo, los relatos sugieren que el fenotipo verde prevalece, y nadie parece saber con certeza si la Red todavía existe.

Aunque la pequeña industria cannábica de Angola es considerada insignificante por las autoridades, la importancia del país como punto de entrega de cocaína

ha conducido a un endurecimiento de las medidas contra el comercio de drogas en general. Debido a la falta de superávit para exportación, no mucho del cannabis angoleño llega a otros países (excepto ocasionalmente pequeñas cantidades a Namibia), la Red original está en grave peligro de perderse irremisiblemente para siempre -¡si no ha ocurrido ya!-. El comercio del cannabis en África Central y del Sur es a menudo violento y plagado de política. Como las facciones en las naciones vecinas de la República Democrática del Congo y el Congo continúan luchando por el control de la producción, las autoridades angoleñas no quieren parecer laxas, ya que temen que la violencia empiece a producirse en territorio propio. Aunque es improbable que la producción de cannabis cese por completo, las crecientes dificultades sufridas por los cultivadores angoleños son tan grandes que una variedad histórica puede haberse extinguido. Sin duda, si en el futuro se encuentra algún espécimen de esta variedad, deberá preservarse para garantizar que el linaje no se extinga. Y una vez más, la comunidad cannábica internacional tiene que esperar para ver si los poderes fácticos -en México, Líbano, Angola y en el mundo en general- se despiertan por fin y comprenden que las continuas interferencias en estas antiguas industrias cannábicas son inútiles, dañinas, y destinadas al fracaso final.

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